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Mostrando entradas de agosto, 2012

Un libro para mentes inquisitivas

Juan 20:30,31 “ 30  Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31  Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. Se está terminando el libro y su autor, Juan, piensa que ha omitido muchísimas cosas que los evangelios sinópticos cuentan, y que ya su volumen es suficiente amplio y comprimido como para que quien lo examine pueda aceptar que Jesús es el camino, la verdad y la vida, la Palabra hecha carne, que quien lo ha visto a él ha visto al Padre, y que es el Mesías, y por supuesto Hijo de Dios. Todas esas cosas están declaradas en estos pergaminos y el joven apóstol, si todavía era joven, estima que es una bienaventuranza el creer a Jesús y que tal fe, dogmática e indubitable, es suficiente para la vida eterna. Considera que ha escrito las cosas esenciales, y si no son tantas, se pueden leer y releer, rumiarlas e i

La regla de oro no tiene promesa

Mateo 7:12 “ 12  Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”. Este versículo se ve bien claro que se halla fuera de lugar, y los que dividieron la Biblia en porciones hicieron mal en dejarlo unido al anterior con el cual nada tiene que ver. Si yo le fuera a buscar alguna colocación la hallaría junto al v. 48 del capítulo anterior. Representa la llamada "Regla de Oro", que brilla por sí misma como una máxima separada del resto. Quizás se deba a eso, que por su contenido fue memorizada y practicada por todos aquellos primeros discípulos de modo que era la síntesis del amor al prójimo que Jesús les había pedido tener. Trátalos, no estás arando en el mar. Cualquiera que sea el sector de la vida cristiana que se explore, la Regla de Oro convertida en pregunta hacia uno mismo, por su valor no tiene comparación. Si yo fuera a pedir a alguien sabiendo que tiene,

El adulterio no compensa lo que se paga

  Mateo 5:27-30    “ 27  Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28  Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29  Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30  Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno ”. Puerta de entrada de adulterios. Los ojos. El adulterio está prohibido tanto por la ley de Moisés como por el evangelio; y Jesús en vez de suavizar el mandamiento lo hizo más difícil, poniendo a un lado la forma exterior de fidelidad para pedir una fidelidad a Dios y a la esposa, más perfecta, interior. En nuestro texto vemos algunas cosas. Comúnmente la puerta de entrada de esta clase de pecado son los ojos, "porque yo os digo que

“El testimonio de la iglesia es tan seguro como verlo con los ojos” “Soy como Santo Tomás, si no veo no creo”

Juan 20:24-29  " 24  Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25  Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. 26  Ocho diez después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 27  Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 28  Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! 29  Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.    Lo primero que los diez apóstoles le dirían a Tomás cuando regresó "¡no sabes lo que te has perdido por no estar aquí, Jesús nos visitó!". Se lo dirían alegres pero en ser