Cómo será nuestro cuerpo de gloria


Lucas 24:36-42
"Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo:¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo:¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos".

Jesús no admitió que él estaba vivo de otra forma que no fuera por resurrección; ningún tipo de cambio. El cuerpo "espiritual" que resucita no es intangible; comió para probar que se vestía con su antigua humanidad. Pero glorificada. ¿Será así nuestro cuerpo eterno, formado por partes vitales y dependientes de su funcionamiento y nutrición? No. ¿Un cuerpo renovado para disfrutar de la creación? Es difícil saber eso, es un misterio, y lo que se dice es que nuestro cuerpo será “semejante” al suyo, y glorioso, “al cuerpo de la gloria suya” (Flp.3:21); y que “es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Cor.15:53-58). 

Un cuerpo que “no sólo vive de pan” sino de “toda palabra que salga de la boca de Dios”; y si fuere necesario, y quiere dar esa prueba, se pudiera ingerir alimentos porque así se glorifica a su Creador. Y en cuanto a los que dudan como Tomás, y no creen como Juan el joven, que al fin vio y creyó,  sepan que el palparlo es mejor prueba que verlo comer, y en fin no se enreden en esas misteriosas cavilaciones, y adórenlo. Y eso hago yo porque es toda mi esperanza de gloria.

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