¿Pueden los muertos en el infierno ser consolados?

Ezequiel 31:16,18
“Se consolaron en las profundidades de la tierra”.

Si yo no hubiera sido elegido para la salvación, estando ya en gracia, no pasaría un solo día que no llorara. Si no hubiera “algo” que me detiene de pecar pediría al Creador que me deshiciera. Es mejor no haber nacido que nacer y pecar contra Dios. Es preferible la muerte de un “abortivo” que ir creciendo y pecando y morir sin gracia divina.

En ese texto se quiere decir que en el Sheol donde yacen los muertos, corre la noticia de la entrada del rey de Asiria, muerto. Es algo similar a Isa.14:9-11 cuando en rey de Babilonia llega. Pudiera ser, conjeturo, que los que están “en las partes más bajas de la tierra”  están en el “pozo del abismo” (Apc.9:1,2), y esto sea una fugaz referencia del Espíritu sobre los que son llevados al infierno, y cuando ven entrar al rey de Asiria se “consuelan”, o sienten como un alivio por el sentido de justicia y venganza que preservan las almas en condenación.

En realidad el NT enseña que los muertos en el infierno no son consolados o aliviados en el sentido celestial de la palabra y no pueden ser consolados ya, porque sus conciencias no reciben consuelo porque reproducen remordimientos (Mt.8:12; Luc. 16:16:25). Y de aquí brota una sugerencia a los que predican, dirigir los sermones a la conciencia por si quieren “salvar algunos”, porque mientras la predicación no impacte la conciencia no puede haber arrepentimiento, conversión y por ende, fe. La predicación no es un juego divertido de palabras. 
Es un arte muy serio, un procedimiento de vida o muerte. La conciencia es la imagen de Dios, como el libro o registro de nuestra vida donde se escribe y graba toda (Ro.2:15; 1Ti.1:19.
El fuego que quema en el infierno, supongo, son los recuerdos que hacen arder la conciencia. Es cosa terrible en el infierno tener memoria. Los muertos sin Cristo no pueden ser consolados porque sus conciencias, como tablas de piedra del corazón, no tuvieron esa experiencia de perdón y el castigo divino es dejado enteramente al fuego de los recuerdos y acusaciones que por todos lados de la conciencia han de atormentar a cada uno. En las partículas de polvo del infierno caben todos los que no han sido elegidos para la salvación, que han desobedecido a Dios y donde son abandonados eternamente a los recuerdos de sus mentes reprobadas que recalientan las frías sienes de la inmortal memoria.

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