Colosenses, una iglesia fundada con seriedad
Col. 1:1-12
“Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, 2 a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 3 Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, 4 habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, 5 a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, 6 que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, 7 como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, 8 quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu. 9 Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e 10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; 11 fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; 12 con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz”.
Primero un breve comentario sobre la salutación del apóstol
Pablo tiene que llamarse “apóstol” (v. 1) por las razones que en las otras epístolas he indicado, que sus enemigos le negaban ese título, y además para dejar firme la autenticidad cristiana de sus enseñanzas, las cuales aquí aparecen respaldadas por Timoteo, todo lo cual está de acuerdo con la voluntad de Dios.
En cuanto a los colosenses los reconoce como santos y fieles que hace esta carta común, incluyendo el contenido parecido con la de los efesios porque en el resto de las otras sólo les llama santos (Efe. 1: 1). Algunos piensan que Efesios es una copia de Colosenses. Aunque este elogio puede tratarse de un amoroso eufemismo, dado que se dirige a la iglesia como un todo o a una meta y estimularlos a que sean fieles, lo cierto es que ese par de gracias es inseparable. Si usted es santo tiene que ser fiel y si es fiel debe ser santo. El saludo de gracia y paz ya es su costumbre y he dicho que resume los dos pueblos, el gentil (gracia) y el judío (paz) porque así saludaban los unos y los otros y ambos saludos describen la obra de la salvación por Cristo: su gracia y la paz con Dios. Y en la congregación, ¿qué mejor deseo que vean la gracia de Dios entre ellos y sientan la paz del Señor?
En todas las epístolas uno encuentra al apóstol dando gracias a Dios por la iglesia (vv. 3, 12) o rogando por algún beneficio espiritual para ella, “no hemos cesado de orar por vosotros y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual” (v. 10). ¿Cuándo usted oye a alguien orar al Señor para que los hermanos sientan deseos de aprender y crezcan en conocimientos para hacer la voluntad de Dios? Es un hombre de oración.
La impresión que produce en mí ese saludo es de asombro por lo que dice el apóstol a esa iglesia que se halla en el borde, o dentro de la vorágine de la apostasía. ¿No cree que sea exageración llamarle santos y fieles a un grupo que le está dando cabida en su credo a enseñanzas gnósticas? ¿Que conservan intacta por el evangelio la esperanza celestial y la conservan (aún), y que comparten esa fe con el mundo entero y la herencia de los santos en luz? (v.12).
El secreto de eso es que Pablo no da por perdida la iglesia y tiene la santa intención de rescatarla, piensa que “aún”; todo no está perdido, aunque en realidad piensa como un todo en lo que fueron, y no lo que son, porque Epafras le ha hablado de ellos con mucho amor, admiración y dolor, y pudiera ser que él tuvo que marcharse debido a sus doctrinas paulinas. Eso nos enseña a nunca perder la esperanza de la recuperación espiritual de una iglesia, si tuvo un genuino ministro como fundador que puso el fundamento sólido de Cristo en sus corazones y nació (o fue plantada para usar un término actual) como resultado de un conocimiento de la gracia de Dios y no de sensaciones, alabanzas y generosidad cristianas.
Hablando un poco más sobre la plantación y desarrollo de esa iglesia. Si usted observa la palabra crecimiento no se usa sólo en relación con la expansión del evangelio sino también con respecto al aumento de conocimiento de Dios. Hay expansión, por supuesto, pero es la segunda forma de crecimiento. Primero el reino está en vosotros y después entre vosotros. Los dos tipos de crecimientos pueden ir juntos, pero no uno sólo. En gracia interna y manifestación externa. Leamos sus palabras de la cual oísteis antes en la palabra de verdad, el evangelio, que ha llegado hasta vosotros; y está dando fruto constantemente y creciendo; (vv. 5, 6). Y más adelante dice, no hemos cesado de orar por vosotros y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual (v.9).
Conocimiento es la palabra clave en la fundación y perseverancia de la iglesia, para que no sea de corta vida y se muera en su infancia o se deshaga por las divisiones cuando todo viento de doctrina sople sobre ella, o sea acicateada por la persecución. La palabra longanimidad se puede traducir perseverancia. Y debido al creciendo en el conocimiento de Dios (v.9). La iglesia se fortalece con “la potencia de su gloria” (vv. 10, 11), la gloria de Dios por supuesto, y llega a alcanzar toda perseverancia y paciencia, con gozo. La iglesia se planta y se desarrolla no sólo por expansión en crecimiento de miembros, sino porque los que oyen el evangelio van aprendiéndolo más y más con un buen programa de estudio bíblico.
Y siguiendo ese razonamiento aprendemos que aquellas iglesias (obras nuevas) que se pueden informar como bien plantadas son las que de un informe a otro no desaparecen, sino que se mantienen y desarrollan porque desde un principio se ha insistido en la abundancia del conocimiento de Dios, o de lo contrario durarán poco. Una curiosidad es que la palabra gozo está mal situada en la Versión Reina-Valera, se corresponde mejor con el versículo anterior.
Esa es la clase de iglesia que el Señor tenía en su mente para llevar a cabo su programa de evangelizar el mundo, porque además de su ortodoxia doctrinal se halla preparada para respaldar ese evangelio para lo cual es necesario “que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo”. Si la vida de la iglesia no es buena no puede cumplir el programa de evangelizar el mundo, o darle cumplimiento a “La Gran Comisión”. ¿Por qué las iglesias dan mal testimonio? Porque les falta el conocimiento de Dios y el poder glorioso que viene a ella por ese medio, y sin eso no le es posible vivir conforme a los mandamientos de Dios, dignamente y como le agrada a él. Ese conocimiento de Dios no debe definirse como intelectual sino como “inteligencia espiritual” (v. 9, que es una buena traducción) y se traduce en congregaciones espirituales. Y esa iglesia con inteligencia espiritual (versada en el conocimiento de Dios) irá prosperando y aprendiendo doctrina para vivir en su lugar y época.
El mensaje de plantación de iglesia es aquel que hace que los que oyen miren hacia arriba, que alcen sus ojos fuera de este mundo y piensen en la continuidad de la existencia después de la muerte, buscando “honra e inmortalidad por el evangelio” (Ro. 2: 7), con una fe muy particular relacionada con la esperanza “reservada para vosotros en los cielos” (v. 5). Me temo que el énfasis de no pocos de los que plantan iglesias hoy está en las ventajas que tiene la piedad para esta vida presente y no para la venidera (1 Ti. 4: 8), en correspondencia con un pragmatismo incrédulo y dentro de una sociedad que todo lo que quiere es para aquí y ahora. Así surge dentro de las nuevas iglesias generaciones de creyentes centrados en el yo (en inglés: me centered).
Epafras le predicó sermones que tenían que ver con el otro mundo, con el más allá y no con el aquí y ahora de estos tiempos, sermones que eran primero para creerlos y después para vivirlos. Y en esa santa iglesia se mostraba el “amor que tenéis por todos los santos” (v. 4) que más abajo llama amor en el Espíritu (v. 8), que no es abstracto, sino que se muestra con ósculos santos y generosas ayudas a los pobres, porque así vivían en este mundo y esperaban algún día compartir juntos la “herencia de los santos en luz” (v. 12). Los deleites de la comunidad cristiana no era el fin de aquellas personas sino ir a Dios, que es luz, la luz de ellos y nuestra. Y para todo eso estaban seguros de haber sido capacitados en iglesias bien plantadas, fundadas con seriedad, donde se convertían en hijos de luz, nuevas criaturas que estaban en Cristo, capacitados espiritualmente para encontrarse todos en la eternidad y hallar morada en Dios.
Un Jesucristo cósmico
Col. 1:13-23
“13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. 15 El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. 16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. 17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; 18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; 19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, 20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. 21 , a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado 22 en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; 23 si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro”.
Es un pasaje completamente anti gnóstico y anti Nueva Era y extiende su asunto en el capítulo siguiente. Jesucristo es un personaje universal que se halla por encima de la creación, que es obra suya. La atención aquí la acapara Jesucristo, quién es él, lo que ha hecho y por quién lo ha hecho. Es “la imagen del Dios invisible” (v. 15), no que fuera hecho conforme a su imagen y semejanza como un hombre cualquiera porque, aunque menciona su humanidad cuando afirma que es carne, su muerte y resurrección, (vv. 22, 18) es la viva estampa de Dios como dijo cuando le contestó a Felipe “el que me ha visto a él ha visto al Padre”. por cuanto es la Palabra hecha carne, “y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Jn 1. 14) y Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras (Jn 14. 8-11). Es la imagen de Dios (2 Co. 4:4).
Además, es el Señor, Creador, Sustentador y Dueño de la creación, de cada partícula y cuerpo del mundo, desde un grano de polvo hasta el más grande planeta y la estrella más alejada del sol. Y sobre todos esos astros y luceros, y sobre “toda oveja y bueyes, todo ello” ejerce su señorío, no como un ser creado sino como cocreador con el Padre porque es el primogénito de toda creación, y de ninguna manera está hablando de que fue creado sino que toda la creación es suya. Y que el apóstol está hablando de posición se ve cuando menciona la resurrección como el primogénito de entre los muertos, no habiendo sido el primero que resucitó sino el más importante, el dueño de la muerte, la resurrección y la vida.
No se confunda ya que el fluido de todo el pasaje no da a entender que su argumento consista en presentarlo como la primera criatura, porque no tiene ningún sentido que Dios cree a alguien y por ese medio haga el resto. Además, el relato del Génesis no menciona tal criatura ya que lo que único se oye en el vacío universo es la voz de Dios, o sea su Verbo. Cuando dice que es el primogénito de toda la creación es para señalar que en todo tiene la preeminencia (v.18), que por encima de él no hay otro y es el heredero de toda la creación por cuanto “todo fue hecho por él y por medio de él y para él” (v. 16). Así la palabra preeminencia o primer lugar es una definición de primogénito y “en él recibimos la herencia” (1:12; 3: 24), de modo que los creyentes permanezcan en verdad en la fe; bien cimentados y constantes, “sin moveros de la esperanza del evangelio” (v. 23); que consiste precisamente en lo que ellos fundamentalmente negaban, la resurrección del cuerpo, y junto con el alma, habitar en el reino de Dios. Y añade algo para conocimiento y regocijo de todos los creyentes, que en Cristo hallarán todo lo que necesiten porque “en él habita toda plenitud” (v. 19, cuya idea se repite en 2: 9), o como dice Juan en el prólogo de su evangelio, con el cual esta epístola tiene afinidad “lleno de gracia y de verdad y de su plenitud tomamos todos, gracia sobre gracia” (Jn 1: 9-16).
Todo eso en beneficio de la cristología práctica y cúltica del creyente, para que sepa por medio de quién adorar y el Jesucristo que tiene. Y aunque se pudiera decir que con eso enseña la divinidad del Hijo, su intención más bien es afirmar su suficiencia, que el creyente no necesita nada más para su redención (v. 14, o salvación, como la palabra se puede traducir), y no tiene que acudir a los ángeles y otras criaturas porque ya en él se encuentra completo (2: 9).Continuando con su relación con el universo, es el origen de la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas (v.16), no que Dios lo creó a él primero y por medio de esa criatura se valió para crearlo todo. Como ya he dicho, el relato del Génesis cuando Dios creó el mundo no permite interpretarlo así, allí no hubo ningún mediador entre Dios y su creación, lo único que leemos es Dios hablando, por lo tanto, lo único que estaba “con Dios” “era Dios” es su Verbo. Entonces, Pablo está pensando en el Verbo, en la Voz de Dios porque por medio de ella hizo el universo. En él todas las cosas permanecen (v. 17) o subsisten o “permanecen juntas” es como una gravedad universal o una sustancia negra que existe en espíritu y que no permite que ningún cuerpo ande errático fuera del lugar donde fue colocado. Es cierto que es una idea cósmica de Jesús, y por supuesto, el glorificado. Y los ángeles están incluidos en su obra de redención. Los ángeles que son enviados para servicio de los que son herederos de la salvación, ya no son enemigos. Fueron creados por él, aun los caídos, y ellos dieron testimonio a favor de su señorío, llamaron a Jesús Hijo de Dios y lo trataron con respeto, subordinación y reverencia, porque saben que en él todos habían sido creados; porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades” (v. 16). Y habla así aunque sabe que fueron por él derrotados en la guerra por el control de la vida humana, en la cruz, “habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de él” (2: 14, 15), y los dejó sin fuerza legal (mosaica) para acusar a nuestros hermanos porque “fue echado afuera” según dice Apocalipsis y legaliza la misericordia y la ayuda divina a los infractores, y hace inevitable el traslado de ellos de un campo de influencia o poder, al reino de Jesús, porque “él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado” (v. 13), nos permitió una transferencia espiritual . Y en esa nueva posición el creyente queda reconciliado, perdonado por su sangre y redimido. Y su reconciliación incluye a Dios por supuesto, y ¡a toda la creación!, lo invisible y lo visible. Y, la creación que ya no gime ni llora por él, sino suministra sustento a uno que es amigo de Dios, “por cuanto le agradó al Padre por medio de El reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz, por medio de él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos. Y aunque vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras, sin embargo, ahora él los ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de él” (vv. 20-22).
Cristo, esperanza de gloria
Col. 1:24-29
“ ;24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia; 25 de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, 26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, 27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, 28 a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; 29 para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”.
Introducido ya Cristo como preeminente y excepcional dentro del incómodo sistema judeo-filosófico de los colosenses, esperando haberlo desarmado, el apóstol continúa de la mano del Señor y sin apologías lo sigue exaltando por medio de su ministerio. Pablo consideraba que tenía un ministerio de exaltación.
Estas palabras son una porción de la experiencia de Pablo como misionero y predicador del evangelio entre el pueblo gentil y los sufrimientos que tiene que pagar para llevar a cabo esa administración de Dios (v. 25) que consiste en la predicación completa del evangelio con el fin que sus convertidos estén completos cuando tengan que ser examinados por Dios. En cuando a esos padecimientos, afirma que se alegra; me alegro de mis sufrimientos por vosotros, y en mi carne; (vv.24, 25; sobre ese tema continúa en el capítulo siguiente, 2: 1); y en otras cartas a otras iglesias hasta les hace un catálogo de esos sinsabores. Sin embargo, hay que hacer una aclaración, que son parte de los sufrimientos no redentores de Cristo, no vicarios, no tienen que ver sus padecimientos ni los de algún ministro para comprar con precio la redención de los pecadores. Es una predicación que paga el precio de ser un reto.
Cualquiera que esté familiarizado con la doctrina de la gracia de Dios por medio de Cristo en los escritos paulinos, se reiría en la cara de quien afirme que Pablo pensaba que la cruz, en la que fuertemente se gloriaba y hallaba completa justificación hubiera sido defectuosa, y careciera de un monto de dolor para completarse con el tesoro de los santos ; del cual sacan virtudes los católicos, es decir méritos, para complementar el perdón de los hombres, y que algún sacerdote fuera el encargado de realizar ese pedazo de redención, tomando prestado de los sufrimientos de los mártires para completar los de Jesús. Pablo se está refiriendo a las penalidades como soldado de Cristo, y es su difícil ministerio lo que está en su mente y no el Calvario.
Esencialmente su objetivo, como ya he dicho, es presentar perfecto a todo creyente y el medio para pastorearlos es la exhortación e instrucción de los santos y pecadores para que se presenten perfectos en Cristo ante Dios; amonestando y enseñando a los hombres en toda sabiduría (vv.28, 29). La perfección cristiana según él está incluida en la salvación y es un logro que considera indispensable en su predicación y trabajo pastoral, y que con sólo medio ojo se lee en sus cartas sus deseos de mejorar la vida cristiana de sus iglesias, su calidad espiritual, para que vaya parejo con su madurez doctrinal (1: 28; 3: 14; 4:12; Efe. 4: 13), hasta que cada uno comprenda que en Cristo está completo y sin que le falte cosa alguna (2: 10; 4: 12; Sgo. 1: 4); y eso es lo que hace que uno presuma por qué omite cualquier exhortación a la Gran Comisión de la iglesia o evangelización de los perdidos, que se mira como un fruto de la vida cristiana en el Espíritu. Y el medio para lograrlo es el que indica: enseñar y exhortar, porque considera que en la persona de Cristo hay “riquezas de gloria” (v. 27) suficiente para enriquecer cualquier vida con sabiduría (1: 9, 28; 2: 3, 23; 3: 16) o conocimientos (1: 10; 2: 10); y si ellos hablan de misterios, el de Cristo es el mayor y mejor de todos y en relación con la salvación del mundo gentil.
Pablo no predicaba especulaciones abstractas ni buscaba “entremeterse en lo que no ha visto” (2:18) sino que progresaba en aquellos conocimientos que conducen a Dios, que dicen cómo se obtiene el perdón de los pecados y heredar la vida eterna, la reconciliación y la clase de vida que hay que llevar para agradarle en todo. Predicó en Cristo sabiduría, la que los griegos buscaban y el poder que los judíos deseaban ver junto a la verdad, porque “por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y redención” (1Co. 1:30). Sus conocimientos no provienen de la filosofía, son sin especulación racional, ni por medio de la razón pura sino de la mente de Cristo y de su experiencia de lo que había visto y oído tocante al Verbo de Vida, lo que palpó, tocó y contempló en relación a esa esperanza de gloria (1:27). Por esa razón no le importó soportar todo por causa de los escogidos para que ellos obtengan la salvación (2 Ti. 2: 10), y tenerlo todo como basura con tal de ganar a Cristo y siendo sabio hacerse ignorante, para conocer por medio de la fe en hechos indisputables y en verdades demostradas por Dios, su Hijo y el Espíritu Santo. Y por cuanto creyó, habló y enseñó, para cambiar el mundo por medio de la locura de la predicación, con las joyas doctrinales, a veces oscuras y otras brillantes, de su precioso Cristo, su esperanza de gloria.
Una iglesia que cambió su primitivo Jesús
Col. 2:1-7
“Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; 2 para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, 3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. 4 Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas. 5 Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante, en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo. 6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; 7 arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias”
Esta fue una gran iglesia por la cual el apóstol oraba, no sólo para que tuviera un gran corazón sino una buena inteligencia espiritual (1: 9), no solamente más sentimentales sino más inteligentes. Mira que Pablo define la acción de orar como una lucha con Dios “quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo y por los que están en Laodicea” (v. 1); que quizás tenía similar problema si la Epístola a los Efesios, que tiene un contenido parecido, fue dirigida allí primero. El apóstol quiere expresar algo, que está preocupado por la estabilidad y el crecimiento doctrinal de ellos; no por la ausencia a las reuniones. En ninguna carta muestra esa preocupación, en sus iglesias eso no existía, y la preocupación era opuesta, puesto que la disciplina consistía en cerrarle las puertas de la reunión al infractor, la iglesia no giraba en torno a reuniones semanales sino a compañía y forma de vida, como una familia (1 Co. 5: 11, 13). La iglesia es un cuerpo doctrinalmente formado y si las enseñanzas que le dieron origen se destruyen (palabra que emplea en 1 Co. 3:17), se destruirá la congregación de Dios. No sólo se destruye por la dispersión de sus miembros sino por la alteración doctrinal de su credo, y eso conlleva que la genuina evangelización será destruida, puesto que los que nunca han visto su rostro, que no lo conocen en persona (v. 1). Puede referirse a los que circundan la iglesia, los que están dentro de ellos aprendiendo o los distantes en el campo misionero. La evangelización es auténtica si su doctrina es auténtica. Una tentación sutil del diablo en estos tiempos es mostrarnos como ejemplos a iglesias que crecen sin doctrinas, con otras cosas, que los ambiciosos copian para tener también congregaciones mayores.
Sin embargo, esa ansiedad espiritual es expresada a Dios, vertida en oración, por cuanto dice que “para que sean alentados vuestros corazones, unidos en amor” (v.2); en realidad la palabra consolados o alentados y unidos están estrechamente unidas en su pensamiento, invitando a la iglesia a cerrar filas, a unirse disciplinadamente o con buen orden para enfrentar la invasión de las nuevas enseñanzas. La expresión unidos en amor tiene poco de unión fraternal sino más bien un llamamiento a la batalla de amor por Dios y su evangelio. Y si estoy correcto, lo que sigue, “hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre en Cristo” (v. 2); es para que se tome acción, hombro con hombro, formando grupos de oración y de estudio bíblico para ahondar en conocimientos y estar mejor equipados para rebatir los cambios que desde ajenos, no necesariamente aparte de la membresía, van apareciendo, y proponiéndoselos a la mayoría para hacer que la congregación represente otra cosa, funciones distinto y cambie su misión.
En tiempos así el estudio de la Biblia y la oración se hacen necesarios. Los que más saben deben instruir a los que saben menos y especialmente el objeto de estudio es la Persona de Cristo que contiene las principales doctrinas atacadas. Usar libros sería estupendo. Pablo pide que se estudien sus cartas (ver 4:16). Es mi deseo que los maestros estudien la teología y que la enseñen. Es la mejor forma de enseñar y predicar la Biblia. A todos, sí hasta los más simples. Fíjate que si llegan a tener esa plena seguridad y comprensión; o entendimiento, entonces se darán cuenta que aparte de él no necesitan nada más, y echarán de ellos a esos profesores mediocres y vanos, y podrán oponérseles con argumentos bíblicos a las palabras persuasivas (v. 4), derrotándolos completamente.
Y últimamente, Pablo les habla como si los viera espiritualmente, como estuvieron antes del desorden que luego tuvo lugar, y alaba su buen orden (v.5) que dejó Epafras y precedió a las herejías que desordenarían la iglesia, o rompieran aquella disciplina ;, como también se puede traducir; y pienso pastoralmente que no me equivoco si supongo que todas esas afirmaciones y visiones que tiene de ellos las escribe para que las preserven, y con el corazón en la boca, para que no hagan ningún cambio a las doctrinas que recibieron cuando aprendieron de Cristo, y procuren adquirir profundidad y altura de pensamientos en tal conocimiento, creciendo hacia abajo como las raíces, y hacia arriba como una construcción, hasta que alcancen de las verdades su fondo y en ideas las cúspides, y que lleguen al cielo, por tanto, “de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en él; firmemente arraigados y edificados en él, y confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud o “sed agradecidos” (vv. 6,7).
Parece, desgraciadamente, que los hermanos de Colosas no continuaron como el apóstol en espíritu los veía, y allí se vieron otras cosas, se supieron otras cosas, hasta que un terremoto hizo desaparecer la ciudad y exterminó una iglesia que cambió su primitivo Jesús por otro más moderno y actualizado pero menor, y el día del juicio la halló sin raíces ni cimientos seguros, y no repletos de agradecimientos.
La suficiencia de Cristo, él basta
Col. 2:8-15
“8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. 9 Porque, en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. 11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; 12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. 13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”.
Aquí se nota a quiénes tiene en mente el apóstol. Una teología judeo-griega, desarrollada por los gnósticos como hemos visto al principio. Quiere que no se dejen engañar, más que cautivar, porque es filosofía y no revelación, “por medio de su filosofía y vanas sutilezas” (v. 8); y si es filosofía es cosa de hombres, tradiciones y estudios humanos, pertenecen al mundo de acá abajo como rudimentos, muy calificados y útiles en la vida y la política, pero no tienen la autoridad de Dios. La cristología no es una filosofía sino la revelación de Dios. Cristo no fue filósofo porque era la verdad, y lo que habló fue lo que oyó del Padre ; no lo que aprendió de los hombres, puesto que su sabiduría venía de arriba.
La iglesia debe usar su razón para hacer sistemática la teología. La filosofía ejercita la razón abstracta y práctica, ejercita la mente para buscar la verdad en la experiencia y en la Biblia. Pero la iglesia debe permanecer en guardia para que sus doctrinas no se mezclen con filosofía y sea conducida por medio de ella en vez de su ciencia teológica. Es la teología el faro y guía de la iglesia. Una filosofía llamada cristiana pudiera no ser ni siquiera cristiana. La teología lo dirá. Y un ejemplo en este tiempo son los de pensamientos positivistas de la Nueva Era.
Pruebe usted mismo, si tiene discernimiento espiritual, y busque dentro del pragmatismo de esa filosofía cristiana llamada “una vida con propósito” y otras formas de pragmatismo eclesiástico, y notará que la espiritualidad que encuentra es seca y notoriamente para este mundo y no para el otro, y como ya el apóstol les ha advertido, tal cosa no sirve para la edificación porque son puras huecas sutilizas, y si las mezcla con un poco de sicología, ¡ya está! (son vacías, v. 8).
Lo que le dice no es mero hablar sino porque ellos lo necesitan. El que tiene más ¿qué tiene que buscar donde hay menos? Y ellos (y nosotros) encontramos en Cristo la pléroma o plenitud de la Deidad o divinidad, porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en él; (v. 9); todo lo que uno quiera de Dios se encuentra habitando en Cristo; y de esa totalidad podemos “tomar todos, gracia sobre gracia” (Jn. 1:16). Precisamente la manifestación humana de la deidad es la que nos permite tener acceso a todo lo que Dios es y tiene, puesto a nuestro alcance dentro de nuestros límites (si alguien quiere abundar en el descenso del Hijo desde la “forma de Dios” hasta la “forma de siervo”. Puedes leer Flp. 2:5-8). Lo de corporalmente lo añade para oponerse a la teoría de los docetas que afirmaban que Jesús era un fantasma, que tenía apariencia de hombre pero no podía serlo porque la carne era mala, y por lo tanto no de carne y hueso.
Es posible que aquí se pueda deducir una referencia a la divinidad de Cristo porque de eso ha hablado anteriormente. Se entienda o sea difícil de entenderlo “Dios estaba en Cristo” (2 Co. 5:19); y la forma más plena para explicar la presencia de Dios en Cristo es que habite su naturaleza en él. De ningún hombre se podría afirmar que en él habita corporalmente la plenitud de la Deidad, aunque esté lleno del Espíritu Santo o como dice aquí, esté colmado o completo (v. 10).
Sin embargo, más bien lo que afirma es su suficiencia, que ya no necesitan algo adicional puesto que están “completos” en él (v. 10); Cristo es la Palabra de Dios. El hombre siempre se sentirá incompleto con la ausencia de la Palabra de Dios. La revelación de ellos por medio de su Espíritu Santo se entreteje dentro del espíritu humano y le comunica la satisfacción que desea, le completa su gozo, y le rellena con mucha gracia su vacío, de modo que experimenta interiormente que nada le falta, entonces cesa la búsqueda de algo más. No hay necesidad de algo más en religión que el conocimiento de Cristo, de él, de lo que hizo por nuestra salvación. El cristianismo no necesita para completarse tomar algún poco aquí y allá de otra religión o pensamiento social.
Los ignorantes registran el mundo de arriba abajo tratando de hallar lo que el corazón apetece y a veces les parece haber descubierto lo que buscaban, y cuando lo ponen en uso se les decae, se les gasta, y vuelven a sentirse igual que al principio o en peores condiciones. Todo lo que no sea la Palabra de Dios se deteriora con el uso. Como nuestro cuerpo necesita el pan nuestro de cada día para renovar sus fuerzas y vivir así el espíritu y el alma necesitan el Pan de Vida continuamente. No existe la profunda alegría de vivir sin experimentar la llenura de la Palabra de Dios. La vida del hombre consiste sólo en existencia, sin ella.
Y después añade, completos en lo que a Dios se refiere (4:12). Hay una palabra que acompaña a completos y es: perfectos. En relación con Dios somos hallados por él perfectos: perfecta sabiduría, justificación, santificación y redención (1 Co. 1:30). Y la objeción que siendo el hombre indigno necesita de otras criaturas más dignas, como los ángeles mediadores, se desvanece, puesto que hallándonos en Cristo encontramos la perfección y justificación perfectas para ser “aceptos en el amado” (Efe. 1:6; la palabra indica con especial honor o una recepción de gracia) y totalmente “recibidos por Dios” (Ro. 14:3) y es la Cabeza de todo principado y potestad; y ya vimos que todos fueron creados en él y para él (1: 16, 18), y es la cabeza de ellos como de la iglesia.
Las siguientes palabras, fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne (v.11), les hace pensar que en cuanto al rito judío de la circuncisión ya no la necesitan porque la que Jesús tomó, la tomó por ellos y además la conversión por medio del Espíritu es una cirugía mejor pues es hecha en el corazón, “echando afuera verdaderamente el cuerpo pecaminoso y carnal por el poder de Dios”, mientras que la judaica no; y a eso hay que añadirle el bautismo que han tomado, “habiendo sido sepultados con él en el bautismo” (v. 12), que no necesitan ninguna otra ablución judía para ser admitidos en la fe de Abraham y como parte del pueblo de Dios.
A todo eso hay que agregar que habiendo sido sepultados con Cristo en el bautismo en él también emergieron a una nueva vida por la resurrección de Cristo de entre los muertos, en el cual también habéis resucitado con él por la fe en la acción del poder de Dios, que le resucitó de entre los muertos (v. 12). Y así el bautismo no sólo es un rito de entrada a la iglesia sino una declaración de renovación y santificación que sustituye cualquier ablución. Ya eso los completa. ¿Qué más necesita un reo si ha obtenido perdón y un muerto si ha sido resucitado?
El apóstol les señala el lugar, la cruz, donde se completó la salvación de ellos cuando él dijo ;consumado es ; (Jn. 19:28,30) y eso para que no busquen el perdón mediante la perfección de las obras sino mediante la muerte de Cristo, ni librarse de las acusaciones y tentaciones del diablo por medio de la justificación personal puesto que con la muerte de Cristo, Satanás quedó vencido y dejado sin argumento contra nosotros porque sus acusaciones se basaban en las transgresiones de la ley de Dios que cometíamos. Habiendo Cristo cumplido la ley no tiene cómo acusarnos ante el “Juez de toda la tierra” (Apc. 12:10). A no ser que renunciemos completamente a esa forma de salvación, por los méritos de Cristo, y no recibamos de él sus beneficios para el perdón, “anulando el acta de los decretos que nos era contraria, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz” (v.14); por lo tanto, no necesitamos más.
No hay que añadir nada al cristianismo ni buscar fuera de él alguna otra cosa como si estuviera deficiente. Y para rematar todo insiste que, habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, “los despojó públicamente triunfando sobre ellos en la cruz” (v.15). La cruz representa la total incapacidad de los demonios. Con ella en medio no puede evitar que Dios distribuya perdones. En resumen, es como si les dijera “echen a esos judaicos griegos de entre ustedes que no necesitan aprender lo que ellos saben, ni tienen que cooperar con ustedes en nada porque ya lo han recibido todo y están suficientemente completos en él, la fuente de toda plenitud”. Amén.
No le añadan nada al credo
Col. 2:16-23
“16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. 18 Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, 19 y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios. 20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 21 tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 22 (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? 23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”.
No amplíen la adoración, manténgala dentro de los límites establecidos. Si lo hacen corren el riesgo que eso afecte el culto público, le den más importancia a lo que menos tiene, se les haga imposible vivir en el Espíritu y llegue a un punto que todo se destruya con el uso (v. 22). Este pasaje parece pensado en el grupo de colosenses que resistían las nuevas enseñanzas judaicas que habían llegado. Las iglesias que tienen una adoración antropocéntrica donde el hombre es el centro y no Dios, que todo el culto gira alrededor de la complacencia a ellos, hallan que tienen que estar renovando sus ofertas de semana en semana para complacerlos porque terminan aburriéndose con el uso.
El apóstol les auxilia para que resistan las críticas de aquellos ascetas que se esforzaban por practicar una religión más estricta, con más prohibiciones que las que Dios ordenó. Lo indica la palabra “voluntariamente o gustosamente” en el v. 18, deseando mostrar humildad en el culto). Por eso les dice “nadie os juzgue” o “no les hagan caso a las críticas de esos jueces judaicos”. Pero el gusto de la gente cambia y hoy desean una religión que sea menos estricta, aunque siguen deseando girarla en el sentido del cuerpo, las obras, e inventándoles cosas. El apóstol da varias razones poderosas para no hacerles caso.
La primera es que (1) esas cosas menores de la ley son inferiores a otras, que sólo son sombra de lo que ha de venir (v. 17), y aunque llegaron primero que el cuerpo, que es Cristo, no son más importantes que él. Esa ha sido siempre la manía y defecto de los herejes, “colar el mosquito y tragarse el camello” (Mt. 22:23,24). Y, algunas de esas sombras tienen que ver con la comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo (v. 16), y otras por el estilo como no manipules, ni gustes, ni toques (todos los cuales se refieren a cosas destinadas a perecer con el uso) (vv. 16, 22), y añádele a estas el café, las pinturas, las ropas, etc. Y ni qué mencionar tradiciones de hombres, las cuales mencionó Jesús, que obstaculizan la Palabra de Dios.
Por otra parte no deben inquietarse porque los juzguen puesto que lo que ellos proponen (2) no es una solución al problema del pecado ya que lo dejan intacto, no siendo de valor alguno contra los apetitos de la carne, que es lo que más desea un cristiano sincero, adquirir el control de sus deseos (apetitos carnales), que lograría por medio del Espíritu y no por el cumplimiento de esas ceremonias (v. 23; 1 Ti. 4:8, donde ;ejercicio corporal ; no se refiere al deporte sino a esas prácticas físicas contra el cuerpo) que es la esencia y la razón para practicar una religión, poniendo al revés el poder de la religión (la vida cristiana) que es desde adentro hacia fuera y no desde afuera hacia dentro, ya que esas fiestas tradicionales judías, los sábados y maltratos y flagelaciones del cuerpo según la filosófica griega, no logran someterlo en servidumbre, y esos adoradores tendrán sólo “apariencia de piedad pero negarán la eficacia de ella” (2 Ti. 3:5).
Y la siguiente razón para no practicar esa forma de cristianismo es que (3) en vez de añadir algo a la vida cristiana, le resta, tendrán menos y no más posibilidades de vivirla, porque son inventadas y sólo consiguen “privarla del premio” (v. 18) y dejarlo derrotado, como un corredor que pierde. Cuando el énfasis de la religión no es la fe sino las obras, la descalificación está en perspectiva. Pablo varias veces comparó la vida cristiana con una carrera en el estadio y señaló que podía ser interrumpida y perder el premio (1 Co. 9:24; Flp. 3:14). A los gálatas específicamente les preguntó si estaban corriendo bien y quién los estorbó (Ga. 5:7). Un giro hacia esa forma de credo y culto afecta la comunión con el Señor que no se establece por esa vía sino haciéndose de la Cabeza (v. 9), y se detiene la nutrición espiritual y por ende el crecimiento que da Dios. Y por supuesto que el cuerpo de la iglesia se debilita y fenece. Una iglesia sin la balaceada nutrición de la Palabra de Dios, no crece con el crecimiento divino, que es perenne y nada puede estorbarlo, hasta que alcance “la medida de la estatura de Cristo” (Efe. 4:13).
Además, observa la actitud de orgullo y complacencia que tienen los que piensan que lo que han sacado de su propia mente carnal (v. 18) está más “completo” (2:10) y es más “profundo” que lo que Dios ha revelado a los apóstoles (Apc. 2:24,25), “vanamente hinchados y deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles” (v.18), orando con imprudencia a esos súbditos de Dios, que deben sentirse fastidiados al escuchar semejantes invocaciones a ellos y no a Dios, lo cual estaba prohibido y que todo judío que leyera la Escritura conocía bien (Apc. 19:10; 22:9). Esos seres están para nuestro servicio, pero no admiten solicitudes personales sino órdenes del Señor. Cuidado con lo nuevo que trae la cultura con el fin de actualizar y modernizar la religión cristiana; y cuidado con tomar prestado de ella algo porque no necesitamos nada extra para ponernos a la altura de los tiempos, como si a Jesucristo se le hubiera olvidado lo que ahora ellos han inventado. No le añadan nada al credo.
No juguetees con la cultura buscando prosélitos
Col. 3:1-11
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. 5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, 7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. 8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, 11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos”.
Desde esos dos territorios del alma pasa a su carácter para darle muerte allí a lo que necesite, entonces se enfrasca directamente con las corrientes genéticas del individuo y las fuerzas culturales para modificarlas a ambas por cuanto pertenecen a una vida a la cual se ha renunciado y “en las cuales anduvisteis en otro tiempo” (v.7), y en el bautismo se recuerda haberse despojado; de ellas (v.9) y enterradas en la tumba de Cristo. Definitivamente, uno tiene un compromiso de no desenterrar nunca lo que hemos sepultado sino más bien esforzarnos en empujarlos hacia atrás, hacia el pasado, y no permitirles que invadan el nuevo territorio conquistado por Cristo. Pablo les dice que el estilo de vida sea distinto a cuando; vivíais en ellas (v.7).
Este aspecto tiene que ver con el control del temperamento y la mejora del carácter tales como ira, enojo, malicia, blasfemias, palabras deshonestas, mentiras” (vv.8,9); las cosas heredadas y las que pertenecen a una inadecuada formación cultural o familiar, porque nuestros padres nos educaron “como a ellos les parecía” (He. 12:10). Quizás sea difícil hacer morir cosas que son tan viejas con las cuales se formaron la personalidad y el carácter, pero si se tiene en cuenta el milagro de la conversión a Cristo esos cambios son pequeños. Un cristiano es un ser celestial que está sentado en los lugares celestiales con Cristo y es llamado a cultivar su carácter por medio del cual se relaciona con su prójimo. No basta con ser perdonados hay que saber tratar bien a los demás: controlar el enojo, la ira, reprimir palabras que hieran y dejan cicatrices y no inventar cosas que dañen el testimonio de los otros. Cristo no desea vivir dentro de un carácter así. Esas cosas deben morir también porque no son dignas de un ser celestial, hecho un poco menor que los ángeles.
Y para darle un énfasis doble Pablo cambia la imagen de la resurrección y les recuerda que son nueva creación, con un carácter y una personalidad creada por Dios que tiene como modelo ;la imagen del que lo creó ;, esto es Dios (v.10); y si esas viejas cosas ocurrían por ignorancia ya no se justifican cuando se tiene un “conocimiento pleno” (v.10) al cual se llega por una continua “renovación” (v.10), que no ocurre de súbito sino con “gracia sobre gracia”; y se va renovando mirando a Cristo, con la mente de Cristo, pensando como él, y con “el sentir que hubo en Cristo Jesús”, sintiendo lo que él siente.
Ese cambio interno y externo del cristiano, y por supuesto la iglesia, va cambiando las culturas que seguidamente menciona, donde no hay ninguna que sea imposible transformar. La cultura cambia la iglesia o la iglesia cambia la cultura. Ese proceso envuelve a todos los miembros cualquiera que sea su fondo histórico, judío, griego, bárbaro, escita, siervo, libre (v.11) por cuanto Cristo es el todo en todos, la meta y el modelo de todos. En ese todo nace un solo y nuevo hombre, Cristo, en su iglesia, es el melting pot, una vasija usada para hacer mezclas de todas esas culturas, donde se forma una sola con ciudadanía celestial viviendo bajo la ley de Cristo. Si las iglesias, quiero decir los que la componen, no se esfuerzan en destruir lo que traen de malo desde sus culturas, sino que juguetean con ellas buscando prosélitos y no hombres y mujeres transformados, no sólo las culturas no podrán ser transformadas, sino que absorberán el cristianismo y las congregaciones no serán nada más que pedazos de culturas, vistas en las cenas y folklores, con etiquetas de iglesias. Paganizarán la iglesia.
Col. 3:12-17
Escucha buenos sermones y canta los mejores himnos
“12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. 16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. 17 Y, todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.
El privilegio de ser legítimos miembros de una iglesia cristiana. Primeramente, observa que a la comunidad cristiana se le llama escogidos de Dios (v.12); pero en esta ocasión se dice más como un honor y privilegio que como una definición teológica, para que cada uno mire de ese mismo modo al hermano o hermana, como un escogido de Dios. Vestíos; es equivalente a compórtense como escogidos de Dios, que significa que Dios los considera santos y amados.
Según Pablo los conflictos entre los miembros de la comunidad se evitan y se resuelven de la misma manera: con virtudes cristianas, añadiendo a la fe virtud. Les dice “si ustedes se aman sean ante todo entrañablemente misericordiosos” y esta virtud en el NT siempre está asociada al perdón y servicio al prójimo. El resto de las virtudes que menciona se relacionan a cómo manejar las quejas. Con excelencia o con provecho que es lo que significa en griego la traducción de benignidad o bondad. No es sólo lamentar y respirar por la herida sino manejar lo que pasó de modo que, el diablo no gane ventaja; y la gracia de Dios se expanda.
Es aquí donde más fallamos porque mayormente lo que hacemos es morirnos de dolor y sufrir por mucho tiempo lo que vimos o nos dijeron. Hacemos mal, como los perros, pasarle la lengua a la herida. Se alivia el dolor, pero no sana. Hacer que el agravio se convierta en algo útil para nuestra vida cristiana, sacarle alguna ventaja espiritual y acumular experiencia con lo sucedido.
La clave está en hacer lo posible porque no se rompan los ligamentos (coyunturas) de amor o como lo llama Pablo el vínculo perfecto (v.14), guardando la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efe. 4:3) y hacer todos los movimientos inteligentes para que la paz gobierne (v.15). Y todo eso es posible si primero con madurez se soporta el golpe, soportándoos (v.13), no reaccionando con la misma fuerza que se recibió la acción sino con menos, con menos voz y menos énfasis porque “la blanda respuesta quita la ira” (Prov. 15:1) donde la palabra blanda se puede traducir suave, tierna y débil. Si logramos asimilar la ofensa entonces podemos procesarla y convertirla en solución, evitando que el problema ponga fin a la amistad y termine en un callejón sin salida.
La actitud de poder soportar con amor, porque “el amor todo lo soporta”, se halla en las cuatrovirtudes precedentes que como columnas soportan toda la plataforma. Yendo a la inversa, paciencia, mansedumbre, humildad y benignidad o bondad (v.12). Soportar las quejas de los otros es algo justo y honorable porque lo que uno hace con el otro es lo mismo que quisiéramos que los otros hicieran con uno. Por eso dice unos a otros (v.13). Generalmente no nos damos cuenta que los que los demás nos están soportando. Nadie es perfecto y “todos ofendemos muchas veces en palabra” (Sgo. 3:2). Soportar es una actitud justa y de reciprocidad pidiendo a Dios fuerzas para los hermanos, para que nos soporten. Y es mejor soportar que ser soportado. Y entre todos los que nos soportan y nos perdonan se halla Cristo (v.13) que nos ha perdonado más quejas que las que nosotros tenemos de otros. El perdón al ofensor no es opcional sino un mandamiento, una obligación de vida o muerte por cuanto está escrito que si no perdonamos a los hombres sus ofensas tampoco Dios nos perdonará (Mt. 6:15).
Y por último el apóstol menciona la gratitud como un sentimiento apropiado para sacarle utilidad a la queja, sed agradecidos (v.15). Frecuentemente el hermano que nos ha ofendido es el mismo que nos ha servido y al cual tenemos que agradecerle algo, por lo tanto, no pudo haberlo hecho o dicho para mal y no debo romper mi ligamento de amor con él por esto. Ya él me ha pagado con abundancia el daño que sin quererlo me ha hecho. Por lo tanto, lo olvidaré porque básicamente es un buen hermano. Algunos manuscritos dicen, “sed agradecidos” a Cristo por las gracias mencionadas.
El ministerio de la Palabra de Dios (vv.16-17). Entonces podemos tener cultos donde se halle el Señor y el primer lugar sea la palabra de Dios copiosamente enseñada “la palabra de Cristo more en abundancia en vosotros” (v.16). También la palabra en abundancia significa ricamente. El servicio de adoración debe ser Cristo céntrico y no puede serlo si la predicación y enseñanza de su Palabra no tiene el primer lugar en importancia. Un culto con escasez de palabra de Dios es un culto con escasez de la presencia de Dios. Dime, si Cristo es el Verbo de Dios, ¿de qué otra forma puede hallarse en medio de dos o tres reunidos en su nombre si no es por la presencia de su palabra? Los sermones y cultos deben contener muchísima palabra de Dios, no un versículo o dos sino muchos textos y para lograr eso no hay mejor sermón que el de tipo expositivo, que no es el que se escoge un tema, se halla un versículo y se predica.
Las riquezas de la palabra de Dios están en el fondo, en la profundidad de la sabiduría y de la ciencia de Dios. Un sermón rico es un sermón profundo. Un sermón profundo es un sermón profético. Los sermones de los falsos profetas fueron acusados por Dios de que querían curar la llaga de su pueblo con “liviandad” (Jer. 6:14, la palabra indica ligereza y rapidez, que puede por supuesto referirse a un mal remedio que no llega al fondo del obstáculo: el pecado del pueblo, y por lo tanto son mentiras o equivalentes a ellas. Un sermón copioso y rico es un sermón profundo. El obstáculo que tienen ellos con la audiencia moderna es que no quiere pensar y se conforma con anécdotas sentimentales.
Además, los sermones expositivos enseñan a la iglesia, “enseñándoos” (v.16), a vivir como Cristo vivió, la educan y forman la generación de creyentes que guardarán todas las cosas que él ha enseñado. Los predicadores temáticos que no hacen buena exégesis han ido enseñando a esta y la otra generación de creyentes a sentir más que pensar, y han logrado con éxito creyentes ignorantes de las grandes doctrinas, hacia las cuales no se sienten motivados aprender. Es difícil reeducar y cambiarle el gusto a una generación así acostumbrada, que como dice Pablo “para vergüenza nuestra no conoce a Dios”; y lo que es la vida cristiana, y le da su okey a cualquiera enseñanza que oiga y se mueve con cualquier viento de doctrina que sople.
Los sermones expositivos son los más aplicativos, los que mejor se ajustan al pragmatismo escéptico de la época y sirven mejor al propósito de la predicación para exhortar (v.16) porque hay áreas de la mente divina que nunca se explorarán si no es por un estudio profundo del texto sagrado y por lo tanto la iglesia nunca oirá de ellas ni podrá practicarlas. Me asombro cuando oigo a maestros y predicadores que apenas comienzan hablando ya hacen aplicaciones y traen consigo historias sin haber siquiera excavado un poco en el párrafo que tienen enfrente. La congregación puede ir cerrando sus Biblias porque no las usarán más. Cuando el predicador no hace exégesis bíblica rellena ese vacío con su cultura y con cuentos de su vida, pero nunca podrá compararse su disertación con un enjundioso sermón expositivo lleno de sabiduría celestial e instruir en toda sabiduría (v.16).
Y si observas la línea bíblica anterior verás que la palabra de Dios es el mejor libro de consejería por cuando dice que en toda sabiduría y se refiere al uso de la palabra de Dios en la exhortación. Un buen consejero es uno que conoce bien la palabra de Dios. El mejor manual de psicología es la Biblia. El Espíritu en la Biblia enseña no sólo conocimientos sino comunica el espíritu de cómo decir las cosas y cuándo decirlas. Y vale notar que no es para que cada cual se conozca a sí mismo sino para que conozca su pecado, porque sin conocer el pecado propio nadie se conoce a sí mismo.
Responsabilidad del ministerio de alabanzas. Otro elemento del culto es las alabanzas, salmos, himnos y cánticos espirituales (v.16), que vienen directamente después de la predicación del Señor. Los salmos según dice John Gill “probablemente se refieren al título de los salmos de David, Masquil, que significa instrucción, para comprender, amonestar y edificar a los santos. (comentario sobre Colosenses). Son composiciones de tipo didáctico por medio de las cuales la iglesia oraba, se confesaba y adoraba.
Y en el pasaje paralelo en Efe. 5:19, “hablando entre vosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones, escribe”. Los salmos se refieren a los de David y otros autores incluidos en esa compilación bajo ese nombre. Y por himnos sabemos que no son composiciones escritas por hombres buenos sin la inspiración del Espíritu de Dios y que hayan alcanzado ese nivel entre los otros y cantados juntamente con ellos para edificación de las iglesias. Himnos es nada más que otro nombre para el libro de los salmos y que es llamado también Libro de Himnos, uno de los cuales cantó el Señor con sus discípulos después de la santa cena. Así de modo general son llamados por Filón el judío y Cánticos e Himnos por Josefo y también; Cánticos e Himnos en el Talmud. Lo mismo que Cánticos Espirituales refiriéndose a los salmos de David, Asaf, etc., donde los títulos de ellos muchas veces cambian desde cánticos a cántico gradual o simplemente salmo. Y todo eso junto con otros cánticos bíblicos escritos por hombres inspirados por Dios. Es por eso que son llamados espirituales porque son inspirados por Dios en oposición a las canciones profanas, libertinas y libidinosas, para edificación de las iglesias, y es la razón porque escribe hablando entre vosotros (el énfasis es mío; John Gill, comentario a Efesios).
Como se ha dicho los salmos, himnos y canciones espirituales son una misma cosa, de los cuales nuestro Señor cantó uno y Pablo y Silas otros (Mt. 26:30; Hch. 16: 25). Y está claro que además de ser usados como alabanza también se utilizaba su letra con propósitos didácticos o de instrucción. En mi opinión las alabanzas tienen que llenar ese propósito, aunque no necesariamente repetir palabra por palabra la letra de aquellos himnos de la Escritura que han sido preservados por Dios como modelo para inspiración, y revelación. O sea, la iglesia debe cantar sermones relacionados con Dios y la vida cristiana en esta generación, absorbiendo de esos antiguos cánticos no sólo quizás su mística o pietismo sino su teología, apelando tanto al espíritu como al entendimiento, y evitando a toda costa en letra y música, conexión o identificación alguna con canciones libidinosas y sensuales, de modo que los himnos sean una misma cosa con lo que la iglesia predica, enseña y habla dentro de ella.
La familia y el capitalismo mundial
Col. 3:18-4:1
“18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. 20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. 21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten. 22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. 23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; 24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. 25 Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas”.
De la iglesia como un todo el apóstol ahora se dirige a relaciones específicas; en primer término la relación familiar de marido, mujer, hijos, y en segundo la relación social o laboral, siervos. Mira cómo la familia está en el ojo divino. Para que la iglesia funcione bien (como fue el tema anterior) es importante que la familia esté bien, específicamente en la relación de marido y mujer “mujeres estad sujetas…maridos amad” (vv.18, 19); el matrimonio ocupa en importancia la posición número uno, antes que la relación como padres y cualquiera otra. Si los esposos se llevan bien y son ante todo marido y mujer y cuidan esa relación, la familia tiene grandes posibilidades para funcionar bien.
Aquí no trata ningún aspecto de la vida sexual de la pareja como lo hizo entre los corintios (1 Co. 7:3-5), sino de la organización de la familia. La mujer, dice, no la esclava, esté sujeta a su marido, no como en una clase de servidumbre sino de amorosa relación; déjese representar por el hombre y coopere con él; alguien tiene que llevar el liderazgo de la familia, deje que su marido lo haga, sin que tenga que renunciar a su voz y voto. Maridos, ella no es una cosa, un objeto, sino la compañera, la ayudadora, el ser que más te quiere, la persona que más necesitas y la que más amas, trátala bien y no seas áspero con ella para que endulces su vida y haga feliz a todos. Y sé capaz de ser el líder y no tenga ella o un hijo que suplantarte porque como dirigente del hogar sufres incompetencia.
La palabra áspero significa amargar. El marido no debe amargarle la vida a la mujer como si no valiera nada; si la ama y la sustenta como a su propio cuerpo (suponiendo que ella no aporte dinero), si la tiene como a coheredera de la gracia de la vida (1 Pe. 3:7) y la trata como a frágil vaso (como una fémina) la hará sentir feliz, y si la mujer es feliz hace feliz a todos. Happy wife, happy life. Si la relación entre marido y mujer funciona, la iglesia funciona.
Por otra parte, dentro de la familia es importante la relación del matrimonio como padres,“hijos sed obedientes...padres no exasperéis” (vv.20, 21). El apóstol se dirige a ellos, no les dice a los padres que los hijos tienen que obedecerlos sino a los hijos que tienen que obedecer a los padres. Los padres lo que tienen es que tratarlos bien, no porque se puedan enojar. La palabra ira no existe en el texto original, al contrario, el mal trato de los padres, los exasperan, pero la idea es que se desaniman o se deprimen y se descorazonan, para usar una palabra en boga. Los padres tienen que darles ganas de vivir a los hijos, estimularlos para que tengan visiones (Hch. 2:17), entusiasmarlos con la vida y sus carreras. Tratarlos como lo haría el Espíritu Santo, es decir, en consecuencia, con lo que se predica en la iglesia.
La misión de la iglesia en la formación de los hijos es proveerles la Palabra de Dios, que es lo que hace Pablo, y deber de los padres exponerlos a ella. Si ese tipo de relación funciona bien la iglesia también lo hará y sobre todo porque eso es agradable al Señor (v. 20). La función de la familia es importante ante los ojos de Dios.
Por otra parte, la vida social ante los ojos divinos. Anteriormente ha dicho que en la iglesia, en el reino de Dios, es decir ante los ojos de Cristo no existe el esclavo ni el libre (3:11). La iglesia no está organizada por dentro como lo están la sociedad y las naciones. Es un cuerpo con miembros que desarrollan importantes y disímiles funciones. Pablo no intenta cambiar la organización de la sociedad o la familia. El que es esclavo le dice que eso no le preocupe mucho, aunque si tiene forma de liberarse, mejor (1Co. 7:21, 22). Su intención es mejorar al hombre y a la mujer dentro de esa organización. Si mejora al hombre se mejora el ciudadano. La palabra hombre es más importante que la palabra ciudadano.
El cristianismo cabe perfectamente dentro de cualquier forma de gobierno y cuando la cristianiza la humaniza. Puede que sea más sabio, antes de plantearse la necesidad de una nueva y mejor forma de gobierno, hacer arreglos para mejorar la calidad humana y espiritual de los hombres y mujeres que ocuparán los cargos políticos. Se puede ver el error de un gran sector de nuestra actual sociedad en Estados Unidos, que le importa más la forma de gobierno, los derechos humanos y civiles que la calidad moral del pueblo. La Carta Magna, la Constitución, aunque fue inspirada por la Biblia, se usa para desplazar a Dios. Con el pretexto de constituir una sociedad secular se ataca constantemente los principios judeo-cristianos que le dieron origen. A la Corte Suprema le interesa sólo el aspecto legal y no el moral. En tiempos del Nuevo Testamento el gobierno era monárquico. Pablo no quiere implantar en su lugar una democracia sino mejorar ante Dios la sociedad.
El principio detrás de todo esto no es sólo que los siervos se porten bien o trabajen mejor, sino que den gloria a Dios con sus trabajos “temiendo al Señor, hacedlo para el Señor” (v. 23). No para ayudar con sus consejos a los esclavistas o para librar de acusaciones políticas al cristianismo, sino para relacionar la vida laboral con la vida cristiana y que ambas se vuelvan una. Es posible que Pablo no quisiera ser tenido como el caudillo de un nuevo partido político, y esa no es su intención que consiste en involucrar a Cristo en todo e introducirlo donde no existe.
Para algunos hoy, nacido bajo un sistema de libertad y democracia, sería difícil entender por qué Pablo le pide a los esclavos que sigan siendo esclavos y que sean buenos esclavos, esperando después de la muerte recibir la liberación y una herencia espiritual. Sin embargo, fue el cristianismo precisamente quien desmanteló el sistema esclavista pregonando que todos los hombres somos iguales y tenemos los mismos derechos. Este mandamiento “amos, tratad con justicia y equidad a vuestros siervos, sabiendo que vosotros también tenéis un Señor en el cielo” (4:1), fue revolucionario y se oyó en el mundo por medio del evangelio, siglos antes que feneciera la trata de esclavos.
¿Paradoja? Sin él, ni pensar que el dueño de un esclavo lo trataría como a un hermano y que no era más ni menos que él en Cristo. La madurez del cristianismo propició la liberación de los esclavos. Lo contrario de hacerles sentir que siguieran siendo esclavos les insufló deseos de libertad. Humanizando las estructuras éstas cambiaron. Pensando en nuestro contexto, si los empresarios trataran con justicia a los obreros y con humanidad, y ellos laboraran de modo excelente como para Cristo, el capitalismo mundial sería otro.
Que dé gusto hablar contigo
Col. 4:1-6
“Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos. 2 Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; 3 orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, 4 para que lo manifieste como debo hablar. 5 Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. 6 Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”.
Esta frase pone un balance en lo anteriormente dicho “amos haced lo que es justo y recto con vuestros siervos” (v. 1), como exigía el gobierno romano a los amos, proveyendo para los esclavos, ropa, comida, techo y medicina. Esta porción corresponde al capítulo anterior. Son consejos a los colosenses, el primero de ellos tiene que ver con la vida de oración de la congregación, que no especifica si se trata en la reunión o individualmente. Me inclino a pensar que en ambos campos, la iglesia y cada miembro en particular, se le pide que interceda ante Dios por los otros y de modo especial por los misioneros (v. 3) por nosotros, incluyendo al equipo cuyos nombres aparecen más abajo, Bernabé, Juan Marcos, Epafras, Arquipo, etc. El que no tiene un donativo para los misioneros puede enviar su oración al cielo por ellos. El mundo entero debiera orar por ellos.
Especialmente, para entrar en contacto con gente que desea escuchar el evangelio; el apóstol compara ese interés cómo la puerta que se abre, “para que se nos abra puerta”, es decir una bendita oportunidad que Dios provee por la oración y que no debe ser desperdiciada con conversaciones que no contienen sustancia de salvación. El Señor nos perdone cuando nos coloca dentro de un grupo de gente que lo desconocen y están viviendo perdidamente, y compartimos con ellos algunos minutos sin traer a colación el tema tan importante de la salvación. Las oportunidades que Dios nos da, debiéramos agradecerlas muchísimo y aprovecharlas al máximo. Si alguna persona muestre algún interés y pregunta, seguros podemos estar que es el Espíritu Santo quien le ha dado ese interés, y espera que no dejemos pasar sin frutos la ocasión.
En segundo lugar, el apóstol les pide a los hermanos colosenses que teniendo ellos el privilegio de la libertad para predicar a quien quieran, sigan su ejemplo que en confinamiento aprovecha todo los momentos para cantar, orar y predicar, y que al menos los presos lo escuchen, como hizo en la cárcel en Filipos; Pablo usa el plural; se nos abra. Este hombre no cesa de pensar y de hacer, y de dirigir la evangelización del mundo, y es por eso que reclama intercesiones a quien único con su bendición puede bendecir sus anhelos.
La oración de la iglesia por los misioneros y los pastores es vital para el establecimiento y extensión del reino de Dios. Las oraciones están incluidas en las concesiones y misericordias divinas. Por eso entras más de nosotros pidamos más posibilidades tendremos de ser respondidos. El apóstol además de suplicar que no se le acaben las oportunidades para predicar el evangelio, quiere que el Espíritu le dé la palabra oportuna para cada cual que le escuche. Un poco más adelante en el v. 4 sus sermones parecen respuestas a interrogatorios, o quizás a curiosidad que contenga con respecto a esa “secta” llamada cristiana y odiada tanto por los judíos. Hoy puede venir un interrogador como mañana otro, pasado mañana otro distinto, y cualquiera que sea la longitud de su juicio quiere palabras de Dios no sólo para defenderse sino para testificar del misterio de Cristo.
Son conversaciones las que pide que Dios dirija con eficacia de modo oportuno a todo aquel “que solicite razón de la esperanza que tiene en Cristo”. Tal vez no estoy lejos de una juiciosa interpretación si asumo que las palabras de los vv. 5,6, les está pidiendo a sus hermanos colosenses que evangeliza en de modo similar a como él lo hace, con los de afuera, o sea los que están fuera de la iglesia y también de la cárcel. Ese es el campo misionero de la iglesia, el mundo, su contexto histórico, en el cual ella debe mostrar interés y responder a cualquier pregunta, necesidad, que encuentre en su vida cotidiana con los que no conocen a Cristo.
Pide a sus hermanos colosenses que estén a la caza de oportunidades para entablar conversaciones con respecto al misterio de ese Crucificado, que en carne murió en Jerusalén, y que en carne y hueso resucitó de entre los muertos, y que con cuerpo glorificado ascendió al cielo a la diestra de Dios, y que el que allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Las cristianas en sus cocinas, en los mercados, junto a los pozos, en las calles, entre familias y conocidos, en cualquier parte mujeres y hombres deben hablar al mundo e interesarlos en la historia de las cosas que han sido “ciertísimas”.
Además como buen maestro de evangelismo que es el apóstol les dice que al menos respondiendo a inquietudes, incertidumbres, y preguntas que con buenas o malas intenciones les hagan, no pierdan la compostura cristiana que consiste en no devolver maldición con maldición, sino con bendición, en no utilizar un lenguaje vulgar, ni palabras deshonestas, ni maledicencias, que no conviene a santos que profesan piedad, por eso dice “sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal”, o sea de buen gusto, que no hiera los oídos de nadie, sin pláticas de mal gusto y que dejen un mal sabor cuando la conversación se termina. En muchas cárceles modernas los presos comen juntos.
Las pláticas de sobremesa son magníficas oportunidades, que concede la providencia que son las mejores, para dar a conocer el misterio de Cristo. Sirven para conocer nuevos nombres y situaciones, para hacer amigos y ganarlos. Si hay un momento exquisito que puede ser aprovechado para el éxito del evangelio en los sitios de reclusión penitenciaria, son las horas de las comidas. En vez de planear revueltas y sacar armas blancas para fugas, usarlas en reyertas y escapes, conversar sobre los temas de consuelos en Cristo, de la libertad en Cristo, y del perdón de las peores fechorías y homicidios, robos. En ese momento sabroso a la mesa, que no es para hablar mal de ningún ausente, las conversaciones de los cristianos deben ser más deliciosas que las generalmente insípidas o amargas pláticas comunes entre los reos. Ahí es donde viene a propósito; la gracia y la sal y los sazones del evangelio de Cristo, que le da gusto a la vida más desilusionada en prisión o en libertad. Ya se avanza mucho cuando nuestros interlocutores, o interrogadores, quedan encantados con nuestra forma de hablar, y les dan gusto nuestras pláticas.
Una élite misionera
Col. 4:7-18
“7 Todo lo que a mí se refiere, os lo hará saber Tíquico, amado hermano y fiel ministro y consiervo en el Señor, 8 el cual he enviado a vosotros para esto mismo, para que conozca lo que a vosotros se refiere, y conforte vuestros corazones, 9 con Onésimo, amado y fiel hermano, que es uno de vosotros. Todo lo que acá pasa, os lo harán saber. 10 Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle; 11 y Jesús, llamado Justo; que son los únicos de la circuncisión que me ayudan en el reino de Dios, y han sido para mí un consuelo. 12 Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere. 13 Porque de él doy testimonio de que tiene gran solicitud por vosotros, y por los que están en Laodicea, y los que están en Hierápolis. 14 Os saluda Lucas el médico amado, y Demas. 15 Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa. 16 Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros. 17 Decid a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor. 18 La salutación de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros. Amén".
He llamado élite a este grupo de hombres porque como misioneros han sido de los mejores del mundo, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida. Prácticamente la carta ya está terminada y sólo restan los saludos finales. Mira cómo Dios surte con pastores a su rebaño y el número de misioneros el cual es sorprendente, once. Dios estaba bendiciendo el mundo enviando tantos obreros a la mies, en respuestas a las oraciones. La iglesia los conocía, algunos eran de allí y podían distinguirlos de los que eran meros charlatanes. Hoy se pueden conocer por sus libros y sus mensajes quienes son los verdaderos sucesores de Pablo. Las iglesias deben orar continuamente para que Dios surta los púlpitos con buenos ministros.
Particularmente observa una porción de la vida de un gran ministro, Epafras que es un buen ministro con corazón evangelístico (v.12) y fundador de la iglesia en Colosas (1:7, 8). Posiblemente convertido con los mensajes de Pablo, sintió el llamado de Dios para predicar a los colosenses y fue allá abriendo una obra bonita en aquel lugar. Los ministros apostólicos se esfuerzan en hacer obra de evangelista (2Ti. 4:5) y aman la fundación de nuevas iglesias. Pero soplando tanto viento de doctrinas diversas en el mundo (Efe. 4:14) y siendo muchas las estratagemas de errores doctrinales, las nuevas congregaciones necesitan progresar en la estatura del conocimiento de Cristo (Efe. 4:13).
Observa cómo se relacionaban aquellos ministros. Es hermoso enterarse que los ministros se ayudan recíprocamente y se piden y dan colaboraciones para sus iglesias. Epafras fue a Pablo y le contó las nuevas doctrinas que estaban predicando en Colosas, pidiéndole ayuda para resolver la situación. Pablo, gustoso, le escucha y le escribe una carta para ayudar a los hermanos en la verdad del evangelio, la cual envía no con Epafras sino con Tíquico y Onésimo (vv.7, 8). Prefiere que el pastor no vaya, quizás ya había hecho todo lo que podía y era mejor que fuera relevado por un hermano de más experiencia y conocimientos, un “hermano y fiel ministro”. El apóstol era como el superintendente de aquella obra, indirectamente suya, y sabía quién era el más apropiado para manejar la situación.
La compañía de Onésimo era oportuna, para resolver los problemas con Filemón, testificar del ministerio apostólico y ayudar en lo que pudiera, apoyando a Tíquico. La completa independencia de las iglesias es un ¿triunfo? de la democracia.
También se encontraba con ellos Arquipo, que no salió con Epafras para consultar a Pablo, tal vez prefiriendo quedarse para no dejar la iglesia sola con los diáconos o porque no creía necesario ir porque no veía tan grave el asunto como para tanto. Mira que cumplas tu ministerio (v.17), pudiera sugerir cierta posición neutral la cual Pablo no comparte. Las palabras pueden tomarse como un estímulo al ministro más que un reproche, pero tienen más significado que lo que ellas dicen.
Podemos leer algo sobre la crisis de un ministro. El pastor Epafras casi perdió el control doctrinal de la iglesia. Se marchó. Quizás la congregación quería saber algo más de Epafras. Pablo les comunica sus sentimientos por ellos, y los saluda “Epafras, que es uno de vosotros, siervo de Jesucristo, os envía saludos, siempre esforzándose intensamente a favor vuestro en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completamente seguros en toda la voluntad de Dios. Porque le soy testigo de que tiene profundo interés por vosotros y por los que están en Laodicea y en Hierápolis” (vv.12, 13; Flm. 1:23).
Si les envía saludos significa que no se siente agraviado por la iglesia, si lo han herido no es tan profundo como el interés que siente por ellos, y que hizo bien en salir de allí a tiempo, antes que el daño a su ministerio fuera mayor. La decisión sugiere que él desea continuar relacionándose con ellos según sea conveniente y oportuno. Es como si les dijera “es saludo, podemos continuar siendo amigos y hermanos; ellos le enviarían sus saludos”.
Otro aspecto positivo es que ora por ellos con profundo interés y dedicación, para que les vaya bien y la iglesia se salve. No se ha ido de allí procurando olvidarlos sacándolos de su mente; sigue interesado en que aprendan más y vuelvan al camino real cristiano. Y sus oraciones son de alta calidad y continuas, porque les dice que agoniza por ellos de rodillas. Epafras era un gran ministro y Pablo un buen director del trabajo misionero.
Se mira lo útil que puede ser un médico pastor, evangelista, misionero y escritor. En cuanto a Lucas (v.14) “el médico amado”; se nombra también en 2Ti. 4:11 y Flm. 1:24, el autor de dos libros del Nuevo Testamento; y por esa razón le debemos tanto. Un médico que pudiera practicar la medicina dentro de su ministerio apostólico. Muy querido por sus compañeros y hermanos pacientes. Sólo Dios conoce a cuántos pudo llevar el conocimiento de Cristo por medio del evangelio y sus prácticas médicas. Una bella combinación de fe y ciencia, puesta en práctica para mostrar un profundo amor por las almas y cuerpos de los hombres.
Y a su lado aparece el nombre de otro misionero que al menos temporalmente cambió de carrera, Demas (2Ti. 4:10). No que se haya ido al mundo a pecar, sino que por amor a las cosas del mundo, a otra forma de vida, tal vez el dinero, dejó el ministerio. Lucas deja un buen salario para pasar necesidades como misionero y Demas, supuestamente, hizo lo opuesto, dejando a Pablo abandonado con tanto trabajo. El tono del lenguaje de Pablo no indica condenación espiritual sino reproche y dolor, es una crítica a la decisión de su amigo y compañero que no continuó compartiendo sus ideales y principios misioneros. Con todo, fue una deserción.
Los saludos enseñan la universalidad de los principios del evangelio, que son aplicables a una congregación como Colosas y a otra como Laodicea; que se encuentran cerca y pueden influirse recíprocamente, cuando esta carta se haya leído entre vosotros, hacedla leer también en la iglesia de los laodicenses; y vosotros, por vuestra parte, leed la carta que viene de Laodicea (v. 16). Pablo visiona que eso podía pasar y de modo preventivo pide que se aplique la medicina a aquella congregación sana, porque las verdades de Dios son mejor enseñarlas antes que aparezcan las mentiras del diablo. Y lo mismo se puede decir de los evangelios, las epístolas generales, toda la Biblia y la literatura cristiana con un enjundioso contenido doctrinal y práctico. Aún en la casa de la hermana Ninfas, que no se si vivía en Colosas o en Laodicea, pero que teniendo una casa grande se reunía allí una buena congregación, la epístola podía ser estudiada en su hogar y llevarse copias los hermanos para sus casas y hacer lo mismo.
El apóstol concluye pidiendo que recuerden sus cadenas, que está en prisión, para que oren por él, midan su interés por ellos y suplan sus necesidades si pueden hacerlo. Quiere decirles “cuídense, los amamos a todos” Ya no escribe más, sino su saludo con su puño y letra, habiendo mencionado sólo una parte de la élite de su grupo de misioneros.
Colosenses, notas extras
Colosenses o sea miras al cielo (1:5, 12, 20, 23, 27; 3:1-2). Es el pensamiento cristiano confrontando a los docetas. Se nota el aspecto filosófico; aunque es un enfoque nuevo de Pablo, se descubre su autoría por las doctrinas cristianas comunes en su pluma. Cristo es lo último, lo máximo, está lleno de todo lo que hace falta para hacer perfectos (v. 28, que es ser santo y sin mancha (vv. 21, 22).
Col. 1:1
“a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas...” ¡Qué bueno es que cuando se nombre una ciudad se pueda nombrar a santos y fieles dentro de ella! ¿Eres tú de esos santos y fieles que viven en tu pueblo?
Col. 1: 5
“causa de la esperanza reservada para vosotros en los cielos”. Si está guardada en los cielos, está segura, porque la guarda Cristo, y allí ladrones no minan ni hurtan. Oh Dios quítame el temor de ir a buscarla. ¡Tú eres esa esperanza! (v. 27).
Col. 1:5-7
“que ha llegado hasta vosotros; así como en todo el mundo está dando fruto constantemente y creciendo” ; ¿De qué habla? Del evangelio que lleva la esperanza de salvación a todo el mundo, y entre ellos crece y lleva fruto. Oh alma mía, si estás inconforme con el progreso del evangelio en tu iglesia, ora.
Col. 1:7
“tal como lo aprendisteis de Epafras, nuestro amado consiervo, quien es fiel servidor de Cristo Epafras les enseñó el evangelio; de él no se conoce mucho como de otros ministros. En Corinto quizás no lo conocían; pero ¡qué amado y fiel! ¿Eres un siervo anónimo, poco conocido? Dios sabe quién eres (Lee 2 Co. 6:9).
Col. 1:4 ,8
“el cual también nos informó acerca de vuestro amor en el Espíritu”; oh Dios aumenta el amor en el Espíritu entre nosotros, que la iglesia sea una comunidad de amor.
Ora por inteligencia espiritual
Col. 1: 9-11
“...que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual”. Se amaban mucho, pero no eran perfectos, tenían que crecer en conocimiento. Para vivir piadosamente (vv. 9-11) (2) para preservar entre ellos la verdad que habían recibido. Oh amado Señor permíteme vivir como es digno del evangelio, dame gracia para tener una inteligencia espiritual. ¿Es eso discernimiento de espíritus? Para que no sea engañado por el pecado y por Satanás. Dame esa sabiduría Señor para que no sea sorprendido, para que lo descubra a tiempo y me separe, regrese o me detenga. Oh Dios que yo viva espiritualmente la vida. No, no quiero ser astuto, pícaro o con inteligencia carnal sino con inteligencia espiritual. Amén.
Para la impaciencia natural, un poco de medicina de gracia
Col. 1: 11
“..fortalecidos con todo poder según la potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo…”. Mira que cuando uno pierde la paciencia, no es solamente que ha perdido “los estribos”, que se ha salido de sus casillas, sino que está mostrando una debilidad del hombre interior, lo que en otra parte se llama dominio propio; por ende, la cura de la impaciencia natural es un poco de medicina de gracia, que untada la circunstancia, alguna promesa, y bebida un poco de oración del Espíritu, los nervios se tranquilizan y el carácter se controla, y se espera, se aguarda tranquilo y reposado sobre el asiento de la fe. Entonces se espera no sufriendo sino contentos. ¿Qué quiero Señor, que ejerzas tu poder en mi vida para que pueda ser gloriosa, en especial para ser paciente y lo longánime? (Sgo. 5: 10; 2 Co. 6:4), en toda prueba. Oh Señor qué importante es la paciencia. ¿No es ella la fe activa, su prueba?
Col. 1: 12
“que nos ha capacitado para compartir la herencia de los santos en luz”. Oh alma ¿te ha hecho Dios apta (capacitada) para participar de los santos en luz? Podrás vivir entre las llamas eternas (Isa. 33:14). Tú tomarás del fuego una braza de tu altar y con ella purificarás el pecado de mis labios, y tendré un corazón nuevo, un nuevo Espíritu dentro de mí, tendré la mente de Cristo y habrá en mi pecho el mismo sentir que hubo en el de él, entonces transformado de gloria en gloria como mirando su faz, podré participar de la comunión eterna de aquellos espíritus que son participantes de la naturaleza divina. Sí, Señor, con ellos sólo quiero estar a ellos sólo oír, con ellos sólo regocijarme. Yo quiero tener comunión con aquellos que tienen la comunión del Espíritu Santo (2 Co. 13:14).
Col. 1: 12-14
“Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado...”. He sido trasladado al reino de Jesucristo y estoy muy bien en él y no quiero de ahí salir. No permitas Señor que nadie me saque. Vivía yo hace muchos años en un reino de tinieblas pero hasta mí llegó la voz de Omnipotente. Pero mi liberación es mi redención, porque Cristo pagó mi rescate (v. 14). Así quiero vivir, en luz, hasta que me reúna con los santos que están en luz.
Col. 1:15, 16
“el primogénito de toda creación”. El que ha visto a Jesucristo ha visto a Dios (Jn. 14: 8-10). Es primogénito de toda la creación no porque fuera el primer ser creado, y por medio del cual haya hecho el universo; y aunque fuera el medio de hechura del universo, siempre la Palabra oh Verbo es Personal. Más bien es el heredero, dueño de toda la creación, toda ella es suya. Pablo habla aquí de su señorío, sí, del señorío de Jesús, de su nivel sobre toda creación y su poseedor. ¿Quién es el dueño del mundo? Jesús.
Quién fue Jesús de Nazaret
Col. 1:17
“Y Él es antes de todas las cosas, y en él todas las cosas permanecen”.
¿De quién está hablando aquí? ¿De Jesús de Nazaret el que nació en Belén de Judea? Hay algo en este párrafo que consterna, elementos que sorprenderían a cualquier conciudadano judío de aquella época; quien haya sido vecino del mismo barrio de Jesús, el hijo de María, y le haya conocido según la carne se hubiera azorado al leer estas palabras. Incomprensibles. Se afirma que es eterno cuando sus amigos y parientes conocían la fecha de su nacimiento, y además se hace la insólita declaración de que mantiene funcionando la creación. ¿Cómo todo eso puede aplicarse a un hombre? Esas son funciones divinas, ¿no? ¿Cómo se puede afirmar que aquel carpintero que vive allí, en aquella casa y que lo hemos visitado en su taller, que aquel hombre supervise las leyes del universo y que todo lo que le rodea dependa de su voluntad? ¿A quién pudo habérsele ocurrido que aquel ser humano mantenga rotando el sol, la tierra en su sitio, y que todo el universo dependa de su voluntad, que a una palabra suya perece totalmente? Repito, ¿habla de Jesús o de Dios? Si fuera de Dios las palabras serían comprensibles, pero si habla de Jesús, ¿habrá enloquecido ese hombre? ¿Cómo puede pensar que haya un solo ser humano que le crea lo que dice? Si miras bien verás que no se refiere al Padre sino al Hijo, sí, he dicho, del Hijo, no de un simple ser humano. Las palabras escritas por Pablo no se corresponden con la existencia de un niño nacido en Belén, de un joven criado en Nazaret ni con un hombre muerto en Jerusalén. Pablo habla de una preexistencia, no aplicable al hombre de carne y hueso hijo de María. Es imposible admitir que un hombre haya tenido o tenga semejante poder. Lo que Pablo escribió es atributivo sólo a la deidad.
¿No quiso el apóstol divinizarlo? ¿No elevó su humanidad a la altura de la deidad? No, hay que descartar el pensamiento de que las primeras palabras se refieran a un hombre, sin embargo, inentendible, ¡está hablando de Jesús!, todos entenderían que se refería al hombre que nació en Belén, que se crio en Nazaret y que murió en Jerusalén, al vecino que todos conocían y visitaban su taller de carpintería. Pero Pablo no menciona el nombre Jesús sino que lo cambia por el de Hijo y ese cambio no es casual sino doctrinalmente intencionado. Se está refiriendo a la divinidad del Hijo de Dios, al Hijo de Dios que se encarnó en el vientre de María para formar una persona divino humana llamada Jesús, el Cristo. Es del Cristo glorificado de quién aquí habla. No de Jesús según la carne. Nota que para exponer (no explicar) la divinidad de Jesucristo la establece por una relación filiar con el Padre, que es la más adecuada; a eso se debe, pienso, el mucho más frecuente uso neotestamentario del nombre de Padre, para referirse a la Deidad que el de Jehová o Dios. La justificación del nombre Padre, en el Nuevo Testamento, es Jesucristo, el Hijo de Dios. Su divinidad es derivada de la divinidad del Padre; pero Pablo no habla de divinidad sino de plenitud de la Deidad (1:19; 2:9). Con eso indica que no está forjando una doctrina sino describiendo a la persona más importante en nuestra salvación. No sería correcto pensar que el engendramiento del Hijo tuvo un tiempo porque esto ocurre antes que el tiempo existiera, en la eternidad. Si es Hijo de Dios es consubstancial y coeterno con el Padre. Amados, los padres apostólicos llegaron a entender muy bien el pensamiento de los apóstoles, penetraron al fondo mismo del cristianismo. Gracias a Dios que las doctrinas cristianas se definieron todas en un tiempo no muy lejano al que ellos vivieron. El nombre Hijo de Dios es un nombre divino y se le aplica a un hombre. Por lo tanto, el hombre que vivió en Nazaret era un hombre y era Dios.
Observa que, aunque esas potestades no son referidas a un hombre sino a la deidad, no habla de otro sino de Jesús. El v. 20 no deja duda que habla de Jesús, del hombre que vivió en Nazaret y murió en una cruz a las afueras de la ciudad de Jerusalén. No hay ninguna separación en el texto para afirmar que Jesucristo sea otro diferente al Hijo de Dios que dio lugar a su Persona. Afirmar que hay dos personas, una persona humana y otra divina, es una herejía. Hay una sola persona, divino-humana, con sustancia divina y con naturaleza humana; que anduvo haciendo bienes y murió en una cruz para reconciliar al hombre con Dios. El Cristo de los evangelios y el de las epístolas es uno solo. Pablo no habla de otro Jesús ni diviniza a Jesús, sino que describe quién fue Jesucristo de Nazaret el cual es el mismo que hallamos en el evangelio.
La identificación del Hijo de Dios con Jesús y con el Cristo, es una revelación, y por lo tanto inentendible (Mt. 16:16,17). Esa combinación de lo divino y humano en una sola persona, sobrepasa los límites de la razón humana. Pero no se trata si se entiende o no, si es bíblica o no, si fue enseñada por los apóstoles y por Jesús o no. El Hijo de Dios, eterno y la Revelación, el Verbo, la Palabra, son eternos también y se aplican a Jesús de Nazaret (Jn. 1:1-3; 14,16). Jesús afirmó su eternidad (Jn 8:53; 56-59). Entonces, Pablo no divinizó a Jesús de Nazaret, sino que lo describió, ni habló de otro, sino del mismo que nació en Belén, y que sus salidas son desde los días de la eternidad (Miq. 5:2); creció en Nazaret y murió por los pecados de la humanidad a las afueras de la ciudad de Jerusalén.
¿Quién dice Pablo que es Jesús? El mismo que dijo Juan, del mismo que escribió Mateo, el mismo que reveló nuestro Señor.
Col. 1: 22
“ahora Él os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte”. Carne arriba la divinidad, abajo la humanidad, la Palabra hecha carne, no un espíritu fantasmagórico con apariencia (docetas) humana.
Col. 1:28
“amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo”. Asombra un evangelismo así, que enfatiza la enseñanza, la cultura bíblica de la teología práctica y doctrinal. ¿Por qué he de predicar y enseñar superficialmente la verdad? (1 Co. 3:1, 2; He. 5: 12).
Col. 2:1
“quiero que sepáis qué gran lucha tengo por vosotros y por los que están en Laodicea, y por todos los que no me han visto en persona”; ¿Tú oras por los que no conoces? ¿Los que están lejos y cerca? ¿Los que conoces, pero sus rostros están lejos? Si no luchas por la vida espiritual de otros no haces bien, tanto deben interesarte que formen parte de tus conflictos espirituales. Los vecinos, toda la vecindad, la ciudad, el estado, la nación, otros países, para que, de todo pueblo, nación y tribu, vengan a adorar al Cordero (Apc 5:9).
Col. 2: 4
“Esto lo digo para que nadie os engañe con razonamientos persuasivos”. ¿Te han engañado separándote del evangelio ortodoxo? ¿No te das cuenta que fueron palabras persuasivas? (Engañosas). ¿Cómo es que te pudieron persuadir? Esa persuasión no viene de Dios (Ga. 5:8). La persuasión es un método bueno, razonar, reflexivo, y los apóstoles lo usaron (Hch. 18:4; 19: 26; 2 Co. 5:11). Aunque Jesús profetizó que vendrían falsos profetas haciendo señales, y las hubo (Mt. 24:11, entre los griegos el mayor peligro estaba con los maestros, el argumento, la razón. Señor alumbra nuestra razón y que tu pueblo te permanezca fiel por persuasión (v.8).
Col. 2:8
“Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas”. En todos los siglos existe ese peligro, filosofías que se levantan contra el conocimiento de Dios (2 Co. 10: 3-6), hombres inteligentes, hasta sinceros, los cuales no pueden creer, que justifican su escepticismo con la razón y no pueden llegar a la verdad por mucho que aprenden, porque no parten de la revelación, es decir, de Cristo (2 Ti.3: 7).
Col. 2:9
“Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en El”. No la plenitud de la divinidad (Ro. 1: 20), sino de la deidad. Es cierto que no se propone probar la deidad de Cristo sino presentarlo como suficiente. Pablo no presenta a un Cristo especulativo sino práctico. Su cristología era práctica y en función de la salvación. Su idea es que no hay que salir de Cristo para hallar a nadie más (2: 3), porque es la persona de Dios. Pablo no se propone hablar de doctrinas abstractas, cuando habló de él como Dios, es para resaltar su señorío en su humillación. Cristo es inmedible.
Col. 2:8-20
“y habéis sido hechos completos en El, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad”. Mira toda esa porción en conjunto, argumenta contra los judaizantes y gnósticos, sobre la base de la suficiencia de Cristo; la iglesia, tú y yo, no necesitamos más que a él. Ya estamos completos (v. 10). Por mucho que haya de la deidad en hombres, ceremonias, letras, en Cristo hay más, en ninguna de esas cosas hay plenitud de la deidad. ¿Tengo yo un ministerio especulativo? ¿Religiones, denominaciones, sectas o Cristo?
Un pecador que vive en el Espíritu la vida de Cristo
Col. 2:8-10
“Porque toda la plenitud de la Deidad; reside corporalmente en El Amado, primero que todo quisiera que por una pequeña palabra notarás la importancia que tiene nuestro Señor en la iglesia; mira la partícula en y cuántas veces el apóstol menciona que el creyente se halla en Cristo. El apóstol trata de abrirles los ojos a esa gran realidad porque una serie de profesores habían acudido a ellos proponiendo filosofías y huecas sutilezas como si esas cosas fueran realmente mejores que Cristo.
Quiero primero que todo que recuerdes lo que es el cristianismo, una Persona, y un cristiano es un pecador que vive en el Espíritu la vida de Cristo. ¡Oh esas dos cosas, Cristo y el Espíritu Santo!, ahí se hallan encerrados todos los secretos de la vida cristiana y de la salvación. ¿Qué hace falta para que un pobre pecador sea cristiano? Sólo Cristo y el Espíritu Santo. No más. Siempre los hombres han tratado de sustituir esa forma simple de ser cristiano, humanizándolo, con filosofías. No es una filosofía (v. 8) como pudiera ser el budismo, los rosacruces, la masonería, etc. Cristo, enseña el NT no es una filosofía, es la filosofía misma porque ha sido hecho por Dios sabiduría (1 Co. 1:30). Si alguien quiere convertirse en un gran filósofo, se convierte en cristiano. Sí, yo conozco a muchos hermanos que apenas han ido al colegio y tienen una gran filosofía, saben cómo vivir en paz, como obtener gozo, como ser felices, como estar preparados para morir. ¿De quién han aprendido todo eso? De Cristo. ¿Quién tuvo más paz que él? ¿Cuándo lo vieron angustiado por lo que comería, bebería o se vestiría, por el dinero, por la salud, por las circunstancias? Es en una palabra, la filosofía de la salvación. Es una filosofía que nos enseña un gran maestro, el Espíritu Santo (1 Co. 2:1-14). ¿Cómo se encuentra el Espíritu Santo? No clamando a El directamente sino yendo a Cristo, allí le encontramos. Y nota dónde comienza la primera lección. ¿Cuál es la primera lección que nos enseña el Espíritu para que podamos ser filósofos y salvos? Comienza en la cruz (v. 2). Nota la diferencia de método que usa el Espíritu con los demás filósofos del mundo. No son los argumentos humanos (v.4), sino una persuasión espiritual acompañada de mucho poder que hace distinción en el discipulado, capacitándolo para vivir, para que la fe de ellos no esté basada en preceptos, mandamientos, ni siquiera en un conocimiento desnudo sino en poder, para vivir, en la misma experiencia, en el triunfo sobre el mundo, la vida, la muerte, el pecado. Y ese Espíritu es quien hace la diferencia de vida entre un creyente y otra persona cualquiera, no tienen el espíritu del mundo (v.12) y por eso no viven como el mundo vive, impíamente, sino santamente. El creyente vive en un mundo incomprensible para los que no tienen el Espíritu del Señor (vv. 14-16).
Pero hay una razón muy poderosa para no buscar ser cristiano, la salvación, por otro lado, que no sea en Cristo y está expresada también en una palabra muy importante en el NT, plenitud. En él habita corporalmente la plenitud de la Deidad (v. 9). Desde que el cristianismo comenzó los apóstoles enseñaron a las multitudes la suficiencia de Cristo en la salvación, sobre todo cuando tenían que enfrentar a los judíos que habían sido enseñados en la ley de Moisés. A ellos Juan les dice que “de su plenitud tomamos todos, gracia sobre gracia” (Jn. 1:16).
Religiones y denominaciones, sectas y Cristo
Col. 2:8-20
“Nadie os defraude de vuestro premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, hinchado sin causa por su mente carnal; ¿No te sorprende la confusión de religiones que hay en el mundo? ¿Pero no te sorprende más aun que haya tanta división dentro del cristianismo? Muchos se rompen sus cabezas pensando cuál será la denominación correcta, la que tiene la verdad, la que más cerca está de las enseñanzas de Cristo.
Todos afirman que son ellos, bien porque son los más antiguos o porque enfatizan ciertos aspectos que las otras no. El término cristiano que le fue dado a los discípulos en Antioquía, casi hoy no se usa entre los seguidores de Cristo; prefieren llamarse con el apellido de sus grupos, católicos, bautistas, pentecostales, adventistas, metodistas, episcopales, etc. Me parece que una de las razones por la cual el nombre ha sido desplazado es por la descentralización de Cristo hacia sus doctrinas o hacia las formas de cultos. Las enseñanzas de Jesús han ocupado su lugar en la formación del cristianismo y ellas son las causas indirectas del énfasis que se le da a la denominación.
Por muy importante que sean las doctrinas de Cristo, no todas tienen la misma importancia. Las más importantes son las que tienen que ver con la Deidad; quiero decir: Quién es Dios, Quién es Cristo, Quién es el Espíritu Santo. Luego, quien pueda hacerlo, que las vaya colocando en riguroso orden. La protesta de Pablo en Colosenses consiste en eso, un desplazamiento de Cristo en la enseñanza de la iglesia, en la salvación del cristiano. El texto escogido se presta para reflexionar doctrinalmente sobre Cristo porque afirma que en él habita corporalmente la plenitud de la Deidad (v. 9). Dios está a completa disposición en Cristo.
Pero nota incisivamente que Pablo no desarrolla la doctrina de la deidad de Cristo como suele ser presentada en un libro de teología. Se menciona con un fin práctico. El hecho es que si ellos tenían alguna necesidad no tenían que ir a otro sitio porque en Cristo hallarían no algo, ni mucho, sino la plenitud de Dios.
La centralidad de Cristo se muestra de dos maneras, la Suficiencia de Cristo y la supremacía suya (v.9). Cristo es suficiente para cumplir con las demandas morales y ceremoniales, es decir, con los requisitos para la salvación (vv. 13-15). Si se ataban en la práctica a esas cosas era una evidencia de que pensaban que por ellas podrían ser salvos (vv. 16,20-23). Ya estaban completos en él (v. 10), de nada más tenían necesidad. Por mucho que hallaran de la deidad en las ceremonias, en las filosofías y letras, en los hombres, en ninguna de esas cosas hay la plenitud de la deidad que hay en Cristo.
No seas sectario sino cristiano
Col. 2:16-17
“Por tanto, que nadie se constituya en vuestro juez con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo”. Toma estas palabras como un clamor de rodillas, enseña a Cristo, que la gente aprenda a Cristo y sea por él enseñada (Ef. 4:17-21). Si sales a buscar prosélitos a la calle y los hallas, enséñales a Cristo, si tienes dinero para costear programas de radio o de televisión, enseña a Cristo, si tomas tu precioso tiempo y vas a los hogares, enseña a Cristo primero que todo, salva y prepara a los hombres para que crean en Cristo y vivan la vida en el Espíritu suyo. Es un gran trabajo para instruir el que tienen que hacer los maestros y predicadores cuando encuentran supuestos y discípulos reales de Jesús, que han sido adoctrinados por hermanos para quienes los hábitos cristianos y las ceremonias deben ser enseñadas inmediatamente que se relacionan con un prospecto como si esas cosas fueran las más importantes o pertenecieran a la salvación, para usar el lenguaje del autor de Hebreos. No hermanos, algunas de ellas tuvieron salvación mientras el cuerpo, Cristo, no había llegado de las cuales ellas eran sombras, pero ya no. No hay salvación en ninguna ceremonia. Cuando una persona se empieza a instruir primero enseñándole que lea la Biblia, que ore y ayune, que cante, que guarde este día o el otro, se le comienza a enseñar con fundamento en las obras y no en la fe y lo que se obtendrá será un discípulo legalista y en un caso extremo un hipócrita.
Se aprende a Cristo primero cuando se le enseña a no mentir, a no robar, a no engañar a su prójimo, no codiciar la mujer de nadie, a trabajar con sus propias manos y no comer el pan de balde, a pagar sus deudas, etc. Eso no es enseñar religión es enseñar para la salvación. Hay veces que vienen a nuestra iglesia discípulos de Cristo que han sido enseñados enfáticamente en hábitos cristianos y en ceremonias y esas cosas yo he visto, son para ellos de vida o muerte, el cristianismo cae o se levanta con la práctica de las mismas. Si no ayunan no son buenos cristianos, si no guardan el sábado no son buenos cristianos o nada de cristianos, si se cortan el pelo no lo son, si se pintan las uñas o se maquillan tampoco, si comen o no comen, sí o tampoco, ¿no es eso salvación por obras? ¿Es eso una vida de fe? ¿Produce eso amor hacia Cristo? Por mucho que uno trate de reorientarlos espiritualmente insisten que la vida cristiana es eso, asistir a la iglesia, leer la Biblia, orar y ayunar. Esas son prácticas cristianas, pero eso no es Cristo. Esas son cosas secundarias, las primeras cosas que una persona tiene que aprender es a no mentir, a no engañar, no embriagarse, no envidiar, a ser generoso, manso, humilde, no irascible, a no gritar, a no codiciar, a amar a Dios y a su prójimo. Uno teme que desdichadamente muchos estén enseñando la secta o la denominación primero que Cristo o identificándolas a ellas con él. Esas cosas esclavizan a los hombres, los hacen religiosos, pero no más humanos y mucho menos cristianos. Se debe empezar por Cristo, continuar con Cristo y concluir con Cristo. Cristo es la única cosa necesaria. Si no hacemos eso Cristo desaparecerá de algunas denominaciones, del cristianismo, o al menos de la vida práctica de sus discípulos. Reorientación cristiana.
Col. 2:19
“pero no asiéndose a la Cabeza”.
La iglesia es una virtud de Cristo, existe por su unión a él
Col. 3:1-4
“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.
Pablo no sólo piensa en las cosas de la tierra como filosofías y palabras vacías, sino en la gloria que los hombres buscan con esas cosas (v. 4; pero además nota que su programa para la vida cristiana es de muerte declarada al pecado y al mundo (Ro. 6: 11-13); lee especialmente Ga. 6: 14. Si tu vida es Cristo, mira hacia arriba. Convierte en celestial tu vida terrenal.
La práctica de la resurrección
Col. 3:1-10
Oh, sí Señor, yo he resucitado ya y no busco aquí en la tierra ni allá en el cielo otra cosa que no sea Cristo. No hay un suceso más importante en la historia que la resurrección de Cristo, porque concierne a la humanidad toda, a su pasado, presente y futuro. Ese evento debe ser pensado y estudiado por cada hombre cada momento de su vida. Pero la resurrección de Cristo no es algo que ya pasó, sino que permanece vigente, no ocurrió para irse sino para venir, con la resurrección suya ha llegado a todos, se ha hecho presente en cada rincón del planeta, arriba y abajo, y en cada espíritu; para establecerse definitivamente en el mundo y ejercer por su Espíritu su influencia y poder en todos los hombres. Toda la vida de Cristo, su encarnación, muerte y resurrección, aventaja a todos los eventos más importantes en la historia de la humanidad. La conversión de los creyentes, la resurrección diaria de millones de creyentes, el poder como acompañamiento en la predicación del evangelio, la santificación de los creyentes, la supervivencia de la iglesia, la bendición constante que sus miembros tienen, son señales de que la resurrección de Cristo es algo vigente, que está ocurriendo ahora, que es un suceso actual, reciente, que llena cada minuto y espacio del universo (Efe. 1:18, 19). Oh vive cada hora de tu vida como resucitada, muestra con cada victoria el poder de la resurrección sobre tu cuerpo muerto (Ro. 8:10). ¿Cómo cambiarás la fuente de la resurrección por prácticas ascetas y mandamientos de hombres? ¿No has entendido aún que la conversión y la comunión con Cristo es la práctica de su resurrección?
Col. 3:5
“considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría”. ¿De dónde sacan ese poder para salir invictos de todos esos pecados? ¿Quién les dio esa energía? Es el poder de la resurrección el que reciben en comunión con Cristo, ese poder es vida, un poder que se inicia con el arrepentimiento y la fe y se extiende a la vida entera.
Col. 3: 6
“Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas”. ¿Por qué les llama hijos, a los que no se han convertido? Pienso que aquí no es un término teológico sino un arreglo gramatical, porque en realidad son hijos de ira (Efe.2:3; 5:6), o como dijo el Señor, hijo del infierno (Mt. 23. 15). La desobediencia es una señal de falta de comunión con Cristo y ausencia del poder de su resurrección.
Col. 3: 9, 10
“el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó”. El proceso de santificación parte de la nueva creación. La resurrección y la creación del hombre es una misma cosa. Esa creación es la implantación del germen de vida que según se desarrolla por conocimiento en el Espíritu, se va santificando. No te detengas en esa renovación. El conocimiento y la santificación van juntos; el conocimiento de la Palabra y la acción de ella por medio del Espíritu van lavando y limpiando la vida del creyente; en esencia, en la raíz y en la base de las mismas suelen ser una misma cosa. El conocimiento santifica y la santificación permite adquirir el verdadero conocimiento de la Palabra de Cristo, de Dios, de uno mismo y de la vida entera.
No sólo parezcas ser cristiano
Col. 3:12, 13
“revestíos de tierna compasión” o de entrañable misericordia. La palabra entrañable tiene que ver con las vísceras internas del cuerpo, es decir, desde lo más profundo de dentro de uno, lo que diríamos hoy, hasta el alma, con el alma. Se repite en 2 Co. 6: 12; Flp 1: .3: 2:1; 1 Jn. 3: 17, etc. Pablo continuamente ilustra la vida cristiana con ejemplos de la salvación. Piensa en tu salvación cuando trates a otros. Cuando dice vestíos se refiere al comportamiento, al testimonio, y si se quiere a la apariencia, porque quiere decir que no solamente hay que ser cristianos sino también parecerlo. Fíjate en esta declaración. Cristo es el todo y en todos para cualquier pueblo o nación del mundo, vivid igual. No es una excusa la cultura nacional, las tradiciones autóctonas ni los pecados nacionales. Sea asiático, europeo, y hasta del Indostán, son llamados todos a vivir igual, ya que Cristo sea del mismo tamaño y la misma cantidad para todos. Si Cristo crea un hombre nuevo, se crea una sociedad y una cultura nuevas. Y si Cristo es el todo no hay nada más que añadir. ¿Es Cristo tan grande para ti que puede ser llamado el todo? Revestirse de entrañable compasión es revestirse de Cristo.
Persiste en amar a pesar de todo
Col. 3:13-15
“soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. Les dice, aprendan en Cristo a vivir en comunidad, a tolerarse. Todos están en proceso de santificación y tienen que amarse y soportarse. En cuanto a la paz ¡qué más quisiera yo Señor!, que tú gobiernes mis pensamientos y sentimientos (Flp. 4:7). Por favor, sean agradecidos y no olviden los favores y amores que otros les han mostrado; no está bien que se molesten tan pronto y tanto después de haber sido tan bien atendidos. Eso lo está diciendo para una congregación que no es perfecta y susceptible a lastimarse los unos a los otros, incluyendo aquellas personas con quienes tienen, y tenemos deuda de gratitud, hermanos queridos y esposas amadas por toda la vida. Persistan en amarse a pesar de todo, olvídense de las afrentas, palabras inconvenientes dichas, o cualquiera otra ofensa, grande o pequeña, que haya lastimado el corazón. Hay quienes no pueden tocar el corazón sin lastimarlo. La ingratitud tiene que ser expulsada de nuestro corazón. La mente fuerte es la que olvida pronto los agravios. Los que mejores olvidan son los que tienen buena memoria. Saludable quiero decir.
El culto en la iglesia de los apóstoles
Col. 3: 16
“Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en vuestros corazones”. Este versículo, sin quererlo, nos presenta ante los ojos los ingredientes o componentes del culto dentro de una iglesia apostólica. (1) la enseñanza o predicación de la Palabra de Cristo, que es una exigencia insoslayable para cumplir el programa de vida cristiana que ha propuesto con sus palabras anteriores. La asistencia y conexión de los miembros con las reuniones de la iglesia donde ella es proclamada es vital; como vital es que ella ocupe un puesto preponderante y que tenga una posición sin segundo en la vida normal de la reunión cristiana. La predicación es la piedra angular de la vida de la iglesia, la que hace posible el reflejo de Cristo a través de ella en la sociedad. Necesaria es para mantener el testimonio de sus miembros, y su estructura como cuerpo íntegro y unido sin que se desmiembre con divisiones y partidos.
Y después le sigue en importancia (2) la música. Esta también es una forma de predicación que expresa la doctrina a los hombres, sirve para edificar la iglesia y alzar a Dios su sentimiento de gratitud, amor y esperanza. Si notas el orden no solamente expresa la importancia de una cosa y la otra, sino que también pudiera el apóstol estar hablando del orden que seguían en las reuniones: primero la predicación y después las alabanzas. No se usaba la música como la forma de preparación psicológica para escuchar el mensaje de Dios, que si llegaba a prolongarse demasiado (como se oye hoy en día) cuando llegara el turno para hablar a algún apóstol, a profeta o a evangelista, ya los hermanos podrían sentirse impacientes o cansados.
La predicación de la palabra debe ser de las primeras cosas que se establezcan en la reunión; y esto también es saludable porque el mensaje de Dios afecta la alabanza y la inspira. Dentro del N. T. se encuentran algunos himnos que parecen una prolongación de la predicación (Efe. 5:14; 1 Ti. 3: 16). Y si eso es así, y el Espíritu Santo nos ha preservado su contenido, nos indica entonces que ese es el patrón para juzgar la calidad de un coro, himno o un salmo. El que selecciona la música debe escoger himnos que perduren; y si en el mundo la melodía exquisita es casi perenne, en la iglesia es inmortal por el tema.
La familia, núcleo de la sociedad
Col. 3:18-25
“Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor”.
Habla de dos cosas (1) la familia cristiana. Observa la libertad que ha traído Cristo al sexo femenino, y por eso insiste en el v. 18 que las casadas estén “sujetas a sus maridos”. Si dice eso es porque tiene necesidad de recalcarlo. Algo se estaba produciendo dentro de las mujeres judías y griegas. Estaban exigiendo los maridos un cambio en su comportamiento de acuerdo a la fe recién adquirida. Sentían que estaban ganando ventajas con el evangelio. Particularmente la doctrina de la creación y de la redención las hacía sentir iguales; y esto ya el apóstol lo había enseñado que en ese punto de la historia, y en ese aspecto teológico, sobre el monte Calvario no había distinción sexual, social, política o racial (Ga. 3: 28). Ellas sentían que, en la iglesia, y si la iglesia estaba en la casa, eran verdaderamente libres.
Después de esto el apóstol se refiere a (2) la sociedad. Primero el matrimonio y los hijos, y después la sociedad. Pablo no es propiamente un feminista. Las feministas hablan de discriminación, y proponen cambiar el estatus legal de las mujeres. Hablan de libertades, laboral, social, pero de libertinaje en el matrimonio. El apóstol no está tratando de perpetuar un sistema esclavista, sino extendiendo los principios cristianos dentro de ese sistema esclavista. La esclavitud es una situación sociopolítica. Esas son las dos cosas que envuelven al hombre. El apóstol Pablo pasa por alto esas dos capas en la superestructura de la humanidad y va al fondo, al interior, donde se encuentra el hombre esclavizado social y políticamente. Cuando el hombre cambia, en sí mismo tiene todos los elementos y potencias suficientes para destrozar las actitudes erróneas, económico-políticas de la sociedad. Va desde el hombre hacia el ciudadano, no a la inversa. Es una ilusión de niños tratar de cambiar la sociedad en el sentido inverso al que propone el cristianismo, yendo desde la política hacia el individuo. La formación del individuo es primaria y primordial. La intención del apóstol es sobreponer el reino de Cristo sobre los reinos de este mundo. En esta epístola no aparecen órdenes ni recomendaciones a los dueños de esclavos como ocurrió en Efe.6:9. Aquí el problema mayor parece ser con los esclavos y no con los esclavistas, con las masas y no con los dueños de esas personas. Son las masas las primeras que hay que educar cristianamente, cambiarlas, antes que ellas sean capaces de obtener libertad y poder. Así ha habido gobiernos que no saben gobernar. Quizás otra conjetura es que los dueños de esclavos ya eran cristianos y los esclavos en vez de convertirse de corazón se aprovechaban de la nueva fe del propietario para relajar su conducta, no mostrando ellos la moral que pedían de sus poseedores.
No olvides agradecer a Dios
Col. 4:2
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias”.
Oh Señor yo tengo motivos muy grandes para darte gracias; grande ha sido tu misericordia para conmigo y los míos. Perdóname Señor si no te he mostrado más gratitud en familia y en la iglesia. Acepta mis imperfectas gracias; el agradecimiento de un corazón parcialmente ingrato. Oh Señor, ábrenos puertas, oportunidades para predicar, nuevos lugares, nueva gente a quienes revelar a Cristo. ¡Qué grande eran los deseos de este hombre para anunciar a Cristo! (Ro. 15: 17-20; 2 Te. 3:1). Desde que Pablo se convirtió empezó a nombrar a Cristo y ya nunca más ese nombre dejó de tenerlo en sus labios (Hch. 8:5; 2 Ti. 4: 6-8). Para él Cristo siempre siguió siendo su precioso misterio: una verdad constatable y misteriosa. Para los griegos lo presentaba como todos los tesoros de la sabiduría y para los judíos el poder de Dios. ¡Qué valor tenía ese misterio en su vida que la ofrece por él, y su libertad! Y por todo mostrar agradecimiento a Dios.
Los de adentro y los de afuera
Col. 4:5
“Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo ; A los inconversos se les llama “los de afuera”. Esa palabra significa mucho: fuera de la iglesia, de la fe, de la salvación; y por supuesto, sinónimo de “excluido” “sin Dios”, sin esperanza, sin Cristo (1 Co. 5:11-13). La iglesia es una familia, una comunidad teológicamente cerrada (con una revelación completa; entendiendo teología por revelación) y cuya membresía es un privilegio concedido por Dios. Los que entran a ese círculo son añadidos por él; los que han sido hechos hijos suyos, adoptados por medio de su Espíritu, renacidos, justificados. La adición a la iglesia es una operación divina, no un esfuerzo humano ni un mecanismo que se cumple por medio del bautismo o del voto democrático. No todo el que quiera entrar podrá hacerlo, sino aquel que Dios quiere. Ni podrá permanecer en su seno aquel que no pertenezca a ella y no haya entrado por otro lado como un ladrón o salteador. Los que Dios añade a la iglesia “son de nosotros y permanecen con nosotros” (1 Jn. 2:19); perseveran en la comunión con ella. No se debe pensar en la membresía de la iglesia como una decisión humana sino divina.
Pero, aunque la iglesia sea una familia, un cuerpo, una comunidad cerrada, no debe concentrarse en ella misma, tiene que mirar afuera porque forzosamente tiene diaria relación con los que allá están y son miembros encubiertos de la congregación santa, pero que viven impíamente como fornicarios, avaros, maldicientes, etc. (ver Jn 10.16; y Apc. 7:13, 14). No le es posible cerrar los ojos a la realidad de los que se hallan fuera de ella porque conviven con ella, no hay una separación física entre los de adentro y los de afuera. Los de adentro y los de afuera; no implica una separación corporal o una entrada corporal, lo que se llama asistencia a los cultos y a las reuniones, sino una unión o separación espiritual, doctrinal, práctica, ética. Los términos mismos aplicados a ella “santos” “elegidos” no implican una huida hacia un espacio lejano sino un rompimiento de conducta y vida. Los que se hallan dentro conviven necesariamente con los que están afuera, los ven y los tratan a diario porque son sus vecinos, sus familiares, sus conciudadanos. (dos textos para reflexionar (1 Co. 5:10; Efe. 2:12).
Entonces la palabra “redimiendo el tiempo” lo que quiere decir es, aprovechando las oportunidades. Si uno ora para que el Señor abra puertas (v.3), y le da la oportunidad (no viajando a otros sitios sino en la misma área), y las rechaza o es negligente en aprovecharla, ¿cómo podría esperar que los que se hallan afuera entren? La comunidad cristiana intriga a los de afuera, no por el número de personas que se reúnen para adorar (todavía no se había desarrollado la ciencia de las estadísticas) sino por el testimonio, por la clase de vida que vivían, tanto entre los mismos miembros de la comunidad como el de relación de la comunidad con los de afuera. Los veían llamarse hermanos y vivir como hermanos, ayudarse los unos a los otros y preocuparse uno con los otros. Repito, el número no impresionaba a la sociedad sino la clase de vida que ella llevaba. Y con respecto a los de afuera mismo, les intrigaba que las doctrinas de la comunidad los convirtieran en personas tan buenas. Si tenían que ir una milla iban dos, si se les quitaba la túnica dejaban la capa, si se les pedía algo prestado no lo rehusaban, si lo herían en una mejilla volvían la otra, no respondían maldición con maldición sino con bendición, no se vengaban ellos mismos, no mentían, no perjuraban, ninguna palabra corrompida salía de sus bocas, todos trabajaban y compartían lo que ganaban con los que tenían necesidad, se sentían bienaventurados si lloraban y el despojo de sus bienes lo sufrían con gozo. Los de afuera entraban a la iglesia no para formar un número sino parte de aquella vida gloriosa.
La religión que practicaban era monoteísta y Cristo céntrica. Les hacían preguntas concretamente en relación con todo eso. No era la propaganda de la iglesia la que inquietaba a los de afuera porque ella no salía afuera como un producto al mercado, sino que se mezclaba entre ellos como un ingrediente de gracia, como la sal en los alimentos “palabra con gracia sazonada con sal” (4: 6) y llegaba de ese modo a todas partes, no tanto por su popularidad sino por la convivencia. Para ese momento de inquietudes e interrogantes del mundo, ella debía tener una razón preparada, una palabra de gracia que indujera a los de afuera a unirse con los de adentro; y el tema principal era la persona de Jesus.
Oh si Dios nos hiciera meteoros
Col. 4: 9
“…y con él a Onésimo, fiel y amado hermano, que es uno de vosotros”.
Mira qué bonito cuando escribe que es este es uno de vosotros. ¡Qué bueno es tener una iglesia a la cual pertenecer!, y que se diga este es de ustedes, de vosotros y nosotros, es uno de los nuestros y con expresión orgullosa. ¡Qué pronto Onésimo alcanzó un buen testimonio! Su vida espiritual sube en espiral ganándose el afecto de muchos y una reputación de fiel. Para alcanzar una buena reputación como predicador, maestro, escritor o músico uno se demora porque esa fama no se gana corriendo, toma tiempo, tiene sus éxitos y fracasos, sus glorias y humillaciones (2 Co. 4: 8, 9); pero no como recién convertido a Cristo. ¿No has leído que Pablo instituía ancianos y diáconos a hermanos que apenas se habían convertido unos meses atrás? No había que esperar años para que la vida cristiana de ellos creciera. ¡Oh si Dios nos hiciera meteoros!, que llegaran pronto para reflejar a Cristo y para servirle. ¿No fue el mismo Pablo un ejemplo de eso? El designio de Cristo es que inmediatamente, después del bautismo, ya empiece a servirle y así lo entendió él, que no se había convertido para ser una pieza de repuesto, uno a quien se le diga “pasa y ponte allí” (2 Sa. 18:30); pero si conoces el amor y la gracia de Dios, habla y no calles.
Oh Dios, tuyos son mis éxitos y mis fracasos. ¿Es que algo es fracaso si tú me asistes en la soledad con tu compañía, si me auxilias para que la angustia no me domine; si me das fuerzas para levantarme y perseverar? Pero para ser amado y fiel debí aprender a ser obediente desde las primeras semanas de la salvación; en los primeros tratos con la iglesia y en las primeras pruebas menores que obstaculizaban la fe, no necesariamente en las primeras encomiendas que el Espíritu me solicitó. Prefiere lo poco. Dios preparaba a Onésimo y lo llamaba a ministerios mayores. Dicen que llegó a ser obispo. Un meteorito.
Qué será de nuestra obra cuando hayan pasado los años
Col. 4:10, 11
“estos son los únicos colaboradores conmigo en el reino de Dios que son de la circuncisión, y ellos han resultado ser un estímulo para mí”.
¿Qué será de nuestra obra cuando hayan pasado los años, cincuenta, cien, doscientos? ¿Quedará algo de ella? Tenemos que pensar que sí; si hacemos las cosas bien, si sembramos la palabra de Dios, si el fundamento de lo que edificamos es Cristo, si sobreedificamos con el mejor material, oro, plata, piedras preciosas. Algunas veces pensamos que para que una obra sobreviva al paso del tiempo tiene que recibir un amplio apoyo humano. No, no siempre eso hace falta, puede andar solitaria y en la oscuridad, anónima y débil, enferma y desgarrada y sin embargo perdurar porque recibe el apoyo y la bendición divina. ¿Tiene algún significado trascendente lo que hacemos?
Mira que prácticamente dejaron al apóstol y a un puñado de hermanos la evangelización del mundo; el resto o la mayoría se dedicó a predicar a los judíos y a vivir como judíos, si por ellos hubiera sido, habrían continuado predicando sólo dentro de Israel y a lo sumo a los judíos en el mundo. Es cierto que el Señor en un principio les dijo que se ocupasen de los israelitas como él mismo lo hizo (Mt. 10:5,6; Mt. 15:.24), pero ya ese era un tiempo pasado, el plan divino de alcanzar a todas las naciones había sido dado, no sólo a judíos sino también a los paganos. Jesús al ascender al cielo se los indicó bien: “Id y haced discípulos a todas las naciones” (Mt. 28:19, 20); y hay otra cita donde bien les dijo que irían “hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8). Pero aquí usted puede ver como el apóstol confiesa que sólo un puñado de hermanos se dedica con él a la evangelización mundial. Mira este texto (Hch. 8:1).
En otro tiempo de su ministerio quizás contó con mucho más colaboradores, cuando estaba libre, pero ahora no. Se pueden contar con los dedos de las manos los colaboradores judíos que tuvo; a veces se quedaba solo, sumamente solo, con Cristo nada más porque sus pocos ayudantes eran enviados por él mismo a cumplir misiones en sitios lejanos (2 Ti. 4:9-11). Es en esta situación especial de prisionero que se siente solo evangelizando el mundo. Si muchas manos lo hubieran ayudado, muchísimo mejor, pero careció de la cooperación que quería, de modo que conocemos a casi todos sus colaboradores. El propósito de Dios, en el espacio de siglos, se cumplió, aunque inicialmente la evangelización del mundo tuvo poco apoyo porque lo que hizo y escribió a inspirado a millones en el mundo entero. Pablo nunca pudo imaginar que lo que su grupito comenzó, que sus escritos, jamás editados por ninguna editorial, veinte siglos después se publicarían por colosales editoriales en el globo entero.
No te desanimes si ves que muchas manos pudiendo ayudar se retraen, si teniendo los medios para apoyar la obra se los reservan para sí mismos y para sus necesidades y vanidades, mientras el bendito evangelio no puede ser ampliamente distribuido por falta de recursos y las almas inmortales mueren ignorantes sin el conocimiento de Cristo. Dios, a pesar de la falta de apoyo de los que pudieran hacerlo, continuará su obra sin las manos de ellos, sin los recursos de ellos, sin los talentos de ellos, sin la presencia de ellos, porque más importante que ellos es el Espíritu Santo.
Otros no dan apoyo a la obra a menos que se beneficien y por eso se aíslan y se colocan como espectadores; si no reciben alguna remuneración, dinero, reconocimiento, popularidad, no cooperan y dejan que los pecadores no se salven. De estos Pablo tuvo muchos y los menciona en Flp. 2:20, 21. Y hay quienes no apoyan la obra de Dios porque no comparten la visión apostólica de aquellos que han entendido mejor el plan de salvación de Cristo, que no es para un grupo solamente sino para muchos, que hay otras ovejas que hay que traer para que haya un solo rebaño y un solo pastor.
Y ¿cómo se sentiría el apóstol con toda esa falta de apoyo para la evangelización del mundo? Indudablemente que triste porque dice que los pocos que le ayudan son su único consuelo. ¿Impotente? ¿Frustrado, melancólico? No, no creo que tanto. Un magnífico proyecto inspirado en las palabras de Jesús, en el cumplimiento de sus deseos, aunque no tenga mucho apoyo humano, nunca muere. Aliéntese tu corazón para que no te detengas en tu comisión ni faltes a tu vocación porque tus ideas no sean populares ni se les ofrezca apoyo.
Los apóstoles jamás oraban por dinero
Col. 4:12, 13
“Epafras, que es uno de vosotros, siervo de Jesucristo, os envía saludos, siempre esforzándose intensamente a favor vuestro en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completamente seguros en toda la voluntad de Dios”. No se oyen muchas oraciones de este tipo, para que los hermanos sean “firmes, perfectos, completos” en lo que a Dios se refiere. Todos los apóstoles rogaban a Dios para que bendijera la Palabra y muchas almas se salvaran (2 Te. 3:1), jamás oraban por dinero, pero siempre en verdad para que la iglesia fuera el reino de Dios, para que reflejara la gloria de Jesús, para que alcanzase sus virtudes, su paz, gozo, amor, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, fe, etc. Para aquellos pastores la fidelidad a Cristo y la perfección cristiana era algo que ella debía perseguir constantemente, que era su propia vida. El cristianismo para ellos, o sea, la salvación, era una clase de vida, algo que debían procurar de vida o muerte (Efe. 5:25-27).
Todo el Nuevo Testamento fue escrito para eso, no para que la iglesia conquistara al mundo, sino porque era una victoria de la fe (1 Jn. 5:4); no para que ganara el mundo para Cristo sino para que ella fuera lo que debía ser, lo que Dios quería que ella fuera, la misma encarnación de Cristo. El interés de Epafras es el de todos, una iglesia gloriosa, no para exhibirla al mundo, sino para presentársela al Señor. La misión de los evangelistas era extender el reino, que es distinto a hacer crecer una congregación; y la de los pastores instruirla, educarla, hasta que alcanzara la perfección y madurez de Cristo (Efe. 4:11-13). Oh Dios que nuestro interés no sea sólo ganar a los perdidos sino glorificarte a ti, santificar tu nombre. Amén. Por eso los pastores eran hombres de oración, maestros, teólogos, y cumplían exquisitamente con el mandato recibido. Oh ¿se refleja tu interés cristiano en tu vida próspera? ¿Trabajas en tu salvación para que sea firme, perfecta y completa?
Lectura del Nuevo Testamento
Col. 4:16
;Cuando esta carta se haya leído entre vosotros, hacedla leer también en la iglesia de los laodicenses; y vosotros, por vuestra parte, leed la carta que viene de Laodicea ; Debían intercambiarse la correspondencia. ¿No era mejor hacerles copias? Por supuesto que las hicieron, de lo contrario hoy no existirían. Y realmente lo impresionante es que hoy sólo contamos con esas copias. Hoy tenemos con la imprenta mucha ventaja. Y ciertamente se han hecho muchas copias de los escritos cristianos sagrados. Pero jamás Pablo pensó vender su literatura. Las iglesias amaban los escritos de Pablo porque lo amaban a él, su ministerio y su teología. ¿Por qué hay iglesias que no aman la buena literatura? ¿No es que han sido formadas de otra manera? Les preguntamos a los pastores, ellos saben.
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Humberto Pérez
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