Si no es por necesidad no te jubiles del ministerio



Números 6:1-21
“Esta es, pues, la ley del nazareo el día que se cumpliere el tiempo de su nazareato: Vendrá a la puerta del tabernáculo de reunión, y ofrecerá su ofrenda a Jehová, un cordero de un año sin tacha en holocausto, y una cordera de un año sin defecto en expiación, y un carnero sin defecto por ofrenda de paz. Y el sacerdote mecerá aquello como ofrenda mecida delante de Jehová, lo cual será cosa santa del sacerdote, además del pecho mecido y de la espaldilla separada; después el nazareo podrá beber vino.”.

Si quieres ser instruido lee todo el capítulo. Nota que era más fácil entrar al nazareato que salirse de él. Concluir era más complicado ceremonialmente y debía hacerlo santamente, ofreciendo víctimas por “expiación”, holocaustos, etc. ¿Por qué?, tal vez por dos razones, 

(1) porque aunque haya estado consagrado a Dios no había ejercido perfectamente su consagración y por esa razón debía poner en orden todo, ofreciendo por sus pecados vocacionales un cordero por expiación (v.14). Había ido dejando imperceptiblemente pecados en el ejercicio de su función, no vistos por nadie más, cubiertos en su ejecución santa, olvidados aun por él mismo, o desconocidos por él pero que no lo habían invalidado en su función, sin embargo no le habían permitido alcanzar un clímax superior en su vida espiritual y se había quedado corto en las expectativas que Dios había puesto en él. Sólo Dios conocía como había transcurrido su nazareato y ahora le pedía que expiara aquellas culpas que le había soportado sin echarlo de su voto. El nazareo podría decir “he terminado bien”, sí, bien, pero no ejerciste tu función como hubiera sido menester que lo hicieras. No se había santificado en espíritu como tuvo oportunidad. Esto no era para un nazareo en particular sino para todos porque ya el Señor sabía que ninguno dejaría de cometer errores y pecados no mortales para su oficio. Oh Señor, yo al terminar mi ministerio tendré que hacer lo mismo, sé que no me he santificado en espíritu como tú esperabas, me he quedado por debajo de mi llamamiento.

(2) Aunque el nazareo hubiera cumplido su ministerio imperfectamente, con tantas ceremonias se indica que el Señor apetece que se quede y por eso recibe todo su servicio como si fuera perfecto y deja que continúe en su oficio. El Señor hubiera querido que se prolongase su consagración unos años más. No quería dejarlo ir, no deseaba que volviera a la vida normal. Oh Señor, que yo sin necesidad no me jubile de mi nazareato. Amén.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Hiel de Betel, mal padre

Ahuyenta los pájaros y las aves de mal agüero

El altar de tierra