Demasiado Preguntón

"Y he aquí, te quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que todo esto acontezca, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo" (Lucas 1:18-20).


Lee con detenimiento la historia del ángel y el anciano Zacarías. Me parece excelente para esta ocasión. ¿Dónde el ángel vio la incredulidad de Zacarías? El piadoso anciano reconoció cierto que había dudado. Pero si uno lee lo que dijo apenas puede hallar alguna duda sino una normal interrogación, una pregunta humana, plausible. Estaba viejo y los ancianos no pueden tener hijos. Sí, a veces nuestra falta de fe se arropa muy bonito y asume un aire intelectual y profundo que la encubre bien. Nadie, sino el ojo de Dios podría descubrir debajo de nuestras preguntas, estudios, investigaciones, búsquedas honestas de puntos de apoyo mental, señales, la incertidumbre de un corazón inseguro y bamboleante.

Otro en su lugar hubiera dicho: "Yo sólo pregunté; miré la realidad". Cierto que era viejo; quizás yo tampoco hubiera pasado la prueba y habría respondido del mismo modo. Para mi fe hubiera hecho falta algunas explicaciones, al menos algunas aclaraciones; pero si la intención fue esa misma, adquirir conocimientos, averiguar más, documentarse para poder creer, su espíritu inquisitivo le fue contado por incredulidad. Una cosa es conocer que algo es cierto, que Dios puede hacer esto o aquello y otra es creerlo. Cuando uno "conoce" que la palabra de Dios es cierta, pero no puede tener fe en ella, bien hace en preguntar, estudiar, aprender. En ese caso lo que hace falta para asentar la fe es más conocimientos.

La Escritura con sus declaraciones y sus omisiones nos aconsejan cuando creer sin estudiar más porque ella guarda silencio y cuando podemos seguir acomodando lo espiritual a lo espiritual. Eso es tener la mente de Cristo. No hay que inventar respuestas donde no hay revelación. Hay cosas que adrede el Señor no las ha revelado todavía (Jn. 16:12). Está bien que investigues pero no seas demasiado preguntón.

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