JESUS NO ESTA LEJOS

Meditaciones mañaneras 
16 Noviembre
“He aquí veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hch.7:56).

Amado, ¿has leído en la antigua Escritura “alzaré los ojos a los montes de donde vendrá mi socorro?”. Tú puedes responder bien esa pregunta porque has leído la nueva Escritura y conoces que en el cielo está Jesús, por medio de quien el Padre ejerce todo su poder en el mundo.
Está allí después de su exaltación; antes ocupaba ese sitio pero como Hijo en Espíritu, ahora ocupa el mismo lugar pero como Hijo del Hombre. Mas ahora en su divinidad se halla como Hijo del Hombre, en forma humana, cubierto con aquella gloria que tuvo antes que el mundo fuese. Se puede decir que la representación de la raza humana ha sido añadida a la eterna intimidad de la santa Trinidad. ¿Sabes para qué? Para los que son de la fe de Jesús también estén con él, vean su gloria y vengan a participar de la naturaleza divina, o sea, a tener comunión eterna con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

¿Pudieras concebir privilegio más grande que ése, tú y yo, seres humanos tan caídos, elevados a tanta altura, por encima de los cielos, donde él lo llena todo, yendo a “los lugares celestiales” desde donde fuimos bendecidos antes de la fundación del mundo?

Jesús, como Pablo afirmaba, está vivo. Esteban “lleno del Espíritu Santo, puesto los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la diestra de Dios”. Ir a la gloria es ir a donde está Jesús, estar en gloria es estar escondido con Cristo en Dios, por encima de todo peligro espiritual, de toda pena, de toda lágrima. No, Esteban no tenía más ojos que tú y que yo, no veía a más distancia, pero lleno del Espíritu alzó sus ojos buscando a su Salvador en sus momentos de agonía, y lo halló porque el cielo no distante se abrió. ¡Oh, llénate hoy del Espíritu para que no halles un cielo cerrado! ¡Que Dios nos conceda la bendición de movernos como viendo al Invisible, sabiendo que no está lejos de cada uno de nosotros! Si importante es conocer que Jesús no está muerto, sino que siendo exaltado por la diestra del Padre y puesto junto a su mismo corazón, lo es también conocer que no se halla lejos.

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