Los himnos de Lutero y la victoria de la Reforma Protestante (Parte III, última)



Hoy, 31 de octubre, ¿es el inicio de la Reforma Protestante en 1517, que hay que cantarla
y festejarla con admiración y gratitud  ¿o una moderna repetición de una fiesta pagana conocida como el día de las brujas o Halloween? Depende de a quien se le haga la pregunta, y si con prejuicios religiosos o sin ellos haya leído la historia. En cualquier caso, tiene que leer sobre Martin Lutero, un monje católico agustino del siglo XVI.

"Lutero en 1524 confeccionó un himnario con 23 himnos de los cuales él era el autor y quizás en parte el compositor. Doce de ellos fueron paráfrasis libres de himnos en latín. Seis fueron versificaciones de los salmos. Sus propias experiencias de angustia y de liberación le permitían acercarse y usar los salmos con completa identificación personal y de sentimientos. El libro de batalla de la Reforma, Castillo Fuerte es Nuestro Dios (Una Poderosa Fortaleza, lit.) Apareció solamente en su último himnario.

“En este como en ninguna otra parte las palabras de Lutero y de la música, se puede encontrar completamente un epítome del carácter religioso de este hombre. El himno está basado en la versión de la Vulgata y en el salmo 46. Lutero usó el latín continuamente para sus devociones personales, idioma en el cual había crecido. Por ejemplo en hebreo este salmo dice "Dios es nuestro refugio", y en latín "nuestro Dios es un refugio". De forma similar Lutero escribe "una poderosa fortaleza es nuestro Dios" (Castillo fuerte es nuestro Dios).

"Aunque el salmo número 46 es básico, lo maneja con mucha libertad y también mezcla sus pensamientos con mucho de las epístolas paulinas y Apocalipsis. Ricamente fundamentado, las rudas palabras fueron colocadas en tonos majestuosos y marciales para librar batallas con los ejércitos celestiales. El himno desde el principio hasta el final manifiesta en sus tonos la tensión cósmica del conflicto del Señor Dios de Sabaoth, que triunfa en la batalla contra el príncipe de las tinieblas y vindica a los santos mártires".

"El pueblo de Lutero aprendió a cantar. Lo practicaba en los servicios religiosos durante toda la semana, y en la casa después de la hora de la catequesis toda la familia cantaba. Un jesuita (enemigo de la Reforma) dijo que "los himnos de Lutero han matado más almas que sus sermones" (Here I Stand, Roland H. Bainton, pag. 357).

Indicando con eso el esplendor que tenía la Reforma, y como los himnos contribuían a llevar en sus estrofas las preciosas doctrinas redescubiertas, que el clero ignorante trataba de desvirtuar, y que no podían evitar que el pueblo común, el católico de a pie las creyera y protestara contra los abusos y supersticiones de la madre iglesia católica. Bendito sea el nombre de Dios que se glorificó cuando Martín Lutero, el 31 octubre de 1517 clavó sus 95 tesis de reforma en la puerta de la catedral católica de Wittenberg, Alemania, documento teológico de verdad y libertad; y gracias a él que usó las doctrinas de sus vigorosos himnos, que en boca de millones de vidas reformadas llenaron el mundo con el auténtico mensaje de Jesucristo. Eso es lo que hay que celebrar y cantar, no tanto Halloween.

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