2 Reyes 9. 10, 11
“Enseguida abrió la puerta y echó a huir. Le preguntaron: ¿Para qué vino aquel loco?”.
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Así el mundo en sentido general tiene a los cristianos: gente fuera de su centro, que no puede estar en sus cabales para huir del mundo y arriesgarlo todo por esperanzas futuras que no son más que delirios y fantasías. La “experiencia” con Dios que dicen tener debe ser algún trauma o éxtasis psíquico.
¿Por qué le llamaron loco a este profeta? ¿Porque se fue corriendo? Los locos eran ellos y locos se podían volver, locos de envidia por el nombramiento como rey a otro, y en sus celos matarlo. Ellos sabían que no estaba loco, sino que con desprecio hablaron porque no recibieron la respuesta que Jehú les dio.
Loco le llamaron a Jesús y loco a Pablo (Mr 3. 21; Hch 26. 24); y no ha habido hombres más equilibrados que ellos dos. El hombre que predicó el Sermón de la Montaña y el que escribió 1 Co 13 es imposible que estén locos. Loco estaba Friedrich Nietzsche para abrazar a un caballo flaco, y de cuya filosofía tiene tanto la cultura occidental, el ego, el superhombre, la autoestima, etc.
Los cristianos están locos pero de amor, locos de fe, del Espíritu Santo, locos de gozo y felicidad. Locos porque se les han perdonado una gran deuda. Y ¿por qué le llaman locos? (1 Pe 4. 3-5); ¿Qué importa que nos llamen insensatos, fanáticos, supersticiosos o Beelzebub? Nosotros hemos perdido nuestra mente carnal pero ahora tenemos la de Cristo (1 Co 2. 16). ¿Locos porque huimos de la fornicación? “Huid de la fornicación” “Huid de la idolatría”.
Sin embargo es lo más cuerdo y sensato del mundo cuando huimos de la tentación y del pecado, para salvar nuestro matrimonio, nuestros hijos, nuestra reputación, huir es una señal de cordura instintiva, puesta ahí por Dios para salvarnos del peligro. Los yernos de Lot pensaron que era broma, un chiste, o que su suegro había perdido la mente cuando les anunciaba que caería fuego del cielo sobre la ciudad de Sodoma (Ge 19. 14). No nos importa mucho que nos llamen excéntricos o locos o como al príncipe Mishkin en Dostoyevsky: “El Idiota”.
Cuando el Hijo Pródigo comenzó a ver la realidad espiritual de su vida se dice que “volviendo en sí dijo: Volveré a mi casa y a mi Padre". Hay que estar loco de remate para vivir como un perdido malgastando su dinero con prostitutas y amigotes que lo condujeron a la bancarrota. El Señor nos recomendó a “huir de la ira venidera” (Mt 3.7). Y que“el que lea (la Biblia) corra” (Hab. 2.2).