Cuesta tiempo convencer a los demás que somos sinceros


2 Reyes 21:11, 16-18
 11 Por cuanto Manasés rey de Judá ha hecho estas abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo que hicieron los amorreos que fueron antes de él, y también ha hecho pecar a Judá con sus ídolos; 16 Fuera de esto, derramó Manasés mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo; además de su pecado con que hizo pecar a Judá, para que hiciese lo malo ante los ojos de Jehová. 17 Los demás hechos de Manasés, y todo lo que hizo, y el pecado que cometió, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 18 Y durmió Manasés con sus padres, y fue sepultado en el huerto de su casa, en el huerto de Uza, y reinó en su lugar Amón su hijo”.

 El autor de Reyes no menciona la conversión de este rey  ni la obra de restitución que hizo:

2 Cro. 33: 10-17
 10 Y habló Jehová a Manasés y a su pueblo, mas ellos no escucharon; 11 por lo cual Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia. 12 Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. 13 Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios. 14 Después de esto edificó el muro exterior de la ciudad de David, al occidente de Gihón, en el valle, a la entrada de la puerta del Pescado, y amuralló Ofel, y elevó el muro muy alto; y puso capitanes de ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá. 15 Asimismo quitó los dioses ajenos, y el ídolo de la casa de Jehová, y todos los altares que había edificado en el monte de la casa de Jehová y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad. 16 Reparó luego el altar de Jehová, y sacrificó sobre él sacrificios de ofrendas de paz y de alabanza; y mandó a Judá que sirviesen a Jehová Dios de Israel. 17 Pero el pueblo aún sacrificaba en los lugares altos, aunque lo hacía para Jehová su Dios”.


No que fuera por ignorancia sino por dolor, porque fue tan pequeño el bien que hizo en comparación con el mal, que no tuvo ánimo para glorificar a Dios por él, porque sus lectores y el pueblo santo, no estaban seguros sobre las raíces y  motivaciones de su humillación, y podía sospechar que tal vez lo hacía por interés mercenario, y no porque fuera cierto. 

El autor de las Crónicas, no hisotriador sino un sacerdote, (¿Esdras o Nehemías?), mucho más alejado, y con menos amargura y escepticismo sobre la salvación de Manasés, escribió con el Espíritu del evangelio, como para presentar una esperanza para los gobernantes, y enseñarnos que no hay tamaño de pecado que nos impida volvernos a Dios, pero que cuesta tiempo convencer de nuestra sinceridad espiritual a los que hemos dañado con nuestra vida pasada.

No esperen que acepten las buenas obras rápidamente y que se olviden del daño que hicimos. Los grandes pecadores convertidos, los homicidas, los adúlteros, los violadores, los secuestradores, los abusadores tienen que esperar que los demás tarden en convencerse que no es un hipócrita enmascarado con la religión.

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