Yo entregué a mi sierva en tus brazos

Génesis 16:1-6
“Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido. Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo. Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia”.



¿Cómo es que esta mujer comparte su marido por una noche? ¿Qué pensaría cuando no dormía a su lado? ¿No sentiría celos, repugnancia hacia sí misma, odio? ¿Dónde estaba el amor que le sentía? ¿Realmente lo amaba? ¿Qué clase de matrimonio tenían? La vergüenza de no tener un hijo, por la falta emocional de no poseerlo, ¿fue mayor que sus sentimientos innatos de mujer? Es difícil entender esto con nuestra mente occidental y moderna, no se puede comprender a Sara cuando propone y suplica a su marido que fornique para que le dé un hijo como si Agar fuera una bestia.

Entiendo que el hogar de los patriarcas no era como el nuestro, tenían la ley de Dios en sus corazones pero no el decálogo de piedra, y menos el evangelio, por ende la palabra “fornicación” es casi desconocida, digo casi, por lo menos no tenía la fuerza de más adelante. Los problemas surgieron no por la noche que su marido y la esclava pasaron juntos sino por el embarazo de la egipcia. Sin cometer una injusticia transcultural, sin mirar el caso con el lente los ojos de Moisés, y menos con los de Jesús, Sara con un poco más de paciencia pudo haber esperado en la promesa divina sin prestarle alguna ayuda a Dios, que no la necesitaba. La palabra “seno” LBLA la traduce así, “yo entregué a mi sierva en tus brazos”; y esa es la idea. La palabra significa “interior” “rodillas” “en medio” “dentro”. ¿Cómo, y es solamente imaginación, se pudo sentir después que ella misma la puso en sus brazos, dentro de sus rodillas?  Quizás como se siente una mujer noble de esta época cuando por su descuido le ocurre algo similar a su cónyuge.
  




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