¡Eh, ministro, no te muerdas las uñas!



2 Samuel 10: 12
“Esforcémonos por nuestro pueblo, por las ciudades de nuestro Dios y haga Jehová lo que bien le parezca”.


Me parece bien eso que dijo, cuando uno no sabe lo que Dios va a hacer su deber es esforzarse y hacer lo mejor; si somos derrotados no tenemos porqué culparnos y moriremos tranquilos, si no nos esforzamos ya la derrota está hecha. El texto no enseña que uno se esfuerce y ponga su trabajo en las manos de Dios y con todo sea derrotado. Si te esfuerzas y obras lo mejor que puedes, todo te saldrá bien. Tienes que convencerte que éste es un procedimiento de fe. La decisión de la suerte es de Jehová. Si uno persevera tocando puertas alguna se abrirá, aunque muchas permanezcan cerradas. Este hombre diría eso para estar tranquilo él y transmitir tranquilidad y fe a su ejército. Podría esa noche dormirla toda, si tardaba la batalla.

No debemos vivir como mordiéndonos las uñas, devorados por el gusanillo de la inquietud y comidos por el león de la impaciencia. Dios hará lo que él quiera,  con mucho de nuestro esfuerzo o con un poco menos. Digamos "haga Dios lo que quiera, me apoye o no,  nos dé el triunfo o perdamos muchos hombres, nos acompañe el éxito ahora o venga después. Este es su pueblo y lo que quiera hacer con él lo veremos, si acompaña mi vocación y llamamiento o se retira de mi lado. Lucharé resignado a su voluntad y me conformaré si salgo vivo de la contienda o muerto".

Si  cree que es mejor para mí que yo pierda, y eso es sabio y le glorifica, le daré las gracias por mi derrota, destitución, infamia y muerte. Por lo que a mí respecta no me hallarán los enemigos sentado en una silla o durmiendo en una cama sino vestido con el pectoral de la fe, contendiendo por la salvación y con la espada del Espíritu en la mano, que es su palabra, la cual él sabe que yo sé usar, y el diablo también, y tiembla y corre (Sgo. 4: 7; 1 Pe. 5: 9).

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