Santiago, epístola
“Pero ¿quién es Santiago? ¿El que se llama ‘siervo de Dios y del Señor
Jesucristo’? (1:1). Hay tres hombres que se llaman Santiago en el Nuevo
Testamento: Santiago el hijo de Zebedeo, uno que pertenece al círculo más
estrecho de los apóstoles; Santiago el hijo de Alfeo, probablemente puede ser
identificado como Santiago el menor; y en tercer lugar Santiago el hijo de José
y María el hermano del Señor. Usualmente se piensa que Santiago el hijo de
Zebedeo murió como mártir en una fecha temprana (44 d. C.), y quien se cree ha
sido el autor de esta carta. Aun así, no obstante, no se puede asegurar.
Ninguna cosa dentro de la carta desmiente el hecho de que su autor sea Santiago
el hijo de Zebedeo y ciertamente todos los otros argumentos que proponen una
fecha posterior son dudosos. La única razón para excluir a ‘Santiago el Menor’
como autor es muy frágil porque dice que se conoce muy poco acerca de él. Pero
es que lo mismo se puede decir de Judas que su nombre es lo único que se conoce
sobre su carta. Pero una larga tradición cristiana atribuye a Santiago el
hermano del Señor esta epístola. No fue hasta el siglo XVI que se puso en duda
su autoría y desde entonces esa problemática ha continuado. Si no se puede
decir otra cosa además que tenga fundamento entonces, sino solamente la calidad
del griego que usa, para negar que el hermano del Señor sea el autor, más bien
lo que podemos hacer es felicitarlo y darle las gracias. Examinando la epístola
uno puede darse cuenta que las iglesias en ese momento estaban bien establecidas.
Por ejemplo se estima que la fecha de confección de esta carta y de su ambiente
oscila entre los años 70 y 130 d. C. El argumento aparentemente más sólido en
contra de esta carta es la discrepancia de la doctrina de la justificación que
presenta con la doctrina de la justificación que presenta el apóstol Pablo. La
fecha tradicional que se afecta para la muerte de Santiago en Jerusalén es el
año 62 d. C.” (The Bible Speaks Today).
Sgo. 1:1
“A las doce tribus que están en la dispersión: saludos". ¿Y Santiago
pensaba distribuir su epístola por todo el mundo conocido? ¿Quién es el
encargado de esa misión literaria amplia? ¿Estaba seguro que sus escritos no
serían engavetados y olvidados? Parece que no, porque ha llegado hasta
nosotros.
Sgo. 1:2, 3
"Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas
pruebas". ¿Sumo gozo? Cuando el Espíritu quiere que seamos perfectos y que
a nuestro carácter cristiano no le falte ni una sola cosa; ¿cuál es el camino
que escoge? Los problemas. Las dificultades. ¿Y el medio? La paciencia.
Entonces uno va aprendiendo, pidiendo y recibiendo. A menos que uno tenga una
fe sólida y mire los resultados de una tribulación, no podrá gozarse en ninguna
medida con ella, al contrario, querrá que la situación pase pronto (vv. 3,4).
Tenía entendido que hay que tener paciencia para sufrir la prueba, pero aquí lo
presenta a la inversa, que es la prueba la que engendra la paciencia. La
paciencia ha de tener su "obra completa" o su "perfecto
resultado". Todavía es mejor traducir su perfecto trabajo, porque con ella
se puede alcanzar y terminar lo que se venía haciendo.
Sgo. 1:5
"Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a
Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada".
No dice "conocimiento" porque entonces diría "estudie". Si
alguno quiere conocimientos que se aplique a los libros. Pero dice sabiduría.
No obstante, la sabiduría también contiene conocimientos y aprendemos que
mientras nos enseñan debemos orar para que lo que sepamos venga con gracia. Se
aprende en oración. Sí Señor, para que pueda vivir lo que aprendo; no sea yo
grande en conocimiento y pequeño en fe y vida. Tú pides a Dios muchas cosas,
pero ¿pides sabiduría para tu vida cristiana?
Señor sé complaciente con nuestras oraciones
Sgo. 1: 6
"Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la
ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra".
Santiago habla a mi alma como un predicador de la ley de Moisés y no como un
apóstol del evangelio; me doy cuenta que estoy oyendo a un hombre distinto a
Pablo, Pedro, Juan; hasta diferente a David y al mismo Moisés. Quizás hay menos
evangelio en esta epístola que las de otros autores neotestamentarios; se debe
quizás al mal uso que ve que estaban haciendo con la gracia de Dios, confesando
y viviendo sin la ley, como si el cristianismo evangélico fuera sin ley.
Convertían en libertinaje la gracia de Dios como dice Judas, v .4, y se infiere
en algunas expresiones de Pablo (Ro. 3: 8; 6. 1, 2). Pero ¿quién puede Señor
orar siempre sin dudar? Bendice nuestras oraciones. Sé complaciente con
nuestras oraciones.
A veces, Señor, uno no "duda" pero no está "seguro" que
vaya a recibir lo que está pidiendo. Me parece que no es lo mismo dudar que no
estar seguro por falta de conocimientos y se ora así: "Señor si quieres
puedes limpiarme". Sé que puedes, lo harías si lo deseas pero ignoro
si lo vas a hacer o no. Señor, la duda es despreciable y no merece recibir nada
quien duda, pero ten compasión de aquellos que ignorando la sabiduría de tu
providencia no están seguros de recibir lo que piden. En la duda uno, como la
onda marina, va en flujo y reflujo de una parte a otra, de estar seguro y de no
estarlo; pero la inseguridad por desconocimiento se sitúa en un punto, está
confusa pero parada, no se mueve, la acompaña una especie de estática o inmovilidad;
está triste y mirando al cielo, temblando, ansioso e inseguro pero
agradecido con Dios y esperando como un hijo que pide a su padre pero no sabe
si es el momento o el padre se agradará y se lo concederá. Oh Señor, que mi fe
tenga más sabiduría. Amén
Sgo. 1:8
"Siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos".
Este debe ser el hombre que duda, que tiene dos almas; ¿es correcto eso? Un
hombre que duda puede ser un hombre sincero, pero no es suficiente la
sinceridad para orar bien. Señor, si mientras oro dudo, sana mis dudas, que
antes de pedir otra cosa sean ellas las que me quites. Oh sí, es una bendición
ser libre de dudas, aunque no se reciba nada más. Pero aquí no se refiere a su
zigzagueo espiritual sino a su bamboleo en la vida, "en sus caminos",
que actúa repugnantemente para con el Señor, se comporta como un
incrédulo en una ocasión y como creyente en otra. Doble ánimo es doble vida. Le
falta fidelidad.
Sgo. 1:11
"Porque el sol sale con calor abrasador y seca la hierba, y su flor se
cae y la hermosura de su apariencia perece; así también se marchitará el rico
en medio de sus empresas". (Empresas, en gr. viajes, caminos,
procedimientos). En sus "caminos" pecaminosos, no es sus
"empresas"; aunque la idea de que el tiempo lo marchitará, al pobre
también el tiempo lo erosiona y lo decae, se refiere más bien a que la maldad
lo marchitará, lo entristecerá y lo decaerá, sobre todo interiormente.
No culpes a Dios quizás fuiste tú
Sgo. 1:12-18
"Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios
no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie". No
atribuyas a Dios tu infidelidad. No culpes a Dios por tus caídas porque él está
presto para levantarte. ¿No te acuerdas que Dios es inmutable? El que te salvó
no te entregará a la muerte, el que te prometió la corona de la vida,
¿permitirá que peques para que la pierdas? La salvación es un "don
perfecto" y no quiere que te quepan dudas que no quiere que la pierdas. No
es la voluntad de Dios que seamos atraídos por nuestras concupiscencias y
sensualidades, sus deseos son que seamos santos y fieles siempre.
Y ¿por qué los cristianos caen en pecado, por qué los consuman? Porque no
solicitan la ayuda del Espíritu Santo ni gracia para obedecer, y
entonces son "atraídos y seducidos" (en gr. engañados, atrapados).
Oh, hermano, fe en la Palabra de Dios. Ya la has aprendido. Necesitas fe
para creerla y entonces obedecerla. Si el temor al Señor no te falta no pecarás
aunque entres en el proceso de la tentación, el último paso, la consumación del
pecado, no lo darás y por lo tanto, no llegarás a la muerte. Di: "No, eso
no lo haré porque lo he aprendido claramente de la Escritura que es pecado y no
quiero convertirme en un desobediente. No puedo ofender a Dios de ese modo. No
es necesario que llegue al pecado". Aquí se refiere a los que dejando al
Espíritu Santo se entregan a la lascivia y a los deseos de la carne y renuncian
a la vida de la fe. Dios es inmutable. Mira la inmutabilidad de Dios en
relación con la fidelidad final; su inmutabilidad tiene que ver con su
naturaleza y con su carácter, sus hijos no perecerán.
La salvación es perfecta porque Dios es perfecto
Sgo. 1:16-18
"Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del
Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación".
Algunos creyentes cuando estudian a Dios en teología suelen hacerlo de un modo
muy frío porque lo hacen independiente de la salvación, sin aplicación a la
vida cristiana. Las doctrinas de la Biblia así no han sido enseñadas; Dios se
ha revelado al hombre, con el fin de salvarlo, no para que le conozca por
conocerlo sino para cambiarle su condición. La teología, la enseñanza de
doctrinas es algo maravilloso porque la Biblia es un libro práctico.
Específicamente estoy pensando en la doctrina de la inmutabilidad divina.
Dios no cambia. El texto dice que no cambia en relación a la perseverancia
en la salvación. Si notas en el texto te darás cuenta de ello. Santiago
parece muy disgustado con los que cometen pecado y le echan las culpas a Dios
alegando que él los tentó, que les puso la tentación enfrente para que la
cometieran o por lo menos que no la impidió. Así que es mi propósito enseñar la
inmutabilidad de Dios en relación por la perseverancia de los santos en la
gracia de Dios.
No atribuyas a Dios tu infidelidad. ¿Estás desesperado y avergonzado? No
culpes a Dios por tus caídas porque él se halla presto para levantarte. ¿No te
acuerdas que Dios es inmutable? El que te salvó, ¿te entregará a la muerte? El
que te ha prometido la corona de la vida porque te ama, ¿lo hizo mintiendo?
¿Acaso no es “imposible que Dios mienta”? (v. 12). La inmutabilidad de
Dios lo hace perfecto en su trato con las criaturas, moralmente fiel (2 Ti.
2:13), y cualquier don que otorgue a sus criaturas es perfecto, bien hecho,
acabado, completo, que significa: "que lo lleva a un fin, que no le falta
nada, maduro". La salvación, recuérdalo, es un “don de Dios” (Efe. 2:8),
no una hazaña humana, no un descomunal esfuerzo para ganarse el cielo. La perseverancia
de los santos contempla la actividad humana, que incluye oír atentamente
la Palabra, la oración, la exhortación, etc., pero no es una actividad humana
que se origina en la naturaleza humana sino en el Espíritu de Dios (Flp.
1:12,13). Si la salvación no es perfecta Dios tampoco lo es. Nota que la
palabra perfección tiene que ver mucho más con el fin de una cosa que su mismo
origen. El origen de la salvación determina su fin porque lo que comienza con
el Espíritu no acaba con la carne, pero cuando se trata de un cristiano que ha
sucumbido a un pecado debe pensar en ambas cosas, en el origen de su salvación,
que lo hizo nacer y que consumará su don.
Santiago no está hablando sobre un pecado cualquiera sino de los que
dejando el Espíritu del Señor se entregan a los apetitos de la carne y
renuncian a la vida de fe. Por eso miramos la inmutabilidad de Dios en relación
con la fidelidad final, no continua. Aunque en nosotros no esté la salvación
completa, en la mente de Dios sí lo está y pastoreará a sus ovejas de modo que
no se pierda ninguna de ella. La inmutabilidad tiene que ver con su naturaleza
y con su carácter; ni uno solo de aquellos que él redimió con un precio tan
alto se perderá. Dios no cambia, no hay eclipses en él, ni siquiera una sombra
de variación. Si él no cambia, no cambia ninguno de los atributos con los
cuales se relaciona con nosotros para nuestra salvación. No cambia su verdad,
jamás mentiría, no cambia su amor, aunque las cosas parezcan difíciles, él nos
amará siempre, su plan de gracia, no por obras tampoco sufrirá alguna
variación.
Sgo. 1:22-25
"Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la
libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un
hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace". Santiago
enfatiza mucho la práctica de la vida cristiana, como si pensara en gentes que
exageran la fe y la gracia, y al tanto negar las obras como medio de salvación,
no viven como es digno del evangelio; o Santiago querría lo imposible,
reconciliar la gracia y la ley. Y él es libertad (2:12). La gracia es la sustancia
de la ley. Si obras como dice la Biblia, espera el éxito.
Sgo. 1:27
"La religión pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es
ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse
sin mancha del mundo" (Hch. 26:5; Col. 2:18, aquí la palabra religiones
traducida adoración, culto). Religión es: (1) humanidad, identificarse
con el sufrimiento del prójimo, ayudarlo a soportar sus cargas, aliviándolas
con nuestra presencia allí con palabras amables y consoladoras y con hechos de
amor; llenar el sentimiento de soledad que sufren, en fin, presentarnos como un
ángel de Dios en sus vidas; y (2) procurar que nuestro testimonio no se
manche, siendo santos para que no se salpique con ninguno de los lodos del
mundo. Amén.
Sgo. 2:1
"Hermanos míos, no tengáis vuestra fe en nuestro glorioso Señor
Jesucristo con una actitud de favoritismo". Mira como le llama
"glorioso" al Señor Jesucristo. ¿En su estado de humillación? Sí, sin
su resplandor pero glorioso: como predicador, maestro, evangelista, intercesor,
sumo sacerdote; justificador, redentor, mediador.
Puedes usar ropa barata para ir a la iglesia
Sgo. 2:1-7
"Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y
vestido de ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa sucia, y dais
atención especial al que lleva la ropa lujosa, y decís: Tú siéntate aquí, en un
buen lugar; y al pobre decís: Tú estate allí de pie, o siéntate junto a mi
estrado". Ten en cuenta que la primera referencia a esta epístola se tiene
por Orígenes, alrededor del año 253, y estas palabras, parecen tener en mente a
congregaciones probablemente “cristianas” por largo tiempo establecidas y con
historia en asuntos judiciales. La carta realmente no parece una carta sino una
confección de lo que pudo haber sido la predicación de Santiago, y aunque es
una aventura pensarlo, quizás fueron notas tomadas por uno de sus discípulos oyentes.
La variedad de temas hace pensar eso y muestran un documento fracturado por
asuntos.
Parece que hayan sido escritas un poco después del período paulino,
cuando las iglesias solamente se llenaban con "lo pobre y lo necio del
mundo" mientras que aún no había muchos nobles ni ricos como asistentes a
las reuniones. O como se ve parece que los destinatarios son judíos y no
iglesias gentiles. Indican las palabras un triunfo y que el evangelio estaba
penetrando las capas más altas de la sociedad. Se nota como un sentimiento de
inconformidad y de no aceptación por parte de los pobres hacia los nuevos
visitantes; acentuado por la parcialidad de algunos pastores que estaban
encantados por tener tan distinguidos oyentes en la reunión y no prestaban
atención a los que venían vestidos con ropas corrientes. No es una condena al
uso de anillos, corbatas y oler bien. La ropa no importa si se llega a la
reunión vestido del Señor Jesucristo (Ro.13:14); y con todo que el domingo en
la bella congregación de Jesucristo cada uno se vista con decoro (1Ti.2:9) no
de modo provocativo, y no importa que la ropa sea barata si está limpia y no
andrajosa, si viene como el gadareno, tranquilo, bañadito, peinado, “vestido y
en su cabal juicio” (Mr.5:15), de modo que los que llegaron primero le digan,
“ven siéntate a mi lado”.
Sgo. 2:10
"Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero tropieza en un punto,
se ha hecho culpable de todos". Concretamente ese "punto" del
cual habla tiene que ser el amor al prójimo que se manifiesta en la
discriminación. Parece que había hermanos que se gloriaban en que pecaban poco.
Aquí Santiago les dice que la ley no puede ser violada ni con un solo pecado.
Yo sé Señor, que la he violado en muchos puntos, pero también sé que no seré
juzgado por ella porque por su medio ningún hombre se podrá justificar. Eso no
lo dice Santiago sino Pablo (Ga. 3:11).
Algunos insisten en ser más discípulos de Santiago que de Pablo
Sgo. 2:12
"Así hablad y así proceded, como los que han de ser juzgados por la
ley de la libertad". Por dos veces Santiago se refiere a la ley de Moisés
como un medio de libertad espiritual (1:25). Dos observaciones. (1) Habla como
si estuviera al tanto de algunos que afirmaban que la libertad sólo se
conseguiría por la gracia del Señor Jesucristo (le llama glorioso, pero
no menciona la gracia), y quisiera defender la ley y recalcar que ella también
es de libertad. Nosotros sabemos cuán libres se sentían los gentiles al oír a
Pablo enfatizar la gracia y la salvación por la fe. (2) En estas comunidades de
la "circuncisión" (Ga. 2:17), la amplitud del evangelio de Pablo era
poco conocida y la ley era preponderante. Santiago se refiere en términos muy
elogiosos hacia ella. Hoy día muchos siendo gentiles insisten vivir en iglesias
gentiles como si fueran miembros de aquellas antiguas comunidades judías
pastoreadas por Santiago y sus discípulos de Jerusalén, con mucho menos
libertad que la que tenemos nosotros; pero tratan, como dice Pablo,
"reducirnos a esclavitud" (Ga. 2:4,5) de la cual ellos no parecen
darse cuenta. No tienen un Jesucristo tan amplio como nosotros y de tanto
mencionar la ley de Moisés apenas mencionan la gracia del Salvador. Estas
comunidades judías, aunque muy bonitas y bien disciplinadas, tenían según
Pablo, “otro evangelio” entre ellos. Quizás no al extremo de los gálatas, pero
sin un evangelio con mucha menos libertad espiritual y por supuesto, menos
conocimiento de la obra de Jesucristo. Nota en el v.11 el énfasis enorme que
tenía la ley en la conducta de la iglesia. Pablo usa la ley para apoyar la
gracia y Santiago usa la ley para que se viva. La regla no parece ser el
evangelio sino la ley de Moisés, porque la ley de libertad es el evangelio.
Sgo. 2:14-17
"Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta".
¿De qué le sirve? De nada. Es un árbol sin fruto o “desarraigado”. Dice que
tiene fe pero no tiene nada; la fe no se habla, se enseña. Muchos honran al
Señor con sus labios pero no aman al prójimo. La fe de la cual habla Santiago,
tiene amor. Está escandalizado por la falta de amor de algunos llamados
cristianos. Ese énfasis en la atención a los pobres es fuertemente judío;
practicado también por las iglesias de la gracia, pero su origen es judío y
propio de las congregaciones de la circuncisión (1:27; Ga. 2:10). Una fe muerta
es una mera profesión vacía de contenido; una profesión muerta, la cual no
influye en nadie ni nadie la respeta, ni glorifica a Dios.
Sgo. 2:18
"Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin
las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras". De que en la mente de
Santiago hay polémica, es seguro, conoce las disputas entre las congregaciones
gentiles que vivían en la gracia y las comunidades judías que enfatizaban la
ley de Moisés. Y dentro de los judíos mismos se daba el caso con frecuencia.
Pero es cierto, las buenas obras son la elocuencia de la fe.
Vivir sin teología conociendo la teología
2:19
"Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y
tiemblan". Los demonios no tienen fe sólo creen en la existencia
de Dios. No es suficiente con afirmar la existencia de Dios y demostrarla, por
la creación por sutilezas matemáticas y científicas, y vivir como si no
existiera.
Sgo. 2:18-26; 2 Cro. 20: 7
"¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando
ofreció a Isaac su hijo sobre el altar?". Santiago más bien lo que busca
es un balance entre la fe y las obras. Usa los mismos ejemplos que Pablo, pero
en otro sentido; no para apoyar la justificación legal por medio de las
obras que es el tema de Pablo. Aquí "justificar" es agradar a Dios
por medio de las obras; ellas corrieron un papel fundamental. Santiago no entra
en las profundidades teológicas sobre la justificación por medio de la fe como
hace Pablo, para él el testimonio de ellos andaba mal y no debían usar
el pretexto de la salvación por la sola fe para no obrar cosas buenas, vivir
sin teología conociendo la teología. No hay contradicción entre los dos autores
bíblicos (ver mi exposición) sino que para uno es determinante que se viva correctamente
ante Dios y para el otro establecer el aspecto forense de la salvación y echar
de lado cualquier obra meritoria.
Lleva tu fe más allá de la creencia en la existencia de Dios
Sgo. 2:19
"Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y
tiemblan". Yo quiero ir más allá de saber que Dios existe, que hay un Dios
en el cielo y en la tierra; quiero tener fe en mi relación con él, seguridad en
mi trato con él; seguridad tomada de él mismo, no una mera seguridad sino una
seguridad bendecida, que me haga capaz de entenderlo, admirarlo y amarlo; y
cifrar mis propósitos y todas mis esperanzas en lo que ha dicho. En él está la
luz de la vida, la vida misma, lo que hay en esta y más allá de esta. Que tenga
yo los pies puestos primero en la realidad del misterio de Dios que en la
realidad de este mundo, más en lo que creo que en lo que veo, más en lo que
espero que en lo que tengo, más en mi destino eterno que en mi realización temporal.
Yo no quiero saber que Dios existe como lo sabe el diablo y que me sea como un
ser ajeno imposible de contemplar, gustar y participar de lo que otros seres
felices participan. Yo sé que mi lugar está en él y en mi relación con otros
seres que como yo participan de la naturaleza divina y que nos une en comunión.
Señor, que yo pueda identificar tus virtudes en la naturaleza y desde ahora
disfrutar. Oh Señor, llévame más allá de la creencia en la existencia de Dios,
hazte mío, soy tuyo, seamos uno en Cristo. Amén.
Sgo. 2:20-26
"Y de la misma manera, ¿no fue la ramera Rahab también justificada por
las obras cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque
así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras
está muerta".
Esto es una interpretación diferente a la que le hace Pablo a los mismos
textos (ver mi exposición sobre este texto), porque su propósito también
es diferente. Para Pablo la justificación es un término legal y para
Santiago una forma de conducta que agrada a Dios. Santiago no está combatiendo
a Pablo sino a los que habían “recibido en vano la gracia de Dios” (2 Co. 6: 1;
Ga. 2: 21), y vivían como inconversos y no como cristianos. Las Escrituras le
permiten a Santiago esa flexibilidad en la interpretación para sermonear
provechosamente a su auditorio antinomiano.
Sgo. 3:1
"Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que
recibiremos un juicio más severo". Estos son los que se creen perfectos y
se atreven a juzgar los actos de los demás como si ellos fueran impecables
maestros; siendo hipocresía. En este sentido los fariseos se llamaban maestros.
No hay condenación mayor en el infierno que la que recibirán los hipócritas, en
especial, aquellos que sirven de maestros a otros y se presentan como
perfectos, individuos irreprensibles que exhortan a los demás a que no cometan
las faltas que ellos mismos hacen (Ro. 2:17-21). Es sorprendente oír a una
lengua hablar grandes cosas, las dulzuras del evangelio, e
inmediatamente con amargura criticar a los demás.
No se murmura contra quien se sirve
Sgo. 3:2
"Porque todos tropezamos de muchas maneras. Si alguno no tropieza en
lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo el
cuerpo". La palabra significa eso, tropezar, ofenderse y caerse. El que
domina la lengua pudiera dominar sus ojos, sus oídos, sus pies y sus manos;
pero no la concupiscencia que es completamente indómita. Se domina un órgano y
se arde en deseos por dentro. Ofendemos muchas veces, unas veces
intencionalmente y otras sin intención. Este capítulo debiéramos leerlo todos
los meses pues uno se va acostumbrando poco a poco a murmurar contra los
hermanos; hoy hace un juicio negativo, mañana otro, ahora habla sin amor y
mañana sonríe, en vez de enojarse, cuando otro hace lo mismo. Así la lengua se
va soltando hasta convertirnos en pequeños o grandes criticones, chismosos y
dañinos. La malsana costumbre se desarrolla. Uno se vuelve chismoso cuando su
piedad decrece y deja de hacer buenas obras para los demás. Raramente quien da
al necesitado, ropa y comida, se siente inclinado a desacreditarlo. No se
murmura contra quien se sirve. A quien se sirve se ama. El servir a los
hermanos pudiera resultar en la cura de una lengua enferma de chisme y
murmuración (2:14-17). Quien no muestra su fe por sus obras irremisiblemente se
va inclinando a la murmuración y a la chismografía. Señor, perdónanos las
murmuraciones que hemos hecho contra otros y ellos jamás se han enterado.
Ten el cielo en tu lengua no el infierno
Sgo. 3:6
"Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta
entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el
infierno e inflama el curso de nuestra vida". Es mejor la traducción la
rueda, el circuito, el curso del "circuito" "génesis o
principio", y por ende, la creación, el mundo entero. Mira la estrecha
relación que hay entre el labio de un chismoso y el infierno. La traducción de
la palabra infierno aquí proviene de gehenna o valle de Hinnon, un
basurero expuesto a un fuego perenne a las afueras de Jerusalén. Es el concepto
exacto que Jesús tenía sobre la condenación de los impíos. Siempre comparó la
condenación al fuego. Una descripción del infierno propia del mundo judío de
los evangelios pero ausente en las cartas paulinas a los gentiles. Por ende, el
infierno de fuego no es un concepto pagano ni griego ni romano, sobre la
condenación en ultratumba sino que pertenece a la revelación judía. Pero
volviendo a lo de la lengua; es un fuego peor que el que se enciende en este
mundo. El alma del chismoso vive en un infierno y eso es lo que trae a la vida
de los demás; en el hogar y en la iglesia. Oh no, que no tenga yo el cielo en
mis labios, bendición y no maldición, verdad y no mentira. Amén.
Sgo. 3:13
"¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Que muestre por su buena
conducta sus obras en mansedumbre de sabiduría". No hacen falta tantos
sabios y entendidos en la iglesia para que el mundo la respete por causa de
ellos o para que coloquen con su sabiduría, la fe en una posición de
intelectual consideración. El mundo no será salvo por esa sabiduría, no tendrán
éxito tampoco entre la comunidad de intelectuales que acostumbra a mirar a los
sabios cristianos como una rareza científica y un contrasentido cultural. Lo
que sí necesita la iglesia son los sabios en la vida cristiana, que muestren al
Señor Jesús en sus obras. La iglesia necesita, más bien, grandes vidas que
grandes cerebros. Necesitamos más gracia para vivir que para aprender.
El aprendizaje está completo si termina adorando a Dios
Sgo. 3:13-18
"Pero la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica,
amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin
vacilación, sin hipocresía". Y ¿qué hacen los sabios en la iglesia que no
detienen todos esos males? ¿Por qué no paran los celos, las discusiones, las
perversidades, la chismografía, la parcialidad y las impurezas? ¿Qué sabiduría,
qué reputación, qué prestigio era ese? Oh Señor, tenemos que reconocer que a
veces vivimos por debajo de lo que sabemos, cómo es posible que alguien parezca
tan iluminado y sabio, hecho así por tu Espíritu y no viva a Cristo? Oh no, han
aprendido con el cerebro pero no con el corazón; descubren la verdad, ven la
verdad pero no la adoran, no les inspira ni les comunican reverencia ni los
conduce al trono de la gracia. Esa sabiduría que no hace nada para santificar
la vida es conseguida por la vía natural y no por el Espíritu Santo, y es
terrenal, engañosa, engreída y diabólica. Cuando te instruye Dios, te
perfecciona la vida. El que ha aprendido de Dios y ha sido por él enseñado,
aprende a ser santo. El proceso de aprendizaje no está completo si no termina
en la adoración a Dios; si el alma no ha sido edificada no siente deseos
de orar, dar gracias y exaltar a Dios (Jn. 6:45).
Sgo. 4:1-10
Santiago no está dirigiéndose a un pequeño grupo de personas en alguna
iglesia sino a las doce tribus (1:1), a Israel; y sus palabras contemplan tanto
al judío genuinamente convertido a Cristo como al impostor, y por eso existen
entre ellos guerras, homicidios, furias y sobre todo un mundanal materialismo
que lucha, combate, y no le importa emplear cualquier método para satisfacer
las pasiones y las envidias, pero sin oración, sin Dios y sin Cristo,
(vv. 13-16); en la práctica muchos era ateos o inconversos.
Sgo. 4:1
"¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No
vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros?". Nos
peleamos por cosas, Señor, codiciamos lo que es de otro y si pudiéramos, sin
cargos de conciencia, lo tomaríamos; ardemos de envidia y no matamos porque
tenemos miedo a ser condenados por la justicia humana, pero odiamos.
A veces todo lo hacemos, Señor, sin oración
Sgo. 4:2
"Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y
no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no
pedís"; no podéis alcanzar. En vez de guerra se pudiera traducir lucha,
batallas, pleitos. Al fin y al cabo eso también es guerra. No alcanzamos
nuestros proyectos, luchamos por ellos pero no llegamos. Nos pasamos la vida
tratando de llegar y no llegamos, la cumbre es muy alta y nuestras aspiraciones
están por encima de nuestras posibilidades; “y todo, Señor, lo hacemos sin
oración; "no pedís", porque pensamos que por nosotros mismos podemos
llegar tan lejos como queramos, que somos capaces y que no nos hace falta Dios,
con nosotros mismos nos bastamos”. No tienes lo que quieres porque no oras,
oras poco o tus oraciones tienen demasiados defectos en sus motivaciones.
Y si al fin alcanzamos la meta, ella es humo y cuestionamos si valió la
pena haber luchado tanto por aquello; y ya la vida está horriblemente empleada
y corta, pronto a desvanecernos como la niebla (4:14). Y algunos se atreven a usar
la religión como un medio más para alcanzar sus deleites (v. 3); un
instrumento para realizar sus codiciosos sueños; piensan traer a Dios a su
lado, pero Dios no viene, se quedan con las ganas y la profesión que hacen no
les vale para nada porque el Señor no coopera con sus ambiciones terrenales. Oh
Señor, yo quiero alcanzar, ¿qué? A ti, y "fuera de ti nada deseo en la
tierra" (Sal. 73:25); el premio que quiero es el del "supremo
llamamiento", el ser como tú; vale más para mí, mi Dios, no lo tuyo sino
tú. Amén.
Sgo. 4:2, 5
"Cometéis homicidio" o matáis. "¿O pensáis que la Escritura
dice en vano: El celosamente anhela el Espíritu que ha hecho morar en
nosotros?" ¿Pedir? ¿Cómo le dirás a personas que han asesinado,
envidiosos, codiciosos, que oren? ¿Pueden pedir a Dios y obtener lo que buscan,
siendo tan pecadores? El rechazo que hace Dios a una oración no es tanto por la
monstruosa vida pasada como por el uso que se dará a las bendiciones que él
otorgue; es que cualquiera clase de persona puede orar y pedir, la peor puede
orar. No midamos la misericordia de Dios; las respuestas a las oraciones son
misericordias y no retribución a la justicia propia; la única forma de romper
la amistad con el mundo es mediante la oración; ésa es la razón por la cual
Santiago dice que se ore; y hay otra más: el anhelo de salvación del Espíritu
Santo.
Sgo. 4:4
"¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad
hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo
de Dios". Amigo. El Espíritu no quiere que yo tenga amistad con nadie que
me pueda hacer amigo del mundo. Nuestros amigos deben ser personas espirituales
que nos alejen del pecado y no que nos acerquen a él. El Espíritu Santo no
puede desear que vayamos y tengamos una relación íntima con un adúltero,
fornicario, borracho, avaro, maldiciente, ni con nadie que llamándose hermano
nos pueda convertir en adúltero, borracho, etc. (1 Co. 5: 9-11). Aquellos
cristianos judíos estaban totalmente inmersos en el mundo; primero quizás
entraron en negocios y luego, cediendo poco a poco, fueron tomando de sus
placeres hasta adulterar espiritualmente y traicionar a aquel con quien por la
fe estaban casadas sus almas. Quizás obtuvieron éxito pero realmente tenían más
motivos para llorar que para festejar (v. 9).
Sgo. 4:5
"¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El celosamente anhela el
Espíritu que ha hecho morar en nosotros?". Yo tengo pruebas, Señor, que tu
Espíritu me anhela celosamente, que me quiere para sí y no permite que el mundo
me robe y la carne me consuma tu vida en mí. Oh Espíritu, de rodillas te adoro
y te bendigo, Altísimo. La Escritura no dice nada en vano ¿eh?, escudríñala
despacio y verás que toda ella es muy provechosa. Oh mi Dios, no puedo
explicarme porqué tienes misericordia conmigo, pero estoy encantado con ello.
Saber que dispongo de ella me hace tan feliz. La tenue resistencia del Espíritu
es suficiente para no perdernos dentro del mundo, su gracia es más grande que
las tentaciones (v.6).
Resiste al diablo no a Dios
Sgo. 4:6, 7
"Pero El da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios
pero da gracia a los humildes. Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al
diablo y huirá de vosotros". Dame gracia Señor para someterme a ti. ¿En
qué? Señor, cuando mi voluntad y la tuya, mis deseos y los tuyos entren en
conflicto, por favor, dame tu gracia para obedecer y vénceme tú. Si he dicho
"no Señor", triunfa sobre mí, que gustoso no acceda a la carne y a
los engaños del mundo sino a ti, que no abrace lo que no debo ni rechace lo que
debiera abrazar. Hay veces que estamos más dispuestos a servir a Satanás que al
Espíritu. De la fornicación hay que huir (1 Co. 6: 18); de la idolatría (1 Co.
10: 14), pero del diablo no hay que huir sino enfrentarlo y combatirlo con las
armas espirituales que nos provee el Espíritu (Efe. 6: 10-20). ¡Benditas sean
esas armas con las cuales defendemos nuestra salvación con temor y temblor! Da
unos pasos firmes hacia Dios y verás los buenos resultados (v.8), con una
intención de aproximación a él le basta para moverse hacia ti, "acercaos a
Dios y él se acercará a vosotros". Oh Dios, mi alma desea estar unida a ti
para siempre. Yo quiero resistir al diablo pero no a ti. Si te he resistido
algunas veces, como hacemos los cristianos, obrando al revés, perdóname.
Sgo. 4:8
"Señor, yo esperaba que tu Espíritu hiciera solo la obra en mi
corazón, que no me encomendaras a mi la tarea tan grande de trabajar en mi
salvación; pero creo, Señor, que con tu influencia podré hacerlo, lo que me
sería difícil, imposible por mi mismo, con ella podré gustoso y feliz hacerlo.
Limpiar mis manos, oh Dios, que han tocado lo inmundo (2 Co. 6:7), mis labios
que han besado otros dioses (1 Re. 19:18), mis pies que han transitado en
tinieblas y mi corazón que ha "sentido lo terrenal" (Flp. 3:19), que
permiten estas traducciones": que “ejercitan la mente” “se entretienen o
nutren” “cuyos sentimientos y opiniones son terrenales” “están dispuestos para
lo terrenal” “que el único interés que tienen es por lo terrenal”, y por ende
enemigos de Cristo y su evangelio, y por supuesto, de la iglesia.
Sgo. 4:9
"Afligíos, lamentad y llorad; que vuestra risa se torne en llanto y
vuestro gozo en tristeza". Llorad por vuestro estado espiritual, por
vuestra falta de santidad y por tener a Dios lejos. ¿No recuerdas como lloraba
María Magdalena por la ausencia del Señor? Oh Dios, que no exista la distancia
entre tú y yo, elimina el espacio, que no exista más, que seamos uno, yo
en ti y tú en mí. No tienen motivos para estar alegres los que tienen el alma
muerta. Clausurad vuestras fiestas y declarad ayuno y luto (Jonás 3.4-9).
Cuando hay que arrepentirse de un pecado es mejor la lágrima que una sonrisa.
Sgo. 4:11, 12
"Sólo hay un dador de la ley y juez, que es poderoso para salvar y
para destruir; pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?". No son por
tus criterios que un hermano o hermana cae o se levanta sino por la Biblia; y
si juzgas los pecados y los defectos de los demás por la Biblia, serás muy
misericordioso, le concederás oportunidad para levantarse, tiempo para
perfeccionarse y sobre todo orarías por él o ella. No te pongas de parte de la
justicia de Dios cuando veas defectos y pecados en otros, ponte al lado de
quien ha pecado, considerándote a ti mismo no sea que hagas igual y
también como un sacerdote que está a favor de los hombres no en contra
(He. 5:1). A Dios no le agrada que te pongas de parte suya y en contra de los
hombres, con el pretexto de defenderlo a él o a su ley.
Traficar y negociar está bien, si no es lo único
Sgo. 4:13-16
"Más bien, debierais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos
esto o aquello". No es la utilización comercial de la vida lo que condena;
traficar y negociar está bien, me parece que lo que desaprueba es (1) excluir a
Dios de todo ello, llenar la vida de esos asuntos y con esos afanes, hacer de
eso el fin, buscar el dinero sin detenerse a pensar en las materias
espirituales. Concretamente, sin pensar en la muerte y lo que detrás de ella
viene. Y (2) me asombra lo poco que pide de ellos para Dios, que sólo lo
mencionen, que cuenten con él. Eso es lo que hacen los mundanos, los que no
sirven a Dios sino a sus ambiciones. No es eso nada más, sino que eso sea una
verdadera expresión de piedad, de temor de Dios, que revele en la profesión,
mínimamente, que se es creyente, que se teme a Dios, que no se vive una vida
completamente secularizada, que hay religión allí, una vida cristiana, un hogar
cristiano y un día de reposo que se guarda para meditar en la palabra de Dios y
para reunirse con una comunidad espiritual de gente distinta. Amén.
Sgo. 4:14
“Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un
poco de tiempo y luego desaparece”. Los lectores ricos de Santiago pudieron
pensar que su argumento lo que hace es darles la razón, y dirían, “la vida hay
que aprovecharla porque es corta, hay que ganar y gastar todo lo que uno pueda,
comer y beber porque “mañana moriremos”, es una sola y no se repite, hay que
llenarla de lo que a uno le guste, sin prejuicios religiosos y sin límites”. La
brevedad de la vida no sería un argumento convincente si no hubiera un juicio
después de la muerte.
5.
Parece como si lo hubiera escrito alguien que recordara los sermones de
Santiago o él recordándolos y tomando aspectos importantes de los mismos. Son
muchos aspectos importantes en el trabajo pastoral que formaron parte de las
predicaciones locales: los ricos, la venida del Señor, los juramentos, etc.
5: 1-6
"¡Oíd ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que vienen sobre
vosotros". Esto lo dice pensando que los ricos inconversos lo leerán y que
la iglesia no los ponga por encima de los pobres.
Las oraciones no se han quedado flotando en el aire
Sgo. 5:4
"Y el clamor de los segadores ha llegado a los oídos del Señor de los
ejércitos". Es el nombre "Señor de los ejércitos" es del A. T. y
equivalente a "Jehová de los ejércitos". Por esta y otras expresiones
de Santiago conocemos que es un ministro a los de la circuncisión y una
poderosa columna judía dentro de la iglesia en Jerusalén. Esa frase no la usa
ningún otro autor del N. T., ni siquiera Marcos o Mateo. La praxis cristiana en
Santiago está enraizada en el cumplimiento de la ley de Moisés y exuda algún descontento
con los practicantes de la gracia sin las obras de la ley, especialmente
aquellos que la toman con libertinaje (Judas 1:4); una gracia fácil, débil,
vana (1 Co. 15:10). Y he aquí por qué su forma de hablar no parece darle la
diestra en señal de compañerismo al apóstol Pablo (Ga. 2:9). Si sabes que tus
oraciones han "entrado en los oídos del Señor", que no se han quedado
afuera o flotando en el aire, si han subido a su presencia, ten la seguridad
que si te ha escuchado tienes las peticiones que le hayas hecho (1Jn.
5:15). Procura el dominio de tu ansiedad e impaciencia y espera que te
conteste. Si te atreviste a estar en su presencia y hablarle, ahora ten
fe en lo que has hecho y espera. Saber que te oye pero estar en "ansiosa
inquietud" es saber sin fe y denuncia falta de comprensión en el carácter
de Dios.
Sgo. 5:13-17
"¿Sufre alguno entre vosotros? Que haga oración. ¿Está alguno alegre?
Que cante alabanzas. ¿Está alguno entre vosotros enfermo?". Esta porción
puede ser obligada un poquito al uso de la oración en los sufrimientos,
originados por enfermedades y por el trato. I. Enfermedades. Lo
primero es caer de rodillas ante Dios porque las enfermedades son avisos
que somos mortales, y un reconocimiento tácito que Dios es el dador de la
vida. Ejercitar la fe en la oración. El texto promete una recuperación
completa mediante la oración y no menciona ninguna visita al médico ni tomar
medicina. La medicina es una de las formas de obrar Dios. Todo conocimiento
dado al hombre proviene de él. II. Sufrimientos por el trato. Las ofensas son
inevitables, y la oración ayuda a la sanidad mental del yo y la memoria.
Sgo. 5:13
No dice si está "afligido" diviértase, tome algunos tragos y
olvídese de sus preocupaciones y no haga tanto caso a sus problemas. No está
recomendando el entretenimiento sino la oración. Si la tristeza tiene un buen
uso es para orar. Cualquiera que sea la tristeza que Dios permita o envíe, lo
hace para que oremos. Si los problemas persisten, al menos nos consuela y nos
fortalece para llevarlos. Si alguien está alegre, de gracias al Señor y
alábele, para que cualquiera que sean nuestros sentimientos siempre vayamos a
Dios; y alegres o melancólicos sea el Señor bendito. Amén.
Úntele, aceite a los enfermos, si se dejan
Sgo. 5:14, 15
"Ungiéndole con aceite", eso es un residuo del judaísmo en la
vida apostólica, una práctica simbólica judía que se quedó pegada por mucho
tiempo a la iglesia espiritual, bajo la gracia, que no tenía porqué usar; ya
que poseía aquello para lo cual el aceite fue un símbolo: El Espíritu Santo.
¡Qué confianza tenían en la oración de los pastores!; no dice ya "sobre
los enfermos pondrán sus manos y sanarán" (Mr. 16:18), sino que oren por
ellos, es la oración y no la imposición de manos, que se convirtió en una
"doctrina" al pasar el tiempo, pero que el Señor ni los apóstoles
enseñaron (He. 6:2). ¿Por qué hacer doctrina de cosas nimias sobre las cuales
no hay casi nada que opinar? La oración de fe ¿de quiénes? ¿De los enfermos?
¿Si ellos no tenían fe "para ser sanados" no se sanaban? (Hch. 14:9,
10). Sí se sanaban, porque la sanidad de ellos dependía de "la oración de
fe" de los ancianos. ¡Qué bendición, sanarse del cuerpo y levantarse
siendo cristiano o un mejor santo, con todos los pecados perdonados! Después de
una gran enfermedad es una buena oportunidad para comenzar una vida nueva, para
no continuar pecando contra Dios. Algunos se levantan de la cama después de
haber estado enfermos pero sin sus pecados perdonados. Pero si alguno quiere
ser contencioso sobre ese asunto del aceite, yo no tengo tal costumbre, y por
mi parte que siga untando a los enfermos, si se dejan (1 Co. 11:16).
Sgo. 5:16
"Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por
otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr
mucho". Si no hay confesión de falta al hermano, no hay sanidad. No se
puede orar juntos si no hay reconocimiento de pecados primero. Llama a tu
hermano, pídele perdón y luego ora con él. Esto no es recomendación para sacar
del corazón los pecados privados y ensenárselos a los ávidos por esos
descubrimientos.
Sgo. 5:17
"Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró
fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años
y seis meses". Era un hombre con "sentimientos" como los
nuestros, no dice "pasiones" ni menos "sometido"; era un
hombre no superior humanamente a nosotros y sin embargo oró con fe y fue
escuchado. ¿Cómo es posible pensar que el gran profeta Elías, que fue raptado
hasta el cielo en un carro del fuego, era un hombre esclavo de pasiones
carnales? Aquí lo que se ejemplifica es la humanidad no los defectos
espirituales que pudo haber tenido Elías. Dios no nos oye a nosotros por
nuestra incredulidad y oye a los otros no porque sean mejores ni porque oren
"fervientemente" sino porque insisten en oración, y porque oran
con fe. Santiago no escribió "fervientemente" sino que
"oró y oró", señalando el número de veces que lo hizo hasta que poco
a poco consiguió respuesta del Señor.
Qué hacer con los que han cometido multitud de pecados
Sgo. 5:19, 20
"Sepa que el que hace volver a un pecador del error de su camino
salvará su alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados".
¡Ay, Dios santo! Permíteme "hacer volver" alguno de los que se
han extraviado "de la verdad". Como yo quiero andar en la verdad, así
quiero que ellos también anden (3 Jn. 1:4). Los que un día anduvieron en ella y
hoy son llamados "apóstatas" y los otros que nunca han andado en ella
pero también están extraviados. No podemos olvidar ni los unos ni los otros.
Aquí la palabra verdad no se refiere sólo a la doctrina o enseñanza sino
a la práctica del evangelio; y el extravío no es tanto por haber
aceptado una herejía como por estar viviendo opuestamente a los designios de
Dios.
Y éstos son a los que la iglesia ha perdido. Señor, algunos quisiera que
volvieran a nosotros, pero otros no, a menos que fueran transformados y fueran
otras criaturas; han cometido "multitud de pecados" contra sus
propios hermanos y contra el siervo del Señor. Siento mucho dolor por lo que
han hecho. No, aquí no puede referirse a los que han dañado a tu obra,
los que han tratado de despedazarla, los que han infamado a los hermanos; estos
"han pecado de muerte", han hecho firme su perdición; y yo no digo a
nadie que pida por ellos ni que haga esfuerzo alguno para hacerlos volver al
seno de la madre iglesia. Pero sí quiero que se vuelvan a Dios los que
han pecado poco o mucho y les siguen una historia con multitud de errores y
pecados. Santiago se refiere de forma individual a cada miembro, es decir que
la evangelización es de cada uno y sea esa la principal razón para volverlos a
Dios y la iglesia, no tener uno más entre nosotros sino uno más en la multitud
de salvados, de los que practican el evangelio. Amén.
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