Estar acompañados es una bendición de Dios


Eclesiastés 4:9-12  
“Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor remuneración por su trabajo. Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero; pero ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante. Además, si dos se acuestan juntos se mantienen calientes, pero uno solo ¿cómo se calentará? Y si alguien puede prevalecer contra el que está solo; dos lo resistirán. Un cordel de tres hilos no se rompe fácilmente”.

¿Cambiar de un estado para otro es bueno? Depende. Salomón plantea aquí el asunto de la compañía y afirma que tener una compañía es mejor que estar solo, aunque algunos por conveniencia o por don divino escojan la soledad a la pareja. Sin embargo, como todo, tiene sus pros y sus contras. Yo los voy a señalar y la sabiduría que hay que tener en el estado en que seamos llamados o nos quedemos. La vida nos impone cambios y pasamos de un estado a otro, cada uno tiene sus ventajas y desventajas, pero lo importante es que en todos ellos vivamos sin nada que nos impida acercarnos al Señor, sino que en aquel nuevo estado que escojamos vivir espiritualmente de modo más intenso nuestra esperanza. En primer lugar económicamente es mejor dos que uno (v.9). Dos amigos pueden formar una corporación, o dos hermanos, o manejar un pequeño negocio como Aquila y Priscila. Uno pone dinero, el otro el trabajo o los dos ponen dinero o los dos trabajan y se comparten las ganancias. Pero está fuera de dudas que dos sueldos es mejor que uno.

En segundo lugar la máxima de Salomón en relación a la compañía matrimonial. Primero las excepciones. Es mejor si se casan por amor, si se llevan bien, si tienen objetivos comunes; no es mejor si no tienen paz, si es un yugo desigual con algún incrédulo y es mejor  si el uno es un buen auxilio para el espíritu y los sueños del otro. El matrimonio es mejor que la viudez cuando uno se empieza a quedar como cuando empezó, sin hijos, entonces es mejor tener un esposo o una esposa que proteja el alma contra la soledad por el significado de la compañía del otro. Es mejor cuando se le amó mucho y se le echa de menos constantemente y cuando se siente que se le necesita. Pero sobre todo, como dice Salomón, cuando cayere, o cuando estuviere enfermo. Ay del que se halla solo y enfermo sin tener nadie que le ayude con una medicina, con un plato de sopa, es muy triste esperar la muerte en la soledad. Es de gran valor entonces, formar una familia, hacer y preservar amigos y tener una iglesia amorosa.

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