La forma antigua de bendecir una familia


2 Samuel 6: 11, 12
“Por tres meses permaneció el arca en casa de Obed-edom y Jehová lo bendijo a él y a toda su casa”. 

Fue un gran privilegio para Obed-edom haber tenido el arca del Dios de Israel por este corto tiempo dentro de su casa, porque con ella llegó la presencia divina y fue bendecido desde entonces. Cuando David supo que la casa de Obed-edom había sido bendecida tan grandemente se dio cuenta que ya Jehová no estaba enojado y procedió a retirarla de aquel lugar. Dios suele, hermano, manifestar su presencia con alguna bendición. En sólo tres cortos meses pudo apreciar la bendición del Señor. Prueba con Cristo y comprobarás que desde el momento en que él entra a una familia toda ella comienza a ser bendecida. El Señor suele entrar a una familia por medio de un siervo suyo; y desde que él pone su pie en ese lugar los que lo reciben experimentan el favor de Dios. Eso fue lo que el Señor quiso decir con la recepción o rechazo de un apóstol en el seno de una familia (Mt. 10: 12-14). Voy a poner algunos ejemplos bíblicos y espero que busques las citas completas. Recuerda como Labán experimentó la bendición sobre su negocio cuando Jacob fue empleado en él (Ge. 30: 30) y como Potifar reconoció lo mismo teniendo a José en su casa (Ge. 39: 5); y cuando tuvo problemas por su pureza sexual y fue echado en la cárcel, el jefe de la prisión se dio cuenta que había sido una bendición que él llegara a aquellos calabozos (Ge. 39: 21-23).

Cuando un hermano o una hermana llega a un sitio con ellos entra la bendición divina porque traen la presencia de su Dios consigo. La promesa que explica eso es que son bendecidos para ser de bendición (Ge. 12: 2,3). Con la presencia humana de un cristiano entra el Señor Jesucristo, entra el Espíritu Santo, entran los ángeles que cubren el propiciatorio, entra la sangre vertida, entra Dios mismo. El evangelio es un perfume que se esparce por toda la familia. Cuando él entra huyen las sombras de los demonios, sale el pecado, entra la paz, la santidad, la alegría, la comprensión, se acaban los celos, los vicios, los gritos, las iras y  las infidelidades. La familia se vuelve otra, se hace la casa un tabernáculo santo.

Hay una forma supersticiosa de buscar la bendición de Dios que no tiene equivalente alguno en la presencia del arca como objeto sagrado en la casa de Obed-edom. Es el uso de imágenes y reliquias sagradas. Hay quienes piensan que porque cuelguen en la pared la cara de algún santo, porque erijan un altar con imágenes y terafines, le invoquen cotidianamente y le enciendan velas, se aseguran una bendición. El diablo podrá responderle esas invocaciones, pero no Dios. Ni imágenes, restos de muertos, objetos suyos o fotos de ellos pueden equivaler a la presencia del Señor.

Y por último, existe una forma moderna de pretender sustituir la bendición de Dios que llega a la familia con su presencia: la tecnología. La gente piensa que trayendo al hogar los últimos inventos de la ciencia y sus comodidades, con eso serán felices, criarán bien los hijos, se llevarán bien los esposos, que todo marchará bien para el futuro. No es cierto, la bendición de Dios viene con la gracia divina, cuando los padres y los hijos, no la compran, la experimentan. Desde el primer día que son transformados y comienza a formarse la imagen divina en ellos las cosas empiezan a cambiar y cada uno mira al otro como siempre soñó que fuera y más que esos sueños. Esa transformación se opera con un poder del siglo venidero que emana del cielo, por una virtud que procede de Cristo y efectúa una conversión y todos se vuelven a Dios arrepentidos porque con ella se empiezan a practicar las virtudes cristianas, arrepentimiento para con Dios y con los otros miembros del hogar, respeto, consideración y un profundo amor fraternal. Todo eso no por un corto espacio de tres meses como estuvo el arca en casa de Obed-edom sino por el resto de sus vidas. Esa es la forma antigua que usamos para edificar nuestras casas.

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