La elección: Vista por los cristianos y los no cristianos
1 Pedro 1:10,11
“10 Por lo cual, hermanos, tanto más
procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas,
no caeréis jamás. 11 Porque de esta manera os será otorgada
amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo”.
Mi primer deseo, hermanos, es que observen que la
elección eterna fue una doctrina básica de la iglesia primitiva (v. 10), aunque
su comprensión plena fuese difícil, por el consejo mismo hacerla firme me
parece ver que algunos sacaran algún
comportamiento equivocado de ella. Como si ellos se dijeran "ya la
elección es hecha por Dios, por lo tanto es firme y nada puede pasarme". Y
entonces se abandonaran espiritualmente y no procurando con diligencia crecer.
No hay evidencias que los judíos en la dispersión, como en Tesalónica, se aprovecharon de la
doctrina de la elección para vivir incorrectamente, pero el mal comportamiento
de ellos se parece un poco a lo que hoy conocemos como híper-calvinismo.
"Si Dios nos ha elegido no hay que preocuparse
por los paganos, ni esforzarnos mucho más allá de la fe, lo importante es tener
fe y ya la tenemos". Un concepto equivocado de la elección puede resultar
un cristianismo mediocre, peligrosamente mediocre. La elección es opuesta a la
indolencia, a la pereza y a la esterilidad. La doctrina de la elección
correctamente entendida también se opone
a la vida pasiva. Correctamente vista promueve de modo maravilloso la vida
espiritual y lejos de perturbar la agencia humana la estimula.
Comprendo que es una doctrina que muchos confunden
¿y por qué? Porque los que la entienden bien son los que prosperan
espiritualmente, mientras más grande sea nuestro cristianismo mayor bienvenida
le daremos a la elección. ¿Quieres no equivocar el propósito de la elección?
Comprende que el propósito al ser revelada fue darle la gloria de Dios y no
anular la responsabilidad humana. ¿Quieres no dudar de ella? Procura
engrandecer tu fe. Sin embargo aunque sea mal comprendida y aplicada a veces,
debe ser enseñada y nunca silenciada, de modo que sigamos así los pasos de los
maestros apostólicos del siglo primero.
Un hecho que parece haber tenido lugar en aquellas
iglesias, fue que la vida espiritual de algunos hermanos pudo haberse arruinado por un mal entendimiento de la doctrina de
la elección. El apóstol dice "no caeréis jamás". Por eso asumo
que tristes acontecimientos por motivo a esto ya habían pasado, o estaban en
peligro de pasar, "caer en pecado". Si la vida espiritual no
progresa, el pecado está cercano. Y debemos mirar con horror a los que toman la
doctrina de la elección para ser indolentes, y no se dan cuenta que el pecado
se les aproxima.
Aunque esto acontezca, y algunos difamen con su mal
testimonio este sistema doctrinal llamado calvinista, llamándose asimismo ellos
y viviendo mal, la doctrina no debe ser escondida de nuestros labios ni
avergonzarnos de haberla enseñado. ¿No hicieron lo mismo los de la iglesia de
Santiago con la justificación por la fe? ¿No la corrompieron? Pues aunque eso
les pase a algunos, nosotros debemos seguir enseñándola.
Los elegidos pueden caer en pecado pero no anular su
vocación y elección. Pero le está escribiendo a elegidos y sabe y está mirando
quizás la posibilidad de que algunos caigan en pecado, aunque este versículo
indica que eso es posible sin embargo el v. 11 también indica que entonces no
entrarán de modo victorioso al reino
de nuestro Señor Jesucristo, pero
entrarán, supongo así como por fuego, frustrados, sin poder recibir casi
reconocimiento por el ejercicio de la gracia en sus vidas. Y dirán "allí
llegó fulano pero apenas recibirá recompensas porque vivió casi sin frutos y de
modo ocioso".
Pero ¿morirán
los elegidos en pecados? No, eso no pasara nunca. Para poder entrar al
reino de Jesucristo tienen que morir en la gracia, morir reconciliados, morir
no negando la fe, morir orando al Señor. La apostasía de los elegidos no dura
hasta el final de sus días. Pedro da un consejo adecuado para que los elegidos
acaben sus vidas con victoria, "que procuren hacer firme la vocación y la
elección". ¿Qué quiere decir?
(1) Que el llamamiento eficaz, que resucita al
pecador, y que lo regenera, lo convierte y le da fe, que es débil y que hay que
fortalecerlo. Un llamamiento débil no convertiría al alma de la sacaría de sus
pecados, además un llamamiento débil presume un Dios débil. Luego es imposible
explicar que se trata de que el llamamiento de Dios no se afirme sin la
colaboración del hombre; por lo que cuando el comenzó, en la regeneración, que
es la parte más difícil de nuestra salvación, el hombre fue totalmente pasivo.
Por ende lo que se trata es de decir que
haga un firme vuestra vida espiritual y seguro vuestro testimonio cristiano
para que estén libres de caídas.
(2) ¿Necesita la elección un tratamiento humano para
que sea firme? El que responde que si ignora que la elección es eterna y que ella se hizo antes de
nuestra salvación y que la fe, el arrepentimiento, y estas dos cosas no
producen la elección, lo contrario, la elección es la que da origen y permite
el arrepentimiento y a Dios entregarle la fe al pecador (Efe. 1:5). ¿Cómo habrá
necesidad de perfeccionar lo que fue concedido con tanta anticipación? No
hermanos, la fidelidad humana no perfecciona la elección porque cuando Dios
escoge no lo hace sobre la base a la
posibilidad de que el hombre sea fiel sino para que eso resulte posible.
Dios no elige porque prevé que va a ser fiel sino para que lo sea.
Y para concluir este aspecto en los que no son aún
cristianos y oyen sobre la elección y aprendan que si Dios no los elige no
podrá ser salvos. Existen dos actitudes
que se pueden tomar enfrente de la predicación de la doctrina de la elección, de
pecaminosa negligencia y que diga para sí "si Dios me ha elegido desde
la eternidad no tengo que preocuparme por la fe ni por el arrepentimiento,
porque cuando él lo quiera me lo dará y si hasta este momento no lo he sentido
es que él no quiere". Ese razonamiento más que ser una deducción lógica lo
que sirve es para evadir una obligación
que tiene todo ser humano, la obligación de creer y de arrepentirse de sus
pecados.
Tú estás obligado a clamar con dolor por tus pecados,
estás obligado a sentirlo repulsivo, estás obligado a creer la palabra de Dios
completamente, por tanto es más práctico, y no es teológico, filosofar sobre un
misterio que no se ha revelado si es elegido uno, por lo cual tratando de
investigar es asunto a priori lo que haces es conducirte de modo inverso al que
debieras. En vez de hallar primero la seguridad que si es elegido uno para
después arrepentirte y tener fe lo que tienes que hacer es arrepentirte y tener
fe y cuando ya sientas esas dos cosas, sabrás que tienes la elección.
Nadie puede estar seguro de la salvación si no la
tiene. La otra actitud que se puede tener ante la predicación de la doctrina de
la elección es de desesperación. Se
da el caso que algún elegido esté buscando por un tiempo o por mucho tiempo su
salvación y aún no la tiene, ha andado buscando el arrepentimiento y su necio
corazón se niega arrepentirse y a tener fe, entonces cae en un estado de
inquietud constante y desánimo y se dice, "Dios no me da el
arrepentimiento aunque yo se lo he pedido, no puedo tener fe aunque he clamado
por ella". Los elegidos cuando comienzan a sentir hambre y sed de justicia
ya no se les quita nunca hasta que son saciados; no se quedarán quietos hasta
que hayan hallado la fe, y el arrepentimiento de sus delitos.
Los elegidos que son despertados por Dios ya no
regresan más a la indiferencia sobre sus almas, ya que han sido regenerados; y
si Dios ha tenido misericordia de ellos y ese deseo crece en vez de desaparecer,
y si quieren seguir buscándolo, eso es
una señal de la misericordia divina. Así que tu actitud debe ser de obligación con el arrepentimiento y con la fe. Para
aquellos que se sienten desesperados y en angustia de no ser elegidos, y se asustan ante la posibilidad de no haber hallado gracia y misericordia de
Dios, pienso que ese susto espiritual y esa angustia revelan precisamente su
elección. ¿Cuándo has visto que uno no regenerado se preocupe por su bienestar
eterno?
Al que no ha nacido de nuevo no le preocupa su
propia condenación, es indiferente a esas cosas espirituales, y las vendería si
las tuviera, por un plato de lentejas o por 30 piezas de plata, sin susto
ninguno. El que no es salvo puede saber que no es salvo, acepta este hecho,
pero le es indiferente, pero el salvo sí le preocupa precisamente no serlo y
tiembla por la salvación, sobre todo cuando algunas veces el Espíritu Santo le
alumbra por su palabra, y ve su naturaleza condenada y se pregunta ¿seré salvo
yo? ¿Es mi fe real o es una ilusión? ¿He sido engendrado por Dios o solamente
he tenido algunos cambios cosméticos? Pero ¿cuándo ha oído a uno que no es
cristiano hacerse esas preguntas? Ésas son las preguntas de la salvación y se
las hacen a sí mismos sólo los que van a ser salvos o ya lo están.
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