Limpiemos el rostro de Jesús cuando lo escupan


"Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque no creen en mí; de justicia, porque yo voy al Padre y no me veréis más" (Jn.16:7-11).

 El otro beneficio que Jesús anunció que tendrían con la venida del Espíritu Santo tiene que ver con el ministerio de la predicación e ir “por todo el mundo y predicad el evangelio”. Los había llamado para enviarlos a predicar. Y ¿cómo cumplirlo sin él? Ellos se preguntarían ¿con qué, si tú no estás con nosotros? ¿Cómo podemos convertir el mundo y cambiarle la mente con el evangelio si ellos no creen en ti?

Si por “mundo” entendemos los judíos ¿cómo convencerlos para que crean en el que acusaron de ser Beelzebub, estar loco, ser un engañador, torcer las Escrituras y aplicárselas a él, ser más grande que Moisés y primero que Abraham, y le crucificaron? “Para esas cosas ¿quién es suficiente?” (2Co.2:16). Por eso se les enviaría el Espíritu para que la suficiencia proviniera de Dios (2Co.3:5).

La incredulidad hacia el cristianismo sería el primer pecado del cual tendrían que convencerlos; que no fue endemoniado ni un impostor. Tendrían que limpiar el carácter de Jesús,  convencer al mundo que es, como dijo el centurión, justo (Luc.23:47), inocente, sin mancha,  apartado de los pecadores y más sublime que los cielos (He.7:26). Predicar para quitarles prejuicios, aclararles dudas, desmentir las calumnias que les levantaron; y su  resurrección, que fue al Padre, es el mejor argumento para convencerlos que Dios lo resucitó porque de lo contrario si hubiera sido un mentiroso, resucitarlo habría puesto un sello de aprobación a esa impostura.

Limpiemos las calumnias, que se robaron el cuerpo o que mujeres visionarias e incultos pescadores inventaron la leyenda que había vuelto a vivir. Necesitamos del Espíritu para defenderlo delante de sus enemigos agnósticos, burladores y calumniadores ateos, limpiar su rostro de esputos porque en diarios al amanecer, cines, libros, radios y escuelas lo escupen todos los días, y  las heridas que le hacen en su carácter, refutar heréticas mentiras  y denunciar los falsos evangelios a los cuales echan manos para desvirtuar a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y presentar de él una imagen gnóstica distorsionada.


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