No romantice su pasado

“Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que éstos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría” (Ecl.7:10).

Hablemos en sentido espiritual, y en otros de modo general. En cuanto a la salud, los tiempos de la juventud suelen ser mejores que la ancianidad cuando se dice “no tengo en ellos contentamiento”. Los tiempos de Isaac cuando tenía los dos hijos con él fueron mejores. Los tiempos de Jacob con sus doce hijos fueron más felices que cuando por años perdió uno. Los tiempos de Lot eran mejores cuando andaba con Abram que cuando se separó de él. Los tiempos espirituales  de Salomón fueron mejores que cuando llegó a viejo, aunque era más rico y famoso.

Como ve, para cierto tipo de personas, sí hay tiempos pasados mejores, cuando andaban en la comunión con Dios y cuando gobernaban sus vidas por sus mandamientos. Ahora quizás han perdido la fortuna espiritual que tenían y además están viviendo en situaciones de salud, familiar o económicas inferiores a las que antes tenían. Los tiempos pasados para ellos fueron mejores cuando andaban dulcemente en la compañía de los elegidos y tenían el corazón en el cielo y no en los tesoros de la tierra.


Sin embargo, para los justos que viven agradando a Dios, corriendo la carrera que tienen por delante, prosiguiendo a la meta del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús, ningún tiempo pasado podrá ser mejor que el presente. Serán más maduros los frutos del Espíritu, más abundantes, más profundo el gozo, más amplia la experiencia, más sólida la fe, más sensible la conciencia, más amplio el amor, más sincera la humildad. Quizás es mejor que no romantice tanto su pasado.

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