Cuando los sucesos de navidad son un entretenimiento sin fruto


Marcos 3:21
“Cuando sus parientes oyeron esto, fueron para hacerse cargo de Él, porque decían: Está fuera de sí”.

Una cosa es que los hermanos, o parientes,  o los “cercanos” que es lo que la palabra significa, una cosa es que ellos no creyesen en él y otra que lo tuvieran por un demente, o un loco. Amado, eso suele ocurrir cuando la persona en cuestión tiene una gran experiencia espiritual que revoluciona su vida y se convierte en otra. No se nota que Jesús gradualmente fuese dando señales de aumento de su religiosidad, motivado por la edad porque era joven o por las circunstancias, porque se infiere que dentro de la familia no había ocurrido algo que le encaminara en un sentido mesiánico.

Por lo que se deduce en la familia del Señor, incluyéndolos a todos, por el número de hijos mayores, varones y hembras, no había ningún tipo de problema económico. Desde el principio del ministerio de Jesús tampoco se descubre alguna crisis social dentro de su espíritu, las autoridades políticas son prácticamente ignoradas y las acometidas que hace contra los líderes religiosos son más bien tardías que tempranas. El énfasis mesiánico de Jesús tiene que ver con la ley y aparece abruptamente sin que haya alguna historia corta o larga como el peregrinaje de un reformador. Cuando llegó su tiempo salió de la obscuridad histórica. En ese momento su mensaje ya está concebido, su posición tomada, su decisión hecha; apareció en tiempo y medida como lo conocemos; no fue un descubrimiento que él hizo de su vocación, ni en relación con el mal cumplimiento de la ley y la hipocresía de aquellos señores fariseos. 

Emerge con una percepción completa de la situación y la aborda. No parece haber compartido ninguna inquietud con sus hermanos o hermanas, o primas si quiere, ni hacerlos partícipes de una en forma y dando giros en su elaboración. No porque fuera un hombre reservado, tímido, porque su ministerio lo desmentiría. No comparte con ellos lo que es hasta su momento, cuando de acuerdo al plan divino ha de revelarse al mundo, porque sus familiares como todo el mundo, habían de creer en él por revelación y no según la carne. Cuando se manifiesta los dejó atónitos, ocurrió de un día para otro y pensaron que se habían perturbado sus facultades mentales. Los sucesos de navidad no parecen haberse repetido y contado por María continuamente, dentro de la familia, parecen  más bien ignorarlos o haberlos olvidado; no veían en él un niño con una misión ni estaban atentos a su desarrollo. Vivió por espacio de 30 años normalmente como otro cualquiera sin destacarse entre sus hermanos por ser un niño inteligente, un genio con sabiduría y poder. Los poderes de Jesús empiezan a mostrarse con la unción del Espíritu Santo en su bautismo y su sabiduría, por precoz que hubiera sido a los doce años, comienza con un instante por la manifestación divina y no en una escuela rabínica; y por eso los maestros se consternaban sin saber de dónde había sacado lo uno o lo otro. 

El nacimiento virginal de Jesús, la aparición del ángel a María, las huestes espirituales a los pastores, el viaje de los magos a Belén, el sueño de José, la profecía de Simeón, el viaje a casa de Elizabeth en la montaña; toman importancia años después cuando se conoció su vida, cuanto dijo e hizo, sus sermones, resurrección y ascensión. Es un entretenimiento sin fruto espiritual alguno de esta sociedad comercial, detenerse en los acontecimientos navideños sólo como una reunión familiar alrededor de una mesa bien surtida, con villancicos de la época, sin proseguir al conocimiento de la biografía  con una Biblia abierta, de aquel hombre extraño, notable, único, que Dios envió al mundo como Salvador nuestro, cargando sobre su cuerpo toda nuestra basura espiritual, y lo entronó a su diestra como Señor que ha de venir un día para juzgar a los vivos y los muertos.



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