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miércoles, 8 de octubre de 2025

Evangelio de Juan Exposiciones

 JUAN EXPOSICIONES


Señor, hoy empezamos. Danos tu bendición. Quiero enseñar Biblia y sobre el fundamento de ella que es Cristo edificar la iglesia. Si este evangelio fue escrito para la iglesia, a la iglesia ha de llegar. No quiero, ni debo, comenzar una iglesia enseñando aquellas cosas que la sociedad secular llama “prácticas” y que tienen poca conexión con la fe. Mis oyentes provienen de esa sociedad y quizás eso es lo que esperan, que les inspire en relación con las cosas de este mundo; asuntos de padres e hijos, trabajos, matrimonios y divorcios, dinero, pero esos temas se hallarán en la periferia; no son cosas que “acompañan a la salvación” (He. 6:9); abre el corazón de ellos, despiértales el interés por “las cosas de arriba, no las de la tierra”, dales “hambre de oír la palabra de Dios” (Am. 8:11). Si yo lo que quiero es una iglesia con fe, ellos tienen que relacionarse con la palabra de Dios, que todos sean al menos rozados por ella. Si no les aparece el hambre por la palabra de Dios, si buscan entre nosotros otras cosas en lugar de ella, han venido entonces al lugar equivocado. Y no lloraré su ausencia.



Capítulo 1


Exposición 1


Juan 1:1-18 

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.  En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.

Es bastante difícil organizar la estructura casi metálica de este prólogo. Y, por ende, me exige bastante concentración poner en satisfactorio orden mis comentarios. Se comienza en la eternidad y se enfoca la relación del Salvador con ella, y su misión evangelizadora para engendrar hijos para Dios. También casi no se puede medir la importancia de un asunto sobre otro porque está todo tan bien apretado y martillado que solamente el autor que escribió esto podría reformar la organización. Es como si vertiera su conocimiento apostólico y cristiano en sucintas afirmaciones que no tienen nada de ingenuas. 

Como en una especie de éxtasis devocional afirma el incalculable privilegio de que, de su Persona, o de su esencia, tomamos la gracia salvadora y constante. Y digo constante porque parece que la repetición de “gracia sobre gracia” es repetida intencionalmente para subrayar la inacabable misericordia de Dios para con sus hijos. Una tras otra mientras vivan. En esos pequeños desvíos devocionales el autor moja su pluma en el amor de Dios vertido hacia él, como cristiano y apóstol. 

Esta introducción colocada al evangelio parece contener un resumen parcial de varios artículos de fe, y da la impresión o se sugiere, que el autor estaba leyendo el libro de Génesis o que la reflexión sobre Jesucristo y la propagación del evangelio lo condujo hasta allí, la eternidad. Según se expresa “en el principio” el Logos, o Palabra, o Verbo, que es equivalente a la expresión de Dios dentro de sí mismo, o consigo mismo, y al movimiento de su eternidad en la creación del mundo. El Verbo implica acción y creación, es como las manos de Dios por medio de la cual ejecuta su voluntad. Es decir, lo que hay en el fondo de la mente del autor Juan es el ministerio de Jesús, y es por eso que como un paréntesis se presenta a Juan el bautista. Es grande, pero muy grande esa afirmación con que concluye, que a “Dios nadie le vio jamás”, y que quien lo va presentado visualmente es Jesucristo, que ahora ha regresado en carne y hueso al sitio dentro de la sustancia divina desde donde bajó, como afirma también el apóstol Pablo en su carta los filipenses.

La primera cosa buena que hizo Jehová cuando creó el mundo fue la luz, y esa luz, afirma, es su Palabra que vino al mundo, exactamente el mensaje del evangelio. El mundo “por él fue hecho”, “estaba con Dios y era Dios”; ahora se encuentra en el “seno del Padre”, quiere decir que está entronado. Pero ese no es el énfasis, sino que es el “Hijo de Dios”. Y si es la Palabra que salió de la boca de Dios, que se encuentra en el seno del Padre, dentro de la sustancia divina. Tal vez cuando Juan menciona a Juan el bautista, su fórmula no es el énfasis histórico sino el hecho de que, teniendo en mente a los judíos familiarizados con el Pentateuco con la Palabra de Dios, es para recordar que Juan era profeta y así lo tenían como tal todos. Mi propósito al emprender la exposición de este evangelio es el mismo que tuvo el evangelista al escribirlo, “para que creáis que Jesús es el Cristo y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (19:35; 20:31). Es un evangelio enviado por Dios para curar la incredulidad intelectual de hombres espirituales, y para evangelizar a un público racionalista.

Es decir, tiene que ver con la incredulidad de mis oyentes y con la mía propia; asegurar que el Jesús en que creemos es el Hijo de Dios, sobre cuyo concepto como una roca, se edifica la iglesia, esto es, todos los cristianos (Mat.16:16-18). Este prólogo está para ganar a los incrédulos afirmando que el mensaje del evangelio no es una filosofía humana. Yo no podría poner mi fe ni responder como lo hago, a la filosofía de cualquier hombre. Este prólogo ayuda nuestra fe, que el cristianismo no es una filosofía ni un invento humano. 

Otro asunto que nos ayuda es estar seguros que es una revelación divina, que no lo reveló “carne ni sangre” sino Dios mismo, y que no es un hombre elevado a la altura de Dios, hecho divino por sus discípulos. O sea, quitar de en medio el obstáculo racional que un hombre con su figura humana y necesidades humanas y limitaciones humanas, pudiera ser definido por la teología como “Dios verdadero” y que sea eso uno de los axiomas más importantes de la fe cristiana (3:18; 20:31). 

Es una osadía intelectual del evangelista usar el término Verbo que pertenecía al lenguaje de la filosofía neoplatónica, nacida de un deseo de predicar a Jesús a los intelectuales de su época. El evangelio no es solo para los no educados. También para los universitarios. Y ayuda muchísimo la fe al ver el respaldo que la iglesia le dio a este evangelio, porque como otros documentos del NT, el material del escritor original fue editado por algún otro que no lo cambió ni lo mutiló sino lo reforzó (quiero decir la iglesia), y en cuya forma ha llegado hasta nosotros. 

Me entusiasma pensar que los hermanos que recibieron este evangelio lo leyeron y quedaron convencidos del testimonio que “el discípulo amado” les estaba dando con respecto a Jesús de Nazaret, y por eso dicen, “y el que lo vio ha dado testimonio y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice la verdad para que vosotros también creáis” (19:35); y eso tuvo que ver específicamente con lo del brote del agua y la sangre del cuerpo de Jesús, posiblemente con la misma intención que se escribió el prólogo, oponerse al peor enemigo intelectual que la iglesia enfrentaba en ese momento, el gnosticismo, filosofía que ya se hacía popular en el Asia y amenazaba la cristología de la iglesia, puesto que negaban que el cuerpo de Jesús fuera realmente humano, y en su lugar una especie de espectro  (1Jn. 4:1-3) (por eso se llamaban docetas, o apariencia). Jamás la revelación de Dios ha sido dada fuera de algún contexto o motivo histórico y la iglesia no debe huir y darle la espalda a los enemigos intelectuales que ella enfrenta en cada época.

Este evangelio fue escrito como una necesidad intelectual que el evangelista, el último de los apóstoles, vio que la iglesia necesitaba para responder a los desafíos de fin del siglo. O sea, escribe para judíos helenizados que vivían entre dos culturas, la doméstica hebrea, y la greco-latina social. Es la explicación que me doy del porqué habla de Juan el bautista y del Verbo de Dios. El evangelista presenta a Jesús dentro de una cultura diferente a la hebrea, un desafío más peligroso que el que halló Pedro predicándoles a los circuncidados de su nación. El mismo desafío que se encontró el apóstol Pablo en su ministerio dentro de los incircuncisos del mundo entero; y cuyos comportamientos de ambos son tan semejantes.

Y ese detalle es importante para responder a la crítica exegética que dice que este evangelio es diferente a los otros tres. Estos ignoran que ya el “hombre sin letra y del vulgo”, como lo difamaron, tenía cincuenta años más de experiencia y estudios. Pablo ni Juan mencionan a los sinópticos porque al Jesús que predicaban no era el de según la carne (2Co 5:16), y por eso apenas se refieren al Jesús histórico sino al glorificado, el que ya no es judío, ni carpintero, ni nació en Belén, sino al que murió en la cruz y ascendió al cielo y es el Salvador del resto de la humanidad. 

En tiempos de este evangelio la situación social ya no era la misma, había pasado casi medio siglo y el mundo al cual la iglesia estaba entrando para evangelizar no era el mismo, ya que no exigían tanto “señales” como “sabiduría” (1Co 1:22). Y los cristianos viejos que leyeron este manuscrito bien pudieron compararlo con los evangelios sinópticos y darse cuenta que allí se narraban otras señales que aquí no fueron incluidas, porque el propósito fue distinto (20:30,31). 

Y por eso he dicho que su estudio es apropiado para asegurar nuestra fe en las cosas que hemos leído y aprendido, porque nuestros hermanos las leyeron y comprobaron que eran ciertas, y además me encanta el respaldo que la iglesia le dio a este evangelio, diciendo, “y este es el discípulo que escribió estas cosas y da testimonio y sabemos que su testimonio es verdadero” (21:24). Uno de sus principales argumentos consiste en que Dios se personificó en su Palabra, y se puede afirmar que, viendo, tocando, palpando a Jesús es ver a Dios (1Jn. 1:1). Juan no tiene el propósito de disminuir a Jesucristo sino exaltarlo, no como un hombre de carne y hueso sino por medio de su predicación; insiste en la defensa del evangelio y su argumento llega hasta el cielo y consiste en identificarlo con la misma palabra que Dios hizo el cielo y la tierra; no es un profeta lo que quiere presentar sino algo más que eso, que el conocimiento de Jesús es divino y es sobre todo la personificación humana de la Deidad. Con eso quiere decir que mirar a Jesús es como ver a Dios (vv.4-5; 14); y a eso le suma la habilidad para juntar los versículos que daré a continuación, le quedará claro que el Padre mismo se hizo visible al dejarse mirar en la persona de Jesús de Nazaret (5:37-40; 6:45-47; 14:5-11; 1Jn. 4:12-15). Aun sus propios adversarios se dieron cuenta que cuando Jesús afirmaba que era Hijo de Dios se estaba haciendo “igual a Dios” (5:18). Y esta es la forma ortodoxa más segura para probar su divinidad, por su origen filial con el Padre.

Oír la voz del Padre por medio de Jesús y creerla es como haberlo visto, haber mirado al Dios invisible. Eso es lo que quiere decir con que “a Dios nadie le vio jamás, el unigénito Hijo que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (v.18; 20:29). Me parece que esa es la parte suprema de su argumento, la identificación del evangelio o Verbo con Jesús y a Jesús como la “imagen del Dios invisible” (Col 1:15), la “imagen de su sustancia” (He 1:3). Y concluye su introducción (v.18) con lo que ya he señalado que dijo Felipe, que ver a Dios es mirar a Jesús, oírlo y creerlo. El testimonio más grande de la existencia de Dios es Jesús, por medio de cuya palabra vino a ser la creación; y el evangelio como lo más importante que un hombre pueda oír. 

Ahora veamos que el evangelio predicado por Jesús, enseñado y escrito por los apóstoles y que predicamos, es la misma Palabra con la cual fueron hechos los cielos y la tierra. Para deducir eso nota que el interés del evangelista en este prólogo es tanto en la Palabra como en quién la tenía, Jesús, y por eso en vez de decir, para ser consecuente, que el mundo fue hecho por esa Palabra, ella, dice que fue hecho por medio de  él (vv.3,10). Ese evangelio personificado en Jesús es el que utiliza la iglesia en su evangelización y da a conocer el misterio de su aceptación y rechazo, “nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no lo trajere” (6:41-44). La evangelización consiste en convertir a los pecadores en hijos de Dios; y eso se produce por la irresistible voluntad de Dios y no la de la iglesia y por medio de la palabra usada por el Espíritu Santo que coloca el “esperma” de la Palabra y fructifica toda la vida, y es la autora de la perseverancia del creyente (v.13; 1 Co 4:15; Filemón 1:10; 1 Pe 1:23); y en 1Jn 3:9; 5:18, “la esperma” de Dios (simiente, semilla) lo engendra y “permanece” ella dentro del pecador, lo convierte en hijo de Dios, lo santifica y lo hace perseverante y exitoso en su profesión cristiana. 

Y todo eso para enseñarnos a evangelizar a los hijos de los creyentes que pudieran pensar que porque sus padres son cristianos ellos también lo son o porque tienen costumbres cristianas; y también esto es útil para detener las tendencias judaicas de muchos creyentes que se han enamorado de Israel y hasta se han hecho ciudadanos de ese país y adoran a Dios como lo judíos ortodoxos y no como gentiles convertidos a Cristo. Somos hijos de Abram pero por la fe.  En esta última porción el clímax a favor de Jesús sobre Moisés, es muy bello mencionando unas palabras del bautista que no pudieron leer en los evangelios Sinópticos, su eternidad, “el que viene después de mí es antes de mí porque era primero que yo” (v.15); una confirmación de lo que él ha dicho sobre la eternidad del Verbo (vv.1-2). Si el evangelista no lo hubiera recordado y escrito nunca hubiéramos sabido que en algún momento Juan dijo tal cosa y que tenía un conocimiento tan adelantado del Señor Jesús. 

Este prólogo le da entrenamiento a la iglesia para desmentir a los miembros de la secta Testigos de Jehová. El propósito que tiene el evangelista es honrar la Palabra de Dios en la persona de Jesucristo y para eso hace la afirmación que es encarnada, que es coeterna con el Padre y gloriosa, co-creadora del mundo y no como una cosa del mundo (v.10). Está claro como la misma luz que la intención de Juan es presentar a Jesús como Dios no como un dios. Nadie puede discutir que lo que estuvo en su mente fue el honor eterno y glorioso de la Palabra que hizo el mundo. 

El hecho que haya sido “el medio” mediante el cual el mundo haya sido hecho no quiere decir que a él lo crearon primero con el propósito de seguir creando después (vv.3,10). Eso que Dios se hizo de un mediador para crear el mundo es un invento, e intentar interpretarlo así (y no es siquiera una interpretación sino un necio capricho), desajustaría el transcurso lógico del pasaje y se opondría al honor que el autor del escrito quiere darle a Jesús afirmando que como palabra hecha carne (v.14) comparte la eternidad con el Padre y su gloria (17:5,15). Los Testigos de Jehová, con mala gramática y opuestos a todos los hombres educados en griego, traducen en vez de “era Dios” “era un dios”, la observación paciente del texto muestra que rebajar a Jesús a un ser creado y considerarlo “un dios” menor, en vez de Dios, desajusta por completo el propósito del pasaje que estuvo en la mente de su escritor, honrar la Palabra de Dios, eterna y gloriosa, hecha carne y hueso en Jesús, para los hombres. O lo que en otro sentido significa: su divinidad. Amén.

Y en último lugar llamo para oír a los llamados “padres de la iglesia” para que den su testimonio sobre Jesucristo. Pero antes de ellos el comentario de un gran exégeta sagrado sobre la eterna generación del Hijo, Jesucristo, el unigénito Dios (v.18). la Reina-Valera traduce “el unigénito Hijo”. Roberson tiene una explicación exquisita sobre estas palabras, el unigénito Dios, “esta es la lectura del Texto Recibido y es inteligible después de lo que dice en 1:14 “unigénito del Padre”. Sin embargo los mejores manuscritos griegos (Aleph B C L) dan esta lectura monogenē s theos (Dios solamente engendrado) que es indudablemente el verdadero texto. Probablemente algún escriba hizo el cambio para  ho monogenēs huios (el unigénito Hijo) para obviar la difícil declaración de la deidad de Cristo y que coincidiera con lo que dice en 3:16. La encarnación está expresada en el v.14 donde también se le llama unigénito, monogenēs.  Dicho antes de la encarnación. Así es correcto “Dios solamente engendrado” o “la eterna generación del Hijo” para usar la frase de Orígenes” (Robertson’s Word Picture).Y esta preciosa y misteriosa doctrina, no racional sino revelada por Dios fue transmitida, aceptada y proclamada por los apóstoles y ellos la enseñaron a los primeros discípulos llamados Padres de la Iglesia., los cuales hablaron muy alto del Señor Jesús y lo tuvieron como Dios y lo adoraban junto al Padre. He copiado algunas de sus declaraciones que han llegado hasta nosotros.

"Ignacio obispo de Antioquia murió alrededor del año 110 d.C., fue discípulo del apóstol Juan, dijo acerca de Cristo "busquen a aquel que está sobre todos los tiempos, que no tiene tiempo quien es invisible". "Por nuestro Dios Jesucristo, quien fue, por disposición de Dios concebido en el vientre de María...". (Epístola de Ignacio a los Efesios 4: 9)."... Dios mismo apareció en la forma de hombre, para la renovación y la vida eterna" (epístola de Ignacio a los Efesios 4:13)."… inseparable de Jesucristo nuestro Dios" (epístola de Ignacio a los Trallianos 2:4)."Porque aún nuestro Dios, Jesucristo, ahora que él está en el Padre" (epístola de Ignacio a los Romanos 1:13).Clemente de Roma, (Obispo de Roma en 92 d.C., "…hermanos debemos pensar de Jesucristo como Dios: como juez de los vivos y de los muertos". (2 Epístola de Clemente a los Corintios 1:1).Justin Mártir (140 d. C.) "la palabra de sabiduría, quien es Dios mismo engendrado del Padre de toda las cosas, es palabra, sabiduría, poder" (Diálogo con Trofo)."... el padre existió como Hijo y Creador de toda cosas, siendo Dios nació como hombre..." (Diálogo con Trofo).

Policarpo (70-160), obispo de Esmirna, discípulo de Juan apóstol. "Oh Dios todopoderoso yo te bendigo y te glorifico por medio del eterno y celestial sumo sacerdote Jesucristo". (Epístola a los Filipenses). La humanidad de Jesús no los detenía para creer que era Dios porque para ellos Jesucristo es la eterna Palabra y lo adoraban y adoraban a Dios en él. Si hubieran creído que era otro dios distinto, menor en categoría, no lo hubieran adorado. No era un pasadizo para atravesarlo y llegar a Dios y adorarlo, no era un medio de adoración sino un motivo de adoración porque lo tenían co-igual con el Padre, divino como él, de una misma sustancia. Esa era la roca, el eterno engendramiento del Hijo de Dios, sobre la cual se edificaba la iglesia en espíritu y en verdad. No nos hallamos adorándolo solos distantes en el tiempo sino que nuestros hermanos los apóstoles y sus discípulos lo comprendieron mejor que cualquier liberal moderno.


Exposición 


Desafío contemporáneo a la filosofía del momento

Jn. 1:19-28  

19Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: Tú, ¿quién eres? 20Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. 21Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. 22Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 23Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. 24Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? 26Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. 27Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. 28Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando”.


Juan dijo claramente que él vino como profeta para enderezarlos en relación con los caminos del Señor, y lo procuró con la intensidad de un ministerio breve, pero no lo logró. Y con ceño fruncido cuando éstos hacían fila para tomar el bautismo, los sacó de la cola y les dijo que no iba a bautizar a ni uno solo, porque no estaban huyendo de la ira venidera, y querían hacerlo sin temor divino, y sin cambiar un ápice en la estructura de vida que llevaban, viviendo con hipocresía. Así de seccionados los puso a un lado, ?aunque no aumentar con ellos el número de sus bautismos. En este evangelio hay que conocer a Jesús en los sermones, porque así doctrinalmente es como interesa al evangelista presentarlo. Le sugiero que no busque en este cuarto evangelio, muchos milagros como en los evangelios sinópticos. El Jesús que presenta Juan es revelado, ceñido y aplicado a la verdad, que el palpó y vio y con el cual comió y se recostó sobre su pecho, por lo tanto es de carne y hueso no un fantasma incorpóreo, un ente extraño inventado por los discípulos de Platón. Así que no se desanime si quiere constreñirlo a un cuadro histórico y no halla sitio donde hacer el dibujo porque se obvia el lugar donde pronunció tal y mas cual sermón. Juan el bautista y Jesús eran parientes y como, usted puede figurarse que la comunicación entre las dos ciudades donde vivía cada uno, no era fácil la transportación y eso explica que ambas familias tuvieran poco contacto y cuando los dos jóvenes adultos encontraron no se reconocían físicamente. Juan dijo que él no lo conocía al menos de vista, aunque sabía quién era el, y es por eso que confesó que nunca lo había visto, y que si lo estaba bautizando y declarando que era el Cristo fue por que Dios le dijo “ése es, puedes bautizarlo”. Así que la defensa que Juan hace de su proceder es por señalamiento divino, y la presentación respaldada por la autoridad de la Escritura en particular por medio del profeta Isaías, es porque se da cuenta que a quien tiene delante, con una tamaña grandeza que lo deja a él pequeño a sus pies encorvado junto a sus sandalias, es el Cristo prometido por el Espíritu Santo que ahora con un dedo se lo señalaba. 

Juan tenía una buena fama dentro de los enemigos de Jesús, los fariseos, porque el afirmaba que él no era el Cristo, y aunque se vestía como el profeta Elías a quien seguro que admiraba, en cuanto a poder, aspiraciones celestiales, y valentía, les dijo rotundamente a los fariseos que él no era Elías, sino que figuraba a un Elías contemporáneo que testificaba acerca de la verdad y de la inminencia y ya estancia del Cristo en medio de ellos. Es asombroso como Juan el bautista conocía acerca del ministerio del Cristo, y cuando ve al Señor Jesús le dijo a todos los interesados, amigos y enemigos, que tenía enfrente de él a alguien que dentro de la ley de Moisés era como un Cordero de Dios, con cuya sangre podía de pecados ser limpiada la humanidad. Los emisarios de los fariseos, en cuanto Juan el bautista se quedaron tranquilos, pero incómodos con respecto al testimonio que habían escuchado con referencia a Jesús. No podían acusar a Juan de usurpación de funciones, aunque no les gustaba el testimonio positivo que estaba dando de Jesús de Nazaret. Ellos hubieran preferido que no le extendiera esa recomendación con tan elogiosos epítetos. Se quedaron mortificados pero tranquilos y no lo agredieron. Fue Herodes el monarca quien lo metió en la cárcel por causas que ya conocemos. 

Dios le dijo a Juan el bautista que a quien tenía enfrente era a su Hijo, y le dijo que era una encarnación por cuanto afirmó que la Palabra, o Verbo, se habían convertido en un ser humano (vv.27,30), y con eso insinúa su preexistencia. No había cabida para la indiferencia intelectual, espiritual y religiosa hacia Jesús, puesto que ese verbo era tocable. La evangelista Juan desafía a la filosofía social de paso en el momento. El “discípulo amado” se encarga de hacer esas afirmaciones cristológicas, teológicas, porque era apóstol y estaba presentando un Jesús que los neo- platonistas no tenían la capacidad para filosofar acerca de él, porque no era un asunto de lucubración cerebral sino experimental, palpable, visual. Deja claro este prólogo que la Palabra hecha carne no es “un Dios”, sino Dios, que brillaba con gloria divina.



Exposición 


Jesús no está reluctante, sino que va despacio

Jn. 1:35-42  

 “El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)”. 

Lo más importante en esta porción no es la investigación sobre el propietario de la casa y su consentimiento sin objeciones, para recibir al Rabí y sus admiradores, sino que es el tal Simón hijo de Jonás y su cambio de nombre, que gusta a todos, y les hace sentir a ellos que habría de contar con la simpatía y la autoridad, y la gracia de Jesús, toda la vida. Un vistazo somero de lo que ocurre según este relato, el ingreso al apostolado de este discípulo, es una forma sin aspavientos de conseguir ayudantes, quizás un poco irregular, y parece que sin intención por parte de Jesús de atraer gente que le escuchen y se formen en predicadores apostólicos. Según el estilo aquí no les dice a ninguno “ven, sígueme” como se dice en los otros evangelios. Jesús anda por los alrededores posiblemente enseñando porque ya le nombran como Rabí o maestro. 

Es tarde y ellos, Simón y Cefas, quieren seguir escuchándole y le preguntan en qué casa, y de quién, se piensa hospedar, y él les indica el hogar de algún amigo. A diferencia de los otros evangelios, la intención de seguirlo partió de ellos, y el interés que muestran por su persona y las averiguaciones que hacen, no es porque Jesús les hace alguna proposición de discipulado y que lleguen a un convenio sobre salario, sino que les basta con el escueto mensaje que han oído proclamado a Juan el bautista, diciéndoles a todos que es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Parece como si Jesús, en la forma que se presenta en este evangelio, estuviera desinteresado en conseguir obreros que le ayuden en su misión evangelizadora por un que les pregunta “¿qué buscáis?”. Y ello tiene el sonido de un tono despectivo, sin serlo, ni tampoco meloso. La respuesta perfecta hubiera sido, “te buscamos a ti”, pero no se la dicen, sino que le explican que se hallan siguiéndole los pasos porque han escuchado a Juan referirse a él y con tan alta recomendación, viniendo de quien venía, no dudan en cambiar un ministerio por otro mucho mejor, más completo y el tan esperado por todos, un ministerio de gracia y de verdad. 

Andrés es discípulo de Juan y oyendo sus sermones sigue a Jesús porque está  lleno de su obra redentora desde la primera palabra hasta el amén; y persuadido de quién es, va a compartir su experiencia con su hermano Simón Pedro. Y Simón apenas hubo puesto un pie en el grupo cuando Jesús le cambia el nombre de Simón hijo de Jonás por el de Cefas, que quiere decir Pedro, roca, para indicarle a él y a los compañeros la sólida importancia, con todo y todo, que habría de tener en la construcción del edificio del cristianismo, no por sus méritos sino por la reputación que tendría entre los hermanos, y la excepcional bendición de llevar en su cinto las llaves del reino de los cielos y abrir la puerta de la salvación de la gracia a muchísimos. En fin, que al llegar al lugar donde han de pernoctar, el apóstol entra a la casa estrenando en su ordenación, y sus amigos empiezan a llamarle, con su nombre nuevo. No estaba reluctante a conseguir sus ministros, pero lo hace con discreción y despacio. Y con todo, entra uno que es diablo (Jn.6:70).


Exposición 4


Sin la ayuda de la providencia no se pueden encontrar a los elegidos de Dios 

Jn. 1:43-46

El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve”. 


Esto se pone bonito y es dibujado muy bien por el apóstol que conoce de primera mano, como el grupo de amigos va rodeando a Jesús. Tal vez Felipe conocía a Andrés y Pedro por haber vivido en la misma ciudad. El Señor con su providencia elige el lugar, barrio, ciudad y país donde una persona ha de ser convertida a Cristo. Lo mismo ocurre con Lidia la vendedora de púrpura que es de Tiatira, Asia, y conoce a Cristo junto a un río en Filipos, Europa. El carcelero es salvo en la cárcel y el etíope en un camino que va de Jerusalén a Gaza. Sin la ayuda de la providencia no podemos encontrar a los elegidos de Dios. Cada uno es convertido exactamente en el sitio que Dios quiere. Y esto hace muy agradable la lectura de biografías o de testimonios que se den sin ediciones añadidas. No se sabe por qué, pero tal vez Pedro y Andrés, quizás por cuestiones de trabajo, Dios los movió desde Betsaida a Capernaúm. Lo mismo que pasa con los que huyen por persecuciones como suspirando por el clima social de libertad de un país libre. Cuando Jesús los halla están pescando en el lago de Genesaret o Galilea, muy cerca de Capernaúm, la ciudad donde Jesús estableció su ministerio (Mt 4:13) y donde ellos también se habían trasladado (Mr. 1:21,29). Aquella mudada fue dirigida por Dios. Dios es quien dirige nuestras mudanzas y no debe pesarnos dónde nos lleva si en ese lugar en vez de alejarnos de él nos acercamos más a su voluntad.

En cuanto a Felipe, se convierte en un evangelista cristocéntrico, aunque tendría que hacer algunas pequeñas correcciones por respeto al Jesús histórico, que si bien es llamado de Nazaret su lugar de nacimiento más acorde con la Escritura es Belén (Luc.3:23). Por otra parte, también Felipe debe aprender que, aunque José es el padre putativo de Jesús, su verdadero padre es Dios (v.45). Con el tiempo y rápido corrigió esos errores. Y de Nazaret sí había salido algo bueno como Jonás y Nahúm (7:51,52). Al terminar los tres años de estudios ya su cristología estaba limpia como un cristal, de prejuicios y mentiras, y podía enseñar sin ser responsable de haber evangelizado con faltas. A veces no se necesita, aunque es mejor que sí, conocer tanto ni tener una teología sin equivocaciones, si se quiere con calor del corazón ganar a alguien para el Señor. Lo providencial sería que alguien más familiarizado con las doctrinas cristianas de la gracia, si escuchan algún joven predicador enseñando errores, tomándolo aparte pueden hacer lo que hacen Aquila y Priscila con Apolos (Hch.18:26). Y haciendo esta salvedad, por otro lado, aunque su conocimiento histórico es defectuoso no lo es tanto como para perjudicar la salvación de quien lo oye; esas dos cosas no son precisamente dos herejías, sino dos históricas equivocaciones que no disminuyen para nada el mensaje de la palabra de Dios ni evitan la inspiración del Espíritu Santo.

No obstante, aunque hay una explicación para sus errores, esas dos equivocaciones a Felipe le hacen más difícil evangelizar a Natanael. Si hubiera dicho que era de Belén podría asociarlo al rey David, pero no de Nazaret con tantas mezclas étnicas y religiosas y con tantos prejuicios en contra. Y si hubiera dicho que era el Hijo de Dios y no de José hubiera sido tropezadero a los judíos, pero no a todos. Este error de conocer a Jesús más profundo lo corrigió y confesó "tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel" (v. 49). 

Es una equivocación pensar que se hace más fácil la evangelización del mundo con una teología liberal que con los dogmas antiguos de la fe. Es un error renunciar a nuestras antiguos confesiones y a lo que hemos aprendido en concilios y a través de los llamados "padres de la iglesia". Sobre todo, en la Escritura. Aunque los errores y las herejías se puedan abrir rápido camino entre el pueblo ignorante y ganen afiliados para formar sectas, con la gente que piensa y busca la verdad, como Natanael, ellas hallan más obstáculos para ser creídas que la sana doctrina ortodoxa. Aguantan algunos siglos, destruyen miles de almas a su paso, y se mueren porque no son perpetuas. Están basadas no en una buena exégesis de la Escritura sino en el conocimiento humano, en tradiciones de hombres y en prejuicios suscitados. 

El “ven y ve” que le dice a Natanael (v.46), es equivalente a vamos a estudiar a Cristo no por lo que, en Jerusalén, Betsaida y Capernaúm, Yale y Oxford, se diga de él sino por lo que revela el Espíritu Santo en el evangelio a la iglesia y en la totalidad de la Biblia. Se puede evangelizar con una soteriología defectuosa y con errores cristológicos, pero probablemente las doctrinas de la gracia cuyo sistema conocemos será el que gane a los pecadores hasta el fin del mundo. El bendito destino de las herejías o errores doctrinales, es sucumbir.





Exposición 5


Pelagio y Arminio eran miopes


                   

 Jn. 1:45-48 

“Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. 


A cualquiera de los discípulos le hubiera gustado escuchar sobre su persona lo que Jesús dijo de Natanael (posiblemente Bartolomé en los Sinópticos), que en su profesión religiosa no había ninguna impostura y que era un ciudadano digno de Israel (v.47). No se debe pensar que se tratara de alguna adulación o que el Señor le estuviera alabando la naturaleza humana, sino su carácter, especialmente la sinceridad y honestidad de su profesión espiritual. Por otra parte, como no hay otro caso en los doce que Jesús le haya dicho algo similar, se puede ver que el Señor no usaba palabras semejantes para la evangelización; que no fue su costumbre llamar a sus discípulos alabándoles su religión. No adulaba a los hombres para convertirlos en discípulos. Son culturalmente aprobados los maestros que agasajan al hombre y partiendo de su supuesta bondad, (cuando no existe ni siquiera uno) les predican a Cristo y conquistan sus corazones con lisonjas. 

Es bastante y no está mal que tratemos de conseguirlo, que el Señor apruebe nuestra verdadera imagen religiosa, la que tenemos en privado donde otros no nos ven, y que no le halle ninguna otra motivación que no sea adoración y edificación espiritual. Esa es la verdadera religión, la que sin engaño se practica en la casa o en cualquier otro lugar que no sea en el templo y en conjunto con la iglesia, ni la que se procura emitir sin relación con la verdad y con fines de ser vendida para beneficio personal. 

No se conoce lo que estaba haciendo Natanael debajo de la higuera que mostró que era un verdadero israelita en quien no hay engaño; pero ¿qué si no un ejercicio espiritual privado, como si cerrada la puerta orara en secreto?, debajo de un árbol, pues se sabe que eso era del gusto de los judíos piadosos en aquel entonces. Y una señal diferente a la hipocresía farisaica de practicar la religión para ser vistos por los hombres (Mat.6:5). Lo que Jesús reconoció que era verdadera y sin fingimiento fue su profesión religiosa

Un cristiano sin engaño y honesto acostumbra tener sus ejercicios espirituales fuera de su congregación en otro sitio distinto de donde es su costumbre hallarse reunido. No ora, canta y lee la Escritura sólo cuando se halla en la iglesia sino cuando está solo, porque el que no ama el orar solo, tampoco asiste a las reuniones de oración y al que no le gusta leer la Biblia solo, no le gusta oírla.

A Natanael, Jesús lo estaba mirando por fuera, y no definiendo su naturaleza humana; puesto que no quiere decir que jamás decía una mentira, que siempre se comportaba como un verdadero israelita, es decir, que era un hombre perfecto. Él lo dijo claro en otro momento que bueno no hay ni uno (Mat.19:17). La aplicación es indebida si se extiende a todos los hombres y se le cuentan como méritos la soledad y los prolongados retiros espirituales, las oraciones o rezos, confesiones o penitencias, la meditación espiritual, los ayunos, las limosnas y las alabanzas. Las prácticas religiosas no son méritos humanos (Ro. 3:10-18). Natanael no es la excepción. La única excepción es Cristo porque no fue concebido como nosotros y no heredó el pecado original. 

Estos son los textos de la Escritura ante los cuales algunos se ponen los opacos lentes de Pelagio o de Arminio para leerlos y llegan a la conclusión que al hombre le queda algo bueno en su naturaleza humana y que lo aporta cuando recibe el evangelio, y por esa razón dan a conocer una teología miope acerca de la salvación reduciendo la participación de la gracia total a una pequeña ayuda recibida de Dios y la otra parte ganada y merecida. Dicen que Natanael y todos los seres humanos pueden hacer cosas buenas, como oro constante y sonante para ganarse el perdón y la admiración del cielo, que tienen méritos y merecen el aplauso de Dios.

Leen mal la Sagrada Escritura y necesitan mejores instrumentos ópticos, o definitivamente un tratamiento con colirio del que se vende en Laodicea. Sin embargo, si no usaran los anteojos de Arminio, que era teológicamente miope (o que exageraba la doctrina), para escudriñar la Escritura, y los cambiaran por la óptica teológica de Pablo (que a pesar de que solía tener los ojos enfermos), Agustín, Lutero, Calvino, John MacArthur, Albert Mohler, R. C. Sproul, verían de la ley y del evangelio hasta las jotas y las tildes. 



Exposición 6


Jesús sabe si leemos o no la Biblia, dónde la leemos y qué estamos pensando 

Jn. 1:49-51 

“Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: ¿te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”. 


En este pasaje veremos que Jesús es descubierto como profeta, como Mesías y Rey de Israel, y como Hijo de Dios. Ese descubrimiento fue hecho por Natanael o según su patronímico, Bartolomé, cuando el Señor le quitó su prejuicio racial y lo hizo un hombre nuevo y supo que Jesús ¡de Nazaret!, de allí salía algo bueno, más bueno que todos los profetas, incluyendo a dos predecesores Jonás y Nahúm. 

Es comprobable que Jesús tenía el oficio de profeta al conocer el futuro, el corazón y las acciones de los hombres (2Re.5:26; 6:12). La mujer de Samaria tuvo esa misma experiencia (4:19,25,29,41,42); y de este modo todos conocían que era el Mesías de Israel. Y así hay otros ejemplos que lo muestran como un genuino profeta, como cuando le descubre a Judas su ir y venir a los fariseos, y cuando miró hacia el mar y vio un pez con una moneda en el estómago, o cuando dijo a los discípulos que le prepararan la pascua y a quién iban a encontrar en el camino, y vio sin estar allí que estaba ya preparado el comedor. Creer que Jesús es un auténtico profeta de Jehová es importante para creer en su palabra, en sus sermones, en sus diálogos, en sus milagros y en toda su historia, es decir, en los evangelios; y eso conlleva a la aceptación de sus interpretaciones de las Escrituras y lo que ellas decían de él.  

Posiblemente el ejercicio espiritual que Natanael estaba practicando era la lectura meditación de las Escrituras, y por supuesto la oración. También es posible que el texto que estuviera leyendo fuera donde Jacob tiene la visión de una escalera, la cual desde su cabecera se apoyaba en el cielo y por ella subían y bajaban los ángeles (Ge. 28:12,13). Cuando Jesús le dice que algún día se dará cuenta que aquella escalera es él mismo, (suponiendo que el v.51 originalmente no fue dicho al final de la conversación sino al principio) cuando le dijo que lo había visto debajo de la higuera…entonces le dio la interpretación y el joven entendió que había visto el pasaje que estaba leyendo y en el cual meditaba, y eso sólo podría saberlo el Hijo de Dios y el Rey de Israel o Mesías (v.49). 

Jesús no le dice “cosas mayores que estas oirás”, no le dijo “cosas mayores oirás”, sino “verás” haciendo alusión al sueño que vio Jacob y las experiencias futuras que vería en la compañía del Señor. Jesús sabe si leemos o no la Biblia, dónde la leemos y qué estamos pensandoPor eso nos ayuda a entenderla de modo que nos arda el corazón.

 Los discípulos nunca tuvieron una repetición de esa visión; ellos ni siquiera vieron los ángeles sirviéndoles en el desierto, ni aquel otro que en el huerto vino para fortalecerlo con su compañía, pero conocieron cosas mayores al verlo convertir el agua en vino, caminar sobre el mar, calmar tempestades, sanar ciegos, cojos, leprosos y resucitar muertos. Revelaciones no oníricas sino vivas y palpables (1Jn. 1:1); la revelación de Uno que es “más que el templo”, “más que Jonás” (Efesios 1:2; 1:20; 2:6; 3:10), “más que Salomón” (Mat.12:6,41,42); y todos ellos vieron ángeles acompañando providencialmente sus servicios y la puerta del cielo para darles “amplia y generosa entrada” (2Pe. 1:11). Lee entonces la Biblia y pregúntale a Jesús qué quiere decir esto y aquello.


Capítulo 2


Exposición 7 


Jesús aconsejó examinar los milagros; eso no es incredulidad


Jn.  2:1-11

“Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús; y también Jesús fue invitado, con sus discípulos, a la boda. Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Y Jesús le dijo: Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí en esto? Todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que El os diga. Y había allí seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de los judíos; en cada una cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: Sacad ahora un poco y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, y como no sabía de dónde era (pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían), el maestresala llamó al novio, y le dijo: Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior; pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno. Este principio de sus señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en El. Después de esto bajó a Capernaúm, El, con su madre, sus hermanos y sus discípulos; pero allí no se quedaron muchos días”.


 Primero que todo (1) según la palabra de Dios veamos el honor que se le da a la madre del Señor, sin extralimitarse. Mira que a María se le llama la madre de Jesús” no la “madre de Dios”, un título que para enfatizar la divinidad de Cristo se le dio a ella en el concilio de Éfeso en el año 431. Un tal Nestorio se opuso y dijo que era mejor llamarla “madre de Cristo” porque no era madre de la naturaleza divina del Señor sino de su naturaleza humana, pero la mayoría dijo que eso sería separar independiente las dos naturalezas de Cristo, la divina y la humana, entonces se aprobó “madre de Dios” no para convertirla en diosa o “madre del cielo”.  

También vea que se congregaba con ellos (Hch.1:14), y tuvo el privilegio que la primera manifestación mesiánica de su hijo se hiciera por su petición, aunque según la respuesta de él no fue por ella sino por el horario establecido por el Padre (vea 17:1). Y con la adición de “todavía no ha llegado mi hora” (v.4), se da a entender que la madre y el hijo conversaban sobre su misión en el mundo y que ella vivía pendiente de ese momento. Especialmente su muerte, como se le había anunciado treinta años atrás. Parece que eran conversaciones entre ellos dos y no participaban sus hermanos, que permanecieron incrédulos mucho tiempo (7:3-6), aunque después llegaron a ser grandes discípulos. Cuando lo vieron resucitado. En cuanto a María, en el v.12 se menciona que continuó con los discípulos, y después hasta el Gólgota.

Nota que la madre de Jesús (2) se interesa por las necesidades de los demás cuando le dijo al Señor que el vino se había acabado y la fiesta no. Era costumbre que cuando se celebraba una fiesta de este tipo la mayoría de la aldea acudía a ella. Pero la familia de Jesús era tan querida y conocida que previendo la afluencia de invitados “per se” el vino se votó. También se dice que los recursos económicos de José no eran exorbitantes. Fue ella quien se acercó a él y le contó el problema que tenía la familia porque el vino ya se había agotado, posiblemente después de una semana de fiesta. Y él en pocas palabras le quiso decir que era un asunto que a ninguno de los dos concernía, “mujer, ¿qué nos va a ti y a mí en esto?” (v.4). La Nueva Biblia de los Hispanos traduce “¿qué nos interesa esto a ti y a mí?”. Es una traducción literal pero mejor. Jesús explícitamente demostró que sí le interesaba. Y más, si esos necesitados son sus parientes, pues se dice que el novio lo era, ya que es bueno estar atento a las necesidades de la familia y ayudarla con lo que se pueda “porque el que no provee para los suyos es peor que un incrédulo” (1 Ti. 5:8). Esto lo hizo María cuando estaba en este mundo, viva, no como se le supone junto al trono del Hijo en el cielo sirviendo de mediadora. Nada de eso, porque es un invento reciente y por supuesto no se halla en la Biblia.

Observa (3) cómo el NT y el propio Jesús toman medidas para que el milagro sea creíble. Jesús no cargó el agua y parece que los discípulos, si cooperaron porque eran como 120 galones en las 6 tinajas, no se dice, sino que fueron los sirvientes de la casa y no ellos; y ese dato es de importancia. Tampoco ninguno de ellos la sacó convertida en vino, ni la llevó a donde el maestresala para que diera su opinión sobre la calidad del vino (v.8). Eso para que nadie sospechara que era un truco, que vertió el vino en las tinajas y luego lo sacó. O que llevó vino en una copa y fingió sacarlo de donde se suponía el agua. Todos los milagros de Jesús son examinables o comprobables. El animaba el escrutinio de los mismos. Al leproso le dijo que fuera para que el sacerdote lo viera y al oficial del rey le preguntó, para que todos lo oyeran, a qué hora había empezado a mejorarse el hijo (4:52-53). No es incredulidad examinar un milagro supuestamente hecho por una persona que dice haberlo hecho, para estar seguros de que Dios fue quien lo hizo sin la cooperación de otro agente. Es justo que uno no quiera darle gloria a Dios por un milagro que él no hizo. El que protege sus milagros del examen científico o escéptico, levanta sospechas. 

Además, el milagro hecho por Jesús tiene calidad, puesto que pidió del maestresala su opinión, quien dijo que era mejor que el que se habían bebido, “tú has guardado hasta ahora el vino bueno”, contrario a la costumbre (v.10). La calidad de la fruta tiene que ver y otros factores, pero sobre todo cuando es añejo; así supera a los otros, aunque hubiera sido recientemente fabricado y su fruto el mejor. La modernidad en el vino eclesiástico, la actualización, no pueden competir con el vino añejado de la Palabra de Dios, la antigua, la predicada por los profetas y apóstoles. En otras cosas lo moderno es mejor pero no en cuanto a la salvación de los pecadores. El evangelio no hay que actualizarlo ni creer que si no corre con los tiempos las iglesias cristianas desaparecerán. No es cierto. La predicación del evangelio antiguo es insuperable y cualquiera que en asuntos espirituales sea un experto maestresala reconocerá que el que ha sido preservado por años en la Biblia y expuesto a la luz, aventaja a cualesquiera otros. 




Exposición 8


No es homofobia ni es embriagarse


Jn. 2:1-11  

“Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, 10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. 11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él”. 


Primero veamos (1) la definición divina de matrimonio. Bíblicamente el matrimonio no se define sólo como una “pareja” tal cual hoy se dice, “mi pareja” para indicar que viven juntos como marido y mujer sin casarse. También eufemísticamente se llaman “novios” cambiándole el significado a la relación. Es una unión carnal sin compromiso ni tiempo definido, sin estar legalmente casados. Esa no fue la clase de unión que se festejaba en Caná a la cual Jesús y sus discípulos asistieron. Eran verdaderamente novios sin haber tenido contacto físico, pero deseaban hacer pública su decisión de vivir como marido y mujer, formar una familia civilmente constituida. Esa unión fue la que el Señor santificó con su presencia. El compromiso forma parte de la definición de un matrimonio bíblico y es visto como un yugo, igual que cualquiera otro mandamiento de Jesús (Mat. 11:29). Sin esas ataduras (“cuerdas de amor”, Oseas 11:4) no se puede criar una familia; se pueden engendrar hijos, pero no criarlos juntos por la problemática misma que implica la unión de dos vidas. Una familia no es algo que brota simplemente con la unión sexual, sino que se forma con esfuerzos del carácter de ambas partes, con ayudas, perdones y olvidos. La resolución de construirla tiene que ser firme para ayudar a las tormentas que traen la vida de casados. El tipo de persona egocéntrica que está formando esta sociedad es la que ha hecho que se debiliten y redefinan todas las antiguas instituciones humanas y fraternales; por el deseo egoísta de cada cual de velar por sus intereses y felicidad y no por la de los demás. ¿Por qué hay que anular esos trámites legales como innecesarios u obsoletos? ¿No es más bien por libertinaje y sensualidad? 

Además, es obvio que en Caná de Galilea la boda era heterosexual; o sea se casaba un hombre con una mujer, como honorablemente ha sido desde Adán y Eva. Aun Caín, envidioso y homicida y que huía de Dios todo lo que podía, cuando ya había muchísimas mujeres en el mundo, salió muy lejos hasta tierra de Nod a buscar una para casarse (Ge. 4:17). Con un sexo ya dañado por el pecado engendró a Tubal-Caín y a este le pareció poco una mujer y tuvo dos. Y ahí empezó la poligamia y quizás los harenes, pero en toda su genealogía no hubo ni un solo homosexual. En el mundo entero no había ni uno. Después de ellos, entre los paganos, aparecieron los “inventores de males” (Ro. 1:30), cuando ya en la teología del sexo no se hallaba Jehová.

Ya más para acá. Es imposible pensar en Jesús, Pedro o María asistiendo al “matrimonio” de dos hombres o dos mujeres. Eso es impensable, y sería injusto acusarlos de ser personas con mentes cerradas y homofóbicos, que no comprenden que Dios es amor y quiere que cada uno sea feliz a su manera, porque lo importante es que se amen y se sientan bien el uno con el otro y dictarles lo contrario es obligarlos a una unión que ellos no desean. 

Dicen que tienen el derecho de hacer con sus vidas lo que quieran y la sociedad está obligada a respetarles su decisión, y las iglesias recibirlos, apoyarlos, ministrarlos y casarlos. No tienen el NT como palabra de Dios y afirman que es un error cultural de quienes escribieron en contra, y que por esa razón “hormonal” no puedan participar de la esperanza cristiana de la resurrección de un cuerpo glorioso. Si hoy el NT se escribiera, piensan, diría lo que ellos dicen y no lo que Jehová y Pablo dijeron, y por eso andan descabellados queriendo referirse a Dios con el artículo o pronombre neutro; y los discípulos harían más énfasis en el amor al prójimo que en enseñarles al mundo reglas morales que se vuelven prejuicios en la conducta y obstaculizan la asistencia de personajes eclesiásticos que rechazan ir a la fiesta y enviar sus regalos. La meta de los habitantes de Sodoma no es saciarse con las hijas de Lot, el sexo de ellos les pide más, corromper sexualmente a los ángeles y a Dios si pudieran (Ge. 19:9). Están locos los habitantes de Sodoma poniendo el mundo patas arriba.

Con respecto al (2) beber o no beber vino diría que si beberlo fuera un pecado Jesús no lo hubiera hecho y menos después de haber bebido mucho. Decir que lo que Jesús hizo fue “jugo de uvas” sin fermentar es obligar el texto a una costumbre con raíz en el “movimiento de abstinencia” en Estados Unidos, la conocida como “ley seca”, que nada tuvo que ver en su origen con la Biblia, sino hasta que desde afuera de las iglesias entró a ellas y se unieron a la propuesta, y la comenzaron a enseñar como si fuera algo divinamente expresando en las Escrituras (formalmente en los años 1881-1887). ¡Critique el vino en las mesas de los heroicos hermanos de Europa en todos los sistemas culturales!

De todas las citas refiriéndose al vino que hay en la Biblia ninguna de ellas puede ser interpretada como jugo de uvas sin fermentar. El apóstol Pablo recomienda a Timoteo que beba un poco de vino por causa de sus enfermedades del estómago, y en la iglesia en Corinto los hermanos bebían vino, tanto en las comidas como en la Santa Cena (1 Co. 11:21,22); o es que alguien puede emborracharse como ocurrió, ¿con jugo de uvas? 

Y a los ancianos se les prohíbe que no sean dados a “mucho” vino, pero no se les impone una total abstinencia (1 Ti. 3:3,8; 5:23). Si se tratara de zumo de uvas sin fermentar, no había por qué limitarle la cantidad. ¿Hermanos, qué tienen que ver los alimentos y las bebidas con el perdón de los pecados, la regeneración, la justificación y la fe? ¿Para eso murió Cristo para que no comiéramos esto o aquello y no bebamos vino? 

Es cierto que los borrachos no entrarán al reino de los cielos (1 Co. 6:10), y que hay hermanos que salieron de esa adicción; pero usar ese argumento para prohibir el uso moderado del vino porque es dar lugar al diablo, es sugerir que una copa es más poderosa que la regeneración, y que triunfa sobre la fe y el Espíritu Santo.  Sería como prohibir el matrimonio por causa de la fornicación y el adulterio, y las comidas por causa de la glotonería, o el dinero por motivo de la avaricia.




Exposición 


Lo que sí merece un latigazo de desaprobación

Jn. 2:13-17 

13 Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, 14 y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. 15 Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; 16 y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. 17 Entonces, se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume”. 



Jesús limpió el templo dos veces, al principio y al final de su ministerio. Esta fue la primera vez. 

En la segunda ocasión que limpió el atrio del templo, los otros evangelios dicen que dijo que aquello se parecía a una “cueva de ladrones” y no sólo a una “casa de mercado” (v.16; Mat. 21:12,13). Aquellos hombres, y las autoridades eclesiásticas aprobaban ese comercio, del cual siempre recibirían algo, haciendo de la “piedad fuente de ganancias” (1Ti. 6:5). Pensaban que la gente que viajaba largas distancias para sacrificar en la Pascua le era mejor traer el dinero y comprar los animales allí mismos, que arrearlos desde recónditos parajes. Los adoradores se convertían así en clientes religiosos.

Esto suena como algo así de lo que hoy se llamaría el marketing en la iglesia. La ambición no es desconocida en esto del comercio de productos religiosos, y es casi imposible evitar que haya hombres que hagan una fortuna con las cosas de Dios, hasta en la impresión variada de Biblias expuestas a la venta; eso se ve en la vuelta de ellos a sus andadas, a lo que Jesús les prohibió y les explicó. Es comprensible que Dios no prohíba vender la Biblia, o los comentarios sobre ella, o los buenos programas que ayudan a estudiarla. Eso cuesta dinero producirlo, y como es justo que los que predican el evangelio “vivan del evangelio” (1Co. 9:14), así es justo que los que los que producen un material espiritual tan bueno se les remunere por él. Lo que sí merece un latigazo de desaprobación es la burocracia holgazana  y bien pagada que se ha edificado dentro de nuestras denominaciones cristianas cuyo trabajo principal, además de los pequeños y condicionados socorros que algunos ministros reciben, consiste en inventar estrategias y planes para que los pastores y las iglesias los hagan. También Jesús mira muy serio a una organización que dedicada por Dios a lo espiritual se distinga por el lucro y la especulación.

Hay hombres muy espabilados que han descubierto que la religión puede  convertirse en una empresa comercial y  han caído en “el lucro de Balaam” (Judas 1:11), y la usan para ganar dinero. No vendiendo palominos ni bueyes pero arreglando las cuevas, pozos y senderos por donde anduvieron los profetas y Jesús, organizando carísimas giras turísticas a esos lugares santos. También casas editoriales que publican Biblias de todos los colores, con tapa barata o de piel, común o con cantos dorados, para matrimonios, sólo para mujeres, en cuadros para niños, en todos los sabores y para todos los gustos, y libros, los que Pablo dejó olvidados en casa de Carpo y sobre todo sus antiguos pergaminos, y otros mil enseres del Antiguo y Nuevo Testamento. 

Los músicos son otros, supuestos descendientes del “dulce cantor de Israel”, o del director del coro del templo, Jedutún, venden sus producciones, ¡pero por Dios!, ¿por qué cobran sus conciertos a precios astronómicos, y si no les pagan esas cantidades, adiós, y no hacen el contrato? El viejo Demetrio de Éfeso no sabe cantar pero ha construido un imperio vendiendo templecillos judíos, ornamentos cristianos, aceite para la unción, pan sin levadura, perfumes sagrados de nardo puro, pañuelos mojados de sudorosos predicadores como si fueran el sudario de Jesús, y hasta ha patentizado la simonía, idea de Simón el Mago, que la imposición de manos para recibir el Espíritu Santo y los cargos eclesiásticos pueden cobrarse haciéndoles creer a los simples que si lo reciben pueden obrar villas y castillas. 

Algunos de esos embaucadores tienen coches lujosos, aviones privados y se hospedan en hoteles de primera clase alquilando todo un piso para ellos y sus compinches. ¿No merecen esos mercaderes que nuestro manso Señor teja una cuerda para las espaldas de ellos? ¿O aún más, que los ate de pies y manos con ella y los eche en las tinieblas de afuera? 

Termino con una pequeña defensa al pacifismo de Jesús. Los buenos comentaristas dicen que él hizo un azote simbólico ya que no lo usó para golpear a los animales o a las aves. Aunque se dice que “echó a todos afuera del templo con las ovejas” (v.15) no dice que los maltrató; les obligó con autoridad profética a que sacaran el ganado. A las aves no les abrió las puertas para que se fueran sino que se las llevaran de allí; a los cambistas les echó el dinero al suelo pero como Jesús tiene la virtud de la honradez, no se echó ninguna moneda en el bolsillo, es decir lo que pareció violencia no fue otra cosa que autoridad y lo que mostró no fue odio ni ira sino celo por la iglesia, como después recordaron los discípulos, porque el Espíritu Santo les recordó a ellos los sermones, los hechos y las oraciones oídas pasados muchos años. 

No es violencia lo que necesitamos hoy sino celo doctrinal, evangelístico, piadoso celo misionero y literario, que a golpe de espada bíblica, hiera, expela y suprima toda autoridad eclesiástica lucrativa de los que están arriba y abajo (v.17; Sal. 69:9) y limpie la religión cristiana de esos rufianes cuya sed por el dinero es insaciable. 



Exposición 10


El Señor no nos ayuda a cumplir nuestras metas sino a encontrar sus elegidos

Juan 2:18-25 

(Mat. 21.12-13; Mr. 11.15-18; Lc. 19.45-46) 

18 Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto? 19 Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. 20 Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? 21 Mas él hablaba del templo de su cuerpo. 22 Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho. 23 Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. 24 Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, 25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre”. 


Toda la vida religiosa de la nación giraba en torno a aquel templo por el cual Jesús mostró su celo. Los fariseos eran los guardianes de este lugar. El edificio había sido reconstruido por Herodes y las obras durado un aproximado a 46 años. Comenzó la reconstrucción 16 años antes del nacimiento de Jesús y se terminó en tiempos de Herodes Agripa. La cuenta es sacada sumando los 30 años de Jesús y los otros 16. Informado el concilio, probablemente por la guardia y los mercaderes de lo que había ocurrido, enseguida acudió para investigar el problema.

El sanedrín interviene en los desórdenes en el templo y le pide a Jesús que muestre sus credenciales divinas; y le dice: “ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras?” (v.18). Quieren saber si es un profeta de Dios con autoridad para pasar por encima del concilio y del acuerdo que tomaron autorizando la venta en los recintos sagrados. Estos ancianos representan la ley y aquel desorden hay que investigarlo. Le pidieron a Jesús el nombre de alguien que lo hubiera autorizado a oponerse aquel negocio. Es lógico que quisieran saber quién ordenó el desalojo. Jesús no les mostró ningún documento ni le dio algún nombre, ni siquiera el de Dios. Los judíos juzgaban con mano de hierro los asuntos religiosos de la nación y aquel hombre, desconocido, sin armas ni compañeros, había manifestado una cruda y violenta oposición al normal funcionamiento de la religión. Le exigen demostrar que es un profeta con autoridad divina para hacer reformas religiosas. 

Aquí se pueden ver dos señales de reprobación. Él se oponía a sus intereses y a la forma de practicar la religión y en eso hay un signo de reprobación. Y Jesús se negó porque conocía el corazón de ellos. Aunque les diera alguna explicación o hiciera un milagro no lo creerían porque el problema mayor que tenían con él no era teológico sino personal: 

El sabía de antemano quién era quién y “conocía a todos, sabía lo que había en el corazón del hombre” (vv.24-25). Y ¿qué es lo que hay en el corazón del hombre? Pecados. Los hombres por naturaleza son religiosos si se benefician económicamente y no le tocan sus intereses. La religión llega hasta donde se halla su dinero. Y Jesús conocía que esto es una señal de reprobación. 

Esa es la razón por la cual no se sentó con ninguno de aquellos y les explicó la Escritura yendo de un texto a otro tratando de convencerlos que en la casa de Dios no se debe hacer negocios. Un caso similar es el de Judas de quien conocía su ir y venir a los sacerdotes y no le dijo una palabra ni se lo impidió, al contrario, le dijo “lo que vas hacer hazlo pronto”. No hizo el más mínimo esfuerzo para explicarles su venida al mundo y su misión. A los reprobados ni siquiera las parábolas se las explicaba (Mr.4:34). Por eso a éstos les anuncia, “destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (v.19). No los estaba invitando a que lo crucificaran pero ya sabía de aquella reunión que tendrían para “destruirle” (Mat.12:14).  Desde un principio Jesús sabía lo que no estaban pensando ahora lo pensarían después y lo que no planeaban ahora lo planearían luego (7:19-20). Conocía que eran reprobados a “lo cual estaban también destinados” (1Pe. 2:8).

Observe que los reprobados no entienden la Escritura y no reciben ayuda divina para entenderla, no tienen como Maestro al Espíritu Santo y por eso forman sectas. Jesús no les corrige el error exegético por decirlo así, cuando mal interpretaron sus palabras. Ellos pensaron que se refería al templo y les respondieron, “en cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días?” (v.20). Equivocaron el significado de sus palabras y tampoco los sacó del error de su interpretación. Ahí los dejó. El dios de este siglo les había cegado el entendimiento para que no les resplandeciese la verdad y él no les ayudó a entenderla. Y ese actuar lo leemos en otros textos. Sólo a los discípulos les explicaba aparte sus parábolas. A los otros no. Se les embotó el entendimiento y se los dejaba embotado. 

Este es el secreto misterio que opera en el endurecimiento de los herejes que no hay modo que entiendan la Escritura y la tuercen para su propia perdición (2Pe.2:12; 3:16). Los discípulos por un tiempo tampoco entendieron la enigmática respuesta tocante a la muerte y resurrección y “por eso, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado” (v.22), pero con un poco más de gracia en la experiencia cristiana llegaron a entenderla.

Y por último me parece oportuno hacer una advertencia evangelística, para que tengamos cuidado con la aplicación de la reprobación en el cumplimiento de la Gran Comisión porque no somos omniscientes como él. Los reprobados y los escogidos están mezclados como el trigo con la cizaña y no podemos distinguir uno de otro, no sabemos quién será salvo y perseverará hasta el final y quien no, y ambos al principio no entienden lo que les decimos y eso puede confundirnos. Debemos explicar y volver a explicar a toda criatura los caminos del Señor porque no sabemos si Dios les concederá el arrepentimiento para salvación y que escapen del lazo del diablo en el cual están cautivos. Hay que esforzarse, como dijo Pablo, “por amor de los escogidos para que ellos también obtengan la salvación” (2Ti.2:10), y dejar la elección y reprobación en las manos de Dios, cualquiera que sea el destino de ellos.  

Sabemos que algunos  nacieron hijos de perdición y morirán como hijos de perdición, fueron hechos vasos de ira y jamás se volverán vasos de misericordia. Pero quiénes son los conoce sólo Cristo.  Esa verdad en vez de llenar al Señor de confusión o de ansiedad le daba paz en su ministerio. En la evangelización el Señor no nos ayuda a cumplir nuestras metas sino a encontrar sus elegidos y nos da el poder para persuadirlos a ser cristianos. 




Capítulo 3

Jn. 2:23-3:21

Exposición 11


El nuevo nacimiento no es fácil ni cosmético


Jn. 3:1-12   

“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,[ espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. 


Este pasaje tiene las raíces profundas. Parece que hay frases perdidas que facilitarían la unión del pensamiento si se hallaran. Cuando se mira por encima en esta entrevista nocturna (por miedo a los judíos), se ve que Jesús le plantea a Nicodemo su nuevo nacimiento, primero como una profesión pública como discípulo, y segundo (1) Es la única persona que se conoce a quien Jesús le expuso directamente esa doctrina porque pretendía esconder sus simpatías por el Señor y preservar intactas las cosas que durante su vida había conseguido. El nacer de nuevo equivalía a empezar de nuevo, como una enigmática e interna operación del Espíritu Santo.  Y esa fue la línea que siguieron los apóstoles para identificar el nuevo nacimiento, predicando que “si creyeres en tu corazón y confesares con tu boca que Jesús es el Señor serás salvo” (Ro.10:9,10).  

El nuevo nacimiento consistía desde afuera volver a empezar todo, posiblemente renunciar a todo. Cuando Jesús le dijo que tenía que nacer de nuevo le estaba diciendo que (2) arriesgara con su confesión todo lo que poseía, su honorable posición en el sanedrín, su estabilidad económica, su reputación y posiblemente su libertad y la vida. Fue la primera vez que este importante maestro de Israel oía esa doctrina y por eso dijo que, si había que volver al vientre, burlándose un poco, no con ánimo de ofender sino asombrado de lo que acababa de escuchar. Era una novedad introducida por el joven predicador dentro de un milenario sistema de salvación por obras. Jesús se asombró que no lo supiera, pero no se dio por ofendido. En ese momento Nicodemo no hizo una decisión ni prometió a ningún apóstol que se iría a casa y nacería de nuevoJesús no le dijo, “alza tu mano si quieres nacer de nuevo”, ni le dijo, “repite conmigo el Padre Nuestro”. Así no nacen de nuevo los hombres. Eso es muy fácil. Cuesta “dolores de parto” la formación de otro hombre, como se dijo, “hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Ga.4:19). Dolor del intelecto y la voluntad. No fue aquella misma noche. Lo dejó que reflexionara en esa doctrina de salvación. Y debió pensar algo así: “nacer de nuevo tiene que ser comenzar una nueva vida, una transformación, un replanteamiento de todo, eso es mucho, más de lo que yo puedo, pero ¿cómo?”.


Jesús oyó la evasiva y entendió los pensamientos de Nicodemo y fue al grano. El nuevo nacimiento consiste en una (3) obligada purificación espiritual que está simbolizada por el “agua” y ejemplificada en el bautismo (buenos comentarista afirman que agua y Espíritu es una repetición de lo mismo), no porque el bautismo regenere sino porque es un símbolo del lavamiento de los pecados, “ahora, pues, ¿por qué te detienes?  Levántate y bautízate, y lava tus pecados,  invocando su nombre” (Hch.22:16); e imagen de la regeneración, “nos salvó,  no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,  sino por su misericordia,  por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tit.3:5); y “el bautismo que corresponde a esto ahora nos salva  (no quitando las inmundicias de la carne,  sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios)” (1Pe.3:21).

Este significado del bautismo vino como anillo al dedo de Nicodemo quien como fariseo pensaba que por obras de justicia y no por misericordia y fe podía entrar en el reino de Dios. El bautismo lo iniciaría en un cambio ético y teológico. Nacía a la nueva teología de la salvación por gracia. Jesús le habló del “agua y del Espíritu” (vv.5-6), una regeneración espiritual como el “viento” (v.8), incomprensible y a cargo completamente de la voluntad de Dios. Y la iglesia después le explicó que los cambios a que el bautismo lo comprometía no eran cosméticos ni estratégicos sino el resultado de la incomprensible obra y voluntad del Espíritu Santo.  Y el incomprensible nuevo nacimiento, e interno, se verifica objetivamente por el cambio externo y visual en el nuevo comportamiento.

Redundando, es una operación verdadera, pero en su mayor parte incógnita, que no podemos explicar completamente, por lo cual se dice “como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas” (Ecl.11:5). Lo “sabemos y testificamos”, lo hemos “visto” miles de veces, pero no cómo Dios va cambiando la mente y el corazón de una persona, cómo modifica su sicología y sus afectos, y pasa de ser desde un hombre “psíquico”  o “animal” en otro “espiritual” que pone su vista en “las cosas de arriba no en las de la tierra” y habla más de las cosas “celestiales” que de las “terrenales” (v.12), así  como el viento que no sabes de dónde viene ni adónde va (v.8). Ese es el hombre “nacido del Espíritu el que entra en “el reino de Dios”, no el hombre “natural”, que se conserva intacto desde el día en que nació de “carne y sangre” sin que Dios haya hecho en él cambio alguno. El nuevo nacimiento pertenece a las cosas celestiales y Jesús prefiere decir cosas “en términos humanos” (Ga.3:15), fáciles de entender por causa de nuestra “humana debilidad” (Ro.6:19). Las cosas secretas pertenecen a Jehová. Vea que el nuevo nacimiento es el inicio de la salvación y no el agua o bautismo para testimonio. Y debieran ser bautizados solamente aquellos que “habiendo comenzado por el Espíritu” no permanecen en las obras de la carne, sea varón o hembra, bárbaro o escita, siervo o libre, y en cualquier edad, joven o “siendo viejo” (v.4), intelectual o gobernante “porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo (1Ti.2:3-6). Engendrado por el Espíritu por medio de la Palabra de Dios y “añadido a la iglesia”, que no aceptaba un nuevo nacimiento fácil y cosmético por decisión, para ver el reino de Dios. 



Exposición 12


Juan 3:16 en su contexto


Jn. 3:13-21  

13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”.


Juan tres dieciséis, habla del enorme amor de Dios para el mundo y tiene como objetivo que los hombres cambien. Es erróneo apartar esas palabras de su contexto y no decir lo que su autor quiso, que creyeran en el origen divino del evangelio, que todos los creyentes alzaran sus voces y predicaran el evangelio, y que supieran la razón por qué los pecadores no quieren creer su mensaje de amor. Esos son los tres aspectos que veremos.

Juan tres dieciséis nos llama a creer que el origen del evangelio no es terrenal sino celestial. Todo lo que Jesús dijo lo oyeron sus oídos en el cielo (15:15) porque “Dios nos ha hablado muchas veces en otro tiempo por los profetas pero ahora por su Hijo” (vv.12,13; He.1:1-2); no porque Cristo hubiera subido al cielo como Enoc o Elías sino que como Hijo del Hombre  e Hijo de Dios, que son títulos divinos; estaba allí y de allí “descendió” (vv.13,16,18; Dan. 7:3); y nadie más ha oído de Dios lo que él oyó, en ninguna otra religión se halla la verdad de Dios. 

Este pasaje está conectado con la conversación a Nicodemo a quien se le pide un nuevo nacimiento público, o sea que “venga a la luz” y muestre así que sus obras “son hechas en Dios” (vv.19-21). Juan tres dieciséis, muestra el amor de Dios para el mundo predicándoles la cruz de Cristo y llamándolos a cambiar sus obras. El autor recuerda como Moisés alzó una serpiente de broce sobre un palo y todo el que la miraba era curado del veneno de las serpientes (v.14). Mirar es equivalente a creer que aparece dos veces (vv.16,18). El mensaje central del evangelio es la cruz de Cristo (vv.13-18) que es como un levantamiento (v.13); de “Cristo y éste crucificado” y es presentado ante los ojos como “claramente crucificado” (Ga. 3:1). Y fíjese que la iglesia en el contexto del amor de Dios predicaba el juicio para los que no creyeran en Cristo y decía que quien lo rechazara ya estaba condenado a la destrucción, “el que no cree ya es condenado porque no ha creído” (v.18).

Y en tercer lugar hay una razón que explica por qué los hombres no creen en el evangelio. Dice el autor que no vienen a la luz para que no les reprendan, porque no quieren que se les reproche su forma de vivir y que se les examinen sus obras a la luz del evangelio. Por eso no lo creen, para esconder su conducta. El rechazo a la predicación no son objeciones filosóficas, y ni siquiera por miedo, sino que tiene que ver con la forma de vida, con razones prácticas: No quieren entrar a la iglesia para que sus obras no “sean reprendidas” (v.20). 

La iglesia apostólica exigía la “práctica de la verdad” (v.21) y no admitía a ninguno dentro de ella como el “reino de Dios” si no daba muestras de andar practicando la luz y la verdad y manifieste que toda su conducta está basada en Dios o “son hechas en Dios” (v.21). Eso no quiere decir que sus obras sean hechas en Dios antes de convertirse a Cristo y que porque se es así por eso cree. Nada de eso. Habla de la conducta que se puede ver en esa persona después que ha creído y anda con los cristianos. Mire la conexión que tiene la fe con las obras, “hacer”, “obrar” y “practicar” (vv.19,20), las cuales son el punto de enfoque de la predicación cuyo objetivo es que los hombres cambien sus malas obras por buenas; o sea que el propósito de la predicación en relación con el hombre es modificarle su estilo de vida. 

Los hombres son condenados por sus malas obras, porque se aferran a ellas y no quieren que ninguna doctrina les modifique su manera de vivir; quisieran que los dejaran pasar al reino pero como son, sin cambiar sus maneras y convertirse en una nueva criatura con todas las cosas nuevas. Con ese propósito predicó Juan el bautista y Jesús, y enseñaron a sus públicos a vivir conforme a la ley de Dios. Por lo tanto, el amor de Dios expresado en Juan tres dieciséis se muestra saliendo a donde están los pecadores y predicándoles sermones de arrepentimiento. 




Exposición 13


Un ministro inmune a los celos


Jn. 3:22-30  

22 Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba. 23 Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. 24 Porque Juan no había sido aún encarcelado. 25 Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación. 26 Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. 27 Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. 28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. 29 El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. 30 Es necesario que él crezca, pero que yo mengue”. 


Jesús bautizaba más pero no adjudicaba al bautismo ningún poder espiritual. Sabemos por los sinópticos (Mr.7:1-13), que Jesús no fue llamado “el bautista” porque su énfasis no estuvo en el bautismo. Más bien tenía en poco el rabínico ritual de la purificación con agua como ya lo había demostrado. Su bautismo no consistía sólo para arrepentimiento como enseñaba Juan pasando desde un símbolo ritual a una expresión doctrinal de la fe en él. Jesús bautizaba por medio de sus discípulos (v.22; 4:2).  Ya le había dicho a Nicodemo que el agua era un símbolo de purificación y que no hacía nacer de nuevo a nadie sino por el Espíritu (3:5-8).

Cuando convirtió el agua en vino en Caná lo dejó ver. Ya no hubo más agua en las tinajas. Fue cambiada por vino. Aquella agua la usaban “los judíos” para la purificación y él la cambió en vino que expresa felicidad y por su color es semejante a la sangre suya que limpia de todo pecado, como objetivamente lo explicó alzando la copa de vino diciendo, “esta copa es el nuevo pacto en mi sangre”. El agua fue sustituida por el vino, la ley por la gracia, y así nuestras “frecuentes enfermedades” curadas.

Una terrible oferta le hacen a Juan: que hiciera algo para detener el crecimiento en bautismo de un compañero suyo, Jesús, y para obtener eso tratan de sembrarle celos y despertarle la envidia. Eso le ocurre cuando el movimiento espiritual de Juan el bautista había llegado a la cúspide y comenzaba a descender y sus seguidores estaban alarmados que muchos de los militantes se estuvieran yendo para otro movimiento que parecía hallarse en su apogeo y era más atractivo y flexible que el de ellos en especial con respecto al significado que aquellos otros le daban al bautismo, el cual aunque era el mismo tenía un simbolismo mayor, centrado en la persona de su líder principal y su obra con un énfasis mayor en la fe que como una exclusiva y ritual señal de arrepentimiento.  Pero no hallaron a un Juan descontento y desanimado, todo lo contrario, ese era la clase de historia ministerial que había aceptado tener y para la cual nació, fue criado y educado.

Este es un pasaje extraordinario donde parece que dos fuertes liderazgos se enfrentan (aunque fue un solo judío el que vino con la queja), o por lo menos los seguidores de uno acuden a Juan para que haga algo dentro del grupo y crezca más que el otro, no decaiga su popularidad, despertándole los celos por el número (v.26), y si es posible haga alguna cosa contra el otro liderazgo que detenga su crecimiento. Pero Juan no era un predicador que media la voluntad de Dios para su ministerio por el número de oyentes que bautizara.

Por lo que parece aquí le sugieren que se retracte del buen testimonio que un día dio del otro y que diga alguna palabra desfavorable y haga que los que están en su grupo no se vayan con el otro, y atraiga los posibles nuevos prosélitos de Jesús y dejen de ir a oírlo y recibir su bautismo. 

Sin embargo la posición de Juan fue la de un verdadero siervo de Dios (1) que no le pidieran a él que fuera Cristo porque no lo era sino la voz de Cristo (v.28) y por lo tanto tenía sus limitantes, (2) que al él no le producía dolor el éxito de Jesús sino lo contrario, que le hacía feliz porque era amigo suyo y ya era bastante su honor encontrarse en la boda habiendo sido invitado por el Novio, para que él se entristeciera y lo envidiara. El éxito de Aquel otro predicador era su alegría (v.29), y (3) a él no le importaba que su nombre disminuyera y que su utilidad fuera tocando su fin, y sus oyentes fueran menos, que ajustara su liderazgo y ambiciones a la soberanía de Dios, que capacita a uno para una cosa y a otro para otra y determina desde “arriba” lo que cada ministro ha de hacer (vv.27,30). Juan era inmune a los celos y la envidia.


Exposición 14


Este evangelio no es de la tierra 


Jn. 3:31-36  

31 El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. 32 Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. 33 El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz. 34 Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. 35 El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. 36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. 


El título procede de los vv. 31, 35 donde el pensamiento permanece atado al comienzo mismo del evangelio y dice "el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios". El evangelio del Señor Jesús es de origen divino, no es terrenal, sino que procede del cielo y cada hombre está en la obligación de recibirlo o exponerse a la "ira de Dios" (v. 36). Y a pesar de eso casi nadie recibe su testimonio (v. 32), o como él mismo dijo: "todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer" (15:15). Es un evangelio de “salvación” y el que no lo obedece se condena.

La persona del Hijo continúa teniendo la preeminencia en este evangelio, y en este trozo me llama la atención de la dificultad en un mundo intelectual y relativista dar testimonio de la verdad y que ella "procede de arriba" y "está por encima del todos" (v. 31);  y que por esa soberanía les de ánimo para desafiar “todas las cosas” y  toda oposición e incredulidad (Mat.28:18-20),  para que “en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra y toda lengua confiese que Jesús es el Señor”(Flp.2:6-11); y así la recalca, la autoridad concedida por el Padre porque "ama al Hijo y ha entregado todas cosas en su mano" (v. 35). 

Y ese desafío cuenta con una fuerza, la convicción que es la pura verdad de Dios basada en su testimonio, lo que ha visto en relación con el Padre y Jesús y lo que él ha dicho de sí mismo y Dios lo ha corroborado, porque Dios nunca hubiera certificado un testimonio mentiroso, sino lo "ha visto y oído" (v. 11, 32, 33); por cuanto si procede de Dios que es "veraz" (v. 33), ese evangelio también tiene que ser verdadero y testificado a toda criatura aunque “nadie reciba su testimonio” (v.32). Si esas palabras las dijo el autor, significa que en su círculo nadie recibe su testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios, y “en el principio estaba con Dios y era Dios”; y sus palabras suenan como una especie de lamento, y dado que como es testigo ocular de todo lo que dice lo afirma, que Dios es veraz y Jesús “la vida” que le ha dado al Hijo (5:26).

Y si esa convicción no es suficiente hay un elemento extra que se halla en la comunión con Jesús, espíritu, no de cobardía sino de “poder y dominio propio” (2Ti.1:7); y que en él se encuentra “sin medida” (v.34), pero no en nosotros que siempre necesitamos subir un poco de la medida de todos los dones que poseemos (Efe.4:7). Y todo ese gran esfuerzo de testimonio es para lograr el fin de esa verdad que consiste en la obediencia, y el que no lo haga estará desafiando su soberanía y exponiéndose a su ira (v. 36) porque la desobediencia está implicada en las palabras "el que no cree", porque el fin del evangelio es la obediencia de aquellos a los cuales se les da testimonio. 




Capítulo 4

Exposición 15

Jesús le dice, estás equivocada en tu matrimonio 


Jn. 4:1-19

“Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan

(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),

salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.

Y le era necesario pasar por Samaria.

Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José.

Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.

Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.

Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.

La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.

Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?

¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?

Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;

mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.

Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.

Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;

porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.

Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta”.


La evangeliza diferente al súper cultural Nicodemo. Esta es una mujer inculta pero una criatura viva que no sabe cómo vivir y vive una vida equivocada; a la cual Jesús le da importancia y la trata de modo que cambie su matrimonio y para salvación de ella y muchos. Antes de eso miremos que Jesús atraviesa Samaria por ella. Los fariseos están incómodos con Juan por el rito del bautismo y porque les llama hipócritas y generación de víboras (1:25; Mat.3:7); y como la fama del Señor crece y los bautismos aumentan, Jesús decide irse de Judea para Galilea y toma de los tres posibles caminos, junto a la costa, por Perea y atravesando Samaria, éste último. El camino hasta la ciudad samaritana de Sicar (quizás Siquem) es largo y cansado, y se recuesta al brocal del pozo que según la tradición había hecho Jacob (no hay evidencia), esperando que los discípulos regresaran de ir a comprar alimentos y llegara alguien que le diera agua. Él sabe que ese alguien vendrá. Fíjese que Jesús no usa la forma común de evangelización preguntándole si cree en Dios, si se considera pecadora, si lee la Biblia, etc., sino más bien le pide un favor, un poco de agua, un tema por supuesto no religioso pero encaminado a cruzar la frontera racial y la enemistad entre dos pueblos tratándose como seres humanos. No se ofrece cortésmente a sacarle el agua, a hacer algo por ella sino al contrario que ella lo haga por él. Sería la primera vez que hiciera algo por Jesús. Es llamativo que no le dice, “sepárate del hombre con el cual estás o cásate con él si puedes”; pero en la sucesión de ellos le hace pensar que está equivocada y el número de maridos podría seguir aumentando. No le dice como a otros “arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados” sino “estás equivocada”. Cuando le pide que traiga a su marido y después le menciona los cinco que ha tenido le está señalando sus cinco fracasos matrimoniales y sobre todo con el actual que vive en una relación adulterina. Parecen divorcios porque si fuera por infidelidad de ella la habrían apedreado. 

La mención de su historia de amores, aunque pudiera hacerla sentir culpable la haría sentirse fracasada y equivocada. Puede que esa sea la intención del Señor, mostrarle su equivocación con respecto a cómo vivir. Y de eso ella se da cuenta porque tiene que haberlo pensado mil veces, pero sin saber cómo vivir de otra manera; y Jesús le enseña, que tiene enfrente la oportunidad de hacer el cambio y aquel vacío o insatisfacción personal que siente se llenaría y desbordaría con Espíritu Santo que es lo que el “agua viva” representa, una muy superior y forma de vida eterna. 

Jesús se le revela como profeta. Le ofrece la vida cristiana, una vida ordenada por Dios y santa; le propone vivir otra vida sin equivocación, con plena satisfacción si bebe del agua de vida que es el Espíritu Santo (7:37-39). Y se acabaría su insatisfacción matrimonial y su nueva vida comenzaría acompañada por un hombre mejor, con un enfoque superior de lo que es el matrimonio. No más vivir en “pareja” si se lava en el  “lavacro de la regeneración” (Tit.3:5)  y bebe de “un mismo Espíritu” (1Co.10:4; 1Co.12:13). Esa fue la forma práctica con que Jesús le cambia la vida de una mujer equivocada, como un auténtico profeta y mensajero de Dios que le dice, “estás equivocada en tu matrimonio”.





Exposición 16

Una forma de engañar a un evangelista


Jn. 4:16-24 

16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.


Nota que el tema del matrimonio es importante en la salvación en Cristo y debe estar asociado a la adoración y la doctrina. Es un mejor comienzo para una persona que posea conocimientos religiosos y no tiene una mente espiritual para comprender las metáforas del reino de los cielos. Es algo bueno que cuando la mujer conoce el evangelio procure compartirlo con su marido o con su “pareja” “novio” como hoy se dice a los que viven sin estar casados (v.16). Algunos dicen que el propósito del Señor no fue que trajera al marido, ¿por qué no? ¿No es mejor un problema de pareja tratarlo en pareja? De todos modos ella no podía presentarlo como su marido porque no lo era, o era de otra, o no estaban casados. Los matrimonios entre incrédulos y creyentes son tolerados por la Escritura pero no es el ideal sino que ambos crean (1Co.7:13). 

Fíjate que esa clase de conversación generalmente es dada de lado por la persona que uno trata de evangelizar, como sucede con esta mujer. Hasta ese momento aunque Jesús trata de hacerla reflexionar sobre su vida, y ella no lo entiende de metáforas, entonces el Señor pasa de hablar sobre el agua al matrimonio, y se ve que no le interesa dura poco el asunto (vv.17, 18), y al darse cuenta que es un profeta, vv.19,20, evita continuar con el tema y lo gira hacia algo más cómodo y menos íntimo, la forma y diferencia de culto, que es una forma de engañar al evangelista, y entusiasmarlo con el tema religioso y alejarlo de las faltas. Así entrando en un terreno religioso, eclesiástico o doctrinal trata de escapársele y evitar hablar de ella misma usando la tradición familiar como una excusa (v.20). 

Nota que el Señor no la enoja con un tema que ella no quiere oír porque si hace eso la pone a la defensiva. Es lo peor que puede hacer un evangelista, a no ser que hable con un fariseo. No empieza sacándole versículos bíblicos ni le dice, “¿qué pasa, por qué no quieres hablar de tu matrimonio?”. La deja que se vaya de la conversación y la sigue sin forzar el tema. Si lo que quiere es hablar de cristología o de adoración y templos, pues eso hará, es decir, él continúa por cualquier terreno que ella quiera llevarlo para huir o que más le interese. 

Jesús decidió decirle que su forma de adoración estaba equivocada, que no era la clase de creyente que decía y que Dios él no le aceptaba su adoración porque era ignorante (v.22), estaba contaminada teológicamente, y por lo tanto no había en ella salvación. Le hace entender que la adoración es una expresión de la vida cristiana y su fin es la edificación en la salvación, por cual tiene que ver mucho con su contenido.  

Con esa manera de pensar ya mucha gente, que  piensa que la forma de adoración no importa, que Dios las acepta todas. Pudiera ser que tengan alguna razón pero la forma de adoración, si no tiene experiencia cristiana ni doctrina sino que es solo letra, sin ese contenido, sí afecta la adoración,  porque el contenido es el núcleo de la adoración. La forma de adoración muestra no sólo lo que se siente sino lo que se cree; hay una doctrina detrás de ella o no la hay, y la doctrina refleja lo que somos. Dios no acepta cualquiera adoración si no tiene  las que desea (vv.20, 23).  

Y para evitar la hipocresía en la adoración le habla de hacerla fuera del local de reunión, en cualquier parte y que abarque todas las actividades de la vida y no esté  limitada a un templo, un día y una hora sino que sea “en espíritu y verdad”, no en palabras y sombras y forma de la vedad, sin sustancia, pero con un corazón sincero (Mal.1:11; Ge.5:24), y por supuesto, “para la gloria de Dios” (1Co.10:31). La doctrina tiene que ser incluida en la adoración porque a Dios se le adora doctrinalmente, o sea, correctamente. Los samaritanos aunque desde la época de la deportación tuvieron algún conocimiento del Dios verdadero, lo mezclan con prácticas ancestrales idolátricas como la adoración del fuego, a una paloma y a veces a ídolos. Jesús les enseña que el fin de la adoración es el acercamiento y glorificación del único Dios, y ambas cosas provienen de los judíos, de sus Escrituras y de su Mesías (vv.22,25). Y esa es una forma de engañar al evangelista



Exposición 17


Por qué sale corriendo como una flecha


Jn. 4:25-30  

25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. 27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él”.


Para evangelizar el mundo hay que ir dispuesto a cruzar barreras étnicas, religiosas y discriminación. Y eso es lo que Jesús hace, cruzar todos esos obstáculos y aproximarse a ¡una mujer! ¡Samaritana! Jesús traspasa libremente las barreras sociales en cuanto al trato con las mujeres (v.27). Los judíos no hablaban con ninguna mujer en la calle, ni siquiera con las suyas, porque eso estaba prohibido por la costumbre y los rabinos. No era decente hacerlo. Por eso al llegar los discípulos se sorprenden que lo hiciera  y comprenden la lección, que hay que enfrentar las críticas y cruzar las fronteras raciales, teológicas y sexuales, para cumplir con el deseo de Dios de salvar a los pecadores. Algunos de ellos están muy lejos de lo que somos y no tienen recursos de cómo llegar a nosotros pero nosotros sí los tenemos para llegar a ellos. Los discípulos llegan y cortan la conversación. Es una cosa buena no ser interrumpidos por nadie cuando nos hallamos evangelizando. 

De acuerdo al ejemplo de ella, observa que los verdaderos convertidos, especialmente en sus tiernos tiempos, son los mejores evangelistas. Esta mujer no conoce mucho del Señor, bien poco, pero eso no es un obstáculo; tiene algo importantísimo en la evangelización, entusiasmo y fe. Mientras más uno conozca mejor siempre y cuando el conocimiento no infatúe. Esta mujer cuando llega a la ciudad comparte su conversión y su evangelización es buena porque tiende más hacia fuera, a Jesús, que hacia adentro, ella. Fíjate en ese detalle. No es necesario contarle a la gente todo lo que hemos sido sino todo lo que es Jesús. No les dice lo que significa él para ella, lo que hace por él sino su descubrimiento como profeta y Cristo. Hay gente que parece sólo tener un Dios dentro y no afuera. Ella los acompaña pero no ve que intervenga en la conversación. Se queda callada y los deja a ellos que haga sus propias investigaciones y saquen sus conclusiones sobre Jesús. A esta mujer fue a quien le dijo que él era Mesías esperan (v.26); no a los peligrosos delatores judíos.

Esta señora sale disparada como una flecha y olvida lo que estaba haciendo, sacar agua del pozo, y deja el cántaro (v.28). El cántaro sería un impedimento para correr a “su público”, quiero decir a los hombres (v.28), como lo puede ser su compromiso amoroso, sus obligaciones, su baño, sus deberes culinarios, y los hijos. Hay quienes no tienen entusiasmo ni fe para dejar atrás un cántaro de agua y menos un título, un nombre, una casa o una fortunilla.  Ha hallado al Cristo y eso vale más que lo que deja atrás. Adam Clarke cuenta lo siguiente: “unos cien años después de Cristo se levantó un falso mesías llamado Barchochab quien decía serlo. Pero como los judíos creían que el mesías habría de leer perfectamente los corazones, lo sometieron a prueba. Les trajeron un grupo de personas desconocidas, unos eran villanos y otros decentes y les pidieron que identificara a cada cual, lo cual por supuesto, no pudo hacer. Convencidos ellos que era un impostor, le dieron muerte”.



 Exposición 18


Tenemos que aprender a conformarnos y dejar que otros continúen nuestra labor

Jn. 4:31-38 

31 Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32 Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. 36 Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. 37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores”.

Es muy simple el estudio de hoy e importante para los ministros y predicadores del evangelio que desean aprender de Jesús sobre este tema. La respuesta de Jesús a sus discípulos enseña que para un apóstol y ministro lo más importante es la predicación del evangelio, específicamente el ganar almas y cambiar vidas (vv.31-34), y que precisamente eso es lo que Dios quiere que todo haga porque esa es su voluntad, que ponga dentro de su oficio eso en primer lugar, aún por encima de sus necesidades básicas. El Señor dijo que ganar aquella mujer era más importante que comer. Espero que ustedes recuerden que la auténtica evangelización se hace con doctrinas y que esto que digo no es para sobreponer el trabajo al credo. 

Sin embargo nota que cuando un apóstol evangeliza la esencia de la predicación es la salvación, hacer que la gente mire hacia el otro mundo, hacia el juicio de Dios, la ira venidera, la segunda venida de Cristo, la resurrección de entre los muertos con un cuerpo incorruptible y glorioso, es decir, explicar escatológicamente las doctrinas de la fe y no sicológica y pragmáticamente cómo sacarle beneficio a la fe (v.36). Entonces la mayor recompensa que ha de recibir un apóstol y ministro es la cantidad de personas que reciban por su medio la vida, dicho de otro modo, cómo  les enseñó a vivir una vida cristiana de fe. 

Los apóstoles son enviados a un terreno ya preparado por el AT, los profetas, Juan el bautista y él mismo, que se ocuparon en sembrar la palabra de Dios. No necesariamente les estaba diciendo que sería fácil el ministerio sino que en la salvación de una persona pueden intervenir muchos; unos oran, otros siembran, otros dan buen ejemplo, etc., o sea que la labor de evangelización es un trabajo de muchos colaborando y haciendo su parte y ninguna es menos importante que la otra y generalmente incompleta. Por eso tenemos que aprender a conformarnos y dejar que otros continúen nuestra labor, y nos vamos contentos que por tal y más cual hemos hecho algo y lleva en sí mismo nuestra contribución en la salvación. El que siembra no debe entristecerse con el que segó el fruto de una labor ajena, así lo dice el Señor, y que los dos se regocijen juntos. Ese pensamiento es esencial para no hallarnos siempre lamentando lo poco que hemos hecho y lo escaso que ha sido el rendimiento. 

El trabajo de evangelización de la iglesia es un trabajo en cooperación y conjunto y cada uno recibirá la recompensa conforme a la responsabilidad que Dios le asigne, pero estemos seguros que todos estaremos contentos con el resultado, recójalo quien lo recoja. Dios sabe lo que ha hecho cada cual y cómo lo ha hecho. 

Y esa tarea de hacer que la gente se pregunte “¿qué debo hacer para ser salvo?” lleva mucho trabajo puesto que fíjate en el v. 38 que la palabra trabajo en una u otra forma aparece tres veces. A veces el obrero no alcanza ver resultados en un par de días, ni en cuatro meses sino en un año o varios; arando, sembrando, regando, sin que se note algo, sin que la semilla nazca. Entonces él va, se acuesta y espera, y todo sigue igual y parece que se ha trabajado en vano, que el esfuerzo ha sido por gusto sobre la ingrata tierra. Y ahí le caen encima mil desalientos con los cuales tiene que luchar para reponerse. 

En cuanto a trabajo se refiere cualquier aspecto dentro del oficio pastoral es difícil tanto como plantar una iglesia o sea como dijo Pablo, poner el fundamento para que otros edifiquen encima, o romper la tierra y prepararla para hacer la siembra. En eso consiste la gloria de un evangelista y pastor, no en sus títulos y ni siquiera en sus logros sino en sus trabajos (1 Co.15:10; 2 Co. 6: 5; 10: 15; 11: 23); y en todo eso el predicador según Apocalipsis 14:13 debe descansar sólo cuando ya no esté en la tierra sino en el cielo, esto es, cuando se muera. Sin embargo los discípulos pensaban que no había llegado el tiempo de evangelizar. 


Ahora bien, “el perito arquitecto” que pone el fundamento debe hacerlo con la ley y los profetas,  enseñar lo que es el pecado, lo que Dios aprueba y desaprueba, es decir enseñar la diferencia entre el bien y el mal, porque sin culpa y vergüenza no se debe asegurar los beneficios del evangelio porque la mejor forma de evangelización es una combinación de la ley con la gracia de Dios, de Jesús y Moisés, de la ley y del evangelio, que fue lo que hizo el Señor cuando le habló de su conducta pasada enseñándole que no estaba bien, que no había vivido bien (vv. 17-18). 

No es predicar para que la gente obtenga una forma de realización sino que sepa cuáles son sus pecados, como le dijo Dios a Jonás, que hay multitudes que no saben “discernir entre su mano derecha y su mano izquierda” (Jon. 4: 11). Y como he dicho, el evangelista debe tener en sí mismo esa combinación de profeta y apóstol, de Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, de Jesús y de Moisés  y cantar el cántico de ambos, “el cántico de Moisés y del Cordero” (Apc.15:3), es decir, de la ley y la gracia en la salvación. El evangelio no está completo sin la ley ni la ley sin el evangelio, por eso los dos que se llevan bien deben en la evangelización del mundo, andar juntos.



Exposición 19

No pida alguna señal para convencerse

Jn. 4:39-42

39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. 40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.41 Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”.


Jesús les había prohibido temporalmente a los discípulos que entraran en ciudades samaritanas (Mat. 10: 5) pero no él. A él  le era necesario pasar por Samaria (4: 4). Dice un comentarista que aquella mujer fue ¡el primer apóstol!, enviado a los samaritanos.  Observa que Jesús le dijo mucho más de lo que el historiador conoce porque ella dijo que le había dicho “todo” (v. 39) lo que había hecho. La fe nace dentro de un conocimiento de Dios y de uno mismo. Y el de Dios debe ser el primero para tener un correcto conocimiento de uno mismo. El conocimiento que un creyente tiene para salvación no es por lo que la psicología le dice que uno es sino lo que dice Dios que somos. Procura conocer al Señor y oye lo que dice de ti. 

Aunque son escasos los detalles, este fue el orden cómo lo conocieron: un hombre, un judío, un profeta, el Mesías, el Salvador. Vea cómo Jesús se le va revelando. Lo primero que la mujer vio fue un hombre que le hablaba a ella siendo mujer; después que ese hombre era un judío con quienes no había tratos, después se dio cuenta por lo que le dijo que se trataba de un profeta de Israel y por último aprendió que tenía posibilidades de ser el Mesías y con ese pensamiento en la cabeza corrió a la ciudad a decir lo que ha pasado. 

Este estudio me parece importante porque estos samaritanos creen de la misma manera que nosotros y que todos los cristianos (1 Jn. 4: 14), ya que el origen de la fe de ellos es el testimonio personal y la palabra de Dios. La mujer se convirtió, dio su testimonio, ellos lo creyeron y salieron en busca de Jesús. Todo creyente que adore a Dios en espíritu y verdad sabe que lo único que transmite fe en Dios es su palabra. 

Y ¿con qué clase de testimonio uno llega a creer en Jesús para salvación? Si usted traza una línea desde ella hasta todos los convertidos ve que la conclusión tiene que ver con la salvación del mundo (v. 42). ¿Cómo fue el testimonio que ella les dio? Fíjese que no se trata de lo que Jesús hizo con ella, ni siquiera el cambio sino lo que Jesús le dijo, o sea, que su testimonio no egocéntrico, no va dirigido hacia ella, a la maravillosa vida que ahora vive porque hacía sólo unas horas que había empezado, sino hacia lo que había descubierto en Jesús. Su testimonio es hacia lo que dice el Nuevo Testamento, hacia la palabra de Dios. Así los de Sicar fueron introducidos hacia Jesús no hacia ella, no querían ser como ella, que el Señor hiciera lo mismo con ellos, sino que cuando volvieron le dijeron que creían no sólo por lo que ella les dijo de él sino por lo que él les había dicho a ellos. 

En eso consiste la auténtica evangelización de la iglesia y el origen auténtico de la fe, no en lo que Dios ha hecho con otro sino en lo que conocen de Dios, no en lo que Cristo ha hecho en su vida sino en lo que Cristo ha hecho por su vida. No en el cambio sino en las doctrinas que produjeron ese cambio. Esa clase de evangelización es lo que está definiendo el tipo de creyentes que se forman hoy, basados en la conversión y no en la fe que la produjo, basados en lo que yo era y lo que soy y no en lo que él es. Siempre es mayor lo que Jesús hizo por mí que lo que hizo conmigo. 

Por otra parte note que según el relato la fe de ellos en él es de la más pura y sincera porque se origina en Jesús, no en un Jesús místico e incorpóreo sino en su palabra o sea con el evangelio y sin milagros. Si no se nombran milagros entre ellos es porque no fueron hechos, y no fueron hechos porque no fueron necesarios. Los milagros fueron obrados para que creyeran la palabra que se les predicaba y como aquí todo este avivamiento está asentado sobre la palabra de Dios y ellos la creyeron, nadie pidió alguna señal para convencerse. 

 



Exposición 20

Dejemos la oración sujeta a los deseos de Dios

Jn. 4:44-54 

44 Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia tierra.45 Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta; porque también ellos habían ido a la fiesta. 46 Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47 Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. 48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis. 49 El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51 Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52 Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. 53 El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. 54 Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea”.


Comencemos por la parte oscura de la fe de este creyente, o sea por los defectos de su fe. En realidad, ese trabajo no me gusta porque es hallarle defectos a un hombre que por la fe que tuvo se sanó su hijo. Sin embargo, Jesús se lamentó que estuviera colocada en un lugar erróneo, los milagros (v. 48); y no sólo él sino muchos. Este hombre se piensa que fue “Chuza, intendente de Herodes” y esposo de Juana la que ayudaba a Jesús con sus recursos (Luc. 8: 3),  vio el milagro que Jesús obró en su hijo enfermo pero no creyó por la señal sino por la palabra que Jesús había dicho antes que él lo viera, “creyó la palabra y se fue” (v. 50).


 La oración de este hombre estaba limitada por su entendimiento o mejor dicho por su desconocimiento, puesto que le pidió a Jesús que “bajara” a su ciudad (15 millas) y lo tocara (v. 47) porque si su hijo traspasaba la barrera de la muerte ya no podría hacerse nada por él, era irremediable (v. 50). Si le hubiera conocido mejor sabría que Jesús no tiene que moverse de donde se halla, para hacer un diagnóstico porque su palabra es vida y con decirla es más que suficiente, se halle en el extremo del mundo o en el cielo. Si nos fijamos vemos que el joven se sanó sin palabras porque cuando el Señor dijo “ve que tu hijo vive” (v. 50) ya se encontraba sano; por lo tanto la sanidad hay que situarla en los deseos de Dios, en su voluntad. Quiso, y hecho. Lo que dijo fue un anuncio de que ya estaba sano. Hacemos bien en estudiar mejor la persona de Jesús y cuando pedimos algo dejemos la oración sujeta a los deseos de Dios.

Por otra parte, en este caso y en otros muchos, se ve que los milagros obrados por Dios son confirmables. Fíjese que el evangelista ni Jesús se disgustaron ni se opusieron a que este hombre al presenciar el milagro buscara confirmación para estar seguro que fue Jesús quien lo había sanado y no que su organismo por sí mismo había sido fortalecido por los medicamentos. Dios puede obrar por medios químicos, pero sin ellos también. Por eso preguntó la hora cuando el joven empezó a ponerse bueno (v.52). Y eso está bien. La comprobación de un milagro es algo legítimo y no contrario a la fe. Lo que a Dios no le gusta es que se dude si lo puede o no hacer, pero no que se investigue si lo hizo o no. Y ese es el método para no ser engañados por el diablo y sus charlatanes. El método los desenmascara. Juan cuenta esto como otra “señal” que Jesús hace para dar fe en su doctrina. La intención de la señal no era concentrar la atención en ella misma sino llamar la atención hacia el que la hacía. 

Conociendo un poco más sobre Jesús uno se da cuenta que el milagro no es su método favorito para dar fe en Dios sino la comprensión y asentimiento de su Palabra. En la manifestación de su poder en las señales uno nota que más que prodigarlas se mostraba renuente a hacerlas y las hacía a veces como a regañadientes (Mat. 17: 17). Jesús por un tiempo ofreció esas credenciales para que creyeran en él (14:10-12). Yo estoy seguro que las señales para dar fe en él fue un método transitorio usado por él hasta que el cristianismo tuviera el Nuevo Testamento, o sea un compendio cognoscitivo de su persona con el cual pudiera conocerlo y creer. La literatura cristiana, de la buena, es más útil para el mundo que todos los milagreros juntos. 

La complacencia del Señor estaba en que creyeran su palabra, que no dudaran de ella, y ese es su gusto, que su pueblo crea leyendo la Biblia, estudiándola y escuchando buenos sermones bíblicos. Hay dos tipos de gente que para creer son bien como los judíos o como los griegos. Los judíos siempre han pedido “poder” para creer, o sea milagros, y los griegos sabiduría (1 Corintios 1:22). 

El método de Jesús para que obtengamos la fe es el conocimiento y en ese sentido la fe evangélica se halla más cerca de los griegos que de los judíos (1 Co. 14: 15, 20; 2 Co. 2: 14; Flp. 3: 8).  El conocimiento está más relacionado con la Palabra, es decir con el evangelio, con la Biblia o sea, hay más posibilidad de genuina fe en la adquisición de conocimientos bíblicos que en la misericordia de Dios mostrada con sanidades, lenguas o resurrecciones. El conocimiento está más cerca de la salvación que cualquiera señal. En el relato de la mujer samaritana y los otros ciudadanos vimos lo mismo que en este oficial, que ellos no habían creído por señales (4: 39) sino por un montón de sermonesY cierro por donde empecé: cuando pedimos algo dejemos la oración sujeta a los deseos de Dios diciéndole, “no como yo quiero sino como tú” (Mat.26:39).



Capítulo 5

Exposición 21

Fue una leyenda o superstición hecha historia, o historia en sí

Jn. 5:1-9 

“Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día”.

Estudiosos del lugar afirman que las aguas de este estanque estaban conectadas con el templo y se usaban en los sacrificios. Pero los judíos nunca las tuvieron como aguas sagradas sino simplemente agua para beber. Los cinco pórticos son como portales, y se le llama puerta de las ovejas, muy citada por Nehemías (3:1; 3: 32; 12: 39), porque por ahí entraban esos animales para los sacrificios.

Primero vamos a mirar unas notas sobre la exégesis del texto. Me parece útil e interesante que empecemos por la confiabilidad del texto; o sea si lo que se escribió fue una leyenda o superstición hecha historia o historia en sí. Fíjese que no hay una presentación visible de algún ángel sino del movimiento del agua (v. 3); y el v. 4 es su explicación, que pudiera ser la inserción de un copista porque no aparece en algunos importantes y antiguos manuscritos, o del evangelista mismo. Si fue insertado como una nota marginal, lo cual puede suceder y después añadido al texto, no es erróneo lo que dice porque en el v.7 el enfermo afirma que hay un movimiento del agua, y que si fuera por causa del viento es posible que fuera tomado como un aleteo angelical, y máximo cuando por el descenso se obtenía sanidad. En ese caso sería una especulación teológica pero no una mentira, más bien una explicación porque la sanidad, sin que las aguas fueran medicinales o mágicas, era obtenida. Además de esto el silencio de Jesús se puede tomar a favor de la presencia de Dios en aquel lugar y no de una superstición sin fundamento. Por lo tanto, incluyo el v.4 como cierto, esté en el original o sea una interpretación posterior. Es una pagana superstición de hoy en día, la adoración de los ángeles, por medio de los cuales Dios ejerce su providencia y sirven para ministrar “a los santos” o castigar a los rebeldes, y que neciamente los paganos han tomado para rendirle culto (Col. 2: 18).

Ahora unas notas sobre la restricción o amplitud de un milagro. Los milagros hechos por Jesús además de mostrar su compasión por la gente, siempre fueron señales y se puede agregar que fueron selectivos y tenía planes. El Señor lo revelara o no, tenía algún propósito en mente unido a su compasión y debido a eso es que hacía su selección o sea, que había una sabia elección. Este caso lo enseña, muchos eran los enfermos que rodeaban al paralítico. Los cinco pórticos estarían llenos, y Jesús ignoró a la mayoría y escogió a uno solo para efectuar su plan de hacer una sanidad sabática y enviar el mensaje al pueblo y a los fariseos que el sábado fue hecho por el hombre y no a la inversa (Mr. 2: 27), como así ocurrió. Por eso he dicho que había un plan y para conformarse a él hubo una selección y la selección muy atinada puesto que era el peor enfermo del grupo y además poseía  una cama para echársela al hombro y violar el mandamiento de la tradición de los ancianos, cosa que Jesús pretendía (v. 9; Mat. 15: 3; Mr. 3: 4). Aunque hay casos cuando sanaba a todo el mundo, lo único que parece es que su único propósito era mostrar su divino poder (Mr. 4:24; 5: 30; Luc. 6: 19). Ese era su plan. Y en la adquisición de la fe vemos la misma regla: La selección de nuestras personas en preferencia a otras, no porque seamos mejores, habiendo muchas alrededor, sino con el propósito de glorificar su gracia en nosotros. Podemos decir que tiene un plan con nosotros y que ignoramos muchos de los detalles, su alcance, duración y lugar, que nos va dando a conocer poco a poco, y con todo, puede tener aspectos incomprensibles que hay que acatarlos porque es su voluntad. Amén. Y todo eso fue dicho y hecho por medio de su palabra porque era su deseo. Así que el caso es histórico y Jesús no lo condenó como superstición.



 Exposición 22

Un buen comienzo para evangelizar

Jn.  5:10-14 

10 Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. 11 Él les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 12 Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13 Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 14 Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor”

El título tiene que ver con la segunda parte de esta exposición. La primera en relación con la vida humana y el culto religioso. Los judíos daban mucha importancia a las ceremonias religiosas y dentro de ellas se hallaban las reglas acerca del sábado. En realidad cargaban muchísimo la vida religiosa de los creyentes. Ser religioso con ellos equivalía a estar preso. Especialmente el sábado dejaba de ser un deleite y el día que menos humano uno podía sentirse.  En cuanto a este asunto de cargar la cama, es cierto que los judíos tenían prohibido cargar una cama en sábado (Neh. 13: 15). 

Pero Jesús enfoca la creación del sábado de modo distinto a ellos. Para él el sábado, o sea las ceremonias religiosas no son más importantes que los adoradores, un ser humano vale más para él que un grupo de preceptos externos. Y con esa filosofía que es lícito hacer bien el sábado, él hace su trabajo (Mat. 12: 10-13). Los mismos judíos tenían instrucciones de hacer bien en sábado, “si una bestia se cae en un canal, en una zanja o en una cisterna con agua, le está prohibido al hombre sacarla con su mano pero pudiera alimentarla hasta que pase el sábado” (Gill). A ellos les importaba más que aquel hombre no violara el sábado que su salud. Cuando el sanado les cuenta que lleva la cama por orden de quien lo sanó no se interesan por el milagro ni el poder de Dios, ni disfrutan la sanidad de ese señor, sino por quién fue el que se atrevió a violar el sábado. Para ellos convertir a una persona en religiosa es más importante que como ser humano.

Ese es el principio que Jesús usó y al cual apeló entre los fariseos escrupulosos, y por otro lado le dio más valor al hombre que a las ceremonias religiosas o sea, el sábado no es solamente para descansar e ir a estudiar la ley a la sinagoga sino para servir al prójimo. Quizás con comidas, visitando viudas y enfermos, etc. Por eso enfáticamente dijo que el “sábado fue hecho por causa del hombre y no el hombre por causa del sábado” (Mr. 2: 23-28). En eso consiste el valor  humano del cristianismo que enfáticamente acentúa inculcar los principios de la relación con Dios más que las formas de culto de la adoración, y lo coloca sobre las ceremonias del judaísmo. Usar como pretexto los mandamientos de Dios para no ayudar al prójimo es algo que Jesús desaprobó cuando dijo aquello de “es corbán” como si ayudar a alguien fuera una alternativa para adorar a Dios (Mr. 7: 8-13). Ese es uno de los errores de la iglesia actual, relegar la muestra de humanidad al prójimo después de costumbres y prácticas religiosas.

Además de eso hay otra observación. Jesús no le dice que lo acepte como su Salvador, que le “reciba en su corazón”. Esa frase muy común hoy tiene que pronto ser sustituida por la instrucción porque según el NT “recibir a Cristo” es la aceptación de sus enseñanzas y señorío. Por otra parte “el corazón” en la Biblia no es otra cosa que mente. La conversión no debe ser sólo emocional sino primero reflexiva. La evangelización de Jesús a este hombre tendió a que parara de pecar y si lo seguía haciendo le menciona la consecuencia de sus vicios; y eso me parece que nos enseña un buen comienzo para evangelizar, el hacer reflexionar al pecador que el pecado no compensa, que espere del pecado siempre cosas malas y cada vez peores, y por supuesto que una vida ordenada según los mandamientos de Dios es provechosa y segura. 

Con esa forma de evangelizar se le induce a convertirse con dos requisitos en el tema: que acepte un estilo de vida conforme a la Escritura y a que huya del pecado por causa de las consecuencias. Y al explicarle las consecuencias decirle que es una forma de castigo de Dios aquí en la tierra pero que no es todo porque hay un juicio delante de Dios donde todos debemos comparecer, y con eso se le comunica un elemento indispensable para la conversión y mantenimiento de la vida cristiana: el temor de Dios. Es un buen principio como he dicho, pero eso de hacer evangelización invitando a la persona para que vaya al culto y oiga un sermón es algo, pudiera resultar en la conversión de una persona si ya está preparada por Dios pero si no es así, es como dijo Agripa, muy poco para convertirse en cristiano (Hch. 26: 28).



Exposición 23

La Santa Trinidad no triplica a Dios

Jn. 5:15-19 

15 El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. 16 Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo.17 Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. 18 Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. 19 Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”.

Todos los comentaristas son neutrales o están a favor del testimonio de este hombre; y si por lo que dijo persiguieron a Jesús (v.16), esa no fue su intención, sino lo contrario, darle su debido mérito y honor entre ellos, aunque falló porque ni le prestaron atención a su sanidad sino al hecho que llevaba cargada una cama en día sábado. Así siempre pensaron en los evangelios, yendo desde la ley hacia Jesús y no a la inversa como se debe hacer en toda exégesis de las palabras y obras del Señor, yendo desde él hacia la ley, no desde Moisés hacia Jesús sino desde Jesús hacia Moisés. 

O sea, que si se le culpa a él de violar el sábado tienen que culpar a Dios que lo hizo junto con él. Con eso es con lo que los escribas y fariseos se enojan, no esencialmente que mezclara a Dios en sus asuntos y que se refugiara detrás de él para defenderse de las acusaciones, sino porque se estaba llamando Hijo de Dios en un sentido distinto a como lo son los ángeles o todos los seres humanos como criaturas o por adopción (Ga. 3: 26), sino Hijo de Dios engendrado como lo definen las declaraciones teológicas y que explicaremos al llegar al capítulo 10. 

Es el apóstol Juan el primero que comenta que Jesús al definir su relación con el Padre está definiendo su naturaleza divina (v.18), cosa que tanto los cristianos como los judíos que no lo son siempre lo han entendido así por sus palabras (10: 33). Así que la divinidad de Jesús no sale de los labios mentirosos de los judíos sino del auto definición del Señor y es además apostólica, porque eso fue lo que inculcó a sus santos apóstoles y que gracias al Señor a pesar de sus muchos detractores ha pasado a la historia como una doctrina ortodoxa. 

El ejemplo que saca Jesús es completamente filial porque dice lo que comúnmente conocemos que el hijo aprende de su padre y lo imita, y por eso hace las mismas cosas porque es su padre es  su hijo, y ambos de la misma naturaleza (v. 19). Jesús no enseñó todos sus atributos divinos en una sola ocasión sino poco a poco. Aquí les habló sobre su sustancia divina y su indestructible relación con Dios el Padre y un tiempo después les habló sobre su preexistencia (8: 56-59).

El asunto de la violación del sábado quedó disminuido y como en un segundo plano por la enseñanza teológica de esa doctrina que consideraron una blasfemia dentro de la teología monoteísta judía, su divinidad. Jesús no dijo que él era Dios sino Hijo de Dios, que natural y esencialmente es lo mismo pero con diferente individualidad, incluyendo dentro del monoteísmo una segunda Persona, él. 

Eso los judíos no estaban dispuestos a admitirlo, que un hombre y por supuesto un mortal pecador, dijera que era Hijo de Dios, del Dios eterno, Invisible, Omnipotente, creador del cielo y de la tierra. Está loco, “fuera de sí”, está endemoniado o blasfema (10: 20; Mr. 3: 21). Jesús no enseñó esa doctrina mencionando su nacimiento porque eso los judíos lo juzgarían como paganismo, sino por el testimonio que Dios daba de él acompañándolo en sus milagros, oraciones, y especialmente levantándolo de los muertos y ascendiendo al cielo. Dios  le daba su aprobación y era su coadjutor. Por eso dijo que si no aceptaban sus declaraciones que pensaran en sus hechos (14: 11); y aun haciendo eso ellos le dieron otra explicación, que sus milagros tenían como fuente a Satanás (Mat. 12: 24). La resurrección fue el sello de todas sus declaraciones. En ningún modo estaba rompiendo el monoteísmo judío sino enseñando que el Dios único existía en al menos por ahora en dos personas distintas, Padre e Hijo, que esencialmente eran iguales. Ese es el principio para la evangelización de los judíos, demostrarle la veracidad histórica de los evangelios y que la Santa Trinidad no triplica a Dios sino que lo explica con pluralidad como enseñó el mismo Antiguo Pacto en su nombre Eloim y otras declaraciones. El conocimiento y aprobación de la divinidad de Jesús es posible si se estudia bien el Nuevo Testamento, lo que la iglesia creyó y explicó y la constancia hallada en los evangelios.

En conclusión, si Jesús hubiera sido un loco o un blasfemo, Dios no hubiera testificado a su favor, y ese fue el centro de explicación de Jesús, la comunión que ambos tenían y de la cual echó su falta cuando estaba expiando el pecado de su pueblo, “Padre ¿por qué me has desamparado?”. Y es precisamente indispensable la enseñanza de esa doctrina para explicar la sustitución y amor de Dios tanto por el Hijo como por nosotros. 



Exposición 24

No es primeramente cambiar una vida triste por una alegre 

Jn. 5:20-30 

20 Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. 21 Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. 22 Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. 24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. 25 De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. 26 Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; 27 y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. 28 No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. 30 No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”.

Me parece que agrupándolos bajo este encabezamiento es más fácil estudiarlo y recordarlo. Jesús les quiso transmitir a los discípulos esperanza sobre el futuro de su iglesia cuando dijo “obras mayores que estas le mostrará” (v.20), porque con la venida del Espíritu Santo presenciarían obras mayores que las que él hasta ese momento había hecho, con muchas señales por medio de 5ellos, y muchas conversiones a la fe. 

Creo que el evangelista tuvo el propósito de elevar la importancia de Jesucristo en el culto, la predicación de la iglesia y en la resurrección de los muertos para que se le honre a él del mismo modo que al Padre, “para que honren al Hijo como honran al Padre” (v.23); o sea, que según aumentara la revelación de sí mismo y conociéndolo más podrían adorar al Hijo con la misma adoración del Padre, o sea como Dios. Los judíos entendían eso porque según ellos se estaba “haciendo igual a Dios”. Todo ese estudio de la Persona de Jesús nos conduce a donde el evangelista quiere, la encarnación de Dios en el Hijo.

El evangelista enseña la importancia de que Jesucristo sea alzado en el culto y  la predicación del evangelio porque es el medio para pasar de un estado de condenación a uno de salvación por medio de  la predicación doctrinal de la palabra de Dios, y dice “el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida” (v. 24).  Y en otro sitio dijo “si fuere alzado a todos atraeré a mí mismo” (3:14; 12:32), que es la cruz y la predicación de ella. Por eso la predicación de la palabra de Dios tiene que girar alrededor de la cruz y ser explicativa para que el culto a Dios sea “racional” o “lógico” (Ro. 12:1) que es como debe ser. Y así hace un contraste con la predicación  emocional de hoy en día. Más que emocional la predicación de la cruz de Cristo es racional, doctrinal porque es el juicio de los pecados.  

La importancia de Jesucristo en la salvación de los pecadores incluye su importancia en la resurrección espiritual de ellos y la resurrección física. Aunque el contenido de esta porción está diversificado, si tomo el primer versículo como guía del asunto de los otros, Jesús estaría diciendo que en el futuro tendrían lugar muchas resurrecciones espirituales y también muchas resurrecciones corporales y como pueden observar se confunden la una con la otra y donde se menciona una, como dicen los comentaristas, se puede interpretar la otra porque así es en la salvación para vida eterna, que no existe una sin la otra. Compare los vv. 21,24,25 con los vv. 28,29. Eso subraya lo que ya sabemos que la resurrección corporal es precedida por la  “primera resurrección” (Apc. 20:5,6). Sin él no hay esperanza en ambas resurrecciones porque él es el único que tiene vida en sí mismo.

Cuando la iglesia evangeliza a los pecadores muertos en sus delitos debe saber lo que encierra la resurrección espiritual o un cambio “de muerte a vida” (v.24); que no es primeramente cambiar una vida triste por una alegre sino de un estado de condenación a uno de justificación y perdón. No es un cambio de tristeza por otro de alegría. Es como un acusado que es absuelto, un reo que sale en libertad, un deudor a quien se le perdona la deuda. La salvación es un asunto jurídico y antes que haya una regeneración o cambio personal en el individuo. Todo eso pasa cuando Dios es el juez pero ha dado todo el juicio al Hijo, quien es nuestro Abogado defensor (1Jn. 2:1). Esa es una de las mejores explicaciones que la iglesia puede dar al mundo cuando lo evangeliza.

Cuando así predica seguramente que obtiene una membresía santa y que anda en el temor del Señor. El ingrediente de temor de Dios fue fundamental en la evangelización apostólica (2 Co. 5:11). En todo el texto se oye la voz del juicio de Dios tanto en la resurrección espiritual como la resurrección del cuerpo cuando los que yacen en los sepulcros han de oír la voz suya y saldrán del polvo de la tierra. Esa es la esperanza con temor de Dios que transmite la iglesia en su culto y sus predicaciones, que los muertos se levantarán de la tierra cuando ellos escuchen en sus tumbas la misma voz que oían cuando estaban vivos y vivían en santidad (v.29). Y le digo con verdad, “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”, que no es primeramente cambiar una vida triste por una alegre Amén.



Exposición 25

Para qué Dios nos da la Biblia


Jn. 5:31-40 

31Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. 33 Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad. 34 Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos. 35 Él era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz. 36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. 37 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, 38 ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. 39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida”.

Jesús les dijo a los enemigos que si él sólo testificaba de sí mismo su testimonio no era aceptable (v.31), pero ya para nosotros sí, lo que él diga es cierto. No obstante para hacer una buena apología a favor de él hay que tomar lo que “la gente decía de él” (Mat. 16:13),  y más que ellos lo que Dios dice de él. Y la apologética cristiana también toma en cuenta lo que los apóstoles dicen y los llamados “padres de la iglesia”. Todos concuerdan que es Hijo de Dios.

Sin embargo, aunque Jesús usó tres testimonios, al que más importancia le da es al de Dios, porque él le envió para hacer ciertas obras que está haciendo (v.36) y confirman que es un enviado por Dios, o sea, afirma que el Padre lo ha enviado al mundo (10:36), que es Hijo de Dios y en todo eso en el contexto de una discusión sobre su divinidad. Si tenemos en cuenta eso, y que lo que les dice en los vv.36-37, que ellos no han oído su voz ni visto su aspecto pero él sí, nos damos cuenta que el ser enviado al mundo se refiere a más que profeta, como Hijo de Dios, y enviado no desde Nazaret donde comienza su profesión sino desde “la magnífica gloria”. Este asunto de ver a Dios está latente en este evangelio y se le relaciona con la palabra de verdad que dice, lo que oye junto al Padre, o sea con la revelación (1:18; 8:38; 17:5); y eso sin contar el deseo de Tomás de ver al Padre, porque ese deseo fue originado por las afirmaciones de su Maestro que él viene del cielo (14:8). No son las obras de un simple profeta sino del Profeta, el Mesías, el Hijo del Hombre, el Hijo de Dios.

El segundo testigo que les presenta en su defensa es el de Juan el bautista. Ya sabemos que los judíos se niegan a juzgarlas como señal divina y ni siquiera como señal de que fuera un profeta o el Profeta (1:21; Mat. 21:11, 46).  Ellos tienen a Juan el bautista como un profeta enviado por Dios, y como tal no pueden dar un doble falso testimonio, que cuando lo bautiza oye la voz de Dios que dice “este es mi Hijo Amado”; y Dios le dice que se lo mostraría viendo al Espíritu Santo descender como paloma sobre él. Con esos dos testimonios del profeta Juan ellos deben seguirlo como hicieron algunos apóstoles. Pero no lo siguieron.

Y el tercer testigo que para nosotros contiene el de los otros dos es las Escrituras, que todos ellos examinan porque están convencidos que encuentran en ellas palabras de vida eterna (v.39), y precisamente ellas dan testimonio que es el Hijo de Dios, el que ellos están esperando y que no vendrá “algún otro” como le dice a Juan porque él cumple bien las Escrituras, “los ciegos ven, los cojos andan, los muertos son resucitados y a los pobres se les está predicando el evangelio” (Mat. 11:2-6). 

Esto convence a Juan y debe convencerlos a ellos porque como bien razonan, que Jesús el profeta de Nazaret tiene que ser el Cristo porque es imposible que otro pueda excederle en poderes (7:31). Y me parece que reveló su identidad divina para que los que la crean sean salvos (v.34) y cuya salvación la pueden obtenerla dentro del contenido de su libro sagrado si en ellas encuentran a Jesús y creen en él; entonces hallan la vida eterna. ¿Cómo es que dicen algunos que se puede ser salvo aunque no se crea en la divinidad de Cristo? Alegan esos que uno  no es salvo por medio de doctrinas sino por Cristo que murió en la cruz. Es cierto que somos salvos por su muerte pero las doctrinas son las que nos dicen quién fue el que murió allí. No sé éstos pero aquellos judíos rechazando su divinidad echan afuera todas las otras doctrinas y por esa nada más lo consideran un impostor. Y si aquellos judíos escudriñan la Escritura buscando en ella la vida eterna, es porque eso es lo que hay que buscar en ella, para eso es que Dios nos da ese libro, y debe ocupar el primer lugar su escrutinio en el culto de la iglesia y en la lectura de ella.


“Mirad cómo oís” y “¿cómo lees?”

Exposición 26

Jn. 5:41-47 

41 Gloria de los hombres no recibo. 42 Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis. 44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? 45 No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. 46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?”. 

El título de esta exposición es una combinación de dos textos de cómo leer la ley de Moisés (Lucas 8: 18; 10:26). Los escribas y fariseos ciertamente la leen y hasta se la aprenden de memoria, sin embargo tienen dos fallos en eso, no son penetrados por el amor de Dios, es decir, no les produce ningún cambio en sus vidas que muestre que aman a Dios y al prójimo, o sea, la simple lectura de la Escritura no los convierte porque siguen iguales y sus vidas intactas. Y ¿eso por qué? Porque no son alumbrados sus ojos por el Espíritu Santo y sin esa luz la verdad íntima de Dios no les salta a la vista, no pueden acomodar lo espiritual a lo espiritual y aunque busquen la vida eterna no buscan vivir con esa esperanza, o sea, toman de la ley y los profetas lo que tiene que ver con las ceremonias y el culto pero  que no tocan sus particulares pecados. 

Y a esa oscuridad se le añadía el mal uso que hacen con los comentarios de la Escritura dándoles más importancia a lo que ellos dicen que a la Escritura misma, hasta el punto que aun cuando discrepan no les importa. A ese error se refiere Jesús cuando les dice que la tradición de los ancianos invalida el mandamiento de Dios (Mat. 15:2-6) porque la tienen como dada por Dios y paralela a la Palabra de Dios escrita. Con la misma autoridad. El Talmud usado por los judíos es precisamente eso, esa ley oral que dicen ser la misma ley escrita. La iglesia católica hace lo mismo con la tradición, la cual tienen a la misma altura que la Biblia. Y así otras denominaciones como los Adventistas con los libros de Helen White, los mormones con los de José Smith y los Testigos de Jehová con Russel.

Es una desgracia para los lectores de la Escritura de esa forma, porque se exponen al juicio de sus autores, como en este caso Moisés, o sea no sólo invalidan lo que ellos escribieron en el Espíritu Santo, sustituyéndolos por otros no inspirados por Dios sino porque esa forma de leer la Escritura no genera fe y la persona permanece en la incredulidad, porque cree menos y a veces lo opuesto a su significado real, al cual no llegan porque son manejados por otras mentes que no es la de Dios, y no adquieren comunión con el Señor y por lo tanto no adquieren la vida eterna la cual andan buscando, si es que verdaderamente la desean cuando empiezan a estudiarla. Eso nos quiere decir que tenemos que esforzarnos por obtener una buena exégesis de los pasajes de la Biblia y una de sus leyes principales en la interpretación es conocer exactamente lo que sus autores quieren decir porque si nos equivocamos y decimos que dijeron esto y no es esto sino aquello, esos es dar falso testimonio y ellos se convierten en nuestros jueces, es decir, sus mismos libros son nuestros jueces. Es una gran lección para los creyentes que no se esfuerzan mucho en entender la Biblia y no la estudian con temor y temblor para hallar su significado y la leen corriendo o no se preocupan mucho por la clase de maestros o pastores que les instruyen y se pasean de iglesia en iglesia buscando cualquiera otra cosa menos un buen intérprete de la Escritura. Lo contrario a cómo obraron los apóstoles cuando Jesús les dijo que si querían podían irse con otro maestro (Jn.6:68).

Y otra lección que aprendemos es tratar de hallar palabras de vida eterna aún en aquellos pasajes donde no parece haberla, como por ejemplo en los diez mandamientos, en la construcción del tabernáculo, en los sacrificios, etc., o dicho de otro modo, en los textos que contienen en sombras y símbolos al Señor Jesucristo y la salvación. ¿No hemos leído como Pablo halló una alegoría entre Agar y Sara para hablar del pacto de gracia y el de obras? ¿No leemos eso mismo en el autor de Hebreos cuando describe el sacerdocio de Melquisedec y la composición del tabernáculo? O sea, el Antiguo Testamento tiene que ser un libro de estudio y aprender de él todo lo que ha dicho no expresamente, sino ocultamente, de Jesucristo. Y es la forma correcta, preguntarle a Moisés qué dijo de Cristo  y no a Cristo qué dijo de Moisés.  

Y dentro de los escritos de Moisés se halla el relato de la tentación de Eva, el diálogo con la serpiente y el pecado de Adán, y por supuesto la creación del mundo en seis días. Si no creyereis eso tampoco creeréis los milagros del Nuevo Testamento porque sus autores creen esas historias y las consideran palabra de Dios. El apóstol Pablo cree en la historia de la serpiente y que ella le habló a la mujer y la tentó. No creía que se tratara de un mito o una leyenda sino del origen de nuestra perdición (2Co. 11: 3). Jesucristo se refirió a la serpiente levantada en el desierto la cual el pueblo con solo mirarla se curaba (3: 14); y creía en el sustento del pueblo mediante la caída de maná desde el cielo (6: 31,49,58).

Y está claro que los escribas y fariseos y todos los suyos no podían recibir a Jesús porque tampoco recibieron a Moisés del cual falsamente se gloriaban. Las cosas que ellos le exigían a Jesús que tuviera para recibirlo, Moisés tampoco las tenía, gloria humana; la gloria de Moisés no era de los hombres; no se la dio el ser hijo de la hija de Faraón ni la educación en la sabiduría de los egipcios, porque cuando esas cosas quiso usarlas para salvar a su pueblo, ellas no le sirvieron; lo que fue e hizo fue por la gracia de Dios; y salvó a su pueblo porque lo salvó con Dios y no por él mismo y con gloria humana. No ha habido un hombre más teocrático que Moisés ni otro que haya procurado más glorificar a Dios que él. Su gloria no fue otorgada por su pueblo sino por Dios. En todos los libros donde se habla de Moisés se ve el gran contraste que hubo entre él y su pueblo. Fueron salvos por él, porque los forzó, porque oró por ellos, fue su mediador y sacerdote, porque les dio la ley para que conocieran el pecado, y les dio el medio de reconciliarse con Dios y los enseñó a vivir por fe.  Moisés quiso hacer del pueblo una iglesia y ellos querían ser como los otros pueblos del mundo, no una iglesia, sino con los dioses del mundo y con un rey como los del mundo. Y continuamente lo intentaban. Moisés fue un líder impuesto por Dios y no elegido por ellos. Si no hubiera sido por Dios ellos se hubieran desecho de él y lo hubieran cambiado por su hermano Aarón o por Coré u otro cualquiera. En realidad a ellos no les gustaba Moisés y nunca lo recibieron, o sea, nunca lo creyeron, le llamaron con desprecio “este Moisés” (Ex. 32:1, 23), y ese desprecio lo mencionó el mártir Esteban cuando lo apedrearon los judíos (Hch. 7:40). Tampoco podían ver en su rostro la gloria de Dios y tuvo que taparla con un velo; por lo tanto de cualquiera de quien Moisés diera testimonio tampoco lo creerían, porque Moisés y Jesús eran muy similares, cantaban el mismo cántico (Apc. 15:3)  y hablaban de igual manera de su partida a Jerusalén (Luc. 9:31). Y peor aún si Jesús decía “Moisés dijo…más yo os digo”. Moisés no fue el salvador que ellos querían, ni Jesús tampoco. En fin, no te pasees de iglesia en iglesia sino busca una donde en el púlpito tenga un gran intérprete de la palabra de Dios. Que tu mente sea manejada por la palabra de Dios y no por la mente de algún hombre. Que tu vida nunca quede intacta después de haber escuchado lo que el Espíritu Santo tenía que decirte. No creas ni menos ni más de lo que el significado de la palabra de Dios, el auténtico significado se manifiesta, y es el núcleo mismo de la verdad que escuchas, para que no creas menos y jamás lo opuesto a lo que Dios quiso decir, al significado real del pasaje con el cual se pretende exhortarte. “Mirad cómo Oís” (Luc.8:18) “¿Cómo lees?” (Luc.10:26). 


Capítulo 6


Exposición 27


Jesús sabía lo que tenía que hacer, ayudarlos

Jn. 6:1-13 

“Aconteció en un día de reposo, que pasando Jesús por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y comían, restregándolas con las manos. Y algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los días de reposo? Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo David cuando tuvo hambre él, y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, y comió, y dio también a los que estaban con él? Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo. 6 Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? 10 Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada. 11 Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús. 12 En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. 13 Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles”.


Este es un milagro también relatado por los otros evangelios, no un discurso de Jesús como Juan se ha propuesto (Mat. 14:15-19). Parece que Jesús se retiró a un sitio cerca de Betsaida, con el propósito de descansar un poco pero la providencia del Padre para su ministerio le negó esa solicitud (v.3), y una multitud ávida de salud y pan, fue a buscarlo (v.2). Eran los días de la tercera festividad de la Pascua judía durante su ministerio y Jesús los prepara para mostrarles que es el pan que descendió del cielo y que como Moisés les dio maná, así él daría su carne y sangre por ellos.

En esta porción reflexionaremos sobre la iglesia como benefactora de los pobres, aunque estos sean incrédulos y sólo busquen beneficiarse de ella, debe atenderlos como una señal del amor de Dios para el mundo. Hay muchas agencias filantrópicas que atienden a los necesitados. La iglesia hace lo mismo no para competir porque ella es un cuerpo distinto con una misión diferente: mostrar el amor de Dios y exactamente dejar al mundo sin excusa de ese amor.

Cuando Jesús vio el gentío enseguida pensó en que tenían hambre y aquí no se dice que les predicó y después los alimentó (v.5); ya después que comieron les habló. Con la pregunta que le hizo a Felipe (v.5), la cual fue para todos, les enseñó que la iglesia también tiene ese ministerio social de ayuda a los pobres y que aunque no tenga suficiente dinero no debe evadir esa responsabilidad (vv.6,7); eso no es una excusa porque si no puede comprar alimentos para cinco mil puede hacerlo para cincuenta o para cinco, pero que sepa que la primera intención del Señor es que la iglesia los compre, es decir, no que haga un milagro ya que si después quiso que se recogieran los sobrantes es para darles una lección de economía y ahorro (Mat. 14: 16). Que la iglesia use su dinero en ese ministerio de compasión, si el dinero no da para tanto que use lo poco que tiene incluyendo aun a los niños que deben aprender a no se egoístas ni avaros y entregar desde pequeños lo que tienen para los demás a través de ella. 

Es una buena cosa discipular a los niños en ese aspecto dándole alguna responsabilidad en la iglesia como la que supuestamente tuvo este joven que atendía la transportación de los bienes apostólicos (Mat. 14: 17, observe que dice “no tenemos”). La congregación debe tener un programa que los incluya a ellos y les haga sentir que son útiles y que están conectados con los deseos de Jesús por medio de ella. ¿Qué quiere decir que quería probarlo pero que él sabía lo que iba hacer? ¿Probarles la fe? Pudiera ser. Si lo hizo para confirmarlos en el conocimiento de él, está bien. Pero como la intención de Jesús es alimentarlos, entonces la prueba es conocer la disposición de ellos para hacer lo mismo que él, o sea, que ellos reflexionaran en ese ministerio y se dieran cuenta que no estaban preparados para eso para cuando las señales se cumplieran todas, aún les quedaría esa responsabilidad para llevarla a cabo con amor y con dinero. 

Después de eso Felipe se podría decir a sí mismo que Jesús le probó su amor al prójimo. A mí me parece que otra lección es que la iglesia debe darle prioridad a ese ministerio de ayuda a los pobres antes que pensar en invertir su dinero en comprar sillas y mesas para que la gente coma, o templos para que escuchen la palabra; lo principal es el evangelio que se les predica y que ellos lo oigan aunque sentados en la hierba. Con el dinero que se fabrica un templo se pudieran alimentar muchos. Quiero decir que mientras no haya para ambas cosas la prioridad la tiene ayudar a los pobres y la predicación de Jesucristo. Hay templos muy hermosos a los cuales visitan unas pocas personas los domingos y algunos turistas fascinados por la arquitectura. ¿Para eso han quedado, para museos?

Lo más importante de todo el milagro es la bendición del Señor, cuando tomó los panes y los peces y oró dando gracias por ellos; con esa bendición lo material apareció y la carne y el pan fueron creados. No es lo que uno tiene o no tiene sino la bendición del Señor, que con humildad seamos capaces de agradecer a Dios lo poco que poseemos y pedirle que haga uso de ello. No es el dinero lo más importante, ni los alimentos, ni el templo, el aire acondicionado, las mesas y los bancos o las sillas sino la bendición divina en lo poco. Eso es lo que la iglesia debe asegurarse para sí misma tener, que no haya obstáculo ni algo que impida la bendición de Jesús. Quita esa bendición y quedan pobreza, hambre, poco dinero y frustración. La aspiración de la iglesia de hacer una obra hermosa depende sólo de la bendición de Dios. Jesús miró las multitudes y sabía lo que tenía que hacer: ayudarlos.  



Exposición 28


¡Imagínense a Jesús primer ministro o presidente!


Jn. 6:14-21 

14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. 15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo. 16 Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, 17 y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. 18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba. 19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. 20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. 21 Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban”. 

Este es el mismo relato de Mr. 6:45-56; donde hay más detalles y se dice que él los forzó a subir a la barca, lo cual hace pensar que la situación atmosférica estaba prevista exactamente y los incluyó a ellos dentro, los forzó a irse porque ellos no querían, enseñándoles que él se hallaba por encima, y si no habían discernido el milagro de los panes y peces, éste lo excedía. Jesús no nos mete en experiencias difíciles para lastimarnos sino para mejorarnos, y eso, con una visión nueva de su persona. Muchas veces hemos querido bandear bien una situación sin lograrlo, viendo que Jesús pasa cerca como indiferente (Mr. 6: 48). Queremos caminar sobre esas aguas sin poder o con el poder de la imitación de Cristo, y eso no basta, a no ser que no sólo imitemos sus actos sino de donde él obtenía el poder para hacerlo. Aquí se ve que pasó muchas horas solo orando, de modo que no sólo podía caminar sobre el agua sino volar si lo hubiera deseado. Es una obligación que tenemos con nosotros mismos dedicarnos más a la soledad, meditación y oración. No son los programas sociales los que incrementan la fe sino la oración. El Espíritu puede levantar el cuerpo.

Cuando aquel fantasma, o sea Jesús subió a la barca, inmediatamente fue acelerada y llegaron a tierra en un dos por tres. El viento cesó y los remos fueron fáciles, o quizás Jesús hizo que las ráfagas que eran contrarias se cambiaran a favor y las circunstancias lamentables se hicieran favorables y todo obrara para bien. Los apóstoles sudaron menos y con poca energía de ellos, sin embargo con su presencia, todo se movió rápido y la pequeña iglesia de doce miembros alcanzó su meta en menos tiempo. Casi podrían haber soltado los remos o tirarlos al agua que con sólo los pies de Jesús puestos en la embarcación ella se deslizaba sin escollos que la detuvieran porque obedecía hacía donde él miraba y a lo que quería en su corazón. Eso es lo que necesita lo que se ha parado, no que sus pasajeros se bajen y empujen sino que inviten a Jesús a subir y con esa fuerza extraña y celestial que él tiene en su Espíritu, todo camina, se desliza y el barco navega. ¿Vieron ellos que Jesús se bajó y la empujó? No, él subió, ocupó un lugar entre ellos, y eso bastó para que se terminara la inercia y todo el grupo, refrescado y descansado, le acompañó victorioso a él, hacia la otra orilla. Marcos dice que llegaron a Betsaida, de Galilea, que estaba en el camino a Capernaum.  

Aquella gente había leído que el Redentor habría de ser rey, y le echaron manos a Jesús con esperanzas políticas en él, y para hacer eso tuvieron que intentarlo por la fuerza (v.15), en contra de su voluntad porque él no quería serlo; y allí mismo los dejó con esas esperanzas en sus corazones, frustradas. Se fue al monte a orar, y donde pudiera esconderse solo y los que votarían por él se les quitara la idea de sus cabezas yéndose detrás de los doce donde él no se encontraba. Calvino comentó esto: “…por medio de su crucifixión la salvación para el mundo fue obtenida y Cristo mismo tuvo un espléndido triunfo sobre la muerte y Satanás. Si hubiera permitido que lo hicieran rey su reino espiritual se habría arruinado, el evangelio manchado con eterna infamia y la esperanza de salvación completamente arruinada”. 

¿Qué verían en él que les hizo pensar que sería un buen gobernante? ¿Dónde leyeron que alguno de los viejos profetas apeteciera tener un trono? Esas viejas ambiciones mundiales tienen su origen en el papado pero no en los apóstoles. Sus sermones no eran políticos y él no poseía esas ambiciones. ¿Hablaba bonito? Eso no es suficiente. ¿Se imaginaban que si les podía dar de comer ya eso era todo? ¿Se elige a un gobernante nada más porque propone cambios económicos? Para meter a Jesús en la política hay que forzarlo y el diablo que le había propuesto todos los reinos del mundo si postrado lo adoraba, ahora quiere obligarlo a ser presidente, y él de nuevo lo rechazó, y se fue de en medio de ellos. En realidad lo que ellos querían era usar a Jesús contra Pilato, y si lograban su propósito, engañando al Señor, después lo desecharían. Políticamente nunca gobernarían con él ni siquiera en alianza. ¿No le habían oído decir que su reino no era de este mundo? O que era el reino de los cielos. Ellos no amaban para nada ese reino, pero no les importaba porque lo que querían era quitar a Pilato, gobernar ellos y aprovecharse de Jesús.

Podrían hacer algo mejor que politizarlo, y crear de él otro Cristo a la medida de ellos, sino tomando sus principios y aplicándolos a los reyes y a sus votantes, a la política y sus votantes, a todos los ciudadanos en forma de leyes que mejoren la calidad humana del pueblo, su moral, su economía y glorifiquen a Dios. Así se haría en parte realidad la plegaria del Padre Nuestro: “Vénganos tu reino”, ya que suyo es el reino, el poder y la gloria. Amén.  (copiado)

 



Exposición 29


No quieren comprometerse mucho con la iglesia

Jn. 6: 22-25

22 El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos. 23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor. 24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús. 25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 


La gente persistía en andar detrás de Jesús. Igual que hoy pero ¿qué Jesús tenía en mente? A veces no es el Jesús real sino uno modificado, parecido o tal vez otro. Ya que no había podido usarlo en la política continuaron detrás buscando otras cosas suyas. Pero Jesús hasta el momento sigue escapándoseles. Llegaron al muelle y se dieron cuenta que los discípulos habían salido en barco para la otra orilla pero sin él, por lo tanto tenía que hallarse por allí cerca, y no hallándolo se dirigieron a la otra margen del lago en Capernaúm donde para sorpresa de ellos lo encontraron sin poder explicarse cómo había llegado sin rodear el mar a pie ni tampoco usando una embarcación. Aunque Jesús se escondía de ellos, lo perseguían, carnalmente, no para oírle un buen sermón, una bonita parábola, para aprender algo de sus labios, sino para sacarle al menos algún milagro o un poco de comida. 

La respuesta de Jesús fue que no lo solicitaban tanto movidos por la fe sino por interés personal; y eso siempre es la realidad en la mayor parte de la humanidad. El acercamiento a la Escritura y a la iglesia no es para mejorar la fe sino para sacarle fácilmente algo al Señor que les convenga. Uno no debe dejarse impresionar porque le llamen “Rabí” (v.25) que no es más que un halago. 

La gente buscaba a Jesús por motivos políticos y económicos. Quería que dejara de ser teológico y se metiera en la política y que continuara proveyendo comida para el pueblo. Las necesidades de esas personas, sin trabajo y sin comida no los hacían poner en primera lugar el aprendizaje y la fe, o sea que no buscaban una relación religiosa con él, sino política y económica. Nada más. El cristianismo consiste tanto en adquisición como en renuncia. El uso de la benevolencia cristiana pudiera abrir las puertas del corazón pero no siempre lo logra. Y lo mismo pasa con el testimonio de los milagros. Esa gente no era tonta y sabía que aquel profeta hacía milagros, y ellos los solicitaban pero se volvían igual que cuando fueron a la reunión, sin conocer su evangelio. Como ya he dicho querían conocerle política y económicamente sin una relación religiosa con él, sin entrar a su discipulado. Y Jesús los reprendió por esa equivocación. Esos dos motivos no pertenecían a su misión en el mundo y por ellos no se convertiría en el Salvador de los hombres.

Es fácil ser cristiano con poco conocimiento de Jesús, pero se corre el peligro que se crea en algo distinto a lo que él es. Es muy difícil llegar a ser cristiano observando milagros, siendo testigo de muchos de ellos si lo que se enseña no gusta, al menos tanto como recobrar la salud o recibir una cena. El problema con Jesús no estaba en su trato porque era afable, amoroso hasta con los niños, ni siquiera en la expulsión de los demonios, el conflicto con él se hallaba en el evangelio; si él no dijera las cosas que dice, a quienes se las dice, si sus doctrinas fueran diferentes digamos terrenales y no celestiales, si su evangelio fuera terrenal, entonces sí podría dejar de ser incrédula. Estrictamente el problema no era que les hablara de conversión, de arrepentimiento, de cambiar de vida. Llegado el momento estarían dispuestos hacerlo, intentar nacer de nuevo, el problema de ellos era la incredulidad o sea con su teología cuando llamaba a Dios su propio Padre, Dios no sólo de los judíos sino de los gentiles; y eso también ellos podrían haberlo digerido pero el problema más fuerte estaba en su cristología o sea en lo que afirmaba y demostraba ser, y precisamente todo su evangelio era cristológico. Por citar algunas de sus alegaciones. Nacido del Espíritu Santo, preexistente, redentor, mayor que Moisés, el Mesías y Salvador del mundo (Jn. 4: 24; 1 Jn. 4: 14). La gente se conforma con poco conocimiento de Jesús sin profundizar en quién es, tanto para no comprometerse mucho con él, ni con la iglesia, como para que su fe no tropiece con escollos intelectuales y se encuentre con el Jesús real y descubra que no le es posible creer en él. El Salvador sigue escapándoseles y predicando para otros y mejorando la fe de muchos.



Exposición 30


El consuelo cuando el éxito es limitado

Jn.  6:25-40 

 “25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. 28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. 30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. 


Esto sirve a los predicadores del evangelio para que no se quejen de la clase de oyentes que tienen. Jesús tuvo una clase de oyentes que nadie escogería, y es la gente que uno encuentra fuera de la iglesia cuando evangeliza. Especialmente cuando se funda una iglesia. 

Este auditorio de Jesús está completamente desinteresado en lo espiritual y cuyo interés sólo es el trabajo y la comida. Para entender todo ese pasaje hay que pensar que forma parte de una muy larga conversación fraccionada y que habría que rellenar suponiendo todo el contexto. A esos mismos les instó a que trabajaran en la salvación. Parece que los judíos se defendieron de la crítica del Señor diciendo que ellos no tenían problema con los alimentos porque tenían sus trabajos (vv.26-27), o ellos se disculparon diciendo que no lo tenían y por eso estaban allí. 

El Señor deja a un lado si tienen o no trabajo y pasa de la importancia laboral hacia lo espiritual. Les dice que también trabajen por la salvación o sea por la vida eterna y que el salario de ese trabajo tendrá como paga la vida eterna la cual él les dará. O sea que no es menos sino más importante la vida eterna que la temporal. Debo aclarar que cuando Jesús les dice que trabajen por la comida celestial no les quiere decir que ellos obren el arrepentimiento o la fe sino que se ocupen de esas cosas. Con ese mismo sentido habla Pablo en Flp. 2: 12.

Ahora dos cosas más. Primero, le hacen sentir que están insatisfechos con su ministerio y que ha hecho milagros y muchos servicios completamente en vano y no están contentos con él al compararlo con lo que otros profetas han hecho por ellos en pasados tiempos. Piden que les dé un maná que sea superior al que sus antecesores recibieron. Si les  hubieran pedido que mejorara sus sermones le hubiera dolido pero más que les diera mejor comida. Lo compararon con Moisés (v 34). 

Y por otro lado, en segundo lugar, fingía querer vivir como Dios quiere. Su auditorio según mi parecer finge querer vivir conforme a la ley de Dios, y pregunta como si no supiera cómo hacerlo (vv.28-29). Aun así les dice lo que tienen que hacer, que por la fe en él cumplan lo que Moisés les enseñó, y con eso va al grano con el problema que ellos tienen: la incredulidad y que creyendo el evangelio cumplirán las obras de Dios. Fue un predicador que soportó que su audiencia no creyera lo que les predicaba. 

Y en tercer lugar la gente con la cual Jesús quería fundar su iglesia no es de la que responde a la benevolencia que se use con ellos. El Señor trató de usar el camino de la compasión física y los alimentó, pero eso no fue suficiente para que le amaran, creyeran en él  y ni siquiera para que se lo agradecieran. Por eso he dicho que le hería el corazón diciendo que era mucho menos de lo que ellos querían. Ese fue el auditorio de este gran predicador. 

Y en último lugar reflexionaremos en el consuelo cuando el éxito es limitado, cómo Jesús usó la doctrina para explicarse y consolarse cuando le tocó predicar a esa clase de personas. La conversación llega a un punto muy interesante para los predicadores que tienen que predicarles y dialogar con gente interesada sólo en lo material y además de eso es incrédula (vv.34-40). Ya con esas personas no se puede hacer nada, y eso por supuesto tiene que afectarle como un predicador que se ha entregado a hacerles bien y no logra conquistar sus corazones. Jesús no cambia la esperanza de su doctrina sobre la vida eterna, sigue afirmando que eso es lo que tiene en mente como predicador, que sus oyentes la obtengan y que resuciten en el día postrero. Esa es su invariable meta y no cambió su mensaje para gratificar a sus oyentes y retenerlos. 

Sin embargo Jesús tiene algo que le sirve para no sentirse frustrado, dominar su impaciencia si la tuviera y calmar su ansiedad si la hubiera sufrido y logra continuar con su ministerio en conformidad con los resultados de su predicación aunque sean pocos y para eso mira al cielo y lee en la predestinación la lista de los que el Padre le ha dado y tiene la seguridad que algunos vendrán a él (v.37) y se repite continuamente “algunos vendrán”; y un poco más adelante lo explica (vv.44,65), que solamente pueden creer en él los que el Padre elige con ese propósito para engendrar en ellos la fe salvadora. Ese fue el auditorio que tuvo aquel grande predicador y dentro de ellos comenzó su iglesia.


Exposición 31

La perseverancia de los santos

Jn.   6:37-39

“la perseverancia de los santos es el lógico resultado de algunas doctrinas. Por ejemplo, la predestinación, la elección. Significa que el elegido perseverará en la fe y ninguno que lo haya sido se perderá. Cristo afirmó “este es la voluntad del que me envió, que no pierda yo nada y lo resucite en el día postrero” (Juan 6:37.39).

Las doctrinas del calvinismo han sido debatidas por siglos. La más común de las objeciones es la doctrina de la elección, como la entienden los calvinistas, que es Dios el que hace que una persona crea; y si no, será condenada porque no ha creído en el evangelio. Aquí quiero solamente señalar un par de cosas, que los calvinistas afirman que Dios no se desentiende de la voluntad humana para obrar, sino que trabaja dentro de ella para hacer que el elegido tenga la disposición necesaria para creer el evangelio. Así, de ese modo, el elegido acepta el evangelio voluntariamente y la razón es que Dios ha obrado en su corazón para que lo haga y tenga el deseo de creer. Dios obra dentro de la voluntad humana y no de forma independiente de ella.

Le guste o no le guste nadie puede negar el impacto que las ideas de Calvino han tenido durante estos últimos cinco siglos. Mientras que la influencia de Martín Lutero fue confirmada ampliamente en Alemania, Juan Calvino fue el reformador para varios países de Europa. El historiador William Stevenson escribe lo siguiente, “el luteranismo pudiera muy bien haberse hundido durante todo ese tiempo, y por esa razón requería que el calvinismo mantuviera el barco de la reforma a flote. En todo el mundo se puede tener la seguridad y recordar el calvinismo como la fuerza más grande de los tiempos modernos”.

Calvino murió en 1568 en lo que hizo en ninguna manera que le pusieran alguna señal a su tumba por la simple razón de que no quería que sus seguidores lo veneraran como hacían los católicos con sus santos muertos. No obstante, se sabe el lugar aproximado donde fue enterrado en el cementerio de Ginebra” (Rescuing the Gospel, Erwin W. Lutzser, pags. 172,173).


Exposición 32



Jesús lloró por la destrucción de Jerusalén, pero no porque se le fuera la gente

 Jn.  6:41-71  

41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? 43 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida.49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? 53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. 59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. 60 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? 61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? 62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? 

63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. 66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?  68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 70 Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? 71 Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce”. 


Quiero decir cuando se habla de doctrinas que los oyentes juzgan como duras; sea la predestinación, la elección eterna o la encarnación de una de las Personas de la misteriosa Trinidad. De todo lo que habla aquí es de conocimiento espiritual y celestial de Jesucristo, de fe y vida eterna y eso delante de un auditorio mayormente incrédulo, con once creyentes, ni siquiera doce. El punto del debate es la divinidad de Jesucristo, si se cree o no en ella. Desde el primer capítulo hasta ahora se presenta el dilema de creer o no creer en él para la salvación por medio de la encarnación del Hijo de Dios en la persona de Jesucristo; y por ahí empezamos por el debate sobre su divinidad. La vida eterna se da adquiriendo un conocimiento, el que enseña Jesucristo, o sea el evangelio, y eso es un misterio difícil de comprender y de aceptar. El libro está pensado para los judíos monoteístas que se resistían a creer en Jesús no como otro Dios sino como el mismo Dios (1: 15-17), y él intenta no tanto convencerlos para que tengan fe sino demostrar por qué son incrédulos. 

Les da sólo una pista para que dejen de ser incrédulos. Ellos dicen que no pueden creer en aquel Jesús que ha nacido en Belén y crecido en Nazaret y le conocen la familia (v. 42), y por eso les es imposible creer; y que debe estar loco, al decir que ha descendido del cielo. Sin embargo, sólo tienen que darle muerte y esperar tres días para volver a verle vivo y un poco más para contemplar su retorno al cielo (v. 62). 

El debate sobre su divinidad podía haber concluido cuando el impedimento racional de la fe quedara quitado de en medio al contemplarle subir. Quiero decir se empieza con el dogma y se perfecciona con la experiencia. Las mejores demostraciones de la fe vienen con la práctica (vv. 60-63). 

Se presenta a los creyentes como favorecidos y escogidos por Dios para ser enseñados en ese conocimiento especial de la encarnación del Hijo de Dios. Comprende el autor que ese nuevo conocimiento de Dios da al traste con el otro conocimiento que trajo Moisés, pero argumenta que éste es superior por cuanto se trata de Alguien que vio a Dios y procede de él. Eso cayó como una extraña bomba entre los judíos que dijeron que eran duras de roer, difícil de entender y por lo tanto de aceptarlas. Suscitaron incredulidad no en los doce, no en los 70 sino los otros. Y es que tenían enfrente de ellos a un ser humano cuya familia conocían (v. 42) y había dicho que Dios era su Padre haciéndose igual a él, que sí ha visto al Padre (1: 18) y que el Padre que lo engendró le comunicó el tener vida en sí mismo (5: 26).

Este es uno de los pasajes más “duros” de entender y de aceptar de entre todos los que hemos visto. Es un texto difícil por su contenido: el origen celestial de Jesucristo. Pienso que es una explicación del Verbo, no como una doctrina sublime y abstracta sino como una Persona de carne y hueso con la cual ellos, y por supuesto nosotros, debemos tener contacto. La verdad es algo palpable, tocable, tanto en sus labios como en lo que él es. El mayor milagro es su Persona. Trata, en otras palabras, la divinidad y humanidad del Señor Jesucristo. 

El conocimiento de Dios por medio de Jesucristo complementa y supera al que se tenga de él por medio de la creación, ya no por medio de una deducción sino de una contemplación, es un conocimiento vivo y por ende salvador. En la naturaleza uno halla encerrada el teísmo, pero en Cristo se encuentra a Dios tratando de resolver el dilema humano del pecado y la muerte. Por eso, por decirlo de una manera, Dios se humanó para darles fe a todos. 

Es un conocimiento espiritual, eso no quiere decir que no sea racional porque fue comprobable y ahora es revelado en la Escritura (vv. 63-65) porque ellos lo transmitieron después de haberlo “contemplado y palpado” (1Jn.1:1). Y así llega hasta nosotros por medio de la historia evangélica. El conocimiento espiritual es la forma más elevada del conocimiento racional. El conocimiento carnal para nada aprovecha, es decir el conocimiento filosófico, no da vida eterna. La función del Espíritu tiende hacia la historia de Jesús, no hacia una nueva forma de espiritualidad sino hacia la antigua (v.63). Mientras más cerca de Jesucristo esté un conocimiento más vida eterna tiene (vv. 45,-46); y el Espíritu trata de hacer eso por medio del Evangelio. 

Estos sermones, si fueron varios o uno solo, tuvo un resultado numérico desastroso. Muchos, casi todos los judíos por cuanto parece que de miles se redujo la multitud a un puñado de doce. Los otros se retiraron (v. 66). Su cristología era inadmisible y no lo pudieron acomodar a él junto a Moisés ni su evangelio en los libros de la ley. Tal vez lo que definitivamente hizo que se fueran fue que les dijo que a pesar que eran sus oyentes eran incrédulos; y ya no podían fingir ser discípulos (v. 64). Jesús lloró por la destrucción de Jerusalén, pero no porque se le fuera la gente cuando hablaba de doctrinas. ¿Para qué los quería en el grupo si los intereses de ellos lejos estaban de ser espirituales? En vez de estar tristes porque se alejen los que causan divisiones y vienen a nosotros con diferente doctrina, debemos agradecérselo a Dios y no pensar que la iglesia sin ellos no marcha mejor. Lo contrario, si nos desalienta tener menos por esas razones, debemos examinarnos a nosotros mismos y ver si amamos más el número que el evangelio y la paz. Pedro resumió la más grande motivación que puede tener un oyente: escuchar palabras de vida eterna (vv. 68-69); y con esa declaración “el Santo de Dios” aceptaban su procedencia celestial única. El origen de la fe es la elección divina y el medio de adquirir la fe es la predicación espiritual del evangelio.

El pasaje lo presenta como un milagro, un pan que cayó del cielo, con la diferencia que es mejor éste que se digiere con el espíritu que aquel que se mastica, porque los que comieron en el desierto murieron, pero con el conocimiento que el otro da se adquiere la vida eterna, una esperanza materializada por su resurrección (vv. 39, 44, 51, 54-55, 57-58) o sea “vivirá para siempre”. Es cuestión de nutrirse la mente y creer, y la razón es que él trae el verdadero conocimiento porque ha visto a Dios (vv. 45-46) y por eso es “verdadero” para enseñarlo a quienes no tienen vida en sí mismos, o sea que cargan con una sentencia de muerte. Teniendo la vida en sí mismo (5: 26; v. 57) se vistió de carne mortal (1: 14) que ha de dar para vida del mundo (v. 51). Esas fueron las cosas duras que hicieron decrecer la membresía de la iglesia de Jesús de Nazaret.           (copiado)


Capítulo 7


Exposición 32


La familia de Jesús no se convirtió de hoy para mañana 


Jn. 7:1-10 

“Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle. Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos; y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en él. Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto. No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas. Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido. Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea. 10 Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto”.


Primero, la fe no nace naturalmente en la familia más santa, sino que es un don de Dios. Lo más llamativo de este pasaje sobre la fiesta donde se celebraban los 40 años en el desierto, es la incredulidad de los hermanos de Jesús, que no necesariamente tienen que ser hijos de María porque la palabra se usa en sentido más amplio, hasta primos, y a veces figurado. Pero el caso es que la familia no lo acompañaba en la fe y no daba crédito a su repentina revelación como maestro y con discípulos. Eso demuestra que la fe es una obra del Espíritu Santo y no del hombre, no es hereditaria y llega de Dios a cada cual y de modo individual. Este es un ejemplo excelente donde padre y madre santos no pueden inculcar la fe en la mayoría de sus hijos. Jesús conoció la incredulidad de sus hermanos y separó su misión de la incredulidad de ellos cuando les dijo que subieran a la fiesta con la caravana (Luc. 2: 44), que él no lo haría públicamente porque a ellos no los odiaban, pero a él sí (v. 10). Se ve la soberanía de Dios en otorgar el privilegio de la fe al decidir él cuándo habrá de darla. Estos hermanos parece que siguieron incrédulos por mucho tiempo (Mat. 12: 49) hasta después de su resurrección y ascensión (Hch. 1: 14). Los padres cristianos debemos saber eso para no cesar de rogar a Dios por nuestros hijos porque nuestro buen ejemplo no es suficiente. Aquí ya habían pasado dos años y sólo quedaba la fiesta de la Pascua donde Jesús es entregado. Entonces no es extraño que nuestra familia se demore en creer lo que hemos creído y tal vez no lleguen a convertirse en cristianos sino después de nuestra muerte.

En segundo lugar, si el contexto actual es similar al de aquel entonces, para salvar al mundo los sermones tienen que tener el contenido de los de Jesús. Y el cumplimiento de “la Gran Comisión” y ganar el mundo, debiera postergarse hasta que haya una reforma espiritual y moral dentro de la iglesia. La iglesia pasa mucho trabajo para hacer un solo discípulo como los fariseos para hacer un prosélito porque la situación de ambos es similar. Una gran desgracia en el día de hoy son los predicadores, por lo menos una clase de ellos. Cuando Jesús dice que el mundo lo odia piensa particularmente en los fariseos, la más poderosa secta religiosa de su país y en los líderes de ella. 

El Señor despertó el odio de ellos, según sus palabras no exactamente porque les criticaran sus doctrinas sino por el tema de sus sermones, porque denunciaba sus malas obras (v. 7); la hipocresía (Mat. 23: 13) mercantilización de la religión (Mat. 23: 14; Mr. 12: 40) proselitismo sin poder y no evangelismo (Mat. 23: 15), falsos creyentes (Mat. 23: 23) las apariencias (23: 25) muertos espiritualmente (Mat. 23: 27); y les habló del infierno (Mat. 23: 33). 

Esas cosas dentro de la religión le hacen daño cuando la gente por lo que ve no puede creer lo que oye, por la duplicidad de vida de los profesantes. Ninguna persona que se considere honesta se deja impresionar por las palabras de otra que finge religión, al contrario, siente repulsión hacia ambos. Hoy como ayer existe de modo lucrativo el negocio de la religión y con “pretextos” se negocia con ella y se predica, se imprimen libros y se pide cooperación como benefactores de niños pobres, con la astucia de recoger todo el dinero posible que va directo a sus bolsillos. Detrás de ese interés económico se halla el descuido de los líderes por la vida ejemplar de los creyentes y los instruyen sólo en las apariencias, en mostrar una imagen desconectada de la realidad de la vida. 

Tapan bien dentro de sus corazones con la imagen la pudrición moral que aman. Y los mayores pervertidos de todos, los más culpables ante Dios por no refrenar al pueblo en sus pecados son sus predicadores que por hacerse populares y por beneficio propio se muestran de la vista gorda y miran para otro lado sin mencionar nada sobre la condenación del infierno. Ese es un tema tabú. Hablan de otros asuntos de la Escritura, pero ése lo omiten como si no existiera. Jesús no cambió su mensaje para darse a conocer de otro modo porque dijo “gloria de los hombres no recibo”, ni siquiera por ganar a su familia. Sin esos desagradables mensajes para el mundo, no puedo explicarme cómo podrán ganarlo. Es una buena estrategia hacia los países musulmanes y otros donde los cristianos son perseguidos, encarcelados y muertos, que se haga lo mismo que Jesús hizo con Judea, entrar allí secreta y santamente, viviendo dulcemente la fe, y predicar discretamente las doctrinas de la salvación, hasta que se pueda. Y yendo al principio, la familia de Jesús no se convirtió de hoy para mañana. 





Exposición 33


Un predicador popular, sin títulos


Jn.  7:11-19 

11 Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? 12 Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo. 13 Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos. 14 Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. 15 Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? 16 Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. 17 El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. 18 El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia”. 


En el título me refiero a Jesús. De antemano digo que eso no significa que los líderes religiosos de la época afirmaran que no sabía lo que hablaba sino que él no había alcanzado un título universitario, que no había sido discípulo de alguno de los maestros conocidos. Eso nada más es lo que significa el título y es el asunto de esta exposición. Antes de entrar en esa materia oigamos a la gente entre la cual Jesús era popular.


Escuchemos la opinión de la gente con respecto a Jesús. Unos estaban a favor de él y le oían con simpatías. Se daban cuenta que era un profeta y le creían pero no lo decían para que no los expulsaran de la sinagoga. Otros pensaban diferente y decían que era engañaba al pueblo, o sea que lo extraviaba. Jesús mismo en una ocasión preguntó a los discípulos qué opinaban de él los otros (Mat. 16: 13-17) para conocer cuánto sus discípulos estaban influidos por esas opiniones populares. 

Aquí no se hizo una encuesta sobre quién votaba a favor de él o en contra, a favor de los candidatos contrarios, los fariseos. Al menos por un tiempo Jesús tuvo un alto índice de aprobación popular y eso servía de barrera a los poderosos para encarcelarlo (Mr. 12: 12; Luc. 22: 2). Y quizás hasta el final tuvo muchos simpatizantes y gente que lo quería por cuanto lloraban junto a él cuando arrastraba una cruz (Luc. 23: 27,28). 

Sin embargo esa mayoría que simpatizaba con él, honesta, no tenía el poder, que estaba en manos de los que le odiaban y aquellos no pudieron hacer nada con sus simpatías y votos para que le dejaran enseñar y ayudar al pueblo; y los contrarios vencieron y lo condenaron. Ellos notaban que “extravía a la gente”, la engañaba, y eso quiere decir que se le disminuían los oyentes y la gloria humana, siendo una razón para envidiarlo (Mat. 27: 18). Y muy claro que lo dieron a entender (12: 19). Lo mismo que ocurrió con Pablo (Hch. 17: 4,5). No era la preocupación de ellos que extraviara a la gente sino que ellos dejaban de ser populares para serlo él. 

Al decir que el que habla por su cuenta su propia gloria busca, el Señor puso el dedo donde les dolía: Que a ellos no les importaba obedecer los mandamientos de Dios sino mediante ellos y sus títulos recibir gloria humana y que los hombres los nombraran en asambleas y presentaciones, con esos títulos (Mat. 23: 6-8). Jesús enseñó a sus discípulos a que no codiciaran esa clase de grandeza, que el Espíritu los enseñaría en toda verdad, que no quisieran sabresalir sobre sus hermanos en ese sentido y que les enseñaría la doctrina de modo que en verdad aprovechara al mundo y extendiera el reino de Dios.

Pero eso ocurrió mucho tiempo después de ahora y fue una labor inteligente, silenciosa y constante de descrédito afirmando que su inteligencia no era reconocida, o sea para decirlo mejor, que no era un titular, no había concurrido a las clases de alguna universidad ni había tenido como preceptor a cierto rabino como Gamaliel o cualquier otro doctor (Mat. 13: 54). Ese fue el énfasis que aquí hacían porque la palabra significa que no había sido “enseñado”. Vuelvo a decir que Jesús no fue graduado en una escuela rabínica y no fue allí donde aprendió ese maravilloso uso de la Escritura sino del Espíritu Santo, como lo probó el sermón del monte. Lo mismo que Pablo, aunque estudió a los pies de un gran maestro el evangelio predicado por él y escrito en sus muchas epístolas, lo aprendió “por revelación de Jesucristo” o sea que es el mismo en todo el NT (Ga. 1: 12) y no según las tradiciones y estudios humanos.

Sin embargo si usted observa bien no negaban que poseyera conocimientos sino que no estaban acreditados por algún certificado oficial, que no se había sentado a los pies de algún erudito. De eso deducían que aunque no pudieran probarlo sus enseñanzas tenían que estar equivocadas  y su originalidad era sospechosa. Que no era más que un innovador charlatán. Principalmente le contradecían en relación con el uso del sábado, las impurezas ceremoniales y su afirmación de ser Hijo de Dios. Jesús no les dijo que examinaran teológicamente el contenido de su doctrina porque sabía que ellos no podían hallarle falta, excepto a su cristología dado que asumía el rango de Hijo de Dios y por ende Mesías o Cristo. Ese aspecto teórico él lo debatió con ellos en otro momento pero no aquí (10: 32-37).

En este momento les pidió que examinaran la veracidad de su doctrina por la validez práctica de ella, y les dijo que estarían de acuerdo que era divina cuando comenzaran a vivir sus enseñanzas y a relacionarse con Dios y con el prójimo como lo indicaba. No los invita a ir de la teología a la práctica sino al revés. Aquella gente podría haberse entretenido bien estudiando un libro de teología o rumiando comentarios bíblicos, y enorgullecerse con lo aprendido sin practicar una jota o una tilde de la ley de Dios. Y Jesús no vino a abrir una cátedra de teología en Jerusalén sino a formar una iglesia, a cambiar hombres y mujeres que hicieran la voluntad de Dios. Jesús comenzó con la vida de ellos y les dijo que no vivían conforme a la voluntad de Dios y que su aproximación al texto sagrado y la veneración por Moisés eran fingidas porque no ponían en práctica nada. Hablaban de títulos pero no de vidas transformadas, de un intelecto nutrido que origina un carácter complacido y arrogante pero no practicante. Por eso Jesús les dijo que dicen y no hacen (Mat. 23: 3).

La grandeza de su doctrina y su popularidad, consistía en la misma de Juan el bautista, porque a ambos “lo común del pueblo le oía de buena gana” (Mr. 6: 20; Mr. 12: 37). Le hablaba al pueblo y le enseñó cómo leer la Escritura y sacarle provecho (Luc. 10: 26), y cómo oír los sermones y ponerlos en práctica (Luc. 8: 18). O sea que tenía una exégesis aplicativa que tiene que ver con la conducta o “hacer su voluntad”. Por muy importante que sea un estudio o un sermón y se analizan las palabras en hebreo o griego para descubrir exactamente lo que Jesús o Moisés dicen, qué piensa el autor al escribirlo; la grandeza de la exposición es que esté asequible a las masas y sea popular o sea que extraiga del texto su mensaje y los oyentes puedan aplicarlo a sus vidas. En fin, Jesús es un predicador popular pero se quejan los malos judíos que no es graduado por ellos.




Exposición 34


Hombres y mujeres nuevos y sin ceremonias


Jn. 7:20-25 

“¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme? 21 Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis. 22 Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres; y en el día de reposo circuncidáis al hombre. 23 Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? 24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio. 25 Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle?”.


Con esas palabras ¡eres un demonio! Fíjese que llaman loco al hombre más cuerdo del mundo; le dijeron “demonios tienes” (v. 20) que es una forma religiosa de decir que estaba loco. No era la primera vez que le decían que estaba “fuera de sí” (10: 20; Mr. 3: 21) y que era un endemoniado. Difamarlo secular y religiosamente (Mat. 12: 24). Y era el hombre más cuerdo y más santo del de la entera sociedad, porque aun los demonios lo sabían (Mr. 1: 24). Así le dijeron al hombre que tenía el Espíritu sin medida (3: 34).  En todos nosotros hay alguna parte diabólica pero no en él (14: 30). 

Jesús nos advirtió que con nosotros ocurriría igual, que como a él le llamaban loco a sus discípulos lo mismo (Mat. 10: 25). El apóstol Pablo es un ejemplo, y en la antigüedad a los profetas. Cada vez que hay un hombre que sale al mundo y es distinto les parece cosa extraña, piensan que está loco y quieren eliminarlo. Sin embargo, loco son ellos, los que se rebelan contra un Dios omnipotente que puede destruirles el alma y el cuerpo en el infierno, que tienen todas las de perder. Locos se hallan los que andan por el camino de la perdición, los que viven sólo para lo temporal e ignoran a Dios. La experiencia nos demuestra que los que tienen la mente de Cristo, piensan como Cristo, son los hombres más cuerdos y equilibrados del mundo. Y ambas cosas las tenemos por medio de su Espíritu que nos ha dejado y de su Palabra (1 Co. 2: 16; 2 Co. 4: 4), y (Ro. 15: 5; Flp. 2: 5). Pero ya con todo esto basta. Iremos a otro asunto. 

 Jesús vino a ponerlo todo como al principio, y el sábado fue uno de los puntos que arregló.  Jesús les dice que han montado todo aquel escándalo por gusto porque lo único que ha hecho es sanar a un hombre enfermo, un bien tan noble como circuncidar a un niño en sábado, y tan inocente como el tal. En el v. 24 donde se pone en una balanza la sanidad de un hombre y un mandamiento ceremonial, un día de reposo y comparar ese evangelio con el mismo que predicó Pablo que hizo caso omiso a los días y las comidas. 

Ya en otros momentos hemos dicho que para Jesús el sábado fue hecho para servir al hombre y no el hombre para el sábado y que Jesús lleva a su origen las relaciones del hombre con Dios y del hombre con el hombre (Mat. 19: 4, 18). Los hermanos sabatistas se excusan a sí mismo diciendo que el sábado no pertenece a la ley ceremonial que cumplió Jesús. Pero ¿cómo no va a serlo si es la expresión máxima del comportamiento ceremonial? Es el centro mismo de todas las ceremonias y la piedra de toque de todas ellas. El razonamiento de Jesús no es ceremonial. 

Podrían haberle dicho, “no compares una cosa con otra, la circuncisión fue ordenada por Moisés y sanar a un hombre el sábado no, ella ante Dios es más importante que curar a un hombre enfermo que bien podía serlo otro día”. Y eso fue lo que le dijeron. Eso hasta cierto punto sería cierto. Y juzgando no por las apariencias, se ve que Jesús está introduciendo su forma de pensar en el asunto, que hacer el bien es tan importante como hacer un prosélito, como hacer una circuncisión. 

La actitud y exégesis de Jesús es para liberarnos del yugo sabático, darle un uso más libre y antiguo que el que le dio Moisés, lo mismo que la circuncisión, y por eso se introduce la aclaración en el paréntesis  el valor de un hombre sobre las ceremonias del culto. Está cambiando la ley e interpretándola de otra manera, especialmente el sábado. En el sentido de ellos sí violaba el sábado, en el nuevo sentido de Jesús no. Está cerrando la historia de las ceremonias y haciéndolas volver al tiempo de la creación cuando ellas no existían, porque desde la creación del mundo hasta Moisés el hombre se relacionaba libremente con Dios mediante la expiación con animales y la oración en cualquier día. Juzgaban iguales todos los días. No hay evidencia bíblica que Abraham, Isaac, Jacob o José guardaran el sábado. El sábado quedó totalmente muerto y enterrado en la tumba de Jesús. Desde ahí en adelante empieza una nueva era, la cristiana, la era de la libertad y del comienzo de un nuevo mundo, teniendo a Jesús como el Segundo Adán y formando hombres y mujeres nuevos, sin ceremonias.



Exposición 35


La historia de Jesús


Jn. 7: 26-31 

26 Pues mirad, habla públicamente, y no le 27 Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. 28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. 29 Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió. 30 Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. 31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?”.


Es un estudio importante porque aclara algo sobre el debate que ha existido sobre la historicidad de Jesús y cómo desde un principio han querido hacer un mal uso de ella. Aquí vemos cómo manejan equivocadamente los datos históricos de Jesús. Sabían dónde había nacido, dónde vivía y quiénes eran sus familiares (7: 40-43; Mat. 2: 4-6); conocían a sus padres (6: 42). ¿Cómo van a decir que no sabrían de dónde vendría el Mesías?  Pero ¿qué pasó con toda esa información? La confrontaron con las opiniones equivocadas que ellos tenían sobre la aparición del Mesías. Suponían que nadie lo sabría. Existía la noción que el Mesías estaría escondido por un tiempo hasta que se revelara al mundo pero no conocerían su procedencia. Eso eran inventos de ellos. Por lo tanto lo rechazaron. Eso es lo que pasa hoy cuando los historiadores no cristianos manejan los datos sobre Jesús. Ya van prejuiciados. Si hubieran confrontado las opiniones de ellos con la Escritura y lo que ella dice del Mesías no creerían esas falsedades, entonces no hallarían confrontación entre los datos históricos de Jesús y lo que ellas dicen sobre el Mesías porque no hay ningún texto que diga que el Mesías sería un personaje incógnito. Si lo hubieran hecho honestamente al contrario, habrían visto que no había discrepancias, que podrían conocer su residencia y su familia. Al contrario esos datos se suministraban para identificarlo. Precisamente lo que identificaba a Jesús como el Mesías ellos sabiéndolo lo ignoraban y hacían prevalecer su información no escritural sobre la armonía de la historia y la Escritura. ¿A qué se debía eso? A menosprecio hacia su persona que no era uno de ellos, al testimonio contra ellos, las cosas que decía que los ofendían, y más que todo por su cristología y teología, porque afirmaba ser Hijo de Dios “haciéndose igual a Dios” (5: 18). Jesús dijo “de él procedo” (v. 29). Indicando divinidad. Pero algunos manuscritos que leen “de él vengo”, y la traducción se debe sólo a un acento sobre el pronombre que le cambia el sentido. Hoy tratan de encontrar otra historia acerca de Jesús y acuden  a los herejes y filósofos para recibir lo que ellos dicen como verdad y los evangelios mentira. Y hacen eso porque no les gusta el testimonio que Jesús da contra sus pecados, y por la misma razón que los fariseos, encuentran en la divinidad de Jesús un gran obstáculo. Aceptarían quizás a un Jesús humano pero no a un Jesús que sea Hijo de Dios y sea igual a Dios. Sin embargo hay siempre un grupo de gente que interpretan bien la Escritura y no hallan conflicto entre ella y las señales que Jesús dio sobre su divinidad o relación con Dios. Dice que “muchos de la multitud creyeron en él” (v. 31). Muchos creyeron. Dijeron, “sí, sabemos quién es, su familia, pero no hallamos ninguna contradicción entre esos datos y lo que él es”, y sobre todo nadie como él ha hecho las señales de ser el Mesías. No fueron influidos por los errores y prejuicios de los judíos.  Y se hicieron sus discípulos. La historia de Jesús es una, la que dicen los evangelios y son ellos la auténtica fuente para conocer la verdad acerca de él, y no hay contradicción entre sus datos biográficos y lo que demostró ser. Mesías e Hijo de Dios. No engaña al pueblo (7: 12). No nos engaña, es el que había de venir y no hay que esperar a otro. Hay armonía entre la historia y la Escritura.




Exposición 36


Necesitamos explicaciones para no dar tumbos

Jn. 7:32-36 

32 Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiese. 33 Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió. 34 Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir. 35 Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos? 36 ¿Qué significa esto que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir?”.


En este estudio hay dos cosas importantes: Jesús es el Profeta enviado por Dios y “da a entender” que posee divinidad. Al estudiar esto nos acordamos de las palabras que escribió en el prólogo el evangelista, “y el Verbo se hizo carne y vimos su gloria como el Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (1: 14), y las de Pablo, “Dios fue manifestado en carne” (1 Ti. 3: 16). Después que analicemos eso veremos cómo se relacionan esas dos verdades con nosotros funcionando como un salvador omnisciente y eso es bueno saberlo cuando todo lo que respecta a nosotros él lo conoce incluyendo lo que vamos hacer y lo que pensamos; y dice mi esposa que hasta nuestros gustos.

Vea que el pueblo comentaba que Jesús podría ser el Mesías y cuando lo oyeron los fariseos  les preocupó; entonces decidieron meterlo en la cárcel, cosa que no ocurrió sino unos seis meses después.  Y si ve que Jesús conoce las intenciones de sus adversarios, ya que sin tener informantes oyó los pensamientos y planes de ellos. Parece que eso se lo dijo al pueblo para que ellos supieran que no necesitaba informantes para saber qué hacer él y con su iglesia. Y sepan hermanos, que igual lee la mente de sus discípulos y está al tanto de sus intenciones y obras (2: 25; Mat. 9:4). Conoce nuestra vida mental, lo que es de nosotros mismos y lo que el diablo nos mete dentro de ella; las imaginaciones sanas y las enfermas. Nuestra vida síquica es como un papel escrito que tiene delante de sus ojos y puede leerla con facilidad. A él debemos acudir para que nos libre de persistentes pensamientos fastidiosos que alguna de las potestades del aire nos transmita. Eso no es una virtud primeramente profética y en cualquier caso refleja a Dios. 

Y en ese sentido Jesús adaptó la revelación de sí mismo a las circunstancias y les revela en claroscuro quién era. Esa prudencia me encanta, que se deje ver un poco y otro no, que diga hasta aquí y hasta allí no. Los judíos esperaban que el mesías fuera un profeta y además divino (1: 21).  Lo identificaron como un profeta de Nazaret (Mat. 21: 11); y los más escépticos como Simón procuraban convencerse  (Luc. 7: 39), pero en su caso era más que profeta sino el eterno Verbo de Dios hecho carne, pero eso a ellos no se los dijo. Las palabras “el que me envió” que pudieran entenderse el que lo envió como profeta o “apóstol de nuestra profesión” (He. 3: 1). Pero tienen un sentido más amplio porque dijo que regresaría al que lo envió. ¿Qué es eso de volver a Dios? Tiene que ser “donde estaba primero” (6: 62). Como Profeta podría ver las imaginaciones de la gente pero no “subir donde estaba primero”. Habla de un retorno a Dios y eso no se aplica a un profeta totalmente hombre. Ningún profeta dijo eso de sí mismo. En esas palabras suyas oculta su divinidad y encarnación, cuando “el Verbo se hizo carne”. 

Y una última observación con relación a los misterios de la Persona de Jesús: para entenderos necesitamos sus explicaciones y si él guarda silencio es mejor no especular porque ellos son impenetrables. Los judíos interpretaban mal lo que había dicho y pensaban que se marcharía a predicar a los de la diáspora entre las naciones gentiles. Que se iría de misionero al extranjero. Pero no fue así. Le daban un sentido distinto al que su palabra tenía. Es necesario estudiar lo que dijo Jesús contando con sus explicaciones para que nos aclare lo que ha dicho en claroscuro. Lo que dijo que le buscarían y no le hallarían se refiere al tiempo de la destrucción de la ciudad por los romanos. Cuando Cristo no explica lo que ha dicho damos tumbos imaginando respuestas equivocadas. Él es nuestro raboni.




Exposición 37


Si está insatisfecho y sediento de la religión o  del árido secularismo

Jn. 7:37-39 

37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.


A la fiesta que se refiere es la de los tabernáculos (v. 2). Se le llama “el gran día de la fiesta” al octavo día de santa convocación, según varias explicaciones, porque durante los otros días se ofrecían 70 bueyes por las naciones del mundo  pero en este particular día se ofrecía por Israel. Las palabras del Señor fueron dichas en ese día. También los judíos iban al estanque en Siloé y traían cántaros de agua de la cual bebían, puede que de la mezclada con vino, y la otra la derramaban en el altar del sacrificio. 

Jesús tuvo que haber visto a muchos bebiéndose el agua ceremonial sin matarse la sed cuando los invitó a cambiar la vasija por el Espíritu y el agua por la fe.  Si ese fue el motivo de sus palabras, él tiene la mirada puesta en el fin de aquello que habría de ser abolido porque ya había envejecido, y “un nuevo pacto” sustituiría al primero y una nueva forma de adoración a Dios tendría lugar donde él sería el centro de todo ese cambio (Jer. 31: 31-34). Pensando en esa promesa donde la ley de Dios sería escrita en las “entrañas” o “corazón” es que el autor de Hebreos hace referencia (He. 8:8,13). Una explicación tan amplia es sustentada por la misma cita que menciona el Señor. La frase “como dice la Escritura” no es aplicable a un texto en particular sino, como dice Calvino, a todo el AT en comparación con el Nuevo Testamento o Pacto. Y si hay algunos textos, ése es de los mejores. 

He esperado en vano encontrar esa explicación en algunos comentaristas y por ese motivo digo que me aventuro a pensar que esa pudo haber sido la razón del llamamiento a tener fe en él, que es lo que significa “venid a mí y bebed”. Con eso les está proponiendo cambiar las ceremonias de la ley por el evangelio sin ellas, en el cual él se ofrecerá a sí mismo por todas las naciones del mundo y particularmente por Israel, en la víspera de aquel sábado “de gran solemnidad”.  Es un llamado semejante al que hizo en Mat. 11:28 donde se refiere a los cansados de las ceremonias de la ley. Es importante reconocer que el Espíritu viene a ser el sustituto de aquellas cansonas e insatisfactorias ceremonias, y él es el vicario de Cristo en la tierra. 

El momento en que Jesús hace la invitación era el más oportuno. Jesús invita al pueblo a cambiar las obras ceremoniales por la fe en el puro evangelio en el momento en que ellos habían sacado todo el provecho espiritual que podían de ellas. Se está particularmente dirigiendo a los que sentían sed de algo más y deseaban, sin saberlo, un cambio. En ese instante Jesús vio que estaban espiritualmente sedientos, insatisfechos con los resultados espirituales de aquella fiesta, economía y ceremonias. Nota que les falta algo más, que siguen con sed, y los llama a sentirse “completos en él” (Col. 2:8-10), o a tomar de él “gracia sobre gracia” (1:16) para una vida completa y satisfecha. Se incluía dentro de las ceremonias los lavamientos, prescripciones dietéticas y sacrificios que “nunca pueden hacer perfectos” a los que los cumplen (He. 10:1). Jesús llega a la historia de Israel en el momento oportuno y llegó para darle descanso y satisfacción con su ministerio del Espíritu. El cristianismo es la religión del Espíritu. Donde priman las ceremonias, misas, comidas, penitencias, promesas, no hay Espíritu. Jesús les promete que el evangelio del Espíritu Santo les desbordaría la vida religiosa de modo que además de no sentirse como si carecieran de algo tendrían para compartir y que bebieran otros. Les dice que desde el fondo, desde lo más profundo del corazón de ellos brotaría vida, sin sentirse muertos por dentro jamás.

Él era el fin de aquellas ceremonias sustituyendo todo aquel culto en su persona y cruz  (Ro. 10:4; Ga. 4:4,5; 5:18). Se sentirían con una vida abundante y de esa abundancia podrían compartir con otros sedientos. Jesús compartiría su Espíritu con ellos después de su glorificación. Esa forma nueva de adoración permitiría dejar sin sed y satisfechos no sólo a las 70 naciones por las cuales Israel oraba, sino a “los suyos” y a “todo aquel que en él cree” y esté insatisfecho y sediento de la religión o  del árido secularismo. El evangelio no es algo que deje al hombre insatisfecho. La insatisfacción depende de la medida del Espíritu que el creyente posea.



Exposición 38


A veces las desuniones acerca de Jesús no sólo son reconciliables sino complementarias 

Jn. 7:40-53 

40 Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente éste es el profeta. 41 Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? 42 ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo? 43 Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él. 44 Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano. 45 Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? 46 Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!  47 Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados? 48  ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? 49 Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es. 50 Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos: 51 ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho? 52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta. 53 Cada uno se fue a su casa”.


Es una pena leer esta palabra en el texto: División (v.43).   La palabra original es sisma. Las divisiones o los sismas en la iglesia suelen ser producidas por hombres y mujeres sensuales, equivocados o intransigentes, y cuando se produce se manifiesta quiénes son aprobados por Dios y quiénes no lo son (1 Co 1:10; 11:18; 2 Co. 12:20; Tit. 3:10; Jud. 1:19). Los sismas en la iglesia hoy son muy comunes. Hay hermanos ambiciosos que van de congregación en congregación queriendo tener poder en ellas y usar sus talentos, pero no aman la iglesia sino a ellos mismos. El apóstol dice que no hay que recibirlos para crecer en número de un solo salto, sino desecharlos. Sin embargo, la clase de división que aquí se menciona no es como las de hoy sino cristológica. Tenía que ver con la autenticidad de Jesús y “por causa de él” (v.43). 

Los dos primeros, los que afirmaban que era un profeta o el Mesías (vv.40,41), tenían un conocimiento parcial de él, eran dos mitades de una misma verdad. Jesús era las dos cosas, profeta y mesías. Si hubieran compartido los conocimientos que cada uno tenía de él se habrían complementado y unido. A veces las desuniones acerca de Jesús no sólo son reconciliables sino complementarias y no hay tal división. Hay una separación pero no una división y la posible solución es sentarse juntos con una Biblia abierta y ver si las definiciones que cada cual tiene permiten integrarlas a las del otro. Eso fue lo que ocurrió y llegó a llamarse Jesús-Cristo, o Jesucristo. Así que pensando juntos surge una cristología más completa. Por eso los ministros se han reunido en concilios y sínodos y han hecho confesiones de fe. 

No todos tienen una idea correcta de la persona de Jesús. Otros necesitan más estudio. Estos son los que desconocían que Jesús había nacido en Belén y no en Nazaret. No estaban en desacuerdo con los anteriores, pero no podían firmar ninguna declaración con ellos hasta que no salieran de dudas. Pero no era grande la duda. Con un poco de investigación se podría aclarar la identidad y los tres grupos unirse en una sola iglesia. En cualquier caso sentarse juntos y ventilar las diferencias y llegar a un entendimiento cristológico hubiera sido bueno. Pero con quienes no había posibilidad de unión era con los fariseos. Ellos eran enemigos destructores de la sana doctrina y no podían ser invitados a ningún concilio sino condenarlos, porque lo que hacían era aprovechase de la diversidad de opiniones de la iglesia para dañarla y fomentar más división. Dígase Pelagio, Sabelio, agnósticos humanistas o emergentes, liberales.

Había otro grupo representado por los alguaciles que eran los admiradores o simpatizantes de Jesús y decían que “jamás hombre alguno ha hablado como este hombre” (v.46). A estos fueron los primeros que los fariseos combatieron y los acusaron de ingenuos y “engañados” (vv.47,48); y mintieron diciéndoles que de los gobernantes nadie había creído, o sea que ninguna persona digna, de la estatura de ellos, que fuera importante en la sociedad se había convertido en su discípulo. Los engañadores eran ellos y no “aquel engañador” como llamaban a Jesús (Mat. 27:63). Jesús sí tenía Jesús simpatizantes entre los gobernantes. No mucho después había “mujeres nobles no pocas” (Hch. 17:4). Es cierto que no ha habido muchos nobles pero sí algunos (1 Co. 1:6). Chuza el intendente de Herodes fue otro (Luc. 8:3). Y Nicodemo que lo tenían enfrente, aunque escondido y como defensor del Señor, era uno de sus admiradores de él como maestro, y muy seguro que había venido de Dios como maestro (Jn. 3:2). 

La iglesia debe evitar sus divisiones por causa de sus enemigos y buscar un medio de transmisión doctrinal hacia los simpatizantes y admiradores de Jesús que son los que están más cerca del reino de los cielos que otros gobernantes. Ya hace rato que la definición correcta de Jesucristo la tenemos y ahora lo que toca es transmitirla, y elevarla porque se ha dejado de hacerlo a los gobernantes, y ella dejarse de divisioncillas internas y orar por los nobles, y hacerles cartas como hizo Calvino y dedicarles comentarios bíblicos, léanlos o no. 

El diablo hace todo lo posible porque los simpatizantes en las esferas altas de la sociedad y del gobierno dejen de serlo y no obstaculicen las labores contra Jesús que sus enemigos están haciendo a esas mismas alturas. En las escuelas, prensa, radio, cine y televisión. Es importante orar por Chuza el intendente de Herodes para que controle a los judíos anticristianos y no prohíba a su familia cooperar con el cristianismo. Si en Tesalónica hay muchas mujeres nobles que simpatizan con Jesús y abrazan sus enseñanzas es muy posible que sus maridos, las esposas de otros maridos, y quién sabe cuántos más podrían convertirse y evitar que a golpe de leyes, con la excusa de igualdad religiosa, reduzcan a cero la influencia social cristiana. Y “si no sirven para ser cristianos” por lo menos que ayuden a los cristianos. 

Y hasta la esposa de Pilato si hubiera creído en Jesús no por una pesadilla y en esas vaporosas impresiones nocturnas sino porque algunos aparte como Aquila y Priscila les hubieran explicado mejor el evangelio, tal vez el procurador hubiera hecho algo más que lavarse las manos cuando el cristianismo iba a ser crucificado. Los alguaciles, desmentidos los fariseos, pudieran influir en los altos mandos del ejército y oponerse a “si no preguntan no lo digas” y dejar fuera de combate a los afeminados y los que se echan con varones. Esos admiradores de Jesús, pronto más que tarde, deben oír las buenas definiciones de Jesús que ya están en los labios de muchos de la iglesia y dejen de ser nada más que simpatizantes, a veces escondidos y haciendo famélicas defensas, porque virtualmente podrían llegar a ser discípulos fuertes y completos en la corte Suprema, el Congreso y la Presidencia, que se han ido llenando de ateos, agnósticos, y más admiradores de Mahoma que de Jesucristo. 


Observe que le dijeron a Nicodemo que hiciera una investigación y le advirtieron que llegaría a la conclusión que Dios había menospreciado a los galileos y no había llamado de allí a nadie al oficio profético (v.52). El consejo de investigación para aclarar alguna duda o confirmar una verdad es bueno. Pienso que ellos se referían a que escudriñara la Escritura. Eso está bien, la Biblia es el primer libro que hay que estudiar para aprender la verdad acerca de Dios y es por ella que tenemos que confirmar, corregirnos y exhortarnos (2 Ti. 3:16), y lo mismo para desarrollar un ministerio saludable (2 Ti. 4:2). Debemos conocer la Biblia como Juan Bunyan de quien se dijo que por sus venas no corría hemoglobina sino “biblina”. 

Es bueno ir a ella primero y ver lo que dice, y también lo que otros libros dicen sobre ella, lo que otros autores, maestros y doctores de la ley han comentado sobre las palabras que estamos investigando pues ellos lo hicieron primero. Si alguno puede aprender un poco de griego, bendito sea Dios, qué instrumento tan precioso para fastidiar a los mentirosos. Los comentarios son de valiosa ayuda para el entendimiento y comprensión de la Escritura. Las exposiciones bíblicas magníficas si tienen aplicaciones, y los sermones expositivos o textuales también convienen leerlos, si el predicador no tiene la manía de dar más consejos sicológicos que bíblicos, o si no le rinde más tributo a la homilética que a la exégesis. 

El apóstol Pablo llevaba consigo no sólo los pergaminos (suyos y del Antiguo Testamento) sino libros (2 Ti. 4:13). El consejo que le dieron a Nicodemo fue bueno y abarcaba toda la Biblia porque para saber si Dios tuvo profetas galileos tendría que no sólo hojear la Escritura o leer los libros proféticos sino toda ella porque algunos predicaron pero no escribieron sus profecías. Todo cristiano debiera leerse la Biblia completa de modo que sea capaz estando familiarizado con su contenido, de comparar “lo espiritual a lo espiritual” (1Co. 2:13) que es una forma indispensable de investigación de modo que toda ella hable por sí misma sobre algún asunto en particular. Ella se explica a sí misma. 

Sin embargo aunque el consejo fue sabio uno se da cuenta que le están pidiendo a Nicodemo que confirme con la Escritura los errores de ellos porque de Galilea sí Dios había llamado profetas. Jonás era uno y posiblemente Oseas y Nahúm (Capernaúm, Kfar Nahum, “villa de Nahum”) tal vez por él). Envían a Nicodemo a la Escritura sin embargo “no sabían lo que decían ni afirmaban” (1 Ti. 1:7) y se creían doctores de la ley. No hagamos caso a los títulos y supuestos conocimientos que algunos dicen poseer de la Escritura. De lo que ellos digan hay que hacer como los antiguos bereanos, comprobar con ella si es cierto (Hch. 17:11). 

Y eso hay que hacerlo principalmente porque no pocos estudiosos de la Escritura exportan sus prejuicios dentro de ella. En este caso son prejuicios raciales. Estaban invitando a ese hombre a que tuviera los prejuicios raciales de ellos y discriminara a los otros como ellos lo hacían, y para eso ¡le dicen que busque textos bíblicos!, queriendo que Dios también los tenga. Una persona puede tener su opinión sobre una región, una cultura, un país y engañarse creyendo que son inferiores. Y además querer convertir la Escritura en su aliada. Lo opuesto es mejor, quitarse con ella esos prejuicios de superioridad e inferioridad étnicas porque sabemos muy bien lo que han hecho al mundo esas culturas “civilizadas”. 

Dios ha llamado desde el Tercer Mundo muy buenos galileos de Centro y Sur América, y del Caribe, y eunucos muy ávidos de la Escrituras desde Etiopía que han aprendido de Felipe, de Esteban, de Pablo y de Jesucristo, de modo que como pastores, predicadores y expositores, no tienen nada que envidiarles a los de esas grandes naciones del Primer Mundo y a algunos de entre ellas que piensan que “la palabra de Dios de ellos sólo ha salido y a ellos sólo ha llegado” (1Co. 14:36), que “tienen reputación de ser algo” pero que a ellos “nada nuevo le han enseñado”.

Y por todo lo expuesto reafirmo que a veces las desuniones acerca de Jesús no sólo son reconciliables sino complementarias, y buenas para hacer un frente unido en un mundo necesitado hasta los bordes.   (copiado)





Capítulo 8


Exposición 39


Lo importante es lo que dicen sus palabras no lo que escribe en el suelo


Jn. 8:1-11 

“Y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.

 

Quizás han leído algunas Biblias que no tienen este relato, por eso voy a transcribir dos citas. “La historia de esta mujer sorprendida en adulterio no se halla en la copia alejandrina y en otras copias antiguas, ni en Nonnus, Crisóstomo y en Teofilato, en ninguna versión siria hasta que fue restaurada por De Dieu, de una copia del arzobispo Usher; pero se halla en versiones árabes y etíopes y en la armonía de Tatian y Ammonio, el primero vivió en el año 160 unos 60 años desde la muerte de Juan y el otro alrededor del año 230, Eusebio dice que se halla en el evangelio según los hebreos y su autoridad no debe ser dudada” (Gill).

“Se sabe bien que este pasaje era desconocido por las iglesias griegas y algunos conjeturan que fue puesto por alguien en este lugar; pero siempre ha sido recibido por las iglesias latinas y también se encuentra en mucho manuscritos griegos y no contiene nada que sea indigno del espíritu apostólico y no hay razón para rechazar su uso en nuestro favor” (Calvino). Voy a seguir ese camino y usar la historia en provecho de nuestras vidas.

Mira como Jesús se fortalece espiritualmente para predicar, fue “al Monte de los olivos” (v.1). A orar supongo; ese sitio cerca pero no dentro de la ciudad era el preferido para ello. No distaba mucho de los pecadores para predicarles pero no dentro de ellos para pedir la bendición para sus estudios, comentarios, conversaciones y sermones. Jesús amaba ese lugar y fue en él donde lo detuvieron. Allí empezó su cruz. No juzgaríamos extraño que tuviera mucho público oyéndole a tan temprana hora. Se levantaban de mañana para ir a oírle. Cuando dice “todo el pueblo” (v.2) no quiere decir que miles sino mucha gente, numeroso público; y se iban habiendo aprendido algo puesto que él “les enseñaba”. Se preparaba para ambas cosas.

Mira la trágica escena de una mujer cuyo pecado se hace público. Durante una de esas clases matutinas fue que le trajeron a esa mujer, no para que ella aprendiera algo de él y reformara su vida sino para que la condenara (v.3). No le buscaron un puesto cercano entre la gente donde pudiera oírle sino que la pusieron “en medio”, exponiéndola a la vergüenza pública y como un trofeo del celo religioso de ellos. No se dice cómo iba vestida, si llevaba velo, posiblemente ninguno, y sus cabellos en desorden puesto que según el informe de ellos había sido “sorprendida en el acto mismo del adulterio” (v.4). Sería libidinoso tratar de describir ese momento. Lo dejo. Sólo señalo que era una trágica escena. Conociendo la malicia de ellos y el odio que sentían hacia Jesús sería posible que todo fuera parte de un plan que  hicieron donde el hombre cooperó por algún precio y por eso no estaba allí. Era cierto que la ley condenaba a muerte a los adúlteros (Lev. 20:10), no precisamente con piedras. No era celo por la palabra de Dios sino una emboscada con el propósito de acusarlo ante los romanos. De una forma o de otra siempre querían meterlo en complicaciones políticas para destruirle (Mat.12:14),  y según ellos no podían hacerlo por sí mismos (vv.4,5; 18:31). Aquellos hombres aplicaban la palabra de Dios a otros pero no a ellos mismos.

Lo más importante es el dedo de Jesús no apuntándolos sino escribiendo en tierra sus pecados. Eso no lo dice el texto pero he leído esto: “Katagrapho indica no solamente la acción de Jesús escribir en la tierra, sino que de acuerdo al contexto que es la respuesta de Jesús a la acusación hecha a la mujer, se puede interpretar que lo que Jesús escribió fue una contra-acusación contra aquellos acusadores aunque no exista ninguna indicación del contenido de su escritura. Algunos escribas añadieron “los pecados de cada uno de ellos”, aquí o al final (v.8)” (NET). Calvino aunque de buena gana acepta el relato dice que la actitud de Jesús es de indiferencia hacia ellos y no precisamente porque quisiera escribir algo. Pero estaba escribiendo no jugando con tierra. Si se dice que escribía es porque escribía algo lo que escribía no se sabe pero haciendo una conjetura pienso que tuvo que ver con la indirecta acusación que les hace y con la culpa en sus conciencias que al momento se creó, y con la vergüenza de la cual salen huyendo.

Hay algunos manuscritos que añaden que Jesús escribía el pecado de cada uno pero la mayoría no dice nada. No se sabe. Es el aspecto más extraño del relato y pudiera ser que no fuera un acto de indiferencia sino algo que tenía que ver con ellos; no es descabellado que aunque fuera una interpretación, o una adición de algún copista, tuviera algún significado en relación con la conciencia de ellos puesto que cuando les dijo que el que estuviera libre de pecados, de la lista que escribía en la tierra, arrojara el primero la piedra. En vez de a cada uno descubrirle ante todos lo que hacían en silencio se lo pone ante los ojos para que lo lean y aquella palabra escrita en el polvo los espantó y salieron huyendo comenzando por los que debiendo tener más control sobre sus vidas no lo tenían, los más viejos, y los jóvenes sintiéndose también acusados por la acción del Espíritu en ellos, se retiraron no teniendo fuerza moral para apedrear a otra persona por el pecado que ellos y sus mayores cometían, o por otros similares. Menos mal que escribió en el suelo sus pecados y no sobre las montañas, en las nubes o en el cielo donde todos lo vieran y quedaran para siempre sino en el polvo donde el viento o su propia mano podrían borrarlo.

Moisés también había ordenado apedrearlos a ellos. Jesús no había justificado su adulterio pero tampoco pidió para ella la sentencia de la ley porque precisamente vino para cumplir la ley y morir en lugar de los adúlteros y los que cometen pecados similares (Mat. 5:17; Ro. 3:19; Ga. 4:4,5). Con aquellas palabras de Jesús se formó una estampida dejando claro que la función de la ley fue únicamente que se conociera el pecado no realmente vivir por ella (Ro. 7:7). Jesús le dijo “vete y no peques más” y una traducción mejor es “desde ahora”. La sacó de debajo de la ley y la puso en la gracia y eso no quiere decir que estaba “sin ley” y que podía justificarse de sus pecados ante los demás alegando que nadie tenía el derecho a condenarla porque todos eran pecadores como ella. Todos somos pecadores y todos necesitamos a Cristo que nos defienda para no ser condenados y no nos consuma la culpa y la vergüenza. No veo que sintieran culpabilidad y huyeran de la escena porque leyeran cien o doscientos de ellos, en unos momentos, algo personal en la tierra, sino por lo que Jesús dijo y la unción de sus palabras que flotaron poderosas en el aire, dichas muy pausadas  dándoles tiempo para que ocasionaran dentro de la conciencia lo que él quería. Si no se menciona el contenido de la escritura es porque no es necesaria su consideración. Dios no escribe ya en piedra, menos en tierra, sino en la conciencia (Ro. 2:15). Lo más importante no es lo que escribe en el suelo sino su lacónica frase, “el que esté libre de pecado tírele una piedra”.    (copiado)




Exposición 40


Los acontecimientos de nuestras vidas sucederán en el tiempo que marque el reloj de Dios

Juan 8:12-20 

12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. 13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. 14 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy. 15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. 16 Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. 17 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí. 19 Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais. 20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora”.

 

Hoy vamos a sumergirnos en el conocimiento de Dios por medio de su revelación, o sea de su Verbo hecho carne. Empiezo con una aplicación. Sin el conocimiento de Cristo la vida carece de la luz plena para conducirse, es él el que alumbra nuestra senda y todo el camino a Dios (vv.38-40). Los que tienen el evangelio como guía se evitan muchos tropezones y caídas porque tendrán la única luz que es la verdadera luz de la vida, “Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (v.12); un conocimiento que los hará libre del pecado porque es la verdad (vv.32,36). Cuando se compara con la luz del sol que alumbra a “todo hombre” (1:9) no quiere decir que todo hombre adquiere esa luz y que ella resplandece sobre todos sino que él es el Sol de Justicia. No está hablando de conocimientos filosóficos o científicos sino de los conocimientos necesarios para la salvación. 

Fíjate que Jesús no buscó a nadie para tomar para sí autoridad, ni siquiera llamó a Juan el bautista en su ayuda, lo que supo no lo aprendió de hombre alguno sino del Padre y por eso el evangelio no es deudor de ningún filósofo o maestro de la sociedad. Siempre los judíos le pedían alguna recomendación y él siempre la negó porque no la tenía, su única recomendación era Dios porque más alto que él no había otro. “Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero” “Pero si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió. Aun en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí”. El evangelio es un misterio revelado por Dios y en nada necesita el visto bueno de los hombres (2 Co.3:1; Ga. 1:11,12), y la iglesia es formada como una “columna y sostén de la verdad”, de ese conocimiento (1Ti. 3:15).

No hay que temer conocer a Dios por medio de Jesús porque él tiene un testimonio creíble si es verificable. Uno sí puede dar testimonio de sí mismo y ser verdadero lo que dice si se conoce bien a sí mismo, si lo que dice de sí lo comprueba con los hechos y si los que lo escuchan pueden verificar que es verdad o no lo que afirma. A un hombre, él, que de testimonio de sí mismo se le puede acusar de arrogancia pero no de falsedad. Es cierto que sería una inmensa arrogancia, una blasfemia si Jesús no fuera lo que él dijo ser: que provenía del Padre “y salí de Dios y vine de él” (v.42). En los vv.28,29 afirma que lo que dice y hace provienen de Dios aunque ellos pensaran que era un ministro de Beelzebub. Dios daba testimonio de que él era “la verdad” y lo que decía era correcto. Jesús varias veces afirmó que nadie conocía a Dios sino él (v.19; Mat. 11:27). 

Solamente tener en cuenta la circunscripción de ese conocimiento o investigación que tiene como límite la teología, o más bien que hay que obtenerlo por un estudio sin prejuicios de la cristología. “Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque yo sé de dónde he venido y adónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy”. Quiso decirles “lo mío no es una nueva teología sino aquella que ustedes no conocen; el problema principal conmigo es que no saben bien quién soy, de donde vengo y adónde voy”.  Y quizás uno se pregunte “¿cómo se puede verificar que la teología de Jesús que forma su cristología es verdadera y no una apropiación suya?”. Entonces Jesús les pidió que ingresaran al mundo del Espíritu, que dejaran de pensar en su educación rabínica, en quiénes eran sus hermanos y hermanas, en la región que suponían de su nacimiento, etc., que el verdadero conocimiento de su teología y cristología podrían alcanzarlo si eran guiados por el Espíritu, el que ellos blasfemaban, pero que sería un error juzgarlo conforme a un hombre del mundo. Por eso dijo: “Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie”. 

Les quiso decir: “Tienen que juzgar espiritualmente lo que oyen y ven; yo sé que humanamente pensado soy inaceptable, por eso les pido que me juzguen por el poder de Dios en todos los beneficios que les he dado”. Jesús nunca les dijo que investigaran la historia de su nacimiento, su concepción virginal. No les dijo que lo estudiaran dentro de la historia. Les dijo que no lo sacaran de la teología, que lo estudiaran por la Escritura y por el Espíritu Santo y con ello se convencerían que no había que esperar a otro y que él no era un falso cristo.

Específicamente para entenderlo tendrían que conocer un Dios que no conocían y él les estaba revelando, un monoteísmo trinitario, que para ellos de sugerirlo nada más era impensable y blasfemo y eso es lo que estaban ellos pensando de su teología. Jesús les mostraba en su rostro la nueva luz divina de Jehová que alumbraría a todo hombre y no solamente como la columna de fuego en el desierto a Israel. Tenían que verlo como el Verbo de Dios, el Creador, antes que Abraham, el “misterio escondido desde los siglos” (Efe. 3:9). Aquella teología era demasiado para ellos y tendrían más adelante conocerlo “no según la carne” (2Co.5:16) sino glorificado. “[19] Entonces le decían: ¿Dónde está tu Padre? Jesús respondió: No me conocéis a mí ni a mi Padre. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. [20] Estas palabras las pronunció en el lugar del tesoro, cuando enseñaba en el templo; y nadie le prendió, porque todavía no había llegado su hora”. Ellos sí sabían que cuando nombraba a su Padre se refería a Dios, pero como se ha visto con esa afirmación podrían acusarlo de blasfemia por “hacerse igual a Dios”. 

Dentro de la ira y odio que sentían contra su teología intercalaron la burla. La pregunta “¿Dónde está tu Padre?” suena como a una burla, como aquella otra cuando dijeron que si pensaba suicidarse (v. 22). Jesús no les dijo como a Felipe “el que me ha visto a mí ha visto al Padre ¿cómo dices tú muéstranos al Padre y nos basta?”. La burla y reírse de él fueron hasta su cruz expresiones del odio que sentían. Jesús les está reprochando, no ya exhortando, que no conocen a Dios y tampoco a él, y después les va a añadir que no son hijos de Dios sino del diablo.

El desarrollo de la teología trinitaria contiene una programación exacta de ejecución según el comentario de Juan que “todavía no había llegado su hora” y ocurre dos veces, aquí y en 8:20 y nos hace pensar en el programa divino de la redención, en que todo ocurrió cuando “llegado el cumplimiento del tiempo Dios envió a su Hijo”, hasta que no dijo que era “la hora de la potestad de las tinieblas” (Luc. 22:53), como si Dios estuviera mirando su reloj donde están escritos todos los acontecimientos y no pueden ocurrir un minuto antes o un minuto después. Es legítimo que pensemos lo mismo de nosotros si creemos en esa maravillosa doctrina de la predestinación  y nos consolamos con ella que los acontecimientos de nuestras vidas sucederán en el tiempo que marque el reloj de Dios, sea la mañana  o la tarde, el sábado o el primer día, y tendrán la duración que él haya estimado adecuada, sean siete semanas, 49 semanas, cuarenta días o cuarenta noches. Y no moriremos hasta que la hora sea cumplida, y debiéramos recibirla con gratitud porque se ha de presentar en el momento oportuno. Ni un día antes ni uno después. Jesús nunca pensó en suicidarse y nosotros tampoco.   (copiado)




Exposición 41


Ellos eran de “abajo” y quisieron continuar siendo de abajo

Jn. 8:21-30

21 Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir. 22 Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? 23 Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. 24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. 25 Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. 26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. 27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre. 28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. 29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. 30 Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él”. 

Estos versos están intrincados y hallo más fácil si los separo en dos. 

Les hace una advertencia que en sus pecados morirán (vv.21,24). La causa se las explica, que como castigo de la incredulidad de ellos morirían y lo más pronto que ellos se imaginarían. Esas palabras en su forma más obvia y simple se refieren a la destrucción de la ciudad por cuanto él quiso juntarla debajo de sus enseñanzas como la gallina a sus polluelos (Mat. 23:37), cuando no quedaría del templo “piedra sobre piedra” (Luc. 21:6). Y es la desgracia mayor que le pueda ocurrir a una persona, morir en sus pecados habiendo tenido la oportunidad de creer en Cristo y después que se le ha insistido en que lo haga y se le han dado evidencias para que crea. Aquellos hombres tuvieron todo eso, evidencias, repeticiones de verdades, milagros, profecías cumplidas, pero no pudieron ser salvos porque no fueron convencidos y no fueron convencidos porque no querían, como él dijo. Si no hubieran sido tan terrenales y juzgado a Jesús terrenalmente hubieran podido conocerlo.  Pero ellos eran de “abajo” y quisieron continuar siendo de abajo y no admitir la diferencia que tenían con él que era de “arriba” y tenía un origen y una comunión con Dios haciendo siempre lo que le agradaba mientras que ellos no (v.29), con muchas evidencias, que ellos no tenían, y sentían por él envidia. En ese catastrófico día y después le buscarían recordando lo que les había dicho pero no le hallarían, no tendrían su ayuda ni ya habría lugar para el arrepentimiento (v.21).Les dice que en la cruz comprenderían su auténtica relación con Dios Padre.

Aquí está el relato de ese día, “entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, exhaló el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron; y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido resucitaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos. El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: En verdad éste era Hijo de Dios” (Mateo 27:50-54).Y después de ese día tuvieron “la señal del profeta Jonás” que él les había dicho que les daría como prueba que todo lo que había hablado y dicho sobre sí mismo era cierto, que ninguna sola palabra había dejado de escucharla del Padre. Y después de la resurrección su ascensión a “donde se hallaba primero” (v.21; 6:62), pero ninguno de ellos la vería y en sus pecados, desdichadamente, morirían con él ausente y sin recursos para hallarle porque ya se hallaba lejos de ellos. En sus pecados y engaños morirían sin Dios en el mundo, sin Mesías, sin la verdadera ciudadanía de Israel, sin el Mediador, sin un Redentor, sin perdón y sin el evangelio, ellos eran de “abajo” y quisieron continuar siendo de abajo pero gracias a Dios, no todos porque muchos creyeron en él (v.30).




Exposición 42

Gente que se cree religiosa y conectada con la Biblia

Jn. 8:31-47  

31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. 37 Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. 39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. 40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. 42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. 45 Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. 46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? 47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios”.

Nota que el Señor le pide a los que habían creído en él que permanecieran en su verdad para que permanecieran en libertad y si usted lee más abajo verá que los otros fueron los que le contestaron. El Señor no les hablaba de libertad política que ellos apreciaban mucho sino de ser libre del pecado. Por conocer lo que es el pecado y recibir el poder de Dios para liberación. Conociendo la verdad para vivir distintos a los demás para no ser del mundo ni enredarse en el mundo y la carne. Y que ellos eran esclavos del pecado era cierto por cuanto sus sermones no hallaban cabida en sus vidas y la palabra también significa que no hallaban espacio, que no la dejaban pasar, no era admitida en sus vidas porque estaban llenos de otras cosas; y sin que la palabra de Dios haga su entrada triunfal en el corazón no podrían ser libres y vivir en libertad como viven los discípulos del Señor. Ese es el remedio para todas las ataduras, vicios y adicciones. Dejar penetrar su Palabra es lo mismo que dejar entrar a Jesús. Con el aprendizaje. Si la palabra de Dios entra inevitablemente muchas cosas hacen su salida.

Fíjese que les señala de modo personal es que ellos están desconectados de su herencia espiritual, que siendo hijos de Abrahán son completamente distintos a ese patriarca y la única relación que tienen con el que es biológica pero no religiosa porque en el corazón de aquel personaje bíblico no cabrían esos sentimientos homicidas que ellos tienen. Cuando Jesús les dice eso les está cortando el orgullo en la misma raíz y como dejándolos fuera de la genealogía de la fe y de la salvación, situándolos al mismo nivel de los gentiles "sin Dios y sin esperanza en el mundo". 

Jesús con eso les revela la desconexión con Dios y la conexión espiritual con el diablo (vv. 41-44) enfatizándoles que no son hijos de Dios como ellos presumen sino todo lo contrario son hijos del diablo, y si interrogaran sus propios sentimientos y motivaciones, y si amaran un poco la verdad en relación con sí mismos, descubrirían que es cierto lo que él les dice, que no tienen nada de que gloriarse por dentro, que la religión de ellos es externa y que son judíos carnalmente pero no espiritualmente y no hacen ningún honor a Dios. Y nosotros cuando evangelizamos encontramos esa misma clase de gente que se cree religiosa y conectada con la Biblia pero piensan así porque no se toman el trabajo ni tienen interés en descubrir las raíces de los sentimientos y motivaciones que tienen con relación a Jesucristo. Y por otra parte se sentirán ofendidos como se ofendieron éstos, si siquiera les damos a entender que son hijos del diablo y no de Jesús. Pero esa es la verdad que pocos evangelistas se atreven a decirles a esta clase de oyentes. Parece que necesitamos más del valor de Jesús y de los profetas para denunciar al pueblo sus pecados, si es que definimos la palabra evangelización como salvación (Miq. 3:8). Para concluir Jesús estas acusaciones y revelaciones que es un medio también de evangelización, llamado por Pablo exhortación o comúnmente reproches, les menciona la doctrina de la reprobación, "vosotros no escucháis porque no sois de Dios" (v. 47). Esa es quizás la razón por la cual Jesús les habla en ese tono completamente acusativo donde apenas se puede percibir algún deseo de salvación. Les habla desde la convicción que no le harán ningún caso y él sabe porqué. Su palabra no halla cabida en ellos y no son de los escogidos de Dios. No querían librarse del pecado en el cual vivían y morirían porque eso significaría reconocer que estaban pecando y equivocados. Y es en ese punto del alma donde comienza la actividad evangelizadora, despertando amor hacia la verdad interior de lo que uno es y cómo actúa: pecador y equivocado.





Exposición 43


Son racistas y antitrinitarios

Jn. 8:48-59   

48 Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? 49 Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis. 50 Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga. 51 De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte. 52 Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. 53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? 54 Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. 55 Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra. 56 Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. 57 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. 59 Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue”.

A modo de introducción y de forma práctica observe con el ejemplo de Jesús y los fariseos, que es una injusticia juzgar a alguien por su país y raza. Les quiso decir: “Entre ustedes y yo se halla Dios como juez de nosotros y a él es a quien tengo que convencer que no soy endemoniado ni mi Biblia está corrompida”. Para deshonrarlo ante el público usan el racismo y la teología para hacerlo; le llaman samaritano y afirman que sus palabras son de un hombre endemoniado o loco. Sin embargo todo lo que hace es para honrar a Dios con lo que dice y hace. El racismo está desautorizado por sus prejuicios para juzgar a una persona por el lugar donde nació y por el color de su piel. Lo que ellos querían era ofenderlo haciéndose a ellos mismos de sangre y religión puras. Lo mismo que decían que tenía un demonio por las cosas que ellos pensaban que eran escandalosas y locuras. Dios no juzga a una persona por el lugar de su nacimiento ni por el color de su piel, y él es el único juez porque es quien dio a cada cual su nación y su color. Por otra parte Jesús no era samaritano sino galileo, y tampoco galileo sino de Judea. Y le llaman loco por el desconocimiento de Dios y aunque les hubieran explicado algunos textos del AT como no acomodaban lo espiritual a lo espiritual tampoco lo hubieran creído. Eso lo veremos después.

Les dijo: “Ustedes no han querido creerme pero otros sí y para ellos traigo el triunfo sobre la muerte” (v.51); pero vea que no se dan cuenta de lo que les está queriendo decir, que los resucitará en el día postrero (6:40,44,54). Eso es lo que más me complace pensar que aquí se refiere. La resurrección de Jesús habiendo gustado las muerte por todos (He. 2:9), lo hace superior a Abraham y a los profetas. Ciertamente todos murieron y se quedaron en sus tumbas pero Jesús se sentó en el trono de la majestad en las alturas y allí representa nuestra esperanza de resurrección (He. 1:3). 

Además si pusieran mejor atención a lo que ya  han oído decir pudieran ir descubriendo el Salvador que es y hasta donde se extiende su poder. Pero ellos se acercan solamente para contradecirlo sin informarse de lo que escuchan. Y ni siquiera leen con entendimiento la Escritura porque Abraham vio el día de Jesús de varias formas en especial cuando Dios se le apareció en la forma de la Trinidad (Ge. 18:2,17). En el pasaje de la zarza Jesús halló la resurrección de los patriarcas y de todos nosotros (Mr.12:26). Allí está más oscura la resurrección que en estos tres ángeles la Trinidad. No tres manifestaciones de Dios sino Tres Personas.

Si se ponen enfrente de este pasaje se darán cuenta que el evangelio para oídos incircuncisos será como para los griegos “locura” pero para los creyentes “poder y sabiduría de Dios” (1Co. 1:21-24).  Afirmaban que sólo un hombre blasfemo, endemoniado y fuera de su juicio podía decir que “siendo hombre” fuera Dios. Y realmente es así. Aquí hallamos a Jesús diciéndoles que aunque ellos tenían el AT y afirmaban conocer a Dios realmente no lo conocían porque sólo se conoce al Dios único por medio del Hijo único, como él lo dijo en otro evangelio, “nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mat. 11:27). Y eso permite afirmar que el verdadero conocimiento de Dios es trinitario o sea en sus Tres Personas y que fuera de la Persona de Jesús es imposible arribar a esa doctrina. Completada su revelación con la venida del Espíritu Santo como Persona. Es completamente neotestamentaria y cristiana. Son racistas y antitrinitarios.    (copiado)




Capítulo 9

Exposición 44

Es un abuso echarles la culpa a los padres por el hijo minusválido 

 Jn.  9:1-12

“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. 10 Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. 12 Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? Él dijo: No sé”.

Lo primero que aprendemos es una lección moral, no culpar a nadie. Si sucede que alguien de una familia nace con impedimentos físicos o se enferma repentinamente, la gente fácilmente le achaca como un castigo que Dios le manda a la familia por algún pecado desconocido. Es cierto que Dios puede castigar los pecados de los padres en los hijos y por generaciones y es cierto que las enfermedades provienen del hecho que somos pecadores (Ex. 20:5). 

Los discípulos no habrán querido decirlo, pero hay quienes sueñan con lo que se llama reencarnación y que el alma se encarna en una persona y nace enferma para pagar los pecados que cometió en otra vida. Eso es pura imaginación. Se puede juzgar eso por falta de caridad hacia el prójimo. No necesariamente tiene que ser esa la razón. Jesús libró de culpas a los padres y al ciego. ¿Cómo va a pecar si nació siendo ciego?  Es un abuso echarles la culpa a los padres que su hijo nació enfermo porque ellos han pecado contra Dios y él los castigó con esa cruz. ¿Y qué pensará el inocente si se le explica que su ceguera le vino por culpa de sus padres?  


Dios hace algo mejor, el niño es enviado ciego al mundo, cualquiera sea el origen genético que se le dé, por la voluntad de Dios y con un propósito, quizás por muchos años desconocido. O los padres nunca lleguen a saber por qué les ocurrió eso. Y en este caso específico para sanarlo y que los padres y todos los que se enteren le den gloria a Dios. Pero pudiera ser que nunca, y que la enfermedad misma sea un medio de salvación. Quiso decirles que tenía el tiempo contado para hacer todas las obras que el Padre le dijo que hiciera para que creyeran que era la luz del mundo (v.5); y en seguida supo que aquel hombre era uno de los trabajos que tenía que hacer y cómo hacerlo. Es una forma en que lo sana es un tanto extraña y humillante. Jesús pudo haber pedido un poco de agua en lugar de usar su saliva. El ciego aceptó que le ensuciaran sus ojos con barro y saliva y obedeció, y fue donde le dijo, al estanque de Siloé y se los lavó. Creyó en la palabra del Señor y fue sanado. No porque aquellas aguas tuvieran algún poder sobrenatural sino porque Jesús las escogió, aunque distantes para que el hombre tuviera un tiempo de ejercicio de su fe y obediencia. Otra cosa muy bonita, cuando una persona es recién convertida a Cristo y su testimonio no ha sido establecido sus conocidos se confunden. 

Unos creen que es la misma persona, pero otros tienen sus dudas. La gente quiere saber quiénes somos ahora porque nota que ya no somos iguales. Este hombre no era el mismo porque caminaba distinto y porque veía y lo notaron, pero como el cambio era milagroso no podían asegurar que se trataba de la misma persona que ellos conocían. Unos, los que lo conocían mejor aseguraban que era el mismo mendigo con algunas cosas de menos y otras nuevas; de menos el perro y el bastón y que ya no pedía limosnas públicas. Así el que ha sido siempre ciego para lo espiritual y ahora lee, entiende y mira las cosas como son, atrae la atención. 

Pero otros le hallan un parecido, aunque porque retiene semejanza con lo que ellos conocían. A unos y otros les explicó cómo obtuvo el cambio, cómo dejó de ser ciego y veía, e identificó a quien lo hizo. Hizo bien en aclararles las dudas. Aunque llevaba poco tiempo como vidente y conocía poco. No dijo que él había cambiado por sí mismo, sino que fue cambiado. Y eso, aunque su cambio es grande sus conocimientos son limitados. No hay que esperar conocer como un apóstol para aclararle a la gente por qué se es cristiano.  Fíjese lo poquísimo que conoce, sólo el nombre, pero adjudica a él su beneficio y por supuesto con eso lo nombra y su testimonio de sanación confirma los pronunciamientos teológicos que estaba haciendo el Señor. Si tu cambio llama la atención, explícalo, para gloria del Señor y la conversión de otros.  Jesús no les achacó la culpa de la malformación del hijo a sus padres, del hijo minusválido. No los hizo sentir culpables. Y criaron hasta la adultez un hijo ciego, sin culpar a Dios tampoco, y lo hubieran continuado ayudando toda la vida, amándolo y ensenándolo para que no tuviera que depender de otros ni mendigar, sin acusar a Dios. 


 

Exposición  45

El poder de Dios mostrado en la vida de los cristianos es lo que defiende las doctrinas

Jn.  9:13-23

13 Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14 Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. 15 Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. 16 Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos. 17 Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. 18 Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19 y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? 20 Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; 21 pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. 22 Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. 23 Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él”


¿Con qué propósito lo llevaron? No para que alabaran a Dios o se gozaran con el ciego y la contenta familia. Esto mortificaría más a los fariseos; pero lo que lograron fue aumentar la hostilidad contra Jesús por violar el sábado y poner contra la espada y la pared a las autoridades. O quizás usar el testimonio del ciego, como quien dice restregárselos en la cara y decirles por medio de él lo que ellos no se atrevían directamente. El poder de Dios mostrado en la vida de los cristianos es lo que defiende el dogma y las confesiones de fe. Podían decirles sin palabras “es el Mesías, es Hijo de Dios”. Los jurados por viciados que se hallen podrán oponerse a las doctrinas cristianas, pero serán poco eficaces sus oposiciones si el poder de Dios en las vidas de los cristianos es opuesto a las leyes injustas, a las inmoralidades que practican y al miedo que crean en el pueblo. Fíjese que le repite el testimonio sin editarlo ni añadirle  nada, palabra por palabra les repitió lo que les había dicho; y no pudieron sacar de él alguna contradicción o alguna mentira ni mucho menos algo contra Jesús su benefactor. Y esa clase de testimonio puro surtió el mismo efecto de una predicación, fue olor de vida para unos y olor de muerte para muerte para otros. No quiero decir que uno puede dejar de predicar a Cristo y sustituirlo por el testimonio personal. En este caso fue lo mismo porque era lo mismo pero después de este tiempo no es igual. Si se convirtieron de verdad no lo sé pero fue un gran paso en esa dirección porque confesaron la aceptación de lo verídico del milagro y la aceptación de Jesús como un auténtico profeta. Otros no, hubo algunos que no aceptaban que se humanizara el sábado como lo quería Jesús (Luc. 6:9); y así obraban en todo aquello que decía la ley de Dios, poniendo la observancia de las ceremonias por encima de las relaciones humanas. Un ejemplo de eso es la práctica de dar diezmo y la obligación con la familia (Mat. 15:1-6).  Pero lo que quiero señalar es el efecto evangelístico que tuvo un testimonio con pureza de palabra y de hechos.

De todas maneras quieren que el ciego cambie su testimonio; parece que no desean oír más que era ciego y ahora no, lo que buscan es alguna mala opinión de él hacia el Señor porque le dicen “qué dices tú de él ya que te abrió los ojos”. Eso es para dañarlo si dice algo bueno sobre Jesús y se los dijo que era un profeta (v.17). Habían empeorado las cosas porque el ciego por el continuo testificar ante ellos les había ido perdiendo el miedo y reflexionado sobre Jesús llegando a la conclusión que les dijo. Si uno junta el valor y la reflexión bíblica el testimonio se vuelve poderoso, más grande e impactante, como ocurrió cuando los discípulos pidieron “confianza y valor” y el lugar donde estaban reunidos tembló.  

Llamaron a los padres no para que les repitiera lo que ellos mismos sabían y todo el mundo sabía, que era ciego de nacimiento sino para que mintieran y por miedo se pusieran de parte de ellos y dijeran que no era ciego. Pero ellos dijeron, al unísono, la verdad que no les traería problemas: que su hijo nació ciego como todo el mundo sabía y declinaron dar una elaborada opinión, a favor o en contra, es decir se pusieron neutrales en relación con el milagro y su autor, sosteniendo su neutralidad con ignorancia cuando posiblemente sí lo sabían. Confesaron menos que el hijo quien dijo que Jesús era profeta. Uno los entiende porque eran personas mayores y apegadas a la sinagoga y aunque pensaran que era profeta o el Cristo, se callaron para que no les prohibieran entrar a las reuniones. Aunque no hicieran una buena confesión tampoco mostraron simpatía hacia ellos porque les dijeron “edad tiene, preguntadle a él” (v.23); y eso los tiranos que logran amordazar al pueblo no pueden evitarlo que de algún modo aunque sea pequeño les muestren repulsión y las simpatías ocultas hacia Cristo y la verdad. Esos, si las circunstancias pierden su tensión y el peligro disminuye, permitiría a esos dos adultos de poca fe y timoratos, hacer que la admiración escondida por Jesús y el evangelio, los conduzca a la conversión y discipulado. Así que el poder de Dios mostrado en la vida de los cristianos es lo que defiende el dogma; y esa clase de testimonio puro surtió el mismo efecto de una predicación.



Exposición 47

No llores si te expulsan por confesar lo que no puedes negar

Jn. 9:35-41

35 Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36 Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 37 Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. 38 Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. 39 Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. 40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”.

Por supuesto que se va a buscar  problemas; pero el beneficio recibido y experiencia tenida hacían imposible que este señor se endureciera. Con los labios sellados no permaneció, y frente a todos ellos, en público, se postró sobre su rostro y le adoró (v. 36). Sin duda alguna, la confesión de Hijos de Dios equivale a confesar que tiene divinidad, y además postrarse ante un mero hombre como profeta, por engrandecido que sea debido a su fama y a otras cosas, sería idolatría. Jesús, sin ambages, le dijo que él era el Hijo de Dios. Así francamente “el que habla contigo, él es” (v. 37). Esa clase de testimonio público tuvo que haber llegado muy lejos, era una osadía espiritual tremendamente poderosa. Su testimonio personal lo había llevado a que le cerraran las puertas de la sinagoga. No más oración allí, no más cánticos allí, no más estudios allí, separación de sus compañeros, etc; era como un exilio cultural y religioso. Fue una situación inevitable y la consecuencia de su buen testimonio; y oyendo Jesús lo que le había pasado lo buscó y “hallándole” continuó con él su superación doctrinal, enseñándole que era el Hijo de Dios, cosa que nunca hubiera aprendido ni podido confesar dentro de la sinagoga judía, porque era la primera doctrina cristiana de la Santa Trinidad, que el Hijo de Dios es Dios, no otro Dios ni una forma de Dios sino de la misma naturaleza que Dios. Aquella expulsión fue necesaria, para que sus estudios continuaran y su progreso no estuviese amarrado a una teología finalizada, que por cierto Jesús no la remataba sino que la absorbió en su persona. Para que su salvación continuara y su preparación doctrinal continuara. Si en cierta congregación te es imposible adorar a Dios con doctrinas que tienes clarísimas, alégrate si ya no es miembro del grupo y antes que se den un gusto de cerrar de las puertas de acortar alguna venganza eclesiástica contra ti, vete a la calle con el Señor y únete a gente que no está coleccionada con prejuicios vetustos. 

Fíjate que este hombre no se dirigió a Jesús de esta forma “ah eres tú, me alegro conocerte” sino que le adoró, mirándolo con ojos nuevos, por los cuales hubiera pagado una fortuna pero se los renovaron en un distante y por gracia. No una mera inclinación, una respetuosa reverencia a un gran señor. Eso explica por qué los primeros cristianos se postraban ante él y le cantaban himnos. Con el énfasis que Jesús hace en su procedencia divina, y que así lo entendían los furibundos fariseos, hay que pensar que aquí es eso lo que adora el ciego, ahora vidente.

Jesús les dice, ustedes están más ciego que este a quien le di un par de ojos 20 /20. Sin embargo ustedes que presumen de ser un faro de luz para los que se mueven en las tinieblas, están más ciegos que ellos porque cuando afirman “vemos”, y niegan lo que están mirando entonces es que no ven, o quiero decirlo mejor, no quieren ver lo que todo el mundo ve, lo que no es invisible, lo que no está a millas de distancia, sino delante de sus propios ojos, y sin embargo por razones personales y no muy buenas, parece como si tuvieran los ojos vendados. En el v.39 son los que “creen que ven” los que “la gente supone que ven”, los maestros instruidos en la religión, es decir, los escribas y fariseos. Unos creían y estaban fascinados con lo que estaban viendo y oyendo, como si estuvieran transportados al mismo cielo, sin embargo otros que ya los he mencionado bastante, parecían no tener ojos en la cara. La doctrina que se le está enseñando, que el Hijo tiene la misma naturaleza que el Padre, y no pueden negar que Dios está acompañando a ese súbito Carpintero, les parece imposible que sea verídica porque rompería un monoteísmo muy bien enseñado por Moisés. Por eso sus opiniones monto de can ante las evidencias, y salen con la calumnia que el poder espiritual que Jesucristo les muestra lo extrae del infierno. Ésa fue la forma en que Jehová desistió revelar su identidad trinitaria, no mediante un curso teológico sobre el asunto sino con hechos históricos, fáciles de aprehender a un para el menos ilustrado y académico. Jesús no les estaba pidiendo demasiado. Él les dijo, “Yo y el Padre una cosa somos” “el que me ha visto a mí ha visto al Padre”. Y así su divinidad, Hijo de Dios ha llegado hasta nuestro conocimiento, porque lo leemos en los un relatos que ha sido preservados por el Espíritu Santo en la Biblia. Fuera de ella existe el politeísmo, pero en la revelación cristiana se preserva el monoteísmo manifestado en tres Personas. 

Jesús cuando habla con esta clase de gente trata de protegerse de ella más que de salvarla y es por eso que con rodeos, sin responderles directo, les dice que son ciegos y la obstinación de no aceptar su testimonio evita que el pecado sea removido de sus vidas.  Continuarán pecando y en sus pecados morirán (8:24). Aquellos hombres instruidos por la palabra de Dios y orientados a escoger lo mejor estaban dispuestos a creer en él si dejaba de considerarse tan alto, como Hijo de Dios, o sea divino, pero Jesús en honor a la verdad no pudo hacer eso  sino que una y otra vez les explicó que fue enviado por el Padre al mundo; y también de su existencia. La confesión de divinidad de Jesús es esencial para el perdón de los pecados, “sobre esa roca se edifica la iglesia” (Mat. 16:16-18). Es una doctrina de salvación. La Trinidad no sólo es una doctrina cristiana sino que quien la niega no es cristiano. Dicho esto por Jesús. Si una organización religiosa no confiesa la divinidad de Cristo, es el deseo de Dios que la abandonemos lo antes posible y nos hallemos con Jesús fuera de allí, donde podamos seguir las consecuencias de esa confesión que es la adoración de Cristo. No hay que esperar que nos echen, si vemos que no podemos hacer nada por un cambio, es mejor por nuestra propia voluntad irnos y buscar alguna otra con la cual tengamos afinidad doctrinal. Organizaciones donde no se puede adorar a Cristo como Dios son los mormones, los Testigos de Jehová y otros independientes que no son cristianos y siguiendo lo que el Señor enseñó, aunque presuman de tener los ojos abiertos, son ciegos y leen y estudian libros y Biblias, con los ojos cerrados. No les guía a toda verdad el Espíritu Santo, y ellos no han creído ni aceptado el testimonio que Jesús dio de sí mismo. No hay iglesia cristiana donde se niegue la Santa Trinidad. No llores si te expulsan por confesar una convicción doctrinal que te ha sido de bendición y hasta solo por gratitud no podrías negar. (copiado)



Capítulo 10

Exposición 48

El secuestro de ovejas

Jn.  10:1-6

“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía”. 

Para darles pertinencia a las palabras de Jesús, irán mezcladas con mi exposición. El, está familiarizado con lo que dice y sus oyentes también. Aquí menciona la posibilidad que al redil, esto es la iglesia, entren de noche ladrones, personas no autorizadas que de modo ilegal y engañoso secuestren alguna oveja, y esto lo hacen evadiendo la única entrada es decir con Jesucristo, teniendo la osadía de subir "por otra parte", y si no pueden hacerlo, entonces abren algún portillo y les dicen a la gente que esa abertura recién abierta es más ancha, cómoda, caben todas independiente de la talla y el grueso, además esa grieta permite entrar y salir sin ninguna responsabilidad ante el Pastor. La entrada es más rápida y facilita que pasen en poco tiempo dentro de la iglesia, multitudes. 

Todo eso lo hacen por obra y gracia de falsedades y mentiras para engañar a las ovejas que engatusan, y se proponen como líderes de ellas. Cuando Jesús dice que las ovejas no reconocen la "voz" de ellos se refiere a las ovejas escogidas porque las otras, las ovejas que parecen ovejas pero son cabritos, esas sí siguen la voz de los extraños y hasta se encantan y quedan como hechizadas por los nuevos tonos y matices de los innovadores que han asumido el liderazgo de ellas. Los ladrones no conocen los nombres de las ovejas como ellas no reconocen sus voces ni los obedecen, pero las otras que fingen ser ovejas responden por cualquier nombre que se les ponga y se afilian a cualquier denominación seudo cristiana, lo mismo les da una que otra porque se sienten bien y a sus anchas en cualquiera, aunque tengan de Cristo solamente la etiqueta en el portal. En cambio las ovejas del redil del Señor nada más que al escuchar unos cuantos mensajes huyen despavoridas de ese redil porque saben que no se trata de la voz del Pastor, y lo que están escuchando les da miedo y los reconocen como "espíritus engañadores y doctrinas de demonios" (1 Ti. 4:1); y no quieren "beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios" (1 Co. 10: 21). Y fue una pena que los discípulos se quedaran como en la luna, sin entender esta importantísima alegoría acerca de predicadores de herejías y el triunfo de ellas entre los reprobados y el espanto de las ovejas cuando las escuchan y cuando deciden huir de ese corral con tal de preservar la fidelidad de sus doctrinas y profesión; y lo cual en tal caso, tiene la bendición de Dios la huida.

Y concluyo con algunas observaciones prácticas: (1). Es bueno hallar un redil donde haya pocas cabras y tenga un pastor que las ame (2). Un redil bonito es codiciado por ladrones para hacer mercadería de las ovejas, a espalda del pastor (3). Un buen pastor no roba ovejas sino que cuida las propias, y no las ajenas, y siempre como líder va al frente, delante de su rebaño (4). El callado y la vara son para defender su redil de los lobos y de los ladrones, pero su voz es para pastorearlas. Por eso el buen pastor está atento a los ajenos que, las intenciones le dan vueltas al ganado que cuida, y revisa la cerca por si la han perforado, haciéndoles un hueco para que escapen. Eso quiere decir, secuestrarlas (5). Ahora finalizando con una observación distinta: las ovejas del Señor no son necias, ellas aprenden muy bien lo que el pastor genuino les enseña, y son capaces de reconocer entre lo que les ha enseñado y los farsantes, y cuando no pueden hacer nada para evitar lo que está ocurriendo dentro de su querido redil, lo dejan y buscan otro redil con otro pastor que si no es como el suyo, su voz y sus enseñanzas son idénticas.


Exposición 49

Tenemos la mente más equilibrada del mundo 

Jn.  10:7-21

Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. 10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. 12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. 13 Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. 17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre. 19 Volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras. 20 Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís? 21 Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?”. 

Aquí veremos a Jesús escogiendo ser oscuro al hablar. Esta porción en apariencia, y así es, avanza y retrocede, salta de un asunto hacia otro, cambia las imágenes distintas y después las iguala, y todo eso no es un defecto del escritor evangelista sino un recurso de protección escogido por el Señor para predicar el evangelio en su totalidad antes de ser apresado. Si Jesús no hubiera hablado por parábolas, símiles, en forma ambigua y confusa, sino directamente y sin equívocos el ministerio no le hubiera durado si no una tercera parte del tiempo, un año. Lo vamos a ver enseguida al explicar su ambigüedad, que fue necesaria usarla porque estaba queriendo decirles que todo lo que pudieran recoger de Dios lo hallaban en él mismo. Si hubiera usado transparencia le habrían tirado piedras, y por eso recortaba como en pedazos su excelente mensaje incoherente (10:33).

Veamos su ambigüedad en los símiles que utiliza. Anteriormente Jesús ya había hablado acerca del secuestro y robo de las ovejas; ahora en esta porción se enfoca primero en la puerta del corral donde ellas son encerradas para protección, y después deja de hablar sobre el aprisco y encerradero y se refiere a sí mismo como el pastor que las cuida. Así que es la puerta del redil y el pastor del redil, y un poco después afirma que es él alimento de ellas porque cualquiera que entrara por él y a quien él cuida le garantiza pasto en abundancia, y yendo así de atrás para adelante y diciendo con la boca chica nuestro glorioso futuro, los confundía con su incoherencia.

Una cosa que Jesús tuvo que decir entrelíneas e incoherente fue que por la abundancia de su gracia su palabra correría y sería glorificada en la salvación nuestra, los gentiles. Jesús no está desacreditando a los patriarcas y profetas que fueron antes de él, sino a los que de cuando en cuando se han introducido dentro del pueblo afirmando que han venido enviados por Dios para cuidar de sus intereses y lo que han hecho es expoliar las ovejas y dispersarlas con la consecuente pérdida del territorio que se les había asignado. Para Jesús es inevitable hacer la comparación entre él y los que el pueblo desalentado recuerda en su historia, y les dice que con él ese no será su caso porque trae preparados para ellos abundancia y vida, todo lo necesario para obtenerla, y de eso les dará prueba cuando sacado por el poder de Dios de este, la muerte se presentó en frente de todos, apto y dispuesto para compartirla con ellos, y eso no lo hizo ningún asalariado ni lo haría otro jamás. Dentro de las cosas incoherentes que Jesús dijo, se halló la salvación nuestra, los gentiles, escogidos por Dios. No hay otro gozo mayor que estar seguro o segura que somos conocidos por Jesucristo desde antes de la fundación del mundo y que conoce por nombres a cada uno de nosotros, antes de llegar al vientre de nuestra madre. Es un pueblo que el apóstol Pablo le llama "escogido por gracia", los elegidos de Dios.

Cuando llegó a este punto sus oyentes adversarios, completamente confundidos por la incoherencia de su tema, e incapaces de descifrar lo que adrede les estaba ocultando, diciéndoselos en penumbras y en claroscuro, empezaron a decir que se trataba de un individuo que no sabía lo que decía porque estaba loco y que no se le podía hacer caso ni gastar tiempo en entenderlo. Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo con ese juicio y aunque tampoco comprendieran plenamente lo que estaba hablando se refirieron a sus bondadosos prodigios y por eso sacaron la conclusión que demonios en la cabeza no podía tener porque entre ellos mismos había un ciego que lo estaba mirando. Y sin decir Jesús alguna palabra más, el ciego fue el único que habló a su favor, y los mal intencionados no supieron qué contestarle y se quedaron callados. Para los sabios de este mundo el mensaje de Cristo crucificado y resucitado, el mensaje de su encarnación, de nuestra redención, de nuestra justificación, de la vida eterna, es locura (1 Co. 1: 18-21); pero para nosotros es "poder y sabiduría de Dios" (1 Co. 1: 24); y por medio del Espíritu Santo tenemos "la mente de Cristo" (1 Co. 2: 16), la mente más equilibrada del mundo y “entendemos todas las cosas” (16:30; Efe. 3:20), aunque nuestros mal intencionados espectadores, los que son de acá abajo, no entiendan en la manera de vivir, nuestras celestiales ambigüedades, y no estamos locos, sino que vivimos con cordura (Hch.26:25).  (copiado)


Exposición 50 

Aunque para disgusto de muchos, Jesús aumentaba sus discípulos

Jn. 10:22-41

22 Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, 23 y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. 24 Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. 25 Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; 26 pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 30 Yo y el Padre uno somos. 31 Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. 32 Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? 33 Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios. 34 Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? 35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), 36 ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. 38 Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre. 39 Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos. 40 Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí. 41 Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. 42 Y muchos creyeron en él allí”. 


Es una fiesta judía celebraba en Jerusalén conmemorando historia militar histórica, y se corresponde con lo que es nuestro mes de diciembre (v. 22). Una correcta traducción de v. que los tenían en suspenso, como quien dice, el alma en un hilo. De todas maneras en los judíos querían atraparlo en alguna confesión pudieran desviarla y darle un rumbo político, pero Jesús con sabiduría celestial, hábilmente siempre los refería a las escrituras y los retaba a una interpretación de pasajes que ellos habían leído, y en ese caso fue cita del salmo donde se dice que los jueces eran llamados por su rango y capacidad legislativa (v. 34). Por el momento antes de llegar a esa declaración les recuerda, lo que ellos querían olvidar, no aceptado o querían que lo repitiera, que era el Cristo pero no la clase de Cristo que ellos deseaban (v. 25). Ellos quizás hubieran creído que era el Cristo si se apareciera con un batallón militar, pero él era el Cristo distinto, además de uso de la Escritura los remitía a que examinaran sus milagros, los filantrópicos que eran los más sonados: sanación de enfermos y resurrección de muertos. La relación que Jesús quería tener con ellos era pastoral por cuanto les dice que ellos no pertenecen su rebaño de ovejas, y que era ante todo eso un pastor de ovejas. Y les explica, lo que ellos tenían que saber, que no pertenecían al grupo de esos y por ende no obtendrían la vida eterna. Es vida en abundancia lo que él les ofrece y eso no es lo que estos estos inconversos querían. Jesús sabe quiénes son suyo y quienes no. Garantiza para los suyos lo que nosotros llamamos la perseverancia de los Santo, una continuidad perenne en la gracia de Dios (vv. 27.28) . las manos de Jesús son las manos de Dios las mismas manos divinas que nos cuidan. Es bonito para nosotros esa calificación del Señor, que antes de decirnos que es el Salvador dice que es nuestro pastor, expresando un cariño anticipado. En cuanto a las palabras “yo y el Padre uno somos”, quizás usted quiera entenderlas como una declaración de divinidad, pero me complace y me quedo conforme interpretándola, que ambos, Dios y su Hijo Jesús, son uno en íntima colaboración para cuidar nuestra salvación. Disfruto haciendo mucho más el pasaje que colocándolo sobre una roca teológica. Ambos se encargan de espantar de nuestro lado los peligros espirituales que ronden. Es significativo que nuestro Señor no trata de convencerlos de su unidad por medio de la exégesis de la Escritura, a no ser ese pasaje que ya he mencionado los milagros. Así y todo, quisieron apresarlo, eran incrédulos preferían pensar que estaba loco o como ellos dijeron “fuera de sí”, pero como no había llegado su hora, porque él tenía en sus manos su propio destino, se escapó, como en otra ocasión cuando quisieron apedrearle atravesó el tumulto ser percibido. El pasaje elegido culmina con que el auditorio de Jesús recordó a su predecesor Juan y afirmaron que Jesús era el pronosticado por aquel profeta y a pesar de tanto rodeo y de hablarles de modo enigmático, hubo convertidos, y no pocos sino muchos (vv. 41.42), los que él había dicho que eran sus ovejas, aunque estos todavía tenían una posibilidad de ser convertidos a sus enseñanzas e ingresar al rebaño, y así ocurrió, se aumentaron los testimonios y el grupo de discípulos se hacía más grande.    (copiado)


Capítulo 11

Exposición 50


Los amigos de Jesús se enferman, sufren dolores y mueren

Jn. 11:1-15

“Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos. Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11 Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. 12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. 13 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; 15 y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él”. 


Lo primero que está en orden es aclarar la confusión que para los estudiantes del Nuevo Testamento pudiera tener el hecho de ungir a Jesús con perfume de gran precio, sin embargo fueron dos mujeres distintas, una honorable llamada María (v. 2; 12: 3), y otra cuyo nombre no se menciona (Luc. 7: 37). Esta María hermana de Marta vivía en Betania y tenía un hermano llamado Lázaro. Este fue el que se enfermó. La casa de estos tres hermanos solía ser visitada con frecuencia por Jesús y por el gasto que hacían con él se supone que disfrutaban de una situación económica desahogada. Esto ocurre en Judea donde Jesús tenía muchos enemigos, y es la razón por la cual se supone que esta historia no fue recogida por los evangelistas sinópticos, que fueron escritos antes de este último cuando ya ninguno de los tres vivía.

Esa teoría tiene algún crédito por el hecho de que los judíos odiaban tanto a Jesús y querían ocultar a toda costa sus milagros, que Lázaro después de resucitado era buscado con encono para darle segunda muerte (12:2, 10). Jesús tenía una amistad sincera y de cariño con estos tres hermanos, y la experiencia de esta corta familia muestra que los mejores amigos y los más amados de Jesús suelen enfermarse y morir. Si se observa, las hermanas están seguras que Jesús lo ama y Jesús mismo le llama amigo (v. 11); y las desgracias que les acontecen no son la respuesta ingrata de Jesús al servicio valioso de ellos, digo esto por el perfume que había derramado sobre él. Por otra parte, el amor era un atributo perenne de Jesús. El joven rico, aquel que se fue triste porque tenía que renunciar a mucho dinero para ser discípulo, también ocupó un lugar en su corazón y se leyó su nombre en los ojos del Señor. Y este mismo evangelista Juan, se refiere a sí mismo como un discípulo muy amado por Jesús (19:26; 20:2; 21:7; 21:20).

Pues bien, a pesar de la amistad que tenían con Jesús y el amor que ellas le tenían a él, el único varón y administrador, posiblemente, de la herencia familiar, de pronto se halló en peligro de morir, y las dos hermanas asustadas por la gravedad del enfermo enviaron algunos sirvientes para que avisaran a Jesús y corriera a ellas porque el querido hermano estaba grave. El mensaje que les enviaron fue que su amado amigo y discípulo estaba enfermo, y eso se lo dijeron, no tanto como quien dice para comprometerle a sanarlo sino porque sabían que de ocurrirle alguna desgracia eso desgarraría el corazón de Jesús. Ellas aprendieron que aquellos a quien Jesús ama se enferman, y la enfermedad por ningún lado muestra que Jesús no le ame, y que incluso aquellos que son muy amados por Jesús suelen sufrir cirugías costosas y dolorosas, y hasta morir sin previo aviso y sin pasar de la juventud.

Cuando Jesús recibió la noticia de la gravedad de la salud de Lázaro no les dijo a los mensajeros que él iría inmediatamente, tampoco regresó con ellos, sino que más bien dejó pasar un lapso de dos días hasta que en su espíritu comprendió que Lázaro ya no se encontraba en este mundo (v. 6).

Esto se hace para que la situación se complique y la divina solución sea más gloriosa que si hubiera sido fácil resolverla. Jesús dejó que se empeoraran las cosas y que se acabaran las esperanzas. Y si siguiéramos leyendo el relato veríamos que todavía después de muerto dejó pasar más días hasta que el cadáver hubiera empezado a podrirse. Jesús les estaba enseñando a sus amigos que esa amistad no los exceptuaba de tragedias y sufrimientos sino que de alguna manera o de otra esas circunstancias les llegarían para que glorificaran el nombre de Dios. 

Jesús no mira las tragedias nuestras como nosotros las miramos. Él las llama de diferente manera. Le cambia el nombre a la muerte y le dice sueño. Así lo hace porque para él las cosas son fáciles de cambiar. No les pidió a ellas que se alegraran mirando el cadáver del querido hermano. Es inhumano pedirle a dos hermanas que sonrían de alegría ante el cadáver de un ser querido, pensando en una lejana resurrección, cuando una espada de dolor les ha traspasado el alma. Esa seguridad moderna es fanfarronería de fe y ficticia. Tienen que llorar y deben llorar.

En este caso Jesús se alegró que se hubiera muerto porque inmediatamente lo habría de resucitar, y la fe de ellas crecería (v. 15); y si alguna experiencia nos roba algo muy querido, y nos quita un pedazo del corazón, y a su vez enriquece nuestra experiencia cristiana y fortalece nuestra confianza en las promesas de Dios, y trae gloria a su nombre, aunque no nos haga felices debiéramos conformarnos con que Dios nos haya escogido para santificarlo, y que de alguna manera para su reino nuestra amargura será nuestra colaboración.  


Exposición 51


Una autopsia a Lázaro el hermano de Marta y María 

Jn. 11:16-44 

16 Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él. 17 Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; 19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. 28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama. 29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él. 30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. 31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. 32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. 33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, 34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. 35 Jesús lloró. 36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. 37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? 38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir”. 


Este caso de la resurrección de Lázaro en Betania fue muy sonado en su ciudad, y es conocido por todos los que leen el Nuevo Testamento. Me ha parecido provechoso para mí mismo leerlo de otra forma, espiritualizando lo ocurrido, en vez de en su forma ordinaria. La muerte y resurrección de Lázaro observada con el lente de la teología es instructiva y el rédito es mayor que la lectura común de la historia. Marta le dijo al Señor "hiede ya porque es de cuatro días".

Es lógico a juzgar por el tiempo que llevaba muerto, que se habían producido en ese cuerpo cambios. Si hiede es que ya está en proceso de descomposición continua, que además del mal olor que despide hace difícil el acercamiento, porque repele. Un cadáver en estado de descomposición es horrible, no tiene ningún atractivo. Todo los que tenía los ha perdido y está deformado. Ahora su imagen es grotesca, y por dondequiera que se examine se halla rigidez, frialdad y gusanos hirviendo dentro de la carne putrefacta.

La teología en la historia de este cadáver, si continuamos haciéndole una autopsia, obligadamente es monergista, porque es imposible atribuir la más pequeña chispa de vida a un ser que más rápido que lento, se descompone. Es patente la impotencia farmacéutica, la experiencia médica, y las lágrimas y buenos deseos de los familiares, sacerdotes y pastores, amigos y vecinos. Nadie puede hacer nada con un cadáver si no es prepararlo para la sepultura y enterrarlo.

El apóstol Pablo dijo que todos los hombres están muertos "en delitos y pecados" (Efe. 2:1), y que la resurrección espiritual se la deben a Cristo por cuanto él es "la resurrección y la vida" (Jn. 11:25), y dice "os dio vida a vosotros cuando estabais muertos en delitos y pecados". Si Lázaro representa la situación real de cada pecador, no valen los llantos a su alrededor para restaurarle la vida, de los gritos de nadie, ni los rezos de otros; la única solución fue la que tomaron las dos hermanas del cadáver, llamar pronto a Jesús, que teniendo vida en sí mismo, de ella tomara para dársela al amigo muerto. Y eso fue precisamente lo que pasó. Jesús llegó hasta donde estaba el cadáver y le habló, y con su palabra, porque con ella basta, el insensible muerto escuchó su voz y se despertó como si en realidad hubiera estado durmiendo y no pudriéndose.

Oigan bien maestros, importa poco la edad que tenga el difunto, sea un niño, un adulto o un anciano, la muerte es la misma, la descomposición mental y espiritual es la misma, porque la naturaleza humana y la maldición de Dios sobre el pecado de ella, es única. Los métodos son medios que usamos para llevar la palabra de Dios a los que están muertos, pero no son los métodos los que despiertan al dormido, ni hacen sensible al endurecido, ni abren los párpados a los que los tienen ojos de muertos, ni dan ritmo a un corazón parado, ni odio para un mundo hacia el cual se le van los ojos. El cambio de métodos, su novedad, los inventados a última hora y promovidos por los que ganan personas con poquísima Biblia, y muchísimas aplicaciones temporales para hacerles más llevadera la vida a sus oyentes, que salen de sus templos entusiasmados y con cero de esperanza celestial. 

Hay que enviar por Jesús, quiere decir hay que orar al Señor y que él traiga su palabra con su poder y conceda el arrepentimiento al que con gusto disfruta su vida pecaminosa, para que huya del pecado que ahora abraza, para que crea lo que ha estado negando toda la vida, para que le interese lo que no le importa, para que preste atención a lo que le da sueño. Los evangelistas tienen que ser hombres y mujeres de fe, porque se necesita más fe para interceder por la resurrección de los muertos reconociendo la imposibilidad de dársela, que para predicar. Sermoneros hay demasiados y "ora” “dores" pocos.

Apelar a algún potencial humano interno, avivar alguna supuesta vida dentro de un cadáver, es un engaño cuyo único resultado es dejar al oyente en las mismas, espiritualmente paralizado, hediendo y descomponiéndose según pase el tiempo. Los adultos que están en prisiones de maldad fueron niños que estuvieron en sus cunas. A este enfoque correcto en la conversión a Cristo de los muertos se le llama calvinismo no porque fuera Calvino a quien se le ocurrió, porque antes que él un romano que vivía en África, llamado Agustín, había dicho lo mismo, y antes de este santo otro romano de raza judía lo había escrito desde una cárcel, el apóstol Pablo. Hay muchos libros que desprecian el calvinismo, no los compres, hay muchos blog sonsos e insípidos, no los visites.

¿Qué hicieron las dos hermanas cuando los médicos le dieron el certificado de defunción de Lázaro? Oraron, esa fue su principal función, como quien dice convencer a Jesús para que se acercara al muerto y le dijera "sal fuera". Cuando deseamos la conversión a Cristo de un ser amado es con Jesús con quien más debemos hablar, y contarle hasta las cosas más graves que le ocurren a nuestro ser querido, sin rodeos y sin pulir la oración, aunque parezcan reproches. Tal vez Jesús se ofende menos con una mala educación que con una fe fingida.

No se le ponen las mejillas rojas al Señor porque se le diga lento, se le reproche que no estaba aquí cuando hacía falta, si se sigue orando y se le dice que todo lo puede hacer si lo quiere. Jesús le pasó por alto a Marta ese tono confianzudo y demasiado familiar. Entienda que no estoy promoviendo que se ore sin reverencia. Lo que digo es que aún la oración rústica y descortés no es un problema si se ora como un hijo o una hija de Dios y con fe.

Después de hecho el examen anatómico del cuerpo de Lázaro, o sea su autopsia, y listo legalmente para el sepulcro, es decir minuciosamente examinado con la buena teología, se llama a Jesús para que solucione lo que nosotros consideramos irreversible, y obtenido el favor de la nueva vida del difunto, entonces manos a la obra, compañeros en el ministerio y a purificar con ética, consejos y direcciones al recién salido de las tinieblas de Satanás y de las sombras de muerte. El trabajo de las hermanas, los amigos y los sirvientes, fue desatarlo, desenredarlo, ayudarle a desentenderse de las ataduras y las fajas de la muerte que lo aprisionaban. Que ahora huela a Cristo y no a mundo (2 Co. 2:15). 

El trabajo de todos ellos fue importante pero secundario, después que interesaron a Jesús en el caso. La labor de la iglesia es ayudar en ese sentido a los que se nota que por la palabra predicada han recibido la vida, que dan señales de resurrección. Ayudarles a que se despojen de aquellas prendas que son de muertos y no de vivos. Y en cuanto a mí ya me voy del funeral porque Jesús lo disolvió.  (copiado)


Exposición 52

Jn. 11: 45-54

Juraron nunca ser cristianos

45 Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él. 46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. 47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. 48 Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. 49 Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; 50 ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. 51 Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52 y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. 53 Así que, desde aquel día acordaron matarle. 54 Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos. 55 Y estaba cerca la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse. 56 Y buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? 57 Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen”. 


Antes de entrar de lleno en la exposición vale mencionar que Jesús entre otras cosas fue un reformador, no tanto de doctrina como de la práctica de ella, es decir de los adoradores; y fundamentalmente su evangelio exigía cambios en las vidas de los hombres. El asunto fue que muchos de ellos, hiciera lo que hiciera, les sirviera lo que les sirviera, ellos por esa razón jamás se harían cristianos. Las acusaciones teológicas que les formularon fueron para darle la muerte que ya previamente habían decidido para arrebatarle la popularidad que le crecía. El grupo de seguidores de Jesús se hacía más numeroso, y los judíos sentían que quien más aumentara su popularidad más derecho tenía al poder. Con todo, algunos a pesar de haber recibido beneficios del Señor, y siendo testigos del poder divino que tenía, llevaron el reporte a las autoridades con el fin de que tomaran la resolución de detenerlo. 

Como aquellas cosas eran las que los molestaban y los informes mostraban la abundancia de curas milagrosas, que eran innegables, trataron de desvirtuarlas, disminuirlas y esconderlas para que la gente no las presenciara, porque el pueblo era el principal interés que tenían, y con ese objetivo fingieron un patriotismo político que no sentían, divulgando el rumor exagerado, que ese nuevo líder era un tipo políticamente faccioso y que estaba preparando una sublevación contra la ocupación romana; y que si eso llegaba a oídos de las autoridades no escatimarían fuerza para destruir la nación. Esa acusación no la pusieron a un lado nunca (Jn. 19: 15). 

El consejo que dio Caifás, yerno de Anás, fue que más sensato sería matarlo. Por supuesto que sin razón. Con el único fundamento, el de un miedo infundado con estas palabras "nos conviene que un hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca" (v. 50). En realidad, este sacerdote ni remotamente pensó que estaba profetizando algo tan importante como que la sangre de Jesús en la cruz nos limpiaría de todo pecado. Solamente en forma y palabras es que se puede afirmar que por su cargo sacerdotal, honra que él no merecía, Dios le hubiera hablado y puesto aquella frase en su boca. Dios puede hablar por la boca de un religioso por la ocupación que tiene, y él no enterarse del significado espiritual de lo que está diciendo, ni aprovecharle para nada.

Lo que había detrás de todo esto es que estaban siendo devorados por la envidia, y que no querían creer, porque después buscaban a Lázaro para darle muerte. Pasara lo que pasara, ellos no querían creer en él. El arreglo judicial que hicieron cuando encontraron declaraciones teológicas comprometedoras fue con el propósito de revestir de legalidad las intenciones homicidas que tenían. 

Jesús nunca hizo nada malo contra ellos, aunque sí muchas denuncias de las cosas que ellos hacían y condenó la hipocresía en el carácter de esos jefes. Les dijo que hacían largas oraciones en casas de las viudas para apropiarse de la herencia de ellas, y que hacían mal enseñando que no se ocuparan de sus padres con tal que el dinero se lo dieran al templo, y además los acusó de que la religión de ellos no servía porque estaba contaminada por mandamientos de hombres, y que para seguirle como discípulos tenían que dejar las tradiciones y volverse a la palabra de Dios, cambiar el carácter en público y en privado. 

Entonces juraron no hacerse cristianos vieran lo que vieran, hiciera lo que él hiciera. Por fuera las acusaciones eran teológicas, y por dentro de ese celo doctrinal la realidad era otra, que  no querían ser cristianos, no poner en práctica lo que oían, no imitarlo, no creer que moría por los pecados de ellos, y ser vistos en público como discípulos, aunque sanara ciegos, caminara sobre el agua, calmara tempestades y resucitara muertos.  (copiado)


Capítulo 12

Exposición 53

La sociedad le da mejor recepción a un humanismo sin religión 

JUAN 12: 1-8

(Mat. 26: 6-13; Mr. 14: 3-9)


“Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis”. 


“¿Quién era Judas para opinar de esa forma, para criticar a María, si él no había puesto ni un solo centavo en el precio del perfume? Lo que dijo parecía tener cierta lógica, y el uso de benevolencia que estaba proponiendo sonaba como una decisión más práctica en la utilización del dinero de María, que según él había sido un derroche inútil o un completo desperdicio. El sentido común de Judas parecía tener mucha cordura y conocemos por otros relatos que su opinión fue compartida por los otros discípulos. Ninguno de ellos parecía penetrar en la profunda gratitud que María sentía hacia Jesús por haberle recuperado a su querido hermano de entre los muertos.

El evangelista a posteriori dio su opinión de que el pragmatismo de Judas estaba al servicio de sus intereses. Solemos elogiar a una persona práctica, que, en vez de divagar entre opiniones teóricas, reduce la discusión al cómo, de qué forma, cuándo, dónde, etc.; y si eso suele ser virtuoso en ciertas personas, en otras es una equivocación cuando quiere reducir la espiritualidad, sin comprender un acto de consagración y de fe. 

María representa a los que tienen posibilidades de glorificar a Jesús, ungiendo el evangelio, y Judas a los que con más pragmatismo preferirían que la misión principal de los discípulos de Jesús fuera el testimonio social. A María no le pasó por la cabeza el pensamiento de entregarle a Jesús, ni aún en sus propias manos, el fajo de billetes para repartirlo entre los menesterosos, sino que sintió que debía hacer algo más personal que no consistiera en filantropía sino en un culto a su persona. Judas era de otra forma de pensar, le dijo que no estaba bien gastar tanto en ese culto de adoración cuando había muchos pobres que pasaban hambre, no tenían con qué vestirse, niños desnutridos, enfermos y sin medicinas, y endeudados con malos créditos. 

Como él lo miraba, lo que había hecho la agradecida hermana de Lázaro era un derroche, tirar al piso tanto dinero, mientras que si se repartía entre los pobres o se compraban víveres para ellos, o se les pagaba alguna factura médica, o algún alquiler, o alguna deuda atrasada, se le daría un uso más sabio y conforme al segundo mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo. 

A veces pasa así, que la adoración espiritual de algunos encuentra la oposición de los que manejan el dinero en la iglesia, y ponen el grito en el cielo cuando una fuerte suma es dedicada a financiamiento de misioneros y de pastores, y otras disciplinas divinas más relacionadas con la salvación que cualquiera iniciativa social que cuente con el visto bueno de los pragmáticos, que si por ellos fuera inducirían a la iglesia exclusivamente a realizar labores sociales. Pudiera suceder que estos sensatos hermanos enfaticen la justicia social como una forma de rehuir la evangelización de la sociedad, porque le tienen miedo, y ella le da mejor recepción a un humanismo sin religión. No obstante Jesús dijo, o mejor dicho dio a entender, que debíamos pensar en los pobres y tener el corazón dispuesto para ayudarlos (Ga. 2: 10). 

Lo que María hizo, fue ungir el evangelio con perfume, con sus manos, cabellos y besos. El costo del perfume era equivalente a trescientos sesenta y cinco días de trabajo de cualquier obrero. Carísimo porque tenía que ser transportado desde India, en camellos y con muchos peligros. Se sabe que la calidad del producto era la máxima, por cuanto  era purísimo, no una barata imitación ni una cobarde adoración. Se ha dicho que era una mujer rica y posiblemente lo era, y con la cena de celebración de la resurrección de su hermano no le bastaba, y en vez de lavar los pies con agua común lo hizo con exquisito perfume, y escogió como mejor toalla sus cabellos largos, sacados de debajo del pudoroso turbante que los ocultaba de las vistas masculinas. Jesús les dijo a todos que la acción social tenía un segundo lugar después de él, y enmendado el asunto, el pragmatismo secular de Judas quedó postergado y el trabajo social muy junto al espiritual, que aunque no es parte de la salvación, acompaña a la salvación. Jesús dijo que cuando quisiéramos hacer algún bien a los pobres lo podríamos hacer porque siempre hay alguno cerca, sin tener que vender ninguna parte del culto a Dios porque algunos le tienen miedo a la sociedad y ella le da mejor recepción a un humanismo sin religión.  (copiado)



Exposición 54

Se habría multiplicado el número de discípulos si Lázaro hubiera abierto la boca

Jn. 12:9-11  

Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos. 10 Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, 11 porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús”.


Las causas por las cuales las personas prestan atención y son proclives a creer en historias del más allá son varias. En este caso entiendo que no toda esa multitud, llegada de diferentes lugares, tendrían la misma motivación. El efecto del encuentro con Lázaro, la contemplación de un ex cadáver, condujo a que muchos rompieran con el estatus judío, les perdieran el miedo y a ser expulsados de la sinagoga; porque se quitaron los prejuicios que les habían inculcado. Sin embargo todo eso ocurría sin palabras porque no se dice que Lázaro dijera algo que satisficiera la curiosidad sobre el desprendimiento del alma del cuerpo, y las noticias que podría traer sobre qué  hay en el más allá, cómo se siente solo en una tumba, y cómo existen los espíritus. Lázaro no se convirtió en un gran predicador después de su resurrección. Lázaro no les contó ningún relato fascinante. No dijo ni esta boca es mía. Lo que Dios había hecho con él era todo lo que a la vista presentaba, y a pesar de su mutismo, que es común a todos los que mueren y vuelven a la vida, su resurrección era suficiente para crear fe en los que la contemplaban. Si alguien cuenta que estuvo muerto y que vio y oyó tal y más cual cosa, no estuvo muerto o son invenciones. Es común a todos los que han tenido esa experiencia, que son poquísimos, que no recuerden nada, y eso ha dado motivo para que algunos nieguen la existencia del alma.

Por supuesto que ese no es el ideal de una persona que tiene tanto que agradecer a Jesús. Lázaro tuvo que haber sido un individuo tan reservado que ni siquiera esta única y excepcional experiencia le arrancara, aunque fuera un corto mensaje, que justificara a la persona de su resucitador. En sentido espiritual la opción del silencio verbal de la fe, de las convicciones y de las experiencias vividas, no son imprescindibles para que otros adquieran la fe, sin embargo, cualquiera que sea la razón que un beneficiario de la gracia tenga para conservar en privado sus convicciones, y tragarse con ingratitud experiencias que pudieran glorificar a Dios y beneficiar a otros, ese silencio reduce la eficacia de una vida cristiana cualquiera. Lázaro resucitado era un poderoso atractivo para curiosos y para gente que buscaba salir de dudas. No solamente querían ver a Jesús y escuchar sus sermones sino que se dejaban llevar por el sensacionalismo de un individuo que afirma que se murió y que ahora está vivo. Mundialmente esa es la inclinación, colocar la experiencia primero que el dogma.

La reacción de los judíos, inducidos por el diablo, que pudieran ser saduceos que no creían en la resurrección ni deseaban creerla, fue optar por la eliminación de la evidencia cristiana, quemar ese libro viviente, ese instituto humano, y darle un segundo golpe de muerte con cualquiera forma. Como ya he dicho, ellos estaban dispuestos a no creer y se habían jurado no ser cristianos jamás. Pensaban que, si eliminaban la evidencia y sepultaban la experiencia, a la gente le sería más difícil creer, y es cierto, y con encono satanás empuja a sus seguidores a que rompan en pedazos los mejores testimonios cristianos, las superiores evidencias, las innegables, de los poderes del siglo venidero, aunque sea mucho más complicado, pero más hermoso, creer sin ver ni tocar ni palpar. Si cada cristiano tiene una experiencia genuina de resurrección espiritual con Jesús, y da delante las multitudes señales que realmente está vivo y que su experiencia no es una ficción ni imaginaria, la propagación del evangelio se haría mucho más veloz. Evidencias del otro mundo son las buenas vidas cristianas.

Si estamos interesados en el surgimiento de la fe en otras personas, que sean transformadas en discípulos, enterrar debajo de la vergüenza o del miedo y del silencio la experiencia cristiana, es asesinarle la oportunidad que tienen para creer. El punto central de todo el asunto  es que la gente pueda corroborar, no ya la muerte, porque todo pecador nace muerto en delitos y pecados, y no hay que convencerlos de que éramos y ya no somos, de nuestra vida desordenada e indiferente para Dios, ni que el pecado no nos molestaba y que corporalmente nos gustaba, sino que quede convencida que lo que es imposible para uno solito hacer, animarse a sí mismo y cambiar, y que es una realidad y no una pretensión de una regeneración y resurrección sin imposturas. Lázaro habría multiplicado el número de discípulos si hubiera abierto la boca.  (copiado)



Exposición 55    

Ojalá ocurriera algo necesario para que la llamada "era cristiana" no termine con su deceso

Jn. 12: 12-19  

“”.

12 El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, 13 tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! 14 Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito: 15 No temas, hija de Sion; he aquí tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna. 16 Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho. 17 Y daba testimonio la gente que estaba con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos. 18 Por lo cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que él había hecho esta señal. 19 Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él”. 



En el relato de esta entrada triunfal, la resurrección de Lázaro fue un elemento importante en la motivación que el pueblo tenía para acogerlo con semejante bienvenida. Ninguna de las otras señales que Jesús había hecho, de forma parecida, tenía la magnitud de esto ocurrido en Betania. La hija de Jairo había acabado de morirse y el hijo de la viuda de Naín todavía no había sido enterrado; en cambio Lázaro estaba muerto y sepultado hacía cuatro días, o sea que ya era un cadáver en la fase de descomposición. Pensamos que el ideal hoy día sería una impetuosa y volcánica entrada triunfal, un regreso de Jesús, dentro de las murallas y paredes de la Jerusalén Celestial, esto es dentro de nuestro actual fatigado cristianismo. Una vuelta de Jesús en llamas de fuego.

En cuanto a esta entrada profética, el entusiasmo entre la multitud fue general, y eran tantos que los saduceos y fariseos después de reunirse una y otra vez llegaron a la conclusión que todo era inútil porque el calor con que la gente recibían sus pláticas y sermones no había mermado un solo grado, y todos hablaban de él con tanto entusiasmo que era difícil apagar esa admiración. Estaban seguros que Jesús de Nazaret era un gran profeta y que además de eso se trataba del que estaban esperando según la profecía de Zacarías 9:9, y por eso le daban la bienvenida como enviado por Dios, que en su canto lo declaraban como el único Rey de Israel, no un romano.

Es una exageración o una hipérbole eso de que "el mundo se va tras él", pero denota la popularidad y el arrastre de gente que tenía Jesús en todo el país, especialmente en Galilea y Samaria, y el movimiento creciente dentro de Judea. 

Y esas cosas estaban ocurriendo motivadas por la resurrección de un hombre de Betania, la cual se hizo conocida en toda la región, y de boca en boca, de casa en casa, de calle en calle y de ciudad en ciudad corría como agua la palabra de Dios. Aunque Lázaro no había organizado ninguna campaña evangelística ni había escrito algún libro contando su experiencia en el otro mundo, el asunto fue conocido por todos porque siendo una persona distinguida de la ciudad por su estado social, cuatro días fueron suficientes para que todo el pueblo se enterara de su fallecimiento, y después recibida con sorpresa la noticia de su resurrección y quien lo había traído de los muertos.

El monte de Los Olivos estaba cerca y desde allí trajeron las hojas de palma para alfombrar con ellas el paso del profeta sobre su asno; ya convencida la multitud la relación que tenía aquel hombre con la Escritura profética, y se hacía amplias ilusiones de lo que podría significar ese envío divino para desatar las ligaduras romanas con las que tenían atada la libertad civil del pueblo. No está muy claro qué parte de ese gentío cifraba esperanzas espirituales en Jesús y qué otra parte se hacía la ilusión que era el caudillo político necesario para que comandara una buena rebelión que, por medio de alguna guerra civil, costara lo que costara, y concluyera con la tiranía de los italianos. Un poco tiempo después la mayoría de ellos se descorazonó, y con amargo odio por la frustración, en vez de palmas en sus pies colocó un madero sobre su hombro.

Ojalá ocurriera algo dentro de nuestro lánguido y moderno cristianismo, algún avivamiento de su cuerpo muerto, que lo sacudiera de tal forma que Jesús ocupara de nuevo el lugar que tuvo en el principio y la gente de veintiún  siglos después afirme que países tras países y continentes tras continentes, es decir el orbe del mundo entero le sigue. Es cierto que hay dispersas señales y muy separadas de avivamientos dentro de diversas organizaciones cristianas, sin embargo esas diminutas chispas de fuego celestial no tienen el poder general necesario para que la llamada "era cristiana" no termine con su deceso. Algo más impetuoso, como el fuego de un espíritu volcánico, es necesario que ocurra y erupciones de rocas vivas de la antigua teología y el ardor del fuego apostólico descienda a todas las latitudes, valles y montañas, villas y poblados, ciudades y metrópolis, de modo que el mundo reconsidere su rechazo a Cristo y se vaya tras él.  Algo necesario para que la llamada "era cristiana" no termine con su deceso.   (copiado)



Exposición 56

Cualquier libro de los mártires produce la multiplicación de nuevos reclutas 

Jn. 12:20-26

“”.


20 Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. 21 Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. 22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. 23 Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”. 


Estos "griegos" pudieran ser realmente de nacionalidad griega, o pudiera tratarse de prosélitos griegos, que se habían circuncidado y aceptado la religión judía, o simplemente como dice la Vulgata latina, que eran gentiles; lo cierto es que estaban al tanto de la fecha y participaron del entusiasmo de la pascua que habría de tener lugar en Jerusalén. Dentro de la ciudad escucharon a la gente hablar acerca de Jesús como un gran maestro, y estos griegos pensaron que podían entrevistarse con él porque tal vez sustentaban puntos de vistas filosóficos comunes, o querían conocer qué clase de judaísmo innovador estaba este maestro predicando. 

Parece que se acercaron a Felipe cuyo nombre era griego, y procedente de Galilea de los gentiles, porque debido al idioma y a la procedencia nacional podrían convencerle que les separara alguna cita para esa entrevista importante. Cualquiera que sea la intención de estos hombres, el contacto personal con Jesús podría beneficiarlos. Felipe comentó el asunto a Andrés, hermano de Pedro, y como ambos no vieron ningún problema, se lo dijeron a Jesús; y no se dice más sobre el asunto. Se supone que fueron bien recibidos; pero cualquier otra cosa que se diga sobre el resultado de aquella entrevista sería mera suposición. Las palabras que siguen, o mejor dicho las palabras que sustituyen esa omisión fueron las de Jesús que dijo que en esa hora sería glorificado (v. 23). 

Hay que ser muy sabio y no lo soy para explicar lo que quiso decir sin que deje dudas. Pudiera ser que tenga que ver con el resultado espiritual de la entrevista con esos griegos y la posibilidad de que ellos se llevaran consigo explicaciones espirituales que podrían compartir con otros "helenista" o simplemente griegos-helenos. Si fuera esa la mejor explicación, es porque Dios es glorificado cuando su Hijo es anunciado al mundo. Sin embargo también cabe la posibilidad de que el sentido de dichas palabras sea más triste que esas nuevas de gran gozo. 

Jesús ilustró la glorificación de él  con la muerte de la semilla dentro de la tierra, y de su énfasis en el símbolo, al acentuar la muerte del grano y pensar en la suya, pudiera suponerse que está pensando en su cruz por cuanto había dicho que si él fuera levantado a todos atraería a sí mismo. Y eso lo dijo como una advertencia a sus discípulos griegos predicadores y judíos evangelistas, que ellos seguirían el mismo camino de maltrato y persecución por causa del evangelio. Como heraldos de la predicación tendrían que armarse con el pensamiento de que estarían exponiendo sus vidas y que podrían perderlas. Sin embargo tan generoso servicio recibirá la honra de Dios el Padre. En ningún momento Jesús los anima a ingresar a su equipo de evangelistas prometiéndoles villas y castillos sino que antes, para que lo piensen bien, les dice que si bien la recompensa de honor divino es enorme y sólo bastaría, estaría reservada en exclusividad para los que siguiendo sus pasos sellen sus ministerios con una muerte violenta. 

Si la ilustración del grano que muere y se reproduce con abundantes frutos, si no se llega jamás a los frutos sin la muerte de ese grano, si eso se toma así en su contexto se infiere que las historias de sus martirios serían sucesivamente fuentes de inspiración para otros, que deponiendo el miedo y la cobardía irían a sustituir en esos mismos terrenos y en otros tan peligrosos, a los ministros caídos en combate. Y el día de hoy cualquier libro de los mártires engendra calor, vida, fe y produce la multiplicación de nuevos reclutas que de cierta manera son frutos hermosos de aquellos granos muertos siglos atrás. En cambio y por contraste, los otros que llegando el momento de escoger entre vivir y renunciar a la fe, han escogido la vida y no la muerte, de Dios no tendrán algún honor, y continuarán viviendo pero sin historia. La gente olvidó con desprecio a esos anónimos longevos, que ganaron sus vidas y borraron sus nombres, no glorificaron a Cristo, no aparecen en el libro de Los Mártires escrito por John Fox, y nadie escribirá  una sola página sobre sus vidas para la posteridad.


    

Exposición 57

El sitio donde se colocan los pecados y se recibe interminable perdón 

Jn. 12: 27-33 

“”.

27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. 28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. 29 Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado. 30 Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros. 31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32 Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. 33 Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir”. 

En esas primeras palabras Jesús habla consigo mismo "mi alma está turbada y no le pediré al Padre que pase de mi esta hora porque para eso he llegado hasta este momento" (v. 27). Después Jesús invoca al Padre y le pide que glorifique su nombre, e inmediatamente llegó la respuesta celestial, porque no hay motivación más grande en cualquier oración que pedir y buscar la gloria de Dios. Si lo que uno quiere como Jesús es glorificado en nombre de Dios, la garantía de respuesta es pronta y segura (v. 28). Nadie puede glorificar mejor a Dios que él mismo por medio de Cristo.

Sin embargo aunque la voz de Dios se escuchó, muchos pensaron que era un insólito trueno porque no estaba lloviendo, ni había amenaza de lluvia, lo que oyeron fue ruido y se quedaron tan ignorantes del contenido del mensaje, y ajenos a su testimonio, como si hubiera sido solamente el estrépito de una descarga eléctrica, porque los oídos naturales cerrados a las cosas del Espíritu no pueden escuchar nada que sea sobrenatural y cuando lo oyen lo descalifican al nivel de la creación, mintiendo al decir que no es más que un fenómeno de la naturaleza impersonal. Así son los hombres sin oídos abiertos por Dios. 

Hay otra clase de personas que también formaban parte de los oyentes de Jesús, los que afirmaron que se trataba de la voz de “un ángel” (v. 29), que tampoco lo era aunque se aproximaron a la verdad sin alcanzarla. Jesús les explica que aquella oración suya tuvo una respuesta pública con el propósito que creyeran en él; le había pedido que glorificara su nombre y el Padre al hablarle de modo tan alto tenía en mente hacer discípulos, porque si hubiera querido que sólo Jesús le escuchara, ninguno habría oído nada; y al decirles que si se oyó Dios tan alto, no la desperdicien y acepten a Jesús. 

Aclarado el asunto del trueno, Jesús anuncia el sitio de la derrota del diablo por vía legal, porque delante del juez justo ya no valen sus acusaciones de que infringimos la ley de Dios, porque la muerte de Jesús fue una muerte legal, en cumplimiento de la pena dictada sobre todos nosotros, por lo cual ya la ley no puede más, la cumplió Jesús. En ese sentido el diablo es echado fuera porque ya no tiene nada que hacer como acusador "delante de nuestros hermanos" (Apc. 12: 10); por lo cual el apóstol Pablo dice que "despojando a las potestades superiores", triunfó sobre ellas en la cruz (Col. 2: 15). 

En cuanto a eso de que "si fuere levantado de la tierra a todos atraeré a mí mismo", hay quienes afirman que se trata de la resurrección, y eso tiene algún valor puesto que él “fue resucitado para nuestra justificación” (Ro. 4: 25) porque la cruz no está completa sin ella,  pero por el contexto pudiera referirse más al alzamiento en el Gólgota que a la ascensión en el Monte de los Olivos. Por otra parte el mismo evangelista interpreta sus palabras y dice que da "a entender de qué muerte iba a morir" (v. 33). 

La atracción hacia Jesús es un equivalente al perdón de pecados y la fe en él, y eso ante todo ocurre en la cruz y no en la tumba vacía. No es para mermar la importancia de la resurrección, porque de cierto ella sella todo lo otro y justifica la cruz, pero Jesús está hablando en cuanto al diablo de una derrota y de un triunfo legal por medio del cual ese espíritu maligno pierde todo los poderes, les son retirados por el Padre al cumplirse la paga del pecado y la satisfacción jurídica de todas las demandas o "anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz" (Efe. 2: 15; Col. 2: 14). 

De lo que habla Jesús es de la doctrina de la justificación, y obligadamente eso tiene que ver con la cruz donde perdería el príncipe de este mundo todos sus poderes, y es en el mismo sitio donde colocamos nuestros pecados y recibimos absolución, e interminable perdón, en la cruz.


Exposición 58

Los luminosos comentarios de Jesús

Jn. 12:34-36 

“”.

34 Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre? 35 Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. 36 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz”.


Es cierto que ellos eran oyentes de la ley de Dios, y los rabinos les habían enseñado que el mesías que habría de venir, esto es el Cristo, tendría un reino interminable (Sal. 110: 4; Isa. 9: 1-7; Dan. 2: 44; 7: 14); y lo que ahora estaba escuchando de aquel Maestro era lo opuesto, que el Cristo habría de ser muerto ¡por manos de ellos! (Luc. 20: 16). Sin embargo si hubieran leído bien la Escritura o se la hubieran enseñado bien, habrían aprendido que en Isaías 53, no hablaba de algún otro personaje ni el profeta de sí mismo, sino del Mesías; y que la razón sería el pecado de ellos y haberle vuelto con menosprecio el rostro. Es que no habían recibido con exactitud explicaciones, y esto en parte estorbado por los comentarios de los antiguos rabinos. Una de las explicaciones claves que debieron haber recibido fue en relación con la entrega del reino divino en manos del "hijo del hombre", título que por razón de la instauración de su reino en el mundo Jesús adoptó para sí (Dan. 7: 13, 14).

Jesús sí llegó a decirles que ellos lo iban a matar, pero muchas veces evadió la trampa de confesarles abiertamente que era el Cristo, aunque lo hizo, pero en esta ocasión no les respondió la pregunta sino que se refirió al hecho que estaban despreciando el momento que vivían, un momento de luz, que debieron aprovecharla para orientar sus pasos, ver la entrada de la puerta del camino, y seguir andando en la luz y creyéndola (v. 36) y de ese modo serían reconocidos como hijos de luz. Parece una forma muy simplista de responder a una pregunta tan complicada.

Sin embargo Jesús así les enfatiza la práctica de sus enseñanzas por una parte, y por la otra les indica que aprovechen bien el tiempo, no se pierdan sus estudios y sermones, y guarden en el corazón cada palabra que él diga, porque aquella luz en carne y hueso transitaría rápida por entre ellos y ya no lo tendrían más a disposición para aclararles cada situación, y en qué creer, en la luz-dijo-"creed el evangelio" y cómo leer su precioso libro sagrado, por medio de sus luminosos comentarios



Exposición 59

Jamás la misericordia debe ser juzgada, porque por gracia somos salvos

Jn. 12: 36-43

“”.

37 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; 38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? 39 Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: 40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y yo los sane. 41 Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él. 42 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios”. 


Jesús hizo bien en ocultarse de ellos, era mejor estar orando en un lugar solitario, escondido en alguna casa amiga en Betania, o confundido entre la gente, sin hacerse invisible por supuesto, que tener que estar discutiendo a cada paso con esa contradicción de pecadores, que pensaban que por cerrar ellos los ojos a la luz, más nadie la vería. Dijera lo que él dijera, hiciera lo que hiciera, aunque sus obras benéficas llegaran hasta el cielo y escucharan la voz del Padre declarándolo su Hijo amado, darían cualquier explicación que fuera, natural por supuesto, pero no creerían en él. Las buenas obras no podían negarlas, entonces se las atribuían a Beelzebub, o trataban de ignorarlas; el asunto es que no querían creer en él.

Sin embargo nadie se apresure a echarle mano al llamado libre albedrío, y haciendo de la teología una filosofía, así rebajada y empequeñecida, y afirme que Dios nada tenía que ver con la permanente incredulidad que estos sujetos mostraban. Este pasaje aún por buenos expositores calvinistas les suavizan el tono y acuden a la explicación del endurecimiento de aquellas personas como un producto de negación de la gracia y no que de alguna forma positiva y activa Dios haya contribuido a que se le rechace. La visión primera de esas palabras da a entender que la incredulidad de aquellas personas, forzosamente por el cumplimiento de las profecías, debían permanecer incrédulos. De ese modo se le da énfasis a la veracidad de la Escritura. En cambio si se toman de modo que Dios esté activo lo que se enfatiza es la soberanía de esa Escritura. 

Piense que si algo se escribe antes que ocurra y después se afirma que ocurre porque está escrito, lo que está escrito es un incambiable, y un no modificable decreto. O sea que la noción de una libertad humana para aceptar o rechazar el evangelio, queda excluida.

Esa es la forma más estrecha si se quiere, y severa de interpretación; en todo caso, la Escritura no quiere que la defiendan los arminianos; ella sabe defenderse a sí misma sin tener que renunciar a la teología que forma parte intrínseca de sus páginas, y nosotros decimos que es calvinista la interpretación, no ella, y con una simpleza soberana les dice que eran incrédulos por cuestiones proféticas, por la dignidad y veracidad de la Escritura, quiere decir por eterno decreto divino y eso con vista a echarles encima el enojo de la reprobación. pudieron decir que la Escritura se escribió previendo de antemano el rechazo, pero en ese caso no podría decirse “para que la Escritura se cumpliese”, porque ella se resiste a esa forma de interpretación. 

Todo el que hable como profeta o como apóstol, tiene que aceptar la absoluta soberanía divina en la salvación para que la Escritura resulte infalible, y que Dios sea siempre veraz, y que les cerró con llave maestra el entendimiento para que no comprendiesen ni una palabra de Salvación, y les quemó los ojos con su Santo Espíritu para que no vieran ni un solo rayo de luz. Les estaba queriendo decir que la incredulidad y ceguera de ellos era un castigo divino, sin asumir que fuera una acción de permisión y no una ejecución activa de endurecimiento espiritual, que sin duda se merecían. Si se asume que ese endurecimiento es el resultado del rechazo del evangelio y no su acción volitiva, de todos modos es difícil quitarle a Dios la responsabilidad de ese impacto.

La reprobación no es simplemente no escogerlos sino desecharlos, por razones que están escondidas en el "puro afecto de su voluntad" y son justas. No valieron sermones ni oraciones contra la reprobación divina. Y eso no lo dijo el profeta cuando se dio cuenta que no estaban creyendo a su anuncio y desafiaban los brazos eternos de Jehová, sino cuando en éxtasis espiritual se le permitió ver la gloria de Jesús, y lo indignos que eran.

O sea, que la reprobación no es una doctrina que sale de la frustración profética ni apostólica, ni es algo que ocurre a posteriori cuando los pecadores rechazan el mensaje que se les anuncia, sino que con anterioridad se escribe sobre ese rechazo, y que es la razón bíblicamente explicable del por qué los pecadores perecen: Por un castigo. A los profetas tanto como a Jesús no les interesaba darle explicaciones a la incredulidad de los pecadores por medio de filosofías y razonamientos griegos, sino por medio de la revelación escritural; y si eso no parece misericordioso, no tenemos derecho al juicio, porque jamás la misericordia debe ser juzgada porque por gracia somos salvos.

Y con todo, el evangelista haciendo memoria histórica afirma que los sermones de luz fueron creídos por algunos de los personajes de la época, entre los gobernantes, entre los miembros del sanedrín que por temor a perder los privilegios y las buenas opiniones de los demás jueces, como José de Arimatea y Nicodemo, se callaban la fe que ya tenían en Jesús, porque hasta el momento esta era pequeña y tímida, y aún no se había despojado de querer recibir la aprobación y el aplauso y la gloria de los hombres, si tenían que perderla haciéndose discípulos y bautizándose. Nunca juzgues la misericordia de Dios, y si la usa contigo, inclínate agradecido, y si ves negársela a alguien, tiembla.



Exposición 60


A pie juntillas y al pie de la letra

Jn. 12: 44-50 

“”.

44 Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45 y el que me ve, ve al que me envió. 46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47 Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho”. 


Las palabras de Jesús hay que prestarles suficiente atención, y en cada frase uno tiene que preguntarse ¿qué quiso decir con eso?, y ese es el caso que a continuación leemos. Jesús dijo "el que cree en mí, no cree en mí", queriendo decir "no sólo" o tal vez enfatizando el hecho que lo que estaba diciendo se lo habían dicho a él; y su propósito con ese ir y venir en su lenguaje le pone énfasis a que el mandamiento que recibió de Dios, esto es, el evangelio que predicaba era de origen divino, y el que rechazaba su palabra estaba rechazando la palabra de Dios.

Aunque la palabra mandamiento pudiera referirse a la orden de Dios de que predicara, más bien se refiere al hecho mismo de que el evangelio constituye "un mandamiento nuevo" o un "nuevo pacto", es una adición a los Diez mosaico y se corresponde con lo que explicó con relación a Moisés, el "mas yo os digo". Tanto el evangelio como la vida cristiana son de origen divino.

Cuando habla de luz y de tinieblas se está refiriendo a conocimiento ignorancia; y su proposición consiste en alumbrar con el evangelio los primeros diez mandamientos. De esa forma dejó claro que la ley mosaica tenía que ser alumbrada con el evangelio, y que en los diez mandamientos no había vida eterna sino en la predicación del evangelio, quiero decir en el mensaje portador de la gracia de Dios como no lo hay en la ley.

Con todo eso hay algo interesante que es necesario suponer en cuanto al efecto que produjo la predicación del evangelio en relación con la vida eterna. Los judíos se sentían acusados con la predicación del evangelio, aunque esa no fue su intención. El testimonio de él los hacía sentir culpables. No les estaba predicando la ley sino el evangelio, y sin embargo se sentían mal en sus conciencias, culpables y avergonzados. Jesús dijo enfáticamente que el propósito especial del evangelio no era engendrar esas dos cosas, sino pasar de ellas e inspirar un modo de vida superior. Si el propósito del evangelio fuera solamente engendrar arrepentimiento y culpa no sería el evangelio sino la ley de Moisés. La razón por la cual se sintieron culpables y juzgados fue por el contenido moral que tenía su evangelio. No predicaba sin ese contenido. Y no obstante con todo el amor y la misericordia que él les hablara, el evangelio no quedaba disminuido ni moralmente amputado, porque de haber sido así no se hubieran sentido juzgados, al decirles que "sus obras eran malas" (3:19).

Ojo que, si al evangelio se le sustrae su ética o si se disimula su moral, ya no es el evangelio porque no reproduce la imagen y semejanza con Dios; si sólo produce alegría y satisfacción, realización personal sin convicción de pecados, sin convertir en nueva criatura al oyente, es otro evangelio y no el auténtico. La sociedad moderna con la navaja afilada de la psicología secular se ha acercado al cristianismo para cercenarle su moral y que sea aceptado sin problema por el gusto popular. La pura gracia contiene ética.

A pesar de todo eso que no se puede negar, Jesús dijo que la meta de la predicación del evangelio no era producir culpa y vergüenza, ni siquiera un solitario arrepentimiento, sino una vida de fe, por cuanto dijo que sus mandamientos debían ser guardados, es decir vividos. Y esa modalidad de vida en el creyente cristiano consiste en su preparación para ser juzgado por las enseñanzas del evangelio, y que el resultado satisfactorio ha de ser vida eterna; y fue lo que dijo con "la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero" (v.48). Jesús le estaba predicando a una audiencia incrédula y recelosa que escuchaba con suspicacia sus sermones, y aunque algunos lo oyeran de buena gana,  para Jesús no era satisfactorio si no estaba creando un pueblo que no sólo a pie juntillas creyera su evangelio sino que lo viviera al pie de la letra, para vida eterna.    (copiado)



  


Capítulo 13


Exposición 60

Salieron de allí con la verdad en el corazón y una toalla en la mano 

Jn. 13: 1-20

“Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. 10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. 11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos. 12 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. 17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. 18 No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar. 19 Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy. 20 De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”. 

Este es uno de los pasajes donde el escritor demuestra que no depende de historias que les contaron ni de libros que leyó, sino de sus recuerdos y lo escribe en un momento avanzado cuando es capaz de analizar e interpretar la Persona de Jesús como su evangelio. Es la razón por la cual la historia y el análisis se mezclan. Quien lo está contando es más que un historiador, es un testigo de los sucesos que narra (19:35; 21:24), que flotan en sus recuerdos, y que desde un punto histórico-futuro les hace interpretación, justificando el sobrenombre de Juan el teólogo. Es tarea del que estudia este evangelio tratar de pegar lo que parece una discontinuidad de los sucesos que pasan de un punto a otro y retornan al anterior, para reproducir vívidamente lo que en aquellos momentos se dijo y se hizo. El evangelista es un escritor que vivió cercano a Jesús y quiso dejar un documento sobre la magnitud de la persona del Maestro y Señor que conoció (v. 13). 

Cuando los discípulos se preguntaban ¿quién es éste que aun el mar y el viento le obedecen?, él explica esa autoridad, y que se les iba revelando que era el Cristo "el Hijo de Dios" en línea con la afirmación que “en el principio era el Verbo, el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios” (1:1-3), no por una adopción sino por su procedencia del "seno del Padre" en las regiones celestes (1: 18). En todo este evangelio siempre resuena el hecho de que Jesús es el Hijo de Dios, y que "salió" de Dios y que su ascensión era un regreso a su posición (v. 3).

Si alguno dice que por el hecho que "sabiendo que su hora había llegado" lo podría saber cómo profeta, lo que sigue "para que pasase de este mundo al Padre", y su regreso a esa soberbia posición de soberanía (v. 3), puesto que dice que todas las cosas, quiere decir el orden del orbe y de los acontecimientos, es decir la vida y la muerte, se hallan en la palma de su mano, es una autoridad que jamás ha tenido ningún profeta común.

Ese aspecto de dominio universal es lo que ha hecho este evangelio similar a la carta el apóstol Pablo a los Colosenses. La divinidad del Hijo en Pablo se explica en la manifestación de un Hijo glorificado, o sea después de la resurrección, y en Juan dentro de los sucesos priores a la cruz, contados por los evangelistas sinópticos. En estas líneas sobresale un recordatorio de amor (v. 1), "los amó hasta el fin", demostrando que por algo aprendió recostado sobre el hombro de Jesús; y aunque se llama “aquel a quien Jesús amaba” (19:26; 21:7, 20), no se toma como referencia sino otros dos ejemplos de ese amor,  la traición de Judas que la soportó hasta el beso,  y el ministerio de Pedro que se negaba a permitirle que le lavara los pies, y al fin lo convenció con una sola frase, que si no participaba con ese espíritu de servicio ñtampoco tendría participación en su ministerio (v. 8), porque él mismo siendo el Señor les estaba dando el ejemplo de servicio. 

En lo adelante tendrían que tener el evangelio en una mano y una toalla en la otra. Juan escoge la última cena al final del ministerio de Jesús como la cumbre de su amor y humildad, y para enseñar el ánimo bien dispuesto que debieran tener sus continuadores entre ellos, dando por sentado que no alojarían la envidia ni promoverían categorías y rangos superiores, sino que todos serían servidores de todos (v. 16). Sus apóstoles deberían mostrar entre ellos mismos esa cualidad en el servicio, y parece que lo logró porque no leemos que se repitiera tras su ascensión al Padre, que anduvieran aun discutiendo quién era el mayor. Es cierto que en el futuro la iglesia tendría sus apóstoles, profetas, evangelistas y diáconos, sin embargo todos reconocerían que eran posiciones de servicio. 

Jesús en esa ocasión aprovecha la ceremonia para hablarles sobre la santificación, un renglón importante en el ministerio, que no admite sustituciones. Mientras les lava los pies, pasando por los de Judas le contesta a Pedro, "estáis limpios por la palabra que os he hablado" (15:3); quiere decir, listos para la salvación y compartirla, aunque limpios no todos. Lo dice de modo ambiguo (v. 10), con lentitud (v. 18). La porción concluye con el pensamiento de los futuros evangelizadores que estarían nombrados para representar la venida de su reino en todas las poblaciones. Y salieron de allí con la verdad en el corazón y una toalla en la mano, para servir al mundo con palabras y hechos. (copiado)


Un hombro divino-humano, para recostarse 

Jn. 13:23-25

“”.

“Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. El entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?”.


A estas palabras suele prestárseles poca atención y, sin embargo, con un poco de ella pudieran convertirse como en un cabezal para reposar de la tanta agitación que tiene un ministro después de haber derramado todo el contenido de su corazón y de su mente desde un púlpito digno. Como no viene de nadie en la puerta, alguna palabra de satisfacción por lo que oyó, y sus amigos en Cristo solamente le estrechan la mano, sonrientes, y tal vez en excepcionales casos decirles que lo que oyeron les fue de bendición, y les den las gracias. Ahí tienes a un joven predicador, el pastor Juan, cansado, que necesita el hombro de Jesús para recostarse y exhalar su desaliento y recobrar fuerzas si quiera para caminar a casa. Jesús les había dicho “vosotros sois mis amigos”, y por eso le permite a Juan tal familiaridad, el hombro que es el sitio perfecto para descansar. Un rato de suspiros en oración, exhalan el desaliento y lo sustituyen por un poco de alegría de hallarse en el servicio Maestro. 

Eso de recostarse sobre el hombro de Jesús ha de ser nuestra costumbre constante para no tomar sedantes, verter lágrimas y lamentos, y no tener que buscar un pecho exitoso para que nos levante el ánimo. El distanciamiento actual de los ministros es el macabro éxito del egocentrismo, que ignora por completo que la Iglesia de Dios es una, repartida en grandes y pequeñas congregaciones, con hallados fieles servidores y administradores de la gracia divina. Nuestro credo, que confiesa que Jesús es esencialmente divino también tiene una naturaleza humana, intensamente humana, como la del Segundo Adán, y mejor que la del primero. El Señor sabe las fuerzas y energías divinas que hemos gastado y que su hombro suple ese gasto y que nos conviene que se haya ido para no estar limitado por el cuerpo humano, sino que nos deja su Espíritu que es totalmente personal y además de eso, internacional, ubicuo. A veces no necesitamos otros consuelos, otros hombros, muy bajos, para recostarnos y dejar nuestro cansancio, sino el de nuestro elevado Mediador, Jesús. 

¡Qué privilegiados somos!, de tener ese calificado Mediador, que, por tres años consecutivos, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de pastor y administrador para hacer todo el recorrido de nuestra salvación. Al acercarnos y el alma lo mira, parece que continuamos en el mismo sitio la misma conversación de desahogo de todos los lunes, y lo hallamos esperándonos no para felicitarnos sino para abastecernos y reconstruirnos, y ofrecernos su hombro y su pecho y que continuemos desempeñando esta privilegiada función de predicador y pastor, para la cual, sin equivocación nos había elegido, sin licencia para renunciar, y no nos despedirá hasta que cumplamos toda su agenda, que no se ha acabado. 

 


Exposición 61.

A cualquiera el diablo también lo pudiera tener en su mirilla

Jn. 13:21-30

“”.

 (Mat. 26:20-25; Mr. 14:17-21; Luc. 22:21-23) 

21 Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. 22 Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. 23 Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. 24 A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. 25 El entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? 26 Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón. 27 Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. 28 Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. 29 Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres. 30 Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche”. 



Este es un momento feo dentro del grupo. Los once discípulos quedaron electrizados con lo que acababan de oír, que uno de ellos se prestaría para oficiar como traidor. Tanto las palabras que dijo Jesús como el sentimiento que las acompañaba se transmitieron a todos, y uno de ellos sacudido de forma distinta, Judas.  Uno por uno se fueron preguntando si acaso él sería el traidor, y Jesús negando con la cabeza a cada cual, excepto aquel que ya había hecho planes de hacerlo, y como quien dice entre dientes y en voz baja le dijo que se apresurara a terminar lo que había comenzado. Sobre el rostro de Jesús caía una nube de tristeza que le acompañó  hasta su crucifixión.

Con la forma indirecta usada por Jesús para anunciar la existencia de un traidor, lleva a los discípulos a la auto examinación, sin crear insatisfacción y desconfianza recíproca. Parece también que la forma indirecta con que Jesús le comunica a Judas que lleve a cabo su propósito, no implicaba como quien dice un secreto de estado, puesto que a Juan le dijo que se fijara a quien le iba a dar un pedazo de pan extra, y sin nombrarlo ese sería el individuo.

Juan, que prefiere llamarse el discípulo amado, apodo que tal vez se lo dieron otros, fue el que se enteró de antemano a quién se refería el Señor, y por alguna razón que desconozco no le dijo a Pedro de quién se trataba, guardándolo como un secreto para no quebrar la imagen de un hermano ante los otros. Y los restantes mucho menos, no sabrían quién era el traidor hasta que lo vieron acompañando a la turba en el secuestro de Jesús. La imitación de este falso discípulo sería casi perfecta cuando sus compañeros no desconfiaban de él, y menos teniendo el cargo de tesorero que ocupaba en la membresía del grupo. Judas ante los ojos de ellos pasó como un buen cristiano hasta que se descubrió que no lo era. Es difícil dentro de la iglesia enterarse antes de una caída, y es mejor no estar enterado, quién de ellos tiene una fe fingida; es cuestión de que pase el tiempo y los acontecimientos muestren si tal y cual persona recibe la gracia perseverante o no. 

La Escritura no disculpa a Judas cuando menciona que procedió a ponerse bajo las órdenes de Satanás, sino que en verdad atribuye responsabilidad a quien le metió en la cabeza todas esas ideas de avaricia, decepción y apostasía; y teman que a cualquiera de ellos el diablo también lo pudiera tener en su mirilla. Si en algunos momentos atrás este hombre recibía la influencia diabólica, en ese instante Satanás penetró completo en su entendimiento, llenó su corazón y lo que lo que al principio fue una idea que le pasó por la cabeza, prendió  y se convirtió en acción. 

Los otros discípulos muestran cuánto habían crecido, y el amor a Dios y al prójimo que tenían  en sus corazones, cumpliendo los dos grandes mandamientos, al no pensar mal de los demás ni tergiversar lo que escuchaban, porque al oír a Jesús cada uno pensó en sí mismo y no en otro con más defectos, dando muestra que a Judas también lo amaban. Esa virtud se ve en los autores del nuevo testamento que con cuánta medida se refieren a él, con compasión y sin odio, solo como historia, sin descalificarlo. Todos cuando oyen que Jesús le habla pensaron que tomara un poco de dinero y fuera a comprar alimentos. No de otro modo. 

Ya caía la noche cuando Judas se limpiaba los labios de la salsa del cordero, y con toda la discreción que pudo se fue separando del grupo, y se esfumó en las sombras, recordando esos instantes feos que acababan de vivir. Cualquiera de ellos el diablo también lo pudiera tener en su mirilla. Cuidémonos del diablo. (copiado)





Exposición 62


El amor es el pegamento eficaz que mantiene compacto el ministerio apostólico 


Jn. 13:31-35 

31Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. 32 Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará. 33 Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir. 34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. 31 Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. 32 Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará. 33 Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir. 34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”.


En sus palabras se desborda su amor por la inminente separación, y quiere que esos sentimientos suyos sean sentidos los unos por los otros sin que se desconecten. Va a subir a la cruz donde ellos no podrán, por el momento, y al Padre,  y estará ausente, y pensando en ese alejamiento cambia la inflexión de su voz y emplea vocablos tiernos, “hijitos”, similar a como lo usa su discípulo amado (1 Jn. 2:1, 18). El amor ha de ser como el pegamento eficaz que mantendría compacto el ministerio apostólico y las doctrinas enseñadas.

Jesús habló en tercera persona, "el hijo del Hombre"; cuando dice ahora se refiere desde este momento y señala la inminencia de la cruz; es decir que sus salidas desde la eternidad, como anunció el profeta, son hacia la cruz, en el cumplimiento del tiempo, en lenguaje de Pablo, cuando en torno a ella Dios sería glorificado reconciliando al mundo consigo mismo (2 Co. 5: 19). Jesús añade que esa glorificación ocurriría "enseguida", refiriéndose posiblemente al sello de la cruz esto es a su resurrección y ascenso a la gloria del Padre, donde el Hijo retornando se envolverá en la gloria que tuvo junto a él desde que el mundo existe (Jn. 17: 5). Les repite a sus discípulos lo que ya les había dicho a los judíos, que no iría a esconderse entre los griegos, sino que no podrían encontrarlo porque la tumba estaría vacía por más que registraran en cada rincón de ella, salvo algunas prendas (7: 34; 21:18); y por supuesto por el momento ningún discípulo habría de seguirle a la cruz ni tampoco al cielo.

La corta plática registrada por el evangelista termina con el mismo tono flexible y dulce con que comenzó, rogándoles que ahora que el nexo de amor quiere decir él, no estaría físicamente presente entre ellos para conectarlos unos a otros, debían permanecer en su amor y amarse los unos a los otros como a sí mismos, sosteniendo conexiones y lazos de amor que los ataran mientras vivieran. Sobre los diez mandamientos que ellos conocían añadió el onceno, el del amor que es un epítome y el fin de todas las relaciones humanas, aquellos escritos sobre la segunda tabla de la ley.

No conocemos prácticamente nada acerca de esas conexiones de amor que pudieron haber tenido los apóstoles, porque cada uno de estos pastores de la Iglesia, después de un tiempo en Jerusalén, sintieron la vocación divina para trabajar de algún modo en algún sitio, y lo que es el grupo como tal, se distribuyó por todo el mundo haciendo honor al último mandato de predicar el evangelio en el orbe entero; y mientras dure su ausencia quiere que no se enfríe el amor ni se debiliten esas relaciones. Y el amor siempre fue como el pegamento eficaz que mantuvo compacto el ministerio apostólico.



Exposición 63

Vivir como si se reescribiera nuestra predestinación 



Jn. 13:36-38    

(Mat. 26:31-35; Mr. 14:27-31; Luc. 22:31-34) 

36 Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después. 37 Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti. 38 Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces”. 

    

Esta no es una exposición filosófica sino bíblica. Estas son reflexiones complicadas sobre la posibilidad que tanto Pedro como nosotros tenemos, desde dentro de la voluntad de Dios, de trabajar con su gracia y misericordia para que nuestros acontecimientos puedan ser cambiados, las consecuencias negativas, disminuidas, la justicia divina suavizada, los días de aflicción acortados, y la misericordia ensanchada: en una palabra, vivir como si fuera otra providencia y se reescribiera nuestra predestinación.

Jesús no le respondió a Simón Pedro, ni a ninguno de los otros, "dentro de pocos días me verán como un maldito colgado en un madero" (Ga. 3: 13), sino que ellos correrían similar fortuna pero más adelante. Específicamente a Pedro le dijo que seguiría sus pasos cuando fuera viejo (21: 18). En un principio el apóstol no sabía de qué hablaba y sin más aclaración se dio cuenta del asunto y le ofreció su vida si fuera necesario (v. 37).

Jesús en vez de darle las gracias y decirle que oraría para que eso no sucediera, lo que le dice es que oraría pero para que su fe no faltara porque tres veces en sucesión se negaría a ofrecerla. Su confianza propia sería destruida, y su convicción de que el ojo de Jesús ve el futuro de cada cual, fue aumentada. Hubiera sido mejor si le pidiera una modificación, y un cambio en la providencia, pero eso no se le ocurrió, y nadie sabía si fuera  posible que aquello que ya la omnisciencia divina leyó en la historia del libro de la vida, pudiera reescribirse. Cuando Dios nos revela un asunto es posible hacer cambios, o recibir ayuda para pedir gracia y estar a la altura de esos acontecimientos, como a David. 

Estamos predestinados a las consecuencias de cómo somos.  Lo que pudiera eludir esas consecuencias es la desaparición, con la ayuda de Dios,  de aquellas cosas que hacen segura la predestinación, y removerlas. Quitar esos defectos de nuestro carácter, los cuales determinan como ley fija, sicológica y férrea las consecuencias que habremos de vivir. Así pudiera ser que el omnisciente Dios del apóstol Pedro, que ejecuta su voluntad sobre todo, si le place halle alternativas de socorros que no sean poner delante de los ojos lo débiles y arrogantes que somos, y  borre en el manual de nuestra historia lo que su mano divina con razón escribió. Sólo Dios pudiera hacerle cambio a nuestra predestinación, y modificar la razón que la justifica. Estas son imaginarias reflexiones sobre los potenciales cambios que pudieron efectuarse en el carácter y la vida del apóstol Pedro, tal vez en alguien más, que si se hubiera despojado de su suficiencia habría hecho distinta su historia, omitido sus tres negaciones, y guardado su testimonio sin esas caídas.  (copiado)


Capítulo 14

Exposición 64 

A un paso de la puerta del camino a Dios

Jn. 14:1-6

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. 

 

Los discípulos comprendieron por Jesús, al menos un poco, que algo grave le sucedería a él, y éste para que no se queden aterrados les dice, con un poco de ambigüedad, que ellos no irán directamente a donde él irá, porque tendrían un ministerio que desarrollar mientras que el suyo ya estaba a punto de concluir; sin embargo algún día también llegaría ese "después" y de un modo u otro tendrían que ofrecer sus vidas como "sacrificio y libación" a Dios (Flp. 2: 17). Con buena intención y doctrina les dice que se estén tranquilos, y que no se preocupen excesivamente por los días difíciles que les esperan, y en lugar de la angustia coloquen la fe (v. 1); en Dios y en él. 

En esta porción el escritor del evangelio cumple su propósito: la relación e identificación entre el Padre y el Hijo, es decir entre Dios y Jesús; y pide a los discípulos que la confianza y la esperanza de ellos se mueva entre la teología y la cristología, porque, aunque no les promete que sus vidas no sufrirán daño, sí les dice que habrá mansiones en el cielo preparadas, una morada celestial, y que la conexión y camino seguro hacia Dios es él. Al principio el evangelista en su prólogo insistió en la comunión y relación eterna entre el Verbo y Dios, y en línea con ese destino dogmático de relación y deidad habrá de continuar hasta el final de su escrito. 

Los discípulos estaban tristes porque Jesús les había dicho que pronto los dejaría, y para mitigar sus palabras y darles consuelo a sus corazones les levanta también a ellos los ojos al cielo y les pone enfrente la esperanza de gloria, asegurándoles que no se perderá en el más allá, sino que el camino correcto a Dios que es él, lo tomarán también ellos y habrá un rico y abundante encuentro de ellos con la Divinidad, él con el Padre y ellos con él. A eso se debe, para quitarles toda duda e incertidumbre y sentimiento de abandono perenne, que dice las palabras altamente conocidas "yo soy el camino, la verdad y la vida" (v. 6). 

No les dijo solamente que ellos experimentarían un ascenso celestial, sino que también él retornaría, porque siempre quiso darles a entender que vivieran con la inminencia de su regreso. Así el discipulado del primer siglo, esto es el apostólico, vivía con urgencia y expectativa. Todos sabían que tenían un sitio dentro de la deidad, y ya desde ese momento algo así como "el Padre en mí, yo he vosotros, y vosotros en mí" (v. 20), separado para cada cual y eso lo habían oído bajo palabra del Hijo del Hombre. Este evangelio es el evangelio de la comunión cristiana con la Deidad. Y el corazón de Tomás quedó turbado con las reflexiones, más consolado y sin miedo porque estaba a un paso de la puerta del camino a Dios, de la verdad y la vida.



Exposición 65

No se necesita un evangelio más grande sino más oración

Jn. 14: 7-14  

Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. 12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. 13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”. 


El Señor conocía la escasez de conocimientos que sus discípulos habían adquirido a pesar de la experiencia que tenían, ya es por eso que le dice "si me conocieseis a mi Padre conoceríais" (v.7). Jesús parece decirles que no necesitan un evangelio más grande sino aprovechar para la fe el que tienen. Les dice, "ya ustedes saben quién soy yo, y quién es el Padre, por las cosas que he hecho y las cosas que he dicho, y ambas no proceden de mí mismo sino del Padre". Pedir más de lo que ellos habían visto y oído era una exageración y más bien lo que revelaba era el poco uso que habían hecho de todo lo que habían visto, oído y palpado. 

No necesitaban un evangelio más voluminoso, porque el que ya tenían les bastaba. Era suficiente. Lo que les pasaba era que como quien dice habían perdido mucho tiempo sin que les aprovechara. Si querían ver más de Dios en la persona de Jesús es que tenían la vista muy corta y estaban entretenidos, o porque la incredulidad no los dejaba comprender cuatro o cinco mil multiplicaciones. Felipe, para nada agudo ni despierto, pensó que él supiera, ninguno había visto a Dios en Jesús, y que sería suficiente para cada uno si les daba alguna señal similar a la que tuvo Moisés en el monte Sinaí, o las que tuvieron los profetas. Sin embargo, tres de ellos habían visto la gloria de Dios en la transfiguración, algunos oyeron la voz de Dios cuando Jesús fue bautizado, y el resto era testigo del efecto de sus oraciones y de su poder divino. Pensando en eso Jesús debió decirles que ya lo habían visto y no se dieron cuenta.

Lo otro que quiso decirles fue que ahora y luego orarán en su nombre y eso les sería, por la respuesta obtenida, evidencia de que era el Hijo de Dios, y por ende no necesitaban más. Así que, teniendo a Jesús y orando como Jesús, tenían a Dios, y siempre respuestas en sus oraciones, porque Jesús mismo a la diestra de Dios respondería sus oraciones, porque tiene autoridad para responderlas. Lo que parece esencial en la conversación que aquí se tuvo es la comunión que Jesús mantenía con el Padre, relación que ellos también podrían tener como hijos adoptados y ejecutar las obras que él hacía y excederlas en abundancia, y esas cosas extraordinarias serían recibidas mediante la oración que podrían hacer en su nombre. Los milagros que Jesús hizo tuvieron como propósito dar a conocer a Dios el Padre. Felipe no estaba pidiendo una materialización del Padre sino evidencias de su presencia en la persona de su Maestro.

Así se ve en la práctica que la vida devocional, especialmente las oraciones del discípulo y la reflexión, es lo que le dan a conocer las doctrinas y lo aseguran apartado del error. Y de toda esa conversación, placer y disgusto, aprendemos que el fortalecimiento de la fe no consiste en aumentar el cúmulo de evidencias cristianas sino la experiencia que acompaña a una vida de oración. No se necesita un evangelio más grande sino más oración.


    

Exposición 66


El evangelio hecho vida y practicado

Jn. 14:15-26 

15 Si me amáis, guardad mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. 18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. 19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. 20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. 21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. 22 Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? 23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. 24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.  25 Os he dicho estas cosas estando con vosotros.  26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. 


Comenzamos por este pensamiento distinguido, la práctica del evangelio y en segundo lugar se puede observar el tono casi apologético en la estructura y construcción de estas palabras, como si ellas se defendiesen de los engañadores y anticristos (1Jn. 2:18), la veracidad del evangelio predicado y escrito por el Espíritu Santo.

Con esta porción es suficiente, reduciéndola, para como quien dice escuchar parte de la conversación de Jesús con sus discípulos. Teniendo el oído atento uno se da cuenta que Jesús le está dando importancia a la obediencia del evangelio, por cuanto repite lo de guardar sus mandamientos como si procurara martillarle dentro que no les era suficiente escucharlo porque no estaba entreteniéndolos (vv. 15, 21,23). 

En sucesivos días tras la venida del Espíritu Santo, uno de sus divinos trabajos sería el de recordación (v. 26) y enseñanza, es decir para que memorizaran el evangelio. Así cuando leyeran, oraran, y escucharan la Escritura el Espíritu Santo haría saltar textos bíblicos en la memoria. De ese modo tendrían la enseñanza de Jesús siempre presente para colocar alguna porción de ella en el momento apropiado y la circunstancia conveniente. De esa forma ayudados por el "Espíritu de verdad" (v. 17), sus doctrinas no degenerarían en herejías, aprobarían lo mejor y serían irreprensibles en el día de Cristo (16:13; Flp. 1: 10). La práctica del evangelio, o sea la práctica de la vida cristiana sería el fin de la enseñanza y la mejor demostración de amor. 

Jesús no está refiriéndose a palabras de amor en la oración o en la alabanza sino en hechos concretos que demuestren que el evangelio se ha hecho vida en ellos. La obediencia y el amor son como dos gemelos inseparables. El tiempo de esta conversación más que presente es futuro y lo que Juan escribe lo hace después de haber "oído, visto, palpado" las cosas que entre ellos han sido ciertísimas. El Espíritu Santo se menciona como un advenimiento futuro sin embargo habla que ya es una realidad entre ellos, por ende todo este espacio está influido por una historia escrita después de Pentecostés. 

La resurrección brota como una burbuja dentro del tema donde Jesús afirma "porque yo vivo, vosotros también viviréis"; y esas palabras pudieran ser presentes, pero tienen más fuerza si después de la resurrección fueron dichas (v. 19). Como es casi desgarrador tratar de separar la obediencia y al amor, lo mismo pasa con las Tres Personas, que están presentes en el lenguaje empleado por el evangelista y por Jesús, Dios está con ellos, el Espíritu vendrá, pero ya parece haber venido, estuvieron por un poco de tiempo huérfanos, unas cuantas horas, pero él volvió a la vida, y volverá a estar ausente pero no se sentirán huérfanos porque su sustituto o vicario, el Espíritu Santo, vendrá a ellos y ya está en ellos, como el Padre ya está en ellos. Jesús ruega que el Espíritu les sea enviado y él mismo dice que lo enviará, porque es su Espíritu. Es un pasaje altamente definido en relación con la veracidad de Jesús, su comunión y unión con el Padre, donde al Espíritu se le apellida "verdad", a cargo de quien estaría ungir a los predicadores y la escritura del Nuevo Testamento, para que no tengan dudas que lo que los apóstoles y profetas dijeran sería la verdad y no mentira. Y eso está en ese momento y luego enfatizado, que la "Unción del Santo", que los enseña no es mentira y el evangelio hecho vida y practicado (1 Jn. 2: 27).



Exposición 67

Jesús no es un dios menor ni heredó el pecado original

Jn. 14: 27-31


27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. 28 Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. 29 Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis. 30 No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí. 31 Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí”. 


 Los discípulos, al oír a Jesús decir que se retiraría de ellos, temieron, y sintieron como que no sabrían qué hacer sin su compañía y liderazgo. Así no quiso el Señor que ellos continuaran, sin sosiego, y les tranquiliza sus mentes diciéndoles que con las razones que tuvieran para esa inquietud, no la sentirían más porque él les daría una paz divina, por medio del Espíritu Santo que les llegaría, y que sin explicaciones razonablemente mundanas de por qué estaban tranquilos, lo estarían debido a la fe, y no por el miedo turbados (v. 27). 

El Señor les dice que si sentían amor por él estarían contentos que le ocurriera lo mejor, estarían felices con su ascensión al cielo junto al Padre (v. 28) porque si uno ama a alguien, aunque se vaya lejos si está mejor, soporta la ausencia. Jesús para ayudarlos les mitiga la nostalgia y además de afirmar su retorno les dice que mientras eso dure su colocación junto al Padre sería mejor que seguir en su estado actual porque la presencia con ellos sería más amplia y sin las limitaciones de un cuerpo terrenal, y con la recuperación de los atributos de su nueva celestial posición, “en forma de Dios”, sin aferrarse. 

La comparación que hace con el Padre donde afirma que es “mayor” (v. 28) tiene que ver con lo que he dicho, posición de siervo, y en nada tiene con la doctrina de su divinidad como pretenden los arrianos como los Testigos de Jehová, quienes afirman, torturando el contexto como dice Calvino, que Jesús mismo dijo que era “un dios menor”. Cuando dijo que estaría mejor que en compañía de ellos, mejor oficiaría como mediador y sacerdote de sus almas, encumbrado en los lugares celestiales que en los terrenales. No tendría sentido mencionar que a ellos les “convenía” (16: 7) que se ausentara, y la comparación con el Padre, si no fuera para afirmar que estaría allí preparando sitio para todos ellos (14: 2), que serían moradas de Dios, y para que, como de modo similar dice Pablo, todo el mundo le sea sujeto y él mismo se sujete al Padre (1 Co. 15: 24).  

Lo que los discípulos ignoran es cuándo y cómo se ausentaría, y no hacen preguntas, y Jesús para que no se aterren usa un circunloquio acerca de satanás, el príncipe de Judas, Anás, Caifás, Pilato, Herodes y del pueblo de Israel, y les menciona que pronto haría de las suyas con él,  pero no con tentaciones interiores sino exteriores porque nada en él tiene, ni siquiera en su naturaleza humana sin pecado original (v. 30), y jamás sucumbió a alguna tentación, de afuera o de adentro, aun cuando fue llevado por el príncipe de este mundo hasta una cruz, “en semejanza de carne de pecado” pero sin pecado en ella, para condenar el pecado en la carne (Ro. 8: 3).  (copiado)


Capítulo 15


Exposición 68

No te separes ni un poco, como cristiano y como siervo

Jn. 15: 1-12 

“”.

“ 1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.  2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.  6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. 12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado”. 



Esta parábola habla sobre la relación auténtica que Jesús tiene y quiere tener con sus discípulos. Compara esa relación con la que tiene un árbol con sus ramas. El árbol aquí es la vid verdadera y los discípulos los pámpanos. Y la relación que presenta es vital e íntima. Si el pámpano se separa, o mejor dicho si es cortado, inmediatamente comienza a desaparecer la vida de sus ramas porque se produjo una desconexión con la fuente vital que es el tronco, y el tronco con la raíz, y por ese conducto suben hasta las ramas y las hojas, y las flores y el fruto, la savia vital que es el torrente sanguíneo de la planta.

Como la planta es "verdadera", la relación de las ramas con ella tiene que ser también verdadera. A Jesucristo le es dado tener vida en sí mismo y esa vida es compartida con sus discípulos. El Padre que es el labrador examina el resultado de su trabajo en la planta y conociendo que si hay ramas estériles el defecto no es de la planta ni del cuidado esmerado que él le suministra sino en la rama misma, la cual inmediatamente es cortada y su sitio queda vacante para que lo ocupe otra, retoñando, con más dignidad, esto es frutos. La parábola no habla de cercenar las ramas por placer sino por una necesidad de reproducción. Los discípulos como parte del cuerpo de Cristo y todos ellos sin excepción, como ramas deben producir frutos para Dios. Jesús dice que ya ellos están listos para llevar frutos dignos de arrepentimiento, de la gracia de la salvación, y de los dones del Espíritu Santo, por cuanto el mensaje del evangelio que han aceptado ha comenzado la purificación de las costumbres de sus vidas removiendo de ellas todo lo que estorbe e impida el crecimiento y la multiplicación de frutos. Por eso dice que lo limpia.

Ninguna otra cosa sustitutiva podrá contribuir a la limpieza espiritual de los discípulos sino la palabra de Jesús, y esa purificación del conjunto es precisa para que de forma individual y colectiva el cristiano y la congregación ostenten frutos de salvación. Otro evangelio u otra cosa cualquiera que reemplace la predicación de la Palabra de Dios, indefectiblemente está condenada al fracaso. Una vez que las ramas son desgajadas de aquellas partes secas y muertas y renovada en su estructura, no es que en un santiamén como quien dice al otro día, ya la planta está repleta de incipientes frutos sino que es necesario el establecimiento de una relación permanente que a base de tiempo y cultivo, ellos comiencen a dejar ver entre sus costumbres los frutos del Espíritu Santo. Cuando Jesús afirma que separado de él nada podrán hacer (v. 5) no piensa tanto en el ministerio de predicación que habrían de tener sino específicamente en aquello de lo cual le viene hablando, la progresiva santidad del equipo de ministros y la plena e ininterrumpida relación que deben practicar con él, que sería la base misma de la utilidad ministerial.

La permanencia es expuesta en dos aspectos, uno es el doctrinal por cuanto dice "si mis palabras permanecen en vosotros", el otro es devocional por cuanto dice "si permanecéis en mi amor"; y la consecuencia de esa relación con él por medio de su palabra y en forma amorosa hará posible que consigan una experiencia triunfante de oración y que todo lo que pidan reciban de parte de Dios afirmativas respuestas (v. 7). La voluntad de Dios es que en cuanto a los frutos del Espíritu se trata, éstos sean abundantes pues dice que Dios es glorificado en la cantidad de elementos espirituales positivos que aparecen en la variada experiencia cristiana (v. 8). Más abajo continúa diciendo nuestro Maestro que es un requisito esencial la obediencia cristiana al evangelio para permanecer en su amor, porque no habla de un amor que viene desde la Deidad al hombre de forma unilateral, sino que ese amor tiene como requisito la práctica del evangelio.

Una vida cristiana así desarrollada se distingue por conseguir cristianos llenos de gozo; y ese gozo no es exactamente la satisfacción y gozo que se siente al establecer una comunicación subjetiva con Dios sino que exige tanto una comunión espiritual verdadera y permanente, esto es si intermitencias y alejamientos. Y mucho menos en apariencia, y además un modo de vida que glorifique el Nombre de Dios (v. 8). Es distinto a esa clase de énfasis que se escucha en estos tiempos modernos en boca de predicadores populares, los cuales afirman que mientras más se goce un cristiano en Dios más Dios es glorificado.

Ese no es el gozo del cual está hablando Juan, o mejor dicho Jesús, que por sí mismo el individuo y para sí mismo, busca llenarse de gozo en una fuente que lo posee y presenta como secundaria excusa la glorificación de Dios. Sino que más bien sin pretender ese gozo sino como resultado de una comunión permanente con el Padre y una sincera profesión pública de vida cristiana, Dios es glorificado como resultado de esa relación de obediencia, y muestra un permanente gozo cristiano, en nada subjetivo y etéreo sino por la satisfacción al poner en práctica los mandamientos de Jesús. La palabra enfática es permanecer, en Dios, en Jesús y en  el amor con los hermanos. 



Exposición 69

Ministerios trascendentes

Jn. 15: 13-17


“”.

“Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. 16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17 Esto os mando: Que os améis unos a otros”. 


Esta porción comienza y termina con la insistencia de Jesús sobre el amor fraternal (vv.12,17); y el ejemplo principal es él mismo, indicando su muerte ejemplar, porque lo que lo motivó a nuestra redención, sustitución, expiación y justificación en la cruz, fue el amor que nos tuvo. La cumbre del amor fraternal es cuando se está dispuesto a sustituir a un culpable siendo el sustituto inocente, o cuando de cualquier manera se arriesga la vida y se pone a disposición de un amigo para de amenazas y peligros salvarle. Esa palabra amigo, Jesús la usa con propiedad puesto que haciendo reconciliación con Dios nos ha pasado de enemigos a amigos, y con esa idea y propósito es que expone su vida por sus amigos que son de acuerdo a sus palabras sus elegidos (v.16). 

Jesús murió por su iglesia, y pagó la reconciliación de sus escogidos, y en este caso aquellos que son elegidos para salvación y elegidos para el apostolado, esto es para predicar el evangelio, aquellos que son elegidos desde el vientre de su madre para anunciar su evangelio, y a ser sus amigos y además compañeros, les garantiza que tendrán vida y ministerios fructíferos (v.16). 

La claridad de esta declaración es meridiana y asegura la convicción de sus ministros que ellos no han elegido su oficio sino que él los ha elegido y les ha dado ese oficio, el cual en buena medida siempre será fructífero y edificado principalmente sobre una vida en tal condición, quiere decir también con frutos, y ambos frutos, en vida y ministerio, serán permanentemente exitosos, pues dice que ellos serán perennes y como serán auxiliados por el Espíritu Santo y les será dada toda palabra que salga de sus bocas, los convertidos con su sermones contarán con una permanencia constante, es decir serán santos perseverantes, y cuando ellos pasen de este mundo sus convertidos continuarán predicando con palabra y vida, y no se evaporará nunca la obra que hicieron. 

Promesas más grandes de servicio no podría habérselas dicho con las cuales regocijarles el corazón y darles fe en el trabajo y testimonio que hicieran. Así, con esa promesa, no dejaban de elevar oraciones por la trascendencia de sus trabajos; si el Señor así lo quisiera para su gloria. Y la realidad histórica es que fueron oídos. 


 

Exposición 70    

Jn. 15:18-27


El evangelio impactando  en las feroces sociedades 


18 Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. 20 Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor, si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. 21 Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. 22 Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. 23 El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. 24 Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. 25 Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron. 26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. 27 Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio”. 



El título que en nuestras Biblias tiene esta porción, es "el mundo os aborrecerá" que en otras palabras quiere decir "la sociedad os odiará". La palabra mundo se repite seis veces en sólo dos versículos, y más enfática no podría ser, transmitiendo la repetición la insistencia de Jesús de que en ninguna manera, bajo ninguna forma, ni siquiera se hicieran la idea, que el mundo los amaría, porque exactamente como le ocurriría a él, que lo odiaban, a ellos también la sociedad los despreciaría, los juzgaría y les daría muerte. 

Esa es la introducción y la realidad sin mentiras que les presenta a sus discípulos para que no sueñen con una acogida muelle ni que se les abran las puertas de par en par, ni que les aplaudan su sermones ni les den miles de gracias por el servicio que ellos les prestarían, ni por la luz que darían a la sociedad. Entonces ¿los manda directamente a la muerte? No exactamente pero con eso les está aconsejando que no es cantar y coser el ministerio apostólico, que de fácil no tendrá nada, y que de entre ese mundo hostil hay elegidos a los cuales deben contactar y hacer salvos. Aun dentro de las sociedades más cerradas acérrimas enemigas, hay esperanza de que el evangelio se abra paso al menos entre algunos, palabra esta que aparece con frecuencia en el libro de los Hechos. 

Eso que les dijo que los que le dieron tan salvaje tratamiento y lo crucificaron hubieran estado sin pecados si él no les hubiera predicado, no quiere decir que eran santos y no culpables hasta que no escucharon el evangelio, esa no es la idea, sino que con sus palabras les quita cualquier excusa de ignorancia, y aunque él oró en la cruz pidiendo perdón para ellos porque no sabían lo que estaban haciendo, no quiso decir otra cosa sino que estaban completamente equivocados y haciendo al revés lo que tenían que haber hecho al derecho. Pero la culpabilidad de una persona siempre existe acepte o rechace el mensaje del evangelio, aunque por supuesto, si después de haberlo oído y entendido, se ofende y lo persigue, su pecado es mayor porque el mensaje por sí solo es verdad, pero generalmente va acompañado con señales que contribuyen a hacer más creíble el contenido, y ese fue el caso de Jesús que casi agotó hasta el cansancio sus fuerzas sirviéndoles y haciendo maravillas nunca antes hechas por nadie en su tierra. 

Jesús llegó a decirles que aun cuando los asesinaran, sus asesinos pensarían que estaban rindiendo un servicio a Dios dándoles muerte (Jn. 16: 2). Casi todo el mundo tiene alguna excusa con respecto a su pecado y lo justifica. Esta palabra son directamente dirigidas a los discípulos y Jesús comienza a decírselas mencionándoles el llamamiento, y que él los eligió para tan honrosa labor, aunque difícil. Si uno observa con detenimiento esas palabras contenidas en el v. 19, se da cuenta que la palabra elegir, se puede entender en los dos sentidos posibles, elegidos para predicadores y elegidos para la salvación, y ambas cosas van perfectamente unidas. 

Para que no se desalienten, y si estas palabras hicieron estremecer a los futuros campeones de la predicación del evangelio, les asegura que la comisión de ellos no sería en solitario porque contarían con la presencia del Espíritu Santo, que les ayudaría y les fortalecería en toda ocasión para que fueran exitosos en sus labores. El Espíritu no sería como un instrumento que ellos usarían sino que el Espíritu mismo querría dar testimonio acerca de Jesús, y ungidos por él, la verdad estaría osadamente en los labios de todos, y no podrían sus adversarios refutarla, porque además ante los ojos del pueblo saldrían las señales que dirían con voz más audible que lo que estaban diciendo era auténtico y no podrían evitar el impacto de ella en las más feroces sociedades. (copiado)


     


Exposición 73


Capítulo 16

Exposición 71

Cómo descifrar el acertijo de circunstancias irrazonables

Jn. 16:1-4

1Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. 2 Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. 3 Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. 4 Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho”.



Conociendo Jesús que se aproxima la hora de su muerte y que los discípulos serían esparcidos, trata de prepararlos para que reciban los adversos acontecimientos, las expulsiones de las sinagogas, el deshonor, como algo que se halla escrito y planeado en la voluntad de Dios, y quiere decirles confórmense y no se quejen. Para que en aquellos momentos se dijeran a sí mismos, "así lo quiere el Señor, así tienen que ser las cosas y no debemos quejarnos por lo que nos pasa, ni siquiera procurar arreglarlo". Eso es un privilegio que particularmente ellos tenían, estar seguros que las circunstancias estaban escritas. ¿Acaso no podríamos enfocar nuestras tragedias del mismo modo, aunque Jesús no nos haya dicho con antelación, "te va a pasar esto y lo otro, confórmate y no te quejes, que eso no te disminuya tu fe sino más bien que la aumente en la palabra que he dicho?".

Esa palabra tiene una aplicación general y se aplica tanto aquellos discípulos que en esas específicas; y contraste, como todos los discípulos en el futuro en cualquier circunstancia que les ocurra, la enfoquen con la doctrina de la predestinación, asociada siempre a una sabiduría divina providencial. Y quiere decirles de este modo, dense esta explicación para que descifren el acertijo de circunstancias irrazonables. El propósito manifiesto es que no tengan "tropiezo", es decir sean confundidos y no hallen explicación y eso pueda lastimar el testimonio. El hecho de pertenecer a la sinagoga y poder asistir a sus reuniones era un privilegio grande que nadie querría perder. Y que si por declararse discípulo de Jesús lo perdían no debían lamentarlo porque si en una congregación echan a Jesús no tienen por qué los discípulos esperar que no les pase igual (Jn. 9:34; 12:42). 

Los oficiales religiosos estarían convencidos que aquella secta, que ellos llamaban herejía, era peligrosa y destruía la tradición de los ancianos y el culto a Dios. En muchos de esos casos, como Saulo de Tarso, lo hacían por un deber religioso (Hch. 20:9), y la sangre derramada de esos mártires la ofrecían como un culto a Dios. Y esa ignorancia de Dios, y de Jesús se ha repetido en no pocas persecuciones contra los cristianos, fomentada por creyentes en el mismo Dios que ellos. E igual ceguera la padecen la mayoría de los judíos, paganos y seculares hasta el día de hoy, y la explicación teológica que le da Jesús es la más sencilla, “nada saben de Dios ni de mí”, y debe ser la única con la cual ellos descifren el a veces acertijo de circunstancias irrazonables, y orar por aquellos porque "no saben lo que hacen" (Mat. 5:44; Luc. 23:34). Si lo supieran no hubieran crucificado "al Señor de gloria" y a sus gloriosos apóstoles (1 Co. 2: 8).



Exposición 72

Con el Espíritu en visiones mundiales y trabajos urbanos

Jn. 16:4-11

 “Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros. 5 Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?  6 Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón.  7 Pero, yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.  9 De pecado, por cuanto no creen en mí; 10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”. 


En los últimos capítulos de este evangelio antes que Jesús fuera glorificado él se refiere a su momento como si ya lo estuviera; con todavía los pies puestos en este mundo se considera fuera de él. Es el caso de aquí, cuando dice "porque yo estaba con vosotros" (v.4). Está correcto, porque desde un principio él les avisó que por causa de su nombre serían perseguidos. En cuanto a que ninguno le había preguntado a dónde iba (v.5), supongo que sea porque ya sobre ese tema lo habían interrogado (14:4,5), pero estaba hablando de otro asunto más relacionado con la comunión con Dios que con su muerte y ascensión. Específicamente aquí lo que encoge el corazón de los discípulos es que percibieron que les estaba diciendo que se ausentaría definitivamente de entre ellos, y eso era como arrancarles un pedazo del corazón. Jesús no les dice, "no se pongan tristes que vengo pronto" (Apc.3:11; 22:7; 22:12), eso lo dijo en otros momentos y explica por qué los discípulos vivían con la esperanza de su próximo regreso. 

Lo que Jesús en este momento les dice es que tendrían un sustituto que ocuparía su puesto vacío físicamente y que su presencia sería distinta porque no podrían tocarle pues no sería carne ni hueso sino Espíritu. El Espíritu Santo los dotaría con dones que ahora no poseían y habitaría en ellos, cosa que físicamente él no podría hacer y por eso les dice que "convenía" que se retirara. El Señor les aclara que ambos, él y su Espíritu Santo tenían dos ministerios separados, aunque co-extensivos, pero definidos, y que él debía retirarse para que el Otro ocupara su puesto, mientras él ascendía y se sentaba a la diestra del Padre intercediendo por ellos y por el trabajo que harían en su nombre. Jesús le llama a su Sustituto, Consolador, o Paracleto, o Abogado, y en cualquiera de esas funciones ellos estaban necesitados. El y el Padre lo enviarían (v. 7; 14:26). 

Además de esas dos razones por las cuales pienso que les convenía queel Espíritu llegara, también porque con él ausente lo necesitarían en sus ministerios para convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio. El propio Señor Jesús da la explicación sobre la triple necesidad teológica y evangelística, que tenemos con el Espíritu Santo. Es de todo el que predica la Palabra, sabido, que es una tarea imposible el convencimiento de pecado sin una divina asistencia sobrenatural, que abra de par en par el corazón e ilumine el entendimiento y saque a la luz el pecado creando una convicción dentro de la conciencia y una firme decisión de huir de él. Esto para los discípulos fue un tranquilizante para atemperar la inquietud cuando los arrogantes y endurecidos resistieran sus palabras y dieran poca importancia al contenido de sus sermones. Podrían decirse para ellos mismos, "todavía el Señor no los ha convencido, y yo no puedo", y después de eso inclinarlos a la oración dependiente. 

Sin embargo,  el aliento también contiene una promesa, que el mundo quiéralo o no, algunos quiero decir los elegidos, serían convencidos, específicamente de su incredulidad, por cuanto no han creído en él, que es el mesías, que es el rey de los judíos; ni tampoco que fuera antes que Abraham. Tampoco creyeron y por eso Dios lo justificó resucitándolo (Ro.4: 25); y de juicio por cuanto ya el diablo perdió completamente todo recurso legal al pagar Jesús con su muerte nuestra sentencia en la cruz.

La transferencia de Jesús hacia su Espíritu era divinamente lógica y necesaria para el programa de evangelización y salvación del mundo. Con esa nueva Persona al frente del ministerio de ellos, ungiéndoles, abriéndoles las Escrituras, sería como si él se multiplicara indefinidamente en los que salieron a realizar la Gran Comisión. Esa fue la razón por la cual les dijo que no se fueran de Jerusalén hasta que esa Persona llegara, porque no estando él presente, sin esa nueva ayuda celestial, todos los trabajos que hicieran resultarían en vano, no habría visiones mundiales y pastores bendecidos en trabajos urbanos (Hch. 1: 4, 8).



Exposición 73

Quiénes son los presumidos, y los auténticos profetas del siglo XXII

Jn. 16:12-15 

12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13 Pero, cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.  15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”. 


Sobre estas palabras voy a dar mi opinión, y expreso mi asombro de que tantos pasen por alto la razón por la cual fueron dichas, y expresamente qué es, o a quienes ellas anuncian. Cuando nuestro Señor dice, "cuando venga el Espíritu de verdad" (v. 12), usted puede estar seguro que el Espíritu Santo siempre utiliza medios para comunicarse, y a las claras se ve, hasta con medio ojo, que esas virtudes o dones de "guiar" "hablar" "oír", y que hace saber las cosas que están por venir, tiene que referirse indudablemente a los profetas del Nuevo Testamento, que junto con los apóstoles serían el cimiento echado por Dios en la constitución de su iglesia (Efe. 2: 20).

En cuanto a la palabra de que no hablaría por su propia cuenta, no hay que comenzar con eso a tratar de deducir cierta jerarquía o superioridad dentro de las personas de la Santa Trinidad; nada de eso, porque aquí se está usando una figura retórica donde el medio es identificado con la persona en sí misma, o sea el profeta está hablando en lugar de Dios, y el Espíritu Santo es el que habla por medio de esos mensajeros enviados por Dios. Las muchas cosas que tiene el Señor que decir las dirían los profetas y los apóstoles después de su ascensión al cielo.

Así que, en segundo lugar, si queremos aprender sobre la revelación tendremos que darnos cuenta de que ella, es gradual, que se va extendiendo a través de todo el Nuevo Testamento; que alguna de esas cosas son llamadas por el autor de Hebreos "rudimentos", o "leche espiritual", como dice el apóstol Pedro (He. 5: 12; 6: 1; 1 Pe. 2: 2). Poco a poco el Espíritu, "un poquito aquí, un poquito allá", Dios iría dando a conocer su voluntad al mundo. Así que, la revelación de Dios en Jesucristo se encuentra distribuida a través de todo ese pequeño libro que nosotros llamamos Nuevo Testamento, que incluye los llamados evangelios y las epístolas, hasta el Apocalipsis. En ese proceso de revelación Dios sería "glorificado" (v. 14), y el pueblo se daría cuenta que no había sido dejado huérfano sino que el Señor Jesucristo había regresado por medio de su Santo Espíritu, y continuaba entre ellos hablándoles la verdad. Podrían los oyentes, los creyentes, estar seguros que sus ministros eran mensajeros de la verdad y que habían tomado de Dios por medio de Cristo los mensajes que les anunciaban.

Como los santos apóstoles constituían un grupo pequeño y limitado y no podrían abarcar el mundo entero, el Espíritu de verdad se encargaría de llamar a hombres santos como ellos que también fueran portadores de la palabra de salvación. A esos hombres conjuntamente con los apóstoles y que no tenían un mensaje distinto, sino que eran sus más cercanos colaboradores, el Espíritu y la iglesia los llamó profetas, que no tenían nada absolutamente que ver, ni siquiera tendrían la menor similitud, con estos modernos presuntuosos que se llaman a sí mismos, y quieren que los ingenuos les llamen, apóstoles y profetas de este siglo; y esperamos en Dios, que tales presumidos desaparezcan en el venidero.

Si usted es un estudioso inteligente de la Sagrada Escritura se dará cuenta que exceptuando al profeta Agabo, quizás las hijas de Felipe, no se menciona, no consta escrita ninguna profecía de aquellos profetas, pero tenemos el Nuevo Testamento que en sí recoge el contenido y la esencia de todo lo que ellos hablaron. Por lo tanto, teniendo ese sagrado libro con nosotros no necesitamos, ni creemos tampoco, que el Espíritu Santo levante hombres o mujeres que se ven a sí mismos, y a sí mismas, con la misma autoridad que tiene para nosotros, la entera Biblia. Y esos, sus  expositores, son los modernos profetas del siglo XXII.



Exposición 74

Les duele, pero se alegrarán 

Jn. 16: 16-24 

16 Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre. 17 Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al Padre?  18 Decían, pues: ¿Qué quiere decir con: Todavía un poco? No entendemos lo que habla. 19 Jesús conoció que querían preguntarle, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis?  20 De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. 21 La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. 22 También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. 23 En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. 24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”. 


En esta porción de muchos versículos, la voy a tomar como Moisés a la serpiente, por la cola, quiero decir por el extremo en vez de su origen. Se continúa con el asunto de modo secundario sobre la venida del Espíritu Santo; quiero decir cuando se refiere en los últimos (vv. 23-24), a la oración en el Espíritu. El contenido de estas palabras, "en aquel día no me preguntaréis nada... todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre os lo dará". Posiblemente no abarca tanto como para referirse a cualquier cosa sino específicamente a lo que tiene que tiene que ver con la "verdad", y que comprenderían la Escritura convirtiéndose de simples pupilos en maestros con autoridad apostólica. En oración pedirían la revelación de misterios y les serían revelados (1 Co. 14: 13). El Espíritu Santo les será el Agente encargado que todos ellos tengan una fina y segura teología, pedida por ellos en oración para no apartarse ni a derecha ni a izquierda de lo que él les está diciendo, es decir del evangelio, y cuando perplejos se hallen ante un texto del evangelio o de la Ley, dejando el estudio habrán de postrarse y pedir iluminación.

Sin embargo ese asunto ya sea por el evangelista o por el mismo Señor es lo último de su plática. La porción comienza afirmando declaradamente que en breve lo asesinarían, y estaría muerto por poco tiempo porque se iría al Padre, sin dejarlos huérfanos (v. 16). Las palabras están pronunciadas como el resultado de una extremadamente difícil lucha espiritual, no en la comodidad de una silla delante de sus discípulos, sino calculando y sabiendo el terrible dolor que les ocasionaría su crucifixión, comparable a los gritos de una mujer en el parto, que si bien son agudos son transitorios, y se olvidan pronto con el resultado que le deja aquello que le causó tanto dolor, un hijo. Les dolería la circunstancia pero se alegrarían, porque ellos también serían “hijos de la resurrección” (Luc. 20: 36). 

Si bien las palabras contienen la intención para consolarlos, lo más importante es crearles la esperanza de su resurrección, cosa que por supuesto conocemos que ellos olvidaron, porque tras la crucifixión y entierro se descorazonaron. Esa plática de advertencia fue dicha en el marco de la venida de su Vicario, el Espíritu Santo. Y así ambas cosas, la fortaleza y consuelo que habrían de tener con la esperanza de la resurrección, y el avance teológico mediante la oración y la colaboración de la Tercera Persona de la Santa Trinidad, se acaban por ahora mis comentarios.

    


Exposición 75


Con alegorías en los sinópticos, sin ellas en las epístolas


Jn. 16:25

25 Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre”.  


Jesús hace referencia a su estilo de predicación por medio de parábolas, que aquí se traduce alegorías y que también significa proverbios o ilustraciones imaginadas por él, y que con belleza estaban relacionadas con la vida de sus oyentes y con la esperanza del reino de Dios. Jesús utilizó esta forma de predicación con el doble propósito de esconder el contenido de sus mensajes que eran tenidos como subversivos, para que sus adversarios no se dieran cuenta de lo que estaba diciendo, y en privado les explicaba a sus discípulos su enigmático lenguaje, que por su belleza y formación quedaba grabado en la imaginación de ellos para siempre, dando origen a los escritos de sus discursos en los evangelios (Mr. 4: 10-12). El Señor estuvo hablando en parábolas todo su ministerio, si hay alguna excepción se halla cuando es aprisionado, y después  de eso el resto es silencio. La forma más llana y simple y sin las parábolas se encuentra en los discursos de los apóstoles, en las exposiciones que ellos hicieron con respecto al cumplimiento de las profecías, y en un curso literario o epistolar en la correspondencia apostólica, especialmente las que conocemos de sus autores Santiago, Juan, Pedro, y de modo más abundante en las cartas del apóstol Pablo. En esa época, reciente, bajo la influencia y supervisión del Espíritu Santo apareció esa clase de literatura inspirada que constituye el cuerpo del Nuevo Testamento. Jesús habló por su Espíritu mediante la pluma y el verbo de sus autores y que por su gracia ha sobrevivido por siglos hasta llegar a nuestras manos, con un mensaje liso y sin complicaciones, el mismo encerrado en discretas parábolas y que recogidas en su mayoría se encuentran en lo que conocemos como los evangelios sinópticos. Y ¡a leerlos!


Exposición 76

El Hijo de Dios salió, a Dios subió y de Dios vendrá

Jn. 16: 26-29 

26 En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, 27 pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios.  28 Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. 29 Le dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices”. 


El tema de la oración aquí continúa y como ya he dicho y recuerdo, tiene que ver con peticiones para adquirir conocimientos acerca del Padre y del Hijo (v. 26). El progreso teológico es una expresión de amor de Dios, tanto para el mensajero como para aquellos que reciben el mensaje, o sea el portador y los recipientes, los apóstoles y nosotros, los predicadores y las iglesias. En todos esos terrenos se expresa el amor de Dios por medio de lo que el apóstol Juan llama "la unción del Santo" (1 Jn. 2: 20, 27). Si Dios no lo quisiera no haríamos ningún avance en la comprensión del infinito y espeso contenido de la revelación cristiana. Dichoso y feliz, o sea bienaventurada sea aquella iglesia que ha elegido como pastor a un mensajero de Dios, que se postra en adoración y suplica cada semana pidiendo al Santo sabiduría e inteligencia espiritual para salvar a los pecadores y edificar a los santos.

Dentro de ese conocimiento elevado y comunicado por Jesús a la iglesia se encuentra su divinidad, que en estas palabras consiste en mencionarla diciendo, "yo salí de Dios, salí del Padre" (vv. 27,28). Y los discípulos por medio de muchas evidencias indubitables afirmaron constantemente que Jesús de Nazaret era el Hijo de Dios, y con esa declaración sustancial expresaban por medio de la experiencia vivida, su relación natural con el Padre. Por eso es que nuestro Maestro contemplando la fe de ellos les afirma que habían creído eso, y que no tenían dudas de ninguna clase con respecto a su procedencia espiritual, a la cual el apóstol Pablo le llama "forma de Dios". Todo esto se los dijo de un modo llano, y en privado, porque Jesús no pregonaba por dondequiera su descenso del cielo sino a aquellos privilegiados que habían contemplado su gloria en el "monte santo" (2 Pe. 1: 17,18). 

Es decir, cuando por unos instantes le contemplaron brillante como el sol y lleno de resplandor de gloria conversando con la ley y los profetas, y las cosas que ellos habían dicho sin saber a quién se refería, de él en sus sermones y documentos. Y bajaron de aquel lugar convencidos de donde había salido y hacia donde iba, y que eran unos privilegiados, ya que el mundo daría todo su oro y plata por haber vivido esos instantes. De Dios salió, a Dios subió y de Dios vendrá.


Exposición 77

Tengan el espíritu de héroes y mártires, sonrientes

Jn. 16:30-33 

30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. 31 Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? 32 He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. 


Estas palabras así como están agrupadas solamente pueden haber sido escritas por alguien que las estaba recordando porque parecen épocas juntas sin conexión. No se dice por qué ellos confesaron que en ese momento se daban cuenta de su omnisciencia, si por un largo período de casi tres años fueron testigos oculares, vieron y palparon con sus manos, como Jesús no adivinaba los pensamientos de las gentes sino que les leía el cerebro (Jn. 2:25).

La explicación pudiera ser, es una suposición mía, que esté relacionada con el hallazgo de su divinidad, y atando cabos al comprobar de dónde había venido y hacia dónde iba, recordaron más que aprendieron, que ninguna cosa escondida en la personalidad humana le era oculta. Estando en la condición de hombre, por usar una frase paulina, nada que se alojara dentro del cuerpo le resultaba incógnito.

Haciendo uso de su don profético o de su naturaleza divina les predice que a él le espera la soledad, porque sus amigos huirán de su lado y negarán haberlo conocido, pero que su abandono no sería total porque aquel de quien había venido y a quien iba, estaría a su lado. En tales momentos ellos contemplarían su vigor espiritual, como ejemplo de confianza y fe en Dios, para que cuando les toque ser esparcidos y acicateados por la persecución no desmayen sino que asuman su responsabilidad cristiana en paz, no precisamente confiando en la causa que sustentan o en la verdad que defiendan sino en él, que ya da por hecho su victoria sobre el mundo, porque si a ellos les esperara la muerte, el triunfó sobre ella y quedó "sorbida en victoria", y en el mundo nada hay más poderoso que ella y el pecado (v. 33; 1 Co. 15:54-58). Tranquilos, les quiso decir, esperen su destino cualquiera que sea, con el espíritu triunfante de los héroes y los mártires, sonrientes.



Exposición 78


Pureza de peligrosas confesiones doctrinales


Jn. 17:1-15

“Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. 12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. 13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. 


Estas palabras son conocidas como la "oración sacerdotal" de Jesús. Se conoce como una oración por la unidad cristiana, aunque contiene elementos variados. El nervio central de su divinidad permanece en ella; en la confección de la misma se sugiere la edición por parte del evangelista. En el v. 3 dice "te conozcan a ti el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado"; la mención de la traición de Judas como "hijo de perdición" (v. 12). Las palabras contenidas en  los vv. 13,14, con la mención de la persecución y el aborrecimiento de los cristianos presume un pensamiento posterior al instante de la oración, post resurrección, no obstante el material histórico proveído por el evangelista es correcto, e interpreta la historia con el evangelio. 

Es evidente también cuando Jesús afirma que está en el mundo y que no está en el mundo, y eso se nota comparando las palabras del v. 12 con las palabras del v. 13. Aquí más que en otros lugares se mezclan los comentarios del evangelista con la palabra de Jesús, y sin pensar que puso en labios del Señor lo que él no dijo, con mano respetuosa hacemos la separación. Esta no fue la oración que hizo Jesús en Getsemaní; no la hizo con su rostro en tierra sino con sus ojos levantados al cielo, y aunque estuvo próxima, y pudo ser escuchada por los tres discípulos más íntimos, Pedro, Jacobo y Juan, y es éste que haciendo uso de su memoria y de su avanzado conocimiento con la edad tardía de su vida, la revive como puede y como Dios lo permite, y la deja en memoria de papel y tinta. 

Es una oración teológica y su uso es más didáctico que servir de modelo, a no ser por los énfasis que contiene. El primero de ellos es la glorificación, del nombre que escribió, "de Jesucristo", mediante la predicación por cuanto es portador de la vida eterna y el amado Hijo de Dios. En la mente del editor, Juan, intérprete de Jesús, se halla el auditorio que escuchará los ungidos mensajes apostólicos, para que abriendo el corazón de ellos reciban las palabras que Dios les dé. Los discípulos serían impregnados por la soberanía de Cristo en la salvación para dar vida eterna a los elegidos (v. 2). Los apóstoles serían los continuadores de la obra que él terminó en la cruz (v. 4), y de ellas sacarían las doctrinas que impartirían la vida eterna y mostrarían el rostro cristiano de Dios, por decirlo de una manera evangélica. Jehová es el Dios de Jesucristo que se revela como Padre y es anunciado como tal. No como Jehová de los ejércitos sino como el Salvador del mundo. La oración enfatiza el hecho que Jesús se encuentra entronado junto al Padre (v. 5). 

El verbo en pasado "han guardado tu palabra" (v. 6) indica el transcurso del tiempo y la inclusión de la experiencia cristiana en la confección de la oración, o por lo menos se halla limitada dentro de un periodo corto de menos de tres años, que se amplía hasta la muerte de cada uno de ellos, como fiel. De nuevo se enfatiza el divino mensaje del evangelio tanto como la procedencia divina de su autor, "salí de ti y las palabras que me diste proceden de ti" (v. 8). Aunque ora por el éxito de sus predicadores, la emoción de su oración recae no sobre el mundo receptor sino sobre su equipo apostólico, y los que están predestinados a la vida eterna (v. 9). 

Este segmento concluye con la felicidad del mundo que ya mencionó, y trata de realzar la confianza de sus seguidores en él y en su triunfo, para que no se desanimen y testifiquen con la misma viril y evangélica confianza que les demostró. Una y otra vez les repite que no son pertenencia del mundo, que el mundo está derrotado por él, que se mantengan unidos en sus creencias, que hoy llamamos ortodoxia, afirmando que salió de Dios y a Dios subió, que reveló al único Dios verdadero y no otro, que trajo por su conocimiento la vida eterna y con ellos la compartió, y además dejó su gozo en el hogar y las congregaciones (v. 13). Inextinguible satisfacción de todo lo que él les dio y que no pueden perder, porque el injusto mundo y su violencia, no les podrá quitar lo que no les dio, y Juan va recordando, una compresa oración de Jesús por la permanencia en la fe de sus discípulos, y sobre todo por la pureza de sus peligrosas confesiones doctrinales.


Exposición 79

¡Qué afortunados somos!

Jn. 17:17-26  

17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. 20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. 24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. 26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos”. 


Esta es una porción que por su variedad, es difícil de trinchar, no obstante trataré de organizarla o reducirla quizás, a sus puntos principales. Nuestra vida espiritual está tan empobrecida en el renglón de la oración, que conocer que Jesús oró por nosotros y que su oración sigue activa delante del Padre, es tanto un estímulo como un consuelo. Y cuando se dice activa se está diciendo que todavía es meta y logro futuro su contenido, de amor y unidad y la santidad de sus ministros, ellos en especial y por extensión la iglesia en proceso de formación, que han de verlos a ellos viviendo aquello que desean lograr, crear congregaciones de verdadera hermandad, unidos sus miembros como un solo cuerpo, y en santidad como templo del Espíritu Santo. 

Desde un inicio ratifica que su evangelio es la verdad, como él mismo, y que la santidad de su grupo está en conexión con ella (v. 17). La santificación de su grupo de predicadores es esencial en el cumplimiento de la misión que les da, porque ya ruega por "los que habrían de creer por la palabra de ellos" (v. 20). 

La unidad cristiana está expresada en tal oración sin embargo, el alcance y triunfo del evangelismo dentro de los gentiles, tiene que ver con la estrecha relación que ellos mantengan con la palabra de verdad y el resultado exitoso en la purificación de hechos y motivaciones de sus vidas. El anhelo de nuestro Señor es la formación de un pueblo judeo-gentil, una iglesia cosmopolita integrada por "bárbaros y escitas", y los hijos del pueblo de Israel. Si la santidad está relacionada con la verdad que ellos profesan, o sea con respecto a la doctrina y al credo, con la unidad pasa lo mismo; y esa que aquí menciona es algo distinto a una reunión ecuménica, porque si bien el asunto de ella no es tanto la militancia bajo una única bandera de una denominación, sí lo es en los esenciales dogmas de la fe cristiana. La gloria no consiste en el rótulo que identifica un edificio, sino las creencias que los que están dentro confiesan y con las cuales adoran.

Además de esta clase de unidad en la confesión, es probable que Jesús estuviera también pensando en la relación de compañerismo que el mundo observa en la iglesia, y mediante ese testimonio y su valoración, la doctrina es aceptada por los de afuera, y el trato de ellos conduce a los extraños a unirse a una iglesia donde los que se llaman hermanos se tratan como hermanos (v. 23), familiarmente.

En su oración está orando para que sus discípulos testifiquen, prediquen, y vivan, no con una filosofía pragmática sino con una esperanza celestial, como “extranjeros y peregrinos”, sin el desasosiego del mundo, y cuando asciendan a la presencia del Padre comprendan cuán amado ha sido Jesús, cuanto bien han hecho sus vidas de amor al prójimo, la bendición que ha sido conseguir una iglesia amorosa y unida en el conocimiento de Dios, y que le abrió las puertas a los de afuera para que tuviera lugar el flujo de las que no eran de ese redil. ¡Qué afortunados somos!  (copiado)






Capítulo 18

Exposición 80

Se necesitan predicadores y escritores de calibre

Juan 18:2-11


“”.


 (Mat. 26:47-56; Mr. 14:43-50; Luc. 22:47-53)

“Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos. Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas. Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra. Volvió, pues, a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús nazareno. Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos; para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno. 10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. 11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”. 



Ya era tarde, el traidor y sus secuaces traían antorchas para alumbrarse el camino, aunque la figura principal del grupo que se destacaba en ese momento, el hombre importante, Judas, conocía perfectamente todos los vericuetos para llegar hasta donde se encontraba el grupo apostólico y el Maestro de ellos. Con los ojos cerrados podría haber conducido a los guardias sin equivocarse en un solo recodo. Conocía el Monte de los Olivos y el torrente de Cedrón palmo a palmo. Sin embargo, la diferencia entre las otras veces y esta era grande. Unos días atrás, en caso que hubiera llovido y el torrente tuviera agua, él sabía cómo vadearlo, y si estaba seco como parece que era la ocasión, no había dificultad. 

Con anterioridad no caminaba solo por aquella tierra sino con la preciosa compañía de Jesús y sus condiscípulos. En este momento los discípulos no van con él, la iglesia ha sido cambiada por dinero, por enemigos y por el mundo. La información del paraje y la identificación a oscuras del rostro amado de Jesús, la había cobrado barato, treinta piezas de plata. Y por aquí no se menciona, pero sabemos por otros observadores que después de alzar su mano y decir paz le dio un abrazo y un beso al Señor. Fingió continuar siendo fiel en el instante mismo de su traición. Son los que mejor conocen la iglesia, porque han estado dentro de ella, que se constituyen en útiles traidores. Los que conocen el carácter de todos, y si tienen alguna queja de ellos, de Jesús ninguna. 

Sin embargo, aquella cuadrilla oficial estaba llena de miedo, a juzgar por las armas que portaban, como si el grupo apostólico dispusiera de un arsenal y no de una sola espada. Jesús no sólo los vio venir, no sólo escuchó sus pasos y cuan cerca los tenía para que lo atraparan. El evangelista desde un principio se propuso destacar el oficio de Jesús como algo más que un profeta, como el eterno Verbo de Dios

Es por eso que adrede escribe que Jesús conocía de antemano "todas las cosas que le habrían de sobrevenir" (v. 4). No solamente leía el pensamiento de los hombres sin dificultad alguna, sino que también conocía al dedillo, punto por punto todo lo que eran y lo que les habría de ocurrir. De mirar a cada cual sabía perfectamente lo que era, lo que fue y lo que sería. Es decir, no lo habían sorprendido, no lo habían atrapado en fraganti sino que estando consciente de su destino se puso de pie y los esperó tranquilo sin la menor indicación que quisiera huir o evitar los acontecimientos. 

Caminaba dentro de sus circunstancias y esperaba por ellas. Ni una sola jota o tilde del plan divino y del destino marcado dejaría de cumplirse. La última gota de su copa amarga, tragó, es decir para perdón de los pecados primeros y los últimos, para los grandes cometidos y para los pequeños. Los discípulos han de huir con pánico, pero no porque su líder fuera incapaz de defenderlos o diera señales de cobardía. 

Esperó la llegada de aquel montón de policías, tranquilo, habitando en la plenitud de su deidad corporalmente. Cuando preguntaron por él y dijeron su nombre, inmediatamente se identificó, y al hacerlo, sólo con dos palabras "yo soy" el grupo entero fue derribado, no porque los hubiera fulminado un rayo, puesto que de ninguno brotó la sangre, sino que más bien el impacto de su palabra los colocó en el primer el peldaño de la salvación, es decir de rodillas, humillados, porque no estaba allí para perder a los hombres sino para salvarlos. Más eso duró sólo un instante, tomaron fuerzas en sus pecados y se incorporaron contra Jesús. Tuvieron en sí mismos evidencia de su soberanía y poder divino, suficiente para desmentir todas las calumnias con que habían sido enseñados y deshacer todas las transacciones pecaminosas que habían contraído. Fue el momento mismo de la salvación. Obviaron todo lo que no debían haber obviado. Cierto es que el poder que los había derribado no contenía gracia, sino que más bien podría tomarse como un rechazo, y quizás eso tampoco, sino como una ocasión para reflexión, una tregua, un momento donde los dejaba pensando en sí mismos, de medir fuerzas y "pedir condiciones de paz" (Luc. 14:32). Medir las fuerzas con Dios siempre es perder. El único modo de triunfar contra Jesús no es pecando contra él sino pidiéndole perdón. 

Aquel grupo de adversarios habría hecho mejor papel en la historia si después de ser empujados atrás y abajo, deponían la beligerancia y se quedaban con los discípulos, cual ingreso de nuevos alumnos. Tal vez los soldados tenían instrucción de arrestar a todos los apóstoles. Jesús no les suplicó, sino que les ordenó que no los mezclaran a ellos con su cruz (v. 8). Y ninguno fue tratado igual ni lo acompañó en la redención. Pedro, que una vez sintió miedo ahogarse no lo sintió al oponerse al arresto de Jesús, y pensó que él sólo contra todo el grupo podría evitar que eso ocurriera, y si no pasaba, al menos tendrían que hacerlo sobre su sangre. Jesús le dijo que no. 

No le dio las gracias ni alguna militar explicación, sino le dijo que teológicamente no correspondía defenderlo de esa manera, con la espada, pues el tiempo llegaría que podría defender su historia, sus enseñanzas y transmitir el poder espiritual que su Maestro tenía. Le quitó de sus manos la espada y le puso el Nuevo Testamento. Eso es lo que el mundo necesita, no un ejército cristiano, sino apologistas, predicadores y escritores de gran calibre. (copiado)



Jn. 18:14

"Y Caifás era el que había aconsejado a los judíos que convenía que un hombre muriera por el pueblo". Estas palabras no las dijo en el sentido que la iglesia las tomó, la sustitución de Cristo en la cruz en lugar de su pueblo; así ocurrió, murió como sustituto por el pecado del pueblo.  (copiado)



Exposición 82

Con tres pasos dio un mal testimonio

Jn. 18:15-18

“”.

 (Mat. 26:69-70; Mr. 14:66-68; Luc. 22:55-57) 

“15 Y seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Y este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote; 16 mas Pedro estaba fuera, a la puerta. Salió, pues, el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro. 17 Entonces la criada portera dijo a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Dijo él: No lo soy. 18 Y estaban en pie los siervos y los alguaciles que habían encendido un fuego; porque hacía frío, y se calentaban; y también con ellos estaba Pedro en pie, calentándose”. 


Primero echémosle un vistazo a un incógnito discípulo. El apóstol Pedro va acompañado por "otro discípulo" y seguidamente se menciona que "era conocido del sumo sacerdote" (v. 15). Muchos han dicho que ese otro discípulo es el autor del evangelio, o sea el apóstol Juan. La dificultad que tiene esa afirmación es que en este libro el autor se llama "el discípulo a quien Jesús amaba" (13: 23; 19:26; 21:7,20; excepto 19:35), y no por el hecho de ser conocido por el sumo sacerdote. Además hay otra cuestión en contra de que ese otro discípulo sea Juan, y es el hecho mismo de que un incógnito pescador, pobre, haya sido conocido por ese jerarca religioso. Lo más probable es que no.

Es un tanto extraño que este discípulo fuera conocido por el sumo sacerdote y de confianza, y además tuviera autoridad para hacer pasar a Jesús y darle órdenes a la anciana portera para que lo dejara entrar, con el propósito, le explicarían, que identificara a Jesús. Digo que parece extraño, a no ser que su discipulado fuera secreto al estilo de Nicodemo, o algo así, y que el sumo sacerdote ya sea Anás o Caifás, no se diera cuenta o descubriera su discipulado. El autor del evangelio si es Juan, trata de escribir con la misma discreción, ocultando su identidad, sin que a ese discípulo como tal desconocido, le dañara su oficio y la iglesia ya no dispusiera de un miembro de ella dentro de la corte religiosa.

Ahora, una estrategia en momentos de decisión y una vieja portera mete en problemas al apóstol. Es evidente por la omisión del nombre, no es que le fuera desconocido, sino que no quiso darlo. Tal estrategia no está reñida con la fidelidad cristiana, sino en armonía con la astucia de las serpientes, y refleja una especie de Mardoqueo cristiano. Esa clase de relación con el sentimiento es bendecida por Dios, sin ninguna desaprobación, y de igual manera en alguna crítica y excepcional situación pudiera ser usada por la providencia, como fue la simpatía que Julio tuvo hacia el apóstol Pablo y que sirvió para que todos los presos que estaban en la nave se salvaran (Hch. 27:43).

Fijando la mirada en el apóstol Pedro. Este desconocido discípulo conocía la importancia que Pedro tenía en el grupo apostólico, posiblemente existía relación entre ambos puesto que sabiendo que estaba afuera quiso que lo dejaran pasar, ya sea porque Pedro lo pidió o porque él suponía que tanto a Pedro como a Jesús les gustaría encontrarse uno al lado del otro. De quien venga primero el humano impulso no es tan importante como el hecho que estaba propiciando las condiciones para que Pedro negara a Jesús como se le había advertido. La anciana se le puso enfrente y cara a cara le dijo que le parecía reconocerlo porque lo había visto siguiendo al Señor, y como no se le había olvidado aquel rostro, hizo que Pedro estuviera aún pelo de distancia de ser detenido. 

El apóstol se sorprendió de que aquella anciana portera tuviera tan buena memoria, y tal vez hubiera sido una de las oyentes, sin interés sino vigilante y curiosa de las predicaciones de Jesús. Se sintió descubierto y sin acordarse de nada de lo que se le había profetizado sacudió la cabeza de un lugar a otro diciendo por tres veces, tras tres acusaciones ¡no! ¡No! ¡No! El cuerpo del apóstol se enfrió todo a pesar que se encontraba junto a las brasas ardiendo, pero todavía sin culpa, hasta que rompió el silencio el cantío de un gallo, cuya voz trajo a su memoria una advertencia moral, humana y espiritual que se le había hecho, y que él arrogante había creído imposible, que  con sólo tres pasos dar un mal testimonio. Es un equivocado peligro decir que nuestra fidelidad se halla en una decisión, en dominio propio, en uno mismo y no en la palabra del Señor. Se puede estar más cerca del pecado de lo que se piensa, y ser más débil de lo que se cree.  (copiado)



Exposición 83

Lean la historia y examinen todos los manuscritos que aparezcan

Jn. 18:19-24


“”.

 (Mat. 26:59-66; Mr. 14:55-64; Luc. 22:66-71)

“19 Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. 20 Jesús le respondió: Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto. 21 ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho. 22 Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? 23 Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas? 24 Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote”. 


Qué quería este hombre, ¿que Jesús delatara a sus discípulos, que le hiciera una lista de ellos para que los apresara? Con claridad les había dicho "si me buscan a mí aquí estoy, dejen ir a estos". En cuanto a la pregunta sobre doctrina tampoco les dijo nada, porque sabía que estaban enterados de todo y precisamente por causas doctrinales es que se hallaba preso. Jesús les contestó bien, "hablen con mis discípulos y hagan una evaluación bíblica, teológica, de lo que he dicho, aunque sé que ya ustedes la han hecho primero". En otras palabras, les quiso decir que si querían enterarse de su evangelio tendrían que ir a los lugares donde él había predicado.

 En primer lugar, a la sinagoga y preguntarles a los rabinos qué tal era él como expositor de la ley de Moisés, de los profetas y de los salmos. Jesús sabía que habrían de oír verdades mezcladas con mentiras, sin embargo, aun así, les dijo que preguntaran allí. Que también fueran al templo donde lo habían escuchado más gente, y entrevistaran a unos cuantos, que seguramente los más atentos recordarían algunas de sus enseñanzas. Ese es el método que siguieron los evangelistas cuando escribieron, investigar las cosas una por una y mencionar tanto lo que Jesús dijo y las mentiras que de él dijeron. 

Y de igual manera los historiadores se encuentran con esa misma mezcla de verdad y de mentiras, de ortodoxia y de herejías, y es tarea de ellos hacer la separación. Jesús no escribió nada nunca, excepto algo con su dedo en tierra y después que lo hizo lo borró porque nadie sabe lo que escribió. Tampoco les repitió lo que ya había dicho para evitar que creyeran otros testimonios incompletos o falsos diferentes al suyo. Los envió, corriendo ese riesgo, que purgaran en la historia lo que fuera verdad y lo que fuera mito. Esa labor nos la ha dejado también a nosotros, para que trabajemos sobre sus sermones, pláticas, entrevistas, milagros, entre amigos y enemigos, y guiados por el Espíritu Santo separemos "lo precioso de lo vil" y retengamos solamente aquellos que salió de la boca de Dios (Jer. 15:19). 

Jesús siempre se expuso a la investigación, y no era un mago que hacía su magia secretamente. Nuestro Señor confiaba que la multitud de discípulos podría confirmar la autenticidad de su evangelio. Tal era así que difícilmente se podían encontrar dos o tres que testificaran en contra, y cuando los hallaron lo que encontraron fue dos o tres herejes que tergiversaban la verdad y no apologistas que desmintieran lo que había dicho y hecho (Mat. 26:60,61). Y, ese es uno de los aspectos que considera la crítica bíblica, la abundancia de manuscritos y su uso extendido dentro de las iglesias. Unos lo contarían de una manera y otros de otra, pero esencialmente dirían lo mismo, llevando cada uno el sabor de cada cual. Y por responder bien se ganó una bofetada, no porque estuviera evadiendo ni retractándose de sus enseñanzas, sino que existían disponibles miles de testigos que desmentían lo que Anás y Caifás afirmaban. Se puede tomar la vida de Jesús por partes, comenzando desde el nacimiento virginal, la estrella de Belén, la visita de los magos del oriente, su apego a la Escritura a los doce años, su anonimato durante veintiocho más, su consejería, sus predicaciones, sus milagros, la versión mentirosa pagada por las autoridades religiosas acerca de la falsedad de la resurrección, y la versión verídica de los discípulos que lo vieron y palparon con carne glorificada, y la experiencia de haberse sentado a comer con ellos. 

Por todo eso quedamos aconsejados a no abstenernos de leer evangelios apócrifos, invenciones gnósticas, acuerdos de sínodos y concilios, herejías interminables, lo que dicen los agnósticos, los ateos, los teólogos liberales, los llamados padres de la Iglesia y sus adversarios, el surgimiento de mitos dentro de ella, la tiranía papista y los reformadores protestantes. Todo, y a todos, los que oyeron y escribieron bien y los que oyeron y escribieron mal, los que copiaron bien y los que copiaron mal. Todo eso está disponible y el apóstol Pablo nos recomendó esta regla "examinadlo todo", con paciencia y sin apuros, y poner a un lado lo que es malo y no es digno de crédito (1 Te. 5:21). Lean la historia y examinen todos los manuscritos del Nuevo Testamento que descubran. (copiado)



Exposición 84

Con rencor las caras y los nombres no se olvidan

Juan 18:25-27

(Mat. 26:71-75; Mr. 14:69-72; Luc. 22:58-62)

“25 Estaba, pues, Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú de sus discípulos? El negó, y dijo: No lo soy. 26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él? 27 Negó Pedro otra vez; y en seguida cantó el gallo”. 


Ya en otra parte he comentado que el trasfondo de la negación del apóstol Pedro, porque la cuentan todos los evangelistas, se escribió no con el propósito de dañar su reputación sino de alentar a los cristianos perseguidos, especialmente a los que zarandeados como trigo, de forma similar al apóstol, habían negado la "profesión" (1 Ti. 6:12,13; He. 3:1; 4:14;10:23). La prueba de eso es que también se menciona su llanto por haber hecho lo que hizo, lamentando profundamente haber negado triplemente al Señor.

Lo nuevo aquí es el señalamiento de que el acusador es un pariente de Malco a quien Pedro le cortó una oreja en el huerto, y a quien Jesús se la restituyó inmediatamente. Este pariente no había podido olvidar el rostro de Pedro; su rencor no dejaba olvidar aquel rostro, y teniéndolo presente en su memoria, cuando lo vio levantó su dedo acusador y le dijo "yo te conozco, nosotros nos hemos visto antes y tú sabes dónde", y Pedro asustado afirmó que estaba equivocado y que no sabía de qué le estaba hablando.

Cuando uno hace algo mal hecho, me refiero a un cristiano, la gente no olvida que somos cristianos y en su momento, si pueden, aprovechan para desvirtuarnos o causarnos problemas. No hay cosa mejor para que no nos olviden nunca que proveer pecado, cortarle algo a alguien, quitárselo, que le cause dolor y necesite de la mano del Señor para recuperarse. Y eso aunque no haya sido a nosotros mismos sino a otro, o un familiar. Nuestra imagen se estampa en su memoria y jamás nos olvida, no para darle gracias a Dios sino para lamentar habernos conocido, quejándose todavía después de años el rose que tuvo con nuestras vidas. Pedro era recordado con rencor, no con afectos ni con una sonrisa en los labios, sino como un mal pensamiento que se busca azorar de la conciencia. Y ese triste recuerdo fijaba con caracteres imborrables su mal comportamiento en ese pariente de Malco, dando lugar a que ni él ni su familiar en lo adelante opinaran bien de los apóstoles y de todos los cristianos en la iglesia de Jesucristo.

No le dijo, "tú fuiste el que le cortó la oreja a mi pariente", mi familia tiene malos recuerdos de ti", sino ¡tú eres cristiano! ¡Tú eres discípulo de Jesús! Porque sabía que en ese momento esa filiación lo perjudicaba. Cuando uno recuerda con rencor a alguien, sufre, alguien que nos ha hecho daño o a quien le hemos tratado sin consideración, o a quien ha pecado contra nosotros, contra parientes cercanos, y lejanos, o con quien hemos compartido pecados. Es decir las malas obras que se comparten crean vínculos perpetuos de rencor en la memoria. Muchísimo tiempo después que el pecado ha sido perdonado por Dios, lavada y limpia la conciencia de obras muertas, ese espacio en el cerebro es ocupado perennemente por los fantasmas del recuerdo a quienes es imposible matar.

Uno puede hacer "morir lo terrenal" pero lo que no puede hacer es hacer morir el recuerdo de lo terrenal; tal vez sustituir el rencor por un alivio o un sopor mental parecido al olvido, como un refrigerio divino, pero no puede darle muerte a la vergüenza y al miedo de encontrar nuevamente el pecado y toparse con algunos testigos inolvidables de ese episodio. Y Pedro se estremeció al hallar en ese momento a quien no esperaba encontrar, y ni siquiera sabía de la existencia de ese familiar, que en el peor momento de su vida sacaba la cara y lo descubría, porque con rencor las caras y los nombres, aunque ya estén lejos y haya cesado el contacto, no se olvidan. (copiado)





Exposición 85 

Jesús le dijo a Pilato, "en todo caso un filántropo o un trabajador social"

Jn. 18:28-40

“”.

(Mat. 27:1-2,11-31; Mr. 15:1-20; Luc. 23:1-5,13-25) 

“28 Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua. 29 Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? 30 Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. 31 Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie; 32 para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir. 33 Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? 34 Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? 35 Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?” 


Si el lector de este pasaje tiene algún escrúpulo espiritual, sentirá náuseas de la profesión religiosa de estos líderes jurídicos de Israel, que no quieren entrar al recinto de Pilato porque tal contacto con el aire, la madera, el piso, los asientos y los gentiles, pensaban ellos, los haría inmundos e incapacitados para ceremonialmente cumplir con los requisitos de participación de la pascua. Esta gente como quien dice había tomado el rábano por las hojas y habían hecho de su religión algo completamente externo, y para ellos guardar las formas era todo aunque de la esencia no tuvieran nada, de aquella antigua fiesta que tuvo su origen en el éxodo, la sangre del cordero en los dinteles de las puertas y los panes sin levadura. Lo que les quedaba del significado era poco, excepto una secta historia y de provecho espiritual y la gloria de Dios ni un ápice. Habían acordado matar a Jesús y con ese proyecto estaba moviendo todas las fichas para realizar sus deseos, sin sentir la contradicción entre lo que celebraban y los planes que tenían. Era algo más que tomar la cena indignamente, escandalosamente. Así apurados fueron a Pilato y le exigieron que crucificara a ese hombre porque según la ley romana ellos no podían hacerlo, eran una rama legislativa del gobierno y el procurador el ejecutivo. Se lo entregaron y le dijeron "mátalo". Jesús había profetizado exactamente lo que le esperaba, juicio, crucifixión, y con un suplemento lleno de esperanza mencionó su resurrección (v.32; Mat. 20:19); e hicieron todo lo que quisieron, lo juzgaron, lo mataron y comieron la pascua sin remordimientos. 

Pilato amenazado y coaccionado por los judíos accedió a que sus soldados lo maltrataran; sin razón alguna le pegaron, y lo interrogó brevemente tratando de encontrar una justificación política, algo así como un tipo peligroso, subversivo, un terrorista, que mereciera matarlo como le estaban diciendo. Y allá va la primera pregunta, que si era cierto que él pretendía hacerse rey de los judíos (v. 32). 

la respuesta de Jesús fue magnífica, y sin seguirle la corriente le quiso decir, "¿eso es lo que tú piensas o lo que te dijeron otros? ¿Tú piensas que mi caso es un asunto político o es así como otros quieren que tú me encauses? Tú sabes que nunca he sido ni seré una figura política, puedes preguntarle a lo común del pueblo cuáles han sido los temas de mis predicaciones, que pudiera ser juzgado, más bien como un trabajador social y un filántropo, un individuo útil a la sociedad que nada tiene que ver con patriotismo sino más bien con las necesidades humanas.  Me vas a crucificar como si fuera el rey de los judíos y ese título mentiroso escrito en tres idiomas, lo pegarás sobre mi cruz, para justificar mi homicidio y que no has tenido nada que ver conmigo, del mismo modo que te lavas las manos". 

Pilato, como si se pusiera de lado, le responde que no es judío y que por ende no tiene las mismas motivaciones que ellos, buscando excusarse ante Jesús por lo que estaba haciendo. Jesús conociendo todas las calumnias que le han hecho los judíos, se enfoca en lo principal que entiende podría estar molestando a Pilato, que él no aspiraba a su puesto como gobernador de Judea y que si los judíos querían restablecer la monarquía, o la teocracia, él no se brindaba para eso, porque ya en una ocasión tuvo que hacerse como invisible para que no lo sentaran en un trono (6:15), pero más sobre esto en la próxima exposición. Si Pilato lo hubiera entendido bien, sin siquiera meterse en asuntos de religión, de los informes preliminares habría quedado complacido al saber que Jesús era más bien un filántropo y un trabajador social que un político impostor, ni quería robarle el puesto. (copiado)


Exposición 86

El conocimiento de la verdad se le iba evaporando con su trabajo

Jn. 18:36-40 

“”.

"36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. 37 Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. 38 Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito. 39 Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos? 40 Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a éste, sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón". 

 

Los judíos habían tratado de asustar a Pilato y presentando a Jesús como un rival político, más que eso, como un ambicioso que a guisa de haberse hecho popular podría hacer que lo quitaran de su trono y le robara la procuraduría. Por eso es que le preguntó si era verdad que estaba tratando de hacerse rey de los judíos. Jesús no le dijo "estás loco, a mí no me importa tu pequeño trono ni todos los reinos de este mundo a quienes mi Padre ha entregado a Satanás, mi reino no es de este mundo, si esas fueran mis intenciones yo no hubiera desarmado a uno de mis líderes, ni tampoco me hubiera dejado apresar mansamente conociendo que tenía un traidor en el grupo y que había vendido mi identificación por treinta monedas de plata". Eso lo digo yo. 

Lo que sí es seguro, fue que Jesús le dijo que se estuviera tranquilo, que eso de que era un político peligroso, eran totales mentiras. Cuando Pilato le preguntó directamente si era un rey, Jesús le dijo, "no pongas esas palabras en mi boca, eso lo estás diciendo tú y no yo, lo dicen también los judíos pero nunca me han escuchado decirlo" (v. 37).

 

Ya para este momento este procurador se había dado cuenta que enfrente de él no tenía un adversario sino un individuo que por envidia los judíos le habían traído, para complicarle el día y para que firmara la sentencia de muerte. En una decisión rápida les anunció el veredicto, que era inocente, o mejor dicho "no culpable" sin ningún delito (v. 38). Quizás para quedar un poco bien consigo mismo y mucho con los judíos, les propuso que aquel delincuente, homicida y ladrón, llamado Barrabás, si de él ellos le pedían la sangre, él se las daba y dejaba suelto a Jesús de Nazaret, a quien después de interrogarlo y azotarlo, lo dejaría en libertad. El grupo de judíos puso el grito en el cielo, y se negaron al cambio, insistiendo que el muerto no fuera Barrabás sino Jesús, y ganaron ellos.

 Parece raro que Jesús le dé una explicación a este funcionario que su misión es de otra clase, y que no quiere ponerse al frente de un gobierno civil ni militar, sino que ha nacido, vivido y llegado a ese momento para dar testimonio de la verdad. Parece raro pero pudiera ser que en el pensamiento de Jesús a quienes tuviera presentes fueran a los judíos, la ley de Moisés, los profetas y los salmos, es decir al auditorio y no precisamente a Pilato, que de esos libros y su contenido conocía poco. Esa idea cobra un poco de fuerzas por cuanto Jesús dijo que los amantes de la verdad son los que se sientan a escucharlo y aceptan su evangelio como la mejor interpretación de los libros sagrados de los judíos.

Pilato cuando escuchó la palabra de verdad, él que vivía envuelto de mentiras y mentirosos que decían mentiras políticas, mentiras económicas y mentiras morales, y para quien el conocimiento de la verdad se le iba evaporando con su trabajo, y como si fuera un posmodernista del siglo XXI, preguntó si realmente existía la verdad, dónde se hallaba, quién la tenía, y de qué se trataba. Y la tenía enfrente rodeada de acusadores: Jesús. Nadie recordaría, ni él mismo, la última vez que vio y oyó a una verdad. Y tan desinteresado estaba en ella, o tan imposible de definirla, o tan difícil y complicado era presentársela con claridad, que se fue y no se sentó a escucharla. Le parecía mucho pasar veinte minutos sentado en una silla oyendo una predicación. De esa clase es nuestro auditorio social, lleno de Pilatos para quienes "nada es verdad y nada es mentira sino que todo depende del cristal con que se mira". 



Exposición 87

Jesús, un hombre fuera de serie

Jn.  19:1-12

“”.

“Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas. Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él. Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre! Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. Y entró otra vez en el` pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. 10 Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? 11 Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. 12 Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone”. 



Pilato personalmente no lo azotó pero se lo entregó a los soldados para que lo hicieran, y ellos con gusto se dieron un banquete, terrible y sangriento. Sin embargo el principal deleite de esos militares romanos no consistía en la salvaje golpiza que le propinaron sino en burlarse de él, moralmente tirarlo al suelo, quitarle  las agallas del silencio, pisotear su popularidad, romper si pudieran su fama, en fin convertirlo en un bufón mentiroso y ridículo, y por eso en vez de golpearlo con el puño cerrado lo hicieron con las manos abiertas, la derecha y la izquierda, le daban bofetadas (v. 3), y lo vistieron como si fuera un rey, no con corona de laurel ni de oro sino de espinas, y le pusieron en la mano un cetro no lujoso sino de palo.

Con todo, Jesús como hombre los dejaba a la zaga. Cuando los soldados le avisaron que el prisionero ya no aguantaba que le siguieran pegando, se lo comunicaron a Pilato y este lo sacó a donde estaba la turba judía y con cuatro palabras les dijo que no le habían sacado ninguna confesión que fuera punible por la ley romana (v. 4). Es difícil, aunque hay diferentes opiniones, qué  quiso decir el procurador cuando presentó a Jesús, "he aquí el hombre" (v. 5). ¿He aquí el hombre que ustedes quieren matar? Y ¿por qué no dijo, he aquí Jesús, he aquí el predicador, he aquí el sanador, he aquí el carpintero, he aquí el acusado?

Sino que dijo he aquí el hombre, tal vez después de escuchar el testimonio de los que le torturaban y que mientras lo azotaban, le tiraban de la barba, lo escupían, lo echaban al piso, no apretó los dientes de rabia, ni los fulminó con una mirada, ni les gritó barbaridades y mucho menos procuró huir. Aquella masa humana sanguinolenta contrastaba como ser humano con la actitud de energúmenos que tenían ellos. Bestias. 

La calidad humana de Jesús debió haberlos impresionado, si eso fuera posible. Era más hombre que ellos pero en otro sentido, en aquel que honra la raza y muestra la semejanza e imagen de Dios. Había que ser más hombre para comportarse como él, bendecir cuando lo maldecían, amarlos cuando lo odiaban, aceptar el maltrato como si fuera su deber hacerlo. Era una forma extraña y superior de ser hombre. No reaccionaba como un macho, como un adúltero, como un borracho, como un político, ni como un delincuente o amenaza social. El  hombre que presentó Pilato era un hombre fuera de serie. 

Los judíos comenzaron a discutir con Pilato para determinar quién lo mataba, ellos le decían mátalo tú, y Pilato respondía, mátenlo ustedes. Al fin llegaron a un acuerdo, pasar de la política a la religión, que era más fácil.  Como no encontraron que hubiera cometido algún delito civil o contra los militares, sacaron el asunto de la religión, y por ahí fue que encontraron, en su teología, en su cristología, como diríamos, en su Biblia, una herejía por la cual podían justificar su ejecución. Dijeron, que Jesús había dicho, que era Hijo de Dios y eso implicaba deificación. Una herejía inventada, y por ser benévolo, yo diría porque no oyeron o no le oyeron bien, por una exégesis errónea de su evangelio. Fue como una cita literal del evangelio, tomando las palabras, sin un estudio profundo, sin el testimonio teológico de ellas. Muchos habían escuchado una voz del cielo que decía "este es mi hijo amado a él oíd".

Es decir, suponían que había cometido una herejía, y pensaban así por falta de dedicación.  Claro, no les interesaba. Casi siempre las herejías brotan de ese modo, si no es por incapacidad intelectual, es por holgazanería intelectual, entre otras cosas. Cuando Pilato escuchó, siendo Pilato teológicamente pagano, tuvo miedo haber tenido que ver algo con algún dios bajado del Olimpo. El desatino de este juez consistía menos que una herejía sino más bien en una equivocación religiosa. Jesús no había venido del Olimpo sino de Dios.

El problema fue que buscando aclarar el asunto de la divinidad de Jesús se encontró un evangelio cerrado, un Jesús mudo, la palabra de Dios que no le decía a él absolutamente nada. Defraudado, desobedecido y con disgusto le dijo a Jesús que si no se daba cuenta quién le estaba preguntando, un hombre con autoridad y que tenía su destino en sus manos. Y en eso se equivocaba, era lo contrario, el destino de Pilato estaba en las manos de Jesús y no viceversa. El evangelio es un tema completamente cerrado para los que sin oración y súplica quieren entrar a su contenido. Piense en miembros nominales de la iglesia o simpatizantes, para que vea. Y ese no era el estilo de Pilato, que sin despojarse de sus ínfulas exigía a Jesús explicaciones y significados de sus palabras. 

Al fin Jesús accedió a contestarle, pero no con respecto a su divinidad sino con relación a la providencia y soberanía de Dios, y esto podría hacer que Pilato mirara hacia otro lado, quiero decir hacia arriba, y que era lo que era porque Dios lo quería, y tenía lo que tenía porque Dios se lo había dado, y le dijo que su posición política se la debía a Dios, y que él lo estuviera juzgando también se debía a Dios. El estudio de la providencia y soberaníde Dios en la vida de uno es bueno para la fe. Pero hay que estar verdaderamente interesado en Cristo para hacerlo. Y pudo haber estado en las intenciones de Jesús el asunto del pecado del procurador, y por eso le aclara que todos los pecados no son del mismo tamaño y el de Judas, o sea la traición, era un pecado mayor que hacerse el de la vista gorda, el miedo y la superstición. Así pues le hace ver que su pecado es perdonable. Y el hombre ese no se dio cuenta nada de nada.

En las palabras de Jesús hay cierta simpatía hacia Pilato. Y Pilato respondió positivamente a esa simpatía y quiso soltarlo. Si Pilato hubiera juntado esa simpatía con el consejo que le dio su mujer que no tuviera nada que ver contra Jesús, se habría aproximado muchísimo al evangelio. Pero eso no pasó. Jesús ha mirado con simpatía y con amor a mucha gente, que por una razón u otra han tenido cierta aproximación al reino de Dios, sin entrar a él, como el joven rico o aquel que preguntó sobre el tamaño de los mandamientos. Las simpatías por Jesús y de Jesús, son como un roce con él, y no son suficientes para recibir el evangelio ni para testificar de él. Los judíos notaron que Pilato era blando con Jesús y se apresuraron con amenazas a evitar que lo soltara, y le dijeron que cualquier condescendencia, ellos se sentirían traicionados y harían todo lo posible para que tal cosa la pagara cara, y si fuera necesario con su carrera política, su autoridad y su salario. Y el procurador como político al fin y no cristiano, dejó que las cosas corrieran como iban y que por decisión popular, algo así como por voto democrático, que el cristianismo fuera muerto y sepultado. Más sobre esto, otro día.


Exposición 88


Entre cristianismo y dictadura, prefieren la dictadura

Jn. 19:13-16 

“”.

13 Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata. 14 Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! 15 Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César. 16 Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron”. 


Era como el mediodía cuando Pilato sacó a Jesús del Enlosado, un elegante recinto hecho con piedras bien labradas que tenía ese apodo y en arameo le llamaban de otro modo. Pero eso no es lo más importante, el lugar donde juzgaron y condenaron a Jesús, porque allí lo sacó presentándolo con el mayor desprecio posible hacia los judíos, "he aquí vuestro rey" (v. 14). El grupo de jueces y los otros de forma sumaria y a gritos pedían que lo quitaran de la vista, que lo echaran fuera y lo crucificaron (v. 15). Otra vez Pilato con sorna les preguntó si querían crucificar al rey de ellos, a lo que en forma de una máxima hipocresía, los líderes religiosos judíos afirmaron mintiendo que el único rey que tenían era César (v. 15). Odiaban a César, por ser romano y el jefe del imperio que los tenía subyugados, pero por conveniencia afirmaban lo que no creían ni sentían, sino más bien lo opuesto a lo verdadero, que tampoco a César lo querían como rey. 

Los cristianos fueron enseñados por Jesús a "dar al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios", a reconocer las autoridades, aunque fueran romanas, como por Dios establecidas (Ro. 13:1). También los tiranos para humillar nuestra soberbia y disciplinar y cambiar nuestra cultura, son puestos por Dios, y a veces estos crueles déspotas autoritarios se aferran al poder con dedos y uñas por muchos años, transforman las culturas y a los ciudadanos, los asesinan y los encarcelan, los expulsan, y les destruyen con sadismo la idiosincrasia nacional. Gobiernan por la fuerza y con el terror y usan la propaganda mentirosa para engañar a medio mundo y conseguir aliados, países y lidercillos que se congracian con ellos, les hacen el juego y sin darle importancia a los derechos humanos y civiles, se hacen amigos, como Herodes y Pilato que antes estaban enemistados (Luc. 23:12), para sacar provecho de esos dictadores.

Y hablo mayormente de lo que ven mis ojos y leen en esta época moderna porque aquellos antiguos Césares romanos se quedaron chicos en comparación con los modernos. Los judíos habían tratado con revueltas y rebeliones de emanciparse de los romanos, sin éxito, y sin embargo en este momento entre cristianismo y dictadura, prefieren la dictadura al cristianismo, un mal político, un hombre cruel, y por eso pedían a gritos, "¡cristianismo no, César sí!",

y Jesús ¡fuera, fuera!, con la ayuda de toda la fuerza de un aparato estatal, para echarlo y darle muerte. Y eso hicieron, lo sacaron fuera de la escena política y religiosa de la nación. La política lo sacrificó, lo mató y lo enterró y afirmó a todo el mundo, y les hizo creer con dinero y por la fuerza, que no resucitaría. Y sucedió que los tiempos cambiaron, se sucedieron los emperadores y las iglesias se fortalecieron y discutieron en concilios sobre la divinidad de Jesús, y para ese entonces, y andando el tiempo, no le quedó más remedio a los sucesores de Pilato y de Herodes, aceptar que los gobiernos pasan, los césares pasan y el cristianismo sigue. Sucesivamente hasta que Cristo su fundador, regrese. (copiado)


Exposición 89


Que el viento no sople, por favor, sobre el Crucificado

Jn. 19:17-25

“”.

 (Mat. 27:32-50; Mr. 15:21-37; Luc. 23:26-49)  

17 Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; 18 y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. 19 Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. 20 Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. 21 Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos. 22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito. 23 Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. 24 Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados. 25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena”.


Llegó la hora en que pusieron sobre sus hombros la cruz, y con golpes, empujones y desprecios, le exigieron que la arrastrara hasta las afuera de la ciudad de Jerusalén, y subiera como pudiera, un monte llamado la Calavera nombrado así por dos posibles razones, una que podían encontrarse enterrados y sobre la hierba huesos humanos, y la segunda que la forma del monte parecía un cráneo. En arameo los judíos le llamaban Gólgota. Dos delincuentes, en mejor forma física que él, también llevaban sus cruces, y los clavaron a los tres de la misma manera, en las manos y en las piernas. Los judíos estaban satisfechos, y podrían celebrarlo, que al fin se habían quitado de encima la pesadilla de sus sermones y críticas, y del corazón además de todo, la envidia que por él sentían.

Antes de izar su cruz acordaron burlarse un poco más y le pusieron la causa por la cual lo habían condenado a muerte, "Jesús Nazareno, rey de los judíos". Los miembros del tribunal religioso protestaron a Pilato, inconformes con la redacción de la causa, y quisieron cambiarla aclarando que él se había autonombrado rey de los judíos, para que los lectores no entraran en confusión, o los historiadores posteriores, y le reconocieran como rey, cuando en realidad jamás lo fue. Pilato se negó, porque ya estaba harto de complacer a los judíos, y dijo que así se quedaba, y con rabia mandó que clavaran el título redactado de esa manera, sin cambio alguno, y eso le dolió en el orgullo a los jueces, pero no pudieron hacer nada. Pilato no era profeta ni mucho menos, y sin quererlo había escrito una tremenda verdad, que Jesús es el rey de los judíos, les guste o no, protesten o no protesten, es el judío más famoso de todos los judíos, y el mundo entero para vergüenza de ellos, sí lo tiene como rey. Ya con lo que Pilato había escrito acerca de que era un Nazareno, era suficiente, para decir que pertenecía a Galilea, asociada por la cercanía y llena de samaritanos. 

El resultado de todas maneras era el mismo, Jesús estaba crucificado como habían querido, pero la insignia no se la pudieron quitar, ni pueden tampoco los judíos hasta el día de hoy. Y para que no quedara en toda la tierra nadie sin saber lo que estaba escrito por la mano de Pilato, lo escribió en una tabla ancha donde se leyera en hebreo, el idioma de la religión, en griego el idioma de la sabiduría, y en el latín, el idioma del poder, y la política. Fue una bendita idea esa traducción.

Llegó la hora del reparto de las propiedades. Jesús no tenía un centavo en el cinto, en el bolsillo. Pero casi siempre el derecho de los ejecutores les permitía quedarse con todo lo que el reo tuviera, y ya que no había dinero, entonces se repartieron la ropa, la de adentro pegada al cuerpo y la de afuera, los vestidos y la túnica, a unos los rompieron en cuatro partes, una para cada soldado, y la otra la rifaron, y el evangelista recordó que uno de los salmos de David mencionaba algo parecido, y afirmó que se trataba de una profecía sobre este asunto, como muchas otras escondida, y que la vida de Jesús sacó afuera para darle cumplimiento (Sal. 22:18). Jesús no usaba harapos. Era un Rabí, y pudiera ser que sus distinguidas discípulas cooperaran con su honorable vestuario (Luc. 8:2,3).

De ese modo el Señor quedó crucificado con las prendas mínimas, casi desnudo, y pudiera ser que esa fue una de las razones por la cual solamente su madre y los discípulos, especialmente Juan, se encontraban cerca y las otras a cierta distancia, porque sentían vergüenza y aumentarían el pesar de él, si se aproximaban. Había más mujeres que hombres junto a la cruz. Además de la madre, la tía que era la madre de Cleofas, quizás uno de los discípulos que caminaba hacia Emaús, y María Magdalena, que, con tanta gratitud y cariño hacia él, no podría faltar, y también tuvo el privilegio de ser la primera mujer que viera a Jesús resucitado. Es la hora nona, Señor, envía tu eclipse y cubre con sombra el cuerpo de tu Hijo, apresura la noche y la sábana de José de Arimatea. ¡Qué precio moral tan alto pagó con su cuerpo por nuestro perdón!

Y en esas condiciones, sangrante, burlado hasta las sienes con espinas, sin que todavía le atravesaran con una espada, ordenaba al viento que no soplara sobre sus ropas y se expusiera en hebreo, griego y latín, su cuerpo casi desnudo, y que, por el pago de nuestros pecados, la compra de nuestra justificación, el precio de nuestra redención, sus vergüenzas no alcanzaran a ser vistas por los ojos femeninos de sus santas seguidoras.  (copiado)




Exposición 90

Dejen a María en su casa, no la pongan en un altar

Jn. 19:26-27

“”.

"26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa".



Juan es el autor de este evangelio sin embargo cuando se refiere a sí mismo no dice "yo Juan el que escribí este evangelio", eso lo dice cuando escribe las visiones de Apocalipsis para significar su destierro, y porque la naturaleza misma simbólica del libro necesitaba el nombre apostólico. Aquí pudo haberlo hecho sin embargo prefiere que se le tenga más bien por las señales de amor de Jesús, y por eso dice "discípulo a quien él amaba" (v. 26; 21:7,20); y dicho eso porque los afectos que se comunicaban entre ambos (13:25). Eso no quiere decir que Jesús no amara a los otros, y posiblemente cada uno podría usar esa misma expresión personal.

Además de sentir Jesús amor hacia Juan le muestra confianza al grado de pedirle que cuide a su madre, una vez muerto, "he ahí tu madre"; y como los deseos de Jesús son órdenes, el apóstol inmediatamente le abrió las puertas de su casa y todo lo que tenía a la madre de su Señor (v. 27). En otro lugar se mencionan los hermanos y las hermanas de Jesús, pero comúnmente se piensa según el uso del término hermano dentro de los judíos, que podría tratarse de primos o de parientes, y también se usaba en sentido simbólico (Mr. 6:3). La idea de que Jesús no tendría más hermanos, hijo único, no sólo primogénito sino unigénito, se fortalece con esa petición que hizo a Juan, puesto que, si otros hermanos tenía, es extraño aunque ellos fueran incrédulos, no la recogieran en sus casas sin que él se los pidiera. Es un mito inaceptable que María fuera virgen después del parto, antes sí pero no después. José su marido no se menciona porque quizás para este tiempo ya había muerto. Si José estuviera vivo tampoco habría necesidad de que Juan la recibiera en su casa. De todos modos, la relación de Juan con la familia era tan excelente que Jesús prefirió a ese discípulo amado a otros parientes cercanos. Posiblemente fuera ella la única mujer que viera a Jesús con poca ropa, las demás ya he mencionado por qué, se quedaron distantes; en cuanto a María porque era su madre.

Jesús le llama "mujer", y eso parece su costumbre. En las bodas de Caná le preguntó "¿qué tienes conmigo mujer?" (Jn. 2:4). Tendrá otra explicación esa preferencia excepto que sea desamor o falta de respeto. Quizás evitando que la "familia sagrada" fuera divinizada, que heredara una autoridad cuyo privilegio tendría que ganarse de modo espiritual y no genealógico, y porque en realidad la familia sagrada es la Iglesia. Si Jesús no trató a su madre como si fuera una diosa, una mediadora celestial, sino como una mujer, santa y consagrada, pero no más que eso, es inapropiado ascenderla a una posición espiritual que su bendito Hijo no quiso darle. Dejen a María en su casa y no la pongan en un altar, ni la pongan a la diestra de Dios. Se puede muy bien servir a Jesús de modo doméstico, cociendo alimentos tanto como escuchando su palabra (Luc. 10:41-42). Juan cuenta el hospedaje a María como un honor, que la madre de su Señor esté a su cargo y proveer para ella. Los hijos deben siempre recompensar a sus padres en lo que es bueno, y no tirarlos al olvido cuando envejecen, al contrario, buscar alguna forma de protección, dónde y cómo, puedan pasar el resto de sus vidas cómodamente sin ser carga para nadie. (copiado)


Exposición 91

El Mesías no puede ser coreano


“”.


Juan 19:28-30 

28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. 29 Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. 30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu". 

La palabra "consumado" aparece dos veces en este par de versículos: afirmando que Jesús sabía que su carrera mesiánica estaba consumada, y en segundo lugar cuando llegó el momento de la consumación, lo dijo al Padre, a la religión, al cristianismo, y se lo dijo a sí mismo. Cuando se dice que Jesús sabía "que ya todo estaba consumado", no se refiere tanto al pago de la deuda a la justicia divina para salvación, que corresponde al segundo consumado, sino que, en cuanto a éste, el primero, es que su ministerio activo concluía. El segundo consumado si se refiere a su muerte en la cruz. Eso por supuesto que era obvio, pero se diría que se hizo para indicar que estaba teniendo lugar el cumplimiento de las últimas profecías, y por eso en lenguaje bíblico pidió de beber (v. 28; Sal. 69:21). Vendrían “falsos cristos”, pero la única sangre válida para expiación “que clama desde la tierra” y es oída en el cielo es la de Jesús. Si usted quiere que todos sus pecados sean perdonados, ella es la única que los limpia “todos”. En ningún otro hay salvación. No mire a la Madre de Jesús, a sus hermanos, ni usted mismo.  La vida de Jesús sería la llave del conocimiento de la Escritura y particularmente de toda la profecía. Sin las vivencias de Jesús esas experiencias personales de David, por ejemplo, se hubieran quedado como extrañas experiencias estrictamente no vividas por él, y habladas por Dios sin saber exactamente a quien se referían. Sin la persona de Jesús quedaría un vacío dentro de la revelación poética sin llenar o sin explicar.

La vida de nadie se ajusta a lo escrito como la de Jesús. Entendiendo el Señor que ya había cumplido todo lo que estaba escrito de él “porque os digo que esto que ha sido escrito debe cumplirse mí y fui contado con los inicuos porque ciertamente todo lo concerniente a mí tiene cumplimiento” (Luc. 22:37); “y les dijo: éstas son mis palabras, que os hablé estando aún con vosotros: que tenían que cumplirse todas las cosas que habían sido escritas acerca de mi en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos” (Lucas 24:44) y, dio por concluida esa parte escritural de su misión, quedándole solamente la segunda, la que tiene que ver específicamente con el cumplimiento de la ley, de la justicia divina, su muerte redentora. 


Jesús es el único hombre en la historia que pasó el filtro de autenticidad de la Escritura judía, de la revelación divina, y satisfizo plenamente los detalles de la identidad mesiánica. Nació en Belén de Judea, salió al exilio en Egipto y fue llamado desde allí, fue la piedra que desecharon los edificadores y que vino a ser cabeza del ángulo de la religión judía, fue contado con los perversos, no tuvo buen parecer en él ni hermosura, Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros, y al tercer día resucitó. ¡bendito sea el nombre de Jesús! Bendito sea aquel o aquella que puede llamar a Jesús “mi señor”, mi predicador favorito porque no ha hablado 1 hombre como este hombre, mi modelo desde niño y cómo ser criado, mi modelo para hacer amistades con los pecadores, 


No puede haber un mesías que sea coreano, africano, europeo o americano. Es cierto que se han levantado falsos cristos, y se ha demostrado que fueron falsos.

Y la última señal que verdaderamente era el Hijo de Dios, no sería tanto por el terremoto que acompañó a su muerte ni por el eclipse que sobrevino de repente, como pensó el militar, sino por su dominio sobre la muerte. Había dicho que nadie le quitaba la vida sino que él la entregaba cómo y cuándo quería (10:18). Había profetizado que la volvería a tomar. Aquí nos sorprende la forma en que muere, como si dijera "ahora voy a morir", y de inmediato salió su espíritu al Padre y su cabeza cayó sobre su pecho (v. 30). Había pagado el costo de nuestra vida con su muerte, y dijo "consumado", es decir "no queda nada por cumplir ni nada por hacer, soy el Salvador del mundo"; "y Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo no tomándole en cuenta a los hombres sus pecados, y no se encargó a nosotros el ministerio de la reconciliación" (2 Co. 5:18,19). Es nuestra resurrección y nuestra vida. Por eso se dice “bienaventurados los que mueren en él” (Apc. 14:13).  (copiado)




Exposición 92 

Juan dijo "no me lo van a creer, pero fue así"

“”.


Jn. 19:31-37

 “31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. 32 Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. 33 Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.  34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. 35 Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. 36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. 37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron”. 


Miremos lo que pasó con los mazos de tortura. Si los soldados estaban resueltos a quebrar las piernas a Jesús, se quedaron con las ganas porque cuando llegaron donde estaba su cuerpo ya no hacía falta completar el suplicio, el joven había muerto. Jesús permitió la cantidad de suplicio que quiso le dieran. Eso de quebrarle los huesos de las piernas era tenido como "un tiro de gracia", que aceleraba la muerte del condenado. Como Jesús demostró tener dominio sobre su vida y su muerte, no dejó este último suceso en manos de los romanos, sino que expiró en el momento que consideró apropiado, después de haber consumado su obra de salvación. Cuando ellos llegaron se sorprendieron de la celeridad con que había muerto, y que eso les ahorraba el trabajo, tal vez el placer, de ensañarse por última vez de su cuerpo. Esto no fue una iniciativa de los soldados, sino que cumpliendo las órdenes de Pilato, que había sido rogado por los judíos que hiciera tal cosa, fue que ellos, mazos en mano, subieron para hacer su trabajo.

El apuro tenía que ver con la fiesta de la pascua, y tres cuerpos muertos comunes, sin que hicieran diferencia entre ellos. Era viernes a las tres de la tarde y estaba a punto de comenzar el sábado, en tres horas más. Y según los ritos de la ley el colgado en madero debía ser bajado antes de la noche (Deu. 21:22,23). El sábado resultaba ser de mucha solemnidad precisamente por eso, por la víspera de la pascua; y quien estuviera inmundo no podría comerla. Aquella pascua también la había comido Jesús unas horas antes, el viernes, y le había dicho a los discípulos que sería la última antes que se diera inicio a la santa cena cristiana, cuando les dijo "este es mi cuerpo que por vosotros es partido, esta es mi sangre que por vosotros se derrama".  Aquella última pascua fue el fin del rito. De cierto, ahora "él es la pascua" (1 Co. 5:7; Ex. 12:8-19), cuya sangre sobre los dinteles y las vidas de nuestros hogares, nos libra del ángel de la muerte. Es la única protección de nuestra familia. Por ella seremos salvos. Dondequiera que el ángel de la justicia de Dios mira la sangre de Cristo, pasa de largo.

Llegamos a lo que Juan no quiere que crean que es mentira. Cuando el discípulo amado vio que habían hincado el costado de Jesús con una lanza, sus entrañas se conmovieron pensando que sobre ese sitio se había recostado él muchas veces. El dolor dio paso al asombro cuando de la grieta comenzó a brotar agua mezclada con sangre, señal de que el pericardio fue roto y después el corazón. Sin que hallara en ambas algún simbolismo doctrinal. Un médico y cualquier otro testigo ocular, hubieran esperado ver sólo sangre, pero no esas dos cosas. Mas los doctores de ahora le pudieran explicar a Juan la procedencia natural de ambas, que aquel discípulo consideró como extraño el asunto, y pensó que cuando lo dijera no le darían crédito, y es por eso que sin que alguien todavía lo desmintiera se adelanta para afirmar que no son cuentos suyos, sino que lo que pasó, “sucedió como lo digo, sin que esté inventado alguna mentira”. Escribió como si dijera, “no me lo van a creer, pero fue así", porque siempre hay quien ponga en duda que el Verbo se hizo hombre, que el que lo veía fue como si viera al Dios que nunca se ha visto, y que resucitó de entre los muertos a pesar que con un millón de mentiras y dinero quisieron tapar el asunto. Juan dijo, “no lo creerán, pero es así”. (copiado)



Exposición 93


Ni siquiera bautizado, pero lo amaba


“”.

Jn. 19:38-42

(Mat. 27:57-61; Mr. 15:42-47; Luc. 23:50-56) 

38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. 39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. 

40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. 41 Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. 42 Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús”. 


Quiero tener cuidado aquí en criticar a José por haber sido hasta ese momento un discípulo secreto de Jesús por miedo los judíos, y lo comentaré con el mismo comedimiento que usé con Nicodemo que vino a Jesús ocultándose en la noche. Es incómodo escuchar críticas por pequeños defectos en los grandes testimonios. Lo que hizo José de Arimatea fue un acto noble y que la iglesia cristiana tuvo que agradecerle siempre: entrar "osadamente" a Pilato y pedirle autorización para bajar y sepultar a Jesús Nazareno (Mr. 15:43). 

Por supuesto que no era un discípulo con una fe grande, si quiere llámele mediocre pero yo no, y aunque pequeña esa fe la usó en este momento, y en cuanto a los otros que pensaran de él como quisieran pensar. Movido por mucho afecto hacia Jesús, se encargó sin que nadie se lo pidiera, ni los discípulos ni la familia de Jesús, bajar el cuerpo y sepultarlo con honor en una tumba nueva, la que tenía destinada como un panteón familiar, para él y los suyos. Jesús no había dejado dinero para su entierro, ni había comprado algún terreno en algún cementerio. Dejó ese póstumo servicio a la providencia de Dios, y en las manos de un discípulo que vivía su cristianismo al margen de los reconocidos, y que sin darse cuenta le llegaría el momento más importante de su carrera cristiana, regalarle a Jesús una tumba de ricos.

En esa clase de tumba se encerrarían los detalles de verdades que tuvieran fundamento, que preverían los comentarios de mala fe que después habrían de hablarse y escribirse, por muchas generaciones. José de Arimatea ni imaginaba que las características de su tumba eran las perfectas para desmantelar las sospechas ridículas que se han arrojado sobre la resurrección del cadáver de Jesús.

Fue Dios quien hizo que Jesús estrenara aquella tumba para que ningún historiador, consultando testimonios sin méritos, escribiera que fue otro el que resucitó, o médicos escépticos que aseguren que aunque no pudiendo arrastrar la cruz, con la paliza que le dieron, y que le rompieron el corazón con una lanza, y después de un pequeño infarto, seguía vivo y se levantó de su desmayo, y se le apareció a los discípulos quienes afirmaron que había resucitado de entre los muertos. O políticos y religiosos que por nada del mundo quieren ser discípulos de Jesús, usen su dinero e influencia para decir y escribir que los timoratos apóstoles se llenaron de valor, maniataron y amordazaron a los guardias romanos y se llevaron el cadáver, o lo robaron a hurtadillas sin que ninguno de los dormilones se despertara. 

El hermano José de Arimatea mostró su cariño hacia Jesús, y agradecimiento, haciéndose responsable de bajarlo de la cruz, perfumarlo, envolverlo en una sábana limpia y depositarlo con todo respeto en su tumba. Ya podría irse a casa y a los suyos contando lo que hizo, triste por lo que había pasado, melancólico porque no pensaba verlo más, pero dándole gracias a Dios que en ese último momento se le dio la oportunidad para decirle al cadáver, con hechos, que no era un discípulo perfecto, ni siquiera bautizado, pero que lo amaba y esperaba el reino de Dios del cual le había hablado. (copiado)







Exposición 94

No es una novela narrada por María Magdalena

JUAN 20:1-10

“”.


(Mat. 28.1-10; Mr. 16.1-8; Lc. 24.1-12)

“El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó. Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos. 10 Y volvieron los discípulos a los suyos”. 

Sin tener el ánimo de ser contencioso, voy a dar una posible explicación del por qué la mayoría de las iglesias evangélicas se reúnen el primer día de la semana y no él último. Esto no es para ofender a los hermanos Adventistas Del Séptimo Día. Aquí se dice que Jesús resucitó un domingo, "el primer día de la semana", que es por todos conocido que la mayoría de las iglesias cristianas se reúnen ese día, conmemorando ese evento. Hay hermanos que también creen en la resurrección de Jesús, pero como no encuentran ningún mandamiento de él que indique que ya el sábado como día de reunión del pueblo de Dios estaba obsoleto, ellos continúan reuniéndose el séptimo día y descansando el primero, en concordancia con la creación del mundo.

Es cierto que no hay ningún mandamiento que indique el cambio de un día para otro, quiero decir de modo específico. El cambio ha sido hecho a mi entender, porque los cristianos sin mostrar desprecio para el séptimo día, sobre todo dentro de la población gentil, pensaron que al moverse la ley y hacerse cambios dentro de ella, el sábado también se movió, y guiados por el Espíritu Santo estimaron que el domingo era menos judío que el sábado, y que si glorioso es este día debido a que en seis días Dios hizo el mundo y descansó el séptimo, el primer día de la semana lo supera porque con la resurrección de Jesús brota la resurrección del mundo, o sea una nueva creación (Hch.20:7; 1Co.16:2). La flexibilidad que por la gracia tiene el primer día de la semana, carece de ella el último, o sea que el primer día de la semana dentro de un esquema cristiano de salvación es más apropiado que el inflexible y ritual sábado.

No obstante también es cierto de que dentro de la rama judía aún en la iglesia apostólica, el sábado continuó siendo el día de reunión, en el templo, en las sinagogas y por las casas. Los hermanos primitivos estaban conscientes de eso pero también pensaron que no habría pecado, ni se faltaría al espíritu de la ley ni se mermaría la gloria de Dios si el sábado no formaba ya parte de la salvación. No hay indicación que ellos lo trataran sin respeto, simplemente impulsados por el Espíritu, dejando las ceremonias, lo abandonaron también a él, sin que en algún concilio ecuménico se acordara el traslado, porque había otras cosas más importantes que discutir, sino fue algo que pertenecía al desarrollo de la cristología y a la expansión del evangelio dentro del mundo gentil; y además, no tenían acceso a las habitaciones sagradas para hablar bien del que ellos habían matado. Obligados por las circunstancias a cambiar el día de reunión. 

Pasando a otro asunto, me parece que todo el pasaje está escrito con alegría, específicamente reflejando el gozo que tiene el autor al relatar la historia de los sucesos que vio, porque menciona la carrera entre ambos, y que él le ganó a Pedro (v.4), algo que en comparación parece trivial. La supuesta explicación de la ventaja quizás sea porque era más joven. Si el anuncio del nacimiento de Jesús fue "de gran gozo para todo el pueblo", mayor que esa angelical noticia fue la que oyó María Magdalena, que la tumba estaba vacía, desocupada, que no había nadie en ella, que la roca de la puerta estaba movida, y como no era una erudita en la Escritura, y tampoco se acordaba de los anuncios de Jesús con respecto a su resurrección, pensando deprisa llegó a la conclusión que el cadáver no estaba allí porque se lo habían robado.

Y ¿para qué quiere alguien robarse el cadáver de un crucificado? Y ¿cómo podrán robárselo si estaba custodiado el sepulcro? Esa teoría enseguida fue desechada. No obstante aunque la explicación no tuviera sentido, el hecho mismo que el sepulcro estaba vacío habría que investigarlo, y eso fue lo que hicieron Pedro y Juan, y ya que éste, quizás también más ligero de peso llegó primero, y es el que cuenta la historia, se detuvo como en el portal y miró hacia adentro del hueco y vio los lienzos puestos allí pero no entró, no por cortesía sino quizás por miedo, como dicen ciertos manuscritos.

El sudario también estaba, y eso indicaba que la teoría del robo quedaba desechada porque nadie desviste un cadáver para llevárselo, ni siquiera para fingir una resurrección, lo que sí es más probable que los detalles concuerdan con alguien que se despierta y se despoja de la ropa, y como meditando mientras camina algunos pasos, decide enrollar el sudario que tenía sobre su cabeza y ponerlo en un lugar aparte (v.7). O sea, Jesús caminó de un lado a otro de la tumba, hasta que salió de ella sin presentarse a los soldados y dejando el recinto vacío para que se acomodaran dentro un par de ángeles, que Juan no menciona, porque no los vio.

Hay muchos detalles variados, no incoherentes, con respecto a la resurrección de Jesús y el abandono del sepulcro, que indican solamente la grandeza del suceso y lo incompleto que somos para poder intelectualmente abarcar en solitario la inmensidad de lo que ocurrió en un pequeño recinto cerrado. Estos detalles precisamente son contados por Juan porque son los que están relacionados con su testimonio y con su fe. Si esto también lo dice para que crean. No recogió aquellas prendas ni se las llevó a casa como reliquias. Todavía no había comenzado la superstición con esas cosas, ni el engañabobos que por pertenecer a algún creyente, ni al propio Jesucristo, esas prendas obren milagros, y mucho menos las que supuestamente pertenecieron a mártires. Por lo visto las dejó allí, y Pedro hizo lo mismo, y nadie las retornó a la familia, a José de Arimatea o alguna de las mujeres.

Lo que se sabe sobre todos los escritos de este suceso es que la resurrección no fue imaginaria, no fue una novela narrada por la escritora María Magdalena, ni soñada por pescadores de Galilea, porque ella como todos los otros, aceptaban la sencilla versión que alguien se había llevado el cuerpo, olvidada por completo, y olvidados por completo de lo que Jesús había dicho, en lo que aquí posiblemente se llama la Escritura, o dentro de los libros sagrados judíos. Y teniendo en cuenta la multitud de gente que niega la resurrección, él afirma lo creo porque lo vi" (v. 8). (copiado)


Exposición 95

María Magdalena ¿una dama de la alta sociedad?

Juan 20:11-18

 (Mr. 16:9-11) 

11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; 12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. 13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. 14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. 15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. 16 Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). 17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. 18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas”. 


Primero que todo veamos algunas aclaraciones sobre pequeñeces. Los críticos bíblicos, los que escudriñan los evangelios se deleitan en supuestas contradicciones en cuanto a los relatos. Que en vez de dos ángeles los que ella vio, fue uno. Que se hallaban en el portal de la tumba, o en los extremos. Esas son nimiedades. En lo posible me parece que la explicación correcta es que en efecto ella vio dos, pero uno le dirigió la palabra y el otro se quedó callado. De todos modos la esencia del relato no sufre de ninguna inseguridad: Jesús no estaba en la tumba, estaba vacía, y había ángeles allí, sea uno o sea un regimiento. 

Volverse incrédulo y desechar estos sagrados escritos como inspirados por Dios, es una bobería, y para los tales tengo poca paciencia como interlocutor. Estos dos espíritus distribuidos de esta forma hacen recordar los querubines que fueron esculpidos sobre el arca del pacto, uno en cada extremo de ella. Y la tumba de Jesús es esa arca sagrada donde se vertió la vida de nuestro Redentor para el perdón de pecados de todos nosotros. Estos dos ángeles no están absortos como aquellas dos esculturas mirando el propiciatorio, sino que están sentados, en actitud de reposo y triunfo, o más bien en una actitud de espera paciente, la venida de los testigos del acontecimiento y el mensaje que tendrían para ellos. 

En esta segunda parte quizás podamos ver destellos de quien era María Magdalena. Me parece una mujer de distinción y educada a quien Jesús sanó uno a uno de siete males (Luc. 8:2,3). Está incluida en el grupo de mujeres con rango y distinción, que ayudaban económicamente a Jesús, incluyendo a Juana esposa de un intendente de Herodes. Si así fuera, se trata de una mujer honorable, de sensibilidad, y profundamente agradecida a Jesús, atraída principalmente por el ministerio didáctico de Jesús. 

También es notable la forma respetuosa y elegante con la cual se dirige al hortelano. No le dice que él lo ha hecho desaparecer sino que si lo ha trasladado a un lugar permanente, que por favor le diga dónde se encuentra y ella asumiría la responsabilidad. Por eso es que dice "yo lo llevaré", lo cual confirma que tenía recursos, amigos o siervos, para el traslado y podría encontrar un lugar donde sepultarlo. Es decir se ofrece para asumir la responsabilidad de todo el funeral de Jesús, costeando lo que costara. 

Por su llanto uno supone que amaba al Señor, y puede comprobarlo si la escuchara llamarle a él "raboni", que en caldeo o sirio quiere decir "mi Maestro"; no simplemente maestro o Rabí. Es algo similar a "mi Jesús" "mi Señor". Por eso me parece que su relación favorita con Jesús consistía en escuchar y aprender el evangelio. En las palabras con las cuales se dirige al hortelano hay destellos, claro que mínimos, pero ciertos de lo que he dicho. En el momento de este relato no alcanza a reconocer a Jesús y lo confunde con el hombre encargado del huerto. Posiblemente porque Jesús después de su resurrección cambiaba de forma, borrando todos sus rastros, y por otra parte ella tenía irritados sus ojos y con lágrimas. 

Así que María Magdalena debiera ser conocida no solamente como una mujer llorona, que no lo era, porque sus motivos tenía, sino también como una dama de la alta sociedad y testigo fiable de su relato sobre la resurrección de su Maestro.  Ella es ejemplo admirable para los que en la aristocracia viven dominados por muchos demonios, y cómo pudieran abandonar a esos espíritus impuros. Comenzando con el ministerio de Jesús y el de los apóstoles, se lee que aunque se estaba alcanzando primero a los que no eran nobles (1 Co. 1:26), pronto las doctrinas del cristianismo también llegaron a los excelentísimos como Teófilo (Luc. 1:3), y a esta dama de Magdala.  (copiado)



Exposición 96

La predicación de un Jesús ubicuo

Jn. 20:19-25

(Mat. 28:16-20; Mr. 16:14-18; Luc. 24:36-49) 

19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. 20 Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. 21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos. 


No fue una visita de cortesía la que les hizo. Llegó hasta ellos para activarles el llamamiento al ministerio. El miedo que los apóstoles sentían no era por ser encarcelados sino por morir. Si algo necesitaban urgentemente, era cambiar el estado emocional que sentían. Un estado psíquico que rápidamente no les abandonaría a no ser que Jesús duplicara la paz en sus corazones (vv. 20,21). El Señor les dijo que no los dejaría huérfanos, y con su presencia entre ellos les hace sentir que no están solos y abandonados, sin líder y sin cabeza, sino todo lo contrario que allí está él, y estará con ellos de una forma invisible e incorpórea; tal vez las apariciones en diferentes formas fueran un entrenamiento para adquirir la convicción que él sería el mismo aunque estuviera fuera de la vista, y que su cuerpo glorioso no estaría limitado por el espacio u obstáculo alguno. Los discípulos quedarían impresionados por esta nueva forma de comunicación con ellos, y aprenderían que tendrían su compañía en forma espiritual con la convicción que el Espíritu Santo procedía de su boca, que sería su mismo aliento cuando les hablara y los acompañara como su vicario. 

El hecho que Jesús soplara es un símbolo, un gesto para darle firmeza y recuerda a la doctrina. Pertenece únicamente a él, y en esa sola ocasión. No hay ningún registro apostólico que éstos fueran por el mundo, soplando. Las palabras del v.23 son una repetición (Mat.16;19; 18:18); y creo que lo más importante al escucharlas es aclarar que no se trataba de entregarles a ellos el perdón de todos nosotros, ni a ellos ni a sus sucesores, que son los pastores evangélicos y no los sacerdotes católicos romanos. ¿Dónde ha leído usted en todo el Nuevo Testamento que Pedro, por ejemplo, recibiera confesiones de pecados de los hermanos y les otorgara perdón? 

Las palabras leídas de modo superficial parecen indicar que Jesús los estaba autorizando para que en lugar de Dios recibieran a los pecadores y los perdonaran. Pero esa interpretación nada más que de pensarla asusta. Dios no ha dado esa tremenda responsabilidad a nadie sino a Jesús (Mr.2:7-12). Las palabras apostólicas que más se acercan a estas dichas por Jesús, fueron las de Pablo, "porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan y en los que se pierden, a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y aquéllos olor de vida para vida" (2Co.2:15,16). 

Si tomo estas palabras paulinas, dichas por el Espíritu Santo, que salieron de la boca de Pablo, e interpreto las de Jesús, lo que quiso decir fue esto "por medio de la predicación, que es la llave del reino de los cielos, y el testimonio de ustedes, los pecados de muchos serán remitidos y los pecados de otros serán retenidos, o sea serán endurecidos". La llave que abre y cierra la puerta del cielo es el conocimiento que se adquiere por medio de la predicación (Luc. 11:52; Mt 16:19). La predicación es un don de Dios dado no solamente a Pedro sino a todos los apóstoles, que salieron desde allí, seguros de predicar a un Jesús crucificado, muerto, enterrado y resucitado, y hecho ubicuo, omnipresente por la virtud del Espíritu Santo, abriendo y cerrando la estrecha puerta de la salvación en todos los países y en todos los auditorios.


Exposición 97

“El testimonio de la iglesia es tan seguro como verlo con los ojos”

                 “Soy como Santo Tomas, si no veo no creo”

Juan 20:24-31

“24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. 26 Ocho diez después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! 29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.  


Lo primero que los diez apóstoles le dirían a Tomás cuando regresó "¡no sabes lo que te has perdido por no estar aquí, Jesús nos visitó!". Se lo dirían alegres pero en serio. Tomás se dio cuenta que no estaban bromeando pero no podía creerlo, y les contestó que no, que tal vez sería otra cosa, un fantasma, o ilusión óptica de ellos, pero que el real de Jesús era imposible que hubiera estado allí. Y ahí quedó el asunto, Tomás no convencido, y nada pudieron hacer sus compañeros para que les diera crédito. Es curioso que Jesús no los hubiera contado ni preguntara por él. Aunque notó su falta no hizo comentarios. Ya le enterarían cuando regresara, y esperaban que lamentara haberse hallado ausente. Sin embargo ocurrió lo contrario si esa fueron las expectativas normales de cualquiera. 

Cuando el discípulo por fin llegó, arreglados los asuntos que tuviera que arreglar, se sentó junto a ellos moviendo la cabeza de un lugar a otro y con énfasis diciendo que le era imposible tomar en serio la versión de ellos que Jesús estuviera vivo. Sus compañeros se dieron por vencidos y le dirían "allá tú si no nos quieres creer, pero no estamos jugando, Jesús estuvo aquí". Y la vida escondida de los discípulos continuó su curso. Pero al Señor no hay que informarle nada. Aunque el cuerpo de Jesús no estuviera con ellos cuando Tomás dijo eso no quería decir que sus ojos y sus oídos no estuvieran presentes. 

Ocho días después se apareció Jesús y volvió para sacar de las dudas a su discípulo escéptico. Le citó palabra por palabra lo que había dicho y le ofreció la solución que él pedía, le mostró sus manos, y se las acercó al rostro para que no tuviera dudas, y además le completó la petición enseñándole la herida que tenía en su costado y dándole permiso para meter su mano en el hueco si eso es lo que le convencería de que estaba vivo. Todas las demandas para hacer un creyente en la resurrección les fueron dadas. Esto fue una condescendencia excepcional que Jesús usó con él, porque su actitud de descreer a sus compañeros no merecía ninguna complacencia. Jesús había enseñado "a Moisés y a los profetas tienen, óiganlos"; y además debía recordar las muchas veces que les dijo que moriría y resucitaría. Tomás creía a Jesús hasta su cruz pero no en la resurrección. Para él seguía muerto, y tal vez por su desaliento, desencanto, frustración, se hallaba fuera de la reunión, cuando en realidad más lo necesitaba: el apoyo y las palabras de sus compañeros. 

En realidad si algo se puede reconocer es la expresión sincera de su incredulidad; y pudiera ser que tal honestidad pública, no escondida, no fingida, mostró que tenía remedio y para eso estaba Jesús de regreso. Si su fe hubiera sido fingida y su escepticismo tapado para no perder el rango apostólico, se hubiera quedado así quién sabe por cuánto tiempo. Su cristología sin esa última doctrina no sería cristianismo. Tenía que estar seguro que Jesús estaba vivo de entre los muertos, que la tumba estaba vacía, que lo que decían las mujeres y el resto los apóstoles era estrictamente cierto. Esas cosas tenían que formar parte de su fe para que formaran parte de su predicación, y de su título apostólico. Nuestro Señor no le hizo un juicio público sobre su incredulidad sino que sin ofenderse le trajo las evidencias que estaba pidiendo. 

No se dice si aceptó la proposición y se dirigió hacia el sagrado visitante para tocar con sus propias manos las heridas. Supongo que no tenía necesidad de palpar lo que sus ojos estaban viendo, y comprendió que su incredulidad era exagerada, que no necesitaba tanto, y lo que pasó fue que su fe debilitada en el origen divino de Jesús se fortaleció completamente y declaró públicamente que en adelante además de llamarle Señor Jesús también podría llamarlo Dios, porque demostrado estaba que era Hijo de Dios. Eso daría a entender que las dudas de Tomás no eran nuevas. No eran de ahora sino de mucho tiempo atrás. Tal vez desde que junto con Felipe mostró que ambos no acababan de comprender bien que "el Verbo era con Dios y era Dios". O sea la deidad de Jesús. 

La resurrección sería el sello de esa doctrina, y que Tomás por mucho tiempo arrastró sin poder creerla completamente. La una y la otra estaban relacionadas. Si el Padre resucitaba a Jesús eso era suficiente y podían decir "nos basta". Ante sus ojos atónitos el honesto incrédulo abandonó su parcial escepticismo y quedó inaugurado en ese instante como un apóstol completo, un genuino pastor que confiesa a Dios como el Padre y a su Hijo como el Verbo encarnado, "Señor mío y Dios mío".

No fue una espontánea declaración de fe sino porque junto con la evidencia Jesús le cargó también un honesto reproche, que no fuera incrédulo sino creyente (v. 27); que cambiara la visión del conocimiento en esta cuestiones, que no es con laboratorios, microscopios ni telescopios, porque no se trata de pragmatismo científico sino de una realidad insuperable, que no se puede explicar sino de modo sobrenatural.  O sea, sepan los que dicen "yo soy como Santo Tomás que si no veo no creo, soy un individuo pragmático", que en cuanto a lo que Jesús se refiere eso no es un chiste ni da gracia, y no vale una sonrisa ni un aplauso. No sé cómo pudiera calificar lo contrario a bienaventurado, tal vez réprobo, desgraciado, infeliz; eso es todo lo que se merece que le digan a los incrédulos, y si resultan ofensivos los antónimos, reclamen a Jesús "el autor y consumador de la fe". Jesús dijo a los incrédulos que cambiaran esos calificativos por las bienaventuranzas, que el asunto debe presentarse a la inversa, los bienaventurados son los que escuchan y leen el evangelio y lo creen aunque no hayan sido testigos oculares ni estuvieran presentes hace dos mil años en esa casa con los diez miedosos. Supongo que a partir de entonces el hermano Tomás aprendería a no estar ausente de las reuniones y a creer en el testimonio de la iglesia, que es tan seguro como si lo viera con sus ojos


Exposición 98

Un libro para mentes inquisitivas

Juan 20:30,31

30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. 


Se está terminando el libro y su autor, Juan, piensa que ha omitido muchísimas cosas que los evangelios sinópticos cuentan, y que ya su volumen es suficiente amplio y comprimido como para que quien lo examine pueda aceptar que Jesús es el camino, la verdad y la vida, la Palabra hecha carne, que quien lo ha visto a él ha visto al Padre, y que es el Mesías, y por supuesto Hijo de Dios. Todas esas cosas están declaradas en estos pergaminos y el joven apóstol, si todavía era joven, estima que es una bienaventuranza el creer a Jesús y que tal fe, dogmática e indubitable, es suficiente para la vida eterna.

Considera que ha escrito las cosas esenciales, y si no son tantas, se pueden leer y releer, rumiarlas e investigar "para ver si estas cosas son así", porque el autor no escribió solamente para deleite personal sino para compartir evidencias que corrigieran la incredulidad de sus lectores y pasaran de ser reprobados e infelices a bienaventurados creyentes. Los otros evangelios tienen un propósito histórico pero éste, el cuarto, su fin es utilizar la cristología más elevada para alcanzar a individuos pensantes en un mundo griego, y convencerlos con los argumentos de un testigo ocular, de los sucesos que tuvieron lugar en la vida de Jesús. Al menos los principales, lo que él considera esenciales para que cualquier mente inquisitiva les de su asentimiento. Su motivación es limpia y contiene la pureza que debiera tener todo autor cristiano y todo predicador desde el púlpito, que su auditorio obtenga la vida eterna y Dios sea glorificado.  (copiado)


Capítulo 21

Exposición 99


Casi todos los peces del lago lo oyeron

Jn. 21:1-14

“Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos. Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 10 Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. 11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. 12 Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. 13 Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. 14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos”. 


No hay posibilidad que los evangelistas exageraran algún aspecto de la historia de Jesús. Lo que se ve es contrario. Por ejemplo, este evangelista aquí dice que ésta fue la tercera vez que Jesús se manifestaba a los discípulos. Sin embargo, contó menos porque Jesús, si colectamos lo que dicen los evangelios sinópticos, se les manifestó a todos o a algunos, alrededor de once veces, y eso sin tener en cuenta que este escritor dice que Jesús hizo y dijo muchas cosas que él consideró que no era necesario que las escribiera. Es de mucha satisfacción cuando en nuestra lectura bíblica con los años nos vamos dando más y más cuenta de la veracidad de los escritos sagrados.

La desorientación de los discípulos en este momento parece completa. Habiendo visto tantas veces a Jesús con su cuerpo glorificado no piensan en qué hacer con toda aquella información que ya tenían. El grupo decide, supongo que por necesidad y no como una forma de reanudar el oficio, irse a pescar. Jesús como vimos es condescendiente con cualquier tamaño de incredulidad que enferme a alguno de sus discípulos. No les reprocha el estado de ánimo que los embarga, ni lo lejos que se encuentran del llamamiento de volverse pescadores de hombres, y no de peces. Más bien, los dejó que trabajaran sin rendimiento hasta que al rayar el alba decide aparecerse en la playa, no para bañarse sino esperando hablar con sus antiguos discípulos. Como en otras ocasiones sus amigos no logran captar su nueva identidad, y aunque su estatura, su forma de andar, sus movimientos y su voz fueran la misma, no le reconocían.

Jesús se dirige a ellos no por nombres sino como "hijitos" (v. 5) que es una forma sentimental y cariñosa, que el mismo Juan adoptó cuando era anciano (1 Jn 2:28; 3:7, etc.). No hay muchas indicaciones donde el Señor muestre sus afectos por ellos, pero algunas para no pensar que se trataba de un Rabí seco. Juan varias veces reclama el título de un discípulo amado, y hasta parece gloriarse con la frecuencia, suspendiendo como se llama para hacer esa afirmación, reconocible por todos. Se recostaba sobre su pecho. Así les llama hijitos, con cariño, y les pide de comer como si fuera un pobre que solicita asistencia, y extiende su mano a ellos.

No obstante cuando le dijeron que nada cocido tenían porque nada habían pescado, se nota que ellos por la obediencia que le dan a sus palabras, no pensaron que se trataba de un desamparado sino que tiran la red en el sitio que les dice, y con la autoridad de su palabra como respaldo. Otra vez sus amigos comprueban la autoridad que tenía y siempre sus efectos eran asombrosos. La red salió de sus manos al aire y cayó en el agua y se hundió, y al momento se dieron cuenta que si no se había trabado con alguna rama, peces había atrapado. Cierto. Todos los peces del lago, o por lo menos ciento cincuenta y tres de ellos recibieron la orden de nadar hasta ese lugar. Y en unos segundos ya estaban envueltos en la malla y siendo arrastrados hacia la orilla. El Creador del universo con su palabra ordenaba a las criaturas que hicieran esto o hicieran aquello, que vinieran acá o fueran allá, emigraran de un sitio a otro; que abran sus bocas o las cierren. Si el apóstol quiso, en un momento pudo reflexionar en esta experiencia en relación con su ministerio, que Jesús si lo quería podría atraer, así como los peces desde los cuatro puntos cardinales del lago, la gente hacia la humilde malla de su ministerio, es decir debajo de su influencia o predicación.

Comprendieron "los hijitos" que ese amistoso personaje no era otro que su tierno Maestro, poderoso en palabras y en obras (Luc. 24:19). Cuando llegaron a la orilla se dieron cuenta que hambre no tenía, porque asaba un pez, y si no alcanzaba para cada uno sino un pellizco, eso se agradecía por la cortés solicitud. El, hambre no tenía y lo mismo podría sacar del agua con su mano uno que con una red cien. En el relato el autor del evangelio no se queda callado sobre los privilegios personales que tenía con él, y se atribuye la voz de aviso. Supongo que veía mejor.

Pedro, entusiasmado se echó al agua con la ropa interior (aunque se dice desnudo no quiere decir completamente sin ropa) queriendo alcanzar la presencia de Jesús primero que todos. Y como eso nadando fácil le sería, y no mediaban dudas, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en la costa. Después fueron llegando los otros, vaciando la red y mirando a Jesús, callados, contentos pero sin pedirles alguna identificación porque sabían de quién se trataba y esa curiosidad, sin exageración, con las cestas llenas de peces, estaba demás.


Exposición 100

Es un mejor olvido cuando se tiene buena memoria

 Jn.  21:15-19

15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. 18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. 19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme. 


Resulta interesante y hasta cristianamente intrigante el por qué Juan habiendo omitido la negación de Pedro, como no lo hacen los tres sinópticos, sin embargo, es el único que de esta manera informa sobre la continuidad ministerial del apóstol, y su rescate al oficio. Más de treinta años ya habían pasados y el apóstol para ese entonces era considerado, junto con él y con Jacobo como una "columna" de la iglesia (Ga. 2:9). Y eso explica el misterio del silencio. Lo diré así, quiso olvidar aquello y lo olvidó, y si no lo olvidó no quiso decir nada, porque lo que pasó ya pasó, y el Pedro de ahora vigoroso y con tanto prestigio y bendición en la iglesia, sería una traición ministerial hacer la más pequeña insinuación a lo que pasó en el patio de la casa de Anás, o Caifás. Las antiguas faltas de los compañeros jamás se mencionan, y menos escribirlas.

Si por la mente de este autor pasó aquello nunca llegó hasta su pluma, sino más bien los tres énfasis de amor que le pidió el Señor para dejarlo en su puesto apostólico y en contacto con sus rebaños, de ovejas y corderos. Si alguien hubiera entrevistado a Juan y le preguntara que cómo es posible que Pedro pudiera continuar como apóstol y pastor si había negado tres veces al Señor, la inmediata respuesta habría sido ésta: "porque ama a Jesús más que todos nosotros". Y si eso fue lo único que Jesús le preguntó y le exigió para que tuviera acceso al púlpito de la iglesia, nadie podría interponerse. Nuestro amado Señor por cada negación, sin mencionarlas, le pidió una confesión de amor que las borrara, y con eso se quedó satisfecho, y con lo que Jesús se quede satisfecho ninguno debe dejar de estarlo.

Ni el mismo Pedro dijo "Señor yo te he negado por tres veces, el descrédito y la culpa me impiden seguir predicando", sino que le dijo "tú lo sabes todo", "tú sabes más de lo que los otros saben, tú conoces más defectos míos que todos ellos juntos, me has perdonado más pecados que a todos ellos, y yo tengo tres veces más perdones que ellos, por lo tanto te amo tres veces más". Un predicador que conozca tanto de arrepentimiento, de vergüenza y de perdón, de amor a Dios, y no sufre por sensualidades, no debe quedarse en silencio. Y si él no había podido ser fiel en esta ocasión, Aquel que tiene el futuro y la gracia en sus manos, y que le había dicho que una vez vuelto confirmara a sus hermanos, ahora le dijo que cuando fuera viejo no esperara el retiro porque la ofrecería en crucifixión con toda la modestia y la gloria a Dios con que vivió y quiso morir.

Su hermano Juan, escritor de este evangelio y compañero en la lid, que lo sobrevivió, supo de la victoria espiritual de su querido compañero Pedro, y de cómo siguió los pasos de Jesús, no en Jerusalén sino en Roma, y es por eso que aquello que supo de primera mano porque él estaba allí, y fue quien pidió que lo dejaran entrar (18:16), y tal vez sintiendo pesar por haberlo hecho, borró lo que sucedió tanto de su memoria, su biografía, como de su evangelio. Leí todo su escrito y no lo hallé, para Juan eso no pasó nunca, aunque tenía buena memoria. Intencionalmente nunca lo oyó, nunca lo supo, jamás lo vio. Lo olvidó, aunque tenía buena memoria. No lo diría, aunque le dieran un millón de dracmas, o cien mil estateros.




Exposición 101

Juan quedó hasta la destrucción de Jerusalén

Jn. 21:20-25

20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? 

21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? 22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. 23 Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? 24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. 25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir”. Amén. 


La última palabra de Jesús a Pedro fue "sígueme" (v. 19). Algunos comentaristas suelen tomarla en dos sentidos, que se refiere a que siga su ejemplo y en sus pasos, o que se refiere a que le pidió que le acompañara hasta cierto lugar para hablar con él. Esta última interpretación es la que menos favor tiene en los comentarios, y la mayoría decide por la primera que les parece más sublime. Pero tratando yo de organizar la escena encontré que me era más fácil su presentación si entendía ese "sígueme" como que se retirara aparte con él, y el joven Juan hablando como siempre en tercera persona, como no fue invitado decidió salir detrás de ambos.

Ambos se dieron cuenta pero Jesús no dijo nada, en cambio Pedro que quizás quería hablar un poco sobre lo que se le había dicho acerca de su martirio, se interesó en el futuro de ese joven discípulo y le dijo a Jesús "¿y qué de éste?" (v. 21). Supuestamente Jesús pudo haberle dicho algo como esto "él no correrá con tu mismo destino sino que sobrevivirá hasta que yo venga". Forzosamente como he comentado en otros evangelios, la destrucción de Jerusalén y del templo particularmente era tenido por los judíos como el fin del mundo, y Jesús en su discurso escatológico mezcla ambas cosas, cuando de la ciudad no quedó "piedra sobre piedra" y el general Tito ofreció un cerdo sobre el altar de los sacrificios. También habla de su segunda venida en gloria. Aquel acontecimiento ya es histórico.

Se puede presumir que ninguno de los apóstoles excepto Juan estaba vivo cuando eso pasó, ni siquiera Pablo. El último en morir fue Juan, cuya fecha según el Apocalipsis ronda alrededor del año cien. La principal objeción que se le puede hacer a esta interpretación es que este apóstol no dice una palabra de esa "segunda venida", lo cual sería un hecho que confirme la predicción de que estaría vivo. Claro, el propósito del autor de este evangelio es hacer énfasis en la verdad de forma dogmática y en el testimonio, no precisamente en profecías cumplidas. Eso lo hace en Apocalipsis.

Sin embargo si se situara la escritura de este evangelio antes del año setenta, su omisión o silencio es comprensible y aceptable. Algunos historiadores sitúan la fecha de su composición alrededor del año sesenta y ocho, pero la que más popularidad tiene es entre el ochenta y seis y el noventa. En cuanto a mi preferencia, por cuestiones exegéticas y teológicas, el apóstol estaría vivo cuando Jerusalén fuera destruida en el año 70, pero siguiendo las orientaciones de Jesús que si la veían rodeada por un ejército huyeran, el apóstol fue uno de los que por fe escapó o no estaba dentro. Jesús quiso que él quedara, y eso a Pedro no le importaba. Por eso es que repite "si quiero que él quede, ¿qué a ti?". Jesús responde duro cuando alguno quiere meterse en el destino de otro.

Ya viejo da su testimonio, que si escribiera todo lo que Jesús dijo e hizo, el mundo no sería un librero apropiado para tener todas las copias que podrían salir de las imprentas. Igual que otros escritores del Nuevo Testamento (Efe.3:3; He.13:22; 1Pe.5:12), él piensa que ha escrito "brevemente" porque hay tantas cosas que Jesús hizo y tanto que dijo, que si alguno de sus exigentes lectores se percata de muchas omisiones, él no negarían que fueran ciertas, pero que para su propósito de creer y testificar, con esta selección era suficiente.  (copiado)










Capítulo 9mejor-----------------


Exposición 44

Es un abuso echarles la culpa a los padres por el hijo minusválido 

Jn. 9:1-12

“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. 10 Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. 12 Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? Él dijo: No sé”.

Lo primero que aprendemos es una lección moral, no culpar a nadie. Si sucede que alguien de una familia nace con impedimentos físicos o se enferma repentinamente, la gente fácilmente le achaca como  un castigo que Dios le manda a la familia por algún pecado desconocido. Es cierto que Dios puede castigar los pecados de los padres en los hijos y por generaciones y es cierto que las enfermedades provienen del hecho que somos pecadores (Ex. 20:5). Los discípulos no habrán querido decirlo pero hay quienes sueñan con lo que se llama reencarnación y que el alma se encarna en una persona y nace enferma para pagar los pecados que cometió en otra vida. Eso es pura imaginación. Se puede juzgar eso por falta de caridad hacia el prójimo. No necesariamente tiene que ser esa la razón. Jesús libró de culpas a los padres y al ciego. ¿Cómo va a pecar si nació siendo ciego?  Es un abuso echarles la culpa a los padres que su hijo nació enfermo porque ellos han pecado contra Dios y él los castigó con esa cruz. ¿Y qué pensará el inocente si se le explica que su ceguera le vino por culpa de sus padres? Dios hace algo mejor, el niño es enviado ciego al mundo, cualquiera sea el origen genético que se le dé, por la voluntad de Dios y con un propósito, quizás por muchos años desconocido. O los padres nunca lleguen a saber por qué les ocurrió eso. Y en este caso específico para sanarlo y que los padres y todos los que se enteren le den gloria a Dios. Pero pudiera ser que nunca, y que la enfermedad misma sea un medio de salvación. Quiso decirles que tenía el tiempo contado para hacer todas las obras que el Padre le dijo que hiciera para que creyeran que era la luz del mundo (v.5); y en seguida supo que aquel hombre era uno de los trabajos que tenía que hacer y cómo hacerlo. Es una forma en que lo sana es un tanto extraña y humillante. Jesús pudo haber pedido un poco de agua en lugar de usar su saliva. El ciego aceptó que le ensuciaran sus ojos con barro y saliva y obedeció, y fue donde le dijo, al estanque de Siloé y se los lavó. Creyó en la palabra del Señor y fue sanado. No porque aquellas aguas tuvieran algún poder sobrenatural sino porque Jesús las escogió aunque distantes para que el hombre tuviera un tiempo de ejercicio de su fe y obediencia. Otra cosa muy bonita, cuando una persona es recién convertida a Cristo y su testimonio no ha sido establecido sus conocidos se confunden. Unos creen que es la misma persona pero otros tienen sus dudas. La gente quiere saber quiénes somos ahora porque nota que ya no somos iguales. Este hombre no era el mismo porque caminaba distinto y porque veía y lo notaron pero como el cambio era milagroso no podían asegurar que se trataba de la misma persona que ellos conocían. Unos, los que lo conocían mejor aseguraban que era el mismo mendigo con algunas cosas de menos y otras nuevas; de menos el perro y el bastón y que ya no pedía limosnas públicas. Así el que ha sido siempre ciego para lo espiritual y ahora lee, entiende y mira las cosas como son, atrae la atención. 

Pero otros le hallan un parecido aunque porque retiene semejanza con lo que ellos conocían. A unos y otros les explicó cómo obtuvo el cambio, cómo dejó de ser ciego y veía, e identificó a quien lo hizo. Hizo bien en aclararles las dudas. Aunque llevaba poco tiempo como vidente y conocía poco. No dijo que él había cambiado por sí mismo sino que fue cambiado. Y eso aunque su cambio es grande sus conocimientos son limitados. No hay que esperar conocer como un apóstol para aclararle a la gente por qué se es cristiano.  Fíjese lo poquísimo que conoce, sólo el nombre pero adjudica a él su beneficio y por supuesto con eso lo nombra y su testimonio de sanación confirma los pronunciamientos teológicos que estaba haciendo el Señor. Si tu cambio llama la atención, explícalo, para gloria del Señor y la conversión de otros.  Jesús no les achacó la culpa de la malformación del hijo a sus padres, del hijo minusválido. No los hizo sentir culpables. Y criaron hasta la adultez un hijo ciego, sin culpar a Dios tampoco, y lo hubieran continuado ayudando toda la vida, amándolo y ensenándolo para que no tuviera que depender de otros ni mendigar, sin acusar a Dios. 


 

Exposición  45

El poder de Dios mostrado en la vida de los cristianos es lo que defiende el dogma

Jn. 9:13-23

13 Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14 Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. 15 Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. 16 Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos. 17 Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. 18 Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19 y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? 20 Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; 21 pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. 22 Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. 23 Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él”


¿Con qué propósito lo llevaron? No para que alabaran a Dios o se gozaran con el ciego y la contenta familia. Esto mortificaría más a los fariseos; pero lo que lograron fue aumentar la hostilidad contra Jesús por violar el sábado y poner contra la espada y la pared a las autoridades. O quizás usar el testimonio del ciego, como quien dice restregárselos en la cara y decirles por medio de él lo que ellos no se atrevían directamente. El poder de Dios mostrado en la vida de los cristianos es lo que defiende el dogma y las confesiones de fe. Podían decirles sin palabras “es el Mesías, es Hijo de Dios”. Los jurados por viciados que se hallen podrán oponerse a las doctrinas cristianas pero serán poco eficaces sus oposiciones si el poder de Dios en las vidas de los cristianos es opuesto a las leyes injustas, a las inmoralidades que practican y al miedo que crean en el pueblo. Fíjese que le repite el testimonio sin editarlo ni añadirle  nada, palabra por palabra les repitió lo que les había dicho; y no pudieron sacar de él alguna contradicción o alguna mentira ni mucho menos algo contra Jesús su benefactor. Y esa clase de testimonio puro surtió el mismo efecto de una predicación, fue olor de vida para unos y olor de muerte para muerte para otros. No quiero decir que uno puede dejar de predicar a Cristo y sustituirlo por el testimonio personal. En este caso fue lo mismo porque era lo mismo pero después de este tiempo no es igual. Si se convirtieron de verdad no lo sé pero fue un gran paso en esa dirección porque confesaron la aceptación de lo verídico del milagro y la aceptación de Jesús como un auténtico profeta. Otros no, hubo algunos que no aceptaban que se humanizara el sábado como lo quería Jesús (Luc. 6:9); y así obraban en todo aquello que decía la ley de Dios, poniendo la observancia de las ceremonias por encima de las relaciones humanas. Un ejemplo de eso es la práctica de dar diezmo y la obligación con la familia (Mat. 15:1-6).  Pero lo que quiero señalar es el efecto evangelístico que tuvo un testimonio con pureza de palabra y de hechos.

De todas maneras quieren que el ciego cambie su testimonio; parece que no desean oír más que era ciego y ahora no, lo que buscan es alguna mala opinión de él hacia el Señor porque le dicen “qué dices tú de él ya que te abrió los ojos”. Eso es para dañarlo si dice algo bueno sobre Jesús y se los dijo que era un profeta (v.17). Habían empeorado las cosas porque el ciego por el continuo testificar ante ellos les había ido perdiendo el miedo y reflexionado sobre Jesús llegando a la conclusión que les dijo. Si uno junta el valor y la reflexión bíblica el testimonio se vuelve poderoso, más grande e impactante, como ocurrió cuando los discípulos pidieron “confianza y valor” y el lugar donde estaban reunidos tembló.  

Llamaron a los padres no para que les repitiera lo que ellos mismos sabían y todo el mundo sabía, que era ciego de nacimiento sino para que mintieran y por miedo se pusieran de parte de ellos y dijeran que no era ciego. Pero ellos dijeron, al unísono, la verdad que no les traería problemas: que su hijo nació ciego como todo el mundo sabía y declinaron dar una elaborada opinión, a favor o en contra, es decir se pusieron neutrales en relación con el milagro y su autor, sosteniendo su neutralidad con ignorancia cuando posiblemente sí lo sabían. Confesaron menos que el hijo quien dijo que Jesús era profeta. Uno los entiende porque eran personas mayores y apegadas a la sinagoga y aunque pensaran que era profeta o el Cristo, se callaron para que no les prohibieran entrar a las reuniones. Aunque no hicieran una buena confesión tampoco mostraron simpatía hacia ellos porque les dijeron “edad tiene, preguntadle a él” (v.23); y eso los tiranos que logran amordazar al pueblo no pueden evitarlo que de algún modo aunque sea pequeño les muestren repulsión y las simpatías ocultas hacia Cristo y la verdad. Esos, si las circunstancias pierden su tensión y el peligro disminuye, permitiría a esos dos adultos de poca fe y timoratos, hacer que la admiración escondida por Jesús y el evangelio, los conduzca a la conversión y discipulado. Así que el poder de Dios mostrado en la vida de los cristianos es lo que defiende el dogma; y esa clase de testimonio puro surtió el mismo efecto de una predicación.



Exposición 47

No llores si te expulsan por confesar lo que no puedes negar

35 Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36 Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 37 Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. 38 Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. 39 Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. 40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”.

Por supuesto que se va a buscar  problemas; pero el beneficio recibido y experiencia tenida hacían imposible que este señor se endureciera. Con los labios sellados no permaneció, y frente a todos ellos, en público, se postró sobre su rostro y le adoró (v. 36). Sin duda alguna, la confesión de Hijos de Dios equivale a confesar que tiene divinidad, y además postrarse ante un mero hombre como profeta, por engrandecido que sea debido a su fama y a otras cosas, sería idolatría. Jesús, sin ambages, le dijo que él era el Hijo de Dios. Así francamente “el que habla contigo, él es” (v. 37). Esa clase de testimonio público tuvo que haber llegado muy lejos, era una osadía espiritual tremendamente poderosa. Su testimonio personal lo había llevado a que le cerraran las puertas de la sinagoga. No más oración allí, no más cánticos allí, no más estudios allí, separación de sus compañeros, etc; era como un exilio cultural y religioso. Fue una situación inevitable y la consecuencia de su buen testimonio; y oyendo Jesús lo que le había pasado lo buscó y “hallándole” continuó con él su superación doctrinal, enseñándole que era el Hijo de Dios, cosa que nunca hubiera aprendido ni podido confesar dentro de la sinagoga judía, porque era la primera doctrina cristiana de la Santa Trinidad, que el Hijo de Dios es Dios, no otro Dios ni una forma de Dios sino de la misma naturaleza que Dios. Aquella expulsión fue necesaria, para que sus estudios continuaran y su progreso no estuviese amarrado a una teología finalizada, que por cierto Jesús no la remataba sino que la absorbió en su persona. Para que su salvación continuara y su preparación doctrinal continuara. Si en cierta congregación te es imposible adorar a Dios con doctrinas que tienes clarísimas, alégrate si ya no es miembro del grupo y antes que se den un gusto de cerrar de las puertas de acortar alguna venganza eclesiástica contra ti, vete a la calle con el Señor y únete a gente que no está coleccionada con prejuicios vetustos. 

Fíjate que este hombre no se dirigió a Jesús de esta forma “ah eres tú, me alegro conocerte” sino que le adoró, mirándolo con ojos nuevos, por los cuales hubiera pagado una fortuna pero se los renovaron en un distante y por gracia. No una mera inclinación, una respetuosa reverencia a un gran señor. Eso explica por qué los primeros cristianos se postraban ante él y le cantaban himnos. Con el énfasis que Jesús hace en su procedencia divina, y que así lo entendían los furibundos fariseos, hay que pensar que aquí es eso lo que adora el ciego, ahora vidente.

Jesús les dice, ustedes están más ciego que este a quien le di un par de ojos 20 /20. Sin embargo ustedes que presumen de ser un faro de luz para los que se mueven en las tinieblas, están más ciegos que ellos porque cuando afirman “vemos”, y niegan lo que están mirando entonces es que no ven, o quiero decirlo mejor, no quieren ver lo que todo el mundo ve, lo que no es invisible, lo que no está a millas de distancia, sino delante de sus propios ojos, y sin embargo por razones personales y no muy buenas, parece como si tuvieran los ojos vendados. En el v.39 son los que “creen que ven” los que “la gente supone que ven”, los maestros instruidos en la religión, es decir, los escribas y fariseos. Unos creían y estaban fascinados con lo que estaban viendo y oyendo, como si estuvieran transportados al mismo cielo, sin embargo otros que ya los he mencionado bastante, parecían no tener ojos en la cara. La doctrina que se le está enseñando, que el Hijo tiene la misma naturaleza que el Padre, y no pueden negar que Dios está acompañando a ese súbito Carpintero, les parece imposible que sea verídica porque rompería un monoteísmo muy bien enseñado por Moisés. Por eso sus opiniones monto de can ante las evidencias, y salen con la calumnia que el poder espiritual que Jesucristo les muestra lo extrae del infierno. Ésa fue la forma en que Jehová desistió revelar su identidad trinitaria, no mediante un curso teológico sobre el asunto sino con hechos históricos, fáciles de aprehender a un para el menos ilustrado y académico. Jesús no les estaba pidiendo demasiado. Él les dijo, “Yo y el Padre una cosa somos” “el que me ha visto a mí ha visto al Padre”. Y así su divinidad, Hijo de Dios ha llegado hasta nuestro conocimiento, porque lo leemos en los un relatos que ha sido preservados por el Espíritu Santo en la Biblia. Fuera de ella existe el politeísmo, pero en la revelación cristiana se preserva el monoteísmo manifestado en tres Personas. 

Jesús cuando habla con esta clase de gente trata de protegerse de ella más que de salvarla y es por eso que con rodeos, sin responderles directo, les dice que son ciegos y la obstinación de no aceptar su testimonio evita que el pecado sea removido de sus vidas.  Continuarán pecando y en sus pecados morirán (8:24). Aquellos hombres instruidos por la palabra de Dios y orientados a escoger lo mejor estaban dispuestos a creer en él si dejaba de considerarse tan alto, como Hijo de Dios, o sea divino, pero Jesús en honor a la verdad no pudo hacer eso  sino que una y otra vez les explicó que fue enviado por el Padre al mundo; y también de su existencia. La confesión de divinidad de Jesús es esencial para el perdón de los pecados, “sobre esa roca se edifica la iglesia” (Mat. 16:16-18). Es una doctrina de salvación. La Trinidad no sólo es una doctrina cristiana sino que quien la niega no es cristiano. Dicho esto por Jesús. Si una organización religiosa no confiesa la divinidad de Cristo, es el deseo de Dios que la abandonemos lo antes posible y nos hallemos con Jesús fuera de allí, donde podamos seguir las consecuencias de esa confesión que es la adoración de Cristo. No hay que esperar que nos echen, si vemos que no podemos hacer nada por un cambio, es mejor por nuestra propia voluntad irnos y buscar alguna otra con la cual tengamos afinidad doctrinal. Organizaciones donde no se puede adorar a Cristo como Dios son los mormones, los Testigos de Jehová y otros independientes que no son cristianos y siguiendo lo que el Señor enseñó aunque presuman de tener los ojos abiertos, son ciegos y leen y estudian libros y Biblias, con los ojos cerrados. No les guía a toda verdad el Espíritu Santo, y ellos no han creído ni aceptado el testimonio que Jesús dio de sí mismo. No hay iglesia cristiana donde se niegue la Santa Trinidad. No llores si te expulsan por confesar una convicción doctrinal que te ha sido de bendición y hasta solo por gratitud no podrías negar.












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