La elección, una doctrina de amor


Malaquías 1: 1-5
“Yo os he amado pero vosotros decís ¿en qué nos has amado? A Israel amé y a Esaú aborrecí”. 

A veces uno ve que a los no cristianos les suceden cosas mejores que a los siervos y siervas de Dios, tienen mejor salud y los guía una mejor fortuna, y dicen para sí: “Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia” (Sal. 73: 13). Cuestionan el amor de Dios y descartan la utilidad de la oración, hablan del engaño de la fe, la ilusión de las promesas y las contradicciones de la providencia. La vida espiritual está hecha una ruina.

Israel al mirar a su vecino Edom que prosperaba sin Dios se decía para sí mismo, "permanecen a pesar de sus iniquidades, no importa lo que sus ciudades sean. Ahora son mayores y más hermosas, han mejorado en estos setenta años; han edificado muchas calles y casas nuevas; en contraste con nuestras poblaciones que están ennegrecidas por el fuego y destruidas; ellos permanecen erguidos con más pecados que nosotros, como si haciendo mal les hayan venido bienes", (Ro. 3:8-18).

Entonces Israel es llamado a la reflexión; ¿cómo se engendraron ambos pueblos? Aunque hayan prosperado serán destruidos, "amé a Jacob y a Esaú aborrecí" (Ro. 9: 13). El amor de Dios hay que localizarlo no en las circunstancias sino en la elección y mirarlo con distancia eterna, más allá del tiempo. Y el significado práctico es que Edom desaparecerá e Israel nunca. La elección para la salvación, hecha desde la eternidad, el tener el nombre escrito en el libro de la vida, la suministración del Espíritu Santo, el perdón de los pecados, la esperanza de la resurrección y la entrada al reino de los cielos, valen más que todas las riquezas de las naciones juntas. 

A la larga la suerte de Lázaro es mejor que la del hombre rico que  elegantemente se banqueteaba día por día. Y vestidito así y todo se fue al infierno. Que Dios nos ignore es la peor mala suerte. La elección es una doctrina de amor. Es el propósito de Dios con Israel lo que muestra su amor, pero ¿qué propósito y qué elección mostró con Esaú? Ninguna. Si acaso para aborrecerlo.

Yo diré hoy al Señor "aunque me matares en ti confiaré" (Job 13:15). "Tú me castigas pero no te apresuras a destruirme" (Pro. 19:18). "No respondes mi oración como quisiera pero tienes de mí clemencia". "A la larga, según pasen mis años,  permaneceré y seré ayudado, por lo tanto no me apresuraré" (Ro. 9:33). Y si la satisfacción de ser un escogido por Dios no sobrepasa mis dolorcillos propios, y desconfiando de su sabia providencia, y continúo con esa chiquillada de que Dios no me ama, mi fe no alcanza ni siquiera el tamaño de un grano de mostaza, porque estar seguro y firme en su elección particular es el privilegio y la mayor muestra de todo el amor de Dios a una persona, pase lo que le pase, porque no hay mal que por bien no le venga.


Una entrada similar.

http://pastorhp.blogspot.com/2010/06/la-eleccion-y-reprobacion_22.html

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