Teme más a una mordida del diablo que a 1000 problemas
1 Pedro 5:7-9
“7 echando
toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. 8 Sed
sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar; 9 al cual resistid firmes
en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros
hermanos en todo el mundo”.
Hermanos, a mí me parece que estas
palabras "echando toda vuestra ansiedad sobre él porque él tiene cuidado
de vosotros" (v. 7), son dichas específicamente para los hermanos que por
disposición de la providencia son humillados bajo la poderosa mano de Dios.
Cuando alguno específicamente tiene que vivir en un tiempo de humillación y
dolor su paciencia tiende a acabarse y su ansia por verse libre de su situación
(salir fuera de ella) se acrecienta. El versículo anterior es decir él seis hay
que tomar "humillaos" como la aceptación de una situación humanamente
incambiable bajo la cual hay que tenerla como la mano de Dios y acogerse a
ella.
Mucha de nuestra ansiedad, la ansiedad
de nuestros corazones, nace del hecho que no queremos aceptar las cosas como Dios
las ha puesto y desde el primer día que nos impuso el yugo luchamos para deshacernos de él. Si reconociéramos que tal cosa
que nos humilla viene por la mano de nuestro Padre celestial, y dejáramos a su
cargo el tiempo que ha de durar nuestro sufrimiento, hasta regocijo llegaríamos
a sentir en nuestro dolor.
Pero todo lo contrario, la ansiedad nos
penetra en nuestros espíritus intranquilos que no reposan sobre ninguna promesa
de la palabra de Dios, y reconocemos el cuidado de Dios sólo cuando las circunstancias
corren como las hemos querido. El texto indica la operación de alivio que tiene que hacer el cristiano con el
corazón ansioso (v. 7), orar a Dios, "echando toda vuestra ansiedad sobre
él". Pienso que no se trata de contarle al Señor meramente lo que nos pasa
sino a su vez buscar en nuestro conocimiento de la palabra de Dios donde asir
esa oración, como la cuerda que sujeta un barco, y el contacto con alguna
promesa es la que realmente nos devuelve el confort y la seguridad que Dios
maneja nuestra suerte. Casi que no podemos orar sin ponernos alguna promesa
enfrente. Por ende, hermanos, busquemos sedar nuestros nervios, relajar nuestra
atención, o tratar de quitarnos la carga que Dios nos ha impuesto; lo mejor es
orar con fe y esperar el tiempo que él ha fijado para nuestra exaltación.
Esta forma de interpretación del texto me da la razón, y la hallo en los vv.
8,9 donde el apóstol claramente hace referencia a los padecimientos a los
cuales ya ha padecido, y que bajo la mano de Dios les pide se sometan. Mas el
apóstol nos enseña (1) que cuando nuestro corazón se llena de ansiedad por
salir de una situación, nuestra fe se
debilita porque si no ocurriera tal cosa estaría de más que les pidiera
estar firmes en fe. La ansiedad de nuestros pechos es una inequívoca señal que
nos envía el corazón de que se debilita la fe, del mismo modo que se enciende
una luz roja cuando el combustible se acaba en un auto, por eso es que he dicho
que tenemos que deshacernos rápidamente de esa ansiedad en la fe de alguna
manera por medio de la promesa divina (2) el apóstol, condescendiendo a la
falta de fe, nos propone otra fuente de aliento, mencionando que otros atraviesan circunstancias parecidas.
No quiere decir que cada hermano se aliente al sentir satisfacción de que otros
sufran lo mismo. Eso no es lo que Pedro les pide. Lo que quiere es que ellos
conozcan que en otras partes del mundo hay hermanos sufriendo lo mismo y están
venciendo por la fe y sobre todo que sus tribulaciones dan cumplimiento de las
profecías y a los propósitos de Dios para su pueblo. Para Pedro la doctrina de la providencia que ordena los
acontecimientos ocupa un lugar importante y por el uso frecuente que hace
de ella para los hermanos, deducimos que tiene un efecto muy positivo sobre el
alma cuando el creyente se sujeta a ella, y que ninguna otra enseñanza el
diablo se fuerza tanto por quitar de en medio cuando se ha propuesto destruir
nuestra vida espiritual. Cuando un cristiano atribulado puede por la fe decir
"estos padecimientos están predestinados" la ansiedad desaparece.
Pero también nos enseña que es un error identificar siempre nuestros padecimientos
con la persona del diablo. El diablo se aproxima a nosotros con esos
acontecimientos pero no siempre o exactamente son una misma cosa. ¿Por qué se
aproxima el diablo con nuestros padecimientos? Porque conoce que regularmente
con ellos nuestra fe suele escasear y podrá atormentarnos más o ponernos en contra
de Dios. Así que nuestra mayor preocupación no debe ser el padecimiento en sí sino
nuestra vida espiritual en esos momentos, que no esté por debajo de lo que la
gloria de Dios requiere, para que no seamos dañados en lo más precioso. Pedro
compara al diablo con un león, porque debemos
temer mucho más a una de sus mordidas que a los 1000 problemas. Los
padecimientos pasan y las últimas lágrimas se enjugan pero un órgano de la fe que el diablo se haya comido nunca más se recupera.
Que buen escrito Pastor Humberto, palabras que solo Dios sabe hacernos llegar cuando más las necesitamos.
ResponderEliminarSaludos,
Kenny Quijada
Venezuela.
Querido amigo Kenny.
ResponderEliminarDios siempre es bueno y oportuno.
A ti te ha sido de bendición lo que dije y a mí que me lo dijeras.
Así nos edificamos mutuamente y amamos más a Dios juntos. Todos los miembros gloriosos del cuerpo de Cristo nos necesitamos.