La Tarea de Predicar Bien


Las palabras de los sabios son como aguijones y como clavos hundidos las que dicen los maestros de las colecciones, dadas por un pastor (Ecl.12:9-11).

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Esta es una breve exhortación para mis compañeros jóvenes calvinistas, que por amor de Dios prediquen doctrina práctica no teología abstracta que es buena para el despacho y la universidad o el colegio, no para el púlpito. Combinen esos vaporosos conceptos celestiales y mostrad en la atmósfera del culto el arcoíris de la multiforme gracia de Dios, de modo que los que la miran den gracias a Dios y salgan del servicio contentos de saber que ya Dios ha hecho un pacto y que por causa de él no los va a destruir.

He visto casi vacías a iglesias donde se predica la elección particular, la expiación limitada, la sola Escritura y sola gracia, la segunda venida amilenaria de Jesús y el juicio final. ¿Por qué no se puede predicar eso, con pasión pastoral? Pablo no escribió sus epístolas para la universidad de Tarso o el colegio de escribas en Jerusalén sino para las iglesias donde no había muchos sabios. Incluyo Las Pastorales. Pero podía entrelazar la alta doctrina con todas las circunstancias y vivencias de la iglesia, y a la altura del tamaño y la talla de todos ellos.

Si lees todo el texto bíblico miras que el predicador busca hacer su discurso agradable, eso no quiere decir chabacano como si fuera un bufón ungido para que la gente se desternille de risas. Sino con palabras importantes y penetrantes como clavos. Los maestros y pastores son los que dominan todas las colecciones (una mejor traducción que “congregaciones”), versiones sagradas, libros importantes, manuscritos, porque son “escribas diestros en el reino de los cielos”, que “trinchan bien la palabra de verdad”.

Sin embargo toda esa ciclópea labor y sabiduría debe canalizarse hacia la iglesia por medio de un espíritu pastoral. Las palabras de los pastores se distinguen de las que dicen los comentaristas y maestros, en que son teológicamente prácticas, para el pueblo, interpretan la Biblia, sacan las doctrinas, las machacan en mortero como olivas, y las ponen a brillar en el candelero sagrado que es la iglesia, ante las almas. Los buenos pastores elaboran su teología, ¡claro que predican teología y sin ella no hablan!, pero no como un conferencista abstracto que enseña la doctrina académicamente como si estuviera hablando para estoicos y epicúreos en el areópago y no en un púlpito cristiano. Para mí los mejores comentarios son los que escriben los pastores. Por amor de Dios aunque prediquemos como ángeles recordemos que ellos están puestos para servir a los que serán herederos “de la salvación”.

Su pan puede ser sustancioso como el de Aser, y profundo y a la vez prácticamente espiritual, tocando las vidas de los oyentes con las grandezas de Dios. El Gran Maestro de todas las colecciones es nuestro amado Rabí, Jesús, el mejor de todos los buenos pastores, el Príncipe de los pastores (1Pe.5:4), el Pastor de las ovejas.


Comentarios

  1. Hno Humberto, no abundan las predicaciones que como clavos penetren nuestros espiritus porque escasean los maestros y predicadores, casi todos se suben a un pulpito para impresionar a sus oyentes, dejar claro a todos cuanto sabe de teologia, pero cuando se bajan no dejan ninguna huella en nuestras almas porque "no sacan las doctrinas, las machacan en mortero como olivas y las ponen a brillar en el candelero sagrado que es la iglesia...."
    Buen predicador o maestro no es el que tiene oratoria o habla muy bonito, sino el que logra tomar una doctrina y darsela al humilde campesino para que se la lleve en su regazo comprendiendo lo que Dios hizo por el. Buen maestro no es el que se siente dueño de una doctrina, sino aquel que sabe elaborarla para darsela a cada uno de los entendimientos que le escuchan.

    Creo que hoy mas que nunca debemos orar al señor de la mies, que envie buenos maestros y predicadores a su mies, porque es mucha, y los que pueden hacerlo asi, ya son pocos.

    Dios bendiga su pluma y ministerio.
    Su hno. en Cristo,
    Felipe Gonzalez.

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  2. Felipe, oremos por los predicadores del evangelio.
    Bendiciones,
    Humberto.

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