Elogios

Salmo 119:65-72
“Bueno es haber sido humillado…”.

Dios has hecho bien su siervo; lo ha humillado y de esa humillación ha sacado provecho.  Fíjate al principio del v.67 que dice antes que fuera humillado andaba yo descarriado; él no especifica la naturaleza de su humillación pero fue el instrumento escogido por Dios para regresarlo a sus caminos y poner atención a la Palabra. Parece que no quiere vivir dos veces la misma experiencia porque teme no recibir dos misericordias iguales y pide al Señor que le de "buen sentido".

Por la experiencia de otros salmistas uno pudiera pensar que su humillación consistió en una peligrosa enfermedad, pero es tanta insistencia en la palabra del Señor en todo este salmo; por ejemplo lo que enseña el  v. 72 "mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata", que parece que fue humillado con una predicación que le mostró lo perdido y descarriado que estaban sus pasos. A veces no consiste en haber salido de un sermón humillado sino de la presencia de otras personas. Y dejas el grupo queriendo borrar de tu memoria aquel momento, aquellas miradas o risas.

¿Te sientes mal al recordarlo y quisieras borrarlo de tu memoria? Tal vez necesitabas pasar ese mal rato, sentirte menos de lo que eres, que te valoren poco porque quizás Dios ha visto cuánto te gustan los aplausos humanos y su aprobación, y que has ido tomándole el gusto a la gloria de los hijos de los hombres, a subirte al pináculo del templo,  y esa satisfacción terrenal produce vértigos, es peligrosa porque se puede convertir en la motivación de tus actos y trabajos. Somos inherentemente soberbios y orgullosos y nos gloriamos de cosas que hemos recibido de Dios como si fueran propias, son muy vanas, se gastan con el uso, se oxidan y envejecen al pasar de moda.  

Si no hubiera habido humillación no habría gracia futura y la presente se disiparía. Agradece a Dios que en ocasiones te sientas como el desecho de todos y pisoteen con burlas tu autoestima. Empieza no cuidándote por cómo te miden los hombres, ni te midas a ti mismo con su opinión, sino con la vara de la Palabra de Dios. Ser humillado por la palabra de Dios, hacer como de tonto o el ridículo en presencia de quienes se aprecia la buena opinión, se busca el apoyo y la admiración, suele ser la medicina que Dios le aplica a nuestro dependiente carácter, o la dolorosa cirugía, sin anestesia, que le hace a un aspecto de él para sacar de dentro cierta soberbia cancerosa, vestigio de deificación, y que pensemos de nosotros mismos “con cordura”. Está en orden el arrepentimiento y agradecer al Señor esos tragos amargos para que vivamos ante él con humildad sin buscar de nadie más, para nuestras virtudes, elogios.

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