Los Hechos de los Apóstoles
“Lucas escribió dos libros. El primero fue el evangelio, el cual la antigua tradición su autoría y el mismo dice “mi primer tratado".
Así que este libro de los Hechos de los Apóstoles constituye su segunda obra. LUCAS escribió como historiador, como un diplomático y como un teólogo evangelista. Él dice que ya muchos habían tratado de escribir la historia de Jesús y que a él le parecía correcto lo que escribió y por eso surge esta segunda obra, posiblemente ser refirió al evangelio escrito por Marcos. Parece que Lucas como diplomático escribe con el propósito de convencer a las autoridades romanas que no tenían nada que temer al cristianismo, que por el contrario era una doctrina moralmente sana y legalmente inocente. Este argumento tiene cierta base por lo sonado con el procurador Félix (23:26; 24:3). Y Festo (26:25). Una moderna designación sería "su excelencia". Este argumento tiene también cierta consistencia como el centurión en la cruz, Cornelio y Sergio Paulo procónsul de Chipre. Las autoridades romanas comprobaron que Jesús no significaba ninguna amenaza para el gobierno, ni Herodes ni Pilato creyeron las acusaciones que le hacían a Jesús. Tanto Félix, como Agripa, lo mismo que Pilato declararon inocente a Jesús.
“En cuanto al título en relación con el segundo tratado o volumen. En el código Sinaítico simplemente se le llama Hechos. El título tradicional aparece en el segundo siglo “Hechos de los Apóstoles”. Un título que pudiera ser conveniente sería este Continuación que las Palabras y los Hechos de Jesús por Su Espíritu a Través de sus Apóstoles” (The Message of Acts, John R, Stott, INTROCUCTION)
“Este libro en algunas copias es llamado Los Hechos de los Santos Apóstoles, contiene la historia del ministerio los apóstoles de Cristo, y es una especie de diario de sus acciones, y de ahí le viene el nombre. Comienza con la ascensión de Cristo y llega hasta el aprisionamiento del apóstol Pablo en Roma, esto abarca un período de treinta años. Contiene un relato sobre la primera iglesia cristiana en Jerusalén y el progreso del evangelio en ese lugar, y en Judea, por medio de los apóstoles, particularmente Pedro, el ministro encargado de predicar a los de la circuncisión, quien también abrió la puerta de la fe a los gentiles: muestra como el evangelio se instaló en Jerusalén, y de ahí salió al mundo gentil, especialmente por medio del apóstol Pablo, al cual acompañaba LUCAS que fue el escritor de este libro lo cual se hace evidente desde el mismo comienzo y fue dedicado a la misma persona que dedicó su evangelio del cual hace mención; en Compluttensian edition, es llamado “los Hechos de los Apóstoles del Santo LUCAS el Evangelista” y así algo de eso aparece en la versión siria que dice “el libro de Los Hechos es en la historia de los benditos apóstoles, el cual LUCAS el evangelista coleccionó para los santos”. Fue escrito por él en griego y nos dice que existía una versión de este en el idioma hebreo” (John Gill)”.
“Este libro Proporciona la única historia auténtica de los primeros 30 años del cristianismo. El primer volumen (el evangelio de Lucas) narra el nacimiento, ministerio, muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Este segundo volumen comienza con su ascensión (1:9-11) y traza el progreso del evangelio hasta el encarcelamiento de Pablo en Roma (28:16-31). Continúa hablando de lo que Jesús comenzó (1:1,2) por el poder del espíritu Santo, quien se menciona más de cincuenta veces. Lucas fue un testigo presencial de muchos acontecimientos que él narra, habiendo estado con el apóstol Pablo casi constantemente desde su llamado a Macedonia (16:9,10) hasta el fin de su venida (2 Ti. 4:11); note las secciones “nosotros” en 16:10-17; 20:5-16; 21:1-18; 27:1-28:16). Lucas tuvo acceso directo a los detalles de los primeros años de la iglesia; supo de Felipe el evangelista (21:8-12), Santiago (21:18), Silas (16 2.11-19), Manaen, se crió junto con Herodes Antipas 13:1, Lc. 8:3) y Marcos (Fm. 24). Pablo fue llevado a Roma en el año 59 D. C. y permaneció allí dos años (28:30,31), que coloca la fecha de este libro poco después del evangelio de Lucas (Lc. 1:1,2); o cerca del 61 d. C. Esto explica por qué no se menciona la muerte de Santiago (62 d. C.), la persecución bajo Nerón (64 d.C.) los juicios (62 d C.) y muerte de Pablo (68 d.C.) ni la caída de Jerusalén (70 d. C.) (Tomado de LBLA)”.
Hch. 1
1En el primer tratado, oh, Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; 3a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. 4Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
5Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. 6Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 7Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. 9Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. 10Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, 11los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. 12Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 14Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. 15En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: 16Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, 17y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio.18Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. 20Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio. 21Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. 23Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.
Notas
Hch. 1:1
“El primer relato que escribí, Teófilo, trató de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar”. Del primer relato, el evangelio. Exactamente así comenzó el ministerio de nuestro Señor, haciendo obras que ningún otro había hecho (Jn.9:31-34;14:11); algunas señales como la multiplicación de los pones y peces se hicieron ante los ojos de multitudes que no se percataron de lo ocurrido, pero de otras era innegable que no tenía, como profeta, un paralelo (Mt. 9:33; Mr. 2:12; Lc. 7:19,20; Jn. 6:14). Jesús se estaba mostrando como uno de los profetas que ellos conocían, la luz de su personalidad como el Mesías iba alumbrando poco a poco y se haría firme cuando con la Escritura su personalidad encajaba perfectamente como el Mesías esperado, no al estilo y gusto del criterio civil y nacional.
El libro de los Hechos del Espíritu Santo
Hch. 1:2,4
“2hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; 3a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. 4Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí”.
La identificación “Jerusalén” en Lucas (24:49) aparece en manuscritos inferiores, el texto dice solo “ciudad” (BTX). Como es tan bonito el relato y extraordinario, inserto aquí una exposición de este.
Un espectáculo estremecedor
Lc. 24:50-53
“50Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. 51Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. 52Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; 53y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén”.
La identificación del sitio de la ascensión pudiera explicarse así. Parece como si él los acompañara hasta Betania y por eso dice que los sacó caminando una milla, o lo que es lo mismo más o menos el recorrido permitido un sábado, con ellos, con su cuerpo celestial, hasta una franja del Monte de los Olivos llamada como la ciudad, que se hallaba el doble de esa distancia (Jn. 11:18; Hch. 1:120), Nombrada junto a Betfagé (Mr. 11:1). Fue desde ese monte desde donde fue recogido por el poder de Dios a su gloria, donde frecuentaba para orar y donde lo tomaron preso. No hay otro sitio que tenga que ver más con su vida espiritual que éste. No se fue diciéndoles adiós sino bendiciéndolos con sus manos extendidas hacia ellos. Es una forma de mostrarles que no se iba, sino que seguía con ellos. Y después de entronado junto al Padre sigue con esa disposición, bendiciéndonos, mientras ejerce su oficio de Mediador y Sumo Sacerdote. Nadie bendice a otro de espalda, así que no les volvió su espalda en su ascenso sino mirándolos.
Al ser testigos de que la fuerza divina lo sustrajo al cielo comprobaron que era el Hijo del Bendito o Hijo de Dios, y con ese concepto ya en mente se inicia la adoración, o sea, se postraron sobre sus rostros, entretanto se mezclaba con las nubes o después de perderlo de vista, así “honraban al Hijo como honraban al Padre” del Hijo (Jn. 5:23); y esa relación filial fue recogida dentro de la teología de ellos, y de la misma opinión eran los fariseos, como sustancial (Jn. 5: 18; Flp. 2: 6); y el credo de ellos es el credo cristiano y de las iglesias actuales.
Terminado el breve culto al Hijo de Dios, el resultado fue mucho gozo en los corazones de ellos, junto con el asombro de un espectáculo estremecedor ni soñado siquiera, que dio origen a la transformación de la lectura y exégesis bíblica de ellos y se introdujo permanentemente en la adoración y alabanza a Dios, y un elemento que les impulsaba la vida de oración y los traía sin falta al templo. En un manuscrito de la colección de Beza aparece una nota al final que dice: “El evangelio según San Lucas fue publicado quince años después de la ascensión de Cristo” (Gill).
Jesús nombró al Espíritu Santo el “Dedo de Dios” (Lc.11:20), se dice que fue ungido con el Espíritu y “anduvo haciendo bienes” (Hch.10:38). Se ve en el tratado o relato de Lucas que la presencia del Espíritu aparece desde sus primeras palabras, primero como una promesa que se espera y luego con el cumplimiento de ella. El libro de los Hechos de los Apóstoles es el libro de los Hechos del Espíritu Santo. La intención del “médico amado” (Col.4:14) es establecer la conexión e identificación entre el movimiento de Jesús y el Espíritu Santo con sus discípulos. La teología de Hechos es trinitaria, Padre, Hijo y Espíritu Santo; y la Iglesia que sale es el resultado del trabajo coordinado de esas Tres Personas. La presencia de un Jesús vivo (v.3) que cumple su promesa de presencia espiritual en el Espíritu, es fundamental en Hechos.
Pero Hechos existe con un propósito más que histórico; ese fue el propósito del evangelio de Lucas. Hechos realmente comienza en el v.4, asentado sobre ese Jesús vivo, histórico, evidente (pues habla de pruebas indubitables, y ¿por qué dudar de lo que es indubitable?). Su meta es explicar a Teófilo (y seguro que para todos) cómo se llevó a cabo la evangelización del mundo ordenada por el Señor (Lc.24:47-49). Estos son los comienzos de la evangelización, el cumplimiento de las palabras de Jesús de envolverse en la obra para predicar a todas las naciones. Pentecostés es una evidente toma oficial, anunciada con viento recio y fuego y las lenguas que se reparten son idiomas útiles para cumplir con la Gran Comisión de evangelizar a los ignorantes.
Hch. 1:2
“Recibido arriba”; por los santos, ángeles y por Dios el Padre. Esta sí fue una entrada triunfal. Verdaderamente triunfal. Dios ungió con poder a Jesús de Nazaret (Hch. 10:38).
Hch. 1:3
“Se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo concerniente al reino de Dios”. Jesús vino a establecer el reino de Dios, dentro de los reinos del mundo. No de vuelta el reino a Israel (Hch. 1:6). Los romanos nunca temieron que su revolución fuera política. Pruebas indubitables o infalibles, “decisivas” (BTX). Quizá hubo otras pruebas que no están registradas en el NT; pero ¿por qué he de dudar de su resurrección si convenció a todos con pruebas indubitables? Yo no seré de los que consideran que las pruebas dadas son tan grandes que no las creen. Eso depende del concepto que tengan de Dios, omnipotente, creador de todo lo que vemos y disfrutamos, y de Jesús. A mí no me convence nadie que la tumba, cerrada, vacía, los lienzos enrollados por uno que se despierta, y las mentirosas versiones de los sobornados militares, fueron tejidas por mujeres y hombres que no querían renunciar a la esperanza que les vence el insuperable trauma de la muerte.
Una vida espiritual que emocione
Hch. 1:4,5
“4Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”. No les dijo cuando, pero que la espera no sería larga. Mientras tanto orar y reflexionar. Todo lo divino tiene un programa que cumplir. Así se fue desarrollando el Nuevo Testamento. Es escaso el provecho de los esfuerzos didácticos sin esa “unción”, es como papel mojado (1 Jn. 2:20). Dios siempre ha amado a Jerusalén. En ese momento debían estar en Betania. Jerusalén donde lo habían crucificado y tenían tantos enemigos. Uno debe habitar y testificar donde la providencia lo destine. Y el tiempo que ella asigne. El poder del Espíritu Santo les serviría para tener las palabras oportunas “a tiempo y fuera de tiempo” (2 Ti. 4:2) que harían arder el corazón (Lc. 24:32; He. 12:18; v.8). Si con el evangelio solamente estuviera completo el equipo de instrucción, podrían haber salido a predicar después del espectáculo de la toma de Jesús al cielo de la ciudad. La graduación, sin ofrecerles diplomas, sería el bautismo e investidura en el Espíritu Santo. Se emplea la palabra “bautizados” porque serían “investidos” (Lc. 24:49). Además del poder sobrenatural tendrían una vida espiritual que emocione.
El Espíritu Santo resuelve el estancamiento de la Gran Comisión
Hch. 1:6-8
“6Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 7Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
Como he mencionado, los romanos no temieron a una revolución contra su imperialismo. No entendieron bien la esencia espiritual de su reino, más en el hombre que en el ciudadano. Los discípulos, patriotas judíos, amantes de la emancipación tardaron en entender la naturaleza de su reino (Jn. 18:36).
Veamos esto “21Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido” (Lc. 19:11; 24:21).
Jesús les había enseñado como ética personal y cívica, la no violencia, les había predicado otra forma de pensar en el reino (Lc. 21:31).
Nota que la Gran Comisión parece casi olvidada, la preocupación de ellos concierne más al destino civil de Israel. Pienso que se hubieran quedado en Jerusalén por más tiempo. Mira que hasta el capítulo 8:1 todo el escenario de la iglesia es Jerusalén. Y aun con la persecución andando, los apóstoles no renunciaron a quedarse. El Espíritu Santo y las persecuciones resolvieron el estancamiento de la Gran Comisión. La iglesia está más preocupada por el estudio escatológico que por una acción misionera; existe una forma de enfocar el futuro que paraliza la acción salvadora del mundo. Poder para que tuvieran denuedo y no fallaran en declarar que habían andado con Jesús; para que no tuvieran espíritu de cobardía (2 Ti.1:7). Y poder para evangelizar y hablar la verdad del evangelio. Hacer señales también está incluido, pero en un tercer lugar, o quizá junto a la evangelización para que fuese recibida como enseñanza de Dios. “Hasta lo último de la tierra” hace que ellos levanten sus ojos y miren todos los extremos del mundo como posibles campos misioneros. También Dios que conduce la historia, y la civil está incluida, esta revolución o explosión traída por Jesús expelerá, no piedras como los volcanes sino hombres, fuera de sus contextos.
Hch. 1:9
“Fue elevado alzado mientras ellos miraban, y una nube le recibió y le ocultó de sus ojos”. No fue un puntito que se iba perdiendo en el firmamento, porque la idea no es de un retiro espacial; la nube interfiere para que él entre a su “estado de gloria” (Hch. 7:55).
Hch. 1:11
“Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo”. Vinieron para que el testimonio de ellos estuviese rematado con la esperanza de su segunda venida.
Lo más escogido y bonito de la iglesia
Hch. 1:12-14
“12Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote, el celador o de la independencia patria (BTX) y Judas hermano de Jacobo. 14Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego añaden los manuscritos inferiores (BTX), con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”.
Menos de tres kilómetros, la distancia permitida para caminar un sábado. Mire que reunión tan preciosa, quienes son los asistentes. Fíjese que incluyeron a otros muchos para que oraran con ellos y esperaran juntos la promesa de bendición del Espíritu. Esto se dice para que se sepa que lo más escogido y bonito de la iglesia estaba presente; ciento veinte, quizás en el aposento alto, y la especial unión espiritual que había entre los apóstoles, la familia de Jesús y las amistades. Todos los demás estarían haciendo lo mismo, pero se destaca a estos. Oh, Señor, que lo más precioso de tu iglesia no falte a los servicios de oración: tus pastores, ancianos, obispos, evangelistas; que sean varones de oración. Así, de rodillas, empieza la evangelización del mundo. Los hermanos una vez habían sido incrédulos, pero ahora la familia feliz ora (Jn.7:5). Y es de mucho ánimo y placer notar que allí se halla María, la madre del Salvador, dedicada como los otros a la oración. Y nadie lo puede negar; si pasa su vista por cada asiento y se inclina un poco a un lado, podrá reconocer el perfil de María y de nobles hermanos con sus cabezas inclinadas orando a Dios, o sea lo más bonito de la iglesia apostólica.
Hch. 1:17
“Era contado, tomó parte”. Nota los tristes pasados de un ex apóstol. Melancólicas apostasías.
Hch. 1:18,19
“18Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre”.
Esta parece una tradición más popular que la de los evangelios, pero puede que menos exacta; afirma que fueron los fariseos y no Judas quienes compraron un terreno con el dinero de la traición; y lo mismo sobre la muerte de ese hombre, o que el campo fuera llamado por la sangre que se esparció al caer en un precipicio sino la sangre que él entregó, o sea la sangre inocente de Jesús. Dos tradiciones. La gente comentaba lo del suicidio que era lo que más le impresionaba, y la iglesia llamaba aquel lugar por la sangre inocente de Jesús. Gill dice que él trató de comprar el campo, pero no lo logró y fue y devolvió el dinero a los fariseos. No sé.
Legitimidad apostólica
Hch. 1:12-26
“12Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 14Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. 15En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: 16Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, 17y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio.18Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. 20Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio. 21Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. 23Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles”.
Los sucesores de los apóstoles son doctrinas no personas
Hch. 1:21-26
“Por tanto, es necesario que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea constituido testigo con nosotros de su resurrección”. Había muchos testigos de la resurrección de Jesús, más de 500 (1Co.15:6). Tal vez la preservación del simbólico número doce que representaría la totalidad de Israel o del pueblo de Dios; y además la conservación de la cifra establecida por Jesús. El apóstol Pablo no mostró ningún interés en el número doce sino a las doctrinas de los doce. Para él la iglesia no estaba edificada sobre las personas de los doce sino sobre sus enseñanzas (Efe. 2:20). Los verdaderos sucesores de los apóstoles son aquellos que están en línea directa con lo que ellos enseñaron y especialmente los que son enviados por el Señor a predicar el evangelio a toda criatura. Sin embargo, no se les llamó apóstoles sino a los doce, a los otros se les nombraron evangelistas, misioneros, maestros, profetas y pastores. Para el cargo de apóstol, obispo, pastor, no eligieron una mujer, como dice Gill.
Hch. 1:21,22
“Y habiendo orado, dijeron: Tú, Señor, que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de estos dos has escogido”. Deja que el Señor llene los espacios vacíos que algunos dejan cuando mueren. Pide al Señor que lo haga (hazlo, por favor, Señor). No te apures para traer reemplazar un buen testimonio otros a sus puestos, ni te asustes porque se llevan bendiciones porque están contaminadas; él traerá otros mejores y todo marchará mejor que antes.
Hch. 1:25
“Para ocupar este ministerio y apostolado, del cual Judas se desvió para irse al lugar que le correspondía”. ¿Cuál es el lugar propio de Judas, el que le corresponde? ¿La muerte, el cementerio o el infierno? Cada uno se irá al lugar que quiera; unos a “las tinieblas de afuera” “prisiones de oscuridad” y otros al “seno de Abraham”, para estar con Dios. Señor, que mi lugar esté donde tú estás. Amén.
Hch. 2:1
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar”. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban “todos juntos en un mismo lugar”. Pentecostés Era una de las tres fiestas principales de los judíos. Se celebraba 50 días después de la pascua (Lev. 23:15,16), conmemorando la entrega de la ley en el monte Sinaí. También se llamaba la fiesta de las semanas (Dt. 16:10), la fiesta de la cosecha (Ex. 23:16), y el día de los primeros frutos (Nm. 28 :26). Era una de las fiestas que más peregrinos atraía a Jerusalén, “juntos en un mismo lugar”. El lugar pudo haber sido el Aposento Alto (Hch. 1:13), donde los discípulos habían ido para celebrar el día de Pentecostés (LBLA).
En esta versión falta la palabra unánime, pero en griego existe. Qué bonito es eso, que los hermanos estén juntos y en armonía; que no se “muerdan y consuman los unos a los otros” (Ga.5:15), ayudando al diablo. La homogeneidad espiritual, dentro de la variedad, es un buen ideal para la iglesia (Hch.4:32; 1Co.1:10). Y es posible cuando tiene la mente de Cristo.
Hch. 2:3,4
“3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. Esta es la sagrada instalación del Espíritu Santo en sus corazones. Aquí el don de lenguas no aparece para “edificación” sino para la evangelización del mundo, para que predicaran el evangelio con la santa unción celestial. Fue una señal “no para los creyentes sino para los incrédulos” (1Co.14:22). Oh, Señor, permíteme hablar las maravillas tuyas (v.11).
Hch. 2:5
“Hombres piadosos”. “Piadosos”, muy religiosos, por eso estaban allí en la fiesta; pero no convertidos a Cristo. Cornelio es otro caso de una persona piadosa pero no cristiana (Hch.10:1,2).
Hch. 2:5-11
“5Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia,10en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos”. No se diga más que el don de lenguas de 1Co.14 es distinto a éste porque son iguales, idiomas terrenales. Los que digan que hablan en lenguas, que hablen algún idioma humano para la evangelización del mundo. Si hablar en lengua hubiera sido balbuceo de sonidos no inteligibles, los corintios se hubiera muerto de risa, y el mundo entero, al oír cosa de locos. Tal es así, que aun a los que hablaron idiomas en el día de Pentecostés, los tuvieron como ebrios. Seguro que esto lo dijeron después que oyeron a Pedro predicar a Cristo, su ministerio, su muerte y resurrección; la vida del Señor es la más grande maravilla de Dios porque él mismo es llamado “maravilloso” (Isa.9:6) o “admirable”.
Hch. 2:9-11
“9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia,10en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”. “Epístola a los Partos. Según Plinio, Tolomeo y Solinio el reino de Partia tenía al oeste a los medos… así llamados por Madai uno de los hijos de Jafet (Ge.10:2), y según Tolomeo cerca del Mar Caspio, al oeste de Armenia Mayor y Asiria…los elamitas toman su nombre de Elam uno de los hijos de Sem (Ge.10:22), y según Josefo ellos fundaron Persia de los cuales brotó el reino persa y los elamitas (Isa.21:2), por lo menos formaron una parte del reino persa y medo, y según el profeta Daniel (8:2), tuvieron como capital a Susan en la provincia de Elam donde era evidente que habitaban judíos (Isa.11:11)” (John Gill, Comentarios).
“Ponto fue una provincia del Asia menor junto a la costa del Mar Euxino, cerca de la moderna provincia Trebizondia. En tiempos de los apóstoles fue una provincia romana. De allí llegaron judíos a la fiesta de Pentecostés, y según el apóstol Pedro, dispersos en el Ponto (1Pe.1:1). Aquila era natural de allí (Hch.18:2)” (Diccionario Easton).
“Frigia fue parte central del Asia Menor y parte de una provincial romana. Pablo pasó por allí en su segundo y tercer viaje (Hch.16:6; 18:23); una división etnográfica y no política. El Tauro (una cordillera de montañas al sur de Turquía) separó a Frigia de Pisidia. Galacia, Licaonia y Capadocia estaban al este. La Frigia aquí mencionada es Frigia Grande y contenía a Laodicea, Hierápolis, Colosas e Iconio. Fue poblada por los pueblos indogermánicos de raza armenia, la población más antigua del Asia Menor” (Diccionario Fausset). “En los mares del sur se hallaba Panfilia que es mencionada en Hch.27:5 y su ciudad más importante fue Perga donde se encontraba el templo de la diosa Diana que visitó Pablo (Hch.13:13)” (Gill).
Unos reflexionan y otros se ríen
Hch. 2:12,13
“12Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.”. Dos tipos de personas. Unos, tratan de encontrar algún significado divino a lo que están viendo y oyendo: “¿Qué quiere decirnos Dios por medio de todo esto?”. Dirían, “primero oímos el viento, el estruendo, ahora estos idiomas, ¿qué significa todo esto?”. Estos muestran que buscan algún significado a la vida, algún significado espiritual a lo que acontece alrededor. Están atentos a los acontecimientos, dispuestos a “discernir las señales de los tiempos” (Mt.16:2,3) y, si nadie los estorba los otros pueden alcanzar la salvación. Hay mensajes de Dios por doquier, aun en el aire, si uno tiene los ojos bien abiertos y las orejas listas, los puede oír. Los otros son distintos, vulgares burladores; el milagro de las lenguas los movió a risa y no hicieron ninguna reflexión seria al respecto. Fueron los que dieron motivo al discurso de Pedro, los que pensaban que aquella maravilla se debía a la embriaguez (v.15). Unos reflexionan y otros se ríen.
Hch. 2:15
“Porque éstos no están borrachos como vosotros suponéis, pues apenas es la hora tercera del día”. Las nueve de la mañana. No dijo: “Porque son abstemios y nazareos”, sino porque es muy temprano para estar borrachos.
Hch. 2:17-21
“17Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; 18Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. 19Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; 20El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; 21Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. (Joe.2:28). Una cita para afirmar que Dios derramaría su Espíritu sobre su pueblo, no que hablarían nuevas lenguas; la cita es apropiada sólo hasta el v.18 y el énfasis recae en la profecía, no en las lenguas que aparecieron para la comunicación del mensaje divino. Pablo es quien halla cierto texto para explicar la aparición de las lenguas. ¡Qué bueno, Señor, que nos prometas cosas lindas para que nuestros hijos y ancianos sean útiles en la obra tuya! El v.21 justifica la inserción de la cita completa. Serían días de salvación.
Hch. 2:19-21
“19Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; 20El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; 21Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Esta profecía es demasiado grande para el punto histórico donde parece estar apuntando; cualquiera que vivió la plaga de las langostas y supiera estas palabras sabía que faltaron aspectos de ella que no ocurrieron, el juicio anunciado era mucho mayor que el ocurrido porque Dios estaba creando una profecía sobre nuestro Señor Jesucristo (v.32). El que pida salvación será salvo. Esto es más aplicable a la segunda venida de Cristo en juicio; el texto concluye con “el que invocare el nombre del Señor será salvo”, formando parte de la misma cita del derramamiento del Espíritu Santo y el hablar en lenguas. Si miraras la profundidad de la condenación apreciarías más la altura de la salvación, la luminosa esperanza. El propósito de venir el Espíritu, de conceder el don de lenguas, es para salvarnos de nuestra ignorancia y destrucción, la cual sería definitiva si no invocamos el nombre de Cristo.
Hch. 2:22
“Jesús el Nazareno, varón confirmado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio vuestro a través de Él, tal como vosotros mismos sabéis. Estaba certificado por Dios, por lo tanto, no era un engañador.
La muerte de Jesús no fue un accidente histórico
Hch. 2:23
“A éste, entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, clavasteis en una cruz por manos de impíos y le matasteis”. Esto lo dice, quizás, como queriendo decirles: “No imaginen que era un rebelde que ustedes mataron, o que muriendo con los impíos él era igual que ellos”; era un varón santo, “aprobado por Dios”, y murió con el consentimiento divino, y la prueba es que lo resucitó (v.24). Esta versión dice que era un plan predeterminado por Dios que hizo con previo conocimiento; exactamente dice la versión en griego: por el señalamiento, por la selección, por el propósito y por el decreto de Dios. No fue un accidente histórico la muerte de Jesús sino un programa de salvación divina. Si me permiten, esas palabras “plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios” las hacemos personales. Todo en nuestras vidas para que obre para bien, tiene que estar planeado por Dios de antemano, y va hacia delante con solución o sin ella, pero con su propósito o consentimiento. Lo que a nosotros nos intriga y nos sorprende, a Dios no.
Por una razón familiar Jesús resucitó
Hch. 2:24
“A quien Dios resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que no era posible que El quedara bajo el dominio de ella”. ¿Has leído de alguna imposibilidad de que el cuerpo de Jesús no resucitase? Pedro dice que “era imposible que fuese retenido por ella” (la muerte). No precisamente porque él lo había dicho, para que tuvieran cumplimiento sus palabras. Cristo no resucitó necesariamente como una confirmación de su anuncio, “nadie me quita mi vida, sino que tengo poder para ponerla y para volverla a tomar”. Es bueno que haya sido así para que los malpensados no digan que la resurrección de Cristo fue una elaboración de la iglesia para conservar su esperanza en él. No, la imposibilidad que Cristo no resucitase tiene su fuerza en otras razones. Pedro dice que era imposible que fuese retenido por ella y cita el salmo 16, escrito por David, donde aquél menciona que Dios no dejaría su alma en el Hades ni permitiría que su santo viera corrupción (Sal.16:8-11). El apóstol Pablo (Hch. 13:34-37). No son las palabras de Jesús las que cita como garantía o confirmación de su regreso a la vida, sino las de la Escritura. Por supuesto que Pedro está hablando a judíos y con el propósito de evangelizarlos, es obvio que cite la Escritura y presente la resurrección como un cumplimiento profético. Para una mente judía, principalmente la de aquellos que están burlándose del don de lenguas y dicen que es cosa de borrachos, la argumentación escritural de la resurrección es mucho más vigorosa que una cita del Varón en cuestión.
Pero, aun así, la resurrección no es presentada meramente para registrarla como un hecho de confirmación de la veracidad de los escritos sagrados de los judíos, no es la autoridad del Antiguo Testamento la que se quiere subrayar. Es imposible que el cuerpo de Jesús siga el proceso de descomposición de cualquier cadáver porque es Jesús el que está muerto. Otro sí, pero él no. El plan de Dios con Jesús abortaría si su cuerpo se pudre y la intención de la profecía de internacionalizar la salvación se quedaría anulado. Es imposible que fuera retenido por los dolores de la muerte porque no nació bajo condenación, fue encarnación, engendrado por el Espíritu Santo y no por José (Mt.1:20), por esa razón familiar no heredó el pecado y nunca pecó, su cuerpo era perfecto, su mente perfecta, jamás tuvo un mal pensamiento y Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Hch. 2:27,28
“27Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción. 28Me hiciste conocer los caminos de la vida; Me llenarás de gozo con tu presencia”. Las palabras que David dice en un sentido para su caso, las dice el Espíritu para otro caso, el de Jesús; si lo que quiso decir el profeta fue que escaparía de la muerte ¿por qué dice “dejarás” y no “bajará mi alma al Sheol”? La idea es que el cuerpo ya está en la tumba pero que no sufrirá descomposición. Oh amado, y si eso afirma, veo también que las palabras son gozosamente aplicables a la resurrección espiritual de los pecadores. Nota, quién nos pone en los caminos cristianos; David dijo: “me hiciste conocer”, refiriéndose a Dios. El que conoce la vida nos llevó a ella. No los caminos del pecado que son caminos de muerte. Son los caminos que los muertos no transitan porque están lejos de sus cementerios y pecados. En todas las prácticas de esos caminos hay vida, gozo, paz, felicidad, comunión con Dios. ¡Qué bellos son esos caminos! Son los caminos del Espíritu, los caminos por los cuales anduvo Enoc, Elías y Jesucristo. Y cuando un pecador resucita vive en la presencia de Dios; vive con gozo, resucita para una felicidad eterna, no para dejarlo en la tierra sino para llevarlo al cielo, para descubrírsele; se convierte en el hombre más feliz del universo.
Hch. 2:30
“Siendo profeta”; David sabía que era rey y poeta, pero nunca sospechó que sin saberlo Dios lo tenía como un profeta para las naciones. Trató de mejorar la vida espiritual de su pueblo con sus canciones; y con aquella letra sacada de su experiencia personal y de su amor a Dios escribía profecía.
Calcula los gastos, pero hazlo pronto
Hch. 2:37,38
“37Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Por lo que les habían dicho uno hubiera esperado que se regocijaran con la noticia de que Dios hubiera completado el plan suyo de resucitar a Jesús (v.23), pero no fue así, cuando oyeron que lo habían matado y que ahora estaba vivo, tuvieron temor por lo mal que lo habían tratado y se sintieron culpables por su muerte, horrorizados de que él se les apareciera y tomara venganza. Merecían su venganza, pero él los amaba. Pedro no les dijo que se tomaran un tiempo para reflexionar y calcularan las exigencias de ser cristiano, sino que inmediatamente se arrepintieran y se bautizaran, no para añadir a la iglesia sino para que rápidamente se reconciliaran con Dios y fueran salvos. Un poco diferente a lo que dijo Jesús que “calcularan los gastos” del discipulado (Lc.14:28). Combina ambas cosas, calcula los gastos, pero hazlo pronto. El bautismo es una demostración de fe en Cristo ante Dios y los hombres, no es “pasos que se dan en un proceso de salvación”; todo ocurre junto, uno detrás de otro ¿no te demoras mucho en aceptar lo que claramente entiendes?, eso está mal porque con el evangelio se recibe la salvación y es una salvación personal, de frente a frente.
Un sermón ágil y efectivo, alrededor de la cruz
Hch. 2:37-42
“37Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. No tres ni treinta, ni trescientos sino tres mil. ¿Cómo dicen muchos hoy que la predicación no es suficiente para cambiar el mundo? Sin el Espíritu Santo sí que no es suficiente pero no con él. Fue un magnífico sermón, basado enteramente en la muerte y resurrección de Jesús, cuya aplicación consistió en la relación que los oyentes tenían con los sucesos acaecidos. Sentían “aguijoneados el corazón” (gr.) con la responsabilidad. Ellos preguntan: ¿qué haremos?, como si existiera algún modo para deshacer lo malo que habían hecho. Pedro no les propone buenas obras, penitencias, promesas sino un sincero y limpio arrepentimiento y una identificación total, por medio del bautismo, con Jesús. No son “disculpas” que tuvieran que pedir a Dios sino confesión de pecado; se les ofrece el perdón por medio de esa identificación mostrada en la toma del símbolo de su obra de salvación, el bautismo, y se le promete la persona del Espíritu Santo, de cuya existencia en ese momento estaban teniendo evidencia, para que pudieran vivir como cristianos. Nota que el don del Espíritu precede al bautismo y el bautismo forma parte inseparable de la fe salvadora. No es él el que salva, sino que forma parte de la fe que da salvación, mostrada por el hecho de tomarlo. Así comenzarían a vivir una vida de discipulado dentro de la congregación cristiana. La historia cristiana de ellos consistía en haber sido catequizados y en perseverar en la verdad que habían creído. La salvación venía junta con un grupo de enseñanzas dadas por el Maestro- Salvador. En segundo lugar, tenían una estrecha relación, comunión, con los otros que habían recibido el mismo mensaje y que se habían bautizado como ellos, comían juntos y oraban. Cuando les dijo: “Sed salvos de esta perversa generación” quería decir que se separaran de los condenados, que el arrepentimiento, el bautismo y las enseñanzas los separaran del resto de aquella generación; no para vivir aisladamente sino para vivir distintamente. Un sermón ágil y efectivo, alrededor de la cruz. Así se convirtieron aquellos el día de Pentecostés. Señor, permítenos perseverar en todas esas cosas, que nuestro arrepentimiento nos conduzca a vivir dentro de la comunidad cristiana, a participar de su vida espiritual y de sus enseñanzas.
Hch. 2:39
“Para vosotros, para vuestros hijos y para todos cuanto el Señor llamare”. ¡Qué texto tan bonito y amplio! “Ustedes tomen la salvación, pásenla a los hijos y después a los vecinos, a los parientes lejanos y a los amigos que se hallan distantes, en otro país, a los que parecen cerca de Dios y a los que dan señas de vivir alejados de él. Envíenles cartas, visítenlos”. Y aunque el círculo de la salvación sea agrandado no se desanimen que la voz del Señor puede llegar lejos, donde no se imaginan y de todos modos alcanzará únicamente a los llamados; un llamamiento eficaz. Sin duda, la afirmación está influida por la doctrina de la elección divina.
Hch. 2:40
“Y con muchas otras palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: Sed salvos de esta perversa generación”. La única doctrina de salvación que veo ahí es el señorío de Cristo; Cristo es el Mesías o no, es el Señor, o no; la idea de un juicio en su retorno está implícita. “Perversa”; no exclusivamente en relación con las inmoralidades de esa generación sino por el desdén y perverso tratamiento que dieron a Jesús y sus apóstoles. Yo no quiero compartir la suerte de mi generación ni la de posteriores que van tornándose peores (Ver nota 13: 36).
Muy bonita la reunión, traigan a otros
Hch. 2:40-47
“40Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. Muy bonito todo eso, pero me perdonan que no siga la alabanza. La iglesia se volvía el fin en sí misma y aunque continuaban salvándose iba recogiéndose dentro de ella misma. ¿Qué querían, hacer un paraíso terrenal? Parece el resultado de un concepto escatológico, la inminencia del retorno de Cristo. Esa comunidad no iba muy lejos, ¿y la Gran Comisión? La iglesia continúa creciendo porque “las casas” se convirtieron en sitios de reunión y los familiares y amigos y vecinos venían y se convertían. No parece que ellos fueran de casa en casa tocando puertas, sino que los cristianos hacían de sus casas centros le evangelización (5:42). En aquella sociedad los vecinos no vivían tan aislados los unos de los otros como en el día de hoy aquí en Estados Unidos. El mundo sufre pérdida si la iglesia se encierra en sí misma y cada uno dice que se encuentra como en el monte de la transfiguración y prefiere hacer allí su cabaña y no salir de ese lugar; una célula u organización separada de la sociedad; es como si la sal no estuviera regada sobre los alimentos y la levadura no se encontrara dentro de la masa sino en su depósito. La función de la iglesia no es operar para ella misma y dentro de ella misma; es un pueblo encargado de vivir afuera entre los pecadores y compartir con ellos la luz del conocimiento de Cristo. De todos modos, el cuadro era bonito. Comían la santa cena en los hogares, cantaban y oraban dando gracias al Señor por los alimentos y sus bendiciones. Y ¡traigan a otros!; también puede ser que se trate de ágapes fraternales.
Hechos 3
“1Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. 2Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. 4Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. 5Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. 6Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; 8y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. 9Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.10Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido. 11Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. 12Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? 13El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad.14Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 15y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. 16Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. 17Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. 18Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. 19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.22Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; 23y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. 24Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. 25Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. 26A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad”.
Hch. 3:6
“Pero Pedro dijo: No tengo plata ni oro, mas lo que tengo, te doy: en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡anda!”. No parece avergonzarse por no tener dinero, ¿con qué mantenía su familia? ¿Tan pobre que no tenía una pequeña moneda para darle al pobre inválido? Y ¿por qué no estaba buscando trabajo, no era mejor ir a una oficina de empleo que al templo? Mejor que el dinero, Señor, es la salud y es un don tuyo. El nombre Jesús, muy despreciado, tabú, pero ellos no se avergonzaban de él porque todo lo que tenían se lo debían a él, y todo el bien que podían hacerle a aquel prójimo radicaba en ese Nombre. Y Dios lo honraba.
Hch. 3: 7
“Y asiéndolo de la mano derecha, lo levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron fuerza”. No le hacía falta que lo tomara de la mano, pero como no sabía andar le da la mano para iniciarlo, luego lo dejaría caminar sobre sus propios pies. Una pequeña ayuda a quien empieza.
Hch. 3: 8
“Y de un salto se puso en pie y andaba. Entró al templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios”. Algunos, después que reciben la bendición comienzan a andar en sentido contrario a quien les ayudó. Tenía mucho que agradecerle a Dios para volverle la espalda tan pronto. “Saltando”, probando los pies para saber si estaban buenos, o por gozo. Extendía las manos arriba y daba brincos. Cada vez que miraba sus rodillas y tobillos, miraba a Dios. Se acabó la miseria y la dependencia económica. Ahora no daba compasión sino admiración. No era un truco. La bendición perduró toda su vida.
Hch. 3: 7-10
“7Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; 8y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. 9Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.10Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido”. Esto no se dice tanto para exaltar alguna forma de piedad en el cojo sino para que todos supieran que estaba completamente sanado. Hay cosas que Dios hace con nosotros que nos dejan boquiabiertos.
Hch. 3:11,12
“11Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. 12Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?”. No es por mi piedad, oh, Dios, porque yo he podido hacer cosas buenas porque sé hacerlas y no porque sea bueno. ¿Tiene que ver o no la piedad de un hombre en los milagros que hace? ¿Depende de su carácter y del nivel de su vida espiritual? El origen de los milagros no es su vida religiosa sino Dios, dicho esto por cuestiones cúlticas, ni, aunque fuera un ángel (Hch. 10: 24; 14: 14; Apc. 22: 8, 9). No quería que le quitaran la gloria al Señor para dársela a ellos, pero no estaba negando que hubiera alguna relación entre el estado espiritual del predicador y las bendiciones que recibe. Un predicador poco piadoso (la palabra también significa santidad) es una triste contradicción entre su oficio y su vida. El Señor nos exhorta a los ministros a tener una mejor vida con el Espíritu Santo y suele dar testimonio de su aprobación. La iglesia y la predicación surgen como una justa vindicación y exaltación del nombre de Cristo (vv. 6,16). No era tanto las doctrinas que predicaban sino a Cristo. Señor, yo no quiero que mi nombre compita con el tuyo, perezca el mío, lleve la ignominia y el tuyo la gloria. Amén.
Hch. 3:14-26
“14Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 15y matasteis al Autor de la vida (al príncipe, líder, autor; son las posibles traducciones, yo me quedo con la última, porque tiene mucha esperanza para esta vida presente, cotidiana, sufrida o aburrida y su resurrección es la medicina de toda enfermedad y deceso), a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos ( en cualquier tribunal si usted presenta quinientos testigos de un hecho, gana el caso, 1 Co. 15:6). 16Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. 17Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. 18Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. 19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.22Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; 23y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. 24Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. 25Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. 26A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad”. Estas son muchas palabras condensadas. Ya Dios vindicó a Jesús resucitándolo, delante de ustedes lo ha hecho, sanando también enfermos; Dios había predicho su muerte y la predicación de su nombre. No se desesperen, comprendan el plan que incluye vuestros errores y pecados y les dé posibilidad de cambiar la suerte y la de la nación.
Hch. 3:15
"Y disteis muerte al Autor de la vida, al que Dios resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos". El Autor, también se traduce príncipe, capitán. Oh amado, mira cuántas palabras hermosas se dicen de Jesús. "Santo" "justo"; etc. mira la grandeza e inocencia de él, lo sublime que es Jesús, y como lo mataron. Es el autor de la vida, la total resurrección y ella, cabeza de la creación, ángeles, sobre los cuales es el principal y capitán, es el creador del sol, "en todo tiene la preeminencia" (Col. 1); porque agradó al Padre que habitase la plenitud (Jn. 5: 21); sacó la inmortalidad, la abundancia (Jn. 10: 10). Es el autor de la vida no sólo porque resucitó sino porque hizo la vida, y "la vida era la luz de los hombres". Jesús es la luz. Fue un deicidio.
Hch. 3:17-26
"Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor". Un mensaje de arrepentimiento ¿era el culturalmente apropiado? No. Y Dios lo bendijo. Tiempos de refrigerio es equivalente a tomar aliento o tiempos de avivamiento. ¡Qué llamamiento tan bello le hace Pedro al pueblo de Israel! Mira los vv. 19, 26; les dice: "Es vuestro, ya vino". El tema del retorno es la doctrina que apela (vv. 14, 19-21). En el v.19; no les pide más aunque hayan matado a Cristo, sino que se arrepintieran y convirtieran. Mira con qué franqueza les habla. Les dice que hay compasión y arrepentimiento aún para aquellos que tienen tintas las manos con la sangre con Jesús. Los pecados, donde estén escritos, son por la sangre de Jesús borrados.
Hechos 4
“1Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia Exposidel templo, y los saduceos, 2resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. 4Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil. 5Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, 6y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; 7y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? 8Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: 9Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, 10sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. 11Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. 13Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. 14Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. 15Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, 16diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. 19Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; 20porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 21Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho, 22ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años. 23Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; 25que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? 26Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. 27Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, 28para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. 29Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 30mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. 31Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. 32Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. 33Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. 34Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, 35y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
36Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, 37como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles”
Hch. 4:1
“Mientras ellos hablaban al pueblo, se les echaron encima los sacerdotes, el capitán de la guardia del templo, y los saduceos”. Resentidos, indignados.
Hch. 4:3
“Les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde”. Predicaban un hecho y Dios los bendecía. “No me interroguen por el daño que le hice algún prójimo ni de cierto pecado que pude cometer sino de haber hecho el bien”. Me interrogan por el beneficio que hice a un hombre.
Hch. 4:7
“Y habiéndolos puesto en medio de ellos, les interrogaban: ¿Con qué poder, o en qué nombre, habéis hecho esto?”. ¿Es que hay que pedirle permiso a alguien para hacer el bien? No se alegraban por razones políticas, del bien que el cojo había recibido.
Hch. 4: 10
“Sabed todos vosotros, y todo el pueblo de Israel, que, en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos, por El, este hombre se halla aquí sano delante de vosotros”. Esto era lo que menos deseaban oír, en el nombre de Barrabás lo hubieran admitido mejor.
Hch. 4:11,12
“Este Jesús es la piedra desechada por vosotros los constructores, pero que ha venido a ser la piedra angular”. Mira qué pronto toda la Escritura toma significado alrededor de Jesús; por muchas razones pudo haber dicho esto, especialmente por la resurrección. Si no predicamos a Jesús nadie podrá salvarse. No dijo: En ningún otro nombre se pueden hacer milagros sino ser salvos, porque el cojo había sido sanado como una irrefutable evidencia de que lo había sido por medio de aquel Nombre; así interpretaban las señales (v.16; Mr. 16:17,18). No imaginaron que derramando aquella sangre estaban ofreciendo a un Cordero sin mancha y que concluiría con todo el orden sacrificial levítico.
Hch. 4:12, 19,20
“12Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? 19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado”. Quiso decir, si no predicamos a Jesús nadie podrá ser salvo porque en ningún otro hay salvación; Dios, quien elige al que ha de salvar a Israel, lo ha elegido a él, contrario a como ustedes obraron porque lo ha puesto como piedra del ángulo de la iglesia. “No nos pidan que nos callemos, lo hemos visto muerto y resucitado, nuestros labios no están sellados sino abiertos para declarar lo que hemos contemplado y palpado. Si nos callamos el mundo no se salvará, es imposible que guardemos silencio en cuanto a esta historia, por complacerles a ustedes o por miedo a lo que nos puedan hacer”. Si estás interesado en tu salvación tienes un solo lugar para donde mirar: la cruz de Cristo y a él sobre ella.
Es curioso, que estas palabras tan importantes no fueron dichas a pecadores que estuvieran ansiosos espiritualmente y que estuvieran indecisos sobre Jesús, sino a los gobernantes de Israel, no con el propósito de evangelizarlos y que se convirtieran sino para explicarles que era imposible cumplir con la orden de ellos de callar absolutamente los acontecimientos sobre Jesús. Son apropiadas para la sociedad y para todo hombre y mujer que quiera la salvación.
Hch. 4:13
“Al ver la confianza de Pedro y de Juan, y dándose cuenta de que eran hombres sin letras y sin preparación, se maravillaban, y reconocían que ellos habían estado con Jesús”. Esto no es una excusa para no ocuparse en leer (1 Ti. 4: 13; 2 Ti. 4:13), y no comprar libros devocionales que inspiren el alma y hagan crecer la fe y la esperanza celestial. Ni comentarios que robustecen el entendimiento de la Escritura. Tampoco es una excusa para no hablar y escribir bien el idioma y predicar diciendo palabras mal dichas que desacreditan el evangelio y la oratoria cristiana, o escribir con horribles faltas de ortografía. Nuestro Señor no fue un hombre sin letras y del vulgo. No tenía títulos rabínicos, pero sí muchos conocimientos (Lc. 2:52). Parecían más cultos; el Señor les había dado sabiduría. La íntima y diaria relación con la Escritura hinche de conocimientos el intelecto.
Hch. 4:19, 20
“19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado”. No nos pidan que guardemos silencio, no es que queramos desobedecer sino lo que hemos visto no lo podemos callar, y Dios nos ha dicho que lo digamos.
Hch. 4:22
“Porque el hombre en quien se había realizado este milagro de sanidad tenía más de cuarenta años”. Porque todos lo conocían, su miseria tenía la longitud de su edad.
Hch. 4:27-30
“27Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, 28para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. 29Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 30mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús”. Oraban por ellos mismos porque el valor que ahora tenían podía llegar a perderlo (vv.17-21); e inmediatamente recibieron la respuesta, que sí. Dios les dio valor, porque conocimiento ya lo tenían (v.20). No oraron para que las circunstancias cambiaran sino para que ellos no cambiaran nunca. A veces no necesitas llorar ni huir sino pedirle a Dios que te quite el miedo, que saque de ti el “espíritu de cobardía” (2 Ti. 1:7).
Nosotros y nuestras circunstancias
Hch. 4:28
“Para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera”. Esta es parte de la nota de 2: 23, “si me permiten, esas palabras “plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios” las hacemos personales. Todo en nuestras vidas para que obre para bien, tiene que estar planeado por Dios de antemano, y va hacia delante con solución o sin ella, pero con su propósito o consentimiento”.
La primera palabra importante es “cuanto” que en griego quiere decir “grande, mucho, largo”. Y si quiero ser personal vamos a la aplicación. Primero que todo para no ser infiel al Espíritu del texto tengo que señalar el contexto de salvación de ellas. Fueron dichas con referencia al propósito y plan redentor de Dios en Jesús. Y son el cofre mismo donde guardamos esas hermosas palabras que “toda obra para bien a los que aman a Dios”. Es decir, que el consuelo, la conformidad y la esperanza que traigan estas palabras están limitados a “los herederos de la salvación”, a los hijos de Dios, aquellos que “están en Cristo”. A menos que usted se halle en Cristo estas palabras no son para usted. Son de consuelo para aquellos que “tienen esperanza”. Pero cuidado, el “plan maravilloso” que Dios tiene para usted es su salvación y eso quiere decir una cruz. No hay vida cristiana sin cruz.
Ahora voy a “abrir la Escritura”, como hacía Jesús y espero que nuestros corazones ardan. Voy de nuevo a la palabra “cuanto” que dije que significa “mucho, grande y largo”. El tamaño, la cantidad y la longitud de los días, la intensidad de lo que nos pase está determinado por Dios. No habrá ni un día más, las cosas no serán más grandes que las que tienen que ser, alcanzarán el volumen y el tamaño que Dios quiere y no se excederán ni un centímetro más. La cantidad será por medida, la suya, y ni una onza se pondrá de más o de menos en la balanza. El número es fijo. Dios lo fija. Está fijado. La extensión él también la predetermina, o sea su longitud o su tiempo. Ni un mes más, ni un día más, ni una hora más. El día y la hora ya están señalados en el calendario de Dios. Nada será mucho, demasiado, ni tan grande, largo o corto como nuestro Dios lo haya fijado. Así reposaremos tranquilos en esa palabra.
Nota la perfecta sincronización de esas dos otras palabras que echan por tierra cualquier esperanza supersticiosa promovida por los que aman las ceremonias, “mano y consejo” o mano y propósito o voluntad. La mano de Dios se halla detrás de lo que nos sucede. Enseñarnos, conocer, tener la fe, aunque no se pueda ver que ella está escondida, invisible, incomprensible, pero allí está como estuvo con los hechos de Jesús, incluyendo la mala voluntad, el poder, la envidia y los pecados de los hombres como Pilato, Herodes, Judas, y los malos sacerdotes como Anás y Caifás. La mano de Dios detrás de la traición, la venta, la hipocresía, la ingratitud. El Señor da su aprobación a todo eso. Él tiene una solución y es parte de su plan. Además, ella nunca se alza y se extiende si no es por su voluntad no por la nuestra. Su mano no ejecuta nada que su cerebro no ordene. Hay una perfecta coordinación entre lo que hace y lo que piensa. El recorrido de nuestras oraciones sigue un orden natural. Van a sus oídos, a su mente donde son pensadas y allí pasan a su voluntad donde se determina la clase de contestación que tendrán y en último lugar llegan a sus manos. Las oraciones nuestras deben pasar por su propósito antes que lleguen a sus manos. Nadie puede hacer que Dios haga lo que él no quiere, lo que a su juicio no puede ser, lo que es opuesto a su criterio, y esto no se logra ni, aunque se ore mil noches de vigilias y se ayune por cuarenta días. Cumplir con ritos no obliga a Dios a nada. Y una última observación. La palabra predeterminado tiene una hermana de sangre que es gemela, casi igual y su nombre es predestinación. La palabra “determinado” es una traducción de la griega proorizo: determinado. El diccionario expositor de Vine dice: “Este verbo debe distinguirse de proginosco, preconocer, que hace referencia a la persona que Dios conoce de antemano; proorizo hace referencia especial los asuntos que en su pre-conocimiento están determinados”. Por supuesto que ambos están relacionados, la persona y sus circunstancias. Ninguna de las dos se halla fuera de la voluntad y propósito de Dios. Están incluidas en su proyecto, plan y destino. Su omnisciencia lo planea todo. La suerte de Jesucristo y la nuestra también. ¿No tienen estas palabras un “fortísimo consuelo”?
Hch. 4: 31
“Después que oraron, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valor”. La palabra de Dios que predicaban era la vida de Jesús de Nazaret. “Llenos del Espíritu Santo”, esto es, de valor y entusiasmo (v.8). Mira que el miedo es opuesto al Espíritu Santo y que no se puede hablar apropiadamente si se tiene.
Diferencia entre comunismo y cristianismo
Hch. 4:32
“La congregación de los que creyeron era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo lo que poseía, sino que todas las cosas eran de propiedad común”. ¡Qué bonito es esto, Señor, que toda la iglesia tenga un solo corazón y una sola alma! ¡Qué unidad tan preciosa! La madre de todas las iglesias del mundo era un gran ejemplo. Casi no se oía decir: “Esto es mío” sino “esto es tuyo”. ¿Es que acaso somos los absolutos poseedores de lo que tenemos, o en nuestros títulos de propiedad están los nombres de nuestros hermanos? Eso ocurrió así porque la iglesia formó otra sociedad, era una comunidad distinta a la que le rodeaba. Ese principio de amar se mantuvo, aunque no con tanta cohesión (vv. 34, 35).
No inventaron ningún orden económico, tendrían que saber que si Cristo se demoraba en venir aquello se acabaría; pero vivían con desprendimiento. Tendrían los apóstoles que darse cuenta de que si se consumía y no se producía sería la ruina económica de los hermanos prósperos. Se sumergían voluntariamente en la absoluta pobreza. Años después el apóstol Pablo tuvo que recoger ofrendas para los hermanos de Jerusalén. Tal vez Lucas escribe esto para contrastar con sus tiempos cuando “cada uno busca lo suyo propio y no lo que es de Cristo Jesús” (Flp. 2:21). Esto no es un comunismo primitivo sino cristianismo con una colosal diferencia, porque aquí se dice “todo lo mío es tuyo” y esa otra engañosa y vetusta quimera, el comunismo, dice “todo lo tuyo es mío”, con la excusa del estado de recogerlo todo y repartirlo, y se hace dueño y señor de cada cosa incluyendo las personas y sus destinos. Reparte primero y después recoge lo repartido, o lo deja como vendido a cambio de libertades y alma.
Hch. 4:36, 37
"Y José, un levita natural de Chipre, a quien también los apóstoles llamaban Bernabé (que traducido significa hijo de consolación), poseía un campo y lo vendió, y trajo el dinero y lo depositó a los pies de los apóstoles". Al nombrar únicamente a Bernabé, se ve el aprecio que la iglesia llegó a tener por él, como lo dejó todo para servir al Señor. Nunca ella olvidó lo que él hizo. En la iglesia primitiva los líderes parecían haber hecho un voto de pobreza; ninguno tenía dinero y el que lo tenía lo compartía (3 Juan 6-8). Oh, Señor, y hoy nos parece que es poco lo que tenemos, somos más y mejor pagados. Bernabé era una inspiración y posiblemente con el dinero de su propiedad consoló muchos sufrimientos. Este hombre se fue deshaciendo de todo lo que tenía para no dejar atrás ninguna preocupación que no fuera la predicación del evangelio. Los que no tenían recursos financieros no se angustiaban mucho, Dios por medio de la iglesia proveería.
Exposición 12
Los apóstoles evangelizan, por el futuro espiritual de la gente
Hch. 4:1-22
“1 Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, 2 resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3 Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. 4 Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil. 5 Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, 6 y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; 7 y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? 8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: 9 Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, 10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. 11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. 13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. 14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. 15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, 16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; 20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 21 Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho, 22 ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años”.
Estos fueron tiempos cruciales para la iglesia cuando enfrentaba la violencia por parte de los gobernantes que trataban de impedir la propagación del nombre de Jesús, volver a enterrar a Jesús, y de las ideas de Jesús. Tenemos una gran deuda de gratitud con aquellos primeros discípulos porque hablaron correctamente en nombre de la iglesia cuando querían que cesaran de distribuir la misión y persona de Jesús en el mundo. El Cristianismo es, por fuerza de la verdad, una religión “proselitista” (es mejor decir evangelística) y con relación a Jesús exclusivista.
Se ve el dilema judío ante el avance evangelístico y misionero del cristianismo. Los judíos tratan de evitar el proselitismo. Los “cristianos” eran irreductiblemente proselitistas, mucho más que por una orden del fundador del movimiento por la fuerza de la verdad de la Persona de ese Fundador, porque “no podían dejar de decir lo que habían visto y oído” (v.20). Los fariseos creían en la resurrección de los muertos, pero no en el nombre de Jesús. El problema empieza con la predicación de la resurrección de Jesús y que los saduceos no creían en ella y menos en la de la persona que ellos afirmaban estar viva. Para ellos este suceso era crucial porque significaba la aprobación de Jehová a Jesús Nazareno. Comenzaban con la resurrección y retrocedían hacia el pasado y volvían hacia el futuro. La colocaban en el centro del destino humano. Era la fuerza del cristianismo y los judíos no querían que la predicasen; pero ellos, experimentando el poder de la resurrección en la operación de las señales, no podían callarse y decían, “vosotros mismos juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (vv.19,20).
El testimonio de ellos fue tan fuerte que a pesar de la oposición y de los argumentos opuestos, un grupo numeroso aceptó la realidad y creyó en él. Esto vino a complicar las cosas para los apóstoles; según penetraban la sociedad con Jesús, más resistencia encontraban. Los principales del pueblo se reunieron no para debatir el tema de la resurrección, que indudablemente les molestaba, sino la señal de curación del cojo, que era la evidencia de la veracidad de la historia que contaban. El cojo era expuesto como una evidencia de Jesús y de la autoridad que emanaba, inauditamente, de su nombre. Los saduceos, que ya conocían la dimensión de la vida de Jesús, se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo y el peligro que estaba corriendo religiosamente la nación.
Jesús iba a sustituir a Moisés, el evangelio la ley, y él mismo acabaría siendo más importante que Israel. No era un simple revoltoso muerto ni una voz filosófica apagada, sino un individuo con una historia muy complicada en la cual ellos quedaban mal parados, con demasiadas evidencias públicas, y para rematar el mal social, sus seguidores no eran simples discípulos propagadores de las ideas del Maestro, sino que tenían poderes que relacionaban con Jesús. Tenían que saber que estaban intentando algo difícil y tal vez imposible.
El pueblo había tenido a Jesús como un profeta (Mt. 21:46) y se “iba tras él” (Jn.12:19). Esta gente estaba decidida a apagar el movimiento. Las credenciales que presentaba aquella gente inculta eran innegables y no podían decir “nada en contra” (v.14); no querían admitir el hecho que de aquel Nombre brotaba un poder sanador, y esto era precisamente lo que los judíos buscaban para creer.
Se hallaban en un dilema, no deseaban a Jesús porque no había sido del gusto de ellos y lo habían matado con su desaprobación, y seguía disgustándolos, no podían admitir que estuvieran equivocados y que Dios los defraudara de ese modo dándoles un Cristo con aquellas inaceptables características que él tenía.
Habían soñado con un Mesías distinto, que significara mucho para la identidad política de Israel, que lo retornara, como “hijo de David” y sobre su cetro, a aquellos gloriosos tiempos. Habían aprendido a pensar y a querer no en un Mesías que trajera “vida eterna”, que “muriera por los pecados de ellos” y que sometiera espiritualmente a las naciones, sino en otro, que militarmente reuniera al pueblo detrás de él, que formara un gobierno competitivo con las naciones del mundo.
Soñaban con una nueva época de oro para Israel, y aquel “cristo” no era nada de eso, ni con mucho, pero se estaba imponiendo sobre el pueblo con sus sorpresivas características y la gente lo estaba creyendo, haciéndoles pensar de modo distinto, reinterpretando la Escritura, dándole un sentido menos materialista que el que ellos le daban.
Uno de los problemas más grandes que tenían los judíos era de tipo exegético. Pablo afirmaría que no alcanzaron lo que deseaban porque no iban tras ello por fe sino por obras, que es esencialmente un error de interpretación bíblica. Y con relación al Mesías, al reino de Israel y Jesús, sucedía lo mismo.
Eso equivalía que aquellos incultos “apóstoles” sabían más que todos los renombrados rabinos de Israel, y para fastidio mayor, tenían un poder “espiritual” que ellos no deseaban que tuvieran. No se podía discutir con ellos, no tenían paciencia para eso ni tampoco lo querían, y trataron mediante el poder político que poseían, aplastarlos. Los apóstoles estaban enfrascados en eso mismo, en ganar prosélitos, haciendo creer a Israel que aquel a quien ellos habían ejecutado era el tan esperado Mesías, que había tenido la aprobación de Jehová que lo había resucitado, dando testimonio a favor de él y en contra de ellos. La consigna era estrangular el movimiento evangelístico y misionero.
Pero los apóstoles se negaron a obedecerles afirmando que la comisión de ellos era divina y que seguirían haciéndolo pese a que se lo hubieran prohibido (vv.16-20). Ellos tienen el honor de haber sido los primeros en no admitir que la iglesia se quedase encerrada entre sus puertas sin darse a conocer al mundo. Dijeron que no, y salieron a predicar, aunque eso no les gustaba a los gobernantes que se oponían ferozmente a los intentos de ellos.
No respondieron que Jesús les había encomendado aquel trabajo, aludiendo a la “gran comisión” sino que Dios les había encomendado que hablaran de Jesús por lo que habían visto y oído, pero además por el futuro espiritual del pueblo, porque si no predicaban a Jesús no habría salvación, “en ningún otro hay salvación” (v.12). Había mucho que los gobernantes no comprendían, que quisieran compartir a Dios con todo el mundo e Israel dejara de ser una exclusividad de la gracia, y ahora, para colmo, que hablaran de salvación y no de política y libertad. Ellos no usaban un lenguaje social sino espiritual. La iglesia decidió cumplir su misión.
No los interrogaban para buscar la verdad del asunto sino porque querían el silencio de la iglesia en torno a aquello que le dio origen, la historia de Jesús. Pero ellos firmemente replicaron que era imposible dejar de predicar a Jesús por una grande y tremenda razón, no hay salvación en otro nombre (vv.12, 19, 20); les estaban respondiendo que si guardaban silencio todos perecerían, por lo tanto, por amor a las almas tenían que continuar predicando aquel nombre que ellos aborrecían tanto. Y continuaron predicando a Jesús, obrando señales en su nombre y el mundo creyéndolos, hasta hoy. Amén.
Exposición 13
La iglesia ante leyes injustas. Con mega poder y con mega gracia
Hch. 4:23-37
“23 Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24 Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; 25 que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? 26 Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo.27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, 28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. 29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. 31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. 32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. 33 Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. 34 Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.36 Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, 37 como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles”.
La primera porción es un colofón de la exposición anterior, como la iglesia reacciona ante leyes injustas, la discriminación y la persecución (vv.23-31). No con violencia, sino con fe y oración; asume una actitud de desobediencia religiosa y se produce un enfrentamiento entre ella y el estado opresor. Dijo que no. Trataron de impedirles su dispersión, pero no pudieron. No hubo cabildeo ni soborno, sino que usó sus rodillas. Los apóstoles no eran de mármol; las amenazas fueron grandes y sintieron que podrían llegar a temerlas; entonces decidieron orar para que no perdieran el valor que hasta entonces habían demostrado, que en ese contexto equivalía a ser llenos del Espíritu Santo (v.31), porque en un instante al acabar de orar ya todos sentían deseos de salir a predicar. Y se levantaron llenos del Espíritu Santo. Dentro del libro de los Hechos ser llenos del Espíritu no es hablar con emoción sino con valor. Conocimientos tenían, y a eso pidieron a Dios que les añadiera denuedo (v. 20). En fin, no se callaron porque la salvación de todos dependía que no guardaran silencio. Cuando uno siente miedo testificar por Jesús lo que tiene que hacer es orar para que el Señor le quite el miedo. La iglesia acompañó con oración su desobediencia a las leyes injustas.
Se ve en su oración el apoyo doctrinal de la fe de ellos para no obedecer a los hombres, la soberanía de Dios. Sus oraciones enseñan lo que ella cree. Ya desde que empiezan a orar saben en ellos mismos que el Señor tiene “toda potestad en el cielo y en la tierra” y que por tanto pueden ir “y hacer discípulos a todas las naciones y bautizarlos en el nombre del Señor Jesús”. Es decir, las autoridades enemigas, aunque se juntaran todas, no habrían de pararlos porque era mucho más justo obedecer a Dios que les había hablado por el Espíritu que a los hombres (v.19).
Dios es soberano y ningún gobierno o grupo religioso tiene el derecho ante él para prohibirles el testimonio de Jesús. Podrían ser acusados de desacato, pero no se callaron. Enfrentarían azotes y cárceles, pero habían orado para que esa posibilidad no los frenara. Fueran judíos, romanos o en un futuro, mahometanos, no se detendrían, perdieran lo que perdieran y costase lo que costase. Y continuaron predicando a Jesús como un desafío social; ni la religión autorizada y poderosa, ni el gobierno hostil pudieron callarlos; azotarlos y matarlos sí pero no taparles la boca. Dios era soberano y ellos no consintieron en el silencio. Cualquiera que fuera la estrategia que utilizaran, ese sería siempre el fin.
En segundo lugar, se mira una iglesia unida y generosa, no rota por las divisiones donde cada uno tira para un lado, casi siempre el propio, sino lo contrario, hacia los demás, y la muestra inequívoca que se hallaban con buen espíritu y en la correcta dirección es escuchar cómo los miembros de ella hacían uso de su dinero a favor de los hermanos más necesitados. En ese tiempo se puede hablar ya de una “mega-iglesia” pero no en el sentido de hoy, numérico, sino con mega poder y con mega gracia (v.33), como una comunidad que ama y cuida a sus miembros, entregada primeramente a Dios y a los hombres (2 Co. 8:5). La gloria de ella no estaba en que fuera una mega iglesia, sino que lo fuera en esas dos gracias del Señor, en poder y en gracia. En esta parte la preeminencia se encuentra en la asistencia que daba a los necesitados. No en los milagros que hacía entre ellos sino en el dinero, la ropa y la comida que les entregaba.
No son los principios de algún filósofo los que practica sino la vida en el Espíritu. Se puede ver la iglesia desprendiéndose del mundo, por un lado, y alejándose de los negocios terrenales para predicar el evangelio, por el otro (vv.32-37); un ensayo de comunismo invertido al marxista, porque no se apropiaba de las pertenencias de nadie con el mentiroso pretexto de distribuirlas entre la capa más baja de la sociedad, porque todo era voluntario, sin mandamiento, y todo era literalmente para todos. No hay producción sino desprendimiento y distribución.
Por el estilo social que desarrollan se ve que la congregación no fue formada sobre el yo y la autoestima como se hace hoy con los programas de evangelismo que sucesivamente inventan, sino lo contrario, sobre el amor al prójimo. Es un modelo social o de consagración a la obra de Dios. En cuanto a los pobres la comunidad siempre se ocupó, pero dejaron de vender sus propiedades. Compartían con los necesitados, pero no se lo daban todo. Quizás en la mente de Lucas al contarlo quería decir: “Mirad cuánto se amaban; vivían los unos para los otros, pero sobre todo, se entregaban ellos mismos y lo que tenían para la obra de Cristo, la iglesia no carecía de recursos no porque sus miembros diezmaran sino porque daban todo lo que poseían”. Esta fue la lección que las comunidades posteriores aprendieron de aquel ejemplo primitivo: hacer una labor social por amor, pero sobre todo, vivir para el evangelio y no para el mundo.
Un ejemplo sobresaliente lo encontramos dentro del ministerio, no porque hubiera hecho un voto de pobreza y otros se enriquecieran con él, sino que voluntariamente, por espíritu cristiano y como necesidad vocacional hizo. Fue el hermano José, que por su gran amor por la iglesia vendió su heredad y se quedó sin un centavo para que su posesión sirviera de consuelo a las viudas, los huérfanos y los otros pobres. Este varón por donde pasaba enjugaba las lágrimas de los desconsolados y si podía les dejaba algún dinero para que quedaran más contentos. Los apóstoles, complacidos, le cambiaron el nombre por otro que más se ajustara a sus cualidades y le pusieron Bernabé, uno que había nacido para servir de consuelo a los entristecidos del orden social.
Quizás en la mente de este santo varón, ya el Espíritu se movía indicándole qué camino recorrer porque comenzaba a llamarlo para la obra misionera, y poco a poco él se iba separando de los cuidados terrenales para no dejar ninguna preocupación por detrás sino la predicación de Jesús y los negocios de Dios, porque sabía que “ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado”.
Confiaba no sólo en la soberanía de Dios para predicar el evangelio como un reto sino en la providencia ¡por medio de la iglesia!, y que como él lo había dejado todo para anunciar a Jesús, tendría el derecho a “vivir del evangelio”, a “sembrar lo espiritual” y recibir compensación material. La iglesia no se enriquecía, ni aumentaban sus arcas porque todo lo distribuía, y ella seguía siendo pobre, sin oro ni plata, pero con poder espiritual y posibilidad de distribuir sus entradas entre los necesitados que Dios llamaba para la salvación y los ministros que salían anunciando el mensaje. ¿No es cierto que sería bueno imitarlos cuando nos pasan leyes injustas, y en esas dos megas gracias?
5: 1-5
"Y se quedó con parte del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo la otra parte, la puso a los pies de los apóstoles". La mujer lo sabía. Los dos estaban de acuerdo. Se unieron para pecar. El uno participó del pecado del otro. Era un sacrificio demasiado grande para algunos que son como Ananías y Safira, que querían ser del tamaño de los otros pero sus corazones se los impedían. Deseaban recibir el aplauso y la admiración de los hermanos y recurrieron al método de engañar a los demás. Hubiera sido mejor que dijeran: “No puedo llegar hasta allá, no puedo consagrarme tanto, mi fe no es tan grande”. Señor, que te entregue no una parte de mi vida sino toda ella, sea yo un holocausto u ofrenda del todo quemada. Que absolutamente nada de lo que tengo lo sustraiga de ti y se lo niegue a la iglesia. Señor, no llene con mi permiso, Satanás mi corazón. Pedro no le dijo, “eres un mentiroso” sino que otro, el diablo, lo había manipulado. Oh Señor, qué fácil se nos llena el corazón de maldad sin darnos cuenta; yo quiero estar lleno del Espíritu y no de Satanás (Ef 5.18).
5: 3
“Llenó”. Parece un juicio demasiado severo. Podían haberle devuelto el dinero, no consta que lo hicieran y además reprenderlo o quizá excomulgarlos. Comúnmente el Señor no obra así, esto fue una excepción, él disciplina pero con menos severidad (Hch. 13: 8-11), o por pecados más graves (1Co. 11: 29-31). Pero, ¿le sucedió lo mismo a los que blasfemaron? No (Mt. 12: 31, 32). Quizá este matrimonio era excesivamente perverso y por eso Dios los castiga de modo excepcional, sin darle tiempo para el arrepentimiento, sin otra forma de disciplina, en aparente desproporción entre la falta de ellos y el castigo recibido. Gracias al Señor esto no se ve mucho. Da gracias al Señor que te trata con más paciencia y te castiga con juicios menos rígidos para que te conviertas a él; quizá con excomunión, con vergüenza, etc.
5: 5
"Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró; y vino un gran temor sobre todos los que lo supieron". Se murió de susto y de juicio, al oír que su maldad era hecha pública.
5: 6
"Y los jóvenes se levantaron y lo cubrieron, y sacándolo, le dieron sepultura". Los jóvenes en aquella iglesia servían hasta para sepultureros. Quizá la precipitación se debía al horror de tener entre ellos el cadáver de un anatema que no merecía ningún tipo de honras fúnebres. No debieran recibir pompas humanas los que Dios despoja de su gloria.
5: 7-11
"Y vino un gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que supieron estas cosas". Es dudoso que ambos pudieran ser salvos puesto que ninguno de los dos amaba la verdad (2 Te. 2: 10). Los ojos de toda la iglesia estaban fijos en ella, rogando quizá que fuera veraz. Murió por haber hecho un convenio contra Dios. En otro tiempo de forma similar, aunque no igual, pasó con Adán y Eva. Es algo curioso y quizás interesante, que nadie de la iglesia corrió para darle aviso al cónyuge que el otro estaba muerto y por qué.
5: 12
"Y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón". De este pórtico se habla en Juan 10:23. "Josefo lo menciona en sus Antigüedades, fue un pórtico edificado por Salomón, en la parte este y exterior del templo, fue dejado en pie por Herodes cuando el templo fue reedificado. Este pórtico tenía 400 codos de largo y fue dejado así probablemente debido a su grandeza y belleza. Pero cuando Agripa llegó a Jerusalén, unos años antes de la destrucción de la ciudad por los romanos, y unos 80 años después que Herodes había comenzado su edificación, los judíos solicitaron a Agripa que reparara el pórtico con su propio dinero, usando como argumento, no solamente de que la edificación se encontraba en malas condiciones, ruinosas, sino que además 1800 trabajadores que habían ayudado en el transporte de las piedras y la reconstrucción del templo, no se les había recompensado debidamente" (Clarke).
5: 15
"A tal punto que aun sacaban los enfermos a las calles y los tendían en lechos y camillas, para que al pasar Pedro, siquiera su sombra cayera sobre alguno de ellos". Explícitamente no dice que su sombra salvara aunque ellos tuvieran esa esperanza; es la superstición, la atribución de poderes al líder mismo y su deificación (3:12; 14, 11-15). Se ve esa simpatía en el mismo evangelista que no le hace comentarios teológicos al asunto. Un caso similar en 19: 12, y lo puede comparar con Mt. 9: 21, 22.
El ángel le dijo, predica tú, no yo
Hechos 5: 20, 21
"Id, y puestos de pie en el templo, hablad al pueblo todo el mensaje de esta Vida".
El ángel le dijo, "tengo siete razones para no decir ni una sola palabra de salvación, y contradíceme si puedes. (1) ¿A quiénes les dio Jesús la Gran Comisión, a nosotros? No. A ustedes. (2) ¿Quiénes han sido salvados del pecado, nosotros? No, ustedes. (3) ¿Quiénes han sido resucitados, nosotros? No, ustedes. (3) ¿A quién vino Cristo a socorrer, a nosotros o a ustedes? (He. 2: 16). (4) ¿Quiénes tienen experiencia con el pecado y saben de tentaciones, arrepentimiento, fe, bautismo, sufrir, llorar, misericordia y gracia, nosotros? No, ustedes. (5) ¿Para quiénes el Hijo de Dios se hizo hombre? (6) ¿Por quiénes murió en la cruz? (7) ¿De quiénes fueron los pecados que él cargó, de nosotros? No, de ustedes. No soy enviado a predicar, abro la cárcel pero no predico; esa es la tarea de ustedes.
Entonces prediquen sobre ésta vida, la vida espiritual, la cristiana, la eterna, y digan que Cristo es el Camino, la verdad y la Vida, y que en él la hay en abundancia, porque él es la resurrección y la vida y el que esté muerto y haya creído en él vivirá”.
Los ángeles pelean, destruyen, traen noticias y anuncios, pero no predican sermones ni dan estudios bíblicos en las casas donde entran. Están agradecidos a Dios por haberlos sellado, y hacen todo lo que Dios quiere, pero saben muy bien que la predicación del evangelio entre los hombres corresponde a los hombres, a la raza redimida por Cristo, a los descendientes por la fe de Abrahán. Este ángel abrió la puerta de la cárcel y sacó al preso, lo puso en la calle y le dijo "estás libre, toma el Nuevo Testamento en tu mano, búscate a quienes hablarles y enséñalos, que a mí no me dijeron que hiciera eso, eso es cosa tuya, regreso al cielo. Predica tú, yo no, yo oigo y miro lo que pasa, porque todos nosotros lo que anhelamos es ver esas cosas, adiós” (1 Pe. 1: 12). Las siete razones que tengo para no predicar son las que tienes tú para hacerlo.
5: 29
"Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres". Trataban de apagar la evangelización, pero en poco tiempo ya habían llenado la ciudad y Dios los bendijo. Señor ¿cuánto tiempo nos tomaría evangelizar todo Miami si fuéramos llenos del Espíritu Santo?
5.30-32
"Y nosotros somos testigos de estas cosas; y también el Espíritu Santo, el cual Dios ha dado a los que le obedecen". Es asombroso que se hubieran tardado tanto en entender la muerte de Jesús, pero al verlo resucitado lo comprendieron todo en un corto tiempo y adquirieron una cristología completa. Eso es lo que se espera que al oír la resurrección se arrepientan de sus pecados.
Que tenga libertad de conciencia y de religión, y esperemos
5: 38, 39
"No tengáis nada que ver con estos hombres y dejadlos en paz, porque si este plan o acción es de los hombres, perecerá". Esa traducción es como una vecina de la RV. Quiso decirles "si esto que estamos mirando es una producción humana no hay duda que el tiempo la demuele, para eso debemos concederle la libertad y no reducirlos con represión, dejémosles que disfruten de libertad de conciencia y de libertad de religión, y lo que hacen con ellas, y las circunstancias y el resultado dejarán evidencias si quien ha generado todo este movimiento doctrinal y espiritual es Dios o es fanatismo de estas personas. Esperemos". Los prosélitos no se acabaron al contrario se multiplicaron. Gamaliel hizo una afirmación muy sabia: Que la obra de Dios es indestructible, a cualquier nivel que él la ejecute, y pidió que le permitieran pasar la prueba del tiempo con sus particulares circunstancias, y luego dio un consejo, advirtiendo a aquellos hombres que se apartaran de ella no sea que estuvieran luchando para destruir la obra de Dios. Si la iglesia es formada por el Espíritu Santo nadie la podrá destruir. Si es el Señor quien hace adiciones, si es él quien “añade los que han de ser salvos”. Si ella es formada por la palabra de Dios, porque “agradó a Dios salvar a los creyentes por medio de la predicación”; si sus nuevos miembros son “renacidos de simiente incorruptible”; y si el fundamento de ella es Cristo. Si es lo primero que se le presenta a un pecador ante sus ojos para que sea salvo, si es a quien primero debe obediencia, o sea que es su Señor.
6: 1
"Por aquellos días, al multiplicarse el número de los discípulos, surgió una queja de parte de los judíos helenistas en contra de los judíos nativos, porque sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria de los alimentos". La iglesia sólo funcionaba alrededor de la predicación del evangelio, y luego de sus pobres. Eso no quiere decir que no les interesaba lo que los pobres ponían sobre sus mesas.
6: 3
"Por tanto, hermanos, escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea". Un oficial de la iglesia, como éste, debe estar lleno del Espíritu Santo, esto es: valor, entusiasmo, etc.
6: 4
"Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio de la palabra". La traducción de entregaremos en vez de dedicaremos, es más suavemente ajustable al texto, más gráfica y sugiere y contiene un llamamiento de entrega. Esta fue la tentación que tuvo el ministerio para apartarlo de la oración y la palabra. El ministerio de la oración es previo al de la predicación; es su fuente, su base. No hay mejor información para la predicación, ni mejor capacitación, que un buen tiempo de oración. Haber orado bien es haber estudiado bien.
6: 7
"Y la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba en gran manera en Jerusalén, y muchos de los sacerdotes obedecían a la fe". El crecimiento de la iglesia está a cargo de Dios. Nosotros plantamos o regamos, pero siempre tiene que ver con la palabra del Señor, debe crecer en relación con ella. La Palabra va llegando a personas que nadie lo hubiera imaginado ( 2 Te. 3: 1; Jn. 7: 48). Aquí la fe es equivalente a las doctrinas del evangelio, al estilo de vida de Jesús.
6: 10
"Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba". Y después de esto recurrieron a la violencia. Cuando no pudieron de modo intelectual, con la palabra de Dios, refutar con argumentos lo que estaban oyendo, se dispusieron a atacarlo y destruirlo, no con pensamientos ni con instrucción contraria, sino con la violencia y la represión. Exactamente así obran los tiranos que no pudiendo con libros y con literatura seria, desmentir las verdades bíblicas recurren a la violencia de la oratoria y con palabras mentirosas, violentas, tratan de ridiculizar la fe de los creyentes y difamar a los santos del Altísimo, adjudicándoles crímenes que no han cometido y simulando sinceridad destacando como colosales faltas diminutos errores y fallas humanas en la organización.
6: 13-15
"Y presentaron testigos falsos que dijeron: Este hombre continuamente habla en contra de este lugar santo y de la ley". No parece que todo sea mentira sino la esencia de la predicación escatológica de los apóstoles. Jesús ni los apóstoles dijeron que él habría de destruir el templo, pero sí dijeron que habría de ser destruido (Mt. 24:1, 2). Ya lo habían acusado de eso al juzgarlo. La segunda parte es el fin del judaísmo; se notaba en los sermones de ellos y en la clase de vida que llevaban (Ga. 2: 14). La muerte de Esteban desencadenó una persecución pero no logró frenar la "secta" (24: 5; Mt. 26: 61).
6:15
"Y al fijar la mirada en él, todos los que estaban sentados en el concilio vieron su rostro como el rostro de un ángel". La versión etíope dice que era como el rostro de Dios. Mucho más brillante y glorioso que el rostro de Moisés después que bajó del Sinaí con las tablas de la ley en sus manos. Un rostro hermoso, glorioso, santo. Si quieres saber por qué tenía esa cara, lee en el capítulo siguiente cómo tenía el corazón lleno de la palabra del Señor; era un amplio estudiante de ella y practicante, la creía (6: 5). Les dio oportunidad para que examinaran su teología y selló con oración y sangre sus creencias (7: 60). Esteban nunca pensó, no pasó por su mente, que habría de morir temprano, que le quedaba toda una larga carrera ministerial por delante. Entendió perfectamente, como nosotros, que el principio, el desarrollo, la conclusión de nuestro ministerio, diaconado, se encuentra en la perfecta programación y voluntad de Dios. Esteban no parecía un ángel en una foto retocada por algún artista, ni por el clero si hubiera existido, sino a la hora de morir testificando. Y su rostro parecía el de un ángel o el del mismo Dios, porque sus manos eran como las de un ángel y como las de Dios, sus pies como los de un ángel y como los pies de Dios, su boca como la boca de un ángel y como la boca de Dios, y su corazón como el corazón de un ángel y como el corazón de Dios. Por eso sus palabras tenían tal impulso, porque su vida así era impulsada con el poder del siglo venidero, del más allá.
No le diga a nadie que Dios tiene un plan maravilloso con su vida
Hch,7;: 3
"Y le dijo: "Sal de tu tierra y de tu parentela, y ve a la tierra que yo te mostraré". Dios no tenía ningún propósito con la familia de Abraham, y de quedarse allí sería inútil y perjudicial para él. Taré salió con él pero se quedó en Harán (Ge. 11:32). ¿De qué texto de la Biblia habrán sacado eso de que Dios tiene un propósito con cada persona en este mundo? ¿No es eso filosófico? Sin embargo habitualmente eso se ha puesto de moda para la evangelización, y se le dice a la persona: "Dios te ama, Cristo murió por ti, y Dios tiene un propósito contigo". Lo único que encuentro que tiene que ver con el propósito que Dios pueda tener con una persona que no vaya a ser cristiana se halla en Ro. 9: 22, donde dice que Dios lo soporta con paciencia antes de destruirla. Si Dios tiene un propósito "maravilloso" y para salvación con una persona, la llama (Ro. 8: 27-30). Con los que “antes conoció” y “también predestinó”, con los llamados, sí tiene un plan perfecto, sabio, bueno, extraordinariamente glorioso, que a veces incluye muchas vicisitudes, contratiempos, “hambre, desnudez, espada, escasez, hambre, frio”, y puede decir literalmente “¿quién enferma y yo no enfermo?” (2 Co. 11: 29), y rascarse con una teja como Job (2:8), la crucifixión como a Jesús, o como dice la tradición que murió Pedro, crucificado, o a pedradas como Esteban. ¿Llamaría usted maravilloso ese plan? Pero eso no es “un plan maravilloso” en el sentido de un plan bonito y muelle como hoy se dice.
No es concebible que Dios tenga un soberano propósito con alguien y no lo ponga en práctica, o no lo pueda poner porque la persona no quiere. Eso es más filosofía que Biblia. Aún en los cristianos no es cosa fácil conocer el plan que Dios tiene con uno. Y es un atrevimiento decirle que ese plan existe en los secretos divinos. El plan de Dios es que se haga su voluntad, “no mi voluntad sino la tuya”, que se esté seguro de un llamamiento perseverando en él y siendo guiados por el Espíritu Santo. Entonces todas las cosas obrarán “juntamente” para bien. Al final uno dice “he sido llamado por Dios para esto y lo hice”. Y ¿qué clase de creyente formaríamos si se vuelve cristiano por el plan maravilloso que Dios tiene con su vida? ¿Quiere decir que no experimentará vicisitudes, muertes, y enfermedades? ¿Y si la realidad da al traste con lo que pase? Dios le dijo Abraham: mi plan es contigo, vamos. Y dejó atrás su parentela.
7. 4
"Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se radicó en Harán. Y de allí, después de la muerte de su padre, Dios lo trasladó a esta tierra en la cual ahora vosotros habitáis". El padre de Abram murió en su pecado (Jn. 8: 24, 25). Lo acompañó por setenta años pero nunca se separó de sus ídolos. Oh Dios, mis padres morirán en sus pecados. (Esta oración fue escrita muchos años antes que mi madre se convirtiera a Cristo).
7: 5
"No le dio en ella heredad, ni siquiera la medida de la planta del pie, y sin embargo, aunque no tenía hijo, prometió que se la daría en posesión a él y a su descendencia después de él". Le dijo que le daría lo que no recibió, tenía que saber que no era posible que recibiera lo que le prometía, pero podía en fe considerar que todo aquello era suyo porque podía disfrutarlo sin que fuera su legítimo dueño, mas sabiendo que todo pertenecería a sus descendientes. Así el apóstol le dice a los corintios que "todo es vuestro" (1 Co. 3: 22), que es mucho más que un espacio de tierra en el oriente mediterráneo.
7: 9
Los patriarcas "movidos por envidia", dos palabras que no debieran estar juntas; un patriarca debiera ser movido por nobles motivos y no por envidia, movido por el Espíritu Santo y no por sentimientos carnales, ¿no? Sin embargo, observa cómo Dios usa lo pecaminoso para hacer bien, cómo él maneja el mal para que resulte en bien de los que ama. La envidia empujó a José hasta el trono. Si nuestras tribulaciones son el resultado del pecado de otros, Dios las bendice, (v. 10). No importa que la envidia se mueva si el Espíritu Santo y la providencia de Dios también se mueven.
7: 14
"Y José, enviando mensaje, mandó llamar a Jacob su padre y a toda su parentela, en total setenta y cinco personas". Sólo había setenta personas con esperanza en todo el mundo, personas de fe, con el pacto, las promesas de Dios, llamadas, y con ellas ha alumbrado el universo. El número de personas es transitorio pero no la verdad que creen.
7: 20
"Era hermoso a la vista de Dios, y fue criado por tres meses en la casa de su padre". El nacimiento de un escogido es agradable a Dios. El texto originalmente lo que significa es que Dios lo encontraba de buen parecer. Pero la otra traducción va al fondo de la idea: agradó a Dios.
7: 22
"Y Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era un hombre poderoso en palabras y en hechos". Absorbió lo mejor de la cultura egipcia. Cosa que le valió para cooperar con el aspecto intelectual y espiritual de la revelación. Y aquella cultura no lo separó de Dios. Estuvo en contra de aquella cultura. “Mediante la sabiduría de este mundo el mundo no conoció a Dios” (1 Co. 1: 21).
7: 23
"Pero cuando iba a cumplir la edad de cuarenta años, sintió en su corazón el deseo de visitar a sus hermanos, los hijos de Israel". Se presentó como un reformador social movido no por Dios sino por ideales de justicia. Ese no era el camino. Sentiría la vocación pero no era el tiempo, hasta que fuese llamado por Dios.
7: 25
"Pensaba que sus hermanos entendían que Dios les estaba dando libertad por medio de él, pero ellos no entendieron". Todavía no había sido llamado por Dios pero ya sentía en su corazón la vocación y tenía deseos de aquello que habría de hacer, quizá pensaba que su posición social lo ayudaba. Hasta que Dios no le haga ver a la iglesia que es el varón escogido no podrá hacer nada a favor de ella. Tiene que estar segura que estará oyendo la voz del Señor.
7: 32
"Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob." Moisés temblando, no se atrevía a mirar". Qué sorpresa se llevó aquel día pues no esperaba encontrar a Dios. Habían pasado cuarenta años pensando que su vida no tenía ningún uso, que vivía inútilmente, y ahora se da cuenta que no. No es tan importante aprovechar cada momento como creer cada momento. La vida humana no es creada como una máquina utilitaria sino como un ser para la fe. Perder el tiempo, creyendo, no es estar viviendo inútilmente. La vida pragmática, puede que en su corazón sea, incredulidad. Oh Señor, enséñame a perder el tiempo (Efe.5: 16) no en frivolidades , sino creyendo, no tanto hacer algo en cada momento sino en creer cada momento; dos días haciendo tú, no yo, compensan y superan a mil que haya perdido obrando pero no creyendo. ¿Cuándo aprenderé que el que cree no debe apresurarse, que la mejor obra es fe y estarse quieto y creer en Dios? (Isa. 28: 16; 2 Cro. 20: 17). El apóstol citando el texto de Isaías le hace una variación al escribir "avergonzado" en vez de "apresure"; cita el pasaje pero lo adapta a la iglesia cristiana (versión griega), a la salvación, al testimonio en tiempos difíciles y al juicio final, dándole una dimensión de refugio eterno. De todos modos, la fe es el ejercicio de la paciencia y estar esperando en Dios es vivir creyéndolo. Estar "quieto" no es estar inmóvil sino quitarse el miedo creyendo y no meter nuestras manos a fin de permitirle a Dios que él haga las cosas.
7: 33
"Pero el Señor le dijo: "Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás es tierra santa". La primera revelación que Dios le da de sí mismo es que es santo, la segunda es una consecuencia de aquella, que Moisés no lo es, lo tercero, que donde Dios hable es un templo sagrado.
7: 36
“Porque David habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios”. Esta es mi generación, maligna y perversa pero es mi generación que no es igual que la de otros en otros tiempos. Yo la estudiaré, veré si es maligna y perversa y sé que no busca a Dios, sé que no le importa su Palabra y no la quiere. En esta generación me ha puesto Dios, nací en el tiempo que quiso que yo naciera (17: 26), y desea que le sirva conforme a su voluntad. Para David la voluntad de Dios fue que estableciera el reino del Señor, que peleara por él, que fuera el “dulce cantor de Israel” y compusiera muchos salmos llenos del Espíritu Santo. Aunque a mi generación no le importe el reino del Señor yo procuraré establecerlo en ella, y si no desea su Palabra, no me importa así le serviré con ella, “escuchen o dejen de escuchar”. Si se ha levantado una generación que no conoce a José, que no sabe quién es Jehová, yo le escribiré “sus dichos profundos” (Pro. 1: 6), y si ellos no los leen, algún día existirá una generación que tenga “hambre de la Palabra de Jehová” (Amós 8: 11), y dará gracias al Señor que escribí para ellos como otros que vivieron en el pasado han escrito y vivido para mí.
7: 38
"Y el que recibió palabras de vida para transmitirlas a vosotros". ¿De vida o de muerte? De vida porque "el que haga estas cosas vivirá por ellas" (Ga. 3: 12), pero se convertirían en muerte por causa de la carne. Oh Dios, tú nos has dado palabras de vida.
7: 39
"Y en sus corazones regresaron a Egipto". No apostataron con los pies porque no los dejaron pero sí dentro de sus corazones. Nuestra incredulidad es manifiesta sólo a Dios. Con los hechos quizás no hemos completado nuestra traición pero no ha sido porque no hallamos querido sino porque Dios lo impidió.
7: 37-39
"Dios os levantará un profeta como yo de entre vuestros hermanos". Los buenos liderazgos los hace Dios.
7: 39, 40
"Y en sus corazones regresaron a Egipto". Dice Esteban que el pueblo de Israel con ocasión del incidente del becerro de oro, "en sus corazones se volvieron a Egipto" y pidieron dioses que fueran "delante" de ellos. ¿Qué te parece? Esa era una forma distinta de apostasía, se hallaba en ciernes, en su origen, no en una etapa avanzada como en otros tiempos cuando abiertamente quisieron regresar a Egipto (Num. 11: 4, 5); ahora no hablan de las supuestas comodidades que allá disfrutaron, verbalmente no hablan de regreso sino de avanzar, de proseguir en los pasos de Moisés, de continuar hacia donde se dirigían. Sólo de labios; a quién ellos proponían que los dirigiera hacia la meta no lo haría, jamás arribarían al monte Nebo si el becerro de oro era el supremo guía de ellos. ¿Podría la nube estar con el becerro de oro? ¿La columna de fuego iría enfrente de noche si el caudillo no era un hombre santo sino un trozo de metal bruñido, alguien a quien no le importara la espiritualidad, la moral, la obediencia a la ley en el pueblo? No, la presencia de un ídolo al frente de la congregación atrofiaría completamente la gloria de Dios y ella se apartaría definitivamente de ellos aunque continuaran en apariencia dirigiéndose hacia donde él quería. ¿Cómo alguien, idolátricamente conducido hacia el mismo destino que nosotros podrá llegar? No basta con la idea de ir, con las intenciones ni con una supuesta buena voluntad. La apostasía puede no hallarse en los pies ni en los labios pero sí en el corazón. Uno puede seguir andando con los pies hacia el cielo pero ir con el corazón hacia el infierno; y quien ande de ese modo en algún punto determinado sus pasos seguirán los impulsos del corazón porque no es posible avanzar con los pies y retroceder con el corazón.
7: 51
"Resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros". ¿Resistes al Espíritu Santo? Si lo sigues haciendo te perderás para siempre. Cometieron dos crímenes: No guardar la ley dada por santos ministros y matar a Cristo.
7: 54
"Al oír esto, se sintieron profundamente ofendidos, y crujían los dientes contra él". Esteban no les pidió que se arrepintieran, sólo los acusó. Ay de aquellos a quienes ya Dios no les envía mensajes de arrepentimiento sino de juicio y no palabra de clemencia, y al oírlo sólo sienten reproches y juicio porque ya no les concede arrepentimiento para vida. Viven convictos por sus pecados y no pueden hacer nada para remediarlo, bajarán al infierno. Cualquiera cosa que se les diga provoca más rabia que arrepentimiento. Oyeron tranquilos la historia bíblica pero no la aplicación espiritual de ella y la gravedad de sus pecados.
7: 54-60
"Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios". Esteban no se defendió sino que predicó un sermón donde los acusaba; y por supuesto, lo asesinaron sin juicio. Lo último que hizo para llenarlos de loca rabia fue testificar de la visión que estaba teniendo; y vio que el cielo estaba lleno de Jesús. ¡Qué bonito muere, entregándole su espíritu a su Salvador! ¿A quién otro mejor que a él se lo va a entregar? A su Salvador, Mediador, al Dueño de su Espíritu y a Aquel que es “la resurrección y la vida”. ¡Qué cerca tienen el cielo y a Jesús los que van a morir en él, los que se hallan a un solo paso de la eternidad! No en vano dice que cuando han creído, ya en el estado de gracia, que es el mismo estado del cielo, se han acercado a Jesús (He. 12: 22-24). ¿A qué distancia está el cielo?
8: 4
"Así que los que habían sido esparcidos iban predicando la palabra". El dolor del exilio es una bendición para la evangelización del mundo. No solo los evangelistas y pastores sino todos los discípulos, o al menos muchos de ellos.
8: 4-8
"Y las multitudes unánimes prestaban atención a lo que Felipe decía, al oír y ver las señales que hacía, Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, éstos salían de ellos gritando a gran voz". Nota que los milagros se hacían como "señales"; señores, no solo como beneficio clínico. Y los demonios salían gritando, heridos por la Palabra.
8: 5
"Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo". Cristo en este momento es una persona no un credo o una doctrina, la gente lo aceptaba como "alguien". ¿No pasa eso porque lo predicamos como una verdad, un camino, como parte de la literatura sagrada, diluido en el mismo cristianismo? Oh Señor, permíteme tener una relación contigo como persona, no sólo con tus enseñanzas. La justificación de los pecadores era un acontecimiento como la ascensión al cielo y la resurrección.
8: 9-11
"Y todos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención, diciendo: Este es el que se llama el Gran Poder de Dios". La magia, el espiritismo, o cualquiera otra forma de engaño, suele atribuírsele a Dios; raramente Satanás hace algo y se identifica, le encanta vestirse de ángel de luz, (2 Co. 11: 13-15; la palabra es transformarse, gr.) como ministro de justicia y aunque es lobo se envuelve en piel de oveja. Es nuestra tarea identificar a los espíritus si son de Dios o los comanda el príncipe del aire. Su cuartada es que Dios reciba la alabanza y la gente se trague el engaño.
8: 12-13
"Y aun Simón mismo creyó; y después de bautizarse, continuó con Felipe, y estaba atónito al ver las señales y los grandes milagros que se hacían". ¿Qué clase de conversión fue la que tuvieron? ¿Sería osado afirmar que como la de Simón? No, porque el mago continuó en hiel de amargura y en prisión de maldad (v. 23); pero, ¿por qué no reciben el Espíritu cuando creyeron? (19: 2). Según Pablo ese es el momento, fuera de ese instante es una extraña anomalía, por un plan especial de Dios en relación con el trato entre judíos y samaritanos y donde los dones extraordinarios fueron concedidos públicamente con ese propósito en mente. Debía haber una sola iglesia, no una samaritana y otra judía, los samaritanos debían depender espiritualmente de los judíos; aquello se los demostraba y los hermanaba (Hch. 19: 2). El Espíritu de regeneración lo recibieron cuando creyeron, ahora los dos visibles con el destino que he dicho.
En cuanto a Simón mismo me parece que se unió al movimiento por cuestiones de liderazgo más que por salvación (vv. 18,19), sin entender la gracia de Dios. Lo que él quería era el poder de Felipe y de los apóstoles, su corazón no había sido tocado por el evangelio (vv. 22,23); muy importante cuando alguien decide bautizarse que juzgue su pensamiento íntimo del por qué lo hace.
8: 14-17
“Quienes descendieron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo”. Es un error convertir este procedimiento en doctrina y enseñar que siempre el Espíritu opera de esa manera, cuando la verdad es que fue con el propósito de enseñar a los samaritanos que la salvación viene de los judíos, que Jesús es el Cristo judío, y tener una sola iglesia con base en Jerusalén.
8.18-24
“Dadme también a mí esta autoridad, de manera que todo aquel sobre quien ponga mis manos reciba el Espíritu Santo”. Lo que deseaba era "usarlo", como un instrumento para comenzar un negocio religioso.
8: 20-24
“Pero Simón respondió y dijo: Rogad vosotros al Señor por mí, para que no me sobrevenga nada de lo que habéis dicho”. En vez de rogar por su alma pide a otro que lo haga; de todos modos es bueno que uno pida a otros que rueguen por su salvación y escapar de la condenación; al menos en este momento hay cierto pánico saludable, un germen de arrepentimiento dentro de su terror. Tú mismo debes rogar por tu alma, Dios quiere oír de tus labios palabras de arrepentimiento y confesión. La salvación es un proceso activo. No se lo pidas a otros sin hacerlo primero tú.
8: 20, 21
“Entonces Pedro le dijo: Que tu plata perezca contigo, porque pensaste que podías obtener el don de Dios con dinero”. Algunos piensan que el dinero puede sustituir al Espíritu Santo. El dinero puede pagar un pastor, comprar una Biblia, hacer un templo, enviar misioneros, pero no darle la salvación ni a una sola persona. Se puede gastar mucho dinero sin una sola conversión a Cristo. A esto se le ha llamado simonía en deshonor de este hombre.
8: 23
“Porque veo que estás en hiel de amargura y en cadena de iniquidad”. El que está en pecado y no en la gracia de Cristo, se halla en hiel de amargura y en prisión de maldad; está en una cárcel. El pecado no encierra dulcemente a nadie, trae muchos tragos amargos. “Dios no nos da sus dones para provecho propio sino para darle gloria y la edificación de otros. Cuando Dios te coloca en una posición importante y aumenta tu prestigio, examina los motivos que tienes. En vez de sentarte a esperar que Dios te de algún don, comienza a servir a los demás con los que ya tienes”. (La Biblia Aplicada).
8: 26-29
“Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, al camino que desciende de Jerusalén a Gaza”. ¡Qué misericordia la del Señor que no dejó que este hombre se fuera de la ciudad sin salvarse! No oyó predicar a Pedro en Pentecostés ni fue uno de los cinco mil que creyeron y el Señor añadió a la iglesia; no era un parto, meda o elamita ni habitante de Mesopotamia y menos un judío residente. Había llegado para la fiesta y ahora se marchaba, sin oír de Cristo, sin bautizarse. Pero Dios no lo dejó ir en tinieblas y en el lugar apropiado, en el momento apropiado, con el instrumento apropiado, lo salvó. ¿Dirige el Señor nuestra evangelización? Es cierto que todo el mundo debe oír de Cristo; pero el énfasis primario y especial no ha de ser alcanzar esa meta ni la obtención de los recursos para lograrla sino la dirección providencial del Espíritu para llegar hasta los que han de creer en Cristo por la palabra de ellos. ¿No hemos financiado grandes proyectos que han dejado muy pocos y decepcionantes resultados? Para paliar esas derrotas se ofrecen escandalosas cifras de testimonios y asistentes; pero ¿en realidad se han convertido? ¿Han declarado con fe que Jesús es el Hijo de Dios y se han bautizado? ¿Los hemos unos años después encontrados andando en la verdad como Juan a sus discípulos? (3 Jn. 1: 3, 4). ¡Oh amado, que el Señor bendiga nuestras campañas de alcance a los perdidos!
8: 30
“Cuando Felipe se acercó corriendo, le oyó leer al profeta Isaías, y le dijo: ¿Entiendes lo que lees?”. No le dijo: "¿Te gusta lo que lees?" sino "¿entiendes los que lees?"; quizás porque esta pregunta tiene implícita una oferta de ayuda o porque el aspecto principal de la lectura es el entendimiento de ella para que quede segura dentro del corazón (Mr. 4: 13; Mt. 13: 19). Este hombre estaba leyendo las letras de la Escritura, conocía lo que significaba cada palabra, donde iba una coma, un punto, pero desconocía el contenido de lo que estaba leyendo, el mensaje divino a través de las letras impresas. Una persona puede pasar muchos años leyendo la Biblia sin desentrañar el significado de su contenido. Sabe los nombres de los patriarcas, se acuerda de eventos históricos, pero tristemente no tiene con gracia la enseñanza espiritual y práctica de su lectura. La falta de comprensión de la Escritura no es una evidencia absoluta de la ausencia del Espíritu Santo, pero puede serlo. La falta de entendimiento espiritual, más que de un texto bíblico, sí es una lamentable señal de no conversión; porque el velo que tiene en los ojos el que no es convertido por Cristo es quitado (2 Co. 3: 14-16). La "unción del santo" es absolutamente vital al emprender la explicación del evangelio a los que no conocen a Cristo; las preguntas tienen que tener respuestas satisfactorias y salvadoras.
8: 30, 31
“¿Cómo podré, a menos que alguien me guíe? E invitó a Felipe a que subiera y se sentara con él”. Es mejor aprender la Escritura con un maestro que sin ninguno; hay cientos de textos que no es posible entenderlos bien, por la traducción, por su forma misteriosa o por su estilo profético, y para comprenderlos hace falta tener al lado la ayuda de un maestro. Los libros también son útiles. Los pasajes más difíciles de entender son aquellos que profetizan a Cristo; pero ¿qué si el eunuco hubiera estado leyendo los evangelios? Los que empiezan a leer la Biblia, que vayan primero a Cristo, de la luz a las sombras.
8: 34
“Te ruego que me digas, ¿de quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro?”. De otro, de Jesús.
El Espíritu los ensambla, no son coincidencias
8: 35
“Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús”. En la evangelización del mundo, pienso, tenemos que estar tranquilos, en pleno ejercicio de la fe; no sentir ni actuar como si fuera cosa absolutamente nuestra y sola responsabilidad. A menudo olvidamos al Acompañante más importante en nuestra tarea, al Espíritu; recursos, estudios, sondeos, gentes, sustituyen humanamente la labor divina. Tenemos que subir más los ojos al cielo que bajarlos a la tierra, a la hora de salir a ganar a los perdidos. Cuando llega la hora, hermanos, nadie se va de un lugar sin oír el evangelio y sin convertirse. El Señor tiene los ojos puestos sobre todos los hombres y él mira por la iglesia donde ella no ve.
Observa como el Espíritu Santo ensambla todos los acontecimientos que parecen coincidencias; Felipe es inducido por el Espíritu al sitio exacto, el hombre llega en el momento adecuado, está haciendo lo apropiado, el texto que lee es el mejor; y hasta hay agua para que nada impida el desarrollo espiritual de los acontecimientos y se bautice (v. 36). Dios no deja que nada impida lo que no puede ser impedido. Si algún impedimento se hace insalvable, es que Dios nos está indicando que tenemos que ir por otro rumbo (Hch. 13: 45-46).
Esta es una forma especial y extraordinaria de alcanzar a una persona, pero no menos providencial que el procedimiento normal de predicar a "toda criatura" en cualquier parte (v.4). No hay que esperar esta forma rara de orientación para salir a predicar, la forma normal establecida tiene que ser seguida y no depender de llamamientos milagrosos y señalamientos territoriales sobrenaturales. Habla con cualquier convertido y hallarás esas "maravillosas coincidencias" que aseguran que hay un plan providencial de alcance a otros. ¡Qué maravillosos son los misterios de la salvación!
Si crees que Jesús es el Hijo de Dios, bautízate
8: 34, 37
“Y Felipe dijo: Si crees con todo tu corazón, puedes. Respondió él y dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”. ¿De quién hablaba el profeta, de algún otro? Sí, de Cristo. El eunuco no oyó que Felipe le dijera que él debía bautizarse pero escuchó que todos los que creían en Cristo eran bautizados y que recientemente en Samaria y en Jerusalén millares habían sido ya bautizados.
El bautismo era la señal de aceptación de Cristo; si realmente había creído lo que escuchó la decisión por Cristo era el bautismo, no alzar la mano o pasar junto al predicador, sino pedir que se le administre el bautismo. El bautismo siempre formaba parte de la explicación bíblica, de la descripción de quien era Cristo y sobre todo cuando se exhortaba a las personas para que lo recibieran como salvador; si ahí no empezaba la salvación sí empezaba la militancia en la iglesia, la profesión cristiana, era la señal de dedicación a Dios por medio de Cristo, la renuncia pública a la vieja vida, la señal del comienzo de una vida nueva. Cuando mencionaban el bautismo el ojo de ellos estaba puesto sobre la iglesia que tenían que unirse.
No hay duda que los apóstoles siempre ofrecían el bautismo con la palabra de Cristo, díganlo los textos preservados de sus sermones o no. Por ejemplo, Mr. 16: 16; Hch. 2: 38; 9:18; 10: 47; 16:14, 15; 18: 8; 22:16. El bautismo no era administrado tanto para formar parte de la iglesia, para adquirir una membresía dentro de ella como para mostrar aceptación de Cristo, para renunciar al pecado, para empezar una nueva vida según Dios y para aspirar a la esperanza de la vida eterna; pero en la desembocadura de ese propósito se hallaba la iglesia. Era un asunto más teológico que eclesiástico, pero no lo excluía.
El eunuco pensó que si había algún obstáculo para bautizarse debía ser removido pronto porque él estaba entusiasmado con la historia que había oído y creído y quería identificarse con aquella Persona, con las doctrinas que enseñó, tomar la esperanza que ofreció y unirse para adorarlo con aquellos que ya lo habían precedido en las aguas. Si tienes algún obstáculo para bautizarte, y realmente crees en tu corazón, no seas moroso y remuévelo. Amén.
8: 37
“Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”. Aunque Felipe comenzó su explicación con el pasaje de Isa. 53, pasando por la muerte de Jesús, siguió con su resurrección y llegó hasta la ascensión para presentarlo como "Hijo de Dios". Esta es la confesión de fe más grande que se puede dar de Jesús y la que más los judíos aborrecían.
8: 39, 40
“Al salir ellos del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y no lo vio más el eunuco, que continuó su camino gozoso”. No me extraña que un diácono así, tan lleno del Señor, tan bendecido hasta el punto de ser arrebatado por el Espíritu, tuviera una familia tan bonita (21: 8, 9). El pasaba mucho tiempo afuera de casa pero su señora no. Si la esposa del ministro le limita su tiempo (voluntariamente, no por enfermedad) en la obra de Cristo, no ha elegido la esposa apropiada porque le pide que la ame más a ella que a su llamamiento. Pero también observa que sus hijas no eran niñas sino mujeres, mayores, que en aquel caso hubiera hecho no recomendable las excursiones misioneras tan prolongadas.
9: 1, 2
“Y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos que pertenecieran al Camino, tanto hombres como mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén”. Es una bendición de Dios que conozcamos el origen espiritual de la fe de uno de los nombres más importantes del Nuevo Testamento. Observa que al cristianismo se le llama camino porque todos los que están en él "andan" o "van" hacia Dios (9: 17; 16: 17); etc. Cristo es ese Camino (Jn. 14: 6). El cristianismo es Cristo y él es el camino y la verdad por la cual también andamos (3 Jn. 3,4). Uno se asombra al ver que Dios haya escogido a Saulo; y él mismo participa de ese asombro porque dondequiera que hizo referencia a este momento lo tuvo como un acto de misericordia (1 Ti 1.16) tanto para él mismo como para otros. Este no es el mejor momento de su vida sino el peor, respirando amenazas contra los discípulos del Señor. Quizás uno pensaría que estuvo más cerca de la vida eterna cuando el martirio de Esteban (7: 58); pero no fue así, sólo Dios conoce cuando más cerca nos hallamos de la salvación. Ese momento no está escrito en el tiempo, no depende del testimonio, de lo que veamos y oigamos, sino cuando Dios es movido a misericordia (Lc. 15: 20).
La pregunta que Saulo no contestó
9: 4, 5
"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?". Saulo nunca respondió esa pregunta; la respuesta hubiera sido larga, fatigosa, confusa y errónea. Quizás hubiera respondido que él consideraba que era su "deber", como miembros el uso del sanedrín y siendo fariseo de fariseo (Hch. 22: 20). Pero eso no convencería a Dios. Ninguno podrá responder al Señor la pregunta: ¿Por qué no fuiste cristiano? ¿Por qué estás rechazando el evangelio de la gracia de Dios? Saulo no sabía que perseguía a Jesús, según él se hallaba muerto; perseguía a multitud de fanáticos de una idea equivocada, un grupo de gente extraña, ignorante y dañina. Cuando la voz se identifica, comprueba que lo que había oído era cierto, aquel Jesús, tropezadero de muchos años, era el Señor, el Cristo, el Hijo de Dios: tiembla. Estaba vivo y él asolando a sus legítimos testigos. Eh lector ¿no estás tú equivocado con Jesús? Si uno examina los versículos como están tejidos, y la respuesta que Jesús le da y como Pablo responde, puede hacerse bien la idea de que Pablo le preguntó al Señor que quería que hiciera, y si no es así a llamarlo Señor, con eso estaba indicando que se colocaba como un siervo listo para obedecer y pedía la primera orden de su nuevo y resucitado Amo.
Hch. 9: 6
"Levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer".
En español la pregunta ¿Señor, qué quieres que haga?, no aparece en griego (sí en el cap. 26). Sí debió haberlo pensado: ¿qué quieres qué haga para ser salvo? ¿Qué quieres que haga por esta obra que estoy destruyendo? ¿Qué quieres que haga para arreglar lo que rompí? ¿Qué quieres que haga para que me perdones mis pecados?, (2: 37). En ese momento la persecución contra la iglesia, cuyo cabecilla era Saulo, se detiene, sin conversaciones entre partes, sin arreglos, sin firmas de tratados; la conversión de su líder puso fin al brutal maltrato y la opresión. El porvenir político-social de la iglesia se halla en la evangelización ferviente de los políticos y opositores. La conversión de Saulo al menos en parte, cambió la dirección de las cosas. No se acabaron las hostilidades contra la iglesia pero ella se fortaleció.
Puede que hiciera esa pregunta queriendo reparar el daño que al reino le había hecho, pero la razón principal para querer enlistarse entre los siervos del Señor Jesucristo tuvo sus raíces en el suelo de su propia conversión. Pudo haberse dicho: "Si Dios ha tenido conmigo tan excepcional misericordia, ¿no será también por otros que se hallan en situación semejante?”.
9: 7
"Los hombres que iban con él se detuvieron atónitos, oyendo la voz, pero sin ver a nadie". Aunque un hombre se halle rodeado de público cuando oye el evangelio y se convierte, los otros oyen atónitos la voz pero no se convierten. Sólo Saulo vio al Señor Jesús, la visión fue para él; para ellos las palabras. Dios trata con los pecadores uno por uno. El conocimiento de Cristo es por revelación y Dios es soberano y misericordioso con aquel a quien lo quiere revelar; tiene misericordia de quien quiere (Mt. 11: 27; Ga, 1: 15,16).
9: 8
"Saulo se levantó del suelo". Derrotado por Jesús, y fue su mayor victoria.
9: 11
"Y el Señor le dijo: Levántate y ve a la calle que se llama Derecha, y pregunta en la casa de Judas por un hombre de Tarso llamado Saulo, porque, he aquí, está orando". Se lo dice no para que supiera lo que estaba haciendo sino por lo que eso significaba. Si ora es que está convertido, para que supiera que era un genuino discípulo (v. 26). "Está pidiendo perdón por sus pecados, adorando". Señor, así empecé mi vida cristiana y así quiero terminarla, con "dulce oración". Es señal que he recibido el Espíritu Santo (Ro 8: 15). El hombre natural no ora nunca, siente una gran aversión hacia la oración. Ese tiempo de oración fue un tiempo de reconsideración, humillación y reorientación. Aunque se había ofrecido a Jesús, tendría que hablar muchas cosas con él primero; y llorar y suspirar otras. ¡Oh qué rápido llamaste y preparaste a este siervo, Señor! En unos pocos días estaba completamente listo para tu uso.
9: 12-16
"Ve, porque él me es un instrumento escogido, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de los reyes y de los hijos de Israel". La conversión de Saulo se narra para explicar su ministerio a los gentiles; inclusive la supuesta pregunta que debe haber hecho (v. 6) tiene mucho de eso (v. 16). ¿Expiación? Se le profetiza un cúmulo de padecimientos adjuntos a su ministerio. Es en la sala del dolor, en la casa del luto, donde se exhiben las joyas más preciosas de la revelación. ¿No has leído que al que no habla por su propia cuenta, que dice todo lo que oye de Cristo y nos lo hace saber, se nos dice que por razón nuestra se le llama Consolador? (Jn. 16: 13). ¿Qué soy mi Señor sino un instrumento? Señor, úsame para tu gloria (Ro. 9: 20-34); en griego es "vaso de elección". Somos vasos de Dios para ser depósitos del Espíritu Santo.
9: 17, 18
“Ananías fue y entró en la casa y le impuso las manos”. El Señor pudo devolverles la vista sin Ananías, pero lo usó para conectarlo a la iglesia y para que fuera bautizado: "El Espíritu Santo" para que no fuera independiente. No andaría por su rumbo, no crearía su propia iglesia, para que la ayudara y la cuidara y le enseñara doctrina. Saulo aunque al principio lo rechazaban buscaba a los cristianos, buscaba la iglesia con una motivación distinta y buena (vv. 19-26; Ga. 2: 1).
9: 19
"Y por varios días estuvo con los discípulos que estaban en Damasco". Identificándose con ellos, edificándose y edificándolos.
9: 20
"Y enseguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas, diciendo: Él es el Hijo de Dios". Hijo de Dios, no un malhechor, no un impostor, "el Hijo del Dios viviente" (Mt. 16: 16); la cristología de la iglesia primitiva.
9: 25
“Por una abertura en la muralla" (LBLA). “La apertura en la muralla no está específicamente mencionada aquí, pero el pasaje paralelo en 2 Co. 11: 33, menciona una "ventana" o "abertura" en la muralla de la ciudad de la cual fue descolgado. Una alternativa para introducir lo de la abertura es traducir "lo descolgaron sobre la muralla". Esta opción no es usada por muchos traductores, no obstante, como los lectores pueden encontrar alguna aparente contradicción entre las dos citas bíblicas, es que se hace. En general, realmente el relato aquí se expresa de la forma general omitiendo el detalle de la abertura o de la ventana" (NET).
9: 26-29
"Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; y todos le temían, no creyendo que era discípulo. Pero Bernabé lo tomó y lo presentó a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino". Gracias a Dios que ayudó a Saulo, que dio un buen informe de él, sino se hubiera tardado un poco más en convencer a la iglesia de que su fe no era falsa. El hecho que lo llevara a los apóstoles indica que miraba en él un hermano útil, capaz de ser de bendición para la iglesia. Bernabé también lo llevó a Antioquia (11: 22- 30). ¿Descubriría talentos? El bien que le hacía a Saulo se lo hacía a la iglesia, al reino los cielos. Esta amistad duró muchos años, pero tuvo sus crisis y supongo que se superaron (15: 36-40; Ga. 2: 11-13).
9: 31
"Entretanto la iglesia gozaba de paz por toda Judea, Galilea y Samaria, y era edificada; y andando en el temor del Señor y en la fortaleza del Espíritu Santo, seguía creciendo". La iglesia no puede ser edificada si no se le enseña a temer al Señor. Es el primer paso del crecimiento. Después que la vida de los hermanos reflejen que temen al Señor entonces pueden ser fortalecidas con muchas palabras dadas por el Espíritu Santo; y el resultado del temor al Señor y del crecimiento espiritual de la iglesia resultará entonces en crecimiento numérico. Sólo la palabra de Dios les hará temer, una fe reverente, temerosa de Dios, temerosa del pecado, temerosa de su propia salvación (Flp. 2: 1.2).
9: 35
"Y Pedro le dijo: Eneas, Jesucristo te sana; levántate y haz tu cama. Y al instante se levantó". Al ver la curación de Eneas. No pidió ser sanado, Jesucristo le reveló a Pedro que lo quería sanar y ya no deseaba que siguiera postrado (v. 42); a menos que el Señor prepare un corazón con su gracia el milagro no engendra fe. Cultiva, oh Espíritu corazones para la fe.
9: 36-43
"Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita (que traducido al griego es Dorcas)". No, en casa de Tabita (vv. 36-39). No querían perderla, era una gran bendición para la iglesia, era una buena costurera y le decían: "¿No ves como la necesitamos?". Hay hermanos que se han ido con el Señor que quisiéramos que al menos por un tiempo el Señor los enviara de regreso, volverlos a oír, regocijarnos por un tiempo con ellos. Pero eso no es posible, no saldrán de su estado de gloria para bajar aquí, a menos que el Señor lo quisiera; esto muestra la vida de amor de la iglesia y su servicio. Pedro enseñó a la iglesia que él tenía las llaves del reino de los cielos y Tabita que la piedad tiene valor en este mundo y el otro (1 Ti. 4: 8)
10: 2
“Un devoto soldado” (piadoso). ¡Qué combinación tan rara, devoto y soldado! ¡Un milagro!; comúnmente no se hallan asociadas esas palabras. Pero existen, pocos, pero aún hoy. Amén. Los capellanes que sirven en el ejército, la marina y la aviación, debieran tener como meta eso, y no sólo aconsejarles sobre tabaco, alcohol, droga y mujeres, sino sobre mentiras, honestidad, virilidad, arrepentimiento, y que no teman a hombres pero sí a Dios.
10: 1-4; 31,34, 35
"Piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, que daba muchas limosnas al pueblo judío y oraba a Dios continuamente". Estas palabras se toman como están, el valor que tiene en religión la piedad en sentido general, abarcador. Puedes estar seguro que si la religión no te vuelve una persona piadosa de nada te sirve porque es la manifestación del E. S. en tu vida (1 Ti. 6: 3; 2 Pe. 1: 3). Es reconocida por la Escritura como provechosa aquí en la tierra y en el cielo, los ángeles la reconocen y el Espíritu Santo también. La Escritura, o sea el E. S., da testimonio de él que era un hombre "piadoso y temeroso de Dios", y que se asociaba con gente piadosa como él lo cual se infiere de los vv. 7,8. Así que Cornelio era un hombre piadoso. La clase de piedad que tenía Cornelio fue aprobada por Dios, que consistía en hacer oraciones, arrodillándose ante Dios, temerle, que quiere decir que vivía con sabiduría y que temía pecar. Su temor era como el del Señor, "reverente" (He. 5: 7; son los dos significados juntos de la palabra "eulabeia"). Esa es la clase de piedad que en cualquier parte del planeta, en cualquiera nación, Dios aprueba, es una piedad universal. Pero además "hace justicia" (vv. 34,35), porque hacía limosnas, ayudaba a los necesitados, o sea, amaba prácticamente a su prójimo.
Yo quisiera incluir dentro de la piedad que agrada a Dios a los hombres y mujeres de todas las religiones, sectas, pero no puedo. Cornelio adoraba al Dios de Israel no a los dioses romanos, era judío de corazón, participaba de las promesas hechas a Israel, no se inclinaba ante imágenes (Jn. 7:49; Ro. 2: 14-16). Es el Dios de Israel quien se agradaba de Cornelio, el Único, Invisible, el Existente. Si un idólatra hace limosnas, ayuda a su vecino, pero no es piadoso, nada le sirve para su vida eterna aunque haya ayudado a muchos y tengan que agradecerle algo. Es filantropía. Si no teme a este Dios no puede heredar la vida eterna. Por limosnas y bien social nadie puede adquirir la vida, aunque cumpla la ley escrita en su corazón. Ni siquiera temiéndolo y adorándolo porque por medio de la ley escrita o la natural, ningún ser humano se justifica (Ro. 3: 20).
Las oraciones son más seguras que una carta en el correo
10: 4
"Tus oraciones y limosnas han ascendido como memorial delante de Dios".
¡Oh creyente!, ¿has perdido tu confianza en la oración? Lee todo lo que se le dijo a Cornelio. ¿Crees que porque has pedido y no te han respondido se debe a que tus oraciones no son escuchadas o que no tienes importancia para Dios? ¿Has sido tentado a decirte: "De nada ha valido mi piedad si Él no me escucha". Es cierto que aún no tienes lo que pediste, pero puedes estar seguro que tus oraciones han subido, no se han quedado flotando en el aire. Han llegado al cielo, han entrado a los oídos del Señor (Sgo. 5: 4).
Puedes creer que tu oración llega con más seguridad a su Destinatario que cualquier carta que vaya por el correo nacional. En cuanto a tus limosnas o tu justicia (v. 35), también han subido. Y nota que no hay olvido alguno, ni de lo uno ni de lo otro porque se habla de que lo hacen para "memoria" (De ahí proviene la palabra recordatorio, récord). Siempre serán recordadas. ¿Nunca te ha contestado Dios alguna oración que tú olvidaste que hiciste? Quizás, hermano, lo que tienes que hacer es activar tu confianza en la memoria de Dios; él jamás olvida algo (Ex. 2.24, 25; Lc.23.42); y es un buen Destinatario de nuestras cartas, o actualizando, de nuestros correos hablados.
10: 5, 6
"Despacha ahora algunos hombres a Jope, y manda traer a un hombre llamado Simón, que también se llama Pedro". Dios es quien selecciona el mensajero que nos ha de hacer salvos; no podría ser otro, tiene que ser ése. Ya está seleccionada por Dios de antemano la persona que ha de ser el instrumento de nuestra conversión. Ya los medios existen en la mente de Dios. Las circunstancias ya están preparadas, la ocasión, y las palabras que serán dichas. Hoy algunos predicadores parecen confiar más en los medios que ellos inventan que en la gracia de Dios, ¿no sería mejor preguntarle a aquel que ya ha predestinado el medio, que nos guíe y nos enseñe la forma en que habremos de presentar al evangelio? ¿No es mejor preguntarle a Dios qué medio y no usar uno de nuestra ocurrencia o novedad? Cuando se trata de la evangelización de la iglesia y de la conversión de alguna persona, hasta los más mínimos detalles hay que pedirlos a Dios para obrar exactamente como él quiere que se digan y se hagan las cosas, si es que queremos tener éxito en nuestro trabajo y glorificar su Nombre. No sólo programas ni los medios sino aquel que establece cómo han de hacerse las cosas, con relación a su obediencia. "Este se hospeda con un curtidor llamado Simón, cuya casa está junto al mar". Conoce el nombre de todas las calles y los números de las casas, si los tienen. El Señor sabe dónde está quien ha de decirnos la palabra para hacernos salvos. Él sabe en cada momento donde estamos (10: 36-43).
10: 7
"Cornelio llamó a dos de los criados y a un soldado piadoso de los que constantemente le servían". Nota que se acompaña con gente piadosa con la cual tener comunión.
10: 9, 10
"Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar como a la hora sexta". Oraba por la bendición de Dios, para que hallaran salvación. Cómo me conoces Señor; cualquiera que sea la experiencia que un creyente tenga está relacionada de un modo o de otro a alguna oración que haya hecho (v.4).
El cristianismo no es un código de sí y no
10: 14
"Señor no"
O “de ningún modo” “de ninguna manera”. ¿Cómo le dices que no, Pedro, siendo tú un apóstol, y le llamas Señor? ¿Entiendes acaso bien lo que significa “Señor, Amo, Dueño y Dios? Amado, nuestras desobediencias son negaciones de lo que confesamos; en la práctica negamos lo que escribimos en nuestro credo. Esas son nuestras contradicciones. Cuando digas al Señor que no, recuerda primero las muchas veces que has usado sus promesas y él te ha dicho que sí y amén, para la gloria de Dios (2 Co. 1:19, 20). ¿No debieras avergonzarte de decirle que no? Un no ingrato, olvidadizo. Pero además piensa que cuando dices al Señor que no desdices tu testimonio como los hipócritas, que le honran con sus labios pero no con sus obras (Mt. 7: 21-23). Si dices que no pudieras caer bajo el mismo juicio que ellos. Nadie puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu Santo (1 Co. 12: 3); y si tú le dices que no a algo que te ha pedido, puedes estar seguro que no has hablado por boca del Espíritu. Si has confesado a Jesús como tu Señor, para salvación, ¿cómo le dirás que no a algo que te pide? (Ro. 10: 9, 10). Ahora, considera lo que te pide. Te pide algo que no es el reino, comida, porque el reino de los cielos no consiste en comida ni en bebida, te pide algo muy pequeño, “mata y come”, es un equivalente a obrar en contra de la forma de la ley, tomarlo a él en lugar de los mandamientos, hacer de tu cristianismo una persona y no un código de sí y no, la substitución de la religión por su persona. Y sobre todo, cuando digas que no piensa que te está preparando para un ministerio más amplio, que ni siquiera imaginaste. Quiere usarte pero tienes que cambiar algo, dejar tus prejuicios, ser un vaso nuevo; así podrás tener un ministerio más amplio y llegar hasta donde no habías llegado. Pero nunca puedes decirle que no y agradarte a ti mismo, seguir como eres, estar donde estás, hacer lo que siempre has hecho, no cambiar de forma de pensar de la gente, y no amar a los que antes no habías amado.
Pedro con la boca abierta dijo, “¡ahora comprendo!”
10: 11-16
"Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro" (Mr. 7: 19, común o profano) Si los hombres son limpiados en Cristo, el símbolo, los animales, no mantienen la antigua clasificación. El descenso del lienzo a los pies de Pedro, se hizo por tres veces, pienso que con el propósito de que le diera interpretación (v. 16) y porque necesita tres veces la misma lección; porque la primera vez no lo convenció, Dios usó, por lerdo, la repetición. El Señor pudo haberle dicho a Pedro sencillamente y no por parábola que ya no había más dos clases de hombres, pero no lo quiso hacer para sacar al apóstol de dentro del judaísmo; quería que mirase su religión no como un fin sino con un significado simbólico de cosas mejores (He. 11: 40). La clasificación ceremonial de los animales era una clasificación simbólica de la raza humana, que era ahora abolida. Esta visión proyectaba sobre Pedro una ruptura teológica con los viejos odres judaicos, impulsándolo hacia adelante, para presentar el vino nuevo del Evangelio en odres totalmente nuevos y más amplios y fáciles. Esas cosas no tienen que ser practicadas, ¿no es la visión, para Pedro, el elocuente fin de una práctica? Ya cumplieron sus enseñanzas, su exitosa labor como ayo de Cristo. Para Pedro, en este momento, con ese nuevo pensamiento, es que comienza su ministerio del Espíritu, no de la letra, no de la ley. A Cornelio le apareció un ángel y le habló, pero a Pedro la voz que escuchó fue la del Espíritu (vv. 13, 19) y fue ella la que le hizo la interpretación de lo sucedido. La salida de Pedro del judaísmo es una victoria del Espíritu. Decir que fue algo que recibió fácil y sin oposición, sería mentir. Dijo al mismo Señor que no haría lo que le estaba pidiendo (v. 14) y luego dudaba (v. 20). La conversión de Cornelio tiene mucho más significado espiritual para Pedro que para Cornelio mismo. Aquello significó mucho para el meditabundo apóstol que cavilaba sobre animales y hombres (v. 28) hasta que por el testimonio del Espíritu en su práctica ministerial con la boca abierta dijo: “¡Ahora comprendo!” (vv. 34,35). No rehúses hacer cambios en tu religión, si traerán a Cristo más dentro de ella, si se llenará más de él. Quizás esto sea difícil por tu forma de interpretar el Antiguo Testamento, pero observa que Cristo es el Maestro.
Cornelio quiso decir, “no me perderé ni una palabra del sermón”
10: 24
"Cornelio los estaba esperando y había reunido a sus parientes y amigos íntimos". Era el día de su salvación, le habían dicho que oiría palabras de vida eterna, le dirían exactamente lo que debía hacer (v. 6). Quería que sus parientes y amigos más íntimos oyeran esas palabras. Recibió a Pedro como un mensajero divino, "como a un ángel de Dios"" (v. 25; Ga. 4: 14); totalmente seguro que cada palabra que le dijera sería dicha por Dios para él y no perdería ninguna (11: 14).
Cornelio invitó a éstos, más que por obvia razón de espacio en la casa, porque eran los que más amaba. Por esos debemos empezar para hacer salvos. Va a ser el día de salvación de Cornelio, y él quiere recibir la salvación, va dispuesto a creer la palabra de Dios, lo que le van a decir, sabe que el mensajero es un “varón inspirado por el Espíritu Santo” (2 Pe. 1: 21), conoce que no procurará “prenderlo con astucia” (2 Co. 12: 16). Eso lo hace notar cuando le dirige la palabra y resume sus sentimientos así: "Ahora, todos estamos en la presencia de Dios para oír..." (10: 33). Piensa que cada una de las palabras que van a ser dichas serán dichas por el mismo Dios. Estaría atento a todas porque alguna, o varias, o muchas, o toda la predicación pudiera ser completamente dirigida por Dios a él. No le importaba la clase de predicador con la que quisiera convertirse, no buscaba uno a su gusto sino aquel que Dios le enviara y le hablara en su nombre. Nunca lo había oído predicar un solo sermón y no lo esperaba para oír un sermón interesante y que le enseñara algo que le mejorara su teología, su conocimiento de la Escritura, que le cubriera sus necesidades, sino para obtener el perdón de los pecados. No lo esperaba con un espíritu crítico para censurar y hallar alguna falta en el contenido o en la forma, o en su vestuario o en sus gestos, esperaba que llegara, le dijera lo que Dios le había dicho, y ya. Lo oiría para creer; el gran interés suyo era creer y había enviado por él para recibir de Dios ese don. No consideraba que su piedad le hubiera dado el perdón de sus pecados, sólo era una señal de que estaba interesado en ser perdonado. También pensaba que con el sermón que él iba a ser salvo otros también lo podrían ser y, por lo tanto, los invitó (11: 4). Debió haberles dicho: "Yo no me perderé ni una palabra, porque por esas palabras, bajadas del cielo y puestas en la boca de ese hombre seré salvo". Quizás ellos oyendo su interés mostraban el mismo. Nota la clase de reunión a que los invitó, a oír la palabra de Dios para que fueran salvos. No a un ágape, no a comer y beber, o a una boda. No. Observa con quiénes comienzan sus deseos de salvación, con los que son de su propia sangre, a ellos él quiere verlos cristianos, la familia, luego sus amigos más íntimos. Y todos como él, no perdieron ni una palabra de la predicación.
10: 25,26
“Ponte de pie, yo también soy hombre”. Por favor, prelados católicos, senor Papa, oigan lo que dijo Pedro. Católicos, no beséis su mano, no os postréis a sus pies. Es hombre, es hombre y como el padre Zosima, cuando muera ha de heder (uno de los personajes de Los Hermanos Karamasov, si mal no recuerdo).
10: 28, 29
"Vosotros sabéis cuán ilícito es para un judío asociarse con un extranjero o visitarlo, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre debo llamar impuro o inmundo". Estas palabras las dice por sí mismo porque es una fresca experiencia en su vida, acababa de aprender a mirar a todos los hombres como iguales ante Dios, que el Jesús que conoció era para los gentiles también. Dios le está abriendo la puerta de su judaísmo a los gentiles (v. 15). Sin embargo unos años después el calor divino de esta revelación parece haber rescindido por la fuerza la costumbre y el temor a los hombres, y el gran apóstol Pedro no llevaba hasta sus últimas consecuencias lo que había aprendido en este día tan especial (Ga. 2: 11-14). Las vidas de todos nosotros están llenas de inconsecuencias. Necesitamos de la gracia perseverante para siempre ser fieles y ortodoxos en doctrina. Si no somos asistidos por Dios nuestro carácter se resquebraja.
10: 33
"Por tanto, envié por ti al instante, y has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí presentes delante de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado". Aquí estamos en la presencia de Dios para oírte atentamente, creeremos todo lo que nos digas y haremos lo que nos mandes. Seguros estamos de tu unción" (11: 14) Siempre estamos en la presencia de Dios cuando nos reunimos para oír su palabra. Cuando visitamos a alguien para hablarle de Cristo, hacemos bien en ir y mal en no ir; cuando nos vamos dejamos hecho mucho bien. Cuando nos reunimos para oír la predicación de la palabra de Dios, estemos seguros que nos hallamos en su presencia; debemos prestar atención para oírlo todo y no perder alguna parte del sermón. No hables con nadie mientras lo oyes porque podrías perderte alguna bendición.
10: 34, 35
"En toda nación el que le teme y hace lo justo, le es acepto". ¿Extrajo todo el significado de la visión? Había pensado mucho en eso (vv. 17, 19); el Señor no se la había mostrado solamente para enseñarle que él no discriminaba a nadie, ni menos para justificar que se le apareció a Cornelio porque era un hombre piadoso. Este lenguaje no lo hubiera usado el apóstol Pablo. La visión tuvo como objeto que Pedro aprendiera que no había distinción entre "judíos y gentiles, siervos y libres, bárbaros y escitas, hombres y mujeres"; que todos formarían juntos una sola iglesia porque el Señor los lavaría con su Espíritu Santo (v. 15). No se trataba de lograr que Pedro cambiara una opinión para que no usara un lenguaje abusivo (v. 28), si no para que admitiera que el evangelio era también para los gentiles y que en Cristo ya no habrían barreras porque el Espíritu Santo los uniría en un solo cuerpo (Efe. 4: 4, 5; Ga. 2: 11-14). Decir que no lo entendió es faltar a la verdad (v. 36; 15: 7-9). Poco a poco fue entendiendo.
10: 36-43
"El mensaje que Él envió a los hijos de Israel, predicando paz por medio de Jesucristo". Un sermón sencillo, centrado totalmente en Jesús. Hoy nuestros oyentes son otros, saben esas cosas, tienen una interpretación más elevada pero siempre necesitan aprender alrededor de Jesús. Es un Jesús histórico el que conocían. El v. 43 contiene una invitación para que lo recibieran; en ese momento Dios bendijo el sermón (v. 44). Realmente uno no ve muchos planes para la salvación del mundo en el libro de los Hechos, el énfasis está en lo que Dios hace (vv.16, 18, 23), está a su cargo; el director de la evangelización del mundo en la iglesia es y era el Espíritu Santo. ¡Oh Señor!
10: 38
"Vosotros sabéis cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con El". Es una apreciación histórica de quién es Jesús; habrá mucho más que decir de él, mucho más cuando tengan que interpretar los errores del mundo. Esas palabras con respecto al testimonio dado por nuestro Señor, que "anduvo haciendo bienes", nos sugieren como debemos andar nosotros.
10: 40, 41
"No a todo el pueblo, sino a los testigos que fueron escogidos de antemano por Dios, es decir, a nosotros que comimos y bebimos con El después que resucitó de los muertos". A los que habían creído en él, no a los que pudieran creer por su resurrección, sino a los que creyeron ya por su palabra. La iglesia es la única testigo de la verdad de Cristo. La verdad se transmite por ella. Ni Pilato, Herodes, Caifás o algún otro lo vieron. Jesús no los visitó para nada. Tienes que creer por el mensaje de la iglesia. Por eso el diablo la ataca constantemente y trata de cambiarle el mensaje.
10: 42
"Y nos mandó predicar al pueblo, y testificar con toda solemnidad que este Jesús es el que Dios ha designado como Juez de los vivos y de los muertos". Nos mandó que tratáramos de convencer al pueblo que él está vivo, y es el juez de los vivos y los muertos; y que quienes mueran en sus pecados no escaparán del juicio, ni siquiera refugiándose en las oscuras sombras del Sheol; sus pecados con ellos seguirán.
No hace falta que te hagas un Demóstenes
10: 22, 32-34; 11: 14, 15
"Él es Señor de todos". Si lees este sermón, homiléticamente no clasificaría; teológicamente no contiene más profundidad que una clase dada por un maestro a los niños de la escuela dominical. Consiste en contar la historia de Jesús, verdades muy simples; sin embargo, eso fue lo que Dios le dijo y le había mandado y el Espíritu cayó sobre ellos. Si se ora mucho no hay que ser un dechado en la oratoria (2 Co. 11: 5, 6). Lo más grande de ese sermón no es su precioso contenido sino la presencia del Espíritu sobre él, para sellar la visión y el mensaje (vv. 28, 46). Las lenguas aquí no tienen que ver con la santidad de la vida cristiana sino con la conversión de los gentiles, con la admisión de ellos al reino. Es evidencia en la Escritura que el Espíritu empujaba a los misioneros a cumplir la gran comisión en el mundo entero, sin excepción de criaturas. Por eso digo que aquella experiencia, dirigida por el Espíritu, hizo más impacto en el ministro que en las personas que se salvaron. Lo que eso significaba era lo más importante. Cuenta a otros, de modo sencillo, la bella historia de Jesús de Nazaret. No tienes que ser un gran orador. No tenemos que ser como Demóstenes. Y si Dios te dice lo que tienes que decir, lo que digas llevará su bendición. Dios siempre nos da la palabra oportuna y lo oportuno siempre es lo mejor. No hace falta ser un especialista de la oratoria, como Demóstenes.
10: 44-48
"¿Puede acaso alguien negar el agua para que sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?". Parece que hasta ese momento todavía Pedro no le había platicado sus conclusiones étnicas de la visión que había tenido, porque "los fieles de la circuncisión" se quedaron atónitos de que fueran tratados por Dios igual que ellos (v. 47). Las lenguas aparecen en este momento para revelar la presencia del Espíritu Santo (vv. 45, 46); e inmediatamente son ingresados en la iglesia por medio del bautismo. En cuanto a que fueron bautizados en el nombre de Jesús, no es para darnos una fórmula excluyente, eludiendo nombrar las otras dos Personas de la Trinidad, el Padre y e Hijo, sino para indicarnos que habían creído el evangelio de Jesús, y que por el bautismo se confesaban sus discípulos y se harían llamar cristianos.
11: 2, 3, 16
"Entonces me acordé de las palabras del Señor, cuando dijo: "Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo". Recordamos más fácil lo que dijo el Señor que lo que hizo el Señor; por lo menos a veces la teología excede a la praxis; sin embargo, el Espíritu Santo enfatiza más la vida de Jesús que las palabras de Jesús “¡el que lee entienda!”. ¿No has notado las variaciones que existen en los evangelios Sinópticos, como un mismo relato se cuenta con distintas palabras y a veces más corto o más largo?, sin embargo cuando estudias el Nuevo Testamento a pesar de cambios de palabras los hechos no varían, la verdad no sufre ninguna molestia. El Nuevo Testamento fue escrito para contar más los hechos de Jesús que sus palabras, para indicarnos cómo anduvo haciendo bienes (Hch. 10: 38). Como prueba de eso (Jn. 20: 30; 21: 25); el meollo del mensaje del cristianismo no es hablar como Cristo habló sino andar como él anduvo (1 Jn. 2: 6). Y ¿Cómo la iglesia llamó a la primera historia eclesiástica? No la llamó “las palabras de los apóstoles” sino ‘Los Hechos de los Apóstoles”.
11: 3
"Tú entraste en casa de incircuncisos y comiste con ellos". Sí, entré y el Espíritu Santo me usó para salvarlos como nosotros, ¿tienen alguna objeción?
11: 8
"De ninguna manera, Señor, porque nada impuro o inmundo ha entrado jamás en mi boca". ¿Y ninguna cosa inmunda salió jamás de ella? Quizás no has tragado pero has hablado (Sgo. 3). Solemos darle más importancia a los que ingerimos que a lo que decimos.
11: 10
"Esto sucedió tres veces, y todo volvió a ser llevado arriba al cielo". Se los dice, tres veces, para que sepan cuánto fue su oposición al cambio; que no hizo modificaciones a su punto de vista religioso por su propia voluntad, sino que el Señor con fuerza poderosa lo cambió.
11: 13
"Y él nos contó cómo había visto al ángel de pie en su casa, el cual le dijo: "Envía a Jope y haz traer a Simón, que también se llama Pedro". Pedro les dice que la brecha que está abriendo en su religión tiene delante al Señor, a la iglesia y el Espíritu Santo. ¡Qué terrible es esa brecha!
11: 14
"Quien te dirá palabras por las cuales serás salvo, tú y toda tu casa". Amado; ¿no vale la pena hacer un cambio religioso quitando algún prejuicio para salvar una familia? Echemos abajo las barreras que impidan la aproximación. Seguros podemos estar que cuando Dios concede la salvación a algunos, alguien les dará las palabras adecuadas para que la obtengan. Dame Señor las palabras que tal y tal necesitan oír. Amén.
Seis razones para no ser de estorbo ni a Dios ni a la iglesia
11: 17
"Por tanto, si Dios les dio a ellos el mismo don que también nos dio a nosotros después de creer en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder estorbar a Dios?".
¿Eres un colaborador de Dios o un estorbo? ¿Quién? Un creyente, un privilegiado sobre otros consiervos tuyos, por lo que han presenciado tus ojos, las revelaciones que has tenido, los favores que te ha hecho y a tu familia, apóstol, de los más respetados; lo que tú digas es ley para los hermanos, como si oyeran al mismo Jesús. Por todas esas razones pudieras hacer mucho daño a la obra de Dios si Satanás te usa ¿quién mejor para estorbarla?
Oh, amado, quiero hacerte pensar en quién eres. Pedro dijo: ¿Quién era yo? No contestes que te llamas fulano con ojos claros y pelo color café, sino quién eres para el cuerpo de Cristo, el pueblo de Dios, para el reino, el significado que tiene tu vida dentro de la iglesia. Algunos podemos tener puntos comunes con Pedro. La pregunta te la haré yo, ¿eres un colaborador de Dios o un estorbo?
(1) ¿Contigo la obra del Señor recibe bendición y prospera o la estorbas? Pedro quiso decir: "Yo no me iba a oponer a los deseos de Dios, accedí, no lo obstaculicé"; es decir, hubo un momento cuando el Señor le dijo que fuese a predicar a un grupo de gentiles y él tuvo la posibilidad de ayudar o estorbar a Dios. Pedro dijo: Quién soy yo, y al verse quién era se dijo: "Mi lugar está a favor de Dios no en contra, debo cooperar con el Espíritu y no obstaculizarlo, no debo estorbar la salvación de otros como nadie estorbó la mía”.
(2) Dijo, "soy un creyente, soy un cristiano, y como respeto y cultivo mi fe no me opondré, así la de otros, mis prejuicios no serán un obstáculo para que otros se salven". Este es el nivel mismo para colaborar u obstaculizar a Dios. Ya bastante oposición tenemos con el mundo, con el diablo y con nuestras propias concupiscencias, para convertirnos en obstáculo para la obra de Dios.
(3) A la pregunta de quién soy, se respondió, soy un privilegiado sobre otros consiervos, he visto más que otros, he tenido tres experiencias espirituales con Cristo superiores a las que han tenido mis compañeros. He estado en el monte santo, he visto a mi Señor transfigurado y a Moisés y Elías bajados de la gloria, he testificado sobre la resurrección de una niña y he contemplado al Señor en su agonía íntima. ¿Qué más puede un discípulo pedir? No, no puedo obstaculizar la obra de Dios.
(4) He adquirido más conocimientos por revelación que otros discípulos. Otros han aprendido de carne y sangre pero a mí me lo ha revelado Dios. Yo he sabido antes que nadie, que mi Señor es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. He subido en alas del pensamiento.
(5) He sido más favorecido que otros, yo, personalmente y mi familia. Cuando me ha hecho falta dinero, él me lo ha conseguido y cuando la enfermedad y la muerte las tuve en mi hogar, lo llevé y las echó afuera. Por tanto, no tengo valor para ser un obstáculo a la obra de Dios.
(6) Además, soy un apóstol, uno de doce, el más importante de ellos, es mucha dignidad para oponerme a la obra de Dios, ¡soy considerado una columna de la iglesia, y como tal no debo convertirme en un estorbo para Dios y para la iglesia! Lo contrario, que Dios y la iglesia cuenten conmigo.
11: 18
"Y al oír esto se calmaron, y glorificaron a Dios, diciendo: Así que también a los gentiles ha concedido Dios el arrepentimiento que conduce a la vida". Señor concede arrepentimiento para vida (1) Por medio de reproches de conciencia (2) por medio del evangelio que prediquen sus siervos y siervas. Oh, don de tu misericordia (v. 21). Uno puede crear culpas con las palabras pero no el arrepentimiento que conduce a la vida; es una obra interior, preciosa, celestial, obrada por Espíritu Santo. Oh sí, nos ha dado arrepentimiento para vida. ¿De manera que a tan grandes pecadores Dios ha recibido? ¿No ven que no hay un plan de salvación para ellos y otro para nosotros?
11: 19-21
"Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número que creyó se convirtió al Señor". Esto se llama la evangelización por la iglesia. El Señor no ha prohibido ni desechado el evangelismo masivo; es una forma circunstancial y especial para ganar almas y la iglesia suele adelantar mucho cuando el Señor bendice este método como en el día de Pentecostés; pero la forma usual de la iglesia para ganar al mundo ha sido la individual cuando toda ella participa y hombres y mujeres comparten con sus prójimos las buenas nuevas de salvación; el mundo es mucho más eficientemente impactado con este método que con otro, un método interactivo que permite el diálogo. Estos hermanos pensaban que el evangelio era sólo para ellos; si todo el mundo hubiera pensado así la mayor parte de él estaría todavía en tinieblas. ¿Puedes decir que ellos se convirtieron en evangelizadores porque querían cumplir la gran comisión, porque la recordaban en esos momentos? Amado, yo pienso que no; hasta el momento los únicos que eran responsables del mandato del Señor eran los apóstoles y aún no habían hecho nada para ganar al mundo, estaban encerrados en Jerusalén. Aquellos hermanos comenzaron a predicar a los griegos porque lo deseaban, tenían el corazón lleno del evangelio, amaban las buenas nuevas que habían creído y por eso al hacerlo estimo que ni soñaban que estaban predicando; para ellos sólo estarían compartiendo el evangelio porque deseaban que disfrutaran la misma esperanza que poseían y porque anhelaban que no sufrieran la condenación que conocían que habían estado expuestos.
Cuando comenzaron sólo “hablaban" la palabra, pero luego, "anunciaban" o "predicaban" el evangelio del Señor Jesús, o mejor aún, "evangelizaban". No dijeron: "Vamos a predicar a los griegos" sino que todo comenzó cuando decidieron hablar de lo que ellos creían, de la razón de sus creencias, de los principios que tenían, del porqué vivían de ese modo; y según platicaban con los griegos sin quererlo ya estaban "evangelizándolos", exponiéndoles la salvación por medio de Cristo. No es que ellos se prepararan para evangelizar, no, estaban preparados como cristianos, eran profundos creyentes y eso dio origen a los primeros predicadores que fundaron la primera iglesia entre los gentiles, hermana nuestra. ¿Necesitas un plan? ¿Una orden de salir? ¿Un certificado de aprobación apostólica? ¿Un cursillo de capacitación? No, quizás lo primero que necesitas es mejorar tu fe y tal vez si comienzas hablando de lo que crees acabes evangelizando a tus conocidos. Oh Dios, ayuda a tu iglesia para que ella comparta con el mundo lo que aprende de ti, que en la evangelización de los perdidos participe toda, que no sean unos pocos los que conversen sobre asuntos sagrados, sino muchos, que la secularización y materialización ambiciosa de esta sociedad no sea el único tema que se encuentre siempre en sus labios. Oh, Santo Espíritu, llénanos de tu presencia. Amén.
11:22-25
"Y la noticia de esto llegó a oídos de la iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabé a Antioquía". La iglesia de Jerusalén, con los apóstoles dentro, mantuvieron una estricta supervisión sobre el desarrollo del evangelio en otras partes (8:14, 11:1-2, 15:1-2), incluso, los predicadores tenían que ser licenciados por los apóstoles, lo cual se infiere por las palabras de Pablo en Ga. 1:15-18, 2:9-10. La entrada de la masa de gentiles a la salvación sorprendió a los apóstoles, a quienes el Espíritu ayudaba a entender que el evangelio era para todos (v. 18). Ni remotamente existía algún plan para alcanzarlos, por lo que el Señor usó hermanos que no tenían ni el conocimiento ni la autoridad de ellos (vv. 19-21).
Cuando muchos se convirtieron, enviaron a Bernabé como un representante de ellos (vv. 23-26) y como era "bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe" y además pienso que muy inteligente, pensó que mejor se encargara de la obra en Antioquía alguien que no fuera de los doce (aunque ellos preferían estarse en Jerusalén). Todo este capítulo habla de conversión y de salvación de muchos (v. 18, 21); todo para decirnos que fueron agregados al Señor porque era lo único que anunciaban. Observa que "se regocijó", no envidió. Era "bueno y lleno del Espíritu Santo". Si una persona está llena del Espíritu Santo es buena de corazón, ama a sus hermanos y quiere que sean fieles. Bernabé quería que aquella obra continuara.
11: 26
"Y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía". Este nombre llegó a ser despectivo pero en Antioquía no, no había mala voluntad del pueblo para con la iglesia; les llamaron así porque predicaban y vivían como Cristo, se habían convertido al Cristo, se habían bautizado en Cristo y se decían discípulos de Cristo (26:27; 1 Pe. 4:16).
11: 22-30
"Y así lo hicieron, mandándola a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo". El Señor tenía el misionero adecuado, el pastor adecuado, el líder adecuado para la joven iglesia de Antioquía. Bernabé que habría seguido la historia espiritual de Saulo y simpatizaba con él y lo admiraba, lo fue a buscar. Debemos dar gracias a Dios por Bernabé y alabar al Señor por su sabiduría. Amado Señor, no debemos estar e ir donde queremos estar o ir sino donde tú quieres que estemos; Señor danos gracia y fuerzas para hacer tu voluntad. Allí Saulo vio la gracia de Dios entre los gentiles y conoció el misterio escondido para ellos. Su llamamiento.
12:5
"Así pues, Pedro era custodiado en la cárcel, pero la iglesia hacía oración ferviente a Dios por él". Nota que la iglesia lo amaba y valoraba su ministerio y no quería que corriera la misma suerte que Santiago. “Pero…” esto se escribe para contraponer el triunfo de las oraciones de la iglesia contra tantos imposibles.
12:7
"Y he aquí, se le apareció un ángel del Señor, y una luz brilló en la celda". ¿Están estos presos abandonados por la misericordia de Dios? No, la luz del evangelio resplandeció allí. Nota, que la llave para abrir los candados fueron los deseos y la palabra de Dios (v. 10).
12:11
"El Señor ha enviado a su ángel, y me ha rescatado de la mano de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos". No morirás si no ha llegado la hora, aunque tengas la muerte cerca. Murieron los que no esperaban morir (v.19).
12:12
"Fue a la casa de María, la madre de Juan, llamado también Marcos, donde muchos estaban reunidos y oraban". Señor, son muy grandes las posibilidades para una iglesia que ora. La oración era una de las formas principales de culto y muchos asistían. Dios les habían dado más de lo que pedían (v. 15).
12:15
"¡Estás loca! Pero ella insistía en que así era. Y ellos decían: Es su ángel". ¿Por qué oraban? Ninguno dijo: “Yo lo sabía, que el Señor nos oiría”. Es que esperaban que el Señor hiciera “algo” pero no tanto, que le tomara algunos días y lo hizo en unas pocas horas, hizo las cosas mejor que lo que pensaban. No usaron la diplomacia, ni el cabildeo, sino la oración. Pero hay otra enseñanza tal vez opuesta: los apóstoles no eran proclives a ver milagros de Dios en todas partes. Un día nos sorprenderemos al ver los resultados que han tenido nuestras oraciones.
12:17
"Informad de estas cosas a Jacobo y a los hermanos". ¡Díganle que estoy vivo y predicando!
12:20-23
"Al instante un ángel del Señor lo hirió, por no haber dado la gloria a Dios; y murió comido de gusanos". Se coloca esta nota para que conozcamos la terrible muerte que tuvo este enemigo de los cristianos, para que no dudaran del poder y la justicia de Dios para castigar a los malvados, que Dios no es más débil que los hombres, y para recordarnos que es un pecado muy grande hacerse pasar por Dios (v.23) ¿Fue este pecado mayor que todos los otros que cometió? Este fue su último pecado antes del juicio, pero no el último que cometió en este mundo. Vivió 54 años y reinó 7. Josefo dice que vio una lechuza sobre una cuerda delante de él y en ese momento su vientre se hinchó y le comenzó a doler profundamente. Fue tanto el hedor que despedía su cuerpo que rehusaban visitarlo en su habitación.
12: 24
"Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba". ¿No sabes que el evangelio es imparable, amigo? Si se para es desde dentro de la iglesia y no desde afuera. El obstáculo no es tanto la pobreza e incredulidad o falta de fe en la tierra, sino los pecados de la iglesia, que entristecen al Espíritu Santo y pierde el poder que le acompaña siempre a la predicación de la palabra y el testimonio cristiano. La iglesia estaba loca de contenta con la bendición de Dios sobre la palabra. Las palabras más simples y los sermones más sencillos eran bendecidos. ¡Qué buena disposición tenía Dios hacia la iglesia!
¡No crean eso, Herodes y señor Papa!
12:20-23
“20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey. 21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. 22 Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! 23 Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos”.
No dar la gloria a Dios es un pecado mucho mayor que ordenar un homicidio (v. 19). Herodes, por ordenar la cruel muerte de los guardas inocentes no parece haber recibido algún castigo divino en esta vida, pero sin embargo por aceptar las aclamaciones de un dios por sus aduladores fue condenado a expirar del modo más horrible y vergonzoso posible, comidos por lombrices que se acumulaban en su estómago y le producían terribles dolores (según el relato de Josefo). Desde tiempo inmemorial esto es lo que más complace al hombre: ser tenido como un dios y se le llame "divino”; los césares hicieron uso de esa arrogancia y la historia recoge inscripciones tales como “el divino Tito”, “el divino Vespasiano”. A Roma le encantaba eso, lo mismo que a Grecia, sin dejar atrás a los babilonios, los persas, los egipcios y el mundo entero. El culto a la personalidad humana está entretejido con la historia misma de la raza humana; convertir a sus héroes en dioses o semidioses y pedir para ellos sacrificios de animales y vítores como estos que leemos que los Tirios y Sidonios le gritaban a Herodes: “Voz de Dios y no de hombres”. Desde épocas inmemoriales los descendientes de Sem, por sangre o por fe, siempre se han negado a rendir culto a otra deidad que se llame señor en el cielo o en la tierra, que no sea a Jehová, el Dios de los hebreos. Sadrac, Mesac, Abed-nego, Daniel y los cristianos de los primeros siglos dijeron que no a la idolatría y prefirieron ser martirizados a nombrar como “Señor” a un hombre de carne y hueso. El único Señor de los cristianos es Jesús de Nazaret; y esto porque creen que en él habita corporalmente la plenitud de la deidad y como se dijo en el concilio de Nicea, es “Dios de verdadero Dios”. Los apóstoles rehuían más que a la misma muerte las intenciones del populacho ignorante, para adorarlos. No obstante, no actúa igual el Papa romano cuando permite que le besen la mano, que se postren ante él y que lo reciban aquí y allá como al mismo Cristo y en lugar del Espíritu Santo en la tierra.
Por qué Herodes tuvo lombrices
Hch. 12:20-23
“20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey. 21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. 22 Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! 23 Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos”.
Este fue el último pecado de Herodes antes que lo atacara el juicio divino. Como ya he dicho, dice Josefo que su vientre se llenó de lombrices que le producían un dolor espantoso y que su cuerpo se iba pudriendo poco a poco, siendo literalmente, un cadáver viviente. El último pecado de este hombre antes de herirlo Dios fue robarle a él su gloria. Siempre hay un pecado que es el último que se comete antes del juicio de Dios y con él se colma la medida para ser enjuiciado (1Te. 2:16).
Desde antiguo aprendemos eso, que el pecado es cumulativo, que Dios no castiga a una persona inmediatamente que comete su acto malo sino que lo deja sin castigo hasta que el monto de sus pecados haya aumentado en número y en intensidad, que la corrupción se halla generalizado y vea que cualquiera otra extensión de misericordia sea en vano, entonces su pecado alcanzó el colmo (Ge 15:16). Durante el tiempo anterior la persona se halla en un estado de permisión, peca y nada le pasa, no es castigado por ello sino que su juicio está pendiente.
Ese período es un tiempo de misericordia por un lado porque da oportunidad para abandonar los pecados y arrepentirse y es un tiempo de justicia diferida, cuando el castigo es pospuesto pero no cancelado, sólo que queda pendiente, pero que de por sí mismo se vuelve una justicia cumulativa porque la persona "atesora" para sí misma ira para el juicio de Dios (Ro. 2:5) (la palabra en griego también significa amasar, acumular, reservar). Herodes mató a los pobres guardas inocentes que no ayudaron a escapar a Pedro y también asesinó a Jacobo el hermano de Juan y se proponía hacer lo mismo con Pedro si Dios no interviene. Aunque no puedas garantizar que tu último pecado sea el final, porque para eso tendrías que morir, sí puedes decidir que sea el último sin arrepentimiento y sin perdón, antes que como Herodes te llenes de lombrices.
12:12,25
"Al darse cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan, llamado también Marcos, donde muchos estaban reunidos y oraban. Y Bernabé y Saulo regresaron de Jerusalén después de haber cumplido su misión, llevando consigo a Juan, llamado también Marcos". ¡Qué bueno es tener una familia cristiana, de oración, asociada a los apóstoles y a Cristo! Juan Marcos, el autor del evangelio, el ayudante de Pedro, el misionero con Pablo, es un producto de un hogar de clase A, de oración. Dondequiera que fue su familia lo respaldó en oración, constante, y fiel cuando tuvo su diferencia con sus compañeros; su madre, sus hermanas y hermanos oraban por él y lo ayudaron a reincorporarse al ministerio (13:13; 15:37-39; 2Ti. 4:11)
13: 1, 2
"En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo". Indudable es que la iglesia cristiana en Antioquía fue bendecida por muchas razones y una de ellas, la principal, la cantidad y calidad de los obreros que servían dentro. Muchos profetas quiere decir: "mucha palabra de Dios" porque eran ellos los más cercanos colaboradores de los apóstoles, los que por el Espíritu garantizaban la verdad revelada entre los hermanos. Ellos eran el púlpito, la vida de la iglesia. Luego venían los maestros, "los enseñadores de la palabra de Dios". Los profetas instruían a los maestros y ellos instruían al pueblo, o ellos mismos también enseñaban. Tanto ellos como la iglesia tenían un gran nivel espiritual porque oraban y ayunaban mucho; buscaban del Señor continuamente y tenían su servicio como un ministerio porque dice que "ministrando estos al Señor", (Leitourgeo; es la palabra en griego que tiene significados importantes: un siervo público que desempeña un trabajo religioso, liturgia, servicio de caridad, adoración, obedecer, alivio), todos estaban entregados por entero al desarrollo del reino de Dios. En ese ambiente de trabajo misionero, de oración, el Espíritu hablaba y lo hizo de modo especial, llamando a algún profeta y maestro para que fuera misionero (11:25, 26; 1 Ti. 2:7). Espiritual y mentalmente preparados eran guiados por el Espíritu a la salvación de lejanas almas.
13:2-4
"Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado". “La iglesia de Antioquia no es suficiente territorio para ellos; les doy el mundo". Y el mundo cruzaron, con palabras y con letras.
13:6-11
"Encontraron a cierto mago, un falso profeta judío llamado Barjesús, que estaba con el procónsul Sergio Paulo, hombre inteligente. Este hizo venir a Bernabé y a Saulo, y deseaba oír la palabra de Dios. Pero Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), se les oponía, tratando de desviar de la fe al procónsul". El Espíritu Santo hizo que se interesara en la palabra de Dios, pero el primer brote de interés, la primera inclinación hacia Cristo, hacia el evangelio, el diablo trató de quitarle ese deseo, y lo contradice, ¿cómo vamos a esperar que se convierta fácil, si tiene la sombra del demonio cerca? Satanás no querrá dejarle y obrará para que se quede en su religión de superstición. Este hombre estaba repleto de mentiras y trabajaba para sí mismo y para el diablo. Tuvo que ser castigado por el valor del alma del procónsul. No sólo no quería convertirse sino que impedía que otra persona lo hiciera; como no fue convencido fue doblegado; no lo retiró con argumentos sino con castigos.
13:13
"Pero Juan, apartándose de ellos, regresó a Jerusalén". Uno no lee que sea por causa de persecución; sus motivos personales tendría, es mejor suponer "desacuerdo" con Pablo. Si te interesa la trascendencia de este suceso lee en 15:37-40. Sin embargo andando los años Pablo estuvo dispuesto a perdonar y Juan Marcos a explicar convincentemente o pedir disculpas (Col. 4:10; 2 Ti. 4:11; Flm. 1:24). Y el apóstol estuvo dispuesto a la reconciliación y el olvido.
13:15,23,26
"Después de la lectura de la ley y los profetas, los oficiales de la sinagoga les mandaron a decir: Hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad". Le pidieron una palabra de exhortación y él les habló palabras de salvación, les habló de Jesús, les comentó quién era y lo que con él hicieron. No enfocó su muerte como un crimen sino como expiación por los pecados. El aspecto sobre el cual se extendió más fue sobre la resurrección de Cristo y el perdón de los pecados, (vv. 30-37). Ver también v. 38, la palabra de exhortación fue palabra de salvación en Jesús.
13:27
"Pues los que habitan en Jerusalén y sus gobernantes, sin reconocerle a Él ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, cumplieron estas escrituras, condenándole". Las leen pero no las entienden, tienen un velo sobre el rostro (2 Co. 3:14-16).
13:29-37
Amado, ¿has probado los muchos consuelos que trae meditar en nuestra resurrección? Si lo has hecho con frecuencia habrás notado como los terrores de la muerte se disipan y en su lugar queda una dicha incomparable en el corazón. Quien medita en la resurrección no tiembla por la muerte, no la considera, casi no le pone atención porque sus ojos, como los de Esteban, se alzan y miran a Jesús sentado a la diestra de Dios. El gozo real de mirar a Cristo, de contemplar su rostro y su belleza, de entrar a formar parte de la santa Trinidad, de hallarse en la compañía de los justos hechos perfectos, de millares de ángeles, de Dios el juez justo, disipa cualquier temblor que se pudiera tener al esperar el golpe fatal que ha de enviar el cuerpo a la sepultura. Pablo creía mucho en la resurrección, echaba mano de la vida eterna cada vez que se acercaba el peligro. Casi que se reía de ella y con palabra elocuentemente desafiante le dice: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón y dónde está, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Co. 15:53-57).
Mira la extensión que toma la resurrección en comparación con lo otro; lo mismo que en los evangelios. Los cuarenta días de Cristo, resucitado, ocupan una porción relativamente mayor que cualquier otro evento antes de la crucifixión; quizás comparable a la natividad relatada por Lucas. Pero fíjate bien que está predicando a judíos que no conocen nada de Jesús (v. 15); su método fue comenzar por la historia de Israel (v. 17), hasta llegar a Jesús y anunciarles la salvación (vv.23, 26), el cumplimiento de la promesa (v. 32), el perdón de los pecados (v.38). Como ha hablado de la muerte de cruz de Jesús tiene que hacer explicaciones escriturales al respecto, antes que de lleno aborde el tema de la resurrección. Explicaciones que no son promesas de resurrección pero explican la resurrección. La primera está en el v. 33, "mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy" (Sal. 2:7). Esta cita va dirigida a demostrar que era Hijo de Dios, como el centurión dijo, no un vulgar delincuente, no un engañador. Esa explicación importantísima, la misma que él dijo sobre la cual edificaría su iglesia.
La segunda explicación está en el v. 34, "Os daré las misericordias fieles de David" (Isa. 26: 19-21; 55:3), por las cual aquel santo varón suspiraba, hallarse siempre en la casa de Dios, encontrar en su diestra "delicias para siempre" "y en la casa de Jehová" morar "por largos días". Esas misericordias prometidas a David, son las que tenemos en la resurrección de Cristo, hallarnos con Cristo en Dios, para siempre.
Y por último, eso es precisamente lo que les está demostrando, que David no resucitó, quedando la promesa de misericordia incumplida hasta que viniese el Cristo; entonces El, el santo, se levantaría sin padecer la corrupción. Para Pablo, las palabras de David quedaron como un deseo incumplido, una honda aspiración, palabras de fe que todavía para él no han hallado cumplimiento. Sin embargo en Cristo aquellos deseos se satisfacen. David murió sin que Dios cumpliera todos sus deseos, pero lleno de la esperanza de vida eterna, que al fin de los días habría de levantarse para recibir su premio.
13:36
“Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios”. ¿No era una generación “perversa” ( 2: 40), o en la distancia “maligna y perversa” (Flp. 2:15)? Sí lo era, y el mejor modo de servirla es siendo salvos nosotros y brillar dentro de ella como luminares. No sólo cubriendo sus necesidades sino como Pedro, exhortándola para que sea salva. Amén.
13:43
"Les instaban a perseverar en la gracia de Dios". Perseverar en la gracia es perseverar en Cristo.
13:46; 18:6
"Dignos". No que se consideraban indignos de recibirla, es como si dijeran: "No soy tan poco digno para aceptar a Jesús", aceptar la palabra de Dios. Y eso que ella es palabra fiel y digna de ser recibida por todos (1 Ti. 1:15). Y Pablo les volvió la espalda. ¿No ves? Los que se quedan sin la vida eterna es porque no la quieren.
No mire con malos ojos la doctrina de la predestinación
13:48
"Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna". No es exactamente todos los que quisieron, que aceptaron la palabra, sino los "ordenados". Esto no se dice como algo previo a la predicación: "Creerán los que Dios haya ordenado" sino posterior como para explicar el rechazo de muchos y preservarse del desaliento, aunque eso no cambia lo que ha dicho puesto que la palabra significa que creyeron solamente los que Dios había “asignado” “señalado” “determinado”, que es lo que la palabra “ordenado” significa. Los que miran con malos ojos la doctrina de la predestinación se defraudan mucho, se lamentan demasiado, no se pueden enjugar ninguna lágrima de los ojos cuando no le hacen caso al mensaje del evangelio, a no ser con el luctuoso pañuelo de la conformidad.
Después de más de casi 50 años (¡se dice fácil, Dios mío!) estudiando la Biblia, predicándola, pastoreando y formando iglesias, y viviendo mi vida cristiana puedo afirmar con inamovible convicción que nadie puede salvarse por medio de su temperamento, tener fe de modo natural, ni ser fiel a Cristo por su propio esfuerzo y ganas, sino porque Dios da la orden que tenga fe y el evangelio obediente la transmite; desde la mollera (si no sabe lo que es eso, es la parte más alta del casco de la cabeza) hasta el calcañar somos salvos por gracia, la fe desde la cabeza hasta la cola pertenece a Dios. He aprendido con el Apóstol a luchar más con Dios por la salvación de otros que con ellos mismos para que la reciban. Si Jesús no dice “quiero” no valen mis ganas.
Volviendo al pasaje, no te desanimes si no todos los que tú querías que creyeran no creyeron. Creerán algunos, los que Dios haya ordenado para que se salven. Reposa y labora. Si alguien desecha su oportunidad otro la toma; eso pasó con la audiencia judía a la que predicaba Pablo, no se consideraban "dignos" de la vida eterna (v.46), no que se consideraran o se sintieran indignos del evangelio sino lo contrario, que eran "demasiado dignos" para tomar la vida eterna, o fingían indignidad, lo cual no es improbable, de todos modos por ese juicio de ellos mismos se excluyeron. Y los gentiles oyendo que Pablo dedicaría su ministerio a ellos y que había una profecía que les garantizaba esa oportunidad se regocijaron y muchos la aprovecharon y “creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna”.
Hch. 3:49
"Y la palabra del Señor se difundía por toda la región". La palabra de Dios era bendecida.
14:1
"Entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud, tanto de judíos como de griegos". ¿Predicamos de tal manera que se conviertan los oyentes? Hablaron, a juzgar por lo anterior, demostrativamente, de que Jesús era el Cristo prometido por la Escritura, el Hijo de Dios. Si la predicación demuestra que es cierto lo que propone, si puede corroborarlo con la Escritura, con la experiencia, con las aplicaciones, entonces con la bendición del Espíritu tenderá a la conversión de los pecadores. Pero si algo no se puede espiritualmente demostrar, ¿quién ha de creerlo? ¿Para qué se predicará sobre ese asunto? La predicación es muy hermosa cuando demuestra, por medio de la Escritura, algo de Cristo.
Hch. 14:3,4
"Con todo, se detuvieron allí mucho tiempo hablando valientemente confiados en el Señor que confirmaba la palabra de su gracia, concediendo que se hicieran señales y prodigios por medio de sus manos". Una vez más se ve que las señales no eran un fin en sí mismas sino para que los débiles pudieran creer el evangelio de verdad. Los milagreros de hoy son más filantrópicos que evangelistas, cuando en contados casos especiales generalmente no se necesitan. Con una predicación fuertemente enraizada en la historia y la revelación es suficiente. Quizás, sabiendo el efecto supersticioso o de asombro que causan las señales entre el pueblo, las practican por anhelos de deificación (14:11). Lo más relevante en el texto es que ellos con osadía predicaban a Cristo y se completaba la divinidad del mensaje con los milagros. Y unos aceptaban el mensaje mientras que otros seguían igual, apegados a los fariseos.
Hch. 14:6,7
"Los apóstoles se dieron cuenta de ello y huyeron a las ciudades de Licaonia, Listra, Derbe, y sus alrededores". Llegaron al límite de resistencia (vv. 2,3); y como ellos mismos habían cortado el privilegio de oír el evangelio, los apóstoles se fueron.
Hch. 14:9
“Este escuchaba hablar a Pablo, el cual, fijando la mirada en él, y viendo que tenía fe para ser sanado”. Si una persona tiene fe para ser sanada pudiera serlo, si el Señor así lo quiere puesto que él es dueño de sus misericordias, pero una fe genuina es gran cosa, algo como si dijera, motiva al Señor. La fe que él da, lleva la recompensa. Pero no se puede hacer una regla de esto. El Señor dejó de hacer maravillas en Nazaret por la incredulidad de ellos pero sanó muchos incrédulos por solo compasión. No le eches la culpa de la falta de fe a alguien que ora y no se cura. Si quiere comprobar el pensamiento de la iglesia posterior a estos primeros tiempos lea Sgo 5:15.
Hch. 14:16
"El cual en las generaciones pasadas permitió que todas las naciones siguieran sus propios caminos"; esa es la razón por la que hay tanta idolatría y pecado del mundo, Dios ha dejado a los hombres ejercer su “libre” albedrío, que jamás los lleva a Dios. Sin elección divina no hay salvación y gracia irresistible no hay quien busque a Dios, no hay ni siquiera uno.
Hch. 14:16, 17
"Y sin embargo, no dejó de dar testimonio de sí mismo, haciendo bien y dándoos lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y de alegría". Mucha lluvia y buena cosecha, haciendo bien aunque eran paganos. Cuando uno ve llover con bendición, y no como una maldición, el corazón se alegra por lo que eso significa para la cosecha, la economía y los trabajadores; pero más se alegra cuando ve la lluvia de la bendición sobre la semilla del evangelio implantado en un corazón que produce a 30%, a 60%, y a 100%. ¡Viva Dios! Dijo Juan que no tenía mayor alegría que ver que uno de sus convertidos permaneciera andando en la verdad del evangelio. (Jn. 15:16; 3 Jn. 1:4).
Hch. 1:18
"Y aun diciendo estas palabras, apenas pudieron impedir que las multitudes les ofrecieran sacrificio". Les dio horror que le quitaran la gloria a Dios para dársela a ellos.
14:21-23
"Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos". Uno de los propósitos de Hechos es mostrarnos la fidelidad de los misioneros y el éxito de la predicación. Ancianos para que les ayudaran a ser fieles en la gracia, les habrán dicho: "Hermanos, cuiden la iglesia, asistan a los que se desanimen, oren por ellos, háblenles". Ellos no le pedían a la gente que alzara la mano para que recibiera a Cristo, sino que los instruían en las verdades salvadoras del evangelio y le mandaban que las obedecieran para que pudieran penetrar en la eternidad. Iban dejando detrás de ellos no una estadística elevadísima de testimonios y números, sino un pueblo obediente a la verdad del Señor: discípulos.
14:25,26
"Y de allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido". La obra que hicieron fue por la gracia de Dios. La obra que les encomendaron, la cumplieron; como salieron y se encomendaron al Señor cumplieron la obra. El que se encomienda al Señor cumple el trabajo que quiere hacer.
14:26-28
"Todas las cosas que Dios había hecho con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe". Lo más importante de ese primer viaje fue que la puerta de la fe el Espíritu Santo la abrió para que los gentiles entraran. Los gentiles de Antioquia se regocijaron, y todo aquello, como hemos ya indicado en la nota anterior, sin culto a la personalidad.
15:2
"Apóstoles y ancianos", las voces autorizadas del cristianismo; Pablo no era mirado por los judios como una voz autoritaria y él siempre lo supo, incluyendo a cristianos judaizantes que pensaban así porque él no había sido del grupo de los doce (1Co.9:1; Ga. 2:6,7).
Concilio en Jerusalén, tema: Ley y Gracia
Hch. 15:5,6
“Pero algunos de la secta de los fariseos que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés”.
Si hubieras estado en Jerusalén en estos momentos y pertenecido al grupo de Pablo y de Bernabé, cuando el último de la secta de los fariseos se sentó, ¿qué hubieras pensado y sentido? ¿Que eran unos extremistas, que no habían entendido bien el evangelio de Cristo, que eran racistas? ¿Que estaban negando los hechos del Espíritu? Aquella victoria de la gracia se debió mucho a Pedro y a Cornelio. Sin la experiencia de ellos y su influencia en el concilio, la reunión hubiera sido más difícil. Pablo y Bernabé secundaron a Pedro contando experiencias espirituales similares a las que todos habían oído (v.12).
Santiago tomó la palabra y habló apoyado más en la autoridad de Pedro que en las palabras de Pablo (entre los judíos no era bien visto). Su proposición fue espiritualmente inteligente, bastante conciliatoria en relación a la posición de los de la secta farisaica, pero que por la nimiedad de algunas prohibiciones legalistas (dejaron fuera la circuncisión, que los había traído al estudio de la cuestión y el sábado que no tenía ningún problema porque nadie pensaba que era salvador. No había en la reunión ningún Adventista, sin ofenderlos) no pienso que hayan quedado muy satisfechos pero no pudieron hacer nada contra la influencia del grupo abierto a los gentiles, máximo cuando Pedro, una columna de la iglesia y Santiago de por sí el líder superior de ellos, habían hablado de tal modo. Fue el espíritu cristiano, creo, lo que condujo a la reunión a un acuerdo armónico, que pareciera bien a todos y al Espíritu Santo quien había sido el autor principal del cambio desde la tradicional posición judaica hacia la nueva gentil.
En la forma en que se toma el acuerdo y las razones, se mira más el propósito de unidad de la iglesia y dejar que las cosas entre los gentiles corran de un modo distinto, por temor a oponerse al Espíritu más que por otras ganas. Fue un acuerdo más moral y eclesiástico que teológico. Pero me gozo viendo el espíritu cristiano de este primer concilio en Jerusalén, y con el espíritu con que trataron el asunto aun en las discusiones.
15:5-11
“Creemos más bien que somos salvos por la gracia del Señor Jesús, de la misma manera que ellos también lo son”. Pablo tuvo que saltar de gozo al oír a Pedro decir esto. Si Dios le había dado aquella experiencia (visión) en casa de Cornelio era para este momento. El libro de los Hechos es anti judaizante. Nota que expresa la opinión del muy estricto e influyente Jacobo (v. 13; Ga.1:19; 2:12).
Hch. 15:8,9
“Y Dios, que conoce el corazón, les dio testimonio dándoles el Espíritu Santo, así como también nos lo dio a nosotros”. Salta de gozo gentil, todos los privilegios que Dios dio a los judíos te los da a ti también por medio de Cristo. Y la principal objeción que hacían, que eran inmundos, quedaba desechada porque por la fe, no por la ley, sus vidas habían cambiado y eran otros por la virtud del Espíritu Santo (10:15). Pedro sabía que de circuncidarse los cristianos tenían que guardar toda la ley, (v. 10; Ga. 5:3). El pueblo suspiraba por un cambio (Mt. 11:28-30).
No hay que ir de acá para allá probando religiones
Hch. 15:8-11
"Y ninguna distinción hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones". ¿Qué te parece, amado? Pensaban que los pobres gentiles eran demasiado sucios, inmundos y abominables para poder ser salvos “lo mismo que ellos” (10:28), que el Espíritu Santo no podría jamás decidirse a morar dentro de corazones tan impuros (11:15-18) ¿No es eso pensar que uno puede ser cristiano, santo, sólo cuando se está preparado moralmente por una religión determinada? ¿Quién ha dicho que para recibir a Cristo hay que prepararse? (no en ese sentido ver Mt. 3:3). No es porque ellos tuvieran un alto concepto del Espíritu Santo, sino de ellos mismos. Ignoraban que lo que purifica a un pecador es la fe, no la religión, que no hay necesidad de ingresar, hacerse miembro, profesar una filiación a una secta o iglesia para poder tener limpio el corazón y derecho a la vida eterna. No, a Cristo no hay que recibirlo después de haber ido para acá y para allá probando religiones, métodos, haciendo conquistas morales sobre uno mismo. Cuando el buen Pedro dijo fe lo había dicho todo, esa pequeña palabra sustituía todo el sistema mosaico, todas las sectas, toda la salvación por obras. Eso era algo que él mismo había vivido, lo había contemplado con sus ojos; no había necesidad de hacer cirugías a los niños para que fueran salvos, no hacía falta ninguna preparación religiosa; creer en Cristo era suficiente y la fe misma obraría mil veces mejor que las abluciones y los ritos, purificaría el corazón de ellos y las malas mañas, las perversas costumbres, las macabras prácticas y todas las inmoralidades serían cosas del pasado cuando hubiesen creído. ¿Crees ese pequeño discurso? Pedro sabía que Dios había abierto la puerta de la fe a los gentiles (14:27) y en aquella reunión habla de modo que nadie se la fuera a cerrar.
Hch. 15:12
"Toda la multitud hizo silencio, y escuchaban a Bernabé y a Pablo, que relataban las señales y prodigios que Dios había hecho entre los gentiles por medio de ellos". Si usaron algún argumento escritural no lo sabemos pero sí que ellos apelaron a la experiencia cristiana para el cambio de ley. Momentos difíciles. ¿Cómo cambiar la Escritura por experiencias espirituales individuales? Pablo posteriormente no usó la experiencia cristiana sino las Escrituras.
15:16
“Después de esto volveré, y reedificaré el tabernáculo de David que ha caído. Y reedificaré sus ruinas, y lo levantaré de nuevo”. Jacobo pensaba mientras los demás hablaban: "¿Qué dice la Escritura?". Lo mismo hago yo en esa situación. ¿Para qué? Para aprobar lo mejor (Ro. 2:18).
Hch. 15:19
"Por tanto, yo juzgo que no molestemos a los que de entre los gentiles se convierten a Dios". No mencionó la circuncisión (v.1); escogió puntos menores de la ley; y por supuesto que si no se circuncidan no están obligados al día de reposo (v. 20). Esta fue una fórmula de concordia no muy difícil de llevar y fuertemente moral y llena de conversión. Pablo se quedó callado, pero no llegó a considerarlo definitivo en lo ceremonial (1Co. 8).
15:19-21
"Sino que les escribamos que se abstengan de cosas contaminadas por los ídolos, de fornicación, de lo estrangulado y de sangre". Cuando uno lee el principio de lo que dijo no espera que haga esa proposición, que aunque ponía un lado la circuncisión hace, por condescendencia innecesaria, lo de ahogado y sangre; su intención fue poner una fórmula de reconciliación, aunque innecesaria, máximo cuando Pedro había hablado en términos tan radicales (10:11). ¿No ves, a veces no se pueden reconciliar dos posiciones? Hubiera sido mejor ya que la salvación es por gracia, y Dios purifica porque la fe los corazones (v.9), no usar la ley. Sin embargo él piensa que fue un acuerdo aprobado por el Espíritu Santo (vv.28,29). Sí, por la conciliación que se le logró y como un acuerdo provisional, para el momento que iría perdiendo su importancia por cuanto se aclaró que no era un requisito para la salvación sino una práctica buena, de consuelo (v.31). Si dejan la circuncisión afuera no tienen que guardar la ley.
Presta atención a los acuerdos de la iglesia
Hch. 15:28, 29
“Porque pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros mayor carga que estas cosas esenciales: que os abstengáis de cosas sacrificadas a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de fornicación. Si os guardáis de tales cosas, bien haréis. Pasadlo bien”. ¿No has oído como algunos desprecian los acuerdos en Concilios? Algunos se equivocaron en lo que acordaron, pero a otros, como a éste, debemos mucho. Amado ¿crees en el Espíritu Santo como dice el Credo? Yo sé que crees. ¡Oh que todos nosotros creyésemos al Espíritu! Oímos hablar de no apagar al Espíritu, de no contristar al Espíritu; pero la iglesia debiera ponerle atención también a los acuerdos del Espíritu. Nota como el Santo Espíritu participa de la vida de la iglesia. El libro de los hechos está lleno del Espíritu y los corazones de la iglesia también; nada mis hermanitos, hasta lo más pequeño dentro de ella está lleno de su Espíritu. Esa es la diferencia entre la iglesia y cualquiera otra organización humana, que la Tercera Persona de la Santa Trinidad se halla en ella. No sólo en los dones, sino que en otros rincones de ella podemos mirar y allí hallamos al Espíritu, donde no acostumbramos pasar nuestros ojos. Observa, por ejemplo, sus acuerdos. En el v. 25 dice: "Nos ha parecido bien habiendo llegado a un acuerdo". Haber podido alcanzar un acuerdo sobre esta materia fue una victoria del Espíritu porque expresa unidad en la iglesia, progreso porque cada uno se sitúa en un punto fuera de su posición anterior, accede a renunciar a algo y acepta otras cosas que quizás rechazaba. Un acuerdo es una expresión de madurez de pensamiento, de sentimientos, de amor por la unidad de la iglesia, conciencia de participar en una causa común. Es una victoria del Espíritu que alumbra los ojos del entendimiento y un progreso para continuar avanzando en paz. No hay revelación, ni visión sino discusión y reflexión. Para ellos y para el Espíritu Santo es importante la unidad de concordia de la iglesia. Los gentiles obtuvieron una gran victoria allí (v. 31).
Hch. 15:36
"Volvamos y visitemos a los hermanos en todas las ciudades dónde hemos proclamado la palabra del Señor, para ver cómo están". Volvieron a visitar a los hermanos para ver si la gracia recibida había sido permanente.
16:3
"Pablo quiso que éste fuera con él, y lo tomó y lo circuncidó por causa de los judíos que había en aquellas regiones, porque todos sabían que su padre era griego". Y ¿cómo interpreta esto de acuerdo a Ga. 2:3; 6:12? Lo hizo por una estrategia misionera y no como un requisito de salvación. Timoteo sabía que aquello no lo estaba obligando a guardar la ley. Sin embargo, no pienso que ninguno de los dos temía estar ofendiendo a Dios usando el rito como una cobertura estratégica. ¿No fue esa la motivación de lo que hizo en Jerusalén? (Hch.21:21-26).
16:4
"Y conforme pasaban por las ciudades, entregaban los acuerdos tomados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que los observaran". ¿Cuáles? ¿15:29? Esto haciendo no para acentuar el judaísmo sino al contrario, y para que vieran que estaba en línea apostólica. Aun las iglesias paulinas, al principio, no eran tan libres como las de hoy.
16:5
"Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y diariamente crecían en número". ¡Oh quién pudiera! El crecimiento en la fe, no automáticamente ni como un producto lógico, sino con la bendición del Espíritu, produce el aumento en números en la iglesia. Más estudios bíblicos y más oración; más obediencia espiritual a la palabra, menos fariseísmo y más gracia cristiana.
Hch. 16:6,7
"Pasaron por la región de Frigia y Galacia, habiendo sido impedidos por el Espíritu Santo de hablar la palabra en Asia, y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió". “Frigia una gran región del Asia Central, muy montañosa y con grandes mesetas que alcanzan la altura de 4000 pies. El nombre se deriva de una tribu frigia de Tracia que significa seco, los cuales en tiempos antiguos invadieron el país absorbiendo todos estos habitantes asiáticos entre los cuales se encontraban los heteos o hititas. De ese modo los frigios absorbieron mucho de la civilización oriental especialmente su mitología la cual después transfirieron hacia Europa. Es difícil marcar las fronteras de Frigia como la región del Asia Menor. Se han hallado incontables ruinas y muchas tumbas cavadas en la roca. En tiempos romanos, cuando Pablo viajó por allí, el país estaba dividido en dos partes, uno de las cuales era conocida como la Galacia Frigia y la otra como Asia Frigia, porque era parte de la provincia romana de Asia. La Galacia Frigia era pequeña, extendiéndose junto a las montañas de Pisidia y sus ciudades más importantes fueron Antioquia, Iconio y Apolonia. Actualmente una parte de esa región pertenece a Turquía cuya residencia se encuentra en Konia, la antigua Iconio. La población consiste de turcos, griegos, armenios, judíos, kurdos y otras muchas tribus de ancestros desconocidos, lo mismo que sus costumbres y religiones. La gente vive mayormente en villas y practican principalmente el pastoreo de ovejas y cabras. Según Hch.2:10, judíos de Frigia fueron a Jerusalén, y en Hch.18: 23, Pablo pasó por allí confirmando a los discípulos. Según Hch.16:6, Pablo atravesó el país en su viaje desde Listra hacia Iconio y Antioquia en la provincia Frigia de Galacia. La segunda vez le fue prohibido predicar allí. El cristianismo fue introducido allí por Pablo y Bernabé como sabemos por Hch.13:4; 16:1-6; 18:23, sin embargo no se propagó rápidamente. Después fueron fundadas Iglesias allí quizás por Timoteo o Juan en Colosas, Laodicea e Hierápolis”. (ISBE). Un ministerio completamente dirigido por el Espíritu.
“En lugar de “el Espíritu”, meramente eso, “el Espíritu de Jesús” es lo que aparece en los manuscritos ABCDE y varios otros entre los cuales se halla la Siriaca, la Copta, Etíope, Armenia, la Vulgata, la Italia, y varios de los padres de la iglesia, que tienen “el Espíritu de Jesús”. Es lectura es indudablemente genuina y debí toda era ser restaurada al texto” (Clarke).
Hazme dócil al Espíritu, Señor
Hch. 16:6-9
"Por la noche se le mostró a Pablo una visión: un hombre de Macedonia estaba de pie, suplicándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos". “Probablemente esto ocurrió hace porque (1) Europa estaba madura para que entrara en ella el grupo de misionek
ros, y (2) otros instrumentos sería honrado para establecer el evangelio en las regiones orientales del Asia Menor, especialmente el apóstol Pedro (1Pe. 1:1). Al final del primer siglo, como da testimonio el gobernador Plinio, Bitinia estaba llena de cristianos. “Esta es la primera vez que el Espíritu Santo en la cual él expresamente determina el curso que deben seguir los esfuerzos evangelizadores de las naciones, y su designio fue mostrar que es él quien dirige la obra misionera, como la había hecho anteriormente de modo normal sin interrupción, y que puede cambiar el sentido las cosas y dirigirlo hacia donde él indique que es más conveniente por alguna razón”.
Una puerta Dios la cierra y abre otra. El lugar de trabajo misionero lo elige el Señor. Fíjate que el Espíritu no les dijo dónde, pero recibió una invitación. Sería un ángel investido como los macedonios pidiendo ayuda espiritual, que un misionero fuera a predicar el evangelio. Pero no es el ángel que reclama la ayuda sino los macedonios. Oh Señor enséñanos a esperar tranquilos alguna señal del cielo a donde tenemos que ir. Si la puerta en Bitinia se me cierra y se abre en Filipos ¿por qué allí he de lamentarme que no pude entrar a Bitinia ni viviré deseando esa posibilidad frustrada por Dios? No. Yo soy un empleado de Dios y es él quien está a cargo de administrar su estrategia. Si en Asia termino iré a Europa, sin chistar, contento, Amén.
Miraron cómo estaban las cosas y decidieron no ir
Hch. 16:6-8
“Pero el Espíritu se los prohibió”. Ahí tienes pruebas de que es el Espíritu Santo quien dirige la obra misionera. Lucas en lugar de decir que el Señor se lo prohibió, dice que "el Espíritu no se lo permitió". No fue la visión de un ángel ni Jesús estuvo en visión a su lado, no, fue el Espíritu. El Espíritu habla de modo distinto, si hubiera sido un profeta quien le dijo que no fuera al Asia, posiblemente se registrara su nombre como el de Agabo o lo indicara como en 21:4. En mi exposición hago uso de esa posibilidad. Aquí lo miro desde otro ángulo. Las palabras "no se lo permitió" me parece que tiene que ver con los acontecimientos, que no le fueron favorables de ningún modo, se sucedieron los obstáculos uno tras otro, barreras e impedimentos hicieron que el apóstol se diera cuenta que se trataba del Espíritu Santo que no permitía que las condiciones le fueran favorables y se vio obligado a cancelar el proyecto. El Espíritu habla por las situaciones; permisos, apoyos financieros, salud, transportación, cambio de planes, etc. Todas fueron negativas, rechazos; por dos veces intentó ir pero por dos veces no pudo. Gracias al Señor que no adjudicó a Satanás las imposibilidades sino al Espíritu (Ro.1:13; 1Co.16:9). Oh Dios, danos sabiduría para poder interpretar las circunstancias y conocer cuando dices que sí o cuando dices que no; tú sabes lo fácil que nos equivocamos.
16:9,10
"Cuando tuvo la visión, enseguida procuramos ir a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado para anunciarles el evangelio". Quizás Pablo se hallaba perplejo, sin saber qué rumbo tomar; pero no se movió de allí hasta que no tuvo una indicación celestial. Nadie le sugirió el lugar, ni llegó al punto como una solución de estrategia misionera. No fue allá buscando el clima, ni por reunirse con sus familiares, ni porque le darían mejor paga; sino porque el Señor le pidió que fuera a predicar el evangelio. El Espíritu Santo es el que mueve los misioneros y ejecuta los traslados pastorales. La primera razón que da seguridad a un misionero para ir de un lugar a otro es su convicción que da por cierto, que va allá en primer lugar para predicar el evangelio; que se pasa para ayudar a los macedonios, no por interés personal.
Hch. 16:14,15
“Cuando ella y su familia se bautizaron, nos rogó, diciendo: Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid a mi casa y quedaos en ella. Y nos persuadió a ir”. Una mujer así empezó la iglesia. Se bautizó pronto. Del grupo Lidia entró al evangelio y cerró la puerta tras sí. La persona que mejor atendió el evangelio fue ella. ¡Qué fácil fue su conversión! No tuvo el más ligero contratiempo. Esto es un resumen de su salvación. El hecho de ser bautizada ya con eso señala su aceptación de Cristo. En ese momento era así, así debiera ser. Le hablaron y aceptó. ¿Cómo juzgarla en tan poco tiempo? Quiso decir: "Si he sido fiel al bautizarme, si juzgas mi profesión como sincera, y si he hecho lo que dijiste, si confías en mí ven a mi casa". La opinión del pastor sobre nuestra conversión es saludable. Uno puede estar engañándose. Y si hay dudas él puede ayudar a entenderlas y borrarlas. Nota que no dice que creyó y fue bautizada sino que su corazón fue abierto para que atendiera las palabras del apóstol y luego fue bautizada. Lucas pasa por alto su fe, su testimonio, quizás el derramamiento del Espíritu, salta acontecimientos espirituales importantes o más bien los resume en unas pocas palabras: "El Señor abrió el corazón" y "atenta". Dios le cautivó la atención y se mostró espiritualmente muy interesada en la conversación por lo interesante del tema.
Hch. 16:16-18
"Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, gritaba diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os proclaman el camino de salvación". Hay adivinadores que son impostores, con engaños descubren el pasado de una persona e inventan el futuro para el cual ellos venden una solución, pero otros como esta muchacha, son personas enfermas por el diablo, actúan con poderes satánicos, no divinos y parecen profetas o profetizas. Hablan como si fueran ángeles de Dios cuando testifican de los ministros. Siempre lo que dicen es para hacerse pasar por una persona buena y con sanas intenciones. Introducirse, eso es lo que quería, meterse dentro de la iglesia; tomar participación en la obra misionera, en el culto, para sembrar discordias y herejías.
16:18
"Desagradando". Quiere decir que sufría con aquello y se preocupaba. ¿Perdió la paciencia y eso le trajo problemas y cayó en un ardid del diablo? Es difícil ser justo, por los resultados se ve que Dios lo encaminó todo para bien y el carcelero fue salvo. Era muy difícil entrar hasta donde estaba ese hombre para que fuera salvo, sin pagar un alto precio para rescatarlo. Mira dos cosas: la seguridad que los escogidos van a ser salvos y el precio que tienen que pagar los misioneros, evangelistas para lograrlo. Compara la salvación de Lidia sin problemas, en un culto de oración con la de otros en lugares turbulentos, con gran oposición demoníaca; unos han sido cultivados por Dios por años para que reciban la fe fácilmente pero otros son siervos del diablo y por años ellos han contribuido a afirmar su reino. Tomemos un respiro con este ejemplo, batallar para penetrar las fronteras del demonio y apoyemos con oración y dinero a esos sacrificados soldados que son tratados con tanta violencia.
Es fácil cantar en la iglesia
Hch. 16:25-30
“A media noche oraban y cantaban himnos a Dios y los presos los oían”.
Es fácil cantar en la iglesia o en el hogar, o elevar alabanzas cuando uno está alegre como dice Santiago. Pero ¿en el calabozo de más adentro, en un pozo, un hueco oscuro, encadenados los pies y la espalda sangrando? ¿Por qué Pablo y Silas cantan y con qué propósito? ¿Porque ninguna herida es mortal? Algunas posibles razones pudieran ser no por gratitud, porque los han golpeado, los han sujetado en el cepo; no cantan porque están felices; cantan porque oran; los que oran pueden cantar aún en el dolor, y en la cárcel es una cosa extraña que alguien cante, cante canciones religiosas, después de ser torturado y no blasfeme, maldiga, jure y amenace, y eso a tan altas horas de la noche, las 12, y la razón que me parece más plausible es que quieren comunicarse con los otros presos, no por toques en la pared ni con mensajes escritos sino que en ese momento consideran que aquellos prisioneros son su auditorio y cuando el varón macedonio se les apareció en visión y le dijo “pasa y ayúdanos” estaba pensando en una mujer llamada Lidia de Tiatira, en el carcelero y algunos presos. La cárcel estaba incluida en el programa de Dios en Filipo, pero irían allí no como capellanes sino como presos y no como predicadores sino como dos cantantes cristianos y cantan las doctrinas de la salvación porque el carcelero les preguntó cómo se salva una persona.
Observa que aquellos himnos podían sustituir los sermones, contenían la palabra de Dios elaborada, si eran salmos elaborados, no letra por letra, elaborados con el evangelio y la experiencia cristiana, ampliados, de modo que no se notaba la ausencia de la predicación porque ellos la sustituían, algo así como “despiértate tú que duermes y levántate de los muertos y te alumbrará Cristo”. Algunos han supuesto que aquí se trata de alguna reminiscencia bíblica, o de algún libro apócrifo, o de algún otro escritor secular, pero otros autores piensan que se trata de un himno que la iglesia cantaba y que el apóstol les está diciendo: "¿Acaso ustedes cantan una cosa y viven otra?".
Hoy se han hecho populares himnos y coros que cuentan las superficiales experiencias de sus autores, que con demasiada frecuencia no son más que palabras vacías con las cuales en arrogancia, por no decir sacrilegio, han desplazado himnos con textura doctrinal que han compuesto los antiguos. Coros que pueden ser clasificados como los restaurantes de comida rápida, 7/11, porque tienen “seven words eleven times song”. Siete palabras once veces repetidas.
Sin embargo, Pablo canta otra cosa. He aquí un himno teológico.
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en Gloria” (1Ti.3:16).
Un himno, pienso que lo es, que habla de los misterios de Dios, el don de la fe, del arrepentimiento, del bautismo, de los poderes del siglo venidero, del dominio propio, de la resurrección de los muertos, del juicio final; eran temas que mantenían a la gente despierta puesto que los presos los oían, no se dormían oyendo música cristiana; un no converso no se puede dormir oyendo himnos cristianos de salvación, no era buena música con letra barata, no era buena voz con letra cursi o afeminada. Cantaban, como decía José Martí, no “dolorcillos propios” sino los grandes misterios de la piedad.
Canten a cualquier auditorio aunque sea pequeño, innoble, inculto, como a presidiarios, a almas que tienen necesidad de salvación. Los verdaderos cantantes de Dios no escogen sus auditorios, Dios lo escoge para ellos, como al coro de ángeles que Dios envió a los pastores de Belén. Canten los cánticos de Sion (Sal.137:3), que son los que los babilonios quieren oír, necesitan oír, con la música y la letra de Sion. Babilonia tiene sus músicos, sus guarachas, sus merengues, su pop-music, su rap, ustedes no canten con la música de Babilonia sino la de Sion, la que hace contraste, la que ellos no tienen. Hagan conciertos no en los teatros, ni siquiera en las iglesias, los conciertos en las iglesias son nuestros cultos los domingos, canten en las cárceles, en los hospitales, canten en los centros comerciales, canten y vendan baratos los cánticos, por una blanca para que lo compre la viuda pobre o por un cuarto que es lo que valen dos pajarillos, o un cuadrante, un centavo, ¡no 50 dólares la entrada señores!, canten no para realizar una vocación sino para gastar esa vocación. Si uno canta para realizarse canta por causa de su nombre, para que rutile dentro de una constelación de estrellas usando como pretexto la música cristiana.
Canten con la vida aunque sea para ingratos…
El ruiseñor y la rosa
(Oscar Wilde)
“-No necesito más que una rosa roja -gritó el ruiseñor-, una sola rosa roja. ¿No hay ningún medio para que yo la consiga?
-Hay un medio -respondió el rosal-, pero es tan terrible que no me atrevo a decírtelo.
-Dímelo -contestó el ruiseñor-. No soy miedoso.
-Si necesitas una rosa roja -dijo el rosal -, tienes que hacerla con notas de música al claro de luna y teñirla con sangre de tu propio corazón. Cantarás para mí con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para mí durante toda la noche y las espinas te atravesarán el corazón: la sangre de tu vida correrá por mis venas y se convertirá en sangre mía.
Y cuando la luna brillaba en los cielos, el ruiseñor voló al rosal y colocó su pecho contra las espinas.
Y toda la noche cantó con el pecho apoyado sobre las espinas, y la fría luna de cristal se detuvo y estuvo escuchando toda la noche.
Cantó durante toda la noche, y las espinas penetraron cada vez más en su pecho, y la sangre de su vida fluía de su pecho.
Al principio cantó el nacimiento del amor en el corazón de un joven y de una muchacha, y sobre la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras pétalo, canción tras canción.
Primero era pálida como la bruma que flota sobre el río, pálida como los pies de la mañana y argentada como las alas de la aurora.
La rosa que florecía sobre la rama más alta del rosal parecía la sombra de una rosa en un espejo de plata, la sombra de la rosa en un lago.
Pero el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.
-Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.
Y la rosa maravillosa enrojeció como las rosas de Bengala. Purpúreo era el color de los pétalos y purpúreo como un rubí era su corazón.
Pero la voz del ruiseñor desfalleció. Sus breves alas empezaron a batir y una nube se extendió sobre sus ojos.
Su canto se fue debilitando cada vez más. Sintió que algo se le ahogaba en la garganta.
Entonces su canto tuvo un último destello. La blanca luna le oyó y olvidándose de la aurora se detuvo en el cielo.
La rosa roja le oyó; tembló toda ella de arrobamiento y abrió sus pétalos al aire frío del alba.
Canten con todo el corazón, con toda la sangre y el alma, con hemoglobina…
Hch. 16:29-31
"Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos respondieron: Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa". O ¿qué debo hacer para obtener la vida eterna de la cual hablan y cantan? Pudo haberle dicho “arrepiéntete y bautízate para que sean borrados tus pecados” (3. 19), sino cree que es más que dejar un pecado, es seguir a Jesús y esperarlo todo de él. Una persona puede arrepentirse y no tener fe, como Judas Iscariote, Faraón o Saúl, pero si alguien tiene fe se arrepiente. Pueden venir juntos o uno detrás de otro, pero la fe siempre es primera. No voy a decir que alguien puede ser salvo sin arrepentimiento, lo que argumentaré es la importancia primaria que tiene la fe en la salvación. Un solo caso, el mío. Hasta donde recuerdo yo nunca anduve cabizbajo y remordida mi conciencia por mis pecados pidiéndole perdón a Dios para hallar la paz porque vivía sin ley, cuando empecé mi angustia se debía a mi imposibilidad para creer a Dios, trataba de tener fe, quería tenerla y no podía hasta que la hallé, creí que Dios era, He 11.1; creí en la existencia de Dios no por argumentos científicos sino porque clamé y Dios se me acercó, sentí que su palabra era verdad, creí en su existencia y en todo lo demás, en Cristo, en el Espíritu, en la iglesia, en la fraternidad de los hermanos, en la vida nueva, en el cielo, en el infierno, en los ángeles, en todo lo que me enseñan los pastores y maestros y el testimonio de mi fe era vida y calor. Mi conciencia se tornó limpia, delicada, sensible, y mi arrepentimiento fue más una separación de mi antigua vida que un mar de llanto; los antiguos pecados llegaban a mi memoria ya perdonados, di un salto (Søren Kierkegaard), crucé un golfo, el dolor que me producían fue mitigado por la dulzura de la fe y los olvidé todos; mi alma fue instantáneamente llena de Jesús. Y yo era nuevo por dentro. Mi vida cristiana comenzó en la fe y no con el arrepentimiento y aquellas cosas que después lamenté. La fe purificó mi corazón; yo no acepté un plan de salvación ni un manojo de doctrinas, no oré para ser salvo sino para creer, no pedí la vida eterna, deseaba ser sincero en fe, y fui creado, nací, era ciego y vi, la luz brotó en un momento en las tinieblas, Dios dijo: ¡sea la luz, y la luz fue!; me sentí seguro, feliz, creí. Empecé por Dios y Jesús; por el evangelio, no por la ley y los mandamientos. Cuando yo conocí a Moisés ya conocía a Cristo y él había hecho un trabajo mejor y más completo que aquel. Agradó al Padre revelar a su Hijo en mí, no vine a él por un adoctrinamiento moral, nadie me dijo “deja tu pecado o vas al infierno”, mi corazón dijo de Dios “tú no crees en él” y yo le respondí “es cierto, y lloré, y le pedí que se me revelara, que saliera de su escondite, que no podía tener seguridad de él sin su presencia, y se presentó, y no lo vi ni lo oí, pero supe que había llegado o mejor dicho, sentí que había desaparecido mi incredulidad, que estaba en una nueva situación, que había sido movido hacia él, me parece que el movimiento fue mío y no suyo, como Noé que extendió la mano fuera del arca y metió la paloma dentro. Ahora yo estaba en él y en Cristo. Y ya no estuve más enfermo de incredulidad y muerto para la fe.
16:25,32
"Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa". Habían ido a Macedonia dando por cierto que el Señor quería que predicaran allí, y eso procuraban hacer.
Hch. 16:26
"De repente se produjo un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel fueron sacudidos; al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron". ¿Con qué llave fueron abiertas las cerraduras? No es el mundo espiritual dependiente del material, sino al contrario. Los verdaderos poderes y potestades son espirituales. Dios tiene todas las llaves maestras.
17:3
"Explicando y presentando evidencia de que era necesario que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos, y diciendo: Este Jesús, a quien yo os anuncio, es el Cristo". Con Isa 53 le bastaría para probar la necesidad de que el Cristo padeciera, y para la resurrección tenían casos en el A. T.: la resurrección del niño de la viuda, la resurrección del muerto que tocó los huesos del profeta Eliseo. Pero ningún caso de esos fue utilizado por Jesús para enseñar que los muertos resucitarían, sino el pasaje de la zarza (Mr.12:26,27). Jesús no utilizó ejemplos ni casos; fue por deducción, no tanto como una interpretación del texto en sí sino del Dios del texto. Los discípulos no aprendieron la resurrección por la Escritura ni por los sermones de Cristo sino por el hecho mismo de verlo y contemplarlo vivo; fue para ellos una doctrina nueva.
17:4
"Algunos de ellos creyeron, y se unieron a Pablo y a Silas, juntamente con una gran multitud de griegos temerosos de Dios y muchas de las mujeres principales". Eran verdades tan elocuentes que "todos" debían aceptarlas pero fueron sólo algunos. Nota como los judíos se van quedando atrás en gracia. Pocos judíos, muchos hombres griegos, más mujeres.
Hch. 17:7
"Jasón los ha recibido, y todos ellos actúan contra los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Jesús". Por eso es que los evangelistas evitan cualquier juicio político en los evangelios. El evangelio tiene un impacto político pero de otro modo. Jesús mismo evitó una confrontación política con Pilato, y aún con los fariseos. Pero permite crear una política evangélica, permear con humanismo cristiano las leyes y política de la nación.
Hch. 17:6-8
“Al no encontrarlos, arrastraron a Jasón y a algunos de los hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Esos que han trastornado al mundo han venido acá también; y Jasón los ha recibido, y todos ellos actúan contra los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Jesús. Y alborotaron a la multitud y a las autoridades de la ciudad que oían esto”. Estos que ponen el mundo patas arriba han venido aquí. Cambian las costumbres. Se oponen a los dioses, los reducen en número y dejan uno solo, un tal Jesús. Contradicen nuestra filosofía, se oponen a los felices epicúreos y sustituyen la filosofía de los estoicos. Hasta Moisés lo disminuyen y dicen que ese Jesús es superior a Moisés. Enseñan que resucitó, cosa que nadie de nosotros acepta porque contraviene la razón, la física y todas las cátedras de pensamiento. Nuestros negocios se están cerrando porque la idolatría cada día es menos. Vienen menos gentes a nuestros templos y las prostitutas están ociosas. Como si dijeran “van a sacar el mundo de su órbita”. Y eso lo lograban con tres temas de predicación. Que Cristo había resucitado, que era el mesías esperado por Israel, que había muerto por los pecados del mundo y no hacían falta los sacrificios, y la enseñanza de la Biblia como la única palabra de Dios.
Hch. 17:11,12
"Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así". “Nobles” quiere decir bien nacido, de alto rango. Hay que admitir que en todo lugar la gente no era igual para el evangelio: una cuestión ¿racial?, ¿cultural? Hay terrenos que son mejores que otros (Mr.4:20).
Sin embargo no quiere decir que la idiosincrasia de una ciudad o de una nación, aún de una familia, más aun, de un individuo, determine su salvación, si ha de creer en Cristo o no. Es cierto que hay pueblos que culturalmente se han corrompido más que los otros, que hay naciones que parecen ser más duras de corazón para el evangelio que otras; pero eso no quiere decir que esté naturalmente una más dispuesta a aceptar al Señor que las otras. En Apocalipsis leemos que Juan vio los redimidos de todas las tribus, pueblos y lenguas; no dice la proporción pero puede ser que de unos más que de otros. Dios lo sabe.
Pero sí es cierto que el Creador de los pueblos, aquel que permite que una raza prospere más culturalmente que otra, que sea alumbrada con la luz del evangelio primero que otras, forma los corazones de los pueblos a su gusto dándoles ciertas características que les permiten ser salvos con más facilidad que otros. Compara los bereanos con los atenienses (17:21), inclusive, esa nobleza de ellos los favoreció por encima de los tesalonicenses y fueron salvos en mayor número.
¿Has visto el orgullo nacional de todas las gentes? Algunas veces se enorgullecen de aspectos culturales que son una desdicha que los posean, porque suelen ser los mismos motivos pecaminosos que los alejan del Señor y evitan que se conviertan a Cristo, las mismas razones que resisten al Espíritu Santo. Los bereanos, como ciudad, por el gran amor de Dios, tenían un corazón mucho más noble que los de Tesalónica para recibir el evangelio y ni qué decir que Nazaret. El apóstol vio sus trabajos allí avanzar más rápido, enseguida se interesaron en la palabra, la tomaron en sus manos y comenzaron a estudiarla, no porque sospecharan que les predicaban mentiras sino porque lo que estaban oyendo era tan maravilloso que querían documentarse más en el asunto, comprobar con sus propios ojos los misterios que les estaban enseñando; se agrupaban en montones, estaban fascinados, individualmente, hacían preguntas y comentaban: ¡Cómo no lo habíamos visto, cómo nadie nos había enseñado eso!, y les pedían más explicaciones. Por aquella solicitud con que recibieron la palabra, sin tener que discutir con ellos y por el estudio a que enseguida se entregaron, muchos se convirtieron al Señor y cuando el apóstol se marchó dejó detrás de sí una congregación muy bonita, con muchas mujeres de distinción abrazadas a la fe y no pocos hombres al lado de ellas.
Hch. 17:16
"Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía dentro de él al contemplar la ciudad llena de ídolos". Completamente idólatra. Pablo, como otros predicadores, eran siervos de mucha sensibilidad espiritual, ver la gente devorada por el diablo como león rugiente y siendo tragada por el infierno le encogía el corazón; le incendiaba el espíritu y salía a las calles a poner fin a aquello. ¿Cómo uno puede ver la gente entregada al pecado y al servicio de satanás y ser indiferente? No sólo porque un "ídolo nada es en este mundo" o porque "los idólatras no heredarán el reino de Dios" (v.6;1 Co. 6:9), ni porque sean mitos, supersticiones y errores, sino porque por ello son condenados. Eje. Lot (2Pe.2:8). Señor danos sensibilidad espiritual para sentirnos afectados por los pecados de la gente, por los errores religiosos y su corrupción moral.
Hch. 17:18
"También disputaban con él algunos de los filósofos epicúreos y estoicos. Y algunos decían: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece ser un predicador de divinidades extrañas-porque les predicaba a Jesús y la resurrección". Palabrero quiere decir que como un pájaro recoge semillas aquí y allá, o sea, ideas de otros y no propias, un hombre mediocre y pobremente surtido de mente cuya contextura mental está fabricada con retazos ajenos. Pablo, en su obra misionera, siempre llevaba en sus labios el nombre de Jesús. Palabrero en griego significa "uno que recoge semillas". La idea es ridiculizarlo comentando para que los oyeran, que el apóstol no tenía un conocimiento profundo de nada, que era más apariencia intelectual que realidad, habiendo obtenido sus conocimientos de otros, sin una educación profunda y continuada, ni teológica ni filosófica, sino rápida y dentro de un sistema conciso y resúmenes sin explorar completamente el pensamiento de ninguno de los grandes intelectuales de la época y sin haber leído un libro completo. De esa forma lo menospreciaban. Oían por primera vez de sus labios el nombre de Jesús y de la resurrección. ¿Quién es el arrogante aquí, él o ellos? Ellos.
Con la Biblia no se mata el tiempo, se aprovecha
Hch. 17:21
“(Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo)”.
La traducción correcta debe incluir que “no pasaban el tiempo en otra cosa…”. Un testimonio contundente de la vaciedad de la vida de todos ellos. Se aburrían enormemente. El areópago o la Montaña de Marte era un sitio de inquietudes intelectuales donde los epicúreos, los estoicos, los cínicos y estudiantes se reunían para compartir conocimientos de toda clase, físicos, teológicos, medicinales, filosóficos, literarios, etc. Un sitio muy actualizado.
Si usted quería comprar la última novela allí la tenían o le dirían con quién obtenerla. Si deseaba una medicina específica, alguno sabía cuál y dónde hallarla. Pero interiormente pasaba algo, aquella sed por reemplazar lo viejo, sacar las raíces de la vida, deshacerse del pasado, los había conducido a una carrera desaforada para conseguir alguna otra cosa que ya sustituyera a la anterior que no le satisfacía, que los sacara del desencanto y aburrimiento, y los complaciera verdaderamente por más tiempo. Eran hombres mentalmente superiores, con el alma vacía.
A ellos Pablo les presentó la resurrección de Cristo, lo único que podría haberles llenado el espíritu; los quiso motivar en la fe, pero eran incapaces de juzgar espiritualmente la vida y por ende también seguirían vacíos todos los días, “buscando con avidez” los que no les satisfaría nunca ni les daría rumbo y sentido a sus vidas. El único libro que se puede leer mil veces sin aburrición, no son los diálogos de Platón, es la Biblia, y el único tema que se puede decir y escuchar sin cansancio es el de Cristo y las perfecciones de Dios (Flp.3:1), y con él se mata bien el tiempo y se llena el corazón, cosa que no se logra en la famosa colina de Atenas ni embobados por una novelilla producida en Hollywood y distribuida por Netflix o canalillos de televisión hispana.
Hch. 17:23
"Porque mientras pasaba y observaba los objetos de vuestra adoración, hallé también un altar con esta inscripción: AL DIOS DESCONOCIDO. Pues lo que vosotros adoráis sin conocer, eso os anuncio yo". La cita sobre Dios no conocido se refiere a un escrito de Pausanias que dice que en Atenas hay "altares a dioses desconocidos". El altar que el apóstol encontró demuestra el miedo que tenían los atenienses a ofender con sus sacrificios a algún dios que ellos desconocían.
Palabras aplicadas no sólo a paganos sino a "cristianos", como salvación, las doctrinas de la salvación por gracia, la suficiencia de Cristo, mediador, trino en la salvación. ¿Qué de la adoración de los que no le conocen? ¿Qué fe pueden tener si no cambian y purifican sus vidas? ¿Salva la religión? No, salva Cristo.
Hch. 17:22-34
Me parece que el tema de la idolatría es el principal en este discurso y debiéramos quizás aprender de cómo el apóstol maneja el asunto para arrepentimiento (v.30) de aquellos atenienses. Pablo parece hacer cosas extrañas que en otros lugares nunca hizo. Puso en efecto su principio de a todos me hago todo para ganar algunos (1Co.9:22). El altar que halló edificado "al dios no conocido" ni remotamente lo habían construido para Jehová, el único Dios; se hizo pensando en una deidad más y no una sola. Sin embargo el apóstol afirma que ellos lo adoraban sin conocerlo (v.23). Él sabía que estrictamente ellos no adoraban a Dios, y que es imposible en el concepto que él tiene de adoración, adorar algo sin conocerlo; y solamente la imaginación supersticiosa de ellos podía hacer tal cosa. No es Pablo el teólogo el que habla sino el predicador. No comenzó demostrando que era un error teológico adorar algo o alguien sin conocerlo sino que afirma que lo hacen y supone que es correcto; es lo mismo que hace cuando insta a Agripa para que crea y afirma que cree a los profetas (26:27). Es que aunque haya una fe mínima procura desarrollarla y encaminarla por mejor camino. Lo que no hizo fue tomar una actitud de aceptación y admitir aquella fe como la suya. No, y por eso los evangeliza. Obró del mismo modo, sagazmente, cuando citó a los filósofos en relación con la unidad de las razas y la omnipresencia divina (v.28) sin hacer un escrutinio doctrinal de sus palabras. Es evidente que está buscando hallar la menor oposición intelectual posible para presentar a Cristo puesto que parece no tener la prioridad de mostrarles todos los errores del paganismo sino buscar que se arrepientan de sus pecados en relación con la vida y la idolatría en sentido general. Así los sermones como los libros evangelísticos han de dejar para un segundo plano la condena de todos los errores intelectuales y doctrinales para dar la preeminencia a Cristo: Quién fue él y por qué murió. En cuanto a la idolatría no utilizó la ley ni los salmos para desaprobarla, sino que más bien partió de un concepto, el de Dios como creador porque aquella gente no reconocía autoridad sagrada a los documentos judíos y no valía impartir alguna enseñanza partiendo desde ese punto. Podría hacer eso, pero el camino sería muy extenso hasta Jesús. Arribó de lleno al mundo intelectual de ellos en vez de descubrirle el mundo religioso suyo.
Otro aspecto importante es la presentación de un solo Dios creador con dos aspectos descriptivos importantes: auto existe puesto que no necesita alimentos ni adoración, puede pasarse bien sin lo uno y lo otro, la comida él la hizo no porque le hiciera falta a su boca, sino para que participen con acción de gracias de ello los creyentes y en cuanto a la adoración tampoco necesita del culto de animales y sacrificios sagrados. La adoración es una necesidad humana no divina, el sistema sacrificial fue instituido por motivo del pecado del hombre y no por necesidad en el carácter divino.
Dicho esto pasa a exponer el origen común de las razas con un propósito específicamente misionero. Si comparas los vv.26, 27, 30 verás que afirma que todos fuimos creados de una misma pareja, que todos los pueblos tienen un tronco común, según la explicación judía, y que lo revelado por Dios a ese pueblo es para todos y que los acontecimientos salvadores que tuvieron lugar en aquella pequeña región y en los límites de su habitación, son importantes y aplicables a todos los hombres. Pablo mira al mundo a través del prisma judío de la revelación, enfoca el politeísmo griego con el monoteísmo mosaico; juzga los pueblos del mundo por los principios y enseñanzas entregadas por Jehová a Israel y específicamente que el mensaje del evangelio es para todos los pueblos, para todos los hombres en cualquier parte del mundo porque la situación de todos ellos es la misma: Deben arrepentirse.
Con esa ambición espiritual cosmopolita en los labios continúa afirmando dos doctrinas futuras: El Día del Juicio Final y la Resurrección mundial de los muertos (v.31). En este momento es cuando les menciona a Jesús "Aquel varón", a quien el creador del mundo ha entregado todo el juicio y por cuyas palabras todos habrán de ser juzgados. Tuvo que estar refiriéndose a sus palabras precedentes mencionadas en el v.18. Lo del juicio final no los molestó mucho porque lograron acomodarlo al esquema filosófico que tenían, pero la resurrección de Cristo sí chocó violentamente contra todo el sistema pagano y de un salto se pusieron en pie y cortaron el sermón. Por todo lo comentado algunos estiman que Pablo no predicó un buen sermón y se ajustó mucho y por fuera a los filósofos. ¿Qué usted opina?
17:25
"Ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y todas las cosas". A Dios no le hace falta lo tuyo pero a ti sí te hace falta lo de él.
17:26
"Y de uno hizo todas las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la faz de la tierra, habiendo determinado sus tiempos señalados y los límites de su habitación". Viven en donde Dios quiere y duran lo que él desea. Alza su mano y surgen los pueblos, baja su mano y se hunden todos.
17:27
"De alguna manera" trata: ora para que te orientes en tu búsqueda; en la Biblia, en libros cristianos. Que de alguna manera puedas hallarle.
Hch. 17:28
"En él nos movemos". “La versión siria dice “como uno de vuestros sabios ha dicho” pero otros están en plural; y algunos han pensado que el apóstol se refiere a un tipo de verso usado por los poetas llamado yámbico (del griego iambos, pie de la poesía clásica donde una sílaba es breve y otra larga, aclaración mía), y es una cita del poeta Aratus, a quien el apóstol pudiera haber llamado su conciudadano porque era nativo de una ciudad de Cilicia llamada Solis, no lejos de Tarso donde nació Pablo. El poeta era pagano y Pablo está hablando a los paganos por eso es que dice “nuestro”. La expresión puede ser adjudicada dentro de un himno dirigido a Jove (suprema deidad entre los romanos, aclaración mía), escrito por Cleantes quien enseñó en Atenas. También la expresión aparece en Aratus el astrónomo y en el poeta Homero, por eso el plural está justificado” (John Gill).
Nos movemos espiritualmente y físicamente; Dios está en todas partes y su presencia espiritual es más fina que el éter; lo envuelve todo y lo penetra todo: es omnisciente y omnipresente. Y por añadidura inmanente. La vida espiritual de Pablo era un continuo movimiento. Olvidando siempre lo que quedaba atrás, bueno o malo, triste o feliz. No se quedaba estancado en un punto, avanzaba y se transformaba. Acariciaba nuevas ideas y se proponía nuevas metas. Era un movimiento en el Espíritu.
17:30,31
"Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan". Sin abundar más en la documentación teológica para sacarlos de la ignorancia, les habla de arrepentimiento: el arrepentimiento debe producirse inmediatamente que hayamos alcanzado un conocimiento mínimo de Dios o corremos el peligro de convertirnos en escribas de la ley y teólogos no conversos. Es la aplicación de la verdad. ¿Sabes que un día Dios juzgará al mundo por medio de Cristo?
18:1,2
"Y se encontró con un judío que se llamaba Aquila, natural del Ponto, quien acababa de llegar de Italia con Priscila su mujer, pues Claudio había ordenado a todos los judíos que salieran de Roma". Ponto, una región junto al Mar Euxino. “El Mar Negro (conocido como Ponto Euxino en la antigüedad, en griego) es un mar interior situado entre el sudeste de Europa, el Cáucaso y la península de Anatolia, en Asia occidental. Está conectado al Mar Mediterráneo por el Bósforo y el mar de Mármara. Asimismo se comunica con el mar de Azov por el estrecho de Kerch” (Wikipedia). El emperador no sabía el mal que le hacía a Roma expulsando a estos extranjeros santos.
18.
“Y trataba de persuadir a los judíos y a los griegos”. Mira El método o medio por el cual obtenían la fe, la "persuasión" (v.4).
Hch. 18:3
"Y como él era del mismo oficio, se quedó con ellos y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas". Fue una cosa buena que hallara Pablo a estos hermanos y vivieran juntos un tiempo, ocupados en el mismo oficio. Instruye al niño en su carrera y aun cuando sea viejo no se apartará de ella (Pro. 28:6). Es una bendición tener un oficio que permita poseer un negocio y recibir finanzas para sostener o ayudar el ministerio y disminuir la carga económica pastoral sobre la iglesia, y que haya dinero para otras cosas que también son importantes en el reino. Pero parece que Dios ha ordenado que la mayoría de los pastores "vivan del evangelio" (1Co. 9:14).
Hch. 18:5,6
"Pablo se dedicaba por completo a la predicación de la palabra, testificando solemnemente a los judíos que Jesús era el Cristo". Este versículo tiene diversas traducciones. Dice que Pablo estaba “presionado en su espíritu”, incluso rodeado de mucha tristeza por el estado espiritual de sus conciudadanos judíos, o que estaba “presionado por el Espíritu” indicando el Espíritu Santo que hacía presión sobre su alma para que le predicara a los judíos. Y las copias alejandrina, siria y latina en lugar de decir espíritu dicen palabra como si el apóstol no supiera qué decir. Ese no es el sentido.
Pero usando nuestra traducción, quizás no porque entrega todo el tiempo a la predicación porque hacía tiendas, sino porque se entregaba por entero cuando predicaba; cuando había hecho algún dinero dejaba de hacer tiendas y entonces predicaba; aunque dentro del mismo taller también tenía oportunidad para predicar a todos los que pasaban por allí. Pablo podría dedicar menos tiempo real a la predicación que otros pero sus resultados serían mayores, por supuesto por la bendición de Dios, pero también porque la entrega cuando predicaba, cuando entregaba el evangelio era mayor. Se entregaba por entero a su sermón. Si esto fuera correcto los predicadores debiéramos poner más atención en la forma en que entregamos el mensaje, de la misma manera que debemos orar, intensamente (Lc.22:44). El sermón salía de su espíritu de su cuerpo.
Evangelizar es buscar los escogidos
Hch. 18:9-11
"Y por medio de una visión durante la noche, el Señor dijo a Pablo: No temas, sigue hablando y no calles. Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad". Por eso estuvo allí más de un año. Esta es una prueba evidente que predicamos el evangelio para salvar a los escogidos, que son pueblo del Señor antes de oír el evangelio. Le quiso decir, "no vayas a pensar que no habrá nuevas conversiones, no saques la conclusión, por las circunstancias, que yo quiero que te vayas". Señor aquí debe haber más escogidos pero los están alcanzando hermanos de otras denominaciones porque ellos son los que no se callan, oyen por sus labios lo que nosotros debiéramos decirles. La falta de bendición no se debe a que el evangelio sea malo, el grupo pequeño, que no es buena la alabanza, que el lugar no es apropiado, sino porque no tienen a alguien que se los explique bien (Ro.10:14-15); venciendo todo obstáculo (1Te.2:10). "Id y predica el evangelio a toda criatura". Pablo dijo "todo lo he llenado del evangelio"(Ro.15:19); para unos este evangelio ha sido olor de vida para vida y para otros, olor de vida para muerte. ¿Quieres que muchas personas crean? Habla mucho, no se trata tanto de insistir mucho en ciertas personas sino que muchos oigan, todos, (1Co. 6:9-11); es la abundancia de semilla la que tiene que existir dentro del pueblo, abundancia de palabra de Dios, abundancia de predicación, abundancia de testimonio, es la razón por la cual Dios no bendice más la obra evangelizadora de la iglesia y se ha enquistado y no avanza: no se trata de que haya un pecado interno, (lo cual es una desgracia y un obstáculo) el pecado se refiere a que no hacen lo que es apropiado para que obtenga los resultados que apetecen; puede haber pueblo de Dios entre ellos. Esto sirvió para que vencieran el miedo y el desánimo, "cuenta con que los campos están listos para la siega" (Jn.4:35), yo los he preparado y esperan, sin saberlo, por ti".
Dios anima a Pablo con la predestinación
Hechos-11
Aunque algunos piensan que cuando el Señor le dijo: "Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad" se refería al pueblo judío, yo pienso que no, no se trataba de la nación de Israel por el sentido en que fueron dichas estas palabras. Fueron evidentemente dirigidas para animarle. Si el Señor le dice que no tenga miedo, ¿de quién habría de temer sino de sus conciudadanos? Fueron ellos los que se levantaron "de común acuerdo" para acusarlo frente a Galión el procónsul, y fueron ellos los que lo golpearon delante del mismo tribunal sin temer alguna acusación suya. No tiene ningún sentido que le revele que hay muchos judíos, puesto que sería como decirle: "No calles porque tienes muchos enemigos en esta ciudad". No, como el Señor quiere animarle, se refiere a otro pueblo que no tiene que ver con la raza.
Por otra parte, no necesitaba que se lo dijera en visión, si se refería a los judíos en Corinto. Precisamente la ciudad era un sitio bueno para refugio de ellos y no pocos, como Priscila y Aquila expulsados de Roma, habían hallado allí un amable lugar. Y por un tiempo él mismo había estado en contacto con esa comunidad predicándole y tratando de persuadirla (v.4). No hacía falta que le dijera que había muchos judíos porque con el censo de sus ojos lo había conocido.
Además, las palabras deben coincidir con la razón por la cual se encuentra en Corinto. Cuando el Señor le dice: "Tengo mucho pueblo en esta ciudad, no te calles", más o menos le está diciendo: "Tengo mucho pueblo aquí, no te vayas" porque con la boca cerrada él no se hubiera quedado allí. Pablo había dicho públicamente que se iría a los gentiles (v.6); lo mismo que había dicho en otro sitio (13:46,51). Sus intenciones parecían ser marcharse de la ciudad y dejarla atrás. El Señor lo retiene con estas palabras: "Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad", o sea: "Tengo mucho pueblo que se ha de salvar". Tengo mucho pueblo ordenado para vida eterna y se van a salvar con tu predicación (13:46). Se refiere específicamente a la doctrina de la predestinación. Es con ella que lo anima.
18:18
“Y Pablo, después de quedarse muchos días más, se despidió de los hermanos y se embarcó hacia Siria, y con él iban Priscila y Aquila. Y en Cencrea se hizo cortar el cabello, porque tenía hecho un voto”. La versión etíope lee así “habiéndose ellos rapado la cabeza porque tenían hecho voto”, parece referirse con su plural a Aquila y Priscila. La Vulgata se refiere a Aquila y la siríaca a Pablo. Es cierto que "a todos" se hacía "todo" (Co. 9:19-23), pero más que eso revela el uso y provecho que le saca a la ley para su vida cristiana. Nosotros también la usamos así (v.21). Esta es la segunda vez que decide no predicarle más a los judíos (13:46); para él fue una decisión muy dolorosa que absolutamente nunca cumplió (Ro.11).
El pastor es menos famoso pero no menos útil
Hch. 18:27
“Cuando él quiso pasar a Acaya, los hermanos lo animaron, y escribieron a los discípulos que lo recibieran; y cuando llegó, ayudó mucho a los que por la gracia habían creído”. Aunque mayormente el ministerio de Apolos era pastoral, también hacía obra de evangelista. No sólo se dedicaba a educar a las iglesias, “regar” (1Co.3:6), sino también a salvar almas (3:8); algunos en Corinto eran “de Apolos” porque habían conocido al Señor por medio de él o habían sido tan bien edificados con su ministerio que lo preferían a él a quien fue el medio para conocer al Señor. Mi asunto es éste. Si Dios te da el ministerio de ser de gran provecho a los que por la gracia han creído, si entras a las labores de otro, si edificas sobre fundamento ajeno, no pienses que eres menos por eso y que tu vocación es inferior a la de aquellos que son evangelistas y ganadores de almas. Si mucho tenemos que agradecer al que ha sido nuestro ayo para llevarnos a Cristo, no menos al que nos ha edificado con oro, plata, piedras preciosas y madera labrada, a quien le debemos la belleza de nuestra salvación y de nuestra vida cristiana. No eres menos por edificar a los santos. De todos modos, para que te sientas bien, compara tu ministerio pastoral y de maestro de los gentiles con aquellos que son buenos evangelistas, como Felipe, y ganan muchas almas para Cristo. A mí me parece que si poner el fundamento es difícil, lleva mucho más trabajo edificar encima, que sembrar la semilla es mucho más fácil que regarla, cuidarla, podarla, curarla hasta que produzca sus frutos y luego que no se muera. La labor pastoral es muy dura, tanto como la de un evangelista que abre una nueva obra, o que predica en una campaña multitudinaria. Es menos famoso pero no menos útil. La labor pastoral es dura, ingrata y sufrida. Cuidar a los santos es un trabajo delicado y de mucha responsabilidad porque son el tesoro de Dios. Estar día a día trabajando, orando, exhortando, subiendo y bajando con la congregación, llorando, riendo, yendo hacia delante y hacia atrás, enfermándose con ellos, resolviendo sus dudas, siendo paciente con sus debilidades y desconocimientos, curar sus heridas, llorar sus apostasías, sufrir sus desplantes, abusos, brusquedades y malos juicios, y recibir un salario magro, es una tarea para la cual nadie por sí mismo es suficiente. Apolos no sólo era pastor sino también evangelista apologista porque por medio de la Escritura refutaba a los perversos judíos y los convencía de que era el Cristo y esto ya era evangelización. Las disputas terminaban con nuevos miembros agregados a la iglesia. Un pastor, evangelista y apologista, no es extraño que tuviera muchos seguidores y fuera tan admirado y querido por los cristianos de todas las iglesias.
Hch. 18:22-19:6
“Apolos, aunque sólo conocía hasta el último de Juan". Esto no se escribe para desacreditar a Apolos, pues se habla bien de él y se explica su progreso en el ministerio del Espíritu Santo, gracias a la ayuda de Aquila y Priscila. Aunque no se dice, estos discípulos en Efeso tienen que haber sido instruidos en la escuela de Apolos, que enseñaba la ley hasta Juan, (Lc.16:16). Para Lucas como para Pablo, la ley y el Espíritu son dos cosas opuestas (2 Co. 3:5-11; Ga. 3:1-5). Quiere decir que el Espíritu se recibe por medio de Cristo y no de la ley; Pablo les habló de Jesús. Y ellos creyeron en Jesús y oraron por ellos para que realmente fueron salvos y así recibieron el Espíritu Santo, dando testimonio que ahora sí eran cristianos; aunque el propósito del pasaje no es plantear la forma de salvación de ellos o el momento en que ocurre sino que el Espíritu Santo, quien evidencia que una persona es cristiana, no viene por la ley sino por medio de Jesús y a través de un ministerio del Espíritu. Es un esfuerzo más para atraer a los creyentes y ministros de la ley al ministerio del Espíritu Santo. Si eran salvos o no, se deja confuso porque ése no es el propósito en cuestión, pero se infiere que no pudieran serlo, y se bautizaron en el nombre de Jesús porque habían comenzado de nuevo. O lo mismo que en Samaria, para testimonio de la universalidad y unidad del Espíritu.
Sin siquiera oír que hay Espíritu Santo, nadie es cristiano
Hch. 19:1-7
“¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creíste? Ellos dijeron. No. Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”. Si no han oído de él es que está ausente. Este es el caso de doce hombres sin el Espíritu Santo; llamados por Lucas "discípulos", pero en un sentido general, sin genuina conversión a Cristo. Aun el término "creer" asociado al discipulado y al conocimiento de Cristo Jesús no es estrictamente un factor inequívoco de una real conversión al Señor. Los samaritanos y Simón el mago mismo, se les refiere como creyentes y bautizados en agua (8:12,13), sin embargo no tenían el Espíritu Santo; los unos lo recibieron posteriormente, no como una segunda experiencia seguida a la conversión, sino como la única y real experiencia de salvación. Cierto es que los samaritanos estaban mucho más adelantados que Simón, que parece no haber recibido la salvación nunca y que los efesios que la obtuvieron cuando Pablo les predicó y recibieron el Espíritu; pero la nominación de "discípulo" y "creyeron" se hace por Lucas de un modo general sin entrar a evaluar la autenticidad de lo que se ha experimentado.
Los samaritanos no fueron rebautizados en agua porque conocieron el evangelio por intermedio de Felipe, pero por lo que parece, los efesios sí porque estaban totalmente sumidos en la oscuridad evangélica. No es descabellado que fueran discípulos pero más de Juan que de Cristo, si en alguna medida el nombramiento lo implica. La frase "fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús", en la pluma del autor de Hechos no se refiere al agua sino al Santo Espíritu. Los samaritanos no fueron rebautizados en agua ni tampoco los efesios. El símbolo estaba hecho, lo que le faltaba era la sustancia. El desarrollo del relato lo que hace pensar es, como en casa de Cornelio, un derramamiento del Espíritu Santo, por medio de la imposición de manos.
¿No ves como un grupo de personas pueden avanzar en el conocimiento de Cristo, afirmar que son discípulos suyos y sin embargo no haber obtenido el bautismo del Espíritu? No hay conversión sin la recepción del Espíritu (Ro.8:9), eso lo afirma el mismo Pablo, quien con ojo espiritual discernió que estos hombres estaban incompletos.
La pregunta misma de si recibieron el Espíritu cuando creyeron da motivo sólido para pensar en la fe y la recepción del Espíritu son cosas simultáneas, no una separada de la otra; y que contrario a como piensan algunos, ellos no habían recibido dones del Espíritu porque tampoco tenían el Espíritu de regeneración. Pablo va desde afuera hacia adentro, miró sus vidas, oyó la profesión y concluyó que no eran salvos. Estaban lejísimo de haber recibido con fe a Cristo, habrían oído hablar algo de él en relación con Juan, pero perteneciendo a la secta del bautista, la percepción y aceptación del Salvador estaba aún distante.
Den estudios bíblicos y recorten los testimonios
Hch. 19:8-10
"Entró Pablo en la sinagoga, y por tres meses continuó hablando denodadamente, discutiendo y persuadiéndoles acerca del reino de Dios". Por un tiempo los recién convertidos discípulos se reunían juntamente con los no convertidos dentro de la sinagoga formando una sola asamblea, oyendo, edificándose y apoyando los argumentos y exposiciones de Pablo. Las cosas marcharon normalmente mientras el clima que perduró fue de escrutinio e interés por la verdad, pero cuando las cosas cambiaron y se oyeron las primeras blasfemias de los empedernidos, Pablo decidió que era mejor la separación de sus hermanos. Primero porque ya no tenía sentido continuar porque lo que antes era un grupo de estudio perdió su finalidad y los argumentos fueron substituidos por gritos, improperios, amenazas y blasfemias contra Cristo. Segundo, era mejor que los recién convertidos estuviesen tranquilos edificándose en otro lugar y pudieran seguir ayudando a los que estaban buscando la verdad como ellos.
Ese método de hallar un lugar, una escuela, una casa, donde un grupo interesado se reúna e invite a otros a estudiar la Escritura es una forma excelente de confirmar la fe de los que ya la tienen y originarla en los que solamente investigan con alguna atención. Los salones de la iglesia, si no hay otro lugar disponible, son sitios buenos para hacer eso si los concurrentes no ponen más énfasis en ir ellos que en traer a otros a que participen. Aquellas reuniones organizadas por Pablo eran eminentemente evangelísticas y no para descargas emocionales y vertedero de traumas y frustraciones de los asistentes. Me refiero a los testimonios, hoy populares.
Pablo no bendijo su ropa ni Pedro echó algún responso sobre su sombra
Hch. 19:11, 12
“Y Dios hacía milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que incluso llevaban pañuelos o delantales de su cuerpo a los enfermos, y las enfermedades los dejaban y los malos espíritus se iban de ellos”. Éfeso era una ciudad repleta de supersticiones de todas las clases; eso hay que tenerlo en cuenta cuando se interpreta el texto. Esa palabra, tucousaj, significa “algo extraordinario, no común, no usual, no normalmente u ordinariamente hecho”. El “poder” (milagro) que Dios obraba en este sentido fue algo especial, no la forma normal que él tiene de actuar, una cosa especial de acuerdo al sitio, Éfeso, con el fin de adaptar su manera de obrar a las miles de supercherías y fantasías que en aquella ciudad eran muy populares y acaparaban las almas de los ingenuos. Es la forma adecuada para evangelizarlos, no para deslumbrarlos, ni siquiera con el propósito de beneficiar a las personas enfermas. Esa forma especial de operar es parecida a la que tiene lugar en tiempos de Moisés cuando para convencer a Faraón y que deje ir a Israel obra maravillas superiores a la de los magos (Ex.8:7) o en entre Acab, Elías y los profetas de Baal, para convencer al pueblo que no hay otro ni más Dios que Jehová.
Eso de pañuelos ungidos, aguas benditas, perfumes, inciensos y humos raros, no tienen que ver con el Antiguo Testamento sino más bien con el espiritismo, la magia y con satanás, que con el verdadero Dios. Predicar a Cristo y usar esas cosas es como encender una vela a Dios y otra al diablo. Dentro del Nuevo Testamento hallamos algo similar en relación con el apóstol Pedro, cuando la gente salía a la calle para sanarse con su sombra (Hch.5:14-16); y siempre dentro del contexto de la evangelización y no por filantropía o teniendo como vista la exclusiva curación de algún hermano o pecador enfermo. Seguir esto como un patrón y desarrollar una campaña de pañuelos, delantales, cintas, aguas, tiras, cordones y revistas “ungidas” es descender a la pura fantasía o llenar de ignorancia y superstición la iglesia de Cristo. No hay la más pequeña traza de que Pablo ungiera o bendijera sus ropas para que surtieran algún milagro, ni que Pedro echase algún responso sobre su sombra. Estas fueron ocasiones especiales, circunstanciales para evangelizar al mundo y no un medio ordinario, dejado como modelo para los futuros seguidores de la senda apostólica, lo cual sería superstición, y aún fuera de ese contexto, lo es.
19:10
"Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús". Todos oyeron y algunos la recibieron.
Comerciantes religiosos ambulantes
Hch. 19:13-16
“Pero también algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, trataron de invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os ordeno por Jesús, a quien Pablo predica”. Mira lo que hicieron estos exorcistas con el nombre de Jesús, usarlo para componer una fórmula mágica que operara contra la expulsión de demonios. Esto era muy popular en Éfeso donde habían exorcistas en abundancia, de todos los tipos y de todos los precios y clases; y estos hombres ambulantes, famosos seguro, oyendo la popularidad de Pablo y las maravillas que hacía en el Nombre de Jesús, pensaron que podían incorporarlo dentro de sus fantasías y aprovecharse de él como una innovación a su ya amplia colección de palabras mágicas. El resultado fue trágico porque dieron con un endemoniado feroz y al escuchar el nombre del Bendito en los labios de esos magos, se echaron sobre ellos para deshonrarlos delante de todos.
¿No oyes como algunos comerciantes religiosos, ambulantes, o autonombrados evangelistas, andan por ahí echando hechizos, conjuros con el nombre del Señor? Piensan que pueden echar cualquier demonio o curar cualquier dolencia en el pueblo simplemente reprendiendo al demonio o al mal. Es cierto que ese nombre es para nosotros sagrado, pero el nombre es un nombre, que denota su oficio sin que sus letras por sí mismas sirvan para conjurar cualquier cosa. Hay disperso por el mundo un uso supersticioso del Nombre, que más que engrandecerlo lo que hace es achicarlo y deshonrarlo, no trae gloria al evangelio, no hace notable a ningún apóstol ni saca la admiración de la gente sin religión.
No, detrás de la pronunciación del nombre tiene que haber lo que los hijos del señor Esceva no tenían: una vida apostólicamente piadosa. Satanás reconoció el Nombre, identificó a Pablo de quien en Filipos había testificado que: “Son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación” (16:17), pero a ellos dijo: “Pero vosotros, ¿quiénes sois?” (v.15). Dentro del directorio de siervos del Altísimo no aparecían los nombres de ellos; no que le fueran desconocidos sino unos ridículos impostores. La fórmula, que incluía el Nombre de Jesús, no sirvió ni para encantamiento o sortilegio. Es más, no que no sólo no eran distinguidos siervos de Dios sino ni siquiera creyentes en Cristo; invocaban un nombre que ellos no amaban, no veneraban y ni sabían por experiencia lo que significaba. Está muy bien dicho: “A Jesús conozco, sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois?”. El Señor no confiere su poder a cualquier impío ni lo otorga para cualquier uso que no conlleve un derramamiento de su gloria.
19:18
“También muchos de los que habían creído continuaban viniendo, confesando y declarando las cosas que practicaban”. Daban testimonio de la gracia en sus vidas y contaban quiénes habían sido, descubrían su historia. ¿Todos sus pecados? ¿Se desnudaban el alma?
19:11-20
Toma todo el texto: El evangelio entrando al mundo de las tinieblas como un poder superior, competidor; eso es lo que explica por qué Pablo permitió y usó sus ropas como una señal del poder del Señor Jesucristo en esa región y por esa razón; no fue una práctica suya porque como un hecho aislado sería una superstición. Algo similar a esto lo hizo Moisés en Egipto cuando contendía con los hechiceros (Ex.8:7). Nota como la hechicería trata de incluir a Jesús en sus cultos, usar su nombre como uno más. Y los convertidos a Cristo quemaron sus libros, voluntariamente, no hubo una persecución contra esa literatura. Este es el propósito del relato (v.17).
19:14, 15
"Había siete hijos de un tal Esceva". Pablo tenía sus falsos imitadores. No hay término medio; el poder es diabólico o divino. Mira el triunfo del nombre del Señor Jesucristo (v.17), y de la predicación del evangelio (v.20).
19:19
"... muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era 50,000 piezas de plata". Esto se dice porque debemos cambiar de rumbo, limpiar nuestras vidas, dejar lo pasado, aunque cueste mucho dinero. A veces el dinero se interpone en medio de un cambio radical, limita al Espíritu Santo en una transformación completa. Se daban cuenta que sus vidas tenían que cambiar.
El hilo de la bancarrota de Demetrio y del Vaticano, conducen al púlpito de Pablo
Hch. 19:23-26
“Compañeros, sabéis que nuestra prosperidad depende de este comercio”. No todos los que se oponen a los evangélicos tienen la misma razón para hacerlo; los que enfrentaron a Pablo no lo hicieron por los mismos motivos. Los judíos tenían sus razones y los paganos las suyas. Cuando el cristianismo enfrentó al paganismo, éste reaccionó de diversas maneras. Concretamente se le llama paganismo por la creencia y adoración de múltiples dioses a quienes representaban con figuras, muchas veces muy hermosas y elaboradas, de oro, plata y de piedras preciosas. Las cosas del cielo se presentaron bien para comerciar con ellas en la tierra. En Éfeso, cuando llegó el cristianismo allí, existía un amplio culto a la diosa Diana cuya imagen, habían inventado los poetas diciendo que la había enviado el dios de los dioses, Júpiter; y de cuyo templo se vendían prósperamente réplicas en miniaturas. El mensaje apostólico enfatizaba osadamente que no eran dioses los que se hacían con las manos (v.26); y la gente que compraba aquellas figuras santas porque eran eso, santas; al ser persuadida que no tenían ningún valor espiritual, se abstuvieron de invertir en ellas y el negocio de un tal Demetrio, que poseía una gran fábrica con empleados, de pronto se dio cuenta que la venta había bajado enormemente haciendo peligrar su compañía. Como el mercado cayó, investigó por qué y el hilo lo llevó al púlpito cristiano de Pablo. Ahí se formó el llamado disturbio no pequeño por causa del Camino (v.23), porque los intereses del empresario y las doctrinas de Cristo estaban en conflicto. Cuando los intereses financieros de los hombres son tocados por el evangelio, sean ellos paganos o llamados cristianos, brota la confrontación. ¿No es esa la razón por la cual los papistas, aunque sepan que los ídolos no significan nada, no orientan a los feligreses que las dejen de adorar? ¿No es porque si se suprime una superstición idolátrica se desarmaría un grande y ventajoso negocio? El paganismo le da resultado a la Santa Sede. Sabe que si los feligreses acuden al púlpito de Pablo, el Vaticano se declara en bancarrota. Es un decir, porque el negocio es mucho más grande que el de las imágenes.
19:24
“Porque cierto platero que se llamaba Demetrio, que labraba templecillos de plata de Diana y producía no pocas ganancias a los artífices”. Alrededor de la idolatría, la superstición y las ciencias ocultas, se ha levantado un gran negocio; los hombres tienen interés en mantenerlo por la explotación mercantil.
19:26
“Y veis y oís que no sólo en Éfeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido a una gran cantidad de gente, y la ha apartado, diciendo que los dioses hechos con las manos no son dioses verdaderos”. Nota que en última instancia, la forma de extender el reino es con “persuasión”, no con señales: con predicación. Pablo, sus colaboradores y sus convertidos.
19:35
“Puesto que estos hechos son innegables”. ¿No puede contradecirse, que son hechos innegables? Lo que no puede es comprobarse. Dijeron: “¿Quién sabe que es nuestra pastora y que nadie logrará que la dejemos de venerar?”.
19:38
“Demetrio”. Este hombre fue el centro del asunto: la motivación económica. Eso de acusarse los unos a los otros está bien en un tribunal humano, pero no en una sesión de negocios en una iglesia cristiana.
19:40
“Porque ciertamente corremos peligro de ser acusados de sedición en relación con lo acontecido hoy, ya que no existe causa justificada para esto, y por ello no podremos explicar este alboroto”. Mira como el miedo político enseguida enfrió el fanatismo religioso.
20:2
"Y después de recorrer aquellas regiones y de haberlos exhortado mucho, llegó a Grecia". Literalmente el texto dice "con muchas palabras". Esto no es otra cosa que sermones largos (vv.7, 9, 11). No pasaron la noche cantando sino oyendo la Palabra.
El sábado y el domingo
Hch. 20:7
"Y el primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan, Pablo les hablaba, pensando partir al día siguiente, y prolongó su discurso hasta la medianoche". Los discípulos se reunían el domingo para celebrar la cena y comer juntos. También recogían ofrendas (1Co.16:2; los adventistas dicen que este primer día para sacar cuentas, después de haber reposado el sábado. Esa interpretación está tan distante como la tierra del sol). Y por el año cien, en tiempos del anciano Juan, se le tenía ya como el día del Señor (Apc.1:10). No hay ningún mandamiento que nos diga que el sábado sería sustituido por el domingo. Es el argumento de los adventistas. Pero tampoco hay alguno que nos prohíba continuar con los sacrificios y abluciones o incensarios. Es que el séptimo día, sábado, la iglesia cristiana lo incluyó dentro de las ceremonias abolidas por la muerte y resurrección de Cristo. Los cristianos guiados por las circunstancias y el Espíritu, sin acuerdo alguno, por consenso, por costumbre y posiblemente por reflexión cristológica sobre la obra de Cristo, comenzaron a reunirse el domingo. El domingo vino a ser símbolo de la gracia y no de la Ley. Se reunían para orar, tomar la cena y oír la palabra de Dios. Los evangelios y las profecías. Eso nos distingue del judaísmo. Nos bautizamos en el nombre de Jesús y nos reunimos el domingo, día de su resurrección. Es día dedicado a nuestra salvación, para testificar al mundo que somos cristianos, no se guarda el domingo como el sábado, para la salvación. Por nosotros y por la sociedad lo consagramos y rogamos al Señor que lo bendiga. El Señor nos bendice en los otros días para que lo pongamos aparte y lo separemos. Si se toma otro día para reunirse, el mensaje para el mundo no es el mismo, como propone la secularización. Es un día de gracia, del NT y una voz de nuestra cristología. Y en cuanto a salvación, y nada es más importante que ese tema, para son iguales todos los días. Y los hermanos de la época apostólica no contendieron sobre el sábado o el domingo.
20:10
"Pero Pablo bajó y se tendió sobre él, y después de abrazarlo, dijo: No os alarméis, porque está vivo". Quizás haya algunos hermanos que han caído de un tercer piso de pecado y un abrazo tuyo, lleno de amor, será para él su resurrección.
20:17
"Enviando pues desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia". La iglesia de Éfeso tuvo que ser muy querida para él.
20:20,21
"...como no rehuí declarar a vosotros nada que fuera útil, y de enseñaros públicamente y de casa en casa". Es decir: por miedo no he callado nada que fuera útil para salvación, arrepentimiento para con Dios y fe en Cristo.
20:22,23
"...Y ahora, he aquí que yo, atado en espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que allá me sucederá". ¿Caminarías así hacia el peligro con tal de hacer salvos a algunos?
Empezar el ministerio bien y terminarlo super mejor
Hch. 20:24
"Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios". Lucas siente una gran admiración por el ministerio que Pablo recibió del Señor Jesús. Estas cosas son dichas bajo la sombra de mucho peligro (vv.21,23). No es un plan que en paz hizo sino una resolución que tomó y aunque le costara la vida eso era para él terminar su carrera con gozo, porque su meta era hablar de la gracia de Dios en Cristo. En este momento Pablo piensa que lo van a matar en Jerusalén (v.25) y su decisión última fue llamar a sus sucesores (vv.26-37). Es importante, muy importante la clase de pastores que vayan a tomar las iglesias. Les habla primero como a hijos espirituales, como a cristianos, luego como predicadores y les dice lo mismo que antes (v.20), que no se callen por miedo ninguna verdad. Les manifiesta sus temores sobre el futuro del evangelio y predice, porque está seguro, que habrá desviaciones teológicas (vv.29,30). Observa que de nuevo vuelve a hablarles como a creyentes (v.31). Las desviaciones del evangelio son cosas "perversas" (v.22). Si los vv.33-35 se interpretan con el v.29, aquellos herejes harían del ministerio un mercado y los cambios que serían con vistas a sacar dinero de las iglesias. ¿No tiene esa gran denominación doctrinas como el purgatorio, misas por los muertos, promesas, votos, con el fin de recaudar fondos? Si se reformaran y volvieran a la pureza del evangelio original perderían sus ingresos. Y también se encuentran ministros evangélicos sin más escrúpulos que éstos. Su vida no es valiosa para sí sino para Aquel a quien predica, por causa de un ministerio que se le ha entregado, quiero decir llamado. ¡Qué alto es el privilegio de ser nombrado por el Salvador, como ministro del evangelio! Empezarlo bien y terminarlo super mejor.
20:24
"De ninguna cosa hago caso"; de ningún maltrato, ofensa, calumnia, oposición, "escasez, peligro o espada"; seguiré hacia delante usando mi vida como lo determiné hace años. Señor, no quiero hacer caso, ayúdame a tener mis ojos enfrente y no en mis espaldas. Yo no quiero hacer caso de ninguna cosa que me debilite y que no tenga que ver con correr la carrera que tengo por delante. No permitas que nada ni nadie te ponga arrugas en la cara ni canas en tu cabeza. No te deterioren las preocupaciones. No dominen tu mente el miedo y los recuerdos. Echa sobre Jehová tu culpa y tu miedo. Adelante. No hagas caso, supérate y sigue. Lo importante es que termines tu carrera con gozo, contento por ella, afligido por otras cosas: economía, salud, apostasías, pero alegre que mantuviste el llamamiento hasta el final, sostenido por el Señor hasta que seas recibido con gozo.
Hch. 20:28-31
Este discurso a los ministros de Éfeso y Mileto es sumamente importante para nosotros los predicadores del evangelio; el apóstol los citó a ellos aparte porque tenía cosas que decirles en privado y concerniente a ellos mismos y a las iglesias que atendían. Tiene muchos ángulos desde donde mirarlo, quiero decir, desde donde explorar su contenido.
La primera observación que me impresiona es la manera en que lo expresó, les habló a ministros recordándoles lo que ellos eran, profetizando lo que ocurría a las iglesias en relación con la desgracia de algunos; pero les expresó su mensaje teniéndolos como cristianos. Si lees con atención lo que predicó verás que mientras el apóstol les hablaba pensaba que tenía en frente de él a santos, una parte de las iglesias, miembros de ellas, almas. ¿Pudieras aplicar las palabras del v. 26 a un ministro solamente? "Os protesto en el día de hoy que estoy limpio de la sangre de todos". Eso tiene que ver con la salvación de ellos, tanto como la de la iglesia. Es cierto que ellos eran convertidos de su predicación, que fue quien les habló de Cristo y por eso les habla como un pastor lo hace a sus ovejas. Pero teniendo en cuenta eso, ¿por qué hay tan pocos consejos ministeriales en el discurso? No hay instrucciones homiléticas, ni específicas orientaciones éticas pastorales como hace en Timoteo y Tito. No, está hablándoles como a cristianos.
Por un lado se halla su convicción en la predicción que algunos abandonarán sus enseñanzas y por el otro el efecto que eso tendría sobre la salvación de ellos. Pablo se nota melancólico por lo que ha de ocurrir con las iglesias una vez que él estuviese con el Señor, pero más por lo que ha de pasar con sus hijos y compañeros del ministerio, porque teme por la salvación de ellos. Si analizas verás que la apostasía que vislumbra tendrá, según sabe, el abandono de Cristo. Cuando menciona que predicó todas las doctrinas cristianas (v.27), está queriendo decir: "Ustedes las saben, predíquenlas", y esto inmediatamente que habló sobre la sangre de ellos, la salvación; me hace pensar que las cosas perversas que ellos hablarían, no encerradas en el consejo de Dios para la salvación, los conduciría no solamente afuera de lo que llamamos ortodoxia sino del cristianismo, de la salvación. En sus palabras del v.32, hablando de la palabra que puede sobreedificaros, ¿no notas que se dirige a ellos como simples santos? Les menciona el cultivo de la vida espiritual, la sobreedificación en la salvación. Se saca en limpio que las herejías apartan de la salvación al que las cree y que estas se producen por la misma razón que se comete cualquier otro pecado, por la declinación de la vida cristiana. Nuestros pecados nos apartan del Señor primero y luego de sus enseñanzas. Específicamente en el v.28 les exhorta a que cuiden sus vidas espirituales, que miren por ellos mismos primero y luego por el rebaño. Oh Señor, edifícanos, ayúdanos a cuidar nuestras almas como quienes han de dar cuenta por ella; que nunca me preocupe tanto por servir las de otro y abandone la mía misma. Que no me olvide que soy cristiano primero y ministro después.
20:36-39
"Y comenzaron a llorar desconsoladamente, y abrazando a Pablo, lo besaban, afligidos especialmente por la palabra que había dicho de que ya no volverían a ver su rostro". ¿No crees que debían llorar más bien si se acordaban de lo que le iba a pasar al evangelio y a la iglesia? (v.29). Eran pastores de poco tiempo (v.31) y todavía no miraban la obra con la perspectiva de Pablo, que más importante que un ministro es la sana continuidad del evangelio en la iglesia.
Prepárate para lo que viene en camino para tu vida
Hch. 21:4,10-14
"Después de hallar a los discípulos, nos quedamos allí siete días, y ellos le decían a Pablo, por el Espíritu, que no fuera a Jerusalén". ¿Está aquí el Espíritu, revelando o prohibiendo a Pablo que vaya a Jerusalén? A primera vista lo que parece es que le está prohibiendo que continúe con su viaje, pero mirado el texto más de cerca no se trata de eso sino de una revelación de lo que le aguardaba; específicamente eso fue lo que parece que entendió por las palabras que pronuncia en el v. 13: "¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús". Aquí no se dice lo mismo que en 16:6,7 que el Espíritu se lo prohibió, sino que le anunció por boca de los profetas (quizás las hijas de Felipe, ellas también le dijeron lo mismo) lo que le esperaba con el fin de que se preparase espiritualmente para los eventos que estaban en camino hacia su vida. Sabemos que ese es el modo de actuar del Espíritu cuando revela algo del futuro de una persona, para que se prepare para cuando llegue el momento. Si quieres comprobarlo lee 1Tes.3:4 donde Pablo predijo los sufrimientos que los tesalonicenses padecerían para que no los tomara por sorpresa como si alguna cosa extraña os aconteciese y los dejara perplejos. Lo mismo ocurrió con la revelación que hizo el Señor a Pablo y Pedro sobre la cercanía de la muerte de ellos, con el fin que espiritualmente estuviesen preparados para tan grande muerte (2Ti.4.6; 2Pe.1:13-15) y aun a los impíos, como enseña la parábola del rico insensato, les advierte con algún tiempo lo que les va a ocurrir para que se preparen a última hora. Es de sabios, si uno llega a conocer el tiempo de su fin o la casi segura tribulación que le aguarda, prepararse para esos momentos. Observa que el apóstol conociendo las muchas aflicciones que le esperaban no usó como una buena excusa el deseo de los hermanos para volverse atrás y abandonar un proyecto que sabía que era la voluntad del Señor; por eso no se dejó convencer ni con palabras ni con lágrimas.
Cuando todo hubo acontecido, quizás dirían: "Nosotros se lo dijimos, le insistimos mucho que no fuera, pero nadie lo convenció. Fue imprudencia y terquedad". Pero, ¿es imprudencia hacer la voluntad del Señor no poniendo la vista en las cosas de los hombres sino en las de Dios? (Mt.16:23). Lo que veo son virtudes más que defectos en el carácter del apóstol puesto que está plenamente convencido en su propia mente de cuál es la voluntad del Señor (Ro.14:5). Si uno ha sido convencido por el Espíritu, nadie podrá convencerle de lo contrario, ni aun aquellos que nos estén aconsejando por el mismo Espíritu de Dios porque en él no hay contradicción. La diferencia entre Pablo y los hermanos que le aconsejaban que no continuara su viaje se hallaba en la interpretación de los acontecimientos. Para ellos el Espíritu se lo decía para detenerlo, pero para el apóstol era para prepararlo; ellos miraban a Pablo y lo que eso le costaría, él miraba el plan del Señor, que podía pedir inclusive, su preciosa vida (20:24). He ahí que lo más importante no es la comunicación de la verdad sino el juicio que se le hace, el mensaje que Dios quiere darnos, el uso que le hacemos, a la aplicación que nos lleva. El que cree que Pablo nunca debió embarcarse en ese proyecto, tiene su derecho.
21:9
"Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban". Esto no está escrito para decirnos que podemos instalar pastoras en las iglesias o profetizas que estén por encima de los pastores. Oh Señor bendice a mi hijita y que sea una mujer santa y llena de fe y de Espíritu. Y a nuestras hijas, que no sueñen con la carne sino con el Espíritu y que en sus labios no aparezca la conversación trivial sino la palabra de sabiduría.
21:16
"Y vinieron también con nosotros de Cesarea algunos de los discípulos, trayendo consigo a uno llamado Mnason, de Chipre, discípulo antiguo con quien nos hospedaríamos". ¡Qué feliz es hallar a un hermano con muchos años en el Señor, y hablar largas horas con él durante la noche!
Hch. 21:17-20
"Hermano, ya ves cuántos miles hay entre los judíos que han creído, y todos son celosos de la ley". Como si le dijera: "Sí, hermano Saulo, eso es también, bendito sea el Señor; pero quiero que sepas que miles de judíos también han creído y guardan la ley". Lo que había en el ambiente era el "antijudaísmo" de Pablo; por el v. 22 parece que Santiago creía lo que se decía. ¿Cuál era el evangelio auténtico, las enseñanzas de Jesús, lo que tenían y practicaba en Jerusalén o lo que predicaba Pablo? ¿Pablo lo entendía mejor que ellos que habían oído a Jesús? Había dos corrientes, la circuncisión e incircuncisión (Ga. 2:7). El evangelio de Jesús que por un tiempo fue para los judíos terminó siendo el de la incircuncisión. El paulinismo es el cristianismo. No menos.
21:21
"...y se les ha contado acerca de ti, que enseñas a todos los judíos entre los gentiles que se aparten de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni observen las tradiciones". Era cierto. Es que para Pablo la Persona de Jesús era el evangelio, y la ley de Moisés estaba supeditada a su persona. ¿Cómo se puede ser celoso por la ley y por Jesús? (v.20). Pablo nunca hubiera cantado con todo el corazón “el cántico de Moisés y del Cordero”. O uno o el otro. Que uno da origen al otro, está bien, pero no juntos en una armonía doctrinal.
Paulinismo y jacobismo
Hch. 21:25-27
“Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito, habiendo decidido que deben abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de fornicación. Entonces Pablo tomó consigo a los hombres, y al día siguiente, purificándose junto con ellos, fue al templo, notificando de la terminación de los días de purificación, hasta que el sacrificio se ofreciera por cada uno de ellos”.
¿Una iglesia judía, mosaica, y otra gentil? ¿Un cristianismo con dos ramas? ¿Dos formas de vida diferentes? Como si dijeran: "Dios quiere que nosotros vivamos así, esta ley es para nosotros. Ellos pueden vivir de otro modo. Nosotros seguiremos siendo mosaicos, cristianos mosaicos; somos una iglesia de primera clase, los gentiles de segunda". El cuadro que tenemos de Jesús en los evangelios sinópticos es judío. Él tiene poco contacto con los gentiles y se limita a su pueblo, "a lo suyo vino" "no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mt.10:6; 15:24). El ministerio entre los gentiles, al mundo, es del Espíritu Santo.
El Cristo de los gentiles no es según la carne, es revelado por el Espíritu Santo. Es el mismo Jesús del evangelio pero desconocido por los evangelios, o se halla en lo profundo de los evangelios. Pablo hace poco uso, poquísimo, de la tradición judía de Jesús; resumiéndolos en tres doctrinas: encarnación, muerte y resurrección. El evangelio entre los judíos está ausente de interpretación, a no ser como un buen judío. Para Pablo el intérprete de Jesús, no es Moisés quien interpreta a Jesús sino el Espíritu Santo, y el ceremonialismo judío no es más que la ropa que dejó en su tumba el domingo en la mañana. Entre Jacobo y Pablo había una visión distinta de Jesús, o para no decir una herejía, en Pablo había una amplitud cristiana mayor. El cristianismo es el paulinismo, no el jacobismo (Ro.14:14).
Pablo se rapó por gusto
Hch. 21:20-26
“24 Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley. 25 Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación”.
En esta exposición hallarás a dos líderes prominentes, dos hermanos en Cristo, sin embargo uno, Santiago, liderando el sector judaico del cristianismo naciente que continuaba apegado a la ley de Moisés y el otro, Pablo, un ministro a los gentiles, que aunque educado dentro del judaísmo predicaba a Cristo sólo, la salvación por la gracia, sin las obras de la ley. Jerusalén no es la ciudad de Pablo, ni donde tiene más amigos ni convertidos; pero está llena de judíos ortodoxos por la ley y de cristianos que también la guardaban. Es allí donde a Pablo le esperaban muchas anunciadas tribulaciones y donde tuvo que hacerse como si estuviese sujeto a la ley aunque no lo estaba. Lo que hizo Pablo allí en relación con los votos, no afectaba su salvación, pero tampoco jamás predicó que alguien lo hiciera, no formó parte de sus enseñanzas porque fue una actitud misionera, circunstancial como dice Calvino, y no teológica.
Santiago hizo la sana proposición de que Pablo desmintiese los falsos rumores que estaba enseñando a los judíos a apostatar de Moisés (v.21); así según él, mejoraría la imagen dentro de su pueblo y lo guardaría de cierto posible peligro cuando oyeran que había venido a la fiesta (v.22). Él pensó que ellos al verlo cumpliendo los votos “comprenderán que no hay nada de los que se les informó” (v.24). Fue muy ingenuo al pensar de ese modo o le faltaba conocer muchas cosas del apóstol, que el simple hecho de pagar aquellos votos no sería suficiente para sus adversarios que le habían escuchado enseñar, sostener y defender la gracia por encima del cumplimiento ceremonial de la ley.
De una manera o de otra, tampoco sus difamadores entendían bien lo que Pablo pensaba de la ley, pero le habían oído decir muchas cosas con las cuales ellos no estaban de acuerdo; por ejemplo: “La circuncisión nada es” (1Co.7:19) “Somos circuncidados por medio del bautismo, circuncisión no hecha de mano” (Col.2:11,12) “De todo lo que se venda en el mercado comed sin preguntar nada por motivos de conciencia” (1Co.10:25-27) “No estéis sujetos al yugo de esclavitud” (Ga.5:1) “El fin de la ley es Cristo” (Ro.10:4) “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Col. 2:14) “Uno hace diferencia entre día y día, otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día para el Señor no lo hace. El que come para el Señor come y da gracias a Dios; y el que no come para el Señor no come y da gracias a Dios” (Ro.14:5,6) “Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios es evidente porque está escrito: Mas el justo por la fe vivirá; y la ley no es fe sino que dice: El que hiciera estas cosas vivirá por ellas”.
Parecería iluso que si sus enemigos le oyeron enseñar esas doctrinas aceptaran que por el simple hecho de raparse el cabello o por pagar los gastos de aquellos cuatro nazarenos, él hubiera cambiado. Y así ocurrió, nada más que lo vieron se formó el tumulto. ¿Hasta qué punto Santiago conocía el ministerio de Pablo? ¿Podría pensar que él le predicara un evangelio de libertad en la gracia a los griegos y uno atado al yugo de la ley para los judíos? Santiago había enviado algunos a Antioquía, una iglesia eminentemente gentil, para influir sobre ella con sus emisarios (Ga.2:12). Su reputación en ese entonces era muy fuerte y los mismos hermanos temían contradecirlo. No, Santiago estará ayudando al apóstol pero también parece querer ganarlo públicamente para su grupo judeo-cristiano. Pablo le había contado una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles (no entre los judíos) por su ministerio (v.19). Glorificaron a Dios por la conversión de los gentiles (v.21).
Pablo no mencionó los millares de gentiles que habían creído, pero los hermanos de Jerusalén, especialmente Jacobo sí lo hicieron diciendo: “Ya ves hermano, cuántos hermanos han creído y todos son celosos por la ley”. Estaba queriendo decir: “Nosotros, los de la circuncisión también hemos sido bendecidos por el Señor y tenemos convertidos por millares y esa multitud guarda la ley”.
Si sacan el asunto es porque en el curso del testimonio de Pablo se hizo referencia (y ellos lo sabían bien) que en la conversión de los gentiles medió la predicación de un evangelio sin la ley. Santiago está queriendo decirle: “Ese evangelio que tú predicas, como acordamos en el Concilio, es para los gentiles y no para los judíos; hemos tenido noticias (por no decir él mismo) de que también estás enseñando a los judíos la clase de evangelio que es sólo para gentiles, según hemos acordado. Por tanto, demuestra ahora con esos votos y gastos, que aunque predicas un evangelio sin ley para ellos, tú como judío practicas el judaísmo”. Es indudable que Santiago está procurando someter al apóstol, al menos ante los ojos de muchos hermanos. Si alguien duda que semejante presión se hiciera sobre él, lea en Ga.2:1-10, como tuvo que predicar en Jerusalén su evangelio sin ley, escondido, y siempre con peligro de espías.
La “multitud” que oiría de su llegada y se alborotaría, ¿quiénes serían?, ¿los judíos cristianos o los no cristianos? Parece que ambos formaban ese gentío. Lo que quiere decir que los hermanos judíos convertidos se hallaban a gusto en Jerusalén y no sufrían alguna persecución porque estaban bien identificados con las autoridades judías; y eso es lo que explica por qué todos, incluyendo a Bernabé, les temían por las consecuencias. Pablo aceptó aquello no por el miedo que las palabras del hermano Jacobo podrían producir en él, sino porque pagaba el precio, adoptando en forma un apego al judaísmo que ya en sustancia distaba de guardar; con el propósito de tener un buen clima, calmar a los adversarios y haciéndose judío ganar a los judíos (1Co.9:19,20). Pero no le sirvió. Lo detuvieron. No salió libre de esa visita.
22:4
"Y perseguí este Camino hasta la muerte, encadenando y echando en cárceles tanto a hombres como a mujeres". Nota que le llama Camino, quiere decir esta forma de vida, estas ideas, estas doctrinas.
22:6 ,7
"Y aconteció que cuando iba de camino, estando ya cerca de Damasco, como al mediodía, de repente una luz muy brillante fulguró desde el cielo a mi derredor". No es exactamente una experiencia mística. No dijo "lo sentí en mi corazón" o "llegué a esta conclusión", ni tampoco "lo recibí en mi corazón". Fue algo externo, y no una "iluminación espiritual", pues se marchó a pensar, orar y estudiar, y en la soledad de Damasco comprendió la doctrina de la justificación por la sola cruz y el valor central de la cruz.
Yo no me edifico con sus sermones
Hch. 22:9
"Y los que estaban conmigo vieron la luz, ciertamente, pero no comprendieron la voz del que me hablaba". Porque la revelación iba dirigida a él y no a ellos. Cuando un grupo oye un sermón, unos lo entienden y otros no; depende a quien Dios está hablando. En el ministerio de Jesús eso ocurrió mucho. Por ejemplo, cuando hablaba de su cuerpo y ellos entendieron que estaba refiriéndose al templo de Jerusalén. Y si no se toma como una burla, sino por ignorancia, cuando se encontraba sobre la cruz que clamó a su Padre también lo mal entendieron. A veces algún miembro inconforme con el ministerio de su pastor le dice: “Yo no me edifico con sus sermones”; y si la predicación fue bíblica, bien ilustrada, ordenada y con unción, el reproche del susodicho refiere a uno a pensar que Dios no le dirigió la palabra. Y por algo será.
Hch. 22:10,11
"Y yo dije: "¿Qué debo hacer, Señor?" Y el Señor me dijo: "Levántate y entra a Damasco; y allí se te dirá todo lo que se ha ordenado que hagas". Fíjate que no se dice que el Señor tenga un plan para Saulo sino un plan con Saulo. Ni siquiera se le dice algo sino aquello que ya está "ordenado" (la palabra indica un arreglo o una asignación); no hay un plan personal con él sino un plan con la Obra y Pablo, que también es Saulo, entrará en ella. Y es bueno que sea así. Yo entro a la obra porque tengo trabajo que hacer, obras por realizar, un lugar donde ir, ese es el plan de Dios con mi vida, el que ha hecho con su obra. Decir: "Dios tiene un plan maravilloso para ti" no es bíblico, el plan maravilloso lo tiene con su obra y nos llama a formar parte de ella y ocupar la posición que nos asigne. El Señor te llama a ti, te salva, todo es un asunto individual y no tiene porqué involucrar tu familia u otros, aunque siempre sea colectivo. De Saulo se dijo: "El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre" (Hch.9:15,16). ¿Es un plan maravilloso como para saltar de gozo? Será maravilloso pero no mundanalmente. Observa que es descrito como un instrumento escogido; es una herramienta, algo o alguien con quien se va a ejecutar un trabajo, el instrumento mismo no es el centro de la selección sino el propósito para el cual es llamado (Ro.8:28). El llamamiento del Señor en el NT gira en torno a su obra. No llama a nadie para que sea feliz, para que sea un receptáculo de su gracia por sí mismo, para embellecerlo por sí mismo. No, si lo llama y lo bendice es para que sea de bendición. Todo va dirigido a negarse a uno mismo. El plan de Dios con nuestra vida es el que tenga con su obra. La obra y no nosotros es lo importante. Por causa de ella vivimos o morimos, y si se alargan nuestro días, como dijo Pablo, es por causa de la obra (Flp.1:23-26).
Hch. 22:12-16
"Varón piadoso según la ley". No dice que era cristiano. Lo usó para su defensa. Aquí hay la mitad sobre su llamamiento al ministerio y mitad su conversión al cristianismo. Nota que no repite "Jesús de Nazaret" (22:8), sino Justo, un hombre injustamente juzgado y muerto. Quiere decir: "Todo lo que digo sale de la boca del Justo" (v.14). No hay que tomar el bautismo como si se lavara los pecados. Lo que quiere decir es "conviértete en cristiano; confiesa la verdad de lo que creías que era mentira, di que es cierto lo que considerabas un error. Invoca su Nombre, el que obligabas a blasfemar (26: 11); lava tus pecados para empezar".
22:17-20
"Y aconteció que cuando regresé a Jerusalén y me hallaba orando en el templo, caí en un éxtasis". Todo su testimonio tiene la evidente intención de buscar una rendija en la armadura judía de ellos, sorprenderlos como un genuino judío, un hombre piadoso y sagrado, con cultura (21:40; 22:2); está presentando del modo más suave posible a Cristo, y lo oyeron, excepto cuando mencionó su ministerio a los gentiles porque no querían saber nada de la salvación de ellos.
22:22
"Lo oyeron hasta que dijo esto, y entonces alzaron sus voces y dijeron: ¡Quita de la tierra a ese individuo! No se le debe permitir que viva". Su discurso es muy diferente al de Esteban y no produjo el más mínimo cambio en el ánimo de ellos.
Hch. 22:23-29
"Entonces los que iban a someterlo a azotes, al instante lo soltaron; y también el comandante tuvo temor cuando supo que Pablo era romano, y porque lo había atado con cadenas". (Gobernador, tribuno, capitán o marshal). Pablo sigue defendiéndose, tratándose de evitar lo que se le había profetizado por el Espíritu que le pasaría (20:22-24). Ya es una realidad lo que se le anunció. No podrá salir del destino en que se metió. Quizás nunca salió de él; y también quizás nunca debió haberse metido en él. Aunque ya he dicho que entendía que era la voluntad del Señor y que se le anunció aquello para que se preparara. Lo cierto es que humanamente parece que no valió la pena. Si ya el Señor le había dicho que no recibirían su testimonio (v.18), ¿por qué insistir? (23:1). No le creían lo que decía y le golpearon la boca.
23:1
"Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Hermanos, hasta este día yo he vivido delante de Dios con una conciencia perfectamente limpia". Pero él sabe bien, que por su conciencia nunca será justificado (1Co.4:3).
23:2-5
"Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada!". Fíjate que los hombres por fuera no se distinguen unos de otros; es más fácil conocer quién es alguien por sus hechos que por su aspecto, por fuera se blanquean pero no pueden hacer lo mismo con el corazón. ¿Crees que Pablo faltó a las palabras del Señor en Mt.5:38,39? En su defensa él no respondió con un golpe sino con palabras. ¿Jesús no llamó sepulcros blanqueados a aquellos fariseos? (Mt.23:27).
Qué cantidad de fariseísmo retuvo Pablo
Hch. 23:6-10
"...se me juzga a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos". La esperanza de la resurrección que aquí mencionó, aunque todas, es la de Cristo, porque él afirmaba que estaba vivo (24:14,15;25:19). Apenas se puede negar que el apóstol haya usado de astucia para defenderse; ¿acaso no puede batallar como hombre con esas fieras? (1Co.15:32) ¿Hubo insinceridad cuando afirmó que era fariseo? No, siempre retuvo aquello que del fariseísmo había aprendido como bueno; muchas doctrinas que le fueron enseñadas dentro del fariseísmo las retuvo una vez convertido a Cristo, pero lo que no hizo como ellos fue practicar la hipocresía que practicaban, ni hacer la ley un modo de justificación que consideró como basura (Flp.3:5,6). Pablo y los fariseos, excepto en Cristo, tenían muchas doctrinas en común, casi tenían un mismo credo. Sin embargo, lo que parecía poca distancia entre ellos era todo un abismo, tanto profundo como la cruz. Hubieran estado más cerca si hubiesen pensado igual de Cristo aunque no llegase a un acuerdo en otros puntos. ¿No es eso un aspecto central en los esfuerzos ecuménicos? Sí, ese aspecto central tiene que ver con Cristo, quiero decir con las doctrinas de la salvación, estrictamente aquellas enseñanzas aceptando las cuales una persona se salva o rechazando se pierde. Las sectas religiosas y todas las religiones se miden por Cristo. Pablo y los fariseos nunca firmaron juntos algún credo, ni hicieron prosélitos bajo un mismo equipo porque aunque tenían mucho en común las diferencias eran básicas. Él era cristiano y ellos no lo eran.
23:16
"Pero el hijo de la hermana de Pablo se enteró de la emboscada, y fue y entró al cuartel, y avisó a Pablo". No se lo dijo en visión y en sueño como a los magos (Mt.2:12), sino por medio de uno que escuchó la conversación. ¿Es menos providencial? No. Pablo tenía algunos parientes en Cristo (Ro.17:7). De la misma tribu o de la misma familia. El joven estaba allí quizás por cuestiones de estudio. Discípulo de algún gran doctor.
Las cosas pasan como Dios quiere
Hch. 23:23,24
"...Debían preparar también cabalgaduras para Pablo, y llevarlo a salvo al gobernador Félix". ¿Tanto para cuidar la vida de un solo hombre? ¿No es un derroche de providencia? El peligro era grande y se tomaron medidas de máxima seguridad. ¿No es lo mismo que si el ángel de Jehová hubiera estado acampado a su lado? (Sal.34:7). Es la misma forma de actuar en 2Sa.21:15-20; y lo mismo que ocurrió frente al Mar Rojo. La providencia del Señor siempre llega a tiempo; nunca se atrasa ni un minuto. Oh Señor yo sé que en momentos de peligro o similares, tú llegarás como un respiro y liberación por alguna parte (Est.4:3,14). No se duerme el que nos guarda; él todo lo ve, todo lo oye, y cuando no quiere permitir algo no lo permite y si no quiere que ocurra, no ocurre. Dios tiene formas inesperadas de liberación. Es Dios cuando interviene y cuando no interviene. Las cosas pasan como y cuando deben pasar porque Dios así lo entiende y son parte de un propósito y un consejo predeterminado y no confesado. Cuando nos parezca que Dios cierra los ojos y sus oídos es porque así tiene que ser y digamos: "Hágase su voluntad".
24:5
"Pues hemos descubierto que este hombre es verdaderamente una plaga, y que provoca disensiones entre todos los judíos por el mundo entero, y es líder de la secta de los nazarenos". La palabra secta proviene de la griega herejía (vv.14,15). ¿El promotor es él o los judíos? Le llaman plaga, enfermedad o pestilencia, al hombre más sano del mundo. Todas son mentiras (vv.6-8). Tértulo, bien pagado, un gran mentiroso.
Hch. 24:14,15
"Pero esto admito ante ti, que según el Camino que ellos llaman secta... ". (secta en latín, en griego herejía (5:17;15:5;28:22). La palabra herejía, o separación, división, no tiene en este momento el sentido tan malo que luego tuvo como una creencia pervertida, una corrupción de la verdad. De esas herejías hay muchas dentro del mundo llamado cristiano, forjadas en el mismo infierno por Satanás e introducidas en las mentes de hombres malos para plagar la verdad revelada por Dios en la Biblia. La confesión, impresión y propagación de esas herejías ha dado lugar a la aparición de numerosas sectas (que es lo que la palabra significa) que llevan el cuño de cristianas. La concepción de una herejía y la formación de una secta (y a cada rato oímos nombrar la aparición de otra con algún pintoresco o arrogante nombre nuevo) no proviene del Espíritu Santo. No ha sido el Espíritu Santo el promotor y fundador de tantas sectas evangélicas; San Pablo nos dice en Ga.5:20 que su origen es carnal. Si leyeras los vv.16-20 descubrirías algunas cosas, como la que ya he dicho, que la herejía, como enseñanza o como secta, tiene un origen carnal y además, como todo producto salido de la carne es contra el Espíritu. Así dice: "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu contra la carne. Porque manifiesta son las obras de la carne: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivias, idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes a estas, acerca de las cuales os amonesto que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios". Esas ideas extrañas a la verdad del Nuevo Testamento no nacen dentro de una naturaleza lavada por el Espíritu Santo, no son inspiradas por Dios, sino en grupos y personas carnales donde abundan las obras que ya él ha descrito. Las herejías o sectas forman parte de la misma familia de expresiones carnales, están en el mismo grupo de los celos, las envidias, las iras, las divisiones, los adulterios, etc. y son tan malos y detestables como cualquiera de ellas. Formar sectas no es un pecado menor que adulterar, fornicar o causar disensión y división en una iglesia. Todos esos pecados van juntos y a veces los unos proceden de los otros. Se oponen al Espíritu del Señor, obstaculizan el avance del cristianismo, dejan perplejo al mundo, sirven para perdición de los que no creen. A los adúlteros los juzgará Dios pero también a los que arman divisiones y por celos o envidias forman nuevas sectas con sus herejías, negando la encarnación del Hijo de Dios, afirmando que las obras deben acompañar a la fe para tener la vida eterna (2Pe.2.1;Jud.1:19).
Félix le dijo, “no me asustes”
Hch. 24:22-27
"Y al disertar Pablo sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix, atemorizado dijo: Vete...". Uno puede pensar que Félix por humanidad trató con alguna consideración a Pablo (v. 23), pero en realidad lo que buscaba era dinero, le oía y le oía; me imagino a Pablo tratando de predicarle y a él tornando la conversación hacia la situación del preso. Viendo el apóstol que no adelantaba en ningún lado le predicó sobre esos temas que lo espantarán pero no lo convertirán. ¿Eres de esos que se asustan si oyen hablar de la muerte y del infierno pero no aceptan el arrepentimiento y la fe en Cristo? Se le pusieron los cabellos en puntas y dijo "vete, cállate, en vez de procurar hacerte simpático me asustas con cosas del otro mundo. Tu sermón me ha impactado pero se me pasará, podré olvidarlo y no oír ninguno más allí, ese evangelio no me gusta". Es un sobresaliente contraste entre Pablo y muchos de los predicadores modernos que tratan de ganar a los hombres pervertidos con palabras dulcísimas, llenas de la miel de la gracia del evangelio y sin una gota ácida extraída de los diez mandamientos.
24:24,25
"... viniendo Félix con Drusila su mujer...". Drusila, hija más joven de Herodes Agripa I, tercera esposa de Félix, ella rompió su matrimonio con Azisus el rey de Emesa, Siria, una de las tres hijas de Agripa; su padre asesinó a Jacobo, y su tío, y quizás su abuelo Herodes "El Grande" que fue quien asesinó a los niños de Belén. Herodes Antipas decapitó a Juan el bautista; se hizo prosélito judía; pensando en la religión sin responsabilidad moral e ir a escuchar a Pablo. Félix siendo lujurioso y ella también, deciden no oírlo más. ¿Cómo son los sermones que te gustan?
25:8
"...No he cometido ningún delito, ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el César". Eso es cierto: no se le puede acusar de pecado.
25:9-12
"...Ante el tribunal del César estoy, que es donde debo ser juzgado...". ¿No quisiste ir a Jerusalén? ¿Por qué ahora no? Quizás porque ya había ido considerando que su misión estaba cumplida o que sabía que era inútil volver, y que tal vez, no valió la pena el riesgo y el costo que pagó. Es difícil salir de una situación que Dios nos advirtió que no nos metiéramos.
25:18-20
"Pero estando yo perplejo cómo investigar estas cuestiones...". ¿No has podido aceptar el cristianismo? Al considerar lo que es, se entiende que dudes en cuestión semejante; en religión (aquí la palabra religión en griego es superstición, y es la misma que el apóstol usó en Atenas, 17:22, "veo que sois muy religiosos, o muy supersticiosos") el observador profano que tiene la suya propia o no está relacionado con todas, tiene derecho y es comprensible que como Festo afirme que duda en esa materia; hasta cierto punto esa vacilación es provechosa porque evita que uno acepte cualquier charlatanería religiosa. Si has nacido fuera de la religión de los judíos, dentro de la cual se halla San Pablo, es natural que te encuentres con dudas para hacer un juicio sobre ella como para aceptarla, porque no tienes la información sobre ella que tuvo, por ejemplo, Agripa (26:27).
Del mismo modo, ¡hay tantas religiones en el mundo y todas dicen ser la verdadera y le prometen a uno que si ingresa a ella como prosélito, llegará sin problema a Dios! ¿Quién que no tenga alguna podrá seleccionar la adecuada entre tantas? ¿Quién que tenga alguna donde ha sido educado desde su niñez y con la cual es lo que es y tiene lo que tiene, ha de arriesgarse a un cambio? ¿Quién, como para Festo, ha de elegir otra que es ceremonial y éticamente distinta? Cuando un hombre o una mujer se cambia de una religión para otra, deja una y recibe otra, tiene que tener poderosas razones personales para hacer el cambio; ya sea carnales o espirituales.
Hch. 26:4-8
"Y ahora soy sometido a juicio por la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres". ¿Qué promesa, el reino de Israel? Pablo reconocía que el problema con él no era tanto la violación de la ley (24:5,6; 26:8). Los hermanos judíos la miraban así también (Hch.21:21); pero para Pablo el problema era su seguridad que Jesús fue resucitado (25:19) y que las doce tribus tenían esa esperanza. Pablo habló como fariseo (v.5), porque el pueblo estaba más interesado en la libertad política que una resurrección general, es muy inteligente al hablar así trasladando su acusación a un asunto que muchos compartían y era menos judicial (v.21;17:31,32;23:6-8).
26:8
"... ¿considera increíble entre vosotros que Dios resucite a los muertos? No es increíble si (1) conoces que Dios es el creador del cuerpo, que lo hizo del polvo, a su semejanza (2) que es el dador de la vida; si (3) si conoces que en la historia de la revelación hay muchos ejemplos.
En eso andaba Saulo y a Pablo le pesa
Hch. 26:9-11
"...procuraba obligarlos a blasfemar". De todos esos daños que hizo a los hermanos, ¿cuál piensas que fue el mayor? ¿Castigo, cárcel, muerte? No, fue el hacerlos pecar; obligar a los hermanos débiles en fe, por intimidación y crueldad a que blasfemaran el precioso nombre de Cristo. Todos los pecados que uno comete antes de ser cristiano avergüenzan y siempre pesan, pero éste tuvo que ser para él el que más le haría sentir su indignidad espiritual como ministro (Efe.3:8; 1Co.15:9). Quizás no hay pecado tan grande como usar la autoridad que uno tiene para forzar a otro a actuar como no lo quisiera; y más si la víctima es un santo leal a Dios. ¿No es eso lo que hace que Satanás lleve la culpa de haber hecho caer a tantos ángeles consigo?
Pero no se hace pecar a otro sólo con violencia sino también por seducción; de esto habla el apóstol en 2Pe.2:17-22; y en Am.2:12. Los hay que arrastran a los santos afuera del evangelio, los persiguen, los buscan, les seducen con sus doctrinas y los apartan de la fe “una vez dada a los santos” (Hch.15:24; Ga.1:7-9; Mt.18:7). Cuídate, huye de los que con palabras infladas y azucaradas seducen tu alma y te proponen pecados, cosas que tú sabes por la ley y la conciencia violan la ley de tu Dios. Este es el propósito principal del diablo, como le dijo a Job, que blasfememos “en su misma presencia” (Job 1:11). En eso andaba Saulo y a Pablo le pesa.
26:13
"...al mediodía, oh rey, yendo de camino, vi una luz procedente del cielo más brillante que el sol, que resplandecía en torno mío y de los que viajaban conmigo". Aquellos no conversos fueron acariciados por esta luz pero siguieron igual. Jesús excede en gloria al sol. Dios eligió a Saulo y los otros fueron arrodillados espectadores.
26:14
"Y después de que todos caímos al suelo, oí una voz que me decía en el idioma hebreo: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón". De veras que no fue una cosa terrible para decirle que estaba equivocado. No le habla con odio. “Te dañas sin sentido”.
26:15-19
"...no sólo de las cosas que has visto, sino también de aquellas en que me apareceré a ti". Esto no aparece en el capítulo 9. Allí no está completo o aquí muestra un llamamiento continuado, ratificando lo primero y dándole nuevas perspectivas.
26:18
"...para que abras sus ojos a fin de que se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios...". ¡Dios mío!, le abrió el futuro y la bendición espiritual que habría de ser para el mundo. Saulo no puede negarse, le iba a dar un ministerio muy bendecido; multitudes que esperaban por él y cuya salvación dependía de una palabra que él les dijera. Oh Dios mío ¿yo era así? ¿Por todo eso pasé? (19:20). No lo envió a que los uniera por familias, que los hiciera felices sino a que los liberara de la potestad de Satanás. Oh socialistas, intelectuales, sociólogos, están bajo el poder del demonio y Pablo salió llamándolos al arrepentimiento (vv.19,20). Se concentraba en la forma de vida que tenían y les pedía que se arrepintieran, que fueran santos (v.18). Ese era su ministerio.
Hch. 26:16-18
"...para que abras sus ojos a fin de que se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios...". Si te dijeron que estás ciego y que tu oscuridad espiritual es porque Satanás te tapa los ojos ¿te ofenderías? ¿Creerías eso? Eso fue lo que Dios reveló a Pablo, que los incrédulos pecan porque Satanás impide que vean la luz (2Co.4:3,4); el pecado como a Eva, abre los ojos al mundo, al mal, a la mentira, pero los cierra a Dios. Crucifican a Jesús, con los ojos abiertos, sin saber lo que hacen.
26:19
"...no fui desobediente a la visión celestial". ¿Cómo podemos decirte que no, Señor Jesús? (Asómbrate, Hch.10:14).
26:19-24
"¡Pablo, estás loco! ¡Tu mucho saber te está haciendo perder la cabeza!". ¿Porque le llama loco si no está citando autores de libros ni haciendo gala de lo mucho que ha leído, y también los pergaminos, sino que está citando su propia experiencia personal? Las cosas que decía no las había leído en algunos libros de historia, en novelas o cuentos, ni eran fábulas judaicas sino que a él le habían pasado. Las muchas letras no lo volvían loco sino que lo hacían un hombre superior. Reconocieron que estaban juzgando a un intelectual.
26:25
"Mas Pablo dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura". “¿Por qué dices que estoy loco? No deliro ni fantaseo; sí tengo que explicar mis experiencias, y porqué me dedico a ganar gentiles, eso es el por qué”.
No hagas cristianos en minutos
Hch. 26:28
"Y Agripa respondió a Pablo: En poco tiempo me persuadirás a que me haga cristiano".
Aunque esta traducción está implícita en el significado de las palabras del apóstol, y el poco tiempo fue un factor que detuvo su conversión, específicamente lo que quería decir es que con pocos argumentos convincentes, con el poco estudio, con poca reflexión, él no se dejaría persuadir.
Por supuesto que más tiempo era una posibilidad que se abría, pero no es cuestión de tiempo sino de aprovechamiento de las lecciones con las cuales se es enseñado. Pablo no sólo se estaba defendiendo sino que estaba tratando de evangelizar al rey, quien no estuvo a punto de convertirse a Cristo, porque consideró que lo que había oído no era suficiente para llegar a ser cristiano.
No pidió una nueva entrevista para hablar sobre el asunto; sus libros, sus testimonios. En realidad era suficiente, ¿qué más quería? Jesús estaba vivo. ¿Que lo condujera por la mano hasta su tumba vacía? ¿Entrevistar a los 500 testigos delante de los cuales se presentó vivo? No. Quizás la incredulidad lo detenía un poco, pero el mayor problema era la conversión que le pedía (v.20), que fuera un rey cristiano, que los judíos lo supieran, que leyera a los profetas con esa luz; tal vez era poco lo que había escuchado, pero bueno, se demoraría en volver a oír lo mismo y estar en una posición de decisión y salvación. Le estaba pidiendo vida cristiana. No es cuestión de tiempo sino de demanda. Uno se persuade a ser cristiano, no nace. Sirva ese testimonio para no forzar a nadie en pocos minutos a tomar una decisión cuando necesita oír más y a veces mejor.
27:11
"Pero el centurión se persuadió más por lo dicho por el piloto y el capitán del barco, que por lo que Pablo decía" Porque veía claramente que el patrón sabía más que Pablo. Pero se equivocó.
Por qué Lucas no se ahogó
Hch. 27:23-25
"...No temas, Pablo; has de comparecer ante el César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo".
Por causa de Pablo, específicamente por sus oraciones y por lo que tenía que hacer en Roma, fue que aquellas doscientas setenta y seis personas no se ahogaron (v. 36). Si Pablo no hubiera estado allí, y orado por ellos, si Dios no tuviera el propósito específico de que testificara de él en Roma y escribiese algunas cartas que forman parte de nuestro Nuevo Testamento, todos los tripulantes de aquel barco habrían perecido en las aguas del mar Mediterráneo; hubiera sido un barco más de los muchos que se han hundido en los océanos. Pero dentro de aquella gente que iba a distintos negocios cada uno, viajaba un misionero envejecido y gastado por sus muchos sufrimientos, se llamaba Pablo, Dios lo enviaba a Roma y allá tenía que llegar.
Esas son dos causas importantes que hay que tener en cuenta cuando por fenómenos atmosféricos, telúricos (terremotos, volcanes) o por accidentes, perece un grupo de personas. Si hay creyentes en medio de ellos, que están viviendo en santidad y con los cuales (aunque fuera uno) Dios tiene un propósito especial aun sin terminar, ocurre el terremoto, sopla el huracán, se produce la inundación, se estrella el avión, se cae la torre, pero menos o pocos pierden sus vidas. Si consideras el texto no se trata tanto porque viajen creyentes en Cristo que no es mayor la desgracia sino por algún plan de Dios con alguno o por respuesta a oraciones. En muchos naufragios se han ahogado cristianos, en incendios se han quemado, en accidentes aéreos han sucumbido, en terremotos han sido sepultados. La presencia de ellos allí pudo haber impedido la catástrofe, pero no la impidió lo cual demuestra que la presencia de un creyente en un accidente es sólo una posibilidad de que el mal sea menor pero no lo evita.
Hay que buscar una causa mayor que la clase de vida que tengan los que van en el buque o en el tren que se descarrila. Ahora no quiero analizar la justicia de Dios en esos incidentes en relación con el pecado o las virtudes de los que perecen, sino señalar que el propósito de Dios y las oraciones suelen ser causas mayores, mucho más importantes para aminorar un peligro y salvar ileso a los que pasan por esa experiencia. Por causa de esas dos cosas la providencia decidió preservar la vida de otras personas. El ángel del Señor le dijo a Pablo: "No temas porque es necesario que comparezcas ante César y he aquí Dios te ha concedido todos los que navegan contigo" (v.24). Nota que dice que te ha concedido; eso quiere decir que aquellas 276 personas (no sé si viajaban mujeres y niños) deberían sus vidas a la oración de Pablo porque dice que fue una concesión que se le hizo, algo que el apóstol pidió y se le otorgó. Si ellos no se hubieran enterado por sus labios, habrían dicho luego: ¡Qué suerte tuvimos!; pero no fue suerte sino oración, pero hay que tener discernimiento espiritual y conocer algo del misterio del reino de los cielos para poder comprender estas cosas.
Dios oye las oraciones de los santos y cuando uno viaja en un avión, va en un barco o conduce su auto por una autopista, Dios atiende a la oración que se hizo antes de salir o durante el trayecto. Sin embargo, hay más para pensar. Lucas tuvo que haber orado porque él iba con Pablo; y más todavía, Lucas era médico, misionero e historiador. Indudablemente que las oraciones de él ayudaron, los propósitos que Dios tenía con su ministerio; ayudar a los enfermos del mundo y proveer a la iglesia con dos preciosos documentos que forman parte de nuestro Nuevo Testamento fueron considerados por la providencia pero en sujeción de importancia al propósito que Dios tenía con Pablo para llevarlo a Roma, testificar allí de él y comisionarle la escritura de ciertas epístolas carcelarias. De eso aprendemos que los propósitos nobles y oraciones de un santo o no santo, médico cristiano o no cristiano, están subordinados a algún plan que Dios tenga y no son razones indispensables para no morir en un accidente, un naufragio o para morir dentro de ellos.
Es una ilusión exagerada contar siempre que viviremos para ver realizados nuestros sueños y que porque hayamos gastado muchos años de nuestras vidas estudiando, preparándonos con un fin, viviremos para realizarlo; que la vida está comprometida con nosotros y obligada a acompañarnos por la inversión que hemos hecho en esos proyectos. No, el doctor Lucas, amado, útil, que gastó muchos años estudiando para hacer bien al mundo, ahora misionero, no pereció ahogado por el plan que Dios tenía con otro, Pablo.
De eso colegimos que es sabio estar siempre preparados para ser interrumpidos por Dios en cualquier momento aunque vayamos en un viaje misionero como Jin Elliot a los aucas del Ecuador o como Lucas acompañante apostólico hacia Roma. No digas: "Dios no puede hacerme eso, no puede interferirme, no es justo" porque la razón por la que venimos a este mundo no es la autorrealización sino para glorificar a Cristo, por vida o por muerte. Continuamente los naufragios, terremotos y accidentes nos están enseñando esa verdad. En momentos así tienen gran importancia las oraciones de los santos y lo que Dios quiere que hagan en este mundo.
Si sabes nadar, nada, si estás enfermo ve al médico
Hch. 27:21-44
"30 Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas de proa. 31 Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. 32 Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y lo dejaron perderse”.
Mira como Dios cumple su promesa con mucha participación humana. El barco estaba a punto de naufragar y naufragó, pero había una promesa hecha por Dios a Pablo, que ninguno de los que iban en él sufriría el más pequeño daño. En todo el relato no se percibe ningún milagro, no hay introducción de algún elemento sobrenatural; el viento no se calla de pronto ni el barco es extraordinariamente llevado sano hacia la costa sin dar con algún arrecife. No hubo luz en el cielo que los dirigiera, ninguna estrella. Nada. Lo que veo es que mediante la inteligencia y el esfuerzo humano Dios cumplió lo que prometió. Mira la participación de los conocimientos de marinería; fue necesario para que la nave se detuviera (v.29) y echaron cuatro anclas desde la popa. Seguir navegando en aguas tan poco profundas era encallarse y naufragar. Estos conocimientos eran tan importantes que Pablo dijo que sin ellos nadie se podría salvar (v.31). Dios dijo que ninguno se ahogaría pero contaba con que los marineros no abandonaran el barco. Dios lleva a cabo su providencia por medio de los conocimientos que tienen los hombres; y ese mismo principio lo aplicamos a otras muchas cosas como las enfermedades y la ciencia médica. Aunque oramos por los enfermos, aunque traemos sus nombres a nuestros cultos, no somos como esos fanáticos que hablan de fe y renuncian a la asistencia de algún doctor alegando que Dios tiene poder para sanar sin conocimientos humanos cualquier mal; y a veces éstos llegan al punto de no ingerir ninguna medicina para curarse. Piensan ellos que si no existe el elemento milagroso en la sanidad, si no quitan cualquier participación humana, Dios no será glorificado. Pero, ¿por qué? Lo que yo veo es que el propósito inicial de Dios al crear este mundo no fue regirlo de modo sobrenatural, sino natural, no mediante continuas señales sino por leyes que él ha puesto. La misma cantidad exacta de gloria puede recibir el Señor cuando usa los conocimientos de los hombres que han estudiado que cuando no usa a nadie.
Lo mismo se puede notar en el esfuerzo humano; unos sabían nadar y nadaron hasta la orilla, eso les sirvió para cumplir la promesa del Señor, otros que no sabían se sujetaron de tablas, barriles y cualquier objeto que flotara. De una manera o de otra todos se salvaron. Ese es otro principio cómo actúa la providencia de Dios, cómo cuenta con lo que el hombre sabe hacer y con lo que hace. ¿Qué hubiera pasado si algún creyente alegaba que Dios bajaría del cielo a rescatarlo? Hubiera perecido. Estas cosas son útiles para evitar el fanatismo y para hacer todo lo que uno puede hacer para que lo que Dios ha prometido se lleve a cabo.
28:3
"Pero cuando Pablo recogió una brazada de leña y la echó al fuego, una víbora salió huyendo del calor y se le prendió en la mano". Pablo es el héroe de casi todo el libro, en realidad, su ministerio a los gentiles (vv.30,31). De veras que la vida de Pablo justifica el poder de Dios (v.15).
28:8
"...Pablo entró a verlo, y después de orar puso las manos sobre él, y lo sanó". Tómese la imposición de manos como el momento en que Pablo quería que su oración fuera efectiva, que Dios obrara y se cumpliera.
28:7-9
"También nos honraron con muchas demostraciones de respeto, y cuando estábamos para zarpar, nos suplieron con todo lo necesario". Pablo no recogió una ofrenda ni pidió contribuciones; fue una generosidad voluntaria de ellos. Una respuesta de gratitud por la bendición.
28:14,15
"Cuando los hermanos tuvieron noticia de nuestra llegada, vinieron desde allá a recibirnos hasta el Foro de Apio y Las Tres Tabernas; y cuando Pablo los vio, dio gracias a Dios y cobró ánimo". Esto sí es un recibimiento triunfal, Dios le muestra su amor y apoyo a través de los hermanos. Tenían deseos de verlo y oírlo predicar.
28:16,28
"Cuando entramos en Roma, el centurión entregó los presos al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con el soldado que lo custodiaba”. Una misericordia del Señor para suavizar su prisión; así no tendría que compartir su vida con aquellos presidiarios; prácticamente su cárcel fue una casa; del tipo "detención domiciliaria". Desde su casa escribió algunas joyas: Colosenses, Filipenses, Timoteo. Todo indica que sería puesto en libertad.
Hch. 28:30, 31
"...por dos años enteros en la habitación que alquilaba, y recibía a todos los que iban a verlo". Pablo no tuvo siempre en todas partes la misma clase de ministerio por la voluntad de la providencia de Dios, demostrando con eso que aunque él habla del ministerio como algo suyo (Ro.11:13), como su carrera (20:24), era dirigido por Dios. En Cesarea tuvo que permanecer dos años testificando solamente a los magistrados y hombres de leyes, y aquí encerrado en una casa alquilada. ¿Dónde era más útil, según nuestro punto de vista, en una prisión o en la calle? En los dos lados. Si le preguntáramos dónde prefería estar, hubiera dicho que en libertad (26:29); no tenemos alguna indicación de su parte que nos haga pensar que batallaba contra la providencia divina y quisiera ir donde el Espíritu Santo no lo llevara porque ya eso lo había aprendido cuando intentó, sin resultado, ir a Bitinia (16:7). Si somos verdaderos siervos de Dios aceptaremos realizar la clase de ministerio que él quiere, con la libertad que él nos concede, con las personas, salud y prosperidad que él quiera sin ser rebeldes a la visión celestial. Oh Señor, ayúdame a estar contento donde tú me pones y servirte allí con el máximo de mis posibilidades. Amén.
Heh. 28:31
"...predicando el reino de Dios, y enseñando todo lo concerniente al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbo". ¿Qué pasó? Como si hubiese sido cortado el libro en este punto. Hasta aquí el propósito de Lucas está cumplido: como los judíos rechazaron el evangelio y los gentiles lo recibieron. Lucas estuvo esos dos años con él (Col.4:14); pero después se separaron. La admiración que muestra por Pablo en su libro hace presumir su muerte, quizás ocurrida un corto tiempo después, no estando Lucas con él, o Dios lo sabe, sí estando (2Ti.4:11); y de alguna forma muere el apóstol (dicen que decapitado por Nerón) y terminó su historia. No sabemos en realidad qué pasó con Pablo: Dios lo sabe. Y la historia de las misiones mundiales queda abierta y continúa sin cerrarse hasta el día de hoy, y reclutando y enviando sucesores. Amén.
Hechos
Hechos, escrito por Lucas, como la segunda parte de su propósito para instruir a Teófilo.
Capítulo 1
Exposición 1
No tienes que ir caminando, mirando hacia arriba
Hch. 1:1-11
“1En el primer tratado, oh, Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; 3a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. 4Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. 6Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 7Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. 9Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. 10Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, 11los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”.
La noble tarea que ha emprendido este médico misionero, escribir sobre la vida y enseñanzas de Jesús (v.1); y aunque le dedica su trabajo a un solo hombre y espera que sea el principal beneficiario espiritual, “para que conozcas bien las cosas en las cuales has sido enseñado” (Lc.1:4), fue su principal contribución perpetua para la iglesia cristiana de todas las edades. Los primeros versículos presentan la conexión entre el evangelio escrito por Lucas y Hechos, también del mismo autor. Es una magnífica forma de continuar su obra literaria escrita en dos partes. Para él, su segunda parte son los hechos del Espíritu Santo, quien reemplaza la presencia física de Jesús y continúa la obra comenzada por éste (v.2; Jn. 14:3,18).
El libro de los Hechos de los Apóstoles es el libro de los Hechos del Espíritu Santo. La intención del “médico amado” (Col. 4:14) es establecer la conexión entre el movimiento de Jesús y el Espíritu Santo con sus discípulos. La teología de Hechos es trinitaria, Padre, Hijo y Espíritu Santo; y la iglesia que se forma es el resultado de la predicación del evangelio, y dicho muy personal, la enseñanza coordinada de las Tres Personas, con oración, notas y exposiciones orales y escritas, que en las manos de un médico y escritor y un notable funcionario público, Teófilo, resultaron trascendentes. En pentecostés se experimenta lo prometido y comienza la nueva relación con un “Jesús vivo” (v.3), que cumple su promesa de estar internacionalmente envuelto en el Espíritu, es fundamental en Hechos (Jn.14:26).
No fue su reemplazo sino la continuación no en figura humana sino ubicuo, como el omnipresente Dedo de Dios (Lc.11:20; Mt. 12:28). Hechos existe con un propósito más que histórico, que es el propósito del Evangelio de Lucas. La escritura en el rollo comienza en el v.4, asentado sobre un Jesús viviente, histórico, que fuera de toda disputa, pues dio pruebas “indubitables” o convincentes de ser el Mesías profetizado no del tipo que la nación esperaba sino con un trono en el cielo con una espada de dos filos, su predicación, evidente, pues habla de pruebas indubitables o convincentes, y ¿por qué dudar de lo que es indubitable? ¿Cuántas más pruebas necesitamos para ser convencidos? Su meta es explicar a Teófilo (y para la iglesia con la cual él se relaciona. Tuvo que haberle dado un buen uso al primer libro cuando Lucas le dedica el segundo. Quizás se lo pidió. ¡Un solo lector!), cómo se llevó a cabo la evangelización del mundo ordenada por el Señor (Lc.24:47-49).
Estos son los comienzos de la evangelización del mundo, el cumplimiento de las palabras de Jesús de envolverse en la obra para predicar a todas las naciones. Puedes notar que el Espíritu aparece después de una espera y viene como un acontecimiento para que la iglesia sepa que ya vino, ya llegó y que ya está aquí para hacer su trabajo. Pentecostés es una evidente toma oficial, anunciada con viento recio y fuego, y las lenguas que se reparten son idiomas útiles para cumplir con la Gran Comisión de evangelizar a los perdidos.
El “bautismo del Espíritu Santo” consistió en mostrarles el inicio del ministerio del Espíritu Santo: “aquí está, ya llegó, Jesús volvió en El, es él mismo entre nosotros, es su Vicario designado”; “él les concederá poderes milagrosos que respalden la verdad, y el primero de todos, el don de hablar en otros idiomas para que el mensaje alcance a mucha gente”.
El bautismo del Espíritu Santo en este contexto original es un equipamiento y capacitación para alcanzar al mundo. Lo realmente nuevo fue el don de lenguas. Los discípulos ya echaban fuera demonios y sanaban a los enfermos (Lc.10:9,17). Ese poder no lo habían perdido.
¿No ven? Es el inicio del ministerio del Espíritu Santo en la iglesia. Debían vivir tan cerca del Espíritu Santo como habían estado de Jesús y oírle del mismo modo. Es una experiencia que aparece en la conversión y en la santa dedicación a la obra del Señor. Ojalá que la iglesia entienda que está patrocinada y capacitada por el Espíritu Santo y vivamos tan cerca como podamos y seamos usados por él.Jesús le da prioridad a la obra de evangelización sobre el especulativo estudio de las profecías. Principalmente el futuro político de Israel. Es cierto que debemos estar atentos a la profecía que alumbra como una antorcha en lugar oscuro, pero eso tiene su ocasión y límites (2Pe.1:19). Ellos quisieron decirle: “ya resucitaste, sabemos que Dios te ha hecho Señor y Cristo, ¿es el momento para librar nuestra patria del yugo romano?”. Jesús no les dijo: “no es tiempo aún, ocúpense en la obra misionera”. Tampoco les dijo: “no lo sé”. Lo que les quiso decir fue: “no gasten inútilmente el tiempo en investigación escatológica con respecto al futuro de Israel, mejor es que se preparen espiritualmente para llevar el evangelio a otras gentes”; “recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros...” (v.8); prefieran ser misioneros que teólogos de esa clase, que tienen la vista puesta en un futuro desconocido por todos, conjeturando por aquí y por allá, sin poder hallar nada seguro porque tal materia no está revelada.
El futuro de Israel es importante, lo cual es sólo una parte del drama final, pero también el conocimiento de Cristo en el mundo. Sobre esos asuntos finales es mejor no especular y amablemente dejar que ocurran cuando Dios lo quiera, sin arrogantemente afirmar que se ha encontrado una fecha para ellos. El énfasis en el NT no es sobre el regreso de Israel a su tierra y su soberanía sobre ella, sino su conversión, el día en que todos sean salvos y llamen a Jesús bendito. El NT desconoce cuándo Cristo volverá, porque nadie lo sabe, ni hombres, ángeles o el propio Jesús (Mr.13:32), a pesar de lo que diga el profeta Daniel en sus 70 semanas.
Si Cristo dijo que no valía la pena que estudiáramos ese asunto porque no lo sabríamos nunca, es mejor no hacerlo. El estudio sobre las profecías podrá ser útil para la fe, pero Jesús viendo que esperando ese acontecimiento se detenían y que no habían entendido que “su reino no es de este mundo” les recomienda una iglesia que se preparare con su poder para evangelizar al mundo, que dé su testimonio en su barrio, ciudad, nación y en el mundo entero. Comenzando por los más cercanos hasta los más alejados, los vecinos y los que están en ultramar. Cuando el Señor hubo entrado en su estado de gloria, donde se perdió la vista de ellos, unos seres resplandecientes se acercaron al grupo de hermanos y les aseguraron que Jesús volvería un día, no les dijeron cuándo, pero les pidieron que hicieran sus trabajos de evangelización acariciando esa esperanza, y que vivieran con esa expectativa de su retorno. No tenían que caminar mirando hacia arriba, sino ir a orar y esperar aquí en la tierra el cumplimiento de la promesa de darles poder para testificar en su nombre en todos los países del mundo. Amén.
Exposición 2
Una Iglesia Bonita
Hch. 1:12-14
“12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”.
El propósito de Lucas en estos primeros capítulos es mostrar lo bonito que estaba el ambiente en la iglesia cristiana, todos se llevaban bien, había armonía entre ellos, se ayudaban los unos a los otros y “tenían el favor de todo el pueblo” (2:46,47). También muestra un gran reconocimiento y aprecio por aquellos varones llamados apóstoles. Aunque su libro es llamado “Hechos De Los Apóstoles”, en realidad solamente habla de algunos hechos de Pedro y Pablo; y la mayor parte de su Escritura trata sobre la iglesia entre los gentiles y la participación de prominentes nombres no apostólicos, como Timoteo, Bernabé, Silas, Apolos, Aquila, etc. Hechos es el relato del nacimiento de la iglesia gentil. Quizás Bernabé y Juan Marcos andaban entre los judíos. No es mucho el espacio que le dedica a los doce y a la familia de Jesús, según la sangre, excepto que estaban reunidos orando entre ellos, y a la designación de un nuevo apóstol para que ocupase la plaza de Judas Iscariote.
Pero, aunque breve la referencia, nos deja un ejemplo muy bonito sobre el comienzo de la iglesia cristiana, cuando era un cuerpo pequeño pero muy unido entre sus miembros. No había escisión alguna entre la familia de Jesús y sus discípulos, los unos no eran más sagrados que los otros ni estaban exceptuados de los ejercicios espirituales que practicaban los cristianos más comunes. María, sus hijos, y los apóstoles, formaban un grupo unido y no dos castas separadas. Nota que María, la madre de Jesús, practica la devoción cristiana como cualquier otro discípulo del Señor. En las referencias que hallamos de María en los Evangelios, principalmente en Lucas, ella es presentada humanamente, sin atributos divinos, tales como mediadora, omnisciente, omnipresente, todopoderosa, etc., sin funciones sacerdotales, sin ser “madre de Dios”, sino “de Jesús”, y convirtiéndose a su Hijo, como lo hicieron los hermanos del Señor; pasando de la incredulidad a la fe como ellos lo hicieron (Mr. 3:21; Jn.7:5; Lc.2:46-50). María ha sido exaltada por la iglesia post-apostólica a una altura desconocida por la iglesia del primer siglo.
Mira que ya no se decía más que “ni aun sus hermanos creían en él”, sino que ahora sí creyeron por medio de aquellas “pruebas indubitables” (v.3) de su resurrección; y habían sido testigos de su elevación al cielo. A partir de entonces eran creyentes y formaban con la madre, una familia unida espiritualmente en Jesús. Era una iglesia muy bonita, unida en todos sus miembros, sin jerarquías eclesiásticas, y dada a la oración perseverante. Amén.
Exposición 3
La única sucesión apostólica que se ha hecho
Hch. 1:15-26
“15 En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: 16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, 17 y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. 18 Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. 20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio. 21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. 23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles”.
Primeramente, veamos la caída de un apóstol. La segunda referencia que hace Lucas sobre el ministerio de los apóstoles fue ésta, la selección de un nuevo apóstol, llamado Matías para sustituir a Judas quien, según esta tradición, compró un campo y se ahorcó allí. Quizás se ahorcó en el mismo campo que compraron los sacerdotes. Esta parece una tradición más popular que la de los evangelios, pero puede que menos exacta; afirma que fueron los fariseos y no Judas quienes compraron un terreno con el dinero de la traición; y lo mismo sobre la muerte de ese hombre, o que el campo fuera llamado por la sangre que se esparció al caer en un precipicio sino la sangre que él entregó, o sea la sangre inocente de Jesús. Dos tradiciones. La gente comentaba lo del suicidio que era lo que más le impresionaba, y la iglesia llamaba aquel lugar por la sangre inocente de Jesús. Gill dice que él trató de comprar el campo, pero no lo logró y fue y devolvió el dinero a los fariseos.
Como ya he dicho, Lucas es un gran admirador del ministerio de Pablo a los gentiles, él gentil también, y la mayor parte de su libro es sobre Pablo y la iglesia gentil. Por este relato muestra su respeto a la autoridad de los doce apóstoles y presenta la unión entre el ministerio de Jesús y el apostólico dirigido por el Espíritu Santo. Este pasaje es el nexo. Fue muy “bíblica” la elección del sucesor de Judas para mantener el grupo oficial de testigos de la verdad. Si se cree que fueron dirigidos por el Espíritu Santo así se pensará, que actuaron con un fundamento bíblico.
Para Pedro era importante que hubiera un grupo divinamente establecido que reconociera la verdad del evangelio, y por eso se elige el otro, para que testifique sobre lo que ha visto y oído. Esta fue la única sucesión apostólica que se hizo porque llegó el Nuevo Testamento. En el inicio de la iglesia eso fue importante porque tenían a quienes recurrir para cualquier pregunta. Más tarde, por lo pequeño del número en relación con una obra misionera de alcance mundial, el Espíritu levantó a los profetas que trabajaron codo con codo con los apóstoles, y ellos recibieron por revelación el mismo evangelio que aquellos doce lo habían oído por los labios de Jesús. El Espíritu de verdad, que los conduciría a toda verdad (Jn.15:26; 16:13), repartiría el don apostólico entre millares de profetas que servirían como el Nuevo Testamento escrito para la iglesia. No se eligieron más apóstoles, no hubo trece, catorce, quince. El apóstol Pablo se llama a sí mismo con ese título, no por veneración al término sino por causa del evangelio de la gracia que predicaba y fue criticado y acusado como opuesto al evangelio de los doce.
No hay sucesión apostólica “papal” sino doctrinal y evangélica, y el Nuevo Testamento es la fuente más autorizada, creado por el Espíritu Santo, compilado por la Iglesia, para determinar lo que Cristo enseñó a aquellos primeros doce. No hay más apóstol ni más profetas; y los más cercanos a ellos son los pastores que interpretan la Escritura y predican su mensaje al pueblo. Pedro no eligió ningún otro, y según se fueron muriendo los doce no se reemplazó con algún otro, porque llegaría el momento en que eso sería imposible. Aunque pueda ser disputada la decisión y la exégesis que hizo Pedro para proponer a los apóstoles que eligieran un sucesor a Judas, a mí me parece que lo importante es lo que ya he dicho, por qué lo hicieron, para que el evangelio del Cristo resucitado pasara inmaculado a las generaciones futuras.
Matías era como un libro donde se guardaba un récord de la historia de Jesús, expuesto al público que quisiera conocer “las cosas que entre ellos han sido ciertas e investigarlas una por una”. Si no lo hubieran elegido, eso no hubiera afectado a la iglesia, porque inmediatamente el Espíritu, en cuestión de un mes, descendería sobre ellos, y muchos, no solamente doce, serían testigos de Cristo en Jerusalén, Samaria, toda Judea y hasta lo último de la tierra.
Ahora hagamos algunas aplicaciones distintas. Nota los tristes pasados de un ex apóstol. Se dice que “era” contado con ellos, que “tenía” parte en ese ministerio; y además con el precio de su “injusticia” (iniquidad) compró un campo, o compraron un terreno. Debemos orar para que en nuestra biografía no aparezcan esos pasados: ex miembro de la iglesia, ex pastor, ex misionero, ex cristiano. La palabra griega que se traduce desvió o cayó significa que “obró contrario” a su apostolado, a sus conocimientos, a lo que decía creer, o transgredió, violó la ley. Y se fue a “su propio lugar” o al que le correspondía ¿cuál? El infierno. Desde la cátedra de apóstol al infierno. ¿Quién duda tener sabiendo eso que haya pastores, obispos y papas en el infierno porque han obrado contrario a la posición que tuvieron? Y es horrible esa “caída”, mucho mayor que partirse por en medio y derramar las entrañas.
Y es una bendición para cualquier iglesia que haya abundancia de hermanos y hermanas que pueden elegirse para cubrir los puestos que por alguna razón van quedando vacantes. Presentaron a José y a Matías, aunque posiblemente hubiera más. No se lee ninguna queja por parte de José, que estuviera inconforme porque a él no se le nombró para el puesto vacante. Quizás no aspiraba a eso. Esas protestas las hacen los políticos y los que vienen a la iglesia enfermos del carácter, pero no los genuinos ministros del evangelio. No eligieron a Matías porque era mejor que José ya que ambos cumplían los mismos requisitos sino porque Dios así lo quiso. El sabría por qué. Los hermanos comprendieron que no debían depender solamente del currículo sino de un examen del corazón y ése sólo Dios lo puede hacer. Ya no lo que un hermano ha logrado, la experiencia y conocimientos que tenga sino lo que es. La última palabra no debe ser la escrita en un papel sino la que Dios, mediante oración, pronuncie. Estamos lejos de ser una iglesia llena del Espíritu Santo cuando para los oficios que quedan vacantes no encontramos a nadie que ocupe ese lugar.
Capítulo 2
Exposición 5
La Compañía Del Espíritu Santo
Hch. 2:1-13
“1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. 5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7 Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8 ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9 Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia 10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12 Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13 Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto”.
La iglesia no estaba en una actitud pasiva sino de espera, dada a la oración, esperando el cumplimiento de las palabras de Jesús para enviarles su Espíritu para que hicieran la obra. Conocimientos tenían, llamamiento y disposición también, pero les faltaba algo más, la compañía del Santo Espíritu, para hacer la obra más fácil y más rápida.
En poco tiempo el testimonio de Jesús iba a ser conocido en otras naciones, haciéndose internacional. El Espíritu no vino de modo secreto al corazón de ellos sino con una manifestación de ruido y fuego para que se supiera sobre su procedencia celestial. El mundo no vio eso, pero ellos lo experimentaron. De aquí en adelante sabrían que tenían entre ellos el Espíritu de Cristo.
La inauguración. Se inaugura la era del Espíritu Santo en la iglesia cristiana; todo ocurre como si fuese una toma de posesión de un cargo, con señales visibles de su entrada e indicación que el sentido de su ministerio estaría dirigido a la conversión de las naciones. El cumplimiento de la promesa hecha por el Padre sería la capacitación ministerial de ellos para poder predicar el evangelio en diferentes naciones. El “poder” sería sobrenatural, dándoles el don de lenguas, recordándoles el evangelio que habían aprendido, y espiritual, para poder hacer señales y maravillas. No volvieron más a hablar en idiomas extranjeros con un fin misionero, cuando llegaban a otros países les hablaban en griego o en hebreo, o en el idioma de aquella nación. Las lenguas se quedaron solamente como una señal de salvación, para identificar que el Espíritu había llegado a aquella persona, que los incrédulos creyesen y los judíos notasen que a los gentiles se les concedía el mismo Espíritu que a ellos. Los apóstoles salieron seguros que eran acompañados por el mismo Espíritu de aquel que habían visto en carne y subir al cielo.
Observa que el Espíritu es enviado cuando las condiciones de la iglesia son apropiadas, porque se hallaban “unánimes, juntos” Tenían una sola mente y se acompañaban los unos a los otros; porque cuando los hermanos están “juntos y en armonía, allí envía Jehová bendición y vida eterna” (Sal.133). Era una reunión de oración, de espera y de fe, estaban esperando el cumplimiento de la promesa, aunque no sabían cuando ocurriría. Si deseamos ser llenos del Espíritu, debemos reunirnos para orar y procurar ponernos de acuerdo en todas las cosas, porque si existen divisiones entre nosotros él no vendrá. Cuando fueron llenos del Espíritu salieron a la calle y hablaron a todo el que se encontraban. No hay que pensar necesariamente que todo el tiempo Pedro tuvo un auditorio de tres mil personas (v.14); y todo el día no estuvo hablando él sólo sino todos (v.8), uno por un lado a un grupo y otro por el otro, cada cual anunciaba el evangelio de Jesús, el mismo que Pedro estaba anunciando. Estaban ocasionando una impresión extraordinaria entre la población de Jerusalén, y en espacio de unas horas una cantidad enorme de gente los había oído predicar en su propio idioma, habían creído y se habían bautizado. No eran balbuceos.
Aquel día cuando comenzaron a orar no sospechaban que obtendrían una cosecha tan grande y lo terminarían con tan maravilloso resultado. En realidad, no encontraron ninguna oposición excepto algunos que se burlaban porque no entendían el fenómeno espiritual que estaba ocurriendo y los sonidos extranjeros les parecían que eran balbuceos de ebrios (v.13). La ciudad se revolucionó por completo, y los apóstoles trabajaron arduamente bautizando las multitudes que venían confesando a Cristo. Este era el principio de la evangelización del mundo comenzando “desde Jerusalén”; una misión llevada a cabo por el Espíritu Santo a través de la iglesia. Quizá si buscáramos más de Dios para evangelizar el mundo, la tarea sería mucho más fácil y efectiva. Oración y Espíritu Santo es lo que la iglesia necesita, antes de salir de la casa y encontrarse con la gente en la calle para hablarles de las maravillas de Dios.
Exposición 6
El Espíritu Santo en la iglesia y la familia
Hch. 2:14-21
“14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15 Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16 Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: 17 Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños;18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. 19 Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; 20 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; 21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.
Los que no entendían lo que pasaba recibieron una explicación bíblica de lo que estaban contemplando sus ojos. Pedro se puso de pie y les citó el texto de la Escritura donde se profetizaba aquello que estaba ocurriendo. Ellos querían saber por qué hablaban nuevas lenguas y Pedro les citó al profeta Joel, no para justificar las lenguas sino para hablar del Espíritu Santo.
Las lenguas no se mencionan en la profecía de Joel, porque ellas son una consecuencia y un medio, no una razón. Aparecen de modo secundario. “No es el vino ni la sidra lo que los ha puesto así, están sobrios, excepto que Dios los ha llenado con su Espíritu; y no se fijen tanto en el milagro del idioma sino en el mensaje que están oyendo, porque todo el que invocare el nombre del Señor será salvo”.
Las lenguas no son un fin en sí mismas sino un medio para la dispersión del evangelio, y en un extraño sentido en Corinto, para la edificación de quien las habla. No fueron ni serán jamás más que lo que ya han sido: una señal que alce de la incredulidad a los que están afuera. No son más importantes que el Espíritu Santo. En vez de mostrar afán por ellas es mejor desear ser llenos del Espíritu Santo. No es para quedarse atónitos y maravillados sino para entender y creer.
Enseguida pasa de la satisfacción de la curiosidad a informarles debido a quién aquello había ocurrido, a Jesús de Nazaret. El Espíritu Santo viene a ocupar el lugar de Cristo, o, mejor dicho, a traer a Cristo en Espíritu; ellas aparecen por causa del mensaje de Cristo, para glorificar a Cristo, para que el mundo sepa su historia e invoque el nombre de Dios. En ninguna parte de Hechos el Espíritu cae sobre el auditorio sin que medie un mensaje bíblico sobre Jesucristo, sin que haya predicación con intención de convertir y santificar a los oyentes.
Esa es la gran oportunidad, hermanos, el Espíritu Santo, oportunidad no sólo para la iglesia sino para la familia, privilegiándola con conversiones y vocaciones, salvando y consagrándolos para usarlos en el ministerio espiritual. La solución para los problemas de la familia hoy es el Espíritu Santo. Conversiones y santificaciones. Hay mucha desobediencia a Cristo dentro de ella, y además ignorancia. Es que necesitan tener otros sueños que no son los sueños con los que ellos sueñan. Sueñan con ser grandes, con tener dinero, viajar y casarse. Debieran tener entre sus sueños la obra de Dios, la iglesia de Cristo, sueños teológicos, misioneros. ¿Es que solamente nuestros hijos sentirán vocación secular, no habrá ninguno que no sueñe con dinero y puestos altos en la sociedad sino con la iglesia de Cristo, con predicar en la nación y afuera en ultramar, que sueñe con ser parte de la historia cristiana y con el cielo? Cuando es poca la influencia del Espíritu en la familia, faltan las vocaciones; las iglesias y los colegios para pastores están vacíos. Hay que orar por eso porque nosotros no podemos llamar cuando Dios tiene que hacerlo. ¡Oh qué Dios nos permita que al pasar nuestras vidas dejen las huellas del Espíritu en las vidas de nuestros hijos y nietos! (vv.17, 21). Si aceptan a Cristo serán llenos del Espíritu, si lo reciben y se bautizan. Tuvieron que hablar del bautismo porque éste formaba parte del mensaje de salvación (Mt.28:18-20), y por eso tantos obedecieron el mandato tomándolo aquel día.
Observa que la iglesia, aunque usara el texto del Antiguo Testamento anunciaba a Cristo en un marco escatológico (vv.19-21); y había conversiones. Eso explica en parte porqué Pedro cita el texto en toda su extensión incluyendo la segunda venida de Cristo. Era lícito, era obvio. Y lo es, que prediquemos a Cristo dentro de un llamado a creer y obrar con verdades futuras, su segunda venida en gloria, la exterminación y expulsión del mal en el mundo (2Te.1:6-10; 2:8), la resurrección tanto de justos como de impíos, la glorificación del cuerpo, el juicio final sobre toda criatura y la condenación eterna del cuerpo y el alma en el infierno. Y todo el que invocare el nombre del Señor será salvo y Pablo añade, tú y tu casa. Amén.
Exposición 7
Jesús, la llave para abrir la Escritura
Hch. 2:22-36
“22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; 24 al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. 25 Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. 26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, y aun mi carne descansará en esperanza; 27 Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. 28 Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia. 29 Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, 31 viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34 Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 35 hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”. 36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”.
Nota primero que presenta la persona de Jesús ante un pueblo que lo recuerda. Era una verdad popular porque “lo tenía por profeta” (Mt.21:11), y se acordaron de sus prodigios, señales y milagros entre ellos. De eso no cabía duda y continúa más allá al entrar con él a la tumba de José de Arimatea donde tienen lugar las dolorosas agonías de la muerte, y sale, temprano en la mañana de domingo, victorioso, dejando dentro de la piedra excavada los restos de su lucha con la muerte, lienzos y sudario, y se presenta en carne y huesos a esos testigos que lo contemplaban y palpaban y salieron eufóricos a desmentir la versión oficial del gobierno de que se habían robado el cadáver. El hecho es sobre-histórico y viene de parte de Dios como confirmación y visto bueno de todo lo que Jesús dijo ser, hizo y predicó. Un “varón aprobado por Dios”, o exhibido, demostrado y acreditado, “habiéndole resucitado de entre los muertos” (Ro.1:4). Todas esas palabras son posibles traducciones.
El cristianismo apostólico gentil y el judío, empiezan ahí y siguen hacia el cielo con Jesús, hombre hecho Señor y Cristo a la diestra del Padre, y sirven esos sucesos escatológicos para hacer trascendente y cósmico el Jesús básico nacido bajo la ley judía y empleado de ella para obrar la justicia y redención del ser humano, al judío primeramente y después al griego. El fenómeno de las lenguas extranjeras, el ministerio y derramamiento del Espíritu Santo aguardan hasta que la exaltación se consuma, y se derrama por la puerta abierta de una promesa hecha por el Padre.
Los evangelios son posteriores al epistolario del Nuevo Testamento y fueron primeramente una necesidad judía y escritural; y dentro del mundo gentil el aspecto histórico de todas las doctrinas de la gracia. La historia es primero y la dogmática después, pero a los gentiles llega primero el mensaje dogmático con el histórico. Todo para que la iglesia tuviera completa la vida de Jesús.
Un orden de presentar al mundo a Jesús a veces es a la inversa, comenzando con el escandaloso hecho de la resurrección (como Pablo hizo en Atenas), y seguido por el “tropiezo de la cruz”, y después el resto de su biografía bajo la ley judía. El cristianismo, si para tener fe, arrepentimiento y salvación se trata, se puede leer a la inversa. El resumen de la educación cristiana de ellos se halla en la puerta abierta de la tumba. Desde ella reciben la más grande confirmación los apóstoles, acordándose de lo que había dicho y para escribir sus libros, y los predicadores sus sermones bíblicos, hallando en la Escritura judía demostración anticipada, una vez que estuvieron en posesión del plan completo de Dios para la salvación, acomodando los textos a ese evento y alumbrando todas sus sombras y símbolos con la luz de ella. Estrictamente es la resurrección la que descubre el significado de los textos y no a la inversa. Es el cristianismo el que puebla y resalta con significado el judaísmo.
El texto que cita es de David, el salmo 16, y quiso decir, “he estado al borde de la muerte, pero no me han matado; mis peligros han sido tan grandes que son como si desde el Seol hubiera regresado resucitado”; y en la forma de las palabras Pedro encuentra con su similitud una promesa de la resurrección del Hijo de David, Jesús. Con la luz de la resurrección brillando a plenitud es muy fácil encontrar esas palabras, pero sin ella sería imposible, ni disponiendo de la mejor exégesis. Lo mismo pasa con la cruz. Vea dos ejemplos, Jn.11:49-52; Hch.8:31-35.
Observa que la muerte y resurrección de Jesús estaba obligada por la Escritura y todo providencialmente decretado. La palabra plan no está escrita en el original sino implicada, y consejo se ha traducido, pienso, para suavizar la rigidez teológica implicada con las traducciones decreto y voluntad que son mejores. La idea de Dios estaba detrás de todo ese maltrato y crimen y junto estaba decretada la resurrección. El propósito del autor no es justificar las manos de los impíos sino señalar la mano de Dios y presentar el plan de la salvación de modo coherente incluyendo ese juicio político sin causa, y su exaltación hasta el señorío mesiánico, por lo cual dice, sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo (v.36), y exaltado a la diestra de Dios. Muchos judíos creyeron eso. La resurrección los impactó y se asombrarían de ellos mismos que habiendo leído tanto a David no se hubieran dado cuenta antes. Porque les faltaba Jesús, la llave para abrir la Escritura.
Exposición 8
Explicación de por qué la iglesia creció tanto en un día
Hch. 2:37-42
“37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.
La explicación la hallamos, si nos metemos dentro del grupo y oímos y experimentamos lo que ellos oyeron y sintieron, que el éxito del sermón de Pedro consistió no sólo en los que se convirtieron directamente con él sino en las copias que de él hicieron otros apóstoles, hermanos y hermanas de Jerusalén; un sermón que no sólo fue copiado en la letra, o sea en la doctrina sino en el ejemplo del mismo Pedro. Un énfasis único con un mensaje único. Y así lograron una cifra de convertidos y bautismos sin precedentes, tres mil. Bastante ¿no cree? Tal vez cien, doscientos, trescientos, oyeron a Pedro, pero lo que se me ocurre es que no sólo Pedro predicó esto sino los otros apóstoles, por cuanto ellos dijeron “les oímos hablar” (2:11), y además la pregunta de salvación incluyó a los otros compañeros, y a los demás apóstoles (v.37), dando a entender que fueron muchos los ministros que predicaron aquel día y el que no se convertía con uno se convertía con el otro, uno hablaba en parto, otro en elamita, hebreo, latín, egipcio, etc.
Pero no porque fueran muchos ya que eran una docena sino porque estaban ungidos por el Espíritu Santo, habían pasado mucho tiempo en oración esperando la promesa de Dios y la habían recibido, y las lenguas de ellos ya eran de fuego y del Espíritu Santo, de lo contrario no hubieran sido efectivos, pero lo fueron por el poder que Dios les dio. Y eso es lo que la obra santa del Señor necesita, que haya ministros investidos con ese poder, y que prediquen solemnemente sus sermones sin entretener la audiencia ni hacerla constantemente reír y pasar un buen rato. Aquella gente no se había reunido allí para oír a Pedro y los otros predicar, sino porque Dios los juntó con aquel ruido que hizo al caer sobre ellos (v.6). Si Dios junta la gente es nuestra responsabilidad hablarles solemnemente, o ardientemente y que les pique y les pellizque el corazón, que es lo que significa la palabra compungidos y por esa razón dijeron lo que dijeron, preguntaron lo que tenían que preguntar y no fue ¿cómo se llama el predicador? ¿Cuándo son los días de reunión?, sino ¿qué haremos para ser salvos?; y por todo el contexto se dieron cuenta que eran culpables directos de la muerte de Jesús.
Y asumo algo más, que los convertidos fueron ganando a los no convertidos como un efecto dominó o una ola que se expande, de esa forma en un solo día, por las casas, plazas, mercados, en el templo, el evangelio alcanzó a tan enorme cantidad de personas, porque cuando la iglesia se llena del Espíritu Santo predica la palabra y quiere que todo el mundo conozca la historia y sea salvo. Todos los predicadores, hermanos, especialmente Pedro, predicaban lo mismo, arrepentimiento, “arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo” (v.38), y así lo hicieron. Pero usted no lee que lo dijeran, que llamaran a alguien y les confesara los pecados; lo único que pedían a los predicadores era que los sumergieran en las aguas del bautismo para perdón de pecados, y dondequiera que había suficiente agua tomaban el bautismo en el nombre de Cristo, dando gloria a Dios por él y testimonio de él, y así recibían el don del Espíritu Santo. Y la iglesia creció en un solo día más que cualquiera otra en años porque se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles (v.42); lo que quiere decir que todos los maestros tenían una sana doctrina, la de los apóstoles, que perseveraban sin hacerles cambio, creían exactamente lo que habían aprendido y enseñaban lo mismo, y por supuesto eran maestros dedicados o consagrados a la enseñanza doctrinal y participaban continuamente en todas las reuniones de la iglesia que es lo que significa la palabra comunión, sin brillar por su ausencia en ninguna, y en comunión tenían el partimiento del pan, es decir la santa cena, y la oración. Posiblemente, aunque oraran en el culto tenían un día y una hora dedicada a la oración. Y no fallaban, allí estaban. La iglesia crecía porque contaba con un equipo espiritual e intelectualmente preparado y muy dedicado al llamamiento de la enseñanza.
Y por último, Pedro les menciona una esperanza para su familia no convertida; que podrían ser evangelizados y ganados para Cristo. Aquello no era un fenómeno solamente local, es decir lo que habían experimentado en Jerusalén podría ocurrir muy lejos en el Ponto, en Cirene, Roma, Antioquía, Egipto, etc.; era repetible en cualquier parte del mundo, especialmente en los hijos que habían dejado atrás. Y pudiera repetirse entre nosotros si Dios acompaña nuestra enseñanza y sermones con su Espíritu, y hacemos de la misión evangelizadora de la iglesia un asunto primordial buscando de corazón salvar a todos los que el “Señor llamare”, y enviar si no podemos misioneros, hermanos y hermanas que transporten a sus países nuestro espíritu y doctrina como aquella iglesia en un solo día.
Hch. Exposición 9
La maravillosa iglesia de los comienzos
Hch. 2:43-47
“43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.
¡Cómo no se van a espantar con aquellos bautismos, aquel mensaje y tantas señales del cielo! Este texto hasta el final del capítulo contiene los mismos aires de salvación que tuvo el mensaje de Pedro en el día de Pentecostés (v.47); lo cual hace pensar que la iglesia continuó predicando con urgencia espiritual sobre la muerte, resurrección y regreso del Señor. Dios los bendecía y añadía a la congregación los que recibían el mensaje y aspiraban a esa esperanza.
Una especie de pánico e histeria comenzó a tomar posesión de Jerusalén, por el mensaje escatológico que predicaban los apóstoles y porque ellos parecían dioses que confirmaban con milagros el mensaje de juicio y perdón que predicaban (v.43). Jerusalén ya no estaba acostumbrada a esas manifestaciones de poder, que, en los apóstoles, tantos, excedían la historia antigua de los profetas, y las rodillas de todos se estremecían como si fueran dioses enemigos los que en carne humana andaban entre ellos (Hch.14:8-11); o más bien por el miedo a algún castigo (1Sa.10:4). Pero más que todo, pienso, temblaban por la culpabilidad que sentían al poner todos los datos juntos y ver que habían matado al Mesías; cuando escuchaban la historia, cuando miraban la tumba vacía, cuando más de quinientos testigos afirmaban haberlo visto todos ellos juntos, resucitado y ascendido al cielo, etc.; cuando recordaban cómo habían sido endurecidos por las manos de los fariseos y saduceos que por intereses propios habían blasfemado el Espíritu Santo, que ahora miraban. Lloraban arrepentidos.
Y aquel miedo, aunque no los convirtiera a todos, hacía que miraran con simpatías la iglesia (v.47). No era por eso nada más, pero sí ocupaba un ingrediente en la paz que los cristianos tenían en aquellos momentos dentro de la ciudad, que hasta podían usar el templo para sus reuniones (v.46), reunirse en las casas sin ser arrestados, ni que los vecinos se quejaran que molestaban o inventaran fastidiosas historias de misterios alrededor de sus ritos. Fue un tiempo que la iglesia no vio más; desde aquí en adelante la opinión popular cambió y en vez de congratularlos los perseguían y de casa en casa los arrastraban a los tribunales. Esa amistad entre la iglesia y la sociedad fue transitoria.
También ayudó mucho la humanidad social de la iglesia, porque ella atendía a sus necesitados y sus miembros se despojaban de lo que tenían para socorrer a otros que tuvieran necesidad. Quizá esto fue impulsado, como dicen algunos, por las palabras del Señor dichas al joven rico (Mt.19:21), pero puede ser también por la inminencia del reino, es decir, porque creían que el reino de Dios se hallaba muy cerca, (Mt.10:7-10), y era mucho mejor no tener intereses económicos por los cuales velar en este mundo si querían salir a predicar el evangelio a otras naciones.
A todo eso ponle el amor que sentían los unos por los otros. Lucas lo presenta como una comunidad bella, sin una crítica por si hicieron bien o mal, si aquello era una noble pero fantástica idea, no, no dice nada, sino más bien parece sentir simpatías por la iglesia que así obró, para que sus lectores midieran la vida espiritual de aquel paraíso terrenal, donde se vivía sin egoísmo entregados los unos a los otros, como si toda la iglesia fuera un monasterio donde los que ingresaban a ella hacían un voto de pobreza, pero sin un prelado mayor que se enriqueciera con las renuncias que hacían.
Amado, por más criticable que sea este experimento social, que no pudo perpetuarse ni podrá, ha quedado como fue, un modelo de renuncia a este mundo, un ideal de desprendimiento y de honesta entrega al prójimo. Pablo, suavizando los rigores de este experimento antiguo, dice “pero os digo esto, hermanos, que el tiempo se ha acortado. En cuanto al tiempo que queda, los que tienen esposas sean como si no las tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; y los que disfrutan de este mundo, como si no disfrutaran de él. Porque el orden presente de este mundo está pasando” (1Co.7:29-31).
El espíritu de aquel noble ejemplo, si debiera sobrevivir en todos nosotros, que estemos dispuestos a vender lo que tenemos para estar más libres y fuera de congojas, para salir a predicar el evangelio, que están esperando de nuestros labios las palabras de Cristo que los harán salvos. Jerusalén entera estaba siendo salvada por la fe en las doctrinas de los apóstoles y por el testimonio de sus vidas que ellos no podían negar. El Señor añadía todos los días algún nuevo elegido al número de aquella maravillosa iglesia en sus comienzos. Amén. (copiado)
Capítulo 3
Exposición 10
La Exaltación De Jesús
Hch. 3:1-16
“1 Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. 2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3 Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. 4 Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. 5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. 6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; 8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. 9 Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. 10 Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido. 11 Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. 12 Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿O por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. 14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida,15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. 16 Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste, esta completa sanidad en presencia de todos vosotros”.
Ninguna cosa es más importante para un cristiano que exaltar el nombre del Señor. La sanidad del cojo que aquí se cuenta tiene ese objetivo, colocar el Nombre de Jesús en un lugar que brille sobre todo nombre. Este suceso favoreció la Gran Comisión.
Lucas, como médico, lo pinta con muchos detalles. Por ejemplo, mientras esperaba la limosna estaba “atento”; Pedro lo tomó por la mano “derecha” “saltando y alabando a Dios entró con ellos al templo” y “sostenía a Pedro y a Juan con ambas manos”.
Vamos al grano. La primera intención es exaltar el nombre de Jesucristo de Nazaret (vv. 6, 13, 16). Hay una observación que quiero hacer desde el comienzo sobre la curación. No es el asunto principal desde el punto de vista de Dios y de la iglesia. Para la iglesia es sólo una señal. Una señal asociada a ese nombre y que ocurre solamente con el propósito de ponerlo en alto. La iglesia se está estableciendo alrededor de ese nombre y tiene que quedar claro que las señales que dentro de ella se hacen son para exaltarlo. Para el pueblo inculto y necesitado lo más llamativo es el cojo restaurado y es sobre él que colocan la atención, pero no para la iglesia.
Los datos que se suministran sobre la curación son para promover la credibilidad del suceso y por consecuencia, la autoridad apostólica, que dos hombres sin letras y del vulgo tuvieran tanto poder como para hacer aquello (4:13); y exaltar el nombre de Jesús. Es un milagro constatable y Pedro no rehúsa que lo examinen, y el propio cojo dando sus brincos lo demuestra, y el médico amado que escribe el relato da su opinión: es una “completa sanidad” (v.16). Lucas era médico, y por referencia supo que la sanidad no fue inventada. El problema de algunos milagreros de este siglo es que no permiten a los médicos que examinen sus milagros.
Y fue el pueblo, no la iglesia, quien confundió el origen de aquel poder, atribuyéndolo a los seres humanos, o sea, a las virtudes de los predicadores, “como si por nuestro propio poder o piedad le hubiéramos hecho andar” (vv.11-13). Los apóstoles inmediatamente reaccionaron en contra de tan nociva popularidad y los frenaron en sus entusiasmos, para que no fueran exaltados ellos sino el Señor en nombre de quien aquel milagro se había operado. No se predicaban a ellos mismos. Eso no quiere decir que con poder y sin piedad se pueda ser un ministro eficaz. Sí es necesaria la piedad para ser usados por Dios.
Les quiere decir: “No porque seamos cristianos ni mejores cristianos, no por las virtudes cristianas es que hemos sanado al cojo, sino para que honréis al Hijo como honráis al Padre (Jn.5:23). No nos miren a nosotros con aire de triunfo, por favor miren para otro lado no para nosotros, eleven sus ojos al cielo”. No queremos glorificarnos con lo que hacemos. Sin embargo, observa qué opinión el pueblo tenía de ellos. Los tenía como hombres con “poder y piedad”; exactamente como Jesús. Reflejaban lo que decían y respaldaban con sus vidas el mensaje que predicaban.
Mira con qué la iglesia crece. Es una equivocación pensar que una iglesia puede crecer porque tiene dinero. No por el dinero sino por el poder. Los líderes de la iglesia por sus buenos tres siglos fueron pobres como Pedro y Juan (v.6), no tenían ni oro ni plata, ni catedrales o poder político entre los gobiernos de las naciones. Cuando la iglesia ya no pudo decir: “No tengo ni oro ni plata” tampoco pudo decir: “lo que tengo te doy” porque tampoco lo tenía; al llenarse sus arcas con dinero fueron perdiendo el poder espiritual, lo principal que Cristo les había dejado (lo único) para que llevaran adelante su obra.
Otra intención que tiene el texto es el esfuerzo que los apóstoles hacen para ganarlos a ellos para esa fe; para que en su Nombre “tengan vida” (vv.13-16). Su mensaje de evangelismo está inspirado por el mismo deseo de exaltar a Jesús y le llama ante ellos “santo, justo y autor de la vida”. Predican de forma muy hermosa acerca del Señor. Pedro sabe que es el Creador del mundo, que todo “fue hecho por medio de él y para él” y que “en él estaba la vida de los hombres”. Eso es lo que creemos y por ello obtenemos vida, y “en abundancia”. Por eso oramos así, “no a nosotros sino a tu Nombre da gloria” (Sal.115:1).
Exposición 11
No una teología con armas de fuego. Actitud cristiana hacia los judíos
Hch. 3:17-26
“17 Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. 18 Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. 19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20 y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21 a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. 22 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; 23 y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. 24 Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. 25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. 26 A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad”.
Pedro continúa quitándose la gloria del milagro y dándole el honor al nombre de Jesús, al cual todos ellos predicaban, explicándole a la gente que para recibir perdón era necesaria la fe en su nombre (v.16), y le añade una cosa más, arrepentimiento, diciendo “arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados” (v.19), y la buena consecuencia de esa actitud traería sobre ellos tiempos de refrigerio, o una mejora social. Nota que la perspectiva cristiana para mejorar las condiciones sociales del país es por medio de su evangelización. Los científicos, educadores y economistas tienen su lugar y la iglesia el suyo, mejorar la calidad humana con su relación con Dios. No hay que politizar la iglesia que es en esencia distinta a lo que es un estado.
Fíjate que un suceso político es mirado teológicamente. Pedro no eleva el caso de la crucifixión de Jesús a la altura de un crimen político, que lo era por parte de ellos, ni moral mencionando envidia, sino al terreno donde la iglesia tiene una solución, que cometieron aquella barbaridad por ignorancia (v.17) cristiana, aunque eran religiosos, porque si hubieran sabido quién era él nunca hubieran crucificado al Señor de gloria (1Co. 2:7,8). La iglesia está llamada por Dios no tanto para hacer denuncias políticas como para alumbrar su sociedad con enfoques teológicos, sacar de sus errores políticos a los que por ignorancia espiritual desaminan al pueblo. Y no una teología con armas de fuego sino con armas espirituales contra todo lo que se levante contra el conocimiento de Cristo, y no combatiendo la carne y sangre sino a las potestades del aire. Sin odios. Y el apóstol Pedro da el ejemplo de cómo desde una actitud de perdón llama a los criminales al arrepentimiento porque no quiere que sean enviados a la cárcel sino a bautizarse. Y de ese modo como ya he dicho, vendrá la prosperidad al país.
Observa la actitud cristiana hacia los judíos. El sermón de Pedro hacia los judíos no tiende a abrir brechas y separación sino que usa palabras con las cuales puedan ser salvos, cristianos, diciendo que Dios ha cumplido así lo que anunció de antemano por boca de todos los profetas: que su Cristo debería padecer; no que ellos han cumplido lo que Dios anunció que sucedería sino que Dios lo ha cumplido abandonando a su Cristo en las manos de ellos, no para suavizar lo que antes dijo sino para buscarle una solución, a fin de apartar a “cada uno se convierta de su maldad” (v.26); eso de todos modos no los aliviaba pero les daba una esperanza espiritual y que no se habían metido en un callejón sin salida.
Hoy los judíos acusan a los romanos de haber dado muerte a Jesús o niegan que se tratara del Mesías a fin de quitarse la culpa de ese pecado atroz. Y esa es la actitud promotora para la evangelización de los judíos, incitarlos al estudio del Nuevo Testamento con sus Antiguas Escrituras para que revisen la posición hermenéutica de ellos hacia Cristo. No tanto el cristianismo contra el cual tienen tantos justos resentimientos porque en sentido general, y penoso, los ha tratado sin la comprensión apostólica de Pedro, aquel a quien se les entregó las llaves del reino de los cielos.
Sin esa actitud benevolente y no acusadora no se le puede pedir que se arrepientan y conviertan al Señor. Para que todo Israel diga un día “bendito el que viene en el nombre del Señor” y sea salvo, lo que necesita son buenos estudios cristianos sobre su Biblia (como Pedro hace en los vv.20-26), tanto como un apoyo a su derecho internacional a existir como nación. Necesita refrigerio y calma territorial por parte de Jehová que le delineó su geografía, y que sólo se consigue revisando por sus Escrituras quién era Jesús y su relación con Moisés, porque es posible aún, que como pueblo pueda cantar en su holocausto y apocalipsis “el canto de Moisés y del Cordero” (Apc.15:3).
Y Pedro les propone también un cambio en la escatología a los judíos y que no tendrán paz sino hasta el final de la historia cuando Dios envíe a Jesús (v.20), para la restauración de todas las cosas (v.21). Israel seguirá siendo oprimido por todas partes y poniendo muertos y causando muertes, ganando y perdiendo hasta el día de su conversión a Jesús que le traerá tiempos de refrigerio, y después participará en la restauración del mundo en lo que fue. Los nuevos cielos y nueva tierra no podrán existir sin la conversión de Israel. Ese evento histórico y espiritual ocurrirá cuando llegará a darse cuenta que su Mesías vive, está en el cielo, que regresará no como un Mesías político, y que “el reino de Israel” será el del mundo, de océano a océano, y la fe de él dominará el orbe entero. Y no estoy hablando de un milenio judío y terrenal sino de la conversión de ellos. La conversión de Israel depende del estudio de sus Escrituras conjuntamente con los cuatro evangelios, y comprenda que en su simiente serán benditas todas las familias de la tierra, y eso no es posible que tenga cumplimiento simplemente como un estado político y dentro de una demarcación geográfica sino por medio de la fe en su Mesías. (copiado)
Capítulo 4
Exposición 12
Los apóstoles evangelizan, por el futuro espiritual de la gente
Hch. 4:1-22
“1 Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, 2 resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3 Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. 4 Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil. 5 Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, 6 y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; 7 y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? 8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: 9 Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, 10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. 11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. 13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. 14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. 15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, 16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; 20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 21 Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho, 22 ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años”.
Estos fueron tiempos cruciales para la iglesia cuando enfrentaba la violencia por parte de los gobernantes que trataban de impedir la propagación del nombre de Jesús, volver a enterrar a Jesús, y de las ideas de Jesús. Tenemos una gran deuda de gratitud con aquellos primeros discípulos porque hablaron correctamente en nombre de la iglesia cuando querían que cesaran de distribuir la misión y persona de Jesús en el mundo. El Cristianismo es, por fuerza de la verdad, una religión “proselitista” (es mejor decir evangelística) y con relación a Jesús exclusivista.
Se ve el dilema judío ante el avance evangelístico y misionero del cristianismo. Los judíos tratan de evitar el proselitismo. Los “cristianos” eran irreductiblemente proselitistas, mucho más que por una orden del fundador del movimiento por la fuerza de la verdad de la Persona de ese Fundador, porque “no podían dejar de decir lo que habían visto y oído” (v.20). Los fariseos creían en la resurrección de los muertos, pero no en el nombre de Jesús. El problema empieza con la predicación de la resurrección de Jesús y que los saduceos no creían en ella y menos en la de la persona que ellos afirmaban estar viva. Para ellos este suceso era crucial porque significaba la aprobación de Jehová a Jesús Nazareno. Comenzaban con la resurrección y retrocedían hacia el pasado y volvían hacia el futuro. La colocaban en el centro del destino humano. Era la fuerza del cristianismo y los judíos no querían que la predicasen; pero ellos, experimentando el poder de la resurrección en la operación de las señales, no podían callarse y decían, “vosotros mismos juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (vv.19,20).
El testimonio de ellos fue tan fuerte que a pesar de la oposición y de los argumentos opuestos, un grupo numeroso aceptó la realidad y creyó en él. Esto vino a complicar las cosas para los apóstoles; según penetraban la sociedad con Jesús, más resistencia encontraban. Los principales del pueblo se reunieron no para debatir el tema de la resurrección, que indudablemente les molestaba, sino la señal de curación del cojo, que era la evidencia de la veracidad de la historia que contaban. El cojo era expuesto como una evidencia de Jesús y de la autoridad que emanaba, inauditamente, de su nombre. Los saduceos, que ya conocían la dimensión de la vida de Jesús, se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo y el peligro que estaba corriendo religiosamente la nación.
Jesús iba a sustituir a Moisés, el evangelio la ley, y él mismo acabaría siendo más importante que Israel. No era un simple revoltoso muerto ni una voz filosófica apagada, sino un individuo con una historia muy complicada en la cual ellos quedaban mal parados, con demasiadas evidencias públicas, y para rematar el mal social, sus seguidores no eran simples discípulos propagadores de las ideas del Maestro, sino que tenían poderes que relacionaban con Jesús. Tenían que saber que estaban intentando algo difícil y tal vez imposible.
El pueblo había tenido a Jesús como un profeta (Mt. 21:46) y se “iba tras él” (Jn.12:19). Esta gente estaba decidida a apagar el movimiento. Las credenciales que presentaba aquella gente inculta eran innegables y no podían decir “nada en contra” (v.14); no querían admitir el hecho que de aquel Nombre brotaba un poder sanador, y esto era precisamente lo que los judíos buscaban para creer.
Se hallaban en un dilema, no deseaban a Jesús porque no había sido del gusto de ellos y lo habían matado con su desaprobación, y seguía disgustándolos, no podían admitir que estuvieran equivocados y que Dios los defraudara de ese modo dándoles un Cristo con aquellas inaceptables características que él tenía.
Habían soñado con un Mesías distinto, que significara mucho para la identidad política de Israel, que lo retornara, como “hijo de David” y sobre su cetro, a aquellos gloriosos tiempos. Habían aprendido a pensar y a querer no en un Mesías que trajera “vida eterna”, que “muriera por los pecados de ellos” y que sometiera espiritualmente a las naciones, sino en otro, que militarmente reuniera al pueblo detrás de él, que formara un gobierno competitivo con las naciones del mundo.
Soñaban con una nueva época de oro para Israel, y aquel “cristo” no era nada de eso, ni con mucho, pero se estaba imponiendo sobre el pueblo con sus sorpresivas características y la gente lo estaba creyendo, haciéndoles pensar de modo distinto, reinterpretando la Escritura, dándole un sentido menos materialista que el que ellos le daban.
Uno de los problemas más grandes que tenían los judíos era de tipo exegético. Pablo afirmaría que no alcanzaron lo que deseaban porque no iban tras ello por fe sino por obras, que es esencialmente un error de interpretación bíblica. Y con relación al Mesías, al reino de Israel y Jesús, sucedía lo mismo.
Eso equivalía que aquellos incultos “apóstoles” sabían más que todos los renombrados rabinos de Israel, y para fastidio mayor, tenían un poder “espiritual” que ellos no deseaban que tuvieran. No se podía discutir con ellos, no tenían paciencia para eso ni tampoco lo querían, y trataron mediante el poder político que poseían, aplastarlos. Los apóstoles estaban enfrascados en eso mismo, en ganar prosélitos, haciendo creer a Israel que aquel a quien ellos habían ejecutado era el tan esperado Mesías, que había tenido la aprobación de Jehová que lo había resucitado, dando testimonio a favor de él y en contra de ellos. La consigna era estrangular el movimiento evangelístico y misionero.
Pero los apóstoles se negaron a obedecerles afirmando que la comisión de ellos era divina y que seguirían haciéndolo pese a que se lo hubieran prohibido (vv.16-20). Ellos tienen el honor de haber sido los primeros en no admitir que la iglesia se quedase encerrada entre sus puertas sin darse a conocer al mundo. Dijeron que no, y salieron a predicar, aunque eso no les gustaba a los gobernantes que se oponían ferozmente a los intentos de ellos.
No respondieron que Jesús les había encomendado aquel trabajo, aludiendo a la “gran comisión” sino que Dios les había encomendado que hablaran de Jesús por lo que habían visto y oído, pero además por el futuro espiritual del pueblo, porque si no predicaban a Jesús no habría salvación, “en ningún otro hay salvación” (v.12). Había mucho que los gobernantes no comprendían, que quisieran compartir a Dios con todo el mundo e Israel dejara de ser una exclusividad de la gracia, y ahora, para colmo, que hablaran de salvación y no de política y libertad. Ellos no usaban un lenguaje social sino espiritual. La iglesia decidió cumplir su misión.
No los interrogaban para buscar la verdad del asunto sino porque querían el silencio de la iglesia en torno a aquello que le dio origen, la historia de Jesús. Pero ellos firmemente replicaron que era imposible dejar de predicar a Jesús por una grande y tremenda razón, no hay salvación en otro nombre (vv.12, 19, 20); les estaban respondiendo que si guardaban silencio todos perecerían, por lo tanto, por amor a las almas tenían que continuar predicando aquel nombre que ellos aborrecían tanto. Y continuaron predicando a Jesús, obrando señales en su nombre y el mundo creyéndolos, hasta hoy. Amén.
Exposición 13
La iglesia ante leyes injustas. Con mega poder y con mega gracia
Hch. 4:23-37
“23 Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24 Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; 25 que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? 26 Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo.27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, 28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. 29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. 31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. 32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. 33 Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. 34 Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.36 Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, 37 como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles”.
La primera porción es un colofón de la exposición anterior, como la iglesia reacciona ante leyes injustas, la discriminación y la persecución (vv.23-31). No con violencia, sino con fe y oración; asume una actitud de desobediencia religiosa y se produce un enfrentamiento entre ella y el estado opresor. Dijo que no. Trataron de impedirles su dispersión, pero no pudieron. No hubo cabildeo ni soborno, sino que usó sus rodillas. Los apóstoles no eran de mármol; las amenazas fueron grandes y sintieron que podrían llegar a temerlas; entonces decidieron orar para que no perdieran el valor que hasta entonces habían demostrado, que en ese contexto equivalía a ser llenos del Espíritu Santo (v.31), porque en un instante al acabar de orar ya todos sentían deseos de salir a predicar. Y se levantaron llenos del Espíritu Santo. Dentro del libro de los Hechos ser llenos del Espíritu no es hablar con emoción sino con valor. Conocimientos tenían, y a eso pidieron a Dios que les añadiera denuedo (v. 20). En fin, no se callaron porque la salvación de todos dependía que no guardaran silencio. Cuando uno siente miedo testificar por Jesús lo que tiene que hacer es orar para que el Señor le quite el miedo. La iglesia acompañó con oración su desobediencia a las leyes injustas.
Se ve en su oración el apoyo doctrinal de la fe de ellos para no obedecer a los hombres, la soberanía de Dios. Sus oraciones enseñan lo que ella cree. Ya desde que empiezan a orar saben en ellos mismos que el Señor tiene “toda potestad en el cielo y en la tierra” y que por tanto pueden ir “y hacer discípulos a todas las naciones y bautizarlos en el nombre del Señor Jesús”. Es decir, las autoridades enemigas, aunque se juntaran todas, no habrían de pararlos porque era mucho más justo obedecer a Dios que les había hablado por el Espíritu que a los hombres (v.19).
Dios es soberano y ningún gobierno o grupo religioso tiene el derecho ante él para prohibirles el testimonio de Jesús. Podrían ser acusados de desacato, pero no se callaron. Enfrentarían azotes y cárceles, pero habían orado para que esa posibilidad no los frenara. Fueran judíos, romanos o en un futuro, mahometanos, no se detendrían, perdieran lo que perdieran y costase lo que costase. Y continuaron predicando a Jesús como un desafío social; ni la religión autorizada y poderosa, ni el gobierno hostil pudieron callarlos; azotarlos y matarlos sí pero no taparles la boca. Dios era soberano y ellos no consintieron en el silencio. Cualquiera que fuera la estrategia que utilizaran, ese sería siempre el fin.
En segundo lugar, se mira una iglesia unida y generosa, no rota por las divisiones donde cada uno tira para un lado, casi siempre el propio, sino lo contrario, hacia los demás, y la muestra inequívoca que se hallaban con buen espíritu y en la correcta dirección es escuchar cómo los miembros de ella hacían uso de su dinero a favor de los hermanos más necesitados. En ese tiempo se puede hablar ya de una “mega-iglesia” pero no en el sentido de hoy, numérico, sino con mega poder y con mega gracia (v.33), como una comunidad que ama y cuida a sus miembros, entregada primeramente a Dios y a los hombres (2 Co. 8:5). La gloria de ella no estaba en que fuera una mega iglesia, sino que lo fuera en esas dos gracias del Señor, en poder y en gracia. En esta parte la preeminencia se encuentra en la asistencia que daba a los necesitados. No en los milagros que hacía entre ellos sino en el dinero, la ropa y la comida que les entregaba.
No son los principios de algún filósofo los que practica sino la vida en el Espíritu. Se puede ver la iglesia desprendiéndose del mundo, por un lado, y alejándose de los negocios terrenales para predicar el evangelio, por el otro (vv.32-37); un ensayo de comunismo invertido al marxista, porque no se apropiaba de las pertenencias de nadie con el mentiroso pretexto de distribuirlas entre la capa más baja de la sociedad, porque todo era voluntario, sin mandamiento, y todo era literalmente para todos. No hay producción sino desprendimiento y distribución.
Por el estilo social que desarrollan se ve que la congregación no fue formada sobre el yo y la autoestima como se hace hoy con los programas de evangelismo que sucesivamente inventan, sino lo contrario, sobre el amor al prójimo. Es un modelo social o de consagración a la obra de Dios. En cuanto a los pobres la comunidad siempre se ocupó, pero dejaron de vender sus propiedades. Compartían con los necesitados, pero no se lo daban todo. Quizás en la mente de Lucas al contarlo quería decir: “Mirad cuánto se amaban; vivían los unos para los otros, pero sobre todo, se entregaban ellos mismos y lo que tenían para la obra de Cristo, la iglesia no carecía de recursos no porque sus miembros diezmaran sino porque daban todo lo que poseían”. Esta fue la lección que las comunidades posteriores aprendieron de aquel ejemplo primitivo: hacer una labor social por amor, pero sobre todo, vivir para el evangelio y no para el mundo.
Un ejemplo sobresaliente lo encontramos dentro del ministerio, no porque hubiera hecho un voto de pobreza y otros se enriquecieran con él, sino que voluntariamente, por espíritu cristiano y como necesidad vocacional hizo. Fue el hermano José, que por su gran amor por la iglesia vendió su heredad y se quedó sin un centavo para que su posesión sirviera de consuelo a las viudas, los huérfanos y los otros pobres. Este varón por donde pasaba enjugaba las lágrimas de los desconsolados y si podía les dejaba algún dinero para que quedaran más contentos. Los apóstoles, complacidos, le cambiaron el nombre por otro que más se ajustara a sus cualidades y le pusieron Bernabé, uno que había nacido para servir de consuelo a los entristecidos del orden social.
Quizás en la mente de este santo varón, ya el Espíritu se movía indicándole qué camino recorrer porque comenzaba a llamarlo para la obra misionera, y poco a poco él se iba separando de los cuidados terrenales para no dejar ninguna preocupación por detrás sino la predicación de Jesús y los negocios de Dios, porque sabía que “ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado”.
Confiaba no sólo en la soberanía de Dios para predicar el evangelio como un reto sino en la providencia ¡por medio de la iglesia!, y que como él lo había dejado todo para anunciar a Jesús, tendría el derecho a “vivir del evangelio”, a “sembrar lo espiritual” y recibir compensación material. La iglesia no se enriquecía, ni aumentaban sus arcas porque todo lo distribuía, y ella seguía siendo pobre, sin oro ni plata, pero con poder espiritual y posibilidad de distribuir sus entradas entre los necesitados que Dios llamaba para la salvación y los ministros que salían anunciando el mensaje. ¿No es cierto que sería bueno imitarlos cuando nos pasan leyes injustas, y en esas dos megas gracias? (copiado)
Capítulo 5
Exposición 14
Dios contra el fingimiento, el ejemplo de Jesús falsificado
Hch. 5:1-11
“1 Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, 2 y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? 4 Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5 Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6 Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. 7 Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. 8 Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. 9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10 Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. 11 Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas”.
Vemos que el ejemplo de Jesús era imitado por todos. Por unos genuinamente seguido y por otros falsamente. La venta de las propiedades y su repartimiento entre los necesitados es un hecho sin precedente en la historia de Israel, es hallado sólo en la iglesia en la vida de hombres y mujeres hechos nuevos, dentro de comunidades que en ningún modo se organizaban con el fin de ahorrar dinero, donde todos los creyentes más bien lo menospreciaban.
El ejemplo de Jesús, quien vivió siempre pobre y no tenía “donde recostar su cabeza” (Mt.8:20), pudo haber sido el estímulo principal para esta forma de vida que llevaban. Jesús nunca contrató a ningún apóstol ofreciéndole salario, más bien los envió sin “dinero ni cobre en el cinto” (Mt.10:9,10), para que aquellos que compartían con ellos el evangelio les ofrecieran techo y comida. Y todos “teniendo sustento y abrigo” estaban contentos (1Ti.6:8). Uno no lo hacía porque otro lo hacía sino porque deseaban ser como Jesús y querían parecerse a sus queridos apóstoles. La historia del joven rico y lo que Jesús le dijo también pudo haber tenido influencia entre ellos para actuar de ese modo.
En el ejemplo de Ananías y Safira observamos que el vender las propiedades no era un acuerdo de la iglesia para bautizarse o para militar en sus filas, sino una disposición del corazón, era un acto enteramente voluntario y no se presionaba sobre nadie para que se desprendiera de lo suyo; una gran forma de vida que deseaban tener, si alguien quería hacerlo lo hacía y si quería retener todas sus propiedades bien podía hacerlo y no sería criticado por ello.
Sin embargo, el ejemplo de Jesús fue falsificado. Los que lo hacían eran admirados por sus hermanos y disfrutaban de una gloria especial. Esto sí pudo tener un gran peso en la decisión de esta pareja; que pretendieran hacerse pasar por grandes cristianos y sus corazones no les daba para tanto. La muerte de este hombre y de su esposa, no fue porque se quedaran con parte del dinero sino porque deseaban ser dechados de virtudes cristianas sin serlo. Fingieron amar a los pobres como no los amaban, imitar a Jesús como no lo imitaban, y para todo eso usaron la mentira. Si él hubiera dicho que era parte del dinero y se quedaba con lo otro, ellos lo hubieran recibido, pero él los quiso engañar con un testimonio que estaba lejos de haber alcanzado. Quizá algún día, pero no ahora. Fingir una vida espiritual que no se lleva es una abominación ante Dios. Él quiere que mostremos lo que somos, aunque seamos sólo la mitad de lo que quisiéramos ser. He ahí el fondo del pecado de aquellos dos hermanos: una pretensión; querer aparecer en la lista de hombres y mujeres donde los nombres de ellos dos no cabían.
Ahora vamos a otro punto: la intensidad del castigo que les sobrevino. ¿No fue excesivo? ¿Descubrirles el pecado no hubiera sido suficiente, que toda la iglesia se enterara de lo que ellos estaban haciendo y no alcanzaran la gloria que deseaban, sino que además perdieran la que tenían? ¿No hubiera sido suficiente el castigo de la humillación? ¿Con una fuerte reprensión delante de todos no se hubieran corregido ellos, y los demás hermanos temido? (1Ti.5:20). Sin embargo, fueron tratados como si vivieran aún bajo la Ley y no bajo el evangelio de amor.
Si el Señor le reveló a Pedro lo que iba hacer con ellos (porque Pedro no lo hizo), quiere decir que el castigo es justo y la lección necesaria para ser aprendida. Habían mentido enfrente de la iglesia donde se hallaba Dios, una iglesia movida por el Espíritu Santo y por la Palabra del Señor. Habían menospreciado la congregación de los santos y jugaron con ella, y el Señor airado, para lección que tuviera que ser aprendida por los demás, los ejecutó para que ellos no hicieran lo mismo, porque no deseaba que su iglesia se convirtiera en una comunidad de pretensiones espirituales y no de magníficas realidades que reflejaran el reino de los cielos.
La iglesia, exigentemente, tenía que ser pura, pero aún más, verdadera, sin almas dobles, una congregación espiritualmente genuina, columna de la verdad, reflejo del poder de Dios en las almas transformadas; y aquel matrimonio inducido por Satanás, daba comienzo a la falsificación del testimonio cristiano dentro de ella misma. Un creyente hipócrita es la magna obra de Satanás dentro de la iglesia.
La muerte de Ananías y Safira es la muerte de dos malos cristianos de quienes se había aprovechado Satanás para destruir aquel sueño utópico, idealista, de una comunidad únicamente centrada en la Palabra de Dios y no en la creación y abundancia de bienes materiales; el sueño de Jesús de Nazaret. Mueren por querer hacer abortar el sueño de Jesús.
La pareja comentaba en la casa sobre el testimonio de aquellos que vendían sus heredades y distribuían su dinero entre los hermanos pobres y ellos querían hacer lo mismo. Acordaron vender la de ellos también. Comentaron sus planes con los hermanos y todos se pusieron muy contentos. Buscaron un comprador e hicieron el contrato de venta. Hasta ahí todo iba bien. La heredad era de ellos y podían disponer de la misma, bajo el agrado de los ojos de Dios. Sin embargo, la motivación que tenían para hacer la venta no era tan buena porque el plan, al proseguir, contemplaba una gran mentira, la falsificación de un buen testimonio, y ya eso era pecaminoso y todo lo que sea pecaminoso, desde el primer pensamiento y la primera idea que corra por el corazón, lleva en sí misma el espantoso espíritu de Satanás.
Lo que se haga escondido y no quiere que se sepa es pecado y diabólico. Dios los mata no por matar a dos seres humanos sino para interrumpir un ardid diabólico. Todo lo que ponga en peligro la obra de Dios, hermanos, es diabólico, aunque sea bien intencionado; y hay que apartarlo del camino y rechazar semejante idea (Mt.16:23). La oposición manifiesta y el castigo ejemplar son los dos únicos medios para preservar la iglesia del posible daño y darle medicina preventiva a los restantes para que no participen de las maquinaciones del diablo. Recibieron el dinero y tomaron una parte para llevarla a la iglesia y la otra la depositaron bajo sus nombres en algún lugar.
Exposición 15
Consideraciones sobre una sombra milagrosa
Hch. 5:12-16
“12 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. 13 De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. 14 Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; 15 tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. 16 Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados”.
Eran tiempos extraordinarios. Los mismos tiempos de Jesús, o cosas mayores se veían (Jn. 1:50; 5:20; 14:12). Las calles estaban abarrotadas de gentes enfermas y todos pensaban bien de los apóstoles por el bien que les hacían, excepto algunos que tenían miedo y los rehuían. Y eran muchos que se añadían a la iglesia por los milagros tanto como por la predicación. Aquí se mira más lo primero que lo segundo, más viendo el poder de Dios que convencidos con su mensaje. Pero el Nombre de Jesús estaba bien alto.
Vamos a reflexionar un poco sobre la fe de estas personas. Este pasaje muestra la fe entre el pueblo a través de los milagros de sanidades y por su naturaleza pueden ser tenidos como una superstición popular, debido a la poca conexión que aparentemente tiene la fe de ellos con el conocimiento de Cristo. No dice que creyesen por la Palabra que les anunciaban sino por la salud que recuperaban; pero algo tuvieron que haber oído cuando depositaron esa clase de fe en el Señor. Se habían enterado y constatado que en aquel Hombre los apóstoles obraban sanidades en su Nombre.
Mi opinión es que debemos seguir al autor del relato en su aseveración que creían en el Señor, a pesar de cualquier superstición que estuviese ligada con aquella fe virgen. No obstante, ni siquiera hay la más ligera similitud apostólica con los milagros que dice la iglesia católica que se obran por medio de las reliquias de los mártires.
Lo importante es que se habían salido del control farisaico y tenían, por cualquier interés, un poco de luz para reconocer que a quien aquellos habían matado era el Cristo y en su Nombre Dios concedía que se hicieran como señales las sanidades. En el lenguaje de Lucas se percibe admiración hacia la fe de ellos porque dice “tanto que” (v.15), y yo también me uno a esa admiración, simpatizo con ellos, y convengo que había alguna clase de osadía en la fe personal que profesaban, mal ilustrada quizás, pero revolucionaria y dirigida hacia Aquel que habían cubierto de reproches y le habían dado muerte los gobernantes.
El caso de la sombra nos recuerda cuando el Señor admiró la fe del centurión y le dijo que no era necesario que fuera bajo su techo pues diciendo la palabra su siervo sanaría. Algún conocimiento del Señor ambos tendrían, porque se dice que creían en él, pero no se dice como en otras partes que “la palabra del Señor crecía” (6:7; 12:24). Como dice Calvino, el Señor lo mismo puede usar la boca que la sombra de Pedro para obrar sanidades. La iglesia se estaba llenando de gentes con distintas clases de fe e intereses.
Sin embargo, estrictamente no veo que la sombra sanase a alguien, honestamente, no se dice si era efectiva semejante fe o no sino sólo que ellos lo hacían con ese propósito, pero no deja ningún caso que lo atestigüe. Lo mismo que es cierto que el Señor hacía milagros extraordinarios por medio de los apóstoles, pero esta clase es única, y puede sospecharse que la fe era más en Pedro que en el propio Señor, o por lo menos estaban muy ligadas ambas. Era una fe rudimentaria y sin educación, como un estado preliminar para acercase más al conocimiento de su Persona, pero que la iglesia no rehusó recibir. Sea el Señor compasivo también con nosotros y no considere las impurezas de nuestra fe, mezcladas si no con supersticiones, con sentimientos y vulgares apetitos, y vana confianza carnal.
Exposición 16
Obediencia para predicar a Jesús
Hch. 5:17-32
“17 Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; 18 y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 19Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo: 20 Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida. 21Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos. 22 Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso, 23 diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. 24 Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello. 25 Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo. 26 Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. 27 Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. 31 A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. 32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen”.
Nota que los apóstoles predican con denuedo el evangelio. A cualquier precio, por alto que sea. Es un pasaje digno de notar. En esta ocasión estuvieron poco tiempo en la cárcel porque un ángel del Señor entrando donde se hallaban los sacó a la calle y les encomendó que continuaran predicando al pueblo palabras de vida eterna (vv.20,21), lo cual con mucho gusto y agradecimiento continuaron haciendo. Quizá esa es la idea principal del pasaje, tomarlos como ejemplo de que “en nada intimidados por los que se oponen” (Flp.1:28), no dejen de decir aquellas cosas por las cuales pueda el pueblo ser perdonado. Ese es el interés que en el pasaje muestran Dios y los ángeles, que los hombres oigan el evangelio por medio del cual puedan convertirse de sus pecados.
Los apóstoles se dieron cuenta de ello y ni por un momento accedieron a someterse a la voluntad de los judíos, y les dijeron un no rotundo: “No nos podemos callar, no nos pidan silencio porque Dios nos da muestras que hagamos lo contrario; silenciados nunca. Amén” (v. 29). Sabían que retornarían a la cárcel, pero hicieron a pie juntillas lo que les dijo el ángel, ir al templo y hablar el evangelio. Para ellos la libertad, por preciosa que sea no era lo principal, y renunciaron a ella si el precio que había que pagar era el mutismo.
Si Dios y los ángeles quieren que evangelicemos, y tenemos libertad para hacerlo, ¿qué lo está impidiendo? Aquí, al menos donde vivimos no hay riesgo de encarcelamiento, y si viviéramos en el Oriente, entre feroces religiones o entre musulmanes intolerantes, la evangelización del pueblo habría que hacerla, aunque fuera desobediencia civil.
Se observa que ellos concentraban la enseñanza en el Nombre de Jesús. Por la protesta de las autoridades eso es lo que se lee, “os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre” (v. 28). Un evangelio social que se ocupara de las viudas y los pobres, hasta alguna herejía en la interpretación, porque daban libertad para ello, como los saduceos que negaban que hubiera espíritu y resurrección (23: 8), lo hubieran admitido. Pero en el Nombre de Jesús no, porque el cristianismo era demasiado; no tan sólo porque predicarlo a él implicaba que los gobernantes se habían equivocado sino porque él era demasiado. Afirmaba ser Hijo de Dios haciéndose igual a Dios (Jn.5:18), hablaba de su eternidad (Jn.8:58,59), perdonaba pecados (Mr.2:7), en su Nombre se echaban fuera demonios y se hacían curaciones. Aquel hombre afirmaba ser más que el templo, más que Jonás y más que Moisés que les había dado a comer un pan terrenal; y ahora sus seguidores testificaban todas aquellas cosas poniéndolo en el mismo cielo en el trono de Dios, llamándole “príncipe y salvador” (v.31); y por añadidura acompañaba el mensaje de Jesús la presencia del Espíritu Santo, para confirmar la veracidad del evangelio (v.32; Hch.10:41-44).
Los discípulos predicaban la vida de Jesús y la relacionaban con la Escritura afirmando que él era la esperanza de Israel. Un Jesús menor que todo eso lo hubieran permitido, que fuese solamente profeta, maestro, pero no tanto y con tamaña y enorme persona. En Pablo lo hallamos que tiene dimensiones siderales, por encima de todo y llenándolo todo, llegando hasta el absoluto todo. Era natural que le llamaran “cristianos”. Era un Cristo muy distante de ser frío, estar incrustado en un crucifijo o en un escapulario. Era palpitantemente revolucionario y vivo.
Los discípulos no sólo tenían una teología llena de Jesús sino una evangelización llena de Jesús (v.28). En ese Jesús precisamente querían que creyesen, que era el inicio de toda doctrina, “han llenado de doctrina”. Las doctrinas del cristianismo como grandes postulados, ya en embrión, estaban siendo anunciadas, pero ellos imponían a fuerza de evidencias y verdades, la persona de su Fundador, porque él era aquellas doctrinas. El cristianismo no era un arreglo doctrinal con el Antiguo Pacto, no era una interpretación avanzada o distinta del régimen mosaico, sino una persona que llenaba los símbolos, las ceremonias y el mensaje de los profetas y de los salmos. Los discípulos eran reprimidos por eso, porque anunciaban en Jesús todo el “consejo de Dios” (Hch. 20:27).
Nuestras exégesis y teología y evangelización, debieran ser más cristianas, como lo hacía Pablo y no anunciar nada sino en Jesús. La omnisciencia divina en Jesús, la omnipotencia de Dios en el Verbo Creador, la providencia en él, el amor en él y la justicia en él. Los apóstoles vieron que al introducir Dios al Primogénito en el mundo estaban llegando a la “consumación del tiempo” o “los fines de los siglos” (1Co.10:11; He.9:26), que los tiempos habían cambiado y un nuevo orden de cosas estaba comenzando.
Pero yendo al objetivo. ¿Estamos llenando nuestra ciudad, desde una punta a la otra, de Jesús, no del amor de Jesús en obras sociales sino de Jesús como Príncipe y Salvador? Los gentiles, principalmente, no podremos ser salvos si no oímos y creemos en Jesús, no es tiempo para callarnos cuando hay tanta gente que no ha oído ni creído esta esperanza, ni disfrutan del derramamiento del Espíritu Santo que Dios le da a los que creen en su nombre. Dos veces aparece en el texto la palabra obediencia en una forma o en otra (vv. 29, 32); obediencia a Dios para predicar a Jesús y obediencia a Dios para creerlo.
Nueva era, después de la cristiana, no habrá
Hch. 5:33-42
33 Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos. 34 Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, 35 y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres. 36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. 37 Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados. 38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; 39 mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios. 40 Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. 41 Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. 42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.
Desde que uno comienza a leer el pasaje participa de la misma admiración que sentía el evangelista por Gamaliel y en igual grado no disminuido todo el pueblo. La descripción que se hace de él es que fue "un fariseo que de acuerdo a su nombre se le atribuyó que era hijo de Rabban Simeón, el hijo de Hillell el grande de quien Simeón pudo haber sido aquel mismo que tomó a Jesús en sus brazos (Lc.2:25), y además el apóstol Pablo lo popularizó como su preceptor (Hch.22:3)"(Gill). Por supuesto un hombre valiente y de mente independiente, que toma una posición más avanzada y liberal que el resto de sus compañeros del concilio, con respecto a la llamada nueva secta nazarena o cristiana que se hacía más y más popular y se anotaba continuas victorias en la admiración popular, y por los nuevos convertidos que se les añadían.
Este hombre eminente tuvo que haber sido respetado por sus colegas, por su cultura sobre la historia y su sentido común, para extraer de ella lecciones que los hombres de su tiempo debían aprender. Es indudable que sabe usar la palabra y logra desde un principio frenar el desencadenamiento de la antipatía que los demás sesenta y nueve jueces sentían contra Jesús y su discipulado, y les advierte que tengan cuidado con lo que van hacer y les pide que tomen en consideración la posibilidad que ese nuevo movimiento tenga como generador al mismo Dios y que en ese caso levantar una oposición y persecución contra él sería desastroso y aquellos que se vieran envueltos en la persecución serían llamados enemigos de Dios y nunca lograrían sus propósitos. El argumento de Gamaliel es histórico y atiende principalmente a levantamientos violentos en el pasado, y como los dos que cita fueron reducidos a nada; y si ellos lo que temen es que la naciente secta lo que quiera es adueñarse del poder político, les pide que se queden tranquilos porque las lecciones de la historia no se pueden ignorar y ella claramente enseña que la derrota de los sediciosos será inevitable.
Parece que el concilio estaba intentando justificar la oposición contra los cristianos acusándolos de sediciosos, y Gamaliel informado sobre las intenciones de los demás jueces trata de quitarles esa idea de sus cabezas, y les pide que se queden tranquilos que el ejército romano se encargaría de ellos sin que se lo solicitaran, y los aplastaría. Hasta el momento no había ninguna señal de que los discípulos estuviesen componiendo un ejército porque ni siquiera armas tenían y por ende Gamaliel pide que se les deje tranquilos que mientras propagan sus ideas en paz el gobierno está seguro y no tiene por qué combatirlos; que el tiempo y no la espada se encargará de justificarlos o desacreditarlos, y si no pertenecen a Dios la secta se irá muriendo poco a poco; terminará por secarse y volverse prematuramente en una religión enquistada y sin futuro, sin significado para nadie y sin atractivos para militarla.
Después de esta perfecta arenga los jueces convinieron que al menos habría que darles cierto escarmiento y ordenaron a los soldados darles latigazos y que después que cada uno los amenazara, si no querían volver a pasar ese mal rato. Los apóstoles, sangrando, se retiraron de ese lugar de tortura sin decir alguna amenaza, sin quejas tampoco, sino más bien orgullosos y sintiéndose privilegiados de que aquellos maltratos se los buscaban por vivir y predicar las enseñanzas de Jesús y no por revolucionarios políticos ni sediciosos atrapados, que buscaban descomponer el orden social y creaban malestares políticos del pueblo contra el gobierno. Las lecciones aprendidas por la historia son que las enseñanzas de Jesús son francamente indestructibles, que jamás sus doctrinas se volverán humo, y que su marcha de sociedad en sociedad y de tiempos y tiempos, es imparable. Ninguno de los enemigos militares, políticos, filosóficos y teológicos que ha tenido han perdurado hasta el día de hoy, sin embargo, las palabras de Jesús continúan siendo tan frescas, saludables y aceptables como cuando él las pronunció, y este posmodernismo, y esta nueva ola de secularismo social, tampoco serán coronados con los laureles del triunfo porque son causas de hombres y no de Dios. Aunque les cueste reconocerlo esa era “post cristiana” que auguran no existirá jamás.
Capítulo 6
Los siete primeros diáconos
Hch. 6:1-6
“1 En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. 2 Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 6 a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos”.
En esta porción se ve el origen de los siete diáconos y cuyos requisitos son un poco distintos a los que posteriormente con el andar del tiempo se requeriría (1Ti.3:8-11). Los diáconos aparecieron en la historia de la iglesia porque se necesitaban; era una iglesia creciente, y Lucas con satisfacción hace esa anotación, pero sin asombro como algo obvio y natural, que "creciera el número de los discípulos"; lo que para él y todos hubiera sido asombroso sería el estancamiento de la joven congregación.
Y la congregación crecía porque se predicaba continuamente la Palabra de Dios. En ese ambiente casi único de oración y predicación, el aspecto filantrópico del evangelio fue pasado por alto y eso atrajo la murmuración de los helenistas; siempre hay murmuración en las iglesias y es una pena. Es decir, los judíos que hablaban ese idioma y usaban la Septuaginta, distintos de los helenos que hablaban el griego puro, hablaban contra los judíos de la ciudad que hablaban el hebreo o el arameo. Los acusaban de descuidados y que por estar enfatizando una sola cosa habían abandonado a la gente pobre de la congregación, las viudas, sin embargo, tenían en poco el resto de los pobres que la iglesia atendía, y por descuido y sin intención, algunas de estas mujeres no recibían ayuda.
Los apóstoles no parecen haberse ofendido, e inmediatamente atendieron la crítica, que por cierto no parece que se la hicieron cara a cara; y pidieron a los inconformes que buscaran algún grupo que se encargara del asunto porque ellos no estaban dispuestos a dejar la predicación para asumir la responsabilidad de la repartición de comida.
El grupo se reunió, y para ser justos, tenemos que reconocer que el Señor los dirigió, y escogieron siete varones apropiados para supervisar esa clase de ministerio. Los apóstoles les indicaron los requerimientos básicos que tenían que tener los candidatos, y pusieron en primer lugar que tuvieran un buen testimonio porque no se trataba de llegar a las casas, entregar la comida y marcharse, sino que posiblemente darían consuelo, consejos, e informes positivos de cómo estaba funcionando la iglesia y el ministerio apostólico.
Por otro lado, teniendo esto en mente se preveía cualquier queja por parte de las viudas en relación con la visita de esos varones en sus casas. Es decir, los que llevaban los víveres tendrían que ser buenos cristianos. Y así permaneció por algún tiempo ese ministerio que si se agrandaba se exigiría siempre lo mismo, una evaluación de la vida cristiana de la persona postulada.
El segundo requisito era doble, que estuviera lleno del Espíritu Santo y sabiduría. No es una redundancia, porque, aunque una persona tenga buen testimonio pudiera ser un cristiano apagado y para este servicio se requería una ferviente disposición que no midiera el tiempo y el esfuerzo para realizar su trabajo y fuera capaz de cumplir con su deber constantemente sin prestar atención a contratiempos o ingratitudes. Ese requisito es poco probable que se refiera a que el diácono pudiera hablar en lenguas para comunicarse con personas de otras nacionalidades porque en realidad las viudas eran judías y hablaban el arameo, sino que está más bien conectado con una buena disposición para que en lo que requiere diligencia no ser perezoso.
Y con respecto a la sabiduría era necesaria para la administración de la economía disponible, la proporción entregada en cada caso dependiendo del número de la familia y la colección de los nuevos donativos. Los diáconos tenían que tener una buena capacidad de organización financiera de modo que la iglesia pudiera operar exitosamente en esa área. Dicho de modo más simple, que supieran administrar bien el dinero y las propiedades de la iglesia. Y ya con esos requisitos en mente, observaron, preguntaron y seleccionaron a ese primer grupo de siete que cumplieron bien sus ministerios, exceptuando quizás a Nicolás prosélito de Antioquia de quien los escritores posteriores hablaron bien y hablaron mal, afirmando, supuestamente, que formó una secta herética (Apc.2:6,15), que era un comedor de carnes sacrificadas a los ídolos, etc.; pero, el asunto está tan oscuro que así lo dejo, solo con la opinión de que algo lamentable tuvo que ocurrir con este hermano, ya que fue el único de los siete de quien se dijeron cosas a favor y en contra. Los diáconos pueden ser una bendición para la iglesia que tiene un gobierno congregacional, o hacer mucho daño al ministerio. En las iglesias gobernadas de otra manera, presbiteriana, eso no sucede, con ellos.
La predicación de una criatura del cielo
Hch. 6:7-15
“7Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. 8 Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. 9 Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. 10 Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. 11 Entonces sobornaron a unos para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios. 12 Y soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; y arremetiendo, le arrebataron, y le trajeron al concilio. 13 Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley; 14 pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés. 15 Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel”.
La criatura del cielo que me refiero no es un ángel ni algún serafín sino a un diácono ungido con el poder del Espíritu Santo, en cuyo rostro brillaba la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Es notable el crecimiento de la iglesia en número como resultado del aumento de la predicación de la Palabra de Dios, por eso se dice que “la palabra de Dios crecía” (v.7), quiere decir que era creída. Y ella es tan exitosa como no lo puede ser ningún otro medio porque si de ganar gentes se trata, “el número de los discípulos se multiplicaba en gran manera” (v.7). Si la iglesia quiere crecer en número lo que tiene que hacer es predicarla que es la forma bendecida por Dios para llevar a cabo la Gran Comisión. Si cada cristiano la aprende y la usa, el grupo aumenta y ella es glorificada con nuevos creyentes (2Tes.3:1). Y además creará cristianos auténticos que “obedecerán la fe”, y la pura predicación de la palabra de Dios no es un obstáculo para el crecimiento de la iglesia, lo contrario, garantiza que los nuevos convertidos sean auténticos cristianos y además que su número sea notable. La predicación de la palabra de Dios es capaz de alcanzar casos difíciles, como los “sacerdotes”, que eran los líderes del pueblo, y hombres que nadie hubiera creído que se convertirían, los que habían votado a favor de la muerte del Señor y perseguían a los santos. Los enemigos de la fe.
El hombre que ven con cara de ángel es un diácono, “Esteban, lleno de gracia y de poder” (v.8), agraciado con dos dones de Dios, la sabiduría bíblica y el Espíritu Santo, de modo que “no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba”; y para que un sermón sea efectivo con esa magnitud tiene que ser impactante en la vida de los oyentes, y poseer un jugoso contenido y la presencia del Espíritu Santo cuando se viertan esas palabras. Sin embargo aun así, eso no garantiza que siempre tendrá conversiones a la fe, porque si bien muchos sacerdotes obedecían a las doctrinas de la fe en Cristo, otros como los escribas se oponían ferozmente, y hasta mentían en relación con lo que habían escuchado, retorciendo y alterando las palabras que él había dicho haciéndolas aparecer como herejías, contra la Biblia y contra Dios, diciendo que le habían “oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios” (v.11), contra la institución, el templo, y contra la religión mosaica, “en contra de este lugar santo y de la ley” (v.13). A veces un buen sermón merece una mejor respuesta.
El auditorio de Esteban no era mejor porque estaba predispuesto en su contra, y apenas habían escuchado un poco cuando se dedicaban a retorcer lo que habían escuchado dándole un sentido que él no le había dado, y como escuchaban tantísimas veces el nombre de Jesús, se indignaban y con desprecio lo repetían llamándole "el Nazareno", como un tipo sospechoso que tenía el propósito de destruir el lugar sagrado y cambiar definitivamente las costumbres de la nación, “destruirá este lugar, y cambiará las tradiciones que Moisés nos legó” (v.14; 2Pe.3:16).
Como ya he dicho el auditorio era malísimamente contrario y cuando vieron que no podían rebatir la exégesis bíblica de Esteban, apelaron al dinero para comprar mentiras, y pagaron el testimonio de algunos rufianes para que mintiesen a sabiendas en contra suya, es decir, que le acusaran de pecados que no había cometido, y dijeron que le habían escuchado blasfemar contra la ley de Moisés y contra Dios (vv.11,13,14). El inicio del tumulto contra él nace dentro de una sinagoga conocida como de “los libertos”, descendientes de judíos esclavos que fueron llevados a Roma y luego puestos en libertad. Hubo dos grupos más que se unieron contra el joven diácono. Los de Cirene y los del Asia. Jesús nunca dijo que él destruiría el templo, ni los apóstoles tampoco; sí afirmó que sería destruido (Mt.24:1,2), pero no por él sino por un ejército que estrecharía a Jerusalén y no dejaría del lugar santo “piedra sobre piedra”.
En cuanto al “cambio de costumbres” había un poco más de verdad, pero, no así como ellos lo presentaban. Era cierto que cesarían los sacrificios y se modificaría la adoración, y la ley sería interpretada en relación con la Persona de Jesús de Nazaret en quien se cumplían todos los ritos y ceremonias que ella contenía, pero de ningún modo mediante algún plan político o revolucionario, y violento, sino por medio de la bíblica y cristocéntrica persuasión divina. Aquella gente se dio cuenta que definitivamente el evangelio no era judaísmo, y la iglesia cristiana no continuaría predicando a Moisés (15:21) sino a Cristo (8:5; 9:20). Mediante la predicación continuarían aumentando el número los discípulos y las conversiones aparecerían por dondequiera, y eso significaría a la corta o a la larga el cambio de costumbres de la nación y la destrucción de aquellas cosas que tenían como sagradas, cambiándose el énfasis externo y ceremonial por el de la vida y transformación de las personas (Ga.2:18-20). Y mientras le arrojaban piedras al predicador, al fijar los ojos en él vieron su vida y la compararon con la de una criatura del cielo. Amén.
Capítulo 7
El pueblo de Israel se originó para Jesús
Hch. 7:1-7
“1 El sumo sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así? 2 Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, 3 y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré. 4Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora. 5 Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él,) cuando él aún no tenía hijo. 6 Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años. 7 Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar”.
No se puede conocer el propósito de este sermón hasta que no se oiga su final y la aplicación que el predicador le hace, por tanto, iremos al final y desde allí regresaremos para interpretar, en exposiciones subsecuentes, el cuerpo del capítulo; lo que sí se puede apreciar desde un principio es que Esteban predica a sabiendas cosas que enojan a sus oyentes. Aunque al principio parece un poco inseguro acerca del motivo que tuvo Esteban para predicar, en recuento histórico, este sermón, me parece que el efecto de él pudo haber sido sedante y enfriar un tanto los ánimos caldeados de sus enemigos; sin embargo esa no fue su intención pues al concluir la disertación continuó con un lenguaje fuerte, acusándolos, y fue probablemente, lo que hizo crecer la indisposición de ellos contra él airándolos sobremanera hasta desearle la muerte, “duros de cerviz e incircuncisos de corazón” (v.51). Esteban, manifiestamente, no buscaba salvar su vida; pudiera ser que no se diera cuenta que llegarían al extremo de quitársela o porque no le importaba si lo hacían. Aunque por las palabras que siguen (vv.51-53), parece que ya sabía que ellos estaban decididos a matarlo y prefiere denunciarles sus propósitos homicidas antes que lo apedreen.
Mira su salvadora intención, y se demuestra en el hecho de que trata de enseñarles de modo práctico a leer la Biblia, y que lo hagan pensando en ellos mismos. Con ese largo discurso histórico toma aliento y lleva sus pensamientos hacia su destino, y establece una relación entre los judíos del pasado y su situación actual: matarlo. Lo significativo es que en los vv.47-50, corta bruscamente su discurso, cuando aparece la era de los profetas a quienes aquel pueblo dio muerte. Su intención la muestra brevemente en el v.37, “profeta os levantará, de entre vuestros hermanos, como a mí, a él oiréis”, y señala que viene pensando en Jesús de Nazaret, más que en él mismo, en Jesús. Sabe que van a ejecutarlo como a los profetas, como hicieron con “el Justo” (v.52), porque ellos siguen la misma línea dura y homicida de sus antecesores; son los mismos generación tras generación, refractarios siempre al Espíritu Santo, muy judíos exteriormente pero “incircuncisos de corazón” (v.51), inconversos y paganos. Gloriándose que “Dios es uno” pero con actitudes de paganos. O dicho de otra manera, son como sus parientes.
En ese sentido tomadas sus palabras no hay que ver en ellas amargura ni despecho sino un profundo lamento al comprobar que eran iguales que sus antepasados, los cuales no entendieron nunca que el pueblo de Israel se originó para Jesús, que su historia caminaba hacia él, la vida de cada uno de sus líderes estaba relacionada incógnitamente y guardaba una relación dentro del plan general con Jesús, que los profetas que eran lo más excelso de ellos, no desarrollaban un ministerio circunscrito a sus momentos históricos sino que en sus vidas y padecimientos lo pronosticaban a él, y sufrían y morían como él lo haría. En resumen, Israel no comprendía su historia y se portaba mal con Dios, quien a pesar de la mala conducta de ellos continuaba con su propósito universal de salvación, hasta que ellos llegaran un día a entender que nacieron y se extendieron como nación para presentar al mundo a Jesús de Nazaret.
Uno se puede dar cuenta que ellos se aplicaban aquellas partes bíblicas que les convenían, no las que los retrataban. Lo mismo hacen muchos ahora. Captaron lo que les quería decir y se enfurecieron (v.54), “oyendo estas cosas se enfurecían en sus corazones y crujían los dientes contra él”, porque ellos no se comparaban con el pueblo malo que mató a los profetas sino con los profetas mismos, como lo indicó el Señor, “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres! ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno? Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad” (Mt.23:29-34).
Y eso les pasa a muchos en la actualidad, que cuando oyen la predicación se relacionan con lo mejor de ella y no creen que estén en línea con lo peor y que son expresiones vivas, o mejor dicho muertas, de ese odio malvado generacional (Jn.7:19,20). Toman la Biblia para alabarse a sí mismos y lejos de tener en las venas la sangre de los hijos de la promesa tienen la de Ismael, la de Acab, Jehú, Caín, etc. Y eso es lo que el Espíritu les está indicando, que el rechazo a Jesús es la sustancia misma de la actitud de generaciones pasadas. No entienden que no sólo Israel sino el mundo por medio de él y para él fueron hechos.
En las siguientes exposiciones trataremos de hallar qué relación, cercana o remota, pero significativa, tuvieron con Jesús de Nazaret, las vidas de los personajes que Esteban menciona.
Abraham, en camino a Jesús
Hch. 7:1-8
“1 El sumo sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así? 2 Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, 3 y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré. 4Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora. 5 Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo. 6 Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años. 7 Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar”. 8 Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas”.
Abraham es un gran ejemplo de obediencia al propósito de Dios con nosotros en Jesús, y de gozo en las renuncias que por él se hagan. Él no sabía que estaba saliendo para iniciar su marcha hacia Jesús; Dios tenía un propósito con su vida, centrado en Jesús, aunque él lo ignorase completamente; no dijo: “¿Por qué? ¿Hacia dónde? ¿Qué encontraré mejor? ¿Me convendrá salir? “No, quiero un mapa primero y un presupuesto por adelantado para saber si es conveniente o no porque no quiero ser irrazonable. Dime el lugar adonde me llevas y haré mis averiguaciones al respecto sobre los ciudadanos que allí habitan, el carácter moral de ellos, la economía y el clima que tienen; dame tiempo para estudiar tu llamamiento y luego te diré si salgo o rehúso”.
Nada de eso. “Salió sin saber a dónde iba” (He.11:8), pero estaba contento de haber sido elegido como uno que formaría parte del plan eterno para bendecir la humanidad. Abraham era el primer eslabón de una larga cadena que terminaría en el Mesías. O sea, sin saberlo, se puso en camino hacia Jesús, pero llegó a entenderlo cuando creyó a Dios y fue justificado, porque supo que en él, y en su simiente, Jesús, serían benditas todas las naciones de la tierra (Hch.3:25). Por eso se dice que por la fe vio a Jesús (Jn.8:56) y comprendió que por causa de Jesús dejó su país y su familia (v.3).
Oh, que siempre estemos conformes y contentos de ser situados por Dios en el lugar que fuere con tal que sea en línea directa con Jesús, sin vacilar en algún momento en dejar lo que fuera, la patria o la familia para ir adonde él nos llame, sin información de lo que obtendremos ni el lugar exacto donde acamparemos. Abraham comprendió que su vida guardaba una relación con Jesús, que sus pasos eran de fe y que en forma progresiva su persona y muchas después de él, estaban colocadas por Dios en el plan de salvación del mundo e irían acercándose, cada cual, en la etapa de la historia, al reino de Cristo. ¡Oh Señor, qué mínimas son las más grandes renuncias que hagamos por ti, nada en comparación son la patria, los vecinos y la querida familia!
Aunque por causa de Jesús hizo grandes decisiones de fe y avanzó hacia la promesa, por los negocios de esta vida se enredó y pasó muchos años sin tomarla, “entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora” (v.4). Por mucho tiempo Abraham se detuvo en su vocación, habitando cerca de la tierra de promisión, pero sin entrar a ella; es que muchos, llegan cerca de la salvación y se conforman con las bendiciones que hallan, se sienten bien, realizados, cómodos y que no hace falta ir más al interior de la promesa ni buscar un significado o un cumplimiento más completo. Ya todo está bien y se conforman.
Posiblemente su padre que le acompañaba, Taré, y las favorables circunstancias en Harán hicieron que por mucho tiempo se detuviera allí sin continuar en su llamamiento. Dios nos guarde de eso y ningún sitio en este mundo, en la iglesia, sea para nosotros tan cómodo que no anhelemos continuar nuestro viaje un poco más allá y perdamos, entretenidos quizás, el destino final de la peregrinación. Su padre fue, tal vez, quien le insufló esa conformidad con el lugar y lo convenció para que se detuviera allí, y él accedió por cariño a complacerlo, dejando para después el llamamiento divino. Re-continuemos nuestro viaje.
Por causa de Jesús lo creyó todo, se le prometió todo, lo disfrutó todo, pero no fue dueño de nada, “y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo” (v. 5).
Exceptuando la cueva de Macpela que Abram compró para enterrar su esposa, nada más le perteneció. Era, en promesa, dueño de todo, “así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios” (1Co.3:21, 23). Tenía lo suficiente para vivir, un techo y abrigo y estaba contento con eso, lo demás lo disfrutaba, aunque otros fueran legalmente los propietarios, mirándolo, palpándolo, recreándose en esas cosas con la esperanza que algún día pasarían a manos de sus descendientes.
El sol es de quien lo disfruta, de quien mira su luz y acarician sus rayos, el mar de quien lo contempla y con oído agradecido y poético escucha su rumor, lo que tienen otros cuando se admira y se da gracias a Dios; los que tienen a Dios en el corazón y han visto el día de Jesús son dueños de todo porque poseen ya las riquezas espirituales que son las más valiosas de las cuales el oro, la plata y el honor son oscuras copias. Oh, poseer a Dios es poseerlo todo, aunque no se tenga nada.
Los que son coherederos de la promesa, por causa del pecado de ellos perderán el disfrute de la promesa, pero sólo por un tiempo, no permanentemente, porque al fin retornarán a ella y vivirán dentro de la misma, “y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años. Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar. Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas” (vv. 6-8).
Cuatro siglos pasaron los israelitas en Egipto. Allí fueron buscando comida y se acomodaron a patria ajena y en cautividad terminaron lamentándolo, hasta que Dios los reconoció y se acordó del pacto que había hecho con Abraham. Por muchos años de su historia perdieron la bendición de la promesa hasta que se volvieron a Dios y le pidieron que los retornara al hogar. Dios haga que sean breves nuestras apostasías para que por falta de fe dejemos de disfrutar las promesas. Dios corrige, a la larga o la corta, los errores que cometemos, cuando hastiados del pecado nos hace volver al lugar de donde salimos. Si no podemos en las historias individuales, en conjunto, se podrá mirar a Dios conduciendo a su iglesia en camino hacia Jesús.
La envidia como parte del plan de Dios
7:8-19
“8 Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. 9 Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto; pero Dios estaba con él, 10 y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón rey de Egipto, el cual lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa. 11 Vino entonces hambre en toda la tierra de Egipto y de Canaán, y grande tribulación; y nuestros padres no hallaban alimentos. 12 Cuando oyó Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez.13 Y en la segunda, José se dio a conocer a sus hermanos, y fue manifestado a Faraón el linaje de José.14 Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob, y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas.15 Así descendió Jacob a Egipto, donde murió él, y también nuestros padres; 16 los cuales fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que a precio de dinero compró Abraham de los hijos de Hamor en Siquem.17 Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa, que Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto, 18 hasta que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José.19 Este rey, usando de astucia con nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusiesen a la muerte a sus niños, para que no se propagasen”.
La Biblia Textual traduce esto “y los patriarcas teniendo en vicia de José, se deshicieron de él vendiéndolo para Egipto. Pero Dios estaba con él y lo libró de todas sus tribulaciones y le dio gracia y sabiduría delante de faraón, quien lo puso a gobernar sobre Egipto y sobre toda su casa”. Decidí que era mejor para esta exposición que fuera práctica; las intenciones de Esteban lo permiten. Sirven para estar alerta contra la envidia fraternal que por obra de Satanás trata de oponerse a los propósitos de Dios y los sueños espirituales de sus hijos. Cuando uno no halla una explicación razonable de porqué una persona inocente es atacada y dañada, la única posible es el celo y la envidia. Así sucedió con los hermanos de José. No es raro que a un creyente que Dios distinga le pase lo mismo, que aquellos que debieron haberlo apoyado sienten envidia por las bendiciones que va recibiendo y se confabulan para atacarlo. Como ocurrió con Jesús. Un salvador que es entregado por la envidia de sus hermanos. Observa que la mentira, la intriga, el homicidio y la envidia no detienen la historia que va en línea recta con Jesús (vv.9, 10). Y no logran con sus iniquidades, sino que se constituya el Salvador de ellos y sea elevado al trono. Los patriarcas “movidos por envidia” como los que entregaron a Jesús a la muerte, tratan de hacer lo mismo con José (Mt.27:18), si no matarlo, deshacerse de él enviándolo como esclavo al extranjero. José es levantado y preservado maravillosamente por la gracia para mostrarnos que a Dios aun el pecado le sirve y las tormentas de Satanás soplan para bien sobre la embarcación de nuestra fe; ese período de la vida es significativo para ponernos realmente donde quiere que verdaderamente estemos.
El ejemplo sirve para aprender cómo aceptar el presente y no dejar de soñar con el futuro. No es el momento para comprender qué relación tiene el mal presente con un brillante futuro soñado porque no es posible entenderlo, sino que es tiempo para ocuparnos de nuestra vida espiritual y no de la carrera que teníamos proyectada; hay que dejarse llevar por Dios, sin amarguras y resentimientos, acatar su voluntad y dejar que el tiempo pase y la providencia divina, siempre sabia, nos coloque donde lo había pensado de antemano.
Lo que José no supo ni pudo porque era muy joven, fue dejarse llevar por Dios porque sólo miraba la obra del diablo y las manos de iniquidad puestas sobre su vida que lo empujaban por donde no quería. Cuando José vivió como víctima del mal sufrió mucho, y no sin renuencia accedió a dejarse llevar por Dios, porque lo había dejado como atado y sin otra opción que seguir aquel rumbo que no se había propuesto ni lo consideraba conveniente para sí. Luchó, lloró, suplicó que no le hicieran daño porque no aceptaba su presente y le horrorizaba su futuro como esclavo, recibiendo el mayor daño de su vida por medio de aquellos que debían haberlo querido más; pero Dios estaba con él, y según la propia interpretación de su vida, llegó a ser tan clara la guía de Dios en aquellos tiempos oscuros, que afirmó que fue Dios quien lo vendió a Egipto, en su bondad, y no la envidia de sus fraternos (Ge.45:5-7); del bien sacaba el mal y la dura injusticia y la envidia eran sólo la negra corteza que envolvía el bien de su amor. Si hubiera podido conocer su futuro con la certeza que estaba seguro en las manos del Señor, se hubiera ahorrado lágrimas, lamentos y súplicas a los hermanos, sino que jubiloso les hubiera dado las gracias por la envidia que sentían hacia él, porque lo estaban poniendo en el camino por donde Dios lo quería llevar para cumplir su propósito.
Y hay una verdad terminal en todo esto, que satanás trata inútilmente de hacer nula la promesa de Dios (vv.17-19). José cumplió el plan de Dios en la historia de su pueblo, y desapareció, porque éste por causa de la muerte no pudo continuar. Nos hacía falta un Salvador que viniera con “una vida indestructible” (He.7:16). No se sabe nada sobre bendiciones sobre su pueblo, sino que unos pocos como remanentes de la fe mantuvieron el conocimiento del Dios de Abraham, Jacob y José. Cuando en el anonimato el pueblo había llegado a ser pueblo y la promesa se había cumplido, se acercaba también el tiempo de su redención. Cuando más cerca se hallaba la bendición y el cumplimiento de la promesa peor se volvieron las circunstancias, para enseñarnos a tener fe en los peores momentos, y cuando más rabioso Satanás, más próximos nos hallamos a la gloria (v.17).
Echando fuera el cuerpo pecaminoso
Hch. 7:20-53
“20 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre.21 Pero siendo expuesto a la muerte, la hija de Faraón le recogió y le crio como a hijo suyo. 22 Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras. 23 Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. 24 Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido. 25 Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así. 26 Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro? 27 Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? 28 ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio? 29 Al oír esta palabra, Moisés huyó, y vivió como extranjero en tierra de Madián donde engendró dos hijos.30 Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. 31 Entonces Moisés, mirando, se maravilló de la visión; y acercándose para observar, vino a él la voz del Señor: 32 Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés, temblando, no se atrevía a mirar. 33 Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa. 34 Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto. 35 A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza. 36 Este los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto por cuarenta años. 37 Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis.38 Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos; 39 al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto, 40 cuando dijeron a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 41 Entonces hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus manos se regocijaron. 42 Y Dios se apartó, y los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios En el desierto por cuarenta años, casa de Israel? 43 Antes bien llevasteis el tabernáculo de Moloc, y la estrella de vuestro dios Renfán, figuras que os hicisteis para adorarlas. Os transportaré, pues, más allá de Babilonia. 44 Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto. 45 El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David. 46 Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob. 47 Mas Salomón le edificó casa; 48 si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: 49 El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo? 50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas? 51 ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; 53 vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis”.
Esteban sabía predicar bien, y en este extenso pasaje demuestra que lo sabía hacer. Va al grano de los asuntos importantes: decirles a los judíos que son copias exactas de ancestros rebeldes contra Dios y que, aunque en forma se acomodan a la ley dada por Moisés, la esencia misma de ella es un elemento extraño en sus vidas, no apareciendo su influencia por ninguna parte por mucho que se busque. Hizo referencia a la circuncisión, que es la señal del pacto, y les dijo a ellos que no eran judíos como Dios quería que fueran, aunque se hubieran circuncidado porque el cuchillo no había tocado sus corazones, es decir, seguían tan carnales como los paganos. Esta porción es importante para el cristiano, si no en relación con la circuncisión sí con el bautismo que se profesa para testificar de un cambio de vida y suele a veces ser una mera fórmula que no se ajusta posteriormente al testimonio que se da.
Aquí comprenderás los intentos divinos de salvación y la decisión del pueblo de no dejarse salvar. Habla no para los que están afuera sino para los que viajan como parte del pueblo santo. Es parte de la historia de Moisés dicha con el fin de hacer mostrar la rebeldía del pueblo ante su ministerio y contra Dios, “para concluir llamándolos duros de cerviz e incircuncisos de corazón, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo como vuestros padres...” (vv.51-53). Los fariseos y saduceos se gloriaban en Moisés (la ley) y en el templo, alrededor del cual giraba la vida religiosa de la nación. Esteban cita la construcción del templo bajo el reinado de Salomón con ese propósito (vv.46-50), para mostrar la contradicción que existía, la veneración que sentían hacia el templo y la ley de Moisés y la vida religiosa de ellos.
Su intención es que se descentralice la vida espiritual alrededor de aquel edificio para colocarla alrededor de Jesús, porque él es mayor que el templo (Mt.12:6), y su cuerpo nunca será destruido como le ocurrirá al templo de piedras (Mt.24:2; Jn.2:19-21). Es el formalismo, la forma religiosa de ellos, la que tanto Jesús como el Espíritu de la Escritura condenó. ¿Quieren un ejemplo? (Jn.19: 31). Son capaces de quebrar las piernas de Jesús para venerar el sábado. La vida religiosa de los cristianos no debe girar alrededor de una religión, de un sábado, cualquiera que sea, ni de un lugar de adoración.
Además de no preocuparse del modo de vida que llevaban, lo hacían en abierta oposición al Espíritu Santo contra el cual se rebelaban menospreciando sus prédicas y apedreando a sus profetas. Por eso les llama duros de cerviz e incircuncisos de corazón (aunque no en la carne).
La porción desde los vv. 20-48 tiene ese propósito, hacer resaltar la vocación divina de Moisés en contraste con la dureza espiritual de ellos. Moisés fue un ministro agradable a Dios desde niño (v.20); era un admirable instrumento de salvación para conducirlos como un ayo a Cristo, aunque pudo haber hecho alguna cosa que no fuera agradable a Dios o equivocada, como matar al egipcio, su adhesión a la ley de Dios siempre fue irreprochable; no solamente él se ajustaba a ella sino que exigía que el pueblo la cumpliera y él mismo llegó a ser internamente esa ley. Por dondequiera que usted mirara a Moisés, si lo abría y lo miraba por dentro hallaba la ley de Dios en cada parte de su ser, por fuera, por arriba, solo, en público, en familia. Sin embargo, a un hombre ejemplar, tallado por dentro y por fuera con la voluntad de Dios, también se opusieron a su liderazgo y buscaban apedrearlo.
Sus ojos estaban puestos más en la santidad del pueblo que en su número (nunca se desmayó por su reducción; consideraba que sería pueblo de Dios si eran tres millones tanto como uno o dos); no le afligía mucho que perecieran algunos que dejaban de ser santos y se rebelaban contra Dios. No recuerdo que haya llorado. Para él el pueblo tenía el privilegio de tener un Dios como Jehová y una ley como la que le había dado y los que no querían sujetarse a tal, era mejor que perecieran.
Era un profeta y líder aun para los más exigentes, por su cultura, palabras y hechos (v.22). Educado en la cultura egipcia, hablaba el egipcio y el hebreo, se paseaba bien entre las dos culturas; conocía todas las religiones del mundo y sin embargo la suya la había recibido por revelación. Estudió y vio que Jehová era el Dios del primer hebreo, Abram, y además el Creador del mundo. ¿Qué más querían? Sin embargo, aunque no pudieron destruir el ministerio de Moisés hicieron mucho con esas intenciones. Si Dios le da a una iglesia un ministro que sea santo y además culto, es una bendición.
Además, un líder reconciliador, siempre intentó unir a su pueblo (v.29), pero no se lo agradecieron ni juzgaron con bondad el favor que les hizo. En su juventud pudo haber sacado a su pueblo, ya él sabía que Dios les daría libertad por mano suya, pero su pueblo no comprendió sus hechos ni apoyó su liderazgo, no quedándole más remedio que huir. Así los hijos de Israel fueron esclavos cuarenta años más.
Un profeta a la imagen de Jesús de Nazaret (vv.30-41), que conectaba a su pueblo con el Dios de sus ancestros y personalmente enviado por Dios para librarlos (vv.30-34), con muchas señales indubitables que el Dios de Israel (El que Soy) estaba con él (v.36), al cual podían seguir ciegamente y obedecer en todo. Un profeta con palabras de vida para compartir con ellos (v.38); contra toda lógica, historia y comportamiento suyo quisieron sustituirlo por otro y buscarse otro dios (vv.40,41). Querían otro líder porque querían otro dios que no los llevara hacia delante sino hacia atrás, no hacia las promesas sino hacia la esclavitud y la carne.
Les hizo una casa donde se pudieran reunir con Dios, el tabernáculo, donde lo pudieran oír y ver, sin embargo, eso tampoco los curó y siguieron enfrentándose al Espíritu y en sus corazones siguieron igual; volviéndose a la idolatría. ¿Dónde se hallaba el problema del pueblo? En sus corazones, rechazaban a Jesús porque en sus corazones eran incircuncisos, seguían con el prepucio natural intacto y “sin echar fuera el cuerpo pecaminoso y carnal” (Col.2:11).
No son fábulas profanas y de viejas
Hch. 7:54-60
“54 Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él. 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. 57 Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. 58 Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió”.
No desesperemos porque nuestro testimonio y palabras no recogen resultados inmediatos, porque Dios hará el uso que estime conveniente. Quizá nuestra participación en la vida de alguien sea formar parte solamente de su experiencia cristiana, provocarles algún remordimiento por todo el daño que nos han hecho. Esteban murió sin saber que en ese momento lo estaba mirando alguien que llegaría a ser el mejor predicador del mundo, el apóstol Pablo, además escritor de la mayor parte del Nuevo Testamento (v.58; Hch.22:20). Nuestra participación en la vida de un gran santo, aunque sea mínima es importante y vale la pena sufrir para ayudar a formar, de alguien, su carácter cristiano. Hasta dónde Dios va a llevar nuestra influencia no lo sabemos, pero no queramos ser más grandes ni más útiles en el reino que lo que él quiere que seamos. Nos podemos considerar bienaventurados y privilegiados de que nuestra risa o lágrimas ayuden a alguien, y especialmente cuando somos víctimas.
Se ve que los que viven como un ángel, por la influencia de la palabra de Dios en sus vidas (Hch.6:15), pueden hablar como profetas y morir como Jesús (vv.59, 60). Créanlo o no, quieran oírlo o no, su experiencia final corrobora que es totalmente cierto el credo que había aprendido en la iglesia, que Jesús ascendió al cielo, que está a la diestra del Padre y por supuesto, que de allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Cuando llegue el momento final, quizá antes de salir de este mundo, pero en la hora misma de la muerte veremos a Jesús, antes de ver a nadie más lo veremos a él, y seremos conducidos directamente adonde él se halla; en ese momento recibiremos confirmación para nosotros mismos y para los que queden vivos, que las doctrinas por las que hemos vivido y que hemos creído, que son “indubitables” y “certísimas”, realmente lo eran, e hicimos bien haber expuesto todo por ellas, a pesar de la ira ajena y el mal trato (Lc.1:1,2; Hch.1:3).
No asentamos nuestra fe en las experiencias que de ultratumba nuestros hermanos nos dejen, sino sobre la revelación dada por Cristo a la iglesia, pero ellas suelen en algunos casos, ser dejadas atrás, con la autorización de Dios, para promover la fe de los creyentes y traer esas materias a consideración de los incrédulos. Lo triste es que muchos cuando las oyen las tratan de explicar solamente como “alucinaciones” y para nada les sirven, si no es para enojarse o calificar a los muertos cristianos como fanáticos religiosos. Todos aquellos furiosos incrédulos no podían negar que era cierto aquello que ya sus ojos estaban viendo y le confirmaban que no había creído “fábulas judaicas” (1Ti.1:14), “fábulas profanas y de viejas” (1Ti.4:7), ni “fábulas artificiosas”, sino que había visto con sus propios ojos su majestad, y de pie en el cielo esperaba con sus manos extendidas, el espíritu del mártir que exhalaba (2Pe.1:16). Steve Jobs, el tipo del IPad, que no era cristiano, en su lecho de muerte, exhaló un asombrado ¡wow, wow!, quiere decir, supongo, ¡es cierto, es cierto, era verdad, era verdad! No vería a Jesús, pero el más allá era cierto.
Capítulo 8
El Tiempo del Espíritu Santo
Hch. 8:1-17
“1 Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. 2 Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. 3 Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel. 4 Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. 5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. 6 Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. 7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; 8 así que había gran gozo en aquella ciudad. 13 También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito. 14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; 15 los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; 16 porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. 17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo”.
En realidad, esta historia se interpreta correctamente y se pasa de lado cualquier error, si se determina de antemano el propósito de ella, es decir por qué cosa el Espíritu Santo no vino sobre estos samaritanos, y por qué los apóstoles tuvieron que tomarse el trabajo de venir desde Jerusalén para imponerles las manos y que recibieran la Tercera Persona de la Santa Trinidad. Sería injusto decir que el defecto se encontraba en la predicación de Felipe o en él mismo, eso no es cierto, el evangelista no es culpable de nada, sino que Dios al sustraer esa ungida bendición tenía en mente la unificación de la iglesia, la procedencia judía del evangelio y de la salvación en Jesús de Nazaret.
En esta porción veremos cuándo ocurre la venida del Espíritu Santo, si es en el momento de la fe o como una bendición adicional que hay que solicitar y procurar. A este pasaje se le ha dado una interpretación sectaria o doctrinal que se halla, a mi juicio, fuera de lugar, y ojalá que mi exposición contribuya a aplacar o disolver el debate entre hermanos. Lamento tener que pedirles a los que piensan que el Espíritu se recibe en la conversión y a los que no piensan así, que coloquen la narración bíblica en otro tapete que no sea controversial porque la intención del autor del relato nada tiene que ver con el sentido que ellos desprenden, sino que va por otro rumbo.
A mí me parece que la importancia subyacente en estos versículos no es exaltar el ministerio de Felipe ni dar inflamable combustible para disputas entre hermanos, sino para aclarar que el evangelio es de origen judío, el Mesías es judío y el Espíritu Santo sale de los judíos. Me llama la atención el espíritu de Lucas que no parece doctrinalmente escandalizado con la ausencia del Espíritu Santo en las conversiones de los samaritanos, como lo estaríamos nosotros si hubiésemos estado en su lugar. Simplemente menciona que aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente “habían sido bautizados en el nombre de Jesús” (v.16), y no explica el porqué de tal ausencia.
Lo normal, a lo que ya estaban acostumbrados, era que recibiesen el Espíritu cuando creían, pero en este caso no había ocurrido en ese modo. Lucas lo explica como algo maravilloso y excepcional; no hay duda que siempre se producía en la conversión, y por esa razón la fuerza del argumento para su intención cobra sentido, mostrar que el evangelio es de origen judío y no samaritano, que el Mesías es judío y el Espíritu Santo procede de los judíos y no de los samaritanos. El texto tiene como fin autenticar la procedencia del cristianismo, que “la salvación viene de los judíos” y no del monte Gerizim (Jn.4:22).
Si esa es su intención como parece evidente, está de más una discusión teológica, aunque cada cual tenga su criterio, si el Espíritu cae en la conversión o es una segunda bendición que hay que procurar después de haber creído en Cristo y aceptado el evangelio. La intención del autor no da lugar a eso y hay que excluirla completamente de cualquier consideración y tratamiento porque entonces haría nulo su propósito al relatarla. Aunque es cierto que el pasaje no está listo para ser usado legalmente por los hermanos modernos que hallan en él un argumento para pedir una “segunda bendición” del Espíritu; y sólo pueden usarlo por inferencia los otros hermanos.
El relato sí parece ser elocuente en afirmar la soberanía del Espíritu en relación con cosas más importantes, tales como el origen del evangelio y la procedencia nacional del Mesías, que el tiempo cuando él debe bajar o no sobre los creyentes, lo cual hace, en fin, de cuentas, cuando quiere y como quiere.
La importancia del tiempo cuando ocurre la venida del Espíritu no depende de este texto sino de la actitud espiritual que se tenga. Por un lado, los que afirman que viene siempre que uno cree, pueden mostrar una conversión tan falta de Espíritu que tan sólo parezca que han sido bautizados en agua, y que realmente sea así, una mera afirmación a lo que se oye, la toma de un símbolo, pero sin regeneración espiritual y cambio de vida. Además, pueden poseer un espíritu de dominio del Espíritu e ir demasiado lejos poniéndole leyes al Espíritu para que únicamente descienda sobre los pecadores cuando ellos crean sin que se le autorice por razones doctrinales a obrar en otro modo si él lo quisiera.
No obstante, los hermanos que afirman que aquí se enseña una segunda bendición del Espíritu, generalizarían, mostrándose tan dogmáticos como sus hermanos contrarios como si el Espíritu, sin tener la motivación que tuvo en Samaria y sin que haya necesidad de autenticar el evangelio y el Mesías, tenga que hacer lo que ellos dicen y diferir su entrada al corazón de los pecadores para un tiempo posterior a su conversión; conversión que siempre, según ellos, ocurriría sin que viniera el Espíritu Santo, lo cual estrictamente no es conversión.
Esa forma de pensar traería malas consecuencias prácticas en la comunidad cristiana. Se engañaría a los hermanos que están convertidos y tienen el Espíritu, negándoles que lo tengan, angustiándolos y animándolos para que finjan una experiencia que realmente es imposible que dupliquen; y en otro sentido haría que la iglesia admitiera como convertidas a personas que no lo están y que también busquen una segunda bendición cuando no han experimentado la precedente.
Por todo eso pienso, es bueno tener una actitud condescendiente e interpretar el pasaje de acuerdo a su fondo histórico, no alarmarnos si el Espíritu desciende sobre una persona en o después de su conversión, aunque estemos firmes en la doctrina, que no existe la conversión sin la presencia, unción, del Espíritu. El mensaje del evangelio mismo, despojado del Espíritu, es un mero “metal que resuena o címbalo que retiñe”. Debemos concederle reverentemente la inteligencia y soberanía que tiene y centrarnos en los importantes asuntos sobre la veracidad de nuestro evangelio y la exclusividad de nuestro Jesús, razón por la cual el Espíritu da testimonio (Jn.15:26). Se pudiera estar intentando imitar una réplica de lo que ya ocurrió.
El Espíritu no se dio para echar afuera cualquier píldora, ungüento o cirugía
Hch. 8:9-13; 18-25
“9 Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande. 10 A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios. 11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo. 12 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. [13] Y aun Simón mismo creyó; y después de bautizarse, continuó con Felipe, y estaba atónito al ver las señales y los grandes milagros que se hacían. 18 Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. 20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. 21 No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; 23 porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. 24 Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí. 25 Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio”.
Me hubiera gustado dedicar tiempo a la penetración espiritual de Samaria y disfrutar devocionalmente sobre “los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio”, pero eso no es más que un preámbulo para establecer algo más importante que ocurre después que Felipe les dio a conocer a Cristo, y sobre todo, cuando los apóstoles hermanos radicados en Jerusalén envían una pequeña embajada para enterarse de lo que había ocurrido en Samaria (v.14).
Notarás, que, aunque uno quiera ser conciliador, como intenté en la exposición anterior, el Espíritu Santo se recibe en el momento de convertirse en cristiano. Pedro y Juan, y Felipe seguramente también, se dieron cuenta que la experiencia de “conversión a Cristo” de los samaritanos estaba incompleta, y que Dios en el caso de ellos no había seguido el patrón al cual estaban acostumbrados, que el Espíritu Santo diera testimonio de que se habían verdaderamente arrepentido. Encontraron que la gente había creído lo que Felipe les predicaba, por las señales que hacía, y siguieron su mensaje bautizándose como señal de fe y de aceptación. Estas fueron las personas que Pedro y Juan encontraron, ya bautizadas, pero sin el Espíritu Santo. No hay ningún reproche hacia ellos o crítica; no investigaron sus vidas para saber si la profesión era genuina o no, pero ellos espiritualmente no eran iguales a los hermanos de Jerusalén; no mostraban señal de tener ninguno de los dones que el Espíritu daba e inmediatamente preguntaron lo que debían preguntar como genuinos apóstoles, si recibieron el Espíritu Santo cuando creyeron (19:2).
Todos, incluyendo a Felipe, negaron con sus cabezas y dijeron que no. Tampoco dijeron por qué, pero estaban seguros que debían tenerlo, no sólo para que fuesen cristianos completos sino para que se convirtieran verdaderamente. No parece hallarse en la mente de los dos enviados, la idea que la iglesia necesitaba para su edificación y ministerios los dones que el Espíritu les otorgaría, sino que no habría iglesia alguna si ellos no recibían el Espíritu, era un asunto de salvación y no de edificación o de ministerios.
Observa qué próximo a la salvación puede llegar la gente y sin embargo no estar en el reino de los cielos. Los samaritanos habían “creído” y “se bautizaron” como señal de discipulado, identificación con Cristo y con las doctrinas apostólicas y sin ser una farsa o una experiencia fingida, no ser auténtica porque el Cristo que aceptaron, el evangelio que lo anunciaba y el poder que lo demostraba, era superior a la magia que también creían, pero no más que una religión triunfante y competitiva, con poder y ritos, pero sin Espíritu Santo, sin esperanza de salvación y sin una transformación de la vida. Estas eran las raíces de la llamada “conversión” de los samaritanos, si no nos dejamos impresionar por la profesión de bautismo de ellos, por el asombro que mostraban y por la afirmación verbal que hacían y que el mismo texto contiene. La salvación venía de los judíos y ahora lo acababan de confirmar (Jn.4:22).
Simón el mago es un caso típico cuando el cristianismo se acepta como una religión y prevalece como una religión, en línea directa con la magia o cualquiera otra forma de culto, sin sentido de salvación y perdón de pecados, cuando la persona sigue en “hiel de amargura y en prisión de maldad” (vv.22,23), como una clase de superstición más poderosa. El caso de Simón no es seleccionado por ser notorio el personaje sino porque él representaba una idea errónea sobre el dominio del Espíritu Santo y un uso impío del mismo.
Posiblemente el anhelo de Simón fuera el de muchos, poseer con fines comerciales el Espíritu Santo para que cualquier persona a la cual él impusiera las manos, si le pagaba primero, recibiera el Espíritu Santo. Haría mucho dinero vendiendo al Espíritu Santo si eso fuera posible. Pero ¿para qué la gente querría el Espíritu Santo y estaría dispuesta a pagar para recibirlo? No es seguro que fuera para obtener la vida eterna o para obviar la dolorosa experiencia de arrepentimiento de los pecados, sino porque el Espíritu Santo se pudiera convertir en una codiciosa fuente de entrada de dinero, un instrumento para hacer fortuna, la gente pagaría lo que fuera para hablar en lenguas, profetizar y sobre todo, lo que más les gustaba y que había hecho que se acercaran fascinados al cristianismo, “echar fuera espíritus inmundos que dieran grandes voces al salir y sanar paralíticos y cojos” (v.7), y supongo que cualquiera otra enfermedad.
Ahí estaba el negocio religioso, adquirir aquel poder para sustituir la medicina, porque la magia era una forma de ciencia mezclada con errores y supersticiones, y el cristianismo era mucho más simple y efectivo, curaba directo sin ocasionar gastos ni producir dolores. Una buena alternativa para los pobres que no podían pagar un médico ni comprar en una farmacia. El Espíritu no se dio para eso, para echar afuera cualquier píldora, ungüento o cirugía, sino para testificar del Nombre de Jesús. Tomando las palabras en este sentido se pueden comprender bien las palabras casi enojadas del apóstol Pedro, “tu dinero perezca contigo, tú no tienes parte ni suerte en este asunto y tu corazón no es recto ante Dios” (vv.20,21). Se dio cuenta que lo que Simón quería era comenzar un negocio religioso por medio del Espíritu Santo, explotando el poder de Dios para generar dinero, lo que se conoce como simonía, si se refiere a un cargo eclesiástico comprado. Un título más corto de esta entrada podría ser, el Espíritu Santo para negocio.
Un caso de cómo se extiende el evangelio
Hch. 8:26-40
“26 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. 27 Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, 28 volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías. 29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. 30 Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? 31 Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. 32 El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, no abrió su boca. 33 En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. 34 Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? 35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. 39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino. 40 Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea”.
Todo el capítulo ocho es escrito por Lucas, no precisamente para destacar lo extraordinaria que era la vida del hermano Felipe, sino para mostrar cómo se extendía el evangelio bajo la dirección del Espíritu Santo. Se ve la alegría que siente la iglesia porque el evangelio tan pronto está alcanzando a las principales autoridades del país y Dios mostrando con la conversión del eunuco, lo lejos y fácil que él puede enviar un misionero, como si Dios les dijera: “Hay un alma que se va de Jerusalén sin conocer a mi Hijo Jesús y me he propuesto que se le hable para que lo conozca y lleve las buenas nuevas al continente negro.
En ese país el evangelio entrará por encima, por el gobierno, tú, Felipe, no irás, pero él se llevará en su corazón lo que tú predicas”. Oh, hermano, ¡qué Dios organice y envíe sus obreros! Cuando Dios lo dirige todo, siempre habrá más posibilidades que las que uno ve. ¡La iglesia ya le está predicando el evangelio al mundo étnico! Es sólo una pincelada de todo aquel movimiento misionero, pero suficiente para tener una idea de cómo se expandía fuera de las fronteras de Israel. Los detalles que se mencionan son para mostrar como el Espíritu del Señor lo arregló todo para que Felipe le hablara al eunuco y éste se convirtiera, y como discípulo nuevo continuara su viaje hasta Etiopía.
La obra no estaba consolidada en Samaria, sin embargo, Dios consideraba que era bueno que se empezara en otro lugar de la tierra antes que echara raíces en dondequiera, el punto principal era abrir muchos puntos de evangelización en distintos territorios. La obra de la iglesia no estaba completa con sólo un pastoreo sedentario si no se esforzaba en trasladar el conocimiento de Cristo a donde éste no hubiera sido anunciado. ¿Cómo vamos a esperar llegar a cumplir nuestras metas para apoyar la evangelización en otros sitios? Sólo basta que miremos por los ojos de Dios hacia donde él esté mirando.
Nota que la persona que va a ser evangelizada Dios la ha preparado de antemano para que reciba el evangelio cuando se le predique. No vamos a emprender imposibles, sino que tocaremos puertas que fácilmente se abrirán. Hallaremos personas interesadas. El eunuco está interesado en las cosas espirituales y ha hecho el viaje tan largo a Jerusalén con el objetivo de adorar (v.27). No se trata de un individuo profano al cual no le interesa la religión y que sólo se ocupa en sus negocios.
Felipe lo encuentra también en un momento oportuno porque tenía el rollo del profeta Isaías abierto sobre sus piernas y lo leía. Si somos enviados por Dios entraremos de modo articulado en la vida de una persona, a ella misma el momento le parecerá asombrosamente a propósito. Oh que busquemos más a Dios para esto. Y además, la Escritura, con la bendición divina produce el deseo de ser enseñado; el eunuco quería hallar algún rabí que le explicara lo que estaba leyendo porque deseaba profundizar en el conocimiento de ella, deseaba “hallar una iglesia donde se le explique la Biblia”, no para otra cosa porque él está buscando la verdad de Dios; por eso, cuando Felipe se le ofrece él lo invita a subir a su carro y le da un asiento a su lado. Dios le había mandado aquel maestro.
Eso quiere decir que debemos invertir recursos en la distribución de Biblia. Como también es providencial el texto que era objeto de su meditación y que se prestaba maravillosamente para anunciarle la muerte y resurrección de Jesús. El tiempo que tenía para hablar no era mucho y fue valioso que ya el eunuco se hallara leyendo ese pasaje de la Escritura que le permitiera ser instruido rápidamente en la verdad central del cristianismo que es la muerte expiatoria de Jesús. Las puertas de su corazón estaban completamente abiertas y creyó maravillado lo que Felipe le decía, cuyo sermón parece que llegó hasta el bautismo que es la señal de fe y aceptación de Jesús. Este fue el hombre que introdujo el evangelio en Etiopía, que no es unido por el bautismo a la iglesia local en Jerusalén sino enviado como misionero al extranjero para decir a sus conciudadanos, prosélitos judíos o no, la historia de Jesús y el cumplimiento de las promesas dadas por Dios en la Biblia. El bautismo, su significado, es más teológico, que tiene que ver más con la salvación que con algún requisito eclesiástico. Esa es la manifestación de la providencia en su salvación.
Ahora puedo mirar con más tiempo algunos detalles. Observa la santa ocupación que tiene después que ha salido del templo, no se dedica de inmediato a trabajar sobre los libros de contabilidad financiera, ni entabla alguna conversación interesante o frívola con alguno de sus acompañantes, sino que prefiere ir meditando y orando sobre la Escritura y prolongar un poco más el espíritu de las reuniones religiosas en las cuales participó. Es una pena que se pase tan pronto el espíritu del culto de adoración una vez que los adoradores regresan a sus casas, las pláticas, las comidas y entretenimientos borran casi completamente lo que escucharon y los dejan sin nada.
Cuando no entiendas algún texto de la Escritura acude a un maestro de la escuela dominical o al ministro que da los estudios. El eunuco pensó inmediatamente en alguna persona que hubiera estudiado el texto y conociera el significado verdadero, y tuvo la bendición de hallarlo a su lado, pero si no lo hubiera tenido ¿qué hubiera podido hacer? En su caso, para llegar a Jesús, casi nada, pero tú sí puedes consultar algún buen libro que es como tener un maestro a disposición.
Si quieres progresar en la salvación tienes que estudiar la Escritura, aumentar en conocimientos de ella, dejar otras ocupaciones para escudriñarla; y, sobre todo, acudir a la escuela dominical y a los estudios de la Palabra de Dios, y si puedes, invertir una pequeña fortuna en adquirir valiosos comentarios sobre ella. No sólo libros sobre la experiencia cristiana, sino que expliquen el texto sagrado. Si te conformas con tus dudas serás un discípulo con poca fe y con una vida muy superficial.
Y ¿por dónde empezar? Por aquellos textos que son fundamentales entenderlos y creerlos para la salvación. Al eunuco Dios lo bendijo en ese sentido, se hallaba ante un pasaje magnífico para ser salvo. Los textos sobre la salvación son los más importantes en la Escritura, aquellos, sobre los cuales puedes aprender a depositar tus pecados; son los fundamentales para tener fe.
Si escudriñas los textos de salvación en la Escritura hallarás a Jesús. Observa que Felipe partiendo de esa Escritura le anunció a Jesús (v.35); le hablaría cómo escondieron de él el rostro, que fue menospreciado, que Dios lo sometió a padecimientos, que cargó en él el pecado de todos nosotros y que, aunque su muerte resultó como la de un impío, por medio de ella todos obtenemos perdón. En la Escritura hallas la vida eterna si hallas a Jesús (Jn.5:39). Y mientras más profundices en el conocimiento de Jesús más profundizarás en la salvación. Ese fue esencialmente el conocimiento que lo hizo cristiano y fue el conocimiento que como misionero a su país él llevó, que Cristo Jesús murió por nuestros pecados conforme a la Escritura.
Mira que Felipe halló tiempo para hablarle sobre el bautismo cristiano de confesión de fe, y el eunuco gustosamente deseó bautizarse, no para adquirir membresía en una iglesia local sino para expresar su fe en Jesús. Si hubiera habido ya una iglesia en Etiopía él se hubiera unido a ella, o si pensara quedarse en Jerusalén formaría parte de la comunidad cristiana en esa ciudad, pero no fue su caso, él sería el primer bautizado en todo el país, en caso que algunos de los africanos convertidos en Pentecostés no llegaran antes que él, y por medio de él comenzaría la iglesia, de la cual sería el primer maestro y pastor, bautizando a los que creyeren por su testimonio.
Los cristianos apostólicos no le daban importancia regeneradora al bautismo, pero lo consideraban importante para identificarse públicamente con la comunidad cristiana que sostenía fe y esperanza en Jesús de Nazaret como el Mesías enviado por Dios para salvar al mundo. Un discípulo normal siempre quiere tomar el bautismo, por medio de algún ministro ordenado por el Señor, para dar expresión a su fe y para unirse a la comunidad de hermanos. ¿Requisito? Creer con todo el corazón en Jesús. Hacer los arreglos, quitar lo que impida el bautismo, y lo que haya que hacer para alcanzar un buen testimonio cristiano y profesar en el bautismo una genuina conversión. Este es un caso de cómo se extiende el evangelio, cómo se hace evangelismo. El recién convertido continuó su camino contento y el evangelista fue arrebatado hasta Cesarea, donde parece que hizo su residencia permanente.
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Capítulo 9
Saulo, imitado por los cristianos novatos
Hch. 9:1-19
(Hch.22:6-16; 26:12-18)
“1 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 3 Mas yendo por el camino, aconteció que, al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; 4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5 Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. 8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, 9 donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. 10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. 11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. 13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. 15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18 Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 19 Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco”.
De todos los apóstoles, la conversión a Cristo y llamamiento al ministerio es de Pablo de quien más conocemos. Este capítulo presenta sus primeros días como cristiano y predicador. Pablo siempre le dio importancia a su conversión y llamamiento, los cuales a menudo relató ante las autoridades judías y romanas para explicarles porqué predicaba a Jesús y porqué se consideraba apóstol para los gentiles. Para Lucas es importante mostrar detalles de quien era Saulo y cómo ocurrió su conversión, no por simpatías personales hacia él sino porque era una necesidad por causa del evangelio que él predicaba; dándole fuerza a su vocación apostólica porque había “visto al Señor” (1 Co. 9:1), le abría puerta para la salvación de los judíos que tanto importaba a Saulo, y le justificaba su predicación dentro del mundo gentil (22:20, 21). Hay que entender, pues, el contexto donde nace espiritualmente Pablo y la proyección misionera con el evangelio, para darse cuenta por qué era necesario que se presentaran sus credenciales espirituales.
¿Qué fue lo más importante de su conversión? Me parece que el hecho que haya visto al Señor Jesús y que éste lo llamó para que le predicase. La intervención de Ananías tiene como objetivo tener un testigo de la aparición de Jesús a Saulo, y que por su medio se le comiencen a abrir las puertas de la iglesia. Que el relato tiene esa intención lo demuestran las preguntas que Saulo le hace al Señor, primero para identificarlo, ¿quién eres Señor?, a lo cual se le responde que ¡Jesús!, y la otra, ¿qué quieres que yo haga? (añadido aquí en los manuscritos de Occidente. Original en el relato del cap. 26) para indicar la vocación que va a recibir, la tarea apostólica que después tantas veces quisieron negarle (vv.5,6). Esa es la visión del propósito del relato y como está confeccionado, pero eso no nos diría mucho si no lo meditamos en partes para sacar las enseñanzas espirituales que Dios nos da.
Nota que en realidad los perseguidores de la iglesia, aunque la asolen (8:3; 9:21) siempre van perdiendo (v.5) porque Cristo es soberano e indestructible, y quien persigue la iglesia lo persigue a él; los cristianos pueden perder sus hogares, sus libertades y sus vidas, pero esto no matará la iglesia y aquellos que le causan semejante daño se lo harán más a sí mismos que a ella. Ten en cuenta la iglesia perseguida en distintos países del este de Europa, Asia o África, ¿no están ahora más vigorosas y numerosas que nunca?
Los que se convierten a Cristo inmediatamente deben pensar qué pueden hacer por la iglesia (v.6), la cual han dañado o ignorado, porque es justo que uno restaure el daño que le haya hecho al cuerpo de Cristo y se ponga a disposición de Dios como se puso a disposición del diablo antes de conocer a Jesús (Ro. 6:13). Inmediatamente no hizo nada sino hasta que se unió a la iglesia. No vemos que Saulo saliera del camino a predicar. Tuvo que ser recibido por la iglesia y bautizado. Uno puede servir al Señor fuera de la comunión de los santos, pero eso no es normal. El Señor le dijo que se esperara. En ese momento no le dijo ni una palabra sobre su futuro misionero. Al otro día quizás, o después de varios días. Se adentraba en su futuro conociendo el camino, pero no lo que le esperaba. En su momento el Señor te dirá lo que debes hacer y por dónde tomar. Amén.
La primera ocupación de un cristiano es orar (v.11); Saulo hará muchas cosas para Jesús y para el bien de la iglesia, tendrá muchas experiencias como cristiano, maestro, evangelista, misionero, teólogo y escritor, pero antes de llegar tan lejos, a España, y al tercer cielo arriba, empezó orando, por su pasado pecaminoso, su presente y su futuro. Si no oras no llegarás lejos. Esa es la prueba de una real conversión. El Señor le quitó el miedo y la duda a Ananías diciéndole que Saulo estaba orando. Si hubiera estado leyendo, visitando, predicando, no le habría dado tanta confianza como que oraba.
Mira que, aunque un pecador conozca a Cristo fuera de la congregación, el Señor le busca algún hermano que lo ponga en contacto con ella, para que le ministre la palabra y las ordenanzas. Ananías lo bautizó. Inmediatamente se identificó con la comunidad cristiana en Damasco, un hermano que le muestre amor y hermanos para que ame. Desde un principio el Señor le comunica a Saulo que lo está llamando a un ministerio exitoso pero muy costoso (v.15). Saulo, que también es Pablo, siempre supo que sus sufrimientos formaban parte de su rotundo triunfo, que no podría ver la corona sobre su carrera ministerial si no padecía luchando por ella; llegaría a la presencia de reyes y de los hijos de Israel, pero pagaría el precio con persecuciones, azotes, apedreamientos, robos, etc. Su ministerio sería de mucho dolor.
También sabría que cada paso que diera, si las cosas le salían mal, como en Filipo, (pero hubo conversiones) esa era la voluntad del Señor, y también su camino hacia el triunfo pastoral. La batalla por causa de Jesús y de la doctrina del evangelio era su trabajo. Luchaba en oración, con la palabra y con la pluma. No se desanimó porque sabía que, si el Señor le daba grandes privilegios y una tarea imperial, él lo capacitaría para ello y lo acompañaría adonde fuera. No miraba sus derrotas como un fracaso, por eso cuando exhalaba sus suspiros decía: “derrumbado, pero no vencido” (2 Co.4:9,10). No hubo otro apóstol que tuviera que enfrentar tanto las fuerzas del mal como este querido ministro, por eso declaraba que no ignoraba sus maquinaciones (2 Co. 2:11); y fueron tantos los enemigos humanos que su ministerio produjo, que llegó a la convicción que tenía en contra suya a Satanás con sus huestes, y que aquellas oposiciones eran gobernadas por el príncipe de las tinieblas y sus malvados aliados invisibles en el aire (Ef. 6:12).
Todo esto se le dijo antes de comenzar, apenas hubo sido bautizado, como un miembro nuevo en la iglesia. Y en su medida, cada cristiano, si quiere tener alguna utilidad en la iglesia tiene que saber que se enfrentará a enemigos espirituales poderosos que procurarán hacerle abortar todo lo bueno que emprenda, para que retroceda hasta una posición que no ofrezca ningún problema al diablo. Si le tienes miedo al diablo, entonces no entres al ministerio, y si entras, espera que te salga al frente y trate de muchas maneras ponerte bajo sus pies. Señor, bendice y acompaña a tus siervos leales, aquellos que procuran llevar tu nombre, no el de ellos, por todas partes del mundo, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres por el cual podamos ser salvos (4:12). Sepan todas estas cosas los experimentados cristianos y los novatos. Amén.
Preparación helénica de Saulo
Hch. 9:20-30
“20 En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. 21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? 22 Pero, Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo. 23 Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; 24 pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle. 25 Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta. 26 Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo. 27 Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús. 28 Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía, 29 y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero éstos procuraban matarle. 30 Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso”.
La gente decía “¿no es éste?”; la respuesta hubiera sido sí es éste, y no es éste; éste es el que era y ahora no es y ahora es lo que no era, como ocurre con la transformación de todo pecador y el impacto y desconcierto que produce su cambio. Al principio parece un cristiano, pero después sus conocidos se dan cuenta que les demuestra que es cristiano. Observa que desde un principio Saulo explicó su cristianismo y lo conectó con el servicio a Dios. No llegaba a la iglesia para ser llamado San Pablo y puesto en un altar o como una figura decorativa, admirada y adorada, pero ociosa. Si ahora era lo que no era, tenía que decir por qué lo era y porque ya no era, y con la Escritura en la mano, explicaría el gran poder de Jesucristo en su vida y la misericordia de Dios.
En primer lugar, estaba seguro de que algo quería el Señor que él hiciera, y que algo él debía hacer. Si el Señor se fijó en él, si bajó del cielo para hallarlo, si tuvo de él misericordia interrumpiendo la horrenda labor de destrucción de la iglesia que estaba haciendo, si no le había dado muerte en el acto, sino que con mucho amor le había dicho: “Saulo, ¿por qué me persigues”, qué razón tienes para perseguirme, ¿qué te he hecho yo, te he maltratado?, explícame tu obstinación contra mí, dime algo en mí para no amarme”. Y por esta pregunta se dio cuenta que no tenía razón para vivir como él vivía en oposición a Cristo, y que si seguía con esa conducta sería como si pateara el aguijón y se dañara a sí mismo, porque el pecado a Dios no lo afecta sino a nosotros. Puede que nuestro pecado antes de nuestra conversión no sea contra la iglesia, pero sí es contra Dios.
En su experiencia leemos que sus mejores amigos fueron los de la iglesia, y los peores los que antes eran sus amigos; los que eran sus antiguos amigos le tomaron odio y buscaban su mal tratando de matarlo y los nuevos amigos en Cristo hicieron todo lo posible por protegerlo y guardar su vida, y por eso lo descolgaron en una cesta como si fuera un niño, y le pidieron que se fuera a su ciudad natal Tarso. Ningún recién convertido a Cristo debe hacerse la ilusión que sus compinches y aliados en la aprobación y repartimiento de los deleites de este mundo, vayan a aplaudir la nueva vida en Cristo y la separación de costumbres con ellos. Si pueden hacer algo para evitar que eso continúe y lograr el regreso al grupo lo harían, por eso tal vez es recomendable hacer distancia mientras la nueva fe toma vigor. Los nuevos amigos en Cristo con más experiencia que el recién llegado pueden darle alguna protección, que si no es descolgarlo desde un muro es proveerle un ambiente sano, saludable, donde él crezca y los otros no quieran entrar.
Una palabra más acerca de sus nuevos amigos, los que conocían su pasado, que dudaran su conversión a Cristo, “no creyendo que fuese discípulo”, y no fuera bien recibido entre ellos; porque les cerraban la puerta de la iglesia y la de sus casas. Cuando se ha vivido de forma muy pecadora requiere que pase el tiempo para que nuestra conversión a Cristo se vuelva creíble, y la mejor forma de demostrarlo es cuando resiste la oposición contemporánea. Sí es deber y sentimiento de todo recién convertido en la iglesia o fuera de ella que la busque, quiero decir que busque a los demás cristianos para reunirse con ellos, porque la iglesia es una fraternidad fundada por Dios y el agrupamiento por razones obvias espirituales es necesario. Los recién convertidos a Cristo deben ir ganando dentro de la iglesia todos los amigos que puedan.
No se habla del tiempo que iba corriendo en la vida de Saulo de Tarso, pero con la ayuda de Jesucristo, del Espíritu Santo, con la Escritura, y tal vez por medio de Bernabé, aprendió a defender con argumentos sus creencias, no sólo basado en la experiencia de transformación de su vida y en el cambio que se había producido, sino que por medio de la Palabra de Dios era capaz de argumentar en favor del engrandecimiento de su cristología. Todavía no parece que en este tiempo se hubiera enfrentado a los poderosos líderes contrarios en Jerusalén, sino en otras ciudades gentiles por donde andaba y en las cuales la población era de judíos helenos, con los cuales entabló sus primeras disputas.
La gira pastoral de Pedro
Hch. 9:31-43
“31 Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo. 32 Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida. 33 Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico. 34 Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó. 35 Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor. 36 Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. 37 Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala. 38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros. 39 Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. 40 Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó. 41 Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva. 42 Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor. 43 Y aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor”.
Fíjate en la gira pastoral de Pedro. La iglesia primitiva sentía mucha admiración hacia Pedro. Era una época bella para las iglesias, estaban creciendo en número y se fortalecían por el Espíritu Santo (v.31); los miembros vivían la vida cristiana con toda tranquilidad y no había ninguna oposición externa que frenara su crecimiento (esto duró poco tiempo). En ese tiempo Pedro andaba como un pastor itinerante, visitando pastoralmente a los hermanos que habían creído en Jesús, por si les pudiera servir con alguna bendición. Tenía un gran corazón pastoral.
Pedro era amado por la iglesia y por donde pasaba dejaba bendición y a los hermanos les gustaba tenerlo en sus hogares y alojarlo por varios días. Aunque era un gran ganador de almas, el ministerio suyo era distinto al de Pablo; Pedro era eminentemente un pastor, que haciendo bien a la iglesia la acrecentaba en número. Un buen trabajo pastoral es evangelístico por proyección espiritual. A Pedro, Jesús lo hizo pastor y no la clase de misionero que fue Pablo, pero la iglesia crecía a través de sus miembros. Sus iglesias estaban muy saludables y llenas del Espíritu Santo. Mayormente el punto de contacto entre su ministerio y el mundo eran los hermanos cuyas vidas transmitían el evangelio que aprendían de su boca. Estaban tan bien pastoreados, tan bien cuidados, que se reproducían sin dificultad. Andaban en el temor del Señor y el Espíritu las fortalecía. El gran crecimiento de la iglesia era un fruto de un gran trabajo pastoral.
Llegó a Lida, con la intención de bendecir a los creyentes, y salió de allí dejando la iglesia mucho mayor, no porque saliera a las calles y sinagogas a predicar sino por el milagro que hizo en una casa. Eneas salió a la calle y la gente que le conocía como un inválido se quedaba asombrada y le preguntaba cómo había llegado a caminar; y él, con una sonrisa amplia en sus labios, les hablaba de la iglesia y su ministro, llamado Pedro, diciendo: “Llegó a la ciudad el hermano Pedro, y como en mi congregación todos me aman, le pidieron que si podía orar por mí y sanarme, lo cual al verme inmediatamente hizo. Se puso enfrente de mí y dijo: “Eneas Jesucristo te sana”, porque ya se lo había pedido en oración al Señor y éste le había dicho que sí”.
Cuando la gente oía ese testimonio, corría inmediatamente a la iglesia porque querían estar en una congregación donde los hermanos se amaran tanto, mostraban cariño, tuvieran un pastor que orara por ellos, y para preguntar quién era Jesucristo, del cual dependían para todo bien, lo cual ellos gustosamente les explicaban.
Al visitar la iglesia oían el evangelio y se fascinaban con la historia de Jesús, convirtiéndose a él y pidiendo ser bautizados, para adorarle, disfrutarlo y estar en la compañía de aquella gente y su pastor. Esta piadosa gira pastoral se convirtió en una campaña de evangelización donde la gente iba a la iglesia no porque se le invitaba sino por ella misma, para conocer al pastor y por sobre todo para enterarse más acerca de Jesucristo.
La gira continuó y de Lida pasó a Jope, porque enviaron por él los hermanos, para que hiciera algo por una de las mejores hermanas de la congregación que había acabado de fallecer y ellos, traspasados de dolor no se conformaban con haberla perdido para siempre.
Nota que allí también halló una iglesia plena del Espíritu porque ni teniendo una esperanza celestial se conformaban con la desaparición física de sus miembros. Los hermanos pensaban que ella merecía seguir viviendo un poco más; la iglesia no quería que se muriera. Sabía que había ido a la presencia del Señor, que había ganado, pero la querían de vuelta. Cosa difícil habían pedido, hacer bajar un alma de su disfrute eterno, traerla de nuevo del cielo a la tierra. Era como pedirle al Señor que la castigara con su regreso al cuerpo.
Pedro no se atrevió a decirle: “Dorcas, levántate”; hizo lo mismo que en Lida, se arrodilló y le pidió al Señor que si fuera posible la enviara de regreso. No le dijo a Pedro: “Ella está mejor aquí, ha ganado, no le pidan que regrese”; sino “está bien, que vuelva Dorcas y continúe haciendo túnicas y vestidos para los pobres, si eso los hace felices, que se despierte como de un sueño y no recuerde nada de lo que ya ha visto”.
Querían que ella volviera y presentaban como argumento las buenas obras que dejaba como recuerdo suyo. Le mostraban sus tejidos y costuras. No dejaba detrás de ella tristeza y problemas. Querían tenerla con ellos y que continuara haciendo lo que hacía porque nadie mejor que ella para hacerlo. Les había robado el corazón con su servicio. Pedro oró con los dolientes y el Señor los consoló con su intervención. Su corazón pastoral se estremeció con aquel cuadro, y debe haber llorado como Jesús ante la tumba de Lázaro. Una congregación que tiene un pastor que ora por los enfermos y Dios lo oye, si es agradecida, lo amará siempre.
Dorcas resucitada se convirtió en un sermón evangelístico. Por una oración pastoral había regresado del cielo y no sólo para seguir tejiendo sino para tener un ministerio más amplio, relacionado con la fe de los incrédulos, para volver a la vida a los que estaban muertos en delitos y pecados, traer fe a los incrédulos y a la iglesia a los que vivían ajenos a la vida de ella.
No escribió un libro sobre su viaje al otro mundo, pero continuó en el mismo lugar espiritual donde había muerto; tras la muerte no se arrepentía de haber vivido entre aquella gente y haber pasado al otro mundo con la fe en Jesucristo. Sobre su viaje al cielo no dijo nada, pero con su testimonio quería decir: “Es muy seguro morir en la iglesia, es un lugar donde nunca nos olvidan, no se celebran cultos para que yo pase de un estado de ultratumba a otro sino para que vuelva a la tierra, y ahora que he regresado serviré fervientemente a Jesucristo, no porque lo encontré al lado allá en la eternidad sino porque es bueno que amplíe mi ministerio entre los incrédulos y que nuestra iglesia se llene de nuevos convertidos”.
Quizás ahora se le veía más en las calles, en las casas que detrás de una máquina de coser o con agujas de tejer en sus manos. Enseñaría a otras hermanas a coser y tejer y ella, con el impulso que traía al haber bajado del cielo, exhortaba a la gente para que se hiciera cristiana y se bautizara. Desarrollaba un ministerio más relacionado con la eternidad que con el amor al prójimo. El impacto en el mundo fue el mismo que en Lida, gran número de personas al saber la historia de ella por sus labios o por la iglesia hacían lo mismo, iban a la congregación y hacían muchas preguntas y veían cómo vivían ellos, quedándose con el grupo y pidiendo bautizarse en el nombre de Jesucristo.
Resumiendo, ¿por qué Dios concedió los deseos de estos hermanos y envió un alma que gozaba su vida eterna a la prisión de su cuerpo? Por Pedro y el evangelio de Cristo. Dios tenía un propósito con Pedro y el mundo. Sin ofender a nadie porque sé cómo se fundó la iglesia en Antioquía, por favor, no son los miembros de la iglesia ni las vivencias de la congregación lo que está más cerca del plan de Dios en la cadena de salvación del mundo, sino el ministerio pastoral y el evangelio que se anuncia. Son las niñas de los ojos de Dios. La oración de él fue oída y a petición de él fue que ella regresó.
¡Oh Dios, que tu iglesia aprenda lo importante que es para ella y para el mundo el pastor y su ministerio! El corazón de la iglesia es el pastor y su evangelio; por ellos dos fue que Dorcas volvió a la vida y los hermanos se consolaron. Dios, por medio de la gira pastoral de Pedro nos muestra cómo puede alcanzar al mundo, por medio de la iglesia que tiene contacto con la vida y enseñanzas de un hombre verdaderamente llamado por él. Oh Señor, que tus iglesias amen el ministerio pastoral que dentro de ella se hace.
Capítulo 10
Jesús Señor de Todos
Hch. 10:1-23
“1 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, 2 piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. 3 Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. 4 El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. 5 Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro. 6 Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas. 7 Ido el ángel que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados, y a un devoto soldado de los que le asistían; 8 a los cuales envió a Jope, después de haberles contado todo. 9 Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. 10 Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; 11 y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; 12 en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. 13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. 14 Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. 15 Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.16 Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo. 17 Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por Cornelio, los cuales, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.18 Y llamando, preguntaron si moraba allí un Simón que tenía por sobrenombre Pedro. 19 Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan. 20 Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado. 21 Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron enviados por Cornelio, les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido? 22 Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus palabras. 23 Entonces, haciéndoles entrar, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope”.
Esto nos enseña que no hay que temer hacer cambios en nuestra religión, si con ellos la llenamos de Jesús; y además nos interesamos más en oración al conocer ellas si suben, nunca se quedan estacionadas antes de llegar a la presencia de Dios; y cuantas más oraciones elevemos más de ellas estarán activas, no engavetadas y archivadas en el cielo, sino intercediendo por nosotros a Dios. El interés de este pasaje está en demostrar que los gentiles están incluidos en el plan de Dios para la salvación, que el cristianismo no era sólo para los judíos y que éstos debían recibirlos gozosos; es un esfuerzo para unir los líderes de la iglesia en esa misión, ayudándolos a independizarse del odio racista que los judíos sentían por aquellos, ejemplificado en la persecución contra el grupo de misioneros a los gentiles dirigidos por Pablo, del cual el autor de Los Hechos, Lucas, es miembro.
La experiencia de Pedro ayuda a entender lo difícil que fue para los apóstoles desprenderse de la ley de Moisés. Observa la experiencia de Pedro como una apología a favor de la salvación de los paganos. Pedro es un judío ortodoxo, o un cristiano judío ortodoxo, que no halla conflicto alguno entre ser cristiano y ser judío, porque para él Jesús de Nazaret fue el mejor ejemplo de un hombre cumplidor de la ley de Moisés, pero no piensa así de los gentiles. Por tres veces rehúsa comer animales inmundos; para él tener algún contacto con los gentiles era una abominación (v.28), a pesar del tiempo que estuvo con Jesús. ¿No aprendió del Señor a comer animales inmundos y relacionarse con gentiles? No, Jesús mismo se limitó él y limitó su ministerio a los judíos. Para él aquel cambio en la ingestión de los alimentos era algo nuevo y contradictorio. No recordaba ningún momento en el cual Jesús hubiera comido alimento levíticamente prohibido.
No se imaginó jamás que la prohibición ceremonial de los animales se dijera por los hombres, que la razón fuera las personas y no los animales. Ya esa clase de exégesis bíblica para él era nueva. Jesús no había tratado de alcanzar a los gentiles durante su ministerio en la carne; muy pocos de ellos habían sido beneficiados por su predicación. A la sirofenicia le había llamado perrillo, declarándole que el evangelio suyo era para los judíos no para los gentiles. Explícitamente había dicho que era enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt.10:5,6; 15:24) y a los apóstoles les orientó que no fueran por donde hubiera gentiles sino sólo judíos y a ellos nada más les hablaran.
De esto, Pedro interpretaba que Jesús no era para ser compartido con los gentiles, que el evangelio no tenía una dimensión universal; que el Salvador moría por los pecados de su pueblo (Mt.1:21). Jesús no había salido de las fronteras de Israel. Por lo tanto, el judaísmo de los primeros cristianos había sido dejado intacto, pero se marchó al cielo con un mandamiento sobre la salvación de los gentiles (1:8), las “otras ovejas”. Aunque tenían que confesar que al final les mandó a predicar a todos y bautizarlos en el nombre del Padre, de Hijo y del Espíritu Santo.
Para Pedro poder entender eso tenía que arribar al ministerio del Espíritu Santo y comprender completamente el significado de la crucifixión. La explicación es que Jesús vino para morir por nuestros pecados, para cumplir la ley y quitar de en medio el acta de los decretos que nos era contraria clavándola en la cruz (Ga.4:4). Lo que Pedro no supo, o no entendió, fue que después de la crucifixión él no tenía que continuar guardando las ceremonias de la ley de Moisés; Jesús al irse lo dejó completamente apegado a la ley mosaica. Esto luego lo entendería la iglesia; se dieron cuenta que cuando habló de lo que contamina al hombre estaba “haciendo limpios todos los alimentos” (Mr.7:19). Aunque él no los hubiera comido todos quedaban limpios, y en su significado espiritual, todos los hombres también; porque todas aquellas sombras, lo eran de la salvación.
La libertad espiritual viene con el Espíritu. Es muy difícil hallar en los evangelios la libertad con que Cristo nos hizo libres; lo más que se puede notar en su actitud es su intención. Para comprender nuestra relación con la antigua ley hay que empezar por su cruz, y para saber cómo vivir el cristianismo hay que conocerlo no según la carne sino en el Espíritu y glorificado (2Co.5:16,17). Lo que es realmente la iglesia cristiana surge a partir de la glorificación de Jesús.
Le respondió al Señor por tres veces que ¡no! (o “de ningún modo”). “No, Señor, Moisés nos enseña que no, y tú jamás probaste un bocado de cosa inmunda, me estás probando, ¿no?”. En la mente de Pedro, Jesús podría estar contradiciéndose o lo confundía añadiendo algo extemporáneo a la abundancia del Evangelio que él les enseñó; aquella orden no parecía una enseñanza de Jesús sino de otro Jesús, además, algo peligroso que ni él mismo había enseñado.
Aprenderá que las verdades sobre Jesús las sabrá reflexionando desde Jesús sobre la ley. En la visión Jesús no le da explicaciones, no lo ayuda en la interpretación de la visión porque quiere que él medite en ella y saque sus conclusiones; y fue en efecto lo que hizo (vv.17,28); aprendería su significado y haría su cambio no por una revelación especial sino por la exégesis del texto; tendría que ser guiado por el Espíritu Santo a la verdad, que hallaría haciendo teología.
Pedro, el gran apóstol de la circuncisión iba a entrar en una casa de gentiles, tendría que dominar todos sus escrúpulos, modificar sus conceptos religiosos aprendidos en las sinagogas de Moisés y dejar de ser ya un judío ortodoxo. El incidente es magnífico y Lucas lo comprende para bien de los hermanos que no apreciaban el ministerio dentro de los gentiles; el líder de ellos, Pedro, sabía por visión del Señor que los hermanos gentiles habían sido lavados por Dios, no debía abusar verbalmente de ellos diciendo que eran inmundos, y entrar con el evangelio dentro de sus casas. Dios les había abierto la puerta de la salvación.
Y esencialmente aprendió que no había diferencia entre un prosélito pagano y un judío ortodoxo, que Dios era “Señor de todos”, y tanto aceptaba la religión de uno como la del otro (vv.4,34); que se agradaba de cualquiera que fuera temeroso de él e hiciera conforme a la ley de Moisés. Eso significaba que Dios no era sólo para los judíos sino también para otros. Y si él consideraba a Jesús como un privilegio dado a los judíos, también podía compartirlo con otros paganos. Cornelio no era inmundo porque Dios lo había lavado; no obstante, como otros judíos, podía recibir las palabras de vida (vv.22,32,33; 11:13,14).
Y por último, una gran realidad, ni los mejores judíos ni los mejores gentiles eran salvos si no tenían a Jesús. La historia de Cornelio nos enseña que la salvación por medio de la ley sin Jesús no es cristianismo. Cornelio era un magnífico prosélito, y sus buenas obras habían subido ante Dios, sin embargo, no podía ser salvo por medio de ellas, le faltaba la fe en el Señor Jesucristo; y es por eso que se le envía un predicador para que le cuente la historia del Señor. Por ende, Jesús es Señor de todos, y para todos. No temas hacer cambios profundos en tu religión si con eso la llenas más de Jesús y de su gracia. Amén.
Pedro y su audiencia gentil
Hch. 10:24-36
“24 Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos. 25 Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. 26 Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre. 27 Y hablando con él, entró, y halló a muchos que se habían reunido. 28 Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo; 29 por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir? 30 Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente, 31 y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. 32 Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; y cuando llegue, él te hablará. 33 Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado. 34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. 36 Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos”.
Se supone que cuando la persona va a la iglesia es porque piensa que va a escuchar palabra de Dios ¿no? Cuando llegan y se sientan, como los que estaban sentados en casa de Cornelio deben suponer que se hallan en la presencia de Dios y que van a oírlo a él. Eso es lo grandioso, volver a casa diciéndose: oí a Dios.
Observa que sabía que el predicador le traería palabras de vida, por eso reunió en su casa a las personas que más amaba; quería que ellos se convirtieran el mismo día que él, que la salvación comenzara con sus allegados. No dice cuántos se reunieron en la casa, pero en el v.27 se dice que se habían reunido "muchos", supongo que todos los que cabían de pie y sentados. La familia que quiera oír lo que nosotros oímos debe ser invitada al menos una vez. Fue una sorpresa para Pedro encontrar tanta gente reunida. En un solo día se formó una iglesia. Eso es un milagro.
Nota con qué estima se recibe a Pedro (vv.25,26). Cornelio "adoró", no como a Dios sino como un representante suyo, con una estima, aunque inferior, similar a la del Señor. Por las palabras de Pedro no parece que haya sido sólo una forma de mostrarle respeto sino un poco más, cierta reverencia, no pagana porque él era un prosélito judío. De todos modos, Pedro no quería que lo divinizara ni pensara que era un “dios” y por eso le dice "yo mismo soy hombre".
Fuera reverencia o adoración, Pedro la rechazó porque era demasiado para un hombre. Cornelio se postró ante él como si fuera un profeta, sabía de antemano que por sus palabras sería salvo. Una forma excelente para oír un sermón es sentirse en la presencia divina y sentir admiración hacia el predicador. Observa el inicio de un sermón sin adulaciones (vv.28,29) ¿Por qué les habló así? ¿Es ésta la mejor forma para comenzar un sermón, diciéndole a la gente que ellos son abominables para él? Supongo que no se lo dijo para ofenderlos sino para mostrarles cómo había superado, con la ayuda de Dios, sus barreras religiosas y que ya desde ese momento no pensaba que ellos eran inmundos.
Pedro había interpretado correctamente la visión de los animales y reptiles, y añadió que él no se demoraba en poner en práctica lo que aprendía de Dios. No había pasado mucho tiempo y ya había incorporado a su vida cristiana y ministerio su nuevo conocimiento; sin hacer objeciones, por eso dice "sin replicar". La audiencia no se molestó con esta sorprendente introducción, y prestó todo oído al sermón. Ya todos estaban seguros que la providencia había organizado aquella reunión y que lo que iban a oír venía de Dios. Estaban ansiosos por la palabra de vida que a borbotones llegaría.
Cornelio le quiso decir: estamos esperando de ti un sermón que nos haga salvos (vv.30,33), como si le dijeran: “Vamos a escucharte con atención, no perderemos ni una sola palabra de las que digas porque queremos ser salvos (v.33). Nos sentimos en la presencia de Dios, el momento es solemne, dinos lo que Dios te ha dicho; queremos salir de aquí siendo otros, muéstranos el camino, tú lo sabes".
Nota que no fue la percepción de una inconformidad en religión lo que los motivó a reunirse para oír al predicador, tampoco fue una insatisfacción espiritual, sino que había algo que ellos desconocían y deseaban aprenderlo para ser salvos; exactamente no estaban cambiando de religión ni mejorando la que tenían sino descubriendo a Cristo, no para añadirlo al judaísmo y a las doctrinas sino como algo nuevo.
El mensaje de Pedro no fue sobre el cristianismo sino sobre Cristo, les habló de una Persona. La sinceridad de creencias que profesaban fue un factor importante en la actitud mental para recibir el mensaje. El conocimiento de esa Persona fue, definitivamente, lo que los sacó de la salvación por obras. Observa que este grupo no es salvo porque huye de la ira venidera, o porque se arrepiente de sus pecados (ya lo hacían) sino porque el conocimiento de Jesucristo sustituyó toda la religión de ellos. Tenían una religión sin Cristo. Ahora creerían todo lo que Jesús era y pondrían su fe en él.
Puedes ver que la limitación teológica de la predicación, si se presenta el señorío de Cristo, es suficiente para salvar a una persona; pero en este momento Pedro no tenía a su favor un buen ánimo ni una amplia cristología (vv.34-36). Pedro creyó que la salvación había llegado a casa de Cornelio, y que llegaría a los que fueran como él, "que temen a Dios y hacen buenas obras"; o sea, a una clase especial de gentiles, no a los pecadores que vivan sin ley. No llegó a pensar que fuera universal el significado de la visión, aplicada a todos los hombres, a los menos pecadores y a los más pecadores. Había dado un buen paso en la ampliación de su ministerio, pero le faltaba más.
Es cierto que a Dios le agrada que todo hombre viva en el temor de él; el apóstol se hallaba en el umbral del misterio de la salvación por gracia, basada en el amor de Dios y no en el comportamiento malo o bueno. Todo esto se cuenta para mostrar cómo Pedro se va abriendo hacia una verdad, la inclusión de los gentiles en el programa de salvación del mundo; aceptaron el señorío de Jesucristo y fueron salvos.
Aquí también aprendemos algo sobre la paz mundial. Cuando el apóstol dice, "el evangelio de la paz por medio de Jesucristo", se refiere a una paz étnica, entre bárbaros, escitas y judíos. Es el mismo enfoque contextual que menciona Pablo en la epístola a los Efesios (2:14-16). Está queriéndoles decir: "Ahora somos amigos por medio de Jesucristo". El primer efecto visible de la aceptación de Jesucristo es la paz religiosa y social; unidad dentro de la aceptación divina, reconciliación, no mediante diálogos y acuerdos humanos, firma de tratados, sino por la unión espiritual bajo el señorío de Jesucristo. Esto es importante y lo otro más. Este es el primer punto que hay que considerar para la unión religiosa entre los pueblos del mundo, la persona y señorío de Jesucristo, el primero en cualquier forma de ecumenismo. Unidad en el temor de Jesús.
Comencemos por esta Persona, considerando antes que cualquier virtud suya interna su autoridad sobre nuestras vidas; la unión de religiones, razas no se comienza por estudio de credos sino por la disposición de todos para obedecer en su vida privada y pública los mandamientos del Señor Jesús. La doctrina puede venir después, dependiendo del cristianismo que se viva. Es la honestidad de la vida cristiana la que hay poner sobre el tapete cuando nos sentamos con intenciones ecuménicas o de unidad religiosa. El cristianismo es más una forma de vida que una declaración de fe. Jesús es el Señor de todos. Tuvo un principio muy importante este sermón, con una audiencia bien dispuesta, deseosa de aprender y con un predicador honesto con un mensaje divino.
Pedro Predica a Jesucristo
Hch. 10:37-43
“37Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: 38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. 39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. 40 A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; 41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. 42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. 43 De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”.
Propiamente este es el cuerpo del sermón del apóstol Pedro; el tema es Jesucristo. Pedro se dio cuenta que lo que le faltaba a la religión de aquel grupo era el conocimiento del Señor Jesús, en su forma más simple o elemental.
Consideremos primero, la verdad histórica como letra espiritualmente muerta. Pedro les cuenta un resumen del histórico Jesús, al comienzo de su ministerio. El paso terrenal del Señor Jesús por la tierra de Palestina está resumido en los vv.38,39, y su unción divina y poderes milagrosos. Estas cosas la audiencia de Pedro ya las sabía puesto que dice “vosotros sabéis lo que se divulgó” (v.37); habían escuchado acerca de Jesús como una noticia social, en forma de información política, rumores y comentarios, pero no habían oído un sermón sobre la persona del Señor Jesucristo, acerca de él en forma de mensaje, con autoridad apostólica y relacionándolo a la vida de ellos. Un sermón de salvación no es una información acerca del Señor Jesús, no es el recuento de una historia sino la aplicación esencial de su vida a la esperanza celestial de los oyentes.
Para que la historia de Jesús te aproveche tienes que preguntarte, ¿qué propósito tiene la vida de ese Hombre, y qué relación tiene él conmigo? Tiene que tener un uso espiritual. Pedro no les dijo otra cosa que la que ya ellos sabían, pero les añadió que la muerte de aquel hombre estaba relacionada con el perdón de pecados, de lo cual todos ellos tenían necesidad. La información social sobre Jesús no los había conducido a la salvación, seguían tan indiferentes a él como antes. No son tantos los historiadores o libros de historia lo que el mundo necesita, aunque grande es el valor de esos documentos, sino predicadores cristocéntricos de la palabra de Dios. La aplicación espiritual de la historia de Jesús es un privilegio de los que anuncian las buenas nuevas; y consiste en la esencia de la historia y la teología, la verdad histórica convertida en palabra de salvación.
Pedro establece una relación directa entre la unción de Jesús y su resurrección. A mí me parece que la palabra salvadora se halla en el suceso de la resurrección, más que en el despliegue de poder divino que Jesús mostró obrando maravillas. Sobre los portentos de Jesús el pueblo estaba bien informado; eran hechos innegables que podían ser recogidos por todas partes, pero de lo que no podían estar muy seguros era sobre los rumores de resurrección que afirmaban unos y contradecían otros. Vea usted lo importante que puede ser la apologética en las labores evangelísticas.
Además, eran incapaces de establecer una relación teológica entre tal suceso, si es que hubo de ocurrir, y la vida de ellos. La especialidad de los milagros obrados por el personaje de Nazaret era la culminación de su vida, su muerte y resurrección. Desde este asunto el apóstol Pedro entra a la vida intelectual de sus oyentes, para asegurarles que los rumores contradichos eran completamente ciertos, porque ellos eran testigos de la resurrección, lo habían visto con sus propios ojos y habían comido y bebido con él tras su regreso de entre los muertos.
Esto colocaba al Personaje más allá de una línea profética, de un hombre socialmente notable, sino como un evento enigmático, un sentido no meramente de confirmación social sino de importancia trascendental. Todos en la audiencia al escuchar esto agrandaron sus ojos y el interés ascendió hasta un clímax. El sermón traía algo nuevo, como debe tenerlo todo sermón para que no sea aburrido, y eso nuevo era la resurrección. Sus corazones palpitaban fuertemente; pero hasta aquí, aun la resurrección les llegaba como una información, propiciando la fe, pero no todavía engendrándola. ¿Qué uso podría tener para ellos esta información?
Observa cómo la audiencia se individualiza y alcanza la fe. La fe tiene que nacer acompañada con el arrepentimiento; y para que se arrepientan aparece una doctrina que les engendra temor de Dios, que Jesucristo es el juez de vivos y de muertos (vv.42,43). En esta situación el sermón no es un instrumento para cambiar de religión, sino una fuerza viva para cambiar de vida; en este instante no se sienten un grupo religioso allí reunido, sino como individuos, como personas, que tienen que enfrentarse ante ése que resucitó y que será el juez de los vivos y de los muertos.
En ese preciso instante la vida religiosa de ellos no cuenta, las buenas obras no son recordadas, las oraciones tampoco, cada uno de ellos se siente confrontado con la verdad anunciada y procura escapar por su vida. Este aislamiento espiritual ante el Juez Supremo, que el mensaje produce, es vital para que sean palabras de vida. El origen de la fe es sólo un asunto entre el mensaje, la verdad y Dios. La asamblea está en vilo, todos se están salvando. Este es el mecanismo, pienso yo, de nuestra conversión; y por lo que el apóstol dijo que “conociendo el temor de Dios persuadimos a los hombres”, no sólo su amor (2 Co.5:11).
Ojalá el Espíritu active con fuerza espiritual tu conocimiento histórico-social acerca de Jesús. La historia de Jesús te concierne. Dios lo ha elevado como príncipe y salvador tuyo, pero también como tu juez y de todos los vivos y los muertos. Pregúntate si tu información acerca de Jesús tiene fuerza espiritual de cambio, si te humilla hasta el arrepentimiento, no para añadirlo a tu religión sino para tú entrar a él. Qué Dios te bendiga.
Divina interrupción
Hch. 10: 44-48
“44 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. 45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. 46 Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. 47 Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? 48 Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días”.
No cayó en frío el Espíritu Santo, los que oían el sermón ansiaban tener vida, estaban creyendo en él y apetecían y deseaban, algo nuevo hasta entonces, ser perdonados en él sólo por la fe, sin confiar para salvación en el valor que tienen las buenas obras. Mira la súbita entrada del Espíritu Santo en escena. El Espíritu desciende de forma inesperada, Pedro no hizo intentos para que bajara, ni siquiera pensaba en él, fue sorprendido con su descenso; del mismo modo que los que le acompañaban, se quedaron atónitos. No se percibe ningún esfuerzo de Pedro por convertirlos, la caída del Espíritu es voluntaria, no se hallaba en el programa del predicador y ninguno estaba orando por él. Dios tiene un plan con su obra en el mundo y no hay que ayudar a sus intenciones. Otro detalle importante acerca de aquel culto es que ninguno de los miembros de aquella audiencia era proclive, porque hubiera visto anteriormente, a las manifestaciones del Espíritu Santo al hablar en lenguas. Las lenguas no fueron inducidas, a no ser por Dios, que se las dio como prueba de que también les había dado el Espíritu Santo. Si los gentiles hablaban en lenguas sería porque Dios les había concedido el arrepentimiento para vida; quizás se edificaban con ellas, hablaban misterios, pero el propósito de hablarlas fue para que supieran que los gentiles también habían sido aceptados por Dios. Pedro y sus acompañantes habían sido llevados hasta allí por Dios, con el propósito que llegasen a esa conclusión, que el evangelio no era sólo para los judíos sino también para el mundo entero. Los circundantes, porque entendieron o por la actitud de aquellos hombres, se dieron cuenta que estaban alabando Dios. Algo había ocurrido dentro de ellos. En este momento se estaban convirtiendo al Señor Jesús. ¡Cuánto necesitamos que nuestros cultos tengan esta divina interrupción!
Por otra parte, Pedro ordenó que los gentiles tomaran el bautismo cristiano, aunque no estaba ávido por bautizar a nadie, pero se dio cuenta que aquel grupo de gentiles tenía derechos espirituales a formar parte de la iglesia cristiana mediante el bautismo (v.47). La iglesia estaba creciendo con aquella clase de gente. Quizás estas palabras, “puede acaso alguno impedir el agua para que sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros”, estén dirigidas principalmente a él mismo cuya sólida estructura judía estaba siendo quebrantada. Hacia donde él se abría los demás también debían abrirse, eran las indicaciones de Dios hacia donde la iglesia debía abrirse. Donde Dios extiende sus brazos ellos también deben extender los suyos. Sin mucha dilación fueron bautizados y la iglesia gozosa los recibió en su seno.
Pedro mandó bautizarlos en el nombre del Señor Jesús; no para excluir deliberadamente a las otras dos personas de la Trinidad, sino para acentuar el hecho de que en ese nombre habían sido salvados y por medio de ese nombre habían recibido el Espíritu Santo que constataba la conversión de ellos. La fórmula de bautismo que se expresa en la Gran Comisión (Mateo 28:18-20), es más completa y aparece así no para que la iglesia la usara sino porque la estaba usando. Es el resultado de una teología avanzada, de una experiencia más amplia con las tres personas de la Trinidad, ahora vistas en perspectiva dentro del ministerio misionero en la conversión de los escogidos. Las palabras del Señor Jesús prematuramente, son también tardíamente las de la iglesia. Dios en sus tres personas es honrado en la conversión de cada creyente que se bautiza. El Señor Jesús seguía hablando con doctrinas a la iglesia. Ese fue el resultado, caída de prejuicios, ampliación de la iglesia, el resultado de aquella divina interrupción celestial.
Una teología al servicio de la Gran Comisión
11:1-18
“1 Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. 2 Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión, 3 diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos? 4 Entonces comenzó Pedro a contarles por orden lo sucedido, diciendo: 5 Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión; algo semejante a un gran lienzo que descendía, que por las cuatro puntas era bajado del cielo y venía hasta mí. 6 Cuando fijé en él los ojos, consideré y vi cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo. 7 Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come. 8 Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca. 9 Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. 10 Y esto se hizo tres veces, y volvió todo a ser llevado arriba al cielo. 11 Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesarea. 12 Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón, 13 quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; 14 él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa. 15 Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. 16 Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. 17 Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? 18 Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!”.
Al principio a uno le parece raro que Pedro cuente su éxtasis e incluya las veces que le dijo no al Señor; supongo que lo hace para excusarse completamente ante sus hermanos por haber entrado en la casa de un hombre gentil, como si les quisiera decir: "fui allí porque Dios me mandó; yo nunca hubiese hecho eso si él no me lo hubiera pedido, no me culpen a mí, fui obediente a la visión celestial". Así el apóstol quedaba limpio; la experiencia había sido la autoridad para incumplir la ley ceremonial, una experiencia espiritual; y los hermanos conociendo al Señor y a Pedro aceptaron su explicación. Lo había dicho el Maestro.
En esto vemos al Señor ampliando el ministerio de Pedro, ampliándolo primeramente sobre exégesis bíblica, en tercer lugar, usando la exégesis bíblica para salvar almas, cuarto quitándose con oración los prejuicios raciales que impiden la efectividad misionera.
Fíjate que la intención del Señor es la ampliación de la visión misionera del ministerio de Pedro. El Señor se dijo: “Quiero salvar más almas, que el reino se amplíe y para eso la interpretación de la visión. Es interesante notar que ninguna de las tres veces que bajó el lienzo desde el cielo el Señor le dio alguna explicación, sólo le ordenaba que matara y comiera; dejando que Pedro hiciera la interpretación o (exégesis) que Dios no se la dijo; Pedro tuvo que pensar mucho sobre ella y llegar a la conclusión que se trataba de judíos y gentiles y no precisamente de la violación de una dieta levítica. Eso es equivalente al estudio de un pasaje de nuestras Biblias. Así es como se encuentran las verdades bíblicas, a través de la interpretación y del mucho meditar en los textos de la Biblia. La exégesis o interpretación, o teología, son trabajos humanos, una tarea impuesta con la palabra de Dios a través de la experiencia personal con el Espíritu Santo. La revelación necesita de la exégesis humana, para llegar justo como mensaje al pueblo. Es necesario tener un espíritu abierto a la palabra del Señor y estar dispuestos a exponer nuestra religión a la reflexión de la palabra de Dios.
Nuestra formación religiosa y teológica puede presentar un freno, y transformarse en prejuicio contra el mensaje de Dios. Sin esa interpretación Pedro se hubiese quedado siempre dentro de su secta; hasta que una brecha fuera abierta en una de las paredes por un golpe teológico de interpretación. Para que una persona abandone una secta tiene que pensar, tiene que reflexionar sobre la palabra de Dios y rendir sus costumbres y formación teológica a la verdad que el mensaje comunica. La experiencia cristiana con el Espíritu Santo iba interpretando correctamente la ley y ceremonias del Antiguo Testamento. Nunca se les dijo a estos maestros, esto sí y aquello no; la ley, los salmos y los profetas, eran interpretados por las palabras de Jesús y la intención del Espíritu Santo. Los hermanos judíos aceptaron como revelación divina aquella experiencia que Pedro había tenido; y aceptaron al menos en este caso, como una excepción, la violación de la ley ceremonial.
Observa que hubo una apertura transcultural. Pedro había cruzado desde una cultura para otra, sufriendo cambios que le permitieran llegar hasta aquella gente distinta, única y dolorosa forma para hablarles palabras de salvación. Los hermanos judíos pudieron constatar que la experiencia espiritual de conversión a Cristo que habían tenido aquellos gentiles era igual que la que habían tenido ellos. No había diferencia alguna, se convertían de la misma manera y con un mismo mensaje. Se callaron.
Todo esto ocurría para que la iglesia se abriera teológicamente a otras razas, para que comenzara a tener una forma cosmopolita. En este pasaje hallamos: éxtasis espiritual, texto bíblico, ángeles, Espíritu Santo y seres humanos; la iglesia judía iba cambiando no sólo por interpretación privada de sus textos sagrados sino por la experiencia en el Espíritu Santo que estaban teniendo sus miembros. No exégesis solamente, no éxtasis solamente; era una combinación del Agente divino y referencias bíblicas. Aquellos cambios no son propulsados por una fuerza intelectual, que con el poder de la razón extraía la verdad sepultada en los pasajes oscuros del pasado; era la grande experiencia espiritual de la comunidad creyente, con un esfuerzo del pensamiento que interpretaba aquellas letras que les eran tan familiares. Puede decirse que era una exégesis viva, en movimiento, que tenía como punto de origen a Jesucristo, pero quedaba abierta sin poder definir el límite de un horizonte escatológico; sabían dónde empezaba pero no podían definir dónde terminarían, la verdad podría irse descubriendo y no alcanzar nunca a completarla, hasta el infinito, dentro de las profundidades de Dios. Por esta hermosa combinación la iglesia tomaba el cauce que hoy tenemos.
Y ¿qué pasará hoy? ¿Nos atendremos apegados solamente a la forma verbal del texto original, yaciendo en el pasado, analizando sus formas gramaticales, la frecuencia de sus vocablos, sus usos lingüísticos en diferentes regiones, o saldremos de debajo de esa montaña literaria, enfatizando junto con el valor del pensamiento la experiencia de oración cristiana de la iglesia? Las posibilidades intelectuales en Jesucristo son inconmensurables. La teología apostólica debe continuar en expansión, con vistas a salvar el mundo; tampoco podemos quedarnos en el primer siglo sin las aplicaciones pertinentes, ni en el segundo, entre manuscritos neo testamentarios.
No he dicho que la verdad evoluciona, sino que se expande, se irradia. ¿Qué nos falta como iglesia? Éxtasis. Este fue el punto de partida para deshacer el confinamiento sectario judío, tanto dentro de la iglesia representada por Cornelio, como dentro del ministerio representado por Pedro y sus consiervos. Tenemos que ponernos más de rodillas, alargar nuestras horas de oración; y así postrados el Señor nos mostrará en qué puntos de nuestro Libro sagrado debemos corregir nuestra interpretación, para quitar de en medio nuestros prejuicios y allegarnos a la verdad que todavía no hemos sido capaces de entender. Esto es experiencia espiritual, no con nuestra literatura solamente, sino con el Dios Infinito, que se mueve hacia nosotros dejando de ser un objeto de estudio para convertirse en un maestro activo y luminoso en las páginas de la Biblia.
En realidad, la iglesia lo que necesita es arrodillarse; y luego pensar en lo que vio y sintió cuando estaba postrada; “si otra cosa sentís esto os lo revelará Dios”. Así saldrá una fina exégesis, fresca, una teología misionera que romperá nuestros moldes transformando nuestro ministerio y sacando la iglesia de su marasmo espiritual.
El problema actual es que tenemos muchas experiencias que nada tienen que ver con la Biblia, superfluas, si es que son en realidad genuinas, o si son bíblicas carecen de reflexión aguda y persistente, por lo tanto, de poco valen. La iglesia tiene que caminar por un rumbo nuevo que no es herético, aunque lo parezca, que es contradictorio, liberal, no ortodoxo, pero sin embargo Cristo céntrico. La reactivación de nuestra iglesia no es sólo regresar al pasado teológico sino regresar viva, con el fin de hacer una teología, que no se confunda con el mundo, que lo rete, que lo postre, que esté al servicio de la Gran Comisión.
La vida fervorosa de los emigrantes
Hch. 11:19-26
“19 Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos. 20 Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. 21 Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor. 22 Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. 23 Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor. 24 Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor. 25 Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. 26 Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía”.
Mira que la iniciativa misionera es del Espíritu Santo. ¿Fue un plan de la iglesia? El evangelio continúa extendiéndose movido por el Espíritu Santo; la persecución contra la iglesia es la situación social externa que produce el movimiento de los cristianos fuera de Jerusalén, pero delante de esa situación política difícil va el plan de Dios abriendo avenidas que conduzcan al arrepentimiento de aquellos que viven fuera de la circunscripción judía. Sin embargo, no todos los cristianos esparcidos predicaron la Palabra, muchos de ellos llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía y no compartieron su fe en Cristo con nadie.
Eso es lo que quiere decir Lucas, que la evangelización de los gentiles no fue el resultado de la visión misionera de la iglesia judía de Jerusalén sino un proyecto e iniciativa del Espíritu Santo; ninguno de los hermanos lo había planeado, no fue un estudio estratégico hecho por los líderes de la congregación sino el resultado de la fervorosa vida espiritual de los creyentes, por medio de la emigración; estaban preparados como misioneros porque lo estaban como cristianos, aunque no salieron como misioneros; la evangelización fue el resultado del testimonio cristiano de aquellos hermanos. No estoy diciendo nada en contra de los misioneros oficialmente enviados. Lo contrario. Una iglesia que viva fervientemente el evangelio lo predicará a través de su testimonio, no hay que empujarla para que testifique a los que no conocen al Señor. ¿Dónde usted lee, en las epístolas del siempre preocupado por la vida espiritual de los cristianos, Pablo, que los exhortara a predicar a otros?
Había evangelistas especialmente señalados por el Señor para predicar el evangelio en otras regiones; estos tenían una comisión especial, importante, pero el grueso de la membresía de la iglesia llevaba el peso en la mayor parte de la responsabilidad para evangelizar al mundo. La iglesia debe mirar hacia afuera y enviar como misioneros a los que sean más adecuados. Aquellos testimonios fueron bendecidos por el Espíritu Santo, la mano del Señor estaba sobre ellos y las palabras que dijeron cayeron en buena tierra, de modo que muchos creyeron en el Señor; y se "convirtieron" lo cual quiere decir que comenzaron inmediatamente a vivir como cristianos.
Lucas no dice la impresión que causó la conversión de los gentiles a las autoridades espirituales de Jerusalén, si se inquietaron y en qué sentido; lo cierto es que enviaron una embajada para que observara y evaluara lo que había pasado en Antioquía. Quiénes habían predicado el evangelio, con qué clase de verdad se habían convertido al Señor, quiénes habían recibido el evangelio y si eran auténticas las conversiones. Eso estaba bien, la iglesia debía mostrarse escrupulosa al examinar cualquier éxito y averiguar, examinando por partes los grandes resultados obtenidos. Y nuestra llamada Convención debiera hacer lo mismo y no mostrarse neutral en doctrinas y con qué las iglesias crecen.
Los aspectos que sometieron a escrutinio pudieron haber sido los que ya he mencionado: (1) quiénes fueron los predicadores (2) con qué doctrina se convirtieron (3) qué clase de personas son los nuevos convertidos (4) observar si esas "conversiones" estaban poniendo en práctica las enseñanzas del Señor Jesús. Bernabé quedó satisfecho porque se dice que cuando "vio la gracia de Dios" se puso contento; aquellos gentiles, aunque no habían recibido el evangelio por medio de los labios apostólicos, habían recibido el evangelio y el resultado era satisfactorio; se habían convertido al "Señor". Los fugitivos no habían predicado para hacer crecer una secta, una denominación, porque específicamente no habían predicado doctrinas, las cuales estaban en cierne, sino la Persona de Jesucristo que es por donde hay que comenzar la evangelización (aunque eso es doctrina ¿no?), sus palabras y sus hechos, su forma de vida y su muerte. La multitud había sido "agregada al Señor "(v.24) no precisamente a la iglesia, lo cual sería una consecuencia de la conversión de ellos al Señor.
Parece que el aspecto al cual el hermano Bernabé le dio más importancia fue a la perseverancia de los santos; porque los exhortó a que fueran fieles al Señor a partir de ese momento (v.23). No hubo ninguna exhortación para que ellos hicieran lo mismo y se reprodujeran espiritualmente, ni tampoco se nos dice que él anotase en un libro los aspectos sobresalientes que hubieran determinado el crecimiento de la iglesia en Antioquía, que pudieran ser puestos en práctica en otros sitios para lograr de esa manera los mismos resultados. No hay ninguna traza en él de ese pragmatismo moderno. No ponía la confianza en los métodos. El mejor método, el único, era la vida de los creyentes. Y es el más difícil de emplear y por eso tiene muchos inventos y sustitutos. Es una monstruosidad que una congregación crezca sin vida espiritual sus creyentes.
El Agente de aquel crecimiento era el Espíritu Santo a través de la vida espiritual de la iglesia. No fue de casa en casa preguntándole a los hermanos: ¿Cómo fue que ustedes crecieron tanto? ¿Qué hicieron para lograrlo? Las bendiciones de Dios no se pueden duplicar, son bendiciones que provienen de la gracia del Señor, y cuando se dice "gracia" que fue lo que vio Bernabé, eso excluye méritos y obras de cualquier clase para lograrlo; si se fuera a tener una réplica de los sucesos en Antioquía lo que habría que duplicar sería la vida espiritual de aquellos hombres griegos que le hablaron el evangelio a los griegos, el fervor de ellos, la fe de ellos, el deseo de ellos para que otros también fueran salvos. Lo que debe pasar de una congregación a otra no son los modelos prácticos para obtener los resultados que otra iglesia obtuvo sino el espíritu cristiano de aquella. No podemos manejar la providencia de Dios y sustituir inteligentemente lo que corresponde a la gracia; lo que aquellas personas dijeron logró buenos resultados porque la mano del Señor estaba sobre ellos.
El fin de aquellos predicadores del evangelio no era el crecimiento de la iglesia de Jerusalén, no predicaban propiamente para hacer crecer la iglesia sino porque querían compartir con otros la fe en Cristo que ellos tenían, querían hacerlos copartícipes de la esperanza que sustentaban. Y sin embargo crecía. Si ellos no tenían ese fin no podemos tomar el caso de Antioquía para lograr un fin que no existió. Estrictamente, si exploramos los sucesos en Antioquía por nuestras ciencias modernas, correspondería a la teología y no a la eclesiología explicar lo que allí pasó y ofrecernos las lecciones. Los aspectos más importantes son: el Espíritu Santo y la fe. Lo que es fruto de la iniciativa divina, de la providencia Suya y del amor de Dios, no se puede reducir a aspectos prácticos. Es mejor imitar vidas cristianas que métodos evangelísticos.
Hay una observación bondadosa hecha por Lucas con respecto a Bernabé, con la cual estuvo de acuerdo el Espíritu Santo, que merece algún comentario "era varón bueno y lleno del Espíritu Santo y de fe" (v.24). Esto supongo, por la abierta sensibilidad que tuvo hacia los gentiles convertidos, porque era racialmente un poco más abierto que las otras autoridades de Jerusalén y no se mostró tan estricto como aquellas. Todos le vieron sonreír y como se le alumbró el rostro de gozo al ver la gracia de Dios, y recordaban que el único comentario que hizo fue que persistieran en la fe y fueran fieles al Señor. Por eso le dicen bueno; no tenía ningún inconveniente que el evangelio fuera multirracial; y su bondad se había conocido cuando al principio vendió sus posesiones y el dinero lo donó a los pobres (4:36,37), y además su visión misionera al llamar a Saulo (9:26,27).
Paulinismo y vida cristiana en Antioquía. Los hermanos mediante los cuales había sido fundada la iglesia en Antioquía eran lo que nosotros llamaríamos laicos, no licenciados predicadores, no ancianos, no obispos; por tanto, necesitaban de una persona bien preparada en el evangelio, que no tuviera reparos para ser un ministro a los gentiles. Bernabé sabía que Cristo había llamado a Saulo para que le predicara entre los gentiles. Se acordó de él, de su vocación, y pensó que no había otro mejor para ser un presbítero en esta iglesia. Lo fue a buscar y lo trajo.
El trabajo de Saulo y de Bernabé en Antioquía, al menos por lo que nos dice Lucas, no consistió tanto en continuar expandiendo la iglesia como en enseñarle ampliamente el evangelio y cómo vivirlo (v.26); aunque daría pie a esto si se toma la palabra "gente" o "una considerable multitud" no como hermanos sino como personas nuevas. Es dudoso, no sé bien, pero de un modo o de otro la enseñanza del evangelio ocupó el primer lugar. La iglesia continuó creciendo sobre bases más sólidas porque estaba siendo enseñada por hermanos que tenían la capacidad para hacerlo.
Es curioso que Lucas escriba que se les llamó cristianos después de hber dicho que mucha gente había aprendido el evangelio. Por un tiempo pensé que les llamaron cristianos porque les oían con frecuencia hablar de Cristo, tanto a los que venían de Jerusalén como a los que habían creído el mensaje de ellos, pero después de esta observación supongo que es sólo parte de la verdad, por el cristo-centrismo de las enseñanzas paulinas tan acentuado en aquella congregación, como por el estilo de vida en la gracia de Cristo, superior a la Ley, que el apóstol Pablo propulsaba. Cristianos son los que tienen una teología paulina y viven en la gracia de Dios que vino con Cristo.
Una profecía de compasión
Hch. 11:27-30
“27 En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. 28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. 29 Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; 30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo”.
El fundamento de Agabo, igual que el de los profetas y apóstoles del Nuevo Testamento, tenía como piedra principal a Jesucristo (Efe.2:20); la persona, palabra y obras de Señor. De los profetas del Nuevo Testamento tenemos muy poco escrito, la razón supongo, se debe a que la profecía de ellos era el evangelio que nosotros hoy conocemos.
Por la situación histórica en la cual están inmersos estos versículos, judeo-gentil, pienso que lo más importante no es Agabo y su profecía sino la bondad que usaron los hermanos gentiles para con sus hermanos judíos. Lucas presenta a los gentiles mostrando amor hacia los judíos y usando generosidad con ellos; es el amor cristiano lo que aquí reluce, la ternura de estos paganos convertidos hacia aquellos otros que vivían en la ciudad cabeza del cristianismo, Jerusalén, y que se mostraban un tanto renuentes a recibirlos dentro de la comunidad de la fe. Si se considera el interés del historiador, el cumplimiento de la profecía y su localización histórica en tiempos de Claudio, se hace para recordar aquel gesto de amor.
Esto era una señal de auténtica conversión al evangelio; los hermanos judíos podían pensar que los gentiles en Antioquía vivían en el mismo espíritu de comunidad social de amor en el cual vivieron ellos cuando vendían y repartían sus propiedades. Cada hermano y hermana dio como pudo, según lo que tenía; si la ofrenda era grande fue porque podía ser grande, si era más pequeña, porque no podía ser mayor. Que no evaluaran por favor, el monto de la ofrenda por las necesidades que ellos tuvieran, que podría ser mayor que el alivio enviado; sino por las posibilidades económicas de los hermanos que enviaban el auxilio. Ninguno había enviado menos de lo que podía, porque nadie había enviado de lo que le sobraba sino de lo que "tenía".
Observa la dirección fraternal en la cual el Espíritu dirige la profecía. Agabo no llegó a Antioquía para revelar el futuro de la vida de cada hermano o para denunciar los pecados escondidos en ella, sino para promover el amor práctico entre las iglesias, para derribar la pared intermedia de separación entre judíos y gentiles, una profecía que estaba dirigida a la unión de la iglesia, no a su santificación que es prerrogativa de la predicación de la Palabra escrita; no era un adivinador que venía desde lejos para llenar de terror a los pacíficos hermanos. La función de estos profetas del Nuevo Testamento no era denunciar las pobres vidas de los hermanos, ni siquiera funcionaban en sus mensajes al estilo de los profetas del Antiguo Testamento; los profetas del Nuevo Testamento esencialmente predicaban el evangelio donde no había apóstoles, y ocasionalmente podían revelar el futuro.
Profetas sí, hacen falta hoy, como estos primitivos, que prediquen a Cristo y trabajen para la unión de la iglesia; que predigan si pueden, que nos anticipen, las situaciones difíciles que las iglesias van a vivir para que los que están excluidos puedan prepararse para apoyarlos con socorros; pero por favor, que no aparezcan en las congregaciones bien enseñadas en la teología y la ética paulinas, como una casta superior de cristianos, o para sustituir a los predicadores y a la Biblia misma.
Hch. 12
La oración, enlace entre el mundo físico y el espiritual
“1 En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. 2 Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan. 3 Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura. 4 Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua. Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él. 6 Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. 7 Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos. 8 Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme. 9 Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión. 10 Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él. 11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba”.
Ante todo veamos el cuadro de fondo. La iglesia disfrutó esta experiencia de Pedro; Lucas la conocía bien como todos los hermanos, y para gloria de Dios y honra del apóstol la inserta en su libro. Es una experiencia inspiradora, llena de gozo que se quedó por mucho tiempo en el corazón de los hermanos, apropiada para fortalecer las de ellos en tiempo de peligros. Lucas, como siempre, atiende a todos los detalles para elevar la gloria a Dios y resaltar la ejecución divina. Para él es importante que se sepa la vigilancia que le habían puesto a Pedro, custodiado por dieciséis soldados como si fuera uno de los peores criminales de todos los tiempos (v.4). Revela también las intenciones homicidas de Herodes, que desencadena la persecución contra la iglesia para su beneficio político (vv.3,4); “se proponía” sacar a Pedro al pueblo, pero nunca lo logró porque Dios intervino.
En estos detalles hay un pero sublime que inspiraría confianza a todo el que lo leyera, promovería la unidad dándole confianza a la congregación en el uso de los medios de gracia, “pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él” (v.5). Dios respondía las oraciones de la iglesia y ella debía orar con constancia por sus presos.
Se enfrentaban dos fuerzas, por un lado, la militar, las puertas de hierro de la cárcel y la mala voluntad de los políticos y religiosos, y por otro lado la fuerza espiritual de la iglesia que no tenía influencia política para ejercer presión sobre el gobierno y obligarlo a poner en libertad al preso, o dinero para sobornar a los funcionarios. No era con ejército ni con fuerza sino con el Espíritu Santo. La luz contra las tinieblas. La iglesia puesta de rodillas, no para pedirle perdón al estado, sino para implorar a Dios; estaba siendo probada en la experiencia espiritual, Dios respondía la oración unida de la congregación, no había que desbandarse ni perder la fe sino orar, mantener el cuerpo congregacional sin disolver las reuniones para protegerse. Una congregación reunida orando es una iglesia viva. No había que hacer más que eso, orar, y las ventajas que podría traer el poder político faltante las enviaría Dios.
En esta porción (vv.6-11) hallamos tranquilidad, ¡Pedro durmiendo la noche anterior a su posible ejecución!; durmiendo profundamente porque no oyó los pasos, si solieran oírse, del ángel ni se despertó con el resplandor de su gloria, porque a través de la fe, Dios había dado a su amado el sueño. No hay preocupación, no hay nerviosismo, sino una paz que excede a todo conocimiento. La iglesia tiene fe para orar y él tiene fe para esperar. ¿Cómo nos sentiríamos nosotros en circunstancias iguales? ¿Dormiríamos así, a piernas sueltas? ¡Ay hermanos, necesitamos un poco más de fe para vivir! Por cosas más pequeñas perdemos el sueño.
También encontramos poder espiritual contra cadenas, rejas y cerraduras. Un poder en forma de mano invisible operó como llave maestra en todos los candados y se abrieron sin dificultad, los grillos quedaron abiertos, las cadenas se cayeron, los pestillos se movieron, las puertas chirriando se abrieron y ¡maravilla!, nadie escuchó ni vio nada como si toda la cárcel estuviera en completo silencio; nada estaba pasando, todo estaba normal y era una noche como otra cualquiera; Dios estaba obrando y ellos no lo sentían. Pedro pasó frente a ellos como si fueran estatuas.
No podemos hermanos, explicar, pero sí constatar, cómo el poder espiritual mueve el orden físico; no necesita ser visible, no utiliza los medios que hemos creado, pero sin embargo como un programa de computadora creado compatible con otros, opera dentro de ellos con entera libertad, así las cosas creadas fueron hechas subordinadas a las espirituales. Para Dios no hay imposibles. Estamos tan circunscritos a este mundo acá abajo que por desconocimiento subestimamos el de allá arriba.
Son dos mundos distintos, uno con más poder que el otro a los cuales les sirve de enlace la oración de la iglesia. No se puede conocer el de más allá yendo al más allá sino en este aquí. A Dios se le conoce en este mundo, y precisamente cuando opera en base a los ejercicios espirituales de la iglesia, en la dispensación de gracia, en el establecimiento de su reino. El Señor Jesús nos enseñó a orar “vénganos tu reino”; pidiendo un movimiento de Dios hacia nosotros.
Si Dios no utiliza los medios creados por nosotros para nuestras cosas, soluciones, sino lo que no podemos ni siquiera imaginar, la iglesia sólo tiene que pedir, solicitar un resultado, y no pensar razonablemente en la forma de lograrlo. La razón humana es un gran instrumento terrenal, pero desgraciadamente inútil en el cielo, a no ser que se ponga al servicio de lo celestial, es decir, de la fe. Pero hay comunicación, sí la hay, entre los dos mundos, el de la mente y el poder de Dios y el de los medios y la razón humanas. Las circunstancias adversas de la iglesia se arreglan con soluciones de arriba. Como ya la exposición se ha alargado demasiado, dejo la continuación para la próxima.
Padres e hijos orando en la casa de Juan Marcos
Hch. 12:12-17
“Al darse cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan, llamado también Marcos, donde muchos estaban reunidos y oraban. [13] Y cuando llamó a la puerta de la entrada, una sirvienta llamada Rode salió a ver quién era. [14] Al reconocer la voz de Pedro, de alegría no abrió la puerta, sino que corrió adentro y anunció que Pedro estaba a la puerta. [15] Y ellos le dijeron: ¡Estás loca! Pero ella insistía en que así era. Y ellos decían: Es su ángel. [16] Mas Pedro continuaba llamando; y cuando ellos abrieron, lo vieron y se asombraron. [17] Y haciéndoles señal con la mano para que guardaran silencio, les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Y les dijo: Informad de estas cosas a Jacobo y a los hermanos. Entonces salió, y se fue a otro lugar”.
La iglesia reunida en casa de Juan Marcos. La narración parece un drama cuyo clímax se alcanzó en esta nueva porción; la iglesia se enfrentó a la respuesta de Dios y se dio cuenta que excedía a sus expectativas. Cuando la muchacha (es mejor decir joven que sirvienta) llamada Rode reconoció la voz de Pedro y sin abrir la puerta lo anunció y dentro pensaron que estaba loca, o que se trataba de una aparición angelical, excepto Pedro en persona.
Entonces, ¿qué estaban pidiendo en oración? Sin duda, estaban pidiendo menos, tal vez que nada malo le pasara, que se convencieran de su inocencia y lo pusieran en libertad, o que, Dios ablandara el corazón de sus jueces y fueran benignos en la sentencia. La respuesta divina había hecho explotar lo que ellos esperaban. No era incredulidad lo que les hacía dudar que fuera Pedro quien estuviera en la puerta, sino que era mucho lo que Dios les concedía. Cuando se encontraron con la realidad se quedaron atónitos; desde este momento en adelante, si meditaban en lo que había pasado, podrían sacar provechosas conclusiones. Aunque ellos no lo sabían, mientras oraban Dios estaba obrando.
Todavía está por ver, lo que Dios puede hacer para una iglesia cuando la mayoría se reúne para orar por un asunto, no pocos (v.12). En muchas iglesias el culto más mermado es el de oración. En casa de Juan Marcos no se habían reunido dos o tres hermanos, ni un buen grupo de hermanos, sino “muchos”. Sabemos a ciencia cierta por la Biblia que Dios puede parar el sol y la luna en el cielo, atendiendo sólo a la voz de un hombre y que si solamente dos o tres se reúnen en el nombre de Jesús él está en medio de ellos; pero leyendo el ministerio apostólico especialmente el de Pablo, el Espíritu Santo nos enseña que las grandes cosas de la iglesia las obra Dios cuando la mayor parte de ella está orando, no cuando uno o dos lo están haciendo. Lo que no sabemos es cómo convencer a los hermanos para que vengan a las reuniones de oración; quizás la solución a ese problema entre nosotros sea orar para que los hermanos oren, para que el Señor envíe “Espíritu de oración” (Zac.12:10).
Dios hará grandes cosas para la iglesia cuando ella esté orando reunida; posiblemente la cantidad de hermanos que estuvo orando en casa de Juan Marcos fue limitada sólo por las paredes. La casa se llenó. No había ningún asiento vacío. Había gente de pie. Se puede orar a Dios individualmente, cada uno en su lugar, pero esta gran respuesta fue dada a la “iglesia”; y la palabra significa congregación. Tal vez había hermanos orando en sus casas, pero por algo aparece esta narración, poniendo el énfasis sobre el grupo, porque es delicioso ver a los hermanos y hermanas juntos y en armonía orando.
Y cuando la mayoría está ocupada en oración. Nos podemos reunir muchos para muchas cosas, para actividades sociales, para escuchar la predicación, para oír música, etc., pero en ninguna de esas ocupaciones sagradas la iglesia está hablando con Dios; y el milagro es la respuesta a lo que uno pide. Compara cualquiera de esas cosas anteriores, en eficacia, con la oración, y dime cuál excede a cuál. Tomo por ejemplo la predicación, en ella Dios está hablando, edificando y salvando por la palabra, pero a no ser que tenga el respaldo de mucha oración solicitando la presencia de Dios, para poco será útil, y será como si estuviésemos hablando al aire. Y a cualquiera de las otras prácticas cristianas puedes hacerle el mismo examen, la oración es el alma y la vida de todas ellas. Pero, la respuesta de Dios a la oración exclusiva, lo es a la forma más pura del ejercicio de la fe, cuando ella no es secundaria ni se encuentra invisible detrás de otros medios de gracia. Si quieres hallar la forma más pura de fe de un cristiano, búscala en su oración, cuando no está haciendo otra cosa que orando, postrado sobre su rostro pidiéndole a Dios algo.
En aquella reunión de oración había una muchacha llamada Rode, que fue la que al oír los toques en la puerta fue abrirla. Observa que era una joven; había al menos una joven que pertenecía a la iglesia. Posiblemente hubiera otras y otros; fueron jóvenes los que enterraron a Ananías y a Safira, y joven era Eutico, el que se cayó dormido desde una ventana. En la iglesia apostólica había jóvenes que eran ganados para la fe cristiana cuando sus padres aceptaban a Cristo; la asistencia de ellos a las reuniones seguramente estaba asociada a la asistencia de los padres. No tanto porque los padres los llevaran sino porque los padres iban. Rode estaba allí porque su madre y su padre estaban, suponiendo que no fuera una sirvienta. Y aun así. ¡Oh hermanos, ésta es la cumbre del éxito de la educación familiar, cuando se logran hijos que aman la oración, no tan sólo la iglesia, los programas juveniles, sino las reuniones de oración!
Ahora no hablaré para todos, pero sí para algunos. Hoy, gran parte de los jóvenes llamados “cristianos” detestan la oración, y de las reuniones de la iglesia, esas son las que menos aman; quizás a eso se deba que hayan perdido conciencia de la realidad de Dios y se sientan perteneciendo más al mundo y a la sociedad en que viven que a la iglesia como cuerpo de Cristo. La realidad de Dios se les ha esfumado y la práctica religiosa es algo periférico en sus vidas, siempre y cuando tenga algún contacto con sus placeres y distracciones.
Me temo, amados, que el problema doméstico no radique en la falta de instrucción religiosa, o de comunicación personal, sino que no se ha transmitido el cristianismo como una esperanza viva sino como una buena costumbre, y a Dios como una idea provechosa. No se trata de traer a la iglesia un ambiente apropiado para jóvenes, sino traerles a ellos la realidad de Dios. No están penetrados por el Espíritu Santo sino por mucho mundo y en vez de alzar sus ojos al cielo los bajan a la tierra, son de acá abajo, no de allá arriba; no los adentramos en la fe, ni los hacemos partícipes de las grandes experiencias espirituales de la iglesia. Con quejarnos no resolvemos nada, con echarle la culpa a la iglesia o al ministro tampoco se hace nada, debemos tener valor para localizar el problema espiritual y darle solución espiritual. Es un problema espiritual. Que Dios nos bendiga. Oh hermanos, jóvenes, venid a orar.
El evangelio dio un salto por encima del cadáver de Herodes
Hch. 12:18-25
“Cuando se hizo de día, hubo un alboroto no pequeño entre los soldados sobre qué habría sido de Pedro. [19] Y Herodes, después de buscarlo y no encontrarlo, interrogó a los guardias y ordenó que los llevaran para ejecutarlos. Después descendió de Judea a Cesarea, y se quedó allí por un tiempo. [20] Herodes estaba muy enojado con los de Tiro y de Sidón; pero ellos, de común acuerdo se presentaron ante él, y habiéndose ganado a Blasto, camarero del rey, pedían paz pues su territorio era abastecido por el del rey. [21] El día señalado, Herodes, vestido con ropa real, se sentó en la tribuna y les arengaba. [22] Y la gente gritaba: ¡Voz de un dios y no de un hombre es ésta! [23] Al instante un ángel del Señor lo hirió, por no haber dado la gloria a Dios; y murió comido de gusanos. [24] Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba. [25] Y Bernabé y Saulo regresaron de Jerusalén después de haber cumplido su misión, llevando consigo a Juan, llamado también Marcos”.
A mí me parece que lo más importante en esta porción es la justicia divina que se hace manifiesta en la putrefacción de las carnes del rey Herodes; es muy singular que Lucas señale la causa por la cual el rey adquirió aquella repentina enfermedad, que lo fue pudriendo paulatinamente de modo tal que nadie quería entrar en su recámara por causa del mal olor que salía de aquel cadáver vivo. Herodes Agripa era un hombre violento, ambicioso y sin escrúpulos, que no temió ni pizca en matar a Jacobo, tratar de matar al apóstol Pedro y hacer un juicio sumario y llevar a la muerte a aquellos inocentes soldados.
Es interesante notar la causa por la cual fue sentenciado a una enfermedad y muerte tan espantosas, porque “no dio gloria a Dios”. No se menciona ninguno de sus pecados anteriores sino sólo éste; ¿esta razón la da Lucas, es una interpretación de la iglesia o una revelación divina? Las tres cosas, pienso. Muchos se hacían pasar por dioses en aquellos tiempos y sin embargo nada les pasaba, pero a Herodes sí, quizás porque fue su último pecado el cual hizo rebosar la copa de la ira de Dios, o más bien, Dios lo señaló con su dedo para que padeciera una muerte ejemplar que sirviera de escarmiento y como un sermón de juicio para todos los que estaban tocando a la iglesia; no es que la iglesia se apresurara a hacerle una interpretación a la muerte del rey Herodes, porque algunos de los presentes dijeron haber visto como un búho sobre él. Los hermanos negaron esa superstición, pero estuvieron de acuerdo que fue un ángel de Dios el que lo hirió mortalmente.
El pueblo adulón le gritaba loco ¡voz de Dios y no de hombre! Cuidado, hermanos, con las adulaciones que te hagan imaginar que no eres como los demás mortales; hay más peligro en el engrandecimiento que en la humillación. Aunque un hombre se vista de oro, de plata, y deslumbre al pueblo, siempre es un hombre, pasto de gusanos. Las alabanzas enferman más que los reproches. Un carácter podrido por el orgullo es nauseabundo. Dios no se pudre.
El tamaño de los pecados. A los ojos de los hombres hay pecados que son más grandes que otros, sin embargo, aquí, en el caso el rey Herodes, creerse Dios fue un pecado mucho más abominable que todos los suyos anteriores; o quizás fue su último pecado antes de alcanzar la medida final de desobediencias. Muerto quien procuraba la destrucción de la iglesia, el evangelio continuó su curso triunfal (v.24), “la palabra de Señor crecía y se multiplicaba”.
Nota cómo el capítulo termina, la iglesia misionera yendo hacia delante y dejando atrás el cuerpo muerto de su adversario; el evangelio dio un salto por encima del cadáver de Herodes y prosiguió (v.25). La gente continuó fluyendo hacia Cristo.
La cita histórica entre el problema de Herodes y las ciudades de Tiro y Sidón es colocada sólo para formar el marco histórico cuando el rey fue ajusticiado por Dios; y sirve un poco, además, para mostrar las soberbias de aquellas dos ciudades y la mano dura de Herodes para reducirlas por medio de un bloqueo económico.
Oír a los profetas era como abrir un Nuevo Testamento
Hch. 13:1-5
“En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo. [2] Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado. [3] Entonces, después de ayunar, orar y haber impuesto las manos sobre ellos, los enviaron. [4] Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia y de allí se embarcaron para Chipre. [5] Llegados a Salamina, proclamaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos; y tenían también a Juan de ayudante.”
Número uno, la iglesia. Definitivamente la puerta de la salvación se va a abrir de par en par a los gentiles. Ya el Espíritu había movido algunos apóstoles a predicarles a los gentiles, ahora más que una nueva iglesia cristiana en Antioquia existe, formada mayormente por gentiles, el evangelio de Jesucristo comenzará a conquistar las naciones del mundo pagano.
En cuanto a la iglesia en Antioquía se nota que era una congregación cosmopolita; la formaban hermanos de diversos orígenes étnicos; pero eso no es lo más prominente del texto y no se menciona con ningún otro propósito sino para señalar que fue en los corazones de ellos donde el Espíritu Santo puso el deseo de enviar misioneros a los gentiles.
Bernabé y Saulo eran judíos pero convencidos que a los gentiles también Dios había dado arrepentimiento; Simón a quien le decían Niger (negro) tal vez de Nigeria, de tez morena, prosélito judío; Lucio de Cirene, sin duda un gentil; Manaén posiblemente romano; y Saulo, judío. Lo más importante e interesante, no es la diversidad cultural de la iglesia sino que todos estos estaban interesados en la misión de evangelización a los paganos; y ya de hecho, se encontraban trabajando dentro de una iglesia culturalmente diversificada.
En segundo lugar, veamos a los profetas y maestros. Aquellos hombres eran “profetas y maestros” (v.1); los profetas eran ministros que trabajaban como compañeros de los apóstoles, a quienes el espíritu de Cristo les hablaba y les transmitía el conocimiento del mismo evangelio que Jesús había enseñado a los doce en su ministerio terrenal; no necesariamente reproduciendo los eventos históricos de la vida de Jesús contada por los testigos oculares, sino la aplicación de las palabras terrenales de Jesús a alguna ocasión especial, o para la instrucción de la iglesia dentro de su situación histórica.
El Espíritu de Cristo hablaba por medio de ellos en primera persona como lo había hecho estando en el cuerpo, haciendo referencia a lo que ya había enseñado y aplicándolo a una situación contextual. Tener a estos profetas en la iglesia era como poseer y abrir un Nuevo Testamento; el mensaje de ellos concentraba las enseñanzas de Jesús halladas en los evangelios y la sabiduría epistolar del apóstol Pablo, Pedro, Juan, etc. Eran los encargados de la praxis de la doctrina y en sus intervenciones mostraban gran sabiduría. En Antioquía llenaban el espacio apostólico y eran los nuevos testamentos vivientes.
En cuanto a los maestros, oían y “leían” aquellos nuevos testamentos humanos e instruían a la congregación, fundamentados en ese aprendizaje. La intervención del profeta no era continua pero la del maestro sí. El maestro trabajaba con el material ya existente y hacía que sus alumnos lo aprendieran; y si tenía alguna duda, no del significado de alguna enseñanza sino de la aplicación del evangelio a alguna situación, consultaba un apóstol o un profeta.
Nota la dedicación espiritual de esos líderes antiguos. Servían al Señor con oración y ayuno. Eran hombres de mucha oración y presionaban sobre su dedicación ministerial acompañando las oraciones con ayunos, para servir al Señor de noche y día. Dentro de esa élite espiritual se hallaban Saulo y Bernabé a quienes el Espíritu Santo, posiblemente por medio de los profetas, hizo que seleccionaran y los equipan para ser enviados a la obra misionera. Literalmente dice que los “soltaron” para la obra misionera. Los liberaron de toda otra ocupación.
No sucedió que ellos “sintieran” el llamamiento, aunque Saulo sabía que algún día sería enviado, “lejos a los gentiles” (Hch.22:21), sino que prácticamente la iglesia o al menos a otros siervos de Dios el Señor les comunicó que aquellos dos empezarían a evangelizar el mundo. No fue que ellos se ofrecieran porque tenían una gran visión o que se propusieran varios nombres a la iglesia y fueran ellos nominados. No, fue el Dedo de Dios el que indicó a quiénes.
Observa la forma espiritual en que comenzó el despido de ellos a la obra misionera. No hicieron una comida para “lanzar” un programa de misiones. No fue un banquete en las dependencias de la congregación ni un suntuoso hotel. No los despidieron con una fiesta sino con ayuno, oración e imposición de manos. Los consagraron. ¿Es así como hoy se inician los pastorados modernos, se envían obreros al ultramar, o se lanza un plan de evangelización en un área específica?
Amplitud de los brazos divinos
Hch. 13:6-12
“Después de haber recorrido toda la isla hasta Pafos, encontraron a cierto mago, un falso profeta judío llamado Barjesús, [7] que estaba con el procónsul Sergio Paulo, hombre inteligente. Este hizo venir a Bernabé y a Saulo, y deseaba oír la palabra de Dios. [8] Pero Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), se les oponía, tratando de desviar de la fe al procónsul. [9] Entonces Saulo, llamado también Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando la mirada en él, [10] dijo: Tú, hijo del diablo, que estás lleno de todo engaño y fraude, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de torcer los caminos rectos del Señor? [11] Ahora, he aquí, la mano del Señor está sobre ti; te quedarás ciego y no verás el sol por algún tiempo. Al instante niebla y oscuridad cayeron sobre él, e iba buscando quien lo guiara de la mano. [12] Entonces el procónsul, cuando vio lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.”
Lucas nos da un resumen de la actividad misionera en la isla hasta Pafos, sin decirnos una palabra de a cuántas personas les predicaron el evangelio, aunque lo hacía en las sinagogas (v.5); y para muestra un botón, refiere un caso prominente; un político importante y un falso profeta popular: Sergio Paulo y el tal Elimas.
I. El evangelio Versus magia
Nota cómo una persona inteligente cae en las redes del satanismo que perjudica, y nunca ayuda, su trabajo, su familia y su destino. Inteligente en política y sociedad, pero ignorante en asuntos religiosos, y que buscaba que aquel poder oculto contribuyera a conducir mejor su vida. Se equivocaba.
Aparentemente este mago vivía de su relación con el procónsul y tenía interés en mantener al político bajo su influencia espiritual engañosa. Pero el procónsul no se sentía completo con la magia y quiso añadir a esa religión los sermones de Pablo y Bernabé. Cualquiera que haya sido el tamaño y la calidad del interés del procónsul, eso lo condujo a admitir un predicador del evangelio dentro del precinto. Los dos misioneros sintieron que era el mismo Dios quien los había enviado a buscar para que le predicara la Palabra.
Mira que el evangelio es opuesto a la magia, espiritismo, santería, etc. Es opuesto vivamente por lo menos en dos orientaciones: en doctrina y en ética. La doctrina es pura, es cierta, desinteresada, ama al hombre y aborrece el pecado.
Después de un rato de escuchar los sermones apostólicos el mal profeta Elimas viendo que iban desenmascarando al diablo en su presencia, empezó a sentirse incómodo porque las enseñanzas que escuchaba estaban destruyendo el castillo de naipes espirituales que había edificado sobre el alma del gobernante. La predicación era opuesta a la magia y la deshacía totalmente.
El contenido de las lecciones expuestas no fue escrito, pero sabemos que llamarían diabólicas a las enseñanzas del mago, tinieblas, poderes ocultos comandados por Satanás, que buscaban la ruina de todo aquel que le prestara atención y le hiciera caso. Sergio Paulo nunca hubiera imaginado que las enseñanzas que abrazaba eran demoníacas y que el poder que las acompañaba tenía la misma oscura fuente. Elimas le aseguraba que provenía de Dios. Pero no era de Dios. Como casi todos los espiritistas aseguran, que el poder de ellos es divino.
Era una oportunidad para el mismo mago corregir, o más bien, librarse del poder de Satanás por medio de su religión, pero en cambio se sublevó defendiendo sus principios, su posición y su dinero. Lucas dice que "tratando de desviar de la fe al procónsul" obraba. Por las palabras de Pablo la llamada magia de este hombre era "engaño y fraude". No dice ni siquiera que obrara portentos a través del poder satánico, sino que con trucos embaucaba al inteligente pero casi cándido oyente. La "verdad" que presentaba al procónsul era un "fraude", una trampa con promesas abiertas que jamás se cumplirían. En esto sí el mago era un verdadero maestro porque estaba "lleno de todo engaño", un tipo inigualable en las enseñanzas y sofismas de la oscuridad.
Su talón de Aquiles, o mejor dicho el talón débil de su doctrina era la práctica de la verdad, porque el apóstol le llama "enemigo de toda justicia", quiere decir que se mantenía firme y hacía oposición a una transformación moral de la conducta del procónsul. Si el apóstol hubiera predicado cierta mejoría en el carácter, o alguna llenura emocional, este fraudulento señor no hubiera puesto el grito en el cielo, pero tratándose de convertir al procónsul en una nueva criatura, en otra persona, no estuvo de acuerdo porque definitivamente un aspecto básico de la magia era la corrupción de la persona.
El apóstol quería hacer del procónsul un hombre nuevo, no una persona con una religión mejor, sino un hijo santo de Dios. El tema de su prédica tal vez fue algo parecido a lo que le dedicó a Felix, "el dominio propio" (Hch 24.25) y el poder de Jesús para juzgar con justicia los pecados de los hombres. Posiblemente también quizás el apóstol habló sobre cómo las potestades superiores fueron despojadas de poder y enseñadas desnudas en la cruz, trayendo al piso la magnificencia y exaltación de las predicaciones del mago al procónsul.
Fíjate que el procónsul fue convertido al palpar el poder colateral que acompañaba la verdad. Mientras oía a los maestros religiosos discutir sobre lo que era cierto y lo que no, él permaneció callado sin saber a cuál de los dos creer, si despedir al mago y echarlo por impostor y aprovechado o afirmarse más en sus creencias. La conversión del político no consistiría en un cambio de doctrinas sino en empezar una nueva vida por medio de la fe en Cristo. La predicación apostólica lo llamaba a dejar la adoración de un sistema oculto y todas las licencias morales que se desprendan de tales enseñanzas, para asumir un estilo nuevo de comportamiento.
II. Los brazos de Dios
Y mira la amplitud de los brazos divinos que se muestran para alcanzarlo a él y a su maestro. El procónsul presencia una señal del juicio de Dios cuando su preceptor es cegado. No pudiendo convencerlo con argumentos, por bien suyo, la mano de Dios lo toca; y mirándolo herido por ella tiembla dando crédito a los castigos futuros de los cuales había oído a Pablo hablar. De inmediato decide deshacerse de ambas cosas, de la religión de Elimas, de Elimas y de la conducta que le enseñó o toleró. Los que estaban allí se llenaron de pánico y ninguno quería ofrecerle un brazo para conducirlo a la puerta si quería huir o algún asiento para echarse en él pidiendo misericordia. Tenían miedo tocarlo.
No quedó ciego para siempre porque no era el propósito hacerle daño sino bien, que perdiera temporalmente la visión y luego la recuperara, y tuviera tiempo para limpiar su casa de los libros, las imágenes y los instrumentos de su iniquidad. Que testificara, como Nabudonosor, de su anterior vida y de la nueva. No quiso el Señor convertirlo en un monumento de su juicio, como a la mujer de Lot, sino de su misericordia, extenderle también un brazo de salvación. Si creyó no se sabe, puede que sí, que hubiera distinguido la diferencia entre los poderes del cielo y los del infierno, de las tinieblas y de la luz, y llegara a ser un auténtico “hijo de Jesús” (Bar-Jesús) y no del diablo; lleno no de engaño sino de verdad, y con el tiempo un enérgico heraldo del Señor, no uno que los trastorna.
La defección de Juan Marcos
Hch. 13:13-15
“Pablo y sus compañeros zarparon de Pafos, y llegaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, regresó a Jerusalén, [14] mas ellos, saliendo de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y en el día de reposo entraron a la sinagoga y se sentaron. [15] Después de la lectura de la ley y los profetas, los oficiales de la sinagoga les mandaron a decir: Hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.”
Este es un estudio corto, y preferí que así lo fuera por la extensión del texto usado en la siguiente exposición. Su utilidad consiste en su contribución al entendimiento de los misioneros y su obra. El caso en cuestión, el de Juan Marcos, demuestra que el trabajo de esos obreros que salen a otros países a predicar a Cristo, en contextos sociales difíciles, no es cuestión de coser y cantar; y que a menudo en alguno, el trabajo, la oposición y muchas cosas más, hacen que se resienta su vocación, por un tiempo o permanentemente.
Nota en el texto lo que puede ser llamado el abandono temporal de la obra misionera, o como algunos le han llamado: “la defección de Juan Marcos”. Se ha escrito bastante con respecto a la "defección" de Juan Marcos. El texto de Lucas no dice la razón por la cual se separó del grupo de misioneros, y esto ha servido para que se hagan conjeturas.
Autores modernos han pensado que Juan era demasiado joven para una tarea tan difícil y peligrosa y por esa razón se volvió a su casa. Algunas veces ese suele ser un ingrediente en la desesperación de un joven misionero, recién casado con hijos pequeños o soltero; que mientras aprende el idioma y se culturiza en su nuevo país, y pasa por los ajustes dentro de su propia familia, la carga se le vuelve inmensa y no ve otra salida que la liberación temporal o definitiva de su sagrado trabajo.
Y si a ese dolor, que lleva mucha oración, se le añade su ímpetu juvenil con sus muchos sueños, sus propias ansias y lo difícil que le es alcanzar sus metas y sueños en la realidad, no sería extraño que su firme carácter apetezca un respiro fuera de su campo misionero. Se ha supuesto que su frustrada ambición, fue una de las causas que hizo que Marcos dejara al grupo apostólico; que siendo un joven con muchos sueños éstos dieron al traste contra la cruda realidad de predicar el evangelio entre gente hostil e ingrata.
Cada vez que un joven misionero abandona su vocación afecta a sus compañeros. Es como una piedra que es quitada y deja un hueco en la pared. Sus compañeros lo extrañan. Lo desaniman. La fuerza de trabajo disminuye y el resto tiene que ocupar sus deberes. Al apóstol Pablo no le gustó la decisión de Juan, y la tomó como un abandono (15: 36-40). Y desde el primer día, aunque estaba molesto, interiormente deseaba su reingreso. Casi se sintió ofendido por la determinación del joven. Según el viejo apóstol, Marcos no tenía razón para marcharse y no aceptó siquiera un puesto en la retaguardia; y más que ambición cabría mejor pensar en alguna forma de inconformidad con el área, algún plan, o herido por alguna palabra o situación personal. Es de suponer que Pablo quiso evitar que se fuera, pero no pudo retenerlo y como era algo que no afectaba la doctrina guardó silencio al respecto. Los problemas de carácter y de ajustes entre misioneros tienen solución, y no es dar el portazo.
Juan Marcos no se apartó de ellos "amando este mundo" (2 Ti. 4: 10). La partida de este joven le dolió. No se alegró. Posteriormente su tío Bernabé lo tomó como acompañante y se separó de Pablo (Col 4.10), (v. 39). Como ves es muy difícil adivinar la razón que tuvo Marcos para dejar el grupo. El Señor es quien dirige la obra misionera y él cuenta con nuestras debilidades humanas, forman parte de su plan; él sabe a quienes ha llamado y a quienes está usando. La separación del grupo en dos partes en sí misma no es agradable al Señor, pero en sentido general fue conveniente, en su Santa Mano, para que ambos líderes abarcaran un área mayor.
Y los desacuerdos entre misioneros deben durar lo menos posible y ambas partes estar dispuestas a reconciliarse y ayudarse mutuamente, por amor, cuando la situación lo requiera. Andando el tiempo el apóstol Pablo y Marcos se reconciliaron y aquel llegó a aceptar a éste como su compañero de ministerio (Col. 4:10; 2 Ti. 4:11; Flm. v. 24).
Conclusiones.
(1) el trabajo de los misioneros es una tarea muy dura y no debemos criticar a quienes necesitan por un tiempo cambiar su servicio para luego reanudarlo (2) quiera el Señor que si algo nos separa temporalmente de su obra no sea la apostasía o la infidelidad para que podamos posteriormente reingresar al servicio (3) debemos orar para que las desavenencias surgidas por puntos de vista, grados de madurez, entre ministros fieles puedan resolverse y darse cuenta que los unos necesitan de los otros; como Pablo suavizó su opinión de Juan Marcos y aceptó como "redención" de su "falta" su historia posterior en el trabajo misionero con Bernabé. Este le dio una segunda oportunidad, el joven la tomó, y probó que él amaba al Señor y la evangelización del mundo. Los antiguos motivos de separación deben olvidarse porque todos nos necesitamos. Hasta aquí un comentario sobre lo que se ha llamado la defección de Juan. Seguimos con Pablo, y pronto lo vemos entrar a una sinagoga judía donde se le da la palabra.
Un sólido sermón paulino
Hch. 13:16-41 (LBLA)
“Pablo se levantó, y haciendo señal con la mano, dijo: Hombres de Israel, y vosotros que teméis a Dios, escuchad: [17] El Dios de este pueblo de Israel, escogió a nuestros padres y engrandeció al pueblo durante su estancia en la tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella. [18] Y por un período como de cuarenta años los soportó en el desierto. [19] Después de destruir siete naciones en la tierra de Canaán, repartió sus tierras en herencia; todo esto duró como cuatrocientos cincuenta años. [20] Y después de esto, les dio jueces hasta el profeta Samuel. [21] Entonces ellos pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años. [22] Después de quitarlo, les levantó por rey a David, del cual Dios también testificó y dijo: "He hallado a David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mi corazón, que hará toda mi voluntad." [23] De la descendencia de éste, conforme a la promesa, Dios ha dado a Israel un Salvador, Jesús, [24] después de que Juan predicó, antes de su venida, un bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. [25] Cuando Juan estaba a punto de terminar su carrera, decía: "¿Quién pensáis que soy yo? Yo no soy el Cristo; mas he aquí, viene tras mí uno de quien yo no soy digno de desatar las sandalias de sus pies." [26] Hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a nosotros nos es enviada la palabra de esta salvación. [27] Pues los que habitan en Jerusalén y sus gobernantes, sin reconocerle a Él ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, cumplieron estas escrituras, condenándole. [28] Y aunque no hallaron causa para darle muerte, pidieron a Pilato que le hiciera matar. [29] Y cuando habían cumplido todo lo que estaba escrito acerca de Él, le bajaron de la cruz y le pusieron en un sepulcro. [30] Pero Dios le levantó de entre los muertos; [31] y por muchos días se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo. [32] Y nosotros os anunciamos la buena nueva de que la promesa hecha a los padres, [33] Dios la ha cumplido a nuestros hijos al resucitar a Jesús, como también está escrito en el salmo segundo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy. [34] Y en cuanto a que le resucitó de entre los muertos para nunca más volver a corrupción, Dios ha hablado de esta manera: Os daré las santas y fieles misericordias prometidas a David. [35] Por tanto dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea corrupción. [36] Porque David, después de haber servido el propósito de Dios en su propia generación, durmió, y fue sepultado con sus padres, y vio corrupción. [37] Pero aquel a quien Dios resucitó no vio corrupción. [38] Por tanto, hermanos, sabed que por medio de El os es anunciado el perdón de los pecados; [39] y que de todas las cosas de que no pudisteis ser justificados por la ley de Moisés, por medio de El, todo aquel que cree es justificado. [40] Tened, pues, cuidado de que no venga sobre vosotros aquello de que se habla en los profetas: [41] Mirad, burladores, maravillaos y pereced; porque yo hago una obra en vuestros días, una obra que nunca creeríais aunque alguno os la describiera”.
Después de este disgusto los misioneros continuaron su viaje hasta Antioquia de Pisidia, no Antioquia de Siria, desde donde ellos habían salido. En ese nuevo lugar el apóstol predicó en una sinagoga judía, a petición los principales, "una palabra de exhortación" o "una palabra de ánimo". No necesariamente de reprensión.
1.- El sermón de Pablo consiste en un recordatorio de la historia sagrada, no para probar su conocimiento de ella sino para exhortar a sus hermanos judíos a creer en Cristo. Si tomas el sermón como un todo verás que, según Pablo, la historia del pueblo judío culmina en la resurrección de Jesús (vv. 35-37) "no permitirás que tu santo vea corrupción... más aquel a quien Dios levantó no vio corrupción".
Esa es la culminación de su sermón y como él lo entiende, de la sagrada historia judía, de la ley y los profetas. Les está pidiendo que relean la historia desde los acontecimientos que él sabe, y por su ejemplo exegético les muestra que la mejor forma de leerla es al revés, desde la resurrección de Jesús, su muerte, sus hechos aprobados por Dios, su nacimiento y si pueden, su origen celestial. Eso no es lo que Israel quiso ni quiere, que la primera letra de su alefato es Jesús y la última, “el primero y el último” (en griego: alfa y omega. El salmo 119 es un elogio acróstico a la Palabra, el Verbo de Dios: Jesús). Israel debía aprender que todo un pueblo culminaba en un hombre, que no se apropiaba de su historia sagrada, sino que era la sombra de él.
Pero aún a su mismo Mesías debían leerlo al revés, de la resurrección a la cruz y desde ahí hacia su nacimiento. Debían comenzar a indagar los sucesos en torno al sepulcro vacío y las apariciones desde ultratumba; todos sus porqués para dirigirse desde el testimonio de la iglesia a la historia de Israel. La iglesia cristiana no sustituía a Israel, pero era su luz principal donde su Ley, profecías e historia desemboca en esa Persona nazarena.
Yo propondría que aun la Biblia se leyera de ese modo. Primero el evangelio de Juan, después los sinópticos, el libro de los Hechos, todo el AT y después el resto del NT. Es una forma, pero buena. El último de todos Apocalipsis. Este orden, más o menos, tiene sus ventajas. Una de ellas es el descubrimiento de salvación de la Biblia y el uso de una exégesis útil en todas las sombras y simbolismos que se hallen. Alumbrar con Jesús todo el AT es lo más útil. Sin esa luz se pasará por encima de muchos textos sin encontrarle el significado oculto, además del histórico, que contiene. Sin Cristo la Biblia se queda en historia y geografía y a lo sumo en religión. Sin Cristo es el Libro de un país y no del mundo. Por ejemplo, el salmo 18. Sin los eventos de Jesús David sólo es historia personal, con Cristo es profecía. Las propias palabras de Jesús, por ejemplo, la destrucción del templo. Sin la resurrección es una alusión al edificio sagrado judío; lo mismo que las palabras de Caifás (Jn 11.49-51). El tesoro de Dios es Jesús y el vaso de barro la Biblia.
Pablo hace notar que la correcta interpretación de la historia de Israel es teológica y que ha de ser tragada completamente dentro de un manantial de vida eterna y salvación. Cuando se ve todo el sermón se nota que su deseo fue predicarles a Jesús, la historia de salvación en Jesús; porque la existencia de Israel es para salvar al mundo.
En el intermedio, el cuerpo del sermón, en Jesús, les enseña que éste fue levantado por Dios como Salvador a Israel (v. 23). Y éste Jesús fue exaltado por el popular profeta Juan (vv. 24,25); (como de paso menciona su doctrina de arrepentimiento) y aunque era un hombre extraordinario se consideró muy por debajo del Jesús a quien él les anunciaba diciendo: "no soy digno de desatar el calzado de sus pies".
2.- Según Pablo avanza en su predicación, uno se da cuenta que la palabra de exhortación o de ánimo, para él es palabra de salvación (v. 26), y desde una punta a la otra lo que quiere es salvar a sus hermanos judíos. El apóstol continúa avanzando en su mensaje; hace referencia al juicio de muerte de Jesús, a la ignorancia bíblica de los gobernantes, y a la poderosa mano de Dios que lo resucitó de entre los muertos (vv. 26-30), sin esforzarse en probarla como hizo con los corintios, sino para dejarles saber que hubo muchos testigos que lo presenciaron vivo y lo palparon.
Tampoco menciona que se le apareció a él en el camino a Damasco, no hace referencia a su conversión ni lo que él fue, supongo que, para no levantar prejuicios en su contra, conociendo la sensibilidad judía contra los cristianos y particularmente en contra de él; les habla como si fuera un predicador anónimo reservándose su identidad.
3.- Todo el sermón está lleno a referencias escriturales y su cumplimiento en Jesús, para probarles que la esperanza aguardada por su pueblo al fin había llegado (vv.32-41). Pablo, no por cobardía, pasa de largo su testimonio, por prudencia, sin embargo, se introduce en una situación bastante difícil: el fracaso israelita de la revelación de Dios. La incapacidad de la ley de Moisés para conceder justificación de un pecador, “sabed esto hermanos que...por medio de Jesús...perdón de pecados. Por medio de la ley de Moisés no pudisteis ser justificados. En Jesús es justificado todo aquel que en él cree” (vv. 38, 39).
Va directo al aspecto más sensible de la religión judía, que su querida Ley no es capaz de justificarlos ante Dios por la incapacidad de ellos para guardarla; y los invita a soltar las amarras del barco de las buenas obras y poner toda su confianza en la muerte y resurrección de Jesús, el genuino Mesías, no conforme a un liderazgo político sino teológico.
4.- Pablo se percata que la mayoría de ellos no estarán de acuerdo con lo que dice y concluye con una severa advertencia de juicio (v. 41), tomada del texto del profeta Habacub 1:5 cuando habla de la destrucción del templo y la ciudad por los caldeos. La Septuaginta, la Persa y la Siria, traducen un poco diferente. Volviendo al asunto, Pablo estima que lo que dijo es suficiente para que crean o no, partiendo del drama de la muerte y resurrección de Jesús, y yendo por él a los textos sagrados. Eso es precisamente lo más grandioso, lo que le da fe a un puñado de ellos y aviva el deseo en toda la ciudad de oír esa historia. La noticia más grande del mundo: la muerte y resurrección del Mesías de Israel, y la inclusión de la humanidad en esa esperanza religiosa.
El poder del púlpito
Hch. 13:42-47
“Al salir Pablo y Bernabé, la gente les rogaba que el siguiente día de reposo les hablaran de estas cosas. [43] Y terminada la reunión de la sinagoga, muchos de los judíos y de los prosélitos temerosos de Dios siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes, hablándoles, les instaban a perseverar en la gracia de Dios. [44] El siguiente día de reposo casi toda la ciudad se reunió para oír la palabra del Señor. [45] Pero cuando los judíos vieron la muchedumbre, se llenaron de celo, y blasfemando, contradecían lo que Pablo decía. [46] Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valor y dijeron: Era necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente a vosotros; mas ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. [47] Porque así nos lo ha mandado el Señor: Te he puesto como luz para los gentiles, a fin de que lleves la salvación hasta los confines de la tierra.”
1.- El efecto de la predicación de Pablo fue encantador; tuvo motivos para sentirse contento y bendecir a Dios por los resultados; ninguno se aburrió, sino que le pidieron que les volviera a predicar porque lo que habían oído les gustaba, más que eso, les interesaba, de modo tal que algunos decidieron acompañarlo a otra parte porque tan ansiosos se hallaban de recibir más de esas enseñanzas (vv.4.22,43) y no podían esperar una semana entera para oír otro sermón.
La predicación es el patrón escogido por Dios para salvar a los pecadores. Un sermón cristocéntrico, relleno con las doctrinas de la salvación, que relate las hazañas y vida de Jesucristo, es suficiente interesante para despertar el interés y atraer a las personas que temen a Dios y que “han sido ordenadas para vida eterna” (v.48).
Si la persona no está interesada en el perdón de sus pecados, o llega a estar interesada en la salvación de su alma, necesitará otros elementos inferiores que capten su interés en perjuicio del asunto más importante y necesario, la buena parte, la cual, dijo por el mismo Jesús, no debería ser quitada. No es de todos la fe (2 Tes. 3.2). Es una injuria que se le hace al Señor si se suprime una porción de su evangelio, de su vida y obra y se ocupa ese tiempo en agradar a los hombres con el fin de retenerlos como oyentes y que vuelvan a escuchar el sermón el próximo sábado (ahora el domingo). Posteriormente en Atenas, sin mucha burla le prometieron que lo volverían a oír (17: 32). Si no se predica salvación (v.26), la cruz y resurrección de Jesús sino obras de la ley y amor al prójimo (vv. 33,34), si no se habla de justificación de los pecados (vv.38,39), entonces sí que hay que complacer los gustos del auditorio. Pero el mensaje más positivo del mundo es la reconciliación con Dios mediante la muerte de Cristo. Los que son de Dios oyen estas cosas (Jn. 5: 24), los que son del mundo y no del Espíritu Santo no le prestan atención al evangelio y quieren algo más, o distinto (1Jn. 4: 5,6).
Fíjate lo que hicieron los misioneros con aquellos recién convertidos fue confirmarlos en la fe (v.43), persuadiéndolos, ayudándolos a reflexionar, advirtiéndoles lo que iban a padecer y que era necesario que por medio de muchas tribulaciones entraran en el reino de Dios (14: 22). No hubiera sido justo que les dijera que tendrían un futuro bonito. El evangelio paulino, que es el verdadero, ofrecía la vida eterna con muchas renuncias; era eminentemente escatológico, y ningún otro (si lo hubiera) tan enraizado en la familia y la sociedad.
2.- Observa que la mejor promoción para la iglesia es su mensaje (v.44), “el siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios....”. Es cierto que las ciudades no eran tan numerosas como las de hoy; pero en una semana sólo unos cuantos de los habitantes de Antioquia de Pisidia se quedaron en sus casas y no fueron a oír a los predicadores, y esto sin repartir fliers, ni anuncios radiales o en la prensa, y ni siquiera que los evangelistas salieran tocando puertas. La calidad del púlpito es la mejor promoción que tiene la iglesia.
Un púlpito ferviente en Espíritu, nutrido con sanas doctrinas, y con poder, es la mejor recomendación que la iglesia puede hacer para atraer al público. Según ha ido decreciendo el poder del púlpito han ido tomando su lugar los otros liderazgos menores que hacen esfuerzos increíbles para sustituirlo con alguna dignidad. La diversificación de ministerios laicos, incluyendo las células domésticas, en algunos casos han llevado a cabo, en escala menor, el ministerio pastoral predicando la palabra y haciendo buenas obras.
Pero lo que mejor promociona a una iglesia son las vidas cambiadas por la palabra de Dios. El pueblo asistía para oír la palabra del Señor, motivados por aquellos que recién la habían oído, aceptado o rechazado. Los neófitos hablaban con entusiasmo y calor y compartían lo que aprendieron como un descubrimiento y una nueva forma de abrir la Escritura. A muchos les hacían arder el corazón y de pronto un ministerio de letra fue transformado en uno de Espíritu y uno de muerte en otro de vida. Lo que ellos decían revivía las antiguas Escrituras.
Eran hombres temerosos de Dios que descubrían la fe en Cristo. No era una revolución moral sino religiosa. El yugo era ligero y la carga menor. Los nuevos discípulos eran los propagadores del mensaje.
3.- La experiencia muestra que el reino de Cristo ha de imponerse por la fuerza de la palabra de Dios. Sin fuerza no se establece un nuevo reino (Mt.11:12). La casa del Señor se terminará de llenar si a la gente se le fuerza a entrar (Lc. 14:23) El crecimiento de la iglesia es debido a conquistas.
Por esa razón Jesús dijo a los apóstoles que no salieran a predicar sin el poder del Espíritu Santo, serían en vano, una osadía y correrían peligro. Pablo afirmó que todo el reino consiste en poder (1 Co. 4:20). En cuanto la palabra creció y los discípulos se multiplicaron, Satanás descendió del cielo como un rayo, extendió sus alas e incitó a los judíos a que prohibieran la predicación de Cristo: con argumentos y con blasfemias (v. 45), “y rebatían lo que Pablo decía contradiciendo y blasfemando”. El campo donde se siembra la semilla es el mundo, o lo que es lo mismo es el infierno sobre la tierra. El diablo no mira con los brazos cruzados cómo se deshace su reino. Los judíos pegaron el grito en el cielo pensando que el evangelio era opuesto a su Ley y que deshacía su religión, y los predicadores como Pablo enseñaban que no se guardaran los mandamientos dados por Moisés. En apariencia la obstinación se debía a una defensa de su religión, pero en verdad era por celos, la misma envidia por la cual entregaron a Jesús. Hablaban impíamente acerca de Jesús y calumniaban a los apóstoles.
4.- Nota, como está dicho en los salmos, que el poder del Señor hace que la gente se entregue voluntariamente (110:3). La fuerza del Señor era para que perseveraran, para que predicaran y ejercieran sus derechos cumpliendo la voluntad de Dios; no era un poder de coerción.
Presentaban argumentos con poder, verdades poderosas y convincentes y señales verdaderas; y el poder de la verdad abierta, el milagro innegable del Espíritu Santo rendía la oposición y desde dentro del corazón el público asentía a lo que oía y lo recibía. Una fuerza para quitar los obstáculos. No en todos sucedía eso, muchos pecaban voluntariamente después de haber sido iluminados.
Los apóstoles al no poder convencerlos y oírlos blasfemar no insistían y se alejaban de ellos, y sacudían sus zapatos (Mt. 10:14). No los obligaban a oír. Trabajaban con los pecadores más en oración que hablándoles. Lo que quiere decir con que “no os estimáis dignos de la vida eterna...” (v. 46) es que para ellos todo era indigno e inferior, su Fundador, su evangelio y sus predicadores.
El antídoto cuando la predicación es rechazada: la pre-ordenación eterna
Hch.
“48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. 49 Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. 50 Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. 51 Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. 52 Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo”.
Según la experiencia de Pablo el evangelio para unos es “olor de vida para vida” y para otros olores de muerte para muerte”. Los prosélitos gentiles saltaron en un pie, todos, al oír que les dirigían las promesas y bienaventuranzas de Dios. Pablo no había dicho que el Señor lo mandaría “lejos a los gentiles” (22:21), sino que la Escritura misma mencionaba el fenómeno de rechazamiento judío y la apertura de brazos que le darían al evangelio las naciones del mundo. Y al oírlo “glorificaban la palabra” (v.48) ¿de qué modo? Creyendo, recibiéndola.
Los judíos decían no, ellos decían sí, los judíos rebatían lo que Pablo decía y a pesar del argumento contrario y de no conocerla como aquellos, el asunto era convincente y estaba completo. La Escritura les hablaba particularmente y no atendían a las “razones” que otros ponían, porque si oían que ella los mencionaba, se sentían privilegiados, Dios había pensado en ellos de antemano, y tuvieron que ser ellos mismos los que hablaron de una pre-ordenación eterna: por experiencia propia. Es primeramente un hecho comentado por los creyentes de Antioquia de Pisidia, “creyeron cuantos estaban ordenados para vida eterna”. Dicho sin ninguna filosofía sino porque oían el anuncio del Espíritu Santo y palpaban la fe al oír la palabra y se daban cuenta que en todo ese drama existía un plan pre-ordenado. La doctrina fue extraída de la reflexión de la cita bíblica provista en la predicación y la actitud de los endurecidos judíos. Es importante.
Y fue también, el comentario “creyeron los ordenados para vida eterna”, el gran antídoto contra la desilusión y la frustración cuando la predicación era rechazada y no daba fruto. No se auto culpaban. Se decían: “no han sido ordenados para vida eterna. No es de toda la fe. El que es de Dios él lo trae a Jesús. Nadie puede ir al Señor si el Padre no lo trae” (Jn.6:44), primero que todo, misericordia y no justicia. Jesús fue quien más la utilizó para explicar el rechazo al evangelio, y algo de eso menciona el Apocalipsis de Juan. Los hermanos se pusieron contentos, no porque los otros no creyeran sino porque ellos habían creído. Y otros sin los obstáculos de la mala interpretación de la Escritura, porque no eran judíos, también creyeron la palabra del Señor.
Los gentiles tomaban la corona de ellos (Apc. 3:11); y por la defección de ellos vino la salvación (Ro. 11:12). Los judíos se llenaron de “celos amargos”. Porque perdían la bendición y los apóstoles compartían con el mundo, mediante el Mesías, las Escrituras de ellos. El tesoro guardado por siglos y acumulado se lo estaban dando a otros. Entonces se buscaron a la gente de distinción y la convencieron contra los apóstoles. Y los echaron. Y no se fueron amargados, al contrario, contentos en el Espíritu Santo porque los ordenados por Dios, tú, yo, aquel otro que estaba lejos ha sido hecho cercano, y como no estimaron la bendición, ella se apartó de ellos. Fue necesaria una especial ordenación y esa se mantuvo firme desde los tiempos eternos.
Capítulo 14
Cuando ya no pudieron predicar libremente, se marcharon a otro sitio
Hch. 14:1-7
“Aconteció que en Iconio entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud, tanto de judíos como de griegos. [2] Pero los judíos que no creyeron, excitaron y llenaron de odio los ánimos de los gentiles contra los hermanos. [3] Con todo, se detuvieron allí mucho tiempo hablando valientemente confiados en el Señor que confirmaba la palabra de su gracia, concediendo que se hicieran señales y prodigios por medio de sus manos. [4] Pero la multitud de la ciudad estaba dividida, y unos estaban con los judíos y otros con los apóstoles. [5] Y cuando los gentiles y los judíos, con sus gobernantes, prepararon un atentado para maltratarlos y apedrearlos, [6] los apóstoles se dieron cuenta de ello y huyeron a las ciudades de Licaonia, Listra, Derbe, y sus alrededores; [7] y allí continuaron anunciando el evangelio.”
Primero que todo observemos el estilo de predicación que practicaron. Se muestra en las palabras “de tal manera”. Hay maneras de predicar que es difícil que la gente crea el evangelio. Por ejemplo, sin osadía, oscuramente, con un evangelio incompleto que deja muchas lagunas e interrogantes en las mentes.
La idea es que hablaron mucho, continuamente, “con abundancia de palabras”. Lucas señala la gran cantidad de predicación que hubo en aquella ciudad. Sin radio ni TV, cara a cara. Pablo daba importancia a la extensión territorial del evangelio con el propósito que los nuevos creyentes cooperaran en la dispersión. Por eso se dice que persuadía a casi “toda Asia” (19:26) y generalmente estremecía a todas aquellas pequeñas ciudades. El mismo escribe que “desde Jerusalén y por todos los alrededores hasta Ilírico todo lo he llenado del evangelio de Cristo” (Ro15:19).
También quiere decir que hablaron persuasivamente como era la costumbre de ellos, tratando de convencerlos (19:26) por medio de la Escritura. Para los griegos era importante que usara persuasión (peithos) o argumentos, que su predicación fuera lógica, razonada y su “culto racional”. Con “poco” no persuadía a nadie a ser cristiano (26:28).
Como muchos tenían un trasfondo cultural judío, su predicación era bíblica, centrada en la palabra de Dios. Y cuando lo hacía convencía, y la gente más noble escudriñaba cada día para ver si era cierto lo que estaban afirmando (17:11). Es un problema grave de la predicación si no tiene estos dos aspectos. Es bastante difícil que la gente crea sin ellos dos. Y esa clase de predicación, con fe, hacía que el corazón ardiera (Lc.24:32). Sin embargo, los judíos que permanecieron incrédulos “malearon” (ekákosan) el alma de los paganos contra los predicadores (vv.1,2).
Con todo, nota que persistieron en predicarles el evangelio. No se marcharon en cuanto se levantó la oposición. Y así lo hicieron, mientras fuera posible anunciar el evangelio y no se arriesgara la vida en vano (v.3). O por tal vez por otra razón mejor: el Señor no se había marchado y continuaba apoyándolos, dando confirmación con milagros por mano de ellos (esa fue siempre la razón de los milagros), para que la gente creyera el evangelio.
Lo que ocurrió aquí pasó en otras partes, que tenían que predicar el evangelio en medio de gran oposición (1Te.2:2). Les imponían el evangelio a la sociedad. No individualmente sino a la cultura. No mediante la promulgación de leyes sino de la predicación de la iglesia. Contactaban con el pueblo no por decretos sino con la evangelización. Y grupos minoritarios o mayoritarios se alzaban para contradecirlos y obligarlos a callar, pero ellos persistían y el Señor los favorecía con buenas obras. Ese es el eterno panorama. Los apóstoles no satisfacían la voluntad de las autoridades, ni predicaban el evangelio que las multitudes querían oír, sino lo que ellas necesitaban escuchar. Era un abierto desafío a la cultura. Cuando ya no pudieron predicar libremente sin arriesgarse inútilmente, se marcharon a otro sitio.
Yo soy Pablo y no Júpiter. Y yo Bernabé y no Mercurio
Hch. 14:8-18
“8 Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. 9 Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, 10 dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. 11 Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. 12 Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. 13 Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. 14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces 15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. 16 En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; 17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. 18 Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese sacrificio”.
Bernabé y Pablo fueron dos misioneros consagrados a la gloria de Dios, dos “siervos del Dios Altísimo” (16:17) que no permitieron que sus oyentes les rindieran divina pleitesía. Sobre todo, no usaron el poder que Dios les dio, para la grandeza de sus nombres, y cuya misión sin ostentación consistió en predicar en el mundo entero el conocimiento del Dios verdadero. En cuestión de religión verdadera o falsa lo más importante a la hora de decidir, según el mismo apóstol Pablo, y recuerdo a Elías tisbita, “no consiste en palabras sino poder” (1Co.4:20).
Fue con buena intención que el apóstol Pablo decidió sanar a este pobre paralítico. Pasando su mirada alrededor mientras les predicaba el evangelio sintió la necesidad de darles una señal del cielo (Mt.16:1) para ayudarles creer, y confirmar la verdad que les predicaba. Notando por la atención que el hombre le prestaba, y por el ansia que se le salía por los ojos, supuso que en su corazón había fe, y lo sanó. No quiero discutir qué hubiera hecho Dios si no hubiera tenido fe; éste tenía fe y con fe es posible agradar a Dios. Sabemos que la incredulidad es un gran obstáculo para recibir bendiciones (Mr.6:5).
Pero en el pasaje hay asuntos más importantes que éste para discutir. Por este caso y la experiencia se ve que el beneficio recibido por un poder sobrenatural puede ser adjudicado a la verdad o a la mentira, a Dios o al diablo, a la ciencia o la casualidad. Puede conducir a una persona hacia una u otra religión. Ellos "tomaron el rábano por las hojas" y en vez de creer en Aquel Dios, los tomaron a ellos como dioses, a Bernabé llamaban Zeus (Júpiter) y a Pablo Mercurio (Hermes). Fascinados por la maravilla el astuto sacerdote del dios Júpiter, viendo el provecho que podría obtener de esa aparición, se apresuró a llamar dioses a estos dos seres humanos y adivinar sus nombres por la mitología, y quiso ofrecerles sacrificios de animales.
Observa la actitud cristiana de los misioneros tratando de quitarles de la cabeza esa idea que ellos dos eran dioses, aunque los apedrearan (v.19). ¿Qué hacer cuando las alabanzas y los aplausos van dirigidos al hombre y no a Dios? El apóstol Pablo y Bernabé se aterraron y con todas sus fuerzas impidieron que se les tomara por dioses y se les sacrificaran animales. Dos cosas hicieron para impedirlo: rompieron sus ropas, como es costumbre entre los orientales para indicar duelo, aflicción y rechazo, y se lanzaron entre la multitud para que palparan sus cuerpos y vieran que no eran espíritus (Lc.24:39), sino de la misma naturaleza humana que ellos. Ejemplos para que sustraigan sus manos los que las extienden para que beatos se las besen, o impidan que pobres incrédulos les hagan reverencias y les pidan bendiciones.
Contrasta esta actitud apostólica con la de endiosamiento de seres humanos: emperadores, reyes, marqueses, papas y predicadores, que aprovechan las bendiciones de Dios para el engrandecimiento de sus nombres, y se "se sientan en el templo de Dios como si fueran Dios" (2Te.2:4). Esa arrogancia es la esencia del carácter del anticristo, impropia completamente en los que promueven la salvación por medio de Jesús para la gloria de Dios. Más que una actitud humilde de parte de ellos se puede notar el horror que sentían al pensar que la gloria de Dios podría ser transferida a ellos. Y más aún, concederle confirmación a los mitos de aquellos paganos. Con dificultad lograron impedir que los adoraran como seres bajados del cielo, y en adelante siguieron llamándose Pablo y Bernabé y no Júpiter y Mercurio.
(Continuación)
El cristianismo es la forma más completa de monoteísmo que existe
14:8-18
“8 Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. 9 Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, 10 dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. 11 Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. 12 Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. 13 Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. 14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces 15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. 16 En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; 17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. 18 Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese sacrificio”.
Los misioneros no se limitaron a mostrar sólo el poder de Dios sino también a la enseñanza del evangelio, negándoles veracidad a la teología de ellos. Les pidieron que se convirtieran al único Dios porque estaban en turno de salvación, habiendo ya pasado el tiempo en que Dios no intervenía para nada en la cultura de ellos dejándolos obrar y pensar como les parecía. Había llegado la hora de la salvación por medio de la fe en Cristo, de la palabra de salvación acompañada por gracia, y no solamente como antaño por medio de prosperidad agrícola. La mejora económica no era una señal de salvación. Ahora sí lo era. Es una señal de abandono espiritual por parte de Dios cuando deja que las naciones se vuelvan “libres pensadoras” y prescindan totalmente de su voluntad, entregándolos a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen (Ro.1:28).
Por añadidura, les predicaron un sermón sugerido por la situación que brotó. Directamente les rechazaron el politeísmo, negando que alguno de esos personajes inventados por los poetas tuviera alguna realidad y se le debiera alguna cosa en la creación, porque nada tenían ellos que ver con la naturaleza, ya que eran sólo ideas e imaginaciones de hombres. En cambio, existía una sola realidad, un Dios único, histórico, el YO SOY de los hebreos, el Padre del Señor Jesús, de quien proceden todas las cosas (1Co.8:6). Les instruyeron acerca del monoteísmo como verdad religiosa y de la misericordia de Dios, proveyendo lluvia y sustento para todo el mundo independiente de que los hombres hayan "cambiado la gloria del Dios incorruptible en semejanza de bestias, animales, reptiles..." (Ro.1:23,24).
O sea, les dejaron saber que Júpiter y Mercurio no eran Dios, y que toda la creación y sustento del universo estaban a cargo de uno y solo Señor. Y se cree muy bien que algunos renunciaron a los mitos y aceptaron la realidad de un solo Ser Supremo, Jehová, convirtiéndose no en judíos sino al cristianismo, la forma más completa de monoteísmo que existe.
El mundo llenándose de iglesias
Hch. 14:19-28
“Pero vinieron algunos judíos de Antioquía y de Iconio, y habiendo persuadido a la multitud, apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. [20] Pero mientras los discípulos lo rodeaban, él se levantó y entró en la ciudad. Y al día siguiente partió con Bernabé a Derbe. [21] Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, [22] fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. [23] Después que les designaron ancianos en cada iglesia, habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. [24] Pasaron por Pisidia y llegaron a Panfilia. [25] Y después de predicar la palabra en Perge, descendieron a Atalia; [26] y de allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. [27] Cuando llegaron y reunieron a la iglesia, informaron de todas las cosas que Dios había hecho con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. [28] Y se quedaron mucho tiempo con los discípulos.”
El texto nos enseña que tenemos que ser cautelosos con la aprobación humana, sea la popularidad o la democracia. Mira como al apóstol lo tienen como un dios por un tiempo y ahora “no conviene que viva” (Hch.22: 22). Primero cantan hosanna, “bendito el que viene en nombre del Señor” y luego gritan ¡crucifícale! Esta actitud y súbitos cambios de las multitudes y la fama ¿no nos enseñan que hay razones para “no fiarse de ellos” (Jn.2:24) y decir que “gloria de los hombres no recibo” (Jn.5:41)? ¿Y para no “agradar a los hombres sino a Dios?” (Ga.1:10). Hay que prepararse para la ingratitud y la traición, aún del que “mete la mano en el plato”.
Uno o varios pueden alterar la forma de pensar de la mayoría y los que hoy nos servían como amigos mañana nos traicionen. Todo está en que les hagan ver que no somos lo que ellos suponían que éramos, o querían que fuésemos o les convenía, para sus intereses, que fuéramos. Si se dan esas condiciones se olvidan del poder que teníamos y de los criterios que sustentaban y del bien que les hicimos. Ellos quieren un dios no un ser de la misma naturaleza que todos. Quieren dioses que bajen del cielo, seres perfectos, con una fe perfecta, una santidad sin raya, un carácter inmaculado, entregados completamente a concederles lo que quieren a cambio de adoración. Esa clase de líderes los misioneros no quisieron ser porque deshonrarían al Señor.
La situación anterior es más aplicable a la sociedad mundana que a la iglesia de Dios. Observa que cuando el mundo apedreó a Pablo la iglesia lo apoyó y lo rodeó en oración y simpatías. Ella estaba allí cuando los de afuera lo juzgaron y lo condenaron, y la iglesia lo revivió, claro, con el poder del Señor, pero lo revivió. Aquel círculo de amor que lo encerró significó para él en esos momentos como una resurrección, y las heridas que le habían causado no fueron mortales. La iglesia no debe abandonar jamás a su ministro. Debe preferirlo a la sociedad. No pensar como la sociedad ni solidarizarse cuando le tiran piedras. Eso significa mucho para él y siempre guardará el recuerdo que salvaron su ministerio y su vida. El calor de los hermanos y la cercanía de ellos en gran tribulación es el aliento mismo del siervo de Dios. Con ellos alrededor él vuelve a respirar. Si una iglesia quiere que su pastor se muera, que cuando le tiren murmuraciones y falsedades que parecen ciertas, las crea y se aleje de él dejándolo desanimado y muerto.
Lo invitaron a sus hogares y pasando la noche con ellos, comido y bebido, y reposado, lleno de cariño por ellos y de gratitud al Señor, salió al otro día para otra parte (v.20). Pasado un corto tiempo el apóstol decide repasar su trabajo y regresa por los sitios por donde había estado (vv.21,22) para fortalecer el ánimo de ellos y que supieran que estaba bien y no huyendo, y poder contarles todo lo que le habían hecho, y porqué, y enseñarles que llevaba en su cuerpo “las marcas del Señor Jesucristo”, las huellas hechas en su frente y pecho por las piedras (Ga. 6: 17). Y los discípulos contemplando las heridas recién hechas y no completamente curadas eran animados a arriesgarse por la fe que su pastor les mostraba. Era un buen momento para animarlos, cuando tenía en su memoria muy fresca la experiencia pasada y llena el alma de las emociones que ella le había causado. Pablo regresó para animarlos a ser perseverantes en la fe diciéndoles, no que quizás no les pasaría lo que a él le pasó, sino que podían sufrir las mismas cosas para entrar al reino de Dios. Les animaba con escatología. Pablo como Jesús predicaba la venida del reino y la consumación de la salvación era la entrada en el reino. Todas las otras doctrinas, la justificación por la fe, la regeneración, redención, santificación, etc., eran preparatorias para al fin llegar al reino de Dios. Los predicadores del NT jamás evangelizaban diciendo que convenía ser cristiano por los beneficios que se obtenían en este mundo, por las ganancias que (1Ti.4:8; 6:5,6), aquí y ahora resultaría de la piedad cristiana. Al contrario, en labios de ellos se oía: “hermanos, sean fieles al Señor para que entren al reino, no importa lo que padezcan, serán recompensados después”.
Mira que Pablo elige pastores para que, una vez él ausente, ellos cuiden la vida espiritual de los hermanos para que todos entren al reino (v.23). Recién convertidos. No había otra opción. Pero ancianos y genuinamente convertidos. Ese es el corazón de la labor pastoral: cuidar la fe de los creyentes en sus tribulaciones, estar al lado de ellos en momentos de lágrimas y decirles palabras de fe para que tomen ánimo, apoyarlos para que no duden de la benevolencia del Señor como si “cosa extraña les aconteciese” (1Pe.4:12), para que miren adelante, más allá de la gran tribulación y “pongan la mirada en el galardón” (He.10:35; 11:26), y no se debiliten en la fe al “considerar el cuerpo ya casi muerto” (Ro.4:19). Para que no sean vencidos por las circunstancias y el enemigo, porque ellos deben velar como quienes tienen que darle cuentas a Dios. Fíjate la forma de la dedicación (v.23). No tuvieron una fiesta ni hubo una predicación. Se guardaron los sermones. No hubo sermón. No hubo un bonito coro que los deleitara. Fue un culto solemne, en presencia de la iglesia. Sencillo, y que duró todo el día, con ayuno, culminando en la ceremonia de imposición de manos. No trataron de hacer de aquello una celebración. Los ancianos sabían a lo que se exponían. A ser buscados por los enemigos como los principales líderes de la iglesia. Los misioneros oraban por ellos para que no tuvieran espíritu de cobardía (2Ti.1:7), para que cumplieran sus ministerios (2Ti.4:5), si alguno enfermaba ellos estuvieran junto al enfermo y si otro le hacía tropezar, se indignaran (2Co.11:29). Era tan grande ese “oficio” (Hch.1:20), que sólo Dios los podría ayudar y a él los encomendaron. Debiéramos terminar con los banquetes, predicaciones y alegrías en las ordenaciones de ministros y en los nuevos campos misioneros. En vez de todo eso lo que cabe es el ayuno y la oración. Tal vez casi nadie asista si no hay comida y fiesta.
Cuando los misioneros salieron desde Antioquia fueron encomendados a la gracia de Dios ¿no? (v.26) y cumplieron su ministerio, porque dice que realizaron el trabajo que habían cumplido. Recibieron la gracia para todo el trabajo que hicieron. Ahora miraban en retrospectiva, como empezaron y se dieron cuenta que la gracia había sido suficiente con ellos. Y en tono con eso cuando rindieron el informe a la iglesia exaltaron esa gracia afirmando lo que Dios, no ellos, había hecho (v.27); y la actitud de salvación suya para los gentiles, abriéndoles también a ellos los mismos privilegios espirituales usuales para los judíos.
No se escribe, tal vez lo dijo, los alborotos y pedradas, pero consta que lo logrado, la salvación de los gentiles, era el fin y lo más importante, no el precio que se pagó. En sus mentes lo que flotaba era la cordillera de iglesias que iban dejando por todos lados, el número de hermanos nuevos y los ancianos que ahora cuidaban el trabajo realizado. El crecimiento de la palabra y el cristianismo era el gozo de ellos y lo que en Antioquia se esperaba, puesto que por esa razón los habían enviado. La iglesia de Antioquia fue la que los envió no una junta de líderes. Y esto porque el dinero no era la base de la obra misionera sino el Espíritu Santo y la gracia suya. Aunque la iglesia le hubiera provisto los recursos, el crecimiento de ella garantizaría el sostén.
Lo que es cuestionable, perdonadme mi injusticia, no es que un grupo especial, elegido por las iglesias, administre los fondos misioneros, sino que haya que pagarles enormes sueldos y privilegios, especialmente de esos fondos para que los distribuyan y planifiquen las estrategias mundiales. Es que el capitalismo planifica diferente al cristianismo. Y ¿qué tal si fueran ancianos dedicados y el sostén como ancianos cubriera la ocupación adicional que realizan? Antioquia quedó confirmada en lo que ella había experimentado, que la fe es la puerta de la salvación y no las obras buenas.
Capítulo 15
Exposición 50
Primera sesión del concilio en Jerusalén
15:1-11
“Y algunos descendieron de Judea y enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. [2] Como Pablo y Bernabé tuvieran gran disensión y debate con ellos, los hermanos determinaron que Pablo y Bernabé, y algunos otros de ellos subieran a Jerusalén a los apóstoles y a los ancianos para tratar esta cuestión. [3] Así que, siendo enviados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, relatando detalladamente la conversión de los gentiles, y causaban gran gozo a todos los hermanos. [4] Cuando llegaron a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y los ancianos, e informaron de todo lo que Dios había hecho con ellos. [5] Pero algunos de la secta de los fariseos que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés. [6] Entonces los apóstoles y los ancianos se reunieron para considerar este asunto. [7] Y después de mucho debate, Pedro se levantó y les dijo: Hermanos, vosotros sabéis que en los primeros días Dios escogió de entre vosotros que por mi boca los gentiles oyeran la palabra del evangelio y creyeran. [8] Y Dios, que conoce el corazón, les dio testimonio dándoles el Espíritu Santo, así como también nos lo dio a nosotros; [9] y ninguna distinción hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. [10] Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios poniendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? [11] Creemos más bien que somos salvos por la gracia del Señor Jesús, de la misma manera que ellos también lo son”.
Todas las iglesias tienen sus conflictos. La de Antioquia, aunque joven, no fue una excepción, pero no por divisiones internas sino en relación con las doctrinas de la salvación, no para redactar una declaración de fe sino su aplicación en la obra misionera y en la esperanza viva de sus miembros.
1.- Los hermanos definen la doctrina de la salvación por la fe sola. Enfrentan la desviación doctrinal. Antioquia se había convertido en una potencia espiritual gentil y una iglesia misionera, la primera en enviar dos hombres alrededor del mundo para que los gentiles fueran salvos. A Jerusalén llegó la fama y la obra de ellos, lo que estaban haciendo por el mundo, y las grandes cosas que el Señor hacía entre los paganos, perdonándolos y llenando sus corazones con el Espíritu Santo.
El relato más adelante dice que estos hermanos procedentes de la capital llegaron allá por iniciativa propia, no enviados por las autoridades de Jerusalén, o el grupo más conservador de la iglesia, al cual pertenecía Santiago el hermano del Señor. Por la pelea verbal que sostuvieron con los dos misioneros (v.2) se entiende que eran intransigentes en ese asunto de conservar la forma de la ley dentro de las iglesias cristianas, aun siendo ellas gentiles; y de no hallar oposición hubieran apagado el fuego del Espíritu, y las iniciativas del Espíritu en la iglesia. Como pertenecían al fariseísmo quizás querían aplacar las inconformidades dentro del partido y la conveniencia social que ello traería a la iglesia. De todos modos, la preocupación expresada era teológica.
El testimonio de Pablo y Bernabé, y lo que Dios había hecho, ni tampoco la interpretación a que ellos sometían algunos textos de la Escritura lograron convencerlos, y la iglesia estaba perpleja, aunque de parte de la obra de los pastores suyos. Nota la humildad cristiana de los antioqueños. La congregación amaba la unidad del cristianismo. Pudo haber dicho que su membresía era soberana, que la experiencia de sus miembros con la gracia y el aporte de sus misioneros, corroboraba la posición que la puerta de la fe estaba abierta de par en par a los gentiles, y que ellos eran tan cristianos como los mejores circuncidados, y que por adición se sentían especialmente libres cumpliendo la voluntad de Dios en espíritu no en la letra. Y por ende, se sentían menos oprimidos por la obediencia y virtualmente capaces de cumplir la ley en el espíritu.
Aunque todo eso pudo argumentarse contra los recién llegados, dieron un paso en la reconciliación del primer cisma que el cristianismo enfrentaba, la discusión entre la observancia de la ley y la circuncisión por un lado y la gracia y la fe por el otro.
Hicieron eso como si la posición de ellos estuviera debilitada con las palabras, no con los hechos, de los enviados, o como si mostraran dependencia eclesiástica de la congregación de Jerusalén. Hay algo de cierto en lo segundo. Los hermanos de Antioquia, incluyendo a Pablo y Bernabé, reconocían la autoridad apostólica de Jerusalén donde se hallaban los apóstoles, y la autoridad del evangelio apostólico que ellos poseían. Sobre todo, eso último. Para Pablo no era tanto Pedro como el evangelio de Pedro (Ga.2:11). Lo que traducido hoy sería el respeto hacia el Nuevo Testamento, que encierra en sus páginas el evangelio auténtico. En realidad, la deuda del mundo con la iglesia de Antioquia es inmensa. El cristianismo apostólico estaba mejor representado en Antioquia que en Jerusalén. Dios pensaba en el mundo, no precisamente en Israel, cuando Cristo murió en la cruz.
Pero la iglesia en Antioquia, condescendiente, envió a Pablo y a Bernabé a Jerusalén, no tanto para que los derrotaran o para que los aclararan, sino para que ellos aclararan a los otros apóstoles lo que estaba sucediendo con el Espíritu Santo y los gentiles, dándoles la información necesaria para que sobre la base de la misma experiencia que estos estaban teniendo ellos aceptaran como auténticas las iglesias libres y el evangelio que enseñaban, aunque en forma y énfasis no fueran iguales.
Que reconocieran que a partir de Jesús y con la venida del Espíritu Santo y la inclusión gentil en el propósito de Dios, estaban sucediendo algunos cambios que de otro modo no sería posible la universalización de la verdad en Jesús. Eran testigos que la ley no tenía un destino universal, sino un experimento con Israel, y para el mundo. Los de Antioquia querían que su mensaje misionero fuera autentificado y que los hermanos no tuvieran dudas de la experiencia espiritual de ellos.
2.- El mensaje misionero de sólo por fe es apoyado por las columnas de la iglesia. El pequeño discurso de Pedro fue importantísimo, y junto con el apoyo que le dio el otro orador, Jacobo, inclinó completamente la balanza a favor de los gentiles. Pedro hizo alusión a su experiencia de unos diez años atrás, en casa de Cornelio, cuando con sus propios ojos vio como el Espíritu descendía sobre los gentiles y que ya no debía tenerlos como “común o inmundos” (10:28) porque Dios por la fe había purificado sus corazones.
Había presenciado la conversión de ellos, el nuevo nacimiento, que se habían vuelto nuevas criaturas, un cambio, eran gentes nuevas que adoraban a Dios por medio de Cristo, en el espíritu de sus corazones. Prácticamente sin judaísmo.
Era una obra nueva que hacía “reteñirán los oídos” de los judíos (1Sa.3:11), “cosas que ojo no vio ni oído oyó” (1 Co.2:9). Todo el cambio lo operaba el Espíritu Santo y era monarca sobre la letra de la ley mosaica. Se dieron cuenta que aceptando a Jesús no existirían barreras raciales y no se tenía en cuenta si era “varón, hembra, judío, bárbaro, escita, siervo, libre” (Col.3:11).
La preocupación judía era la falta de santidad de los gentiles y ese obstáculo fue quitado. El Espíritu Santo no había hecho “discriminación” entre unos y otros (v.9, diecrínen, gr.). En la primera parte del concilio los heraldos de la gracia iban ganando, ayudados incluso, por los príncipes de la circuncisión. La doctrina de la salvación por la fe sola comenzaba a ser corroborada, podían hacer réplicas de ellos en el mundo entero y estar tranquilos en la esperanza completa que habían puesto en Jesús y no en los mandamientos de la ley de Moisés.
Habla el hermano del Señor, en el concilio
Hch. 15:12-21
“Toda la multitud hizo silencio, y escuchaban a Bernabé y a Pablo, que relataban las señales y prodigios que Dios había hecho entre los gentiles por medio de ellos. [13] Cuando terminaron de hablar, Jacobo respondió, diciendo: Escuchadme, hermanos. [14] Simón ha relatado cómo Dios al principio tuvo a bien tomar de entre los gentiles un pueblo para su nombre. [15] Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito: [16] Después de esto volveré, y reedificare el tabernáculo de David que ha caído. Y reedificaré sus ruinas, y lo levantaré de nuevo, [17] para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles que son llamados por mi nombre, [18] dice el Señor, que hace saber todo esto desde tiempos antiguos. [19] Por tanto, yo juzgo que no molestemos a los que de entre los gentiles se convierten a Dios, [20] sino que les escribamos que se abstengan de cosas contaminadas por los ídolos, de fornicación, de lo estrangulado y de sangre. [21] Porque Moisés desde generaciones antiguas tiene en cada ciudad quienes lo prediquen, pues todos los días de reposo es leído en las sinagogas”.
1. Nota el silencio escritural de Pablo y Bernabé (v.12). No interrumpieron ni tampoco hojeaban la Biblia para buscar textos que apoyaran la experiencia que habían tenido. Ya eso lo había hecho Pedro. Presumo que por eso no añadió nada. Todos estaban de acuerdo que el derramamiento del Espíritu era un cumplimiento de la profecía de Joel, y Pedro lo había interpretado así el día de Pentecostés. Se limitaron al testimonio del Espíritu Santo en Antioquia y en el resto del mundo, “contando la conversión de los gentiles” (v.3). Ese era el argumento fuerte de ellos, lo que el Espíritu hacía. Y ellos observaban al Espíritu y entendían la voluntad de Dios por medio de él. Seguían al Espíritu. Quien ponía a un lado la letra de la ley era el Espíritu. La iglesia de Antioquia entera, incluyendo sus profetas, maestros y misioneros, estaban entregados al Espíritu Santo.
2. Observa lo apropiado que es Santiago, el hermano del Señor, y sus palabras. No dijo: “hermanos, si Pablo y Bernabé cuentan esto, no caben dudas, formamos un pueblo con los gentiles”. No menciona a estos dos hermanos porque ellos mismos habían corroborado lo que Pedro dijo y además porque Pedro estaba dentro de la circuncisión, mucho más dentro de la ley que los otros dos, y por otra parte era apóstol y con una gran reputación dentro de la iglesia. Santiago mira la experiencia de Antioquia desde el punto de vista judío y sí recurre a la Escritura, no a las experiencias con el Espíritu, como norma para conocer la verdad. Sin embargo, tampoco citó el cumplimiento de la letra de la ley sino el cumplimiento del espíritu de la Escritura. El texto que citó, Amós 9:11,12, igual como lo hizo Pedro en Pentecostés, no fue un cumplimiento de letra sino de Espíritu. No había otra forma de que ella tuviera aplicación para el mundo sino aparte de la historia y la letra de Israel. Dios había formado a Israel, y su Biblia, para dárselos al mundo.
3. Dios continúa tratando con Israel no volviéndole la espalda sino restaurándolo con la iglesia cristiana para formar una unidad universal entre él y todos los pueblos del mundo, por medio de la ampliación del concepto de “Israel de Dios” (Ga.6:16) sin distinción de razas y linajes, sobre una sola esperanza. Cuando Israel leía esa promesa (vv.16,17) pensaba en él como nación, y en “haré retoñar el poder a David” (Sal.132:17); una obra grande hecha por Dios para que “el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles que son llamados por mi nombre”. Y no fue precisamente como ellos pensaban.
El tabernáculo de David ha sido erecto por medio de Jesús, y él siendo “levantado a todos atrajo a sí mismo” (Jn.12:32). Israel no entiende que su completa recuperación es su conversión al cristianismo, cuando diga “bendito el que viene en el nombre del Señor”. La obra misionera en el mundo es la forma de levantar a Israel de su postración. La entrada de los gentiles a las promesas dadas a ellos. Ese acontecimiento está distante debido en parte al mal testimonio de la iglesia cristiana hacia Israel. A no ser que Israel acepte independiente del cristianismo al Mesías que levantó de la tierra.
4. Esa forma de razonar de Jacobo es muy judía, preservando la integridad de su pueblo y dándole entrada a los gentiles. Sin embargo, propone una fórmula de reconciliación para no “inquietar” o “molestar” “a los gentiles”, y tampoco a sus hermanos judíos con quienes quiere quedar bien. La cuestión de la circuncisión para salvarse (v.1) fue puesta a un lado y cambiada por “cosas contaminadas por ídolos, fornicación, estrangulado y sangre” (v.20), o sea, todo lo que tuviera que ver con el culto pagano. El fondo del asunto no eran los alimentos en sí, sino el culto en sí, que era idolátrico e inmoral. Es una medida de complacencia para los judíos que no podían exigir más, dado que Dios repartía su Espíritu sin obligarlos a circuncidarse.
En cuanto al sábado, el hermano del Señor tampoco se lo impuso a los gentiles y se quedaron los judíos con él como parte del aprendizaje de la ley dentro de las sinagogas (v.21); queriendo decir que con aquella porción de la ley era suficiente para los gentiles y la ley completa para los judíos y los que querían continuar predicando y oyendo sobre lo que escribió Moisés. El séptimo día ni siquiera se consideró en ese concilio y, por ende, no es parte del cristianismo, es un “odre viejo” donde no se debe echar el “vino nuevo” del evangelio de Jesús.
Acuerdo contra cismas, de apóstoles y pastores
Hch. 15:22-35
“Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, escoger de entre ellos algunos hombres para enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres prominentes entre los hermanos, [23] y enviaron esta carta con ellos: Los apóstoles, y los hermanos que son ancianos, a los hermanos en Antioquía, Siria y Cilicia que son de los gentiles, saludos. [24] Puesto que hemos oído que algunos de entre nosotros, a quienes no autorizamos, os han inquietado con sus palabras, perturbando vuestras almas, [25] nos pareció bien, habiendo llegado a un común acuerdo, escoger algunos hombres para enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, [26] hombres que han arriesgado su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. [27] Por tanto, hemos enviado a Judas y a Silas, quienes también os informarán las mismas cosas verbalmente. [28] Porque pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros mayor carga que estas cosas esenciales: [29] que os abstengáis de cosas sacrificadas a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de fornicación. Si os guardáis de tales cosas, bien haréis. Pasadlo bien. [30] Así que ellos, después de ser despedidos, descendieron a Antioquía; y reuniendo a la congregación, entregaron la carta; [31] y cuando la leyeron, se regocijaron por el consuelo que les impartía. [32] Siendo Judas y Silas también profetas, exhortaron y confortaron a los hermanos con un largo mensaje. [33] Y después de pasar allí algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a aquellos que los habían enviado. [34] Pero a Silas le pareció bien quedarse allí. [35] Mas Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando y predicando con muchos otros, la palabra del Señor”.
Nota que los apóstoles comienzan aclarando que los maestros que habían llegado a ellos no los representaban, ni ellos les habían “dado la diestra en señal de compañerismo”. Entonces proceden a desautorizar a los hermanos que por iniciativa propia habían causado “inquietud” “perturbar” (v.24) a la iglesia. Una forma suave de decir que ocasionaron problemas. Hermanos que parecían por su historia farisaica haber recibido a Jesús el judío, sin entender bien la gracia que vino con él (Jn.1:17), para quienes era esencial cuidar las formas ceremoniales del antiguo culto.
Observa el espíritu conciliatorio del concilio. Los apóstoles, aunque mayormente judaizaban, no estuvieron de acuerdo en lo que aquellos habían hecho y decidieron ponerle punto final al asunto diciendo que no poseían el respaldo de los doce, ni siquiera el conocimiento de ellos, y que para guardar la unidad entre ambas naciones habían escogido tres o cuatro aspectos que no lesionaran a nadie. Afirmaron que era un acuerdo unánime y contaba con la garantía de los líderes y de la iglesia en Jerusalén. “Lo sacrificado a los ídolos…” estuvo prohibido, no porque la carne fuera “inmunda en sí misma” (Ro.14:14) sino porque perjudicaba “la débil conciencia de algunos” y podían volverse a los ídolos, “contaminarse” y perderse, o defraudarse y enfriarse (1Co.8:7,10,12). Los acuerdos y prácticas de la iglesia deben proteger y no exponer a perder a sus miembros menos fuertes. En cuanto a “la sangre”, o carne cuya sangre no hubiera sido drenada. Se les prohibió por las mismas razones levíticas que los judíos conocían y además porque tal cosa los ponía en línea con los paganos, en sus cultos y festividades. Era una prohibición estratégica igualmente encaminada a separar a los santos y fieles en Cristo del contexto idolátrico que aún les rodeaba, cuyas vidas y cultos eran ya distintas. Y, sobre todo, la sangre continuaba siendo un símbolo de la salvación, ofrecida por Jesús sobre la cruz. Pero en ningún caso implica “transfusión” porque esa es una palabra de la medicina moderna y no tiene que ver con la prohibición de comerla.
La recomendación de no comer lo “estrangulado” o “ahogado” es también levítica y no concierne con el alimento en sí sino con el modo de su muerte: animales que se asfixian o por accidente se estrangulan. Esto y lo anterior son puras concesiones a los judaizantes para tranquilizarlos y no recargaran a los gentiles con otras ceremonias. Y “fornicación” tiene el mismo propósito de “lo sacrificado a los ídolos”, alejar a los cristianos de las inmoralidades que se practicaban en los templos paganos y asociadas a sus cultos. Los líderes aprovecharon la situación para salvar la unidad de la iglesia y para ganar ventajas espirituales de la situación, marcando fronteras entre el cristianismo y otras religiones, entre la sociedad y la iglesia y entre la moral cristiana y la de los pueblos ignorantes.
Es interesante la aprobación divina y que ellos comprendieran que la sesión se había cerrado con unidad y que tenía la aprobación del Espíritu Santo. Dios había salvado la unidad de la iglesia y la salvación por la fe sola. El cristianismo primitivo, por concesión divina, arrastró algunos vestigios de costumbres judías, como apéndices no dañinos y espiritualmente inocuos para la salvación por gracia y que con el de cursar de los siglos han tendido a desparecer, como, por ejemplo: el velo sobre el rostro de las mujeres, el lavamiento de los pies y la unción con aceite, la distinción entre un día de la semana y otro y la procedencia de algún alimento o su naturaleza levítica (1Co.11:6,16; 1Ti.5:10; Sgo.5:14,15).
Esas fueron las pequeñas cosas sobre las cuales Pablo dijo que le eran lícitas, si querían hacerlas o no, pero que a veces no convenía hacerlas (1Co.6:12). Son dejadas a la conciencia individual del creyente, de acuerdo a su fe y al amor que sienta por el prójimo (1Co.8:13). Son las cosas “necesarias” que tienen alguna aplicación moral. Observa que los hermanos se regocijaron por el consuelo que les impartía; “fueron consolados” (v.31) por la carta. No festejaron “la victoria” de unos sobre otros. Estaban tristes por lo que venía sucediendo en la iglesia. Aquellas discusiones no les gustaban y hermanos muy queridos se hallaban a uno y otro lado de la contienda.
La mayoría apoyaba la salvación por la fe sola y con la carta vieron que la minoría corregía su posición y se unía al resto y eso produjo un gozo grande en todos. Una de las mayores victorias de la iglesia es su unidad: un Señor, una fe y un bautismo. Pero las victorias espirituales no se celebran con banquetes sino con alabanzas y oraciones. Ayudaron mucho las conversaciones y predicaciones de Judas y Silas que por ser profetas les trajeron muchas palabras ungidas. Los dos pueblos, el judío y el gentil, aunque todavía con una cerca de separación entre ellos, por encima se daban la mano en señal de hermandad bajo Dios. Pablo y Bernabé se quedaron un buen tiempo con los hermanos en Antioquia, como miembros de la congregación, participantes del primer concilio cristiano que se celebró y respaldados por sus propias convicciones, y por una declaración firmada por los genuinos apóstoles y fieles pastores. Dignos son de ser imitados, y de reunirnos, y acordar que las pequeñas diferencias modernas entre algunas denominaciones, tomadas de los residuos mosaicos que tiene el NT, o sobre “la doctrina de bautismos, imposición de manos, resurrección de muertos y el juicio eterno” (He. 6:2), no son tan grandes como para que no se permita dejarlas sin condenación y a la conciencia particular de cada creyente, que las agarra para guardarlas y que no pone en peligro de ningún modo su salvación por gracia y por la sola fe. El Espíritu Santo aprobaría una disminución del espíritu exclusivista, y el engrandecimiento del amor hacia todas las direcciones de denominaciones, que hace puentes y evita cismas dentro del Cuerpo de Cristo, comúnmente llamado la gran Cristiandad.
Pablo y Bernabé en desacuerdo
Hch. 15:36-41
“Después de algunos días Pablo dijo a Bernabé: Volvamos y visitemos a los hermanos en todas las ciudades donde hemos proclamado la palabra del Señor, para ver cómo están. [37] Bernabé quería llevar también con ellos a Juan, llamado Marcos, [38] pero Pablo consideraba que no debían llevar consigo a quien los había desertado en Panfilia y no los había acompañado en la obra. [39] Se produjo un desacuerdo tan grande que se separaron el uno del otro, y Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó rumbo a Chipre. [40] Mas Pablo escogió a Silas y partió, siendo encomendado por los hermanos a la gracia del Señor. [41] Y viajaba por Siria y Cilicia confirmando a las iglesias”.
Mira como un gran proyecto puede ser cambiado, disminuido y obstaculizado por diferencias personales. Estos dos hermanos que unos días antes procuraban la unidad de la iglesia y participaron en una resolución tan grande no pudieron ponerse de acuerdo entre ellos mismos sobre un asunto personal, como si fuera más difícil la relación entre dos hermanos que cualquier acuerdo doctrinal. Y eso, si es así como digo, debe ser el campo por donde hay que comenzar a caminar para llegar a un ecumenismo perfecto, o para que nadie se ofenda por la palabra ecumenismo, para llegar a la “unidad del Espíritu, a un varón perfecto”.
Se ha dicho que Dios usó esa incomprensión, o división entre los dos amigos, para crear dos frentes de evangelización. Es lo mismo que justificar la división que parte en dos una iglesia y se crean dos congregaciones. Aunque “por mi mentira la verdad de Dios abunda para su gloria” (Ro.3:7), sigue siendo mi mentira; y la mentira es un pecado que en sí misma no glorifica a Dios, sino que lo deshonra. Más bien lo que hay es que adorar “la profundidad de la sabiduría y de la ciencia de Dios” que aligerar la conciencia de culpas. No es tan fácil partir en dos las responsabilidades y afirmar que Pablo tenía la razón o que la tenía Bernabé. Quizás uno tenía razón y el otro, justificación. Pablo tenía razón, Juan Marcos lo había abandonado cuando mucho lo necesitaban y Bernabé pedía olvido y oportunidad que el gran apóstol no quería darle y se mostraba más exigente con los ministros que con los simples hermanos de las iglesias; y su herida no era porque se ausentó de su lado sino porque yéndose debilitó la obra de Dios, les hizo el trabajo más difícil y adelantaron menos la obra.
No quería que volviera a pasarle lo mismo. Bernabé entendía las razones de Pablo, pero estaba seguro que Juan Marcos se había curado de su deserción y él estaba preparado para enfrentar el mismo caso si el abandono se producía. No quedaría de su parte y lo llevó a prueba. Prefería que se repitiera lo de Panfilia que condenar a Juan Marcos a no recuperarse y vencer su frustración. La iglesia de Antioquia parece que estuvo al lado de Pablo y se identificó con él, “siendo encomendados por los hermanos a la gracia del Señor...” (vv.39,40), mientras que Bernabé partió bajo su responsabilidad (y quizás con sus recursos) hacia la isla de Chipre. De estos dos no se escribe porque Lucas fue compañero de Pablo y no de Bernabé. Posiblemente si hubiera tenido un historiador que los siguiera hubiera escrito las grandes cosas que Dios iba haciendo con ellos, y Juan Marcos volviéndose un perfecto heraldo.
Con el correr del tiempo parece que Bernabé tenía razón, su posición de misericordia ganó, Juan Marcos se hizo una historia mejor, y Pablo reconoció que no debía perennemente excluirlo de su grupo porque al lado de su amigo Bernabé hizo un buen papel (2Ti.4:11). Es cierto que “si dos no estuvieren de acuerdo” no pueden andar juntos, pero este caso no justifica el rencor de un hermano contra otro, ni el prolongado enojo sin límites y cerrarle nuestras entrañas para siempre a quien necesita amor y una nueva oportunidad. El cambio de actitud de Pablo, y posiblemente de la iglesia en Antioquia, nos sugiere reconsideración y que la posición de alargar la mano al caído es mucho mejor.
Capítulo 16
Noventa y tanto de gracia
Hch. 16:1-5
“Llegó también a Derbe y a Listra. Y estaba allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego, [2] del cual hablaban elogiosamente los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. [3] Pablo quiso que éste fuera con él, y lo tomó y lo circuncidó por causa de los judíos que había en aquellas regiones, porque todos sabían que su padre era griego. [4] Y conforme pasaban por las ciudades, entregaban los acuerdos tomados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que los observaran.[5] Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y diariamente crecían en número”.
En realidad, Pablo no estaba buscando un nuevo compañero para su equipo misionero, pero al escuchar el celo por las almas de Timoteo y su espíritu misionero, pensó que sería un excelente colaborador en caso que quisiera acompañarlo por las tierras del mundo. Timoteo era, domésticamente hablando, un vivo ejemplo de cómo una mujer creyente, con una abuela creyente también, juntas pueden pasar los mandamientos de Dios a su descendencia.
1. La influencia cultural griega que provenía del padre no fue más poderosa que la fe de esas dos mujeres: Loida y Eunice (2Ti.1:5). La conversión implica precisamente eso, un triunfo sobre la cultura en la cual se vive. Esto es un buen ejemplo de cómo una madre creyente "sin palabras" puede ganar para Cristo a su familia. El padre griego, supongo, llegaría a ser cristiano. Vamos a otro asunto.
2. Nota, el progreso teológico, o la estrategia misionera del apóstol. Esto que hizo Pablo a primera vista asombra, que haya circuncidado a Timoteo "por causa de los judíos...", siendo opuesto a lo que dice en Gálatas derroco de huelga nombre no me acuerdo de la persona derroco si si si 6:12, "estos los obligan a circuncidarse para no sufrir persecución". Lo hizo como una estrategia misionera, para poder llevarse a Timoteo consigo, como un pago a los que eran fieles a la ley de Moisés. No era tanto para evitar la persecución como para remover el obstáculo ceremonial que haría más difícil el ministerio de Timoteo a su lado. Se da por descontado que Pablo nunca consideró que la circuncisión fuera necesaria para la salvación, puesto que ella no se incluye dentro de los "dogmas" o "acuerdos tomados por los apóstoles" (v.4) y que iban entregando a las iglesias.
Una comparación del texto es notable el progreso teológico de las iglesias modernas. Cuando leemos en el v. 4 "los dogmas para que los guardasen", definitivamente pensamos que al principio del cristianismo las iglesias por causa de los judíos eran mucho más mosaicas que lo deseado; y por esa cuestión de la unidad fraternal los más liberales pertenecientes al partido de la gracia (Pablo y Bernabé) hacían concesiones estratégicas con vías a mantener en lo posible el mejor clima para la dispersión del evangelio, sin afectar el corazón de la salvación por la sola gracia y por medio de la fe.
3. Leyendo el v. 5 "las iglesias eran confirmadas en la fe... crecían en número" (v.4), sacamos la conclusión que el Espíritu Santo es menos ortodoxo de lo que han sido algunos reformadores y una pléyade de pastores estrictos en materia de doctrina cristiana. Esas pocas trabas mosaicas no impedían el crecimiento numérico de la iglesia, haciéndonos pensar que la perfección doctrinal no es necesaria para ser una iglesia cristiana triunfante en el mundo y hacedora de la Gran Comisión. Esto lo digo como un llamado a la condescendencia ecuménica, para que miremos más allá de las pequeñas diferencias denominacionales, y no nos entretengamos en resaltarlas dejando de hacer el trabajo que Jesús mandó. Dios miraría con agrado, y Jesús como una respuesta a su oración en Juan 17, si se pasan por alto las diferencias no básicas y las iglesias unen sus esfuerzos para evangelizar al mundo.
Ojalá Dios nos conceda una mente amplia como la del Espíritu Santo para mirar la iglesia cristiana primero que la etiqueta denominacional, y los dos grandes mandamientos y la Gran Comisión, antes que los partidos y las sectas. En todas las iglesias del NT encontramos un noventa y tanto de gracia de Dios y el resto, lamentablemente, era carne, mundo y a veces del diablo; no eran en ningún campo totalmente perfectas pero el Espíritu les hablaba, adoraban a Dios y cumplían “la Gran Comisión”.
Quizás no era el tiempo de Dios
Hch. 16:6-10
“[6] Pasaron por la región de Frigia y Galacia, habiendo sido impedidos por el Espíritu Santo de hablar la palabra en Asia, [7] y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. [8] Y pasando por Misia, descendieron a Troas. [9] Por la noche se le mostró a Pablo una visión: un hombre de Macedonia estaba de pie, suplicándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. [10] Cuando tuvo la visión, enseguida procuramos ir a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado para anunciarles el evangelio”.
Cuando Lucas dice Asia no es exactamente lo que hoy conocemos como el continente asiático sino Asia Menor. Éfeso fue su capital. Macedonia, una provincia romana que incluye la parte norte de lo que es hoy Grecia y partes de Bulgaria, Yugoslavia y Albania.
Mira, que sin discusión alguna las iglesias en su labor misionera eran dirigidas por el Espíritu Santo. No digo solamente que él les hablaba, que estaba en sus concilios, sino que determinaba el lugar donde se debía abrir una obra misionera, y además el tiempo cuando ese trabajo debía ser comenzado.
El grupo apostólico intentó ir a Asia y pasar por Bitinia "pero el Espíritu Santo se los prohibió" porque no era la hora, no era el momento, para iniciar la tarea allí. Mucho se ha debatido acerca de porqué Dios lo prohibió. La verdad es que es un misterio de la voluntad del Señor; lo más cerca que podemos opinar es que aún los campos no estaban listos para la siega y por mucho que trabajaran allí nada habría de ocurrir, sembrarían en vano y lucharían sin éxito.
El lugar debía ser previamente preparado por Dios, o no había llegado el tiempo divino, y en eso él se toma el tiempo que quiera y lo hace del modo que le parezca más conveniente, haciendo que la gente tenga “hambre de oír la palabra” (Am.8:11) y comezón de oír. Nuestra oración es: “Señor envíame al lugar apropiado y en el momento apropiado, ve tú delante de mí”. Un tiempo después los apóstoles entraron en Asia y estuvieron allí dos años y “todos oyeron la palabra del Señor” (19:10). Los estudios demográficos que se puedan hacer de un lugar, los métodos que se inventen, espectaculares y originales, podrán ser de beneficio, pero no sustituyen al trabajo hecho por Dios para salvar las almas y no debemos entrar en un sitio donde Dios no ha hecho nada todavía a favor de la recepción futura del evangelio. De esto, dos cosas nos llaman a darles importancia: el tiempo y la oración. Después otras cosas entran en consideración, pero antes de empezar una obra estas dos ocupan el primer lugar. La pregunta ¿qué está haciendo Dios allí? Es de vital importancia.
Eso nos hace pensar que la apertura de una nueva obra, doméstica o foránea, parece ser parte de un divino programa que cuando somos encausados en ese sentido podemos esperar multitudes de bendiciones y ayuda suya sin límites. ¡Aleluya!
Yo supongo que fue la agencia profética la que sintió primero que Pablo, que sus ideas de cruzar hacia el Asia Menor eran prematuras. No que él no tuviera capacidad o que ellos no tuvieran necesidad, sino que todavía no era el momento. Y el momento divino incluye año, mes, semana, día, hora y minuto. Pablo escribió que “el espíritu de los profetas está sujeto a los profetas” (1 Co. 14:32); y en esta ocasión mostró que lo creía; y si fueron ellos los que le aconsejaron cambiar sus planes nos indica que los compañeros pastores, misioneros o evangelistas, los hombres de Dios dados a la oración son los mejores consejeros, si se les pide opinión, para hacer un movimiento pastoral y misionero. Hombres que usen estrategias espirituales.
Ya hoy es un poco más fácil comprender la decisión divina de evangelizar primero a Europa que a Asia Menor; desde Europa y no de Asia se ha cumplido primero la Gran Comisión y la evangelización del mundo. Cuando el Espíritu Santo le prohibió a Pablo elegir a Asia sobre Europa tendría en su mente no solamente las necesidades locales y actuales sino un programa, un plan cuya última razón es Su voluntad.
La obra misionera es una iniciativa divina, una planificación divina, una selección divina, un trabajo espiritual desde una punta a la otra, que no tiene que ver primeramente con fondos y nada con estrategias humanas cuya confianza reposa sobre el conocimiento y el pragmatismo. El estudio de las necesidades de un lugar, la composición demográfica y otras averiguaciones más que se pudieran hacer, son útiles y ayudan, pero el fuego espiritual, el celo por las almas, la comunicación de la Palabra y la conversión están en las manos de Dios.
Lidia la misionera
Hch. 16:11-15
“[11] Así que, zarpando de Troas, navegamos con rumbo directo a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis, [12] y de allí a Filipos, que es una ciudad principal de la provincia de Macedonia, una colonia romana; en esta ciudad nos quedamos por varios días. [13] Y en el día de reposo salimos fuera de la puerta, a la orilla de un río, donde pensábamos que habría un lugar de oración; nos sentamos y comenzamos a hablar a las mujeres que se habían reunido. [14] Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía. [15] Cuando ella y su familia se bautizaron, nos rogó, diciendo: Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid a mi casa y quedaos en ella. Y nos persuadió a ir”.
Esto es un recuerdo hermoso de lo que allí pasó. Evidente es que Lucas se goza en contarlo. Dios los dirigió a otra parte y en cuanto llegaron recibieron bendiciones. Cuando el Señor dirige nuestros pasos y dice: “allí” o “allí no”, y somos obedientes, podemos suponer que está colaborando con nosotros y que los resultados pronto se verán.
Dondequiera que vayamos lo importante es ser acompañados por Dios; es un trabajo a dúo el que hacemos y que es él quien lo empieza. Los misioneros estaban allí, predicaron, pero fue Dios quien abrió el corazón de Lidia, fue él quien hizo que ella pusiera mucha atención y se interesara por lo que estaba oyendo y fue Dios quien puso fe en su corazón y que pronto, y no lejos, abrazara la historia que se le contaba. Y todo eso se hizo sin moverse detrás de un púlpito para que el mensaje sea ameno, sin ilustraciones brillantes o pensamientos profundísimos, y no sabemos con cuanto calor le dijeron aquellas palabras.
Asumo que con convicción y veracidad. Fue un trabajo relativamente fácil y sin sudar mucho. Quizás es más el trabajo que uno debe dedicar a orar, a ser orientado por Dios que, a predicar, o a preparar un gran sermón.
Inmediatamente la mujer fue bautizada y trajo al agua a toda su familia; sin catequesis, tal vez en la presencia del resto de las mujeres. ¿No fue precipitado? ¿No debía dedicar unos meses para instruirla bien y recibir un grupo? En realidad, la conversión sólo necesita un mínimo de conocimientos: que Cristo murió por nuestros pecados conforme a la Escritura y que resucitó al tercer día y que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos (1Co.15:3,4); y esa fe le es “contada por justicia”. Como un comportamiento perfecto, agradable a la vista de Dios.
El adoctrinamiento, de alguna manera, vendrá después. Es cierto que la iglesia posteriormente esperaba un poco más e instruía a los candidatos antes de aplicarles el bautismo. En esto no es posible aplicar una regla. A veces los que se bautizan enseguida son fieles siempre, a veces no, a veces los que toman sus clases y esperan más, tampoco son más fieles que los que se bautizaron casi simultáneos con su fe. Esto no es el punto más importante del relato, lo verdaderamente significativo es que fue una “primicia”, la primera mujer convertida a Cristo en Europa, que halló la salvación donde Dios quiso que la hallara y en el momento que él estableció. Lidia no se convirtió en su ciudad, Tiatira, Asia. Pudo ella llevar el evangelio a ese lugar, antes que Pablo. El eunuco etíope estuvo en Jerusalén varios días sin oír el evangelio y cuando había salido de la ciudad fue cuando se convirtió. Dios no lo dejó ir sin que obtuviera la fe (8:27 sigs.).
A veces desarrollamos una injustificada culpa por aquellos que no oyen el evangelio, que se mueren sin que alguien les hable, y culpamos de apatía, tal vez con razón, a la iglesia; pero en última instancia, habría que hallar consuelo y explicación de porqué así pasa en el “eterno consejo” de Dios, en su sabiduría y en sus planes. Llegaremos hasta donde Dios quiera que lleguemos. Debemos ser estimulados a cumplir de otra manera con la Gran Comisión, por amor a las almas perdidas, por la gloria del evangelio y de Dios, odio al pecado, amor a la verdad, por humanidad, etc., sin pensar que si no sentimos culpa no somos suficiente celosos.
Una cualidad estupenda de Lidia fue su apoyo con todo el corazón a la obra misionera. Lucas dice que “nos obligó a quedarnos”, por gratitud y para recibir más instrucción. Esa sí es una virtud que pronto más bien que tarde, debemos procurar que los nuevos creyentes desarrollen, su responsabilidad financiera con la obra de Dios. Es una desconsolara realidad que, quizás por la forma en que les ofrecemos el evangelio, sin compromiso y como una adquisición y no como un privilegio, que los que profesan recibir a Cristo están más interesados en recibir que en dar.
Les enseñamos que “reciban a Cristo, su obra, el evangelio...” y se hacen la idea que la iglesia es un lugar donde se va para recibir, que es un paraíso y si no obtienen lo que buscan la dejan, o se preocupan poco por ella, su funcionamiento y su misión. No se exige ni se pide desde un principio que se desprendan de algo, sino que “reciban”. La fe bíblica es en primer lugar un despojo y en segundo una recepción. Tal vez sea porque hemos eliminado de nuestros discursos la palabra arrepentimiento, y si se usa, se hace en sentido positivo y jamás negativo, para aconsejar sobre los malos resultados que da el pecado, el daño personal que ocasiona y no por cuestiones éticas y por temor de Dios.
El principal deber de un recién convertido no es leer la Biblia, asistir a los cultos, cantar en el coro, sino dar dinero para el programa de evangelización de la iglesia. Lidia fue una misionera; si llevó el evangelio a otros en Filipos o en Tiatira no lo sé, pero es misionera por cuanto apoyó a los misioneros, participó de su espíritu misionero y ofreció su casa a disposición de los que trabajaban en la Gran Comisión.
Hch. 16:16-21
Sobre adivinos y la cultura
“[16] Y sucedió que mientras íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha esclava que tenía espíritu de adivinación, la cual daba grandes ganancias a sus amos, adivinando. [17] Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, gritaba diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os proclaman el camino de salvación. [18] Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando esto a Pablo, se volvió y dijo al espíritu: ¡Te ordeno, en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella! Y salió en aquel mismo momento. [19] Pero cuando sus amos vieron que se les había ido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los arrastraron hasta la plaza, ante las autoridades; [20] y después de haberlos presentado a los magistrados superiores, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, [21] y proclaman costumbres que no nos es lícito aceptar ni observar, puesto que somos romanos”.
Lucas recuerda este incidente de la muchacha a quien el diablo había convertido en una famosa adivina. Dice que tenía “espíritu de adivinación” (v.16); y por lo que añade tenían sus dueños mucho éxito en el negocio. No se dice si en verdad adivinaba o usaba trucos de magia. Pero concediéndole que sus adivinaciones pasadas y pronósticos futuros fueran ciertos, no hacían del asunto una señal de Dios. Ella tenía un demonio escondido dentro, a quien sus amos tal vez identificaban con algún espíritu bondadoso enviado de Dios; pero no provenía de él sino del diablo. Los adivinos son la contrapartida de los profetas, pero muy inferiores a estos, trabajan con el diablo y con supuestos espíritus de ultratumba y en el fondo sus consejos son malos. Dios prohibió los adivinos dentro del pueblo (Lev.19:26,31) y mandó castigar a quienes los visitaran porque desarrollarían una religión adversa a la suya, con raíces en el paganismo cultural de las naciones. La religión de los adivinos es un negocio, y de una manera o de otra busca el dinero y se desarrolla como una pequeña empresa. La ruina de este negocio provocó que sus dueños incitaran a las multitudes contra los apóstoles.
Generalmente los agoreros, espiritistas y adivinos se disfrazan de religión verdadera. La muchacha por muchos días gritaba detrás de Pablo que él era un auténtico mensajero de Dios que anunciaba la salvación (v.17). El testimonio que daba era cierto, pero no para que la gente se convirtiera a Dios y creyera el evangelio sino para que el pueblo no pudiera distinguir entre ella y los apóstoles, entre la adivinación y la profecía, entre la verdad y la mentira, entre Dios y el diablo.
Su fin no es destruir el evangelio sino corromperlo, imitarlo de modo tal que sea muy difícil distinguir entre el error y la mentira. Para ello forja teologías, métodos de evangelización, etc. Por un tiempo el apóstol no dijo nada, aunque le desagradaba aquella propaganda pensando que quizás desistiría, hasta un punto que ya no pudo resistir más y la enfrentó, curándola. La destrucción de la fortaleza de ese espíritu provocó disturbios y condujo a los misioneros por un camino más difícil de salvación. Jesús tampoco quiso expulsar a todos los demonios que había en Israel y prohibió a algunos que no dijeran a nadie sus milagros, o se hubiera echado todo el infierno junto encima.
Los dueños de la adivina por venganza al verse estropeado el negocio inventaron que el evangelio es una influencia cultural destructora y que tiene que prohibirse o terminará haciendo caer el gobierno y la sociedad entera. “Son judíos y enseñan costumbres que no es lícito observar y practicar pues somos romanos...” (vv.20,21). Esa ha sido una mentira que se ha usado y se usa contra los misioneros en otras culturas. Y puede que en el fondo haya algo de cierto. El evangelio es una cultura y destruye todo lo que sea pecaminoso en cualquier cultura, y nunca fue predicado en combinación ni solicitando apoyo de la cultura que intentaba cambiar.
Pasa y ayúdanos a salvar un tipo en la cárcel del pueblo
Hch. 16:22-34
“22 Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. 23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. 25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. 27 Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. 28 Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. 29 El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; 30 y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. 34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios”.
Fíjate lo que se aprende sobre los contratiempos: Donde Dios quiere que celebren un culto y para quienes participen. En una cárcel. Pablo tuvo que entender donde Dios quería que él testificara (un culto). El sitio menos pensado o deseado. Podría haber supuesto que si Dios lo había llevado allí todo iría de maravillas.
¿Es éste el lugar donde Dios quería que ellos fueran? ¿Dónde estaba el varón macedonio para que les diera explicaciones de por qué los había invitado a una trampa? Les había dicho "pasa y ayúdanos" sin decirles ni una sola palabra sobre la prisión y la cárcel. Pero era el lugar donde Dios quería que ellos estuvieran, y Pablo sabía bien que las bendiciones de Dios vendrían acompañadas "con persecuciones" "porque para esto también estamos puestos" (1 Te. 3:3).
En el relato no hay ningún indicio que los apóstoles tuvieran alguna duda sobre el llamamiento de Dios a predicar en ese lugar. Como en los otros lugares aquí también recibían las bendiciones de la gracia con hostilidades humanas. No había ninguna incertidumbre acerca de que aquél era el sitio correcto. Los contratiempos no debían juzgarse como una negación del llamamiento. En todo lugar el diablo trata de interrumpir la obra de Dios. Allí se quedaron aceptando las circunstancias y aprovechándolas.
Me parece que Lucas recuerda estas cosas por varias razones, con la intención de mostrarnos la disposición espiritual o anímica con que Pablo y Silas celebraban un culto en la cárcel, "oraban y cantaban himnos a Dios" (v.25). ¿Cuál era la intención de ellos con esa conducta? ¿Mostrar un invencible espíritu de fe? No. Supongo que la intención de ellos se correspondía con la razón del llamamiento para predicar el evangelio en aquel lugar, y se adaptaron perfectamente a las circunstancias para continuar con su ministerio.
Fíjate en cómo le dicen a los presos que ellos están allí, que hay dos “capellanes” presos con ellos y que las cosas van a cambiar dentro de la cárcel: Orando en voz y cantando en voz alta, orando por ellos mismos, por el carcelero y su familia que no le sea tomado en cuenta lo que hizo, orando por los otros presos y los suyos, pidiendo por el éxito de ellos en la cárcel y por el desarrollo del ministerio en ese lugar. Y cantaban himnos, quizás algún salmo de David u otro, dando gloria a Dios, llenado toda la cárcel como si fuese una reunión de iglesia con muchos reos. Aquellas eran las personas que Dios quería que escucharan la palabra por boca de ellos y no habría otra forma para ofrecerles la oportunidad de la salvación, sino que ellos dos estuvieran en ese lugar, atados los pies al cepo y las manos a cadenas. Pero no con una mordaza en la boca. No es tan importante la comprensión inmediata de las circunstancias y el hallazgo de respuestas a situaciones adversas como el aprovechamiento del tiempo de la vivencia, obrando con la seguridad de que todo tiene un sentido porque detrás se halla la sabiduría de Dios.
Ningún culto tan sencillo como éste, sin ningún elemento concebido para el deleite de los oyentes. Por la pregunta del carcelero "¿señores ¿qué debo hacer para ser salvo?", se descubre que estaban orando y cantando las doctrinas de la salvación, pues de otro modo no hubiera aparecido la pregunta. No se buscaba un punto sensible o satisfacer sus necesidades humanas sino revelarles el evangelio en las doctrinas de la salvación. La revelación en las doctrinas de la salvación explica de la condición humana y quién es Dios, las dos enseñanzas básicas para la salvación. Eso verdaderamente es predicación y por su contenido un culto de salvación.
La manifestación del poder de Dios selló aquel esfuerzo espiritual y lo hizo efectivo. No fue la habilidad de ellos y la coordinación de las partes del culto (de todos modos, sólo tenía dos partes: orar y cantar), sino el terremoto, el apagón y la apertura de las rejas y grillos. De todos modos, el carcelero no le ponía cuidado a lo que ellos hacían y se durmió, y posiblemente otros también, no todos estaban interesados en el culto; pero Dios sabe cómo abrirles el corazón a los hombres y el terremoto que sucedió no sólo abrió los grillos de los pies, sino que los aterrorizó también y que cada uno recibiera una señal personal para ser salvo. No hay otros testimonios. Sólo el carcelero. Toda aquella experiencia, sufrimientos y manifestación divina para salvar de la condenación a una familia, y el resto fue un desperdicio. El resultado numérico inmediato de aquel culto fue exiguo. Una sola alma.
Pablo lo insta a que se haga cristiano. A la pregunta del carcelero "qué debo hacer para ser salvo" los misioneros respondieron: "cree en el Señor Jesucristo" (v. 30), que es un equivalente a "haber creído a Dios" (v. 34) y a convertirse en cristiano (26: 28), mostrando su fe al recibir el bautismo, y por supuesto, aceptando las enseñanzas de Cristo en lo tocante a toda religión, toda esperanza, todo perdón. La conversión en cristiano, y el bautismo como una señal del pacto que se acepta (no como una obediencia pública sino como una conciencia a que aspira (1Pe.3:21), hace que el carcelero quede unido a la iglesia universal de Cristo. El proyecto de evangelizar a los presos no quedaba completo sin el bautismo. Esa fue la necesidad que se llenó en su vida.
Se puede observar la señal de genuina aceptación del evangelio por su nueva manera de mirar a los misioneros, a los cuales antes despreciaba ahora los amaba, lavándoles las heridas que él les hizo y disculpándose por las groserías que les dijo. Eso en otras palabras puede ser tenido como restitución, obrar en sentido opuesto, vivir en sentido opuesto, y una actitud nueva y positiva, agradecida hacia los ministros del evangelio y la iglesia, ofreciendo a la obra misionera, desde el primer momento, un total apoyo, no precisamente a dos capellanes modernos sino dos misioneros en ultramar. Entonces comprendieron que lo que le faltó al varón macedonio cuando dijo, “pasa y ayúdanos” fue para que salven un tipo que trabaja en la cárcel del pueblo y que Dios ha escogido para salvación con toda su familia.
Cárcel y derechos civiles
Hch. 16:35-40
“Cuando se hizo de día, los magistrados superiores enviaron a sus oficiales, diciendo: Suelta a esos hombres. [36] El carcelero comunicó a Pablo estas palabras, diciendo: Los magistrados superiores han dado orden de que se os suelte. Así que, salid ahora e id en paz. [37] Mas Pablo les dijo: Aunque somos ciudadanos romanos, nos han azotado públicamente sin hacernos juicio y nos han echado a la cárcel; ¿y ahora nos sueltan en secreto? ¡De ninguna manera! Que ellos mismos vengan a sacarnos. [38] Y los oficiales informaron esto a los magistrados superiores, y al saber que eran romanos, tuvieron temor. [39] Entonces vinieron, y les suplicaron, y después de sacarlos, les rogaban que salieran de la ciudad. [40] Cuando salieron de la cárcel, fueron a casa de Lidia, y al ver a los hermanos, los consolaron y partieron”.
Lo principal de esta sección tiene que ver con el cristiano y la cárcel y en segundo lugar el cristiano y sus derechos civiles. Acércate para que te des cuenta cómo se sienten un par de cristianos encarcelados. Ya hemos visto que en el peor de los calabozos ellos no se sentían mal ni maldecían su suerte. Desde el fondo de la cárcel los otros presos podían oír sus oraciones y cánticos. Y eso, en conjunto con lo que pasó aquí, nos damos cuenta que para ellos la prisión no era el fin del mundo. No podía desmoralizarlos como se pretendía.
Fíjate que estos dos cristianos no estaban apurados por salir de allí ni deseosos que Dios los sacara de aquel lugar. Pensarían que si el Señor quería que estuvieran allí era el mejor lugar del mundo para vivir. La cárcel y los golpes les molestaban menos de lo que las autoridades hubieran querido. No es que amase sus cadenas (26:29), pero tampoco recurría al soborno para salir del presidio (24:26,27). Si salía de la cárcel quería salir lleno del Espíritu Santo (Flp.1:19). No había perdido su dignidad como ser humano ni su entusiasmo cristiano. ¿Es posible mantener el entusiasmo cristiano en ese obscuro lugar? ¿Por qué no? Allí brillaba la luz de Dios y desde allí salieron palabras de salvación para todo el presidio. Un par de cristianos, injustamente castigados, son una bendición para la penitenciaría donde se hallen.
Nos podemos dar cuenta que ambos misioneros apelan a sus derechos civiles. Las injusticias no lograron aplastarles su arrogancia ciudadana; y no quisieron abandonar el calabozo hasta que las autoridades los hubieran escuchado bien y recibieran excusas, y no dinero, por los abusos que sufrieron. No querían dar un paso fuera de la cárcel sin que la dignidad de ellos fuera restaurada y defendida la de los que estaban afuera: Lidia, su familia, y los otros que habían creído. Cuando un cristiano defiende su derecho ante las autoridades, defiende el de los demás. Nunca debemos permitir que absolutamente no nos traten como seres humanos; y las injusticias de un país se enfrentan con dignidad y con leyes. Es una gran cosa un país con buenas leyes y ciudadanos que respeten el estado de derecho. Los que hacen lo malo deben temer la voz de la iglesia. La iglesia debe conocer sus derechos y reclamarlos.
Por último, salieron de la cárcel con la frente erguida, como salen los héroes que han ganado una batalla, dejando detrás de ellos muchas respuestas en las mentes de los prisioneros, para que ellos también considerarann bautizarse como cristianos. Llegaron a casa de Lidia y vieron a todos los hermanos, y los consolaron a ellos, no al revés. Las cosas quedaban mejor en el pueblo y desde ese momento en adelante tendrían más cuidado de meterse con ellos.
Una iglesia fundada sobre la Escritura
Hch. 17:1-9
“Después de pasar por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. [2] Y Pablo, según su costumbre, fue a ellos y por tres días de reposo discutió con ellos basándose en las Escrituras, [3] explicando y presentando evidencia de que era necesario que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos, y diciendo: Este Jesús, a quien yo os anuncio, es el Cristo. [4] Algunos de ellos creyeron, y se unieron a Pablo y a Silas, juntamente con una gran multitud de griegos temerosos de Dios y muchas de las mujeres principales. [5] Pero los judíos, llenos de envidia, llevaron algunos hombres malvados de la plaza pública, organizaron una turba y alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo. [6] Al no encontrarlos, arrastraron a Jasón y a algunos de los hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Esos que han trastornado al mundo han venido acá también; [7] y Jasón los ha recibido, y todos ellos actúan contra los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Jesús. [8] Y alborotaron a la multitud y a las autoridades de la ciudad que oían esto. [9] Pero después de recibir una fianza de Jasón y de los otros, los soltaron.”
El cristianismo es una tremenda fuerza moral para la transformación del mundo, y ya lo hubiera hecho si el diablo y los malos hombres no procuraran impedírselo. En Tesalónica se fundó una iglesia sobre la interpretación cristiana de las Escrituras judías, entre hombres ya temerosos de Dios y mujeres nobles o principales, de importancia, quizás judías esposas de gentiles. Ayudaron mucho al prestigio de fe que tenía esta iglesia. Sin embargo, dondequiera que nació una iglesia hubo problemas.
Los judíos se oponían por todo el mundo que se abrieran iglesias cristianas porque consideraban que el cristianismo era una herejía judía (“Camino que ellos llaman herejía” 24:14), los misioneros usaban el libro sagrado judío para probar esas herejías y la principal herejía era la esperanza judía, que el Mesías que tanto ansiaban que viniera, había venido, se llamó Jesús y lo crucificaron. Sentían envidia y celo que lo más sagrado de ellos, sus libros y su historia se fueran de la nación y estos hombres lo repartieran por el mundo entero. Hoy llamamos a eso intolerancia religiosa. Un exclusivismo religioso que no existió en la mente de Dios para ellos. Los judíos fueron los primeros que trataron sobre la destrucción de la iglesia cristiana.
Fíjate qué malentendido. A la bendición del mundo le llaman lo peor del mundo. Decían que estaban desarreglando el mundo y volviéndolo al revés, y era lo contrario, estaban poniendo el mundo de pie, mejorando el mundo, adelantando el mundo, alumbrando el mundo. La Iglesia católica habrá tenido que ver en La Edad de las Tinieblas, pero no el evangelio. Lo que pone el mundo al revés y boca abajo no es el evangelio, las iglesias, los predicadores sino el pecado, los malos gobernantes, los vicios, las inmoralidades y las leyes injustas. No es el Espíritu Santo sino el diablo.
Observa la sagacidad política de los impíos, como ellos afirmaban falsamente que los misioneros oponían a Jesús al gobierno, diciendo que era rey, sustituyendo al césar. Y no era cierto. para su forma de gobierno. Cierto es que los tiranos, los asesinos, deben temer al avance del cristianismo y que Jesús se opone a ellos, pero no las democracias y los limpios gobiernos. Siempre los malos hombres han querido hacerle ver a la sociedad, sobre todo a los gobiernos, que el cristianismo es perjudicial y una amenaza para sus gobiernos.
Cuando los cristianos afirmaban que “no hay otro rey” sino Jesús, era cuando los enemigos querían que ellos llamaran a César “Señor” y los hermanos se negaban. No que se negaran a obedecer las leyes o a reconocer al rey sino a divinizarlo, a permitirle que invadiera su teología y la sustituyera. Los apóstoles hablaban a la iglesia de honrar al rey (1Pe.2:17), hasta de responder con temor y reverencia ante los tribunales (He.12:28). Y hay otros textos. Es cierto que la fuerza moral de Jesús afectaba a los políticos y negociantes, pero a los perversos, no a los hombres honrados. Jasón no se espantó con eso, pagó una fianza y salió a la calle.
Ni éste ni algún otro se volvió atrás porque sabían bien que la persecución no puede triunfar sobre la razón, y si los judíos tenían algo en contra de los cristianos que con razonamientos los vencieran; porque si en la sinagoga no pudieron rebatir el argumento que Jesús había muerto y resucitado, tampoco podrían amordazarlos afuera. Si por esos enemigos fuera, ellos hubieran escondido sus libros de los ojos del mundo y los hubieran puesto donde nadie sino ellos los vieran. Pero no pudieron hacerlo ni tampoco lo que pasó con Jesús. Y Cristo triunfaba por las infamantes calles de Tesalónica. Con tres estudios bíblicos y un poco de alboroto social se fundó una iglesia cristiana. En vez de gritar “estos que trastornan el mundo” debieron gritar “estos que transforman el mundo”, que bien necesitado está, han venido acá, démosles la bienvenida y apoyémoslos”.
Fundando iglesias
Hch. 17:10-15
“Enseguida los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas a Berea, los cuales, al llegar, fueron a la sinagoga de los judíos. [11] Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así. [12] Por eso muchos de ellos creyeron, así como también un buen número de griegos, hombres y mujeres de distinción. [13] Pero cuando los judíos de Tesalónica supieron que la palabra de Dios había sido proclamada por Pablo también en Berea, fueron también allá para agitar y alborotar a las multitudes. [14] Entonces los hermanos inmediatamente enviaron a Pablo para que fuera hasta el mar; pero Silas y Timoteo se quedaron allí. [15] Los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas; y después de recibir órdenes de que Silas y Timoteo se unieran a él lo más pronto posible, partieron”.
Dondequiera que Pablo iba anunciaba primeramente a los judíos la Palabra del Señor (Ro.1:16; 2:9,10); entraba en las sinagogas y les hablaba a sus “parientes” (Ro.9:3); y a partir de los judíos convertidos, entonces en el mundo helénico y la Palabra se transmitía a todos. No obstante, quiero que notes la diferencia entre dos poblaciones. Los judíos en Tesalónica eran desconfiados y agresivos y los de Berea no. No estaba lejos una ciudad de otra, pero eran distintos. La misma raza, igual cultura, pero gente diferente. Adoraban al mismo Dios, eran tan israelitas unos como otros excepto en la forma de oír el evangelio. Cuando dice que “eran más nobles” no se refiere tanto a un rasgo del carácter de ellos, como si dijera dóciles y humildes, sino que está hablando de rango, de nobleza en la jerarquía.
Tenían un comportamiento más civilizado que los otros para examinar ideas contrarias o diferentes a las que sostenían. Y esa cualidad también significaba apertura de mente para confirmar o modificar un punto de vista por medio de la investigación y el estudio. Generalmente las multitudes que los judíos echaban sobre los apóstoles eran gentes de un inferior valor social (ver 17:5, “turba”). Esas son las personas a las que apelan los malos gobernantes para afianzarse en el poder.
Los de Tesalónica eran irrazonables, los de Berea preferían usar la Escritura para comprobar o desmentir los sermones cristianos, “escudriñando cada día la Escritura para ver si era cierto” (v.11). No sólo leían en la sinagoga los textos que Pablo usaba, sino que, yendo a casa, en la soledad del hogar, abrían “la Biblia” y estudiaban el asunto que habían oído el día de reposo. Examinaban la exégesis que se les proponían y meditaban en las experiencias que les habían contado. Si estaban de acuerdo volvían para seguir oyéndolos y aceptaban ser bautizados, si no, cerraban la Escritura y asunto concluido. Esa es la forma correcta de juzgar el valor cristiano de un sermón: por la cantidad de verdades bíblicas que contengan.
No se convirtieron de otra forma sino estudiando la Escritura y procurando convencerse de la verdad o mentira que predicaban. Y ¿podrá existir otra manera de convertirse que no sea con conocimientos del evangelio? La liturgia, por ejemplo, es la forma en que se esconde, revela o simboliza la verdad, pero ¿es la liturgia suficiente? Responder que sí es afirmar que “la forma de la verdad” es suficiente sin la desnuda verdad.
La forma única de conversión es por medio de “la palabra implantada” (Sgo.1:21). El hombre ricachón en el infierno le pidió a Abrahán que alguien salido de la tumba le “testificara” a sus hermanos vivos para que no murieran en la condenación, y Jesús le respondió que “a Moisés y los profetas tienen, óiganlos” (Lc.16:29), que es lo mismo que si les hubiera dicho: “escudriñen la Escritura porque en ella tienen la vida eterna”.
El testimonio personal, ni siquiera venido de ultratumba, es suficiente para convencer de pecado, justicia y juicio a una persona. Hubo un gran movimiento espiritual en Berea, alrededor de la Escritura, y por eso muchos creyeron, incluyendo a mujeres distinguidas. Todos los genuinos avivamientos tienen raíces teológicas.
Un movimiento alrededor de una forma cultural de adoración no es un avivamiento, aunque atraiga a mucha gente. El avivamiento tiene que ver con conversión y no con asistencia, alegría y otras cosas. Los ánimos exaltados y los sentimientos impresionados por la adoración no sustituyen el estudio de la Escritura, en un auténtico avivamiento.
Para “sembrar una iglesia”, para usar un lenguaje actual, se empieza con un estudio de la Biblia y enseñando a los inconversos lo que no saben: amar la verdad para ser salvos (2Te.2:10). Ese método no ahuyenta a la gente, al menos los que buscan la verdad y no complacerse a ellos mismos. Dice que “por esta causa muchos creyeron”, y aunque no aparezcan esas palabras en otras versiones, por el contexto se mira que son verdaderas. Los judíos convencidos por la Escritura que Jesús era el Cristo que ellos habían estado esperando, evangelizaron a los griegos que dependían en mucho del estudio que esos habían hecho.
El estudio bíblico como fundamento de génesis de una iglesia es en sí mismo un cedazo para determinar en un principio quiénes son cristianos y quienes no. La adoración es una forma amplia de evangelización y prácticamente caben todos los que quieran. Pero no es lo mismo con el estudio de la Escritura que implica ejercicio intelectual para poder asimilar lo que se aprende y tener fe. Es un mensaje que se conoce y no una emoción que se siente. El estudio bíblico debe ser lo primero que se haga cuando se funda una iglesia, no lo segundo o lo tercero Para lograr “alcanzar gente” “llenar la iglesia” el estilo de adoración es más exitoso que el estudio bíblico, pero no para la conversión. Se va directo a eso no por medio de la adoración, atrayendo a la gente con la música, los testimonios, las artes, la benevolencia, sino empezando con la Escritura. Desde la Biblia a la música no desde la música a la Biblia. Desde la doctrina a la adoración no por medio de la adoración a la doctrina. Es el camino “estrecho”, es el más difícil y “son pocos los que hallan la puerta” (Mt.7:13,14).
Por esto he dicho que numéricamente el estudio bíblico puede resultar vocacionalmente frustrante y desalentador. Es fácil “cavar sobre la arena” y no “sobre la roca” pero las torrenciales lluvias de la vida, las inundaciones de la existencia convertirán en “grande ruina” lo que no tenga un fundamento firme (Mt 7:27). Vivimos en un mundo sujeto al tiempo, todo lo queremos rápido, incluyendo las conversiones. No está de moda eso de “esperar en Jehová”.
El estudio de la Escritura como método de origen de una iglesia es internacional puesto que dice que creyeron tanto judíos como griegos. No hay que romperse la cabeza cuál es el mejor método para este país y para el otro y hacer un estudio e investigación de la cultura, educación y nivel social de la población para conocer su idiosincrasia y después adaptarle la forma del evangelio para que “dorada la píldora” se la traguen. Lo único que varía de un país a otro es el idioma. En uno hay que predicar en griego, en otro en latín, en otro en árabe, porque unos son “partos” otros “medas y elamitas, o de Mesopotamia”. Esa es la razón por la cual la iglesia primitiva recibió el “don de lenguas” para que se le pudiera testificar “no a los creyentes sino a los incrédulos” (1 Co.14:22).
Lo principal del evangelio son sus ideales, sus principios, su moral, y eso, fundamentalmente, son los ingredientes de una genuina conversión a Cristo.
Esa clase de evangelización se adapta a cualquier género, sean hombres o mujeres. Por eso se dice que también creyeron mujeres. Es el método evangélico por excelencia y la forma “cristiana” porque “en Cristo” no hay varón ni mujer, griego o judío, sino que todos somos uno”. El evangelio no es para mujeres solamente ni para hombres solamente, ni para viejos solamente o jóvenes solamente.
Y si queremos alcanzar para Cristo los niveles sociales y culturales altos de la población, la enseñanza de la Escritura es la mejor, sino la única. Lucas dice que creyeron “muchas mujeres de distinción”. Estos son los que buscan un “culto razonable” de adoración. Una evangelización que insiste principalmente en formas atractivas de adoración atraerá mayormente a personas de la clase pobre y de menos educación (con excepciones).
Pablo empieza a evangelizar en Atenas
Hch. 17:16-21
“[16] Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía dentro de él al contemplar la ciudad llena de ídolos. [17] Así que discutía en la sinagoga con los judíos y con los gentiles temerosos de Dios, y diariamente en la plaza con los que estuvieran presentes. [18] También disputaban con él algunos de los filósofos epicúreos y estoicos. Y algunos decían: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece ser un predicador de divinidades extrañas—porque les predicaba a Jesús y la resurrección. [19] Lo tomaron y lo llevaron al Areópago, diciendo: ¿Podemos saber qué es esta nueva enseñanza que proclamas? [20] Porque te oímos decir cosas extrañas; por tanto, queremos saber qué significan. [21] (Pues todos los atenienses y los extranjeros de visita allí, no pasaban el tiempo en otra cosa sino en decir o en oír algo nuevo)”.
Observa la impresión que le produce la capital griega al apóstol. Se “enardecía” o más bien “exasperaba”; se mostraba disgustado e impaciente con los muchos ídolos que miraba por todos lados. ¿En todas las ciudades no era lo mismo? En Éfeso, en Tesalónica, en Corinto, era igual. En cada esquina había un ídolo y en cada plaza un altar. Entonces ¿por qué tanta emoción con Atenas? ¡Porque era la Atenas del mundo, el intelecto del imperio! Para el apóstol era increíble que donde había tanta cultura existiera tanta gente idólatra. A nosotros cuando vemos lo lejos que están de Dios las universidades nos pasa lo mismo. Una cultura tan grande como la de occidente y religiosamente tan equivocada. Atenas nos enseña que una ciudad además de universidades necesita iglesias.
En el relato la discusión con los judíos atenienses ocupa poco interés en relación con la predicación en el areópago con los filósofos epicúreos (cuya finalidad era encontrar la felicidad, “comamos y bebamos, hagamos cualquier cosa que nos guste”) y los estoicos, (“hay que suprimir los deseos y ser guiados por la conciencia, eliminar los miedos y cualquiera otra emoción”).
Permíteme por unos minutos reflexionar sobre los lugares para la evangelización. El apóstol se dirige a predicar, en esa época y en esa sociedad, al lugar adecuado, en “la plaza” “calle” “mercado” donde se reunía la gente para comprar o estar. No comenzó alquilando una casa e invitando al pueblo que viniera (eso lo hizo cuando estaba preso). La casa, como la de Jasón, después aparecería (17: 5). Primero la formación del grupo y más tarde habría tiempo, ideas y medios para conseguir un local para reunirse.
Es en esos lugares públicos donde, si se nos permite, repartimos tratados y procuramos hablar con la presurosa gente que es diferente de aquella otra. Los atenienses pasaban mucho tiempo en esos sitios, la vida de ellos era lenta y deseaban tener alguien para hablar de algo nuevo porque se aburrían muchísimo. Aquellas personas con su apetito por lo novedoso sí son parecidas a la gente de hoy, pero la vida de ellos era menos agitada que la actual, que cuando las personas van al mercado van corriendo y quieren irse pronto y generalmente no quieren platicar con extraños. Los mercados y sitios públicos modernos son excelentes para la propaganda comercial pero no para sostener una seria y reflexiva discusión, teniendo ellos tantas ganas de irse. Además, ese campo para la evangelización ha sido religiosamente maleado por el exceso de uso. Proselitistas de todas las religiones lo usan continuamente, cansándolo más bien que otra cosa.
Es mejor el testimonio individual de amigo a amigo, vecino a vecino, hermano a hermano y compañero a compañero. Un conocido habla a otro conocido en el tiempo y el lugar adecuado y deja esa otra forma de evangelización para los productos comerciales. La visitación en las casas tiene algún resultado si se visitan muchas, si se hacen citas previas, pero a rumbo o a la suerte es menos fructífero.
Pablo se hallaba preparado teológicamente para predicar el evangelio a estos fríos hombres de letras. Si sigues con tu vista verás que les predicaba “a Jesús y la resurrección”. Los filósofos entendieron que les hablaba “de religión” (otros dioses). El apóstol no tuvo interés en ser abstracto o discutir acerca de “la felicidad” y ni siquiera del “dominio propio”. Y si tocó esos asuntos fue desde la predicación de Cristo y su resurrección, o sea, la felicidad en el testimonio y los padecimientos de Cristo y el Espíritu Santo como Espíritu de control de los apetitos, etc. No fue una discusión para conocer quién sabía más, quién era más culto que quién. Nada de eso. Se limitó a contarles la historia de Jesús, su muerte y resurrección abriendo para esos filósofos una esperanza que era lo que verdaderamente ellos no tenían y en el fondo más querían, la continuidad más allá de la muerte, no tanto la felicidad o el control del cuerpo sino una mejor explicación para vivir.
Por último, en esta sección, los filósofos juzgaban que Pablo era un charlatán o un “palabrero” “uno que se gana la vida recogiendo desperdicios” (nota en la BDA). Como quiera que sea, tenían una inicial mala opinión de él. Posiblemente un individuo sin ideas propias sino recogidas de aquí y de allá, sin una preparación consistente. Alguien que no estudia, sino que repite lo que oye. Era una forma de burlarse. De antemano no lo tomaban en serio ni tomarían en serio lo que dijera, pero de todos modos querían oírlo. Y a pesar de tan desfavorable opinión, predicó y algunos creyeron al evangelio.
Cómo Pablo predicó en la Atenas del mundo
Hch. 17:22-34
“Entonces Pablo poniéndose en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, percibo que sois muy religiosos en todo sentido. [23] Porque mientras pasaba y observaba los objetos de vuestra adoración, hallé también un altar con esta inscripción: AL DIOS DESCONOCIDO. Pues lo que vosotros adoráis sin conocer, eso os anuncio yo. [24] El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres, [25] ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y todas las cosas; [26] y de uno hizo todas las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la faz de la tierra, habiendo determinado sus tiempos señalados y los límites de su habitación, [27] para que buscaran a Dios, si de alguna manera, palpando, le hallen, aunque no está lejos de ninguno de nosotros; [28] porque en Él vivimos, nos movemos y existimos, así como algunos de vuestros mismos poetas han dicho: "Porque también nosotros somos linaje suyo." [29] Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la naturaleza divina sea semejante a oro, plata o piedra, esculpidos por el arte y el pensamiento humano. [30] Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan, [31] porque él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos. [32] Y cuando oyeron de la resurrección de los muertos, algunos se burlaban, pero otros dijeron: Te escucharemos otra vez acerca de esto. [33] Entonces Pablo salió de entre ellos. [34] Pero algunos se unieron a él y creyeron, entre los cuales estaban Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y otros con ellos”.
En esta porción veremos lo “qué tiene que ver Atenas con Jerusalén” (Tertuliano). Pablo representa a Jerusalén y los estoicos y epicúreos a Atenas. Atenas invita a Jerusalén al areópago y esta sube “la colina de Marte” y expone su credencial judía y cristiana. Es la Jerusalén de arriba, no la de abajo, la que llega, para “decir algo nuevo”.
Jerusalén les llama a los atenienses varones supersticiosos. Eran extremadamente religiosos y por ende supersticiosos (v.22); y que la ciudad estaba entregada a la idolatría (v.16). La superstición es un exceso en la religión (¿fanatismo?). Por dondequiera habían levantado un altar a algún dios y hasta algunos dedicados “al dios no conocido” responsable de alguna bendición, epidemia o calamidad y que no se podía saber quién era. Allí se le ofrecían sacrificios. No era un altar dedicado a Jehová el Dios de los judíos, ni con mucho a Jesucristo.
Pablo sabía eso, pero la inscripción le hizo pensar que eran tan ignorantes que no podían descubrir al Dios que los bendecía o reprendía, y por eso les dice que “él ha pasado ya los tiempos de esa ignorancia” (v.30) y que ellos con todo y saber tanto y ser tan religiosos eran ciegos y estaban acercándose a su existencia como “palpando” (v.27). La bendición o justicia de Dios sobre esos paganos lo que hace es confundirlos y generar más idolatría.
Mira las cosas útiles que aprendieron los atenienses de la teología paulina. Pablo tenía una teología judía. Y les enseña la unicidad de Dios. Que hay un solo Dios, auto existente, creador de todo, “el Dios que hizo el cielo y la tierra...al hombre…las naciones y establecimiento de sus fronteras...” (vv.24-26). Quiere decirles: “olvídense de los otros dioses, sólo hay uno y ustedes no lo conocen como confiesan en sus altares. Pues yo lo conozco, hizo el mundo, es autosuficiente, es fundador de las naciones en su tiempo y longitudes, y no necesita que nadie le dé nada pues lo ha hecho todo”. Les invita a que reduzcan su religión a uno solo. Un solo Dios, de Jehová el Dios de los judíos.
La primera parte del sermón de Pablo es teológica y puedes observar el avance de su teología, que va más allá del judaísmo. Un judío tradicional haría del templo su religión. Si el templo era destruido se destruía su religión. El mundo se acabaría con la destrucción del templo. Sin embargo, Pablo, antes que el templo de Jerusalén fuera destruido, tiene una teología con más progreso que esa. Les está presentando una teología no centralizada en una casa de oración ni en sacrificios de animales. El cristianismo es una relación viva y sagrada con Dios en la calle, en el comercio, en el hogar y en todo lugar. Está invitando a los atenienses a limpiar las calles, los parques y las plazas de todo altar y adorar a ese único Dios “en espíritu y en verdad”, un Dios “inmortal e invisible” (1Ti.1:17), y que nada tiene que ver con “el arte y pensamiento humano” (v. 29); ubicuo, pues “en él existimos y nos movemos”. El propósito de Pablo no es predicar teología per se sino evangelizarlos, reconciliarlos con Dios. No da una “conferencia” sino un sermón. Les dice que Dios les ordena arrepentimiento. Nada de “recibir a Dios en sus corazones” “alabarle” (v.30). No basta con tener una ciudad limpia de señales religiosas sino el cambio de sus ciudadanos. Lo que Dios quiere no es sólo ver a una Atenas monoteísta sino cambiada, otra Atenas. Detrás de las palabras del apóstol se percibe el ardor judío de la ley y juicio. Les ordena que se arrepientan porque serán juzgados por Dios. Cuando aquel judío paseando por las calles de la ciudad la vio llena de objetos idolátricos pensó en Jerusalén y en su pueblo tan único y limpio de esas cosas, y en la bendición de tener un Dios como el Dios de Israel. Su corazón judío se llenó de enojo y consternación, y con ese ímpetu santo es que predica ese sermón, a una ciudad tan bella y tan ignorante. Es pues, un Dios trascendente que va más allá de los sitios de adoración. Lo saca a las calles, a los hogares dondequiera que uno “vaya y se mueva” (vv.27,28). Es un acompañante diario.
Fíjate que en su sermón Dios es exaltado y el hombre humillado. Dios es puesto en la cumbre, el hombre desmitificado y expuesto como simple hombre y por desgracia pecador. Quiere que Atenas sea como Jerusalén con atenienses cristianos. Y les baja los humos. Les dice: “arrepiéntanse o darán cuenta al que ha de juzgar a los vivos y a los muertos”. No les citó lo que dice la Ley en Deu.6:4. Podía haberles dicho “la Biblia dice en Deuteronomio...”. Y sobre la autoridad de la revelación predicarles. Pero no fue así. Citó a Aratus, un filósofo pagano, citando las mismas palabras de un himno pagano a Jove, “linaje suyo somos”, pero con una intención opuesta. No darle gloria al hombre sino quitársela.
Los paganos se creían de estirpe divina, hijos e hijas de los dioses, que ellos y los dioses tenían la misma naturaleza, linaje de ellos. Uno pudiera pensar que Pablo se equivoca o fuerza en su conveniencia una cita impropia. El himno escrito por Cleantes fue para el dios Jove, no estaba pensando en Jehová. Y Pablo lo dice no para negarles que sean dioses sino para negar que el Dios Universal tenga figura de hombre.
Indudablemente que fue una inferencia remota y algunos filósofos no la aceptaron. Pero el sermón tuvo cierta efectividad. Bastante para una audiencia como aquella. Lo que salva la predicación aquel día fue que dejando el campo filosófico concreta su mensaje en el relato de los hechos históricos de Cristo. Y aunque no se conservan todas las palabras que tuvo el sermón, él tuvo que darles muchos detalles de la muerte y resurrección de Jesús y eso sí fue lo que motivó la fe de ellos. No tanto una buena teología sino una buena cristología. La resurrección es la doctrina que hace separación entre la fe y la incredulidad.
Pablo no dice que Dios envió a Jesucristo porque él es amor o para llenar todas nuestras necesidades y expectativas. Envió a Cristo como juez, ante quien un día todo ser humano tendrá que comparecer. Ni siquiera “abogado, Jesucristo el justo”. Y cuya credencial de auténtico juez es su resurrección (v.31).
Los atenienses le oyeron hasta ese punto. Podían aceptar un nuevo dios con dimensiones tan extraordinarias, incluso como juez, pero no capaz de resucitar a alguien. Y ahí terminó la predicación de Pablo. Su propósito era evangelizarlos y no enseñarles una mejor teología. Y se separó la iglesia del mundo y su filosofía. La tumba vacía quedaba en medio. Este fue el día en que Jerusalén comenzó a tomar por asalto a la capital griega. Y el gran apóstol, comoquiera que sea, ganó un triunfo.
Capítulo 18
El gran éxito en Corinto
Hch. 18:1-11
“Después de esto Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. [2] Y se encontró con un judío que se llamaba Aquila, natural del Ponto, quien acababa de llegar de Italia con Priscila su mujer, pues Claudio había ordenado a todos los judíos que salieran de Roma. Fue a ellos, [3] y como él era del mismo oficio, se quedó con ellos y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas. [4] Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y trataba de persuadir a judíos y a griegos. [5] Cuando Silas y Timoteo descendieron de Macedonia, Pablo se dedicaba por completo a la predicación de la palabra, testificando solemnemente a los judíos que Jesús era el Cristo. [6] Pero cuando ellos se le opusieron y blasfemaron, él sacudió sus ropas y les dijo: Vuestra sangre sea sobre vuestras cabezas; yo soy limpio; desde ahora me iré a los gentiles. [7] Y partiendo de allí, se fue a la casa de un hombre llamado Ticio Justo, que adoraba a Dios, cuya casa estaba junto a la sinagoga. [8] Y Crispo, el oficial de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa, y muchos de los corintios, al oír, creían y eran bautizados. [9] Y por medio de una visión durante la noche, el Señor dijo a Pablo: No temas, sigue hablando y no calles; [10] porque yo estoy contigo, y nadie te atacará para hacerte daño, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. [11] Y se quedó allí un año y seis meses, enseñando la palabra de Dios entre ellos”.
Fíjate que el primitivo el sostenimiento económico de los misioneros funciona sin una junta foránea que respaldara la evangelización, con dinero directo dado por las iglesias y ganado por los misioneros. Un sostén providencial. Dios verdaderamente fue quien llevó a Pablo a Corinto. La providencia divina hizo que el descabellado decreto del emperador Claudio sacara a los hermanos Aquila y Priscila de Roma y fueran a Corinto donde se encontraron con el apóstol Pablo y trabajaran juntos en el mismo taller y en la obra del Señor. La labor de estos hermanos juntos suministró los fondos para la evangelización del lugar y el mantenimiento de sus familias. Todos tenían el mismo oficio y el pequeño negocio daba para eso. Los misioneros y pastores de iglesias pequeñas necesitan más la ayuda financiera que los entrenamientos que se les ofrecen. Llamamiento divino, esfuerzo humano y ayuda financiera, son las cosas que más falta hacen.
No obstante, ese pequeño trabajo secular no consumía totalmente las fuerzas de ninguno de ellos, y por el momento, los días de reposo es decir los sábados judíos, asistían a las reuniones en la sinagoga, y en ese ambiente judío, con la Escritura judía, predicaban a Cristo y a éste resucitado (v.5). Es curioso que sea en este texto dentro de un contexto laboral que se diga que Pablo "estaba entregado por entero a la predicación de la palabra"; para sobresaltar el hecho que su principal ocupación era la predicación. Aparentemente la mayor parte del tiempo, dentro y fuera de la sinagoga, el apóstol empleaba su tiempo en adoctrinar a los corintios. La “consagración” no estriba tanto en el tiempo como en la dedicación y la bendición de Dios.
Se sostenía con un mínimo de dinero, el necesario. En esta sociedad moderna posiblemente sea más caro sostener a un misionero que en aquel siglo. Que sean caros no importa si su función en ultramar es principalmente predicar el evangelio. Fue Dios quien escogió esa forma de subsistencia económica para los misioneros en ese lugar; quien llevó a Aquila y Priscila al lugar, y a Pablo que se juntara con ellos.
Nota cómo Pablo reacciona emocionalmente ante las blasfemias de sus conciudadanos. Sus palabras reflejan dolor, (un poco de amargura, ¿por qué no?, sería obvio) “vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio...” (v.6). Como si quisiera decirles: “Ustedes asumen la responsabilidad de vuestra condenación, yo se los advertí, ni soy ni me siento culpable”. No es porque predicara mal. En ese entonces no se juzgaba un sermón como “bueno o malo”; eran verdades que se decían de corazón y se creían o no; ningún predicador se echaba la culpa porque le rechazaran el mensaje. No padecían esos sentimientos comunes ahora, de culpabilidad y frustración, por la vergüenza y la derrota. Una emoción no permanente. Esta es la segunda vez que decide no predicarles más a los judíos (13:46); para él fue una decisión muy dolorosa que absolutamente nunca cumplió (Ro.11).
Observa la pronta aparición de bautismos. No tantos como quisiera, pero algunos creyeron; un prosélito judío llamado Justo y ¡bendito el Señor! Crispo, uno de los personajes principales en la sinagoga (vv.7,8). Con estos, en medio de blasfemias y alabanzas, comenzó la iglesia que habría de crecer como espuma. Muchos de los corintios se acercaron, oyeron y creyeron e inmediatamente ¿confesaban su fe en el bautismo? ¿Se unían a la “secta”? (v.9). Era una decisión que no les tomaba años hacer; la cosa estaba tan clara como el agua y había que decir que sí o que no, creo o no creo, y los que creían tomaban el bautismo y con él las enseñanzas de Jesús, todo lo que la iglesia enseñaba y testificaba en el Espíritu de él. Entonces sí comenzaba a escucharse la palabra crecer, todos anhelaban crecer en fe, en conocimiento, paciencia, etc. La organización de la comunidad (iglesia) va apareciendo según se incrementaban los convertidos que no trabajaban para fortalecerla ni ensancharla, porque ella era una consecuencia del testimonio y predicación de sus miembros. El objetivo de sus primeras reuniones no era evangelizar sino orar, alabar y crecer en conocimientos. Ninguna “estrategia” en Corinto, ni en alguna otra iglesia, era dirigida a hacer prosélitos, el crecimiento numérico era una consecuencia no un objetivo. Difícil era esto porque dependía de la vida cristiana de los miembros y de la doctrina que predicaran; no era un ministerio de engaño y captación sino de predicación y compartimiento. La iglesia exigía a los que tomaban el bautismo que creyeran lo que ella creía y que vivieran como ella vivía; y todos estaban conscientes que formaban un nuevo pueblo y una nueva nación.
Corinto es el único lugar donde el Señor le garantiza a los misioneros que no se vayan ni dejen de predicar porque tienen mucho trabajo, con éxito, por delante, o sea, que tiene “mucho pueblo en esta ciudad” (vv. 9-11), y creerán. Pablo, aunque no tuviera miedo, podría pasar la vista a su alrededor y llegar a la conclusión equivocada que no era necesario que se quedase más tiempo. El Señor le dice que hay mucho trabajo, mucha cosecha para recoger y que su presencia era necesaria. No le promete sólo abundancia de trabajos sino bendiciones, frutos, aunque pague un precio alto, caro. El aviso se halla en concordancia con las convicciones doctrinales del evangelismo paulino, que esos que aún eran inconversos y no habían creído, aunque no habían oído ya eran sus ovejas, porque conoce el Señor a los que son suyos y sabe quiénes son las ovejas que debe traer. Pablo no trabajaba para meter a cualquiera dentro de la iglesia sino al pueblo del Señor, a los “escogidos”, como los llama el NT; su esfuerzo se dirigía a los que ya eran pueblo suyo, no potencialmente suyo, no cuando aceptaran a Jesús, sino aquellos cuyos nombres se hallaban escritos desde la fundación del mundo (Apc.17.8).
El estado, las religiones y la ley de Dios
Hch. 18:12-17
“Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron a una contra Pablo y lo trajeron ante el tribunal, [13] diciendo: Este persuade a los hombres a que adoren a Dios en forma contraria a la ley. [14] Y cuando Pablo iba a hablar, Galión dijo a los judíos: Si fuera cuestión de una injusticia o de un crimen depravado, oh judíos, yo os toleraría, como sería razonable. [15] Pero si son cuestiones de palabras y nombres, y de vuestra propia ley, allá vosotros; no estoy dispuesto a ser juez de estas cosas. [16] Y los echó del tribunal. [17] Entonces todos ellos le echaron mano a Sóstenes, el oficial de la sinagoga, y lo golpeaban frente al tribunal, pero Galión no hacía caso de nada de esto”.
Fíjate lo que nos advierte la conducta del procónsul Galión. Uno diría: “Al fin se va hacer justicia”; pero no fue así, Galión es un político y evade meterse en cuestiones religiosas, buscarse problemas por la religión, ni aun cuando en nombre de ella se violen los derechos humanos de Sóstenes, “si fuera cuestión de una injusticia...pero Galión no hacía caso de nada de esto” (vv.14,17).
Para él la rivalidad entre los judíos y el cristianismo era cuestión de “palabras y nombres y de vuestra ley…” (v.15); queriendo decir “a mí no me importan esos asuntos, para mis intereses y de acuerdo a la política tolerante y diversificada del imperio, son cuestiones insignificantes”. Los romanos acostumbraban tolerar las religiones de los pueblos conquistados si no les causaban inconvenientes. Cualquier cosa que ellos creyeran estaba bien y no se metían en eso.
Cada uno tenía “su verdad” y su religión; nadie tenía el monopolio de la verdad ni podía ser tan arrogante al pretenderlo. El Estado tenía sus dioses, por supuesto, y el mismo emperador era uno de ellos. Es decir, por conveniencia Roma promovía la tolerancia religiosa, y hasta cierto punto la libertad. Y como los judíos causaban tanto problema con su “único Dios y su Ley”, no quiso que se formara un tumulto por su culpa y se alegraba que se castigaran recíprocamente.
No se puede esperar que el Estado salga en nuestra defensa cuando se nos ofende y discrimina; cuando somos pocos y débiles se cruzará de brazos, aunque delante de sus narices nos abusen. Si para algo le servimos nos usa, pero no ama nuestra ley ni nos apoyará completamente si violan nuestros derechos. Galión actuó como un político sutil y declinó inmiscuir el gobierno en problemas que parecían netamente internos de la religión.
La iglesia tiene que caminar sola sin el apoyo del Estado, sostenida por Dios, y hacer valer sus derechos produciendo hijos que sustituyan a los políticos como Galión, hijos para quienes la ley de Dios no es cuestión de palabras y nombres sino de principios sociales, humanos y de derechos; hijos de una iglesia que entiende que el reino de Dios incluye al Estado y éste tiene que ser transformado, únicamente cuando sus hombres y sus leyes se conformen con la ley de Dios. La excusa de Galión fue que “si fuera alguna injusticia o algún crimen depravado” él tomaría carta en el asunto (v.14) “Yo os toleraría”- dijo. Y ¿por qué no interviene cuando golpean a ese ciudadano? ¿No es injusticia? Pudo enviar un soldado para que lo protegiera, independientemente de las ideas de Sóstenes.
Este político parece que no tiene como “injusticia” los derechos a convertirse en cristiano de un ciudadano y a que se le maltrate por ejercer la opción religiosa de su preferencia; y deja que una religión con más influencia social que otra la abuse y haciéndose el de la vista gorda cierra sus ojos. No está bien de parte del Estado que tolere la injusticia de una religión sobre otra más joven, con menos gente y dinero que otra; está bien que no dirima en cuestión de doctrina, pero ese “allá vosotros” es un respaldo al más fuerte. Si Sóstenes quiere ser cristiano nadie debe impedírselo y ejercer su derecho a decidirlo.
Lo mismo ocurre hoy con los judíos y los árabes en sus países contra los cristianos; dondequiera que ellos tienen el poder acosan a los creyentes en Jesús y los acorralan y los maltratan. La magistratura de un Estado no está sólo para juzgar contra “un gran crimen” o “un crimen depravado”. Asesinar a un hombre, violar a una mujer son crímenes grandes y depravados, pero privar a un ser humano de su derecho a pensar y decir lo que quiere y tomar sus propias decisiones también son crímenes grandes y depravados; y si las leyes no lo consideran así tales leyes tienen que ser cambiadas por otras mejores y esos hombres como Galión por otros como Sóstenes y Pablo.
El argumento de Galión ya lo conocemos, el secular, pero el argumento religioso mencionado por los judíos para llevar a los cristianos ante los jueces federales, “este persuade a los hombres a adorar a Dios en forma contraria a la ley…” (v.13), es también una “injusticia” porque ellos se adjudicaban el derecho de ser los únicos o mejores intérpretes de la ley de Dios, entretanto Sóstenes y Pablo estaban equivocados y producían una adoración antijudía. Eso no se dirime en los tribunales sino en las sinagogas y en las universidades, se discute con la pluma y con talento no con acusaciones y con la fuerza. Si pierden en la sinagoga deben darse por perdidos en las cortes. Es una intolerancia cuando una religión que extrae, o no, sus doctrinas de la Biblia se nombra a sí misma como la única autoridad elegida por Dios para decir quien la cree y la enseña correctamente y quien está equivocado, y reprimir a los otros por considerarlos herejes (24:14), llámese Pablo, Savonarola, Juan Hus, Martín Lutero, Miguel Servet u otro. La intolerancia que no estamos dispuestos a permitirle al Estado debemos practicarla con aquellos que aman nuestra Biblia, la compran, la enseñan, aman a nuestro mismo Dios con todas sus fuerzas y al prójimo como a ellos mismos, cuando la diferencia que tienen sí son cuestiones de palabras y nombres y no cometen un gran crimen depravado contra nosotros o contra la Sagrada Ley Divina. Oremos por los que se hallan en eminencia y por los hijos de la iglesia que se deciden a cursar carreras que los llevarán a “ser grandes entre las naciones”. Amén.
La verdadera “revitalización” de las iglesias
Hch. 18:18-28
“18 Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto. 19 Y llegó a Efeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía con los judíos, 20 los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió, 21 sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Efeso. 22 Habiendo arribado a Cesarea, subió para saludar a la iglesia, y luego descendió a Antioquía. 23 Y después de estar allí algún tiempo, salió, recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos. 24 Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. 25 Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. 26 Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios. 27 Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído; 28 porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo”.
El pasaje tiene dos partes. La primera el uso que pueden hacer de la Ley mosaica los que han sido salvos por la gracia de Dios, y la segunda lo que pueden hacer los creyentes en Jesús que no están doctrinalmente completos. Observa la forma de la ley y Pablo. Pablo utiliza la ley ceremonial para su consagración a Cristo. Eso se sabe por el voto que hizo. Tal vez en respuesta a la misericordia de Dios mostrada en su fructífero ministerio en Corinto, y a pesar de encontrar tantos enemigos no sufrir ningún daño. No escogió cantar tantos salmos, hacer algunas donaciones filtantrópicas o alguna especie de castigo corporal; no hizo un voto nacido de su propia elección sino uno de aquellos que se podían hacer por medio de la Ley y con los cuales estaba familiarizado, declararse nazareo por un tiempo, un voto de más consagración, utilizando aquellos mandamientos dados por Moisés para separarse más de todo y acercarse a Dios (Num.6).
La Ley moral era para Pablo un medio para “conocer el pecado” (Ro.7:7); la legal estaba dada principalmente para las cuestiones civiles y el ciudadano (1Ti.1:9,10) y por eso la predicaba juntamente con su evangelio, y la ley ceremonial se la aplicaba para acercarse al Señor y separarse del mundo. Después de una gran bendición debiéramos hacer algunas temporales renuncias que nos permitan consagrarnos más al Señor, si tomamos a Pablo como un ejemplo de dedicación espiritual.
La frase “es necesario que yo guarde en Jerusalén la fiesta (Pentecostés)...” (v.21) no aparece en algunos manuscritos y muchas versiones la omiten. Para algunos lo que hizo es un acto gentilmente incomprensible de Pablo, que habiendo enseñado y sostenido que no es necesario guardar la ley, él precisamente se someta voluntariamente a un rito de ella. Es parecido a lo que hizo cuando circuncidó a Timoteo (16:3) y cuando se purificó y pagó los votos de aquellos judíos (21:24); todo en concordancia con “hacerse todo para ganar algunos” (1Co.9:20-22); el mismo espíritu que le hizo estar de acuerdo con las mínimas condiciones legales que sus compañeros aprobaron en el concilio en Jerusalén (15:20,29). Esta primera porción sirve de introducción al asunto de Apolos.
En esta otra porción, mira cómo unos creyentes aprenden de otros. Para algunos, especialmente en Corinto, un líder competidor de Pablo (1 Co. 1:12; 3:4-6; 3:22), pero que era más bien su colaborador con mucha independencia mental (1 Co. 16:22). No se escribió específicamente para rebajar la altura de Apolos, que por el contrario se exalta bastante, sino para la instrucción de sus seguidores y que supieran de la colaboración doctrinal que existía entre los convertidos por Pablo y el mismo Apolos y que éstos debían, como su líder humildemente lo hizo, rectificar sus doctrinas con las enseñanzas de Pablo; es una forma discretísima de Lucas para invitar a los convertidos con Apolos a tomar una actitud semejante a la de su líder máximo. Si así lo hacen, aprendiendo “más exactamente el camino del Señor (Jesús)” (vv.25,26), con el espíritu fervoroso de él, podrían ser de mucho más beneficio a la iglesia del Señor.
Apolos fue ante todo un edificador de la iglesia (“yo planté Apolos regó 1 Co.3:6), de “los que por la gracia habían creído” (v.27). No es que no tuviera nuevos convertidos porque si refutaba a los judíos algunos de ellos se convertirían, sino que no “abría obra nueva”, no era un evangelista o misionero, sino un líder muy útil a la iglesia ya establecida; y tiene su mérito.
Antes de hablar con Aquila y Priscila Apolos sólo conocía hasta el bautismo de Juan, esto incluye el ministerio de Jesús, porque en la versión Reina-Valera donde dice que “enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor” (v. 26) debería decir “lo concerniente a Jesús”. Lo que sí al menos puedo estar casi seguro, por los discípulos que se encontraron en Éfeso (19:1-7).
Es que Apolos en esa época desconocía el testimonio del Espíritu Santo. Ya desde los tiempos del ministerio de Jesús había algunos creyentes en Jesús que no andaban con el grupo (Mr. 9:38-40). Se sabe que por mucho tiempo existieron grupos que no testificaban de la existencia del Espíritu Santo en sus comunidades. Sabían hasta la resurrección del Señor, pero no del derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés.
Cualquiera de estas observaciones son suposiciones. Lo importante es que eran de bendición para la iglesia a pesar de su deficiencia doctrinal; y no es ésta una excusa para perpetuarla habiendo otros hermanos que conocen más y están dispuestos a compartir con nosotros sus libros, seminarios y conocimientos. No se trata de decidir entre perfección doctrinal y “espíritu fervoroso” y “gran vehemencia” (vv.25,28) puesto que el pasaje muestra que es posible y una necesidad la unión de todas esas cualidades para que ese poder en el conocimiento, manejo y argumentación escritural sea definitivamente santificado y utilizado con más provecho dentro de las iglesias por la gracia de Dios constituidas (vv.24, 27).
Los líderes de la iglesia primitiva querían incluir dentro de un solo cuerpo, la iglesia, a todos los creyentes con más o menos conocimiento de Jesús, los “débiles y fuertes”, para usar palabras de Pablo; formar una unidad no por la fuerza o contratos sino para la conveniencia en la transmisión del evangelio auténtico. Esta es la verdadera “revitalización” de las iglesias, que no consiste en una reestructuración eclesiástica y la creación de modernos métodos y estilos de evangelización, sino en la perfección de sus enseñanzas y la unción sobre sus doctrinas. Esto es lo que pueden hacer con la ley mosaica los que por la gracia de Dios han creído en Jesús.
Capítulo 19
Doce discípulos sin dones
Hch. 19:1-7
“Y aconteció que mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo, habiendo recorrido las regiones superiores, llegó a Éfeso y encontró a algunos discípulos, [2] y les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le respondieron: No, ni siquiera hemos oído si hay un Espíritu Santo. [3] Entonces él dijo: ¿En qué bautismo, pues, fuisteis bautizados? Ellos contestaron: En el bautismo de Juan. [4] Y Pablo dijo: Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en aquel que vendría después de él, es decir, en Jesús. [5] Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. [6] Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en lenguas y profetizaban. [7] Eran en total unos doce hombres”.
Observa lo extraño de ciertos discípulos. Es un poco raro que estos hombres no oyeran nada sobre el Espíritu hasta este momento. ¿Dónde estaban? ¿Quién les habló? Como si el evangelio se estuviera predicando en un rincón del mundo (26.26). Parecen haber vivido tan aislados de la iglesia que se quedaron atrás de ella, y no habían tenido contacto con ninguno de los apóstoles, ni con Pablo ni con los miles que se habían convertido unos años atrás en Jerusalén. Durante un buen tiempo el movimiento de Juan el Bautista existió paralelo al cristianismo.
Hay creyentes, siempre ausentes de las reuniones de la iglesia, cuya fe se halla a millas de distancia desde donde debe estar; no participan de “la comunión del Espíritu Santo, del don celestial y los poderes del siglo venidero”; han creído en el Señor, pero no tienen dones ni frutos del Espíritu.
Es interesante que Lucas cuente esto después de hablar de Apolos. No parece que haya alguna diferencia entre ese predicador y estos doce hermanos. De Apolos se dice discretamente que “solamente conocía el bautismo de Juan” (18:25) y esto entre muchas alabanzas personales, para no dañar su imagen y herir el corazón de los que lo amaban y de los cuales él era líder.
Lucas no dice que este grupo de hombres hayan sido discípulos de Apolos, pero de hecho están situados teológicamente en el mismo espacio de tiempo que él; o pertenecen a la misma escuela, son sus discípulos o de algún otro similar, Juan. No es que el autor de Hechos veladamente atacara a Apolos, sino que supongo, más bien, quería que el ministerio de Juan continuara “disminuyendo” y el de Jesús creciendo, y que los que aún tenían una cristología atrasada la actualizaran y se unieran al movimiento de la gracia y el Espíritu encabezado por el apóstol Pablo. Por supuesto que la simpatía de Lucas es mayor por Pablo.
Este estaba dispuesto a corregir a cuanto hermano cristológicamente se hallara en su camino. Me imagino, no como se ha pensado, que observó falta de vida cristiana en aquellos doce, sino que notó que no tenían dones espirituales, no estaban llenos del Espíritu, guardaban silencio con respecto a Jesús, su cruz y resurrección y se parecían más a los profetas que a los apóstoles. Calvino dice que aquí no se refiere al Espíritu de regeneración sino a los dones del Espíritu. Cuando Pablo los conoció se dijo: “Hay algo raro en estos hermanos, están atrasadísimos, no poseen nuestros dones como es común, y contrastan grandemente con el resto de la iglesia”.
Nota qué se hizo para unirlos a la iglesia y corregirlos en doctrina. No fue en esencia una actualización teológica lo que resolvió el problema sino el bautismo del Espíritu Santo; eso enmendó todo y lo corrigió todo; y ya estarían en sintonía con la nacida iglesia cristiana en Pentecostés; o mejor dicho, con la iglesia de los “tiempos postreros”, con la salvación por gracia por medio de la fe y escribiendo la historia de las evidencias de la autenticidad celestial del evangelio paulino. Conforme solicitamos a Dios un derramamiento del Espíritu Santo para crecimiento de la iglesia, debiéramos orar por un bautismo celestial que ponga fin a las separaciones denominacionales y las pequeñas diferencias doctrinales. “Derrama Señor tu Espíritu sobre toda carne”. Me parece que no estaban convertidos, no obstante, no es mi costumbre ser contencioso ni de las iglesias de Dios, si alguno quiere afirmar lo contrario ahí lo dejo, y por lo menos admita que si eran creyentes, eran creyentes inferiores y debían estar más documentados y vivir con más poder, en el superior mundo del Espíritu.
El propósito del pasaje no es para enfoques doctrinales sino para mostrarnos que se habían quedado atrás; les faltaba el bautismo del Espíritu Santo y entrar definitivamente a la iglesia cristiana. Es un caso similar al de los samaritanos hallados en el capítulo ocho. No es una forma de entrar al Espíritu sino la propia entrada. No los bautizaron en agua porque el de Juan y Jesús eran iguales. No fueron sumergidos en agua en el nombre de Jesús como en 8:16; 10:48, sino que en el nombre del Señor Jesús fueron bautizados por el Espíritu Santo; fueron “hechos cercanos” y entraron al régimen del Espíritu.
La imposición de manos es una aclaración de cómo ocurrió y señal de la autenticidad apostólica. Aprender doctrina es parte del esfuerzo que debe hacerse para la consolidación de la iglesia en un cuerpo, pero no solamente eso sino más que eso, un derramamiento del Espíritu Santo como la otra urgente necesidad, para que tengamos unidad perfecta: “Un Señor, una fe, un bautismo”. Un cuerpo no sólo ortodoxo sino vivo.
Jesús nunca usó una prenda suya para sanar a nadie;
desafiar al diablo no es cosa de juego
Hch. 19:8-21
“8 Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. 9 Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. 10 Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús. 11 Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, 12 de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían. 13 Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. 14 Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. 15 Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? 16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa, desnudos y heridos. 17 Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús. 18 Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. 19 Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. 20 Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor. 21 Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma”.
Este pasaje muestra el poder del Señor sobre toda autoridad y potestad. Esta ciudad era intelectualmente importante y representativa del mundo grecorromano. Si los que afirman hoy que los misioneros destruyen las culturas de los pueblos leyeran este relato, tendrían un argumento. Los triunfos del evangelio iban cambiando por dentro la cultura del imperio. Le iba cambiando su religión, hasta destruir con las llamas su sistema educativo, y los mejores autores que ayudaron a construir y crecer aquel mundo, fueron quemadas sus obras, no por causa de una literatura mejor sino por un poder superior.
Los apóstoles no le ofrecieron a los efesios una vida mejor, algo que les llenara el corazón; aceptaron el evangelio más bien porque fueron derrotadas su religión y su ciencia, en la magia, el fundamento de la vida cotidiana, intelectual y económica de la sociedad. Nadie quiere pertenecer a un partido perdedor ni continuar dejándose ser engañado. Fueron derrotados a esas alturas y humildemente salieron con lágrimas en los ojos confesando su fracaso y con sus libros debajo del brazo para quemarlos delante de todos y formar a partir de entonces, familias y pueblos con una nueva y poderosa enseñanza.
Es labor de las editoriales producir buena literatura cristiana, pero es deber de la iglesia el extender con poder del evangelio. No se trata hoy en día solamente de “contender ardientemente por la fe una vez dada a los santos” y no permitir que el evangelio se culturice, sino mostrar valor y poder, predicando contra una cultura formada por el poder de Satanás.
La identidad de Dios, si fuera posible, se va a perder si no hacemos eso. En muchos sitios la identidad cristiana se está perdiendo. El poder que anima nuestra cultura social es diabólico. Está a favor de los homosexuales, el aborto y lo que es objeto de culto. Lo que ocurrió en Éfeso tiene alguna semejanza con lo que pasó entre Moisés y Janes y Jambre en Egipto. Es una competencia espiritual o una contienda de poderes donde Pablo mostró, dentro del campo de la magia, que tenía una unción superior a la ayuda que de los demonios ellos tenían; y por actuar Pablo de esa manera, o consentir que usaran sus ropas para hacer sanidades, los hijos de ese Esceva pensaron que él era un poderoso mago y que lo que lo distinguía era la palabra mágica “Jesús”. En el caso de Pablo la ropa, en el de Pedro su sombra. Toda nuestra figura y posesiones deben mostrar el poder del Espíritu Santo, y cada cosa nuestra una emanación de la naturaleza divina.
No obstante, nuestra euforia espiritual tiene que ser sabia y conocer los límites en los medios que usa para proclamar el evangelio, no sea que caiga en fanatismo y afirme que tiene poder aquello que se quedó meramente como un símbolo, y no es ya más que nehustán. En Corinto Pablo encontró mucha corrupción moral, pero en Éfeso magia negra y diablismo. En ningún otro lugar Pablo dejó utilizar sus pertenencias personales para establecer la credibilidad y superioridad del evangelio, tal vez porque en ningún otro sitio habría que pelear la buena batalla en esos términos, dentro de lo sobrenatural y milagroso; es un enfrentamiento dentro de la dimensión de lo espiritual, al estilo del AT como Jehová contra Dagón o Elías contra Baal, y Eliseo usando su báculo para resucitar un niño.
Jesús nunca usó una prenda suya para sanar a nadie y alabó la fe de aquellos que la ponían solamente en su palabra. Es, a partir de entonces, un procedimiento supersticioso que por excepción Dios bendijo, pero no constituye una práctica cristiana, un ejemplo o una doctrina porque para autentificar la verdad en Jesús ya tenemos la historia de la revelación con todos esos asuntos. Aquellos fueron “milagros extraordinarios”, con un método extraordinario, fuera de lo común y usual.
Y el texto enseña no sólo que el trabajo misionero sin esa preparación espiritual es infructuoso sino peligroso; desafiar a Satanás en su propio campo no es cosa de juego y el que se le interponga sin poder pagará las consecuencias. Puede costarle la vida, lo que posee o su reputación, teniendo que huir rápido de su territorio y volverle la espalda a quien con osadía y sin autoridad se provocó. El diablo no permite que lo molesten y menos a los que se burlan de él y los desconoce por completo. A los hijos de Esceva les dijo: “Sé quién es Pablo pero a ustedes no los conozco”, o sea, “ustedes no son nadie ni tienen con qué combatirme”, y los agredió (v.16), escapando de aquel lugar donde esperaban tener éxito, “heridos y en cueros”, muy humillados. “Echar fuera demonios” no consiste en pronunciar un conjuro con el nombre de Jesús en medio, es un don de Dios con un acompañamiento sobrenatural para que en verdad surta efecto.
Y fíjate que la predicación de la palabra y la comprobación del poder de ella aumentó grandemente el número de conversiones, y todos los que venían para ser bautizados confesaban sus pecados, “también muchos de los que habían creído continuaban viniendo, confesando y declarando las cosas que practicaban” (v.18); voluntariamente o porque se los pedían, declarando qué dejaban y qué mala práctica abandonaban para recibir comunión entre la iglesia y participar del Espíritu Santo. No que “recibieran a Cristo como su salvador y Señor” sino de qué renunciaban, de qué se arrepentían. Y algunos iban más lejos y testificaban públicamente que se separaban de los libros que habían tenido como sagrados y con cuyas enseñanzas habían sido educados. No los regalaron. No los vendieron, aunque con esa decisión perdían dinero. Algunos no quieren convertirse porque perderían dinero. No los dejaron como libros de consultas.
Desde ese momento en adelante en materia religiosa leerían solamente la Biblia, y echarían a un lado toda clase de literatura inspirada por el diablo. Los que habían sido instruidos como ellos o por ellos, verían con sus ojos que ellos, no temían ninguna represalia del diablo porque a lo que hay que tener miedo es a la ira de Dios y no a la furia de los hombres y los demonios. Levantaron una gran pira y los incendiaron todos. Eso es nacer de nuevo, empezar por debajo, comenzar aprendiendo el ABC de la vida cristiana. Cincuenta mil piezas de plata costaron aquel incendio. Una verdadera fortuna. Y la palabra del Señor se extendía y su nombre exaltado.
El evangelio y las estafas religiosas
Hch. 19:18-41
“[21Pasadas estas cosas, Pablo decidió en el espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, debo visitar también Roma. [22] Y habiendo enviado a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, él se quedó en Asia por algún tiempo. [23] Por aquel tiempo se produjo un alboroto no pequeño por motivo del Camino. [24] Porque cierto platero que se llamaba Demetrio, que labraba templecillos de plata de Diana y producía no pocas ganancias a los artífices, [25] reunió a éstos junto con los obreros de oficios semejantes, y dijo: Compañeros, sabéis que nuestra prosperidad depende de este comercio. [26] Y veis y oís que no sólo en Éfeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido a una gran cantidad de gente, y la ha apartado, diciendo que los dioses hechos con las manos no son dioses verdaderos. [27] Y no sólo corremos el peligro de que nuestro oficio caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Diana se considere sin valor, y que ella, a quien adora toda Asia y el mundo entero, sea despojada de su grandeza. [28] Cuando oyeron esto, se llenaron de ira, y gritaban, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios! [29] Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se precipitaron en el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, los compañeros de viaje de Pablo, que eran de Macedonia. [30] Cuando Pablo quiso ir a la asamblea, los discípulos no se lo permitieron. [31] También algunos de los asiarcas, que eran amigos de Pablo, enviaron a él y repetidamente le rogaron que no se aventurara a presentarse en el teatro. [32] Así que unos gritaban una cosa y otros otra, porque había confusión en la asamblea, y la mayoría no sabía por qué razón se habían reunido. [33] Y algunos de la multitud dedujeron que se trataba de Alejandro, puesto que los judíos lo habían empujado hacia adelante. Entonces Alejandro, haciendo señal de silencio con la mano, quería hacer su defensa ante la asamblea. [34] Mas cuando se dieron cuenta de que era judío, un clamor se levantó de todos ellos, gritando como por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios! [35] Entonces el secretario, después de calmar a la multitud, dijo: Ciudadanos de Éfeso, ¿hay acaso algún hombre que no sepa que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran Diana y de la imagen que descendió del cielo? [36] Puesto que estos hechos son innegables, debéis guardar calma y no hacer nada precipitadamente. [37] Porque habéis traído a estos hombres que ni roban templos, ni blasfeman a nuestra diosa. [38] Así pues, si Demetrio y los artífices que están con él tienen queja contra alguno, los tribunales están abiertos y los procónsules dispuestos; presenten sus acusaciones unos contra otros. [39] Pero si demandáis algo más que esto, se decidirá en asamblea legítima. [40] Porque ciertamente corremos peligro de ser acusados de sedición en relación con lo acontecido hoy, ya que no existe causa justificada para esto, y por ello no podremos explicar este alboroto. [41] Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea”.
El éxito en Éfeso los metió en líos porque cambiaban el mundo, y derrumbando la religión por dentro se deshacía la cultura. Pero eso no es la cuestión, sino que los negocios de religión se afectaban, como ocurrió con esos plateros y negociantes de íconos religiosos, que protestaron no por piedad porque no tenían ninguna sino por intereses personales, y el negocio se les iba a la bancarrota. Cada día iban menos y menos clientes a sus comercios y la gente, con otra doctrina y mejor esperanza, no compraba ninguna figura “de lo que esté en el cielo o en la tierra”. Pusieron el grito en el cielo, principalmente Demetrio, alegando que el culto a Diana (Artemisa para los griegos) en toda Asia y en el mundo entero sería perjudicado si se les permitía a esos intrusos continuar enseñando que la adoración religiosa no debe hacerse a través de alguna representación material.
El negocio con la religión es un oficio pícaro muy antiguo y se explota muy bien; y mientras más crédula y supersticiosa sea la gente más gasta en sus creencias. Si se predica constantemente el evangelio en una ciudad, provincia o en el mundo entero, a “los cambistas” se les afectarán los bolsillos.
El problema actual estriba cuando los que se dicen cristianos y evangélicos también convierten la fe en un mercado (Jn.2:14-16), y con el escondido propósito de hacerse ricos explotan el comercio de Biblias y literatura cristiana. Y a todo eso se le puede añadir el cobro por los ministerios, quiero decir, dinero para casar a una persona, bautizarla, enterrarla o sacarla del purgatorio.
Y lo mismo pasa con otros negocios tales como el alcohol. Un gran sector del pueblo beberá mucho menos y otro se convertirá en abstemio. Y ni qué decir de la droga y otros estupefacientes. En resumen, la fe evangélica es perjudicial para el pecado en la urdimbre económica de una ciudad o de un continente.
Como una nota paralela fíjate que he dicho “fe evangélica” pero Lucas dice que el alboroto se formó por motivo del “Camino”, quiere decir por la forma de vida de los recién convertidos (v. 23) que estaba impactando inmediatamente a la religión. El avivamiento social se hace sentir primeramente dentro de la religión. Empieza cambiando la religión y luego el resto. No cambiaban la sociedad sin modificar toda la religión.
Nota que Pablo anuncia todo el consejo de Dios como después diría (20:27); sin esconder aquellas verdades que sabe le pueden provocar un alboroto porque afectarán los intereses de personas influyentes; no que lo hiciera con ese propósito sino porque era su responsabilidad teológica. El tema de sus sermones fue “los dioses hechos con la mano no son dioses” (v.26). Nosotros tenemos primero una responsabilidad teológica antes que una responsabilidad moral. No se trata primero de limpiar de vicios la sociedad sino de conformarla a las doctrinas de Dios. No es una labor social sino doctrinal. Primero, que los hombres se arrepientan para con Dios, se conviertan a Dios, se reconcilien con él y como consecuencia mejore el país. El aborto no es sólo un crimen sino un pecado. La homosexualidad y el lesbianismo no sólo son inmoralidades sino pecados. Es una “vergüenza” pero porque “no aprobaron tener en cuenta a Dios” (Ro 1.27,28). No es un sano humanismo lo que debemos enseñar sino teología.
El secretario habló bien. No mencionó derechos, pero se dio cuenta quién y porqué se había formado el tumulto y acalló los ánimos de todos garantizándoles que la religión pagana no sucumbiría ante la predicación de los misioneros, y ellos aliviados con esas palabras, se tranquilizaron. Quiso decirles: “Diana no será desacreditada porque todo el mundo la venera y están seguros de su origen celestial”. Unos años después Tertuliano dijo: “Somos de ayer y hemos llenado el imperio”. No importa que el mundo entero se torne relativista, materialista, incrédulo o inmoral. Esas tinieblas no prevalecerán contra la luz.
Observa la estrategia teológica de los misioneros. El secretario añadió: “No oigo que la hayan blasfemado, en ningún momento se han referido a nuestra querida diosa, tal vez de otros, pero no de ella”.
Lo cierto es que Pablo sí la tenía en mente, pero con respeto, mansedumbre y reverencia negó doctrinalmente el error que soportaba aquella adoración. No dijo: “esa imagen no vino de Júpiter, sino que la fabricaron hombres”, sino “ninguna imagen, aunque provenga del cielo debe ser objeto de veneración porque hay un solo Dios”. No es gritar consignas contra la sociedad sino evangelizarla. No predicaron el evangelio con un tono político.
Por otro lado, mira la buena referencia que dio de ellos. Dijo que los misioneros “no roban templos” (sacrílegos), es decir, ellos no dicen esas cosas por negocio (“hierosulus” o robadores de iglesias, templos, v.37), no se buscan la vida predicando esas doctrinas ni tienen el propósito de levantar otro negocio con enseñanzas opuestas.
Fue importante que aquel funcionario entendiera que los pastores no buscaban llenarse los bolsillos, porque en última instancia la religión que debe desaparecer es la mercenaria, y prender a los predicadores que venden sus discursos y buscan enriquecerse a merced de los ignorantes. Si hay a quien meter en la cárcel, es a esos que con descaro piden regalos por sus oraciones y embaucan a multitudes con falsos prodigios. Y en vista que una afirmación teológica no es una violación legal, Alejandro y los otros quedaron eximidos de cargos, y los que debían ir a la cárcel serían Demetrio y los otros comerciantes por estar engañando a la gente vendiendo templecillos de plata e imágenes a un costo cuatro o cinco veces el de producción. Una verdadera estafa religiosa.
Capítulo 20
En un tercer piso, oyendo un larguísimo discurso
Hch. 20:1-12
“Después que cesó el alboroto, Pablo mandó llamar a los discípulos, y habiéndolos exhortado, despidiéndose, partió para ir a Macedonia. [2] Y después de recorrer aquellas regiones y de haberlos exhortado mucho, llegó a Grecia. [3] Pasó allí tres meses, y habiéndose tramado una conjura en su contra de parte de los judíos cuando estaba por embarcarse para Siria, tomó la decisión de regresar por Macedonia. [4] Y lo acompañaban Sópater de Berea, hijo de Pirro; Aristarco y Segundo de los tesalonicenses; Gayo de Derbe, y Timoteo; Tíquico y Trófimo de Asia. [5] Pero éstos se habían adelantado y nos esperaban en Troas. [6] Nos embarcamos en Filipos después de los días de los panes sin levadura, y en cinco días llegamos adonde ellos estaban en Troas; y allí nos quedamos siete días. [7] Y el primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan, Pablo les hablaba, pensando partir al día siguiente, y prolongó su discurso hasta la medianoche. [8] Había muchas lámparas en el aposento alto donde estábamos reunidos; [9] y estaba sentado en la ventana un joven llamado Eutico; y como Pablo continuaba hablando, Eutico fue cayendo en un profundo sueño hasta que, vencido por el sueño, cayó desde el tercer piso y lo levantaron muerto. [10] Pero Pablo bajó y se tendió sobre él, y después de abrazarlo, dijo: No os alarméis, porque está vivo. [11] Y volviendo arriba, después de partir el pan y de comer, conversó largamente con ellos hasta el amanecer, y entonces se marchó. [12] Y se llevaron vivo al muchacho, y quedaron grandemente consolados”.
Una de las cosas que más ambiciona una iglesia es tener muchos jóvenes. Pero no pasaría de ser una ilusión si no permanecen hasta que sean adultos, se casen, tengan hijos, los críen y hagan lo mismo con los suyos. Voy a presentar una iglesia que tiene una cualidad fundamental para atraer y retener a los jóvenes y no es la música ni el sexo sino la enseñanza continuada de la Biblia.
Observa que la palabra de Dios sola es capaz de llenar un templo, pero no “conforme a sus concupiscencias” (2Ti.4:3,4). Se reunieron aquel domingo, mejor que un sábado, atraídos por el predicador y para escuchar un gran sermón. Estaban esperando a Pablo y deseosos de oír la predicación no los milagros que podría hacer ni un grupo musical que pudiera acompañarlo. Esa fue la razón que los llevó a congregarse. Se regó la noticia por toda la ciudad que Pablo estaría con ellos, y sabiendo lo mucho que podía enseñarles, acudieron en masa a la reunión para no dejar pasar aquella visita sin precedentes. Se cumplía lo dicho por el profeta Amós, 8:11, la gente tenía “hambre de oír la palabra de Dios”. Prepararon un aposento que se llenó completamente hasta el punto que tuvieron que encender varias lámparas, y uno de los jóvenes al menos no halló acomodo sino sobre una ventana. Algunos creen que fungía como centinela.
Pablo predicó más tiempo de lo usual, que yo no haría porque no soy Pablo, por el hambre de la Palabra que sentían ellos, y pasaban las horas sin notarlas. A mí se irían antes del amén si tienen un estómago chico, quiero decir para la Biblia. Ninguno estaba mirando el reloj ni protestó porque el culto se terminó tarde. Todos tranquilos oyendo. Nadie pensaba que las reuniones tenían que ser movidas, entretenidas y breves para que la gente viniera. La Biblia llenaba todos los asientos de la iglesia.
Yo leo en la Biblia que la palabra de Dios es atractiva para todas las edades, especialmente para los niños y los jóvenes porque es una escuela de adoración. La iglesia primitiva no estaba compuesta solo por gente envejecida. Muchos no peinaban canas y eso, aunque no se las pintaban. Usted recuerda cuántos jóvenes y niños recibieron a Jesús cuando entró a Jerusalén y cantaban hosannas. Observa la edad de quien se sentó en la ventana y se cayó: fue un hombre joven. Y fueron los jóvenes los que gritaban hosannas cuando Jesús sobre un pollino hijo de asna entraba triunfal a la ciudad (Mt.21:16); y en la iglesia de Jerusalén los jóvenes servían para todo, hasta para sepultar a los muertos (Hch.5:6,10). Rode era el nombre de una joven sirvienta (Hch.12:13).
Las iglesias que enseñan mucha Biblia tienen futuro, las otras no. ¿Qué es lo que saca a un joven de la iglesia? Dos cosas: la vanidad y tentaciones del mundo, y detrás de ellas el diablo. Aquellos jóvenes que se educan con una Biblia son triunfadores y no perdedores (1Jn.2:13,14). El mundo no los sacaba de las reuniones, sino que la iglesia los sacaba del mundo. Y fíjese que, aunque no tenían un ministerio dirigido a los jóvenes ellos eran atraídos porque lo que se servía para los adultos se compartía con ellos y lo que se decía para los jóvenes se aplicaba a los adultos porque los temas eran las doctrinas de Dios, la salvación, la fe, el arrepentimiento, la esperanza cristiana, etc. Y si se reunían los jóvenes eran los adultos los que supervisaban esas reuniones (Tito 2:3-6).
Nota que el lugar donde se reúnen no es un obstáculo para que se llene si se predica la palabra de Dios. No se reunía en una planta baja sino en un tercer piso y sin la comodidad de un ascensor, sin aire acondicionado o calefacción. Subían por una escalera y no tenía el sistema de seguridad que tienen las construcciones modernas puesto que nadie hoy se cae de un tercer piso desde una ventana ni a nadie se le permite que se siente ahí (v.9). Es un lugar inapropiado para los ancianos, las mujeres embarazadas o con niños pequeños y los incapacitados. Ninguna iglesia quiere tener sus cultos en un segundo o tercer piso. ¿Es ese un sitio “cómodo” para que los ancianos suban hasta allí? ¿Un “aposento alto”? (Hch.1:13). No.
Pero lo que quiero decir es que, aunque sea inapropiado el sitio la gente iba y se llenaba el lugar. Los subía el Espíritu Santo. Los subía el evangelio. Los subía un predicador. Si una iglesia está vacía en un tercer piso estará vacía en el primer piso. No suben al tercer piso no por causa de las escaleras sino por la falta de poder de Dios en la evangelización y en la vida de la iglesia. Todos esos cambios y comodidades en la localización se tienen que hacer por debilidad espiritual, más que de los tobillos. Hoy la gente no quiere ir donde no haya sillas cómodas y buena ventilación o calefacción.
En último lugar si la palabra de Dios necesita alguna cosa para salvar, es cariño. Lo que hizo Pablo fue lo mismo que hizo Elías, tenderse sobre el niño (1Re.17:21), establecer un contacto, una relación familiar con él, abrazarlo y de corazón a corazón insuflarle la vida. Quizás lo que necesita es acortar distancia con él y darle un abrazo, no un regaño o una pelea. La vida se transmite. ¿Qué hacer con un joven muerto en delitos y pecados que se duerme en los cultos, se aburre o no quiere congregarse? ¿Darle un cargo en la iglesia? ¿Invitarlo para una reunión exclusiva para jóvenes? ¿Que no haya sermón sino películas o música y baile? Eso sería un pedazo de mundo con etiqueta de iglesia.
Enseñemos un cristianismo con mucha Biblia, de ósculos santos y abrazos y veremos cuántos jóvenes desahuciados resucitarán verdaderamente y subirán las escaleras hasta un tercer piso, un local que no tiene aire acondicionado ni calefacción, y se sentarán en sillas, bancos, en el piso, en cualquier lugar, aunque sea en una ventana, para oír un bíblico, interesante, buenísimo y larguísimo discurso sin irse antes que Pablo diga amén.
Vivir del evangelio en una sociedad de hedonistas
Hch. 20:13-38
“Entonces nosotros, adelantándonos a tomar la nave, zarpamos para Asón, con el propósito de recoger allí a Pablo, pues así lo había decidido, deseando ir por tierra hasta Asón. [14] Cuando nos encontró en Asón, lo recibimos a bordo y nos dirigimos a Mitilene. [15] Y zarpando de allí, al día siguiente llegamos frente a Quío; y al otro día atracamos en Samos; habiendo hecho escala en Trogilio, al día siguiente llegamos a Mileto. [16] Porque Pablo había decidido dejar a un lado a Éfeso para no detenerse en Asia, pues se apresuraba para estar, si le era posible, el día de Pentecostés en Jerusalén. [17] Y desde Mileto mandó mensaje a Éfeso y llamó a los ancianos de la iglesia.[18] Cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros bien sabéis cómo he sido con vosotros todo el tiempo, desde el primer día que estuve en Asia, [19] sirviendo al Señor con toda humildad, y con lágrimas y con pruebas que vinieron sobre mí por causa de las intrigas de los judíos; [20] cómo no rehuí declarar a vosotros nada que fuera útil, y de enseñaros públicamente y de casa en casa, [21] testificando solemnemente, tanto a judíos como a griegos, del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. [22] Y ahora, he aquí que yo, atado en espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que allá me sucederá, [23] salvo que el Espíritu Santo solemnemente me da testimonio en cada ciudad, diciendo que me esperan cadenas y aflicciones. [24] Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios. [25] Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de vosotros, entre quienes anduve predicando el reino, volverá a ver mi rostro. [26] Por tanto, os doy testimonio en este día de que soy inocente de la sangre de todos, [27] pues no rehuí declarar a vosotros todo el propósito de Dios. [28] Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual El compró con su propia sangre. [29] Sé que después de mi partida, vendrán lobos feroces entre vosotros que no perdonarán el rebaño, [30] y que de entre vosotros mismos se levantarán algunos hablando cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras ellos. [31] Por tanto, estad alerta, recordando que por tres años, de noche y de día, no cesé de amonestar a cada uno con lágrimas. [32] Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que es poderosa para edificaros y daros la herencia entre todos los santificados. [33] Ni la plata, ni el oro, ni la ropa de nadie he codiciado. [34] Vosotros sabéis que estas manos me sirvieron para mis propias necesidades y las de los que estaban conmigo. [35] En todo os mostré que así, trabajando, debéis ayudar a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: "Más bienaventurado es dar que recibir." [36] Cuando terminó de hablar, se arrodilló y oró con todos ellos. [37] Y comenzaron a llorar desconsoladamente, y abrazando a Pablo, lo besaban, [38] afligidos especialmente por la palabra que había dicho que ya no volverían a ver su rostro. Y lo acompañaron hasta el barco”.
Pablo comienza yendo al grano. “Ustedes saben cómo me he comportado...” (vv.18, 19), como si les dijera: “Voy a comenzar por mí, hablando de mi ministerio..., y lo hago con el fin que sean mis sucesores, mis sustitutos… con humildad los he servido y he llorado mucho...” (vv.18-21). Los pastores deben saber que los otros pastores lloran. Si alguno lloraba, ahora sabría que Pablo lloraba. Que el ministerio no es un juego y se vierten muchas lágrimas. Lloró en Asia por tres años (v.31), y nosotros sabemos que en Europa también (2 Co.2:4); y nuestro Señor mojó el suelo de Israel no sólo con lágrimas y sudor sino con sangre.
Después que oraron, dice Lucas, que lloraron no por lo que pasaría al evangelio y a las iglesias, (vv.29,30), sino porque no verían más a Pablo (vv.37,38). No solemos llorar mucho por lo que le acontece al evangelio y a las iglesias sino por causas personales, y en todo caso por lo que le pasa a mi iglesia, mi familia, mi ministerio, pero no derramamos una sola lágrima que revele que “se agolpa sobre nosotros cada día la preocupación por todas las iglesias”. Ser pastor no es un paseo.
A Pablo le preocupaba el camino doctrinal que iba a seguir la iglesia en Éfeso. Las iglesias de Asia. Estas iglesias en Apocalipsis, el más joven de los doce apóstoles cuenta que Diocleciano las barrió. Una persecución concentrada en ellos y en los judíos de Roma. Había de todo dentro de ellas. Ni Juan pudo detener lo que Pablo vislumbraba como un fatídico desenlace. Mucho han de llorar “las iglesias” (“los pueblos”, Martí) cuando hacen llorar a Dios. Timoteo tampoco pudo evitar que aquellas cosas perversas se predicaran (1Ti.1:3,4). “Soy inocente de “la sangre de todos”. No es por falta de instrucción porque les enseñó públicamente y por las casas y toda su teología, “todo el consejo de Dios”. Sin embargo, el inicio de la apostasía de las iglesias comenzaría dentro de los ministros. El triste final de la obra de Dios en Asia.
Este discurso no era para señalar a ninguno en particular sino para que cada uno se revisara a sí mismo y pensara en la grey (vv.28-31). Lo mismo que hizo Jesús cuando anunció la traición de Judas, para darle una última oportunidad de arrepentirse. Aquellos once salieron temblando y preguntándole a Dios ¿seré yo? Pero aquí en Éfeso nadie pensó de sí mismo que llegaría a tanto. Entre el v. 31 y v. 32 quizás hubo una larga pausa. Un llamamiento. Esperando que alguno pidiera oración o misericordia, pero nadie se movió. Entonces los encomendó a la gracia y la palabra de Dios y al poder de ella, recordándoles que era poderosa. Palabra y Espíritu.
Voluntariamente hemos ido enfocando el ministerio para las necesidades temporales de la gente y nuestro propio éxito. Ya la Biblia no es un libro doctrinal sino un libro de consuelo, un botiquín, un manual de psicología y consejería matrimonial. Se recibe a “Cristo como Señor y Salvador” sin hablarles sobre “la justicia, el dominio propio y el juicio venidero” (Hch.24:25), porque con esos temas se espantó Félix y nosotros no queremos espantar a nadie.
Se “salvan” por conveniencia, por las ventajas de creer en Dios y de ir a la iglesia. Ni una palabra sobre el infierno, eso es tabú, además la filosofía que la sociedad ha impuesto a los ministros es positiva, hay que ser positivos porque así lo enseña la psicología de los gnósticos y la Nueva Era que la permea. Si predicamos cosas negativas la gente no viene a la iglesia porque tenemos que sembrar la palabra en un campo hedonista. ¿Ese es el ministerio que recibimos del Señor Jesús? (v. 24). Es muy difícil hacer crecer una iglesia hablando de temas que espantan, hay que llorar mucho, enfrentarse con la culpa, la frustración y la falta de éxito y nos horroriza que la gente vea que no tenemos éxito. No contamos con la palabra fiel, que el “buen siervo” es “fiel” y nos interesa más tener éxito que ser fieles.
El ministerio de Pablo en algunas iglesias como en Colosas y Galacia, fue en apariencia un fracaso, sin embargo, fue fiel porque el tamaño del ministerio es más grande que el tamaño de una iglesia; y un solo ministro vale ante Dios por un millón de supuestos creyentes. Moisés, si había que decidir entre los dos, valía más para Dios que Israel. Noé valía más que el mundo.
Jesucristo ganó la iglesia con sangre. Las almas se ganan con sangre. ¿Cuáles son las cosas “útiles” (provechosas) que debemos predicar públicamente y por las casas? (v.20). Pablo dijo: “de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta Ilírico todo lo he llenado del evangelio de Cristo” (Ro. 15:19). Hasta lo que sería la antigua Yugoslavia (Servia y Croacia), 1400 millas, a pie y en barco. Con prisiones y tribulaciones.
Por último, el apóstol termina su testimonio mostrando que existe una conexión entre el dinero y la infidelidad doctrinal (vv. 33-35). Pablo era casi independiente financieramente de las iglesias; algunas lo ayudaban, pero la mayoría no. No trabajaba bajo ningún presupuesto hecho por alguna iglesia u otra organización. Él, y su familia si la hubiera tenido, no dependerían de contribuciones para poder vivir. Ganaba dinero secularmente. Moralmente era independiente de todas. No se aprovechaba del derecho que como apóstol se le había dado por el Señor (1Co.9:14,18,19). No tenía problema en comprometer por su salario la pureza del evangelio, para que le paguen o para ganar gente para tener mejor salario.
El ideal no es tener una iglesia grande que lo sostenga con un buen sueldo, no es ganar más sino de la iglesia recibir menos. William Kiffin era así. Guillermo Carey la última parte de su ministerio fue así, y Spurgeon cobraba los asientos en la iglesia a los que venían a oírle. ¿Cuantos pagarían para entrar a nuestra Iglesia a escuchar uno de nuestros sermones? De ese modo habrá más dinero para ayudar “a los necesitados” (v.35) y para gastar en la evangelización del mundo. Este es el jugo del sermón del apóstol Pablo a los pastores de Éfeso. Pablo los invitó a arrodillarse. Arrodillémonos. Que haya más palabra de Dios en nuestros púlpitos, más oración, más Espíritu. No es con dinero que Asia se salva sino con el poder del Espíritu Santo.
“Según Lutero y otros reformadores, los predicadores deben cubrir desde el púlpito “todo el consejo de Dios “el propósito”, en la forma de un cuerpo de doctrinas, por supuesto que todos los sermones deben llevar doctrina en su seno, una o varias. En la mayoría de los púlpitos actuales debido a su énfasis en la experiencia, y también el pragmatismo, en una sociedad narcisista hedonista, casi nunca se oyen doctrinas, y menos un sistema. No hay Espíritu Santo, ni hay Dios en la predicación si no se escucha alguna doctrina, y por supuesto que también la iglesia que recibe esa clase de sermones carecerá de longevidad y de trascendencia. Lutero en su libro conocido como La esclavitud del libre albedrío, habla sobre estas cosas y dice que las doctrinas se deben enseñar de forma continuada en la iglesia y no como un collar de perlas separadas unas de otras, sino que estén relacionadas, pero siempre formando un cuerpo doctrinal que pudiera ser explicado de diferentes puntos de vistas o perspectivas pero que con todo y eso funcione como un todo orgánico. En la ciudad de Wittenberg El equipo de predicadores lo entendió así y eso llegó a a ser como una regla para todos ellos, expresar de forma doctrinal las enseñanzas de la Escritura, del mismo modo que se manifiesta Dios en la creación, de forma unida y explícita. Examinando los escritos y sermones de Lutero se comprueba eso, que siempre conllevaban en su seno alguna doctrina o varias de ellas, para a lo largo de su predicación formar un cuerpo doctrinal de enseñanza para la iglesia que fue utilizado mayormente para aquellos que habrían de ser bautizados” (Robert Kolb, Bound Choice, Election and Wittenberg Theological Method, págs 18,19).
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Capítulo 21
Lecciones en casa de Felipe
Hch. 21:1-14
“Después de separarnos de ellos, zarpamos y fuimos con rumbo directo a Cos, al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara; [2] y encontrando un barco que partía para Fenicia, subimos a bordo y nos hicimos a la vela. [3] Cuando avistamos Chipre, dejándola a la izquierda, navegamos hacia Siria, y desembarcamos en Tiro porque la nave debía dejar su cargamento allí. [4] Después de hallar a los discípulos, nos quedamos allí siete días, y ellos le decían a Pablo, por el Espíritu, que no fuera a Jerusalén. [5] Y pasados aquellos días partimos y emprendimos nuestro viaje mientras que todos ellos, con sus mujeres e hijos, nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad. Después de arrodillarnos y orar en la playa, nos despedimos unos de otros. [6] Entonces subimos al barco y ellos regresaron a sus hogares. [7] Terminado el viaje desde Tiro, llegamos a Tolemaida, y después de saludar a los hermanos, nos quedamos con ellos un día. [8] Al día siguiente partimos y llegamos a Cesarea, y entrando en la casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, nos quedamos con él. [9] Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. [10] Y deteniéndonos allí varios días, descendió de Judea cierto profeta llamado Agabo, [11] quien vino a vernos, y tomando el cinto de Pablo, se ató las manos y los pies, y dijo: Así dice el Espíritu Santo: "Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles." [12] Al escuchar esto, tanto nosotros como los que vivían allí le rogábamos que no subiera a Jerusalén. [13] Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis, llorando y quebrantándome el corazón? Porque listo estoy no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. [14] Como no se dejaba persuadir, nos callamos, diciéndonos: Que se haga la voluntad del Señor”.
Primero veamos las advertencias que hace el Espíritu Santo. Al principio de este capítulo volvemos a encontrar el asunto del Espíritu Santo avisándole, no prohibiéndole a Pablo, que no fuera a Jerusalén, “después de hallar a los discípulos, nos quedamos allí siete días, y ellos le decían a Pablo, por el Espíritu, que no fuera a Jerusalén” (v.4); y un poco después el profeta Agabo le advierte lo mismo, “así dice el Espíritu Santo: "Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles” (v.11). Pablo sabía lo que aquello le costaría, pero afirmaba a todos, “de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mí mismo…” (20:24); y precisamente en esta porción le suplica a los hermanos que no lo hagan sufrir con sus ruegos que no vaya, ni lloren delante de él, porque eso le quebranta el corazón, aunque no lo desanima (v.13). Lucas y los demás hermanos no querían que Pablo viajara allí (v.12), pensaban que tendría que pagar un precio alto y sería más útil a Cristo en libertad que preso. El apóstol entendió que Dios no se lo prohibía sino que se lo advertía y era un asunto dejado a su propia sabiduría y elección, bien para que “calculara los gastos” (Lc.14:28,31), orara y midiera su fe; si podía meterse en esa empresa; si era capaz de beber de su copa y ser bautizado con su bautismo Y Pablo, como los hijos de Zebedeo, dijo puedo (Mt.20:22) porque pensaba que su testimonio teniendo enfrente la cárcel y la muerte era más útil a la iglesia en tiempos difíciles, que cancelar su viaje y seguir predicando en otras partes. A veces es más provechoso para la iglesia presente y futura, el conocimiento de nuestros sufrimientos que de nuestros sermones. Aunque no lo comprendamos, las cosas que nos pasan pudieran servir de alivio y estimular la fe de los que lleguen a saberlas, más que lo que hemos predicado. Y es válido tanto para lo que el Espíritu deja a nuestra elección como para aquellos contratiempos que la providencia decreta.
Fíjate en las hijas de Felipe. Precisamente, parte de esos avisos tuvieron lugar en el bonito hogar de Felipe el evangelista, que era uno de los siete diáconos. Era un hogar amplio y bello con un gran espíritu de hospitalidad y una familia preciosa, con cuatro hijas “profetizas” (v. 9), que no en las reuniones de la iglesia sino en familia hacían predicciones (1Co.11:5; 14:34); un don repartido a la iglesia en sus albores, y que ayudó a fundamentar la doctrina hasta que el NT apareció y recogió en sus escritos todas las enseñanzas de ellos y ellas, y de los apóstoles. Felipe tenía una familia muy especial y bendecida que colaboraban con él en su vocación; y el Espíritu Santo había tenido en cuenta a sus hijas cuando se derramó sobre el mundo (“Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán 2:17). Muchachas que no vivían para hacerse peinados ostentosos y usar adornos costosos; nada aficionadas a la vanidad y carnalidad de este mundo, ni tenían miedo en usar demasiada religión en sus vidas por temor a quedarse solteras. Un grupo de muchachas que no veo porqué no puedan ser imitadas por las jóvenes cristianas del siglo XXI.
Observa lo que es la voluntad del Señor para uno mismo y para otros. Volviendo al grupo de hermanos que trataban de evitar que su amado apóstol cayera preso en Jerusalén, se retiraron diciendo, “no pudimos convencerlo con las revelaciones del Espíritu Santo, por ende, hágase la voluntad del Señor” (v.14). No dijeron “allá él, se lo advertimos”.
Pablo entendía que aquel viaje suyo agradaba al Señor y ellos que aquel viaje no era conveniente para la obra de Dios. Ninguno dijo que no era la voluntad del Señor, sino que se hiciera su voluntad. Ninguna persona sabe cuál es la voluntad del Señor mejor que uno mismo; por lo tanto, no debemos dejar que otros decidan en nuestro lugar. Si algo entendemos que agrada al Señor no estimemos el costo, que es lo que aquellos otros fieles pesaban. Los dos interpretaban la voluntad del Señor de dos maneras. Pablo creía que sí era la voluntad del Señor, porque su encarcelamiento por alguna razón divina era aprobado por el Señor, y ellos que no. Más bien lo que quisieron decir fue: lo dejamos a la voluntad del Señor; y no criticaron al hermano que obraba contrario a ellos porque estaba convencido en su espíritu que hacía lo que Dios quería.
Pablo, Jacobo y la evangelización de Israel
Hch. 21:16-26
“[16] Y nos acompañaron también algunos de los discípulos de Cesarea, quienes nos condujeron a Mnasón, de Chipre, un antiguo discípulo con quien deberíamos hospedarnos. [17] Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con regocijo. [18] Y al día siguiente Pablo fue con nosotros a ver a Jacobo, y todos los ancianos estaban presentes. [19] Y después de saludarlos, comenzó a referirles una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles mediante su ministerio. [20] Y ellos, cuando lo oyeron, glorificaban a Dios y le dijeron: Hermano, ya ves cuántos miles hay entre los judíos que han creído, y todos son celosos de la ley; [21] y se les ha contado acerca de ti, que enseñas a todos los judíos entre los gentiles que se aparten de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni observen las tradiciones. [22] Entonces, ¿qué es lo que se debe hacer? Porque sin duda la multitud se reunirá pues oirán que has venido. [23] Por tanto, haz esto que te decimos: Tenemos cuatro hombres que han hecho un voto; [24] tómalos y purifícate junto con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos sabrán que no hay nada cierto en lo que se les ha dicho acerca de ti, sino que tú también vives ordenadamente, acatando la ley. [25] Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito, habiendo decidido que deben abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de fornicación. [26] Entonces Pablo tomó consigo a los hombres, y al día siguiente, purificándose junto con ellos, fue al templo, notificando de la terminación de los días de purificación, hasta que el sacrificio se ofreciera por cada uno de ellos”.
No te escandalice mi título. Eran dos buenos hermanos y amigos, pero en dos posiciones diferentes en cuanto a la ley ceremonial dada por Moisés. Jacobo quiso salvar al apóstol de problemas, pero no lo logró, aunque éste cooperó con su buena intención. Después de estos días nos preparamos y comenzamos a subir hacia Jerusalén.
Miremos a Pablo dentro del perímetro de autoridad de Jacobo. Dos líderes prominentes, dos hermanos en Cristo, sin embargo, uno, Santiago, liderando el sector judaico del cristianismo naciente que continuaba apegado a la ley de Moisés y el otro, Pablo, un ministro a los gentiles, que, aunque educado dentro del judaísmo predicaba a Cristo sólo, la salvación por la gracia, sin las obras de la ley.
Jerusalén no es la ciudad de Pablo, ni donde tiene más amigos ni convertidos; pero está llena de judíos ortodoxos por la ley y de cristianos que también la guardaban. Es allí donde a Pablo le esperaban muchas anunciadas tribulaciones y donde tuvo que hacerse como si estuviese sujeto a la ley, aunque no lo estaba.
Observa que no prosperaron las intenciones de Jacobo. Hizo la sana proposición de que Pablo desmintiese los falsos rumores de que estaba enseñando a los judíos a apostatar de Moisés (v. 21); así según él, mejoraría la imagen dentro de su pueblo y lo guardaría de cierto posible peligro cuando oyeran que había venido a la fiesta (v. 22). Él pensó que ellos al verlo cumpliendo los votos “comprenderán que no hay nada de los que se les informó” (v. 24). Fue muy ingenuo al pensar de ese modo o le faltaba conocer muchas cosas del apóstol, que el simple hecho de pagar aquellos votos no sería suficiente para sus adversarios que le habían escuchado enseñar, sostener y defender la gracia por encima del cumplimiento ceremonial de la ley.
Parecería iluso que si sus enemigos le oyeron enseñar esas doctrinas aceptaran que por el simple hecho de raparse el cabello o por pagar los gastos de aquellos cuatro nazareos, él hubiera cambiado. Y así ocurrió, nada más que lo vieron se formó el tumulto. ¿Hasta qué punto Santiago conocía el ministerio de Pablo? ¿Podría pensar que él le predicara un evangelio de libertad en la gracia a los griegos y uno atado al yugo de la ley para los judíos? Santiago había envidado algunos a Antioquía, una iglesia eminentemente gentil, para influir sobre ella con sus emisarios (Ga. 2:12). Su reputación en ese entonces era muy fuerte y los mismos hermanos temían contradecirlo.
Observa el lado de los adversarios. De una manera o de otra, tampoco sus difamadores entendían bien lo que Pablo pensaba de la ley, pero le habían oído decir muchas cosas con las cuales ellos no estaban de acuerdo; por ejemplo: “La circuncisión nada es” (1Co.7:19) “somos circuncidados por medio del bautismo, circuncisión no hecha de mano” (Col.2:11,12) “de todo lo que se venda en el mercado comed sin preguntar nada por motivos de conciencia” (1 Co. 10.25-27) “no estéis sujetos al yugo de esclavitud” (Ga.5:1) “el fin de la ley es Cristo” (Ro. 10:4) “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Col.2:14) “uno hace diferencia entre día y día, otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día para el Señor no lo hace. El que come para el Señor come y da gracias a Dios; y el que no come para el Señor no come y da gracias a Dios” (Ro.14:5,6) “y que por la ley ninguno se justifica para con Dios es evidente porque está escrito: Mas el justo por la fe vivirá; y la ley no es fe sino que dice: El que hiciera estas cosas vivirá por ellas”. Todo eso daba pie para acusarle de anti judío y traidor.
No, Jacobo quiere ganarle terreno a la posición de Pablo. Estará ayudando al apóstol, pero también parece querer ganarlo públicamente para su grupo judeo-cristiano. Pablo le había contado una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles (no entre los judíos) por su ministerio (v.19). Glorificaron a Dios por la conversión de los gentiles (v.21). Pablo no mencionó los millares de gentiles que habían creído, pero los hermanos de Jerusalén, especialmente Jacobo sí lo hicieron diciendo: “Ya ves hermano, cuántos hermanos han creído y todos son celosos por la ley”. Estaba queriendo decir: “Nosotros, los de la circuncisión también hemos sido bendecidos por el Señor y tenemos convertidos por millares y esa multitud guarda la ley”. No estaban separados de la cultura en la que se habían criado y el cristianismo de ellos armonizaba con ella. Una cultura mosaica.
Si sacan el asunto es porque en el curso del testimonio de Pablo se hizo referencia (y ellos lo sabían) que en la conversión de los gentiles medió la predicación de un evangelio sin las ceremonias de la ley. Santiago está queriendo decirle: “Ese evangelio que tú predicas, como acordamos en el Concilio, es para los gentiles y no para los judíos; hemos tenido noticias (por no decir él mismo) de que también estás enseñando a los judíos la clase de evangelio que es sólo para gentiles, no según hemos acordado.
“Por tanto, demuestra ahora con esos votos y gastos, que, aunque predicas un evangelio sin ley para ellos, tú como judío practicas el judaísmo”. Es indudable que Santiago está procurando someter al apóstol, al menos ante los ojos de muchos hermanos. Si alguien duda que semejante presión se hiciera sobre él, lea en Ga.2:1-10, como tuvo que predicar en Jerusalén su evangelio sin ley, escondido, y siempre con peligro de espías.
La “multitud” que oiría de su llegada y se alborotaría, ¿quiénes serían? ¿Los judíos cristianos o los no cristianos? Parece que ambos formaban ese gentío. Lo que quiere decir que los hermanos judíos convertidos se hallaban a gusto en Jerusalén y no sufrían alguna persecución porque estaban bien identificados con las autoridades judías; y eso es lo que explica por qué todos, incluyendo a Bernabé, les temían por las consecuencias. Pablo aceptó aquello no por el miedo que las palabras del hermano Jacobo podrían producir en él, sino porque pagaba el precio, adoptando en forma un apego al judaísmo que ya en sustancia distaba de guardar; con el propósito de tener un buen clima, calmar a los adversarios y haciéndose judío ganar a los judíos (1Co.9:19,20). Pero no le sirvió. Lo detuvieron. No salió libre de esa visita.
Es cierto que no hay otro medio de salvación para los judíos que no sea la gracia, igual que para nosotros, pero dado que el patriotismo de ellos está tan conectado con la ley mosaica, la evangelización de los mismos desde un Pablo a los gentiles es muy difícil, y el fanatismo y los prejuicios obstaculizarían cualquier esfuerzo espiritual para ayudarlos, sin embargo, pienso, que un Pablo rapado, pagando votos, aprovechando para su bien espiritual el ritual judío, es más probable que salve algunos que el otro flamígeramente dogmático que oímos en Antioquia, aunque a nuestros escrúpulos parezca inconsecuencia y contradicción dentro de un Nuevo Testamento mayormente gentil. Lo que es improcedente es que entre los gentiles se adopten costumbres culturales judías, como hacen algunas iglesias hoy, para ganar a los gentiles puesto que eso no es evangelizar sino judaizar, y en sentido general hasta donde he visto, no logran nada sino un culto bonito que no es más que folclore judío sin sustancia salvadora.
Lecciones sobre un motín
Hch. 21:27-36
“Cuando estaban para cumplirse los siete días, los judíos de Asia, al verlo en el templo, comenzaron a incitar a todo el pueblo, y le echaron mano, [28] gritando: ¡Israelitas, ayudadnos! Este es el hombre que enseña a todos, por todas partes, contra nuestro pueblo, la ley y este lugar; además, incluso ha traído griegos al templo, y ha profanado este lugar santo. [29] Pues anteriormente habían visto a Trófimo el efesio con él en la ciudad, y pensaban que Pablo lo había traído al templo. [30] Se alborotó toda la ciudad, y llegó el pueblo corriendo de todas partes; apoderándose de Pablo lo arrastraron fuera del templo, y al instante cerraron las puertas. [31] Mientras procuraban matarlo, llegó aviso al comandante de la compañía romana que toda Jerusalén estaba en confusión. [32] Inmediatamente tomó consigo algunos soldados y centuriones, y corrió hacia ellos; cuando vieron al comandante y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. [33] Entonces el comandante llegó y lo prendió, y ordenó que lo ataran con dos cadenas; y preguntaba quién era y qué había hecho. [34] Pero entre la muchedumbre unos gritaban una cosa y otros otra, y como él no pudo averiguar con certeza los hechos, debido al tumulto, ordenó que lo llevaran al cuartel. [35] Cuando llegó a las gradas, sucedió que los soldados tuvieron que cargarlo por causa de la violencia de la turba; [36] porque la multitud del pueblo lo seguía, gritando: ¡Muera!”.
Menuda sorpresa. Pablo no esperaría ser aprehendido allí. Casi que encuentra la muerte. El centro de todo el relato no son los judíos que alborotaban la ciudad, ni el tribuno (el jefe de 1000, comandante, coronel), sino Pablo. Nuestra admiración es hacia él.
Nota que sus enemigos lo cuentan como un hombre que enseña a todos por todas partes (v. 28); y esto es un buen testimonio pues es hallado haciendo obra de evangelista, cumpliendo su ministerio. Para eso lo llamó Dios, para enseñar a todos por todas partes. El asunto está en que ellos no lo dijeron con admiración sino como una deslealtad o una triple traición, contra el pueblo judío, contra la ley religiosa de la nación dada por Moisés y contra el santo lugar de adoración, el templo.
Según ellos era un triple delito que merecía ser tres veces muerto y sin más investigación, sin que mediara un jurado, sin darle oportunidad al acusado para defenderse, al menos para identificarse si era o no de quien hablaban. Todo el relato refleja la sed de sangre contra los predicadores del evangelio y que llevar el evangelio de la gracia a los judíos ortodoxos es una tarea peligrosa.
Vamos a desmenuzar la acusación. ¿Por qué afirmaron que Pablo había pecado contra nuestro pueblo? (v. 28). Porque su mensaje no era cultural sino un mensaje de salvación, honesto y valiente. Hablaba de la incredulidad de ese pueblo, afirmaba que tenía un velo sobre los ojos cuando leía la ley de Moisés, que le había acontecido endurecimiento en parte, que no era el único pueblo de Dios que también había elegido otro dentro de los gentiles y esto era un misterio que ellos desconocían, que este nuevo pueblo también era heredero de las promesas dadas a Abraham, que la ciudad de Jerusalén sería destruida si no se arrepentiría, que eran incircunciso de corazón, y que los verdaderos israelitas lo eran en el corazón y no en la carne, pero todo esto lo decía con profundo amor, bajo la sombra de la cruz, con respeto y afecto hacia los de su nación.
Pero ellos entendían esto era un insulto, que el único pueblo de Dios era ellos, los únicos y verdaderos e iluminados intérpretes de la Escritura. Esencialmente, se consideraban hijos de Dios, aunque procuraban matarlo, dignos y no pecadores como los gentiles. Israel no comprendía su propia historia y su propósito en el mundo y no estaba dispuesto compartir sus privilegios con nadie más, excepto que se hicieran judíos.
La segunda acusación era todavía más grave, contra el código civil de la nación: que había pecado contra la ley (v.28). No fue una acusación moral sino religiosa. En relación con los ritos y ceremonias, no porque las dejara de guardar absolutamente sino porque las consideraba sin valor para la salvación, o sea, era una predicación teológica que ellos convertían en un crimen político. Le habían oído decir que todas aquellas cosas eran como basura (para él), que por la ley nadie se justifica ante Dios, que la sangre de Jesús, derramada por las autoridades de su pueblo era suficiente sacrificio cruento mosaico, que abstenerse de sangre y ahogado tampoco era una contribución a la salvación y además de todo, su estilo de vida era como si estuviera sin ley, aunque estaba bajo la ley de Cristo.
Una gran lección tomada de este motín es cómo salvar a los israelitas y musulmanes. Lo consideraban un gran apóstata de Moisés y eso enseñaba (21:21). Ese es el mismo espíritu intransigente de la ley de Moisés, y agrandado, que tienen los musulmanes y su dios Alá. El que se deriva a lo sumo, de una religión donde no se ha revelado la misericordia de la Trinidad. Una religión sin Jesús, sin el Espíritu, porque donde esté el Espíritu “allí hay libertad” (2 Co.3:17), adoradores que, si el Hijo los libertare, serían “verdaderamente libres” (Jn. 8:32,36).
Los judíos tanto como los musulmanes y todos los gentiles necesitan la verdad del evangelio para hallar descanso para sus almas y ser libres. En efecto, Pablo desafiaba el statu quo, y predicando sin parar como un desafío y mucho riesgo de su vida eso que le criticaban como una “herejía” (24:14). Si hay otra forma u otro camino para hacer libre a esos pueblos no lo sé, el pluralismo occidental podría deshacer el celo religioso de ellos o su fanatismo, si logran establecer una democracia secularizada, pero eso no sería darles libertad religiosa sino la abolición de la religión. La libertad espiritual de esos pueblos está en manos de las iglesias y no de los gobiernos.
Y en último lugar, en el relato de esta violencia contra el apóstol también se pueda hacer otra observación en relación con la providencia de Dios (v.31). Alguien dio aviso a las autoridades, del alboroto que había en el templo, que un hombre judío, predicador de un tal Cristo, era acusado por los de su nación como si fuera una plaga y procuraban a golpes matarlo. Inmediatamente el tribuno dio orden a los centuriones que se pusieran en marcha y suprimieran la revuelta y evitaran que le dieran muerte a Pablo. Y así fue, con eso que ellos llamaban violencia (24:7), y Pablo fue alzado en vilo y puesto en salvo. Uno predica hasta que Dios quiera. Dios es el que extiende o acorta el ministerio de un predicador. No esta vez, ni otras muchas veces en que sostuvo su vida en peligro, fue su último tramo. Y para aprender a estar conformes con Dios mira que no lo preservó de la paliza, la permitió, pero lo otro no. Y eso enseña que quizás a veces la providencia de Dios no sólo es inexplicable sino sorprendente y a veces insatisfactoria, parece incompleta y no es de un gusto total; generalmente se presenta con sus dos matices: la voluntad permisiva de Dios y la activa. En ambos casos es igualmente buena y siempre suficiente, siempre “perfecta” aunque no parece siempre “agradable” (Ro. 12:2; puede traducirse “aceptable”). Ser cristiano y predicador tiene su precio y llevar en el cuerpo las marcas del Señor Jesucristo.
Pablo, el hombre culto de Tarso
Hch. 21:37-40; 22:1,2
“Cuando estaban para meter a Pablo en el cuartel, dijo al comandante: ¿Puedo decirte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego? [38] ¿Entonces tú no eres el egipcio que hace tiempo levantó una revuelta, y capitaneó los cuatro mil hombres de los asesinos al desierto? [39] Pablo respondió: Yo soy judío de Tarso de Cilicia, ciudadano de una ciudad no sin importancia; te suplico que me permitas hablar al pueblo. [40] Cuando le concedió el permiso, Pablo, de pie sobre las gradas, hizo señal al pueblo con su mano, y cuando hubo gran silencio, les habló en el idioma hebreo, diciendo:
“Hermanos y padres, escuchad mi defensa que ahora presento ante vosotros. [2] Cuando oyeron que se dirigía a ellos en el idioma hebreo, observaron aún más silencio; y él dijo: El comandante o tribuno parece asombrado que Pablo hablara griego. Lo asombra por dos cosas: su cultura y popularidad. Es posible que Pablo se haya dirigido a él en ese idioma (v.38) cuando dijo "¿sabes griego?".
El tribuno hablaría latín puesto que era romano, se supone, y no era que Pablo desconociera también esa lengua pues él también por haber nacido en Tarso, una provincia romana, “no insignificante” (v.39) como él dice, debió saber cómo escribirlo y hablarlo; pero sin embargo no escribió ninguna de sus epístolas en latín sino en griego, tampoco en hebreo. Para él era el idioma preferido, el de la revelación, y con el cual se había familiarizado por medio de la Septuaginta o versión griega del A. T., es decir, se dirige al tribuno en el idioma de la Biblia por medio del cual su pensamiento había sido formado. Era el idioma de la cultura, de los filósofos, maestros y escritores.
Con esto le estaba mostrando al tribuno que no era un cualquiera, ni un revoltoso o asesino como después el militar demostró, que estaba pensando cuando le preguntó si era “aquel egipcio que levantó una revuelta y llevó consigo 4000 hombres sicarios” (v.38). Este fue un falso profeta según dice Josefo, que convenció a millares de judíos a que le acompañaban al Monte de los Olivos y que con su palabra destruiría las murallas de Jerusalén y podrían entrar libremente y atacar a los romanos, quienes conociendo esta sublevación cayeron sobre ellos y mataron a muchos y a otros los pusieron en prisión. Pablo es confundido con este señor no precisamente porque arrastrara consigo una multitud inmensa sino porque venían detrás de él mucho pueblo pidiendo su muerte. Aquel sicario había escapado y este comandante pensó que se trataba de él. Se equivocaba, Pablo no era un sicario sino un predicador del evangelio que por cuestiones doctrinales y no políticas era perseguido con saña. Tanto Jesús como Pablo fueron siempre muy discretos en no convertir el mensaje de salvación en una ideología política. Así que la cultura y la popularidad de Pablo, el color moreno de su piel (no blanco con ojos azules), confundieron al tribuno que pensó que era un egipcio.
Así que el apóstol era más bien un tipo intelectual que un revolucionario social. Tal vez se dirigió en griego a él con el propósito de que sus perseguidores no lo entendieran. Concedido el permiso de la palabra y teniendo como púlpito una pequeña escalera que daba entrada por la puerta al cuartel le dirigió la palabra a los judíos en el idioma hebreo (v. 39), no el hebreo puro sino una mezcla popular del sirio y el caldeo porque mejor lo entenderían que en griego.
Esa fue la razón por la cual le prestaron mayor atención porque lo entenderían mejor, les estaba hablando en su propio dialecto. Pablo no les hablaba a los judíos cuando les predicaba, no les presentaba el mensaje en hebreo sino en griego, claro que generalmente su audiencia era gentil, pero aun así en las sinagogas también hablaba griego y usaba las Escrituras en ese idioma. Lo cierto es que la gente atiende mejor a uno cuando se le habla con palabras que puedan entender. No obstante, esta atención inicial se rompió cuando iba desarrollando su discurso, ni le sirvió para nada su testimonio como judío o para bien espiritual de ellos (22:22). Y ya eso es tema para la próxima exposición.
Saulo y sus acompañantes
Hch. 22:3-16
“Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, educado bajo Gamaliel en estricta conformidad a la ley de nuestros padres, siendo tan celoso de Dios como todos vosotros lo sois hoy. [4] Y perseguí este Camino hasta la muerte, encadenando y echando en cárceles tanto a hombres como a mujeres, [5] de lo cual pueden testificar el sumo sacerdote y todo el concilio de los ancianos. También de ellos recibí cartas para los hermanos, y me puse en marcha para Damasco con el fin de traer presos a Jerusalén también a los que estaban allá, para que fueran castigados. [6] Y aconteció que cuando iba de camino, estando ya cerca de Damasco, como al mediodía, de repente una luz muy brillante fulguró desde el cielo a mi derredor, [7] y caí al suelo, y oí una voz que me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" [8] Y respondí: "¿Quién eres, Señor?" Y Él me dijo: "Yo soy Jesús el Nazareno, a quien tú persigues." [9] Y los que estaban conmigo vieron la luz, ciertamente, pero no comprendieron la voz del que me hablaba. [10] Y yo dije: "¿Qué debo hacer, Señor?" Y el Señor me dijo: "Levántate y entra a Damasco; y allí se te dirá todo lo que se ha ordenado que hagas." [11] Pero como yo no veía por causa del resplandor de aquella luz, los que estaban conmigo me llevaron de la mano y entré a Damasco. [12] Y uno llamado Ananías, hombre piadoso según las normas de la ley, y de quien daban buen testimonio todos los judíos que vivían allí, [13] vino a mí, y poniéndose a mi lado, me dijo: "Hermano Saulo, recibe la vista." En ese mismo instante alcé los ojos y lo miré. [14] Y él dijo: "El Dios de nuestros padres te ha designado para que conozcas su voluntad, y para que veas al Justo y oigas palabra de su boca. [15] "Porque testigo suyo serás a todos los hombres de lo que has visto y oído. [16] "Y ahora, ¿por qué te detienes? Levántate y sé bautizado, y lava tus pecados invocando su nombre".
Primero que todo, dado que el apóstol repetía su experiencia de conversión al cristianismo (capítulo 9) y ya la he comentado, elegiré dos o tres temas dentro de la narración con la menor repetición posible. Ahora nos fijaremos en los acompañantes de Saulo. Saulo no iba solo y los compañeros fueron testigos de que “algo” le había pasado. Si interrogados, hubieran dicho: ciertamente vimos una luz que lo golpeó en el rostro y lo echó a tierra, oímos que “alguien” le había dicho algo pero “no entendimos” lo que le hablaron, lo más que podemos decir es lo que “él respondió”. De eso sacamos en limpio algunas cosas. Los que llegan cerca de la salvación pueden testificar de que al que se hace cristiano le pasa algo, que existe Alguien que le habló, que alguna experiencia mística ha tenido, pero no se convierten porque no comprenden, oyen la palabra y no la entienden y viene el Malo y arrebata la semilla (Mt. 13:19). Saber que hay Alguien en el cielo que habla a los hombres y conocer alguno de esos bienaventurados, no es fe suficiente. Tenían un gran concepto de la vida cristiana, que el inicio de la salvación viene de Dios, que Jesús es el Salvador, que habla a los hombres con una voz celestial y va acompañada de una luz muy potente capaz de derribar a un hombre a tierra.
Si hubieran reflexionado un poco más hubieran descubierto la doctrina de la elección divina, que Dios escoge a quién hablar y a quien no, que los escogidos son bienaventurados, que no son escogidos por sus buenas obras puesto que Saulo andaba matando cristianos o metiéndolos en la cárcel, tampoco porque demuestren celo o fervor religioso porque él también era eso, y llevaba una vida “irreprensible”, sino por su libérrima voluntad, por su misericordia. Nadie es tan feroz enemigo de Jesús que no pueda ser escogido ni tan religioso que por ella lo deba ser. ¿No es esto un aliento para usted? Además, si se generaliza la enseñanza y es deducible lo que pasó, se puede afirmar que sólo pueden entender la voz celestial aquellos a quienes se les dirige. ¿No le preocupa que Dios le esté hablando a otro y usted no entienda nada, que otros estén respondiendo al Señor y usted no, que en otros sea efectivo el sermón y usted esté aburrido o con deseos de marcharse? Y entender es fundamental para ser salvo. La luz celestial les pasó junto a los ojos y no pudieron saber de qué se trataba. Muy cerca tuvieron al Señor, hablándole a otro y a ellos no. Cerca estuvieron de la salvación sin adquirirla. Estas cosas se deben discernir espiritualmente y acomodarse lo espiritual algo espiritual. Y “nadie conoce al Hijo sino aquel a quien el Padre se lo quiere revelar” (Mt.11:27).
En segundo lugar, aunque Jesús es suficiente para salvar, él suele usar a otros para que ayuden a los que son herederos de la salvación, y esos definitivamente son usados para quitar definitivamente la incredulidad como escamas de los ojos de los incrédulos. Aunque ya Saulo estaba convertido le quedaba aún un símbolo de su ceguera espiritual, sus ojos cerrados, que tenían que ser abiertos por un hermano en la fe, enviado por Dios. Dios envía exactamente a la persona que se necesita para salvar a otra. No puede ser una distinta. Una persona que es impulsada hacia el que le necesita. Dios se la envía. Ningún escogido dejará de ser salvo. Piense si hay alguien, en alguna parte, que necesita de usted. Usted es la única persona que le puede hacer bien espiritual.
Ananías era un hombre “piadoso según las normas de la ley” (v.12). Este es exactamente el hombre adecuado para tener alguna relación con Saulo y los orígenes de Pablo el misionero. Por la referencia del capítulo 9 sabemos que era cristiano, judío y que tenía buen testimonio dentro de la comunidad cristiana judía y es de suponer que también en la sinagoga. Este hombre representa la conexión de Saulo con los de su raza antes de su conversión y el medio usado por Dios para introducirlo dentro de la iglesia apostólica. Es él que le devuelve la vista y lo bautiza.
Y sobre todo eso tal vez lo más importante sea lo que le dice, la médula misma de una vida cristiana y misionera triunfal, hacer la voluntad de Dios. Así dice, “el Dios de nuestros padres te ha designado para que conozcas su voluntad” (v.14). Eso quiere decir que la médula misma del llamamiento de un pecador para salvación, de un pastor a pastorear o de un misionero a extender el reino, es hacer la voluntad de Dios cualquiera que esta sea, en pobreza o en riqueza, en enfermedad o con salud, preso o en libertad; porque desde el mismo instante del nacimiento de la fe en Jesús, Dios es el que dirige la vida y es cuando tal persona se da cuenta que forma parte de un plan y un mapa divinos, de una estrategia celestial, de una lucha organizada por él, donde el primer deber del nuevo redimido, del soldado recién alistado, es obedecer la voluntad de su gran Capitán. En las manos de Dios se hallaban las armas para hacer la guerra y el mapa geográfico dónde hacerla. Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar les dijo que dijeran “más no se haga mi voluntad sino la tuya”. El éxito del redimido y de su ministerio depende de su disposición para ser movido de un lugar a otro de acuerdo con la voluntad de Dios.
Pablo siempre predicó sus doctrinas en relación con un personaje vivo y con su misión de salvación. Quiso decirle “testifica sobre Jesús, para que digas a grandes y chicos que él está vivo, que oíste palabras de su boca, que Dios ha dado la fe a todos con haberle levantado de los muertos y que, aunque murió como un impío es el justo”. Y eso quiere decir, porque es tan claro como el agua, que es el Mesías y el Hijo de Dios, y por ende también como dijo el mártir Esteban, está de píe a la diestra de la gloria de Dios (7:55,56). Pablo siempre afirmó que Jesús estaba vivo (25:19).
Después de esto Ananías le dice, “¿por qué te detienes? Levántate y sé bautizado, y lava tus pecados invocando su nombre” (v.16); y eso quiere enseñar que es el ojo del ministro el que debe examinar al recién convertido y ver si hay algo que impida o pueda detener su bautismo. Ananías hace su trabajo completo. No deja a Saulo hasta que no lo bautice, hasta que forme parte de la iglesia. Y le relaciona su bautismo con su salvación y como una señal de purificación de sus pecados. No que las aguas lo limpien de pecado, sino que por ellas muestra que lo ha sido. En esencia quiere decir, testifica públicamente de la fe que combatías y empieza una nueva vida en la santidad de la fe de Jesús. Y tomado el mandamiento se inició públicamente como cristiano, y a partir de ese momento comenzó su desarrollo y crecimiento vertiginoso en el conocimiento de Dios y de Cristo Jesús.
Exposición 77
Un misionero en toda regla
Hechos 22:17-30
“Y aconteció que cuando regresé a Jerusalén y me hallaba orando en el templo, caí en un éxtasis, [18] y vi al Señor que me decía: "Apresúrate y sal pronto de Jerusalén porque no aceptarán tu testimonio acerca de mí." [19] Y yo dije: "Señor, ellos saben bien que en una sinagoga tras otra, yo encarcelaba y azotaba a los que creían en ti. [20] "Y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, allí estaba también yo dando mi aprobación, y cuidando los mantos de los que lo estaban matando." [21] Pero El me dijo: "Ve, porque te voy a enviar lejos, a los gentiles."[22] Lo oyeron hasta que dijo esto, y entonces alzaron sus voces y dijeron: ¡Quita de la tierra a ese individuo! No se le debe permitir que viva. [23] Como ellos vociferaban, y arrojaban sus mantos, y echaban polvo al aire, [24] el comandante ordenó que lo llevaran al cuartel, diciendo que debía ser sometido a azotes para saber la razón por qué gritaban contra él de aquella manera. [25] Cuando lo estiraron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba allí: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle hecho juicio? [26] Al oír esto el centurión, fue al comandante y le avisó, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es romano. [27] Vino el comandante a Pablo y le dijo: Dime, ¿eres romano? Y él dijo: Sí. [28] Y el comandante respondió: Yo adquirí esta ciudadanía por una gran cantidad de dinero. Y Pablo dijo: Pero yo soy ciudadano de nacimiento. [29] Entonces los que iban a someterlo a azotes, al instante lo soltaron; y también el comandante tuvo temor cuando supo que Pablo era romano, y porque lo había atado con cadenas. [30] Al día siguiente, queriendo saber con certeza la causa por la cual los judíos lo acusaban, lo soltó, y ordenó a los principales sacerdotes y a todo el concilio que se reunieran; y llevando a Pablo, lo puso ante ellos”.
Fíjate en los esfuerzos espirituales de Saulo para defenderse de sus perseguidores. Está viviendo una escena parecida a la que vio sufrir a Esteban. Pero nota, que no se trata de un sermón bíblico escrituralmente organizado. Este es su testimonio personal. Diferente a los sermones que les predicaba a los judíos, citando las Escrituras; es también diferente al sermón bíblico que les dio Esteban a los judíos que lo apedreaban. Primeramente, les contó por qué se hizo cristiano y después como recibió su divina vocación misionera. Es mucho más una defensa que lo que hizo el mártir Esteban. Es una defensa ante el tribuno. Habla de Jesús a través de su experiencia personal. Y fue de balde, aunque dijo cosas sublimes. Afirmó que por dos veces vino Jesús desde el otro mundo y se le apareció en visión. Pero a eso no le hicieron caso. Tampoco le dieron importancia a su “éxtasis” (v.17), ni que hubiera sido raptado en el cuerpo o fuera del cuerpo. No creyeron ni una sola palabra de las que les dijo. Se extendió bastante sobre su pasada vida. Eso tampoco sirvió. Echaba las perlas a los puercos. Les dijo porqué enseñaba a los gentiles, porque el Señor le dijo: “te voy a enviar lejos” (v.21). Hasta ahí le soportaron el discurso y de nuevo rugían pidiendo su muerte.
Observa como Saulo hace uso de sus derechos civiles para evitar su encarcelamiento, la tortura y la muerte. No estaba ansioso por convertirse en un mártir, sino que prefería seguir viviendo para predicar el evangelio, y es por eso que no quiere que lo torturen. Si me lo permiten creo que podemos sacar lecciones bonitas de esto, especialmente es importante para el siervo de Dios tener sus papeles en regla en el país donde trabaja de modo que pueda, dado el caso, acudir a sus derechos como ciudadano y evitar que le apliquen leyes en su contra. Es bueno poder predicar el evangelio amparado por la ley. Este es un privilegio que tienen los que han nacido en el mismo lugar donde Dios quiere usarlos y cuentan con todos los derechos que con su nacimiento reciben. Así es el caso de Saulo de Tarso. Cuando le estaban interrogando y pensaban sacarle la verdad torturándolo les dijo: "¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle hecho juicio?"(v.25).
¿A qué otra cosa podría apelar sino al derecho romano? Es bueno que haya sociedades de derechos en el mundo. Al menos hasta cierto punto era un estado de derecho y cuando uno de sus funcionarios se extralimitaba en sus funciones, podría obligársele a retroceder, porque había leyes que amparaban al ciudadano. Es importante que todo ciudadano cristiano viva dentro de las leyes de su gobierno para que tenga derecho a reclamarlas, y las conozca para hacerlo si fuera necesario. Ningún cristiano debe vivir al margen de la ley por ser cristiano y por ser ciudadano. Las leyes no han sido dadas para infundir temor sino para mantener en orden la sociedad. Al “hombre de pecado” que menciona Pablo se le llama “sin ley”. Las leyes no son para incumplirlas sino para respetarlas y un buen cristiano debiera ser un buen ciudadano. En casi todo lugar hay oficiales o ciudadanos de los cuales hay que defenderse, que tienen en poco el cristianismo, el honor de los siervos de Dios, los derechos religiosos y la Biblia, y contra quienes la única protección son las leyes.
Hay gobiernos cobardes que todavía hoy día usan la amenaza, la intimidación y la tortura en sus interrogatorios, y muchas veces la muerte; sociedades gobernadas por caudillos y dictadores que no respetan los derechos humanos ni les importa que la sociedad internacional los condene entretanto ellos continúen sembrando el terror y masacrando la población para mantenerse en el poder y proliferando sus ideales y ambiciones, a todo coste. Perversos tribunos y sanguinarios centuriones, malvados policías, que, porque les pagan, encarcelan, torturan y matan. Es una lástima que a veces si uno no tiene dinero para pagar un abogado tiene que sufrir que le despedacen el honor y lo difamen, y cuando menos le cuesta trabajo que le hagan justicia, porque en ocasiones la justicia hay que comprarla. Así fue como Saulo logró, diciendo que sus papeles estaban en orden como ciudadano romano, que los que le iban a torturar se alejaran de él.
Y hablando sobre otro pensamiento. En último lugar, reflexionemos en el provecho de la ciudadanía romana además de lo que ya dije. Siendo un poco minucioso. Saulo era ciudadano romano porque había nacido en Tarso una provincia del imperio, mientras tanto el tribuno había comprado su ciudadanía (v.28). Este hombre puede reflejar a los que emigran a otro país por razones políticas o económicas, y entran a él legalmente o no. A ese señor le había costado mucho dinero hacerse ciudadano romano, y según sus palabras, "una gran suma"; que estuvo dispuesto a pagarla con tal de legalizar su situación, adquirir privilegios que de otro modo no podría, y poder llevar a cabo sus ambiciones personales. Trabajó y trabajó, ahorró y ahorró, hasta que reunió el dinero para hacerse ciudadano del imperio. Es decir, sin reunir esa cantidad de dinero y desembolsarla, pareciera exagerada o no, no podría dar ningún paso hacia un futuro mejor si no adquiría la ciudadanía romana.
Ya el idioma lo tenía, supongo que hablaba sirio o griego, y por supuesto el latín; pero le faltaba organizar sus papeles legales. Del mismo modo en esta época aquellos que emigran a otro país, el primer paso es poder comunicarse con la sociedad a través de su idioma, aprendiéndolo si es distinto, y sumando a ello un constante trabajo y bien administrados fondos, para poder organizar el estatus migratorio. Con esas cosas se puede proseguir a realizar sueños, satisfacer ambiciones, alcanzar almas para Cristo, defenderse en juicio contra los malos ciudadanos, perseguir alguna carrera, alcanzar un puesto político como tribuno, comandante, emperador o presidente; y si algunas de esas posiciones sabemos que ya son históricamente anacrónicas y han vuelto a resurgir, como la de los actuales dictadorcillos latinoamericanos, hay otras que dentro de una limpia democracia un buen ciudadano puede alcanzar, el ser un buen médico, un empresario, un excelente cristiano y un fervoroso misionero.
Pablo entre saduceos y fariseos
Hch. 23:1-11
“Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Hermanos, hasta este día yo he vivido delante de Dios con una conciencia perfectamente limpia. [2] Y el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban junto a él, que lo golpearan en la boca. [3] Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Te sientas tú para juzgarme conforme a la ley, y violas la ley ordenando que me golpeen? [4] Los que estaban allí observando, dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? [5] Y Pablo dijo: No sabía, hermanos, que él era el sumo sacerdote; porque escrito está: No hablarás mal de una de las autoridades de tu pueblo. [6] Entonces Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y otra fariseos, alzó la voz en el concilio: Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; se me juzga a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos. [7] Cuando dijo esto, se produjo un altercado entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. [8] Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu, mas los fariseos creen todo esto. [9] Se produjo entonces un gran alboroto; y levantándose algunos de los escribas del grupo de los fariseos, discutían acaloradamente, diciendo: No encontramos nada malo en este hombre; pero ¿y si un espíritu o un ángel le ha hablado? [10] Y al surgir un gran altercado, el comandante tuvo temor de que Pablo fuera despedazado por ellos, y ordenó que las tropas descendieran, lo sacaran de entre ellos a la fuerza y lo llevaran al cuartel. [11] A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: Ten ánimo, porque como has testificado fielmente de mi causa en Jerusalén, así has de testificar también en Roma”.
El centro de todo esto es las actuaciones de Pablo. Observa que él conserva su conciencia en buen estado y que vive con ella “completamente buena” (v.1) o “limpia” y con eso lo que quiere decir es que no ha cometido ningún delito contra la ley de Dios. Y por sólo decirlo le golpearon “la boca” (v.2). Es difícil no ver aquí que se enojó con la injusticia del tribunal. Le llama al sumo sacerdote “pared blanqueada” (v.3) y le dice que espere alguna clase de golpe por parte de Dios.
De ese incidente se puede aprender sobre el honor del ministro de Dios y su oficio. La persona que ordenó que lo golpearan fue Ananías, un tipo violento que un tiempo después fue asesinado (golpeado por Dios). Había sido sumo sacerdote y quizás ya no lo era, o no estaba vestido como se viste el sumo sacerdote, o no estaba sentado en el lugar de honor de sumo sacerdote, o era un sacerdote desconocido para Pablo porque había estado muchos años fuera de Jerusalén y ellos cambiaban con frecuencia la posición. Comoquiera que sea Pablo vio en él un hombre como otro cualquiera, porque nadie tiene escrito en la frente su vocación o su ocupación, y a menos que lo diga los demás no tienen como saberlo, a no ser que pregunten.
Si hubiera sido en ese momento el sumo sacerdote, el reproche era correcto, estaban violando la ley que el de boca decía cumplir; si ya no era el sumo sacerdote todavía lo llamaban con ese título y de igual manera debía comportarse a la altura de su cargo y honrar su antigua posición como si la estuviera ocupando todavía. Y eso enseña que los hombres no juzgan lo que somos por la ropa que vestimos sino más bien por lo que hacemos, "el hábito no hace al monje". Es una gran lección para todos los que espiritualmente usan el sagrado atuendo de Jesucristo y son jueces y maestros de su Palabra, o lo fueron y ahora están fuera del púlpito, que continúen honrando su unción para que los demás no piensen que son “pared blanqueada”. Es nuestro deber procurar siempre que haya armonía entre nuestros hechos actuales y nuestra historia. Los hombres esperan que los tratemos y nos comportemos siempre de acuerdo a la ley de Dios y no según nuestros impulsos y menos usando otra autoridad, la del oficio, y no la que da la palabra de Dios.
Nota la sensibilidad espiritual del apóstol y su respeto para los hombres vocacionalmente colocados por Dios en su servicio. Inmediatamente que escuchó que había ofendido a un ministro de Dios, retrocedió espantado cuando su conciencia le trajo a la memoria las palabras de Éxodo 22:28, "no maldecirás a un príncipe de tu pueblo". Así son las conciencias formadas por la palabra de Dios, aquellas que según Lutero son cautivas de esa palabra. Nadie tuvo que decirle "la Biblia dice" porque él la aprendió para vivirla y no había ningún otro argumento como el bíblico para someterlo con tanta prontitud. La Biblia lo vence. En realidad, el versículo que recordó no cita específicamente al sumo sacerdote sino a “un gobernante” “príncipe” del pueblo. Pablo extrajo el espíritu de ese texto y pensó que era aplicable a su caso. Le extrajo su significado y aplicación no para excusarse sino al contrario para perfeccionar su obediencia. Así actúan los creyentes que son ministros de Cristo, maestros de la ley, no de la letra sino el espíritu de ella.
Por otra parte, el texto de la ley habla que no se debe "maldecir" a un gobernante del pueblo o "hablar mal", desacreditar o infamar, injuriar a un hombre de Dios. No es cierto que él estuviera maldiciendo a nadie ni desacreditándolo. Lo que dijo era verdad. Aquel hombre no debía pasar por encima de la ley a la cual debía sujetarse. Pero le dolió decírselo. Y decirle que Dios lo golpearía a él. Y llamarlo "pared blanqueada", blanco por fuera y podrido por dentro. Se arrepintió haber usado ese lenguaje contra un supuesto siervo de Dios, aunque el mismo Jesús lo haya usado (Mt.23:27). Pablo, igual que David cuando cortó un pedazo del manto del ungido de Jehová, sintió remordimientos y pensó que había pecado contra Dios. Hablarle descomedidamente a un varón de Dios no es cosa que el Señor apruebe (Ge.31:24,29).
Fíjate que merecen un poco de justa interpretación los vv. 6-10, donde Pablo aparece usando el arma humana de la astucia para dividir el sanedrín y cambiar en otra dirección la cuestión que provocó aquel motín. Parece que deseó que se peleasen entre ellos mismos y favorecerse con el voto de la mayoría. Viendo que quienes lo juzgaban no estaban teológicamente unánimes, esgrimió el ardid de correr la atención hacia un punto teológico no directamente relacionado, la resurrección de los muertos, con los principales cargos que se le hacían, el de violar la ley de Moisés en muchos puntos: la justificación por la fe y no por las obras, la cuestión del sábado como un asunto intrascendente igual que la circuncisión, dejados a la conciencia individual de cada persona, y del mismo modo que la regla sobre los alimentos, y andar en la compañía de los gentiles y compartir con ellos la vida eterna. En esto consistían las acusaciones más graves, las teológicas, que según ellos destruían el corazón mismo de la nación, que era su religión.
¿Qué cree usted sobre lo que Pablo hizo? ¿Hizo bien o mal? ¿Sale en su defensa o lo critica? "Entonces Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y otra fariseos, alzó la voz en el concilio: Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; se me juzga a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos" (v.6). Ese procedimiento, que parece que se vio forzado a usar, merece alabanza humana pero no tuvo buenos resultados, la asamblea se dividió, se formaron dos bandos en el concilio, pero en vez de lograr un consenso de aprobación y que lo soltaran ocasionó que antiguas discrepancias surgieran y emergiera el odio de los unos contra los otros, se gritaran entre sí y estuviera a punto de estallar la violencia si "el comandante" (el tribuno) no lo sacara en vilo para que no lo despedazaran.
El sanedrín se dio cuenta, más que todo los saduceos, que era una treta de Pablo y que todo el tumulto lo había provocado con sus palabras y sintieron por él un odio mortal. El desorden fue completo y la sesión tuvo que ser suspendida. Lo que hizo Pablo fue una manipulación de la asamblea que estuvo a punto de costarle la vida. Yo no soy juez del apóstol porque mucho le agradezco y le respeto, oigo su testimonio, me sonrío, suspiro y le doy gracias a Dios que tuvo misericordia de él porque no debió haberlo hecho.
El proceso correcto de defensa hubiera sido largo y minucioso si se hubiera podido conseguir un buen espíritu, pero el sanedrín en su composición no era el mejor cuerpo teológico para examinar la teología y predicación del apóstol Pablo. Los saduceos. Un grupo compuesto por la clase sacerdotal rica, más pragmática y secular que otra cosa. Rechazaban la tradición oral y aceptaban solamente el pentateuco. Preferían una vida religiosa centrada en el templo antes que en la ley de Dios. Procuraban mantener un balance entre la palabra de Dios y las leyes de Roma. Eran más políticos que teólogos y mucho más escéptico que los fariseos. No creían que existieran los ángeles o espíritus, ni en la resurrección ni en la existencia del alma (v.8). El partido de los fariseos fue el que más fácil se movió a favor de Pablo.
Volviendo a los saduceos para decir algo sobre los religiosos liberales y los religiosos involucrados en política. O el pragmatismo secularizado de hoy en día. Es mi opinión que los políticos escépticos no debieran opinar sobre teología y si una doctrina es herética o no lo es, porque siendo incrédulos no pueden acomodar lo espiritual a lo espiritual, les falta discernimiento. Debieran más bien enfocarse en la política como hizo el tribuno y proteger la vida de los ciudadanos y dejar los exámenes doctrinales para personas competentes en esa materia y no meterse en ningún concilio para apoyar alguna confesión o desacreditarla haciendo uso de la autoridad civil que tienen sobre la iglesia.
Esto suele pasar cuando papas y cardenales unidos al poder secular han hecho declaraciones que incumben solamente a los hombres de iglesia. La política si quiere puede estar atenta a los debates formales teológicos, pero solamente para preservar el orden y enviar la policía si es que los que llamamos hermanos se entran a puñetazos y se vociferan injurias, y esto dentro de un recinto sagrado. Dentro de los teólogos, es decir los escribas, se levantaron algunos que estaba unidos a los ortodoxos fariseos y examinando solamente el testimonio personal de conversión de Saulo dijeron: "y levantándose algunos de los escribas del grupo de los fariseos, discutían acaloradamente, diciendo: No encontramos nada malo en este hombre; pero ¿y si un espíritu o un ángel le ha hablado?". Presumo que, sin extender el examen a las predicaciones y estudios de Pablo, examinando sólo lo que habían oído, lo declararon no culpable, y esto por supuesto agitó el espíritu de “los saduceos”, más aplomados y nada inclinados a dar por cierto un éxtasis y la aparición de un espíritu a quien Saulo nombró Señor.
De plano rechazaron su testimonio y querían condenar a Saulo política y religiosamente por sus peligrosas ideas. El susodicho rompía la unidad teológica de la nación. Esta gente de alcurnia sabía cómo camuflarse dentro de la religión y hacerla utilitaria y ponerla al servicio de su partido. Esa es la razón por la cual reaccionaron con mucha furia porque lo que estaban oyendo era una "herejía" que drenaba o escindía el judaísmo que ellos respaldaban por sus propios intereses y no querían verlo desaparecer ni sustituido por otra religión que incluía a los adversarios gentiles con los cuales tendrían que compartir toda la herencia, los pensamientos, la ideología y el corazón mismo de la nación. Sucumbiría Israel, absorbido y sustituido por las naciones del mundo. Por lo tanto, el evangelio de amor, paz y perdón, sin ceremonias ni templo, predicado por Saulo era una amenaza, peor que la fuerza, que desintegraría con persuasión y engaño a su pueblo. Por eso rugieron y querían echarle mano a aquel revoltoso que desintegraba dentro de todos los judíos esparcidos por el mundo, la cohesión religiosa que los atraía y reunía en una sola cosa. Cuidémonos de la filosofía moderna de los saduceos incrédulos, seculares y pragmáticos que nos toleran y no llorarían si desapareciéramos, porque aunque permitan la religión como si la apoyaran, en realidad la usan porque les beneficia. La tienen como un valor (value) no como una realidad (fact). Creen que son cuentos y útiles supersticiones que ayudan a vivir en paz.
¡Bien hecho comandante, gobernador!
Hch. 23:12-24
“Cuando se hizo de día, los judíos tramaron una conspiración y se comprometieron bajo juramento, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran matado a Pablo. [13] Y los que tramaron esta conjura eran más de cuarenta, [14] los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nos hemos comprometido bajo solemne juramento a no probar nada hasta que hayamos matado a Pablo. [15] Ahora pues, vosotros y el concilio, avisad al comandante para que lo haga comparecer ante vosotros, como si quisierais hacer una investigación más minuciosa para resolver su caso; nosotros por nuestra parte estamos listos para matarlo antes de que llegue. [16] Pero el hijo de la hermana de Pablo se enteró de la emboscada, y fue y entró al cuartel, y dio aviso a Pablo. [17] Y Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a este joven al comandante, porque tiene algo que informarle. [18] El entonces, tomándolo consigo, lo condujo al comandante, y le dijo: Pablo, el preso, me llamó y me pidió que te trajera a este joven, pues tiene algo que decirte. [19] Y el comandante, tomándolo de la mano, y llevándolo aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que me tienes que informar? [20] Y él respondió: Los judíos se han puesto de acuerdo en pedirte que mañana lleves a Pablo al concilio con el pretexto de hacer una indagación más a fondo sobre él. [21] Pero no les prestes atención, porque más de cuarenta hombres de ellos, que se han comprometido bajo juramento a no comer ni beber hasta que lo hayan matado, esperan emboscados; ya están listos esperando promesa de parte tuya. [22] Entonces el comandante dejó ir al joven, encomendándole: No digas a nadie que me has informado de estas cosas. [23] Y llamando a dos de los centuriones, dijo: Preparad doscientos soldados para la hora tercera de la noche, con setenta jinetes y doscientos lanceros, para que vayan a Cesarea. [24] Debían preparar también cabalgaduras para Pablo, y llevarlo a salvo al gobernador Félix”.
En esta versión de la Biblia se le llama comandante al tribuno. Este texto es ante todo una muestra de la maravillosa preservación de la providencia divina. Esta de las dos partes que contiene mi exposición, es la espiritual. Fíjate, que, si ese muchacho no hubiera aparecido en escena, la muerte de Pablo era segura. Los judíos se hubieran apoderado de él y lo habrían matado. Quizás la hermana de Pablo vivía en Jerusalén o lo mismo que Pablo cuando era joven, él se hallaba allí por sus estudios. Los judíos no tomaron precauciones sobre sus planes y el joven se enteró y le dio aviso de lo que tramaban. Pablo lo envió al tribuno y conocemos el buen resultado que trajo el informe. Le salvó la vida. Nunca imaginó el bien que le estaba haciendo al cristianismo con haber sabido e informado de los planes homicidas de los judíos. Uno se debe preocupar tanto de los peligros que traerá el servir a Dios que él se encarga de rescatarnos de todo. Ningún macabro plan es más sabio que la Mente Infinita, ni algún secreto es totalmente guardado de modo que Dios no se entere de él. Las cosas se enredan así porque Dios quiere comenzar a glorificarse en ellas. De los peligros que vemos podemos nosotros mismos ponernos a salvo, de los que no sabemos se encarga el Señor. Y los favores que nos hace la familia nos unen más a ella.
Eran más de 40 los que habían jurado (anatematizados) que no probarían bocado antes que Pablo fuera cadáver. Muchos. Y se quedarían con hambre por muchos años. Nunca pudieron cumplir su juramento. ¿Por qué vamos a temblar por sus amenazas? Delante de quien único debemos temblar es de Dios. Del dicho al hecho hay un gran trecho. ¿No podemos calmarles el odio? No importa. Allá ellos. A veces nos sentimos débiles. La iglesia está presa. Sus líderes en prisión. Los mundanos que la cautivan tienen el poder y la mentira a su favor y todo eso envuelto en odio. Pero el poder del mundo, la mentira del diablo, no tienen más fuerzas que el pueblo del Señor. La fuerza de la iglesia está en su Dios. Prevalecerá. Se escapará de sus manos. Ella cumple un plan divino, y ¿quién puede desordenar un plan divino? Nadie, eso es seguro.
Como no tengo mucho que decir de lo anterior, dedicaré un modesto espacio para reflexionar sobre el estado de derecho y sobre las religiones a las que les sirve de sombrilla. Y para eso nota que el tribuno desplegó una fuerza desproporcional, descomunal, casi medio millar de hombres armados para proteger y defender a un ciudadano, sin tener en cuenta para nada la religión de dicho ciudadano. Y eso ocurrió hace dos mil años. El estado tiene todos los recursos para hacer lo mismo, utilizar principalmente su fuerza legal y militar para proteger los derechos civiles de sus ciudadanos contra los malhechores que quieren hacer justicia o injusticia con sus propias manos.
No está el ejército para atemorizar y esclavizar a la población porque “la espada” la lleva no para infundir temor al que hace lo bueno sino lo malo. Como es deber del estado proteger y defender a sus ciudadanos lo es también hacer lo mismo con la religión y garantizar ese derecho de conciencia y pensamiento de cada uno. Si es democracia y no monarquía, debe asentarse sobre los derechos humanos. Inclusive, el estado está para mantener el orden dentro de la misma religión y no permitir que unos fanáticos, como estos judíos de otrora, se lancen mortalmente a eliminar a sus contrincantes, los cristianos, porque no piensan teológicamente como ellos o les hacen cambios a sus libros sagrados y así enseñan a los hombres. Las ideas y opiniones se defienden con ideas y pensamientos no con sangre. Y fíjate que el tribuno no le importó si alguna idea es herética o no. Aquel hombre era un ciudadano romano y debía ser protegido con esos otros que parecían más bandidos que gente honorable.
Eso no es de su incumbencia. Lo que le concierne es que las diferentes religiones se porten bien las unas con las otras y sean tolerantes. Ahí tienen ellos micrófonos, cámaras de televisión, papel y tinta para hacerse recíprocas apologías. Y que prevalezca la razón. Guerras religiosas no se pueden permitir. Jesús le quitó la espada al apóstol Pedro y le dio una llave, la del conocimiento (Lc.11:52), para abrir y cerrar puertas, atar y desatar, no para derramar sangre. Si no están de acuerdo que discutan, pero no se maten.
No se debe criticar tanto al gobierno si tiene sus informantes cerca de todas las religiones y por estar con los ojos abiertos sobre aquellos grupos que tienen más dinero y poder. El sobrino de Pablo hizo bien en informar a las autoridades, por humanidad no por dinero ni patriotismo, que aquellos sicarios querían matar a su tío porque no habían podido convencerlo con palabras. El estado posee los medios, el dinero y el poder, para tener oídos en todas partes, incluyendo las religiones que existen bajo su palio, no para interferir ni favorecer alguna en particular sino para guardar el orden entre ellas mismas, porque en nombre de una religión se comenten muchos delitos. Cada ciudadano tiene su conciencia y puede tener la religión que quiera. El estado es el primero que no debe cometer abusos ni tolerarlo. Después que los judíos supieron lo que había pasado, protestaron. Pero eso no importó. No se pudo derramar ni una sola gota de sangre religiosa inocente. ¡Bien hecho gobernador!
Pablo escoltado hacia el palacio de Herodes
Hch. 23:25-35
“Y el comandante escribió una carta en estos términos: [26] Claudio Lisias, al excelentísimo gobernador Félix: Salud. [27] Cuando este hombre fue arrestado por los judíos, y estaba a punto de ser muerto por ellos, al saber que era romano, fui con las tropas y lo rescaté. [28] Y queriendo cerciorarme de la causa por la cual lo acusaban, lo llevé a su concilio [29] y hallé que lo acusaban sobre cuestiones de su ley, pero no de ningún cargo que mereciera muerte o prisión. [30] Cuando se me informó de que había una conjura en contra del hombre, te lo envié enseguida, instruyendo también a sus acusadores que presenten los cargos contra él delante de ti. [31] Así que los soldados, de acuerdo con las órdenes que tenían, tomaron a Pablo y lo llevaron de noche a Antípatris. [32] Y al día siguiente regresaron al cuartel dejando que los de a caballo siguieran con él, [33] los cuales, después de llegar a Cesarea y de entregar la carta al gobernador, le presentaron también a Pablo. [34] Cuando la leyó, preguntó de qué provincia era; y al enterarse de que era de Cilicia, [35] dijo: Te oiré cuando estén presentes también tus acusadores. Y mandó que lo guardaran en el Pretorio de Herodes”.
Sobre esta porción no puedo decir mucho salvo dar alguna información sobre las ciudades, las carreteras y distancias entre ellas y los personajes en la escena. Es como una prolongación de lo que se cuenta anteriormente y los comentarios que hice. El tribuno ratifica su convicción que el predicador romano no merecía la muerte, sin embargo, escucha cómo se refiere a los cargos que le hacían, como cuestiones de su ley (v.29); bien por ignorancia o por desdén. En ese mismo lenguaje habló Festo (25:20). Esas cuestiones son: la resurrección de los muertos, el estado futuro, cosa que algunos de concilio creían y otros no, la contaminación del templo, y su menosprecio a la ley dada por Moisés. A esas leyes religiosas se refería el tribuno y la violación de alguna de ellas no era para nada violación de las leyes romanas. No había ley contra esas infracciones religiosas. Pero eso bien, aunque fuera por interés propio, atendió los derechos de aquel ciudadano cuyas creencias a él no les importaba.
“Claudio Lisias” (v.26); el primero de esos dos nombres es romano y quizás tomado del emperador Claudio y el segundo parece ser griego, como él, antes de comprar su ciudadanía romana. Según esta carta del héroe no es Pablo ni el gobernador romano Félix sino su autor Claudio Lisias. El papel de esta persona aflora en todas sus letras y todo lo que hizo a favor de Pablo también tenía como intención mostrar el poder y la capacidad de su gobernación para mantener el orden y el respeto a la ciudadanía imperial. Pero de un modo o de otro el apóstol resultó protegido y no pudieron hacerle ni un rasguño.
En cuanto al gobernador es otra cosa y para ello copio lo siguiente:
Este es Félix, el hombre ante quien enviaron a Pablo: “El gobernador romano, Félix, fue un esclavo que obtuvo un meteórico ascenso en su carrera política alcanzando prominencia dentro del imperio romano. En cuanto a su vida personal, fue un inmoral. En el momento en que lo eligieron como gobernador de la provincia de Judea tenía tres mujeres reales. Y hallándose ya en su oficio se enamoró de Drusila, esposa de Azizus, rey de Emesa. Según Josefo, los casó un tal Simón, un brujo de Chipre. Félix fue un cruel déspota de quien las evidencias muestran que arregló el asesinato del sumo sacerdote Jonatán porque le había criticado su mala forma de gobierno” (Believer's Bible Commentary).
Fue un viaje largo y cansado. Para poder visualizar y tener una idea aproximada también transcribo el trayecto y sus distancias:
“Salieron de Jerusalén a la hora tercera o sea a las nueve de la noche y viajaron toda ella y al amanecer estarían en Antipatris; una ciudad situada en la carretera que une a Jerusalén con Cesarea. Esta ciudad fue edificada por Herodes el grande en el mejor suelo de su reino enriquecido con ríos y árboles y fue llamada con renombre en memoria de su padre Antipater. También pasaba por ella el camino que unía a Judea con Galilea... el camino desde Jerusalén hasta Cesarea atravesaba las ciudades de Lida, Antipatris y Betar. Desde Jerusalén hasta Nicópolis, según el antiguo itinerario de Jerusalén, eran 20 millas, desde ahí hasta Lida 10 millas; y desde Lida hasta Antipatris 10 millas más. Lo cual hace 40 millas. Desde Antipatris hasta Betar 10 millas, y desde ahí hasta Cesarea 16 más. Quiere decir que cuando el apóstol se encontraba en Antipatris le faltaban unas 26 millas para llegar a Cesarea, quedaría un total de este Jerusalén hasta Cesarea 68 millas" (John Gill).
En cuanto al palacio de Herodes, se le llama pretorio; “y mandó que lo guardaran en el Pretorio de Herodes” (v.35). "Fue edificado por el lunes el Grande en Cesarea, de cuyos magníficos edificios Josefo cuenta. Edifico aquí espléndidos palacios: un teatro, un anfiteatro, un foro que servía para mercado y también como asiento de la magistratura. Aquí dentro se hallaba ese sitio llamado "cámara de los jueces de Cesarea"; que ese sitio probablemente donde enjuiciaron al apóstol. En este edificio fue confinado el apóstol Pablo, aunque algunos piensan que también había un calabozo; y dentro del cual tenía cierta libertad puesto que se le permitían visitas (24:23).
Por aquí andaba Pablo llevado por la mano de Dios, por cárceles y juicios, testificando a esclavos y libres, griegos y romanos, jueces y otros magistrados. También al tribuno y al gobernador, a Claudio y Lisias, y Félix. Eso es todo. Nosotros no hemos padecido nada en comparación con él. Y todas esas cárceles, insomnios, viajeteos y prisiones, eran parte de los sufrimientos que según él Jesús había dejado para él por la iglesia. Y en sus epístolas o sermones no hay ni una sílaba de inconformidad o lamento. Este hombre vivía estrictamente, mental, espiritual, económica y ministerialmente todas las doctrinas teológicas que enseñaba, especialmente la providencia para su vida que organizaba y le sostenía en sus sucesos y la predestinación de un plan sabio que en ningún punto procuraba esquivar. ¿Así somos en conducta todos los que nos gloriamos en las doctrinas llamadas calvinismo?
Capítulo 24
Pablo, un buen ciudadano
Hch. 24:1-9
“Cinco días más tarde el sumo sacerdote Ananías descendió con algunos ancianos y con un abogado llamado Tértulo; y presentaron al gobernador sus cargos contra Pablo. [2] Después que llamaron a Pablo, Tértulo comenzó a acusarlo, diciendo al gobernador: Ya que por ti hemos obtenido mucha paz, y que por providencia tuya se están llevando a cabo reformas en favor de esta nación, [3] nosotros, por todos los medios y en todas partes, reconocemos esto con profunda gratitud, oh excelentísimo Félix. [4] Pero para no importunarte más, te suplico que, con tu habitual bondad, nos concedas una breve audiencia. [5] Pues hemos descubierto que este hombre es verdaderamente una plaga, y que provoca disensiones entre todos los judíos por el mundo entero, y es líder de la secta de los nazarenos. [6] Hasta trató de profanar el templo; entonces lo arrestamos y quisimos juzgarlo conforme a nuestra ley. [7] Pero interviniendo el comandante Lisias, con gran violencia lo quitó de nuestras manos, [8] mandando a sus acusadores que vinieran a ti. Si tú mismo lo interrogas sobre todo lo que he dicho, podrás confirmar las cosas de que lo acusamos. [9] Los judíos se unieron también a la acusación, asegurando que, efectivamente, así era todo”.
Observa que el apóstol está políticamente limpio, es decir sin que pudieran acusarle con otra cosa que no fuera su religión, ser cristiano (26:28; 1Pe 4:16). En santidad cualquier hombre es invulnerable y contra él “no hay ley”. Un poco después Pablo se los dice, que aquellas acusaciones de revolucionario estaban de más, eran mal intencionadas e inciertas, sin pruebas (v.13). El carácter del apóstol brillaba como una luz blanca dentro de aquellas tinieblas, y sin casi defenderse las aberraciones en su contra se caían por su propio peso.
Mira a Pablo asumiendo su propia defensa, enfrentada a un abogado. Pero no tembló porque su vida lo defendía. Los hechos. Se buscaron un abogado o un “orador”. Tértulo. De él se sabe sólo lo que aquí se dice. Un hombre alquilado para que dijera mentiras y formulara acusaciones falsas. Tuvo que ser el mejor de su clase, porque había dinero para pagarlo, quiero decir el más tramposo, el más caro y que dijera mentiras a favor de sus clientes judíos. Y así lo hizo. Querían asegurarse la victoria y acabar con Pablo. No obstante, perdió el caso, porque, aunque algunos de esos pillos inspiraban temor no pudieron lograr que los tribunos hicieran lo que sus clientes querían.
Dejemos a ese hombre a un lado.
Pablo se hallaba entre gente mala, mezquina y armada con el afilado cuchillo de la hipocresía. Tértulo en el manejo de esa arma era todo un experto, y aduló hasta lo máximo al tribuno para que se pusiera de su parte y dictara sentencia contra el apóstol. Muy poco de ese “excelentísimo Félix se podría hablar de su habitual bondad”. Sin embargo, para ser justos, en su adulación dijo cosas ciertas. Félix había tenido éxito en mantener la paz en Judea. Sin embargo, Félix no se puso de parte de ellos porque no era tonto. Barnes escribe: “Aunque fue dicho como una adulación y Félix en muchos aspectos era un hombre sin principios, es cierto que bajo su administración había logrado mantener la paz y el orden en Judea y hecho otras cosas que promovían el bien de la nación. Capturó a una banda de ladrones que merodeaban en la comarca y a su líder Eleazar a quien envió a Roma para que fuese juzgado (Josefo, libro 20, cap. 8) y arrestó a un egipcio falso profeta quien había dirigido una conspiración de 4000 hombres al desierto y amenazaba la paz de la provincia (Hch 21:38). Además, suprimió una sedición que se levantó entre los habitantes de Cesarea y de Siria (Josefo, Guerra de los Judíos)”. Pero eso no llega a tanto para considerarlo como “bondadoso”.
Puedes ver que la simple verdad, si arbitra un hombre justo, puede más que el mejor preparado y mal intencionado enemigo de ella. Por lo menos Félix y Lisias no tenían nada contra Pablo y éste con sus doctrinas no había perjudicado para nada su gobernación ni siquiera habían oído algún informe que dijera que provocaba disensiones y era una plaga (pestilencia o enfermedad). Estaba tranquilo. Nada nervioso, porque eso fue lo que dijo Jesús, que ni siquiera pensaran en lo que iban a decir. Sólo tenían que contar la historia de sus vidas y eso era suficiente para ganar el caso. Con eso les ayudaba en la salud mental y desgastarse inútilmente dándole vueltas en la cabeza a la preocupación. Podrían dormir toda la noche aun en el piso de una celda. Y así fue (Mt 10:17-20). “Nada podemos contra la verdad sino por la verdad” (2 Co.13:8).
Por otra parte, fíjese que el evangelio predicado por Pablo dejaba intacta la estructura social como organización en sí, pero procuraba el cambio de los hombres de estado, como después se oye, que insta a Agripa para que crea en Cristo (26:27). Ese fue el modo de estos apóstoles para establecer el reino de Cristo dentro de vosotros (Lc.17:21); ese era el plan divino, influir la política desde dentro del corazón de los políticos hacia la estructura, sin que el mensaje fuera político sino salvador y redentor. Era cierto que iba por el mundo predicando el evangelio, pero no levantando sediciones. Eso era culpa de los judíos y no de él.
Una nota con respecto a la política. No eran indiferentes a la política cuando trabajaban de ese modo para mejorarla, pero no se les podía condenar con justicia que se opusieran a César (Jn.19:12); y eso es lo que los enemigos del evangelio hubieran querido, que los de la “secta de los nazarenos” (v.5) pudieran ser identificados como revoltosos y sicarios. La estrategia divina era mejor, ir a la raíz de los problemas sociales: el pecado, y cercenar allí toda injusticia social. Creen hoy muchos cristianos que pueden cambiar políticamente el estado y no por medio de redención espiritual. Pablo no era políticamente neutro ni indiferente a la política. Era cristiano y buen teólogo. La vida cristiana es política, participe en una tiranía o en una democracia. Los políticos listos lo comprenden y si no pueden aprovecharse de las iglesias tratan de anularlas. Esta palabra: Señor Jesucristo es completamente revolucionaria en el sentido que comprende dentro de ella libertad y soberanía.
Los judíos y cristianos deben tratarse entre sí
Hch. 24:10-21
“Después que el gobernador le hizo una señal para que hablara, Pablo respondió: Sabiendo que por muchos años tú has sido juez de esta nación, con gusto presento mi defensa, [11] puesto que tú puedes comprobar el hecho de que no hace más de doce días que subí a Jerusalén a adorar. [12] Y ni en el templo, ni en las sinagogas, ni en la ciudad misma me encontraron discutiendo con nadie o provocando un tumulto. [13] Ni tampoco pueden probarte de lo que ahora me acusan. [14] Pero esto admito ante ti, que según el Camino que ellos llaman secta, yo sirvo al Dios de nuestros padres, creyendo todo lo que es conforme a la ley y que está escrito en los profetas; [15] teniendo la misma esperanza en Dios que éstos también abrigan, de que ciertamente habrá una resurrección tanto de los justos como de los impíos. [16] Por esto, yo también me esfuerzo por conservar siempre una conciencia irreprensible delante de Dios y delante de los hombres. [17] Y, después de varios años, he venido para traer limosnas a mi nación y a presentar ofrendas; [18] haciendo lo cual me encontraron en el templo, después de haberme purificado, no con multitud ni con alboroto. Pero estaban allí ciertos judíos de Asia, [19] y que deberían haberse presentado aquí ante ti y acusarme si tuvieran algo contra mí. [20] O si no, que éstos mismos digan qué delito encontraron cuando comparecí ante el concilio, [21] a no ser por esta sola declaración que hice en alta voz mientras estaba entre ellos: "Por la resurrección de los muertos soy juzgado hoy ante vosotros".
El evangelio no es anti semita y el judaísmo ortodoxo no debiera ser anti cristiano. El mejor intérprete de los sentimientos y pensamientos de Jesucristo nos lo enseña. El cristianismo en toda su pureza y el judaísmo en su esencia, aunque no sea una misma cosa, debieran ser amigos y no adversarios. Este no es un momento de anti semitismo sino lo contrario, los judíos están persiguiendo el cristianismo. El escenario de esta narración no es una sinagoga ni un templo cristiano sino la sala de un tribunal. Comienzo este asunto haciendo una observación importante: esto es una defensa judicial ante el gobernador y no un sermón. Pablo se está defendiendo de las acusaciones que le ha hecho el orador Tértulo. En la narración hallamos que (1) está en la mirilla la persona del apóstol Pablo y (2) cómo se adentra en el judaísmo de su era. Voy a tratar de entender lo que hizo y sacaré las lecciones que pueda en relación con su esfuerzo que no haya colisión entre el judaísmo y el cristianismo.
En primer lugar, comienza su defensa haciendo historia en referencia al tiempo que Félix llevaba como gobernador, sin adularlo como hizo Tértulo. Dice que “muchos años” (v.10), entre 10-13 años. Por otra parte, se esfuerza en demostrarle al juez que es un buen judío, que subió “después de doce días para adorar” (v.11). Exactamente eso. Gill saca la cuenta de esos doce días y “dice desde el tiempo que subió de Cesarea a Jerusalén hasta ese momento en el cual Félix estaba frente a él. De una ciudad a otra un día (21:16). El otro día visitó a Jacobo (21:18) y el tercero se purificó en el templo (21:26) donde fue apresado por los judíos. El cuarto día fue llevado al sanedrín (22:30) y el quinto día conspiraron contra él para matarlo (23:11). El sexto día fue enviado por Lisia a Cesarea (23:32), y cinco días después de esto, que hacen once. Ananías con los ancianos y Tértulo bajaron para acusarle. Y este día ya era el doce” (John Gill). Por lo tanto, sus hermanos no tienen motivo para perseguirlo. Le informa cómo fue apresado, sin formar tumulto. Dice que “después de varios años, he venido para traer limosnas a mi nación y a presentar ofrendas, haciendo lo cual me encontraron en el templo, después de haberme purificado” (vv.17,18).
Nota cómo los judíos ven la nueva “secta o herejía” a la cual ahora pertenece, no es una negación del judaísmo ni hay motivo para perseguirla ya que tienen mucho en común (v.14). Pablo siempre insistió que el cumplimiento de la ley mosaica era Cristo y no miraba hacia el judaísmo como un programa divino adversario sino incompleto y preparatorio para el evangelio. Pablo amaba a los judíos. No procuraba llamar a la ley mala sino buena e introducir dentro de la sombra de ella la sustancia de Cristo para cambiarle su forma. Así reaccionaba cuando evangelizaba a los judíos o cuando se defendía de sus acusaciones, pero no cuando procedían a la inversa y querían judaizar el evangelio. Como evangelista era cauteloso, pero como apologista, intransigente. No tengo ahora que insistir en su estrategia misionera y el uso de la ley de Moisés porque eso lo expliqué en el cap. 21.
El judaísmo y el cristianismo tienen no poco en común (v.15), y no hay razón en uno para ser antisemita ni en el otro anti cristiano. No debieran vivir en hostilidad cuando ambos caben en una misma sociedad, aunque sin conversión a Cristo, no en una misma iglesia, si cada cual respeta las diferencias. O mejor dicho si cada uno puede hacer su misión misionera sin usar la violencia, con el Libro común en las manos y juzgar la veracidad o falsedad de los hechos que ocurrieron en su propia tierra, porque ambos tienen un territorio común. ¿No eran judíos los profetas, los apóstoles y el mismo Jesús?
Pablo mencionó la resurrección como una esperanza común, sin decir que Cristo es esa “esperanza de gloria”. Si hubiera mencionado la resurrección de Cristo agravaría las cosas en su contra, aunque llegado el caso también lo hizo (25:19), aunque ellos sabían que él la predicaba (v.21) y que era cierto. Creían en la resurrección del cuerpo, pero no en la de Jesús. Eso sí que no. Es cierto que ellos lo acusaban de ser un testigo falso, pero no era por eso sólo sino por su posición ante la ley ceremonial en especial en lo referente a los días y las comidas. Su predicación de la salvación sin las obras de la ley. Muy inteligente su defensa, aunque no resultó. Nota que Pablo establece una conexión entre la resurrección del cuerpo y “su conciencia” cristiana afirmando que ella le rige la conducta (v.16), o sea, vivir como es agradable “a Dios” y a “los hombres”, aprobado por ambos. Y si ambos, judíos y cristianos hemos de resucitar, estemos preparados para presentarnos ante Dios con una conciencia sin mancha y en paz.
Pablo se adentra en el judaísmo. Llega al extremo que se torna un poco difícil justificar su comportamiento judaico con el tono de sus epístolas. Parece una inconsistencia. Hace lo que no hubiera aconsejado ni permitido a sus discípulos: hacer votos, pagarlos y purificarse según la ley. Una actitud que él condenaba cuando se hallaba entre gentiles (leer Gálatas) pero que él mismo practica estando entre judíos. Este tampoco fue su comportamiento entre los judíos en las sinagogas ni cuando circuncidó a Timoteo. Para no ser severo con él, tengamos en cuenta lo que he dicho que esto no fue un sermón sino una defensa y una estrategia entre los judíos en un lugar donde los profetas y demás hermanos les habían aconsejado que no se metiera. Lo que quizás podría criticársele no es esto que hace para salir ileso sino el haber ido a Jerusalén. Aquello fue una costosa y osada gira misionera, pero Pablo entró al templo con ese sólo propósito, o sea, religioso, teológico, no político. No estaba allí preparando alguna sublevación contra los romanos o para deponer alguna figura pública judía.
La estrategia judía deja claro el principio de libertad religiosa y la relación entre la iglesia y el estado. Adorar a Dios no es un delito civil y tampoco transgredió la forma de la religión de los judíos que él conocía bien. O sea, su apresamiento era arbitrario, basado en palabras y no en hechos reales, como dijo que no lo pueden probar (vv.13,14). Y eso, deja claro, no es un asunto de competencia gubernamental. El magistrado no entiende de esas cosas y no puede saber bien de qué está hablando. Los judíos sí conocen de qué va el asunto, pero no les importa desarrollarlo porque el gobierno romano no es competente en ese terreno, y por diferencias en la adoración, en la teología y en la forma de la religión no condenarían al acusado.
Nunca el estado debiera meterse en las disensiones religiosas ni adoptar una para sí, aunque el secularismo no debe tenerse como una religión que se tome como excusa para oponerse a todas. El estado como tal debe ser neutral pero tampoco bajo la excusa de declararse laico o secular promueva su secularismo como su ideología o su religión entre los ciudadanos. Cuando el secularismo se convierte en una religión o en una ideología, se hace adversario de todas las fes. Los políticos deben dar un paso a un lado y dejar que en concilios, seminarios, colegios e iglesias se ventilen las diferencias y se pongan de acuerdo si eso fuera posible. Cada legislador puede tener su propia fe, judaica o cristiana pero no promoverla ni imponerla mediante leyes creadas con ese fin. El estado no debe tener una agenda religiosa. Su interés debe reposar sobre el hombre, el ciudadano, pero no sobre el hombre y el ciudadano religioso.
San Pablo rechazado como capellán
Hch. 24:22-27
“22 Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de este Camino, les aplazó, diciendo: Cuando descendiere el tribuno Lisias, acabaré de conocer de vuestro asunto. 23 Y mandó al centurión que se custodiase a Pablo, pero que se le concediese alguna libertad, y que no impidiese a ninguno de los suyos servirle o venir a él 24 Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. 25 Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. 26 Esperaba, también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él. 27 Pero, al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo”.
Piensa en lo que significa un poco de libertad. Félix hizo preguntas, le pidió a muchos que le contaran y como había vivido un tiempo en Judea obtuvo más conocimientos de lo que llamaban “secta de los nazarenos”, pero la iglesia la llamaba el “Camino” (v.22). Ya estaba convencido que Pablo era inocente, pero decidió dejarlo preso por conveniencia propia. No obstante, Pablo disfrutó de “alguna libertad” (v.23). Atado con una cadena a la mano de un soldado romano no podía abandonar el lugar ni salir a pasear al patio de la casa. No es todo lo que él hubiera querido, completa libertad, sino alguna, un poco. Un poco de libertad quiere decir que uno no es un hombre libre y que está limitado por las leyes y la voluntad del gobierno, porque injustamente sus derechos como ciudadanos son atropellados y no se les reconoce. Si por él hubiera sido habría querido soltarse de aquellas “cadenas” pero no pudo (26:29), y quería transmitir su espíritu de hombre libre hasta el de los mismos esclavos (1Co. 7:21). No era esclavo pero tampoco era libre, en su propio país. Si uno es un poco libre no es libre, su libertad fue una condescendencia de presidiario.
Una libertad mediatizada que consistía en recibir visitas esperando Félix que con ello no tener que sostenerlo en nada, que el preso estuviera mejor y que pudiera reunir dinero para comprar su libertad, por eso lo entrevistaba con frecuencia haciéndolo “ir y venir” (v.26). Las visitas las recibió, posiblemente sus amigos lo ayudaron con algún dinero, pero nunca Pablo reunió lo suficiente como para comprar su liberación y no pagó para que lo soltaran. Así estuvo dos años preso hasta que fue enviado a Roma.
Además, había otra razón por la que prefirió seguir en prisión: darle dinero a Félix sería hacer soborno y ya bastante corrompido estaba el gobierno para que él particularmente contribuyera a empeorar el carácter del gobernador. Por otra parte, el dinero que un cristiano posee proviene de las riquezas en gloria de Cristo, se lo ha dado su Señor y debe manejarlo con pureza. Un dinero obtenido por generosas y piadosas ofrendas, cuando otros como Epafrodito, que fue uno de los que le llevaron socorro a la cárcel, expuso su vida en el viaje, ese dinero debe ser santamente usado. Consideraba el soborno como éticamente reprobable y sin beneficio al cristianismo y dañino. El soborno no es lo mismo que pagar una multa o poner una fianza. Si Pablo daba dinero a Félix y eso se sabría, daría una señal de confesión de culpa y que no era inocente de los cargos que le ponían y tenía que usar el dinero para solucionar lo que con la justicia nunca podría. Daría razón a sus acusadores para mantener sus acusaciones. El cristiano no debe usar su dinero para corromper a nadie ni corromperse él, ya sea en juegos o comprando la conciencia de los demás.
Cuando toma una decisión de acuerdo con su conciencia y por esa razón sufre pérdidas no tiene de qué arrepentirse, y dejar al tiempo que demuestre con sus frutos que fue lo más conveniente y perdurable para la obra de Dios que se pudo haber hecho. Así por las razones éticas de su carácter pasó “dos años” en su encerramiento (v.27), largo tiempo sin plantar iglesias y aparentemente mal gastado e inútil. No fue exactamente así. Se sabe que estando preso en Cesarea escribió las tres epístolas carcelarias, Filipenses, Colosenses y Filemón. Aquel tiempo Dios se lo dio para eso. Una labor literaria. Pensaba el Señor en la posteridad que sería beneficiada con su pluma y lo dispuso así para que se ocupara en ello. Dios tenía en cuenta lo que habría de inspirarle para que se beneficiara de sus escrituras los millones de púlpitos en el futuro. Produjo tres obras inmortales.
¿Qué hubiera hecho usted, sacar un poco de dinero de su bolsillo, entregarlo a Félix, y todo arreglado, y podría irse y continuar con el ministerio dado por el Señor? Quizás no tendríamos hoy dentro de nuestro NT esas tres joyas de la revelación y Filipenses, Colosenses y Filemón no hubieran nacido. Se habrían formado otros focos cristianos, grupos aquí y por allá, o habría confirmado las iglesias ya existentes. Habría bautizado más personas, aunque él no fue llamado para bautizar sino para predicar. Todo eso habría sido importante y engrandecido su nombre entre los hombres y aún en el cielo. Pero ese no fue el plan divino para su trabajo. Dios prefirió que escribiera en esos dos años, que produjera literatura cristiana y dotara al mundo con tres nuevos documentos para que se completara a 27 el número de libros canónicos del NT, y lo que escribiría en aquellos tristes días de presidiario, lo que pasaría en su vida y la de otros como Epafrodito, Evodia, Síntique, Clemente, Onésimo y Filemón, no lo hubiéramos sabido nunca. Félix tuvo que congraciarse con los judíos dejando preso a Pablo para borrar un poco de la memoria de ellos el mal recuerdo de la matanza y el pillaje que entre ellos había hecho. El jefe de los coperos se olvidó del bien que le había hecho José y éste siguió echado en prisión. El momento no había llegado para interpretar los sueños de Faraón y él fuera ascendido al trono de Egipto. Bunyan tuvo que ir a presión para que escribiera su inmortal Peregrino y Lutero para que tradujera todo el NT del griego al vernáculo alemán, aunque el monje agustino considerara que estaba perdiendo el tiempo como un holgazán escondido en el castillo de Wartburgo. Las etapas de nuestra vida que tenemos como menos productivas pudieran ser por consejo divino las que mejores huellas dejen en la historia del cristianismo. Nuestro tiempo es de Dios y debemos cesar de agitarnos, y dejar en sus manos cómo lo usamos.
Vamos a imaginar a Pablo y Tértulo compitiendo por una plaza vacante en una cárcel o en un hospital moderno. Pero Dios quería que dentro de la cárcel cumpliera el deseo del Señor y fuera “instrumento escogido para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (9:15). Así vino a predicar a Félix y Drusila quienes lo escucharon. ¿Quién era cada cual? Dice Gill que “esta mujer fue la hija de Herodes Agripa, el que se lo comieron los gusanos (12:23) y de Herodes Agripa el que se menciona en el próximo capítulo y aunque era hija de padres judíos su nombre, Drusila es romano. Herodes Agripa dejó tres hijas más, Ciprés, Berenice y Mariana, y Drusila y un hijo, Agripa que cuando su padre Herodes murió tenía 17 años, Berenice 16; Mariana y Drusila eran vírgenes pero prometidas en matrimonio. Drusila a Epífanes el hijo de Antíoco, rey de Comagene, pero después de la muerte de Herodes su padre, él se negó a tomarla por mujer para no tener que hacerse judío, entonces la dieron como esposa a Aciz, rey Emeso, pero este matrimonio se disolvió y luego con Félx, procurador de Judea por medio de un mago nativo de Chipre se la quitó y se casó con ella”. Dios había dispuesto que éstos oyeran la Palabra por boca de Pablo.
El tema del cual les habló no fue una defensa de su caso, sino un sermón totalmente lleno de gracia y de verdad, y dirigido a la conciencia de ambos. Pablo trató de convertir a la fe a esta pareja de desdichados, y aunque no lo logró ellos supieron qué tenían que hacer para ser salvos, y era vivir con “justicia”, temer la justicia de Dios, practicar el “dominio” de las pasiones y estar seguros de que un día llegaría “al juicio final”. Y ¿qué pasó? ¿Cayeron rendidos diciendo “Señor qué debemos hacer para ser salvos?”. No. Se espantaron, al menos el rey adúltero. Posiblemente ella también. Se le pusieron los pelos de puntas. Se erizaron. Se asustaron y no quisieron oírlo más. Lo despidieron. Dice la referencia que, al disertar Pablo sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix, atemorizado dijo: Vete por ahora, pero cuando tenga tiempo te mandaré llamar.
Nunca más la pareja estuvo frente a un púlpito oyendo el evangelio. Félix saltó en su asiento al oír que sería juzgado por Dios. No quería practicar la temperancia cristiana sobre sus libidinosas pasiones ni reconocer como pecaminosa su unión carnal con Drusila, la mujer de otro. Ese mensaje moralizante y de juicio no era para él. Prefería a otro predicador que le adulara, y si hubiera podido elegir a uno designaría a Tértulo que era mejor orador y le decía cosas bonitas. Tal vez con éste hubiera pasado un buen rato y habría regresado a oírlo y en vez de pedirle dinero como a Pablo le habría dado del suyo y nombrado capellán de los presos en Cesarea.
Pablo nunca hubiera pudo ser nombrado capellán en aquella cárcel ni de muchas cárceles de hoy. Los que son como Tértulo se enteran que hay un puesto vacante en una cárcel o en un hospital, y que buscan un capellán para ocuparlo, se apresuran a enviar sus currículos y llenan los formularios que se piden en las oficinas y prometen cumplir con los requisitos que ellos exigen, teniendo en cuenta que quienes están enfermos o presos tienen su propia religión o no tienen ninguna, y el hombre designado para traer consuelo religioso a ese pluralismo tiene que ser pluralista, con un 99% de amoroso humanismo y un por ciento de religión general. No se permiten lecturas bíblicas de juicio o condenación. Todos los pasajes que salgan de la Biblia tienen que provenir de un Dios de amor que no mira los pecados de nadie y es tan amable como un anciano médico.
Un predicador como Pablo que haga temblar a los presos y a los guardias o a los jueces y abogados, a los administradores y oficinistas en las residencias penitenciarias, no es recomendado por nadie para la plaza vacante y su currículo se desecha inmediatamente, y con eso se va el gran sueldo que se está ofreciendo y la seguridad de una paga sin problema. Igual que en los hospitales, hay que mantener silenciados los temas del juicio, la temperancia, la justicia de Dios, la moral cristiana, la exclusividad de Cristo como el único mediador entre Dios y los hombres y los castigos perpetuos que inflige un Dios severo. Si Pablo hubiera enviado su currículo a algunas de las cárceles de Miami, o de aquí en Washington D.C., o a uno de sus hospitales, habría recibido como respuesta a su solicitud esta palabra: rejected.
Pablo, un respetuoso creyente
Hch. 25:1-12
“Festo, entonces, tres días después de haber llegado a la provincia, subió a Jerusalén desde Cesarea. [2] Y los principales sacerdotes y los judíos más influyentes le presentaron acusaciones contra Pablo, e instaban a Festo, [3] pidiéndole, contra Pablo, el favor de que lo hiciera traer a Jerusalén (preparando ellos, al mismo tiempo, una emboscada para matarlo en el camino). [4] Pero Festo respondió que Pablo estaba bajo custodia en Cesarea, y que en breve él mismo partiría para allá. [5] Por tanto, dijo, que los más influyentes de vosotros vayan allá conmigo, y si hay algo malo en el hombre, que lo acusen. [6] Después de haberse quedado no más de ocho o diez días entre ellos, descendió a Cesarea, y al día siguiente se sentó en el tribunal y ordenó que trajeran a Pablo. [7] Cuando éste llegó, lo rodearon los judíos que habían descendido de Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones que no podían probar, [8] mientras Pablo decía en defensa propia: No he cometido ningún delito, ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el César. [9] Pero Festo, queriendo hacer un favor a los judíos, respondió a Pablo, y dijo: ¿Estás dispuesto a subir a Jerusalén y a ser juzgado delante de mí por estas acusaciones? [10] Entonces Pablo respondió: Ante el tribunal del César estoy, que es donde debo ser juzgado. Ningún agravio he hecho a los judíos, como también tú muy bien sabes. [11] Si soy, pues, un malhechor y he hecho algo digno de muerte, no rehúso morir; pero si ninguna de esas cosas de que éstos me acusan es verdad, nadie puede entregarme a ellos. Apelo al César. [12] Entonces Festo, habiendo deliberado con el consejo, respondió: Al César has apelado, al César irás”.
De nuevo el apóstol Pablo está en peligro de muerte. Los judíos enterándose que Festo estaba en la ciudad acudieron a él con el propósito de engañarlo y utilizarlo para darle muerte al apóstol cuando lo trasladaran desde Cesarea a Jerusalén; pero el astuto gobernador ya sea que se diera cuenta del peligro que corría el peso si complacía a los judíos o que quiso respetar la autoridad dentro de la jurisdicción de Félix, no accedió a la petición y por el contrario los invitó, a los que pudieran, que se trasladaran con él a Cesarea y formularan ordenadamente los cargos que tuvieran en su contra. Así ocurrió, el grupo que fue no pudo sustentar ningún crimen que justificara el encarcelamiento o la ejecución de Pablo. Festo sustituyó a Félix que había sido removido de su cargo por crímenes que se les imputaban.
Aunque el pasaje es algo extenso no contiene mucho más que lo que ya he dicho. El apóstol es seguido con odio desde Jerusalén a Cesarea. Obsérvalo cómo se defiende solo sin la ayuda de algún abogado sino con el Espíritu Santo. Demuestra que es un buen ciudadano y su testimonio como cristiano no es dañado porque se encuentre preso y porque tenga quienes le acusen porque lo hacen sin pruebas, y no pudieron conseguir pruebas porque no existían. Si las hubiera habido las habrían obtenido. Si en todas las cosas uno tiene buena conciencia, y Dios le es testigo, puede alegrarse de que todos los hombres hablen mal, que la calumnia y la difamación no pueden ser sustentadas. De lo único que disponían era de la verdad y para eso tenían que tergiversarla, y eso hicieron.
Hay tres áreas donde el cristiano debe ser hallado "sin culpa". En primer lugar, mostrarse respetuoso para los libros y las creencias religiosas de otras personas, y si tiene que hacer referencia a ellas y mostrar divergencia, debe hacerlo con ese espíritu. El apóstol Pablo siempre mostró un solemne respeto hacia la Escritura judía no para encontrar errores dentro de ella sino al contrario, para confirmación en el cristianismo, y además sentía que tenía el derecho dado por Dios a interpretar ese santo Libro conforme Dios lo alumbrara y específicamente el Espíritu Santo. Eso es lo que llamamos libertad de conciencia y el sacerdocio universal del creyente, que tiene “la unción” del Santo para interpretar los documentos inspirados por Dios. El cristiano respeta sus propios libros y los de los otros. Los que piensa que son verdaderos y los que cree que son mitos y leyendas. Por eso dice que no ha faltado en nada a la ley de los judíos. Él en su defensa dijo que no había cometido ningún delito contra la ley de Moisés para que ellos se sintieran religiosamente ofendidos y quisieran matarle por hereje. Gracias a Dios no había ninguna ley romana que sirviera para complacer en ese sentido a los judíos, que hiciera mención que cualquiera que la violara fuera penalizado y recibiera alguna clase de penalidad. La sociedad romana era una sociedad mayormente democrática y secular, o pluralista, y permitía que cada comunidad tuviera sus propios dioses. En las sociedades occidentales actuales pasa lo mismo, los ciudadanos son libres para profesar o no la religión que quieran, exceptuando en el este asiático musulmán.
En segundo lugar, el cristiano debe ser respetuoso para los sitios sagrados de otros creyentes que tienen creencias similares o distintas. Pablo dijo ante el gobernador que tampoco había profanado el lugar sagrado de los judíos, el templo. Y así era. Es cierto que lo había visitado, pero para adorar a Dios, y fue como lo encontraron. Pablo creía que aquel lugar era un sitio de oración y si lo encuentran adorando es que no lo está profanado sino al contrario, está mostrándole el máximo respeto. Y es ese el espíritu que debe penetrar al visitante cristiano aun cuando se encuentra en un sitio religioso, tenido por sagrado por creyentes de otras religiones. El tiempo cuando Jehová autorizaba la destrucción física de esos lugares ha pasado y si bien los cristianos no acuden a esos lugares para adorar a su Dios cuando ocasionalmente los visitan, no dan motivos para herir la sensibilidad religiosa de los que los construyeron. Sea el Muro de los Lamentos o las mezquitas de Alá. Pablo dijo en otra ocasión "veo que en todo sois muy religiosos" y predicó el monoteísmo. Con respeto.
Ni tampoco, confesó él, había pecado contra del César o sea, políticamente había respetado a la autoridad civil, y ni en palabra ni en hechos se podría decir que era un sedicioso y trastornaba el orden político establecido. Eso no quiere decir que no tuviera su ideología social, que, dicho sea de paso, cuando leemos el N. T. lo encontramos más bien cooperando con el sistema político en vez de confrontarlo. Siempre se mostró como un buen ciudadano romano, nacido en una de las provincias del imperio, en Tarso. Y obrando así y enseñando eso en las iglesias, las ayudaba para que coexistieran en cualquier régimen político, y en cierta media fueran tolerados. El cristiano puede apelar a sus derechos cuando vive dentro y no fuera de la ley de su país. Si ésta no se opone a su conciencia cristiana. Si un creyente vive al margen de la ley no puede utilizarla a su favor.
El evangelio predicado por Pablo que conocemos como el paulinismo, es enfáticamente teológico, cristocéntrico y pragmático e intensamente moral. El énfasis exagerado del humanismo y el tomar las enseñanzas de Jesús como aliadas de un partido político, es descentralizar el punto fijo alrededor del cual se mueve el evangelio. No es el cristianismo el que se debe acomodar a la política de turno sino los políticos al cristianismo. La política de tomar prestado del cristianismo y no a la inversa. Pablo negó que fuese un caudillo del orden social y afirmó que estando dentro de la ley sostenía que Jesús, quien los judíos decían que estaba muerto, se hallaba vivo.
El apóstol temiendo, o viendo la posibilidad que los judíos lograran sus deseos y fuera llevado a Jerusalén, convocó una autoridad superior a Festo, la del César, y apeló para que su caso fuera juzgado en persona por el emperador, y esta maniobra jurídica frustró cualquier intento de trasladarlo a otro sitio que no fuera a Roma, y a Roma fue e
La espinosa cuestión de la resurrección de Jesús
Hch. 25:13-27
“Pasados varios días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea y fueron a saludar a Festo. [14] Como estuvieron allí muchos días, Festo presentó el caso de Pablo ante el rey, diciendo: Hay un hombre que Félix dejó preso, [15] acerca del cual, estando yo en Jerusalén, los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos presentaron acusaciones contra él, pidiendo sentencia condenatoria contra él. [16] Yo les respondí que no es costumbre de los romanos entregar a un hombre sin que antes el acusado confronte a sus acusadores, y tenga la oportunidad de defenderse de los cargos. [17] Así que cuando se reunieron aquí, sin ninguna demora, al día siguiente me senté en el tribunal y ordené traer al hombre. [18] Y levantándose los acusadores, presentaban acusaciones contra él, pero no de la clase de crímenes que yo suponía, [19] sino que simplemente tenían contra él ciertas cuestiones sobre su propia religión, y sobre cierto Jesús, ya muerto, de quien Pablo afirmaba que estaba vivo. [20] Pero estando yo perplejo cómo investigar estas cuestiones, le pregunté si estaba dispuesto a ir a Jerusalén y ser juzgado de estas cosas allá. [21] Pero como Pablo apeló que se lo tuviera bajo custodia para que el emperador diera el fallo, ordené que continuase bajo custodia hasta que yo lo enviara al César. [22] Entonces Agripa dijo a Festo: A mí también me gustaría oír al hombre. Mañana—dijo Festo—lo oirás. [23] Así que al día siguiente, cuando Agripa y Berenice entraron al auditorio en medio de gran pompa, acompañados por los comandantes y los hombres importantes de la ciudad, por orden de Festo, fue traído Pablo. [24] Y Festo dijo: Rey Agripa y todos los demás aquí presentes con nosotros; aquí veis a este hombre acerca de quien toda la multitud de los judíos, tanto en Jerusalén como aquí, me hizo una petición declarando a gritos que no debe vivir más. [25] Pero yo encontré que no había hecho nada digno de muerte; y como él mismo apeló al emperador, he decidido enviarlo. [26] Pero no tengo nada definido sobre él para escribirle a mi señor. Por eso lo he traído ante vosotros, y especialmente ante ti, rey Agripa, para que después de que se le interrogue, yo tenga algo que escribir. [27] Porque me parece absurdo, al enviar un preso, no informar también de los cargos en su contra”.
Fíjate en este ciudadano romano civilmente limpio, que con una conciencia tranquila camina hacia el tribunal. Esto trata de la conversación entre Festo y Agripa en relación con Pablo y el motivo de por qué se hallaba preso. Según Festo por motivos religiosos y no como “homicida, ladrón o entremeterse en lo ajeno”, y, por lo tanto, si el apóstol “padece como cristiano no se avergüence, glorifique a Dios” (1Pe.4:15,16), y es precisamente lo que está procurando hacer, glorificar a Dios en su prisión.
Podía moverse libremente dentro del imperio porque no buscaba confrontar políticamente a las autoridades. Nota que jurídicamente según la ley romana Pablo no tiene problemas, no hay de qué acusarle y por lo tanto es inocente, y este hombre cuando tuvo que redactar un acta para el César no sabía qué escribir en ella (v.26), y lo más que pudo hacer fue trazar algunas líneas no importantes sobre la religión de los judíos (no menciona ninguna), especialmente la resurrección de Cristo. Y agradecemos que haya mencionado esa doctrina porque por esa mención de Festo sabemos que el asunto fue un tema primordial en la predicación del apóstol Pablo, que a pensar que era una “señal contradicha” él continuaba predicándola.
Admira el hecho de que Pablo introduce el tema a un mundo agnóstico, muy religioso y supersticioso (17:22) siempre esperando ser creído. Conocía que no era un asunto intelectualmente aceptable y lo sabía por experiencia (17:32), pero no la sacó de entre sus sermones. O ¿es que acaso debía ajustar sus temas al gusto popular para garantizarse una buena audiencia? Claro que no, sabiendo que todos ellos tenían esa posición “por ignorancia”. El principal de ellos, Festo, por lo que dice que un tal Jesús ya muerto (v.19), demuestra que todo lo que sabe del Señor es “según la carne” y por desgracia para él la versión farisaica o falsificada de la resurrección. Festo conoce la historia escrita por Pilato, Herodes, Anás, Caifás y el centurión. Y no era cierta. O cierta hasta la mitad, que había sido crucificado y muerto. Había multitud de testigos que afirmaban haberle visto juzgado, sentenciado y muerto.
Sin embargo, lo otro, lo de que estuviera vivo según sus seguidores, era un cuento de un puñado de ellos, un mito inventado por la imaginación porque no renunciaban a la pérdida de un líder tan bueno y querido. Les fascinó imaginar que hubiera vencido la muerte, que lo tendrían otra vez con ellos y que proseguiría la extensión de su reino y ellos formarían parte del mismo. Así por un lado tenían la realidad histórica y por el otro la imaginación religiosa.
La negación de la resurrección parecía más creíble que estuviera vivo. Pero había un problema. Pilato, Herodes, Anás, Caifás y los otros nunca dijeron que fue la invención de los discípulos, sino que lo habían robado (Mt.28:12,13), y eso por una simple razón, no podían mostrar el cadáver. La tumba se hallaba vacía. Nadie sabía dónde estaba, aunque lo buscaran por todas partes. Ningún cementerio registraba su nombre. No se había hecho una tumba nueva. No se sabía dónde podían haberlo escondido. Y ¿cómo los autores de aquel robo se exponían a torturas, cárceles y muerte afirmando la resurrección? Es inexplicable. ¿Por un cuento que ellos mismos habían inventado? Imposible.
Pablo, que en aquel entonces era adversario y se llamaba Saulo, ahora estaba de parte de la resurrección, no como una fantasmal aparición sino con toda la objetividad de un ser vivo y elocuente que le dio cierta dirección donde ir. Y una segunda persona Ananías, un discípulo, recibió la misma visita y el mandato de sanarle la vista y bautizarlo como un nuevo cristiano. Así que la resurrección de Jesús no fue para Pablo en su inicio un asunto teológico sino un hecho histórico que a partir de eso ha de formar parte de su esquema doctrinal. Va desde la certidumbre histórica a la experiencia personal y después a su cristología. Pero Pablo no estaba afirmando eso, sino que sí había muerto, pero ahora ya no lo estaba porque había resucitado de entre los muertos para “nuestra justificación”. Para el apóstol era importante la resurrección de Jesús porque con ella sellaba todas las doctrinas de la salvación y garantizaba la esperanza de la humanidad: la vida eterna.
Nota que un observador externo a la fe, ajeno al evangelio, sin la iluminación del Espíritu Santo no puede sacar correctas conclusiones de los hechos históricos y revelados en las Escrituras. El mismo Festo, que por congraciarse con los judíos dejó preso a Pablo, declara que el caso está fuera de su alcance, diciendo, “estando yo perplejo cómo investigar estas cuestiones” (v.20). Fue honesto. No le compete, aunque fuera verdad o mentira. Pero más que eso, aunque se trataba de un asunto de “religión” (o superstición). Tendría que ordenar una investigación sobre la resurrección de Jesús, enviar detectives allá y hacer entrevistas de discípulos y jerarcas políticos. Tendría que entrar honestamente en la historia que le sirve de base a la cristología paulina, o sea, sería como leer sin prejuicios los evangelios sinópticos y el libro de Hechos de los Apóstoles. Eso le serviría para saber quién miente y por qué. Que la resurrección comenzó a ser negada para ocultar errores políticos y mantenerse en el poder, que el origen de la incredulidad no fue teológica, lo mismo que su divinidad, sino política, no que fuera irrazonable sino una exclusividad de la fe en Dios porque para él nada es imposible. Y hasta el día de hoy, los que leen la historia prefieren creer a los personajes seculares, Pilato, Herodes, y los otros informantes que a los hombres y mujeres de la fe. La única fuente de la fe es la Escritura. Pienso que los Evangelios y los Hechos tienen suficiente información sobre la resurrección de Jesús como para no tener ninguna duda en “cuestión semejante”.
Agripa, siendo un judío de profesión y posiblemente informado sobre Jesús y el cristianismo, sino por boca de los apóstoles por la de discípulos, no duda en obtener una nueva información al respeto, por curiosidad o porque la historia misma era muy interesante decide llamarlo y escucharle y dijo a Festo: “A mí también me gustaría oír al hombre” (v.22). Esto, si lo he encausado bien, da esperanza de interesar al público en las doctrinas del NT si al menos se les llama la atención sobre los pros y los contras que tiene Dios, la creación de la materia, la divinidad de Cristo y su resurrección, y otras enseñanzas bíblicas. Por otra parte, según las motivaciones que ya he supuesto, Agripa quería informarse más sobre la resurrección de Jesús y escuchar ambas partes porque para una persona intelectual eso es imprescindible, analizar los informes de los guardias de la tumba de Jesús, la versión de Anás y Caifás y lo que aseguran los apóstoles que son cosas ciertísimas. Sin embargo una valoración de los hechos solamente, aunque la balanza de los informes se incline hacia la veracidad de la resurrección, la fe en Jesús es más que una cuestión de un sí de aceptación intelectual, es hacerla suya, relacionarla con la realidad del pecado, la justicia de Dios y la esperanza de la vida eterna; y ese paso no se da sin la ayuda divina que rinda con la evidencia todas las oposiciones intelectuales y produzca una entrega al crucificado y glorificado para hallar en él a Dios.
Y como se ha escrito tanto sobre Cristo de modo que “no cabrían en el mundo los libros”, aunque haya muchos que afirmen su resurrección sólo debe oírse aquellos que tengan autoridad apostólica. Agripa dijo que quería oír a ese hombre y ese hombre era un apóstol, no uno que así mismo se dio ese título o lo robó de la tradición cristiana. El hombre de hoy no tiene la oportunidad que Agripa tuvo de llamar a un apóstol, pero tiene los sucesores de los apóstoles, que son el Nuevo Testamento que recoge todas las enseñanzas apostólicas que debiéramos conocer, y los expositores bíblicos, aquellos maestros y predicadores que estudian la Biblia y la predican exponiéndola. Con esas dos cosas es suficiente y es como si tuviera enfrente al apóstol Pablo o Pedro, no a un predicador jocoso que entretiene al auditorio y lo divierte, no a un profesor de sicología que toma los textos sagrados para apoyar los consejos de la mente, no a un pragmático que no da mucha importancia a la Biblia sino a los medios que utiliza ni a un fanfarrón con experiencias extrasensoriales que uno sospecha que no son ciertas, pero no puede desmentírselas. La fe es un don de Dios que suele ser añadido a la mente y el corazón como resultado de la bendición de la “unción” sobre la lectura, exposición y aplicación de la Palabra de Dios (1Jn 2:20,27). Agripa, al llamar a Pablo tuvo esa oportunidad, lo cual no está mal y sobre todo si se acude a una fuente autorizada como la apostólica, porque fueron ellos los que como requisito tenían que haber sido testigos de la misma (10:39-42). Yo tengo un gusto similar al de Agripa, en mi tiempo libre cuando tengo la oportunidad de oír a otro predicar suelo escoger sentarme frente a uno que sea un buen expositor de la doctrina enseñadas por los apóstoles y profetas.
Capítulo 26
Lo que Agripa y Berenice aprendieron de Pablo
Hch. 26:1-18
“Y Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar en tu favor. Entonces Pablo, extendiendo la mano, comenzó su defensa: [2] Con respecto a todo aquello de que los judíos me acusan, me considero afortunado, oh rey Agripa, de poder presentar hoy mi defensa delante de ti, [3] sobre todo, porque eres experto en todas las costumbres y controversias entre los judíos; por lo cual te ruego que me escuches con paciencia. [4] Pues bien, todos los judíos conocen mi vida desde mi juventud, que desde el principio transcurrió entre los de mi pueblo y en Jerusalén; [5] puesto que ellos han sabido de mí desde hace mucho tiempo, si están dispuestos a testificar, que viví como fariseo, de acuerdo con la secta más estricta de nuestra religión. [6] Y ahora soy sometido a juicio por la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres: [7] que nuestras doce tribus esperan alcanzar al servir fielmente a Dios noche y día. Y por esta esperanza, oh rey, soy acusado por los judíos. [8] ¿Por qué se considera increíble entre vosotros que Dios resucite a los muertos? [9] Yo ciertamente había creído que debía hacer muchos males en contra del nombre de Jesús de Nazaret. [10] Y esto es precisamente lo que hice en Jerusalén; no sólo encerré en cárceles a muchos de los santos con la autoridad recibida de los principales sacerdotes, sino que también, cuando eran condenados a muerte, yo daba mi voto contra ellos. [11] Y castigándolos con frecuencia en todas las sinagogas, procuraba obligarlos a blasfemar; y locamente enfurecido contra ellos, seguía persiguiéndolos aun hasta en las ciudades extranjeras. [12] Ocupado en esto, cuando iba para Damasco con autoridad y comisión de los principales sacerdotes, [13] al mediodía, oh rey, yendo de camino, vi una luz procedente del cielo más brillante que el sol, que resplandecía en torno mío y de los que viajaban conmigo. [14] Y después de que todos caímos al suelo, oí una voz que me decía en el idioma hebreo: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón." [15] Yo entonces dije: "¿Quién eres, Señor?" Y el Señor dijo: "Yo soy Jesús a quien tú persigues. [16] "Pero levántate y ponte en pie; porque te he aparecido con el fin de designarte como ministro y testigo, no sólo de las cosas que has visto, sino también de aquellas en que me apareceré a ti; [17] librándote del pueblo judío y de los gentiles, a los cuales yo te envío, [18] para que abras sus ojos a fin de que se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe en mí, el perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados".
Cuando leí que Pablo “extendió su mano” al hablar (v.1; 21:40) me sonreí al pensar lo mucho que al hablar gesticulamos los latinos enfatizando con las manos lo que decimos con la boca. Y pensé si el apóstol gesticulaba tanto como nosotros. Lo dudo. Lo sobrepasamos. Ayer precisamente escuché a un predicador que se lleva la palma en eso de gesticular en su sermón desde el púlpito, me parece que deja a la saga a la mayoría de los que antes había visto.
Miremos una forma de estudiar la Biblia en el siglo primero. Pablo comienza de modo muy cortés su defensa y dice que se siente “afortunado” o bienaventurado (v.2) de poder exponer su causa delante de un juez que entiende bien las “costumbres y controversias” entre los judíos (v.3), que es un experto, porque Agripa siendo judío conocía bien todas esas cosas. Le está queriendo recordar que su pueblo tiene costumbres sobre las cuales discuten o forman debates y “controversias” y se formulan opiniones. La palabra en gr. es zetema que quiere decir investigación o escudriñar y por ende estudio. Los tres partidos existentes, los fariseos, saduceos y escribas discutían sobre la ley y las tradiciones y cada uno tenía su interpretación o hacía su exégesis de los textos que leían. No leían sin hacer exégesis y compartirla. Unos eran más liberales que los otros y otros más creyentes que los algunos. Sobre la cuestión del alma y la resurrección los saduceos las negaban y los fariseos las sostenían; y Pablo pertenecía al grupo más ortodoxo que se apegaba a la letra de la ley al cual él consideraba que era “estricto” o riguroso (v.5).
La palabra original para estricto también indica extremo, o sea que su “secta” llevaba en fe y práctica la letra de la ley, su celo y fervor hasta el extremo, como él en otro lugar lo recordó (Flp 3:4-6). Esa costumbre de debatir sobre el texto sagrado no es mala en mi opinión, aunque pueda tornarse viciosa y estéril, al menos si se mantiene el orden y el respeto se encenderá el interés por las cosas sagradas, se le dedica tiempo y conduce a la profundidad de pensamiento y la investigación, o sea es el camino para no profesar una religión superficial y desarrolla intelectual y espiritualmente a los maestros y estudiantes que participan en el debate. No hay forma de enseñar entre incrédulos y equivocados que uno pueda evitar la discusión (17:17; 18:4,19). Así se aprendía en aquella época.
Hablemos ahora de un sermón paulino. ¿Por qué piensa usted que Pablo le pidió “paciencia” para escucharlo? (v.3). Quizás porque el jerarca tendría poco tiempo o más bien por la longitud de su alocución. Le quiso decir fue “yo sé que tienes poco tiempo y quieres que yo vaya al grano, pero no puedo decir en cuatro palabras lo que quiero que oigas”. Pablo tenía preparado un sermón largo con muchas palabras y no lo acortó prudentemente al tiempo disponible de su auditorio, al contrario, le pidió a su par de oyentes que extendieran amablemente el tiempo que habían pensado darle. Es que el tamaño del sermón lo determina el predicador y la importancia de su tema y no la presurosa vida del que vino a oírlo.
Hoy una de las cualidades que menos tiene la gente es la paciencia, todo lo quieren rápido, y cada cosa tiene que ser veloz y mientras más mejor. La iglesia debe ser el lugar donde se ponga freno a esa vertiginosa vida de los oyentes y hacerles ver que si afuera todo requiere correcorre así no se puede oír un sermón. Y es mentira que el serbmón es muy largo porque si pueden estar 40 minutos de pie cantando y aplaudiendo ¿no podrán sentados y cómodos oír la palabra de Dios por igual extensión o un poquito más?
Lo que pasa actualmente es que el sermón y la palabra de Dios han perdido importancia y preferencia en los gustos populares. Y si por ese camino seguimos llegará el día que los que se sientan en los bancos, o en las sillas, nos concederán un minuto para decir lo que tengamos que decir y el resto del tiempo lo dejarán para otras cosas. Si Agripa y Berenice y Festo no estaban acostumbrados a oír sermones largos oyeron el primero y Pablo les comenzó a formar esa buena costumbre, que según parece era usual en sus predicaciones, muy bíblicas y supongo que para nada aburridas porque el texto y el contexto de una exposición bíblica es sugestiva, interesante y muy atrayente como nada en el mundo (20:9).
Mira que la cruz y la resurrección reordenan la salvación y sacan a la luz la inmortalidad por el evangelio (2Ti.1:10), dan una mejor esperanza que la ley de Moisés (He.7:19), y dejan sus ceremonias como algo opcional y cultural sin que preste algún auxilio o complemento al anuncio del sacrificio y resurrección de Jesús. Cuando uno ligeramente oye lo que dijo que el motivo de su detención se debía a “la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres” (v.6), le parece que está para su conveniencia desviando el asunto, porque los judíos lo perseguían por “apóstata” (23:6; 21:21). Para más exposición sobre eso recomiendo leer mi exposición sobre 21:21 y además lo que dijo Calvino sobre ese texto.
Hasta cierto punto era verdad que estaba cambiando las costumbres mosaicas sobre la circuncisión, los alimentos, los días de fiestas y las abluciones, pero no que las cancelara completamente por cuando circuncidó a Timoteo por una cuestión de estrategia (16:3;18:18; 21:23-26) y no como parte del plan de la salvación que bien funcionaba sin ella (Ga.5:3; 6:15). Entonces no está torciendo la ley sino poniéndola después de Cristo y en segundo lugar y como una auxiliar del Señor (Ga.3:24,25). Ese lugar secundario es puesto para ella después de la resurrección de Jesús. Pablo se da cuenta que, o es enseñado por el Señor en algunas de sus visitas, que en su cruz está el cumplimiento de la ley y ya por su muerte ella queda hecha innecesaria para la salvación (Ga.6:14).
Por tanto “la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres” (v.6) se refiere indudablemente a la resurrección (v.8) y a la venida del Mesías por medio del cual esa esperanza se consigue. Aunque no sé cuántos fariseos asociaban la resurrección de los muertos con su mesías que era mayormente político, más político que profético. Por lo tanto, no desvió la cuestión, sino que la llevó a su raíz. La pregunta que les hace que si es cosa “increíble entre vosotros que Dios resucite a los muertos” (v.8) tiende hacia la específica resurrección de Jesús. Los fariseos creían en la resurrección (23:8), lo que no creían era en la resurrección de Jesús, o no deseaban creerla. Y sobre ese asunto vuelve el v.23, “que el Cristo había de padecer, y que por motivo de su resurrección de entre los muertos, Él debía ser el primero en proclamar luz tanto al pueblo judío como a los gentiles”. Que es el primero que por medio de su resurrección habría de anunciar esperanza al mundo. No fue el primer resucitado en el mundo sino el primero que resucitó y no murió, siendo “primicias de los que durmieron” (1Co.15:20). Esta traducción parece mejor que la RV. Pero volviendo al asunto, por mucho que uno quiera verlo de otro modo no me cabe duda que con la generalización de la pregunta trata de evitar la confrontación como parte de una defensa para salirse de la acusación.
Las Escrituras dicen que “es imposible que Dios mienta” y que no es increíble que Dios resucite a los muertos porque Jesús resucitó y si él resucitó los muertos resucitan (1Co.15:12-17). La “esperanza” de la resurrección depende de Jesús y para los que han muerto en Jesús, los otros perecieron (1Co.15:18). No es increíble que Dios resucite a los muertos puesto que es una experiencia conocida y muchos muertos han resucitado. Es una esperanza que viene siendo cultivada desde los tiempos del AT entre los profetas de Israel que la palparon; y en el NT abundan los casos de resurrección tanto por la mano del Señor como por la autoridad de los apóstoles. Y no es increíble que Dios resucite a los muertos puesto que es el Creador de la vida. ¿No tomó polvo e hizo al hombre? ¿Es increíble que tome polvo y saque de él al mismo hombre que allí se disolvió? ¿No es Dios omnipotente y tiene una memoria infinita?
Después les cuenta cómo llegó a creer que Jesús es el Mesías y la esperanza de Israel y que ese cambio suyo desde una secta estricta y perseguidora del cristianismo se produjo con la evidencia de la resurrección de Jesús que ya había oído que los discípulos afirmaban y el gobierno negaba. Pablo, si hubiera regresado a la tierra después de 500-1000 años hubiera sido un declarado iconoclasta (rompedor de imágenes cristianas), hubiera quemado en una pira incendiaria, como se hizo con los libros de magia, los libros modernos sobre las supuestas apariciones de Jesús o santo celestial. Y diré por qué. Escudriña su conversión y notarás que en la aparición de Jesús no describe que haya visto alguna figura con su cabello largo, sus ojos mansos, su frente cicatrizada de espinas, su costado y pies heridos; realmente no ve a Jesús según la carne (2 Co 5:16) sino una “luz procedente del cielo más brillante que el sol” (v.13), y después de eso dice que oyó “una voz que decía en el idioma hebreo” (v.14) que hacía mal persiguiendo a los cristianos, y al preguntarle quién era le dijo “soy Jesús” (v.15).
Además de eso Jesús le prometió que le haría otras visitas, “de aquellas en que me apareceré a ti” (v.16) y en ninguna describe su apariencia (18:9; 2Ti 4:17); y la más grandiosa escrita con su puño en 2 Co 12:4 cuando fue al paraíso, tampoco dice que lo haya visto allí o contara las otras cosas de esa región. Sólo dijo que oyó “palabras inefables” que puede traducirse que es imposible expresar o que no se deben decir, que no hay idioma alguno que pueda usarse para describir y dibujar lo que vio y oyó y que si lo pudiera hacer no está autorizado. La razón que vio sólo una luz que lo rodeaba es que Jesús es inefable, en su gloria no se puede describir, exceptuando a Juan en su Apocalipsis. Esteban dijo que lo vio a la diestra de Dios, pero no dibujó su figura, no dijo cómo lo veía (7:55,56). Quizás esa sea la razón de sus visitas en sueños o en visiones que son representaciones, ópticas o mentales de la realidad.
En último lugar veamos lo que es realmente un llamamiento apostólico. Le explica a Agripa y Berenice porqué se ha buscado todo aquel rollo con los judíos, porque Jesús lo hizo apóstol y le bosquejó la función apostólica en el mundo que no es ponerlo en desorden (17:6) sino para que alumbre un mundo oscuro, para dar visión a un mundo ciego, para derrotar el poder de Satanás con el poder de Dios, para que el mundo reciba perdón de pecados y sea santificado y para que reciban como herencia vida en abundancia.
¿Hay otra ocupación más gloriosa que esa? ¿Más importante? ¿Más necesaria? ¿Más urgente? Y ¿otra donde haya tantos engañadores, impostores, ladrones, que en ésa? ¿Hay otra donde tan pocos sean fieles hasta la muerte? Con todas las luces y estrellas que hay en este mundo, con toda su ciencia y logros, es todavía un mundo oscuro y necesita que la “gran luz” resplandezca sobre él. Las tinieblas han caído como una plaga, tan espesas como las de Egipto. En ese mundo oscuro brilla el evangelio en las vidas de “los hijos de luz” y como “luminares en el mundo”, o como se dijo de Juan “era antorcha que ardía en lugar oscuro”.
Y es un mundo ciego que necesita la visión de Cristo, la luz del Señor, y el apóstol tiene con qué abrir los ojos de este mundo, el conocimiento del evangelio para que quizás “palpando” lo puedan hallar. El auténtico apóstol está ungido con poder como lo estuvo Jesús de Nazaret y anda haciendo bienes porque “el evangelio es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Ro. 1:16), un poder que le llega “del siglo venidero”, del otro mundo del cual éste fue hecho una copia porque el reino de los cielos no consiste en palabras sino en poder, el poder que trae la predicación del evangelio, el de cambiar las vidas del mundo, poder que le permite al pecador “desatarse del lazo del diablo en el cual está cautivo”, el poder de la verdad que lo hace libre, “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” y “despojando a las potestades las exhibe públicamente” triunfando sobre ellas con el mensaje de la cruz.
El auténtico apóstol entra al mundo sabiendo que lo que más necesita es perdón de pecados y santificación, y esa es la principal tarea y trabajo del enviado de Cristo, no menos, hacer un mundo oscuro, claro, un mundo ciego, vidente, convertir a un mundo pecador en un mundo santificado como reino de Dios.
Pablo, su soltería y ministerio
Hch. 26:19-23
“Por consiguiente, oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial, [20] sino que anunciaba, primeramente a los que estaban en Damasco y también en Jerusalén, y después por toda la región de Judea, y aun a los gentiles, que debían arrepentirse y volverse a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. [21] Por esta causa, algunos judíos me prendieron en el templo y trataron de matarme. [22] Así que habiendo recibido ayuda de Dios, continúo hasta este día testificando tanto a pequeños como a grandes, no declarando más que lo que los profetas y Moisés dijeron que sucedería: [23] que el Cristo había de padecer, y que por motivo de su resurrección de entre los muertos, Él debía ser el primero en proclamar luz tanto al pueblo judío como a los gentiles”.
Comienza haciéndole a Agripa una cortés petición, que trate de entender su llamamiento. El nombre del rey Agripa está en vocativo (“caso de la declinación, que sirve únicamente para invocar, llamar o nombrar, con más o menos énfasis, a una persona o cosa personificada, y a veces va precedido de las interjecciones ¡ah! u ¡oh!”. Real Academia Española). ¿Es eso mucho, diciéndole que fui desobediente a la visión celestial (v.19)? ¿A un judío no cristiano? ¿A un juez hablarle que no podía ser rebelde a una visión? ¿A un político? Pedirle que creyera en su visión celestial. Era pedirle bastante. Nadie puede entender el ministerio de un siervo de Dios sino Dios y otro siervo de Dios, después su esposa y quizás sus hijos. Sin embargo, Pablo no tuvo esposa ni hijos. no eligió como Pedro llevar a “una hermana por mujer” (1Co.9:5) en sus viajes misioneros. Una hermana, no una inconversa.
Sí, ¿pero ¿quién? ¿Evodia? ¿Síntique? No, aunque colaboraron con él y con clemente no eran apropiadas para su gusto y vocación. ¿O alguna otra entre las “nobles” e importantes de Tesalónica (17:4)? Quizás ya estaban casadas con gentiles. ¿O alguna de Corinto? Eran mujeres dotadas, pero hablaban mucho en la congregación y tenían lío con el uso del velo. ¿Alguna de las hijas de Felipe que eran profetisas? Muy jóvenes. Lo cierto es que no todas las esposas de ministros apoyan a sus maridos como ellos lo necesitan. Entonces ¿Agripa pudiera entender el llamamiento de Pablo y su obligación con Jesús para cumplirlo? Lo entendiera o no Pablo no tiene otra razón para ser obstinado en su misión.
Fíjate que le hace mención al rey que su misión es hacer nuevas criaturas a judíos y gentiles pidiéndoles en sus sermones que “debían arrepentirse y volverse a Dios” (v.20), cosa que interesaba menos al rey que lo que después dijo, que mostrasen una conversión real a Dios “haciendo obras dignas de arrepentimiento” (v.20), ya que a los gobiernos toman interés en la religión y la toleran o la reconocen si crea buenos ciudadanos que ayuden a la paz de la nación, excepto si no son políticos neutrales sino fanáticos de alguna filosofía o de otra religión adversaria, y aun en el caso actual de los gobiernos llamados seculares, tienen una buena religión como un value o valor.
A todos los gobernantes les interesa menos que los templos se llenen de personas y la música que prefieran o los puntos doctrinales que enfatizan, que el estilo de vida que muestren fuera del recinto sagrado. Agripa agrandó los ojos y estuvo atento al ministerio de Pablo. Le importaba que en sus ciudades hubiera menos prostitutas caminando por las calles, menos asaltos a los bancos, menos comerciantes fraudulentos, menos homicidios, menos droga, cero alcoholismos, menos adolescentes embarazadas, y ¡por Dios, si no son gobernantes ciegos, menos adúlteros y homosexuales! Pero si Agripa constata que los discípulos de Jesús no son del mismo espíritu que él (Luc 9:55) y que los que dicen ser reformados, paulinos, y “llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón” (1Co.5:11), no estará de acuerdo que el evangelio sea “poder de Dios para salvación” y que el reino de Cristo es el mismo de la carne y del diablo, y que eso que no es de este mundo no es sino un cuento. Y la prensa de Jerusalén, toda Judea y Samaria, comenzará a criticar, burlarse y ridiculizar a los ministros y sus discípulos. Pablo nunca insistió en tener iglesias grandes ni bautizar a muchos (1Co.1:17), eso era asunto de Dios y del evangelio, pero sí en que sus iglesias creyeran y vivieran lo correcto, que no fueran edificados con “madera, heno y hojarasca” sino que mostrasen una conversión real.
Mira que el apóstol le da al rey de su catálogo de problemas ministeriales sólo una pequeña línea para que lea. Eso para reforzar su llamamiento celestial, para que Agripa sepa que la única forma que tiene un ministro de acabar su carrera es si cada día de su ministerio lo acompaña Dios. por eso esa frase me parece que la dice con gratitud al Señor, “habiendo recibido ayuda de Dios, continúo hasta este día” (v.22). Eso es equivalente a un eben-ezer. Sin la ayuda de Dios no hubiera podido decir hasta el día de hoy. Si un solo día le hubiera faltado la ayuda de Dios hasta ese día hubiera sido un ministro del evangelio.
La perseverancia de los santos en la salvación es algo grande pero la perseverancia en el ministerio es doblemente mayor porque el ministro por ser cristiano y predicador es doblemente responsable, doblemente odiado por el diablo, doblemente asediado por las tentaciones, doblemente ofendido, perseguido, criticado y opuesto. Lo único que le mencionó a Agripa fue el “peligro de muerte” (2Co.11:23-28), de un catálogo de dificultades que si el ignorante príncipe las hubiera sabido se habría caído para atrás. Sólo le dijo que cuando los judíos querían darle muerte el tribuno Lisias lo salvó, por orden de Dios. Y ahí dejó el asunto. ¿Para qué más? Son las iglesias las que deben conocer, los corintios y todas las otras, lo que vale un ministro, el costo de predicar el evangelio sin enamorarse de los guiños de complicidad que le hace la sociedad.
Ellas sí tienen que conocer la vida de pastores y misioneros para apoyarlas en oración y recursos. Leer sus informes y diarios sobre maltratos físicos, naufragios y decepciones, peligros en la ciudad y los barrios malos, la oposición y persecución de “falsos hermanos” que con fe fingida y amor con fingimientos, le dan el beso de Judas, falsos creyentes que agitan la congregación en contra suya, le roban el prestigio y les ambicionan su púlpito, sus trabajos, fatigas, sus preocupaciones financieras, peligro de perder su casa, que sus hijos pasen hambre, y sobre todo eso sus desvelos por ellos, ocasionados por ellos y no por el mundo y por la obra de Cristo en general, las otras iglesias. Esas cosas no se las dijo a Agripa sino a sus hermanos en la fe porque no buscaba el apoyo de las autoridades sino la correspondencia de sus hermanos.
Esa fue la batalla de todos los apóstoles, probarles a los judíos que las Escrituras judías eran cristianas. Esto que le dice al rey, que no ha predicado otra cosa sino lo que ya “los profetas y Moisés dijeron que sucedería” (v.22) es para defenderse de los judíos porque no sé cuánto interés podría tener este hombre en el asunto ni interés en verificarlo. Los judíos, por supuesto que no estaban de acuerdo, sino lo contrario, que lo que Pablo enseñaba era contrario a las costumbres y reglamentos mosaicos.
Parece que para la mente judía esto es un asunto difícil de aceptar, ya que aunque el Señor se cansó de decirles a sus discípulos “para que la Escritura se cumpliese” o “como está escrito” (Mt.26:54; Lc.4:21; 18:31) tuvo que mostrarse transfigurado delante de algunos y que le contemplaran en su misma gloria conversando con los dos autores más importantes de los libros hebreos, Moisés y Elías (Mt.17:3-5). Jesús también se los dijo a los judíos, pero en el NT la carga mayor se halla entre los apóstoles. Ellos fueron los que insistían en relacionar a Jesús con la Escritura para probar que era Hijo de Dios y Mesías. Por dos mil años, los judíos que leen el NT permanecen inmovibles. No lo creen.
Pablo dice que la incredulidad judía es satánica, o sea, que es el diablo quien los tiene ciegos (2 Co 3:1-4:4) y que su conversión se obrará por medio del “ministerio del Espíritu”, no de la Ley de Moisés ni de un seudo-evangelio que se congracia con los judíos empleando ceremonias de ellos, danzas y serpentinas, en los que debieran ser cultos vivos cristianos. Un debate cristiano sobre textos del AT con los judíos podría tener algún buen resultado, pero ¿no sería mejor convencerlos con lo que Pablo predicaba, su resurrección? ¿Qué de la incredulidad judía si se puede demostrar lo contrario que decía Agripa, que Jesús no está muerto?
Los judíos no admiten que se les demuestre la resurrección de Jesús por medio de la Escritura. Tiene que ser por medio del mensaje del evangelio centrado en la persona de Jesús como se cuenta en los evangelios o más bien con el mensaje de Jesús como se convertían los gentiles, con el tropiezo de la cruz, Cristo crucificado, Cristo poder de Dios. Ahí es donde se les desgarra el velo que ellos tienen sobre los ojos, donde las ceremonias se cumplen, donde el viejo pacto pierde su vigencia. La cruz es el Espíritu de la Ley. Y en conjunción con la cruz, su resurrección, lo que Dios hizo con el cuerpo muerto de Jesús, el porqué lo vivificó, qué hizo con su sangre, y en conjunto qué cobró con la muerte del Señor (sobre v.23 ver comentario v.6). Entonces se darán cuenta que el NT es un libro hondamente judío, el más judío y mejor judío de todos los libros, la esperanza y esencia judía de Moisés y Elías, y de cada profeta que habla sobre la ida de Jesús a Jerusalén. Amén.
Oyó a Pablo y por poco se hace cristiano
Hch. 26:24-32
“Mientras Pablo decía esto en su defensa, Festo dijo a gran voz: ¡Pablo, estás loco! ¡Tu mucho saber te está haciendo perder la cabeza! [25] Mas Pablo dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. [26] Porque el rey entiende estas cosas, y también le hablo con confianza, porque estoy persuadido de que él no ignora nada de esto; pues esto no se ha hecho en secreto. [27] Rey Agripa, ¿crees en los profetas? Yo sé que crees. [28] Y Agripa respondió a Pablo: En poco tiempo me persuadirás a que me haga cristiano. [29] Y Pablo dijo: Quisiera Dios que, ya fuera en poco tiempo o en mucho, no sólo tú, sino también todos los que hoy me oyen, llegaran a ser tal como yo soy, a excepción de estas cadenas. [30] Entonces el rey, el gobernador, Berenice y los que estaban sentados con ellos se levantaron, [31] y mientras se retiraban, hablaban entre ellos, diciendo: Este hombre no ha hecho nada que merezca muerte o prisión. [32] Y Agripa dijo a Festo: Podría ser puesto en libertad este hombre, si no hubiera apelado al César”.
Primero veamos quiénes eran los interlocutores de Pablo. Es fascinante la conversación entre ellos. La única que no habla es Berenice que estaba como oyente y observadora. Es una entrevista con Pablo y participa Porcio Festo, procuardor o gobernador de Judea y Herodes Agripa II, que se le conoce como simplemente Herodes, el rey en Galilea y otras regiones. Uno quisiera saber más de esos personajes, pero lo que se conoce es para tener mala opinión de ellos. A Festo el diccionario le tiene como “noble” y que heredó los problemas de Félix, pero en su corto tiempo de gobernación no pudo resolverlos. Pero no era un ángel. Berenice fue una mujer cualquiera desde el punto de vista judío. Hija mayor de Herodes Agripa I. Se casó con su tío, Herodes Calcis y cuando este murió convivió con su hermano Herodes, este que vemos aquí, Herodes Agripa II, de quien se separó para casarse con el rey Tolomeo o Palermo de Cicilia a quien luego abandonó para reunirse maritalmente a su hermano. Después de esto fue a Roma y allá anduvo con el rey Vespasiano y su hijo Tito. Esa es la mujer que entra con “mucha pompa” ante Pablo y oye todo su testimonio y predicación sin ser afectada por alguna de sus palabras. Herodes Agripa II fue durante mucho tiempo amigo de los judíos y los ayudó a construir el templo, pero cuando los judíos se rebelaron contra Roma se puso de parte del emperador y eso le valió un ascenso. Estos fueron los interlocutores de Pablo.
No hacía falta que alzara tanto la voz si no eran muchos. La palabra que se usa es megalás, que es algo grande. Supongo que el tema de Pablo, su visión, su cambio, la resurrección de Jesús y la cultura del apóstol lo impresionaba, y sus palabras “¡Pablo, estás loco! ¡Tu mucho saber te está haciendo perder la cabeza!” (v.24) o “las muchas letras” o mucha “gramática” (gr.), mucha escritura, muchos libros, mucho aprender, te han vuelto loco. Se pueden tomar sus palabras como un sarcasmo o admiración. Dice Gill que eso lo dijo llamando la atención por resentimiento ya que Pablo no le hacía caso ni le dirigía la palabra. Si así fue tal vez por eso al contestarle le llama “noble” o “excelentísimo” Festo (v.25). Para mostrarle que no lo menospreciaba, al contrario, pero que en ese momento estaba mostrando más interés espiritual en Agripa que en él. De todos modos, no es una crítica y para mí constituye parte de la reputación que deben tener los predicadores del evangelio, que no son personas ignorantes sino cultas y familiarizados con las letras y los libros, sobre todo los sagrados que eran los que Pablo se hallaba citando, “los profetas” (v.27).
El ministro debe conocer “gramática”, letras, saber escribir bien y sin faltas ortográficas, con buena letra. La gramática de su propio idioma, con el cual predica el evangelio y si es posible mucho mejor, la gramática en que fue revelado el AT, la hebrea y el NT la griega, y si ha sido impedido de dominarlas por lo menos tener los libros de donde pueda enterarse bien del significado de cada palabra que intenta comentar para hallar exactamente el pensamiento de Dios y con él hacer las aplicaciones oportunas para sí mismo y sus oyentes. La mayor cultura que debe tener un pastor es religiosa o bíblica, andar con libros sí, pero “mayormente los pergaminos” (2Ti.4:13). Ser un “docto” “en el reino de los cielos” (Mt.13:52) o “instruido” (gr.) y esas cosas no sólo en su cabeza sino en su corazón para sacar de ese tesoro “cosas viejas y cosas nuevas”. Es equivalente a leer libros antiguos y modernos, a conocer la historia y los problemas de actualidad y responder a ellos consecuentemente.
Nota a Festo, un aventajado político con poca cultura. Primero ¿a qué se refería Festo para pensar que Pablo estaba perdiendo su mente? Tal vez la visión que dijo que tuvo del Señor Jesús vivo y que podía ser alucinación puesto que es “imposible” que los muertos resuciten. Pablo dijo que según su experiencia los gentiles pensaban que la resurrección del cuerpo era una “locura” (1Co.1:23); y como Festo no conoce a los profetas no cree en ellos y por eso el interés del predicador en él es secundario. Nada de espejismo o alucinación, son “palabras de verdad y de cordura” (v.25). Agripa tenía una ventaja sobre Festo y es que estaba familiarizado con la historia de Jesús y con la lectura de los profetas. Toda Jerusalén estuvo informada de quién era Jesús, supo cuál era su conducta y cómo anduvo haciendo bienes entre el pueblo, fue testigo de la injusticia que cometieron con él condenándolo y también sabía sobre el rumor del cuerpo desaparecido de la tumba. Jesús no hizo nada para “darse a conocer” pero hizo muy poco en secreto y nada en un “rincón” (Jn.7:4; v.26). La desventaja que tenía un oyente delante del otro es por información. Festo da esos gritos contra Pablo y cree que son delirios por falta de lectura. Si no estuvo en Jerusalén cuando todo aquello ocurrió, entonces que lea, pero si no lee ¿qué base tiene su posición? Y leer, si quiere, las dos posiciones, la versión autorizada, la del gobierno que hablaba de hurto del cuerpo e irresponsabilidad de los custodios, y la desautorizada, la de los discípulos que en un principio tampoco la creían, pero no había robado el cuerpo. Si Festo fuera un lector neutral sabría de parte de quiénes estaba la verdad. Por el momento como no había hojeado un solo libro, mejor haría si bajara la voz y no interrumpiera la predicación. O después que el acusado hiciera su declaración darse un viaje hasta Berea donde el grupo de creyentes de allí aman la lectura y cuando oyen los sermones se quedan leyendo (17:11).
Uno de los interlocutores de Pablo casi se convierte en cristiano o por poco llega a serlo, pero según él necesitaba un poco más. El oyente que en mejor disposición está y preparación es Agripa por eso Pablo le pregunta y se responde él mismo “¿crees en los profetas? Yo sé que crees” (v.27). Supongo que se respondió así porque eso es lo que el rey le iba a contestar “claro que sí, claro que creo a los profetas”; pero por el contexto lo que Pablo le estaba queriendo decir era que creyera en Jesús como habían anunciado los profetas. Y eso fue lo que entendió Agripa porque le contestó “en poco tiempo me persuadirás a que me haga cristiano” (v.28).
Copio un resumen de lo que dice Gill sobre estas palabras. "... casi profesa fe en Jesús como el mesías, para abrazar su doctrina, para someterse a sus ordenanzas lo cual significa hacerse cristiano al menos por fuera: y cuando él dice "casi ", o "con poco" quiere decir dentro de poco o muy cerca, él estaba a punto de ser convencido para abrazar cristianismo; o en algunos aspectos; bien con poca palabras, o en poco tiempo, Pablo quería que se convirtiera; aunque el primer sentido que es casi o cerca de ser cristiano parece ser el mejor de todos a juzgar por la respuesta del apóstol Pablo de lo que es ser un verdadero cristiano (11:26). Y casi cristiano presumo que tiene mucha luz y conocimiento pero poca gracia; conoce algo acerca de sí mismo y de su pecado que es una violación de la ley de Dios y también reconoce las consecuencias, pero no tiene un verdadero arrepentimiento, conoce mucho acerca de Cristo pero de forma especulativa, sabe cuáles son sus oficios, pero de la misma manera que el diablo los conoce y que a través de su persona tiene paz, perdón, justicia y salvación pero no se aplica esas cosas a sí mismo, no ha experimentado el poder de Dios y la dulzura que trae eso al alma, su conocimiento no lo santifica. Agripa fue casi persuadido por Pablo, pero no por el Señor...".
Lo que quiso decir fue que necesitaba más tiempo para hacerse cristiano, y más conocimiento. Creo que no obtuvo ni lo uno ni lo otro. Supongo que nadie más le habló de Cristo. El tiempo él lo tenía y ayuda para saber más la podía solicitar y no hizo ni lo uno ni lo otro, entonces no necesitaba más tiempo para decidirse ni más información, lo que necesitaba era más interés en las cosas del Señor, las otras dos cosas eran excusas. Y lo otro que necesitaba era arrepentimiento, volverse a Dios como Pablo le había dicho (v.20) y romper el incesto que cultivaba con su hermana Berenice. Por gusto era que se tomara más tiempo si podía arrepentirse en ese momento, de nada le valía saber más si esa clase de fe sin arrepentimiento no sirve, y como dice Gill es de demonios. Cuando Pablo le dice “yo sé que crees” lo que le quiere decir es “yo sé que los conoces, sabes quiénes son ellos”. Y algo más fácil aún.
Lo que Agripa no necesita es reflexión y tiempo sino ser como Pablo. Aquí el apóstol va al grano y le pide que vivan como él, en santidad, en temor de Dios, “quisiera Dios que, ya fuera en poco tiempo o en mucho, no sólo tú, sino también todos los que hoy me oyen, llegaran a ser tal como yo soy” (v.29). La traducción de estas palabras tampoco es tan fácil y permite entenderlas en varios y provechosos sentidos. O sea, quiera Dios que “con poco o con mucho” lleguen a ser como yo; o quiera Dios que “en poco tiempo o con mucho tiempo” lleguen a ser como yo. Pero hay otra posibilidad, que quiera Dios que casi lleguen a ser como yo soy, aunque no lo logren completamente se acerquen lo más posible al modelo de vida cristiana que vivo; si no pueden lograrlo al menos llegarán a vivir muy próximos a como Dios lo quiere y lo ordena; o tal vez quiso decir que aunque les falte mucho para ser como yo soy traten de serlo; si se dan cuenta que están muy lejos de convertirse en un ejemplo tan hermoso por lo menos prosigan a la meta, al premio de ese supremo llamamiento, intentándolo. Con una sola excepción, con mucha más libertad que la que en ese momento tenía, “a excepción de estas cadenas”.
Y después de eso se levantó la sesión. El culto se terminó sin pedirle a nadie que en ese momento
tomara una decisión pero que se llevaran todas esas palabras en el corazón y meditando en ellas
en cualquier momento hacerla. Los oyentes e interlocutores de Pablo se despidieron hablando de
asuntos legales y no de religión, y “este hombre no ha hecho nada que merezca muerte o prisión”
(v.31), sobre todo Agripa que había consumido la mayor atención de Pablo, “podría ser puesto en
libertad este hombre, si no hubiera apelado al César” (v.32).
Capítulo 27
Compartiendo nuestra suerte
Hch. 27:1-26
“Cuando se decidió que deberíamos embarcarnos para Italia, fueron entregados Pablo y algunos otros presos a un centurión de la compañía Augusta, llamado Julio. [2] Y embarcándonos en una nave adramitena que estaba para zarpar hacia las regiones de la costa de Asia, nos hicimos a la mar acompañados por Aristarco, un macedonio de Tesalónica. [3] Al día siguiente llegamos a Sidón. Julio trató a Pablo con benevolencia, permitiéndole ir a sus amigos y ser atendido por ellos. [4] De allí partimos y navegamos al abrigo de la isla de Chipre, porque los vientos eran contrarios. [5] Y después de navegar atravesando el mar frente a las costas de Cilicia y de Panfilia, llegamos a Mira de Licia. [6] Allí el centurión halló una nave alejandrina que iba para Italia, y nos embarcó en ella. [7] Y después de navegar lentamente por muchos días, y de llegar con dificultad frente a Gnido, pues el viento no nos permitió avanzar más, navegamos al abrigo de Creta, frente a Salmón; [8] y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar llamado Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea. [9] Cuando ya había pasado mucho tiempo y la navegación se había vuelto peligrosa, pues hasta el Ayuno había pasado ya, Pablo los amonestaba, [10] diciéndoles: Amigos, veo que de seguro este viaje va a ser con perjuicio y graves pérdidas, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras vidas. [11] Pero el centurión se persuadió más por lo dicho por el piloto y el capitán del barco, que por lo que Pablo decía. [12] Y como el puerto no era adecuado para invernar, la mayoría tomó la decisión de hacerse a la mar desde allí, por si les era posible arribar a Fenice, un puerto de Creta que mira hacia el nordeste y el sudeste, y pasar el invierno allí. [13] Cuando comenzó a soplar un moderado viento del sur, creyendo que habían logrado su propósito, levaron anclas y navegaban costeando a Creta. [14] Pero no mucho después, desde tierra comenzó a soplar un viento huracanado que se llama Euroclidón, [15] y siendo azotada la nave, y no pudiendo hacer frente al viento nos abandonamos a él y nos dejamos llevar a la deriva. [16] Navegando al abrigo de una pequeña isla llamada Clauda, con mucha dificultad pudimos sujetar el esquife. [17] Después que lo alzaron, usaron amarras para ceñir la nave; y temiendo encallar en los bancos de Sirte, echaron el ancla flotante y se abandonaron a la deriva. [18] Al día siguiente, mientras éramos sacudidos furiosamente por la tormenta, comenzaron a arrojar la carga; [19] y al tercer día, con sus propias manos arrojaron al mar los aparejos de la nave. [20] Como ni el sol ni las estrellas aparecieron por muchos días, y una tempestad no pequeña se abatía sobre nosotros, desde entonces fuimos abandonando toda esperanza de salvarnos. [21] Cuando habían pasado muchos días sin comer, Pablo se puso en pie en medio de ellos y dijo: Amigos, debierais haberme hecho caso y no haber zarpado de Creta, evitando así este perjuicio y pérdida. [22] Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, porque no habrá pérdida de vida entre vosotros, sino sólo del barco. [23] Porque esta noche estuvo en mi presencia un ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, [24] diciendo: "No temas, Pablo; has de comparecer ante el César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo." [25] Por tanto, tened buen ánimo amigos, porque yo confío en Dios, que acontecerá exactamente como se me dijo. [26] Pero tenemos que encallar en cierta isla”.
El héroe de este relato es Pablo no porque fuera un lobo de mar sino un hombre de Dios y un varón de oración. De todo este drama en el mar y los sitios donde se desarrolla, lo más importante no son las ciudades que menciona sino cómo una gran tragedia, el hundimiento de un barco repleto de presos habría ocurrido si no es por las oraciones de un siervo de Dios. Esa es la enseñanza principal y aprender a compartir nuestra buena providencia con los demás.
Así comienza la travesía en una nave procedente de una antigua ciudad de Misia en la provincia romana de Asia llamada Adramitio (v.2), y después subieron a otro barco en Mira una ciudad de Licia, una nave alejandrina que iba para Italia cuyo dueño, quizás como capitán viajaba en ella y que por no hacerle caso a los prudentes consejos de Pablo terminó destrozada y perdió su propiedad (v.11).
Al principio vemos al apóstol compartiendo la misma suerte que los demás porque en contra de su voluntad aquella nave había izado velas. Por experiencia y por el Espíritu de Dios les estaba aconsejando que no levaran anclas, “pero el centurión se persuadió más por lo dicho por el piloto y el capitán del barco, que por lo que Pablo decía”; y no le quedó otro remedio que compartir la tragedia de los otros, porque no era un hombre libre. Sin embargo, hasta el final protestó contra el error de las decisiones de ellos y les dijo que no le quedaba otro remedio que enfrentar las situaciones y ponerse en las manos de Dios. Cuando comenzaron a echarlo todo por la borda, literalmente, él les reprochó no haberlo oído, “amigos, debierais haberme hecho caso y no haber zarpado de Creta, evitando así este perjuicio y pérdida” (v.21).
Pero Pablo no es un hombre que se limita echar en cara las cosas y lamentarse sino que esta vez, confirmado, les da un mensaje del Señor, y les comunica, entre líneas, que si él no hubiera sido uno de los pasajeros del barco, todos se hubieran ahogado por cuanto un ángel enviado por Dios le dijo, “Dios te ha concedido todos los que navegan contigo” (v.24), y eso fue confirmado un poco antes del naufragio cuando los soldados querían matar a los presos, “pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, impidió su propósito” (v.43), y estoy seguro que eso no sólo porque era uno de los pasajeros y Dios no lo quería muerto ya o porque tenía planes con él vivo, “has de comparecer ante el César” (v.24) sino porque Pablo oró por ellos y le pidió que la nave no se hundiera con todos dentro y él se salvara, porque el ángel le dijo “os ha concedido” lo cual quiere decir que el apóstol le había pedido la vida de todos, incluyendo al patrón, el piloto, Julio el centurión y los demás. Dios pudo haber hecho que, flotando en una tabla, abrazado a un tonel o nadando, llegara hasta alguna roca y la orilla o el mismo ángel llevarlo en brazos hasta tierra. El apóstol no quiso eso. Y los demás ¿qué? Allí se encontraba “Aristarco de Tesalónica” (v.2), prisionero también (19:29; Flm.1:24; Col.4:10), y Lucas que es quién vívidamente escribe esta historia. Ellos también no se ahogaron porque acompañaban a Pablo. Tiene mucho valor la presencia de un creyente fiel y mucho más sus intercesiones. Si Sodoma no hubiera sido por las lágrimas de Lot hubiera perecido antes.
Debiéramos confiar más en nuestras intercesiones y ampliarlas, darle mayor radio e incluir dentro de su alcance las vidas y los intereses de otros, y lo que pedimos para nosotros, bendiciones de arriba y de abajo, pedirlas para otros que no saben pedir y no se las merecen. No obstante, las propiedades de nadie se salvaron. Y se lo merecían por cuanto aquel consejo náutico que Pablo les dio venía de Dios. Dios les había dicho que no zarparan, no les dijo que se encontrarían con un “Euroclidón” (v.14), un terrible viento que los griegos llamaban Tifón y los alejandrinos Eurociclón, ni que encallarían en “bancos de Sirte” (v.17) que son arenas movedizas, sino que estaban metiéndose en mucho peligro. La providencia sabe lo que se tiene entre manos y si da avisos hay que hacerle caso. Estaban avisados y los pronósticos de Dios nunca son equivocados. Todos pasaron un susto enorme y el día del “ayuno” que coincidía con el del sacrificio judío, lo alargaron porque nadie tenía ganas de comer y estaban espantados, y aunque rogaban para no morir, no murieron por eso sino porque Pablo también oró. Les debían sus vidas a sus intercesiones; porque fueron incluidos en una gracia ajena.
Lecciones sobre un naufragio
B.H. Carroll (1843-1914). Fundador y primer presidente del Seminario Teológico Bautista del Suroeste. Autor del “comentario bíblico” publicado en español por la Casa Bautista de Publicaciones. Dijo que cualquiera que conociera un poco de griego sabría que omnisciencia y predestinación es más o menos lo mismo. Este tema me lo sugirió el sermonazo del pastor el domingo pasado. Yo no podía creer lo que estaba oyendo, que aquí en Florida, sin hacer violación a la exégesis del texto bíblico, se dijeran esas cosas sobre la elección y la predestinación. Se hablara de doctrina, porque lo que se oye en los púlpitos es pragmatismo o sentimentalismo. Lo que dijo no es calvinismo, es paulinismo, tampoco es paulinismo porque se halla en las enseñanzas del Señor Jesús, y en todo caso, paulinismo y cristianismo es una misma cosa. Y quien escribe esto es un cultísimo médico cristiano, Lucas.
Hch. 27:27-44
“27 Venida la decimocuarta noche, y siendo llevados a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra; 28 y echando la sonda, hallaron veinte brazas; y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas. 29 Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día. 30 Entonces, los marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas de proa. 31 Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. 32 Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y lo dejaron perderse. 33 Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. 34 Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá. 35 Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. 36 Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo, comieron también. 37 Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y 38 Y ya satisfechos, aligeraron la nave, echando el trigo al mar. 39 Cuando se hizo de día, no reconocían la tierra, pero veían una ensenada que tenía playa, en la cual acordaron varar, si pudiesen, la nave. 40 Cortando, pues, las anclas, las dejaron en el mar, largando también las amarras del timón; e izada al viento la vela de proa, enfilaron hacia la playa. 41 Pero dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa se 42 Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se fugase nadando. 43 Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, les impidió este intento, y mandó que los que pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra; 44 y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra”.
Observa un ejemplo en el naufragio de la nave que es un símil a favor de la forma tan simple y apropiada que se lleva a cabo la predestinación por medio de la providencia. Un ángel de Dios le dijo a Pablo que todas aquellas personas que iban en el barco estaban destinadas a no ahogarse, aunque las cosas se empeoraran y el barco se hundiera. Dios garantizaba que ninguno perecería (v.24). Y se cumplió al pie de la letra.
Pero ¿cómo? De una forma sencilla y rústica donde la actividad humana está incluida. No hubo ningún milagro y cada uno usó su capacidad para salvarse, no hubo intervención sobrenatural que los hiciera flotar maravillosamente como si en vez de hallarse en el Mar Adriático se estuvieran bañando en el Mar Muerto. Los que eran jóvenes y sabían nadar bien fueron los primeros en echarse al agua, los que no sabían, los mayores y débiles se agarraron a las tablas, otros de los toneles y así cada cual se sostuvo de cualquier cosa que flotara, “algunos en tablones, y otros en diferentes objetos” (v.44), y de ese modo tan obvio y natural llegaron a la orilla. Sobre esas maderas y flotadores se hallaban tan seguros como en la palma de la mano de Dios. El destrozo de la nave por las olas les proporcionó providencialmente los medios para que se cumplieran las palabras del Señor. La teología nos enseña que en el Nuevo Nacimiento el pecador está inactivo, muerto, pero cuando es resucitado se esfuerza en la gracia y toma acción en su conversión y arrepentimiento.
El símil sirve para mostrar el lugar que ocupan providencialmente los medios de gracia en la salvación de los pecadores. Los que han de ser salvos lo serán porque aún las tablas y palos serán medios de gracia para que se cumpla tal propósito y ninguno perezca. El que elige provee los medios de la salvación para que conforme a su propósito sus palabras se cumplan. Nosotros sabemos cuáles son los medios de gracia que utiliza la providencia para que aquellos que han de ser salvos son simples: la sencilla Palabra de Dios, la oración, la predicación bíblica, el testimonio personal y la literatura cristiana entre otros. Con la bendición de Dios cualquier objeto puede ser usado por él para salvar a un pecador. Una tabla, un palo, un balde, una goma y un barril. No hace falta que estén elegantemente cortadas, labradas y pintadas. No leo que Noé le haya dado pintura al arca. Ni la cruz tampoco la tenía. Ni el altar de tierra llevaba piedras labradas. La insistencia hoy es enfatizar los medios de gracia y los programas cristianos hasta un punto que parece que sólo con ellos se obra la salvación. La omnisciencia y la providencia trabajan en coordinación y saben cómo hacer las cosas y siempre las hacen a tiempo, ajustadas a los que salvan, y las hacen bien. El evangelismo que hace que los elegidos obtengan la salvación es esforzado y cristocéntrico. La iglesia debe evangelizar y utilizar los medios que la providencia ponga a su alcance para encontrar perdidos.
Hay otras cosas bonitas en esta nave que se fue a pique que, si las leemos como un símil de la pre-ordenación de Dios de los acontecimientos, serán de provecho. Hubo otras cosas que llevaron a los pasajeros al punto de salvación. Uno (1), es necesario que en tiempo de borrascas los líderes de la iglesia permanezcan en sus puestos. Pablo se dio cuenta que los marineros querían irse ellos y dejar el resto a su suerte y para eso hicieron descender el “esquife” para ocuparlo a escondidas y marcharse (v.30), pero Pablo se dio cuenta y alertó al centurión y a los soldados, “si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podréis salvaros” (v.31). Por un tiempo más debían permanecer en sus cargos, hasta el final. Sin embargo, ellos querían ser los primeros en irse. Una iglesia sin líderes naufraga pronto, no pasarán muchos días en que el miedo, el desorden, terminen con ella. Los que más saben, los que tienen en sus manos las vidas y salvación de los demás, tienen que sacrificarse y quedarse para ayudar a los que los necesitan.
Dos (2), de la pre-ordenación y omnisciencia salen palabras de aliento y no de desaliento. Pablo les trajo palabras de compasión y los instó a que comieran porque estando tan débiles físicamente no podrían nadar ni sostenerse sobre el agua, “hace ya catorce días que, velando continuamente, estáis en ayunas, sin tomar ningún alimento” (v.33) y les aconsejó “que toméis alimento, porque esto es necesario para vuestra supervivencia” (v.34); y después de eso sacó palabras de consuelo de la pre-ordenación, diciendo que “ni un solo cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá” (v.34). La predestinación en el NT generalmente se menciona en relación con los que se salvan no con los que perecen; no se menciona para quitarles las ganas de comer a nadie sino para que estén de buen ánimo y coman, para que se consuelen, no lamenten su suerte ni tengan miedo. Es una doctrina consoladora que no debe ser de ningún modo abatida por el misterio de la condenación de los no escogidos por cuanto Dios tendrá sus motivos para que se diga en alabanza de su justicia “a lo cual fueron también destinados” (1Pe.2:8), cada uno de ellos como “hijo de perdición” (Jn.17:12).
Tres, una fe total en la providencia de Dios. Después de todo eso tomaron dos decisiones, “cortando las anclas, las dejaron en el mar, aflojando al mismo tiempo las amarras de los timones”, encomendarse completamente a Dios, quedarse a la deriva, al garete, separarse totalmente del mundo y los puntos seguros, quitarse las ataduras y flotar sin ninguna seguridad para que los vientos, el mar y Dios hicieran lo que desearan. Tenemos que confiarnos más al cuidado de Dios y hacer decisiones y “si perezco que perezca” (palabras de la reina Ester, en cuyo libro que lleva su nombre, no se menciona ni una sola vez a Dios, pero todo es providencia. Dios no es mencionado, pero no está ausente). Somos tan racionales y precavidos que nos parece insensato cualquier paso de fe que contemple dejar lo seguro, aunque sea por tiempo limitado, y arrojarnos a una hipotética ayuda divina. Eso lo hacemos, como éstos, cuando ya no hay más remedio y ese es el único camino a tomar.
Lo otro que hicieron fue que “izando la vela de proa al viento, se dirigieron hacia la playa” (v.40). Nuestro lema siempre ha sido “contra viento y marea”. Y ¿por qué ha de ser siempre así? Contra el diablo, el mundo y la carne, sí, pero hay situaciones en que lo más sensato es dejarse empujar por ellas y lo que parece mejor es aceptar la voluntad de Dios y que no siempre “el viento sopla de donde quiere” sino de donde Dios quiere. Luchar contra la voluntad de Dios no es una sabia decisión y no es fe en la providencia sino obstinación y suicidio.
Cuatro, no nos apresuremos a calificar como error una decisión previamente hecha por los escollos que encontramos. Cortaron las amarras, se dirigieron hacia la playa y “chocando contra un escollo donde se encuentran dos corrientes, encallaron la nave; la proa se clavó y quedó inmóvil, pero la popa se rompía por la fuerza de las olas” (v.41). Y toda esa “mala suerte”, todas esas catástrofes fueron predestinadas por Dios, por cuanto era necesario que la popa se rompiera en pedazos por la fuerza del oleaje y que se zafaran las tablas y tablones y todo objeto saliera al mar para que hubiera entre todos los destrozos “doscientos setenta y seis” flotadores para cada uno de los náufragos concedidos por Dios a Pablo (v.37). Los que creemos en la predestinación no lamentemos tanto los supuestos errores que pudimos haber cometido, si los juzgamos así por los resultados inmediatos, que un poco más adelante comprenderemos que esos “escollos” y destrozos eran necesarios para nuestro bien y el de nuestra salvación. Sin todos esos daños, perjuicios y pérdidas no hubiéramos podido ser salvos. Valió la pena, tal vez, habernos ido a pique. ¡Bendita la profundidad de la sabiduría de Dios!
Capítulo 28
El más humano “Tercer Mundo”
O
Un cristiano envenenado
Hch. 28:1-6
“Y una vez que ellos estaban a salvo, nos enteramos de que la isla se llamaba Malta. [2] Y los habitantes nos mostraron toda clase de atenciones, porque a causa de la lluvia que caía y del frío, encendieron una hoguera y nos acogieron a todos. [3] Pero cuando Pablo recogió una brazada de leña y la echó al fuego, una víbora salió huyendo del calor y se le prendió en la mano. [4] Y los habitantes, al ver el animal colgando de su mano, decían entre sí: Sin duda que este hombre es un asesino, pues aunque fue salvado del mar, Justicia no le ha concedido vivir. [5] Pablo, sin embargo, sacudiendo la mano, arrojó el animal al fuego y no sufrió ningún daño. [6] Y ellos esperaban que comenzara a hincharse, o que súbitamente cayera muerto. Pero después de esperar por largo rato, y de no observar nada anormal en él, cambiaron de parecer y decían que era un dios. [7] Y cerca de allí había unas tierras que pertenecían al hombre principal de la isla, que se llamaba Publio, el cual nos recibió y nos hospedó con toda amabilidad por tres días. [8] Y sucedió que el padre de Publio yacía en cama, enfermo con fiebre y disentería; y Pablo entró a verlo, y después de orar puso las manos sobre él, y lo sanó. [9] Cuando esto sucedió, los demás habitantes de la isla que tenían enfermedades venían a él y eran curados. [10] También nos honraron con muchas demostraciones de respeto, y cuando estábamos para zarpar, nos suplieron con todo lo necesario”.
Ese recibimiento que le dieron a los del barco me inspira una reflexión social. Fíjate que “los naturales” “los habitantes” “mostraron toda clase de atenciones” a los náufragos (v.2) porque les encendieron fuego para que se calentaran y le dieron un bocado a cada uno porque lo necesitaban. Y no por un día o dos sino por muchos, “tres días… También nos honraron con muchas demostraciones de respeto, y cuando estábamos para zarpar, nos suplieron con todo lo necesario [11] Después de tres meses…” (vv.7,10,11). Aquella amabilidad y hospitalidad de los malteses (Malta, o Melita) impresionó a todos. No estaban en Atenas o Roma, no era gente supuestamente civilizada, es más, eran “bárbaros” (en el sentido que no eran griegos), paganos, sin colegio, sin educación, sin industria y filosofía, sin gramática ni libros, no obstante, sabían acoger a los necesitados, tenían un corazón tan grande como los griegos aunque hablaran otro idioma, vistieran distinto, jugaran distinto con un sentido del humor diferente, bailaran, comieran y negociaran distinto, y esa fue una gran lección que dieron los bárbaros a los civilizados.
Lucas escribió que los trataron “con no poco amor humano” “humanamente”, como hubieran supuesto porque los creían salvajes guerreros, bestias que sacrificaban o se comían a sus hijos. No, menudas sorpresas se llevaron. No tenían menos humanidad que ellos, igual o quizás más. Eran tan seres humanos como ellos, sin casas artesonadas ni carruajes lujosos, pero seres humanos que los trataron como seres humanos.
Pudiera hallar una comparación sin que los pobres se ofendan, pues yo también nací en un país no griego, o sea bárbaro por la definición de la real academia de ellos, la gente del “tercer mundo” sorprendieron a los del primero, los de una isla “subdesarrollada” al “primer mundo”, a los ciudadanos de la primera potencia militar y cultural. Y esa lección de filantropía es el mejor aporte que los países sin mecanización pudieran exportar a los más ricos que se desmoronan y empobrecen moral y espiritualmente, y no sólo sus materias primas sino volver a enseñar a América y a los europeos la humanidad cristiana perdida que un día tuvieron.
La palabra que usó Lucas para referirse a los habitantes de Malta fue “bárbaros” y por atenciones o “humanamente” escribió “filantropía” o “amor al hombre”. Junto con el desarrollo económico y científico las grandes potencias han exportado la desintegración de la familia, la liberación sexual, la pérdida de la virginidad, la eutanasia, el derecho al aborto, la sicosis por el dinero y el trabajo, el escepticismo, la negación de Dios y la indiferencia a los lugares religiosos públicos.
Si los griegos impresionados por la pureza del aire de Malta, sus vidas sencillas, su pintoresco folclore y su sensibilidad humana, deciden comprar tierras allí, levantar fábricas, arreglar un puerto de gran calado, hacer escuelas, fomentar el turismo desde Roma, París, Londres y Washington, tengan cuidado los malteses no sea que según prospere la islita pierdan su humana identidad y se conviertan en privilegiados ciudadanos del imperio, pero menos seres humanos.
Esa humanidad natural maltés no es otra cosa que los restos de la imagen de Dios según la cual todo ser humano fue creado y que puede sobrevivir milenios sin desaparecer definitivamente porque “linaje de Dios somos” como uno de sus poetas ha escrito, y sobrevivirá también a la enseñanza atea de los civilizados que les dirán a los naturales que los ancestros de ellos son simios y no seres humanos, y cuando empiecen a recoger los malos frutos de esa perversa filosofía pública y el desorden y la criminalidad aumenten, insistirán que es obligación de ellos comportarse como seres humanos y no como bestias.
Observa la respuesta de los náufragos a la hospitalidad de los bárbaros. Lucas menciona la respuesta como gratitud por todos los productos y ademanes humanos de los naturales. Eso estuvo bien, y estaría bien que, si en el futuro mantenían la comunicación y desarrollaban relaciones políticas y comerciales con aquellos hombres y mujeres, por ser inferiores intelectual y económicamente, el beneficio que extrajeran de eso fuera acompañado no de avaricia y desprecio sino de agradecimiento.
Lucas nada más menciona la respuesta del cristianismo a la nobleza de los naturales. Pablo se dijo a sí mismo, “no tengo ni oro ni plata pero lo que tengo te doy”; y fue derecho a la cama del padre del presidente de la isla, “Publio, y puesto de rodillas” oró por su salud para que supiera que no era un dios sino que sería curado por Dios. Y la fiebre (fiebres, plural) por “disentería” (“Enfermedad infecciosa y específica que tiene por síntomas característicos la diarrea con pujos y alguna mezcla de sangre”. Dic. Real Academia Española). Los primeros que debieran responder amablemente a los naturales de una isla son los cristianos, y responder ante todo con la fuerza que tiene el evangelio, que no es la del dinero sino la de sus rodillas y testimonios. Malta tendría muchas necesidades de orden urbano y agrícola pero los misioneros comenzaron por la salud de la población.
No multiplicaron los panes y los peces sino que ayudaron a todos los enfermos que había en la isla, y cuando la abandonaron toda ella había recuperado la salud. Si no hay ningún hospital, tal vez el principio del testimonio cristiano sea más conveniente edificar uno que gastar los primeros recursos en capillas o escuelas, que si son importantes están por debajo de la medicina. La filantropía, hermanos, a veces conviene empezarla por el cuerpo y no por el alma, no exclusivamente para el cuerpo y sólo el cuerpo, y que el fin sea el cuerpo, no, el fin es la salvación del cuerpo y del alma. No estoy abogando por un evangelio social sino argumentando a favor de una declaración social del evangelio, por un testimonio cristiano completo, dando “para las necesidades del cuerpo” y por supuesto, del espíritu, “los cuales son de Dios” (1Co 6:20; Sgo. 2:16); y exhortando aquellos más prósperos que se benefician del intercambio comercial con las muchas Malta que hay en el llamado Tercer Mundo.
Es cierto que en Malta había superstición, enfermedades (el jefe de ellos estaba enfermo), idolatría por cuanto pensaban que un ser humano podía ser “un dios” (v.6), pero también un humano sistema de justicia ya que cuando vieron que a Pablo acabado de salir del mar lo mordía una víbora dijeron que debía ser un asesino porque la Justicia, Castigo, Venganza, lo perseguía y si no se había ahogado ahora moriría ejecutado con una mordida letal. Creían que la justicia es una ley natural y posiblemente aprobaban la pena de muerte, que hay un dios justo que toma venganza de los malhechores que si se escapan de un castigo sucumbirán con otro. En toda sociedad y como parte de su humanismo debe existir un sistema de justicia que castigue a los delincuentes, quienes sean, griegos, romanos, extranjeros o residentes, cristianos o paganos, apóstoles o laicos. Si no con la pena capital sí con una sentencia, no inhumana, que le pague conforme a sus hechos y para que los demás teman. Sin embargo, los que interpretan las leyes a menudo se equivocan. Aquellos hombres pensaron que Pablo era un asesino y no lo era, pensaban que algún Dios lo castigaba y le quitaba la vida y no era cierto. Los jueces, aunque no hagan acepción de personas en el juicio y dicten justas y humanas sentencias, deben hacer “una investigación exacta” no sea que den como culpable a un inocente y piensen que la Justicia y Dios están en contra de alguien que más bien conviene que viva.
Un apóstol mordido por la serpiente,
O Pablo amplía la iglesia en Roma
Hch. 28:6; 11-22
“[6] Y ellos esperaban que comenzara a hincharse, o que súbitamente cayera muerto. Pero después de esperar por largo rato, y de no observar nada anormal en él, cambiaron de parecer y decían que era un dios. [11] Después de tres meses, nos hicimos a la vela en una nave alejandrina que había invernado en la isla, y que tenía por insignia a los Hermanos Gemelos. [12] Cuando llegamos a Siracusa, nos quedamos allí por tres días. [13] Y zarpando de allí, seguimos la costa hasta llegar a Regio. Y al día siguiente se levantó un viento del sur, y en dos días llegamos a Puteoli. [14] Allí encontramos algunos hermanos, que nos invitaron a permanecer con ellos por siete días. Y así llegamos a Roma. [15] Cuando los hermanos tuvieron noticia de nuestra llegada, vinieron desde allá a recibirnos hasta el Foro de Apio y Las Tres Tabernas; y cuando Pablo los vio, dio gracias a Dios y cobró ánimo. [16] Cuando entramos en Roma, el centurión entregó los presos al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con el soldado que lo custodiaba. [17] Y aconteció que tres días después convocó a los principales de los judíos, y cuando se reunieron, les dijo: Hermanos, sin haber hecho yo nada contra nuestro pueblo ni contra las tradiciones de nuestros padres, desde Jerusalén fui entregado preso en manos de los romanos, [18] los cuales, cuando me interrogaron, quisieron ponerme en libertad, pues no encontraron causa para condenarme a muerte. [19] Pero cuando los judíos se opusieron, me vi obligado a apelar al César, pero no porque tuviera acusación alguna contra mi pueblo. [20] Por tanto, por esta razón he pedido veros y hablaros, porque por causa de la esperanza de Israel llevo esta cadena. [21] Y ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido cartas de Judea sobre ti, ni ha venido aquí ninguno de los hermanos que haya informado o hablado algo malo acerca de ti. [22] Pero deseamos oír de ti lo que enseñas, porque lo que sabemos de esta secta es que en todas partes se habla contra ella”.
Se pueden aprender muchas cosas de un apóstol mordido por la serpiente. Los naturales esperaron en vano que Pablo, mordido por la serpiente, se muriera. No ocurrió así. Esperaron por gusto. Cosa mortífera había penetrado en sus venas y sin embargo no murió. El veneno corrió por dentro, pasó por dentro de los pensamientos de su cerebro, pero no enloqueció, palpitó con su corazón, pero no lo detuvo ni lo deformó con ambiciones, se dirigió a su lengua y no salió de ella una sola gota y no infectaron sus labios.
El que escudriña los riñones no halló nada malo dentro de ellos, trató de minar ponzoñosamente toda su virilidad y hombría pero no pudo, pasó por sus manos pero sus hechos no cambiaron, descendió a sus pies y no los desviaron ni un centímetro del Camino Real, y en fin, todos los órganos de su cuerpo resistieron la mordida de la Serpiente Antigua, como si fuera nada, la Muerte pasó por dentro suyo sin usar su guadaña, no porque él fuera físicamente mejor que los otros náufragos y menos que fuera “un dios” (v.6).
Pero fue ayudado por Dios. No resistió con su propia fuerza sino “fortalecido con poder en el hombre interior por su Espíritu” (el de Dios), o sea, el veneno de la Serpiente fue neutralizado por un poder divino. No que fuera un superhombre ni un dios. Los indígenas conforme a la experiencia que tenían, lo miraban de arriba abajo esperando ver algo “anormal en él” (v.6) pero nada de eso notaron, esperaron en vano que se “hinchase” porque el apóstol le clavaba con fe la vista al animal (Núm.21:9), y por la fe alzó aún más sus ojos a una asta en forma de cruz de quien el suceso del desierto fue un símbolo (Jn.3:14,15).
El peor veneno del mundo es el pecado que lleva todo ser humano en sí mismo, maltés o griego, o judío, bárbaro, escita, siervo o libre, varón o mujer. Satanás, la vieja Serpiente, mordió al primer hombre Adán y ese veneno pasó a todos los hombres. Todos los hombres son pecadores. Y son mordidos por ella. No obstante, el veneno es neutralizado en el cuerpo de aquellos que son templos del Espíritu Santo que los capacita para no hincharse y caer muertos. No que sean mejores que los otros hombres, más humanos que los de Melita o más sabios que los griegos.
No es por el poder interno ni del más santo de ellos, sino que obtienen la inmunidad y salud por la ayuda de Dios. El pecado corre por sus venas, sube por sus arterias, palpita en su corazón, invade los riñones, permea sus pensamientos, influye en sus sentimientos, asalta su sexo, trata de paralizar sus manos y torcer sus pasos, forcejea con la lengua para hacerla salpicar palabras mortales, intenta manchar los labios con impurezas, disminuir la confianza y la fe en Dios, sirve de combustible a la incredulidad y a las pasiones bajas, pero a pesar de todo ese daño que pudiera hacer, no se convierte en un elemento mortal porque “la simiente de Dios está en él y no puede pecar” (1Jn 3:9) porque si no es un dios sí es “hijo de Dios”. Y algún día como hizo Pablo con la serpiente que le dio el mordisco y la sacudió al fuego, sacudiremos definitivamente a esa vetusta serpiente que está destinada por Dios a quemarse en las flamas eternas.
Ahora algo sobre el nuevo barco. Una nave procedente de Alejandría con la insignia de los Hermanos Gemelos (Cástor y Pólux) (v.11) los recogió. “Cástor y Pólux son dos semi-deidades. Se dice que hermanos gemelos, los hijos de Júpiter y Leda, la esposa de Tindaro el rey de Esparta. Después de la muerte de ellos se corrió la fábula de que fueron transportados al cielo e hicieron constelaciones con el nombre de Géminis o los Gemelos. De ese modo recibieron honores divinos y llamados los hijos de Júpiter. Se le adjudicó el poder para ayudar a los marineros y por eso fue muy común que los barcos llevaran grabadas o pintadas las imágenes de los dos” (Barnes).
En el viaje a Roma encontraron algunas ciudades, “Siracusa” donde se quedaron “tres días” (v.12). La capital de la isla Sicilia y que hoy cuenta con unos 13 mil habitantes. Desde allí pasaron por “Regio” (v.13), otra ciudad del sur de Italia y opuesta a Sicilia. Un día después pasaron por “Puteoli” o Pozos o “Puteo”, que huele fuerte, en alusión a los fuertes olores a minerales contenidos en sus aguas (Fausset). Los lugares donde caminaron para recibir al apóstol no se hallaban a la vuelta de la esquina. Y no pudieron esperarlo y organizaron una pequeña embajada saliendo para verlos en el camino, en el “Foro de Apio y Las Tres Tabernas” (v.15), la primera situada a unas 50 millas de Roma y la otra a 30 en la misma Vía Apia. Llamada así por Claudio Apio, y las Tres Tabernas como un sitio de recreación donde tuvieron la oportunidad de tomar un respiro. La ciudad “tomó su nombre de tres sitios comerciales, uno para artículos generales, una herrería y una taberna para descanso y recreación” (Easton). En vez de tabernas es mejor traducir comercios o cabañas.
Los hermanos de Roma son admirables y los de Puteoli también. Muy bien por la iglesia en Puteoli que estuvo atenta al arribo de nuevos hermanos y salió al encuentro de ellos y miró en qué forma podía ayudarlos. La iglesia cristiana no sólo debe hallarse comprometida con la evangelización de los pecadores sino solícita a la llegada de los hermanos “que han salido por amor del nombre de él sin aceptar nada de los gentiles” (3Jn 1:7); y mucho más cuando se trata de usar compasión con los presos (He. 13:3). Durante ese tiempo en Puteoli alguien llegó de Roma y regresó puesto que todas esas ciudades no estaban lejos, o alguien de Puteoli fue a Roma y llevó la noticia de quienes iban en el barco. Los romanos habían recibido una carta de Pablo unos tres años antes, tiempo suficiente para haberla leído y estudiado.
Mira ahora cómo se desvanece la leyenda que Pedro fue el primer papa de Roma. Sí tenían miembros muy buenos que salen fuera de la ciudad a recibir a su primer apóstol, que no era Pedro sino Pablo, hermanos que en su mayoría eran el fruto del trabajo de este gran siervo de Dios. Según el NT el primer apóstol que llegó a Roma, no papa, fue Pablo. Lo salieron a recibir “hermanos” ya maduros en el Señor (v.14) cuando oyeron que venía preso en un barco.
La noticia de la llegada de Pablo, Aristarco y Lucas a Roma, conmovió la ciudad o mejor dicho conmocionó la iglesia cristiana que se volvió impaciente para recibirlos, ayudarlos y oírlos y como ya he dicho por el privilegio de tener aquel gran hombre y oírlo (y a sus acompañantes); aunque el apóstol estuviera limitado por una cadena (v.16). Con ellos el apóstol recibió permiso para pasar una semana.
Por este gesto de los romanos el apóstol “cobró ánimo” (v.15) y aliento, coraje y valentía. Y ¿sabe por qué? Porque vio rostros muy amados. Si uno lee el último capítulo de su epístola a los Romanos se asombra del número de hermanos que sabía habían emigrado a la capital. ¿Febe? No, la buena diaconisa estaría muy mayor para andar tanto. Epeneto, sí, lo amaba mucho. Tal vez Andrónico y Junias sus parientes. Herodión o alguno de la casa de Narciso pudieron animar a ir a recibirlo, a Trifena y Trifosa. La iglesia romana tenía una gran congregación de judíos que pudieron haber regresado después que los expulsaran (18:2).
Me parece que cuando Pablo llega a Roma tiene el deseo de ampliar la iglesia y puso en marcha enseguida un programa de evangelización para ensanchar las fronteras del reino de Cristo en la capital del imperio. No comenzó citando a los cristianos ni formando culto de oración, ni buscando modos de crear un ministerio de ayuda social que impactara la esfera social y llamara positivamente la atención de la ciudad. Personalmente se hallaba limitado, atado con una cadena a su pie, pero no tenía una mordaza en la boca ni esposas en sus manos. Levantó un púlpito en la cárcel y pidió una mesa, papel y tinta para escribir. Así nacieron sus llamadas “epístolas carcelarias”: Filipenses, Colosenses y las Pastorales.
Y continuó con el mismo buen ánimo que había recibido en Puteoli y las Tres Tabernas. En cuanto llegó se dijo: “Esta cárcel no es un lugar para que yo me lamente, el tiempo es corto”, y “tres días después convocó a los principales de los judíos” (v.17), no para excusarse ante ellos sino para aclararle su situación y evangelizarlos. La comunidad judía en Roma no estaba enterada de la mala fama que Pablo tenía entre los judíos de Judea, y se lo dijeron, “nosotros ni hemos recibido cartas de Judea sobre ti, ni ha venido aquí ninguno de los hermanos que haya informado o hablado algo malo acerca de ti” (v.21) pero sí de la iglesia, y también se lo dijeron, “deseamos oír de ti lo que enseñas, porque lo que sabemos de esta secta es que en todas partes se habla contra ella” (v.22).
Justino Mártir dijo que los judíos de Jerusalén escogieron hombres que fueran por el mundo diciendo que los cristianos eran una “peste” (24:5) y ateos, y no sólo en las sinagogas sino en las casas, los mercados, los tribunales y las calles, en todas partes. Y como Pablo era miembro de esa secta y un propagador de sus enseñanzas le pidieron que les explicara sus doctrinas principales. En Roma había miembros judíos de esa secta, pero éstos no estaban en contacto con ellos. La iglesia no era tan grande ni sus líderes tan famosos como para que todos ellos estuvieran enterados de su existencia ni ella había crecido tanto como para molestarlos y que pensaran que esa “elección” (secta) fuera una amenaza al judaísmo. Por ese motivo el apóstol quiso poner su grano de arena en el agrandamiento de la iglesia y los invitó a escucharle. Y vinieron y se sentaron a los pies de Pablo y él abrió su Biblia.
Así nació en la mente de Dios la mayor parte del NT
Hch. 28:23-31
“Y habiéndole fijado un día, vinieron en gran número adonde él posaba, y desde la mañana hasta la tarde les explicaba testificando fielmente sobre el reino de Dios, y procurando persuadirlos acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas. Algunos eran persuadidos con lo que se decía, pero otros no creían. Y al no estar de acuerdo entre sí, comenzaron a marcharse después de que Pablo dijo una última palabra: Bien habló el Espíritu Santo a vuestros padres por medio de Isaías el profeta, diciendo: Ve a este pueblo y di: "Al oír oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible, y con dificultad oyen con sus oídos; y sus ojos han cerrado; no sea que vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane." Sabed, por tanto, que esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles. Ellos sí oirán. Y cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí. Y Pablo se quedó por dos años enteros en la habitación que alquilaba, y recibía a todos los que iban a verlo, predicando el reino de Dios, y enseñando todo lo concerniente al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbo”.
Primero que todo veamos la honestidad pastoral del apóstol. Pablo no llegó a Roma e inmediatamente preguntó dónde se reunía la iglesia para visitarla o hacerle saber dónde estaba. Este pastor no tiene apetito por las iglesias establecidas. Había bautizado a muchos entre ellos, pero él no la había fundado. Conocía a varios, le habían dado muestras de cuánto lo amaban yendo a recibirlo fuera de la ciudad, apreciaban su obra literaria, admiraban su inteligencia y vida espiritual. Aunque con ellos hubiera querido pasar un tiempo y seguir su plan de evangelizar a España (Ro.15:20, 24) les dice que su comportamiento es no “edificar sobre fundamento ajeno” y no practica para sí tomarse la honra de otros.
No es a ellos a los primeros que cita a una reunión sino a la comunidad no convertida a Cristo queriendo con ese plan agrandar el reino de Dios, la iglesia, con nuevas profesiones de fe. No dice qué día de la semana se reunieron en su casa, Lucas no lo escribe, y hubiera sido interesante saberlo porque si “vinieron en gran número adonde él posaba” (v.23) y era un día laboral tuvieron que suspender sus ocupaciones. Tal vez era un día festivo, no necesariamente un domingo que todavía no lo era en el calendario romano. Y en cuanto al sábado dudo que los judíos se expusieran a profanarlo yendo a una prisión. Posiblemente fue uno de los otros cinco. Comoquiera hicieron arreglos y se desocuparon para ir a oír al predicador y miembro de una secta que en todos los lugares se “habla contra ella” (v.22). Ya en ese entonces no vivía la iglesia ante la sociedad judía, rodeada de elogios. A pesar de eso fue el tema de la conferencia lo que los motivó a visitarlo, querían escuchar aquellas enseñanzas que eran supuestamente anti judías.
Pablo no necesitaba popularidad para reunir un buen grupo, con el interesante tema de su conferencia los motivaba a venir. Posiblemente “gran número” harían arreglos laborales e irían a oír a un buen predicador si saben que lo que diga será interesante y que lo escucharán “de buena gana” no por unos minutos sino “desde la mañana hasta la tarde” (v.23). No es lo mismo cuando los convidados a una reunión cristiana por experiencia saben que el asunto será aburrido, muy personal y demasiado superficial.
Echemos un vistazo a los sermones paulinos dentro de su casa alquilada. Se percibe el estilo superior de su conferencia y predicación expositiva puesto que antes de traducir “declaraba” habría que escribir exponer o “explicar” (v.23) que es lo que quiere decir (lo mismo en 11:4; 18:26), ya que usando los textos del AT les hacía una exposición o explicación de los mismos refiriéndolos a la persona y obra de Jesús. Esa es la predicación que ejerce magnetismo sobre los inconversos y los pega con deleite al púlpito. Y si a eso se le añade la cualidad de que sea una exposición ardiente tendríamos un sermón que difícilmente se puede dejar de atender. Y eso lo digo porque la palabra “testificando” contiene esa cualidad de protestar y dar testimonio fogosamente y con entusiasmo argumentos que van saliendo calientes del corazón. Y si lo que se dice no tiene ni más ni menos que como base “tanto la ley de Moisés como los profetas” (v.23) tal atrayente estilo es equivalente al usado por Jesús de “abrir las Escrituras” clavando a todos en sus puestos sin que nadie se vaya porque “nunca ha hablado un hombre como ese hombre” (Lc. 24:32). En conclusión, el Maestro de exégesis bíblica, exposición sagrada y oratoria cristiana de Pablo, fue nuestro Señor Jesús. Enoja, más que aburre, un sermón que no nos abre las Escrituras y merece ese parlotero que se le den cuarenta azotes menos uno para que lo haga mejor.
Veamos ahora el tema central de sus sermones. Es mejor una audiencia interesada que entretenida. No iban aquellos judíos a pasar un buen rato en casa de Pablo, ni éste tampoco los citó para ser amigable y fraternal con ellos sino para “persuadirlos acerca de Jesús” (v.23), que es el Mesías y la esperanza de Israel. Y con ese estilo de predicación cristocéntrica logró “persuadir algunos” y por ese puñado de personas valió la pena que vinieran todos y que gastara todo el día, aunque otros no se dejaran convencer (v.24), a pesar que como los primeros estuvieron oyéndolo “desde la mañana hasta la tarde” y no veinte o cuarenta minutos. Pablo no estaba acostumbrado a producir conversiones en un santiamén.
Después de todo, cuando se fueron, aunque no quedaría satisfecho por lo que dijo se quedó contento recordando lo que sabía, que sus sermones eran “olor de vida para unos y olor de muerte para otros”. Hay que ser agradecidos a Dios por los pocos y los muchos. Los convertidos a Cristo salieron para la iglesia a tomar el bautismo y el otro grupo se fue echando chispas a su propio lugar, disgustado con el predicador y los nuevos creyentes, y hasta de lejos se oía que iban “teniendo gran discusión entre sí” (v.29).
Y hay un motivo de aliento para todos los predicadores, que ni aun los sermones apostólicos convierten a todo el mundo. Por el relato parece que la reunión se disolvió no por la hora sino cuando el predicador dejó caer sus brazos extenuado por el esfuerzo y se dio cuenta que con la mayoría no había remedio porque oyendo no entendían, viendo no percibían y que el problema lo tenían dentro del corazón “insensible” (v.27) o “engrosado” y no “entendían” lo que más claro que la luz les explicaba. Con todos esos defectos internos y con toda esa mala disposición era imposible que se “convirtieran y hubiera para ellos sanidad” o perdón. Así se cumplía lo dicho por el profeta Isaías en 6:9,10, cuyo pasaje es aplicado de diferentes maneras como dice Calvino, por otros autores del NT e incluyendo al propio Pablo (Mr.4:11; Jn.12:37; Ro.11:5-8). Y antes que salieran por la puerta como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, les dijo el apóstol, y no se consideraran “dignos de la vida eterna”, “los dejo y me vuelvo a “los gentiles” que “sí oirán”; si no me quieren oír váyanse ustedes que algún día me iré yo”.
Desde entonces ya Dios estaba pensando en los 27 documentos que formarían el NT dejando a Pablo encerrado en una casa alquilada. La providencia pensó: “Se necesitan dos cosas para hacer llegar las bendiciones de Pablo en los siglos por venir: (1) que las iglesias provean dinero para el alquiler de la casa y sostengan al predicador (2) y que allí mismo Pablo tenga más tiempo para escribir que para predicar”. Y así nació en la mente de Dios la mayor parte del NT. Durante dos años enteros en la habitación que alquilaba continuó predicando a todos los que venían a verlo y las autoridades de Nerón no interfirieron en esos cultos (v.31). Las iglesias mostraron su aprecio para el ministerio de apóstol pagando el alquiler de la casa. Desde la lejana Filipos también llegó dinero (Flp 2:25; 4:18). Ofrendas y contribuciones de todos. No precisamente del bolsillo de Julio César o del centurión. El apóstol lo recibió todo “como olor fragante, ofrenda a Dios” sin sentirse una carga, culpable o avergonzado. Y ellos se conformaron con pagar un alquiler porque no había para más ni era necesaria una inversión mayor. La difusión del evangelio era primera que la adquisición de propiedades. No era mejor comprar la casa que alquilarla. Tampoco se sabía cuánto tiempo el nuevo inquilino la ocuparía.
La obra de Dios puede seguir creciendo, si se predica a Cristo, sin casa ni templo. Con un poco de dinero para alquilar es suficiente a no ser que la quieran comprar para que cuando venga otro ministro ya tengan dónde alojarlo. Fue esa habitación honrada por Dios y hasta ella llegó Epafrodito y dentro de sus paredes se convirtió Onésimo (Flm.1:10) que después llevó la epístola a los colosenses. Allí nació la dulce epístola a los Filipenses, la pastoral 2 Timoteo y la cíclica Efesios. Y el apóstol sin amargura aceptó de Dios tanto su reclusión como su libertad. Pasaba sus días como Dios quería que los pasara. Fue lo que Dios quería de su ministerio, y de sus labios no brotó ni un solo suspiro de pesar por estar limitado en la predicación si el Señor le dejaba suficiente tiempo para la inspirada labor literaria, tesoro que le dejaría sin saberlo, no a sus contemporáneos solamente sino a la humanidad. Te bendecimos apóstol por tus cárceles y cadenas y a la sabiduría divina que por dos largos años te retuvo confinado en una prisión domiciliaria, te bendecimos por tus libros y mayormente por tus pergaminos, y sobre todo por tus trece sobrevivientes epístolas.
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