Un ministerio corto



 “Cuando sus discípulos oyeron esto, fueron y se llevaron el cuerpo y le dieron sepultura” (Marcos 6:29).


Un ministerio corto el de Juan. Termina de una forma brusca y horrible, preso y decapitado; pero tuvo su significado. Dios cumplió su propósito en él, que fue decir muchas verdades acerca de Jesús. No hizo ningún milagro pero todo lo que dijo del Señor era cierto (Jn. 10:41). Fue una antorcha que alumbró en lugar oscuro, por un corto tiempo, y la apagaron. Nota que en Juan 5:35 dice que por un corto  tiempo. Pero vivió de forma inmensa porque lo confundieron con Elías o alguno de los profetas. No alcanzó a ver  tantos usar el camino que preparaba al Señor porque su misión era sólo eso (1:2,3). Por su influencia emergieron apóstoles.

Su muerte parece ridícula e insensata. Una chiquilla seduce a un viejo rey y la madre de ella se venga del predicador. Hay algo dentro de nosotros que tiene que doblegarse, la aceptación de la clase de ministerio que Dios quiere que tengamos, sin pensar en nada más. Es una felicidad saber dónde y cuándo termina un ministerio, valorarlo espiritualmente y quedar satisfecho. El ministerio de Juan fue breve pero importante. No es la longitud del tiempo sino lo que se hace. Quizás muchos de nosotros no venimos a este mundo para hacer muchas cosas para Dios sino sólo algunas, y después de haberlas hecho, podemos orar con aquel anciano de Jerusalén: "Señor despide a tu siervo en paz porque han visto mis ojos tu salvación". El ministerio es la vida, y si ya hicimos todo para lo que venimos ¿para qué seguir viviendo? ¿Qué tiene este mundo para no querer salir de él?

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