El Gran pastor y sus pastores



Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor, el gran Pastor de las ovejas mediante la sangre del pacto eterno (Hebreos 12:20).

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Mira ante todo quién es el “gran pastor de las ovejas”, que es el mismo que hizo con Dios el pacto de gracia o “pacto eterno” puesto que comprometió su sangre desde antes de la fundación del mundo (1Pe. 1:20). Jesucristo es ese Gran Pastor. En los vv.7, 17 se ha traducido “acordaos de vuestros pastores” y “obedeced a vuestros pastores” las dos palabras griegas que usa son ηéγέομαι, heégeomai, que quiere decir gobernador, líder; pero aquí cuando dice “el gran pastor” lo mismo que en Jn. 10:11,14, “yo soy el buen pastor” la palabra que se usa es ποιμήν, poimén que significa “un alimentador” o un pastor, y en ese sentido Jesús es un mega pastor que es la otra palabra que se traduce “gran” pastor; por lo tanto hay dos diferencias sustanciales.

Es cierto que uno puede referirse al pastor como un líder de la iglesia pero no es lo mismo, hay líderes que no son pastores como los diáconos, los maestros, el que dirige la música, la visitación, etc., pero nuestro Señor es definido como un súper (mega) pastor por la alimentación que le da a los hermanos y en eso no tiene competencia ni comparación porque nadie puede alimentar la iglesia como él. En realidad siempre es él quien nutre la iglesia con pan del cielo, pan de nobles y dándole a ella a comer la carne y sangre de su magna obra y doctrinas. Esa debiera ser la prioridad de los seminarios, no graduar hábiles y secos administradores profesionales sino jugosos pastores “nutridos con las palabras de la fe y de la buena doctrina” (1 Timoteo 4:6).

Y tenga en cuenta que esa regla para la grandeza, no según el mundo sino según Dios, se aplica a los que cuidan del rebaño del Señor y son llamados grandes no por sus preciosos títulos que hayan ganado en sus estudios sino por el contenido de sus sermones y estudios bíblicos. Un gran pastor puede ser un hábil doctor en ministerios y en áreas como la organización y administración eclesiástica pero según la Escritura o sea según el Espíritu Santo, es grande solamente si fortalece la salvación de los que le escuchan, sirviéndoles una buena comida sazonada con la sal de gracia de Dios (Colosenses 4:6).

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