Ora primero por los que no han caído ni se fueron


Filipenses 1:6-8
“6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; 7 como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.  8 Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo”.
  
I.       Intercesión por los fieles.

1. Orando por los activos, los consagrados. Las oraciones propias y las ajenas están incluidas en los medios de gracia que Dios ha predestinado para darnos y sostenernos en la salvación. La perseverancia de los santos no es dejada toda al ministerio educativo y de exhortación. Las plegarias corren un papel superimportante. Primero que todo, cuando el apóstol dice que se halla rogando con gozo (v. 4), no está simplemente ofreciendo acciones de gracias por ellos sino también intercediendo para que la comunión que han tenido entre ellos y con el evangelio prosiga. Digo que eso es importante porque no confía en la gracia recibida, no en el maná consumido. La vida cristiana no es algo automático, ninguno de los dones por sí mismo se agranda y se fortalece. Ni dones ni talentos, ni alguna otra cosa contiene vida en sí misma, todas las cosas en él subsisten (Col.1:17).

La intercesión del apóstol revela que nadie puede decir, “ya soy salvo, estoy ahora en buena relación espiritual con el Señor y con su iglesia, por lo tanto, con lo que tengo me puedo mover hacia delante sin problema de ningún tipo”. Tenemos que acordarnos que el pámpano no tiene vida en sí mismo sino que la toma de la vid y sólo al Hijo se le ha dado tener vida en sí mismo. Hay que orar para que el Señor preserve nuestras bendiciones, o lo que hemos recibido se agota. Pablo ruega por ellos, por bien que estén, para que haga sus pies como de cierva y los preserve en sus alturas.
Oramos por los hermanos que están fríos, los que no andan bien espiritualmente, y no olvidemos a los que van marchando maravillosamente para que nada malo les pase y no pierdan el paso que ahora llevan. La oración de intercesión por los demás es necesaria para la perseverancia en “la comunión en el evangelio” (v.5).

                                  II. ¿Por qué orar por los sanos?

1. Los líderes. Pienso que los apóstatas, los enfermos espirituales tienen que ser exhortados y disciplinados; también se le puede ofrecer la plata de la oración, pero el oro de las intercesiones como iglesia tiene que ser dedicado a sus mejores hijos, para que Dios los preserve y los use. Hace poco dije que Pablo oraba por aquellos que andaban bien espiritualmente, los que no presentaban ningún tipo de enfriamiento ni se ausentaban de las reuniones. En el texto vemos eso con más claridad cuando dice “y esto pido en oración” (v. 8).
Suele esa práctica tener algún contraste con un hábito que persiste en nuestras reuniones de oración donde los fríos,  los que tienen problemas espirituales, los que se alejan de la iglesia, ocupan un sitio de privilegio en las intercesiones de la congregación. No digo que no se ore por los tales, pero que se ore en segunda clase, en el tiempo sobrante. Tengo mis razones.

(1) Primero, aquellos que están bien en el servicio y sus almas sanas, son los que están en el frente de combate de la iglesia, su vanguardia, los que se hallan en la línea de más peligro espiritual. La victoria o derrota de la iglesia depende de ellos y no de los que van atrasados y detrás de todo el mundo. Los que más necesitan gracia son ellos, los que más precisan de fortaleza, de fe, de paciencia, de santidad, de ánimo. Los más acosados por los enemigos espirituales son los que van delante.
La iglesia debe cuidar espiritualmente primero a sus líderes, los que la presiden en el Señor, sus ancianos, diáconos, maestros, evangelistas. Para las huestes espirituales de maldad los más odiosos son ellos, los sanos, no los que ya han herido y van desangrándose detrás. No es falta de piedad de quien esto escribe, meditad. Por muy doloroso que nos sea continuar la marcha, los que han caído abatidos por el pecado o incluso los que se han pasado al lado del enemigo no deben ocupar la primera importancia en la iglesia. Se les puede enviar ayuda para exhortarlos, animarlos, pero los cultos de oración no deben consagrarse exclusivamente a esos recuerdos.

(2) Segunda razón: Estos son el tesoro actual de la  iglesia. El testimonio positivo de la gracia, los otros ya han sido o están siendo despojados, no son lo que en otro tiempo fueron y desafiando todas las exhortaciones y menospreciando todas las enseñanzas han venido a caer en la posición de desventaja espiritual que ahora tienen. Y lo triste es que ellos no aprecian tanto el privilegio que se les concede de que se preocupen insistentemente por sus almas.

(3) Última razón: La continua mención de los apóstatas o casi apóstatas, trae un mal espíritu a la congregación. Si en todas las reuniones se ocupa la mayor parte del tiempo pidiendo por los que van en retirada  ¿no equivale a recordarles continuamente a los hermanos que están siendo derrotados? Si siempre colocamos los enfermos espirituales ante nuestros ojos ¿no terminaremos por deprimirnos? ¿No quita el aliento eso y nos hace ver y sentir que el triunfo es más difícil y aún queda distante? Esa fue la razón por la que el caudillo Gedeón antes de emprender la batalla dijo “quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase” (Jue.7: 3). 

Fíjate que dijo “madrugue y devuélvase”;  váyanse siendo aún oscuro para que los demás no los vean, para que no les quiten el espíritu a los valientes, váyanse temprano los que tienen miedo; los que tiemblan pueden contagiar a los valientes y el pánico cundir la tropa. Otro caso parecido a este fue el de los doce espías que regresaron del recorrido de Canaán. El informe que trajeron fue tan miedoso, pesimista y desgarrador, que pecaron y no pudieron recibir el premio. Y con sabiduría obró  con el cuerpo muerto de  Amasa, y lo quitó de donde lo vieran y además lo tapó con una manta (2 Sa. 20: 12).

Comentarios

  1. Me recuerdo de "Poca fe", del "progreso del peregrino". Algunos hermanos están caídos, abatidos, Satanás los lleva arrastrados. Conozco a algunos, esperemos que su condición sea transitoria.

    Yo le encuentro toda la razón pastor, las congregaciones de por acá están años de luz de distancia de lo que usted propone.

    Saludos!

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  2. Viviana, la fidelidad Cristiana y la apostasía son misterios, están envueltas en un pañuelo doctrinal misterioso. Los hijos de luz siempre deben tener la preferencia y orar por su constancia. En cuanto a los que caen, la Señora Misericordia espera que la Doctora Justicia Divina termine su cirugía en el cuerpo carnal, quiero decir “carácter carnal”, corte el miembro que hizo caer y cure la herida. Entonces, si es hermano (a) habrá “una vez vuelto” o “volviendo en sí”. No digo que no se ore por Demas pero hay que esperar que Dios le quite ese gustillo que tiene por el mundo.
    Voy a subir algunas entradas sobre el Peregrino o la Peregrina que hace años comenté. Saludos a tus chiquillos.

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  3. Sabes?
    En mi iglesia cada uno tiene asignado orar por otro herman@.

    Esto crea un vínculo fuerte, una mayor comunión entre nosotros.

    Lo malo es que a veces, si un hermano me pide que le pida a Dios por algún tema, caigo en la tentación de preocuparme más por mi prestigio de intercesor, que no por el bienestar del hermano.

    Es curiosa la facilidad del ego humano de contaminarlo todo...

    :\

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  4. Adviértele al que te pida una oración que vas a pedir un favor para él, lo vas a pedir de la mejor forma posible para que te lo den. Si nos llegara a preocupar la opinión que tengan de nosotros como intercesores, es mejor declinar la solicitud y recomendar a otro. El que nos pida oración tiene que saber que lo que él llama intercesión no es más que solicitudes de un pobre pedigüeño.

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