Desaliento ministerial


Isaías 49. 1-4

"Jehová me llamó desde el vientre de mi madre, puso en mi boca espada aguda, me dijo mi siervo eres, pero yo dije por demás he trabajado".


Calvino comenta:

“Aunque no veamos el fruto de nuestros trabajos, podemos estar contentos por esta razón, el testimonio de nuestra conciencia que estamos sirviendo a Dios para quien nuestra obediencia es aceptable. Cristo anima a los piadosos maestros a luchar ardientemente hasta que obtengan la victoria sobre la tentación y que poniendo a un lado la malicia del mundo continúen contentos en el desempeño de su deber y no permitirle al corazón desalentarse. Si al Señor le complace probar nuestra fe y paciencia hasta el punto que no obtengamos ningún provecho de nuestra labor, debemos reposar sobre nuestra conciencia. Si no somos capaces de ser consolados con ese testimonio es que nuestra motivación de servicio a Dios no es pura sino que somos movidos por el mundo y nuestras ambiciones.

“Sin embargo aquí Cristo y la iglesia acusan al mundo de ingratitud porque ella se queja de tal manera que acusa al mundo por no dar fruto ante el evangelio que en sí mismo es eficaz y poderoso. Toda la culpa la cargan los hombres que con obstinación rechazan la gracia de Dios que una y otra vez se les ofrecen, cavando su propia destrucción… son los hombres y no el evangelio los que tienen que ser acusados de improductivo. Los ministros santos que con amargura se quejan que los hombres perecen por sus propios pecados y se sienten mal consigo mismos por no poder evitar tan grande perversidad, deben consolarse y animarse y nunca abandonar la espada y el escudo y no piensen que mejor se ocuparían en otra cosa que predicando el evangelio”



Desaliento ministerial

Isaías 49: 5, 6

"El que me formó desde el vientre para hacer su siervo, para congregarle a Israel".


No te quejes mucho, ministro; si lo haces es que se te ha olvidado cómo mira Dios tu trabajo y desconoces la trascendencia de tu ministerio. La Reina Valera traduce “poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra”, y confunde un poco.

Lo que el Señor quiso decir fue “es para mí algo ligero y fácil si quisiera levantar contigo todas las tribus de Israel pero por la dureza de ellos eso no sucederá. Ahora bien, tengas éxito con ello o no, la luz de tu mensaje llegará a todas las naciones y salvará gentes en los confines de la tierra”. Nosotros, consiervo. Dios miraba su trabajo como no lo miraban los hombres.

Isaías nunca congregó a Israel en su tiempo; pero siempre supo que él era muy estimado y honrado a los ojos de Dios, y tuvo la experiencia en todo momento que en sus desmayos recibiera de su Señor fuerza para perseverar ante la dureza de corazón de aquellos a quienes les predicaba y que se negaban a cambiar y a dar oídos a sus predicaciones y advertencias. He ahí, le alza el velo del futuro.

Sabe para qué el Señor lo llamó y que no lo ha cumplido aún, y lo haría algún día. Supone que se ha agitado en vano. Dios le aclara que no, que no es el salario que devenga su recompensa porque ella provendrá del cielo y es escatológica (v.4). Y con todo puede perseverar porque tiene dos cosas a su disposición: fuerzas y la seguridad que es muy estimado (honrado a los ojos) por Dios. Sabe que Dios lo estima a él y a su trabajo. Aunque no tenga resultado su labor a los ojos del Señor es valiosa y apreciada.

Y de aquí una poderosa lección para combatir la frustración y el desánimo: Que nunca nos quejaremos de que estamos recibiendo poco en nuestro ministerio porque de un modo o de otro, ahora o luego, el Señor usará para alguien, sepa yo o no quién es, lo que predicamos. Dios no nos llama a poco, visto por sus ojos, lo que pasa es que no podemos ver todas las dimensiones de nuestro ministerio, ni sus proyecciones futuras pendientes.


Comentarios

  1. Y de aquí una poderosa lección para combatir la frustración y el desánimo: Que nunca nos quejaremos de que estamos recibiendo poco en nuestro ministerio porque...

    En efecto, su reflexión final me ha hecho venir en mente 1 Corintios 5:58,

    58 Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

    Los calvinistas difícilmente nos desanimamos cuando vemos que nuestro trabajo no da fruto, sabemos que hemos sido llamados a sembrar, pero no necesariamente a recoger.

    El fruto de nuestro trabajo puede que lo recolecten personas que jamás conoceremos, pero eso es lo de menos, hemos sido llamados a predicar y a salar el mundo y se convierte todo el orbe o nos apedreen en las calles de Asia Menor, eso es lo que hemos de hacer.

    Porque parte del fruto de nuestro trabajo es aceptar la Voluntad de Dios en la certeza de que nuestro trabajo en el Señor no es en vano.

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  2. Renton, se me está abriendo puerta grande y eficaz en este lugar ¿quisieras hacer una oración por mí cuando leas este comentario? Gracias por comentar.

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