Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2012

Suicidarse a plazos

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría” (Sal.90:12).  Este es un día especial y en nuestro calendario se repite solamente cada cuatro años; trata de vivir de modo especial, ora hoy de modo inusual, más tiempo, con más intensidad, medita con más profundidad. Hemos avanzado algo en el transcurso del año, ya hace dos meses que lo comenzamos, cuenta los días que has gastado. ¿Cuántos años tienes? El salmista no dice que contemos los años, ni los meses, ni las semanas, sino los días. ¡Qué importante son los días! Tus días están siendo consumidos, no sabes cuántos de ellos te quedan porque pronto pasan y volamos, acabamos todos nuestros años con la velocidad asombrosa de un pensamiento (vv.8-9). Distribuye bien tu tiempo, trae al corazón sabiduría, haz cosas que sean útiles tanto para esta vida presente como para la porvenir, acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud si eres joven, antes que vengan los años sin contentamiento de l

El extraordinario y raro hogar cristiano

Efesios 5:21-24 “Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”. I. Cristo, un lazo de amor I. Cristo en todo. No parece existir conexión entre estos versículos y los anteriores, es un asunto nuevo que lleva hacia delante. Si leyeras hasta el cap. 6:9 comprobarías que en todas esas relaciones humanas, cualquiera que sea ella o su nivel, el apóstol entrelaza a Cristo . Cuando dice: “ Someteos unos a otros en el temor de Dios…” (v.21), que debiera decir más bien, “en el temor de Cristo” y añade: “ Las casadas, los maridos, hijos, siervos…” . En todo este texto y contexto está presente su Señor Jesucristo. He ahí una enseñanza importante: no sacar a Cristo de cualquier relación que se est

Reflexiones varoniles

Efesios 5:25, 28, 29, 33 “Maridos, amad a vuestra mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismo cuerpos. El que ama a su mujer a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia; por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”. I. Esposos consagrados Amor virilmente sacrificial. No hay duda que la relación entre Cristo y su iglesia es la misma que el apóstol le pide a los matrimonios que sostengan ellos mismos. A él particularmente le incita a que la ame con entrega , como Cristo se “entregó” por la iglesia, “ amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella” ( v.24). No solamente que la ame, sino que se lo demuestre, no sólo verbalmente halagándola y llamándola bienaventurada (Pro. 31:28); que haga algo por ella, no tan sólo “algo” una vez sino

Adorna la doctrina que declaras

“En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito…” (Eze.28:13). Este texto me ha hecho pensar en la gracia de Dios. Ha venido el profeta hablando sobre el rey de Tiro y la gracia que Dios había usado con él. Aunque a aquel príncipe se le aplique físicamente esas joyas, a mí me parece que hay una semejanza inmensa con nuestra salvación, y que es una alegoría esencial de ella. En Edén fue creado el primer hombre. La gracia también nos ha creado como a Adán y hoy somos “nuevas criaturas” y un “hombre nuevo” en el cual resplandece la gloria celestial por el rostro de Jesucristo. El sitio particular donde nos convertimos, donde la gracia divina nos engendró por el evangelio, ese es nuestro huerto, el jardín de Dios. ¡Oh qué maravilloso haber sido creados por Dios con su gracia! Luego vienen las joyas del evangelio que adornan la vestidura de nuestra regeneración y justificación: cornerina, topacio, jaspe, c