Prisioneros de la Biblia en una iglesia

Romanos 6:17,18
“Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella forma de doctrina a la que fuisteis entregados”.  

Entregado también se puede traducir rendidos, prisioneros, confiados y cedidos. Hemos rendido nuestro yo a estas enseñanzas, voluntad, razón a la fe, somos prisioneros de la Biblia y en cualquier decisión cedemos a ella el primer lugar para que Cristo tenga en todo la preeminencia (Col.1:18). El que es cuidado por su pastor con las enseñanzas de las Escrituras puede sentirse confiado.

¡Qué bonito! Somos “entregados” por el Espíritu Santo, por Cristo mismo que con la espada del Espíritu, que es su Palabra, nos rindió con filosos argumentos que penetraron nuestros pensamientos y abatieron nuestra oposición. Fuimos entregados a esta doctrina o “enseñanza”, a esa forma que llaman reformada de teología. ¡Qué honor es no ser arminiano! El Señor nos escoge nuestra iglesia, nuestra denominación eclesiástica. El diablo se lleva a los herejes para sus sectas. He sido puesto en contacto con estas doctrinas, por medio del Espíritu Santo (v.17). Somos prisioneros de esperanza (Zac.9:12).

¿No vez que la salvación opera una liberación del pecado? (v.18). Prisionero de Cristo, de la Biblia y de la iglesia. Cristo me trajo del mundo, prisionero, me puso una Biblia en la mano y me llevó a una iglesia.

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