Advertencia y predestinación


“Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse” (Mateo 26:37).


Debemos conectar estas palabras con las anteriores. Momentos antes el Señor le predice a Pedro que lo negará tres veces, y después de ello lo invita, junto con los otros dos, a que le acompañen al huerto. Y ellos van, pero después de menos de una hora se durmieron, por el agobio y el cansancio. Jesús, mitad triste y mitad decepcionado, se los reprocha.

Hay que mirar la negación del apóstol en relación con esta invitación a ser compañeros de oración del Señor, que era más una expectativa de aprendizaje que un suplemento de ayuda para Jesús. Jesús los invita para que le oyeran y vieran luchar con debilidades, con la voluntad de Dios, con la rígida ley, y como tuvieron una visión de su regia posición en al monte de la transfiguración, también le contemplaran en su hora de las tinieblas porque a pasos rápidos a ellos los envolverían las mismas oscuras potestades.

Y fue así, pero no sacaron inmediatamente la gracia que les hizo falta para no huir ni mover negativamente la cabeza. No fue la oración de Pedro la que evitó el derrumbe total de su fe sino la del Señor. Jesús le advirtió que lo negaría pero él hizo caso omiso a la predicción o mejor dicho la advertencia porque no era un decreto divino que eso le ocurriera sino un aviso y como tal pudo ser evitado si hubiera tomado la adecuada actitud de admisión de esa posibilidad y hubiera pedido la gracia que necesitaba para que no ocurriera lo que sólo era un desenlace natural de su actitud de superioridad sobre sus compañeros y su complacencia consigo mismo.

Las advertencias de pecados no necesariamente implican una predestinación a ellos. Es costumbre de Dios hacer esas advertencias y añadirles oportunidades de solicitud de socorro disponible pero generalmente los advertidos se cruzan de brazos y dejan las cosas correr como van y no se obligan a un cambio dándole seriedad a lo que se les pronosticó, y queda de hecho la advertencia plasmada en predestinación.

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