Si lo pierdo todo Dios me lo dio todo


Si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos (Ester 4: 14).

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Era un hombre de fe; sabía que de alguna parte, no veía cuál, cómo, cuándo, pero vendría la ayuda de Dios. Siempre había sido así. El pueblo judío debe la vida a la sabiduría y fe de un hombre sencillo llamado Mardoqueo y a una mujer bien criada en los principios de la fe. No tenemos que ver todas las soluciones posibles, no es indispensable los múltiples planes, A, B. C, para enfrentar los cambios y eventualidades; aunque las soluciones no puedan vislumbrarse y no haya quién las enseñe previstas, “de alguna otra parte” que no eres tú ni soy yo, ni son ellos, vendrá la ayuda. Vendrá de algún lugar impensado. Dios sabe cuando una porción de fe lo está esperando. El mira su escritorio cada mañana y se da cuenta de todos los problemas que le han dejado para que los resuelva. “Vendrá”, sí vendrá “respiro”, no moriremos asfixiados. Las pérdidas no serán totales.

Los medios humanos no son presuntamente necesarios, si ellos fallan por negligencia, por miedo, o por interés personal, Dios tiene otras formas de seguir adelante con su propósito y bendecir a su nación. Le pidió a su hija de crianza que se sacrificara por su pueblo y por ella misma. No le propuso que lo escondiera dentro de la corte. La respuesta de Ester fue preciosa, “Y Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo: Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca. Entonces Mardoqueo fue, e hizo conforme a todo lo que le mandó Ester” (vv. 15-17). Confortada y animada por las palabras de su primo y con la garantía de muchísimas oraciones, se dijo: "Si lo pierdo todo Dios me lo dio todo".

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