Con la oración, un suspiro
Marcos 7:34
"Y levantando los ojos
al cielo, suspiró profundamente y le dijo: ¡Effatá!, esto es: ¡Ábrete!".
Nota esa palabra, gimió (suspiró);
también significa "estar en estrechez", de alma, por supuesto;
"murmullo", "orar" y "suspirar". Ese suspiro
profundo ya era una oración. Ella aparece al menos dos veces referida a Jesús,
una aquí cuando sanó a este mudo y otra cuando le pidieron alguna señal para
creer en él (8:12); la hallamos también referida al Espíritu Santo cuando
intercede por nosotros, con gemidos
indecibles (Ro.8:26); que literalmente es "con suspiros
profundos". El Espíritu Santo en nuestros suspiros.
Es una expresión de profunda
tristeza y refleja una agonía o lucha espiritual. Es un error suponer que
nuestra bendición el Señor la consigue de modo fácil, que sólo basta que mueva
un dedo y ya recibimos lo que pedimos, o que pacientemente con una sonrisa en
el rostro aguarda a que vayamos a él para en un santiamén hacernos salvos y
darnos el gusto. El "justo con dificultad se salva " (1Pe.4:18).
Tenemos que estar conscientes que nuestra perdición excede los límites de
nuestra concepción y posibilidades, que estamos más perdidos de lo que sospechamos.
Este es un cuadro de un Salvador luchando en agonía para salvar a un pecador,
con oración y suspiros.
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