Muy parecidas, señoritas, pero ustedes no

Mateo 25: 11

“Señor ábrenos”.


Si el grito de alarma de estas señoritas, “nuestras lámparas se apagan” fue triste oírlo, más todavía cuando se sienten recuperadas y piden admisión en el cielo, aunque en realidad no lo están, y Cristo no les abre porque llegaron tarde. Se sentían recuperadas, como si hubieran recibido la fe que les faltaba, la gracia que se les extinguía, pero no era así. El Señor abrió la puerta, las miró de arriba abajo y no las reconoció. Aquí se enseña un poco más que llegar tarde y no estar a punto cuando el Señor vino. Yo no sé que el Señor les vio pero dijo que eran irreconocibles como cristianas. Para mí la luz era la misma y el aceite el mismo pero algo ante los ojos del Señor las delató como una falsificación y él sólo es capaz de distinguir entre lo verdadero y lo espurio.

O dicho de otro modo, aquellas señoritas eran una pretensión y una ficción, no real o sea otras con todas las apariencias evangélicas que uno podría notar o pedir: aceptación, arrepentimiento, fe, confesión. Y con todo, esas cosas no debieron ser auténticas por cuanto las rechazaron. Hay fe fingida, remordimientos que pasan como arrepentimientos, culpabilidad sin perdón y confesiones que son catarsis y desahogos. Posiblemente tenían mucho de lo verdadero, lo necesario para confundirme. Y a cualquiera. Pero eso yo no lo sabría y no sé si alguien que no fuera Jesús hubiera podido. Y el Señor les dijo: “No os reconozco ni en fe ni en práctica, no sois hijas de Abraham ni pertenecéis al Israel de Dios”.

Hay doctrinas muy parecidas al evangelio, que son casi el evangelio mismo y forman hijas muy parecidas a las doncellas de Israel, y son capaces de conducirlas hasta la misma puerta del cielo, pero no logran que sean admitidas. Tienen “reputación de ser algo” y “sabiduría en la adoración voluntaria” (Col. 2: 23). Pero a pesar de su honor, prestigio y reputación, no son suficientes para formar vidas que tengan del Señor el visto bueno. La exactitud doctrinal es importante. La diferencia entre una herejía y la ortodoxia pudiera consistir en una sola letra, la i (iota, en gr.); homoousion, es la verdad de Atanasio y de Nicea (325d.C.), de la misma sustancia el Hijo y el Padre, consustancial, pero los arrianos, herejes, afirmaban homoiousion. una vocal más y ya, es falso.Lo de ellos es casi verdad y lo que sea parecido a la verdad, semejante a la verdad, es mentira. Y en cuanto al final a estas señoritas, alumbrando igual que las que pasaron, les cerraron la puerta.

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