La colocación de María


"¿Por qué me ha acontecido esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?" (Lucas 1:39-45).


Fíjate en la colocación de María.  Elisabeth le llama a María la madre de mi Señor, aunque cuando Jesús llegó a ser hecho el Señor, ya ella no viviría; todos los santos del Antiguo Testamento vivieron así la fe, bajo la sombra de aquel que habría de venir. Fue un gran privilegio que María visitara su hogar, no cabe duda que sus palabras así muestran lo que ella sentía por dentro. No se puede colocar a María en desestima, como bajándola de un empujón desde donde la han puesto, hasta el punto de pensar mal de ella. No, Elisabeth consideró que su hogar se sentía honrado con la visita de la madre de su Señor. Pero su admiración era humana, no hay ningún tipo de adoración hacia ella, era la madre de su Señor, pero no su señora. No. Hay que tener un equilibrio en nuestros corazones en eso de opinar sobre las personas de la Biblia, para no idolatrarlos por un lado, pero tampoco menospreciarlos.  María no fue su Señor ni su Dios. Jesús sí.

Un estudio sobre la madre del Señor, en el Nuevo Testamento, por profundo que se haga no revela más que eso, que ella fue la madre de nuestro Señor. Hay que recurrir a la historia de la Iglesia Católica para encontrarla donde la han colocado, con títulos tan majestuosos como los de su Hijo, a quien ella ha desplazado en importancia. (Si no teológica, al menos prácticamente). María fue bienaventurada, etc., pero no tan largo etcétera que la suba hasta el trono del cielo donde la han puesto.

En el Magnificat que sigue, vv. 46-55; ella no es la que se magnifica sino (a) la gracia de Dios con ella (vv. 46-49) y (b) con el pueblo (vv. 50-55). En ambos casos lo que se exalta es la gracia de Dios. En la segunda parte que tiene que ver con el pueblo, no se halla ninguna conexión con María. Algunas veces ella quiso traspasar los límites familiares para entrar en el campo religioso y espiritual de su Hijo y él la devolvió al seno de la familia, para colocarla dentro de ella en su único lugar (Luc. 11:27,28; Jn. 2:3-5; Mt. 12:36-50). ¿Por qué has de darle un lugar en la dispensación de la gracia que Jesús no le dio?

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