El hombre de pecado y la humanidad política y pecaminosa
2
Tesalonicenses 2: 6-8
“6 Y ahora vosotros sabéis lo que lo
detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. 7 Porque
ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente
lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. 8 Y
entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu
de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida”.
Quizás esta noche, mis
hermanos, logremos aclarar un poco más en nuestro avance, de lo que significa
el hombre de pecado o mejor dicho, hombre sin ley. Mi interpretación es una,
hay otras, yo he escogido dentro de las que he leído la que me ha parecido más
cuerda; y ojalá no sea errada, y con ella podáis ser edificados. Es admitida
cualquier discrepancia o insatisfacción. Aquí vamos con el menor dogmatismo
posible.
Lo mismo que el anticristo
mencionado por Juan, el hombre sin ley ya
está en acción (v. 6), con movimiento muy limitado porque en el v. 5
dice que se halla detenido por “algo”, no por “alguien”. Si ya estaba
accionando en aquellos tiempos y aún no ha venido el Señor, quiere decir que
aún sigue su operación. (La palabra que usa Pablo para decirnos “acción” es la
que nos sirve para derivar, eficiencia, energía, poder). Lo cierto es que el
“misterio de iniquidad” es un poder satánico, “dunámei” (v. 9). Si ahora se
halla en acción, está en movimiento continuo, operando, trabajando, logrando
sus propósitos y haciendo sus conquistas. Nacía, por decir, en aquellos tiempos
el misterio de la iniquidad, ya hoy es adulto, anciano con dos días de Dios,
quiero decir dos mil años, más experimentado, con más eficacia.
Con sus limitaciones forzosas,
pero accionando, trabajando para su reino, para destruir la salvación,
obstaculizar todo en la iglesia, para frenar el evangelismo, corromper la
doctrina, adulterar la verdad, enfriar a los cristianos fervorosos, manchar a
los santificados, anular a los consagrados,
matar la fe, quitar el entusiasmo de la iglesia, humillarla,
destrozarla. No podemos olvidar amados, que tenemos un poder infernal operando
contra nosotros, ángeles perversos al servicio del demonio que hacen su
voluntad y atacan el cuerpo de Cristo por todas partes para desgarrarlo, para meter
a su iglesia en la tumba. ¿Sabéis que el diablo se recrea al pensamiento de
cavar nuestra tumba espiritual?
Ya está en acción, no hay que
esperar que comience a moverse contra nosotros, ya lo está haciendo, no que
vaya a llegar, ya ha llegado. Y ¿nos quedaremos nosotros con los brazos
cruzados sin hacer nada? ¿O defendiéndonos simplemente? ¡No!, hay que combatirlo
también. Predicando más fuerte, orando más, santificándonos más, reflejando con
mayor brillo la imagen de la gloria
de Dios en nuestras vidas.
Pienso hermanos, que el
misterio de iniquidad es un movimiento espiritual de poder satánico
contra la iglesia y por ende el rechazo que tenemos que oponerle tiene que ser espiritual.
Un movimiento de la misma categoría. No es activismo, no sólo aglomeración de
gentes, sino acción espiritual, crecimiento espiritual, potencializar el hombre
interior, fortalecimiento de la fe, de la esperanza. Una vigorización interna,
en nuestra alma. No podremos cortarle el paso y frenar al movimiento de
iniquidad contra la iglesia si no nos fortalecemos de ese modo y si no
empleamos las armas de luz, las
armas espirituales, las escogidas por el Señor y que utiliza el Espíritu Santo. Los medios de
combate tienen que ser los espirituales, no humanos, el fuego no debe ser
“extraño”, la espada no debe ser otra que la jofaina corta, la del evangelio teológicamente
correcto.
La causa que lo frena. Estoy de acuerdo con los que han comentado este
texto diciendo que lo que detiene al hombre sin ley es por un lado el gobierno
civil (en aquel tiempo el imperio romano como fuerza política organizada y el
estado de hoy en día, que también se va corrompiendo) y por el otro el
evangelio mismo. Si ellos están correctos, y yo no encuentro una explicación
mejor, el asunto es muy serio. (No pienso que directamente el Espíritu Santo
sea el que lo detiene, por el neutro que se utiliza en el griego, además la
Tercera Persona estará en el mundo hasta que regrese el Señor, no hay ningún
texto que nos diga que el Espíritu Santo abandonará a la iglesia. En Jn.14: 14
Jesús dijo que acompañaría a la iglesia para
siempre. Es cierto que el apóstol no habla en plural como si existieran
dos causas en vez de una que lo detuvieran, pero analicemos. ¿Es él un hombre sin
ley? ¿No es el estado un poder político debidamente organizado con leyes
en sus bases? ¿No es el hombre sin ley un opositor a las leyes de Cristo?
Pablo ha enseñado en otros sitios que el oponerse al estado es resistir a Dios,
y que esta organización es servidor de
Dios para nuestro bien (Ro. 13:1-4).
Me imagino, no queriendo
fantasear en ninguna manera, que el hombre de pecado intentará corromper el
estado y el evangelio. Tratará de destruir la organización política que
restringe su desenfreno o desafuero y lo mismo que las leyes del evangelio.
Entonces, supongo, es una filosofía que
da forma y deforma el pensamiento humano. Es una clase de hombre que ha de
surgir en la sociedad.
Pero ¿cómo? Misteriosamente,
secretamente, sin que los hombres que representan el orden y la moral lo
detecten. Recordemos que la iniquidad es un misterio. Esto que a continuación leerán, si fuere cierta mi
interpretación, no lo toméis como una profecía sino como una posibilidad
abierta. Tiene que procurar destruir al estado, pero quizás no destruyendo la
democracia porque todos inmediatamente lo detectarían, pero sí corrompiendo las
leyes de la democracia. Hacer que la democracia acabe con el gobierno
democrático, que la democracia se suicide. Logrando que las leyes no sean tanto
injustas como inmorales y más que libres, concedan a los ciudadanos
libertinaje. De ese modo el estado será quitado de en medio. La ciudadanía
destruida. La corrupción mundial será espantosa. Los hombres “se casarán y se
darán en casamiento, comiendo, bebiendo” sin ningún recato y todo eso será
cubierto con un clima de violencia en
la tierra. Cuando ese estado de cosas llegue al mundo, la venida de
Cristo estará a las puertas.
¿No será así suplantado Dios
por el hombre sin ley? ¿No estará el desenfreno y la ilegalidad entronada en
el templo? Los derechos humanos, como el aborto, la droga, etc, los sagrados
derechos humanos, serán venerados y adorados en lugar de Dios y tocarlos sería
una especie de profanación. Inaceptable.
No hay dudas hermanos, que
hacia allá nos dirigimos y quizás no dentro de cien ni de mil años los que
vivan verán que el establecimiento de la democracia en el mundo lo que hizo fue
preparar el camino para el hombre de pecado y el establecimiento de la maldad,
el preámbulo de la disolución del mismo estado. Y entonces Cristo vendrá y la humanidad política y pecaminosa habrá
concluido.
Nota:
Esto lo escribí hace más de veinte años. Hoy en día en muchos países la unión entre
personas del mismo sexo es legal y se le llama matrimonio; y más y más se
aprueban leyes, que con excusa del pluralismo religioso se arrincona al
cristianismo, con el predicho avance de la ciencia, dentro del proceso de la
formación de un hombre secular y sin Dios
y sin un concepto único de moralidad.
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