Gloria a Dios por la familia Spurgeon


"Mi esposo había estado trabajando por largo tiempo con mucha presión y estaba necesitado de descanso. De antemano fijamos un día para tomarnos unas vacaciones y desde entonces ambos esperábamos con impaciencia que llegara ese momento. En cada comida hablábamos de esas vacaciones y un día en la mesa me dijo: "Querida, sería bueno que pusiéramos en algún lugar una tira de papel marcada con los días que nos faltan  y vamos cortándolos". Inmediatamente preparé una gran cinta con todos los días que nos faltaban para esas vacaciones y debajo de ella colgamos un calendario. Ciertamente que no era un bello adorno en el comedor pero nos daba mucho gusto cada día ir cortando uno en una tira de papel. A nadie le importaba como lucía si nos daba tanto gusto. Era una tira bien larga y la disfrutábamos como niños ir cortando los días marcados y viendo que cada vez se hacía más corta. Los amigos que nos visitaban si estaban en el momento de la ceremonia de cortar la cinta disfrutaban con gran curiosidad nuestro regocijo al quitar afuera con unas tijeras cada uno de los días de espera. Algunos se reían, otros se burlaban, y algunos criticaban; pero él permanecía firme hasta que ya casi quedaban una o dos pulgadas para recortar cuando comenzamos a hacer las preparaciones para el muy largo y deseado viaje. Pero,  ¡vaya, afuera con nuestros planes si no corren paralelos con la voluntad de Dios! Mi amado cayó seriamente enfermo cuando sólo quedaban unos pocos días para recortar en la cinta y muchas lágrimas en nuestros ojos por el desencanto decidimos quitar la cinta de la pared, y  a lo cual nos siguió un gran período de sufrimientos. Pasados unos días mi buen esposo me dijo: “Amor, no lo volveremos hacer nunca más, será mejor en el futuro que esperemos pacientemente en el desarrollo del propósito de Dios para nuestras vidas”.
(Susana Spurgeon, tomado de la Autobiografía de su esposo Spurgeon, Pag.63)

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A veces pienso que Spurgeon vivió, predicó, sufrió y escribió para mí, que Dios lo envió a este mundo para que me ayudara como cristiano y ministro. Cuando Dios pensó en Spurgeon pensó en mí y dijo para sí mismo: “Lo llenaré de gracia para ponerla al alcance de Humberto”; y cada vez que este pobre ministro se siente “roto como una vasija de barro” (palabras de Spurgeon), él se acerca a sus huesos, quiero decir a sus escritos, porque sus huesos muertos tienen más vida que los míos vivos,  mi alma muerta resucita.
Nunca he podido predicar un sermón suyo pero los he leído casi todos, y aunque son bellos y hacen arder el corazón, lo que más me gusta es su vida cristiana, la gracia que lo formó como  la viva estampa de Cristo. Nada nos da Dios para nosotros solos sino para que lo compartamos con otros.
Las palabras de algunos hombres aunque estén en el cielo siguen edificándonos porque fueron dadas por el Espíritu Santo para que nos amemos unos a los otros, para que nos debamos unos a otros y alabemos al Señor por esos hijos que él tiene. Están ya muertos y nos ayudan a vivir, todavía decimos “gracia, gracia a ella”. Este mundo sería un árido desierto si ellos no hubieran existido. ¡Qué muertos viven aquellos que no tienen a su alcance hombres y libros así! Nadie leyéndolos puede dudar de la existencia de Dios y de un mundo venidero; y mientras haya hombres y libros así, habrá Dios en la tierra.
Y a propósito sobre las frustradas vacaciones de la familia Spurgeon, también tiene razón, más grande que nuestros planes y metas es la voluntad de Dios. Para vivir mejor en 2010 sólo una cosa es necesaria: Fe.

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