Podemos perder el honor pero no el perdón
Isaías 63:
18, 19
"Hemos
venido a ser como aquellos de quienes nunca te enseñoreaste, sobre los cuales
nunca fue llamado tu nombre".
Otra
buena traducción dice “como aquellos en quienes nunca gobernaste”; “como nunca
hubiéramos pertenecido a tu reino y como si ignoráramos tu ley, como si nunca
hubiéramos sido escritos en los cielos”. El profeta dice: “Nos has castigado
como a los impíos, ya no somos tu especial tesoro, no tenemos templo, se ha
roto nuestra historia, nos quedamos sin ti, sin Nombre, sin nosotros mismos.
Hemos vuelto a ser ignorantes, somos paganos y las tinieblas religiosas que han
cubierto a otros pueblos nos cubren a nosotros. Oh Señor no, como ellos no, vuélvenos aquí y retorna tu pueblo a tu
gracia y misericordia. No queremos practicar lo que otros pueblos tienen por
costumbre, no volvamos a ser lo que un día fuimos, acuérdate de tu propósito y
que somos elegidos por tu amor; recuerda
a Abram, Isaac, Jacob, a nuestro Señor Jesucristo y que conforme a tu propósito
hemos sido llamados.
“Levanta
de nuevo nuestros rostros y que el pecado nunca más se enseñoree de nosotros y
los que nos vieron humillados oigan como nos has vuelto a honrar y que nuestro
actual estado ya es más glorioso que el primero. Que les de envidia nuestra
recuperación y sufran con que la herida no fue mortal porque nos hemos sanado.
Estuvimos desquiciados como ellos, pero ahora volvimos en sí y a la cordura,
por sus hechizos nos volvimos como cerdos y nos pesa; nos dimos cuenta que lo único que quisieron fue que se les
aliviara la culpa con nuestro mal comportamiento, y justificarse de las traiciones que contra ti habían cometido
volviéndonos traidores”.
La
Palabra de Dios enseña lo que significa perder las bendiciones y trato
preferencial que reciben los amados por Dios cuando son desobedientes y
comienzan a golpear a los demás y a comer y beber con los borrachos. Y por sus
locuras Dios los castiga con el mundo para que no sean condenados con el mundo.
Cuide su salvación con temor y temblor pero no tema perderla como si siendo
elegido por Dios desde la eternidad pueda alguna insensatez quitarle su
elección. Honor sí pero no el perdón. No es cierto que a los que predestinó no
los justificó y a los que justificó no los glorificó. Es imposible que a los
que son vestidos con los delantales de la justicia de Cristo se les despoje de
su ropa y se les deje cubiertos sólo con las hojas de higueras de la propia.
Como ellos, nunca.
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