9:1-19
(Hch.22:6-16;
26:12-18)
“1 Saulo,
respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo
sacerdote, 2 y le pidió
cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o
mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 3 Mas yendo
por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le
rodeó un resplandor de luz del cielo; 4
y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues? 5 Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a
quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6
El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le
dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.7
Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la
voz, mas sin ver a nadie. 8
Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así
que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, 9 donde estuvo
tres días sin ver, y no comió ni bebió. 10 Había entonces en Damasco
un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él
respondió: Heme aquí, Señor. 11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve
a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo,
de Tarso; porque he aquí, él ora, 12 y ha visto en visión a un varón
llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la
vista. 13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos
acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14
y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos
los que invocan tu nombre. 15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento
escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de
reyes, y de los hijos de Israel; 16 porque yo le mostraré cuánto le
es necesario padecer por mi nombre. 17 Fue entonces Ananías y entró
en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús,
que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que
recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18 Y al momento le
cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y
levantándose, fue bautizado. 19 Y habiendo tomado alimento, recobró
fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en
Damasco. Y por varios días estuvo con los discípulos
que estaban en Damasco”.
De todos los
apóstoles, la conversión a Cristo y llamamiento al ministerio, es de Pablo de
quien más conocemos. Este capítulo presenta sus primeros días como cristiano y
predicador. Pablo siempre le dio mucha importancia a su conversión y
llamamiento, los cuales a menudo relató ante las autoridades judías y romanas
para explicarles porqué predicaba a Jesús y porqué se consideraba apóstol para
los gentiles.
Para Lucas es
importante mostrar detalles de quien era Saulo y cómo ocurrió su conversión, no
por simpatías personales hacia él sino porque era una necesidad por causa del
evangelio que él predicaba; dándole fuerza a su vocación apostólica porque
había “visto al Señor” (1Co.9:1), le abría puerta para la salvación de los
judíos que tanto importaba a Saulo, y le justificaba su predicación dentro del
mundo gentil (22: 20, 21). Hay que entender, pues, el contexto donde nace
espiritualmente Pablo y la proyección misionera con el evangelio, para darse
cuenta por qué era necesario que se presentaran sus credenciales espirituales.
¿Qué fue lo más
importante de su conversión? Me parece que el hecho que haya visto al Señor
Jesús y que éste lo llamó para que le predicase. La intervención de Ananías
tiene como objetivo tener un testigo de la aparición de Jesús a Saulo, y que
por su medio se le comiencen a abrir las puertas de la iglesia.
Que el relato
tiene esa intención lo demuestran las preguntas que Saulo le hace al Señor,
primero para identificarlo, ¿quién eres Señor?, a lo cual se le responde que ¡Jesús!,
y la otra, ¿qué quieres que yo haga?, (añadido aquí en los manuscritos de
Occidente. Original en el relato del cap. 26) para indicar la vocación que va a
recibir, la tarea apostólica que después tantas veces quisieron negarle (vv.5,6).
Esa es la visión del propósito del relato y como está confeccionado, pero eso
no nos diría mucho si no lo meditamos en partes para sacar las enseñanzas
espirituales que Dios nos da.
Nota que en
realidad los perseguidores de la iglesia aunque la asolen (8:3; 9:21)
siempre van perdiendo (v.5) porque Cristo es soberano e indestructible,
y quien persigue la iglesia lo persigue a él; los cristianos pueden perder sus
hogares, sus libertades y sus vidas pero esto no matará la iglesia y aquellos
que le causan semejante daño se lo harán más a sí mismos que a ella. Ten en
cuenta la iglesia perseguida en distintos países del este de Europa, Asia o África,
¿no están ahora más vigorosas y numerosas que nunca?
Los que se
convierten a Cristo inmediatamente deben pensar qué pueden hacer por la
iglesia (v. 6), la cual han dañado o ignorado, porque es justo que uno
restaure el daño que le haya hecho al cuerpo de Cristo y se ponga a disposición de Dios como se puso a
disposición del diablo antes de conocer a Jesús (Ro.6:13). Inmediatamente no
hizo nada sino hasta que se unió a la iglesia. No vemos que Saulo saliera del
camino a predicar. Tuvo que ser recibido por la iglesia y bautizado. Uno puede
servir al Señor fuera de la comunión de los santos pero eso no es normal. El
Señor le dijo que se esperara. En ese momento no le dijo ni una palabra sobre
su futuro misionero. Al otro día quizás, o después de varios días. Se adentraba
en su futuro conociendo el camino pero no lo que le esperaba. En su momento el
Señor te dirá lo que debes hacer y por dónde tomar. Amén.
La primera
ocupación de un cristiano es orar (v.11); Saulo hará muchas cosas para
Jesús y para el bien de la iglesia, tendrá muchas experiencias como cristiano,
maestro, evangelista, misionero, teólogo y escritor, pero antes de llegar tan
lejos, a España, y al tercer cielo
arriba, empezó orando, por su pasado pecaminoso, su presente y su futuro. Si no
oras no llegarás muy lejos. Esa es la prueba de una real conversión. El Señor
le quitó el miedo y la duda a Ananías diciéndole que Saulo estaba orando. Si
hubiera estado leyendo, visitando, predicando, no le habría dado tanta
confianza como que oraba.
Mira que aunque
un pecador conozca a Cristo fuera de la congregación, el Señor le busca algún
hermano que lo ponga en contacto con ella, para que le ministre la palabra
y las ordenanzas. Ananías lo bautizó. Inmediatamente se identificó con la
comunidad cristiana en Damasco, un hermano que le muestre amor y hermanos para
que ame.
Desde un
principio el Señor le comunica a Saulo que lo está llamando a un ministerio
exitoso pero muy costoso (v.15). Saulo, que también es Pablo, siempre supo
que sus sufrimientos formaban parte de su rotundo triunfo, que no podría ver la
corona sobre su carrera ministerial si no padecía luchando por ella; llegaría a
la presencia de reyes y de los hijos de Israel pero pagaría el precio con
persecuciones, azotes, apedreamientos, robos, etc. Su ministerio sería de mucho dolor.
También sabría
que cada paso que diera, si las cosas le salían mal, como en Filipo,
(pero hubo conversiones) esa era la voluntad del Señor, y también su camino
hacia el triunfo pastoral. La batalla por causa de Jesús y de la doctrina del
evangelio era su trabajo. Luchaba en oración, con la palabra y con la pluma. No
se desanimó porque sabía que si el Señor le daba grandes privilegios y una
tarea imperial, él lo capacitaría para ello y lo acompañaría adonde fuera. No
miraba sus derrotas como un fracaso, por eso cuando exhalaba sus suspiros
decía: “derrumbado pero no vencido” (2 Co.4: 9,10). No hubo otro apóstol que
tuviera que enfrentar tanto las fuerzas del mal como este querido ministro, por
eso declaraba que no ignoraba sus maquinaciones (2Co.2:11); y fueron tantos los
enemigos humanos que su ministerio produjo, que llegó a la convicción que tenía
en contra suya a Satanás con sus huestes, y que aquellas oposiciones eran
gobernadas por el príncipe de las tinieblas y sus malvados aliados invisibles
en el aire (Efe.6:12).
Todo esto se le
dijo antes de comenzar, apenas hubo sido bautizado, como un miembro nuevo en la
iglesia. Y en su medida, cada cristiano, si quiere tener alguna utilidad en la
iglesia tiene que saber que se enfrentará a enemigos espirituales muy poderosos
que procurarán hacerle abortar todo lo bueno que emprenda, y que retroceda
hasta una posición que no ofrezca ningún problema al diablo. Si le tienes miedo
al diablo, entonces no entres al ministerio, y si entras, espera que te salga
al frente y trate de muchas maneras ponerte bajo sus pies. Señor, bendice y
acompaña a tus siervos leales, aquellos que procuran llevar tu nombre,
no el de ellos, por todas partes del mundo, porque no hay otro nombre bajo el
cielo dado a los hombres por el cual podamos ser salvos (4:12).
Sepan todas
estas cosas los experimentados cristianos y los novatos. Amén.