El nuevo pastor a punto de renunciar
Éxodo
5:20-23
“Y les
dijeron: Mire el Señor sobre vosotros y os juzgue, pues nos habéis hecho
odiosos ante los ojos de Faraón y ante los ojos de sus siervos, poniéndoles una
espada en la mano para que nos maten”.
Literalmente dijo que habían hecho que olieran mal delante de faraón. Moisés aceptó la queja, sabía que era verdad; se había
complicado la situación del pueblo y en este momento estaban peores; hizo lo
que hace un buen siervo de Dios: orar.
Extendió
sus brazos a Dios y le dijo: "Señor ellos tienen razón, no te pido que
cambies tus planes sino que hagas algo. Mis primeras gestiones no han sido
bendecidas por ti. Sé que me estoy precipitando, pero cumple tu palabra. Hemos
hecho lo que dijiste y aún no tenemos éxito". Qué tristeza hay en estas
dos palabras “tú tampoco”. Cuando uno espera que Dios cumpla su palabra y no lo
hace y tiene que seguir esperando.
Estas
palabras tienen el eco de un casi frustrado pastor del Nuevo Testamento, cuando
no hace mucho que llegó a su iglesia y esperando que sus reformas y
predicaciones comenzaran a ser una bendición, eso no ha ocurrido sino que
inconformes protestan y algunos se marchan y un espíritu de crítica y de
decepción invade la congregación, entonces el siervo del Señor ora porque otra
cosa no puede hacer, además de llorar, y le pregunta al Señor si no se ha
equivocado y ha confundido su llamamiento, y si éste es auténtico, qué es eso
de permitir que pasen tales cosas y como que se ha ido después de traerlo y lo
ha dejado sólo, orando con franqueza, "tú no has hecho nada", y la
posibilidad de una renuncia está cerca.
Una crisis espiritual que Moisés superó, y como él muchos de nosotros.
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