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jueves, 29 de enero de 2015

La higuera y su intercesor

LUCAS 13:6-9 
“ 6 Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. 7 Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? 8 Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. 9 Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”.


Jesús no dijo esta parábola fríamente sino con los ojos mojados, el espíritu de ella es ese, no de juicio sino de misericordia, y él es representado por el hortelano que intercede por la higuera estéril para que no la arranque. Está impresionado con lo que acaba de decir con respecto al futuro de su nación, y esta pequeña parábola la compuso para ilustrar tal acontecimiento, o más bien para explicarlo, y al hacerlo vierte sus sentimientos de compasión y ¡cuánto quisiera él que eso no ocurriera!, que su amado pueblo no sufriera lo que claramente veía.
El Señor explica con la cifra de los tres años, no precisamente el tiempo que lleva tratando de convertir la nación, sino un tiempo indefinido, largo, durante el cual Dios le ha enviado profetas, maestros y apóstoles para establecer dentro de ellos el reino de los cielos, pero todo ha sido inútil porque la higuera persiste en no dar frutos e Israel continúa sin arrepentimiento y matando a los que les son enviados. Como lo plantea todavía existe un tiempo extra de misericordia, gracias a la intercesión suya para que cuando concluya su ministerio y ascensión, revalore lo que ha escuchado y cambie su comportamiento.
El hortelano y viñador, saca de la crisis a la higuera y obtiene una moratoria del juicio y un perdón temporal, transitorio, con vista a un trabajo extra, abono e irrigación, con mucha esperanza de que la terca y natural obstinación de la planta, cese, y de sus entrañas sanas salga el fruto deseado y que con gratitud lo ofrezca al obrero por el trabajo y cuidado invertido.
Todavía está en plena operación esa intercesión, que primeramente tuvo su paréntesis en la destrucción de la capital, y que continúa latente en los oídos del Padre el clamor y la intercesión de su Hijo por la conversión plena de la nación (Ro. 11:26). Se salvó el árbol del resultado de la decepción y frustración de su propietario porque el Encargado de atenderla solicitó una prórroga de vida y prometió la repetición de un esmerado cuidado que al fin pusiera término a la esterilidad del árbol, y no deje su espacio territorial vacío ni mucho menos ocupado por otras plantas silvestres que no tienen por qué cultivarse allí ni vivir en esa tierra prometida.
Cada rama de la higuera lo escuchó y cada hoja se estremeció, desde la raíz hasta la copa, que la ocupación de ese espacio en la Tierra Santa podría tener un límite de duración si el propósito por el cual fue allí sembrada no se cumple y se comporta en relación con el plan divino de forma inútil como si se tratara de una higuera silvestre.
¿Para qué sirve Israel si ya dio la Biblia, los profetas, al Señor Jesucristo, la iglesia y los apóstoles, y si ha sido de bendición para el mundo su rebeldía, su apostasía, y no su fidelidad? Tal vez quede aún la esperanza sustentada por el apóstol Pablo que si este pueblo con una actitud anti cristiana sin proponérselo ha servido espiritualmente al mundo, lo será más cuando por medio del evangelio, que es el único fertilizador que terminaría con esa situación, y el trabajo del Hortelano, haga que supere esa tan prolongada etapa y se convierta enteramente, con metamorfosis, en un olivo de salvación (Luc. 13:35; Ro. 11:11-16).

martes, 27 de enero de 2015

Tenemos más hermanos que los que contamos



Marcos 9:36-41
"Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre, y que pueda enseguida hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, por nosotros está". 

Esto parece ocurrir en el contexto de una gira misionera. Se encuentran a alguien que por alguna razón trabaja independiente de los otros (un caso raro; puede ser uno de esos a los que se refiere Jesús en Mt.12:27 y que los fariseos reconocían como el poder de Dios; o de los discípulos de Juan). Los discípulos se exceden en su autoridad y quieren controlar, por una razón eclesiástica, la soberanía del Espíritu. La iglesia no tiene dominio sobre el Espíritu, ni sobre la Biblia. La iglesia no manda a Dios. Jesús es el Señor de la iglesia y no la iglesia el Señor de Jesús. El Espíritu Santo es incontrolable. Es contra el Espíritu Santo la dictadura eclesiástica, la formación de partidos religiosos que excluyan a otros. No podemos supervisar la influencia del Espíritu. Jesús les enseña que el cristianismo no debe ser centralizado, o mejor dicho, que está centralizado en el cielo y debemos dar la bienvenida a quien haga algo por él, independiente o en otro grupo, sea bautista, metodista, presbiteriano, etc., teniendo el espíritu de Jesús y el de Pablo (Flp.1:18). Debemos ser amables y llamar hermanos, y agradecer a Dios, la vida y obra de los que pertenecen a una denominación cristiana que no es la nuestra. Por las palabras de v.39  parece que los discípulos tenían dudas de la sinceridad religiosa de aquella persona, que luego se volviera enemiga o quizás, que diga mal, que enseñe sobre él falsedades. Jesús lo autorizó a seguir extendiendo el reino separado del grupo apostólico. Hay una palabra que la Reina-Valera no introduce y está en el original: rápidamente o pronto. El Señor quiso decir que podemos esperar que persevere por mucho tiempo. En fin, tenemos más hermanos que los que contamos.

domingo, 25 de enero de 2015

Dios no tiene que reelegirte con una vez basta



Zacarías 1: 17
"Clama aún, diciendo: Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sión, y aún escogerá todavía a Jerusalén".

Tú dices, “Dios me escogió pero pequé, me escogió en otro tiempo, ahora no soy ya escogido por él, si así todavía fuera, él me hubiera ayudado”. Los judíos en Babilonia pensaban de modo similar, habían sido transportados hasta allí y vividos 70 años (o quizás 50) fuera de Israel lo que les había hecho creer que ya no eran el pueblo de Dios, que Jerusalén había sido desechada como asiento de los pies divinos.

Perdieron el concepto de la elección como nación y por eso desmayaban, muchos no querían regresar, se miraban como las otras naciones, abandonadas por la providencia y sujetas al azar y la fortuna. Mira que una palabra importante para el profeta para animarlos es escoger y la repite varias veces (2:12; 3:2). Si Dios te escogió cuando eras débil e impío y te dio su gracia, y por un tiempo fuiste su siervo o sierva, ¿no hay ya una razón para devolverte la gracia que malgastaste? Aunque el servicio a Dios no te vista con una justicia intrínseca, ¿es injusto Dios para olvidar el servicio que le prestaste? No se diga eso. Pero aquí no se trata de apostasía sino de un largo tiempo de castigo, y el pueblo se siente abandonado.

Si aún puedes creer estate seguro que la elección permanece. Los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables (Ro. 11: 28, 29). Zacarías habló mucho del amor de Dios por Jerusalén y que ese amor no había cambiado. La elección divina y el llamamiento de Dios son dos doctrinas inconmovibles que garantizan la fe en la providencia, sabiduría, el proceso de avance del reino de Dios, su triunfo. Si Dios te escogió una vez lo hará repetidamente, cuantas veces sea necesario, si eso hiciera falta. Se siente uno muy privilegiado cuando piensa en su elección, que es una en Jesucristo y eterna. Dios no tiene que reelegirte, con una vez basta, no es necesario porque lo hizo en la eternidad, pero sí que tú hagas firme tu elección (2 Pe.1: 10), no con respecto a Dios sino con respecto a tu fe no dudando de ella y de su oportuna asistencia. Yo haría lo mismo, después de conocer mi elección, lo elegiría a él mil veces si hiciera falta.

Si no es por necesidad no te jubiles del ministerio



Números 6:1-21
“Esta es, pues, la ley del nazareo el día que se cumpliere el tiempo de su nazareato: Vendrá a la puerta del tabernáculo de reunión, y ofrecerá su ofrenda a Jehová, un cordero de un año sin tacha en holocausto, y una cordera de un año sin defecto en expiación, y un carnero sin defecto por ofrenda de paz. Y el sacerdote mecerá aquello como ofrenda mecida delante de Jehová, lo cual será cosa santa del sacerdote, además del pecho mecido y de la espaldilla separada; después el nazareo podrá beber vino.”.

Si quieres ser instruido lee todo el capítulo. Nota que era más fácil entrar al nazareato que salirse de él. Concluir era más complicado ceremonialmente y debía hacerlo santamente, ofreciendo víctimas por “expiación”, holocaustos, etc. ¿Por qué?, tal vez por dos razones, 

(1) porque aunque haya estado consagrado a Dios no había ejercido perfectamente su consagración y por esa razón debía poner en orden todo, ofreciendo por sus pecados vocacionales un cordero por expiación (v.14). Había ido dejando imperceptiblemente pecados en el ejercicio de su función, no vistos por nadie más, cubiertos en su ejecución santa, olvidados aun por él mismo, o desconocidos por él pero que no lo habían invalidado en su función, sin embargo no le habían permitido alcanzar un clímax superior en su vida espiritual y se había quedado corto en las expectativas que Dios había puesto en él. Sólo Dios conocía como había transcurrido su nazareato y ahora le pedía que expiara aquellas culpas que le había soportado sin echarlo de su voto. El nazareo podría decir “he terminado bien”, sí, bien, pero no ejerciste tu función como hubiera sido menester que lo hicieras. No se había santificado en espíritu como tuvo oportunidad. Esto no era para un nazareo en particular sino para todos porque ya el Señor sabía que ninguno dejaría de cometer errores y pecados no mortales para su oficio. Oh Señor, yo al terminar mi ministerio tendré que hacer lo mismo, sé que no me he santificado en espíritu como tú esperabas, me he quedado por debajo de mi llamamiento.

(2) Aunque el nazareo hubiera cumplido su ministerio imperfectamente, con tantas ceremonias se indica que el Señor apetece que se quede y por eso recibe todo su servicio como si fuera perfecto y deja que continúe en su oficio. El Señor hubiera querido que se prolongase su consagración unos años más. No quería dejarlo ir, no deseaba que volviera a la vida normal. Oh Señor, que yo sin necesidad no me jubile de mi nazareato. Amén.

  1 Juan Mayormente el contenido de esta carta, si es que a pesar de la repetición de asuntos, se puede considerar de esa manera y no como...