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sábado, 4 de octubre de 2025

2 Tesalonicenses Mis Notas

    Notas

 

2 Tesalonicenses

 

Todo este capítulo es para alentarlos en las tribulaciones, para que estén firmes (1) les alaba (vv.3, 4); (2) les explica el porqué de las tribulaciones y les satisface las preguntas sobre la justicia de Dios (vv.5-9); (3) la gloria de Cristo es motivo para animarlos (vv.10-12).

2 Tes. 1:3, 4

  “Siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, porque vuestra fe aumenta grandemente, y el amor de cada uno de vosotros hacia los demás abunda más y más”. No quieras salir tan pronto de tu tribulación porque por medio de ella crece tu fe. Señor sostén mi fe en la tribulación, dame paciencia y que no me apresure. Amén.

2 Tes. 1:5

  “Esta es una señal evidente del justo juicio de Dios, para que seáis considerados dignos del reino de Dios, por el cual en verdad estáis sufriendo” ¿Te gustaría al entrar al reino oír a otros hermanos contar la historia de su fe, por ejemplo (He. 11: 33-38), y tú no tener ninguna historia? ¿Qué puedes narrar de tu cristianismo que tenga que ver con el ejercicio de tu fe? El uso básico de la fe en la vida cristiana no es obrar milagros sino ser fiel hasta que llegue la muerte  (Apc. 2:10). Ten por sumo gozo cuando tu fe es probada, porque esos son los episodios más importantes de tu vida. Señor que yo no rehúse beber la copa que pones en mis labios y el bautismo de dolor en el cual me sumerges; que pueda decir   “puedo” (Mt. 20: 22).

2 Tes. 1: 7-9

  “Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. Nota que habla del castigo de los impíos, de eterna perdición pero no de aniquilación, sino de exclusión. Es cierto que la idea de exclusión puede incluir el exterminio, pero es débil en el pasaje. Indudable que el apóstol habla también de tiempos muy angustiosos cuando Cristo venga, pero como él esperaba la segunda venida en esos días amonesta a su generación. Eterna perdición es eterna exclusión donde es el   “lloro y crujir de dientes”.

2 Tes. 1: 10

  “Cuando El venga para ser glorificado en sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído; porque nuestro testimonio ha sido creído por vosotros Oh Señor, haz que Cristo sea magnificado en mi vida y mi cuerpo, que tú seas admirado, visto, identificado en mi vida. Que mis virtudes sean las tuyas, que mi hombre interior sea semejante a ti. No, no quiero ser yo admirado, alabado, honrado, sino Cristo en mí; y   “lejos sea de mí el gloriarme sino en la cruz de Cristo” (Ga. 6:14), porque es una necedad gloriarse uno mismo robándole las alabanzas a Dios (2 Co. 11:17; 12:6).

 

Quema el cuerpo sin hacerlo cenizas

2 Tes. 1:5-10

  “Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. Esto es para atemperar los deseos de venganzas y satisfacer ansias de justicia. Se percibe aún la inminencia de la parousía. Me hubiera gustado que explicara lo que significa   “eterna perdición  “, pero la palabra   “excluidos”. tiene que ver más con lo que se pierde que con la forma o el estado de los perdidos. Lo de   “llama de fuego”, sí  tiene que ver con   “eterna perdición”, se relaciona con quemarlos (Lc.  16: 24), no por una llama en la conciencia sino porque quema el cuerpo sin hacerlo cenizas; un fuego perpetuo (Judas 1: 7) que arde siempre sobre el alma y el cuerpo. Pero también participa de esta creencia  (2 Pe. 3: 7; Mt. 25: 41). Los apóstoles pensaban más en el fuego al venir Jesús que en un castigo en ultratumba, debido quizás a la inminencia de la segunda venida de Cristo. La iglesia fue pasando, según se dilataba la venida del Señor, del fuego instantáneo a una existencia miserable después de la muerte, una prolongada realidad para los muertos impíos como Jesús lo había enseñado. El infierno no se concibe como un castigo demasiado severo e injusto; habla de una perdición tan descomunal para exaltar la salvación y evangelizar; no se planteaba ese estado razonablemente sino como una enseñanza de fe en Jesucristo y en las últimas cosas. Si el concepto de infierno la mente lo reprueba, la Biblia no. 

 

En este capítulo 2 les pone doctrinalmente los pies en la tierra, pues tocante a la venida del Señor, si no les había fijado una fecha les habían hecho creer que estaba más cerca de lo que estaba. Un escogido de Dios no debe ser engañado doctrinalmente (vv.13, 14). No existen medios para que sean engañados (v. 2). Esa situación dio origen a una explicación extensa sobre el hombre de pecado.

2 Tes. 2:2

  “Que no seáis sacudidos fácilmente en vuestro modo de pensar, ni os alarméis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha llegado”   “Sacudidos” es una buena traducción, lo mismo que destruidos. ¿Crees que sabes suficiente todas las doctrinas como para que nadie pueda cambiarte tu modo de pensar? No lo creas, las doctrinas son enseñanzas reveladas, las cuales sólo tienen una base escritural y no tienen ni pueden tener otra clase de comprobación que la exégesis bíblica; pero sí hay muchos modos no escriturales de negarlas, lo que llamamos objetiva o científicamente; no proceden ni significan nada para una buena exposición del pasaje. Son historias de fe, caballeros.

2 Tes. 2:3

  “Que nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que primero venga la apostasía y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición”.   “Un momento, no vayan tan deprisa que Cristo no vendrá tan pronto; no sólo tienen que esperarlo a él sino la aparición de una clase de gente dentro de la iglesia cristiana con doctrinas heréticas y poderes sobrenaturales dados por satanás”. Pablo estaba acostumbrado a que corrompieran el evangelio pero que no tuvieran poder (1 Co. 2: 1-5), pero ahora iría apareciendo un tipo de gente que se opondría al Dios verdadero y a la religión (¿secular?) Pero que haría señales. Ve algo de eso en Mt. 7.22. ¿La ciencia atea? Justificaría una forma de vida   “inicua” y secular. Ver que es lo opuesto a la   “santificación por el Espíritu y la fe en la verdad” (v. 13). En todas las épocas aparecen señales proféticas sobre la segunda venida de Cristo y sobre el hombre de pecado. Ella es una esperanza abierta.

 

Ínfulas de un tipo de hombre de pecado

2 Tes. 2:4

  “El cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama dios o es objeto de culto, de manera que se sienta en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios. Observa que habla en presente porque ya esta   “clase de hombres” está presente (v. 7).   “En el templo” ¿será el universo, el mundo? Los premilenarios exageran cuando toman estas palabras para decir que el templo de Jerusalén será reedificado y que allí se instaurará el hombre de pecado. ¿Se proyecta en el mundo como un poder secular, impío, obrando maravillas por medio de una ciencia atea y haciéndose pasar por Dios?  Pudiera significar que obra maravillas que sólo Dios pudiera hacer, pero negándolo a él. No es un movimiento espiritual, pero está encaminado a vivir pecaminosamente haciéndole perder la fe a los creyentes por sustituir a Dios. Lo mismo puede ser un hombre que una clase de hombres. No tiene el hombre mayor ambición que las de ocupar el lugar de Dios sobre la creación, no sólo con el propósito de dominarla sino para ser adorado y ponerse en lugar de Dios por medio de sus conocimientos. Muchos similares ha habido que negando ser Dios actúan como él, pero éste sí lo afirmará y acompañará su venida con milagros, explicables para él y sin intervención sobrenatural sino por la mano humana (v. 9). Todas las épocas, incluyendo esta del siglo veintiuno, tienen sus arrogantes hombres de pecado, que excluyendo a los fanfarrones religiosos, piden a los beneficiarios que nada más tengan fe y esperen milagros de ellos, los anticristos.

 

La formación de un tipo de hombres sin ley

2 Tes. 2:3-8

  “Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, sólo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio”. La clave para la interpretación de ese texto está en conocer quién es el que detiene la manifestación del hombre de pecado; yo me sumo a la opinión de que se trata en primer lugar del estado (en aquel entonces los césares) y en segundo lugar, por supuesto el evangelio. Cuando las leyes del gobierno sean quitadas del medio, el hombre sin ley (que es lo que quiere decir   “hombre de pecado”) se manifestará. Se le llama   “hombre sin ley” porque actúa libremente sin que haya leyes que lo restrinjan. El mismo no respetará ley alguna ni proclamará leyes. No respetará leyes morales, no habrá tampoco Espíritu Santo que lo convenza de pecado. Sus actos son precisamente pecados mas que actos ilegales. El hombre cristiano tiene que participar activamente en eso que ahora lo detiene, ayudar al estado a que no dicte leyes que favorezcan la aparición del hombre sin ley; que por garantizar la libertad, en honor a ella, haga que el hombre inicuo (sin ley) tenga el camino abierto para su aparición y propagación. Apoyando los movimientos anti abortos, y los que se oponen a la legalización del matrimonio del mismo sexo. ¿Qué más necesitamos para destruir al mundo que la palabra de Cristo a la cual se le llama espada?  (Apc. 1: 1619:15). Oh Señor Cristo, el pecado con tu palabra muere. En todos los siglos ha habido hombres de pecados pero el Espíritu y la Palabra los ha herido, derribado y destruido. De era en era hay nuevas mentiras y prodigios que surgen y atacan. El hombre cristiano debe ayudar al estado a que no dicte leyes que formen el hombre de pecado.

Ayúdanos Señor.

 

No intentes manipular a Dios 

2 Tes. 2: 9

  “Inicuo cuya venida es conforme a la actividad de satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos”. ¿Por qué andas, creyente, detrás de poderes sobrenaturales, señales y prodigios? ¿Qué es eso de gloriarte en las señales? Las señales como testimonio de la verdad ya Dios las hizo, ahora la única razón es su amor y compasión por las criaturas. Reuniones dedicadas sólo para sanidades no deben tenerse porque eso es manipular a Dios. La misericordia de Dios con nuestra salud es soberana y no puede ser distribuida según nuestros deseos y a caprichos. Podemos reunirnos un grupo para orar con muchas lágrimas y suplicar por un enfermo, para mover al Señor a tener piedad   (Flp. 2: 26, 27), y seguro que él nos oye, y le alabaremos; pero después que lo ha dado, sabemos que nos ha mostrado una misericordia especial, excepcional que estimula nuestra fe y la de otros, pero como en la salvación la misericordia de Dios en las señales es soberana y actúa como quiere. Mientras ores, toca a la puerta de la misericordia divina y cuando abra inclínate.

2 Tes. 2: 9-12

  “Y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos”. Cuando uno cuenta una experiencia personal extraordinaria, supuestamente un milagro, llevado por su entusiasmo puede en el fondo de su testimonio estar alabando más su fe que dándole gloria a Dios; y eso cuando realmente hubo una intervención sobrenatural porque Dios pudo habernos dado lo que deseamos por la vía natural porque su propósito no fue premiar nuestra fe con una señal sino someterla a prueba y atraernos más hacia sí, y lo que tenía el designio divino en su mente fue mostrarnos nuestra poca fe. Uno debe ser más modesto al contar el número y el tamaño de las bendiciones de Dios. Un poco más sobre el texto en los versículos siguientes.

2 Tes. 2: 11, 12

  “Por esto Dios les enviará un poder engañoso, para que crean en la mentira   “ Bien merecido se lo tienen, que un espíritu malo salido de parte de Jehová los extravíe, por menospreciar la verdad sin señales, porque eso es lo que estaban buscando, no la fe, ni la santidad, ni la inmortalidad. Oh ¿nos pretenden a nosotros también los poderes mentirosos? Guárdanos de ser extraviados de la verdad, que tú y mi salvación siempre sean mis mayores deseos. ¿Por qué no aman la verdad? Para poder complacerse a sí mismos, sus ambiciones, vanidades, la carne y en el mundo; las señales les permiten seguir complaciéndose en el pecado. Si obtienen las señales que buscan es para no santificase ni tener fe en la verdad (v. 13). ¿Razón básica porque buscan la señales? Para no vivir piadosamente. 

 

Por qué los escogidos jamás caerán ante el engaño 

2 Tes. 2:13-15

  “Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad “ Si los escogidos no pueden ser engañados es porque Dios los ha predestinado desde antes de la fundación del mundo, para que sean santos y fieles. Permanecen fieles a la palabra del evangelio para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Sí, lo digo y lo repito porque el apóstol lo ha dicho (2:9-12): se apartan doctrinalmente del evangelio para ir tras las señales porque quieren vivir conforme a sus deseos, para continuar una secreta relación con el misterio de iniquidad. Los que Dios llama mediante su evangelio, los regenera, los santifica y sienten pasión por la verdad. El llamamiento de Dios tiene como fin la santidad del llamado; es el meollo de la elección eterna.

Señor, no he creído las señales y otras cosas no porque mis maestros me hubieran dicho que ellas eran falsas o inocuas para mi fe, sino porque el evangelio me fue predicado como una verdad para ser creída, se me habló de la salvación por medio de la verdad; me hablaron de las señales pero como la historia de la revelación, para mostrarme por medio de ellas quién eras tú, no como una necesidad contemporánea de repetición. Si tú sanabas a los ciegos no era para que todos los ciegos ahora fueran sanados sino para revelarnos que tú podías sanar a los ciegos, y así a los cojos, los mancos, los leprosos, para revelar tu identidad. Y si resucitaste a Lázaro y al hijo de la viuda de Naín, me enseñaron que no era para que yo o cualquier otro intentase lo mismo sino para revelarme que tú podías hacerlo y que los que mueren en Cristo serían al final resucitados. Los milagros fueron  para que yo creyese en ti no para convertirme en autor de otros similares. Ese fue el mensaje que me dijeron que dejaste a la iglesia y el que yo recibí. 

Supe que la salvación venía como un conocimiento de la verdad y la fe en ella. Por eso, desde un principio de mi salvación me he dedicado a creer la verdad sin señales modernas, ni por medio de ellas, porque he aceptado el testimonio que de ella contiene la Escritura, una verdad que transforma y me justifica. Muy fácil hubiera sido por la abundancia de religiones que el evangelio hubiera llegado a mi de otro modo, pero tú me elegiste para esas dos cosas, santificación y fe.  ¡Oh, en qué peligro se hallan aquellos que buscan primero los milagros que la verdad! El secreto de mi salvación y de mi ortodoxia es el mismo, la misericordia de Dios que me predestinó para ese camino y lo que escuché determinó luego lo que he sido. No me hallo perteneciendo a una denominación cristiana donde fácilmente pudiera ser engañado.   “La doctrina” quiere decir en relación con el evangelio y la esperanza y con la práctica del evangelio. El nombre de pecado se   “complace” y disfruta el pecado y se llama así porque el fin de su anti religión es cometer pecados; no vivir para nada en la santificación.

2 Tes. 3:1

  “Finalmente, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor se extienda rápidamente y sea glorificada, así como sucedió también con vosotros   “ Ahora el apóstol deja la angustiosa situación de la apostasía y retoma el asunto del ministerio en otras partes y pide que se ore por él para que la palabra sea bendecida con la salvación de muchos como fue entre ellos; oremos si está estancada entre nosotros ¡y lo está!, y si no es glorificada en la vida de los piadosos con sus frutos y de los impíos con la fe y la santificación. Arrodillémonos ante Dios por la prosperidad de nuestro ministerio evangélico; por lo que Pablo dijo anteriormente y por lo que dice después quiere decirles: no voy a producir otro evangelio, tenemos prueba que éste es el auténtico.

2 Tes. 3: 2, 3

  “Y para que seamos librados de hombres perversos y malos, porque no todos tienen fe”. Está pensando más en ellos que en él, aunque él no quiere que le salgan opositores por todas partes:   “todos los que nos oyen no reciben mansamente nuestras palabras, muchos blasfeman”. Por supuesto que no es de todos la fe; pero es mía, o mejor dicho, soy de ella porque a esta forma de doctrina he sido entregado (Ro. 6:17).

 

Den gracias a Dios los que tienen trabajo

2 Tes. 3: 6

  “Ahora bien, hermanos, os mandamos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la doctrina que recibisteis de nosotros”. De cualquier hermano o hermana que esté infestado con la herejía de la distorsionada segunda venida de Cristo y que haya corrompido su conducta dejando sus obligaciones sociales y domésticas para vivir como parásitos. ¡Como se preocupó el apóstol no sólo por la doctrina sino por la conducta de los hermanos! El trabajo tiene que ser mirado como un privilegio y como un mandato divino. Señor gracias por los hermanos que tienen trabajos y los aman, gracias porque tienen salud para hacerlo y tú los prósperas. Bendice a los que no consiguen un trabajo, ayuda a nuestra sociedad que a veces no ofrece empleos para los que lo buscan. Si les das trabajo, le provees el pan nuestro de cada día.

 

La comunidad cristiana ejercía la disciplina 

2 Tes. 3:14

  “Y si alguno no obedece nuestra enseñanza en esta carta, señalad al tal y no os asociéis con él, para que se avergüence”. La vida cristiana rara vez se desarrolla sola, fuera del propósito de la comunidad. Se puede afirmar categóricamente que Dios no salva a nadie para que ande por sí solo viviendo su salvación. Lo que leemos en el NT es que los salvados formaban la iglesia que significa un pueblo o comunidad especial, nadie decía ser cristiano y se aislaba del grupo. Los discípulos desde un principio se mostraban contrariados y disgustados con los que no se unían a ellos (Lc.  9:49). Las iglesias eran comunidades interactivas, por usar un término muy moderno, no grupos de hermanos desconocidos que no se trataban entre sí y sólo se juntaban para aprender, adorar, ofrendaban y luego se iban. Era algo más que reunirse para esto y para lo otro, eran salvados para vivir juntos. La insistencia del apóstol en un detalle fraternal como el ósculo santo (1 Co. 16:20), indica que él procuraba inclinarlos unos hacia los otros, provocarles al acercamiento, a gastar tiempo juntos, a desarrollar la confianza recíproca, a abrirse el corazón los unos para los otros, a sostener íntimamente una santa familiaridad.

Las iglesias eran comunidades que trabajaban juntas, se ayudaban los unos a los otros, se preocupaban los unos por los otros, se dolían y se gozaban juntos, comían juntos con alegría y sencillez de corazón. Sin embargo, la comunidad no estaba aislada del resto del mundo, sino que vivía, se fortalecía, corría su rol, interesada en su alrededor, dentro de la sociedad donde nació. Los pastores las educaban como un reino social y espiritual distinto, les predicaban un evangelio que lo implicaba y abarcaba todo. No sólo para salvar sus   “almas” sino para que funcionaran bien como seres humanos, moral y políticamente, en relación con Dios por medio de Jesucristo. Hay palabras del Espíritu para los padres, los esposos, los hijos, los siervos, los amos, para el cristiano en relación con su Salvador, con el rey que los gobernaba, con las autoridades, con los compromisos civiles. La comunidad funcionaba perfectamente integrada en la sociedad. Separar a un hermano de la comunidad era como desterrarlo de su ciudad o exilarlo civilmente de su país. Y esto no tiene nada que ver con la odiosa práctica de excomunión dentro de los Testigos de Jehová y otras sectas sin amor.

2 Tes. 3: 16

  “Y que el mismo Señor de paz siempre os conceda paz en todas las circunstancias. El Señor sea con todos vosotros”.  La comunidad cristiana ha de vivir en paz, la paz de Dios, y para ello por lo que el apóstol dice (vv.14, 15), tiene que mantener un sistema de disciplina y enseñanzas. Oh Dios concédenos que, nuestra  iglesia sea una comunidad de paz, santa, y como el reino de los cielos.

 

2 Tesalonicenses

Notas

Todo este capítulo es para alentarlos en las tribulaciones, para que estén firmes (1) les alaba (vv.3, 4); (2) les explica el porqué de las tribulaciones y les satisface las preguntas sobre la justicia de Dios (vv.5-9); (3) la gloria de Cristo es motivo para animarlos (vv.10-12).

2 Tes. 2 Tes. 1:3, 4

  “Siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, porque vuestra fe aumenta grandemente, y el amor de cada uno de vosotros hacia los demás abunda más y más”. No quieras salir tan pronto de tu tribulación porque por medio de ella crece tu fe. Señor sostén mi fe en la tribulación, dame paciencia y que no me apresure. Amén.

2 Tes. 1:5

  “Esta es una señal evidente del justo juicio de Dios, para que seáis considerados dignos del reino de Dios, por el cual en verdad estáis sufriendo”. ¿Te gustaría al entrar al reino oír a otros hermanos contar la historia de su fe, por ejemplo (He. 11: 33-38), y tú no tener ninguna historia? ¿Qué puedes narrar de tu cristianismo que tenga que ver con el ejercicio de tu fe? El uso básico de la fe en la vida cristiana no es obrar milagros sino ser fiel hasta que llegue la muerte (Apc. 2:10). Ten por sumo gozo cuando tu fe es probada, porque esos son los episodios más importantes de tu vida. Señor que yo no rehúse beber la copa que pones en mis labios y el bautismo de dolor en el cual me sumerges; que pueda decir   “puedo”. (Mt. 20: 22).

2 Tes. 1: 7-9

  “Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. Nota que habla del castigo de los impíos, de eterna perdición, pero no de aniquilación, sino de exclusión. Es cierto que la idea de exclusión puede incluir el exterminio, pero es débil en el pasaje. Indudable que el apóstol habla también de tiempos muy angustiosos cuando Cristo venga, pero como él esperaba la segunda venida en esos días amonesta a su generación. Eterna perdición es eterna exclusión donde es el   “lloro y crujir de dientes”.

2 Tes. 1: 10

  “Cuando El venga para ser glorificado en sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído; porque nuestro testimonio ha sido creído por vosotros   “ Oh Señor, haz que Cristo sea magnificado en mi vida y mi cuerpo, que tú seas admirado, visto, identificado en mi vida. Que mis virtudes sean las tuyas, que mi hombre interior sea semejante a ti. No, no quiero ser yo admirado, alabado, honrado, sino Cristo en mí; y   “lejos sea de mí el gloriarme sino en la cruz de Cristo”.  (Ga. 6:14), porque es una necedad gloriarse uno mismo robándole las alabanzas a Dios (2 Co. 11:17; 12:6).

 

Quema el cuerpo sin hacerlo cenizas

2 Tes. 1:5-10

  “Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. Esto es para atemperar los deseos de venganzas y satisfacer ansias de justicia. Se percibe aún la inminencia de la parousía. Me hubiera gustado que explicara lo que significa   “eterna perdición  “, pero la palabra   “excluidos”.  tiene que ver más con lo que se pierde que con la forma o el estado de los perdidos. Lo de   “llama de fuego”, sí  tiene que ver con   “eterna perdición”, se relaciona con quemarlos (Lc.  16: 24), no por una llama en la conciencia sino porque quema el cuerpo sin hacerlo cenizas; un fuego perpetuo (Judas 1: 7) que arde siempre sobre el alma y el cuerpo. Pero también participa de esta creencia  (2 Pe. 3: 7; Mt. 25: 41). Los apóstoles pensaban más en el fuego al venir Jesús que en un castigo en ultratumba, debido quizás a la inminencia de la segunda venida de Cristo. La iglesia fue pasando, según se dilataba la venida del Señor, del fuego instantáneo a una existencia miserable después de la muerte, una prolongada realidad para los muertos impíos como Jesús lo había enseñado. El infierno no se concibe como un castigo demasiado severo e injusto; habla de una perdición tan descomunal para exaltar la salvación y evangelizar; no se planteaba ese estado razonablemente sino como una enseñanza de fe en Jesucristo y en las últimas cosas. Si el concepto de infierno la mente lo reprueba, la Biblia no.

 

Capítulo 2

En este capítulo 2 les pone doctrinalmente los pies en la tierra, pues tocante a la venida del Señor, si no les había fijado una fecha les habían hecho creer que estaba más cerca de lo que estaba. Un escogido de Dios no debe ser engañado doctrinalmente (vv.13, 14). No existen medios para que sean engañados (v. 2). Esa situación dio origen a una explicación extensa sobre el hombre de pecado.

2 Tes. 2:2

  “Que no seáis sacudidos fácilmente en vuestro modo de pensar, ni os alarméis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha llegado”.    “Sacudidos”.  es una buena traducción, lo mismo que destruidos. ¿Crees que sabes suficiente todas las doctrinas como para que nadie pueda cambiarte tu modo de pensar? No lo creas, las doctrinas son enseñanzas reveladas, las cuales sólo tienen una base escritural y no tienen ni pueden tener otra clase de comprobación que la exégesis bíblica; pero sí hay muchos modos no escriturales de negarlas, lo que llamamos objetiva o científicamente; no proceden ni significan nada para una buena exposición del pasaje. Son historias de fe, caballeros.

2 Tes. 2:3

  “Que nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que primero venga la apostasía y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición”.    “Un momento, no vayan tan deprisa que Cristo no vendrá tan pronto; no sólo tienen que esperarlo a él sino la aparición de una clase de gente dentro de la iglesia cristiana con doctrinas heréticas y poderes sobrenaturales dados por satanás”. Pablo estaba acostumbrado a que corrompieran el evangelio pero que no tuvieran poder (1 Co. 2: 1-5), pero ahora iría apareciendo un tipo de gente que se opondría al Dios verdadero y a la religión (¿secular?) Pero que haría señales. Ve algo de eso en Mt. 7.22. ¿La ciencia atea? Justificaría una forma de vida   “inicua”.  y secular. Ver que es lo opuesto a la   “santificación por el Espíritu y la fe en la verdad”.  (v. 13). En todas las épocas aparecen señales proféticas sobre la segunda venida de Cristo y sobre el hombre de pecado. Ella es una esperanza abierta.

 

Ínfulas de un tipo de hombre de pecado

2 Tes. 2:4

  “El cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama dios o es objeto de culto, de manera que se sienta en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios”. Observa que habla en presente porque, ya esta   “clase de hombres”.  está presente (v. 7).   “En el templo”.  ¿será el universo, el mundo? Los premilenarios exageran cuando toman estas palabras para decir que el templo de Jerusalén será reedificado y que allí se instaurará el hombre de pecado. ¿Se proyecta en el mundo como un poder secular, impío, obrando maravillas por medio de una ciencia atea y haciéndose pasar por Dios? Pudiera significar que obra maravillas que sólo Dios pudiera hacer, pero negándolo a él. No es un movimiento espiritual, pero está encaminado a vivir pecaminosamente haciéndole perder la fe a los creyentes por sustituir a Dios. Lo mismo puede ser un hombre que una clase de hombres. No tiene el hombre mayor ambición que las de ocupar el lugar de Dios sobre la creación, no sólo con el propósito de dominarla sino para ser adorado y ponerse en lugar de Dios por medio de sus conocimientos. Echar a Dios de las escuelas, de la vida de la sociedad. Convertir   “los milagros” de la ciencia en sustitutos de los sobrenaturales. Ganarse un prestigio divino. Volviendo a lo que dice el apóstol. Muchos similares ha habido que negando ser Dios actúan como él, pero éste sí lo afirmará y acompañará su venida con milagros, explicables para él y sin intervención sobrenatural sino por la mano humana (v. 9). Todas las épocas, incluyendo esta del siglo veintiuno, tienen sus arrogantes hombres de pecado, que incluyendo a los fanfarrones religiosos, piden a los beneficiarios que nada más tengan fe y esperen milagros de ellos, los anticristos que se llenan de dineros los bolsillos.

 

La formación de un tipo de hombres sin ley

2 Tes. 2:3-8

  “Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, sólo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio”.  La clave para la interpretación de ese texto está en conocer quién es el que detiene la manifestación del hombre de pecado; yo me sumo a la opinión de que se trata en primer lugar del estado (en aquel entonces los césares) y, en segundo lugar, por supuesto el evangelio. Cuando las leyes del gobierno sean quitadas del medio, el hombre sin ley (que es lo que quiere decir   “hombre de pecado”.) se manifestará. Se le llama   “hombre sin ley” porque actúa libremente sin que haya leyes que lo restrinjan. El mismo no respetará ley alguna ni proclamará leyes. No respetará leyes morales, no habrá tampoco Espíritu Santo que lo convenza de pecado. Sus actos son precisamente pecados más que actos ilegales. El hombre cristiano tiene que participar activamente en eso que ahora lo detiene, ayudar al estado a que no dicte leyes que favorezcan la aparición del hombre sin ley; que, por garantizar la libertad, en honor a ella, haga que el hombre inicuo (sin ley) tenga el camino abierto para su aparición y propagación. Apoyando los movimientos anti abortos, y los que se oponen a la legalización del matrimonio del mismo sexo. ¿Qué más necesitamos para destruir al mundo que la palabra de Cristo a la cual se le llama espada?  (Apc. 1: 1619:15). Oh Señor Cristo, el pecado con tu palabra muere. En todos los siglos ha habido hombres de pecado, pero el Espíritu y la Palabra los ha herido, derribado y destruido. De era en era hay nuevas mentiras y prodigios que surgen y atacan. El hombre cristiano debe ayudar al estado a que no dicte leyes que formen el hombre de pecado. Ayúdanos Señor.

 

 

 

No intentes manipular a Dios 

2 Tes. 2: 9

  “Inicuo cuya venida es conforme a la actividad de satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos”.  ¿Por qué andas, creyente, detrás de poderes sobrenaturales, señales y prodigios? ¿Qué es eso de gloriarte en las señales? Las señales como testimonio de la verdad ya Dios las hizo, ahora la única razón es su amor y compasión por las criaturas. Reuniones dedicadas sólo para sanidades no deben tenerse porque eso es manipular a Dios. La misericordia de Dios con nuestra salud es soberana y no puede ser distribuida según nuestros deseos y a caprichos. Podemos reunirnos un grupo para orar con muchas lágrimas y suplicar por un enfermo, para mover al Señor a tener piedad (Flp. 2: 26, 27), y seguro que él nos oye, y le alabaremos; pero después que lo ha dado, sabemos que nos ha mostrado una misericordia especial, excepcional que estimula nuestra fe y la de otros, pero como en la salvación, la misericordia de Dios en las señales es soberana y actúa como quiere. Mientras ores, toca a la puerta de la misericordia divina y cuando abre inclínate.

2 Tes. 2: 9-12

  “Y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos”. Cuando uno cuenta una experiencia personal extraordinaria, supuestamente un milagro, llevado por su entusiasmo puede en el fondo de su testimonio estar alabando más su fe que dándole gloria a Dios; y eso cuando realmente hubo una intervención sobrenatural porque Dios pudo habernos dado lo que deseamos por la vía natural porque su propósito no fue premiar nuestra fe con una señal sino someterla a prueba y atraernos más hacia sí, y lo que tenía el designio divino en su mente fue mostrarnos nuestra poca fe. Uno debe ser más modesto al contar el número y el tamaño de las bendiciones de Dios. Un poco más sobre el texto en los versículos siguientes.

2 Tes. 2: 11, 12

  “Por esto Dios les enviará un poder engañoso, para que crean en la mentira   “ Bien merecido se lo tienen, que un espíritu malo salido de parte de Jehová los extravíe, por menospreciar la verdad sin señales, porque eso es lo que estaban buscando, no la fe, ni la santidad, ni la inmortalidad. Oh ¿nos pretenden a nosotros también los poderes mentirosos? Guárdanos de ser extraviados de la verdad, que tú y mi salvación siempre sean mis mayores deseos. ¿Por qué no aman la verdad? Para poder complacerse a sí mismos, sus ambiciones, vanidades, la carne y en el mundo; las señales les permiten seguir complaciéndose en el pecado. Si obtienen las señales que buscan es para no santificase ni tener fe en la verdad (v. 13). ¿Razón básica porque buscan la señales? Para no vivir piadosamente. 

 

Por qué los escogidos jamás caerán ante el engaño 

2 Tes. 2:13-15

  “Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad”.  Si los escogidos no pueden ser engañados es porque Dios los ha predestinado desde antes de la fundación del mundo, para que sean santos y fieles. Permanecen fieles a la palabra del evangelio para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Sí, lo digo y lo repito porque el apóstol lo ha dicho (2:9-12): se apartan doctrinalmente del evangelio para ir tras las señales porque quieren vivir conforme a sus deseos, para continuar una secreta relación con el misterio de iniquidad. Los que Dios llama mediante su evangelio, los regenera, los santifica y sienten pasión por la verdad. El llamamiento de Dios tiene como fin la santidad del llamado; es el meollo de la elección eterna.

Señor, no he creído las señales y otras cosas no porque mis maestros me hubieran dicho que ellas eran falsas o inocuas para mi fe, sino porque el evangelio me fue predicado como una verdad para ser creída, se me habló de la salvación por medio de la verdad; me hablaron de las señales pero como la historia de la revelación, para mostrarme por medio de ellas quién eras tú, no como una necesidad contemporánea de repetición. Si tú sanabas a los ciegos no era para que todos los ciegos ahora fueran sanados sino para revelarnos que tú podías sanar a los ciegos, y así a los cojos, los mancos, los leprosos, para revelar tu identidad. Y si resucitaste a Lázaro y al hijo de la viuda de Naín, me enseñaron que no era para que yo o cualquier otro intentase lo mismo sino para revelarme que tú podías hacerlo y que los que mueren en Cristo serían al final resucitados. Los milagros fueron para que yo creyese en ti no para convertirme en autor de otros similares. Ese fue el mensaje que me dijeron que dejaste a la iglesia y el que yo recibí. 

Supe que la salvación venía como un conocimiento de la verdad y la fe en ella. Por eso, desde un principio de mi salvación me he dedicado a creer la verdad sin señales modernas, ni por medio de ellas, porque he aceptado el testimonio que de ella contiene la Escritura, una verdad que transforma y me justifica. Muy fácil hubiera sido por la abundancia de religiones que el evangelio hubiera llegado a mi de otro modo, pero tú me elegiste para esas dos cosas, santificación y fe.  ¡Oh, en qué peligro se hallan aquellos que buscan primero los milagros que la verdad! El secreto de mi salvación y de mi ortodoxia es el mismo, la misericordia de Dios que me predestinó para ese camino y lo que escuché determinó luego lo que he sido. No me hallo perteneciendo a una denominación cristiana donde fácilmente pudiera ser engañado.   “La doctrina” quiere decir en relación con el evangelio y la esperanza y con la práctica del evangelio. El nombre de pecado se   “complace” y disfruta el pecado y se llama así porque el fin de su anti religión es cometer pecados; no vivir para nada en la santificación.

 

Capítulo 1

 

Exposición 1

Saliendo y entrando en la misma iglesia

2 Tes. 1:1-4

  “Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo:2  Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.   “Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis”.  

 

Con gozo hoy nos pronunciamos a la exposición de la Segunda Epístola a los Tesalonicenses. Es como salir de una iglesia y volver un tiempo después para entrar en ella. ¿Habrán cambiado las cosas? ¿O se hallarán como las dejamos? ¿Se dieron besos en las mejillas y ha circulado la literatura recomendada con conjuro, entre la santa membresía? ¿Qué efecto produjo la correspondencia anterior? No está demasiado mal que queramos conocer algo del trabajo de la gracia por nuestra mediación, pero en este caso se trata de las labores de un gran apóstol y eso es una empresa buena.

No hay que comentar mucho sus primeras palabras introductorias porque ya eso lo hicimos en la carta anterior, salvo que así se demuestra que no ha cambiado nada, la iglesia continúa siendo propiedad de Dios,   “la gracia” la que la forma y establece y   “la paz” el resultado de ella, en sus relaciones con el Señor por la reconciliación y entre ellos mismos  traducida en armonía fraternal.

Se ratifica que ambos, el Padre y el Hijo, en armoniosa conjunción forman la iglesia y son ellos la fuente y el medio de bendecirla. Siempre que encaminemos nuestros pasos hacia una iglesia pensemos en eso, que es una propiedad de manufactura divina, la obra más excelente y exquisita de su amor, el fruto de la relación íntima de la divinidad y que debemos desearle con todo el corazón, que sea sostenida con gracia e impere dentro de ella la paz. No importa que no sea nuestra iglesia, que nos sintamos incómodos o inconformes provisionalmente en nuestra primera asistencia, porque los cambios, más que su estado espiritual es probablemente lo que nos afecta negativamente, porque si llegamos a vivir  dentro de ella y conocer la buena obra de Dios en la salvación, también le llegaríamos a amar mucho y admirar en el Espíritu.

Una iglesia es un libro muy difícil y se tarda uno mucho en entender y comprender, pero cuando se llega a hacerlo se le aprecia debidamente, al fin y al cabo, cualquiera que sea la congregación, que fundada en Dios Padre, en la gracia recibida por nuestro Señor Jesucristo y comprobadamente edificada sobre la doctrina de los apóstoles y profetas, es amable y espera que sintamos hacia ella con condescendencia y no le rehusemos nuestras ternuras.

Encaminemos nuestros pasos hacia la congregación, no angla ni hispana ni germana, sino de tesalonicense, aunque no sea la nuestra y veamos, no para censurar, sino para aprender, como han ido las cosas desde que nos marchamos.

Primero que todo quiero, mis hermanos, que nos fijemos que Pablo admira la iglesia, al punto de,   “gloriarnos  “ (v. 4), dice. La palabra que usa es   “egkauxasthai” que es también   “jactarse  “ o enorgullecerse de algo. Esto es un sentimiento muy pastoral, muy dado por el Espíritu al siervo de Dios para que goce de su trabajo, para que lo disfrute, para que lo agradezca, para intensificar sus esfuerzos, para que no desmaye ni se desaliente y abandone su tarea. Otros, aún su propia familia, puede que no participe de este criterio espiritual suyo y mire sólo las cosas de la carne que hay en la membresía.

Al ministro Dios lo capacita para mirar de modo diferente a sus hermanos al punto que sin fingida aclamación puede admirar, enorgullecerse y gloriarse en Dios en ellos. Si Satán, por alientos de otros, logra apagar esa admiración de la gracia, reduciría su ánimo a cenizas,  paralizaría todas sus iniciativas y encogido de hombros se iría a algún otro lugar. ¡No decepcionéis al ministro de Dios si amáis la obra del Señor!

También notad que Pablo lo que admira son las posesiones teológicas o espirituales que la congregación tiene en posesión. No digo hermanos, los conocimientos teológicos, esos también en otras partes ensalza, sino aquellas posesiones espirituales relacionadas con el testimonio,   “Tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis” (v. 4) con   “paciencia y fe”.  Quizás un mejor orden sería fe y paciencia. Pero estas dos virtudes son espirituales porque proceden del Espíritu. Son las que permiten ejercitar la salvación y hacerla evidente o negarla. Son las que hay que emplear en las tribulaciones y padecimientos y sirven de termómetro de todas las demás y revelan la genuinidad de toda la profesión. Nuestra admiración mayor por un hermano es cuando se nos cuenta cómo se comporta cuando lo ven sufrir.

Y por último, no sólo los admira sino que también los agradece,   “doy siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos, como me es digno” (v. 3) o como se diría,   “doy gracias siempre porque me siento obligado a hacerlo, veo y estoy enterado de la obra de gracia en vosotros y no puedo obrar de otro modo que con acciones de gracias”.  Especialmente el apóstol es movido a la oración por ellos porque ha oído que tanto la fe de ellos como el amor interno de la congregación asciende y crece de tamaño. Es siempre poco el esfuerzo, amados, que hagamos para ahondar las raíces del amor fraternal entre nosotros y por nada debemos trabajar tanto ni suplicar más que por verlo hecho una realidad. Para que no haya nadie entre nosotros que se sienta no querido por los demás porque Pablo habla del amor de todos, indicando que nadie se queda sin sentir que en la iglesia donde asiste los demás lo quieren. Más sobre el agradecimiento de los otros a Dios puede, si le interesa, hallarlo en mis exposiciones a los filipenses en los primeros versículos del capítulo uno.

 

Exposición 2

2 Tes. 1: 5-9

El infierno es muy grande

  “Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”.

 

Nuestro estudio hoy es eminentemente doctrinal, no por eso deja de ser práctico. El tema es muy solemne, la condenación al infierno de los impíos. No lo oigamos pues, como algo ajeno, nunca nos es ajeno, cierto es que ahora ya no pesa sobre nosotros ninguna condenación porque estamos en Cristo, pero antes que los ángeles se alegraran con nuestro arrepentimiento sí estábamos igual que los demás. Hoy pues, con temor y gratitud meditamos en nuestra salvación y amamos al Señor por haberla sufrido en nuestro lugar. También pensamos en nuestros familiares y amigos que todavía no han alcanzado gracia. Al estudiar lo espantoso del infierno nuestros corazones se conmueven; y quizás nuestras lenguas, para hacer algo por ellos.

El apóstol, desde la primera epístola ha venido hablando con encomios sobre la fe y la paciencia que los hermanos tesalonicenses han tenido enfrente a sus tribulaciones; pero ahora, parece que ya no puede más y revela el castigo que aguarda a los perseguidores; no quizás para azorarlos a ellos porque no se hallan dentro sino afuera, sino para que la iglesia, con esta esperanza de justicia, se confirme en cuanto Dios les ama y que no dejará sin retribución a los que libremente han actuado para afligirla.

Es importante amados, subrayando, que notemos la frecuencia con que el apóstol enseña que aunque algunos impíos sientan la mano de ira de Dios sobre sus vidas ahora, el real y continuo castigo ya está situado para el Retorno de Cristo, vivan o hayan perecido, cuando uno tras otros tendrán lugar los eventos escatológicos (futuros) que ya hemos estudiado.

En esta exposición tendremos la oportunidad de analizar la condenación de los impíos en el infierno. Hay quienes actualmente niegan la condenación de las almas en el infierno porque les parece que la razón lo reprueba y que los textos bíblicos sólo mencionan una condenación como aniquilamiento. ¿Es eso cierto? 

El texto deja ver claramente que la perdición para algunos es real, por lo cual no todo el mundo resultará al fin bendecido con la vida eterna, pero, pensemos en estos declarados enemigos del cristianismo. ¿A qué tribulación retributiva aquí se refiere? ¿Discriminarlos, ofenderlos, abofetearlos, humillarlos, perseguirlos, torturarlos? Su venida en juicio ¿traerá una masacre, un genocidio? ¿Podrá ser tan impura la gloriosa justicia divina?

Como ellos hablan que el infierno es algo que la razón humana rechaza, usemos nuestra razón, para pensar si la justicia humana es suficiente para retribuir muchos delitos que ha tenido que sufrir la humanidad de sus enemigos públicos. Supongamos que ya la justicia humana los haya sancionado a prisión perpetua o lo haya ejecutado. Imaginemos, sobre la historia, que aquellos sanguinarios como Nerón, Diocleciano, Herodes, resuciten, habiendo estado muertos por siglos. ¿Qué justicia se les podría aplicar que no fuese impura ni injusta? Satisfaría nuestra justicia la aniquilación? Pensemos en alguien que haya salvajemente asesinado a otro, en un descuartizador de mujeres, en un violador, en un corruptor de menores, en un monstruo y criminal nazi.

El Nuevo Testamento nos enseña que será una justicia divina, por lo tanto, ha de ser perfecta. Si así es, tiene que ser (1) Espiritual, (2) Moral, (3) Consciente y (4) Reconocida justa por el mismo condenado. Para Dios la violación, el asesinato, el ultraje, son más que crímenes son pecados, son violaciones espirituales de su Ley espiritual. Las tribulaciones que esperan a los impíos,   “pagar con tribulación” (v. 6) la retribución,   “para dar retribución (v. 8), la perdición,   “pena de eterna perdición” (v. 9), será una condenación espiritual en el sentido moral de un castigo, en el sentido que satisfaga la revelación y la voluntad divina.

Si el castigo de ellos será moral, espiritual; como se revela por doquier, ha de ser un castigo consciente. ¿De acuerdo? (La conciencia que manifiestan los condenados por su condenación, en las enseñanzas de Jesús es incuestionable). Por ende, el castigo no puede consistir en una muerte de extinción porque de ser así no habría aflicción moral, ni consistiría en una pena espiritual. ¿Y no presentaría un verdadero problema moral, un infierno eterno? En cuanto a que es tan grande que entra en conflicto con la razón, convengo que una aniquilación es un castigo más benévolo; porque un regreso al no ser, al cero, a la inconsciencia, es mucho más aceptable para la razón, que un infierno de horror (Lo veremos más abajo en la condenación de Judas cuando el Señor dijo que mejor no hubiera venido a este mundo,   “el no ser”). Pero entonces, ¿por qué han de resucitar los impíos?  ¿Para qué han de volver a la vida, sólo para escuchar la sentencia? 

Cristo comparó como superior la condenación dada por Dios con la que los hombres pueden dar, si de pena capital se trata,   “no temáis a los que matan el cuerpo pues el alma no pueden matar”, “antes temed a Aquel (Dios) que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mt.10: 28), la Biblia lo afirma. Nosotros no podemos concebir un castigo infinito porque no lo somos, no podemos tener una clara idea de lo que es ofender a Dios, por nuestra vinculación con el pecado. Nuestra moral no es perfecta como la suya. El concepto que tenemos de Dios por la fe es el más aproximado a lo que él es. Cuando un hombre no tiene fe, las cosas   “del Espíritu”, lo mismo la salvación que la condenación le son incomprensibles y las juzga como locura o necedad. ¿Es injusto o irrazonable mantener un infierno eterno para quienes desean ser recluidos en él habiendo muchas ofertas para no entrar?

Cuando Judas pecó se nos revela que se fue “a su propio lugar” (Hch.1: 25). ¿Cuál? A la condenación. Si a él le hubiera sido mejor   “no haber nacido”, como dijo el Señor (Mt.26: 24), su condenación tiene que implicar una intensidad mucho mayor que la muerte física que sufren todos los que nacen. Los que se quejan de injusticia o inmoralidad en la sentencia del infierno, pueden ver aquí que el infierno es un lugar propio para Judas, él no podría ir a otro para el cual no estaba, por la regeneración preparado.

En cuanto a que los condenados continúan conscientes en su condenación, lo indica también la palabra   “apo”,   “excluidos”, en nuestro texto en castellano, en inglés la traducen   “from”, de o desde la presencia del Señor, o de su rostro, dicho con exactitud, desde donde emana la gloria divina y desde donde sale la destrucción de los impíos, lo cual se corresponde perfectamente con las palabras del 2:8, cuando el hombre de pecado será muerto por   “el resplandor de su venida".

Pero como dice C. Wanamaker,   “apo  “tiene una connotación espacial?. Y esa connotación   “espacial” es la que se traduce como   “excluidos” o   “lejos”. La destrucción consiste en la separación del impío del rostro del Señor. Esa misma idea de alejamiento o separación se halla muy viva y frecuente en los sermones de Jesús. Basta con oír a Lázaro en la parábola hablarle al rico de la   “sima” que los separa y de la imposibilidad de ir de un lugar a otro. El rico nunca pidió que lo sacasen de allí, aunque él no sabía nada de esa   “sima” (es un hueco hondo, un precipicio, un pozo, no es cima que indica una montaña. Pidió que Abrahán viniese, no que él fuera. Lo que uno presume es que sí conocía que se hallaba en   “su propio lugar”, que no había otro fuera de allí y que aunque Dios quisiera llevarlo consigo no podría hacerlo porque no estaba preparado para gozar nada de lo que hallaría en el paraíso. En el llamado Juicio de las Naciones de Mt. 25 se lee lo mismo, separación, exclusión. (Note que el rico no pidió a Lázaro que lo sacara de donde estaba, él sabía que era imposible porque no había otro lugar para él, de cierto modo, por terrible que fuera su pena aceptaba quedarse donde se hallaba). ¿No hará eso que hoy busque su rostro? ¿Qué busques el resplandor de su gloria? ¿Podrás resistir su rostro como llama de fuego? (v. 8).

El castigo eterno, o sea la existencia del infierno, es revelado, es algo que  Dios nos ha enseñado, por tanto, su aceptación o rechazo no debe quedar bajo tratamiento de la razón humana. Lo que hay es que convencerse si la Biblia lo enseña o no. Si aplicamos la regla de medida de la razón y la justicia humana, podemos reprobar verdades que son básicas en la revelación. La condenación eterna es una consecuencia que demanda la supervivencia del alma. Si se niega esto, aquello no hace falta. Van ambas doctrinas abrazadas como hermanas.

Para continuar estudiemos el v. 9,   “los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. Al Pablo decir perdición no está diciendo aniquilación sino destrucción (olethron), la misma palabra que usó en 1 Te.5:3. Es cierto que puede indicar muerte, pero la evidencia muestra que es más que eso. Cualquiera que tenga paciencia para localizar la misma palabra dentro del Nuevo Testamento o sus sinónimos, (apólumi, katargeó, lúo, katalúo) se podrá convencer que nunca significan aniquilación sino más bien, destrucción o ruina.

Ya hemos dicho que la ruina de los impíos es inminente con la venida de Cristo, ya hemos enseñado que no consiste en una aniquilación, ya dijimos que el infierno es un lugar de conciencia, no de inconsciencia y que los que como Judas, bajan a él, hallan que es su propio y único lugar donde podrían estar. Pero pudiera añadir que la condenación es muy amplia. Al infierno bajan más almas que las que uno supone. Nuestro texto no habla sólo de los que los atribulan. Cuando Cristo regrese, tras la resurrección que habrá, no solamente los enemigos de la iglesia serán destruidos, sino muchos más; también la tribulación y los padecimientos alcanzarán a   “los que no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (v. 8). 

 

Exposición 3

 

2 Tes. 1: 10-12

  “10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros). 11 Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder, 12 para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo”.

 

            

El castigo como lo pone el apóstol, tendrá lugar cuando el Señor viniere. Siempre el Nuevo Testamento hace eso, asocia la retribución de los impíos al Retorno y por supuesto hay que suponer que eso ocurrirá después de la resurrección de los malvados, durante el juicio final que comenzará inmediatamente que él vuelva, no mil años pasados. Eso lo había enseñado el Señor con estas palabras   “y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo a resurrección de condenación” (Jn.5: 29). Y en esas palabras hay que estimular mucho la imaginación para suponer un aniquilamiento posterior o un período de mil años. 

Sin embargo, no se menciona la condenación espiritual que sufren los que inmediatamente se alejan de sus cuerpos. Eso claramente lo enseñó Jesús, pero no se hace aquí, ni mayormente en los Evangelios, no es definitiva, es un estado espiritual incompleto, incorpóreo, faltándole aún eventos por ocurrir y porque aún la sentencia definitiva no ha sido pronunciada. La sentencia siempre tiene que mirar hacia el día del juicio final.

¿Estamos preparados para ese magno evento? ¿En qué confiamos para no ser rechazados? La palabra clave para la admisión es digno   “para que nuestro Dios os tenga por dignos” (v. 11). Y ¿cómo uno podrá presentarse allí dignamente si hemos enseñado la doctrina de “la depravación total  “? ¿Si nadie en sí mismo tiene méritos para ser salvo por ellos? La respuesta es que aquí el apóstol no viene hablando de ninguna dignidad intrínseca natural o adquirida. No se toma la palabra digno como “hacer dignos” sino considerar dignos. Es la misma incluida en la compuesta de 1:5. Conocemos en nuestra sana doctrina que somos salvos por consideración a los méritos de Cristo, porque ellos se nos atribuyen y por lo cuales llegamos a la justificación. 

Ese estado de dignidad en que quiere el apóstol que seamos hallados, es un trabajo de su graciacomo abajo dice. Pide en oración que Dios “cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros” (vv.11,12). La salvación es un trabajo de manufactura, desde una punta a otra, divina; un resultado de los buenos deseos y la infinita bondad de Dios, que nos salva y a la vez perfecciona esa salvación en santidad y gloria para el encuentro con su Hijo Amado en su regreso. Es cierto que en el último minuto él completará su trabajo de gracia, pero me parece que el deseo de Pablo se refiere más bien al trabajo continuo y diario de la gracia divina, que lo ejerce por medio de la fe, “toda obra de fe”. Es el sostén y mantenimiento de nuestra fe lo que le permite a él perfeccionarnos para su reino celestial. Oh hermanos, ese es nuestro consuelo, que su bondad continúe, que siga ejerciendo mediante los medios de gracia dispuestos, nuestro perfeccionamiento y cada vez sea sentido mayor en nosotros ese su   “eterno peso de gloria”. Nosotros nos esforzamos por ser fiel, usamos los medios que conocemos, con temor, para cuidar nuestra salvación, pero dependemos de su bondad para que ellos nos sean efectivos y lo que oímos o leemos no resulte en cosa vana y sin provecho. Oh, Dios santo, ¡no quites tu bondad y buenos deseos de sobre nosotros! Pensemos siempre en su bondad, que pudiera ser traducido como “virtud” “beneficencia”. Atributos que pertenecen a su carácter completo e incambiable, sin defectos. Sus hijos no deben suponer ninguna cosa que les acontezca sin que de un modo o de otro muestre en ello su bondad. Aun cuando diga un no es porque nos conviene más que un sí. Aun en la disciplina, que es un llamado a mejor obediencia, él se muestra bondadoso y compasivo, para que siempre estemos contentos con Dios, como hijos, como empleados, y satisfechos con su carácter y tratos. Aunque un millón de ingratos y ciegos no vean, sientan ni expresen gratitud hacia Dios, yo no seré uno de ellos. Nunca veo de Dios el ceño fruncido sino ojos de complacencia. Dios es fiel y bueno.

Hay un elemento en la plegaria de Pablo que me permite vislumbrar que el trabajo de tenernos por dignos no será interrumpido, la glorificación de Jesucristo,   “para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado”. Está claro en los evangelios y en todas partes que Dios quiere glorificar a Cristo y por eso dio testimonio a favor suyo en su bautismo, por medio de su Espíritu y en su resurrección. Siempre acudió a sus oraciones, siempre trabajó junto con él en las obras que hizo. Si el Padre lo ha sentado a su diestra y le   “dio un nombre que es sobre todo nombre” continuará con ese propósito sin interrumpirlo.

Su trabajo de gracia y santificación no será tronchado por algún punto porque no está limitado a nuestra salvación, al recibimiento de ella. Él no nos salvó meramente porque quería excluirnos de la condenación sino también porque haciéndolo glorificaría su mismo nombre, por ende el plan continúa hacia adelante por la honra que persigue para sí mismo. Note muy bien que lo que estoy afirmando es lo que Pablo tiene en mente cuando dice primero   “ser glorificado (él) en sus santos” (v. 10),   “ser admirado (él) en todos los que creyeron” (v. 10). Y en v. 12, antes de decir   “y vosotros en él nos dice”   “sea glorificado (Jesucristo) en vosotros,

Con todo eso lo que aprendemos es que ahora Dios por su bondad, se halla trabajando con su gracia en nosotros para reproducir la imagen de su Hijo en nuestras vidas, la semejanza con él que perdimos cuando la caída en pecado de Adán. Cuando Cristo regrese y nos   “despertemos a su semejanza” la admiración de los ángeles y santos no se centrará en nosotros sino en la semejanza que con él tendremos, en   “la imagen celestial” (1 Co.15: 49). No seremos el objeto de la gloria y las alabanzas sino el medio, porque estaremos reflejando la mismísima imagen de la divinidad. La admiración no será para nosotros sino para él, las glorias y aleluyas no serán para la obra sino para el Hacedor, no para las esculturas sino para el Escultor.

Y ¿dónde y cuándo comenzó toda esa magnífica obra de bondad? Cuando creímos el evangelio, como dice el apóstol, “por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros” (v. 10). O sea nuestra predicación, eso se hace y se hará más aún en   “los creyentes” porque es una obra de fe. Mientras permanezcamos en la fe, mientras seamos sostenidos entre los creyentes, continuará el proceso de glorificación del nombre de Jesucristo en nosotros terminando en la cúspide de la resurrección y la vida eterna.

¿Vivimos ahora de modo que saque la admiración a Cristo? ¿Hemos oído y acudido a su llamamiento de salvación? ¿Vivimos de modo que se esté evidenciando la dignidad de la regeneración? Dios lo desee.

 

Capítulo 2

Notas

En este capítulo 2 les pone doctrinalmente los pies en la tierra, pues tocante a la venida del Señor, si no les había fijado una fecha les habían hecho creer que estaba más cerca de lo que estaba. Un escogido de Dios no debe ser engañado doctrinalmente (vv.13, 14). No existen medios para que sean engañados (v. 2). Esa situación dio origen a una explicación extensa sobre el hombre de pecado.

2 Tes. 2:2

  “Que no seáis sacudidos fácilmente en vuestro modo de pensar, ni os alarméis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha llegado”   “Sacudidos” es una buena traducción, lo mismo que destruidos. ¿Crees que sabes suficiente todas las doctrinas como para que nadie pueda cambiarte tu modo de pensar? No lo creas, las doctrinas son enseñanzas reveladas, las cuales sólo tienen una base escritural y no tienen ni pueden tener otra clase de comprobación que la exégesis bíblica; pero sí hay muchos modos no escriturales de negarlas, lo que llamamos objetiva o científicamente; no proceden ni significan nada para una buena exposición del pasaje. Son historias de fe, caballeros.

2 Tes. 2:3

  “Que nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que primero venga la apostasía y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición “   “Un momento, no vayan tan deprisa que Cristo no vendrá tan pronto; no sólo tienen que esperarlo a él sino la aparición de una clase de gente dentro de la iglesia cristiana con doctrinas heréticas y poderes sobrenaturales dados por satanás”.  Pablo estaba acostumbrado a que corrompieran el evangelio pero que no tuvieran poder (1 Co. 2: 1-5), pero ahora iría apareciendo un tipo de gente que se opondría al Dios verdadero y a la religión (¿secular?) Pero que haría señales. Ve algo de eso en Mt. 7.22. ¿La ciencia atea? Justificaría una forma de vida “inicua” y secular. Ver que es lo opuesto a la “santificación por el Espíritu y la fe en la verdad” (v. 13). En todas las épocas aparecen señales proféticas sobre la segunda venida de Cristo y sobre el hombre de pecado. Ella es una esperanza abierta.

 

Ínfulas de un tipo de hombre de pecado

2 Tes. 2:4

  “El cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama dios o es objeto de culto, de manera que se sienta en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios”. Observa que habla en presente porque, ya esta “clase de hombres” está presente (v. 7).   “En el templo” ¿será el universo, el mundo? Los premilenarios exageran cuando toman estas palabras para decir que el templo de Jerusalén será reedificado y que allí se instaurará el hombre de pecado. ¿Se proyecta en el mundo como un poder secular, impío, obrando maravillas por medio de una ciencia atea y haciéndose pasar por Dios?  Pudiera significar que obra maravillas que sólo Dios pudiera hacer, pero negándolo a él. No es un movimiento espiritual, pero está encaminado a vivir pecaminosamente haciéndole perder la fe a los creyentes por sustituir a Dios. Lo mismo puede ser un hombre que una clase de hombres. No tiene el hombre mayor ambición que las de ocupar el lugar de Dios sobre la creación, no sólo con el propósito de dominarla sino para ser adorado y ponerse en lugar de Dios por medio de sus conocimientos. Muchos similares ha habido que negando ser Dios actúan como él, pero éste sí lo afirmará y acompañará su venida con milagros, explicables para él y sin intervención sobrenatural sino por la mano humana (v. 9). Todas las épocas, incluyendo esta del siglo veintiuno, tienen sus arrogantes hombres de pecado, que, excluyendo a los fanfarrones religiosos, piden a los beneficiarios que nada más tengan fe y esperen milagros de ellos, los anticristos.

 

La formación de un tipo de hombres sin ley

2 Tes. 2:3-8

  “Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, sólo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio”.  La clave para la interpretación de ese texto está en conocer quién es el que detiene la manifestación del hombre de pecado; yo me sumo a la opinión de que se trata en primer lugar del estado (en aquel entonces los césares) y, en segundo lugar, por supuesto el evangelio. Cuando las leyes del gobierno sean quitadas del medio, el hombre sin ley (que es lo que quiere decir   “hombre de pecado”) se manifestará. Se le llama   “hombre sin ley” porque actúa libremente sin que haya leyes que lo restrinjan. El mismo no respetará ley alguna ni proclamará leyes. No respetará leyes morales, no habrá tampoco Espíritu Santo que lo convenza de pecado. Sus actos son precisamente pecados más que actos ilegales. El hombre cristiano tiene que participar activamente en eso que ahora lo detiene, ayudar al estado a que no dicte leyes que favorezcan la aparición del hombre sin ley; que, por garantizar la libertad, en honor a ella, haga que el hombre inicuo (sin ley) tenga el camino abierto para su aparición y propagación. Apoyando los movimientos antiabortos, y los que se oponen a la legalización del matrimonio del mismo sexo. ¿Qué más necesitamos para destruir al mundo que la palabra de Cristo a la cual se le llama espada?  (Apc. 1: 1619:15). Oh, Señor Cristo, el pecado con tu palabra muere. En todos los siglos ha habido hombres de pecado, pero el Espíritu y la Palabra los ha herido, derribado y destruido. De era en era hay nuevas mentiras y prodigios que surgen y atacan. El hombre cristiano debe ayudar al estado a que no dicte leyes que formen el hombre de pecado.

Ayúdanos, Señor.

 

No intentes manipular a Dios 

2 Tes. 2: 9

  “Inicuo cuya venida es conforme a la actividad de satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos” ¿Por qué andas, creyente, detrás de poderes sobrenaturales, señales y prodigios? ¿Qué es eso de gloriarte en las señales? Las señales como testimonio de la verdad ya Dios las hizo, ahora la única razón es su amor y compasión por las criaturas. Reuniones dedicadas sólo para sanidades no deben tenerse porque eso es manipular a Dios. La misericordia de Dios con nuestra salud es soberana y no puede ser distribuida según nuestros deseos y a caprichos. Podemos reunirnos un grupo para orar con muchas lágrimas y suplicar por un enfermo, para mover al Señor a tener piedad  (Flp. 2: 26, 27), y seguro que él nos oye, y le alabaremos; pero después que lo ha dado, sabemos que nos ha mostrado una misericordia especial, excepcional que estimula nuestra fe y la de otros, pero como en la salvación la misericordia de Dios en las señales es soberana y actúa como quiere. Mientras ores, toca a la puerta de la misericordia divina y cuando abra inclínate.

2 Tes. 2: 9-12

  “Y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos”. Cuando uno cuenta una experiencia personal extraordinaria, supuestamente un milagro, llevado por su entusiasmo puede en el fondo de su testimonio estar alabando más su fe que dándole gloria a Dios; y eso cuando realmente hubo una intervención sobrenatural porque Dios pudo habernos dado lo que deseamos por la vía natural porque su propósito no fue premiar nuestra fe con una señal sino someterla a prueba y atraernos más hacia sí, y lo que tenía el designio divino en su mente fue mostrarnos nuestra poca fe. Uno debe ser más modesto al contar el número y el tamaño de las bendiciones de Dios. Un poco más sobre el texto en los versículos siguientes.

2 Tes. 2: 11, 12

  “Por esto Dios les enviará un poder engañoso, para que crean en la mentira”. Bien merecido se lo tienen, que un espíritu malo salido de parte de Jehová los extravíe, por menospreciar la verdad sin señales, porque eso es lo que estaban buscando, no la fe, ni la santidad, ni la inmortalidad. Oh ¿nos pretenden a nosotros también los poderes mentirosos? Guárdanos de ser extraviados de la verdad, que tú y mi salvación siempre sean mis mayores deseos. ¿Por qué no aman la verdad? Para poder complacerse a sí mismos, sus ambiciones, vanidades, la carne y en el mundo; las señales les permiten seguir complaciéndose en el pecado. Si obtienen las señales que buscan es para no santificase ni tener fe en la verdad (v. 13). ¿Razón básica porque buscan las señales? Para no vivir piadosamente. 

 

Por qué los escogidos jamás caerán ante el engaño 

2 Tes. 2:13-15

  “Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad   “ Si los escogidos no pueden ser engañados es porque Dios los ha predestinado desde antes de la fundación del mundo, para que sean santos y fieles. Permanecen fieles a la palabra del evangelio para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Sí, lo digo y lo repito porque el apóstol lo ha dicho (2:9-12): se apartan doctrinalmente del evangelio para ir tras las señales porque quieren vivir conforme a sus deseos, para continuar una secreta relación con el misterio de iniquidad. Los que Dios llama mediante su evangelio, los regenera, los santifica y sienten pasión por la verdad. El llamamiento de Dios tiene como fin la santidad del llamado; es el meollo de la elección eterna.

Señor, no he creído las señales y otras cosas no porque mis maestros me hubieran dicho que ellas eran falsas o inocuas para mi fe, sino porque el evangelio me fue predicado como una verdad para ser creída, se me habló de la salvación por medio de la verdad; me hablaron de las señales, pero como la historia de la revelación, para mostrarme por medio de ellas quién eras tú, no como una necesidad contemporánea de repetición. Si tú sanabas a los ciegos no era para que todos los ciegos ahora fueran sanados sino para revelarnos que tú podías sanar a los ciegos, y así a los cojos, los mancos, los leprosos, para revelar tu identidad. Y si resucitaste a Lázaro y al hijo de la viuda de Naín, me enseñaron que no era para que yo o cualquier otro intentase lo mismo sino para revelarme que tú podías hacerlo y que los que mueren en Cristo serían al final resucitados. Los milagros fueron para que yo creyese en ti no para convertirme en autor de otros similares. Ese fue el mensaje que me dijeron que dejaste a la iglesia y el que yo recibí. 

Supe que la salvación venía como un conocimiento de la verdad y la fe en ella. Por eso, desde un principio de mi salvación me he dedicado a creer la verdad sin señales modernas, ni por medio de ellas, porque he aceptado el testimonio que de ella contiene la Escritura, una verdad que transforma y me justifica. Muy fácil hubiera sido por la abundancia de religiones que el evangelio hubiera llegado a mí de otro modo, pero tú me elegiste para esas dos cosas, santificación y fe.  ¡Oh, en qué peligro se hallan aquellos que buscan primero los milagros que la verdad! El secreto de mi salvación y de mi ortodoxia es el mismo, la misericordia de Dios que me predestinó para ese camino y lo que escuché determinó luego lo que he sido. No me hallo perteneciendo a una denominación cristiana donde fácilmente pudiera ser engañado.   “La doctrina” quiere decir en relación con el evangelio y la esperanza y con la práctica del evangelio. El nombre de pecado se   “complace” y disfruta el pecado y se llama así porque el fin de su anti religión es cometer pecados; no vivir para nada en la santificación.

 

 

 

 

 

2 Tes. 3:1

  “Finalmente, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor se extienda rápidamente y sea glorificada, así como sucedió también con vosotros”. Ahora el apóstol deja la angustiosa situación de la apostasía y retoma el asunto del ministerio en otras partes y pide que se ore por él para que la palabra sea bendecida con la salvación de muchos como fue entre ellos; oremos si está estancada entre nosotros ¡y lo está!, y si no es glorificada en la vida de los piadosos con sus frutos y de los impíos con la fe y la santificación. Arrodillémonos ante Dios por la prosperidad de nuestro ministerio evangélico; por lo que Pablo dijo anteriormente y por lo que dice después quiere decirles: no voy a producir otro evangelio, tenemos prueba que éste es el auténtico.

 

2 Tes. 3: 2, 3

  “Y para que seamos librados de hombres perversos y malos, porque no todos tienen fe”   “no es de todos la fe”. Está pensando más en ellos que en él, aunque él no quiere que le salgan opositores por todas partes:   “todos los que nos oyen no reciben mansamente nuestras palabras, muchos blasfeman   “ Por supuesto, que no es de todos la fe; pero es mía, o mejor dicho, soy de ella porque a esta forma de doctrina he sido entregado (Ro. 6:17).

 

Den gracias a Dios los que tienen trabajo

2 Tes. 3: 6

  “Ahora bien, hermanos, os mandamos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la doctrina que recibisteis de nosotros”. De cualquier hermano o hermana que esté infestado con la herejía de la distorsionada segunda venida de Cristo y que haya corrompido su conducta dejando sus obligaciones sociales y domésticas para vivir como parásitos. ¡Como se preocupó el apóstol no sólo por la doctrina sino por la conducta de los hermanos! El trabajo tiene que ser mirado como un privilegio y como un mandato divino. Señor gracias por los hermanos que tienen trabajos y los aman, gracias porque tienen salud para hacerlo y tú los prósperas. Bendice a los que no consiguen un trabajo, ayuda a nuestra sociedad que a veces no ofrece empleos para los que lo buscan. Si les das trabajo, le provees el pan nuestro de cada día.

 

La comunidad cristiana ejercía la disciplina 

2 Tes. 3:14

  “Y si alguno no obedece nuestra enseñanza en esta carta, señalad al tal y no os asociéis con él, para que se avergüence”. La vida cristiana rara vez se desarrolla sola, fuera del propósito de la comunidad. Se puede afirmar categóricamente que Dios no salva a nadie para que ande por sí solo viviendo su salvación. Lo que leemos en el NT es que los salvados formaban la iglesia que significa un pueblo o comunidad especial, nadie decía ser cristiano y se aislaba del grupo. Los discípulos desde un principio se mostraban contrariados y disgustados con los que no se unían a ellos (Lc.  9:49). Las iglesias eran comunidades interactivas, por usar un término muy moderno, no grupos de hermanos desconocidos que no se trataban entre sí y sólo se juntaban para aprender, adorar, ofrendaban y luego se iban. Era algo más que reunirse para esto y para lo otro, eran salvados para vivir juntos. La insistencia del apóstol en un detalle fraternal como el ósculo santo (1 Co. 16:20), indica que él procuraba inclinarlos unos hacia los otros, provocarles al acercamiento, a gastar tiempo juntos, a desarrollar la confianza recíproca, a abrirse el corazón los unos para los otros, a sostener íntimamente una santa familiaridad.

Las iglesias eran comunidades que trabajaban juntas, se ayudaban los unos a los otros, se preocupaban los unos por los otros, se dolían y se gozaban juntos, comían juntos con alegría y sencillez de corazón. Sin embargo, la comunidad no estaba aislada del resto del mundo, sino que vivía, se fortalecía, corría su rol interesada en su alrededor, dentro de la sociedad donde nació. Los pastores las educaban como un reino social y espiritual distinto, les predicaban un evangelio que lo implicaba y abarcaba todo. No sólo para salvar sus   “almas” sino para que funcionaran bien como seres humanos, moral y políticamente, en relación con Dios por medio de Jesucristo. Hay palabras del Espíritu para los padres, los esposos, los hijos, los siervos, los amos, para el cristiano en relación con su Salvador, con el rey que los gobernaba, con las autoridades, con los compromisos civiles. La comunidad funcionaba perfectamente integrada en la sociedad. Separar a un hermano de la comunidad era como desterrarlo de su ciudad o exilarlo civilmente de su país. Y esto no tiene nada que ver con la odiosa práctica de excomunión dentro de los Testigos de Jehová y otras sectas sin amor.

2 Tes. 3: 16

  “Y que el mismo Señor de paz siempre os conceda paz en todas las circunstancias. El Señor sea con todos vosotros”. La comunidad cristiana ha de vivir en paz, la paz de Dios, y para ello por lo que el apóstol dice (vv.14, 15), tiene que mantener un sistema de disciplina y enseñanzas. Oh Dios concédenos que nuestra iglesia sea una comunidad de paz, santa, y como el reino de los cielos.

 

 

Capítulo 3

Exposición 11

2 Tes. 3:1-5

Pablo no dice, “oren para que triunfemos”

  “Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe. Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal. Y tenemos confianza respecto a vosotros en el Señor, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado. Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo”. 

 

Primero que todo quiero que notes de qué habla el apóstol cuando dice que se ore   “para que la palabra del Señor corra y sea glorificada” (v. 1). Lo que está pidiendo es que se repitan los milagros de salvación que hubo en Tesalónica, que haya buena acogida por parte de los pecadores como la hubo allá, que haya similares derramamientos del Espíritu. Cuando él dice “corra” o   “camine” habla principalmente de dimensión, que de un sitio a otro adonde viaje el éxito espiritual lo acompañe, que la palabra que salga de sus labios no se limite a triunfar en un solo sitio, sino que vaya mucho más allá, incluso, de donde él se encuentra, porque Dios es poderoso, como pasó en el día de Pentecostés, puede usar a los que se salvan y que lleven la semilla eterna muy lejos, hasta donde son o donde viven.

Queridos, ¿no inclinaremos nuestros corazones ahora pidiendo lo mismo, que Dios tenga a bien darnos triunfo mucho más allá de donde se pronuncian sus palabras, que, por el aire, por la hoja escrita y por el testimonio verbal en otros lugares remotos llegue lo que hoy decimos bajito en este rincón? Orad, orad intensamente para que nuestra falta de méritos sea suplida con su gracia y no haya ningún obstáculo o barrera que impida el adelanto de su reino. Sé que pedimos un privilegio muy grande, el ser usado en tan amplia forma, pero ¿no lo anhela para su honor nuestro corazón, más que nada?

Cuando el apóstol dice  “glorificada” se refiere esencialmente a la salvación y la santificación, en la creación de un pueblo hecho semejante a su Hijo, con su misma imagen; y ese pensamiento concuerda con lo que sigue que   “que sean aislados, separados, o guardados” del mal y de los malos. Nosotros tampoco nos conformamos con menos, no nos satisface el número de oyentes que nos escuchan cada domingo, ni las posibles expresiones de aprobación de nuestros sermones, ni menos aún, aunque no es nuestra práctica, los testimonios porque con menos que salvación no nos conformamos. Queremos ver vidas cambiadas, hombres y mujeres hechos conforme a la imagen de Jesucristo y reflejando su gloria en el vivir. Si nuestros mensajes no traen convicción de pecado, fe, santificación nos sentimos atrasados y desalentados.

Las palabras  “corra y glorificada” combinadas juntamente tienen una gran implicación misionera y evangelística, que llega, como en un raudal de aguas vivas, hasta nuevas regiones, empapando nuevas vidas y corazones. Aunque agradecemos al Señor los hermanos que han venido desde otros sitios a ayudarnos, no nos conformamos con esas transferencias, queremos derrotar al diablo en el mundo y que la familia del Señor crezca con nuevos hijos. Ninguna otra cosa trae tanta gloria al Señor como la salvación de los pecadores y en eso tenemos que ser incansables, no son, grito, ¡no son los informes numéricos, algunas veces exagerados de los asistentes o testimonios verbales! los que dan la mayor gloria al Señor y eso no es lo que nosotros buscamos.

Hay otra cosa más y es que eso no pasa sin que se ore. Pablo pide oraciones, “orad por nosotros”. Pablo está trabajando duro, pero pide que oren por ellos, todos conocen bien el evangelio y lo que tienen que anunciar, pero pide que lo sostengan en oraciones. De nada serviría todo eso si ellos no oraban para que el Señor hiciera que la palabra fuera bendecida. Está en correspondencia con lo que ya hemos enseñado, que ningún medio es suficiente por sí mismo, todo lo que hagamos o sepamos está en dependencia de la voluntad del Señor. Cuando oramos por nuestro éxito evangelístico es como si estuviésemos declarando que no nos bastamos por nosotros mismos y como si reconociéramos el hecho que lo que ocurra y obtengamos procede de él.

Nosotros oramos por muchas cosas hermanos, pero debiéramos orar más para que los pecadores se salven, mucho más por los estudios y los sermones, más por el evangelismo y las misiones. Cuando venimos a un culto de oración no estamos perdiendo el tiempo, en él posiblemente nada pase, nada oímos, lo que va a pasar y lo que vamos a oír es después. Nos vamos a casa sin ver nada, pero lo veremos después. Cuando pase lo veremos y lo oiremos. Cuando los sermones sean más y más bendecidos estaremos seguros que el Señor nos está contestando lo que le pedimos.

Y por otra parte vea de quien es el éxito. Pablo no dice,   “oren por nosotros para que triunfemos”, eso olería mucho a personal. Él dice que sea la palabra la que sea glorificada. Si obtenemos algún resultado, lo pienso con mucha firmeza, se debe no a nosotros mismos sino a lo que predicamos, no a los predicadores. Si por Pablo mismo los milagros de salvación que tuvieron lugar en Tesalónica se hubieran podido repetir él no hubiera pedido intercesiones. Él era el mismo,  o mejor, ellos eran los mismos, o mejores.

Es iluso pensar que porque transportamos un evangelista de un sitio a otro ya el éxito de la obra se halla garantizado como se anuncian en los periódicos cristianos; la soberanía de la voluntad del Señor permanece fija y las oraciones que pide son un reconocimiento tácito de ese hecho. La iglesia debe estar informada de esto para que no ensalce desmedidamente a sus instrumentos y robe la gloria a quien le pertenece. Y tiempo no tengo ahora para ponderar el uso continuo de la palabra en la evangelización y no otras cosas sustituyentes o usurpadoras. El apóstol ruega que sea   “la palabra” la que Dios bendiga y sea ella la que corra y sea glorificada. Hay otros métodos que hoy se usan, lo sé, que atraen muchas gentes, los entretienen, los deleitan, los divierten, pero no salvan a nadie, no tienen la bendición divina para reproducir la imagen gloriosa de Jesús en ninguno.

El siguiente motivo por el cual quiere que se ore es por los impedimentos.   “y para que seamos librados de hombres perversos y malos” (v. 2). Uno no puede hacerse la idea de predicar el evangelio sin que haya obstáculos y peligros. La evangelización es una guerra espiritual contra los príncipes del mal y estos se opondrán, con sus fuerzas, constantemente. Los principales agentes del diablo para oponerse a una obra no son naturales, quiero decir, la lluvia, los truenos, los terremotos, la escasez. Son los hombres, las personas. Y principalmente los que entran a escondidas dentro de ella, Judas 4; los peligros de   “falsos hermanos” (2 Co.11:26). Es cierto que los apóstoles tuvieron muchísimos enemigos foráneos, que nunca pertenecieron a aquel movimiento espiritual, los hostigaban desde afuera, pero hubo muchos que se bautizaron e hicieron profesión de la nueva fe y sin embargo no eran nada de ello.

Estos impedimentos pueden ser de uno o de otro, yo pienso que se trata de enemigos internos que detenían su trabajo. Cuando él dice   “perversos” la palabra que utiliza es   “atópon” o   “sin lugar o fuera de lugar”. Judas, por ejemplo, en este sentido era malo y perverso porque su lugar no era donde se había puesto, su sitio era el mundo, el infierno. Un no converso es alguien que está fuera de lugar en la iglesia, ese no es su sitio y mientras más rápido se vaya mejor, porque menor será el mal que haga. Los no conversos dentro de la iglesia estorban mucho su trabajo misionero y el progreso de la obra en general, e indudablemente que se portan mal.

El diablo es el que pone a esa gente dentro de la iglesia para desalentarnos y crearnos problemas y provocarnos divisiones, porque no son aprobados. Cuando el apóstol dice que el Señor nos guardará   “del mal” mejor sería que lo hubieran traducido   “del maligno” (v.3). Nadie más sino el Señor porque es fiel nos podrá librar de aquellos enemigos que tenemos dentro de casa. Quizás nosotros mismos hayamos sido culpables dándoles entrada, pero él es fiel y nos protegerá a pesar de nuestra necedad.

Ahora quiero concluir haciendo una afirmación casi atrevida; porque no es de todos la fe en la iglesia (v.2). Si Pablo hubiera estado pensando en el mundo y dijera que no es de todos la fe, no añadiría nada a lo que ya ellos sabían. No es una novedad afirmar que los enemigos de la iglesia que están en el mundo no poseen fe. Tampoco sería gran cosa tomar la expresión   “porque no es de todos la fe” para explicar los impedimentos y persecuciones que la iglesia sufre.

Lo que sí es una contundente afirmación y da una explicación satisfactoria a los impedimentos que sufren y hasta peligros, es que los que ahora son llamados hermanos, los que oran con nosotros, los que ocupan cargos importantes en nuestra organización eclesiástica, algunos de ellos no son de la fe, no han sido regenerados y más tarde o temprano tendremos que esperar que el diablo los abalance sobre nosotros. Estos, aunque han pretendido tener fe, aunque supuestamente la hayan confesado, no han llegado a tenerla jamás porque Dios no se las ha concedido. La fe es un don de Dios y no se puede fingir mucho tiempo. Espeluzna pensar como Pablo, que entre pacíficos creyentes un día se alcen los feroces enemigos de los ministros apostólicos y que los ahora llamados pastores acaben convirtiéndose en malvados lobos,   “y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hch. 20:30). Oremos amados, para que el Señor preserve nuestras vidas y venga en auxilio de nuestro ministerio.

Sin embargo, no llega a la desesperación porque confía en que el Señor acudirá en su ayuda y lo guardará del diablo (maligno), que es siempre quien seduce a los no conversos miembros de la iglesia para que la destruyan. Las palabras de los versículos 4-5 expresan su deseo, su confianza y esperanza con respecto a ellos, sabiendo que serán fortalecidos y asegurados en la fe apropiándose ellos de la seguridad que son muy amados por Dios y penetrados por el ejemplo de paciencia que les dio Cristo. Amén.

 

Exposición 12

El que no quiere trabajar tampoco coma

2 Tes. 3: 6-15

  “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. 10 Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. 11 Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. 12 A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan. 13 Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien. 14 Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. 15 Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano”. 

 

Acabamos de entrar a una sección muy jugosa y que con aspectos prácticos será espinosa para algunos y amplísima para discutir en su totalidad. En su contexto este pasaje es el resultado de las falsas enseñanzas en relación con la parusía que sufrieron aquellos hermanos. Se desató una ola de entusiasmo tan grande y sin fundamento en el sentido que ya estaba a la vuelta de la esquina el retorno de Jesús, y no pocos hermanos hallaron motivos para haraganear todo el día. Ya ese mal fue expuesto en la epístola anterior, “y ocuparos en vuestros negocios y trabajad con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera y no tengáis necesidad de nada” (1Te. 4:10-12); y   “os rogamos hermanos, que amonestéis a los ociosos” (1Te. 5:14). Así que en esta segunda carta él se extiende un poco más sobre el tratamiento del mal, que con las primeras exhortaciones no logró acabar. 

El asunto es la holgazanería. Yo no sé si eso es una enfermedad cultural, o por mala educación familiar o un mal individual y congénito. Lo cierto es que es una peste y que la Biblia en otros sitios, como Proverbios, lo fustiga duramente. El trabajo no es una opción dada por Dios al hombre sino una obligación. Moisés dice en el Génesis que aun a Adán estando en el paraíso se le pidió que lo guardara y lo labrara (Ge. 2: 15). En Tesalónica algunos hermanos se habían declarado ociosos y la palabra que el apóstol usa para moverlos al trabajo es más que un consejo, es una orden.   “os ordenamos” (v. 6). Es un mandamiento, “el cual ha recibido mandato” (Mt. 10: 5; Hch.16:24). Así que haraganear está bíblicamente prohibido.

La holgazanería es clasificada aquí como desorden, “que ande desordenadamente” irregularmente, insubordinados. Eso es lo que significa la palabra ataxia (desorden). Ya dijimos en 1 Te.5:14 (ver mi exposición allá) que se deriva de una voz militar, es romper filas, acabar con el orden. La vida cristiana es una vida espiritualmente militar porque pertenecemos al ejército de Jehová. Somos   “combatientes” y la disciplina en la iglesia tiene que tener un orden espiritual de ese tipo.

Dediquemos ahora algún espacio para analizar los males que esa indisciplina ocasiona, primeramente en sí mismo. Supongamos que sea un joven soltero. ¿Y qué tendrá para sí mismo? ¿En qué futuro podrá pensar si no le gusta trabajar? En esta vida nada se obtiene sino con mucho esfuerzo y constancia. No podrá disfrutar ni su juventud ni su adultez. Por otra parte eso también le dañará en la formación de su futuro hogar puesto que ¿quién elegirá como compañero y padre de sus hijos a un indolente? Y ni qué decir de cómo se descompone el carácter de un vago, cuando a fuerza de no hacer nada todo se le arruina y empieza a dedicarse al chisme y a los pasatiempos inútiles, “porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente no trabajando en nada sino entremetiéndose en lo ajeno” (v. 11).

Como no tiene nada que hacer se dedica a investigar a los demás y a extraer de sus vidas informaciones para comentarlas con otros. Casi siempre los haraganes son glotones y además chismosos. Esto si no lo hace visitando constantemente a los que no debiera, lo logra espléndidamente con el uso moderno del teléfono.

La familia, se trate de los padres a los que el haragán no podrá recompensar o se trate de su esposa e hijos. En estos tiempos de un alza tan grande en el sistema de vida, ¿cómo se puede sentir una mujer cuyo esposo es un haragán y tiene ella que matarse trabajando, y él siempre hallando excusas para no emplearse y justificaciones para no conseguir un empleo? Es indignante ver a un hombre que no le importa como vivan los suyos o que viva del trabajo de ellos de modo parasitario. Pablo dice que él no fue gravoso a ninguno de vosotros (v. 8). Ni a los suyos ni a nadie, aunque sean hermanos de la misma iglesia. ¿Y la iglesia? ¿Con qué podrá ayudar al reino de Dios si no tiene ni para él ni para los suyos? Otros tendrán para compartir con los hermanos y él no. No podrá cooperar con ninguno de los programas misioneros o con los proyectos de extensión del evangelio cualesquiera que fueren.

Y por otro lado, es un mal testimonio para la sociedad, que mirará a la iglesia con desprecio. Pablo nos da dos vías para ayudar al holgazán. La primera es no darle comida y por supuesto, menos dinero, “si alguno no quiere trabajar tampoco coma” (v.10). Nosotros debemos usar caridad con los necesitados, menos con los haraganes. ¿Viene a comer? ¿Pide prestado? ¿Con qué va a pagar un individuo así que está desempleado porque quiere, sin echarle la culpa a la economía mundial? Nada hermanos, ninguna cosa, para que apretado por su propia necesidad considere su desventura un medio que lo lleve a emplearse y a faenar. No me refiero a los hermanos que se hallan desempleados porque no logran que nadie los contrate, no porque los hayan echado de su anterior empleo por mal obrero o por ser fraudulento, sino por la crisis económica mundial. Ojalá nuestra generosidad fuese tal que pudiéramos ayudar a los que se quedan sin trabajo mientras encuentran otro. Quizás una ayuda que podamos dar a los hermanos sin empleo es poder hallarles uno.

La otra cura para los zánganos es la disciplina espiritual. Romper temporalmente la identificación espiritual pública con ellos, “a ése señaladlo y no os juntéis con él para que se avergüence” (v. 14). Esto no es equivalente a la excomunión, pero es una disciplina, porque el mal testimonio que da como cristiano hay que corregírselo. No hay que llegar al extremo de sentarlo separado en una silla lejana en el culto, porque sigue siendo   “hermano” y hay que acercarse a él para exhortarlo, “más no lo tengáis como enemigo sino amonestadle como a hermano  “ (v. 15). Pero no salir con él a ningún sitio, no dejarlo que pase horas, interrumpiendo y chismeando en nuestro hogar o quitándonos el tiempo por teléfono. Los cristianos tienen que tener un testimonio social digno y un individuo ocioso es una mancha que hay que lavar de algún modo. Desde que el apóstol comenzó con el tema del trabajo en el v. 6 aconsejó disciplina y mano dura con los haraganes,   “que os apartéis de todo hermano”. El tema es tan importante que por dos veces, en los versículos 6 y 12 invoca al Señor Jesucristo para que anden en orden en este asunto del trabajo. Eso concierne a la iglesia y al Señor. No es tenerlo como enemigo, al contrario, es amarlo porque se le está ayudando. 

En relación con aquellos que no vaguean, sino a los laboriosos, para ellos dice que trabajen   “sosegadamente” (v. 12). Si haraganear es malo, también lo es la falta de equilibrio laboral, los que apenas tienen tiempo para un respiro, sino que se entregan a la faena los siete días de la semana, quebrantando aun el día de adoración, y no dan jamás descanso a sus cuerpos ni a su espíritu, de modo que se devoran a sí mismos en ajetreo continuo, con afán de enriquecerse o vivir mejor rodeados de vanidades; y desatienden completamente a los suyos que los sumen en una esclavitud laboral propia de energúmenos. El trabajo es una parte importante del testimonio terrenal del creyente, pero el equilibrio es necesario para que por laborar no halle excusa para no ocuparse en lo espiritual y no sentarse, escogiendo la buena parte como María, a los pies de Jesús.

Quizás sea bueno observar una última cosa, como el apóstol coloca el ejemplo de su ministerio en el contexto de la exhortación. Cualquiera que conozca medianamente el Nuevo Testamento sabe por pasajes tales como 1Co .9, Mt.10:10 y otros, que los pastores de las iglesias, los misioneros, están autorizados por el Señor para que ocupen sus responsabilidades a tiempo completo con absoluta dedicación y que las iglesias están obligadas a velar para que las necesidades materiales de ellos sean cubiertas perfectamente.

Sin embargo, como en tiempos apostólicos y no dudo que hoy también, acostumbraban los filósofos e inventores de religiones ir vendiendo discursos y conferencias sabias y tontas, el apóstol, para que su evangelio no fuera mirado con desprecio por los que lo acusarían con maligna intención de ser un aprovechado, rehusó a ese honor y sacrificando de su precioso tiempo, laboraba tejiendo tiendas para buscar él mismo los recursos necesarios que le permitieran poner a un lado el sostén al que los hermanos debían haber estado constreñidos. Y el del que no quiera trabajar no lo inventó Lenin para unas sociedad comunista sino  que lo escribió Pablo a una iglesia cristiana. 

 

Exposición 13

2 Tes. 3:16-18

  “16 Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros. 17 La salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda carta mía; así escribo. 18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén”.

Eso es lo que también anhelamos por parte de Dios para nosotros, el Señor de paz, que nos de paz en todo, que no tengamos malos testimonios por holgazanería ni de ningún otro tipo, que no haya desorden ni indisciplina entre nosotros y hogares, familias y personas sean faros de luz gloriosa para esta región. Que también el Señor nos otorgue firmeza doctrinal y ninguno salga engañado por mentirosos de este siglo y abandone la fe correcta y sana, que su palabra corra y sea glorificada entre nosotros y muchos, muchos más de los que hoy ya han creído por nuestro anuncio vengan a creerlo y veamos con nuestros ojos la figura gloriosa de Cristo estampada en sus vidas, y por último, que el misterio de iniquidad sea detenido en su vertiginoso avance, al menos dentro nuestro y ninguno de los que hoy escuchamos estas enseñanzas resulte engañado a la postre por aquel poder misterioso y falso que opera milagros y tuerce la verdad de salvación. Jesucristo, Señor y Príncipe de paz sea con nosotros y habite en nuestro medio, así lo imploramos, amén.

 

 

 

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