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jueves, 16 de octubre de 2025

 

1 Juan

Mayormente el contenido de esta carta, si es que a pesar de la repetición de asuntos, se puede considerar de esa manera y no como un tratado contra la herejía de un tal Cerinto, que negaba que  Cristo pudiera haber tenido un cuerpo real, sino más bien que era una apariencia de materia, pero que en realidad era sólo espíritu. A estas ideas se les conoce como docetismo, o apariencia de la realidad sin ser ella. Estos docetas, como virtualmente eran paganos, imaginaban una serie de dioses intermedios o eslabones espirituales a los cuales les llamaban eones, y suponían que Jesús, sin cuerpo real, debía ser uno de esos seres. Estas ideas, sin estructura doctrinal fueron el caldo de cultivo de una mejor desarrollada creencia gnóstica. Tales creencias son calificadas por el autor como anticristianas, y quien las cree, como aquellos profesores, son llamados anticristos (2:18, 22; 4:3).

La epístola de la misma manera tiene que ver con el amor fraternal, y en el desarrollo de ese propósito el apóstol trata de erradicar el odio y los rencores que pudieran arrastrar estos aparentemente recién convertidos del judaísmo al cristianismo. Si éstos fueron, como parece, los destinatarios, se explica la sencillez de la misiva y la insistencia en los elementos doctrinales del cristianismo: la exclusividad de un solo Dios verdadero y no múltiples, como sugiere al menos el entorno pagano de estos convertidos (5:21). Además, que hay una sola persona que tiene la vida eterna, el Hijo de Dios, Jesucristo, a quien termina  identificándolo como el "verdadero Dios" (5: 20). Lo mismo que dice al principio, que "existía desde el principio", y a quien también llama "Verbo de vida". Esta expresión es muy juanina. Se encuentra también en el evangelio. Este discípulo lo mismo que los otros, palparon que Jesucristo era "la resurrección y la vida", y que fue dado por el Padre para que "todo aquel que en él cree no se pierda más tenga vida eterna". Con otras palabras Juan afirma como Pablo que en él, "habita la plenitud de la deidad" (Col. 2:9). La deidad de Jesucristo fue algo que ellos palparon, que tocaron, y que a partir de su persona interpretaron los posibles textos de la Escritura. No podían creer menos que eso, por ejemplo que se trataba de otro Dios, sino del único cuya Palabra eterna se había hecho sólida en el cuerpo de Jesús (1:1).

“Primera Juan es la primera y más larga epístola de las tres que llevan el nombre del apóstol Juan. Ya que la carta no identifica una iglesia específica, ni su localidad, o algún individuo a quien le haya sido enviada, su clasificación cae dentro de lo que se conoce como una epístola ‘general’. Aunque 1 Juan no muestra algunas de las características generales que corresponden a las cartas a tal tiempo, no tiene introducción, ni saludos ni concluye tampoco de ese modo. Sin embargo su tono íntimo y contenido indica que el término de epístola se le puede aplicar.

En cuanto a su autor y fecha la epístola tampoco identifica su autor; pero un testimonio fuerte y consistente de la iglesia primitiva la adjudica a él (Luc. 6: 13.14). El anonimato firmemente identifica a la iglesia como adjudicándola a Juan, y su contenido y la forma en que lo presenta aconsejando firmemente y pidiendo obediencia contra la autoridad solamente puede ser adjudicada esa forma de hablar a un apóstol mismo (1Jn. 4:6). Y que siendo tan conocido por sus lectores no había necesidad de que identificara su nombre.

Juan y Santiago, su hermano mayor (Hch.12:2), y fueron conocidos como los hijos de Zebedeo (Mt. 10:2-4), a quienes Jesús les da el nombre de ‘hijos del trueno’ (Mr.3:17). Juan fue uno de los más íntimos asociados de Jesús, junto con Pedro y Santiago (Mt,17:1; Mt. 26:37), siendo un testigo y participante del ministerio terrenal de Jesús (1:1-4). En adición a estas tres epístolas, Juan también fue el autor del cuarto evangelio en el cual se identifica a sí mismo como el ‘discípulo amado’, y quien se reclinada sobre el pecho de Jesús en la última cena (Jn.13:23). También Juan escribió el libro de apocalipsis (1:1). En cuanto a la fecha en que lo escribió cuesta trabajo fijar la aunque comúnmente se sitúa en la segunda parte del primer siglo. La tradición de la iglesia consistentemente identifica a Juan ya anciano dedicado a la escritura en la ciudad de Éfeso en el Asia Menor. El tono de la epístola apoya la evidencia y da la fuerte impresión de que el autor es una persona mayor, más que sus lectores, por ejemplo cuando dice ‘mis hijitos’ (2:1; 5:18,28). Por la similitud entre el evangelio y la carta posiblemente ella se escribió no mucho después. Por eso se fechan más o menos en el mismo tiempo, al principio del primer siglo. Juan siendo el más joven de los apóstoles, participó de todos los eventos en la historia de Jesús. Dijeron Justino Mártir, Ireneo, Clemente de Alejandría y Eusebio que él vivió en Asia y desarrolló  un gran programa de evangelismo y muchos querían oír aquel que había estado tan relacionado con Jesús” (E-Sword).

 

1 Jn. 1: 1

“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida”. Es decir: empecemos hablando no de teorías, ni fábulas artificiosas, sino de cosas que hemos tenido la experiencia. Creemos que el Hijo de Dios se hizo carne, hemos visto su gloria, como del Unigénito Hijo del Padre, lo hemos contemplado y lo hemos palpado resucitado.

1: 2

“(pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó)”. Se manifestó en "palabras de vida eterna" y en la resurrección. Vimos la inmortalidad y sabemos lo que es tener “vida en abundancia”; por dondequiera que lo tocamos salía vida.

 

La unión con Dios tiene dos direcciones, hacia allá y hacia acá 

1: 3-7

“…lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo”. No hay, no hallo mejor palabra para definir el estado de gracia que la palabra relación. La vida cristiana es el resultado de esa relación buena, con Dios y con la comunidad de creyentes. La unión con Dios, es bidireccional, se llama comunión, porque compartimos con él lo nuestro y él con nosotros lo suyo; él disfruta estando en lo nuestro y nosotros lo suyo, o mejor aún, toma posesión de lo nuestro para que sea verdaderamente suyo y nuestro. La comunidad cristiana tiene comunión con ella misma porque todos la tienen con Dios; si un miembro de ella pierde su comunión con el Padre y el Hijo, la pierde automáticamente con sus hermanos. Tratar de restablecer la comunión de un miembro apartado de la iglesia con ella misma, habiendo sido separado por votación democrática, o por el presbiterio primero, sin que esa persona restablezca su comunión con Dios que se reconcilie con él, es un esfuerzo imposible. Si el pámpano no está unido a la vid es echado afuera. Es extraño que alguien permanentemente esté en desacuerdo con sus hermanos, criticándolos, y su vida espiritual sea una con Dios. La evidencia exterior revela lo contrario.

1:4

“Para que vuestro gozo sea completo”. Un gozo doctrinal. El gozo de la salvación,  o por las enseñanzas de la salvación.

1:5-7

“Si decimos que tenemos comunión con El, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad”. Cuando uno se sale de la luz y empieza a andar en tinieblas y luego quiere regresar a la luz, le cuesta mucho trabajo volver a ella; mientras ha estado en tinieblas le hacen algunos nudos, y le atan cadenas que le cuelgan y lo retienen. No se deja fácilmente el pecado que una vez se ha probado, se establece una relación de emociones con él que no es fácil cortar y no se quiere cortar. Se suspira por la luz pero tampoco se quieren dar pasos que dejen las tinieblas atrás; y así en ese limbo de indecisión se permanece por mucho tiempo mientras se hacen nuevos compromisos y costumbres con las tinieblas que hacen cada vez más difícil el regreso a la claridad, hasta que sea casi imposible salirse desde donde uno se ha metido y suceda alguna catástrofe final y se pierdan todas las riquezas que el alma tenía cuando comenzó a andar en tinieblas. Oh Dios, ten misericordia de mí, dame fuerzas para volver a la luz. Amén.

 

Los años revelan que la salvación por obras es un mito

1:7; Juan 1:29

“…mas si andamos en la luz, como Él está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado”. Señor, si este pecador se va a salvar, si has de dispensar para él la vida eterna, ha de recibirla por tu misericordia; no por obras. Ya he comprendido que no sólo para que no me gloríe sino porque ni remotamente las he hecho o las haré perfectas; y sé que si las obras se utilizan para la salvación y no para vida cristiana, tienen que ser perfectas por dentro y por fuera, en la realización y en los motivos que la indujeron. Los años me han permitido ser el juez de mis propias obras y leyéndolas o recordándolas me he avergonzado por un lado y maravillado por el otro. Es un mito la salvación por obras. Sí, porque al recordar los sentimientos de cuando las hice, lo arrogante que me sentía, lo engreído que era al suponer que eran las mejores, que nadie las había hecho como yo y que ningún hombre había hablado como este hombre, ¡yo!, me da vergüenza y  no quiero ni verlas ni acordarme de ellas. ¡Qué las quiten de mi vista como “trapos de inmundicia”! Si por aquel entonces mi imaginación y mi yo agrandado me cegaban no permitiéndome verme cómo era ni juzgar con precisión y justicia lo que hacía, ¿cómo podré imaginar que ahora lo sea? No, solamente la falta de gracia es la que puede inducir a un hombre a pensar que lo que hace es perfecto y que Dios no tiene objeciones a lo que le ofrece y está obligado a recibir la ofrenda o a bendecir lo que hace.  No Señor, para mi salvación no elijo las obras como un medio. Además Señor, mi gozo en ellas no es completo, mi mayor alegría no está en lo que hago para salvarme sino al considerar que la salvación me la das tú, tú eres toda mi salvación; la dicha enorme que siento al pensar que tú eres su autor y consumador es incomparable con la que pudiera sentir al lograr ejecutar algo bien hecho. Pero, ¿de dónde sacaría alguna seguridad de perseverancia? Para confiar en mis obras para la salvación tendría que confiar en mí mismo, en mi carácter, en mis humores, posibilidades, fidelidad; y ¿quién tiene todo eso? No, yo no acepto la salvación por obra para mi alma, me siento más seguro si te la dejo toda a ti, si tú la manejas como te guste, si las hago un asunto encomendado completamente a tu misericordia porque de ese modo, ¡oh bendito Dios!, me puedo excusar! 

 

Se negaban a reconocerlo y hacían una brecha

1:5-10

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros”. Estas palabras van dirigidas a mejorar el testimonio de la iglesia. El apóstol parece estar luchando espiritualmente con algunos hermanos que estaban viviendo incorrectamente y sin embargo negaban un hecho que parecía evidente a todos (v. 10). Lo que hacían no se conoce pero Juan dice que son cosas de las tinieblas (v. 5) y que habían producido una brecha entre ellos y la comunidad cristiana (vv. 6,7). Habían perdido la comunión con los otros hijos de Dios. 

Juan les pide que hagan un esfuerzo en congregarse para que así puedan aprovecharse de los beneficios de la sangre de Cristo (v. 7), los cuales son para la iglesia. En el NT no parece acentuarse mucho la diferencia entre iglesia visible o lo invisible, la ruptura espiritual con el grupo local parece tener un significado de excomunión mucho más profundo que un acuerdo de separar a un miembro y darle baja en una lista de papel.

Nota cómo parece que ellos insistían en afirmar su inocencia, que no habían hecho nada malo y  era hasta injusto que les pidiesen arrepentimiento (v. 8); cuando en verdad habían obrado y estaban viviendo (andar en tinieblas, no practicar la verdad) en contra de las enseñanzas divinas (v.10). ¡Oh Dios qué ciegos nos ponemos cuando pecamos! Guárdanos de desoír los ruegos de tu Espíritu Santo por medio de tu iglesia. Gracias, Señor por tu sangre.

 

2: 1

“Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. "Abogado", ¡qué bonita es esa palabra!; no cobra honorarios, los paga él, su defensa más bien está basada en la sustitución de sus defendidos, encara él mismo todas las culpas abriéndose sus propias venas en lugar de las de ellos (v. 2; Col. 2: 14).

 

Expiación  limitada 

2:2

" Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”. Esta expresión "todo el mundo", está refiriéndose no a cada individuo en la humanidad, sino a la humanidad en general. Cristo en verdad pagó el pecado de todos aquellos que habrían de arrepentirse y creer. Existe en la Escritura un buen número de pasajes donde menciona que Cristo murió por el mundo (Jn. 1:29,3:16,6:51; 1 Ti.2: 6; He.2:9). Y ya que gran parte del mundo será eternamente condenado al infierno, eso quiere decir que Cristo no pagó el pecado de ellos con su muerte, porque no es posible que se pague por algo y no se reciba (Mt. 7:13,14); y que el libre albedrio sea más capaz en su obstinación que el eterno propósito de Dios.

“Los pasajes donde Cristo habla que ha muerto por todo el mundo deben entenderse refiriéndose a la humanidad en general (como en Tit. 2:11). El mundo significa la esfera, los seres hacia los cuales Dios busca la reconciliación y que ha provisto la propiciación. Dios ha mitigado temporalmente su ira contra los pecadores, permitiéndoles que disfruten la vida terrenal (1 Ti. 4:10). En tal sentido, Cristo ha provisto un breve, o una temporal propiciación por todo el mundo. Pero él satisface completamente la ira de Dios solamente por aquellos elegidos para creer. La muerte de Cristo en sí misma tuvo un infinito valor porque es el Santo Dios. Así, su sacrificio fue suficiente para pagar la penalidad por todos los pecados de todos aquellos que Dios trae a la fe. Pero la satisfacción y expiación es solamente por aquellos que creen (Jn.10:11,15; 17:9,20; Hch. 20:28; Ro. 8:32,37; Efe. 5:25). El perdón por los pecados es ofrecido a todo el mundo, pero recibido solamente por aquellos que creen (1 Jn. 4:9,14, 5:24). No hay otra forma de ser reconciliado con Dios” (John MacArthur, comentarios).



2:5,6

"Pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo". Cada autor bíblico a veces tiene su misteriosa y particular forma de expresar lo que ha aprendido del Espíritu Santo. Este es un caso donde se afirma que el amor de Dios se ha perfeccionado en los creyentes que viven en obediencia a Dios. Uno puede ver el amor de Dios en todas las criaturas del mundo, tanto los seres inferiores como los humanos, sean virtuosos o pecadores. No existe nadie dentro de este globo terráqueo que con razón pueda acusar a Dios que no le ha mostrado amor. Cierta clase de amor, siempre se halla en todos los seres vivos. Eso lo entendemos perfectamente por medio de la providencia. Dios hace salir el sol sobre justos e injustos, del mismo modo envía la lluvia sobre todos los tejados. No quiere decir que el amor de Dios es imperfecto, eso ni pensarlo, sino que lo que quiere transmitirnos es que la manifestación del amor de Dios en sus escogidos es perfecta en el sentido de que permanece para siempre y en el sentido de abundancia

2: 7-10

“Amados, no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo. El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas”. Esto es una prueba que aunque en la iglesia apostólica había hermanos que no se llevaban bien con los otros. Algo se harían que llegaban a odiarse. Eso desalienta a cualquiera.

2:13, 14

“…Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno”. Le escribe a la iglesia cristiana principalmente para decirle esto (vv.15-17). Si los jóvenes quieren meterse en el mundo tendrán que hacerlo sin el consentimiento y con toda la oposición de sus padres. Los padres han de evitar, hasta donde puedan hacerlo, que ellos se metan en el mundo, y contrario, ayudarlos para que triunfen sobre la concupiscencia de la carne y la vanagloria de la vida. Venciendo a la carne y al mundo; y para eso tienen que ser fuertes y la fortaleza se las da la Palabra. El resto de las notas pueden hallarse en mis exposiciones sobre esta carta.

 

Para que una verdad aparezca como mentira hay que jorobarla mucho

2:21

"No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad". Esto es dicho en el contexto del anticristo y de la apostasía, especialmente en el campo literario llamado cristiano y en el púlpito. Se sabe de algunos que posiblemente estaban sus nombres en la mente del apóstol cuando escribe sobre la pluralidad de los anticristos, Cerinto, y todos los pre- gnósticos o docetas. Es decir cualquier conclusión a que se arribe a partir de deducciones de una herejía, el producto con tales raíces tiene que ser erróneo, que es lo que indica el apóstol por cuanto es imposible, por mucho arreglo que se le haga a la mentira, de forma cosmética o estructural, en esencia despejada por un fino escrutinio, se percibe la mentira. En esto tanto políticos como teólogos liberales y escépticos son profesionales, peritos, que pueden envolver en papel brillante y lo que parece tener un contenido lujoso, es una completa falsificación de la verdad. La mentira es fea y aunque se maquille y se pinte los ojos con antimonio, como Jezabel, sigue siendo mala y mentira. No valen los esfuerzos de oratoria para presentarla como la verdad práctica y solución a todos los problemas, es populismo y engaño, por lo menos como dice, están tratando (v. 26).

2: 25

“Y esta es la promesa que El mismo nos hizo: la vida eterna”. Si no renunciamos a Jesucristo.

2: 26

“Os he escrito estas cosas respecto a los que están tratando de engañaros”. Escribe poco, sin hacer un análisis de sus doctrinas, sólo afirmando dogmáticamente la verdad.

 

Ministerio didáctico de la iglesia supervisado por el Espíritu 

2:27
“…la unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero así como su unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como os ha enseñado, permanecéis en El…”. ¡Qué lindo y seguro es tener como maestro al Espíritu Santo! Eso no quiere decir que no nos hace falta el ministerio didáctico de la iglesia porque Dios constituyó a los maestros (1 Co. 12: 29; Efe. 4:11), para que aprendamos, y nos ilustren. Es la unción de Cristo que reposa sobre los maestros y predicadores de la palabra de Dios y tiene que ver más con el contenido de lo que se dice que la forma con que se dice. Ni por un solo día debemos dudar que la presencia de Cristo abandone a sus maestros. Vuelvo a repetirlo, es una arrogancia imaginar que uno puede entenderlo todo en la Sagrada Escritura sin consultar algún maestro o abrir algún libro. Es gratificante y consoladora, y alumbra, y calienta el corazón, leer y oír la Palabra de Dios ungida por el Espíritu Santo. ¡Haga Dios que siempre permanezca esa unción sobre nuestras vidas!

2: 28

“Y ahora, hijos, permaneced en El, para que cuando se manifieste, tengamos confianza y no nos apartemos de El avergonzados en su venida”; "permaneced", es equivalente a asentimiento teológico (v. 22), y a una confesión pública de ese descubrimiento y seguridad intelectual (v. 23). No es sólo tener un credo correcto sino confesarlo, ni tampoco todo es hacer confesión sin una definición teológica correcta.

2:29

"Si sabéis que él es justo, sabéis también que todo el que hace justicia es nacido de él". Quiere decir que vive una vida justa o como justificado por Dios mediante la fe en Cristo. Esencialmente el que es justo, aquí no es una expresión tanto doctrinal como práctica, y quiere decir que el que es justo es el que practica la justicia de Dios y el amor de Dios, que vive no en tinieblas sino en luz, no en la mentira sino en la verdad, no amando al mundo y los deseos del mundo, sino que permanece en el amor de Dios. Si queremos saber si una persona ha nacido de Dios solamente tenemos que ver si lo imita, porque todo hijo imita a su padre, los de Dios a Dios y los que hacen lo malo a su padre el diablo. 

3: 1

“Por eso el mundo no nos conoce porque no le conoció a él”. No nos podemos engañar: al mundo no le gusta nuestra forma de pensar o de vivir; siempre que ha podido nos ha hecho lo mismo que hizo al Señor. La iglesia no puede presentar un estilo de vida que le convenza.

3: 3

“Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. A la iglesia que se le predica escatología no necesariamente se le está impulsando a que se olvide de su presente histórico. El amor fraternal, la generosidad cristiana, no es todo, la iglesia no debe bajar sus ojos del cielo. Nuestro futuro celestial influye poderosamente en nuestra pobreza ética.

3: 1-3

“Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. Quizás la iglesia se preguntaba ¿cómo seremos en el reino? ¿Con qué  cuerpo resucitar hemos? (1 Co. 15:35). Hijos de Dios tiene una connotación eterna. Siempre conocemos poco sobre nuestro futuro estado, nuestra esperanza no está totalmente restaurada pero lo que sabemos de ella lleva el corazón mismo de nuestras ansias, ser como Cristo: de todas maneras él es toda nuestra esperanza (Col. 1: 27).

3: 4

“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”. Esto se dijo visas para corregir una suerte de antinomianismo con que habían acogido alguna de las doctrinas de la gracia (1 Co. 9: 21; Ro. 3: 8). Nadie debe tomar como excusa el amor de Dios, la misericordia en la cruz de Cristo, etc… (la predestinación) para pecar.

 

Cuando no vale haber visto a Cristo

3: 6

“Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido”. La absoluta expresión "no peca" tenía  que tener como fondo la insistencia de algunos creyentes en asegurar que son cristianos, hijos de Dios, salvos por gracia, y vivían en pecado. Le fueron a consultar a Juan y él les dijo: "No peca", pero ya les había dicho que no "practican" el pecado (v. 4). Y la misma palabra se usa en vv. 7, 8,9, 10,18. Eso significa exactamente lo que ha enseñado, que el creyente camina en justicia y anda en luz. El tema de todos estos sermones compilados, si es que así se confeccionó esta epístola, es la práctica de las enseñanzas de Jesús a las cuales se les llama "mandamiento". Puede que entre aquellos despiadados del primer siglo se encontraran algunos que habían visto al Señor, o le conocían según la carne (2 Co. 5: 16). ¡Qué poco les sirvió!

 

Decir que uno es cristiano es fácil

3: 8,9

“El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”. Es costumbre, hábito, y por naturaleza el diablo es un antiguo pecador, y su experiencia y astucia es milenaria de modo tal que no es nada fácil, a no ser que se cuente con la ayuda y orientación de la Palabra de Dios y con el Espíritu Santo, hacerle frente. La palabra que el apóstol Juan usa más adelante y se ha traducido destruir, esencialmente significa primero "desatar", y fue usada también por Jesús (Mt. 16:19). Desatar pertenece más a la experiencia misionera, e incluso a la expiación, que la otra. La destrucción del pecado ha de ocurrir definitivamente con la muerte del cuerpo y no hasta entonces, el ínterin se caracteriza por una lucha contra él  en el proceso de la santificación. El apóstol llama simiente de Dios a la palabra de Dios que identifica la recepción de ella con el nuevo nacimiento, siendo sencillo, porque siempre lo ves en su epístola, no superficial pero sí sencillo. Su propósito es que el cristiano que anda en luz haga un contraste con los que caminan en tinieblas e injusticias, y que un hijo de Dios se diferencia de los otros que son del diablo, y tal distinción ocurre debido a la práctica o no práctica de los mandamientos divinos (v. 10). Decir que uno es cristiano, es fácil, lo difícil es probarlo. Que convenza a los otros.

 

Ama sin residuos adámicos 

3:10-14

“En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte”.

 Los apóstoles enseñaban con insistencia el amor a los hermanos; la iglesia anunciaba esas virtudes (1 Pe. 2: 9), y debía vivir mostrándolas (4: 8); la clase de vida cristiana era importante. Ser llamado hijo de Dios, según él, es un privilegio enorme del amor divino (v. 1). El apóstol escoge solamente un aspecto del testimonio de un hijo de Dios para demostrar que ha nacido de "simiente incorruptible" (1 Pe. 1:23), el amor fraternal. No hace un catálogo de virtudes cristianas, solamente menciona esa (v. 14). Y lo entendemos porque sabemos de lo que viene hablando, pero hay personas que aman a los demás porque son así por naturaleza no porque hayan nacido de nuevo por la palabra de Dios, que permanece para siempre. Pudiera ser un amor grande, pero es distinto al amor del Espíritu, es a veces condicionado o centrado en la satisfacción sentida o en el honor ganado. Esas escorias adámicas en el amor cristiano, no existen, o no debieran.

 

De qué modo Abel hacía  sufrir a Caín 

3: 15, 16

“Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”. Parece que el apóstol del amor sigue hablando de modo absoluto, llamando al pan, pan, y al vino, vino. Acabó de hablar del asesinato de Abel (v. 12), y dio a entender que en esencia la rivalidad tenía como motor impulsor la envidia; y fue ella la que generó las ideas y cómo deshacerse de la persona que le hacía sufrir con sus buenas obras, a Abel. De ahí saca la conclusión que el odio y la envidia son hermanos y que el contraste entre los que son como Abel y no como Caín, es decir como Dios y no como el diablo, deben estar dispuestos, en ese siglo de persecuciones y de riesgos, exponer sus vidas si fuera necesario ante las autoridades y ser juzgado como tal en lugar de un querido hermano encubierto. Esa fue una costumbre en la era de los mártires, sustituir por amor a un hermano. Y jamás envidiarlo, no hacerle brotar la sangre o las lágrimas. 

3:17,18

“Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?  Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. Sin embargo, no hay que esperar que todos se conviertan en mártires sacrificando su vida por algún hermano o hermana, sino que más bien la práctica de ese amor puede demostrarse con la ayuda fraternal. El apóstol no procura emparejar la situación económica de los hermanos de la iglesia quitándole a los ricos para darles a los pobres, sino exhortando a los que tienen bienes de este mundo que se acuerden que hay otros que no los tienen, y que compartan el amor de Dios con ellos, socorriéndolos. No hay lugar para la tacañería ni la avaricia dentro del código cristiano de una iglesia que procura acordarse de los pobres (Sgo. 2:14-17).

3:19-21

“Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; 

pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios”. Otra forma sencilla de testificar que se tiene la verdad de Dios, el testimonio de una conciencia saludable, tranquila, que no come con reproches a nadie. Juan le llama a la conciencia corazón, y afirma que la conciencia está segura delante de Dios cuando ejecuta buenas obras en especial proveyendo para los necesitados, si es que podemos seguir el contexto de estas palabras. La introducción de la frase "y él sabe todas las cosas", es para traer tranquilidad en caso de que la benevolencia ser ignorada o mal juzgada, aunque no pienso que fuera éste su pensamiento. Si uno puede ver a otro padecer necesidad y no sentir remordimientos, hay que poner en duda si tiene palabra de Dios y si es hijo de él.

 

A la hora de orar el comportamiento  tiene mucho peso

3:22

“Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él”.  Otra afirmación dogmática es esta, que si guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de él, en especial amando a los hermanos y socorriéndolos, porque son cosas agradables delante de él, entonces nuestras oraciones serán escuchadas por el Señor, y contestadas afirmativamente. Otros escritores bíblicos especialmente el apóstol Pablo, diría que es respondida una oración no específicamente por la conducta cristiana sino por la fe que se tiene al elevarla. Es cierto que la manera de vivir tiene que ver con agradar a Dios y cuando no agrada a Dios también escucha nuestras oraciones. Juan escribe distinto, le llaman por su Apocalipsis, "el teólogo", pero aquí en esta misiva apostólica él no desarrolla su teología sino que más bien procura la armonía eclesiástica, y que la iglesia se convierta en una familia donde sus miembros se preocupan los unos por los otros. Juan, por la insistencia de guardar los mandamientos, y la práctica de ellos, se acerca más a la teología de Santiago que a la de Pablo, porque la de éste la vida en la gracia y la fe sustituye con abundancia el cumplimiento de la ley. El Señor dijo, lo mismo que Pablo, o mejor dicho Pablo dijo lo mismo que Jesús, que el cumplimiento de la ley es el amor (Ro. 13:10;  Mt. 22:39,40). Juan promueve la vida cristiana en relación con la oración. Y en efecto, el comportamiento tiene mucho peso para recibir contestaciones.

3:23,24

“Y éste es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. Esto casi que parece un resumen de lo anteriormente dicho, donde las palabras mandamiento, y permanecer han sido repetidamente dichas. Solamente se introduce una frase nueva, la presencia del Espíritu Santo; y así nos hace pensar en algo diferente y que elevemos el interés al cielo más que a la iglesia. Juan también es un testigo emocionado de la presencia del Espíritu en la iglesia y por esa razón es que utiliza la palabra unción del Santo (2:20), y asegura que el magisterio ortodoxo de la iglesia le corresponde a él (2:27), lo cual no es mentira y opera a través de los instructores escogidos por Dios. El apóstol Pablo dice que uno de los frutos del Espíritu es el amor, pero Juan menciona esta Tercera Persona de la Trinidad en relación con el aprendizaje del evangelio. Es precisamente esa función de orientar a la iglesia en la sana doctrina, que explica en los versículos siguientes.

 

Sabrán mucho pero están equivocados

4:1-6

“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error”. 

Con cariño el apóstol advierte a sus hermanos que tengan cuidado de las falsas corrientes doctrinales que andan por el mundo, hombres que se llaman profetas y sin embargo no lo son, porque los profetas tenían que ser certificados por los apóstoles y el mensaje de ellos debía ser exactamente igual. En cambio, estos maestros y proselitistas, y escritores con ideas después conocidas como gnósticas, que, habían desprovisto a Jesús de su cuerpo material y lo definían en sus teologías como un espíritu incorpóreo. Esta doctrina era totalmente opuesta a la cruz y dejaba sin efecto todo el sacrificio de salvación que hizo nuestro Señor allí. O sea, era una enseñanza anticristiana y más que eso eran anticristos. Tales afirmaciones eran creídas, comentadas y escritas, y hechas populares también, entre la élite intelectual del mundo mas no en la iglesia. Eran ideas foráneas a las cuales los líderes y pensadores cristianos debían oponerse con argumentos sólidos extraídos de la Escritura y de todo lo que "habían visto y oído, y palpado, tocante al Verbo de vida" (1Jn.1:1). Pues bien, los que tenían la unción de Dios aceptarían las enseñanzas ortodoxas apostólicas, los otros, sin importar el número de seguidores ni quienes eran, estaban equivocados.

4:7,8

“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”.Como quiera que tú voltees las páginas de la Biblia, siempre ellas te dirán que la mayor expresión del amor de Dios para el mundo es haber enviado a su Hijo Jesucristo al mundo para morir por nuestros pecados, porque ninguna bendición mayor puede tener el hombre que vivir eternamente en la semejanza del Hijo de Dios, en cuerpo, mente y espíritu. Sin exaltar un atributo divino sobre los otros, todos los gestos creativos de Dios reflejan la luz de la gloria de su amor.

4:7-20 

Todo este texto está dedicado a evitar que se muera el amor fraternal (permanezca, v. 16). Para Pablo el mayor peligro que corría la iglesia era el evangelio, y gracias a su celo doctrinal, la verdad ha llegado con pureza a nosotros. Juan, quizás por este tiempo del primer siglo, para él lo más alarmante en la iglesia era la falta de amor que él había conocido al principio (3: 11). Aunque también le da importancia a la doctrina (4: 1-6; 2: 22-25).

4: 10-12

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros”. 

Especialmente vv.12-21. El argumento es que Dios es invisible y que se hace visible en el amor fraternal. Dios juzgará a los que no son semejantes a él. 

5: 1,2

“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos”.

En la iglesia primitiva Dios y Cristo son dos cosas inseparables y estas afirmaciones tenían como propósito "la confesión" de Cristo (2:22, 23); y su aceptación (5: 10-12). Recuerda que Juan no viene hablando de los mandamientos en conflicto con la gracia sino a los llamados cristianos que pecaban y lo negaban, y no amaban a sus hermanos. Es inapropiado por estas palabras pensar que debemos guardar la ley para ser salvos. Aunque es cierto que no habla sobre la ley con la gracia del Apóstol de la gracia, Pablo.

5:3

“Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”. La fe en Cristo, y por el Espíritu, nos capacita para vivir como agrada a Dios, nos ajustamos a la ley no por la carne sino por el Espíritu y por medio de la fe ¡sin el espíritu es imposible! ¡Oh Espíritu!

5: 4, 5

“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”. Me siento más inclinado a pensar que el mundo aquí se refiere a oposición a la confesión cristiana que a lo que dijo en 2: 15-17; y compárese con 4:17, 18. Es una tremenda victoria en las contiendas que ha obtenido la iglesia contra las equivocaciones doctrinales que infectan el mundo. Siempre inventan alguna discrepancia para desacreditar nuestros artículos de fe y cambiar la mente de los creyentes, y su conducta.

 

Fe, bautismo y martirio

5: 6-8

"Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan". 

Su derramamiento en la predicación o en la Escritura. ¿Qué te parece si pensamos que el testimonio del agua sea el bautismo en el cual se testifica y la sangre como la cruz, la que los cristianos llevan para morir por ella? Tendríamos el testimonio: la conversión (Espíritu), (agua) bautismo) (sangre) (martirio), concuerdan con el normal desenvolvimiento de la vida cristiana y concuerdan con la voluntad de Dios, como testigos de Cristo; cada uno habla de vida por separado. Voy a insertar una nota que puse en mis exposiciones sobre esta epístola.

“Es necesario aclarar, por amor a la verdad, que la parte final del versículo siete y la primera del ocho, la cual yo he colocado entre paréntesis, no se halla en ningún manuscrito griego antiguo, sino solamente en uno aparecido durante el tiempo de la Reforma del siglo XVI. Ninguno de los padres de la iglesia lo cita. Su único valor procede de algunos documentos latinos bien tardíos e incorporados en la Vulgata Latina alrededor del año 800”.

Para el propósito de Juan, como se ve por el contexto, como dice Albert Barnes en sus Notas, no hace falta la introducción de esa cláusula y además ella misma rompe el hilo seguido por el autor. “Por otra parte el uso de la  palabra “Verbo” en lugar de “Hijo” que corresponde mejor con el término “Padre” ya anteriormente usado por el escritor, hace difícil pensar que es original.

Además, si lo que desea el apóstol es presentar “testimonios” de que Jesús es el Mesías, para que aquellos que leen crean, ¿qué testimonio hace falta que se de en el cielo? Allá arriba no hace falta ninguno, sino acá abajo donde se hallan los incrédulos.

“No debe usarse el texto “y estos tres son uno” para combatir la herejía de la negación de la doctrina de la Trinidad, primero porque cuando dice que son uno no está hablando de unión “hipostática”, no de sustancia, no de esencia sino de “testimonio” o de “acuerdo” como más abajo dice para testificar. Suponiendo que el pasaje se quede ahí tampoco es conveniente, por su real exégesis, para apoyar nuestro punto de vista trinitario”.

5: 13

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”. Para que sigan creyendo, y en posesión de la vida eterna, o sea la esperanza de la resurrección, y esto en él a pesar de la mucha oposición, brutal e intelectual, que se levanta en su contra. ¡Oh Señor que ninguno de nosotros se deje mover fácilmente de nuestro modo de pensar! (2 Te 2: 2; Efe. 4: 13-16).

 

Ni imagine que ha ofendido al Espíritu Santo

5: 14-17

“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”. La intención aquí sobre la oración es para hablar sobre la intercesión por los caídos, para que se ore por ellos. Es extraño que un apóstol tan lleno de amor sea dogmático sobre el pecado de muerte. En la mentalidad y circunstancias del primer siglo tiene que tratarse de sacrificar animales al emperador, blasfemar a Jesús (1 Co. 12: 3), o una obstinada renuncia a la doctrina del evangelio (2: 18, 19; 4: 1-3); reducida su generalidad, tratando de verlo todo en términos más particulares, uno puede respirar aliviado, en especial aquellos que han pecado de otras formas y sus conciencias no los dejan olvidar, o juzgan la violencia de las pasiones por las cuales han sucumbido como pecados mortales. Este texto no está escrito para quitarles la esperanza de vida a los pobres hermanos heridos sino para llamar a la iglesia a interceder por ellos; por ende no se asuste si con verdad en el corazón regresa buscando la piedad de Dios. Jesús dijo “toda blasfemia y pecado será perdonado a los hombres”; y en cuanto a la que se comete contra el Espíritu Santo, el que tiene un corazón dolido por su falta, ni imagine que la cometió. En el cristiano el Espíritu podría ser apagado o entristecido, pero dentro del corazón, ahí se queda. ¡Amén! A eso se refiere al final cuando dice “guardaos de los ídolos” o del culto a los ídolos y de los idólatras que salen del templo de los ídolos e incitan a los cristianos a practicar las mismas corrupciones (v. 21).

5: 18

“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca”. No peca, como en 3:6, quiere decir que no practica el pecado porque nadie deja de ser pecador aunque haya sido santificado. Sin embargo, nota que la práctica del pecado y la astucia de satanás suelen ir juntas.

5: 19

“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. Satanás no es soberano pero tiene mucho poder, mundial. Dios es soberano y a Jesús le fue dado en el cielo y en la tierra. El mundo aquí no es el orbe sino los que viven una vida mundana. De esos el Maligno es su campeón.

 

Si conoce algún arriano, unitario o Testigo de Jehová 

5: 20

“Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna”. Calvino dice, y es una autoridad en gramática griega, que comúnmente el artículo “este” se refiere a lo que precede, y en este caso a Jesucristo. El verdadero Dios es tanto el Padre, como algunos manuscritos antiguos contienen, y a su Hijo (Juan 1:7; 17:3). Los arrianos, y lo menciona Calvino, le hacen una lectura somera al versículo y afirman que la expresión "el verdadero Dios" es una repetición enfática de lo primero; y que la última parte "este es el verdadero Dios y la vida eterna" se refiere a ambos, a Dios el Padre como el verdadero y a quien tiene la vida eterna, Jesucristo, pero que eso del verdadero Dios se refiere al Padre y no a Jesucristo, o sea el artículo "este", no está referido al Hijo sino al Padre, que está colocado en la oración más lejos que el Hijo; queriendo decir que si se hubiera referido al Padre hubiera dicho en vez de "este", "aquel". Así lo leen también los arrianos modernos, los Testigos de Jehová, y otras sectas “unitarianas”, o unitarias. Y esa traducción está equivocada, porque los antiguos Padres de la iglesia, específicamente los griegos, afirmaban que "el verdadero Dios" correspondía, según la pluma del apóstol Juan, al Hijo Jesucristo. No todos los traductores, ni siquiera aquellos que conocen algo o mucho el idioma griego antiguo, pudieran traducir la Biblia; hay que ser un verdadero docto en el idioma de la revelación y estar ungido por el Autor de ella, el Espíritu Santo y tener “entendimiento”.

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