No dejes que el diablo corte los caminos y puentes que llevan al pastor

1 Tesalonicenses 2: 17-19
17 Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro; 18 por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó. 19 Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? 20 Vosotros sois nuestra gloria y gozo”.

Hay una explicación que el apóstol considera necesaria hacer, el por qué no había regresado a Tesalónica. Realmente hermanos, el ministerio de Pablo era muy difícil, no ya por la oposición externa de parte de los enemigos del evangelio sino aún por los problemas que las propias iglesias que él formaba luego le causaban. Particularmente me he bendecido mucho al acercarme a su santo ministerio, es como hacerlo a una catarata cuya  cascada ensordece, como acercarse a un frente de batalla o como subir el pico del Sinaí entre relámpagos, truenos y movimientos telúricos. Su carrera ministerial era algo impresionante, sublime y casi espantosa.

Aquí lo hallamos de nuevo, dando explicaciones de sus actuaciones, no ante el Foro, no ante Agripa, no por haber apelado a César, sino a su amada iglesia. No porque los hermanos fuesen malos contra él a propósito, ni porque ellos quisieran hacerlo sufrir, sino porque Satanás, envidioso y malvado, como gran opositor de la iglesia, lo atacaba continuamente haciéndoles pensar que él se había olvidado de ellos y que los amó cuando les entregó el evangelio, pero que habiéndose ido, ya aquellos sentimientos desaparecieron y la imagen de ellos borrada de su corazón. Tiene el apóstol que explicarles todo eso.

Primeramente notemos como Satanás trabaja para destruir la iglesia. Hay una palabra que expresa su endiablada actuación, separación. Trabajaba por todos los medios para que Pablo no regresara a Tesalónica, “quisimos ir una y otra vez pero Satanás nos estorbó” (v. 18). Eso es lo primero que el diablo hace cuando planea la destrucción de una congregación, provocar una separación entre ella y su pastor, cortar las comunicaciones entre ambos. Es exactamente lo que significa la palabra “enékopsen” que se traduce “estorbó” La palabra sugiere una metáfora militar de cortar un camino de acceso a algún sitio, destruyendo los puentes, etc. Satanás está en guerra contra la iglesia y ella contra él, no puede haber paz entre los dos. El hace sus planes, sus maquinaciones, y uno de ellos es tronchar la relación entre el ministro y su ejército. Tiene que hacer saltar los puentes, romper los vínculos existentes. Fíjate que Pablo procuró acercarse a ellos una y otra vez y por una razón u otra no lograba llegar hasta ellos. Nunca los hermanos, deben olvidar que necesitan del ministro por su ministerio de la palabra y que en la iglesia probablemente la cosa más importante es la relación con el siervo de Dios.

Hay hermanos que piensan que la relación con la propia iglesia es suficiente y que pueden estar enojados y casi ignorar al pastor. Eso es un error. Los caminos de acceso al pastor son mucho más importantes que al mejor hermano de la congregación, a pesar de todas las bendiciones que se reciban de esa hermosa vida. Si el diablo destruye esos caminos por donde el siervo de Dios y su pueblo se comunican, el resto le será muy fácil, porque la iglesia habrá quedado huérfana. Eso es lo que significa  separación , “aporphanisthéntes”, quedarse sin un familiar querido, la nodriza o el padre, en una situación desolada (v. 17). Si todos los caminos llevaban a Roma, todos los de la iglesia deben llevar al pastor.

Pero Pablo va más allá de explicarles teológicamente por qué no había podido ir a ellos y que desea ardientemente volver a ver aquellas caras amadas y entonces les declara que tiene una expectación eterna con ellos (v. 19), eso es primeramente lo que me parece que quiere decirles con la pregunta “¿cuál es nuestra esperanza o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros delante de nuestro Señor Jesucristo en su venida? (v. 19). Ellos habían constatado que para él las cosas más preciosas no eran las temporales sino las eternas, no eran las materiales sino las espirituales y que si él lo que está esperando es un premio no de ellos sino por ellos en la venida de Cristo, ¿cómo podrán pensar que no les ama? Forman parte de su esperanza. Pero tiene depositado en ellos mucho más, su gozo, su corona, su gloria. Generalmente la gente que se queja de que otros no le aman se debe no sólo al egoísmo de ellas sino a un hondo sentimiento de inferioridad. No pueden alcanzar aún la seguridad de que los otros puedan amarlos por ser ellos tan poco, y  sus primeras emociones es sentirse menospreciados, ignorados, olvidados, abandonados. Y eso luego produce ira que puede manifestarse por medio de cólera o actitudes agresivas.

Si uno logra mostrarles el valor que tienen para nosotros, enseguida se darán cuenta lo mucho que les amamos. Eso es lo que Pablo hace, que ellos comprendan que tienen para él un valor eterno. Que son su gozo, su corona, el motivo de su gloria. Quizás hermanos, si queremos ayudar a los demás con nuestro amor una de las primeras cosas que tengamos que decirles es cuánto valen para nosotros; porque cuando se sientan tan altamente valorados comprobarán que les queremos aunque estemos ausentes. Que el diablo no derrumbe los valiosos e históricos puentes y carreteras que conducen al pastor, y por donde cruzan las bendiciones que Dios te envía.

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