Apasionados disfrutadores


“Sabemos que eres amante de la verdad” (Mt.22:16).

Quizás cueste hallar una frase tan bella como esta aplicada a nuestro Maestro. Es cierto que forma parte de una alabanza hipócrita para atraparlo con su respuesta, pero estaban diciendo la verdad. Hoy quizás lea esto algún maestro a quien le preguntaría: ¿Eres un amante de la verdad que enseñas, que defiendes, que vives? ¿Eres capaz de todo eso, enseñarla, defenderla, vivirla a cualquier costo?

Hay cosas que quizás amas, las plantas, las flores, las aves, los ríos, el sol. Está bien que amemos eso porque Dios lo hizo bueno en gran manera y él se complace al vernos admirar su creación. Pero también él disfruta viéndonos amar su palabra, su recta interpretación, oyéndonos enseñarla y defenderla de tergiversaciones o herejías. David decía, ¡Oh cuánto amo yo tu ley! Ojalá nuestros hermanos y el público en general nos distingan como un “amante de la verdad” al considerar cuánto la estudiamos, como la aprendemos, como nos deleitamos en su estudio para instrucción ajena y propia y para nuestro deleite individual.


 Si eres un predicador ¿amas la verdad de Dios? ¿Tratas de saber lo que dice un texto bíblico antes de predicarlo? No puedes hacer salvo a nadie si no es con la verdad de Dios. Enseña a tu pueblo amarla porque de los que rechazaron a Cristo “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2Te.2:10). El que es amante de la verdad es amante de Jesús porque él dijo “soy el camino, la verdad y la vida”. Si amas la verdad, también se dirá que “enseñas con verdad el camino de Dios” (Mr.12:14). ¿Por qué permanecemos años enseñando las mismas verdades si no es porque las amamos y no nos cansamos de decir las mismas cosas? 

Actuamos como el apóstol Pablo que le dijo a los filipenses que no se cansaba de enseñarles las mismas cosas, y que eso era lo mejor para ellos (Flp. 3: 1). Todo aquel que está enamorado de la bella virgen de la verdad, se casa con ella y promete serle fiel hasta la muerte. Jamás le da carta de divorcio porque la ama y es feliz a su lado, acariciándola como Isaac a Rebeca, mirándole el rostro hermoso como Jacob a Raquel, y trabajaría por ella no solamente 14 años sino la vida entera.

Otros han cambiado sus temas y deambulan en sueños, visiones y revelaciones porque no han llegado a ser amantes de la verdad, siempre buscan conseguir algún estímulo externo de vivencias propias o ajenas para sacar algún gusto a su religión porque no son disfrutadores apasionados de la verdad revelada.

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