Creciendo, no con Buenos Pastores


“Os daré pastores que os apacienten con inteligencia. Y cuando os multipliquéis, en esos días, dice Jehová, no se dirá más: Arca del pacto de Jehová; ni la echarán de menos, ni se hará otra. En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén” (Jeremías 3:15-17).


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Dios no se cansa de emitir promesas. El pueblo se multiplicará bajo palabra divina (v.16). Pero observa que eso pasará tras la aparición de pastores notablemente inteligentes, instruidos en la palabra de Dios para cuidar al pueblo (v.15). La aparición de esos pastores, raros en aquella época y en ésta, será el comienzo de una gran bendición que se multiplicará obedientemente a la palabra del Señor, que crecerá con ella y por ella. No parece que sea una multitud de ellos sino pocos, pero útiles y con una influencia bíblica fenomenal entre la congregación.

La congregación podrá aumentar por otros medios pero no llegará a ser pueblo de Dios hasta que no sean engendrados por pastores inteligentes por medio de la semilla incorruptible (1Pe.1:23), y llamen a Dios Padre (v.19). Un pueblo de hijos e hijas obedientes a la palabra. Ese competente ministerio de la palabra de aquellos pastores satisfará todas las aspiraciones religiosas del pueblo del Señor hasta el punto que ellos se olvidarán del arca, no preguntarán más por ella porque la Palabra dicha por el Espíritu borrará del mapa las ceremonias, cambiará el orden de las cosas, instaurará un nuevo pacto, pasarán de las sombras a la sustancia, ni querrán volver a los tiempos esplendorosos bajo aquella ley cuando la usaban para gloria de los mismos porque lo que tendrán ahora, la Palabra del Señor y la realidad de él en medio de la Palabra substituirá completamente la antigua shequinah.


El público verá a Dios en la faz de Jesucristo (2Co.4:6); él llenará completamente la religión y las vidas de todos y no añorarán los tiempos pasados cuando acontezca aquel magnífico cambio de ley (He.7:12). Oh Señor, danos ministros así, inteligentes y profundos conocedores de tu Palabra y no hábiles administradores eclesiásticos que mercadean con tu iglesia como si fuera una empresa secular y convierten a tus adoradores en clientes.


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