Pelagio y Arminio eran miopes
Juan 1:45-48
Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas, a Jesús de Nazaret, el hijo de José. [46] Y Natanael le dijo: ¿Puede algo bueno salir de Nazaret? Felipe le dijo: Ven, y ve. [47] Jesús vio venir a Natanael y dijo de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño. [48] Natanael le dijo: ¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió y le dijo: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
A cualquiera de los discípulos le hubiera gustado escuchar sobre su persona lo que Jesús dijo de Natanael (posiblemente Bartolomé en los Sinópticos), que en su profesión religiosa no había ninguna impostura y que era un ciudadano digno de Israel (v.47). No se debe pensar que se tratara de alguna adulación o que el Señor le estuviera alabando la naturaleza humana, sino su carácter, especialmente la sinceridad y honestidad de su profesión espiritual. Por otra parte, como no hay otro caso en los doce que Jesús le haya dicho algo similar, se puede ver que el Señor no usaba palabras semejantes para la evangelización; que no fue su costumbre llamar a sus discípulos alabándoles su religión. No adulaba a los hombres para convertirlos en discípulos. Son culturalmente aprobados los maestros que agasajan al hombre y partiendo de su supuesta bondad, (cuando no existe ni siquiera uno) les predican a Cristo y conquistan sus corazones con lisonjas.
Eso es bastante y no está mal que tratemos de conseguirlo, que el Señor apruebe nuestra verdadera imagen religiosa, la que tenemos en privado donde otros no nos ven, y que no le halle ninguna otra motivación que no sea adoración y edificación espiritual. Esa es la verdadera religión, la que sin engaño se practica en la casa o en cualquier otro lugar que no sea en el templo en conjunto con la iglesia, ni la que se procura emitir sin relación con la verdad y con fines de ser vendida para beneficio personal.
No se conoce lo que estaba haciendo Natanael debajo de la higuera que mostró que era un verdadero israelita en quien no hay engaño; pero ¿qué si no un ejercicio espiritual privado, como si cerrada la puerta orara en secreto?, debajo de un árbol, pues se sabe que eso era del gusto de los judíos piadosos en aquel entonces. Y una señal diferente a la hipocresía farisaica de practicar la religión para ser visto por los hombres (Mt.6:5). Lo que Jesús reconoció que era verdadera y sin fingimiento fue su profesión religiosa.
Un cristiano sin engaño y honesto, no promociona su imagen por el hecho que acostumbra tener sus ejercicios espirituales fuera de su congregación en otro sitio distinto de donde es su costumbre hallarse reunido. No ora, canta y lee la Escritura sólo cuando se halla en la iglesia sino cuando está solo, porque el que no ama el orar solo, tampoco asiste a las reuniones de oración y al que no le gusta leer la Biblia solo, no le gusta oírla.
A Natanael Jesús lo estaba mirando por fuera, y no definiendo su naturaleza humana; puesto que no quiere decir jamás decía una mentira, que siempre se comportaba como un verdadero israelita, es decir, que era un hombre perfecto. Él lo dijo claro en otro momento que bueno no hay ni uno. La aplicación es indebida si se extiende a todos los hombres y se le cuentan como méritos la soledad y los prolongados retiros espirituales, las oraciones o rezos, confesiones o penitencias, la meditación espiritual, los ayunos, las limosnas y las alabanzas. Las prácticas religiosas no son méritos humanos.
Estos son los textos de la Escritura ante los cuales algunos se ponen los opacos lentes de Pelagio o de Arminio para leerlos y llegan a la conclusión que al hombre le queda algo bueno en su naturaleza humana y que lo aporta cuando recibe el evangelio, y por esa razón dan a conocer una teología miope acerca de la salvación reduciendo la participación de la gracia total a una pequeña ayuda recibida de Dios y la otra parte ganada y merecida. Dicen que Natanael y todos los seres humanos pueden hacer cosas buenas, como oro constante y sonante para ganarse el perdón y la admiración del cielo, que tienen méritos y merecen el aplauso de Dios.
Leen mal la Sagrada Escritura y necesitan mejores instrumentos ópticos, o definitivamente un tratamiento con colirio del que se vende en Laodicea. Sin embargo si no usaran los anteojos de Arminio, que era teológicamente miope, para escudriñar la Escritura, y los cambiaran por la óptica teológica de Pablo, Agustín o Calvino verían de la ley y del evangelio hasta las jotas y las tildes.
Es por eso que la Biblia enseña que "tropiezan con la piedra angular, es una roca que hace caer"
ResponderEliminarAunque lean la Escritura, y la estudien en griego y hebreo, si no han tenido un encuentro profundo con Cristo en su muerte en la cruz, una aniquilación completa del Yo, no podrán ver el Reino de Dios, los ricos no pueden entrar al Reino, y los que se creen ricos en buenas obras tampoco. Sólo los de corazón contrito y humillado, pueden alcanzar la luz que resplandece en las tinieblas.
Bendiciones Pastor.
Viviana, usamos la misma óptica teológica de Calvino, que fueron los lentes de Pablo y la mirada llena de amor de Jesús que hizo suspirar al joven rico y llorar a Pedro. Bendiciones de arriba.
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