La Biblia se ríe de los que no creen en ella


Mateo 2:1-12  
“Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron…  pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”.


Los hijos de luz podrán ser ingenuos y engañárseles, pero a Dios jamás. La inteligencia y protección de la iglesia no se halla tanto en la habilidad de sus ministros para conducirla como en la revelación de Dios. Los magos escapan de las tenazas de Herodes y regresan ilesos. La mejor defensa de la iglesia no es la espada de sus príncipes sino la espada de la palabra de Dios. No fue por la perspicacia de ellos ni porque siendo astutos sospecharan; fue Dios mismo quien se burló de él. Jerusalén y Herodes fueron testigos de la llegada al mundo del Mesías, pero como no le recibieron el Rey habría de esconderse en la sombra de su anonimato por muchos años y aquellos a los cuales él por unos breves días visitó como Rey y Señor, morirían en sus pecados.

Quizás hoy llegue su mensaje a ti, trayéndote su palabra de salvación. Cuando oigas lo que dice el profeta anda y corre y póstrate a sus pies, tiembla, no porque te perjudique el mensaje sino por no poder alcanzar pronto su perdón y benevolencia, estremécete de arrepentimiento como las murallas de Jerusalén, no te conformes con hallar lo que circunda a Jesús sino con Jesús mismo y deja que aquellos paganos se rían anticipadamente de tu fe ingenua, que cuando los hipócritas nunca alcancen la cuna o la cruz del Salvador, tú regresarás cantado y quizás salvado como estos magos, “por otro camino”. Herodes se sintió burlado por los magos. No es el incrédulo  quien se ríe de la Biblia, es la Biblia la que se ríe de su necedad.

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