Es mejor estar solos en el cielo que con la familia en el infierno

Ezequiel 20: 18, 19
"Antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes".

¿Qué es eso, Dios diciéndole a los hijos que ni se les ocurra imitar a los padres? Es que Dios sabe cómo los han criado y no está de acuerdo; entonces les pide que interrumpan su formación doméstica. ¿Vale más tu religión familiar que la Palabra de Dios? Ella tiene su mérito si es una religión fundada, sólida y realmente en la Palabra de Dios; pero ¿qué pasa si por causa de ídolos y profanidad es opuesta a ella? Y ¿si son supersticiones, tradiciones y mitos? ¿Vale más la obediencia hacia los padres que hacia la Palabra de Dios?

¿Son ellos tu Dios? ¿Seguirás los pasos de ignorancia que ellos tenían? Si se reían de la religión no tienes por qué reírte con ellos. Si al viejuco, a pesar de lo gastado que se ve le da por hacerle a los jóvenes chistes “verdes” ¿hay que reírselos? Claro que no. Valga la aclaración que si alguien defiende a los padres es Dios (Mt. 15:4).

La Biblia los defiende pero a veces la teología de la salvación nos hace disentir de nuestros padres y por mucho que como padres se les honre no se les puede obedecer cuando están aconsejando contrario a la Biblia; o si se enfurecen con lo santo y se hacen de “la vista gorda”, y hasta le dan el sello de aprobación si su chica conversa con la Serpiente Antigua y come frutos prohibidos, o los fuma, los bebe o los huele. La incontinencia sexual es lo mejor antes del matrimonio, y si a la madre, por la historia de ella, le da igual que su hija reparta su virginidad con varios mocosos y cambie de “pareja” como de sallas, entonces es preferible que le llamen anticuada que aceptar el libertinaje maternal.

No se le puede hacer caso al libidinoso papaíto que como hijo de esta época confunde la palabra hombre con macho, y le dice a su precioso imberbe que aproveche todas las oportunidades que se le den en la escuela y en el vecindario. Es una bendición divina si la Providencia le pone punto final a esa historia sexual, y hace que la joven renuncie a esos tempranos cariñitos y los deje para cuando sepa lo que hace, graduarse en la secundaria, o por lo menos cocinar.

Cuidado que sólo el profeta ha dicho que no se obedezca los pecados familiares, no a los decretos de una secta que se vale de su fanatismo para separar la familia, o que con hipocresía usurpa el lugar de honor y la asistencia que como hijos se debe a los padres (Mr.7:11).

Los padres pudieran llegar a comprender que un buen cristiano siempre es un buen hijo o buena hija; y si jamás lo entienden, es mejor estar solos en el cielo que con la familia en el infierno. Así no te echarán la culpa de encontrarse allí.

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